Historias cortas, one shot´s| One direction.

Hola a todo el mundo precioso que esta leyendo esto, hice este tema para subir pequeñas cosas que escribo, imaginas, one-shots, etc. De mis cinco idiotas favoritos, así que son libres de leerlo y comentar sus opiniones. Si quieren que les haga uno en especifico, llenen la ficha que les dejo al final.
REGLAS:
#Por favor, no insultos.
#No a plagio, sean originales.
#Si te gusto, ¡Comenta! es gratis.

Ficha.:

La chica rubia mira hacia arriba, el cielo azul ondulante sobre ella. Su corto cabello rubio cae sobre sus costados, siendo ignorado completamente.
Alrededor de ella se extiende un enorme prado, justo del lado de un rio. Ella había estado tantas veces ahí que conocía el terreno como la palma de su mano, y estaba orgullosa de ello. 
Siempre que iba estaba sola, no es que le importara mucho, simplemente hacia tanto tiempo que alguien había disfrutado de aquel lugar con ella, que parecía un sacrilegio contaminarlo con la presencia de alguien más. 
No como él. Que a la primera oportunidad había traído cámaras y fotógrafos; que había dejado todo atrás siguiendo su sueño. Ella pasó a segundo plano una vez que el dinero y la fortuna surtieron su efecto. 

Ella ya no le habla, aunque tampoco es como si el la buscara. Nunca nadie se iba a enterar de su existencia, el así lo había querido. ¿Para qué? Si lo único que fueron fue un juego. Solo un juego. Eso dijo él. Un maldito juego, del cual solo ella había salido perdiendo, como siempre.
Era masoquista, lo sabía de memoria. En su celular estaban todas las canciones de él, y las de ellos. Tenía todos los álbumes, y las presentaciones en The X factor. Pero no solo tenía esas canciones, también estaban las que el solía susurrarle al oído mientras se dormían abrazados en una manta viendo las estrellas.
Ella amaba las estrellas.
Ella amaba su voz.
Ella lo ama  a él.
Su demonio y su perdición al mismo tiempo. Su felicidad y sus tristezas. Representa todo aquello que ella quiere tener, que tuvo y lo perdió. Y le duele, le duele saber que nunca será suyo, pero siempre será suya.
Ahora ya no vive en aquel pequeño poblado que la vio nacer: atrás quedaron noches de juegos interminables, las horrendas trenzas que su madre solía hacerle, los vestidos y las pelotas, las risas y noches de confidencia, atrás quedo Holmes Chapel.
Tiene que aceptar que a veces le da nostalgia, pero es fuerte. Como él.
Odia pensar en él.
Odia pensar en sus besos.
Odia todo el dinero que pueda tener.
Odia que el la haya olvidado tan rápido.
Hay veces en las que cree que no la ha olvidado, no del todo. Retazos que el da de su vida en las que la menciona, no de manera directa, como a Felicity (maldita perra), pero sí de manera indirecta. Por ejemplo, cuando cuenta su primer beso. Ella fue esa chica, aunque tal vez el simplemente la recuerde como eso: la chica que le dio su primer beso.
El sabía cuáles eran sus manías, sus gustos, sus sueños y aspiraciones: en  resumen, él sabía todo sobre ella. Y a veces pareciera que las pone en sus canciones, “no te puedes acostar sin una taza de té, y tal vez esa sea la razón por la cual hablas al dormir”.  Ella ama el té, y habla mientras duerme, él solía reírse de ello. Si, ella sabe que esa parte no la canta el, sino su amigo, pero por alguna extraña razón no puede dejar de pensar que eso fue escrito para ella. ¿Loco, no?
Su madre le dijo que intenta protegerla, aunque probablemente solo para hacerla sentir mejor. Pero si así fuera ¿De que la quiere proteger, de él? ¿O del mundo en el que vive? Sabe que no es agradable, pero sobreviviría en el medio por él, seria fuerte.
Haría cualquier cosa por él.
¿El haría algo por ella?
Se dejó de hacer la pregunta hace tiempo, cuando la respuesta vino sola a sus labios: no, no lo haría.
Su celular comenzó a vibrar, miro la pantalla: número privado. ¿Quién sería? ¿Quién le hablaría a ella, Celeste Ryder? ¿Y todavía a media noche?
Contesto, por curiosidad.
-¿Diga?
Silencio. ¿Sería acaso una treta? Estaba a punto de colgar cuando escucho que respondia.
-¿Celeste?
Tembló por dentro, no sabía si por alegría o enojo.
Reconocería esa voz en donde fuese.
Tal vez, después de todo, ella estaba en un error.

El sol brillaba con toda su intensidad, como se suponía que debía hacerlos a mediados de Junio en la costa sur de Inglaterra. Isidora veía pasar a los transeúntes por el puente, abanicándose por el tremendo calor que hacía, aunque ella no lo sintiera especialmente caliente. Era latina, ella sí que sabía lo que era calor, y eso no le llegaba ni a los talones a un día caluroso en casa.

Estaba de vacaciones con unas amigas, pasaría una semana más en aquel encantador país. Sin embargo, se encontraba sola en estos momentos. ¿La razón? Sus amigas estaban en algún lugar del inmenso parque que se extendía tras a ella, coqueteando con quien se les pusiera enfrente. No las culpaba, ella también habría hecho lo mismo, si solo no fuese tan tímida.
Dejando las lamentaciones a un lado, Isidora se quedó observando el mar, cómo le gustaba. Ella siempre había querido vivir cerca de este, desde que era pequeña y sus papas la llevaron de vacaciones a la casa de su abuelita, que daba frente al mar.
Sonrió melancólicamente, sin alejar la vista de su adoración.
-Bonito, ¿No crees?
Alguien le susurro en el oído, haciendo que se sobresaltase. Se giró para ver al intruso que osaba interrumpir su concentración, encontrándose con unos encantadores ojos color verde… ¿O eran azules? No lo sabía con exactitud, pero le gustaban.
Lo observo más tiempo del necesario, por lo que el carraspeo. Avergonzada, aparto la mirada, regresándola al mar.
-Supongo.
Por fin encontró la voz necesaria para responderle, mientras se encogía los hombros. Sintió que el chico a su lado se reía disimuladamente, lo que la puso más roja, de ser eso posible.
-No eres de por aquí, ¿verdad?
Movió negativamente la cabeza.
-Se nota.
Ella lo miro, levantando una ceja.
-Bu-bueno, sabes a lo que me refiero- tartamudeo el chico. Y ella pensó en lo bonito que se veía así.
-La verdad, no. ¿Podrías ser más explícito?
-Me refiero a tu acento.
-¿Tanto se nota?
-Un poco. Pero también está tu ropa.
Ella frunció el ceño ante eso.
-¿Tan mal me veo?-Quiso que sonara burlesco, pero fallo lamentablemente.
Él se empezó a reír.
-¿Te parezco graciosa?
Se giró para verla, su flequillo rubio cayéndole por el frente.
-No, no es eso. Simplemente te ves linda enojada.
Ella bufo.
-¿Ves? A lo que me refiero. No te ves mal, simplemente diferente.
-¡Ah! Me veo rara.
-¡No! Tampoco, es que traes pantalón y chamarra en pleno verano.
Ella no se había percatado de ello. Y aunque no quisiera aceptarlo, él tenía razón. Todos a su alrededor usaban shorts y bermudas, camisas de manga corta o tops. Ella era la única rara con pantalón y chamarra.
-Oh.
-¿No te da calor?
-No.
-¿Ni tantito?- ella sonrió.
-Ni tantito.
-Oh.
-Si, oh.
-¿De dónde eres?
-Latinoamérica.
-Sí, también se nota.
-¿Y eso por qué?
-Es que las latinas son sexys.
Ella rio por eso. ¿Le estaba coqueteando?
-Los ingleses también.
-Lo sé.
-Y tienen un ego muy alto.
-También lo sé.
Continuaron hablando, los temas triviales inundaban la conversación, y el tiempo paso rápidamente.
Ella miro su reloj, y con desgana dijo.
-Lo siento, pero me tengo que ir.
La mirada que él le brindo la hizo sentirse culpable.
-Lo siento, pero en media hora sale mi autobús.
-Pensé que estabas vacacionando aquí.
-¿En la playa? No, estoy visitando el Reino Unido en general, simplemente quise pasarme por aquí.
-¿En este pueblito? No hay mucho que conocer.
-Lo sé, pero quería  ver el mar.
-Y elegiste Brighton entre todas las playas…
Dejo la frase incompleta. Ella se encogió de hombros.
-Bueno, era el más cercano.
-¿No dijiste que te costó convencer a tus amigas para que vinieran?
-¿Vas a seguir cuestionándome?
-Tienes razón, lo siento.
-No hay problema.
Pero el ambiente ya estaba tenso, e Isidora pensó que era el mejor momento para irse.
Acomodo el pequeño bolso que llevaba, y se marchó sin decir nada. No sabía si era porque estaba enojada, o por que la habían descubierto. De todas formas, no le importo. O eso quiso hacerse creer.
Camino sin  mirar atrás, no se preocupó en saber si la seguía o no. Llego dando tumbos a la estación, sus amigas ya estaban ahí cuchicheando sobre lo bien que se la habían pasado…y con quien. Por primera vez, no le intereso, tenía mejores cosas en que pensar. En quien pensar, su subconsciente la traiciono.
Su transporte llego, y todos a su alrededor subieron. Ella fue la última, con la cabeza gacha.
-¡Hey!
Alguien grito, Isi no se molestó en averiguar quién.
-¡Chica!
El grito se escuchó más cerca de ella. ¿Sería posible que…?
-¡Tu!
Alguien la giro con brusquedad.
-¿Qué demo…?
No pudo decir nada, unos labios la callaron. Y le gusto, sentir su tibio aliento en sus mejillas.  No fue muy largo, pero eso era lo menos importante. Levanto la vista y se encontró con sus ojos bicolores. Le gustaban esos ojos.
-Perdón por ser un idiota.
-No te preocupes.
Se miraron a los ojos por un segundo, y el camión pito.
-Me tengo que ir- le dijo realmente mortificada, mientras se soltaba de su abraso.
-¡Espera!- la estrecho de nuevo –No se tu nombre.
-¿Lo necesitas?
-No por algo corrí desde el parque hasta aquí.
El camión volvió a pitar.
-Me tengo que ir.
-Un nombre, por favor.
-Isi…Isidora.
-Isidora- parecía que saboreaba su nombre, y a ella le dieron ganas de besarlo.
-Me tengo que ir.
-¿No me vas a preguntar mi nombre?
Ella se puso roja. No era necesario, lo sabía de sobra.
-Ya se cual es.
-¿Pero cómo?- fingió sorpresa -¡SI yo no te lo he dicho!
Sabía que él se estaba burlando de ella.
-Te he visto cantar- murmuro quedito.
-Lo sé. Soy un poco famoso por acá.
Ambos rieron, y el sol parecía reír con ellos.

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