Trouble, love&shows {NC. 3er tema

Solo bastó con introducir a Cora y a mi mama para que la conversación entre ambas surgiera. Después de que mama le insistiera en que la llamase “Cristy” en vez de señora, sus nervios disminuyeron y la parlanchina e hiperactiva Coraline salió a flote.

—Todavía me cuesta creer que mi pequeño Niall esté aquí, cumpliendo su sueño —soltó conmovida, con los ojos cristalinos— Aún recuerdo al Niall que recibía detención por entregar sus trabajos con manchas de comida en octavo de básica —medio sollozó.

Coraline se rió al mismo tiempo que sentí mis mejillas calentarse.

—¿De verdad? —preguntó con interes.

Incluso Elise, la cual se había mantenido distante y tomando en silencio, parecía estar prestando atencioón. Genial.

—¡Oh, si! No sabes el tormento que fue para que-
—¡Eh! Creo que ya es suficiente —intervine para evitar ser más avergonzado de lo que ya me encontraba.

Rápidamente, me levanté de la silla y tendí mi mano hacia Cora.

—Fue una hermosa conversación, pero quiero bailar con mi novia, ¿puedo?

Cora se sonrojó, mi madre sonrió y asintió —al parecer notando mi incómodidad y divirtiéndose por ello— y en pocos segundos, estábamos avanzando hacia la pista al comienzo de una balada.

—No tenías que haberte enterado de eso —mascullé, al mismo tiempo que coloqué mi mano derecha en su espalda baja y la acercaba hacia mí.

Su melodiosa risa aumentó un poco mi verguenza, honestamente. Pero aun así me agradó ver que estaba feliz y divirtiendose.

Y pensar que hace dos meses ni siquiera podía acercármele voluntariamente...

—Pues a mí realmente me parece tierno —sonrió abiertamente.
—No dirías eso si fuese tu mama —dije, soltando un bufido.
—Oh, mi mama lo hace mucho, créeme —alzó las cejas y luego sacudió la cabeza con diversión— Creo que ya me he vuelto inmune —se encogió de hombros.



Estoy saliendo del estudio y me dirijo a la ruta común que tomo todos los días. La verdad es que podría irme por otro lado, pero tomando este a propósito, paso por la Universidad de Coraline. Estaría engañándome a mí mismo si dijera que lo hago por mera casualidad, porque lo que en realidad deseo es encontrármela allí y tal vez, hablar con ella. Tengo que hablar con ella. No puedo sacármela de la cabeza ni del corazón.

Recuerda el contrato.

El pensamiento me golpea con brusquedad. Las condiciones del contrato, que no podemos hablar con ellas en ninguna ocasión, mucho menos públicamente. Maldito contrato.

Me quedo aparcado en la acera que queda en frente de una de las salidas de la Universidad por un rato hasta que la veo salir, caminando con paso apresurado, lentes de sol y con el cabello recogido en una cola alta. No suprimo el suspiro que escapa de mis labios.


Es miércoles en la noche y estoy parqueado en el frente de la casa de Coraline, con el auto apagado y los nervios a flor de piel. En pocos minutos se supone que es la cena en la cual me presentara a sus padres y hermanos (a los cuales le debo otra disculpa). Sin embargo, y a pesar de que ya le he avisado que estoy aquí, no puedo hacerme salir del auto.

Nunca he tenido una novia así de oficial. Y conocer a sus padres sabiendo que todo esto es un contrato, también se suma a la presión en mis hombros.

¿Qué tal si saben todo, me juzgan y todo sale una completa mierda?

Y lo más probable es que Coraline les haya dicho un sinfín de cosas maravillosas de mí, que no son del todo verdad. Esa chica me tiene en un pedestal y aunque estoy comenzando a llevarme mucho mejor con ella, debe saber que soy otro ser humano, con muchos defectos.

Me sobresalto en el asiento cuando algo choca repetidamente contra el cristal del asiento copiloto. Giro la cabeza para observar a Cora allí, mirándome con curiosidad. Quito el seguro del vehículo, para que abra la puerta y se encierre conmigo.

—Hola —me sonríe con alegría, como siempre— ¿Ocurre algo?
—Eh... ¿por qué habría de hacerlo? —intento desviar al tema, pero recibo una mirada desaprobatoria por su parte.
—Llevas varios minutos parqueado sin bajarte del vehículo —enarca una ceja— A menos que estés rezando, algo pasa.

Desvío la mirada hacia adelante, sintiéndome atrapado.

—Es solo que...no quiero joder esto —me encojo de hombros, tratando de restarle importancia o no hacer notar lo nervioso que estoy— Nunca, ya sabes, y es...no sé.

Termino balbuceando y pareciendo un completo idiota, pero creo que captó mi mensaje. Su reacción me hace mirarla, ya que suelta un “¡Awww!” y da varios aplausos.

—¡Eso es tan dulce! —suelta una risita.

Yo, en cambio, me encuentro un poco molesto por eso.

—Tranquilo, lo harás bien, ¿de acuerdo? Sé que lo harás, mis padres te amarán.

Hace amague de salir del auto, pero la detengo al comenzar a hablar.

—Todo lo que hago te parece dulce o tierno —digo, cansado.

Su expresión se desfigura y su ceño se frunce.

—¿Eh?  
—Todo lo que hago, bueno o malo, te parece dulce tierno o dulce. Es...es raro, ¿okey? Porque no soy perfecto, no soy ni la mitad de la mitad... Y tú solo pareces que creer que eso es lo único que soy.

Suspiro, sacando el aire que había retenido, por lo menos aliviado de haber sacado eso de mi pecho. No quería decirle, porque lo último que deseo es hacerla sentir mal (de nuevo). Pero no puedo permitir que ella siga con esa idea de que soy un ser sin fallas. No está bien, no es la verdad.

—Niall —su llamado me saca de mis pensamientos— Sé que no eres perfecto. Y te admiro de todas formas, porque somos humanos y debemos aprender a aceptarnos y apreciarnos con virtudes y defectos —hace una pausa y noto como un sonrojo cubre parte de sus mejillas— Y eso es lo que hago contigo.

Eso último es apenas un murmuro tímido; no obstante, alcanzo a escucharlo debido al silencio dentro del auto.

Me quedo mirándola y , sin pensar en paparazzis o que sus padres pueden vernos, le sonrío y me inclino para besarla.


Escucho la alarma de mi celular sonar la primera vez, la segunda, tercera, cuarta y quinta hasta que decido apagarla en vez de posponerla. Aun y esté despierto desde hace horas —realmente, no dormí casi nada—, no tengo ánimos para levantarme de la cama e ir al estudio a seguir trabajando en el álbum. Es decir, el proyecto había comenzado con la mayor emoción que hemos tenido hasta el momento. Pero al parecer, eso había sido producto de la nube de felicidad en la que estábamos encerrados al estar con las chicas.

Ahora el contrato se ha acabado y con ello gran parte de nuestra felicidad.

Me levanto cuando mi estómago gruñe por cuarta vez consecutiva, porque ya no aguanto el hambre. Reviso el mensaje de Simon de que me apure porque se me ha hecho tarde y suelto un suspiro. Ni siquiera tengo ganas de verlo a él —més bien, por encima de todo, no quiero verlo a él.

Me aseo, me visto y desayuno cereal con leche antes de salir en dirección hacia el estudio.

Mientras conduzco, sin quererlo, recuerdo lo que paso días despues de que la relacion de nosotros haya sido brutalmente terminada por Simon y su influencia en los medios. Acerca de las horribles preguntas que hicieron los paparazzis en el Mall y sobre el incidente del supermercado. Estoy al tanto de que soy un maldito cobarde por no haber ido, pero ese día pensé que sería mejor no aparecerme solo porque estaba seguro de que Cora no querría verme y no quería hacerle pasar otro mal rato.


Entre Simon, los productores y el resto del equipo que se encuentra ayudándonos a terminar el álbum, la presión se siente en el aire. Quedan pocas semanas para la fecha que se ha programado para la salida del álbum, por lo que se requiere nuestra máxima atención y empeño para darles los toques finales antes de sacarlo al aire. Pero pareciera que estamos haciendo totalmente lo opuesto.

No me puedo concentrar en las últimas grabaciones por el tiempo que es necesario. Hay más errores en todos que nunca. Recibimos sermones y charlas que intentan levantar nuestro ánimo que fallan de manera horrible.

Al final del día, Simon nos pide a todos que nos reunamos en su oficina. Nos mira inexpresivo, realmente no sabemos decir que emoción está sintiendo en el momento, pero podemos hacernos una idea. Sabe lo heridos y tal vez, resentidos, que estamos con él por habernos hecho algo así. Bien, es un contrato, pero todo el mundo fue notando como los sentimientos se fueron involucrando. Y la mente, por más que desee, no manda en el corazón. Nadie elige de quién enamorarse. Tener que acatar el contrato a pie de letra aun después de estar sentimentalmente implicados fue, es y será algo cruel.

—Chicos, sé que en este momento están atravesando un momento muy terrible de sus vidas, y que tal vez sientan que es el fin del mundo. Y realmente lo siento, saben que-
—Si realmente lo “sintieras”, no nos habrías hecho pasar por esto, o por lo menos no habrías puesto esa condición de desaparecer de la vida del otro —dice Liam rápidamente, vociferando el pensamiento de todos.
—Créanme, es algo que debió hacerse —sentencia con una seriedad que parece sospechosa, pero en este momento no estoy de humor para curiosear— Realmente lo siento, saben que mi intención no fue herirlos de esta manera y que el objetivo principal del contrato no era aquel más que hacerlos ver como chicos comunes que pueden salir con el corazón roto como los demás.
—Pues felicidades, lo has logrado al por mayor —escupe Zayn, sus ojos brillan con enojo y dolor.
—Sé que están enojados y dolidos y sé que probablemente sea la última persona que quieren ver en el momento —dice, sin dejar que ningún otro de nosotros lo interrumpa— Pero necesito que se concentren en no echar su carrera por la borda por eso, ¿bien?  Éste es su sueño —hace una pausa en la que nos mira seriamente— Y les prometo que todo va a mejorar, denlo por hecho.


—Niall, viniste a ayudarme a estudiar —repite por sexta vez, sacando mis manos de su cabello y girándose para ponerse frente a mí.

Después de una de las reuniones con Simon, pensé en salir con Cora hacia algun lugar a comer, pero se negó diciendo que tenía que estudiar para una exposición y pruebín. En cambio, he decidido venir a ayudarle con el estudio y preparar su exposición. Realmente no entiendo que ha ido cambiando, pero desde el día del beso todo ha sido diferente.

—Pero no estoy haciendo nada malo —me río y levanto los brazos.

Comencé a jugar con su cabello cuando me cansé de pegar fotos en el mural que usará para su presentación. Se pueden ver fotos de reportajes de diferentes especies en peligros de extinsión.

—Basta, déjame terminar de aprenderme esto —me señala acusadoramente, pero no borra la sonrisa de su rostro— No me puedo concentrar si me estas peinando.

Sonrío y asiento levemente con la cabeza. Me recuesto de su cama, ambos estamos sentados en el suelo. Cruzo los brazos por encima de mi cabeza y me quedo viéndola estudiar. Al principio de todo, pensé que ella era una de esas fans psicópatas que solo vivían para stalkearme y pensar en hacer cosas inapropiadas conmigo y los chicos —encima, que fingía todo su amor y por dentro solo quería fama.

Pero cuan equivocado estuve.

Con el pasar del tiempo, me di cuenta de que en realidad Cora es una hermosa persona, por dentro y por fuera. Tiene tanto amor y buenos deseos para todo y todos, que es difícil creer que alguien así sea 100% real. Sin embargo, me lo ha demostrado continuamente. Por ejemplo: aún sigue admirandonos, después de actuar como maricas con ellas y causarles tantos dolores de cabeza.

—¿Por qué me miras así? —pregunta con tímidez, sin levantar la vista de su libro.
—¿Cómo te estoy mirando? —replico, juguetón.

Ella bufa exasperada y el color rojo se apodera de sus mejillas. Levanta la mirada exasperada porque quiero obligarla a decirlo, pero no me mira.

—Ya sabes —refuta, nerviosa.

Sonrío en grande, sintiendo algo dentro de mi moverse al verla nerviosa por mi causa.

—Am, no, no sé.
—Niall —se queja, cubriendo su rostro con sus manos.

Suelto una risotada y me inclino, tomando sus manos en las mías y apartándolas de su rostro. Estamos bien cerca, tan cerca que veo los destellos amarillos que tienen sus ojos. Examino su rostro, posando mi mirada en sus labios por un momento y luego subiéndola a sus ojos.

—Miraba lo bella que eres —admito en un murmuro.

Su sorpresa genuina me hace sonreír, antes de jalarla y unir mis labios con los suyos, sorprendiéndola más. Mientras suelto una de sus manos para acunar su mejilla, la calidez en mi estómago se propaga y el sentimiento de felicidad me llena. Suspiro y no puedo evitar pensar:

Coraline Dench, ¿qué me estás haciendo?


Al siguiente día me levanto con la determinación de cambiar todo. Ya sé que Cora nunca va a responder a mis mensajes, llamadas, mensajes de voz o cualquier forma de comunicación que le envíe pidiéndole disculpas y que me deje explicar todo. Porque sé que me he pasado del límite y no puedo esperar que venga corriendo a mis brazos como antes, después de haberla herido y pedido perdón. Esta vez he cometido un error grande además del increíbe daño que está sufriendo por los rumores que rodean nuestro rompimiento.

Son alrededor de las cuatro cuando salgo del estudio, despues de otro día de trabajo bastante pesado y con ánimos por el piso. En vez de conducir hacia mi departamente, me despido de los chicos y conduzco hacia la casa de Coraline, esperando que este allí y no en el departamento de Carrie.

Sé que no hay mucho que pueda hacer, pero no creo poder pegar un ojo si no intento arreglar la horrible cagada que he cometido. Extraño tanto esa mirada verde llena de brillo y admiración; y me odio tanto por ser el causante de que se haya disvanecido. No puedo sacarme su voz rota gritándome y asegurándome que nunca me traicionaría, y lo herida que se vio cuando se despidió de mí aquel día en la oficina de Simon.

Aun no puedo creer que haya sido tan estúpido para darme cuenta de lo que tenía solo cuando estaba perdiéndolo.

Salgo del carro y camino con pasos largos hacia la puerta de la casa de Coraline. No estoy seguro de qué voy a decirle, pero necesito hablarle. Verla. Aunque ella no quiera verme.
La puerta es abierta por Xander, su hermano. El chico me mira con una expresión neutral, como hace casi siempre. Me pregunto si sabrá lo que pasó –o peor, si vio la noticia de la ruptura.

—¿Puedo pasar? Necesito hablar con tu hermana —me explico y la verdad es que no sé lo que haré si me dice que no.

El muchacho parece dudarlo seriamente. Baja la mirada hacia el suelo por uno segundos y después vuelve a mirarme. Abre la boca, amagando a decir algo, pero al final sella los labios y se mueve a un lado, dejándome el paso libre. Mientras avanzo hacia dentro suelto una respiración que no sabía que aguantaba. Camino hacia la sala de estar, esperando por no encontrarme con ningún otro miembro de su familia. Nunca les agradó mucho que Cora saliese conmigo, si se enteran de que terminamos, estoy seguro de que su hermana me echaría.

Escucho pasos de alguien acercarse y me giro con rapidez, esperando ver a mi dulce Cora. Sin embargo, me topo con sus mismos ojos en otra cara: su padre.

—Oye, Xander, ¿podrías ir a buscar la caja de herramientas en…? —se detiene al darse cuenta de mi presencia en la habitación.

Nunca conversamos mucho, menos porque siempre me miraba con esa expresión horríficamente amable. Steve no es rudo ni grosero. Todo lo contrario, es paciente. Demasiado paciente. Y observador; siempre sentía aquel par de ojos siguiendo cada uno de mis movimientos. Siempre me pregunte cómo sería verlo enojado, pero estoy seguro de que es algo que nunca quiero presenciar.

Por eso trago en seco y audiblemente cuando su mirada me atraviesa como una espada de hielo y sonríe ladinamente. Lo único que hago es paralizarme.

—Cambio de planes, hijo —comienza a decir sin despegar su mirada de mí— ve y distrae a tu hermana por un rato, ¿bien?

No veo que expresión tiene Xander, pero el chico lo deja claro cuando observo su figura subir las escaleras rápidamente. Mis ojos, después, reparan en la vestimenta de Steve: pantalones anchos Adidas, camiseta sucia; parece que estaban por hacer algún trabajo de ebanista cuando interrumpí. Abro un poco lo ojos cuando veo un martillo en su mano, pero trato de no hacerlo notar.

—¿Qué haces aquí? —pregunta Steve con un tono de voz casual e incluso algo indiferente.
—Am, vine a ver a Coraline…
—Oh, así que viniste a ver a Coraline —repite las palabras, dándole un toque de diversión a su voz que no me está gustando para nada— Viniste a ver la Coraline que vino llorando por culpa de algún chico que le rompió el corazón —sus manos se cerraron, la izquierda formando un puño y la derecha ciñéndose sobre el mango del martillo.

Ay, diablos.

—¿Qué? ¿Te gusta mi nuevo martillo? —Cuestiona cuando se percata de que no despego los ojos de la herramienta— Es marca Stanley, muy buena recomendación. ¿Quieres una demostración? —suena casi emocionado con la idea, de no ser por el doble sentido que le está aplicando a todas sus palabras.

Estoy dudando de la sensatez de Steve en este momento. De pronto, recuerdo la frase que me dijo en una de las cenas a las que me invito Cora: “Si osas jugar con los sentimientos de mi hija –es más, si siquiera pensaras en hacerlo—, prepárate, porque usare mi colección de martillos contigo”.

—Um, n-no, gracias —tartamudeo patéticamente— Creo que mejor me voy…
—Pero si a penas acabas de llegar, Nick —su sonrisa se hace más grande y me encojo de manera automática cuando estira sus brazos, no me agrada cuando mueve su arma.
—Es Ni-Niall…
—¿Niall? ¿Niall el mismo chico que mi hija adora y el mismo que le rompió el corazón? ¿Por el mismo que tengo a mi dulce arcoíris sin sonreír como antes? —ahora si está enojado de verdad. Sus ojos llamean y no puedo dejar de preguntarme qué diablos me poseyó para atreverme a venir a la casa de Cora. Es obvio que ya todos lo sabrían y no quieren nada que ver conmigo.

Abro la boca para decir algo, pero nada sucede. ¿Qué puedo decirle? ¿Qué no fue mi intención? ¿Que fue algo planeado? ¿Qué se suponía que sabíamos que romperíamos la relación en una fecha exacta?  Estoy tan jodido en este momento. Y no creo que a Steve le importe mucho arrojarme su preciado martillo y romperme una costilla.

—¿Qué sucede aquí? —la voz de la mama de Cora interrumpe el tenso ambiente.

Mira a su esposo, el cual sostiene el martillo y entrecierra los ojos en mí, de seguro deseando desaparecerme molecularmente. Yo solo ruego que Lisa no lo deje.

Mis plegarias se ven respondidas cuando la elegante mujer avanza por la habitación y se posa en frente de su esposo, con los brazos en jarras y una expresión que me recuerda exactamente a Cora cuando se frustra. Bajo la mirada al suelo y me resigno.

—Sé que no debí haber venido —digo, interrumpiendo cualquier sermón que Lisa estuviera por decir. Ambos me miran con diferentes expresiones: Steve irónico y enojado y Lisa con algo parecido a lástima— Así que me iré, lamento haber molestado.


Llevo alrededor de cinco días merodeando por la Universidad. No me vale mandarle mensajes o llamarla para ir directamente al buzón de voz, sé que nunca los escuchará. Tampoco puedo acercarme a su casa, ya que tengo bien claro de lo que es capaz su padre. El único método que me queda es este y aunque suene acosador, tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. No puedo dejar que esto termine así.

Pero ya terminó, ataca mi subconciente, queriéndome hacer sentir más horrible que de costumbre.

Simon ha vuelto a darnos uno de sus sermones inservibles. ¿Que no entiende que nada de lo que diga va a hacer efecto como él quiere? No vamos a echar nuestra carrera por la borda, eso lo tengo bien claro. Pero probablemente tengamos que retrasar el lanzamiento del disco por los inconvenientes. ¿Cómo hace uno para seguir adelante?

Ese día, salgo más que enojado del estudio después de haber discutido con uno de los asistentes. La verdad no sé quién es, sólo sé que lo escuché hablando mal de Cora con otras personas.

—¿Vieron lo de la noticia, verdad? ¿Aquella chica que se hizo pasar por una fan cuando solo quería unos patéticos minutos de fama a expensas del chico? La sociedad de ahora está totalmente perdida.

Sin pensarlo, casi le caigo encima. No sé qué me poseyó tanto para insultar al idiota en más de cinco formas antes de que Liam escuchara todo y me sacara de allí. Encima Simon me pidió que me calmara y que no había razón para iniciar conflictos dentro del estudio.

—Sí, el estudio. Esta mierda es lo único que te importa, ¿no? —reclamo— Hazme el favor y no me dirijas la palabra si vas a hablarme mierdas sin sentido como esa. Ya arruinaste la mejor relación que he tenido en toda mi vida, creo que es suficiente para que trates de controlarme más.

Estoy tan enojado que decido detener el auto por unos momentos para calmarme un poco. No es bueno conducir mientras se atraviesan emociones fuertes. Suelto un resoplido, paso una mano por mis cabellos y dejo caer la cabeza en el espaldar del asiento. Joder...

Me encuentro sentado en uno de los sillones del apartamento, con las manos agarrándome los cabellos con fuerza y los ojos cerrados. Estoy tan frustrado por esto. Tener que fingir que amo a alguien que parecía tenerme en un pedestal no parecía ser una tarea tan difícil. ¿Tediosa? Mucho. Pero ya me estaba acostumbrando a la presencia de Cora.

Sin embargo, a lo que no me estoy acostumbrando es a sentir esta clase de nervios y emoción y relajación cuando estoy junto a ella. ¡Es mi contrato! No deben haber sentimientos de por medio. Más porque sé cómo esto terminará, y el estar dudoso de quién quedara peor de nosotros dos no es algo que me imaginé haciendo cuando comenzamos con esto.

Claro que no he dicho nada a Cora. ¿Cómo podría? Además de que, la chica me hace olvidar de todas las preocupaciones de la vida con solo dedicarme una de esas miradas y sonrisas deslumbrantes.

—Niall —me llama y no tengo que abrir los ojos para saber que está caminando hacia acá.
Los abro cuando siento sus manos despegar las mías de mi cabello, y la observo inclinarse y mirarme con preocupación.

—¿Que sucede?

Me pierdo en sus ojos. ¿Qué sucede? Sucede que estoy sintiendo más de lo que debo.

—Estoy estresado —digo, en cambio.

Antes de que responda, la atraigo hacia mí y la siento en mi regazo. La abrazo y coloco mi cabeza entre su hombro y cuello, olvidándome de la razón de mi estrés. Escucho el grito ahogado de Cora y sonrío. Segundos después, sus manos comienzan a juguetear con mi cabello y mis orejas. Me acurruco más, olvidando todo, concentrado únicamente en lo bien que se siente estar con ella en ese momento.

—Vas a estar bien... —murmura.


Camino con paso rápido y decidido. No tardo en alcanzarla, Cora es mucho más pequeña que yo. Con cuidado, estiro mi brazo derecho y le cubro la boca, con el otro la abrazo por el estómago y la llevo hasta el callejón más cercano. Si alguna fan o periodista nos ve aquí, todo se pondría mucho peor.

—¡Hehgjhegegto! ¡Hhmpg!

Sus gritos y exclamaciones son ahogados por mi mano en su boca. Se retuerce tan rápido que temo que se escabulla y me patee. No es hasta que la giro y me quito la capucha y los lentes que se percata de que soy yo.  

—Tranquila, ¿sí? Solo quiero hablar —digo cuando leo la expresión en sus ojos, llenos de confusión y enojo. Y luego cambian a tristeza.

Con cuidado, dejo su boca libre y me alejo un paso. Me permito mirarla con toda la libertad del mundo. Ha pasado tanto tiempo sin ver aquellos ojos y sin escuchar sus risas o su optimismo infinito. Realmente, tengo ganas de abrazarla y de sentir el cariño que siempre me ofreció tantas veces libremente. No obstante, sé que no me lo devolverá. Soy la última persona con la que quiere estar en el momento.

Cuando pasa un momento, sus ojos bajan de mi rostro y se quedan mirando la pared detrás de mí. A pesar de que me esperé una reacción parecida, una parte de mi subconsciente aun piensa que Cora sigue siendo la misma de siempre. No hay emociones negativas en su corazón. No es capaz de odiarme. Sin embargo, al ver aquella mirada en su rostro, algo me dice que no es para nada como lo estoy esperando. La tristeza que pude ver antes se ha desvanecido. No hay nada más que dos orbes verdes evitando reconocer mi suplicante mirada. Y ese es el primero de muchos ‘crack’ que creo escuchar en mi corazón.

—Lo siento —es lo único que se me ocurre decir. Pero al parecer mi cabeza hace corto circuito, porque comienzo a vomitar palabras sin detenerme a respirar— Lo lamento tanto, por todo, en serio. Lamento no haberte apreciado lo suficiente desde un principio, lamento no haberme dado cuenta de la hermosa persona que eres, de no notar lo que tenía para mí sin ninguna mala intención. Lamento haber sido distante y cortante, lamento haber pensado que me habías traicionado —sigue sin mirarme, pero eso no me detiene— No sabes lo mucho que te extraño, Cora. Yo…

Me quedo seco. Quiero decirle: “tus sonrisas, tus miradas, tus abrazos, tus palabras de ánimo, la forma en que me llevas a otro mundo donde no hay estrés ni personas que complacer, donde no hay presión, donde me siento alguien normal y feliz”, pero su actitud me detiene abruptamente.

Ha levantado sus brazos y lentamente, coloca sus manos en sus orejas, para eliminar todo lo que tengo para decir. Se cubre los oídos.

—¿Cora?

Nada.

—Coraline, vamos, responde.

Silencio.

—¿Por favor? Di lo que sea.

Solo se escuchan nuestras respiraciones.

—Di que me odias.
—Di que no me quieres ver nunca.
—Di algo, por favor.

Ella toma aire y se quita las manos de las orejas. Estoy ilusionándome y con la creencia de que mis insistencias han dado resultado. Sin embargo, cuando me mira es como si me arrojaran un balde de agua fría en todo el cuerpo.

—Deberías irte antes de que alguien se dé cuenta de que estás aquí —dice, tan fría como nunca antes la había visto.

Antes de poder responderle, escucho un grito de guerra a mis espaldas y lo siguiente que veo es a Jay corriendo hasta nosotros y golpeándome en las bolas con tanta fuerza que juro ver entre negro y rojo por varios segundos. ¡Maldición, sí que pega duro!


Sé que probablemente me arrepentiré de esto cuando esté sobrio. O si no me arrepiento, que desearé haberlo pensado mejor. Sin embargo, en el momento es justo lo que deseo. Además de que no me echaré para atrás luego de haber convencido a Louise, Sheila y Xander que nos ayudaran. Más bien, luego de que ellos nos extorsionaran a cambio de la ayuda. De todos modos, no importa. Situaciones desesperantes ameritan medidas desesperadas.

Eso es lo que pienso mientras observamos a las chicas con su fiesta de reunión o lo que sea. Sé podría decir que aquel pensamiento es mi mantra cuando la ira me consume, al ver a Lukis tan cerca de Cora. Lo único que siento son ganas de ver mi puño golpeando su cara, hasta llenarlo de moretones.

Y puede decirse que sí, habría tenido que pensarlo mejor, ahora que estamos en la cárcel y Cora no me mira en lo absoluto. Todos los intentos que hacemos para acercarnos a ellas van de mal en peor. Lo único que me consuela es que Cora tampoco mira a Lucas. Lo único que hace es mirar la pared del fondo, sin decir nada.

Zayn se encuentra entre Sheila y Ellie, por lo cual es que creo que no se ve tan estresado por estar en la cárcel. También se mantiene, junto con ellas, mirando mal hacia la esquina en donde se encuentra Elliot. No obstante, creo que es mejor que le tocó aquí con nosotros, y no en la celda donde está Harry —o terminarían peleando nuevamente. Xander, que está junto a mí, sigue murmurando que no le va a importar ser castigado por una eternidad porque este es el mejor día de su vida.

—Um, ¿Cora? —pregunta Ellie de manera tentativa.

Es sumamente extraño que ella no haya dicho ni “Ah” desde que nos metieron en los autos, esposados y asustados. Y a decir verdad, al verle el rostro, creo que prefiero no decirle nada hasta que estemos en privado. Coraline despega los ojos de la pared y dirige la mirada hacia su amiga.

—Estoy bien —dice, pero su voz suena demasiado estrangulada. Se aclara la garganta— Voy a pedir un botiquín.

Una vez que pide el botiquín, toma cosas como algodón y alcohol, además de cinta y le deja el resto del bolso a Ellie. Luego, cruza la celda para sentarse apoyada en las rodillas frente a mí. Tenerla tan cerca parece tener el mismo efecto en mí que otras veces. Siento mi corazón latir con más rapidez y unas enormes ganas de sentarla encima de mí y abrazarla.

—Cora… —murmuro una vez que comienza a limpiarme la ceja.
—No digas que lo sientes cuando no es así —me interrumpe de inmediato— Solo…déjame hacer esto en silencio.
—Si lo siento por haber hecho que terminásemos aquí —digo de todas formas— Lo que no siento es haberlo golpeado. Ese hijo de-
—Sí, y mira donde nos dejó eso. La violencia nunca resuelve nada.

Presiona el algodón con alcohol en la cortada, lo que me hace soltar un quejido de dolor.  

—Si es para tenerte así, curándome, entonces no me importa ser violento.

Casi se le escapa una sonrisa, lo noto, pero se muerde el labio inferior para no hacerlo. Aquello tampoco es bueno porque me entran ganas de besarla y con el alcohol todavía medio metido en mi sistema, no creo poder aguantarme las ganas.

En el otro lado de la celda, Ellie se encuentra limpiando el corte del labio de Lucas. Él no deja de mirar hacia donde nosotros. La emoción llameante en su rostro es una que conozco muy bien. Estoy seguro de que es mi justa expresión cada vez que los veo juntos, cada vez que recuerdo lo malditamente cerca que ha estado de mi chica.

—No bromees con esas cosas, Niall James.
—No bromeo, realmente. Sabes que haré lo que sea para estar contigo de nuevo.

Sus ojos se cristalizan y espero a que me diga algo. Pero solo suspira y continúa con su trabajo. Yo dejo de hablar y me pierdo en sus ojos que, aunque no me miran de vuelta, expresan preocupación. Preocupación y no frialdad, lo que hace que me sienta más que aliviado.

Ambas terminan con nuestras cortadas y vuelven a sentarse. Esta vez, Cora se sienta un poco más cerca de mí, pero al otro lado de Xander.

—Todavía no puedo creer que hayan llevado tres menores con ustedes —masculla Ellie, sacudiendo su cabeza con decepción.
—No pensamos hacernos notar ni nada —replica Zayn— Pero alguien —dirige una mirada fulminante hacia mí— No se controló y….voilá.
—¿No se controló? ¡Me fue encima como si le amenacé a su madre! —escupe Lucas enojado.
—¿Quieres que lo haga de nuevo? —sonrío.
—Uy, ¿otra ronda? —chasquea Louise— Ahora voy a ser el réferi.
—¡Ustedes llegaron allí sin invitación! —exclama Elliot, señalándonos a Zayn y a mí.
—Tú mejor no hables, marica —sisea Zayn.
—¿Crees que no vimos como empujaste a Sheila? —cuestiona Louise— ¡Podemos demandarte por violencia contra menores!
—¡Este no es momento de estar bromeando ni de pelear! —interrumpe Ellie, exasperada— ¿Cómo se supone que saldremos de aquí?
—No vamos a llamar a mi casa —dice Xander de inmediato— No sé a cuál de todos le tengo más miedo cuando se enojan: mamá, papá o Elise.
—Creo que si el mío sabe esto, los demanda —agregó Louise.
—Si la prensa se entera, estamos jodidos —murmuró Ellie, cubriéndose el rostro con las manos.

Un silencio se apodera de la celda en ese momento. Es verdad, si la prensa llega a enterarse del lío que hemos armado…Si Simon se entera…

—No hablen —ordena Cora de la nada. Se pone de pie y se acerca a las rejas.
—¿Qué…?
—Tengo una idea. Pero no hablen —dice, sin mirarnos— Es más, actúen como si estuvieran durmiendo.

Entre todos, nos miramos confundidos y sorprendidos por el comportamiento de Cora. Sin embargo, después de unos segundos, Ellie acata la orden y se deja caer en el hombro de Zayn. Él, estoy seguro de que más por abrazarla que por hacerle caso a Coraline, rodea sus hombros con sus brazos y apoya su mentón en la cabeza de la chica.

Decido confiar en ella y dejo caer mi cabeza contra el muro frío. Cierro los ojos y espero que sea lo que sea, nos permita salir de aquí sin tener que hacer una llamada a alguien que pueda sermonearnos. Simon o algún padre, por ejemplo. Un temblor me recorre la espina dorsal cuando me imagino cómo reaccionaría Steve de enterarse sobre lo que hemos hecho. Que yo empecé. No creo que Lisa pueda detenerlo esa vez.

Coraline llama a uno de los guardias y segundos después, escuchamos las botas del policía chocar contra el suelo hasta llegar donde nosotros. Comienza a hablar con él acerca de qué nos harán y cómo podríamos salir de aquí. Lo que temo es aquello de guardar documentos acerca de nosotros y que al final, lo que pasó salga a la luz y más personas se enteren.

—Le juro que le explicaré todo lo que pasó, con detalles y todo. ¿Podemos ir a su escritorio? —preguntó, agregando aquella suavidad persuasiva a su voz.

Al escuchar eso, me tenso involuntariamente y casi abro los ojos. No quiero que vaya con él a ninguna parte, no me agrada dejarla hacer eso sola. Sin embargo, el policía acepta y momentos después, escuchamos como las rejas se abren y Coraline se aleja con él. Cuento aproximadamente 20 segundos antes de abrir los ojos y mirar a los demás, que están igual o más confundidos que yo.

—¿Acaso está loca? —pregunta Zayn, tratando de ver hacia donde se la llevaron.
—No se ve desde aquí —suspiro frustrado— ¿Y si…?
—Ella estará bien —dice Xander casualmente— Mi hermana es muy buena convenciendo a la gente. Casi tanto como mi papá. A veces…da miedo —su mirada se pierde y se estremece exageradamente.
—¿Coraline, miedo? —se ríe Elliot y se gana una mirada llena de odio de parte de todos— Lo siento, no puedo imaginármela dando miedo.
—No quieras hacerlo —concluye Xander, sacudiendo la cabeza.

Tengo ganas de saber exactamente a qué se refiere. Imaginarme a Cora siendo igual que su papa no cuesta tanto, porque se parece en él en esos momentos que trata de hacer que todos hagan lo que tiene planeado. Sin embargo, al imaginármela como Steve, con un martillo y esa sonrisa de “te partiré el alma en mil pedacitos”, también me estremezco.


Creo que ha pasado media hora o tal vez más, antes de que el policía regrese hacia la celda. Esa vez está sin Coraline, así que mi primer instinto es ir a preguntarle donde diablos está ella y por qué no está con él. No obstante, él nos gana a todos, cuando dice:

—Vamos, están fuera.

Entonces, saca la llave y abre las rejas para que salgamos todos. Estoy un poco anonado, al igual que la mayoría. Elliot es el primero en salir disparado. Todos seguimos al policía en silencio, llenos de preguntas pero con miedo de hacer alguna en voz alta. ¿Qué rayos hizo Coraline para que nos sacaran así, sin más?

Cuando llegamos hasta el despacho, Coraline se encuentra sentada en una de las sillas frente al escritorio, mientras por el teléfono habla con alguien, lo más seguro para que venga a pagar la fianza y nos saque de aquí. La pregunta es, ¿a quién? El policía nos dice que nos quedemos aquí, con su compañero vigilándonos, mientras va a sacar a los demás de su respectiva celda.

Momentos después, los otros siete avanzan por el pasillo, con las mismas expresiones que teníamos cuando nos sacaron. O al menos, eso es lo que creo. Coraline recién acaba de hablar por el teléfono y Ellie se le acerca, preguntándole qué rayos es lo que está pasando. Sin embargo, antes de decir nada, Carrie pregunta.

—¿Saldremos en serio? ¿Quién pagó la fianza?
—¿Con quién hablabas? —pregunta Jay, confundida.
—¿Me recuerdan? —dijo una voz a nuestras espaldas.

En conjunto, nos giramos para ver a un muchacho entrar al despacho, seguido de uno de los policías que nos esposó. Es alto, castaño y tiene una sonrisa divertida en el rostro.

—¡Scott! —exclama Ellie.
—El chico del Pub de la otra noche —comenta Carrie, mirándolo con los ojos entrecerrados.
—Sí, Cora me llamó y…

No sigue hablando porque los policías llegan, esta vez, a devolvernos nuestras pertenencias. Después de una pequeña charla de por qué no deben armarse líos en las fiestas y demás cosas, nos dejan salir advertidos —sin embargo, el hecho de que ninguno de los padres de todos o Simon se enterará, es más que suficiente para que salgamos aliviados. Por lo menos, no sabrán hasta la tarde del día siguiente. O hoy, porque deben ser las tres de la madrugada o una hora cercana.

En el aparcamiento, Scott dice que él llevará a las chicas junto con sus hermanos y Lucas hasta el departamento de Carrie. Desde que salimos, las chicas no han dejado de agradecerles por ser tan “buen pan de Dios, samaritano” y otras cosas que prefiero no repetir. La curiosidad me carcome y tengo unas enormes ganas de preguntarle de dónde lo han conocido y desde cuándo, pero recuerdo que nos ha hecho un enorme favor y trato de calmarme.

—Realmente, tienen que agradecerle a Coraline y, presumo, a sus historias —dice después de la décima vez que le agradecen.

Mira a Cora y se sonríen como si compartieran un chiste interno, lo que nuevamente me hace querer volverme violento. Necesitaba calmarme e irme a dormir, ya mismo. O él necesitaba alejarse de ella.

—Oh cielos —Ellie se ríe y sacude la cabeza— ¿Hiciste lo que creo que hiciste? —la mira, entendiendo de lo que habla Scott.
—Hice lo que tenía que hacer —Cora sonríe y mi estómago da un vuelco. Tenía mucho sin verla sonreír así.
—Bueno, no crean que no fue un gusto —la voz de Elliot está llena de sarcasmo— pero yo me largo de aquí.

Sin embargo, antes de que si quiera de cinco pasos, Harry lo sujeta del cuello de la camisa y hala hacia detrás. Carrie se coloca en frente de él y lo golpea de lleno en el estómago. Jay y Emma sueltan risotadas y veo a Liam mirando hacia detrás, cuidando que los policías no estén de curiosos.

—No tan rápido, idiota —escupe Harry.
—Sí, tenemos que hablar unas cositas contigo —Carrie sonríe con ese cinismo diabólico que le sale a veces.

Casi me río al verlos hacer bullying mutuo. Aquellos dos serían de los tipos que asustarían a los demás niños que les hicieran bullying a sus hijos —si es que sus hijos no salían como ella o alguna de las otras dos. Elliot mira de una cara a otra, con el nerviosismo bien notable en su expresión facial.

—Oigan, harán que nos metan presos de nuevo —interviene Louis, mirando hacia la estación con nerviosismo— No es que lo esté defendiendo ni nada. Solo, si lo van a degollar, háganlo disimuladamente.

Zayn y yo lo miramos con una cara de “¿Eres idiota o qué?”, mientras el pelimarrón solo se encoje de hombros y murmura un “yo solo decía”.

Nos vamos una vez que Carrie, Harry y Louise han amenazado a Elliot de todas las formas posibles. Debido a que los policías no dejaban de mirar hacia nosotros, se vieron obligados a recurrir a la tortura psicológica. Cuando se monta en el taxi, se ve un poco inestable y siento un poco de pena por el idiota. El vehículo en el que viajamos se encuentra aparcado cerca del de Scott, así que todos nos encaminamos hacia allá.

Liam se ha mantenido hablando poco desde que salimos, al igual que Emma. Eso me hace preguntarme cómo les fue a ellos mientras estábamos encerrados detrás de las rejas.

—¿Cuándo nos dirás que fue lo que hiciste, rubia del mal? —la acusa Jay mientras Scott quita el seguro del jeep.
—Les cuento cuando lleguemos a donde Carrie —trata de calmarla— Antes de que se vayan, tengo que decirles algo, chicos.

Creo que todos nos sorprendemos cuando Cora se dirige a nosotros. Incluso las chicas. Xander, Louise y Sheila se meten al jeep de Scott. Supongo que el sueño ya los está venciendo, lo que es entendible. Cora espera a que estén acomodados en la tercera fila de asientos para voltearse ante nosotros y no sé por qué, pero su expresión facial me recuerda a la de una mamá osa.

Abro los ojos y quiero soltar un “oh-oh” por la forma en que nos mira. Puedo contar las veces que he visto a Cora enojada y creo que ninguna ha sido como esta. Es casi como si fuera otra persona.

—No creo que tenga que decir esto, pero le pagarán a Scott, porque ha hecho demasiado con venir de madrugada para acá —comienza. Su voz es tan suave que es perturbador. El mencionado para querer discutir en contra de eso, pero ella lo silencia con una mirada— Y lo otro es…—hace una pausa para mirarnos a los cinco, de una manera que solo puede clasificarse como totalmente lo opuesto a cómo nos vio la primera vez que nos conoció: helada, enojada y con un brillo igual al de Steve.

— Si vuelven, tan si quiera a intentar meter a Shei, Lou y Xander en una de sus tendencias psicópatas de acosarnos, van a arrepentirse. No puedo creer que hayan hecho eso. Y tienen suerte de que lo que pasó no fue peor.

Nadie dice nada cuando ella se voltea y camina hasta subirse en el asiento co-piloto del vehículo de Scott. Él suelta un silbido de “vaya, están jodidos” y se sube al asiento del conductor. Estoy seguro de que como yo, los demás quieren despedirse de una forma distinta. Sin embargo, los policías nos observan desde lejos. Así que cada quien se larga por su camino.


Lo máximo que duramos sin intentar nada nuevo son tres días. Estoy seguro de que cada quién tuvo ideas —más de las que admitiríamos— sobre cómo acercarns de nuevo. Sin embargo, por igual estamos al tanto de que debemos pasar unos cuantos días bajo perfil. Solo para no levantar sospechas.

Josh, Dan, Jon y Sandy no se cansan de decirnos que somos unos acosadores obsesionados. Más aún cuando he transformado en un hábito de pasar por la universidad de Cora, esperando encontrármela de nuevo. No obstante, parece que ha empezado a tomar otra entrada, porque nunca sucede.

Nos encontramos en mi departamento, comiendo hamburguesas de Cheff Pepper, cuando Louis de repente golpea la mesa con fuerza. Todos disparamos la mirada a él, pensando (al menos yo), que ya se volvió loco. Él, en cambio, nos mira con ojos azules brillantes y una sonrisa que es más como una mueca asquerosa porque tiene la boca llena de papas fritas.

—¡Loh thengo! —vocifera triunfante.
—Louis —reprocha Zayn— Traga y después habla.

Esperamos a que tome refresco y se baje las papas. Suelta un gas antes de mirarnos como si hubiese descubierto un tesoro inmenso.

—¿Qué es lo que tienes? —pregunto, mientras pienso cómo coger de las papas fritas que tiene Harry sin que se dé cuenta.
—Cómo acercarnos a ellas de nuevo —dice y se limpia los labios con una servilleta.
—Ilumínanos, oh sabio Louis —alaba Zayn con burla y el resto nos reímos.
—Estás probando tu suerte conmigo, moreno —Louis lo señala con la servilleta arrugada— Pues, ya sabemos que tenemos que dejar de tratar de acercarnos en lugares públicos, ¿verdad?

Todos asienten. Aprovecho que Harry tiene su atención en Louis para coger un puñado de papas rápidamente. Liam se da cuenta y sonríe sacudiendo su cabeza. Le hago un guiño de vuelta.

—¡Ustedes dos! ¡Dejen el coqueteo y atiendan mi plan! —chilla Louis, golpeando la mesa de nuevo.
—Calma fiera —Liam levanta sus brazos en señal de rendición, aunque se ríe.
—Y deja de golpear mi mesa, no la pagaste —lo amenazo señalándolo con una papa.
—“No la pagaste” —imita mi acento haciendo una mueca— Como sea. Lo que hay que hacer ahora es simple, sencillo. Incluso debimos pensarlo antes.

Ante eso, mi curiosidad despierta. Puedo ver que pasa lo mismo con los demás. Frunzo el ceño por la expresión de confianza que trae en su cara.

—¿De qué hablas? —pregunta Harry.
—¿Qué no es obvio? ¡Hay que meternos en el departamento de Carrie!

Vuelve a golpear la mesa y nos sonríe como si nos hubiese revelado la fuente de la juventud. Se recuesta en la silla y nos mira con pedantería, cruzando sus brazos por detrás de su cabeza. El resto estamos estupefactos y sin habla.
—Lo sé, lo sé. Es bueno, ¿verdad?
—¿Bueno? —repite Liam— ¡¿Estás demente?!
—Sí, un poco —se encoge de hombros.

Zayn se golpea la frente y murmura algo como “maldito psicópata”. Harry y yo solo nos miramos, concordando en silencio.

—¡Solo piénsenlo! Van a estar todas ahí, nadie va a saber que nosotros estamos ahí y-
—¡Es ilegal! —interrumpe Liam.
—No es la primera cosa ilegal que hacemos —refuta Louis— Además, no vamos a vender drogas ni a matar a nadie.
—Tiene un punto —Harry se encoge de hombros.
—¿Tu también? —lo acuso— Si se llegan a enterar de que estamos ahí, ¿tienes idea de lo que nos harán?

De solo imaginar lo que nos harían, me da escalofríos. Que nadie más nos pueda ver significa que ellas pueden torturarnos y nadie lo sabrá. Es como meterse en la boca del diablo.

—¿Qué sugieren, entonces?
—No lo sé —ruedo los ojos— Pero Louis, de ninguna manera vamos a meternos en el departamento de Carrie.

Maldigo una y otra vez por habernos dejado convencer por el maniático de Louis.

El departamento de Carrie queda exactamente a un piso del departamento de Harry y Louis. Así que no fue tan difícil subir hasta el balcón del mismo. Observamos la ventana que está junto a este, la cual se encuentra abierta. El problema es, que después de apostar por cara o cruz, el que terminó perdiendo fui yo. Y ahora tengo que meterme por la ventana, ilegalmente, al apartamento de Carrie —también conocida como una de las trillizas del mal.

Maldigo de nuevo.

—Muévete, rubio, que no quieren que lleguen y nos vean aquí —masculla Harry, nervioso, mientras mira de un lado a otro.
—Sí, que ya me han pegado en las bolas lo suficiente —secunda Louis.
—Bueno, ¡se aguantan! Nunca quise entrar primero, ¡me están obligando! —refunfuño.
—¡No grites, joder! ¡Recuerda que estamos en cubierto! —reprocha Louis.
—Acabas de gritar, genio —Liam le da un zape en la cabeza.

A pesar de que es en contra de mi voluntad, ya llegamos demasiado lejos para acobardarnos. Así que mientras ellos continúan discutiendo, me subo en el barandal del balcón y meto la mitad superior de mi cuerpo por la ventana medio abierta.

—Tu culo no es una muy linda vista, Niall. Entra de una buena vez —escucho la voz de Zayn.
—Los dejaré fuera si me siguen fastidiando —amenazo.

Me sujeto de la pared del otro lado —de dentro del departamento— y empujo para entrar. Sin embargo, tomo demasiado impulso, porque lo siguiente que sé es que mi cara duele como el demonio. Caigo de frente y desparramado en la sala de Carrie y por un momento se me detiene el corazón. Temo que me hayan escuchado y que nos vayan a descubrir.

Después de unos momentos recuerdo que las vigilamos por dos días más y al final de la semana, cuando salieron al supermercado, pusimos el plan en acción. Al parecer, tendrían una pijamada. La información fue cortesía de Louise —con un combo costoso de soborno.

Me levanto con rápidez del suelo y camino hasta las puertas del balcón, para dejar entrar a los demás.

—Creí que te habías noqueado —suelta Harry.
—Sí, y te iban a dejar como carnada para cuando las chicas llegaran —confiesa Zayn.
—¡Calumnias! —exclama Louis.
—Pero si tú fuiste el de la idea —continúa el moreno, sonriendo.
—No jodan y busquemos donde escondernos —Liam rueda los ojos, avanzando por la sala.
—¡Esta decoración es parte minimalista! —chilla Louis, abriendo los brazos, como señalando a los muebles y pufs en la sala— ¿Dónde vamos a caber, el horno?
—¡Deja de gritar! —ordena Liam y le da otro zape en la nuca.
—No tienes por qué ponerte violento. Emma te ha vuelto un Liam hulk —solloza y se va hacia donde se encuentra Harry.

Suelto una carcajada sonora.

—Si serán maricas…—masculla Zayn.
—Ya, ya, vamos a buscar donde meternos. Tampoco quiero que nos vean a los 5 minutos de entrar, ¿saben?

Mientras cada quien busca donde esconder su trasero, repaso lo que se supone que haremos. El plan es, en su más sencilla forma, solo quedarnos en el departamento viendo películas. Como en los tiempos en donde no teníamos que preocuparnos por si alguien nos veía en público —todo lo contrario, antes teníamos que salir a restregar la relación ante todos. Además de que, claramente, antes no era tan complicado como ahora. No había tantos sentimientos de por medio.

Así que la conclusión es que las chicas no aceptarían que nos quedáramos así por así. Por lo que, después de varias sesiones de discusiones y lluvia de ideas, quedamos con un solo plan: Improvisar.

Ya no tenemos nada que perder, ¿o sí?

Entro a la habitación de Carrie para encontrar a Zayn y a Harry allí. Ambos están mirando unas fotos de las chicas en la laptop de Carrie, que dejó encendida encima de su cama. Las fotos son selfies con todas vestidas de rojo. No puedo evitar sentir un vuelco en el corazón al ver a Cora hacer caras torpes y sonreír ante las muecas que hace.

—Miren esto —dice Harry, antes de poner un vídeo donde están todas en la sala del departamento de Carrie, hace unos meses atrás.

La canción “I will survive” comienza a sonar a máximo volumen y las chicas comienzan a cantar al compás de las letras, con micrófonos en sus manos. Jay y Cora están cantando, mientras las otras tres están actuando las escenas de manera exagerada y divertida. Ninguno de nosotros puede dejar de reírse ante el espectáculo.

Después de ese vídeo, ponemos otro pero esta vez es jugando “Just dance” en el Nintendo Wii. La canción es un tipo de bellydance ligado con tecno que las Ellie y Emma bailan a todo dar, mientras las otras tres silban y chillan cumplidos a todo dar.

Mientras ponemos video tras video, no suprimimos las carcajadas ante las loqueras de las cinco. Eso es, hasta que en el quinto video, escuchamos llaves resonar al otro lado del departamento, en la puerta principal. Louis y Liam se nos han unido hace un rato y el primero, que se encuentra en el pasillo, mira hacia la sala con el rostro pálido.

—¡Maldición, llegaron! ¡Suelten eso y escóndanse! —susurra furiosamente y comienza a caminar de un lado a otro.
—Joder, joder —Harry está cerrando todas las ventanas en la Laptop a la velocidad de la luz.

Zayn se mete al closet de Carrie. Busco donde meterme pero Louis me ha vencido en el baño, así que antes de que alguien más lo haga, me meto debajo de la cama de Carrie sin pensármelo dos veces. Harry suelta la laptop y veo sus zapatos alejarse a no sé dónde. Más adelante, escucho la puerta abrirse y me doy cuenta de que no sé dónde diablos se metió Liam.

Las voces y pasos de las chicas, así como de las fundas plásticas, se escuchan hasta la habitación.

Es solo cuando comienzan a hablar sobre el karaoke de esta noche que comienzo a pesar lo verdaderamente mal que fue hacer esto. Ilegal, encima de todo. Podríamos haberlas simplemente esperado en la puerta y después de eso ver cómo nos iba. Pero no…

—¿Vas a hacernos tu rica pasta hoy, Emma? —la voz de Carrie se acerca por el pasillo.
—¿Y a cambio que gano yo? —refuta Emma.
—¡Los corazones contentos de tus mejores amigas! —responde Ellie y en ese momento, entran a la habitación de Carrie.

Observo sus pies descalzos andar por la habitación y el corazón me late tan rápido que creo que podrían escucharlo.

—Intenta de nuevo, Mercedes —suelta una carcajada.
—¡Yo quiero pasta! —reclama Carrie— Oigan, ¿vieron mi laptop? Creí haberla dejado aquí…

Suprimo unas enormes ganas de golpearme la frente con la mano. El idiota de Harry de seguro entró en pánico y se llevó la laptop con él.

—Ni idea.
—De seguro está en la otra habitación —dice Ellie.

Alguien deja caer un bolso junto a la cama y juro que mi corazón se detiene por unos segundos. Las manos que creo que son de Emma cogen ropa del mismo, y sus pies comienzan a alejarse hasta el baño.

No, no te cambies ahí dentro…

¿Preferirías que se cambie en la habitación, contigo aquí?

Tampoco. Pero Louis está ahí dentro…

—Me iré a cambiar, golfas —dice antes de desaparecer por la puerta.

Estoy comenzando a tener un muy mal presentimiento de esto. Comienzo a fantasear con las cosas que nos harán una vez que se den cuenta de que nos hemos metido en el departamento, lo que no es saludable pero no puedo evitar. De repente, un chillido encolerizado se escucha por todo el departamento. Por un momento, pienso que es Emma dentro del baño, pero luego los pasos rápidos de alguien más resuenan por el pasillo y otro par de pies entra a la habitación, seguido de los zapatos de Harry.

—¡Miren a quién encontré, escondiéndose en el gabinete de las toallas! —chilla Jay y a juzgar por los movimientos de pies y el quejido de Harry, lo golpeó de lleno en alguna parte del cuerpo.
—¡¿Cómo diablos te metiste aquí, Styles?! —reclama Carrie de inmediato.
—Humm…¿magia?

Antes de que alguna de ellas diga algo más, otro grito de rabia se escucha en la habitación. Este, estoy seguro, proviene del baño de Carrie.

—¡Maldito culón acosador del demonio! ¡Te voy a meter preso, hijo de puta! —los gritos de Emma y los chillidos de Louis hacen que los pies de Ellie se acerquen corriendo a tratar de abrir la puerta.
—¿Louis también? —Jay no lo puede creer— ¿¡Acaso tienen complejos de ladrones!?
—¡Emma no seas salvaje! —se escucha a Louis gritar y luego un estruendo se escucha, seguido de otro chillido de Louis— ¡Auxilio!
—¡Hey, lo va a matar! —espeta Harry, cuyos pies se acercan a los de Ellie.
—¡Responde a la pregunta, Styles! —chilla Carrie— ¡¿Cómo se metieron aquí?!
—Oh, Carrie, baja el secador de pelo, por favor —los pies de Harry se alejan de los pies de Ellie lentamente, mientras los pies de Carrie se acercan hacia él.
—¡Chicas! Escuché gritos ¿Qué es lo que…? —los pies de Coraline se unen al grupo— ¡Harry! ¿Qué haces aquí…?

Otro chillido de Louis y más insultos por parte de Emma interrumpen a Coraline. Los pies de Carrie siguen acercándose a los de Harry.

—¡VOY A MORIR! —Louis golpea la puerta del baño repetidas veces.
—¿¡Están solos aquí!? —demanda Jay, y sus pies se acercan hacia los de Harry.
—Eh…
—¡Oh por Dios! ¡Ya estoy completamente segura de que son unos bugarrones sin materia gris! —chilla la morena con exasperación.
—Oye, ese un insulto bien feo —replica Harry.

Dejo de concentrarme en lo que dicen porque los pies de Carrie comienzan a moverse por alrededor de la habitación, estoy seguro, buscando a alguno de los que quedamos. Y ahora sí que estoy muerto. Aguanto la respiración hasta que, segundos después, siento como dos manos sujetan mis tobillos y me jalan hacia fuera con fuerza.

—¿Carrie, qué…? —la voz de Cora se corta cuando salgo de debajo de la cama— ¡¿Qué rayos?!
—No tenías que ser tan brusca —digo mientras me levanto del suelo.
—¡¿Cómo. Se. Metieron. Aquí?! —pregunta Carrie, acercándose amenazante, con el secador de pelo listo para golpearme de lleno en la cara.

No puedo responder porque en ese momento la puerta del baño se abre. Sin embargo, como es Harry quien la abre, Emma arroja un pote de shampoo directo a su cara. El rizado lo ve a tiempo para lanzarse al suelo y el pote vuelta hasta detrás del espejo de cuerpo entero. Y desde detrás del espejo, se escucha un quejido de Zayn. Louis sale disparado del baño y detrás de él, una Emma furiosa. Doy varios pasos hacia atrás.  

—¡No me jodan! —chilla Jay.
—¿¡Qué rayos es esto!? —reclama Ellie— ¿¡Cómo consiguieron llaves!?
—¡Tú estás loca! —Louis señala a Emma, mientras respira con dificultad— ¡Estás demente, lunática!
—Falta uno, ¿dónde está? —pregunta Emma, ignorando por completo a Louis.

Aprovecho el hecho de que todos la miran —en especial Carrie— para alejarme de ella y el secador que trae en la mano, listo para atacar. Emma, en cambio, se mueve por la habitación, pasando la mirada por todos lados. De repente, estira el brazo y se mete en el closet. Cuando sale, trae a Liam sujeto por la oreja. Él tiene que agacharse mientras trata de despegar los dedos de Emma de su pobre oído. En silencio, lo trae hasta donde está el resto y lo empuja lado de Zayn.

Los cinco intercambiamos miradas que dicen lo mismo: “Estamos completamente jodidos.”


Después de que nos encontraran a todos, Jay, Emma y Carrie nos movieron a la sala como si fuésemos criminales. Con eso me refiero bajo Carrie apuntándonos con el secador como si fuera un cañón, Emma con un bate de béisbol que sacó de no sé dónde y Jay…Jay solo tuvo que hacer una demostración de sus manos de ella aplastando nuestras bolas para que captáramos el mensaje rápido y claro.

Ahora nos encontramos sentados en el sillón más grande de la sala de Carrie, mientras las cinco están en frente a nosotros. Emma tiene un brazo cruzado por encima del estómago y con el otro sujeta el bate por encima de su hombro. Jay está cruzada de brazos, mirándonos con irritación extrema desde encima del desayunador. Cora y Michelle se encuentran sentadas en el sillón frente a nosotras. Carrie está de pie, en cambio. Mira el rostro de cada uno, cómo buscando a quién preguntarle (torturar) primero. Al final, como me temí, se para en frente de mí y me apunta con el secador.

—Me vas a decir cómo diablos se metieron al apartamento —comienza, con voz calmada pero filosa— O le vas a decir hola a tus bolas quemadas, Niall Horan.

No hago nada por ocultar cómo me atraganto con mi propia saliva. Mis ojos se agradan y creo que me pongo más pálido de lo que ya soy. De solo imaginarme el secador y…

—La ventana —señalo la ventana junto al balcón, que aún se encontraba medio abierta.
—El culón no cabe por ahí —Jay frunció el ceño.
—No, abrí la puerta del balcón una vez que entré —contesté, sin quitar los ojos del secador.

Ahora tendría esa imagen en mi memoria por siempre. Así como cada una de las otras torturas sufridas con estas chicas…

—Y, ¿se puede saber por qué, en el nombre de todo lo sensato, se metieron aquí así sin más? —vuelve a preguntar con rabia contenida; esta vez se dirige a Zayn.
—Es que…Louis pensó que-
—¡Oh, no me vengas a echar la culpa a mí, ustedes aceptaron! —interviene Louis al instante.
—Pensamos —Zayn rueda los ojos— que como no podemos verlas en lugares públicos, no hay ningún daño con hacerlo en privado, entonces.

Jay nos mira como si tuviésemos caras de alienígenas.

—Sí, de verdad no procesan materia gris —musita.
—Nunca lo puse en duda, desde el principio —concuerda Emma, mientras se masajea el mentón.
—¿Y qué-
—¡No hablen como si no estuviésemos aquí! —reclama Harry.
—¡Eso es porque no deberían estarlo! —contesta Carrie, mirándolo enojada.
Un silencio inunda la habitación, en el que todos intercambiamos miradas. Yo, al menos, miro a Coraline fijamente. Sus ojos se cruzan con los míos por varios segundos, hasta que desvía la mirada a sus manos.

—¿Entonces? ¿Nos van a sacar o qué? —inquiere Louis, harto del silencio.

Carrie lo fulmina con la mirada y Emma balancea el bate bien cerca de su cara, haciendo que casi se tire al otro lado del sillón.

—No, se van a quedar —dice Carrie casualmente.

La miramos perplejos.

—¿Qué? —preguntamos.
—Se van a quedar —repite— Pienso que ya que pasaron por todo ese lío para meterse aquí…bueno, se han ganado quedarse.

La miro confundido, todavía sin creerlo. Parece demasiado fácil. Sin embargo, los chicos a mi lado se relajan un poco. Notamos las sonrisas malvadas un minuto demasiado tarde, que es cuando Jay se ha movido para ir a poner todos los seguros de la puerta. Por último, su carcajada de victoria lo confirma todo. Hemos caído justo en la trampa.

—¿Qué rayos…? —comienza a decir Zayn, pero Jay lo interrumpe.
—Mira, puro hueso, vean esto como la última noche que disfrutaran con nosotras.
—Sí, porque si siguen intentando acosarnos, los vamos a delatar —continúa Carrie.
—¡Pero…!
—No, Harry, ustedes no entienden —Cora intervino, poniéndose de pie— Si algo de todo lo que ha pasado llega a Simon con pruebas, nosotras-
—Probablemente tengamos que pagar dinero por el resto de nuestras vidas —termina Michelle.
—Y eso es solo una pequeña parte del por qué tienen que dejar sus tendencias de psicópatas frustrados —agrega Emma, rondando los ojos.
—Así que prepárense: Vamos a hacerlos pagar por toda la mierda que nos han hecho en estas últimas semanas —Carrie sonríe tanto y tan perturbadoramente que Louis se sube encima del espaldar del sillón y yo ya me estoy subiendo por el brazo, para largarme de allí.
—¡Si tratan de escapar, les voy a quemar el culo con esto!
—¡Y voy a triturar sus bolas a base de batazos!

Cualquiera diría “perro que ladra no muerde”. Pero con estas chicas, no tengo duda de que lo harían. Y ni Michelle ni Coraline harían nada para detenerlas —ya no, al menos. Así que solo me abstengo a maldecir una y otra vez la estúpida decisión de seguir el plan de Louis.


A lo largo de nuestra carrera musical, toda nuestra masculinidad ha sido puesta en cuestionamiento en numerosas ocasiones. La mayoría de éstas—si no fueron todas—, han sido de forma pública. Pero no creo haberme sentido tan frustrado ni tan avergonzado ni puesto en duda en todas estas como me siento ahora. Y a juzgas por las caras de expresiones entre frustración, vergüenza y enojo de los demás, todos sentimos lo mismo.

Después de muchas amenazas y de que peleáramos con las chicas como muchas veces antes hemos hecho, han conseguido amarrarnos en las sillas del comedor de Carrie. Al principio, pensé que nos maquillarían. Y puedo lidiar con el maquillaje. Sin embargo, cuando veo a Michelle salir de la habitación con un pequeño bolso lleno de esmaltes de uñas, es cuando entro en pánico.

—¿Están volviéndose locas? —pregunta Zayn, mirando como Ellie saca los esmaltes de colores más brillantes y los alinea en la mesa.
—Creo que ya sabes la respuesta a eso, ¿o no? —sonríe Jay.
—¡Ya nos disculpamos cientos de veces! —chilla Louis.
—Tú cállate, culón —lo amenaza Emma— Estoy pensando en un naranja neón para tus pies, ¿qué crees?
—Mierda Louis, ¿por qué te hicimos caso? —sisea Liam.
—Esto es una humillación —me quejo, dejando caer mi cabeza hacia atrás.

Las chicas sueltan risotadas de burla.

—Oh no, tinker bell, la humillación todavía no ha comenzado —dice Carrie— ¡Cora! ¿Trajiste tu video-cámara, verdad?
—Sip —responde ella y mi corazón late nerviosamente, pensando en lo que significa aquello— Ya estoy comenzando a grabar, de hecho.
—Estoy tan orgullosa de ti, pequeña cursi —Jay solloza falsamente y le despeina el cabello.
—¡Jay, no! ¡No me despeines!
—Ellie, ven, vamos a comenzar con el culón aquí —ordena Emma, mientras se acercan a Louis.

Louis comienza a moverse hacia detrás, haciendo que la silla se tambalee con él.

—¡Te vas a caer si sigues haciendo eso! —reprocha Carrie.
—¡No me van a pintar las uñas!
—¿Cuál es el problema? Se han disfrazado de mujer antes, incluso creo que se ven mejor así, de todas formas —Emma se encoge de hombros.
—¡Aléjate de mis pies, maldita loca!
—Louis —comienza Liam.
—¡Por favor! ¡¿Te tiene amarrado y aun así la defiendes?!

Las chicas aprovechan la distracción de Louis, que comienza a discutir con Liam, para comenzar a quitarle los vans. Después de eso, remueven sus medias y hacen muecas silenciosas de que apestan sus pies. No puedo evitar reírme. Ellie destapa el esmalte naranja neón y acerca la brocha a la uña grande del pie de Louis. De repente, las risas de las chicas y la conversación de las demás muere cuando Louis siente que su pie está desnudo y automáticamente, le da una patada en la cara a Michelle.

—¡Aaaaarh!

La pelinegra se cae para atrás, soltando el esmalte y cubriendo su rostro con sus manos.

—¡Louis! —ruge Zayn, tratando de soltarse del agarre.
—¡Maldito bruto! —chilla Emma.
—¡Oh dios! ¡Lo siento! ¡Pensé que eras Emma!
—¡¿Qué?!
—¿Qué? Tú casi me matas en el baño, no te quejes. ¿Estás bien, Ellie?

El resto de las chicas se ha acercado a ella, que aún se sujeta el rostro con las manos. Se destapa la nariz y mira sus dedos. Suspira aliviada cuando ve que no hay sangre en ellos.

—¿Estás bien, Michie? —pregunta Cora, examinando su cara.
—Sí, tranquilas…



Una vez que han conseguido darnos un cambio de look —todo menos las pelucas—, nos hayamos de pie en el pequeño escenario que tiene la sala del departamento de Carrie. Las chicas han quitado las guitarras de aquí para hacernos espacio. Todavía no puedo creer que estemos haciendo esto.

Suprimo el deseo de meter la cabeza en una cubeta llena de agua. Nos maquillaron a todos de la misma manera: totalmente exagerado. Justo como las Barbies. Mis párpados están pintados con sombra azul chicle chillón, como lo llamaron ellas. Así es el lazo que tengo en los cabellos, mientras que el pinta labios es rojo. Miro hacia Liam, que trae puesto un abrigo rosado que le queda bastante apretado, siendo de Emma. Su rostro está maquillado con tonos rosados, desde los ojos hasta los labios. Tiene una bandana sport en su frente, igual, rosada chillón. Del mismo tono que el rosado de sus labios. A su lado está Harry, que está maquillado de la misma manera pero con tonos verde chillón, que va en juego con la venda de su cabeza. Después Zayn, que en vez de una venda tiene varios lazos sujetando su cabello, todo de color púrpura brillante. Louis, por otro lado, tiene lazos y maquillaje de color naranja chillón, del mismo tono que sus uñas.

Las mujeres tienen cabezas llenas de planes malévolos.

La videocámara de Cora está a unos metros delante de nosotros. Estoy seguro de que a la distancia perfecta en que se veía todo nuestro cuerpo. Todos vestíamos pantalones cortos —bien cortos y apretados— del color del maquillaje. Era todo un arcoíris desaliñado y nosotros exudamos humillación por los poros. Las chicas estaban detrás de la cámara, sonriendo como si hubiesen ganado la lotería. Cora y Michelle estaban buscando canciones en la laptop de Carrie.

Encima de todo, han sacado botellas de vodka y whisky de las bolsas de compras y solo hay que decir que ya acabaron dos de las de vodka. Creo que todos concordamos con que era mejor dejarse llevar por las locas cuando estamos borrachos, por lo que ninguno se negó cuando pasaron rondas y rondas de tragos. Todavía estoy levemente consciente, por eso estoy reflexionando acerca de la huella que va a dejar esto en mi reputación. Sirvo otro shot y me lo bebo sin pensarlo.

—¿Tenemos que repetirles lo que tienen que hacer, o ya captaron? —comenta Emma, mirándonos con ojos brillantes, con un vaso rojo en la mano.
—Tengo una petición —dice Harry, en cambio— Denme un micrófono, que haré la parte de Ken —se tambalea mientras se baja del escenario.

Las chicas sueltan carcajadas que opacan la música tecno que resuena por la sala. Miro a Harry, pensando que él se ha bajado los shots más rápido que todos nosotros. Nunca en mi vida espero estar tan borracho para decir “haré la parte de Ken” ni nada parecido.

—¡Yo seré Barbie!

Las risas que ya se estaban calmando, vuelven a opacar todo cuando Louis chilla aquello. Incluso ya ha comenzado a imitar el chillido con voz aguda. Liam, a mi derecha, inclina la cabeza y lo mira como si nunca lo hubiese mirado antes en toda su vida.

—Creo que ya deberían dejar de tomar…
—¿Por qué Liam no hace de Ken? Su voz es más profunda que la de Harry —opina Zayn, mientras cuelga un brazo por el hombro de Liam.
—¿Por qué no mejor te callas? —replica Liam.




Harry tiene el micrófono en la mano y acorde con la canción, dice con voz profunda:

—Hi Barbie —mira seductoramente a Louis.
—Hi Ken! —chilla Louis, saltando.
—Do you wanna go for a ride? —señala hacia un auto imaginario en la distancia.
—Sure Ken! —Louis vuelve a saltar.
—Jump in…

Louis, después, toma el mando del escenario y comienza a cantar y a actuar las letras de la canción. Mueve su mano libre, señalando su alrededor como el mundo de Barbie. Salta en las partes: “Life in plastic, it’s fantastic!”. Se pasa la mano por el cabello y lo sacude. Hace un gesto como si se fuera a quitar la ropa. Y luego vuelve a mover la mano libre señalando a su alrededor.

Harry salta a tiempo para cantar: “Come on Barbie, let’s go party!”

La música está tan alto que me sorprende escuchar las risas de todas. Louis vuelve a repetir los pasos que hizo en la primera estrofa de Barbie; lo único que esta vez, Harry lo acompaña. Ambos bailan y mueven sus caderas como si fueran una muñeca Barbie. Tanto, que no puedo evitar comenzar a reírme.

En la otra estrofa, salto a tiempo para cantar: “I’m a blond, bimbo girl, in the fantasy world” mientras muevo las caderas y hago poses dignas de una Barbie. Los chicos a mi alrededor actúan como otras muñecas, admirándome y envidiándome.

Luego, Harry vuelve a su papel de Ken y se acerca cantando hacia mí.

—You’re my doll, rock’n’roll —me señala de arriba-abajo con la otra estrofa. Luego, señala a Liam— Kiss me here —Liam lo besa. Luego a Zayn— Touch me there —Zayn pone una mano en su “boobie” con cara de sorprendido.

Con el coro, todos repetimos los pasos que Louis hizo la primera vez. Al menos los primeros, porque estamos tan borrachos que cada quien comienza a hacer lo suyo en el escenario. Supongo que es divertido, por la forma en que Michelle golpea la mesa y las demás ruedan por el piso. Levanto uno de mis brazos y comienzo a hacer el paso de “disco light” que nunca pasó de moda. Liam está bailando como rutina de zumba junto con Zayn, que es un inútil pero la borrachera hace magias con él. Harry y Louis están inspirados y siguen imitando a Barbie y a Ken.

Continuamos bailando descaradamente hasta que la canción cambia a Wanna be de spice girl. Desde que reconozco el “yoooo”, tomo el micrófono de la mano de Harry y comienzo a rapear “So tell me what you want, what i really really want” y Liam me quita el micrófono en la parte suave de la canción. Ya creo que ni siquiera estamos haciendo esto por las amenazas. El alcohol ha detenido todo juicio que podamos tener sobre la situación y, en cambio, nos libera más para poder bailar al ritmo de la coreografía de las canciones de bellydance cuando las chicas ponen just dance en la televisión de la sala.

Nos dan las una, dos, tres y cuatro de la mañana chillando y bailando como anormales. Hay un punto en el que, no sé cómo, las chicas terminan bailando con nosotros cuando ponen la canción “Hey Mickey!”. Terminamos haciendo una coreografía digna de un escuadrón de porristas, sin piruetas. Coraline intenta hacer una vuelta estrella y termina cayéndose de cara y golpeando a Zayn y a Emma en el proceso. Las risas hacen que paremos de bailar por un momento, hasta que Louis pone “Numa, numa”, y las energías suben de nuevo.

Me dejo caer en el puff más cercano a mí y lejos del caos cuando no aguanto más. Y le doy una bienvenida a la inconsciencia.


Demasiado rápido para mi gusto, algo me golpea la espalda y me despierto bruscamente. Abro los ojos de golpe y parpadeo varias veces al encontrarme con todo oscuro. La única luz viene de detrás de mí. Giro la cabeza y observo la luz de la entrada del departamento de Carrie. La puerta está abierta, sujetada por una Cora que está durmiéndose de pie. Volteo la cabeza hacia el otro lado y miro a Emma despertando a los demás con un batazo en la espalda. Así que ha sido eso…

—¿Qué hacen? —pregunto con voz ronca y patosa.

Me levanto del puff y veo como Jay está tirada junto a Louis, con su brazo encima de la cara del chico. Michelle se encuentra recogiendo un par de botellas al otro lado de la sala, junto al escenario. Zayn se ha despertado y se encuentra insultando a Emma por su poco tacto.

—Vayan a dormirse a otro lugar —es lo que me responde Carrie, la cual parece que está de pie solo porque quiere asegurarse de sacarnos de aquí.

Siento restos del maquillaje todavía en mi rostro. De seguro me quité una parte durante la noche, pero ahora no recuerdo nada. Aún estoy medio mareado, pero eso no me impide acercarme hasta Cora en silencio, aprovechando que todavía faltan tres más por levantarse. Ella no se percata de mi presencia —está muy ocupada recostándose de la puerta abierta, casi cayéndose. Sin pensarlo, la abrazo y escondo mi cabeza en su cuello. De inmediato siento como su cuerpo se tensa y se mueve, pero no estoy de humor para dejarla ir.

—Niall…—murmura.
—Te extraño —susurro contra su cuello. Ella deja de moverse y tiembla en mis brazos.
—Niall…
—Solo déjame abrazarte, ¿sí? —le doy un beso en la base del cuello.

Segundos después, siento como se relaja y se recuesta de mí. Suspiro contento cuando sube una de sus manos y la pasa por mi cabello. Cierro los ojos y no presto atención al resto de los chicos ni a nada de lo que hacen. Solo me concentro en no pensar nada, más en que debo disfrutar estar así con Cora antes de que nos terminen de sacar.


Cuando me levanto de nuevo, estoy seguro de que han pasado las dos de la tarde. No recuerdo mucho de cómo llegamos al departamento de Harry y Louis o cómo terminé durmiendo en la alfombra de la sala. Trato de recordar y veo imágenes borrosas en mi cabeza de cómo Carrie me empujó hacia afuera, con los demás y nos cerró la puerta. Después pasa a cuando subimos por el ascensor, entre la borrachera, el sueño y la resaca y al final, como entramos al departamento para caer en donde primero nos pareciera cómodo.

Mi cabeza palpita dolorosamente y siento el estómago revoloteado. Me quedo mirando el techo por unos minutos, antes de decidir que mejor ir a ducharme antes de que el resto se levante y todos los baños estén ocupados. Trato de ignorar el dolor de cabeza, porque no recuerdo en el momento donde rayos Harry y Louis guardan las pastillas. En cambio, busco algo de ropa y una toalla y me meto a la ducha.

Dejo el agua caer por mi cuerpo y observo lo que queda del maquillaje mezclarse con el agua e irse por el grifo. Me quedo contemplando los colores y mi mente viaja hacia la noche (o madrugada) anterior. Por un momento, se sintió como antes de todo el drama, las discusiones y conflictos que ahora nos tienen separados e infelices. Estoy seguro de que no volverá a pasar, el hecho de estar tan cómodos los diez juntos, haciendo estupideces y viviendo la vida.

Cuando dan las tres y media y solo Liam se ha despertado, para tomarse un té y volverse a dormir, decido que ya he esperado suficiente. El hambre que tengo me va a terminar matando si no la mato a ella, así que tomo las llaves de mi auto y salgo del departamento de camino al supermercado más cercano. Obviamente, llevo algo con que cubrirme. No creo que pueda saludar a fans con una sonrisa mientras tenga esta resaca y el estómago vacío.

Una vez que llego, tomo un carro de compras y comienzo a echar todo lo que creo necesario: Carnes de hamburguesas, pan, hot dogs, palomitas, jugo, refresco, sopa instantánea, más carne. De repente, siento un antojo de ir a comprar dulces wonka. Es una adicción que tengo gracias a Coraline. No es que no me gustaran los dulces, pero nunca eran mi prioridad. Sin embargo, ella siempre va directo al pasillo de dulces desde que entra a un supermercado.

Por eso, no debería sorprenderme cuando la veo en frente de la sección de ositos de gomita. No me muevo y espero que no me noten. No porque no quiero que ella se percate de mí presencia, sino por las chicas que están frente a ella, con una actitud para nada amigable.

No puedo creer la escena que se desata delante de mí. Estoy cubierto por la capucha de mi abrigo, los lentes y el estante de dulces que tengo en frente. Decido quedarme callado y esperar el momento correcto.

—Miren a quien tenemos aquí, la zorra que rompió el corazón de nuestro Niall —habla una chica con cabello corto y azul, mirándola despectivamente.

Hago una mueca y siento una punzada en mi pecho. De alguna forma u otra, es mi culpa que ahora todas piensen que Coraline es una persona así, cuando nunca lastimaría ni a un insecto por voluntad propia. Observo sus ojos aguarse y mi dolor aumenta, pero no deja que ninguna escape de sus ojos.

—No crean en los rumores que inventa la prensa, porque yo nunca hice eso —discute, aunque su voz no suena enojada pero si firme.
—Sí, claro, explica las fotos entonces —agrega otra chica, morena y con cabello negro— Eres una mentirosa.
—Mi relación con Niall terminó por un acuerdo mutuo, así que les pido que dejen de creer en cosas que no son verdad y me dejen tranquila.
—¡Además de mentirosa, ingenua! ¿Quién te crees para decirnos que hacer? No eres más que una chica afortunada con la que Niall desgraciadamente tuvo que salir, no sé como pudo aguantar estar con alguien como estos meses —chasquea la de cabello corto.
—Y estoy segura de que también eres una busca-fama, ¿verdad?

No puedo seguir escuchando como la atacan de esa manera, cuando no se merece nada de lo que están diciendo. Cuando es todo una enorme farsa, producto de la horrible manera de Simon de ver la vida. De pronto siento unas enormes ganas de decirlo todo, de gritar a los cuatro vientos lo que en realidad pasó aun y tenga que arrodillarme y avergonzarme para que Cora vea mi arrepentimiento.

Ella, aún sin derramar lágrimas, les dice una última vez que la dejen tranquila antes de devolverse y salir casi corriendo del pasillo. Las chicas hacen ademán de salir detrás de ella, pero soy más rápido y las empujo para pasar delante, sin dejar que vean mi rostro. Observo como Coraline suelta la canasta de comida que llevaba en el lugar más cercano y sigue caminando a paso apresurado. Cuando sale del super, estoy casi pisándole los talones. Pero no puedo hablarle en público —maldito contrato.

Visualizo mi carro a unos metros en la dirección en la que ella comienza a caminar-trotar, por lo que me decido por hacer otra cosa y avanzo rápidamente, quitando el seguro del carro. Cuando estamos cerca, la tomo por la cintura y entro en el asiento de atrás junto conmigo. Los vidrios polarizados no dejaran que nadie vea que estamos aquí.

—¿Qué? ¿Qué rayos? —dice alertada y mirando en toda dirección. Su voz está rota y sus ojos están brillantes por las lágrimas que no han caído— Déjame ir.
—Lo siento —digo, al parecer tomándola desprevenida— Vi todo. Y es mi culpa. De verdad lo siento, Cora. No te mereces nada de esto, lo lamento —me estoy desesperando, lo sé por mi tono de voz. Nunca he sentido estas cosas por nadie, y el hecho de verla sufrir de tal manera por mi culpa duele mucho más que cualquier otra cosa.

Estoy casi seguro de que volverá a ignorarme cuando gira su rostro hacia mí, sus ojos verdes mirándome fijamente.

—Niall, déjame salir —pide nuevamente. Trata de decirlo con autoridad, pero no puede controlar el temblor de su voz.
—¡Sólo escúchame! —suplico.
—¿¡Y tú, acaso me escuchaste!? ¿¡Acaso escuchaste una mísera palabra de lo que te dije!? ¡No! ¡Solo pensaste y creíste lo peor de una vez! ¡Igual que todos! —grita y las lágrimas amenazan con salir, pero no las deja.

Siento una mezcla de culpa, dolor y confusión. Incluso descarto lo fuerte que duele mi cabeza en el momento ¿A qué se refiere con todos?

—¿Por qué no mejor me dejas en paz? —demanda.
—No puedo —murmuro— No puedo ni quiero. ¿Qué no ves que me estoy volviendo malditamente loco sin ti?
—Niall, el contrato se acabó —dice y toma aire para calmarse— Estamos rompiendo la Ley con solo-
—¡No me importa, Coraline! ¡Solo me importas tú! ¡Solo te quiero a ti! —tomo su rostro entre mis manos— Fui demasiado estúpido para no darme cuenta antes y no sabes cuánto me arrepiento.

Ella me mira por unos segundos, sin decir nada, sin llorar; trata de ser fuerte. Lo veo en sus ojos, como no quiere entender nada de lo que le estoy diciendo. Noto sus ojeras, producto de lo tarde que nos acostamos y todo eso parece tan lejano ahora. Bajo mi mirada a sus labios por un momento, para volver a mirarle a los ojos. Solo espero que vea la sinceridad y desesperación en los míos.

—No estás entendiendo la gravedad del asunto —suelta, tomándome por sorpresa.
—¿A qué diablos te refieres?
—Vamos a dejar de lado el hecho de que ya no confío en ti como antes —siento como si me golpearan en el estómago— Es verdad. Tú no confiaste en mí de…—su voz se corta y se aclara la garganta antes de continuar— Así que, olvidando eso. No podemos estar juntos. ¿No te importa el contrato, no te importa que rompas lo que establece? Bien. ¡Pero no vengas a decir que vas a estar conmigo a cuesta de todo! ¿Sabes lo que podría pasarnos? ¿Sabes lo que estamos aguantando, todas, por esto? —me reclama y el dolor se escucha en su voz— Ustedes solo están pensando en su deseo de perseguirnos, no están deteniéndose a pensar en cómo es para nosotras.

Hace una pausa por unos momentos. Sigo escuchando sin decir nada.

—Soy una Directioner —susurra, y me doy cuenta del enorme esfuerzo que hace por no llorar— O lo era, no sé. Pero he dedicado más horas de las que dedico a hacer la tarea al fandom, al apoyo, a todo. Somos una familia, ¿sabes? Somos una familia de fans que se apoyan por sobre todo lo demás, son mi segunda familia elegida —explica y sorbe por la nariz— Y ahora, cuando entro a mi twitter o tumblr, todo lo que hay son mensajes de odio sobre lo zorra que soy, lo malagradedica, lo malnacida, lo hija de...ya sabes, y de lo horrible directioner que soy porque te rompí el corazón. No hay apoyo, solo hay odio, gente que me juzga y me desea muy lejos de aquí y...

No puede continuar porque un sollozo que me desgarra las entrañas se escapa de sus labios. Y ese es el primero de muchos. Comienza a llorar desconsoladamente, como nunca antes la he visto y siento como mis ojos se llenan de agua y como mi pecho se aprieta. Al aparecer, ya no queda más por desahogar de ella que las lágrimas. Sin pensar en las consecuencias, la tomo en mis brazos y la siento en mi regazo, abrazándola con todas mis fuerzas.

—Yo no hice nada, Niall —logra decir entre sollozos, colocando su cabeza en mi cuello.
—Lo sé, lo sé, lo siento —comienzo a pasar una mano por su cabella y con la otra hago círculos en su espalda— Lo siento, lo siento, lo siento tanto; lo siento, lo siento —digo y repito una y otra vez, deteniéndome únicamente para plasmar besos en su coronilla.

Sigo pidiendo perdón y consolándola hasta que sus sollozos se calman. Comienzo a cantar las letras de “Safe and sound” de Taylor Swift, y su temblor por las lágrimas también van cesando. No puedo ni siquiera explicar lo horrible que me siento en este momento. Lo único que quiero es ver a mi Cora sonriendo con toda la alegría del mundo, con aquel brillo único en sus ojos, y no voy a descansar hasta tenerlo de vuelta. Cuando acabo el coro por segunda vez, es que me doy cuenta de que su respiración se ha estabilizado por completo y asumo que se ha dormido. Siento todas las ganas de quedarme aquí, con ella en mis brazos y dormir hasta que se despierte. Sin embargo, sé que probablemente vaya a reaccionar negativamente cuando despierte y caiga en el hecho de lo que pasó aquí. Así que en contra de mi santa voluntad, suelto un suspiro y la recuesto del asiento, para posteriormente pasarme al asiento conductor.


El alivio que me recorre el cuerpo es inmenso. El auto del papá de Cora no está aquí, así que estoy salvo de ser asesinado a base de martillos. Espero que la suerte siga de mi lado y no sea Elise quien me abra la puerta. Estoy segura de que ella me odia tanto como Steve. Rodeo el auto para abrir la puerta trasera y cargar a Coraline al estilo princesa. Inconscientemente, ella se acurruca contra mí y murmura algo que no puedo entender. Las ganas de quedarme así con ellas son grandes, tan grandes que casi me superan. Sin embargo, Lisa se ha dado cuenta de que estoy aquí y se encuentra en el porche de la casa. Nos mira con una expresión que no sé descifrar bien.

Mientras avanzo hasta la casa, mando una oración al cielo para que no pregunte por qué terminé con una Cora dormida en mi auto. No sé si tenga corazón para responderle.

—Am…
—Puedes subir y dejarla en su habitación, solo estoy yo en la casa —dice antes de que pueda disculparme por entrometerme.

No me mira de la manera que pensé —con odio o algo parecido. Sino, que me sonríe pacientemente y me indica que suba. Decido seguir la orden y subo hasta el segundo piso. Al entrar a la habitación de Coraline, las ganas amenazan con superarme de nuevo. Los recuerdos me golpean como un balón de soccer y tengo que tomar aire para no dejarme llevar. Si me lo hubiesen dicho hace un par de meses, el hecho de que terminaríamos de esta manera: tan cerca, pero demasiado lejos al mismo tiempo….No lo habría creído. Es un hecho de que Coraline se cerró ante mí tan rápido como una tortuga se esconde en su caparazón después de todo lo que pasó, y realmente no la culpo.

La cubro con la sábana de sandías que tiene su cubrecama. Me quedo mirándola unos segundos, antes de decidir que ya he probado mi suerte lo suficiente e irme de allí. Cierro la puerta lo más sigilosamente posible y desciendo hasta la primera planta, donde Lisa se encuentra sentada en uno de los sillones color verde manzana.

No sé qué decir una vez que estoy debajo. La última vez que estuve aquí, su esposo trató de matarme, pero tampoco quiero hablar de eso. Sin embargo, una vez que llego hasta dónde está, no es necesario que sea el primero en decir algo.
—Siéntate, ¿quieres? —me indica el lugar a su lado y me siento— He notado que realmente la quieres, ¿sabes? —no digo nada, pero siento un nudo en mi garganta— Al menos, eso es lo que parece. Espero que mi instinto de madre no se equivoque —se encoge de hombros— Y ella te quiere de vuelta, eso también lo sé.
—Ahí se equivoca, Lisa —niego con la cabeza— Cora ya…yo…bueno, la cagué realmente mal.

Me doy cuenta de lo que he dicho muy tarde, pues Lisa me sonríe con diversión.

—¡Joder! No quise decirlo así, pero-
—No te preocupes y entiendo de dónde vienes —me mira maternalmente— No eres perfecto, Niall, espero que entiendas eso. No puedes devolverte al pasado y cambiar lo que está hecho, por más que pienses en eso —desvía la mirada hacia un punto en la mesa pequeña en frente de nosotros— A veces me recuerdas a mí misma, ¿sabes? —la miro sorprendido— Cuando era más joven era muy nerviosa, como tú cuando viniste a cenar por primera vez aquí. Y además de eso, una vez tengo la percepción de algo, no se me va de la cabeza fácilmente. A pesar de que yo esté en lo incorrecto —ahora estoy confundido, pero la escucho de todas maneras— Digo eso porque así era contigo al principio, pensabas que Coraline era solo una loca fan más, que te creía tan perfecto como las revistas te pintan y que su obsesión era enferma. Por eso la tratabas como lo hiciste.

Al escuchar eso, no sé si golpearme o largarme. Cómo se enteró la mamá de Coraline de todo eso —no tengo idea. ¿Por observación, alguien le habrá dicho? Lo más que puedo pensar es que Cora le dijo algo o alguna de las otras chicas.

—Y puedo apostar, que te diste cuenta demasiado tarde de lo que tenías en frente —continúa Lisa, es como si recitara todo lo que me pasó en todo ese tiempo en pocas horas— A pesar de que ella siempre fue Coraline; alegre, optimista, cariñosa. Se parece mucho a su padre, más todavía cuando trata de lograr que las cosas salgan como ella quiere. Puede hacerte ir a Dubai sin darte cuenta —se ríe de su propio chiste y después de unos segundos me mira con nostalgia— Steve está así contigo porque no quiere que le rompas el corazón como una vez se lo rompí yo a él —confiesa y creo que abro la boca del shock— Es algo que Cora aún no sabe pero, bueno, pasamos por muchas cosas antes de estar propiamente juntos. No solo nosotros dos, sino los padres de las otras chicas. Tenemos una larga historia —sonríe de nuevo, con la misma nostalgia de antes.

—Pero te diré que porque estén pasando por esto ahora, no significa que no vayan a volver a estar juntos —posa una mano en mi hombro de manera afectiva— Solo hay que seguir intentando y al mismo tiempo, dejar que la vida siga su curso.

Me despido con un abrazo y un beso en la mejilla de Lisa. Cuando estoy en el auto, no puedo evitar mirar hacia la ventana de la habitación de Coraline, mientras repaso en mi cabeza todo lo que me ha contado Lisa. La obsesión de Steve por perturbarme mental y físicamente ya es más que la simple sobreprotección de padre e hija. Suspiro y de una vez arranco el auto, no vaya a ser que Steve llegue y me encuentre aquí.

Cuando me detengo en el primer semáforo de camino a mi departamento, por el espejo retrovisor algo brillante capta mi atención. Volteo el cuerpo y veo algo en el asiento trasero. Estiro mi brazo y tomo la pulsera en mi mano. La examino, sin tener que darle mucha cabeza a quién pertenece porque sé que es de Cora. Está hecha con hilos de madeja, con colores azules y morados y en el medio un símbolo de paz. La amarro en mi muñeca izquierda, sintiendo con eso una sensación de que nuestras vidas aún no van a separase. Quiero creer que es así, por más improbable que parezca.