Historias cortas, one shot´s| One direction.

Se quitó el cigarrillo de la boca, el humo extendiéndose frente a ella.

-Fumar es malo.
-¿Y?
Miro al pequeño niño que estaba al lado de ella. Su nombre era Tom.
-Te vas a arruinar la voz.
-Déjame en paz.
El simplemente se dio la media vuelta, y con los hombros abajo, como perro regañado, se fue de ahí. A veces se sentía cruel por tratarlo así. Solo a veces.
Siguió fumando, viendo la inmensa ciudad que se extendía frente a ella. Bradford había crecido mucho desde la última vez que había estado ahí.
No había vuelto por gusto. De hecho, ella no quería regresar. Y mucho menos estar en la boda de su mejor amiga.
Asco.
Se supone que debería estar feliz, ¡Era la boda de ella! ¡De Perrie Edwards!
Futura Señora Malik.
Perrie Malik.
Hizo una mueca, no sonaba bien. Y pensar en eso no la hacía sentir mejor.
Ellas fueron amigas desde que usaban pañales, o eso dicen sus madres. Compartían todo, y todo es todo. Chicos incluidos. Y vaya que ella habría querido compartirlo a él. Se la pasaban todo el día pegadas, mientras la rubia cantaba, Mary escribía las canciones y las grababa. Eran un buen equipo.
Para que engañarse, su relación ya no era como antes. Hacía mucho que dejaron de llamarse en plena madrugada para intercambia confidencias, y también hacia mucho que ya no sentía la misma alegría de verla, porque ahora la sentía hacia él. Debía sentirse mal, ¡vamos! ¡Es el novio de su ex mejor amiga! Y muy pronto su esposo.
La mataba, si era sincera. En menos de dos semanas sonarían las campanas de la iglesia, y una muy feliz –y afortunada- chica las cruzaría para cumplir su más grande sueño. Y de paso romper el de su mejor amiga.
¿Hermoso, verdad?
La vida era cruel, pero ella no se quejaba. Sabía que podía empeorar.
Desde que la oxigenada –perdón, Perrie- había ido a adicionar a The X Factor, apoyada por sus más íntimos amigos –lamentablemente ella formaba parte de ellos- y fue, junto con otras chicas, la ganadora de ese programa, Mar supo que ya había quedado en el olvido.
¿Le dolió? Un poco, al principio. Pero ella se preparó para eso con anticipación, sabía lo que podía pasar, y como conocía a la rubia de pies a cabeza, no dudaba que se dejase llevar por la fama. Tal y como lo había hecho.
Sin embargo, al parecer ella no la olvido del todo. Tiene que aceptar que cuando se enteró del romance que estos dos tenían, pensó inmediatamente que era arreglado. Después de que la chica que jurara y le perjurara que no era así, Mar casi  le creyó, casi. Porque, claro, enamorada como estaba del morocho, no le convenía creerle. Y aun así, viendo que tan lejos había llegado con eso, le costaba trabajo creer que los sentimientos eran mutuos. O tal vez era que simplemente no quería  dejarlo ir.
Tiro la colilla de cigarro al piso y la aplasto con la planta de la bota. Se enderezo, y limpio todo rastro de tristeza de su cara. Camino, con paso firme y decidido hacia la construcción que se alzaba frente a ella, arreglándose el cabello en el proceso.
Empujo la puerta con destreza, haciendo que todos en su interior se giraran para verla, o admirarla, como solía decirle su ex novio. Ignorando las constantes miradas de reproche de parte de su madre y la familia de la novia, se dirigió rápidamente hacia los aposentos de la afortunada.
Uno, dos, tres pasos. Si, era tan patética que los contaba. Siguió caminando hasta la portezuela de madera, alzo la mano para tocarla suavemente, y la detuvo a medio camino. Le hubiera gustado decir que fue por que escuchaba terribles gritos provenientes por dentro de la habitación, pero no fue así. Eran más bien suaves y hermosos murmullos.
-Perrie, por favor.
-No.
-No puedes simplemente hacerlo.
-Sí que puedo.
Suspiro.
-Te vas a arrepentir después.
-Lo dices como si me conocieras tan bien.
-Hemos estado juntos por años, se cómo son tus rabietas.
Eso era algo que no deberías decirle a una mujer a punto de casarse, y peor aún, enojada.
-¡Que no es una rabieta!
Touché.
-¿Y cómo demonios lo vas a hacer?
Era la primera vez que le escuchaba hablar más fuerte de lo normal. Y mierda, le gustaba.
-No lo sé, ya veré como.
-Vas a arruinarlo todo.
-Tú colaboraste mucho a que esto cayera.
-Sí, pero se puede enmendar.
-Tal vez para ellos, pero para mí está más que roto.
-¿Y cómo te vas a ir, a dónde?
-Ya te dije que no lo sé, lo veré en la marcha.
-Nunca has sido buena improvisando.
-Le pediré ayuda a Mar.
¿Ayuda? ¿Pero de qué demonios estaban hablando?
-¿A esa niñata?
Ouch, eso dolió.
-No es una niñata, es mucho más madura que tú.
Eso ni ella se lo creía.
-Si tú dices. Te apuesto que en menos de una semana ya estás de vuelta.
-¿Por qué lo dices? ¿Qué tan débil cre…?
-No lo digo por ti, lo digo por ella.
Y de nuevo se metía con su persona. ¿Es que no tenía nada mejor que alegar?
-¿Por qué?
-Ella es todo lo que tú odias de mí.
-¿A qué te refieres?
-También fuma, te recuerdo que esa fue una de las razones que diste para no salir conmigo.
-¿Y? ¿Te aguante a ti, no?
-No es lo mismo.
-Claro que no, no había otra opción.
-Y ella es igual de odiosa.
¿Más que él?, lo dudaba.

Querida Mar: