Come alive | Harry Styles | {Shot

Estaba recostado sobre el suelo; sabía muy bien que todo esto era una situación surrealista.
El miedo se hacía palpable y los objetos se escabullían entre las sendas emocionales, era incomodo muy incómodo.  
Desde hace semanas que sentía ese tambor sonar en las profundidades de sus tímpanos, podía notar como este ruido le acariciaba con brusquedad la oscuridad del túnel.

–Voy a despertar, voy a despertar–

Pero no despertaba.
Era el vacío quien le hablaba y decía que había llegado al infierno, pero ¿Qué infierno es… blanco? pensó tocando sus manos heladas.

–Quiero despertar, voy a despertar–

Pero no despertaba.
Con una mano en el suelo se levantó quedando sentado, cerró los ojos por undécima vez y canalizando sus energías intentaba regresar a la vida real. Abrió los ojos y nada había cambiado; ¿Qué infierno es helado? Pensó.

Tenía los huesos paralizados y su mirada estaba fija en ese punto rojo que se situaba al medio de la pared.  Su cuerpo estaba poseído por el frio que emanaba desde cada rincón del infierno, por aquello, sabía que todo se estaba tornando extraño ¿Qué infierno posee características de psiquiátrico mental? Pensó viendo como todo daba vueltas.

–Voy a despertar–

Pero no despertaba.
Un dolor en el brazo lo canso, sentía que había dado 80 vueltas cercas de la luna, lo cierto era que la luna no era más que un líquido helado que recorría sus venas. El cielo se hacía visible, sus ojos se nublaban y la luz lo cegaba. Quería seguir con los ojos abiertos pero el infierno se los cerró súbitamente. Por fin veía el negro.
10 horas, 3 horas, 2 minutos ¿o eran solo segundos? Una risa estrepitosa hacía eco, era el riendo con los ojos en blanco y con los huesos y articulaciones débiles. Podía sentir como su brazo cosquilleaba, podía sentir de nuevo ese tambor en el oído y podía sentir como el color de sus ojeras  cambiaban. Ese morado era exclusivamente reconocible sin la necesidad de tener un espejo a mano. –Quiero morir– musito con una sonrisa en su rostro, podía verlo, podía sentirlo… su risa era un demonio. Ja, ja, ja.

— Harry, despierta— dijo Gemma.

Y… despertó.