oh, little chloe!

little chloe

Querido desconocido:
Hola mi nuevo amigo. Probablemente te preguntarás por que has cogido este cuaderno del río, aun que la respuesta es bastante simple: curiosidad. Por eso mismo lo has abierto y ahora estas leyendo esto, pero debo advertirte una cosa, pese a que este diario lleva mi nombre no cuenta mi vida, cuenta una serie de consejos y experiencias de mi madre. La cual siempre que llegaba llorando o necesitaba consuelo estaba allí para ayudarme. Son sus historias tristes, desamores y amistades.
Ahora tienes dos opciones: seguir leyendo o tirarlo. ¿qué decides?

summertime sadness

La castaña estaba sentada en el sofá de mimbre situado en el porche de la casa, simplemente dejaba que su cabello se juntara y pegara con el rostro mojado que tenía gracias a las lágrimas derramadas. Una mujer esbelta y de estatura por encima de la media se acercó a la joven de dieciséis años, con una sonrisa de medio lado la miró y le alzó la cabeza con sus finos dedos acompañados de sus largas uñas rosadas para luego fijarse en los ojos azules aguados  que tenía.

— Chloe cariño, ¿qué ocurre?
— Dick me ha dejado, dice que mañana debe partir hacia Canadá.
— Oh cielo, tu primer amor de verano —le dijo ella acariciándole la cara— Aún recuerdo el mio:

❛❛ Era una cálida tarde del 67' recuerdo llevar mi vestido blanco mientras paseaba por la carretera de al lado de la playa con mi bicicleta de color turquesa. Mis padres todavía estaban desembalando y yo aproveché para visitar la ciudad, esta vez nos quedaríamos permanentemente en la ciudad donde solía veranear. Aparqué sobre la acera dejando la bici aparcada para  después adentrarme en la arena y caminar hasta un lugar plano para situar mi toalla sobre el suelo, después deje a la vista mi bikini, la parte de abajo llegaba hasta el ombligo y era a rayas azules con la parte de arriba a juego, bronceé mi cuerpo untándolo de crema protectora para pasar a tomar el sol.

No recuerdo exactamente en que momento fue pero una pelota pasó a estar a mi lado pringándome de arriba a abajo de arena, me levanté furiosa y le planté cara al culpable, pero para cuando quise hacerlo al quitarme las gafas de sol me perdí en sus preciosos ojos verdes. Aquél fue el momento en que me enamoré por primera vez. Se llamaba Rory, era alto, musculoso, de pelo bastante largo, tirado para atrás y de pelo moreno. Después de aquello creo que lo que soy capaz de recordar son los momentos felices que pasamos.

Los paseos por la playa al atardecer, las cenas en restaurantes compuestas por un batido y una hamburguesa, los autocines... Desde luego el próximo año tenía claro que tendría algo para contar, que seguiríamos en contacto y nuestra relación duraría por siempre. Solía ser muy enamoradiza, creo que es lo peor de mi personalidad, me enamoro fácilmente.

Pero pese a los recuerdos buenos, en mi corazón quedó marcado el día de la ruptura.

Habíamos quedado en el prado de al lado del parque municipal, allí solíamos comprar helados y besarnos. Él parecía nervioso, no había hablado nada durante todo el camino hasta llegar a nuestro banco donde nuestros nombres estaban gravados. Empezó a sobar el mensaje con los dedos, tenía una mirada seria y apenas podía mirarme a los ojos.

— ¿Estas bien? —le pregunté humedeciéndome los labios.
— Si, es solo que quiero decirte algo pero no se como hacerlo —me respondió alzando la cara de mi querido Rory.
— Simplemente dilo, no será para tanto.
— Escucha, sabes que este ha sido el mejor verano de mi vida. ¿verdad? —me preguntó a lo que yo asentí, el bajó la mirada un instante para luego agarrarme de la mano— Los momentos que hemos pasado han sido únicos y siempre permanecerán en mi mente, quiero que lo sepas. Pero lamentablemente el verano ha pasado y yo debo volver a mi ciudad natal —mi rostro pasó de tener la sonrisa más grande a estancarse en un simple fruncido de labios y mirada seria, aparté mi mano de entre la suya. Estaba rompiendo conmigo— Ojalá pudiera quedarme, pero las relaciones a distancia no son buenas. Creo que es mejor que lo dejemos antes de que nos podamos hacer más daño, te quiero, pero debo irme —me confesó por lo que mis lágrimas empezaron a salir sin control lentamente.

Sentí como me costaba respirar, mi pecho empezaba a tener un dolor fuerte y permanente. Él sin dudarlo agarró mi cara con ambas manos para luego juntar sus labios con los míos y pasar a formar un beso apasionado, pensé que iba a ser el beso más largo que me daría jamás. El sabor dulce de sus labios se quedó en los míos, después se acercó a mi oído para susurrarme —serás el mejor amor de verano de mi vida— finalizó pasando sus labios por mi rostro hasta llegar a mi frente besarla y marcharse.

No me moví de aquél banco en horas. No me importó que ya hubiera anochecido, que el viento hubiera pasado a ser de una brisa cálida a fría que me helaba hasta los huesos. Estaba acurrucada en aquél banco pareciendo una vagabunda y mirando nuestros nombres unidos por un corazón, un corazón que simplemente había dejado de ser un símbolo a dos nombres más tallados en la madera. Me escocían los ojos de tanto llorar y estaban hinchados, tenía la garganta seca y me sentía como si estuviera muerta. Podría haberme tirado desde un acantilado o el piso más alto que al aterrizar por el duro suelo no me había dolido, no sentía dolor más grande que el de mi corazón roto. Todo me recordaba a él. El aire a sus suspiro y aliento, la luna que brillaba en el cielo a su sonrisa, la hierba de alrededor junto con las farolas a sus ojos verdes chispeantes y cada una de mis lágrimas era un recuerdo juntos. Voy con mi vestido azul, caminando en la oscuridad de esta pálida noche. Nada me hizo mas daño que sus palabras al decirme adiós.❜❜

— Todos los hombres son iguales —exclamó Chloe secándose las lágrimas para luego emitir una sonrisa y aceptar el cálido abrazo de su madre.
— Por eso debes mantener tu corazón intacto del dolor, los hombres siempre querrán robártelo pero tu nunca debes dárselo.