Re: "Un Juego Peligroso" Joe Jonas & Tú (ADAPTACIÓN)

por **Little'Skyscraper** Miér 14 Dic 2011, 7:05 pm

Nani Jonas escribió:cada vez se pone mejor porfa sube mas amo tu nove

Se viene muuuucho mejor te lo aseguro :twisted: Subo más en un rato :)

por **Little'Skyscraper** Miér 14 Dic 2011, 8:13 pm

Capítulo 4

La ceremonia de casamiento fue rápida e impersonal. Y el almuerzo, elaborado y soberbio, fue preparado, sorprendentemente, por Claude.
Para quien los viera, parecían la pareja perfecta, pero _____ no estaba segura de que su padre, Carlo, y hasta Claude creyeran que todo aquello era verdadero.
—Tenemos que irnos pronto.
_____ miró al hombre alto a su lado, y logró sonreír.
—Cuando quieras.
—Carlo ya colocó nuestras maletas en el portaequipaje del coche. —declaró Joe, doblando el puño de la camisa para asegurarse de la hora. _____ respondió en el mismo tono:
—Voy hasta la cocina a despedirme de Claude.
El carrito había sido cargado y la cocina estaba nuevamente en orden, cuando ella entró. Claude sonrió ampliamente.
—¿Lista para irte? Yo también. El mayordomo del señor Jonas ordenará la sala, cuando vuelva. —Él la miró de cerca, bastante observador.
—Pareces pálida… ni un poco parecida a una novia radiante.
¡Oh, cielos, tendría que animarse un poco!
—Nervios, Claude —dijo, ligeramente. —Creo que todas las chicas sienten un poco de miedo el día de la boda.
—Siento mucho perderte —dijo el francés, sinceramente.
—Con tu talento, dudo que necesites de mis servicios en el futuro.
Tragó un pequeño nudo que tenía en la garganta, vacilando.
—Creo que es mejor que me marche. Los demás ya están listos para irse.
—Buena suerte, _____.
Ella sonrió en agradecimiento, a continuación salió de la cocina. Ya estaba casi en la sala cuando Joe apareció en el pasillo, obviamente con la intención de buscarla. Sus cejas levemente arqueadas hicieron que _____ se ruborizara, y ella tuvo que sufrir con el apretón en su brazo hasta llegar al piso inferior, donde el coche estaba estacionado.
El viaje hasta el aeropuerto duró media hora, y casi no hubo tiempo para algo más que unos retazos de conversación interrumpida, mientras Joe pesaba las maletas y en seguida rellenaba los formularios necesarios para la aduana.
—Hasta pronto, querida —dijo Nick Ballinger, abrazando a su hija calurosamente.—Estoy seguro que serás feliz. Dios te bendiga. —Él parecía completamente relajado, la mayor parte de la tensión que había agregado varios años a su propia edad casi habían desaparecido por completo.
—Te telefonearé, cuando regresemos —fue todo lo que _____ consiguió decir cuando el micrófono anunció la partida de su vuelo, instruyendo a los pasajeros para que se dirigieran hacia la aduana, a través de la sala de embarque.
A continuación, se perdieron entre la multitud que estaba por abordar, y ella se sintió extrañamente vulnerable —demasiado consciente de haber pasado por una puerta que no tenía vuelta atrás. El hombre que estaba a su lado era su marido, ahora, y ese hecho aumentaba una nueva dimensión a su relación, corta y tempestuosa.
Las tres horas de vuelo parecieron cortas con las interminables atenciones de la aeromoza, al proveerlos con comida y bebida. Por consiguiente cuando la cena fue servida, ella sólo logró probar un poco de cada plato. Durante todo ese tiempo, Joe se propuso ser un compañero civilizado, manteniendo una conversación fácil que era una clara antítesis de las respuestas monosilábicas de _____.
La única parte de la conversación que le interesó fue que Nueva Zelanda tenía horarios diurnos diferentes, durante los meses de verano, hecho por el cual, junto con las dos horas de diferencia de los husos horarios entre los dos países, haría con que llegaran aproximadamente una hora y media antes de medianoche. Después de que pasaran por la aduana y tomaran el coche de alquiler, sin duda irían directamente al hotel.
______ oía vagamente la voz de Joe informando que el hotel estaba localizado en Parnell, o cuánto tiempo llevarían hasta llegar allí.
Mientras el coche se ponía en movimiento, se quedó sentada mirando sin ver por la ventana, muy consciente de que los minutos pasaban y se acercaba el momento en que Joe la tomaría verdaderamente, como esposa. Oh, Dios, era increíblemente irónico que, en esa era de liberación sexual y píldoras anticonceptivas, ella mantuviera sus principios morales con tanto valor. Ahora, estaba eternamente comprometida con un hombre cuya única finalidad, en el matrimonio, era tener un hijo. No existía incluso ni un mínimo afecto entre ello, para que ella pudiera esperar un poco de cariño en la consumación de su matrimonio.
Las luces de la calle, afuera, lanzaban un brillo blanquecino, iluminando la acera en espacios siempre iguales, y había poco para ver además del perímetro oscuro de sombras. Una creciente corriente de tráfico y cruces, controlados por computadores, indicaba que estaban aproximándose a la ciudad, y, en algunos minutos, el coche se desvió del camino principal y se detuvo dentro de un área grande y redonda. Inmediatamente, ______ sintió un dolor en el estomago, de tan nerviosa que estaba, y sólo con esfuerzo consiguió salir del coche y caminar con Joe hasta el chalet que les había sido reservado.
Joe la examinaba profunda y detenidamente y el silencio entre ellos pareció crecer hasta que se volvió un vacio enorme y amenazador.
—¿Te gustaría que desempacara nuestras pertenencias? —La voz de _____ sonó extraña y rígida.
—¿Ansiosa por asumir tus deberes maritales? —se burló Joe y _____ sintió la rabia creciendo en su interior.
—Creo que no me dejarás descuidar ninguno de ellos. —Los ojos de Joe se estrecharon, levemente, y sus labios se movieron en un pequeño gesto de sonrisa.
—¿Especialmente en la cama?
—Especialmente en la cama —repitió sin pensar, dando un paso hacia atrás cuando él se aproximó. _____ necesitó de todo su valor para quedarse donde estaba.—No soy una compañera ardiente, es bueno que lo sepas —se aventuró, desafiante, entrelazando los brazos frente a sus senos, como si eso fuera a protegerla.
—O eres increíblemente inocente, o estás fingiendo serlo. ¿Cuál de las dos? —preguntó, calmadamente.
—¡La última, claro está! —exclamó _____ con intencionado sarcasmo, sin darle importancia a no haber dicho la verdad.
Él estiró una mano y levantó su barbilla lentamente.
—Ah, sí. Vírgenes de ojos húmedos se han vuelto una rareza desde el siglo XVIII, en nuestra desarrollada sociedad. Emancipación femenina, libertad e igualdad, ¿eh?
Súbitamente, ella sintió una gran dificultad para tragar, pues parecía tener un nudo en su garganta, que no quería desaparecer.
—Voy a desempacar —consiguió decir, y huyó de él. En la habitación, se demoró el mayor tiempo posible colgando la ropa en el armario, colocando las otras piezas en las gavetas. A continuación, con un sentimiento de fatalidad, agarró un camisón y un bata, juntamente con artículos de aseo, y se dirigió hacia el baño.
Cuando salió, sólo la lámpara al lado de la cama estaba encendida, y ella se quedó casi paralizada al ver a Joe desvistiéndose. Con una despreocupación total por la su presencia, él se sacó la última pieza de ropa y se colocó una bata antes de atravesar la habitación y dirigirse hacia la cama.
Un color brillante calentó el rostro de _____ y, en un estado de torpeza aguda, se volteó, con el pretexto de colgar la ropa que tenía sujeta al brazo.
—Me parece que estás siendo tímida —dijo Joe lentamente, y se asustó con el tono de su voz tan cerca, detrás de ella. Los dedos de él soltaron la cinta que sostenía sus cabellos, haciendo que cayeran, como una cascada, hasta los hombros, y ella sintió los dedos que pasaban suavemente a lo largo de toda su extensión. —No finjas ser una niña, _____ —advirtió dulcemente, halando su cabello, y ella respondió rápidamente:
—No estoy fingiendo ser nada. —Un temblor de miedo le causó escalofríos en la columna y ella se giró para encararlo, levantó una mano para alisar un rizo de cabello que se había escapado, en un gesto involuntario.
—Escaparías si pudieras, y huirías en medio de la noche. —La voz de Joe estaba llena de divertido cinismo mientras, con movimientos deliberadamente lentos, le retiraba la bata de sus hombros, dejándola caer al suelo. En seguida, sus manos se curvaron sobre los huesos delicados de sus hombros, acercándola a él.
El miedo fue sustituido por rabia en el momento en que la mano de él comenzó a descender, y ella volteó el rostro, luchando con todas sus fuerzas para escapar de su abrazo. No que eso la ayudara en algo, pues Joe impidió cada intento con una notable facilidad, y su risa suave cerca de la oreja de _____ fue la última gota.
—¡Oh! —exclamó ella furiosa, detestándolo con todas sus fuerzas. —¡Eres un salvaje! —lo acusó, profundamente cansada, mientras la boca de Joe continuaba su camino exploratorio, tocando las delicadas profundidades de su garganta, el nervio palpitante a un lado de su cuello, antes de desplazarse hacia arriba, para besarla en la oreja. —Suéltame —imploró, intentando desesperadamente soltar las manos que estaban sujetas detrás de su espalda. Sus hombros y brazos estaban comenzando a dolerle por la tensión muscular, y sus senos se levantaron y bajaron rápidamente.
—¿Por qué luchas contra mí, piccina? Te agotarás antes de que comencemos.
—¿Y qué esperabas? —preguntó, en tono amargo, mientras suspiraba profundamente. —¿Un dócil y apacible borreguito?
—Si hubiera deseado una compañera así, no tendría ninguna dificultad en escogerla —le aseguró Joe divertido, mientras la levantaba en brazos tranquilamente y la cargaba en dirección de la cama.
—Te odiaré —amenazó _____ furiosamente, recibiendo una carcajada divertida como respuesta. Su espalda tocó la suavidad del colchón, y comenzó a luchar con todas las energías que poseía, en el momento en que el peso de él sujetó su cuerpo.
Nada lo conmovió. Ni siquiera las súplicas o amenazas furiosas de _____, y el único momento de satisfacción que tuvo llegó cuando logró apartar su boca de la de él por un corto segundo, lo suficiente para enterrar los dientes en los fuertes hombros que tenía en frente.
La reprimida maldición que él profirió fue una dulce venganza, pero sólo momentánea, pues Joe le devolvió el mordisco en un sitio mucho más suave y vulnerable de su cuerpo.
_____ emitió un gemido disgustado de dolor y rabia, y colocó las manos en su pecho, empujándolo, en un esfuerzo por causarle más daño. Cuando sus dedos encontraron una masa de rizados cabellos, cerró sus dedos y haló —¡con fuerza!
—¡Gata! —la acusó gravemente. —No eres ninguna virgen doncella, tú misma lo admitiste. —Su voz era dura y totalmente fría, y el grito desesperado de protesta que ella iba a soltar murió en su garganta cuando la boca de él descendió sin piedad sobre la suya.
¡Oh, Dios del cielo! La idiotez de lo que había dicho en un momento de rabia le costaría caro, y su furia aumentó cuando él intentó, con una cruel persuasión, evocar alguna respuesta en ella, hasta que, exhausta, _____ se abandonó al cielo y al infierno de su posesión.
Más tarde, quedó acostada a su lado, apretada contra el varonil cuerpo, que aún dormido, se rehusaba a permitirle cualquier libertad.
Con un leve movimiento, el brazo de Joe se estrechaba alrededor de su cuerpo. Finalmente, ella cayó en un sueño intranquilo, en el cual varios demonios la perseguían y atormentaban su mente. Se despertó en las primeras horas de la madrugada.
Le dolía todo el cuerpo, y anhelaba tomar una ducha. Con cuidado, se movió un centímetro o dos en dirección a la orilla de la cama y, después, gradualmente, se liberó del pesado brazo de Joe. Gracias a Dios, él no se despertó y ella logró levantarse.
El contacto del jabón y del agua contra su piel provocó eléctricas sensaciones de un modo casi sensual. Con algo parecido a la rabia, restregó su cuerpo con fuerza, bajo la ducha, hasta que su piel quedó brillante y rosada de la cabeza a los pies. Fue sólo entonces que _____ completó su aseo y volvió silenciosamente a la cama.
El aroma sutil del café fresco, esparcido en el aire, y mezclado con el delicioso olor de bacon asado y tostadas hizo con que _____ despertara. Al principio, no estuvo segura de donde se encontraba, pero en seguida, la memoria regresó, volviendo la dura realidad a su cabeza. Lentamente, se giró y levantó la cabeza. No había señal de Joe, y una rápida mirada a su reloj le reveló que ya era tarde —algunos minutos después de las diez, para ser exacta. Para su propio horror, había logrado quedarse dormida.
Saliendo de la cama silenciosamente, cogió ropa interior limpia, una falda y una blusa y, apresuradamente, se quitó el camisón. Gracias a Dios, el día que tenía por delante era bastante largo hasta que la oscuridad cayera nuevamente, obligándola a enfrentar el destino que la noche le traería. ¡Era indignante! ¡Como las mujeres podían soportar tales inmoralidades era algo que ella no lograba comprender!
Desestimando cualquier uso de maquillaje, pasó un cepillo por el cabello y decidió que su apariencia no era tan mala. En seguida levantó la barbilla, suspiró profundamente y, decidida, fue hasta la cocina.
La figura grande de Joe se encontraba allí y una rápida mirada fue todo lo que _____ necesitó para que su pulso se acelerara a un ritmo alarmante.
Simple nerviosismo, pensó ella malhumorada. Vestido con pantalones de percal de color gris y una camisa sport, azul marino, proyectaba un magnetismo físico imposible de ignorar.
—Buon giorno.
Él debía haberla oído cuando entró a la cocina y, después de una momentánea pausa, _____ hizo un comentario ahogado:
—¿Quieres que sirva el café? —Tenía que hacer algún intento en parecer normal.
—Sí, por favor. Estoy necesitado de una taza.
Era imposible descubrir lo que él estaba sintiendo, por su voz, concluyó recelosamente, mientras se aproximaba a la mesa. Con el rabillo del ojo, vio cuando él apagaba la cocina y transfería el contenido de la sartén a los dos platos.
—No tengo mucha hambre —se aventuró a decirle, viendo la cantidad de comida que él le estaba colocando en el plato que tenía delante.
—Come, _____ —le ordenó, mientras se sentaba en la silla del lado opuesto.
Inmediatamente, su rabia comentó a crecer otra vez.
—Ciertamente me permitirás escoger la cantidad de comida que me apetece comer, ¿no es así?
La mirada de él fue desconcertantemente plana.
—Si necesitas discutir, por lo menos espera hasta que haya terminado mi café matutino.
—¿Por qué? —preguntó suavemente. —¿No funcionas bien con el estomago vacío?
Los ojos oscuros, vivaces y ligeramente cínicos estudiaron sus rasgos lentamente, haciéndola sonrojarse.
—Estás bastante extenuada, _____ —dijo con cierta lentitud.
—¡Sin duda, después de anoche!
—¿Qué esperabas un inocente beso y nada más? —_____ encontró su mirada con dificultad.
—No había ninguna necesidad de ser tan… animal.
Las cejas de él se alzaron en una expresión burlona.
—Tu dijiste tener experiencia —le contestó secamente —, y luchaste como un gato montés. Si hubiera sabido que eras virgen, habría tenido cuidado para que tu iniciación fuera menos… desinhibida.
—¡Perdóname, pero no te creo!
—Podría haber sido peor —declaró Joe, cínicamente, y ella tembló sin querer.
—Voy a tomar el café en la terraza —Ella necesitaba apartarse de aquel hombre detestable y cínico —aunque fuera por apenas diez minutos.
—Te aconsejaría comer algo. ¡Viajar con el estomago vacío puede ser muy incomodo!
Sus ojos se encontraron con los de él antagónicamente.
—¿No nos vamos a quedar aquí?
—¿Qué pensabas que tenía en mente, mia esposa? ¿Cuatro días tras las puertas cerradas y una lucha constante en la habitación? —Sus labios se curvaron en una sonrosa provocadora. —Por tu color, veo que fue exactamente eso lo que pensaste. No tientes al diablo que tengo dentro de mí, querida —le advirtió en forma implacable. —Ya provocaste mi paciencia más de una vez, y considero que las consecuencias fueron desagradables. Ve a tomar tu café. —añadió, bruscamente. —Encontrarás el periódico de hoy encima de la mesa…no hay duda de que las palabras impresas son preferibles a mi compañía.
_____ cogió su taza y escapó por la puerta que daba a la terraza, sin mirar hacia atrás.
El calor del sol le acarició el rostro y el aire tenía un aroma fresco y limpio, cuando sacó una silla de debajo de la mesa trabajada en hierro.
Desdoblando el periódico, leyó los titulares rápidamente, intentando concentrarse en los artículos mientras tomaba el café.
Una media hora más tarde, las maletas estaban listas, esperando una al lado de la otra, cerca de la puerta. ______ miró hacia arriba cuando Joe entró en la habitación.
—¿Lista?
Ella asintió silenciosamente con la cabeza y vio cuando él agarró una maleta en cada mano.
—Voy a colocarlas en el portaequipajes, y después, entregar la llave en recepción. Espérame en el coche.
—¡Y si me veo tentada a conducir, yéndome sin ti? —Las retadoras palabras salieron de su boca antes de que ella pudiera impedirlo, y casi se encogió bajo la dura mirada que él le lanzó.
—Demonios, estás perversa esta mañana. —Su voz era enormemente peligrosa, y _____ se preguntó por qué reaccionaba así, por qué estaba tomando el camino rumbo a su propia destrucción. Era casi como si un espíritu malvado hubiera conquistado su cordura.
—¿Adónde podría escapar? —argumentó, con increíble lógica.— Estoy en un país extraño y los pasajes de avión los tienes tu. —Ella rió con un poco de amargura. —Podría pedirle ayuda a la policía. Que historia…ya puedo imaginar los titulares… “Novia fugitiva busca protección, novio la persigue”. Y me perseguirías, ¿no es así, Joe? A final de cuentas, fui yo quien aseguró la paz de mi padre. ¡Pobre papá… si el supiera!
—Entra en el coche, _____, antes de que haga algo de lo cual me arrepienta más tarde. —Había algo terriblemente amenazador en su tono, que prometía un futuro horrible a cualquiera que fuera suficientemente tonto para ignorarlo.
Durante más de dos horas, _____ quedó en completo silencio, sin aventurarse a hacer ningún intento de conversar para aliviar la tensión del viaje. Una vez, una risa espontanea apareció en sus labios, cuando los juegos de un pequeño ternero con su madre le parecieron un espectáculo demasiado divertido para ser ignorado. Olvidando momentáneamente su disputa, se giró hacia él para llamar su atención, pero una mirada a aquellos rasgos serios fue suficiente para terminar hasta con un brote de diversión.
El campo era encantador, con peñascos que se elevaban gentilmente en muchos pastos verdes, vallas dispuestas para retener una variedad selecta de ganado y rebaños.

por **andreita** Jue 15 Dic 2011, 12:04 pm

ME ENCANTA
ME GUSTARIA QUE NO SE EPELARAN TANTO
SIGUELA

por **Little'Skyscraper** Jue 15 Dic 2011, 3:22 pm

andreita escribió:ME ENCANTA
ME GUSTARIA QUE NO SE EPELARAN TANTO
SIGUELA

No has visto nada todavía, se pelearan mucho más

por **magus_jobros** Jue 15 Dic 2011, 3:24 pm

siguelaaaa me encanta tu nove....
por cierto NUEVA LECTORA =)

por **Little'Skyscraper** Jue 15 Dic 2011, 7:37 pm

Un hambre enorme comenzó a crecer en el fondo de su estomago, un recuerdo vívido de su obstinada renuencia a tomar el café matutino. Ella deseaba preguntar hacia donde se dirigían, cuándo llegarían, y por cuánto tiempo se quedarían. ¡Y, especialmente, cuando comerían!
—¿Tienes hambre?
—Si te digo que sí, no me dirás: “Te lo advertí”? —preguntó _____.
—Estamos casi llegando —respondió Joe tranquilamente, y ella no pudo resistir el deseo de preguntar:
—¿Adónde vamos?
Una pequeña sonrisa curvó los labios de él.
—Rotorua, un lugar de veraneo para turistas, célebre tanto por su cultura maorí como por ser uno de los únicos lugares del mundo donde la superficie de la tierra es más suave. Por esa razón, es un lugar rico en aguas termales y piscinas de barro caliente. ¿No sientes el olor humeante a ácido sulfúrico?
_____ arrugó la nariz.
—¿Entonces es eso a lo que huele? —Ella no lograba decidir si era agradable o no. Sin duda, tendría que acostumbrarse. En poco tiempo, ya estaban pasando por la calle principal, y ella miró a su alrededor con interés.
—El motel queda justo enfrente a los Jardines —informó Joe, mirando rápidamente hacia ella. —Nos registraremos y después buscaremos algún lugar donde podamos comer.
Su habitación era una de las varias construidas alrededor de un patio interno, en el cual había una gran piscina con agua clara como el cristal brillando bajo el sol. _____ la miró con envidia, determinada a pasar algún tiempo en el refrescante frío, antes de que terminara el día.
Una rápida aplicación de labial, un cepillo pasado por el cabello, y estaba lista para almorzar.
En el restaurant adyacente al motel, Joe pidió vino, que Sally rechazó, prefiriendo comenzar, con un apetito enorme, por la ensalada de jamón que fue colocada delante de ella. Seguida de frutas frescas, fue una comida muy agradable.
—¿Hacemos una excursión por Whakarewarewa? —_____ miró a su marido por encima de la taza de café y, en seguida, la colocó nuevamente en el platillo y sacudió los hombros indiferentemente.
—Como quieras.
Los ojos de Joe se estrecharon.
—Daremos una vuelta por los Lagos mañana, y visitaremos una o dos fuentes para turistas. Después, pensé que podríamos dirigirnos hacia el lago Taupo y seguir hacia el norte, el lunes. La bahía de las Islas es especialmente pintoresca, y haremos una parada en Auckland al mediodía… estoy seguro que te gustará hacer un tour por las tiendas de la ciudad.
—¡Seguro! Te persuadiré para que gastes mucho dinero comprando todo lo que me guste —respondió sutilmente.
—¿Crees que debería comprar otra maleta?
—Sería una buena idea —coincidió _____ dulcemente, y vio su sonrisa burlona.
—Si no tienes ninguna objeción, voy a nadar un poco —declaró _____, justo cuando entraban en la habitación del motel, un poco después de las cinco. El clima era un poco más fresco que el de Sydney, pero, aún así, hacía mucho calor.
—¿Por qué, debería? —preguntó Joe, mientras ella sacaba un bikini de la maleta.—Tal vez hasta te acompañe.
—Puedes quedarte en la orilla de la piscina —no resistió la provocación mientras sujetaba los dos pedazos de tela, mínimos, en la mano.
—¿Un efectivo perro guardián?
—Por alguna razón, no consigo imaginarte dando brazadas en una piscina —replicó secamente, y oyó su suave risa.
—¿No? Con treinta y siete años, aún no estoy con un pie en la tumba —respondió él, y _____ hizo una mueca.
—Nunca fuiste joven, Joseph Jonas. Estoy segura de que viniste a este mundo después de vivir, al máximo, en el otro. Eso está claro en sus ojos. No hay nada que aún no hayas experimentado, ¿no es así? —terminó ella, con un poco de amargura.
—Soy un hombre hecho por mis propias manos, querida —declaró él, irónico, recostándose con desgana contra el umbral de la puerta —Mis padres murieron con una diferencia de meses, entre uno y otro, cuando yo apenas era simplemente un niño. Mi hermana fue criada por las bondadosas Hermanas Católicas, y yo trabajé día y noche para cualquier persona que quisiera darme empleo. En las profundidades de la tierra, en navíos de carga, en planchas de construcción… en casi todos los países de Europa Occidental. Cuando no estaba trabajando, estaba estudiando… Matemática, Idiomas. Quince años atrás, Angelina y yo emigramos a Australia. Trabajo duro y una serie de buenas inversiones me volvieron un hombre considerablemente rico —concluyó, con un tercio de cinismo.
—Y tu hermana —_____ no pudo dejar de preguntar, curiosa. —¿Qué le ocurrió?
—Ella está casada y muy feliz, con tres hijos: de cuatro años, dos años y seis meses. Soy un tío dedicado —informó burlonamente, —y un visitante frecuente en casa de ellos en Surfers Paradise. Pasaremos la Navidad allá.
Ella digirió la información y en seguida se aventuró, lentamente:
—¿Tu hermana sabe sobre mi?
—Ella se pondrá feliz porque alguien haya logrado, por lo menos, persuadirme a llevar una vida respetable —dijo él secamente y una seca sonrisa curvó sus labios.—Sin duda, ella empezará a contar los meses hasta que la convirtamos en tía.
_____ sintió una ola de rubor teñir su cara y, abruptamente, se giró, diciendo en una voz levemente ahogada:
—Voy a nadar un poco.
—Estaré contigo en algunos minutos —dijo Joe suavemente, su sonrisa agrandándose cuando ella cogió una toalla y salió rápidamente del cuarto.
El agua estaba deliciosamente fresca y _____ emergió de una zambullida profunda para alisar su cabello y dejar que el exceso de agua escurriera de su rostro. Fuera algunos huéspedes estaban tomando una copa antes de la cena, la piscina y el área a su alrededor estaban casi desiertas.
Una figura oscura surcó el agua, y _____ se volteó para ver a Joe cerca de ella. Un impulso repentino hizo que se zambullera rápidamente y se dirigiera hacia el otro lado de la piscina y, por algunos breves segundos ella pensó que sus esfuerzos para escapar de él habían tenido éxito. Pero una presión en el tobillo y un brusco movimiento hacia abajo probaron que estaba equivocada. Al segundo siguiente, fue empujada hacia abajo de la superficie, para ser sujetada, allí, por un abrazo de hierro alrededor de su cintura. El peso del agua le impidió hacer cualquier esfuerzo para liberarse, y _____ indignada exclamó, cuando subieron a la superficie juntos:
—¡Oh! De todas las…
—Dar unas brazadas… ¿fue lo que dijiste? — la provocó Joe, los ojos brillandole con una risa diabólica. Inmediatamente, ella intentó vengarse.
Pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Profundamente cansada, ella llenó una mano con agua y se la lanzó rápidamente al rostro. Un murmullo escapó de sus labios un momento antes de descender su boca sobre la de ella, y _____ luchó con furia, odiándolo nuevamente.
El beso fue un incitador castigo y deliberadamente provocativo. Cuando él levantó la cabeza, el rostro de _____ estaba colorado y sus ojos brillaban de rabia.
—¡Hay personas mirando! —susurró llena de resentimiento, y Joe simplemente rió. —¿No te importa? —preguntó ella, escandalizada.
—Ah, piccina —se burló él gentilmente, —¿qué puede haber de terrible en un marido besando a su esposa?
—Estamos dando un espectáculo público —susurró ella, furiosa. —¡Sueltame!
Con una risa apagada, él le permitió que se escapara, y _____ nadó hasta un lado de la piscina con brazadas rápidas, saliendo del agua con un movimiento elegante.
Cuando llegó a la habitación, Joe estaba sólo a un paso detrás de ella, y una vez adentro, ella lo miró, cansada. Él era imprevisible.
—¿Puedo usar la ducha primero?
—No hay duda de que tu sentido de la modestia quedaría ofendido si yo sugiriera que tomáramos un baño juntos —respondió él lentamente, con una malicia deliberada. _____ reprimió una respuesta furiosa.
Sólo una gran resolución hizo con que _____ escogiera el vestido de noche más sofisticado de su guardarropa y pasara un tiempo considerable esforzándose con el maquillaje, aunque tuvo que prensar su cabello en un moño alto en su cabeza. Había olvidado traer su secador, y el largo de su cabello no le permitía secarse rápidamente.
—¡Caramba! —dijo Joe quedamente, impresionado, dejando que sus ojos pasearan lentamente sobre su cuerpo. —Por tu ropa glamorosa, me imagino que quieres ir a cenar a un lugar elegante.
_____ se esforzó por encontrar su mirada.
—¿Por qué no? —respondió levemente. —¡Pretendo aprovechar al máximo mis cortas vacaciones de la cocina!
—Yo no me casé contigo para tener una cocinera —replicó él.
—Nosotros sabemos perfectamente por qué te casaste conmigo —declaró ella, secamente. —Lo que me alivia es que no serpa para siempre.
—Recuerdo claramente haber establecido que nuestro arreglo sería permanente —declaró Joe suavemente. —Si yo quisiera una unión pasajera, no habría insistido en algo tan comprometedor como el matrimonio.
—Nunca funcionará —gritó ella, desesperada.
—¿Estás tan segura… tan pronto?
—Tú no me gustas —vociferó ella. —¿Cómo podemos compartir una existencia pacífica?
—Ven, mia sposa —dijo él sarcásticamente, cogiendo su brazo. —Cenaremos juntos en uno de los mejores restaurantes y dejaremos que el futuro se resuelva por sí mismo.
—¿Te gustaría bailar?
_____ lanzó una mirada vacilante hacia Joe, sobre el borde de la copa. Ellos habían comido un excelente manjar, bebido una botella de vino, y ahora estaban degustando el café. Ya era tarde, un poco más de las once, y ella se sintió inexplicablemente cansada. Nada le habría gustado más que sugerirle que volvieran al motel.
—Sí —aceptó, y logró concederle algo parecido a una sonrisa mientras él la guiaba hasta la pista de baile. La música era suave y lenta, exigiendo un contacto íntimo.
—¿Un intento de postergar lo inevitable? —preguntó Joe burlón. —Pareces muy cansada. —_____ se tensó en sus brazos y, en seguida, levantó la barbilla para encontrar la expresión levemente cínica de Joe.

por **magus_jobros** Vie 16 Dic 2011, 10:59 am

siguela....me encanta esta nove..... =) =)

por **andreita** Vie 16 Dic 2011, 11:14 am

jajaja si eso me doy cuanta pelean muchisimi
ojala paren un porco :(

siguela esta super

por **Little'Skyscraper** Vie 16 Dic 2011, 12:33 pm

—Dudo que me sea permitido dormir —respondió, llena de resentimiento. —¿Será que tendré que pagar los intereses sobre la deuda de mi padre todas las noches?
Se hizo un silencio espantoso. Que pareció extenderse por eternos segundos, hasta que ella sintió ganas de gritar, por la cantidad de tensión nerviosa. Santo Dios, ¿qué le estaba pasando?
Como en una nube, se vio siendo llevada de regreso hacia la mesa, donde Joe agarró su chal y pagó la cuenta, acompañándola, en seguida, hacia el fresco de la noche. Subieron al coche y rápidamente llegaron de regreso al motel.
Una vez dentro de la habitación, ella se adelantó hasta la sala y se volteó para enfrentarlo, con cansancio. Los ojos de él estaban oscuros y deliberadamente enigmáticos, volviendo imposible juzgar su humor.
—No te tengo miedo —proclamó ______, valientemente. Mentirosa. Entonces, ¿por qué estaba temblando?, pensó.
—Pero deberías tenerlo —replicó Joe, seriamente. —Por un momento estuviste peligrosamente cerca de sentir la furia de mi temperamento. —El cruzó la habitación con una fluidez parecida a la de un gato y se detuvo a algunos centímetros de ella. En seguida, estirando una mano, le agarró los hombros.
______ sintió un temblor recorrer su columna cuando la boca de Joe descendió sobre la suya, forzándola a abrir los labios en un beso deliberadamente castigador. Exactamente en el momento en que ella pensó que ese beso continuaría para siempre, el humor de Joe cambió, y su toque se volvió sensual, mientras sus labios buscaban el punto sensible en la base de su cuello, descendiendo en seguida por el profundo escote en “V” de su vestido, hacia la zona expuesta entre sus senos. Cualquier intento de escapar de aquellos brazos fue en vano. Había un calor extraño invadiendo los miembros inferiores de ______ en el momento en que la boca de Joe volvió hacia arriba, a fin de reclamar la atención de sus labios. Esta vez, no hubo ni un poco de aquella presión cruel. Ardiente y perturbadoramente explorador, él provocó en ella una respuesta que ______ fue incapaz de reprimir.
Una ligereza extraña parecía apoderarse de su cuerpo, y ella percibía levemente que, de alguna forma, habían avanzado desde la sala hasta el dormitorio. Pero, en el momento en que él le bajó la cremallera de su vestido de noche, _____ tuvo el deseo instintivo de intentar salir de sus brazos. Sus manos empujaron el pecho de Joe mientras su pánico crecía, y ella desvió el rostro en un esfuerzo de liberarse de aquellos labios calientes y seductores.
Joe permitió que ella diera un paso atrás, mientras sus manos resbalaban hacia su cintura. _____ no pudo escapar completamente y vio un brillo de humor en la mirada lánguida que él le dio.
—No hay un centímetro de tu cuerpo que mis labios no hayan explorado —dijo tranquilamente, sujetando sus manos mientras le quitaba el vestido por los hombros, dejándolo caer en la alfombra. —Es demasiado tarde para fingir resistencia.
—¡Eres detestable! —gritó furiosa, cuando él abrió los broches de sus sostén, lanzándolo hacia un lado.
—Te casaste con un hombre —la provocó suavemente, —y no con un monigote sin voluntad que imploraría los favores de su esposa.
—¡Un bruto insensible e… inhumano! —acusó _____, esforzándose por soltar sus manos, inmovilizadas detrás de la espalda. No es que eso ayudara mucho, pues su fuerza no igualaba a la de él.
—Que toma lo que desea, ¿no es así? Te deseo, piccina. Quiero sentir la dulzura de la miel que hay en ti, y quiero sentirte temblar en mis brazos.
—¡Pero yo no te quiero a ti! —aseguró ella vehemente, quedándose sin aliento por el esfuerzo.
—Ah, _____ —se mofó él, —hace algunos momentos tu respondiste que sí, involuntariamente. Admítelo, si tienes valor.
—¡Eres un demonio arrogante y… repulsivo! —gritó, furiosa. —Tengo todo el cuerpo lastimado, de la noche pasada, y estoy totalmente adolorida.
Con movimientos lentos y deliberados él se desabotonó la camisa y la deslizó por los hombros, sujetando a _____ con apenas una de sus manos, mientras lanzaba la camisa al suelo.
—Tuve mucho cuidado de no herirte —dijo, en un susurro. Con la mano libre, él le señaló la marca de sus dientes en un hombro. —Con excepción de una directa revancha a esto.
Los ojos de ______ se desorbitaron visiblemente, y ella se sintió extremadamente contrariada al ver la enorme mancha oscura que rodeaba la marca de sus dientes.
—Tus dientes son tan afilados como espadas en miniatura —continuó Joe, con una expresión sarcástica en sus ojos. —También tienes unas manos fuertes. Si nosotros hiciéramos un recuento de las cicatrices obtenidas en batalla, piccina, el mío sería sin duda más numeroso que el tuyo.
—Me lastimaste —gritó.
—Ya que nunca habías conocido un hombre en la intimidad, ciertas… lesiones eran inevitables. Te prometo que esta noche será diferente.
______ tragó en seco e intentó ignorar la manera como su estomago se revolvió con sus palabras.
—Preferiría quedarme sola. Tengo…tengo dolor de cabeza —inventó.
—Esa es una excusa trillada y falsa —respondió suavemente, y atrayéndola hacia adelante hasta que su cuerpo quedó amoldado al de él. Sus labios buscaron los de ella, increíblemente gentiles, mientras, con una experiencia innegable, él comenzó a despertar el fuego escondido que había en las profundidades del cuerpo de _____.
Un pequeño gemido escapó de sus labios mientras ella se resistía al deseo de derretirse bajo su toque. ______ luchó desesperadamente contra la necesidad de satisfacción; las caricias de él despertaban sensaciones que ella desconocía. Era como ser ahogada lentamente en una maravillosa piscina de agua templada. Su mente era incapaz de razonar coherentemente.
Fue sólo más tarde, cuando se recostó en los brazos de su marido dormido, que el resentimiento volvió. Ella lo odiaba —pero, más aun, odiaba su propio cuerpo traicionero, por haber respondido con voluntad propia.

Fin del capítulo Cuatro :)
Se me olvidaba, Piccina es algo así como, pequeña en italiano :)

por **Nani Jonas** Mar 20 Dic 2011, 12:34 am

como qe se pelean mucho no?
jajaja siguela pronto plis

por **andreita** Mar 20 Dic 2011, 11:00 am

me enacntooo
ja con semejante esposo
jajaja
siguela

por **Nani Jonas** Sáb 24 Dic 2011, 1:17 pm

siguela plis

por **andreita** Dom 25 Dic 2011, 3:45 pm

por **LittleThings** Dom 25 Dic 2011, 7:06 pm

NUEVA LECTORA!!! :D

Espero que sigas pronto, adoro esta novela :D

por **andreita** Lun 26 Dic 2011, 1:24 pm

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