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Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
Nombre: Demasiadas oportunidades.
Autor: Lavinia Lewis.
Adaptación: Si, todos los créditos para la autora.
Genero: Romance/Drama
Advertencias: Smut.
Sinopsis:
¿Puede Harry perdonar al hombre que le rompió el corazón y aprender a confiar en él otra vez, o ya le ha dado demasiadas oportunidades?
Harry Styles ha tenido un día muy malo. Primero su caldera se descompone en medio de su ducha y luego se entera de que su amado gato prefiere vivir con el viejo vecino cascarrabias. Pero mientras él está en el trabajo —en un trabajo que odia—, Harry tiene la peor noticia de todas. Una llamada telefónica desde el hospital le informa que su padre acaba de fallecer. Y, cuando el hombre con el que ha sido su “cita” en los últimos cinco meses le dice que se va a casar con una mujer, Harry no sabe si puede tomar más malas noticias. Completamente abatido y enfermo por el dolor, empaca una maleta y sale de su casa a un viaje de seis horas a Missouri para organizar el funeral de su padre.
En un capricho, Harry hace un viaje a un lugar apartado junto al río, un lugar en el que pasó mucho de su tiempo mientras crecía. Mientras está viendo el cielo y contemplando su futuro, aparece Louis, el ex mejor amigo de Harry y la última persona en la tierra que Harry quiere ver. Louis fue el primer amor de Harry y la persona que lo lastimó más que cualquier otro cuando no tenían más que dieciocho años. Pero Louis tiene una disculpa para Harry y una confesión que podría inclinar el mundo de Harry sobre su eje.
¿Puede Harry perdonar a la persona que le rompió el corazón hace diez años y aprende a confiar en él de nuevo? ¿Vale la pena arriesgar su corazón ya magullado y maltratado? Harry está a punto de averiguarlo.
Autor: Lavinia Lewis.
Adaptación: Si, todos los créditos para la autora.
Genero: Romance/Drama
Advertencias: Smut.
Sinopsis:
¿Puede Harry perdonar al hombre que le rompió el corazón y aprender a confiar en él otra vez, o ya le ha dado demasiadas oportunidades?
Harry Styles ha tenido un día muy malo. Primero su caldera se descompone en medio de su ducha y luego se entera de que su amado gato prefiere vivir con el viejo vecino cascarrabias. Pero mientras él está en el trabajo —en un trabajo que odia—, Harry tiene la peor noticia de todas. Una llamada telefónica desde el hospital le informa que su padre acaba de fallecer. Y, cuando el hombre con el que ha sido su “cita” en los últimos cinco meses le dice que se va a casar con una mujer, Harry no sabe si puede tomar más malas noticias. Completamente abatido y enfermo por el dolor, empaca una maleta y sale de su casa a un viaje de seis horas a Missouri para organizar el funeral de su padre.
En un capricho, Harry hace un viaje a un lugar apartado junto al río, un lugar en el que pasó mucho de su tiempo mientras crecía. Mientras está viendo el cielo y contemplando su futuro, aparece Louis, el ex mejor amigo de Harry y la última persona en la tierra que Harry quiere ver. Louis fue el primer amor de Harry y la persona que lo lastimó más que cualquier otro cuando no tenían más que dieciocho años. Pero Louis tiene una disculpa para Harry y una confesión que podría inclinar el mundo de Harry sobre su eje.
¿Puede Harry perdonar a la persona que le rompió el corazón hace diez años y aprende a confiar en él de nuevo? ¿Vale la pena arriesgar su corazón ya magullado y maltratado? Harry está a punto de averiguarlo.
Invitado
Invitado
Re: Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
Yo no puedo creer que subas otro JAJAJAJAJAJAJJA me causa gracia porque vivis diciendo que no lo vas a hacer porque tenes muchas, al igual que soles decir que las queres hacer durar mas tiempo, y nunca cumplis ninguna de las dos cosas JAJA.
Ok, me gusta la trama, pasaron mucho tiempo sin verse, casi como en Reencuentro.
Quiero saber que le hizo Lou para lastimarlo tanto :/
Empezala pronto!
Adios ♥
Ok, me gusta la trama, pasaron mucho tiempo sin verse, casi como en Reencuentro.
Quiero saber que le hizo Lou para lastimarlo tanto :/
Empezala pronto!
Adios ♥
Invitado
Invitado
Re: Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
Ni lo menciones, me encanta quejarme lo se, decir que ya no, pero, hey tengo un claro problema con esto. Es una vicio, tengo que buscar ayuda!Debby1D escribió:Yo no puedo creer que subas otro JAJAJAJAJAJAJJA me causa gracia porque vivis diciendo que no lo vas a hacer porque tenes muchas, al igual que soles decir que las queres hacer durar mas tiempo, y nunca cumplis ninguna de las dos cosas JAJA.
Ok, me gusta la trama, pasaron mucho tiempo sin verse, casi como en Reencuentro.
Quiero saber que le hizo Lou para lastimarlo tanto :/
Empezala pronto!
Adios ♥
El mejor remedio serio alejarme de esto.
Debería de considerarlo, claramente estoy fastidiando mucho.
La mejor solución seria pedir que quiten todo, y ya no entrar al foro.
Seria como una cura.
Invitado
Invitado
Re: Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
- No te cansas de subir historias interesantes? JAJAJAJA,
Parece que subis una cada semana,
Porfavor no te canses nunca de hacer esto. Teamo demasiado a vos y a estas novelas <3
Seguila pronto:)
Parece que subis una cada semana,
Porfavor no te canses nunca de hacer esto. Teamo demasiado a vos y a estas novelas <3
Seguila pronto:)
Melcab:)
Re: Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
No tengo vida, es lo que pasa.Melcab:) escribió:- No te cansas de subir historias interesantes? JAJAJAJA,
Parece que subis una cada semana,
Porfavor no te canses nunca de hacer esto. Teamo demasiado a vos y a estas novelas <3
Seguila pronto:)
Ah, si mal habito el mio.
Créeme, es como un vicio para mi.
La seguiré después:)
Invitado
Invitado
Re: Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
Para nada, no fastidias, por dios. Tus adaptaciones son todas buenisimas. Y no tenes un problema! JAJAlizethstylinson escribió:Ni lo menciones, me encanta quejarme lo se, decir que ya no, pero, hey tengo un claro problema con esto. Es una vicio, tengo que buscar ayuda!Debby1D escribió:Yo no puedo creer que subas otro JAJAJAJAJAJAJJA me causa gracia porque vivis diciendo que no lo vas a hacer porque tenes muchas, al igual que soles decir que las queres hacer durar mas tiempo, y nunca cumplis ninguna de las dos cosas JAJA.
Ok, me gusta la trama, pasaron mucho tiempo sin verse, casi como en Reencuentro.
Quiero saber que le hizo Lou para lastimarlo tanto :/
Empezala pronto!
Adios ♥
El mejor remedio serio alejarme de esto.
Debería de considerarlo, claramente estoy fastidiando mucho.
La mejor solución seria pedir que quiten todo, y ya no entrar al foro.
Seria como una cura.
Admitilo, te gusta hacerlo y a nosotras nos gusta que lo hagas :) ah.
Invitado
Invitado
Re: Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
oh joder has subido otra adaptaciòn *-* hdsjfhsjk estoy feliz por eso :D
y se ve muy interesante,es como pobre Harry toda la mala suerte xD
Espero ansiosa a que la empieses! besos :)
y se ve muy interesante,es como pobre Harry toda la mala suerte xD
Espero ansiosa a que la empieses! besos :)
ElectricBlue13
Re: Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
Holaa!!ElectricBlue13 escribió:oh joder has subido otra adaptaciòn *-* hdsjfhsjk estoy feliz por eso :D
y se ve muy interesante,es como pobre Harry toda la mala suerte xD
Espero ansiosa a que la empieses! besos :)
Ah si verdad otra, hahahah.
La empezare después:)
Gracias!
Invitado
Invitado
Re: Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
Nueva lectora, la historia tiene una trama interesante, espero que la sigas pronto.
juaita20
Capitulo 1.
Harry Styles no estaba teniendo un buen día.
Normalmente, diría que estaba teniendo un mal día, un muy mal día, pero el nuevo curso de pensamiento positivo por el que acababa de pagar 300 dólares, le prohibía usar la palabra malo. ¿Qué usaría en su lugar su mentor para decir la jodida palabra? Eso tenía que estar permitido, ¿no? Estaba teniendo un mal día. «Mierda...» Giró la palabra un par de veces en su mente. Sí, eso podría funcionar.
No era como si Harry tuviera un sexto sentido para estas cosas, pero desde el momento en que había despertado, había tenido una sensación de que el día iba a apestar. Y había resultado ser mucho peor de lo que podía haber imaginado.
Hubiera estado bien con que la caldera finalmente entregara su alma, si no hubiera ocurrido en medio de su ducha cuando él estaba cubierto de jabón. Podría haber estado bien con que la cafetera explotara, pero, sin café en su sistema cuando el señor Phelps, su viejo cascarrabias vecino, lo acorraló en el camino a su carro y le informó que estaba tomando posesión de dusty, Harry finalmente estuvo en la cima.
—¡Infierno que lo hará! —Echaba humo, mirando la cara del imbécil presumido señor Phelps—. ¡No se puede llevar a mi gato!
Phelps alzó una ceja. —Mira, vamos a ser honestos aquí. Los dos sabemos que a dusty le agrado más que tú.
—¡Usted le compra golosinas y catnip!
Phelps bufó. —Me molesta esa acusación.
—Me importa un culo de rata que le moleste. No puede quedárselo. Él es mío.
—¿Cuándo fue la última vez que pasó la noche en tu casa?
Harry frunció los labios e inclinó la cabeza hacia un lado mientras trataba de pensar en la respuesta. Había pasado mucho tiempo. —Él sale de noche —dijo al fin.
—No —corrigió su vecino—. Duerme conmigo.
Harry se quedó sin aliento. —Tú... Dusty.
Phelps ignoró el comentario y miró por encima del hombro de Harry. —Ah, aquí está. ¿Por qué no le preguntas?
Harry ya había aceptado, antes de darse cuenta de lo realmente estúpida que era la jodida idea. Pero cuando Dusty avanzaba paseando en su dirección, Harry sintió el deseo insano de conseguirlo para demostrarle que Dusty lo prefería al insufrible viejo que miraba a su gato con una profunda sensación de satisfacción.
—Dusty —Harry llamó—. ¡Ven aquí, muchacho!
El gato negro caminó por la acera al jardín del señor Phelps, sin ni siquiera mirar ni una vez en dirección de Harry. Su boca se quedó abierta.
—Creo que eso es suficiente, ¿verdad? —Phelps dijo, girando sobre sus talones y con Dusty tras él hacia su casa, lo que marcó el final de su conversación.
Harry se quedó detrás de ellos con la boca abierta. Estaría enojado como el infierno si no estuviera tan molesto. Amaba ese maldito gato.
«¡Traidor!»
El día fue de mal en peor cuando Harry llegó al trabajo. Estaba a punto de levantarse de la mesa y finalmente hacer su primera taza de café de la mañana cuando escuchó las temidas palabras.
—Harry. Saca tu culo de ahí y ayúdame a limpiar este maldito lío.
Se masajeó las sienes con el pulgar y el índice, tratando de aliviar algo de la presión que había estado construyéndose durante toda la mañana. Iba a tener una migraña, simplemente lo sabía. «No. Positivo, Harry. Sé positivo».
—¡Harry!
—¡Ya voy, señor!
Con un suspiro de cansancio, Harry se levantó de su silla frente al escritorio y dio los cuatro pasos necesarios para caminar a lo largo de su oficina, cruzar el pequeño pasillo y llamar a la puerta abierta de su jefe, deteniéndose unos segundos antes de entrar. Jerry apartó la mirada de los papeles de su escritorio y miró a Harry.
—¿Bien? ¿Qué demonios estás esperando? Trae tu culo aquí.
Jerry Gardner era un hombre rechoncho en la mitad de sus cincuenta con el cabello hacia un lado para cubrir su calva. Usaba un traje de poliéster café que era demasiado pequeño para su tamaño y siempre estaba sudando. Podrían estar bajo cero y aun así Jerry estaría secándose la frente con el mismo pañuelo amarillento y se quejaría que el día estaba caliente. «Necesito este trabajo, necesito este trabajo», Harry se repitió una y otra vez como un mantra mientras tomaba asiento en la silla frente al hobbit.
Jerry tomó una pastilla de antiácido y luego se echó hacia atrás en su silla, con los labios fruncidos.
—Estamos jodidos —dijo secamente.
Harry no respondió. Había aprendido de la manera difícil no interrumpir a su jefe antes de que él hubiera dicho lo que tenía que decir.
Cuando el teléfono sobre el escritorio de Jerry sonó lo levantó con sus regordetes y peludos dedos y ladró en el receptor: —¡Hola!
Harry encorvó los hombros y se inclinó hacia atrás en su silla, no demasiado lejos porque también había aprendido de la manera difícil a no hacer eso. La silla se había doblado y había aterrizado de culo. No ocurriría una tercera vez.
—¿Qué jodidos? Marge, ¡estoy en el trabajo! Me importa una mierda lo que hagas para la cena, ¿entendido?
Jerry colgó y luego le dio una mirada fría a Harry. —¿Dónde estábamos?
—Uh, ¿jodidos? —Harry ofreció.
—Eso es. ¿Y sabes por qué estamos jodidos?
Harry estaba bastante seguro de que la pregunta había sido retórica, pero él la contestó de todos modos. —¿Tiene algo que ver con la cuenta de Hugo & Martínez, señor?
—Puedes apostar tu culo a eso. Cuando esos hijos de puta se echaron atrás sobre el contrato nos dejó inclinados y siendo jodidos por el culo. ¿Tienes idea de que podemos hacer al respecto?
—¿Demandar?
La cara de Jerry se volvió roja. —No, nosotros no podemos demandar. ¿Y por qué no? ¡Porque los bastardos no firmaron nada! ¿No sabes que un acuerdo verbal no vale ni el papel en el que está escrito?
Harry sintió la tentación de señalar la imprecisión en esa declaración, pero él valoraba su vida demasiado. —Entonces, ¿qué vamos a hacer, señor?
Jerry sonrió. La acción expuso sus irregulares dientes de color amarillento y, de alguna manera, sirvió para hacer que se viera aún más hostil. —Nosotros los tomaremos por las gónadas y apretaremos, eso es lo que haremos. Es donde más duele, ¿entendido?
—Claro, señor: tomar y apretar. Lo tengo.
—Bien, ahora ponte a trabajar.
—¿Señor?
Jerry levantó la vista de su escritorio y frunció el ceño. —¿Aun estás aquí?
—Uh, ¿qué es lo que quiere que apriete?
—¿Eres retrasado mental? —preguntó Jerry.
Harry estaba seguro de que vio un vaso sanguíneo en la cabeza de Jerry saltar. «Sólo mantente unido, Harry. No subas a eso».
—Te acabo de decir qué hacer. Tienes que conseguir apretar en donde duele. ¿Me estás diciendo que no sabes que les dolería a Hugo y Martínez?
A Harry no le gustaba el sonido de esa parte ni un poco. —¿La cuenta de Hillside, señor?
—Eres malditamente correcto. —Había otra imprecisión que Harry no tenía ninguna intención de corregir. Él no quería ser la causa de una repentina insuficiencia cardíaca en Jerry. Necesitaba su trabajo, para cubrir su hipoteca hasta que pudiera encontrar algo con mejor salario y perspectivas, pero la búsqueda estaba resultando más difícil de lo que había previsto. El trabajo debía haber sido temporal, un recurso provisional. Se suponía que debía haber estado en algún lugar en el que pudiera aprender todo lo que pudiera acerca de los negocios de inversión y luego seguir adelante. Dos años más tarde todavía estaba aguantando la mierda de Jerry. No sabía cuánto más podría aguantar.
«No mucho».
Harry asintió y regresó a su oficina. Jerry había estado tratando de obtener la cuenta de Hillside durante tres meses, pero las negociaciones se habían vuelto difíciles. El hecho simple es que Jerry no ofrecía suficiente dinero para comprar la cuenta y, a menos que realizara un milagro, no había mucho que Harry pudiera hacer. Había intentado en varias ocasiones convencer a su jefe que elevara su oferta, pero Jerry la había sostenido abajo todo el tiempo. Jerry era demasiado tacaño para su propio maldito bien. Harry estaba seguro de que cualquier día oiría informes de que Hugo & Martínez habían conseguido la cuenta Hillside, y ese día no podía llegar lo suficientemente rápido para él. Claro, estaría perdiendo una gran comisión, pero estaba más allá de importarle. Su corazón ya no estaba en el trabajo, no es que realmente alguna vez hubiera estado allí de todos modos.
Unas dos horas más tarde, Harry estaba hasta las rodillas en carpetas y ni de cerca de encontrar una solución cuando sonó su teléfono celular. Vio el objeto en cuestión, debatiendo si debía o no responder cuando la gorda cara de Jerry apareció en su puerta.
—¿Vas a contestar o planeas mirarlo todo el día?
—Claro, señor —dijo Harry. Respira».
—Espero que no sea una llamada personal. Sabes lo que pienso de las llamadas personales en el trabajo, ¿verdad?
—Sí, señor. —Harry se inclinó sobre la mesa y tomó su celular. No había número en la pantalla.
Esperó un instante, pero cuando Jerry no se movió de la puerta, contestó la llamada—. ¿Hola?
—¿Puedo hablar con el señor Harry Styles, por favor?
—Él habla. ¿Puedo preguntar quién habla?
—Por supuesto, soy la doctora Mandy Coulter. Siento molestar si está en el trabajo, señor Styles, estoy llamando desde el hospital. Su padre fue traído esta tarde y usted figura como su pariente más cercano.
Harry respiró fuerte. No había hablado con su padre en dos años, pero la noticia aun revolvía su estómago y sus manos empezaron a sudar. —¿Que le sucede?
—Tuvo un paro cardíaco.
El corazón de Harry empezó a latir tan malditamente rápido que pensó que iba a estallar en su pecho. «¿Un ataque al corazón? » —¿Va a estar bien?
La línea quedó en silencio un momento y luego la doctora habló: —Me temo que no, señor. Lamento decirle que su padre falleció hace una hora.
Harry se tragó el nudo en la garganta y consiguió ahogar una respuesta: —Ya veo. Gracias por informarme.
—¿Sería posible que usted venga al hospital a recoger los efectos personales de su padre?
Harry asintió y luego se dio cuenta de que la doctora estaba a la espera de una respuesta. —Por supuesto. Estoy a unas pocas horas, pero puedo estar allí por la tarde o por la noche si le parece bien. —En realidad, era un viaje de unas cinco horas, pero si se marchaba de inmediato estaría allí mucho antes de que cayera la noche.
—Eso estaría bien, señor, gracias.
—¿Puedo verlo? —Tan pronto como había hecho la pregunta, Harry lo pensó mejor. ¿Realmente quería ver a su padre así? Pero era demasiado tarde, las palabras ya estaban fuera de su boca y, le gustara o no, sabía que era algo que tenía que hacer. Tenía que ver al viejo hombre con sus propios ojos, y tenía que decirle adiós.
—Por supuesto, y tiene mis más sinceras condolencias.
—Gracias.
Fue sólo hasta después de que había cortado la comunicación que Harry se dio cuenta que Jerry seguía apoyado en el marco de la puerta. Se había olvidado por completo que su jefe estaba de pie allí. No le hizo caso, mientras sacaba su cartera del cajón de su escritorio y su chaqueta del respaldo de la silla y, sin pensar, se puso la chaqueta.
—Tengo que ir a casa —dijo al fin, al ver la inquisitiva mirada de su jefe—. Mi padre ha muerto.
—Uh, lo siento —dijo Jerry, saltando torpemente de un pie a otro. Se frotó la parte de atrás de su cuello y luego pareció decidirse por algo—. ¿Regresarás mañana? Tenemos que poner las cosas en movimiento para la cuenta Hillside. Nosotros hemos estado arrastrando los talones en este negocio por mucho tiempo.
Eso era todo lo que Harry podía soportar. Miró a su jefe, su ira aumentando rápidamente a la superficie. —Nosotros —dijo Harry indignado. Sólo había una persona en la habitación que había estado arrastrando sus talones y no era Harry—. No hay un nosotros. Nosotros no hemos conseguido la cuenta Hillside porque usted es demasiado malditamente agarrado para pagar lo que quieren. Es un precio justo lo que están pidiendo. ¿Y sabe qué? ¡Que se joda la cuenta Hillside! Me importa una mierda. Acabo de decirle que perdí a mi padre. ¿Dónde infiernos está tu compasión?
Jerry se quedó con la boca abierta, haciendo que se viera como un pez, más que lo usual. Sacó el sucio pañuelo del bolsillo y se limpió la sudorosa frente. Harry se arrepintió de su arrebato al principio, pero cuando Jerry lo miró con algo rayando en odio en los ojos, no se arrepentía en absoluto.
—¿Cómo te atreves a hablarme así? —Jerry gritó—. Es mejor que cuides tu boca, chico, si quieres conservar tu trabajo.
Harry tuvo un momento de cegadora claridad cuando miró a su jefe y sabía exactamente lo que tenía que hacer. Con calma, deslizó su teléfono celular en su destartalado viejo maletín y lo cerró antes de hace clic y caminar saliendo de la oficina. El olor acre del sudor llegó a su nariz cuando pasó junto a su pronto-a-ser-exjefe.
—En realidad, no quiero seguir aquí —dijo Harry, sintiéndose más valiente con cada segundo que pasaba—. Puede meterse el trabajo de mierda donde el sol no brilla. Lo dejo.
Harry cuadró los hombros hacia atrás, mantuvo la cabeza alta y siguió caminando hasta que estuvo fuera de la puerta. Dejar su trabajo era algo que debería haber hecho hace mucho tiempo. Sintió una punzada de culpa apuñalarlo por haber necesitado algo tan devastador como la noticia de la muerte de su padre para que abriera los ojos ante su situación y las decisiones que había hecho en la vida. Él había sido un cobarde. No sabía lo que el futuro le traería, pero, cuando salió al estacionamiento a tomar su carro, estaba seguro de que había tomado la decisión correcta, incluso si la había hecho demasiado tarde.
Harry pensó en su padre mientras recorría el conocido barrio durante su viaje a casa. Des había sido un hombre obstinado. Él y Harry no habían hablado desde que Harry había tenido finalmente el valor para decirle que era gay y Des le había ordenado que saliera de la casa. Eso había sido hace dos años. Lo más triste era que Harry sabía que su padre habría aceptado el asunto con el tiempo. Solía hacerlo cuando conseguía calmarse y pensar las cosas. Que Harry fuera gay podría haber sido un gran problema para Des, pero no habría sido algo tan grande para que su padre nunca lo hubiera superado. Al menos, Harry no lo creía. Des no había sido un hombre prejuicioso, no en realidad. Harry sospechaba que lo que molestó a Des, era sentir que había sido la última persona en enterarse.
Harry estacionó el coche frente a su casa y apagó el motor. Se sentó allí por un momento y se obligó a tomar una serie de respiraciones profundas para calmar sus nervios antes de entrar en la casa a empacar una maleta. Él había discutido con su padre incontables veces en el pasado. Sus personalidades eran similares y se habían enojado con frecuencia. Pero esta vez Harry no se comunicó con su padre para saber si se había calmado y estaba dispuesto a hablar con él. Harry había heredado la terquedad de su padre, y parecía que ni él ni su padre habían estado preparados para dar el primer paso. Ahora Harry nunca tendría la oportunidad de arreglar las cosas con el viejo, y la dureza de ese hecho hizo sentir su pecho oprimirse y oprimirse aún más hasta que tuvo que cerrar los ojos como si pudiera esconderse del dolor.
Cuando entró, tomó su vieja maleta del armario y la llenó sin pensar, ni remotamente consciente de que estaba haciendo la maleta. Diez minutos más tarde bajó la vista y se sorprendió al ver que la maleta estaba llena. Ahora que la adrenalina había desaparecido, Harry se sentía agotado y no quería nada más que una bebida o dos para calmar el dolor en el pecho que no disminuía. Para ser exactos, quería emborracharse. Quería olvidar, para adormecer sus sentimientos de modo de no sentir nada en absoluto. Consideró seriamente la idea y podría haber cedido a la tentación si no le hubiera prometido al médico que iría al hospital esa misma tarde. El largo viaje por delante significaba que no podía correr el riesgo de tener incluso una copa para calmarse. Sin embargo, no habría nada que lo detuviera después de haber estado en el hospital. Tan pronto como el pensamiento se formó, bajó corriendo la escalera para tomar una botella de whisky que tenía desde la Navidad pasada y la metió en la maleta, entre una multitud de camisetas y calcetines de más.
Finalmente, Harry subió la cremallera de la maleta, la colocó en el centro del suelo de la habitación y se quedó mirándola. Nunca se había sentido tan perdido o tan completamente fuera de su elemento antes. Des era el último pariente vivo de Harry y la triste verdad de estar solo en el mundo amenazaba con abrumarlo. Sólo deseaba saber lo qué había sucedido. ¿Por qué ahora? ¿Por qué después de todo? Harry había discutido muchas veces con su padre en los últimos años, y Des siempre tenía que tener la última maldita palabra. Bueno, él lo consiguió esta vez, ¿verdad? Harry vio el reloj y se dio cuenta de que habían pasado casi dos horas desde que salió del trabajo. ¿Dónde demonios se había ido el tiempo? Tenía que conseguir estar en camino si quería llegar a Missouri antes del anochecer.
El teléfono celular zumbó en el bolsillo, regresando a Harry a la realidad. Lo sacó y vio el número. «Tom». ¿Cómo podía haberse olvidado de llamar a Tom? Harry pensó que su novio debería haber sido lo primero en su mente cuando había recibido la noticia de su padre, pero él estaba a punto de conducir fuera del estado y ni siquiera le había dado un segundo pensamiento. Entonces tuvo que preguntarse lo que eso decía acerca de la naturaleza de su relación.
Bien, Harry no podía llamar a Tom su novio. Estaban jodiendo. Lo habían estado haciendo durante los últimos cinco meses. Harry tenía la esperanza de que eso los llevara a algo más. Cuanto más tiempo pasaban juntos, más Tom llegaría a la idea de que se conviertan en una pareja estable. Tom era lo más cercano que Harry había llegado nunca a tener un novio real, por lo que utilizaba el término siempre que podía. Incluso si no podía decirlo en público porque Tom no había salido aún, podía decirlo en su propia maldita casa cuando no había nadie alrededor para escucharlo. Tomó la llamada.
—¿Tom?
—Lo siento mucho, Harry —empezó Tom. Harry frunció las cejas juntas y miró su celular con confusión. ¿Cómo infiernos Tom se había enterado de lo que había pasado?
—¿Huh?
—Sé que se suponía que debía estar allí hace una hora, pero me he retrasado.
—Oh. —Le tomó un momento a Harry recordar que tenían planes para la cena. Bueno, había planeado cocinar la cena para él. Nunca salían a comer porque a Tom no le gustaba que los vieran juntos en público. —Está bien. Mira, yo…
—En realidad, eso es una mentira —interrumpió Tom—. Yo no me levanté... Quiero decir, lo hice, pero, si te digo la verdad, no pensaba ir a cenar contigo esta noche.
—¿No pensabas hacerlo?
—No. —Harry oyó que tomó una respiración y esperó por el resto de las palabras—. Tenía que reunirme con los padres de mi novia.
—Oh, eso es bueno —respondió Harry, frotando una mano sobre sus ojos cansados. Luego, las palabras de Tom lo hundieron, realmente lo hundieron—. Espera un minuto, ¿qué acabas de decir?
Tom dejó escapar un largo suspiro. —Dije que tenía que reunirme con los padres de mi novia.
Harry sacudió la cabeza para despejarse. —Pero ¿qué significa eso? Yo... yo no lo entiendo.
—Estoy comprometido, Harry.
—Sí, entiendo esa parte. ¿Con quién y cómo?
—Su nombre es Lindsay Rose. Nuestros padres juegan golf juntos.
—Golf —repitió Harry tontamente. Incluso mientras dejaba que las palabras de Tom lo inundaran, Harry aún no podía permitirse creer en ellas.
—Me doy cuenta de que puede parecer un poco brusco, pero hemos estado viéndonos por un par de meses.
El estómago de Harry dio un vuelco ante la admisión. —Oh.
—Bueno, sí, quiero decir... ¿No pensaste que éramos exclusivos ni nada, verdad?
—No —susurró Harry—. Por supuesto que no.
—Oh, bueno, eso es bueno. Creo que es un buen partido. Su padre es el jefe de la Corporación Smithsdale.
Ahora todo tenía sentido. Tom trabajaba para la Corporación Smithsdale como analista junior. Había estado tratando de salir adelante en la empresa durante varios años. Casarse con la hija del jefe seguro mejoraría sus posibilidades. Eso podría ser cínico, pero Harry se sentía con derecho. —Eso es grandioso —dijo impasivo.
—Harry. Estás de acuerdo con esto, ¿no es así?
Harry sintió el loco impulso de reír, aunque nada acerca de la situación era gracioso. ¿Estaba de acuerdo con esto? ¿Tenía una jodida opción? —Sí, Tom, estoy muy bien —logró responder—. Me tengo que ir. Ya nos veremos... o no.
Harry colgó y lanzó el teléfono sobre la cama. Era demasiado. Todo era demasiado. Su papá, Tom, su maldito gato. ¿Cuánto más podría una persona tomar en un día? Harry caminó tranquilamente a su cuarto de baño, cerró la puerta y vomitó en el inodoro. Mientras estaba sentado en el suelo abrazando la porcelana, se preguntó qué diría su mentor de pensamiento positivo acerca de su “no buen” día ahora.
(..)
Invitado
Invitado
Capitulo 2.
Louis vio la foto en el menú con las cejas levantadas. —¿Quieres un triple helado de chocolate con malvaviscos y chispas de chocolate? Eso es mucho chocolate para una niña tan pequeña. ¿Estás segura de que puedes con todo?
Hope asintió con entusiasmo, pero fue el gesto de aprobación de su madre que Louis se aseguró de tener antes de tomar la orden del postre lleno de calorías. Su hermana le haría pasar un santo infierno si pedía algo para Hope sin preguntarle a ella primero.
—Dos cucharas, por favor —dijo Lottie, para evidente gran disgusto de su hija.
Louis se rio entre dientes. —Sí, señora. En seguida.
Volvió tras el mostrador, dio la orden a su chef Anthony e hizo las bebidas mientras esperaba. Había sido un día largo y ajetreado. Louis sintió como si hubiera trabajado toda la semana y recién era lunes, y ni siquiera eran las cuatro. Tenía la sensación de que iba a ser una de esas semanas. El centro comercial al otro lado de la calle abría hasta tarde los lunes y la gente siempre llegaba a tomar café y refrescos mientras descansaban sus cansados pies. Ángela, la gerente asistente de Louis, llegaría más tarde para ayudar, pero hasta entonces estaba al frente. No es que le importara trabajar solo, sobre todo cuando se quedaba tranquilo. Los períodos de calma le daban tiempo para pensar. A menudo se entretenía por horas en sus días tranquilos en un asiento junto a la ventana, mirando el mundo pasar. Le hacía feliz ver a la gente... Bueno, tan feliz como podía estar en una ciudad en la que nunca podría ser él mismo. Pero esos pequeños momentos de felicidad eran lo único que se tenía, ¿no es así?
Nadie que Louis conociera era feliz todo el tiempo. Apartó el pensamiento de su mente y se concentró en las bebidas.
Él no tenía por qué ser ingrato por su suerte. Louis había tenido una buena vida en Providence. Puede que no sea la vida que siempre había pensado que sería suya, pero era una buena vida. El restaurante había ido viento en popa desde que lo compró hace cinco años y era feliz trabajando allí. Su familia creía que estaba loco por comprar un edificio que necesitaba mucho trabajo, pero Louis había visto el potencial y él no se había equivocado. Había usado todo el dinero de la herencia que había recibido cuando su padre había muerto y había pedido prestado más, pero había valido la pena cada centavo invertido. En cinco años ya había conseguido devolver el préstamo y había comenzado a recuperar su dinero.
Luego, por supuesto, tenía a su familia. Su madre era diez años menor que su papá. Ella se acercaba a la edad de la jubilación, pero se negaba a detenerse —ni siquiera por un segundo. Aun trabajaba como recepcionista en el pequeño hospital en las afueras de la ciudad. Ella llamaba a menudo en el camino a casa desde el trabajo para tomar un café y charlar. Louis se sentaba a escuchar los chismes que ella había recogido del hospital, sin poder creer lo que algunos de los médicos y enfermeras hacían.
El padre de Louis había sido médico patólogo, hasta que un accidente cerebrovascular le había quitado la vida hace más de cinco años. Aún extrañaba a su papá. Había sido un hombre vibrante, con un entusiasmo real por la vida. Siempre había tenido una sonrisa en su rostro y un resorte en su paso. La madre de Louis siempre dijo lo parecidos que él y su padre eran, pero Louis no estaba tan seguro. No se había sentido lleno de vitalidad desde hace mucho.
Louis tenía dos hermanas que eran un dolor en el culo y lo habían bendecido con la más bella sobrina y sobrino. Habían pasado varios meses desde que había visto a su hermana menor, pero ella vivía a pocas horas en carro y no se reunían con la frecuencia que a Louis le gustaría. Felicity tenía un niño de cuatro años llamado Justin, que era la viva imagen de su madre, que ahora tenía seis meses de embarazo de su segundo hijo. A Louis le hubiera gustado pasar tanto tiempo con su sobrino como lo hacía con Hope, pero no había mucho que pudiera hacer al respecto. El trabajo de Will como un biólogo de vida silvestre estaba en el bosque nacional John Twain. Era un trabajo especializado y algo que no podía hacer en Providence.
Estaba agradecido por su sobrina y sobrino, sobre todo porque no era probable que tuviera hijos propios. No era que no le gustaran los niños, o no quisiera, pero ser gay y vivir en un pequeño pueblo cerca de la gente de mente estrecha era propicio para no tener ninguno. Los únicos otros hombres gay que conocía en la ciudad estaban en el armario, al igual que él. Y sólo sabía de ellos porque los había visto en un bar gay que había visitado en San Louis. Estaba a un par de horas de Providence, pero era el lugar amistoso con lo gay más cercano que Louis conocía cerca de su pequeña ciudad.
Ser gay en una ciudad pequeña como Providence podría ser una existencia solitaria, pero Louis no tenía ni idea de cómo cambiarlo, o incluso si lo quería. Él no quería mudarse, pero estaba empezando a creer que no había alternativa si no quería estar solo por el resto de su vida. Pero no podía pensar en eso. Tenía muchas cosas en su vida para estar agradecido.
«Es hora de dejar de sentir lástima por ti mismo, Louis. Apesta».
Anthony le llamó la atención y empujó el postre a través de la escotilla en la pared.
—Aquí tienes, hermosa. —Louis puso el gran postre delante de su sobrina—. Un triple helado de chocolate con malvaviscos y chispas de chocolate.
Se inclinó conspiratoriamente cerca del oído de Hope y susurró, manteniendo su voz baja, pero lo suficientemente alta como para que su hermana oyera: —Es seguro que tiene chispas extras.
Louis se encontró en el extremo ganador de una amplia sonrisa desdentada. —¡Gracias, tío Louis!
Louis sonrió y le revolvió el cabello a la niña. Ella era la más malditamente linda niña de cinco años que jamás había visto, pero era parcial. —No te olvides de compartir con tu mamá, ¿de acuerdo?
Hope asintió con entusiasmo y comió con apetito. —¡Está bien!
Louis no creía que su hermana consiguiera mucho postre. Ella rodó los ojos cuando Hope se llenó la boca con chocolate, pero sus labios se curvaron en una sonrisa.
—Entonces, ¿qué sucede, hermana? —Louis se sentó al lado de su hermana y le dio un codazo a su hombro—. No te he visto en más de una semana. ¿Has estado ocupada?
Lottie asintió. —Esta maldita tesis está pateándome el culo.
Hope se quedó sin aliento. —¡Tú dijiste una maldición, mami!
Louis contuvo una sonrisa. Tenían que tener cuidado con lo que decían cuando había pequeñas orejitas alrededor. No habían tenido que preocuparse cuando Hope era un bebé, pero ahora ella tenía cinco años y absorbía todo lo que escuchaba.
—Lo sé. —Lottie asintió—. Soy una mami muy mala. No escuches nada de lo que diga, ¿de acuerdo?
Hope asintió con los ojos muy abiertos y tomó otro bocado de helado de chocolate. Cuando Louis se encontró con la mirada de su hermana, ella estaba sonriendo maliciosamente y él no podía dejar de coincidir con su expresión.
—Tengo una cita el sábado en la noche —dijo Lottie, recordando deletrear la palabra cita para que Hope no lo entendiera.
—Sí, ¿con quién? —preguntó Louis.
—John Delucca.
Louis ladeó la cabeza hacia un lado y frunció los labios. —¿Es ese el chico que solía seguirte a casa de la escuela cuando estabas en octavo grado?
—Sí, ese John. Ahora es un dentista, tiene su propio consultorio.
—¿Buscas que te haga algún trabajo?
—¡Ja, ja!
—Pensé que no te gustaba.
Lottie rodó los ojos. —Teníamos trece. No me gustaba ningún chico en ese entonces... Bueno, excepto Jason Priestly. Hubiera hecho una excepción por él.
Lottie se rio entre dientes. —Tú y yo.
—Hablando de eso, ¿qué está pasando con tu vida amorosa, mi hermano más querido?
Louis tomó la cuchara de su hermana y tomó un gran bocado del helado de Hope. —Mmm ... debería ser ilegal —dijo gimiendo fuerte. Hope se rio.
—Responde la pregunta, Louis.
—¿Qué? ¿De verdad esperas que tenga una vida amorosa aquí? Contrólate.
—No estamos en Kansas, Tonto.
Louis rodó los ojos. —No, estamos en la grieta del trasero de Missouri. No es un infierno entero de diferencia de donde estoy parado. —Louis hizo una mueca por su lenguaje y miró a Hope, pero ella estaba buscando malvaviscos en el fondo de su copa de helado y no parecía haber oído.
—Siempre fuiste del tipo vaso medio vacío.
—Y tú siempre fuiste un dolor en el... —Louis se contuvo justo a tiempo. Hope estaba mirándolos esta vez, con la cabeza girando de uno a otro, pendiente de cada palabra—. Cuello.
Lottie tomó la cuchara y sacó un poco de chocolate. —Sabes, si le dices a mamá ya tendrías con quién salir antes de que termine la semana.
—Mantente fuera de esto, Lottie —advirtió Louis.
—Mira, sólo estoy diciendo, si le dices a ella…
—No es de tu incumbencia. Ahora, por favor, déjalo.
Lottie tiró la servilleta sobre la mesa. —En ocasiones no te entiendo. ¿Por qué infiernos no le dices? Mamá te quiere, de la misma manera que ella nos ama a todos. ¿De verdad crees que podría pensar menos de ti? De hecho, estoy segura de que ella ya lo sabe. Ella…
Louis miró a su hermana. —¿Ha dicho algo?
—No, pero no es estúpida. Es una mujer inteligente y tú eres un hombre de treinta años que nunca ha tenido novia. La mujer te dio a luz. Ella te conoce mejor que nadie. Confía en mí, ella sabe que eres gay.
La última frase de Lottie había sido alta. Louis miró por encima del hombro a la pareja de ancianos sentados en la esquina, pero estaban inmersos en su propia conversación y no se veía como si hubieran oído.
—Cristo, ¿puedes bajar la voz? —Louis echaba chispas.
—¿Qué es gay? —Hope le preguntó a Louis.
—Perfecto, simplemente perfecto. ¿Quiere explicarle qué es, genio? — Louis le frunció el ceño a su hermana.
Lottie no perdió el ritmo.
—Esto significa que el tío Lottie es feliz, calabaza —dijo ella, sacando una cucharada de helado de la copa—. Sobre todo cuando juega con los hombres.
Bien. Esa era una manera de explicarlo. Aun así, no estaba mal.
—¿Es que no les gusta jugar con las niñas? —Hope preguntó.
—No, querida. Él piensa que las niñas son tontas.
Hope se rio y volvió a su chocolate.
—Entonces ¿mamá viene a un round esta noche?
—Jesús, Lottie, no te das por vencida, ¿verdad?
—Hey —Lottie levantó ambas manos en frente de ella—. Yo ni siquiera estaba hablando de eso. Tengo que pedirle que sea niñera el viernes por la noche.
Louis relajó sus hombros y asintió. —Hasta donde sé, sí. Ella aún llama la mayoría de las noches antes de irse a casa.
—Creo que ella está sola. Y sigue trabajando en ese maldito hospital.
—Creo que es porque se siente sola que trabaja tan duro. Cuantas más horas trabaja, menos tiempo tiene para estar en una casa vacía.
Lottie asintió. —Claro, puedo entender eso, pero no le está haciendo ningún bien. Ella tiene que salir y conocer gente, pero no está interesada en eso. Sigo dándole folletos para eventos y club locales a los que podría unirse, pero ella ni siquiera les da una oportunidad.
—Tiene que ser duro para ella estar sola —razonó Louis—. Quizás si fueras con ella las dos primeras veces, hasta que conociera gente, ella podría sentirse mejor acerca de ir.
—¿Quién cuidaría a Hope? —Lottie frunció el ceño—. Supongo que podría lograr que Laurie la cuidara, pero…
—¿Que soy yo, hígado picado?
—¿Cuidarías a Hope? —Lottie lo miraba con la boca abierta—. ¿Durante toda la noche?
—Uh, déjame revisar mi apretada agenda. Sí, por toda la noche. Idiota.
Lottie ya estaba sacudiendo la cabeza. —No lo sé. Ella puede ser muy inquieta. Probablemente vas a terminar lamentándolo.
Louis sonrió. —¿Es una broma? Nosotros nos divertiremos. ¿Lo haremos, Hope?
Los ojos de Hope se iluminaron. —¿Podemos tener una fiesta de té con pastel?
—Por supuesto, voy a llevar el pastel y tú harás el té —dijo Louis.
Lottie se echó a reír. —Eso tengo que verlo.
Poco más de una hora después de que Lottie y Hope salieron del restaurante, Johannah —la madre de Louis— entró y tomó su asiento habitual en una mesa cerca de la parte trasera del restaurante. Louis estaba ocupado sirviendo a un par de mujeres jóvenes que trabajaban en el centro comercial. Movían su cabello y agitaban sus pestañas hacia él cada vez que entraban, pero a Louis no le importaba. Jugaba la mayor parte, como lo hacía con todas las mujeres que venían a comer y sólo esperaba que nunca le pidieran salir. Sólo haría que de ambas partes estuvieran incómodos cuando él las rechazara.
—Entonces, ¿cómo les fue en el trabajo hoy, señoritas? —les preguntó, colocando dos rodajas de pastel de durazno y nuez delante de ellas.
Jane, la rubia de botella era la más franca de las dos, sonrió sugestivamente. —Fue ocupado. Brittany y yo estábamos pensando en salir a tomar algo esta noche, ¿no lo hacíamos, Brit?
Brittany asintió su acuerdo y Jane siguió adelante: —Necesitamos un poco de… alivio del estrés.
Esa era la señal de Louis. —Bueno, estoy seguro que se divertirán. Disfruten de su pastel. Con permiso. —Con una pequeña sonrisa y un rápido movimiento de su cabeza hizo una rápida retirada, pero notó los labios fruncidos de Jane antes de que ella controlara sus rasgos. Le preparó a su madre una taza de capuchino y se unió a ella en la mesa.
—¿Quiénes son? —su mamá le preguntó, señalando con la cabeza a las mujeres.
Louis instintivamente giró la cabeza y atrapó la mirada fija de Jane. Apartó la vista rápidamente. —Sólo un par de dependientas del centro comercial. Vienen un par de veces a la semana.
—Hmm, bueno, no les animaría si fuera tú, o nunca se irán. A menos que tengas la intención de animarlas. —El rostro de su madre estaba lleno de algo que se parecía esperanza, y eso echó abajo la opinión de Lottie de que su mamá ya sabía acerca de su sexualidad. O ella no lo sabía o era una actriz muy buena.
—No las aliento —respondió—. Estaba siendo amable. De todos modos, ¿cómo fue tu día, mamá?
Johannah rodó los ojos. —Maníaco como de costumbre. No me senté durante todo el día.
Louis agitó su café y luego señaló con la cuchara a su madre y entrecerró los ojos. —Trabajas muy duro. Es hora de que trabajes menos.
—¡Pfft! Aún no estoy en mi lecho de muerte, ¿sabes? Hay un montón de vida en este perro viejo.
—Has trabajado toda tu vida. ¿Por qué no piensas en retirarte? ¿No prefieres pasar tu tiempo haciendo algo divertido?
Johannah rodó los ojos. —El trabajo es divertido. Bueno... a veces.
Louis estaba a punto de explicar la diferencia entre el trabajo y la diversión, pero se lo pensó mejor. Esa era una discusión que nunca ganaría. Y realmente no quería poner a su madre de mal humor. Su hermana lo llamaría más tarde para pedirle que cuidara a la niña y él nunca dejaría de oírla si ella estaba de mal humor a causa de él. Además, ¿qué infiernos sabía? El trabajo era todo lo que él también hacía, ¿verdad? Louis no podía recordar la última vez que había salido y había tenido un poco de diversión.
—¿Cuál es el chisme de hoy del hospital? —Él tomó la decisión de mover la conversación hacia un terreno más seguro y funcionó.
El rostro de Johannah se iluminó. Ella realmente amaba ese maldito hospital, no había ninguna duda al respecto. —¿Recuerdas que te hablé de la enfermera Maxine y la doctora5 Butler?
Louis apretó los labios y frunció las cejas juntas, tratando de recordar los nombres y lo que su madre le había dicho acerca de ellas. —¿Son las que han estado teniendo una aventura?
Johannah hizo un ruido nasal. —No. Esos son Kristy y el doctor Jenkins, la enfermera Maxine y la doctora Butler son quienes sus esposos han estado teniendo una aventura, uno con el otro.
Louis casi se atragantó con el café. —Nunca me lo dijiste antes.
—¿No? Hubiera jurado que lo hice. —Su madre se quedó pensativa.
Louis estaba absolutamente seguro de que no se lo había dicho. Eso era algo que sin duda hubiera recordado. Él podía contar el número de personas gay que conocía en Providence con los dedos de una mano, y cada vez que los residentes de la ciudad se enteraban de una historia como esa hablaban por meses. Y, aun cuando dejaran de hablar de ello, nunca lo olvidarían.
A Louis no le gustaba meterse en el chisme de la ciudad, pero había oído hablar de un maestro de la preparatoria que había perdido su trabajo cuando el Consejo del colegio se había enterado de que era gay. Por supuesto, no lo habían despedido por eso, porque habría demandado, pero había sido demasiada coincidencia que lo despidiera por algo más. Keller había enseñado arte en la escuela por más de quince años, de hecho había enseñado a Louis. Luego de tres semanas después de que su vecino lo viera besar a su pareja, adiós al trabajo. Al parecer, el recorte había sido planeado desde hace tiempo.
Esa fue la forma en que funcionaba todo en Providence. La gente te apuñalaba por la espalda tan pronto como te miraban. El prejuicio no siempre estaba a la vista, pero eso no significaba que no estuviera allí. Louis había oído que el señor Keller no había sido capaz de encontrar un puesto de trabajo desde que perdió su puesto en la escuela y estaba considerando mudarse fuera del estado, a pesar de que había crecido en Providence y no quería tener que irse.
—No, definitivamente no me dijiste eso —dijo Louis a su madre.
Johannah se encogió de hombros. —No hay mucho que decir, la verdad. Aparentemente esto ha estado sucediendo desde hace meses, pero sus esposas sólo se enteraron hace un par de semanas. La doctora Butler, entró y les dijo a todos en el hospital lo que su marido había estado haciendo.
—¿Dónde trabaja su marido?
—Es un paramédico.
—Wow, ¿así que también está en el hospital?
Johannah asintió. —Ambos lo están. El marido de Maxine es un radiólogo.
—Jesús, eso debe haber sido muy incómodo para todos los involucrados.
—Lo es. Hoy la situación llegó a su punto álgido cuando los cuatro discutieron en el pasillo, delante del personal. También había pacientes y familiares alrededor.
Louis se inclinó hacia adelante en su asiento. —Entonces, ¿qué pasó?
—Un montón de gritos y chillidos, principalmente. John, el radiólogo, le dijo a su esposa que él la está dejando, pero Derrick, el esposo de la doctora Butler, dijo que ni siquiera había pensado en dejar a su esposa y ella estaba pegada a él. Si me preguntas, ella debería de dejarlo. ¿Por qué una mujer quiere estar casada con un hombre gay? Probablemente piensa que ella puede cambiarlo, o que en realidad no es gay, que él dijo que sólo estaba experimentando. Tentado por el lado oscuro. —Johannah soltó un bufido—. Tonta.
Louis sintió que sus mejillas se llenaron de calor. Él realmente quería cambiar de tema. Se sentía avergonzado hablando de estos temas con su madre y estaba malditamente demasiado cerca para su gusto. ¿Por qué no podía contarle a su madre acerca de su propia sexualidad?, no estaba seguro. En el fondo esperaba que Lottie tuviera razón, que su mamá ya supiera acerca de su sexualidad, pero eso no era por lo que no había dicho nada. La principal razón era porque tenía una buena relación con su madre y no quería que eso cambiara, no estaba seguro que lo haría, pero él no quería correr el riesgo. No importaba de todos modos. No era como si Louis estuviera saliendo con alguien que importara. Si eso cambiaba, entonces podría reconsiderar decírselo.
«¿Estás seguro de eso, Louis?»
—Entonces, ¿qué más sucedió en el trabajo hoy? —Cuando hizo la pregunta la campana sobre la puerta de entrada del restaurante sonó. Louis miró por encima del hombro para ver quién había entrado y gimió. La señora McCormick estaba mirando a la madre de Louis, su rostro se torció en su habitual ceño. Ella llamó la atención de Louis y giró la mirada sobre él antes de susurrar al oído en complicidad a su hermana gemela.
La señora Peters no era tan cáustica como su hermana, que tenía una lengua afilada como una espada samurái. De hecho, todo lo opuesto —May era un placer y la única persona que tenía la capacidad de silenciar a la señora McCormick con sólo un vistazo.
Pero esa capacidad particular no se veía como si estuviera trabajando en la actualidad. La señora McCormick estaba molesta por algo. Louis gimió para sus adentros. ¿Qué infiernos hacía que la vieja sacara el hacha contra él hoy?
Las hermanas rara vez venían a comer, venían sólo para quejarse de una cosa u otra. La semana pasada fue la nueva acera que Louis construyó que era una monstruosidad y un accidente esperando a suceder. La semana anterior a eso había sido el mal estado de la acera —como si fuera su maldita culpa. Pero no parecía importar si Louis tuviera o no la culpa, en lo que se refería a Betty McCormick, Louis siempre tenía la culpa.
—Sí, en realidad —continuó la madre de Louis, ignorando por completo a la campana, a la señora McCormick y a su hermana. Las hermanas tenían la misma edad que la madre de Louis, pero ahí es donde la similitud entre ella y las gemelas terminaban. De lo que Louis había sido capaz de entender, ellas nunca habían congeniado. Louis no sabía por qué, pero habría apostado su último dólar a que había una historia en alguna parte—. Creo que puedo decir que algo más sucedió. Vi a alguien hoy que no había visto en un buen número de años, de hecho sin duda también lo recordarás. Ustedes dos solían pasar mucho tiempo juntos.
—¿Sí? ¿Quién era? —Distraídamente, Louis levantó el dedo hacia la señora McCormick indicando que estaría en un minuto y luego giró de nuevo su atención hacia su madre.
—Harry, el hijo de Des Styles —dijo Johannah. Ella se detuvo un momento para mirar a las hermanas, cosa que en otras circunstancias podría haber hecho sonreír a Louis. Pero no podía forzar la salida de una sonrisa después de la revelación de su madre. Apenas podía respirar.
Su estómago se revolvió violentamente ante la mención del nombre que había perseguido sus sueños desde la preparatoria. Había pensado en Harry demasiadas veces en los últimos diez años para contarlas. De hecho, nunca había dejado de pensar en él. Harry había sido el error más grande que Louis había cometido... o cometería, según el caso.
Durante el tiempo que viviera se arrepentiría de las cosas que le había dicho a Harry y lo que le había hecho en la última semana de la preparatoria. Louis siempre se había preguntado si tendría la oportunidad de decirle a Harry cuánto lo lamentaba. Si hubiera una manera de retractarse y hacer que las cosas estuvieran bien entre ellos de nuevo, lo haría en un santiamén. Pero pensó que podría ser demasiado tarde para reparar el daño. Demasiado tiempo había pasado y dudaba que Harry le perdonara lo que había hecho.
—Sí. —Cuando Louis finalmente encontró su voz era temblorosa y parecía distante, como si viniera de otra persona—. Claro que me acuerdo de Harry. Era mi mejor amigo en la preparatoria.
Su madre asintió. —Sí, lo recuerdo.
—¿Qué estaba haciendo en el hospital?
—Su padre acaba de morir.
Louis suspiró pesadamente y el nudo en su estómago se apretó. —Oh. Lamento escuchar eso. ¿Has hablado con él?
—Durante unos minutos, sí. Estaba recogiendo los efectos personales de su padre.
La boca de Louis de repente quedó tan seca como un maldito desierto. —¿Qué te dijo?
—No mucho. —Johannah se encogió de hombros—. Parecía un poco en shock, lo cual es comprensible, por supuesto. Solo le ofrecí mis condolencias. Le dije que me avisara si necesitaba algo. Planear un funeral no es una cosa fácil y no creo que tenga ningún tipo de ayuda. Des fue el último de sus hermanos en morir y no hay nadie más del lado de su madre.
—¿Sabes si Harry se va a quedar en la ciudad por un tiempo?
—No lo dijo, pero imagino que pasará por lo menos una semana hasta que tenga la fecha para el funeral. Quizás más.
—¿Sabes dónde se está alojando? —Louis no podía mirar a su madre a los ojos. Él no quería que ella viera lo importante que eran las respuestas a sus preguntas, porque eso daría lugar a preguntas y Louis no podía contestarlas—. Me gustaría darle mis condolencias.
Johannah negó con la cabeza. —No, pero no veo que se quede en un hotel cuando su antigua casa está vacía. Imagino que se quedará allí. ¿Acaso no vivía cerca del río?
El corazón de Louis empezó a latir más rápido sólo ante la mención del lugar donde había pasado la mayor parte de su tiempo cuando estaban en la preparatoria. Era también el último lugar en donde estuvo con Harry. Había allí una gran cantidad de buenos recuerdos para Louis, pero también el peor de ellos. —Sí, sí, ahí vivían.
—Estoy segura de que te agradecerá que lo llames para darle las condolencias.
Harry tenía más probabilidades de golpear a Louis al verlo aparecer por su casa, y con razón. Pero Louis no podía dejar pasar la oportunidad sin ir a ver a Harry para decirle cuánto lo lamentaba, tanto sobre el fallecimiento de su padre como por lo que le había hecho a Harry cuando tenían dieciocho años. La madre de Louis no sabía lo que había pasado entre ellos. Lottie era la única persona en quien Louis había confiado. En cuanto a lo que su madre y todos los demás sabían, Louis y Harry simplemente no habían estado en contacto cuando se habían ido a sus respectivas universidades.
Si ese fuera el caso.
—Es mejor que vayas a ver qué quiere Betty. —Johannah señaló con la cabeza a la señora McCormick en el mostrador—. Si las miradas mataran, estarías muerto. Y esa hermana que tanto ha sufrido por ella se ve a punto de caer.
Efectivamente, cuando Louis miró por encima del hombro, descubrió que su madre no había exagerado. May no se veía nada bien. Louis corrió y puso una mano en el hombro.
—Señora Peters, venga y siéntese. —Louis comenzó a llevar a la anciana a un asiento de una mesa en la parte trasera del restaurante, pero la señora McCormick le golpeó la mano y agarró el brazo de su hermana.
—Soy perfectamente capaz de cuidar de mi propia hermana, joven.
Louis habría rodado los ojos si pensara que podía salirse con la suya, pero Betty McCormick no lo perdería y Louis no era tan valiente.
—Por supuesto —respondió—. May, permíteme traerte un vaso con agua.
—Gracias —respondió Betty simplemente.
—Gracias —May repitió. Su voz era más tranquila de lo habitual y no contenía nada de su alegría habitual.
—¿Quieres que llame a un médico? —Preguntó Louis—. Podría llamar a una ambulancia.
La señora McCormick le frunció el ceño a Louis. —Ella no necesita un médico —dijo, desestimando a Louis—. Ella sólo tiene que sentarse durante unos minutos.
Para evidente gran disgusto de Betty, Louis no le hizo caso y se dirigió a su hermana. —¿Señora Peters?
May sacudió la cabeza y le ofreció a Louis una pequeña sonrisa. —No, gracias, cariño, sólo necesito descansar mis huesos y estaré bien en un momento. Aunque no voy a decir que no a ese vaso de agua, con hielo, si tienes.
—En seguida. —Louis asintió y se fue a preparar la bebida. Betty estaba refunfuñando con su hermana cuando Louis entró en la cocina a buscar hielo. Puso un par de cubos en el vaso y se dirigía de nuevo al comedor cuando el cocinero Anthony llamó su atención.
—¿Todo bien, jefe? —Anthony estaba cortando limones con una precisión que nunca dejaba de sorprenderle a Louis. El chef había estado con él desde que se había abierto el restaurante y era un cocinero increíble. No se avergonzaba de admitir que estaría perdido sin él.
—La señora McCormick —dijo Louis a modo de explicación.
Anthony se echó a reír. —No digas más. Voy a ver cómo estás en cinco minutos y, si te ves en problemas, voy a inventar un desastre en la cocina.
Louis levantó la mano en un saludo. —Muchas gracias.
Llevó el agua al restaurante y le entregó el vaso a la señora Peters. —Aquí tienes, bebe esto.
May agarró el vaso y bebió un pequeño sorbo. —Ah, esto es agradable —dijo en torno a un suspiro antes de colocar el vaso en la mesa—. Gracias.
—No es ningún problema —respondió Louis—. ¿Seguro que no quieres que llame a alguien?
May sacudió la cabeza. —No, estoy bien ahora. Sólo uno de mis mareos. Creo que me excedí, eso es todo. Tengo que recordar que ya no puedo hacer las cosas que hacía.
La señora McCormick bufó. —Haces el doble ahora que cuando eras más joven y aún tienes muchos años por delante.
May sonrió y una expresión pícara llegó a su cara. —Tienes que decir eso, al ser mi gemela —le respondió—. Pero ambas sabemos que no somos tan jóvenes como antes.
—Entonces, ¿qué puedo hacer por ustedes, señoras? —Preguntó Louis—. ¿Puedo ofrecerles algo de comer?
La preocupación que había estado presente en el rostro de la señora McCormick un momento antes desapareció para ser reemplazada por su habitual ceño fruncido. —No hemos venido aquí por la comida —respondió rápidamente—. Estoy aquí por negocios.
Louis reprimió una sonrisa. Apostaría eso. —Oh. ¿Qué es lo que puedo hacer por usted, señora McCormick?
—Tengo una queja. Anoche fue la reunión de vigilancia vecinal municipal y no estuviste presente por segundo mes consecutivo. ¿Qué tienes que decir en tu defensa?
«Mierda», era lo que él quería decir. La fría y dura mirada de Betty en Louis le hizo sentir como si estuviera en un juicio. Causándole un involuntario escalofrío.
—Lo siento, no pude asistir a la reunión de anoche, uno de mis empleados se reportó enfermo y tuve que quedarme. En el momento en que encontré quien lo cubriera, la reunión estaba por terminar y no valía la pena asistir, pero yo sabía que ustedes, señoras, me informarían sobre los detalles. —Louis ofreció su sonrisa de disculpas y expresó una esperanza como el infierno de que Betty le creyera. La verdad era que había olvidado por completo la reunión, pero no había manera en el infierno que le admitiera eso a Betty McCormick. Ella lo colgaría, lo arrastraría y descuartizaría. Sólo esperaba que mentirle a una viejecita no fuera el tipo de delito que causase que lo enviaran directamente al infierno sin pase de salida.
Betty entrecerró los ojos, pero ella no le preguntó a Louis quién de su personal había estado enfermo. «Gracias a Dios». No había pensado en eso antes cuando se le había ocurrido formar la mentira.
—La reunión fue esclarecedora... —dijo Betty.
Louis dudaba mucho eso. —Si me dejas tomar un café, me uniré a ustedes en un minuto, señoras. ¿Te puedo ofrecer algo de beber?
—No, gracias —respondió secamente Betty.
—May —Louis preguntó—: ¿Quieres algo más?
Se veía malditamente mejor de lo que se había visto antes y el leve rubor que apareció en sus mejillas la hacía verse aún mejor. —No me molestaría una rebanada de ese maravilloso pastel de durazno y nuez —dijo en voz baja.
La sonrisa de Louis se hizo más grande cuando vio a Betty fruncirle el ceño a su hermana.
—De inmediato —contestó—. Y, por ti, va a ser una gran rebanada.
-------------------------
Hola!
Bueno, me tarde mil años para poder actualizar acá, y en serio entiendo si nada ya la quiere leer.
Pero ahora si, vamos con todo con esta novela.
Espero que si la leen les guste:)
Bye
Invitado
Invitado
Re: Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
Hola, es bueno saber que no has cancelado la novela, espero que la sigas pronto.
Cuídate.
Cuídate.
juaita20
Re: Demasiadas oportunidades (Larry Stylinson)
Que realmente jodido día el de Harry.
Le paso de todo, por dios.
Ese gato se vendió, pero por el catnip cualquier gato lo haría. Y lo del "novio" que porquería, que tipo imbecil. Me encanto como mando a la mierda al jefe JAJAJ.
Y Louis esta atrapado en una vida monótona por no poder ser el mismo, que triste eso.
Me intriga demasiado saber que paso entre ellos cuando eran jovenes. Supongo que lo rechazo, o algo asi, pero por como lo pone Louis parece que fue incluso mas grave.
Seguila pronto por favor, bye!
Le paso de todo, por dios.
Ese gato se vendió, pero por el catnip cualquier gato lo haría. Y lo del "novio" que porquería, que tipo imbecil. Me encanto como mando a la mierda al jefe JAJAJ.
Y Louis esta atrapado en una vida monótona por no poder ser el mismo, que triste eso.
Me intriga demasiado saber que paso entre ellos cuando eran jovenes. Supongo que lo rechazo, o algo asi, pero por como lo pone Louis parece que fue incluso mas grave.
Seguila pronto por favor, bye!
Invitado
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