gatos y tenedores.

+ nombre;; gatos y tenedores. + autor;; yo, taemin. + adaptación;; no. + género;; humor. + advertencias;; utilizo modismos típicos de argentina, perdón si se dificulta la lectura. + otras páginas;; sólo en onlywn.

Taemin tenía un gran problema, uno que incluía una de sus funciones vitales, la razón por la que seguía vivo y coleando, y que sin ella su vida no sería la misma y seguramente estaría muerto. Y uno se pregunta, ¿qué tipo de problema es ese? Bueno, querido lector, es un problema bastante grave, uno que tú y yo tenemos al menos una vez en nuestra vida, que nos desespera y nos hace creer que ya no hay esperanza y que en cualquier momento podrías morir por lo que sea, desde una turbina de un avión cayendo a kilómetros por hora hasta una lámpara de lava que explota en un microondas. Ese problema, querido amigo, es que no hay comida.

Oh no, no te rías, es un problema bastante serio, y más para Taemin quien llegaba tarde a su trabajo, perdiendo el colectivo y con un gato exigiendo comida y amenazando con rasgar las cortinas nuevas que su madre había enviado desde Suiza. Pero, ¿cómo llegamos a esto? Bueno, todo empezó en el momento en el que Taemin rompió accidentalmente la manija de la heladera, logrando que se abriera fácilmente hasta para un gato. Exactamente, fue el Señor Gato quien se comió todo lo que había en el aparato, desde los tomates en los cajones hasta los huevos en la punta más alta de la puerta. ¿Cómo es que un gato hace todo eso? Mejor dicho, ¿cómo es que puede tener lugar para tanta comida? Misterios de la vida.

Pero ahora no era momento de reflexionar, era momento de hacer decisiones importantes que afectarían su vida de una u otra manera. No lo pensó más y tomó una botella vacía, la llenó de agua de la canilla y entre los estantes buscó cualquier alimento que pudiese quedar, sólo encontrando una lata de paté y un poco de durazno natural. No le importó, tomó la lata, un tenedor y guardó todo en una bolsa de plástico antes de salir de su casa directo a la parada de colectivo en la esquina de la cuadra. Fue una corrida impresionante la que hizo para llegar antes de que el colectivo partiera, y una vez pagó pudo sentarse tranquilamente al final del automóvil, quedando pegado frente a la ventana derecha, lejos de la mirada curiosa de las viejas del barrio y los hombres que casualmente tomaban la misma línea.

Otro problema: en todo el apuro olvidó tomar el abrelatas. ¿Ahora qué haría? ¿Abrirlo con los dientes? No podía hacer lo mismo que Señor Gato, quien de alguna manera había logrado abrir una lata de sardinas que ni él mismo sabía por qué guardaba. Resignado, dejó la lata en la bolsa y tomó un sorbo del agua ya caliente por el sol que traspasaba su ventana. En un arrebato de furia lanzó el tenedor a un costado, haciendo que rebotara en el respaldo del asiento y terminara en el piso, casi en un costado del pasillo. Una vieja lo miró y cuchicheó algo con su acompañante, pero a Taemin no le importó nada más. Estaba enojado, bastante enojado, y con hambre.

El colectivo paró en otra esquina y se subió un solo hombre, un joven de piel albina y olor a  marihuana que se sentó en el asiento frente a Taemin. El olor asfixiaba al pobre chico, que podía asegurar que el hombre estaba drogado o había estado cerca de alguien que lo estuviese, porque ese olor era el mismo que el de sus vecinos (esos locos que se la pasan drogándose en la terraza y dejan todo el pasillo con una sensación horrible a porro) y le asustaba conocerlo tan bien.

Ignoró al joven hasta la siguiente parada, donde un tipo de traje y corbata se subió a dos asientos del Chico Droga. Parecía importante, y por el maletín que llevaba y lo caro del traje (que seguramente valía más que su casa, la de sus padres y todo en ellas) podía asegurar que era un empresario con mucha plata. El empresario miró a Chico Droga y formó una mueca de asco antes de erguirse en su asiento y acomodar su traje con repulsión. Chico Droga notó eso y sonrió vilmente, sacando un cigarrillo normal (o eso quería creer Taemin) y prendiéndolo, irritando más a Empresario. Taemin quiso evitar que nada pasase e intentó abrir la ventana, pero Chico Droga lo miró de manera divertida y le dijo que no hiciera nada. No tuvo otra opción que ceder, hundiéndose en el asiento sin intenciones de formar parte de nada que pudiese terminar mal.

Empresario comenzó a estornudar y Chico Droga parecía divertirse mucho, hasta comenzó a reírse sutilmente, risillas que terminaron en carcajadas y llegaron directo a la rabia de Empresario. Empresario se paró, dejando su maletín en el asiento y acercándose a Chico Droga. Taemin se hundió más y se preguntó por qué el colectivero o alguna de las viejas no interfería, pero tal como él nadie quería involucrarse.

—¿Podrías parar, por favor? —pidió Empresario con toda la paciencia que se permitía en ese momento.

—¿Parar qué? —Chico Droga dio otra calada al cigarrillo, tirando el humo directo en el rostro de Empresario. Eso fue la gota que rebalsó el vaso. Empresario no se hizo esperar y abrió la ventana de golpe, tomando el cigarrillo y tirándolo por la ventana.

—Gracias —dijo Empresario sonriendo cínicamente, dispuesto a regresar a su asiento.

Chico Droga cambió su rostro de diversión a uno de furia pura, se paró y tomando a Empresario por el hombro lo volteó y le pegó un puñetazo que le volteó la cabeza. Empresario respondió casi al instante, devolviendo el golpe a Chico Droga, ahora con una derecha en el estómago del chico. La pelea siguió hasta que Chico Droga sacó un cuchillo de su bolsillo, una pequeña navaja, y apuntó con esta a Empresario, amenazándolo. Empresario retrocedió hasta donde estaba Taemin, quien quiso hundirse más en el asiento, pero si lo hiciera terminaría por caerse al piso. Gracias al cielo no se cayó, pero Empresario sí al patinarse con el tenedor que seguía en el piso. Desesperado por ver a Chico Droga acercarse más, Empresario tomó el tenedor y apuntó a Chico Droga con él, quien rió de manera divertida tal y como hace unos minutos.

—¿Esa es tu arma? —dijo—, ¿un tenedor?

Empresario pareció arrepentido por unos segundos, pero aprovechando los momentos de distracción de Chico Droga se abalanzó sobre él y siguió la pelea.

Más tarde y ya anocheciendo Taemin suspiró, sentándose en su cómoda cama con su amigo Minho cambiando de canal en la tele. Una noticia le llamó la atención y dejó justo cuando la periodista hablaba sobre el extraño caso del chico que murió por una puñalada en su globo ocular, encima, con una extraña arma: un tenedor.

—¿Ese tenedor no es el que te regalé en Navidad —dijo Minho—, el de los tallados exóticos?

Taemin volvió a suspirar, asintiendo en respuesta.

—Es culpa del empresario ese —alegó—. Él fue el que mató al chico, ¡y traía guantes! A que no adivinas de quién encontraron huellas en el arma homicida.

Minho rió y Taemin suspiró nuevamente. Bueno, el lado bueno era que cuando pararon el colectivo estaban frente a la tienda y pudo comprar algo para comer.

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