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Double Rainbow
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Double Rainbow
por peralta. Dom 10 Mayo 2015, 12:35 am
Pushi lo siento tanto por no comentar, pero ha sido horrible la manera que me dejan tareas de a montón 
Un pequeño e importante anuncio, Gina me dijo hace una semana, creo, que no iba a poder subir así que, si alguna de ustedes tiene ganas de subir, puede hacerlo 
porque yo subiría capítulo después de escribir para tpmt, el cuál parece que lo voy a terminar de aquí a un año
Un pequeño e importante anuncio, Gina me dijo hace una semana, creo, que no iba a poder subir
así que, si alguna de ustedes tiene ganas de subir, puede hacerlo porque yo subiría capítulo después de escribir para tpmt, el cuál parece que lo voy a terminar de aquí a un año peralta.
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Re: Double Rainbow
por khaleesi. Dom 10 Mayo 2015, 7:32 pm
AY, PARÁ. ES LA QUINTA VEZ EN ÉSTE FORO QUE ME PASA ÉSTO. 
Es que tu color es casi igual al antiguo de Diseño, y el user, y la re flayé, y me quedé en el pasado y mi cabeza es muy básica para éstas cosas.
Si sos la Mily. Perdón por confundirme, pero es que con los cambios, todavía sigo sin entender algunos colores.
PARA EL PRÓXIMO CAPÍTULO TENEMOS TRAMAS SÍ O SÍ. Es que iba a poner pj's tuyos en éste cap, pero ya se me hizo re largo, además que se me borró tres veces y fue un dolor de cabeza y tremendo BAJÓN. Pero hablamos de las tramas pronto.
pd: Yo subiría, pero sería re raro subir dos veces seguidas. (?)
pd2: No hay problema, Stepho.
Es que tu color es casi igual al antiguo de Diseño, y el user, y la re flayé, y me quedé en el pasado y mi cabeza es muy básica para éstas cosas.
Si sos la Mily.
Perdón por confundirme, pero es que con los cambios, todavía sigo sin entender algunos colores. PARA EL PRÓXIMO CAPÍTULO TENEMOS TRAMAS SÍ O SÍ. Es que iba a poner pj's tuyos en éste cap, pero ya se me hizo re largo, además que se me borró tres veces y fue un dolor de cabeza y tremendo BAJÓN. Pero hablamos de las tramas pronto.
pd: Yo subiría, pero sería re raro subir dos veces seguidas. (?)
pd2: No hay problema, Stepho.
khaleesi.
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Re: Double Rainbow
por indigo. Lun 11 Mayo 2015, 11:02 am
Yo puedo intentar escribir, pero no puedo asegurar que vaya a subir pronto 
indigo.
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Re: Double Rainbow
por Kurisu Lun 11 Mayo 2015, 10:23 pm
También intentaría escribir, pero tengo pruebas mañana y el miércoles asé queeeee comenzaría el cap el fin de semana o hasta la siguiente 
Kurisu
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Re: Double Rainbow
por peralta. Lun 11 Mayo 2015, 10:31 pm
Yaaaay muchas gracias chicas Kate y Tessa, si quieren ponganse de acuerdo entre ustedes para ver quién sube primero, gracias chicas enserio
Kate y Tessa, si quieren ponganse de acuerdo entre ustedes para ver quién sube primero, gracias chicas enserio peralta.
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Re: Double Rainbow
por indigo. Mar 12 Mayo 2015, 4:32 am
Yo creo que subo antes que Teph, ayer saqué tiempo para escribir un poco. Así que antes del lunes que viene tendría el capi
indigo.
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Re: Double Rainbow
por peralta. Mar 12 Mayo 2015, 10:55 am
Kate me haces tan felizzzz 
muchas gracias hermosa
muchas gracias hermosa peralta.
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Re: Double Rainbow
por indigo. Mar 12 Mayo 2015, 3:39 pm
- sorpresa, sorpresa:
- Bueno, como en realidad todavía no he comenzado con los finales podía permitirme una tarde libre (creo). Así que me he puesto a escribir y al final he logrado terminar el capítulo hoy
Steph encaminé algunas de nuestras tramas, pero no quise escribirlas al completo para que tú lo hicieras cuando subas capítulo. Para las que usé sus pjs, espero haberlos usado correctamente. Besos
Pd: En cuanto al code para la cabecera, no sé que le ha pasado pero el fondo del hover no me aparece. Lo he copiado del muro, de mi capítulo anterior, le he dado a previsualización antes de poner la foto o escribir el número de capítulo para comprobar que no era yo la que lo quitaba, pero seguía apareciéndome de esa manera. Perdón.
―¿Eran necesarios el gorro y los guantes?
Salow metió las manos entre los pliegues de su anorak, al mismo tiempo que su hermano recibía una de sus miradas irascibles a través de la pantalla del ordenador.
―Se ha roto el sistema de calefacción de la residencia, hace más frío aquí dentro que en la calle―explicó Salow.
Los carrillos de Harry se inflaron en su intento por contener la carcajada, lo que acentuó aún más sus rasgos japoneses. Salow estuvo a punto de cerrar la pantalla del ordenador y dejarlo colgado.
―No te reirás tanto cuando tengas que donarme a algún museo de hielo―terció Salow con un leve castañeo de dientes. Nunca se acostumbraría a ese frío.
Harry levantó las manos hasta la altura de sus orejas, como si se rindiera.
―Podrías haberte mudado al Caribe, fuiste tú la que decidió mudarse a un Estado en el que el sol sale cada cinco años.―Exageró Harry, uno de los rasgos que ambos compartían, exagerar las cosas hasta lo estrafalario―. O por el contrario, podrías haber seguido con tu vida aquí.
Salow negó con la cabeza, cansada de que todas las conversación con su hermano se desviaran al hecho de que había dejado toda su vida en Hollywood.
―De haberme quedado, ahora estaríamos hablando a través de un cristal y yo llevaría puesto un mono de presidiaria. Porque hubiera asesinado a Fred y a la cuarentona con la que me engañó.
«PUM». El dolor le dio un puñetazo en el corazón, como siempre que Fred acudía a su mente. A esas alturas, debía de tener el corazón más amoratado que sus congelados labios. Odiaba la forma en la que su ex se colaba en su vida y se odiaba a ella misma por no saber sobreponerse.
Exhaló un suspiro que terminó con su vista clavada en el sofá. La Bestia de fuego que siempre la abordaba cuando se acordaba de Fred empezó a quemarle la sangre. Los ojos se le nublaron a causa de las lágrimas y sentía que se ahogaba.
También se odiaba por ser tan débil, en especial aquél día, que se había levantado con la guardia baja.
―Hey, oye―Harry habló con voz entrecortada, a causa de la mala señal de la línea―, lo superarás.
«En el fondo no quieres superarlo, ese es tu problema», le susurró la voz de la sinceridad. Claro que no quería superarlo. Porque Fred era adrenalina para Salow y ella una drogodependiente. El Actor de Pacotilla era el parche que sellaba la carencia que sentía desde que tuvo consciencia. Cuando se enteró de que era adoptada y que sus verdaderos padres la abandonaron. Y ahora que volvía a estar sola, tenía que luchar una vez más contra el vacío.
―Conocer gente te ayudará―prosiguió animándola Harry.
Salow llenó sus pulmones de aire y pestañeó con brutalidad para hacer desaparecer las lágrimas. No podía ser tan estúpida, tan débil. Se reseteó así misma, como si volviera a levantarse aquella mañana, y miró a su hermano con el rostro despejado de todo dolor.
―Ya conozco a gente, son bastante guays.
Los ojos achinados de Harry intentaron abrirse de impresión. Salow soltó una risita, su hermano siempre se sorprendía de su capacidad para conocer a gente en poco tiempo. Pero a Salow le gustaban tanto las personas, que era un don natural en ella hacerse amiga de otros.
Harry se inclinó hacia el lente de su cámara web, con una mano apoyada en su barbilla y una sonrisa sin dientes que casi le alcanzaba a los ojos.
―Y dime, hermanita, ¿te has acostado con alguien?―preguntó con una tono de voz jactancioso.
Salow deseó que su hermano se encontrara a su lado para retorcerle las orejas, como cuando eran más pequeños y Harry la molestaba con preguntas como aquélla.
―No siempre tengo que acostarme con alguien, tienes una imagen de mí muy mala―se quejó carraspeando, intentando que las mejillas no se convirtieran en la nariz de Rudolf.
―Déjame adivinar―los ojos oscuros de Harry se iluminaron de maldad―; mucho whisky, una conversación agradable, insistió en acompañarte a casa…y no se fue hasta el día siguiente.
«Soy un puto cliché de chica».
Salow quiso darse un cabezazo contra la mesa para el té. Aunque el asuntillo con Killian quedó inmediatamente zanjado, todavía seguía sintiéndose incómoda al pensar en ello. Killian le explicó aquella misma mañana la situación con la madre de Harlow, pero Salow no podía quitarse de la cabeza que de alguna manera, había hecho daño a Zarina (a pesar de que cuando se acostó con Killian no conocía su existencia) y era eso lo que le hacía sentir incómoda; porque a ella también la habían herido.
―Culpa del whisky.―Se excusó, aunque no tendría por qué hacerlo―. Fue como un viaje a Narnia; solo una vez en la vida. Ahora somos amigos.
Ahora sí, Harry rompió a reír como un poseso. Salow lo dejó ser, después de todo no era un asunto importante, y la risa estrambótica de su hermano siempre conseguía reconfortarla.
Un par de carcajadas después, Salow preguntó:
―¿Cómo están nuestros padres?
―Armstrong palía el dolor de tu marcha con sesiones de taichí diarias, ¿sabes que quiere construir un templo en el jardín?.―Salow asintió, era muy típico de Amstrong hacer ese tipo de cosas cuando estaba triste.― Como si no tuviéramos suficiente con el acuario de pirañas y la discoteca de los noventa.
―¿Y Gideon?
―Gideon es el mejor de todos. Ha tomado la costumbre de hablar de ti en pasado, como si estuvieras muerta o un agujero a otro plano te hubiera tragado.
Esa fue la primera vez que Salow río de verdad en todo el día. Pero pronto, ese ataque fue restituido por una terrible añoranza hacia su hogar. Acababa de darse cuenta de lo mucho que echaba de menos a sus padres.
―¿Y qué hay de ti, hermanito?―quiso saber, pues siempre malgastaban las vídeo llamadas hablando de ella.
―¡Ay, se me había olvidado contártelo!―. Harry dio un puñetazo enfático a la mesa.―¿Recuerdas a mi amigo John?―. Salow asintió.―Pues una revista acaba de inventarse un romance completo sobre nosotros. El titular era; «El mayor de los Krouse sigue fielmente los pasos de sus padres».
Salow negó con la cabeza; Harry era la persona más heterosexual que uno podía cruzarse por el camino. Pero bueno, siendo los hijos de Gideon (uno de los actores principales de un exitoso drama a lo One Tree Hill) habían estado expuestos desde muy temprana edad a los rumores de la prensa.
―Bueno Harry, es mejor ser el gay de la familia que el cornudo―respondió sádicamente Salow.
Aquella misma tarde, Salow, en su intento por ocupar el tiempo en algo que no fuese emborracharse hasta perder la consciencia, acudió a la oficina de servicios comunitarios del distrito para apuntarse como voluntaria. Seguro que profundizar en su faceta altruista sumaba muchos puntos karmísticos. A lo mejor si sumaba unos cuantos, podía canjearlos por un novio decente.
Abrió la puerta de la oficina sin pensarlo demasiado, porque era muy dada a arrepentirse de hacer cosas como ésa (una vez intentó formar parte de una subasta benéfica, pero no salió demasiado bien). La pequeña oficina estaba muy bien iluminada, y había muchos carteles de colores que animaban a ayudar a la sociedad. ¡Por favor, si podías apuntarte hasta para recoger las cacas de perro del parque!.
Salow, que perdió un par de segundos dando pasos sin sentido, un tanto desorientada, divisó una mesa de atención al final de la sala. Caminó hacia allí con pasos rápidos. Tras la mesa encontró a una mujer de edad avanzada, que ocultaba unos ojos marrones tras unas gafas mariposa marrones. El gesto de su rostro era amable y cálido; Salow se sintió reconfortada.
―Buenas tardes―saludó haciendo acopio de su voz más angelical. No sabía por qué, pero siempre utilizaba ese tono de voz con las personas mayores que ella.
―Hola, angelito―la mano de la mujer la invitó a sentarse en la silla frente al escritorio.
Salow hizo lo propio y se dejó caer en ella.
―¿En qué puedo ayudarte?
―Me gustaría formar parte del equipo de voluntarios del distrito―soltó Salow a la carrera, pareció ansiosa, como si la vida se le fuese en ello. Y quizá la vida no, pero la salud de su intestino sí dependía de eso.
La mujer presentó a Salow una bonita y medio desdentada sonrisa.
―¡Eso es fantástico, siempre viene bien más ayuda!.―Exclamó a punto de aplaudir.―¿En qué te gustaría ayudar?
Eso pilló desprevenida a Salow.
―Ummm…no sé, en un comedor social, tal vez.
Le importaba tres pimientos dónde trabajar (mientras no fuera recogiendo cacas de perro). Solo quería saber que cuando no tuviera que estudiar, cuando ninguno de sus nuevos amigos estuviese disponible para aguantarla o cuando ni siquiera la Bola de Pelo de Rossie la hiciera caso, tendría algo en lo que ocupar el tiempo.
―Eso está muy bien, muy bien…―masculló la señora tecleando en el ordenador.
Tardó unos segundos en encontrar lo que buscaba. Después volvió la mirada hacia Salow, que se mordisqueaba las uñas con la vista perdida. La señora estiró el brazo hacia la impresora que tenía a su derecha y depositó el folio recién impreso entre Salow y ella.
―Bien, aquí está tu número de afiliación al voluntariado, la dirección del comedor social en el que trabajarás y la persona que se encargará de enseñarte el funcionamiento de todo en tu primer día, ¿de acuerdo?―el tono de voz de la señora era igual de conciliador que el de una madre.
―De acuerdo, muchas gracias.
―Adiós angelito, mucha suerte―se despidió frenéticamente con la mano.
―Adiós―Salow hizo acopio de su mejor sonrisa.
Se levantó de la silla, que hizo un ruido espantoso al arrastrarse y se encaminó hacia la salida. Observó la hoja por primera vez; la dirección del comedor le sonaba, así que debería de estar por los sitios que solía frecuentar. Se desanimó un poco al constatar que no comenzaría con el voluntariado hasta la semana próxima, pero no pasaba nada, podía combatir una semana más el vacío, después de todo, llevaba años haciéndolo. También se quedó con el nombre de la chica que la ayudaría en su primer día: Aurora Fallon.
Al salir de la oficina, el viento le recibió con una bofetada gélida. Salow bufó por el frío, solo llevaba un mes viviendo en Chicago y ya había tenido que enfrentarse a tres resfriados. Permaneció parada en medio de la calle, a riesgo de ser atropellada por algún corredor vespertino. No sabía qué hacer ahora. Había conseguido ponerse al día con los trabajos de la universidad y si se iba a casa a escribir, solo saldrían de su mente historias románticas en las que las que el protagonista moriría de maneras horribles. Así que sacó el teléfono móvil del bolsillo y se decidió a llamar a la única persona que siempre tenía ganas de ver:
―¿Qué te pasa?―Ollie sonó preocupado, Salow sonrío.
―No siempre que te llamo tengo una crisis existencial, relájate―respondió divertida por la situación.
―A esta hora sueles estar en clase, por eso pensé que ocurría algo―espetó Oliver, aunque debido al ruido de fondo que había Salow no pudo escuchar su suspiro irritado.
―He decidido tomarme la tarde libre, ¿te la tomas tú también y vamos a dar una vuelta?―comentó esperanzada, aunque no ansiosa. Pero sabía que Ollie leería entre líneas y sabría que sus ganas de dar una vuelta ocultaban su necesidad de no querer estar sola.
―Está bien, Tim está con una niñera, ¿dónde estás?―Salow respiró aliviada cuando escuchó la respuesta.
―Eh… no lo sé con exactitud.
Ollie río al otro lado de la línea.
―No importa, te espero en la puerta de tu residencia―tras sus palabras colgó.
Salow se detuvo a mirar el reloj: eran las seis menos diez. Salió prácticamente corriendo hacia su coche. Esos diez minutos eran cruciales para llegar al campus en menos de media hora, porque todo el mundo parecía salir de trabajar a las seis y el tráfico era horrible a esa hora. Y peor aún, Oliver no soportaba que lo hiciera esperar.
Salow metió las manos entre los pliegues de su anorak, al mismo tiempo que su hermano recibía una de sus miradas irascibles a través de la pantalla del ordenador.
―Se ha roto el sistema de calefacción de la residencia, hace más frío aquí dentro que en la calle―explicó Salow.
Los carrillos de Harry se inflaron en su intento por contener la carcajada, lo que acentuó aún más sus rasgos japoneses. Salow estuvo a punto de cerrar la pantalla del ordenador y dejarlo colgado.
―No te reirás tanto cuando tengas que donarme a algún museo de hielo―terció Salow con un leve castañeo de dientes. Nunca se acostumbraría a ese frío.
Harry levantó las manos hasta la altura de sus orejas, como si se rindiera.
―Podrías haberte mudado al Caribe, fuiste tú la que decidió mudarse a un Estado en el que el sol sale cada cinco años.―Exageró Harry, uno de los rasgos que ambos compartían, exagerar las cosas hasta lo estrafalario―. O por el contrario, podrías haber seguido con tu vida aquí.
Salow negó con la cabeza, cansada de que todas las conversación con su hermano se desviaran al hecho de que había dejado toda su vida en Hollywood.
―De haberme quedado, ahora estaríamos hablando a través de un cristal y yo llevaría puesto un mono de presidiaria. Porque hubiera asesinado a Fred y a la cuarentona con la que me engañó.
«PUM». El dolor le dio un puñetazo en el corazón, como siempre que Fred acudía a su mente. A esas alturas, debía de tener el corazón más amoratado que sus congelados labios. Odiaba la forma en la que su ex se colaba en su vida y se odiaba a ella misma por no saber sobreponerse.
Exhaló un suspiro que terminó con su vista clavada en el sofá. La Bestia de fuego que siempre la abordaba cuando se acordaba de Fred empezó a quemarle la sangre. Los ojos se le nublaron a causa de las lágrimas y sentía que se ahogaba.
También se odiaba por ser tan débil, en especial aquél día, que se había levantado con la guardia baja.
―Hey, oye―Harry habló con voz entrecortada, a causa de la mala señal de la línea―, lo superarás.
«En el fondo no quieres superarlo, ese es tu problema», le susurró la voz de la sinceridad. Claro que no quería superarlo. Porque Fred era adrenalina para Salow y ella una drogodependiente. El Actor de Pacotilla era el parche que sellaba la carencia que sentía desde que tuvo consciencia. Cuando se enteró de que era adoptada y que sus verdaderos padres la abandonaron. Y ahora que volvía a estar sola, tenía que luchar una vez más contra el vacío.
―Conocer gente te ayudará―prosiguió animándola Harry.
Salow llenó sus pulmones de aire y pestañeó con brutalidad para hacer desaparecer las lágrimas. No podía ser tan estúpida, tan débil. Se reseteó así misma, como si volviera a levantarse aquella mañana, y miró a su hermano con el rostro despejado de todo dolor.
―Ya conozco a gente, son bastante guays.
Los ojos achinados de Harry intentaron abrirse de impresión. Salow soltó una risita, su hermano siempre se sorprendía de su capacidad para conocer a gente en poco tiempo. Pero a Salow le gustaban tanto las personas, que era un don natural en ella hacerse amiga de otros.
Harry se inclinó hacia el lente de su cámara web, con una mano apoyada en su barbilla y una sonrisa sin dientes que casi le alcanzaba a los ojos.
―Y dime, hermanita, ¿te has acostado con alguien?―preguntó con una tono de voz jactancioso.
Salow deseó que su hermano se encontrara a su lado para retorcerle las orejas, como cuando eran más pequeños y Harry la molestaba con preguntas como aquélla.
―No siempre tengo que acostarme con alguien, tienes una imagen de mí muy mala―se quejó carraspeando, intentando que las mejillas no se convirtieran en la nariz de Rudolf.
―Déjame adivinar―los ojos oscuros de Harry se iluminaron de maldad―; mucho whisky, una conversación agradable, insistió en acompañarte a casa…y no se fue hasta el día siguiente.
«Soy un puto cliché de chica».
Salow quiso darse un cabezazo contra la mesa para el té. Aunque el asuntillo con Killian quedó inmediatamente zanjado, todavía seguía sintiéndose incómoda al pensar en ello. Killian le explicó aquella misma mañana la situación con la madre de Harlow, pero Salow no podía quitarse de la cabeza que de alguna manera, había hecho daño a Zarina (a pesar de que cuando se acostó con Killian no conocía su existencia) y era eso lo que le hacía sentir incómoda; porque a ella también la habían herido.
―Culpa del whisky.―Se excusó, aunque no tendría por qué hacerlo―. Fue como un viaje a Narnia; solo una vez en la vida. Ahora somos amigos.
Ahora sí, Harry rompió a reír como un poseso. Salow lo dejó ser, después de todo no era un asunto importante, y la risa estrambótica de su hermano siempre conseguía reconfortarla.
Un par de carcajadas después, Salow preguntó:
―¿Cómo están nuestros padres?
―Armstrong palía el dolor de tu marcha con sesiones de taichí diarias, ¿sabes que quiere construir un templo en el jardín?.―Salow asintió, era muy típico de Amstrong hacer ese tipo de cosas cuando estaba triste.― Como si no tuviéramos suficiente con el acuario de pirañas y la discoteca de los noventa.
―¿Y Gideon?
―Gideon es el mejor de todos. Ha tomado la costumbre de hablar de ti en pasado, como si estuvieras muerta o un agujero a otro plano te hubiera tragado.
Esa fue la primera vez que Salow río de verdad en todo el día. Pero pronto, ese ataque fue restituido por una terrible añoranza hacia su hogar. Acababa de darse cuenta de lo mucho que echaba de menos a sus padres.
―¿Y qué hay de ti, hermanito?―quiso saber, pues siempre malgastaban las vídeo llamadas hablando de ella.
―¡Ay, se me había olvidado contártelo!―. Harry dio un puñetazo enfático a la mesa.―¿Recuerdas a mi amigo John?―. Salow asintió.―Pues una revista acaba de inventarse un romance completo sobre nosotros. El titular era; «El mayor de los Krouse sigue fielmente los pasos de sus padres».
Salow negó con la cabeza; Harry era la persona más heterosexual que uno podía cruzarse por el camino. Pero bueno, siendo los hijos de Gideon (uno de los actores principales de un exitoso drama a lo One Tree Hill) habían estado expuestos desde muy temprana edad a los rumores de la prensa.
―Bueno Harry, es mejor ser el gay de la familia que el cornudo―respondió sádicamente Salow.
Aquella misma tarde, Salow, en su intento por ocupar el tiempo en algo que no fuese emborracharse hasta perder la consciencia, acudió a la oficina de servicios comunitarios del distrito para apuntarse como voluntaria. Seguro que profundizar en su faceta altruista sumaba muchos puntos karmísticos. A lo mejor si sumaba unos cuantos, podía canjearlos por un novio decente.
Abrió la puerta de la oficina sin pensarlo demasiado, porque era muy dada a arrepentirse de hacer cosas como ésa (una vez intentó formar parte de una subasta benéfica, pero no salió demasiado bien). La pequeña oficina estaba muy bien iluminada, y había muchos carteles de colores que animaban a ayudar a la sociedad. ¡Por favor, si podías apuntarte hasta para recoger las cacas de perro del parque!.
Salow, que perdió un par de segundos dando pasos sin sentido, un tanto desorientada, divisó una mesa de atención al final de la sala. Caminó hacia allí con pasos rápidos. Tras la mesa encontró a una mujer de edad avanzada, que ocultaba unos ojos marrones tras unas gafas mariposa marrones. El gesto de su rostro era amable y cálido; Salow se sintió reconfortada.
―Buenas tardes―saludó haciendo acopio de su voz más angelical. No sabía por qué, pero siempre utilizaba ese tono de voz con las personas mayores que ella.
―Hola, angelito―la mano de la mujer la invitó a sentarse en la silla frente al escritorio.
Salow hizo lo propio y se dejó caer en ella.
―¿En qué puedo ayudarte?
―Me gustaría formar parte del equipo de voluntarios del distrito―soltó Salow a la carrera, pareció ansiosa, como si la vida se le fuese en ello. Y quizá la vida no, pero la salud de su intestino sí dependía de eso.
La mujer presentó a Salow una bonita y medio desdentada sonrisa.
―¡Eso es fantástico, siempre viene bien más ayuda!.―Exclamó a punto de aplaudir.―¿En qué te gustaría ayudar?
Eso pilló desprevenida a Salow.
―Ummm…no sé, en un comedor social, tal vez.
Le importaba tres pimientos dónde trabajar (mientras no fuera recogiendo cacas de perro). Solo quería saber que cuando no tuviera que estudiar, cuando ninguno de sus nuevos amigos estuviese disponible para aguantarla o cuando ni siquiera la Bola de Pelo de Rossie la hiciera caso, tendría algo en lo que ocupar el tiempo.
―Eso está muy bien, muy bien…―masculló la señora tecleando en el ordenador.
Tardó unos segundos en encontrar lo que buscaba. Después volvió la mirada hacia Salow, que se mordisqueaba las uñas con la vista perdida. La señora estiró el brazo hacia la impresora que tenía a su derecha y depositó el folio recién impreso entre Salow y ella.
―Bien, aquí está tu número de afiliación al voluntariado, la dirección del comedor social en el que trabajarás y la persona que se encargará de enseñarte el funcionamiento de todo en tu primer día, ¿de acuerdo?―el tono de voz de la señora era igual de conciliador que el de una madre.
―De acuerdo, muchas gracias.
―Adiós angelito, mucha suerte―se despidió frenéticamente con la mano.
―Adiós―Salow hizo acopio de su mejor sonrisa.
Se levantó de la silla, que hizo un ruido espantoso al arrastrarse y se encaminó hacia la salida. Observó la hoja por primera vez; la dirección del comedor le sonaba, así que debería de estar por los sitios que solía frecuentar. Se desanimó un poco al constatar que no comenzaría con el voluntariado hasta la semana próxima, pero no pasaba nada, podía combatir una semana más el vacío, después de todo, llevaba años haciéndolo. También se quedó con el nombre de la chica que la ayudaría en su primer día: Aurora Fallon.
Al salir de la oficina, el viento le recibió con una bofetada gélida. Salow bufó por el frío, solo llevaba un mes viviendo en Chicago y ya había tenido que enfrentarse a tres resfriados. Permaneció parada en medio de la calle, a riesgo de ser atropellada por algún corredor vespertino. No sabía qué hacer ahora. Había conseguido ponerse al día con los trabajos de la universidad y si se iba a casa a escribir, solo saldrían de su mente historias románticas en las que las que el protagonista moriría de maneras horribles. Así que sacó el teléfono móvil del bolsillo y se decidió a llamar a la única persona que siempre tenía ganas de ver:
―¿Qué te pasa?―Ollie sonó preocupado, Salow sonrío.
―No siempre que te llamo tengo una crisis existencial, relájate―respondió divertida por la situación.
―A esta hora sueles estar en clase, por eso pensé que ocurría algo―espetó Oliver, aunque debido al ruido de fondo que había Salow no pudo escuchar su suspiro irritado.
―He decidido tomarme la tarde libre, ¿te la tomas tú también y vamos a dar una vuelta?―comentó esperanzada, aunque no ansiosa. Pero sabía que Ollie leería entre líneas y sabría que sus ganas de dar una vuelta ocultaban su necesidad de no querer estar sola.
―Está bien, Tim está con una niñera, ¿dónde estás?―Salow respiró aliviada cuando escuchó la respuesta.
―Eh… no lo sé con exactitud.
Ollie río al otro lado de la línea.
―No importa, te espero en la puerta de tu residencia―tras sus palabras colgó.
Salow se detuvo a mirar el reloj: eran las seis menos diez. Salió prácticamente corriendo hacia su coche. Esos diez minutos eran cruciales para llegar al campus en menos de media hora, porque todo el mundo parecía salir de trabajar a las seis y el tráfico era horrible a esa hora. Y peor aún, Oliver no soportaba que lo hiciera esperar.
▪ ▫ ▪ ▫ ▪ ▫
Kayden no sabía muy bien lo que hacía (últimamente nunca sabía lo que hacía). Pero ahí estaba, de pie frente a la residencia para chicas de la universidad. No porque quisiera encontrar a alguna chica con la que pasar el rato, sino para devolver una bufanda. La bufanda que llevaba dos semanas abandonada en el asiento trasero de su coche y que ese día, precisamente ese día, se había decidido a devolver.
La bufanda era de Salow, la chica de la que Abby y Killian se habían hecho amigos. La misma chica iracunda y sin pelos en la lengua que no tuvo reparo en compararlo con un perro. No se merecía recuperar su bufanda y Kayden no tenía ningunas ganas de devolvérsela. Pero ese acto caballeroso estaba retrasando su encuentro con Vera.
Vera, que después de dejarle claro que no quería verle, le había enviado un mensaje en el que expresaba su deseo de hablar. Hablar… ¿de qué narices iban a hablar?. Esa conversación pendiente le había quitado el sueño durante dos semanas, literalmente. Kayden portaba bajo sus ojos unas ojeras profundas y oscuras, como moratones. Y sus mejillas estaban un poco más hundidas que de costumbre. «¡A la mierda las dietas!, si alguien quiere perder peso solo tiene que enamorarse», pensó. Pero finalmente, tras dos semanas de angustia, Vera había decidido completar el mensaje de texto preguntándole si podían verse esa tarde frente al puesto de perritos calientes que antes frecuentaban.
Kayden no podía estar más nervioso, de hecho, llevaba todo el día con una leve taquicardia que no cesaba. Por eso, cuando se había subido al coche para ir al encuentro de su ex, vio la bufanda abandonada y no se lo pensó dos veces antes de encaminarse a la universidad.
Seguir ese impulso fue ridículo, porque no tenía el número de teléfono de Salow y nadie podía entrar en la residencia sino era acompañado por alguna de las inquilinas, lo que también le impedía tocar puerta por puerta hasta dar con la habitación de Salow.
Pero tampoco quería desistir de esa estupidez y marcharse de una vez por todas al encuentro con Vera. No quería verla y hundirse más en la miseria. No quería estar con ella y no poder siquiera tocarla, ni besarla, ni comportarse como le gustaría comportarse.
«¿De qué querrá hablar?», se preguntó por… ya había perdido la cuenta de las veces que se había hecho la misma pregunta.
El pie de Kayden taconeaba contra el asfalto helado, al ritmo de su taquicardia y sus preguntas sin respuesta. Entonces vio a una chica pequeña acercarse hacia la residencia. Pensó que quizá podría preguntarle por Salow. Esperó paciente a que alcanzara el edificio. La chica pasó por su lado como si fuese un trozo más de suelo. Antes de que la chica entrase al edificio, Kayden se acercó a ella.
―Disculpa―la chica se dio la vuelta y lo miró desde abajo, esperando a que hablara―, ¿conoces a una tal Salow?. Vive en la residencia―. Preguntó sin mover mucho los labios.
―A una Tal Salow no. Pero sí a Salow Krouse, es mi compañera de habitación.―La muchacha se quitó el pelo de la cara―. ¿Por qué la buscas?
Kayden levantó la bufanda entre ellos.
―Se la dejó olvidada en el Rasgale, quería devolvérsela.
La chica rodó los ojos.
―Esta chica no se deja la cabeza porque la tiene pegada al cuello…―respondió para sí misma―. Como sea, gracias por traerla.
―¿Puedes dársela?―preguntó Kayden.
―Por supuesto―agarró la bufanda y se la colgó al cuello―. ¿Cómo te llamas?
Kayden no entendió el motivo por el que le preguntaba el nombre. Sin embargo, la chica se estaba mostrando de lo más amable.
―Soy Kayden.
―Bien, le diré que un Tal Kayden le ha traído su bufanda―elevó casi imperceptiblemente los labios y se introdujo en la residencia.
Kayden se quedó observando a la chica hasta que desapareció por las escaleras. La cosa había ido más rápido de lo que esperaba. Ya no tenía motivos para retrasar el encuentro con Vera.
Kayden siguió quieto frente a la puerta de cristal observando su reflejo.
¿Y si no iba al encuentro?
Después de todo no le debía nada a Vera. Ya no estaban juntos, porque Kayden no era suficiente para ella. ¿Por qué tenía que ir a martirizarse con su presencia?.
Estaba dispuesto a marcharse a su casa, cuando el teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo de la chaqueta. Era Abby, descolgó y estaba a punto de saludarla cuando su amiga lo interrumpió:
―Ve. Ahora.
A Kayden le recorrió un escalofrío. ¿Cómo demonios sabía su amiga que no estaba con Vera?
―Dime que no me estás vigilando desde detrás de un árbol, sería raro―contestó un poco más animado, la espontaneidad de Abby y sus llamadas sin sentido siempre lo animaban.
―¿Eres tonto?―casi chilló Abby.―Por supuesto que no te estoy observando. Solo sé que te conozco lo suficiente para intuir que en lugar de estar con Vera, estás en cualquier otra parte buscando una excusa para no verla.
―Te odio―Kayden propinó una patada a una piedra que había a sus pies―. Creo que lo mejor es no ir, estoy seguro de que no me gustará lo que va a decirme. Seguro que solo quiere que le devuelva algo que me llevé por error.
Abby bufó.
―Kayden, ve a ver lo que quiere esa…―carraspeó y rectificó antes de decir una palabra que les ocasionaría una discusión―, lo peor ya ha pasado, ¿no estáis juntos, recuerdas?
―Gracias, Abby, tus palabras siempre son tan alentadoras.
―Te vas a arrepentir si no vas, lo sabes, yo lo sé. Y después me va tocar aguantar tu humor de perros y no estoy por la labor―concluyó Abby.
Kayden cerró los ojos.
―Iré, pero te advierto de que te tocará aguantar mi humor de perros igual.
―Luego te llamo y me cuentas todo.
Kayden se quedó unos momentos escuchando la línea telefónica vacía.
«Venga, no será tan malo», se animó antes de encaminarse hacia el puesto de perritos caliente.
La bufanda era de Salow, la chica de la que Abby y Killian se habían hecho amigos. La misma chica iracunda y sin pelos en la lengua que no tuvo reparo en compararlo con un perro. No se merecía recuperar su bufanda y Kayden no tenía ningunas ganas de devolvérsela. Pero ese acto caballeroso estaba retrasando su encuentro con Vera.
Vera, que después de dejarle claro que no quería verle, le había enviado un mensaje en el que expresaba su deseo de hablar. Hablar… ¿de qué narices iban a hablar?. Esa conversación pendiente le había quitado el sueño durante dos semanas, literalmente. Kayden portaba bajo sus ojos unas ojeras profundas y oscuras, como moratones. Y sus mejillas estaban un poco más hundidas que de costumbre. «¡A la mierda las dietas!, si alguien quiere perder peso solo tiene que enamorarse», pensó. Pero finalmente, tras dos semanas de angustia, Vera había decidido completar el mensaje de texto preguntándole si podían verse esa tarde frente al puesto de perritos calientes que antes frecuentaban.
Kayden no podía estar más nervioso, de hecho, llevaba todo el día con una leve taquicardia que no cesaba. Por eso, cuando se había subido al coche para ir al encuentro de su ex, vio la bufanda abandonada y no se lo pensó dos veces antes de encaminarse a la universidad.
Seguir ese impulso fue ridículo, porque no tenía el número de teléfono de Salow y nadie podía entrar en la residencia sino era acompañado por alguna de las inquilinas, lo que también le impedía tocar puerta por puerta hasta dar con la habitación de Salow.
Pero tampoco quería desistir de esa estupidez y marcharse de una vez por todas al encuentro con Vera. No quería verla y hundirse más en la miseria. No quería estar con ella y no poder siquiera tocarla, ni besarla, ni comportarse como le gustaría comportarse.
«¿De qué querrá hablar?», se preguntó por… ya había perdido la cuenta de las veces que se había hecho la misma pregunta.
El pie de Kayden taconeaba contra el asfalto helado, al ritmo de su taquicardia y sus preguntas sin respuesta. Entonces vio a una chica pequeña acercarse hacia la residencia. Pensó que quizá podría preguntarle por Salow. Esperó paciente a que alcanzara el edificio. La chica pasó por su lado como si fuese un trozo más de suelo. Antes de que la chica entrase al edificio, Kayden se acercó a ella.
―Disculpa―la chica se dio la vuelta y lo miró desde abajo, esperando a que hablara―, ¿conoces a una tal Salow?. Vive en la residencia―. Preguntó sin mover mucho los labios.
―A una Tal Salow no. Pero sí a Salow Krouse, es mi compañera de habitación.―La muchacha se quitó el pelo de la cara―. ¿Por qué la buscas?
Kayden levantó la bufanda entre ellos.
―Se la dejó olvidada en el Rasgale, quería devolvérsela.
La chica rodó los ojos.
―Esta chica no se deja la cabeza porque la tiene pegada al cuello…―respondió para sí misma―. Como sea, gracias por traerla.
―¿Puedes dársela?―preguntó Kayden.
―Por supuesto―agarró la bufanda y se la colgó al cuello―. ¿Cómo te llamas?
Kayden no entendió el motivo por el que le preguntaba el nombre. Sin embargo, la chica se estaba mostrando de lo más amable.
―Soy Kayden.
―Bien, le diré que un Tal Kayden le ha traído su bufanda―elevó casi imperceptiblemente los labios y se introdujo en la residencia.
Kayden se quedó observando a la chica hasta que desapareció por las escaleras. La cosa había ido más rápido de lo que esperaba. Ya no tenía motivos para retrasar el encuentro con Vera.
Kayden siguió quieto frente a la puerta de cristal observando su reflejo.
¿Y si no iba al encuentro?
Después de todo no le debía nada a Vera. Ya no estaban juntos, porque Kayden no era suficiente para ella. ¿Por qué tenía que ir a martirizarse con su presencia?.
Estaba dispuesto a marcharse a su casa, cuando el teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo de la chaqueta. Era Abby, descolgó y estaba a punto de saludarla cuando su amiga lo interrumpió:
―Ve. Ahora.
A Kayden le recorrió un escalofrío. ¿Cómo demonios sabía su amiga que no estaba con Vera?
―Dime que no me estás vigilando desde detrás de un árbol, sería raro―contestó un poco más animado, la espontaneidad de Abby y sus llamadas sin sentido siempre lo animaban.
―¿Eres tonto?―casi chilló Abby.―Por supuesto que no te estoy observando. Solo sé que te conozco lo suficiente para intuir que en lugar de estar con Vera, estás en cualquier otra parte buscando una excusa para no verla.
―Te odio―Kayden propinó una patada a una piedra que había a sus pies―. Creo que lo mejor es no ir, estoy seguro de que no me gustará lo que va a decirme. Seguro que solo quiere que le devuelva algo que me llevé por error.
Abby bufó.
―Kayden, ve a ver lo que quiere esa…―carraspeó y rectificó antes de decir una palabra que les ocasionaría una discusión―, lo peor ya ha pasado, ¿no estáis juntos, recuerdas?
―Gracias, Abby, tus palabras siempre son tan alentadoras.
―Te vas a arrepentir si no vas, lo sabes, yo lo sé. Y después me va tocar aguantar tu humor de perros y no estoy por la labor―concluyó Abby.
Kayden cerró los ojos.
―Iré, pero te advierto de que te tocará aguantar mi humor de perros igual.
―Luego te llamo y me cuentas todo.
Kayden se quedó unos momentos escuchando la línea telefónica vacía.
«Venga, no será tan malo», se animó antes de encaminarse hacia el puesto de perritos caliente.
▪ ▫ ▪ ▫ ▪ ▫
―Hattie.
La pelirroja alzó la vista de sus pies hacia Vera, con esos ojos conciliadores que tanto la caracterizaban.
―Dime―respondió.
―Gracias por acompañarme.
Hattie sonrió y posó su mano en el hombro de Vera, que temblaba de arriba abajo. Vera no había dejado de temblar desde que se enteró de que estaba embarazada.
―Soy tu amiga, necesitas apoyo―informó Hattie apoyando la espalda contra el banco de madera―. Por otro lado, quiero asegurarme de que hablas con Kayden de una vez por todas.
Ahí estaba de nuevo, el nudo persistente de las lágrimas amenazando a Vera con convertirse en una fuente ambulante. Hattie tenía razón, llevaba semanas evadiendo la conversación con Kayden. Porque si las cosas ya eran complicadas, aquello lo complicaría más todavía. No podía haberse quedado embarazada antes…
―¿Qué le digo?―preguntó con tono lastimero, elevando la voz.
―Algo como: Oye Kayden, vamos a tener un hijo.―Hattie se encogió de hombros.―Ve directa al grano, la noticia será fuerte de todas maneras.
«Embarazada». La palabra acudía a la mente de Vera constantemente desde que supo que iba a tener un hijo. No importaba lo que hiciera, no podía concentrarse en otra cosa. Y luego estaban los vómitos, los mareos y la revolución de sus hormonas, que la ponían más sensible de lo que ya era.
―Se suponía que nos veríamos más, que cada uno seguiría con su vida. Y ahora no vamos a poder dejar de vernos. Eso en caso de que quiera al bebé, porque siempre cabe la posibilidad de que no… ¿crees que querrá al bebé?―el soliloquio la dejó sin aire en los pulmones.
Hattie calló a Vera agarrándola por los hombros. Se inclinó hacia ella y la miró con sus ojos penetrantes.
―«La vida es lo que va pasando mientras nosotros nos empeñamos en hacer otros planes»―dijo Hattie, porque no encontró otra cosa mejor que decir.
―John Lennon, qué acertado―comentó Vera retorciéndose las manos. Después se dio cuenta de que parecía una desquiciada y dejó las manos estiradas sobre sus muslos―. De acuerdo, nada de suposiciones, esperaré a que venga. Si viene…
Porque conocía a Kayden, seguro que tenía serias dudas sobre acudir. Kayden era una persona simple; si le hacías daño, se cerraba en banda y te evitaba. Y ella le había hecho mucho daño.
―Bueno, no tendrás que esperar más.
Vera miró a Hattie con el corazón latiéndole en un puño. Siguió la dirección del dedo índice de su amiga, que apuntaba a unos metros a la izquierda. Por allí venía Kayden, con el rostro fijo en la gravilla, con pasos poco seguros.
―¡Ay madre mía!―se le escapó a Vera.
Llevaba casi dos meses sin verle. Y bueno, verle era como situarse al borde de un acantilado y tener la certeza de que si te mueve un solo centímetros te vas a caer.
―Os dejo solos, cualquier cosa que necesites me llamas―Hattie le dio un leve abrazo y se levantó para marcharse en la dirección contraria.
Vera se levantó con las piernas temblándole. Kayden se encontraba a dos metros de ella, pero todavía no la había visto porque seguía mirando
al suelo.
―Kayden―lo llamó, en un tono tan bajo que casi ni ella se oyó. Se aclaró la garganta―. Kayden.
El susodicho levantó la vista del suelo velozmente. A Vera le dio la sensación de que se encogió al verla. Qué doloroso que era aquello.
―Vera―murmuró él cuando estuvieron frente a frente.
La pelirroja alzó la vista de sus pies hacia Vera, con esos ojos conciliadores que tanto la caracterizaban.
―Dime―respondió.
―Gracias por acompañarme.
Hattie sonrió y posó su mano en el hombro de Vera, que temblaba de arriba abajo. Vera no había dejado de temblar desde que se enteró de que estaba embarazada.
―Soy tu amiga, necesitas apoyo―informó Hattie apoyando la espalda contra el banco de madera―. Por otro lado, quiero asegurarme de que hablas con Kayden de una vez por todas.
Ahí estaba de nuevo, el nudo persistente de las lágrimas amenazando a Vera con convertirse en una fuente ambulante. Hattie tenía razón, llevaba semanas evadiendo la conversación con Kayden. Porque si las cosas ya eran complicadas, aquello lo complicaría más todavía. No podía haberse quedado embarazada antes…
―¿Qué le digo?―preguntó con tono lastimero, elevando la voz.
―Algo como: Oye Kayden, vamos a tener un hijo.―Hattie se encogió de hombros.―Ve directa al grano, la noticia será fuerte de todas maneras.
«Embarazada». La palabra acudía a la mente de Vera constantemente desde que supo que iba a tener un hijo. No importaba lo que hiciera, no podía concentrarse en otra cosa. Y luego estaban los vómitos, los mareos y la revolución de sus hormonas, que la ponían más sensible de lo que ya era.
―Se suponía que nos veríamos más, que cada uno seguiría con su vida. Y ahora no vamos a poder dejar de vernos. Eso en caso de que quiera al bebé, porque siempre cabe la posibilidad de que no… ¿crees que querrá al bebé?―el soliloquio la dejó sin aire en los pulmones.
Hattie calló a Vera agarrándola por los hombros. Se inclinó hacia ella y la miró con sus ojos penetrantes.
―«La vida es lo que va pasando mientras nosotros nos empeñamos en hacer otros planes»―dijo Hattie, porque no encontró otra cosa mejor que decir.
―John Lennon, qué acertado―comentó Vera retorciéndose las manos. Después se dio cuenta de que parecía una desquiciada y dejó las manos estiradas sobre sus muslos―. De acuerdo, nada de suposiciones, esperaré a que venga. Si viene…
Porque conocía a Kayden, seguro que tenía serias dudas sobre acudir. Kayden era una persona simple; si le hacías daño, se cerraba en banda y te evitaba. Y ella le había hecho mucho daño.
―Bueno, no tendrás que esperar más.
Vera miró a Hattie con el corazón latiéndole en un puño. Siguió la dirección del dedo índice de su amiga, que apuntaba a unos metros a la izquierda. Por allí venía Kayden, con el rostro fijo en la gravilla, con pasos poco seguros.
―¡Ay madre mía!―se le escapó a Vera.
Llevaba casi dos meses sin verle. Y bueno, verle era como situarse al borde de un acantilado y tener la certeza de que si te mueve un solo centímetros te vas a caer.
―Os dejo solos, cualquier cosa que necesites me llamas―Hattie le dio un leve abrazo y se levantó para marcharse en la dirección contraria.
Vera se levantó con las piernas temblándole. Kayden se encontraba a dos metros de ella, pero todavía no la había visto porque seguía mirando
al suelo.
―Kayden―lo llamó, en un tono tan bajo que casi ni ella se oyó. Se aclaró la garganta―. Kayden.
El susodicho levantó la vista del suelo velozmente. A Vera le dio la sensación de que se encogió al verla. Qué doloroso que era aquello.
―Vera―murmuró él cuando estuvieron frente a frente.
▪ ▫ ▪ ▫ ▪ ▫
Salow logró evitar el tráfico y llegó a la residencia mucho antes de lo que esperaba. Divisó a Oliver apoyado en la pared de ladrillo de su hogar. Sus ojos viajaban por los transeúntes, mirando pero sin ver. Ver la tranquilidad que emanaba de su amigo, generó tranquilidad en el tumulto de sus sensaciones confusas.
Sin retrasar más el encuentro caminó con pasos cortos pero decididos hacia su amigo, quien al verla: la elogió con una bonita sonrisa. Al alcanzarlo ambos se fundieron en un gran abrazo que encerró a Salow entre la gran anatomía de Oliver. A la chica le encantaba esa sensación de protección, de seguridad.
Salow había congeniado mucho con sus recientes amigos, pero Ollie, bueno, Ollie era su Ollie. Sentía por él algo muy similar a lo que sentía hacia su hermano Harry. A pesar del corto lapso de tiempo que se conocían Salow sabía que nunca encontraría un amigo como Oliver.
―¿De dónde vienes?―preguntó Ollie al separarse.
Antes de responder Salow comenzó a caminar, sin un destino concreto. Le apetecía caminar, Ollie caminaba a su lado.
―He ido a apuntarme como voluntaria a la oficina del distrito―respondió sin mirarlo, sabía lo que vendría a continuación.
―¿Tú?―Ollie no podía creerse lo que estaba diciendo.
Salow chascó la lengua, fastidiada.
―Sí, yo.―Respondió imitando el tono de voz de su amigo, y tratando de imitar su mirada tranquila. Pero en el intentó se puso bizca y Ollie rompió a reír.―No entiendo por qué te resulta tan sorprendente―. Salow apretó los ojos para deshacerse de la visión borrosa.
Ollie introdujo las manos en los bolsillos traseros del pantalón, se adelantó a Salow, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia atrás.
―Sueles tirar los envoltorios en el suelo, aunque haya una papelera justo al lado―Ollie se encogió de hombros, con sorna.
―Lo hago para que los voluntarios tengan algo que recoger. Colaboro con la comunidad―respondió Salow sonriendo, con Ollie era fácil. No sabía por qué, pero con él recuperaba la parte alegre y vital que Fred le hizo perder meses atrás.
Además, adoraba con toso su ser molestarlo.
―¿Has sabido algo más sobre tu Cenicienta?―Salow movió las cejas de arriba abajo con una sonrisa de Jóker en sus labios.
Aquello tomó a Oliver desprevenido haciendo que se enredara con sus propios pies, estuvo a punto de caer de espaldas. Así que empezó a caminar normal de nuevo.
―No es mi Cenicienta, no es nada mío.
―Sí, sí, lo que tú digas―dijo Salow haciendo un movimiento desinteresado con la mano―. Pero esa chica te ha dejado tocado, Ollie.
Oliver escondió el rostro entre sus manos, suspirando. Salow llevaba varias semanas molestando a su mejor amigo con el tema. Al menos un poco, tampoco quería desquiciarlo.
―Es interesante y me gustaría volver a verla, no hay nada más. Métetelo en esa cabeza―como pago por sacar a la chica Ollie bajó el gorro de
Salow hasta su boca. Ella intentaba deshacerse del agarre dando manotazos ciegos al aire.
Cuando pensó que la había torturado lo suficiente soltó el gorro. Salow se lo quitó haciendo muchos aspavientos. Tenía el pelo levitando en todas direcciones, la cara roja por el sofoco y los labios fruncidos como una niña pequeña. Los ojos le chisporroteaban a la luz del atardecer.
―No Salow, no he vuelto a verla―Imitó a Ollie. La chica se sacó los mechones de pelo de la boca y volvió a colocarse el gorro sobre la cabeza―. Voy a invitarte a cenar, aunque casi me ahogues.
―Tendré que intentar ahogarte a menudo, entonces―pasó el brazo por el hombro de Salow y anduvieron en silencio un rato más.
Mientras buscaban un lugar donde cenar los ojos de Salow fueron a dar con un cartel publicitario en la parada de autobús. No podía creerse lo que veía. Se paró en seco, olvidando que Ollie iba unos pasos por delante.
«Rainbow Rowell estará firmando vuestros ejemplares de Fangirl este domingo en la librería Chabel a las 12:00 h. ¡No te quedes sin tu autógrafo!».
Rainbow iba a estar firmando su libro favorito. No podía perdérselo.
―¿Qué haces aquí de pie?, pensé que te habías caído en una alcantarilla―le recriminó Ollie llegando a su lado.
―¡Ollie, mira!―exclamó entusiasmada, agarrándolo por brazo. Oliver miró, pero desde luego no se emocionó como su amiga―. ¡Tienes que acompañarme!
―No voy a ir a una firma de libros llena de adolescentes locas―se negó en rotundo, cruzando sus brazos sobre el pecho.
Salow se quedó con la boca medio abierta, seguía conmocionada por la emoción. ¡Podría conocer a una de sus escritoras preferidas!.
―Vamos, Ollie―lloriqueó tirando de su abrigo.
―¿Te acuerdas cuando te pedí que cuidarás de Tim y no lo hiciste?
Salow resopló.
―Sabes que adoro a tu hermano, pero solo me gusta estar con él cuando hay un adulto responsable presente―terció Salow.
Ollie suspiró.
―Tú eres un adulto.
―Mi padre me dejó a cargo de su perro preferido durante dos horas y se ahogó en la piscina porque me quedé dormida.
―Vale, recuérdame que nunca te deje al cuidado de mi hermano.
Salow volvió a tirarle de la manga y frunció los labios hacia fuera queriendo parecer una cachorro desamparado.
―¿Me acompañas?
―No―respondió Ollie.
―La próxima vez que te peguen no te prestaré mi botiquín de primeros auxilios.
Sin retrasar más el encuentro caminó con pasos cortos pero decididos hacia su amigo, quien al verla: la elogió con una bonita sonrisa. Al alcanzarlo ambos se fundieron en un gran abrazo que encerró a Salow entre la gran anatomía de Oliver. A la chica le encantaba esa sensación de protección, de seguridad.
Salow había congeniado mucho con sus recientes amigos, pero Ollie, bueno, Ollie era su Ollie. Sentía por él algo muy similar a lo que sentía hacia su hermano Harry. A pesar del corto lapso de tiempo que se conocían Salow sabía que nunca encontraría un amigo como Oliver.
―¿De dónde vienes?―preguntó Ollie al separarse.
Antes de responder Salow comenzó a caminar, sin un destino concreto. Le apetecía caminar, Ollie caminaba a su lado.
―He ido a apuntarme como voluntaria a la oficina del distrito―respondió sin mirarlo, sabía lo que vendría a continuación.
―¿Tú?―Ollie no podía creerse lo que estaba diciendo.
Salow chascó la lengua, fastidiada.
―Sí, yo.―Respondió imitando el tono de voz de su amigo, y tratando de imitar su mirada tranquila. Pero en el intentó se puso bizca y Ollie rompió a reír.―No entiendo por qué te resulta tan sorprendente―. Salow apretó los ojos para deshacerse de la visión borrosa.
Ollie introdujo las manos en los bolsillos traseros del pantalón, se adelantó a Salow, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia atrás.
―Sueles tirar los envoltorios en el suelo, aunque haya una papelera justo al lado―Ollie se encogió de hombros, con sorna.
―Lo hago para que los voluntarios tengan algo que recoger. Colaboro con la comunidad―respondió Salow sonriendo, con Ollie era fácil. No sabía por qué, pero con él recuperaba la parte alegre y vital que Fred le hizo perder meses atrás.
Además, adoraba con toso su ser molestarlo.
―¿Has sabido algo más sobre tu Cenicienta?―Salow movió las cejas de arriba abajo con una sonrisa de Jóker en sus labios.
Aquello tomó a Oliver desprevenido haciendo que se enredara con sus propios pies, estuvo a punto de caer de espaldas. Así que empezó a caminar normal de nuevo.
―No es mi Cenicienta, no es nada mío.
―Sí, sí, lo que tú digas―dijo Salow haciendo un movimiento desinteresado con la mano―. Pero esa chica te ha dejado tocado, Ollie.
Oliver escondió el rostro entre sus manos, suspirando. Salow llevaba varias semanas molestando a su mejor amigo con el tema. Al menos un poco, tampoco quería desquiciarlo.
―Es interesante y me gustaría volver a verla, no hay nada más. Métetelo en esa cabeza―como pago por sacar a la chica Ollie bajó el gorro de
Salow hasta su boca. Ella intentaba deshacerse del agarre dando manotazos ciegos al aire.
Cuando pensó que la había torturado lo suficiente soltó el gorro. Salow se lo quitó haciendo muchos aspavientos. Tenía el pelo levitando en todas direcciones, la cara roja por el sofoco y los labios fruncidos como una niña pequeña. Los ojos le chisporroteaban a la luz del atardecer.
―No Salow, no he vuelto a verla―Imitó a Ollie. La chica se sacó los mechones de pelo de la boca y volvió a colocarse el gorro sobre la cabeza―. Voy a invitarte a cenar, aunque casi me ahogues.
―Tendré que intentar ahogarte a menudo, entonces―pasó el brazo por el hombro de Salow y anduvieron en silencio un rato más.
Mientras buscaban un lugar donde cenar los ojos de Salow fueron a dar con un cartel publicitario en la parada de autobús. No podía creerse lo que veía. Se paró en seco, olvidando que Ollie iba unos pasos por delante.
«Rainbow Rowell estará firmando vuestros ejemplares de Fangirl este domingo en la librería Chabel a las 12:00 h. ¡No te quedes sin tu autógrafo!».
Rainbow iba a estar firmando su libro favorito. No podía perdérselo.
―¿Qué haces aquí de pie?, pensé que te habías caído en una alcantarilla―le recriminó Ollie llegando a su lado.
―¡Ollie, mira!―exclamó entusiasmada, agarrándolo por brazo. Oliver miró, pero desde luego no se emocionó como su amiga―. ¡Tienes que acompañarme!
―No voy a ir a una firma de libros llena de adolescentes locas―se negó en rotundo, cruzando sus brazos sobre el pecho.
Salow se quedó con la boca medio abierta, seguía conmocionada por la emoción. ¡Podría conocer a una de sus escritoras preferidas!.
―Vamos, Ollie―lloriqueó tirando de su abrigo.
―¿Te acuerdas cuando te pedí que cuidarás de Tim y no lo hiciste?
Salow resopló.
―Sabes que adoro a tu hermano, pero solo me gusta estar con él cuando hay un adulto responsable presente―terció Salow.
Ollie suspiró.
―Tú eres un adulto.
―Mi padre me dejó a cargo de su perro preferido durante dos horas y se ahogó en la piscina porque me quedé dormida.
―Vale, recuérdame que nunca te deje al cuidado de mi hermano.
Salow volvió a tirarle de la manga y frunció los labios hacia fuera queriendo parecer una cachorro desamparado.
―¿Me acompañas?
―No―respondió Ollie.
―La próxima vez que te peguen no te prestaré mi botiquín de primeros auxilios.
▪ ▫ ▪ ▫ ▪ ▫
―Hola.
―Hola.
Saludaron Vera y Kayden al unísono. Nerviosos, asustados, frenéticos. Ambos permanecieron de pie mirándose, sin atreverse a moverse o decir algo más. El sonido de los pájaros y de las personas que pasaban por su lado trataban de llenar ese silencio incómodo, pero no era suficiente. Nada era suficiente para llenar el vacío que había quedado entre ellos después de siete años de recuerdos.
―¿Cómo estás?―quiso saber Vera, aunque el aspecto de su ex lo decía todo.
Kayden se encogió de hombros.
―Sigo levantándome por las mañanas esperando encontrarte a mi lado―respondió con una sinceridad aplastante.
―Kayden…
―No haber preguntado―su voz estaba cargada de dolor.
Vera se merecía todo aquello. De todas las razones que le podía haber dado a Kayden sobre sus motivos para terminar la relación había escogido la peor de todas.
De nuevo silencio.
Que los aplastaba. Que los agobiaba.
―¿Para qué me has llamado?―preguntó Kayden, mirándolo de soslayo.
La tranquilidad de Vera se suicidó al escuchar esas palabras. Ahí estaba el momento que tanto había temido. Y tenía que afrontarlo rápido, sin miramientos. Tal y como se enfrentan los problemas.
―Estoyembarazada―lo dijo demasiado rápido.
―No te he entendido―dijo Kayden mirándola con gesto extraño, como si no conociera a la persona de su lado.
Vera se inclinó hacia él.
―Estoy embaraza.
La cara de Kayden se quedó del mismo color que la gravilla del suelo.
―¿Qué… cómo?―balbució.
―No me hagas repetirlo―a Vera se le escapó una sonrisa de puro nerviosismo.
Kayden se quedó petrificado, sin cambiar la expresión de su cara. Vera se aguantó las ganas de zarandearlo para que hablara. Tenía que darle tiempo para asimilar la noticia.
―Yo… yo…―balbució de nuevo Kayden.
Vera pensó que por fin diría algo.
En lugar de eso, Kayden se levantó y echó a correr. Como un niño pequeño. Las cosas no podían haber ido peor.
―Hola.
Saludaron Vera y Kayden al unísono. Nerviosos, asustados, frenéticos. Ambos permanecieron de pie mirándose, sin atreverse a moverse o decir algo más. El sonido de los pájaros y de las personas que pasaban por su lado trataban de llenar ese silencio incómodo, pero no era suficiente. Nada era suficiente para llenar el vacío que había quedado entre ellos después de siete años de recuerdos.
―¿Cómo estás?―quiso saber Vera, aunque el aspecto de su ex lo decía todo.
Kayden se encogió de hombros.
―Sigo levantándome por las mañanas esperando encontrarte a mi lado―respondió con una sinceridad aplastante.
―Kayden…
―No haber preguntado―su voz estaba cargada de dolor.
Vera se merecía todo aquello. De todas las razones que le podía haber dado a Kayden sobre sus motivos para terminar la relación había escogido la peor de todas.
De nuevo silencio.
Que los aplastaba. Que los agobiaba.
―¿Para qué me has llamado?―preguntó Kayden, mirándolo de soslayo.
La tranquilidad de Vera se suicidó al escuchar esas palabras. Ahí estaba el momento que tanto había temido. Y tenía que afrontarlo rápido, sin miramientos. Tal y como se enfrentan los problemas.
―Estoyembarazada―lo dijo demasiado rápido.
―No te he entendido―dijo Kayden mirándola con gesto extraño, como si no conociera a la persona de su lado.
Vera se inclinó hacia él.
―Estoy embaraza.
La cara de Kayden se quedó del mismo color que la gravilla del suelo.
―¿Qué… cómo?―balbució.
―No me hagas repetirlo―a Vera se le escapó una sonrisa de puro nerviosismo.
Kayden se quedó petrificado, sin cambiar la expresión de su cara. Vera se aguantó las ganas de zarandearlo para que hablara. Tenía que darle tiempo para asimilar la noticia.
―Yo… yo…―balbució de nuevo Kayden.
Vera pensó que por fin diría algo.
En lugar de eso, Kayden se levantó y echó a correr. Como un niño pequeño. Las cosas no podían haber ido peor.
indigo.
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Re: Double Rainbow
por hange. Mar 12 Mayo 2015, 5:14 pm
KATE LA FLASHIÉ HACE HONOR A SU NOMBRE ARTÍSTICO UNA VEZ MÁS
AY AMÉ EL CAPÍTULO
en serio, amo tanto tus pjs y como escribes, nunca me voy a cansar de decírtelo ya sabes, comentaré como se debe más adelante, nenaaa
LO AMEEEE
AY AMÉ EL CAPÍTULO
en serio, amo tanto tus pjs y como escribes, nunca me voy a cansar de decírtelo ya sabes, comentaré como se debe más adelante, nenaaa LO AMEEEE
hange.
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Re: Double Rainbow
por pixie. Mar 12 Mayo 2015, 5:19 pm
kate se suponía que era para el lunes(?) 
✦ ausente.✦
pixie.
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Re: Double Rainbow
por hange. Mar 12 Mayo 2015, 9:47 pm
Puuuuushiii, no te preocupes, mujer 
te entiendo, eso pasa y te voy a mandar mp para que armemos tramas
te entiendo, eso pasa y te voy a mandar mp para que armemos tramas hange.
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Re: Double Rainbow
por peralta. Mar 12 Mayo 2015, 11:01 pm
KATE HAS SUBIDO me haces feliz hahaha, omg muchísimas gracias por subir enserio leeré el capítulo el fin de semana, estoy muy atareada ;_;
me haces feliz hahaha, omg muchísimas gracias por subir enserio leeré el capítulo el fin de semana, estoy muy atareada ;_;peralta.
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Re: Double Rainbow
por indigo. Miér 13 Mayo 2015, 3:30 am
Jajaja soy la flashié 
Steph, nada de gracias, sabes que estoy enamorada de esta nc
Steph, nada de gracias, sabes que estoy enamorada de esta nc
indigo.
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