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Real (Larry Stylinson) Capitulo 5 parte 2.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Capitulo 3 parte 2.
Hacia Atlanta
Aclaro mi garganta y me enderezo, incapaz de soportar más contacto. Me siento peligrosamente mareado y definitivamente no estoy feliz por eso. Así que saco mi iPod y mis auriculares de la pequeña bolsa de viaje que llevo y la ubico en mi regazo. Él los mira fijamente, luego arrebata mi iPod, conecta sus auriculares y empieza a ir a través de mio música, entregándome la suya. Busco a través de su selección, y aborrezco absolutamente todas sus canciones. Él está en el rock PURO, dejo caer mis auriculares y agarro mi iPod de nuevo.
—¿Quién puede relajarse con eso?
—¿Quién quiere relajarse?
—Yo quiero.
—Aquí. —Me entrega su iPod otra vez—. Debo tener algo de música suave para ti. Escucha una de las mías y yo escucharé una de las tuyas.
Está seleccionando una canción de su propio aparato, así que yo busco una que me guste en el mío, y elijo una de poder femenino llamada “Love Song” de Sara Bareiles, que es básicamente una chica diciéndole al chico que él no va a obtenerla. La reproduzco para él.
Mi amor por las canciones del poder femenino es casi legendario. Viejo y nuevo. Es todo lo que mis amigos y yo escuchamos. Incluso Kyle las canta.
Así que luego me pongo mis auriculares para ver cual eligió él para mí, y algo pasa con mi cuerpo cuando escucho las primeras palabras de la canción, Y me doy por vencido a tocarte para siempre… la canción “Iris” de Goo Goo Doll.
Y me doy por vencido para siempre tocarte…
Porque sé que de alguna forma me sientes…
Eres lo más cercano que he estado al cielo y no quiero irme a casa justo ahora…
Agacho la cabeza para que no se dé cuenta que me estoy sonrojando y casi tengo que obligarme a no pausarla porque se siente insoportablemente íntima.
Escuchar esta canción.
La que extrañamente eligió para que escuchara.
Pero no me animo a pausarla. Incluso cuando se inclina hacia adelante para ver mi expresión. Su rodilla roza la mía, y el punto de contacto arde a través de mí mientras la canción sigue derramándose en mi oído.
Y no quiero que el mundo me vea, dice, pero quiero que tú sepas quien soy…
Creo que ni siquiera estoy respirando, ni siquiera sé si puedo. Él también está escuchando mi canción, y sus ojos están tan cerca de los míos cuando lo miro, puedo contar cada una de sus oscuras pestañas puntiagudas. Juro que sus irises son más verdes que el Mar del Caribe.
Sus labios se retuercen con humor, y sacude su cabeza con lo que creo es una risita. Una risita. Obviamente no puedo oír porque estoy escuchando el final de “Iris”, la cual escuché por primera vez en la película City Of Angels y la cual también me hizo llorar, como, por días. Un chico se rinde, literalmente, para siempre a estar con la chica de la cual se enamoró, y algo trágico pasa, como en una película de Nicholas Sparks.
Cuando el silencio le sigue al final, lentamente me saco los auriculares y le devuelvo su iPod.
—Ni siquiera sabía que tenías canciones lentas ahí —murmuro, totalmente comprometida en una nueva conversación con mi propio iPod, mientras me lo devuelve.
Su voz es baja e intima. —Tengo veinte mil canciones, todo está allí.
—¡No! —digo automáticamente sin creerle mientras me vuelvo a verificar, y es verdad. Mel piensa que es la mejor porque tiene diez mil, y voy a tener que decirle que ciertamente no lo es.
Y ahora, lo que no puedo olvidar es que, de veinte mil canciones, ¿reprodujo esa para mí?
—¿Te gustó? —Sus ojos me atraviesan, y sé que puede ver mi sonrojo, no puedo evitar eso.
Asiento.
Mi iPod se siente más caliente de lo usual mientras nerviosamente empiezo a jugar con él, y me niego a pensar que es por su mano. Pero es por su enorme, con cicatrices, bronceada, hermosa mano varonil. Mis mejillas arden incluso más, trato de hundirme en mi propio mundo musical.
Ocasionalmente, durante el vuelo, me pasa sus auriculares e iPod, y me hace escuchar una canción, y yo busco una para él. No sé qué pasa conmigo, pero cuando me sonríe con esa sonrisa perezosa que muestra sus dos hoyuelos, escuchando todas las canciones del poder femenino que elijo para él, como “I Will Survive” de Glorya Gaynor, quiero derretirme, especialmente cuando al mismo tiempo, el diablo sonríe con malicia, y parece decidir meterse conmigo mientras se reproduce "Love Bites" de DefLeppard para mí.
Muero cuando el poderoso sonido de golpes de su Dr. Dre se derrama en mis oídos, empujando las bajas voces masculinas tan dentro de mi cuerpo, cada palabra sexy parece latir descaradamente en mi miembro.
Las palabras son tan crudas y carnales, que me hacen pensar en él y yo, tocando, besando y amando... y no me gusta que por una fracción de un instante, incluso creo que eso es exactamente lo que él quiere que yo crea.
___________________________________
Comparto habitación con Diane en Atlanta, y me encanta que ella mantenga su pasta de dientes, cepillo de dientes, y todas sus necesidades tan bien escondidas como yo. Es una gran compañera de cuarto, alegre y positiva cada momento del día, y me encanta que tengamos que hablar sobre la cocina saludable durante la noche, cuando cada uno de nosotros golpeamos nuestra propia cama.
He aprendido que va de compras por los mejores y más frescos ingredientes locales cada mañana, y alimenta a Harry solo con la mejor comida orgánica, todos los días, a tiempo cada tres a cuatro horas, por lo que su entrenamientos parecen estar espaciados en las secciones de cualquiera de 3-2-3, o 4-4 con las comidas más pesadas en el caso de este último. Los hombres boxeadores comen por tres leones adultos hambrientos. Mucha proteína. Muchos vegetales. Y en la media hora después de su entrenamiento, demasiados carbohidratos que incluso yo termino carbo-drogado de solo pensar en esas deliciosas dulces patatas y pasta que engulle.
Ella condimenta sus comidas con hierbas naturales, como tomillo, albahaca, romero, un poco de toque de ajo o pimienta de cayena, y algunas combinaciones de patea-traseros que he estado anotando para cuando vuelva a casa. Está divorciada a los 39, y también me dijo que vamos a terminar la última pelea en Nueva York al final del tour, una ciudad que siempre quise conocer.
Mañana Harry tiene su primera pelea de dos en Atlanta, y esta tarde me encuentro pasando el rato en el marco de su gimnasio de alquiler privado, esperando para estirar una vez que haya terminado. Es nuestra tercer tarde aquí, y ya me he dado cuenta que Harry Styles entrena como un demente.
Un.
Hombre.
Loco.
Hoy en particular parece imparable.
—¿Alguna razón por la que todavía tiene energía a esta hora? — pregunta Pete al Entrenador Lupe.
—¡Oye, Styles ¡Deja de presumirte frente a Louis! —grita el Entrenador, y escuchamos una risa desde el otro lado del gimnasio, donde Harry está matando, cruelmente asesinando, una pera de boxeo.
—No lo puedo sacar de ahí —dice Lupe mientras se vuelve de nuevo a nosotros. Pasa una mano por su calva cabeza mientras comprueba algún tipo de temporizador que ha envuelto alrededor de su cuello. Su habitual ceño se profundiza en intensidad—. Ya llevamos nueve horas hoy y todavía tiene jugo. Pero ni siquiera me mira, Pete. Sabíamos que esto iba a pasar desde que él…
Ambos vuelven sus cabezas hacia mí, como si no pudieran hablar hasta que me esfume, y yo levanto mi ceja. —¿Qué? ¿Quieren que me vaya?
Lupe sacude la cabeza y vuelve con Harry, quien está todavía extasiado, y volando en el viento como un murciélago aleteando por todas partes. Sus brazos se balancean con una precisión perfecta, cada embestida golpea el punto muerto de la bola que se balancea hacia atrás.
El sonido que hace es rítmico y más rápido que un segundo, thadumthadumthadumpthadump…
—Nueve horas al día es realmente excesivo, ¿no lo crees? Incluso siete al día es de locos —le digo a Pete desde la barrera. Hoy hemos ido mucho más allá de sus 4-4 horas de entrenamiento, y estoy sorprendida de que el hombre aún siga adelante.
Incluso cuando entrené para los Olímpicos, no lo hice así de duro, y francamente, el programa de entrenamiento de Harry me deja impaciente. Hoy ha hecho abdominales colgado, donde cuelga de su pies y dobla su cuerpo a sus rodillas, tan rápido como pueda, perfectamente trabajando esos abdominales de tabla de lavar como si no hiciera nada.
Hace flexiones, lagartijas, alpinismo, sentadillas. Salta la cuerda con un solo pie, luego cambia al otro, luego cruza la cuerda, oscilaciones, giros y vueltas, a la vez que apenas si llega a ver la cuerda, la hace volar tan rápido como lo golpea rítmicamente el suelo. Después de eso, hace boxeo de sombra o golpea el ring con un compañero de lucha, y si su compañero de lucha cae antes que él, como pasó hoy, Harry se vuelve a las bolsas pesadas o a la pera, y termina empapado.
—Le gusta cansarse —me explica Pete mientras seguimos observándolo—. Si todavía puede dar un puñetazo al final del día, se enfada con el entrenador porque no lo hizo entrenar lo suficiente.
Le toma una hora más detenerse, y para el momento en que el entrenador me silba, soy yo el que está muerto de cansancio por la estimulación visual de ver a Harry Styles entrenar. Cada movimiento que hace es tan agresivamente primitivo que se siente sexual para mí.
Incluso en pantalones sudados y una camiseta sencilla, no hay manera de que puedas perderte los músculos apretados de la parte superior de su cuerpo a través de la tela de algodón húmedo, y la forma en que sus pantalones cuelgan bajo en las caderas estrechas hacen que bolas se sientan tan pesadas y dolorosas que juro por Dios que no puedo imaginar lo que voy a sentir cuando esté con el algún día.
Reprimiendo un escalofrío caliente, hago que mis piernas se muevan y me dirijo sobre las colchonetas en el piso, donde Harry está de pie, esperándome ya sin camisa. Riachuelos de sudor se aferran a su torso, y sé que él es perfectamente caliente y que sus músculos se han formado por el agotamiento. No hay más glucógeno muscular de reserva, su glucosa estará baja, y va a ser tan caliente como un pretzel cuando lo maniobre. La mera posibilidad de eso me pone caliente. Es un sueño mío dedicar mi vida a esto, pero es un trabajo tan táctil con este hombre, y en gran parte un desafío. No solo porque sus músculos son demasiado fuertes comparados con los míos, sino porque apenas puedo hacer contacto con su piel bronceada sin sentirme exaltado. Cada poro en mi cuerpo salta al tacto y se centra en cual sea la parte de mi cuerpo tocando el suyo.
Realmente odio esta falta de control en mí.
Ahora veo el bulto de sus músculos mientras se envuelve en toallas y caprichosamente arrastra la toalla por su cabello húmedo, dejándolo incluso más sexy y desordenado. También estoy usando unos zapatos deportivos y un equipo pequeño para moverme fácilmente a su alrededor, y esos sorprendentes ojos verdes barren sobre mí mientras me acerco.
Está jadeando, sin sonreír, y luego se deja caer en un banco mientras yo giro y llego a él desde atrás.
Se queja cuando envuelvo mis dedos en sus hombros y empiezo a cavar profundo. Chispas de emoción golpean en mi estómago cuando hago contacto, pero intento reprimir mis reacciones y centrarme en aflojar su cuello, sus tríceps, sus bíceps. Empujo en sus pectorales, su núcleo, tratando de no responder como loco a cada apretón de sus músculos bajo mis dedos, la increíble tirantez de la piel debajo de mi tacto.
Trabajamos en cada articulación, tirando todo lo suelto, mis movimientos en ocasiones haciéndole hacer un ronroneo bajo. Mi miembros se aprietanl y trato de relajarlo, pero cada vez que gime, se aprieta y aprietan más fuerte.
Odio cuando pasa eso.
Parece que el arte de relajar a este hombre me hace terminar en la décima potencia.
Pero al menos ya no estoy desempleado.
Respirando lento y profundo, paso tiempo extra frotando sus deltoides, el más redondo, parte más cuadrado del hombro. Los aprieto y giro, y luego sigo por el supra espinoso, un pequeño músculo del manguito rotador, y también el más herido de los cuatro músculos que rodean ese brazalete.
Él todavía está jadeando cuando termino, excepto que ahora, también lo estoy yo.
El entrenador silba —Está bien, ve a las duchas. Te veo mañana a las 6 y listo para pelear. Ahora, ve a comerte una maldita vaca.
Harry me levanta de donde habíamos trabajado en su espalda en el suelo, sus ojos verdesbrillando mientras aprieta mis dedos un segundo más de lo que esperaba. —¿No quedó ningún nudo?
Me toma un momento recordar nuestra conversación en el avión, y sonrío.
—Todavía no. Pero no te preocupes. Si sigues trabajando así, tendrás tantos que no podré terminar nunca.
Se ríe y cuelga una toalla alrededor de su cuello mientras se dirige a las duchas; horas después me doy cuenta que debe haberse quedado dormido como muerto después el esfuerzo que atravesó. Yo, en cambio, permanezco despierto, con insomnio. Ha apretado mis tríceps tres veces desde nuestra llegada y he decidido que no estoy gordo, y aún así, todavía me pregunto qué significa umm.
Pienso en el avión y sus manos en mis tríceps y los ojos verdes en mi rostro y la forma en que su mirada me rastrillo cuando me masajeé su mano. Pienso en la forma en que me puso a prueba y se divirtió conmigo los pasados tres días, no entendía por qué todo eso me hace retorcerme por dentro y sentir pequeños escalofríos calientes a mi alrededor.
Mi adrenalina va a salir disparada si esto continúa.
Trato de pensar en algo más, pero mis piernas están inquietas bajo las sábanas, y la necesidad de salir y correr me carcome.
Ojalá mi corazón pudiera salir a correr, sentir esas endorfinas en lugar de estos pequeños tintineos extraños en mis nervios que me roen en carne viva, esta extraña necesidad que florece dentro de mí cuando veo a Harry Styles. Incluso cuando se lo niego a Melanie, estaba tan seguro que me quería esa primera anoche en Seattle, sólo no sé lo que pasó que me contrató en su lugar.
Pero esto es lo que yo quería, ¿no? Un trabajo.
Excepto que el precio a pagar por mi nuevo trabajo era un poco de tortura sexual. Gran asunto. Mejor lo bloqueo mañana. Con esa nueva resolución, agarro mi iPod de la mesa de noche, enciendo mi música y me fuerzo a escuchar cualquier canción excepto las que él reprodujo para mí.
PerfLarry
Re: Real (Larry Stylinson) Capitulo 5 parte 2.
Juro que lei este cap y me mareo de todas las cosas que hiso harry, crei que voy a vomitar no ne gusta la gim asias, pobresito seguramente quedodestrizado y si yo me maree ahajja siguela
Nur1D♥
Re: Real (Larry Stylinson) Capitulo 5 parte 2.
Harry lo que menos quiere es que Louis le de un masaje
Y Louis debería controlarse o terminará teniendo un orgasmo en medio de una de las peleas de Harry
Siguelaa
Y Louis debería controlarse o terminará teniendo un orgasmo en medio de una de las peleas de Harry
Siguelaa
AnneleStyles
Re: Real (Larry Stylinson) Capitulo 5 parte 2.
Nur1D♥ escribió:Juro que lei este cap y me mareo de todas las cosas que hiso harry, crei que voy a vomitar no ne gusta la gim asias, pobresito seguramente quedodestrizado y si yo me maree ahajja siguela
A mi también me carga gimnasia):
En unas horas la sigo.
PerfLarry
Re: Real (Larry Stylinson) Capitulo 5 parte 2.
AnneleStyles escribió:Harry lo que menos quiere es que Louis le de un masaje
Y Louis debería controlarse o terminará teniendo un orgasmo en medio de una de las peleas de Harry
Siguelaa
Harry quiere todo de Louis.
Pobrecillo está cada vez más loco por Harry quiere
en unas horas la sigo(:
PerfLarry
Capitulo 4 parte 1.
Corriendo.
¡Harry! ¡Llamemos a Harry! ¡HARRYYYYYYYYYYY!
Un grupo de personas en los asientos detrás de mí están gritando con toda su garganta.
¿Puedes entender cuan real, realmente difícil es olvidar al hombre cuando todos a tu alrededor lo están aclamando? Sobre todo cuando mi cuerpo está lleno de adrenalina por la pelea a punto de comenzar.
Es una sensación deliciosamente familiar, en realidad, esta hirviendo a fuego lento en mí mientras me siento en el Underground de Atlanta, esperando a que Harry salga al ring. Siento que soy el contrincante y mi cuerpo está preparado perfectamente. Mi sangre corre caliente y fluida dentro de mí, mis glándulas de adrenalina llenan mis hormonas y mi mente esta tan clara como un cristal recién lavado. Mis piernas están inmóviles debajo de mi asiento y también mis manos, pero no es más que un engaño. Es la quietud de la preparación. A pesar de que en el exterior todo está en calma, en el interior hay un fuego rugiendo.
Llega el momento que todo cae en silencio y se contiene la respiración, hasta que llega el momento de explotar, será concentradamente preciso que des rienda suelta a tu energía en un perfectamente planeado estallido.
Incluso ahora, recuerdo mi perfecta posición en cuclillas en la parrilla de salida, la forma en que todos mis sentidos parecían estar afinados con el sonido del disparo de salida, donde todo —y me refiero a todo— despierta con ese sonido y tu corazón deja de latir una fracción de segundo.
Ahora parece que estoy a la espera de escuchar su nombre anunciado, y cuando por fin oigo: “HARRY STYLES, RIIIIIPTIDE” hay una fiebre atravesándome, y sin embargo no hay lugar al que yo pueda correr, no hay alivio para lo que le sucede a mi cuerpo, solo está ese increíblemente poderoso dolor siendo alimentado por las mismas hormonas que mi cuerpo intenta mantener en control, que yo no tengo manera de detener.
Me levanto de mi asiento al igual que toda la gente en la habitación, pero es todo lo que puedo hacer mientras lo veo salir al escenario de la manera en que solo él sabe. El público lo recibe al instante con más gritos, y estoy mareado también. Ahí está, mi fantasía viva y andando, haciendo su camino lento, arrogante, con su cabello negro despeinado, su pecho bronceado, una sonrisa asesina con hoyuelos, todo el paquete Harry Styles. Es la mismísima perfección; una nueva ola de hormonas me recorre mientras en el resto de las personas se lo come con la mirada, tan descaradamente exhibicionista en sus pantalones cortos de boxeo y tan sorprendentemente atractivo, se convierte en el centro de mi atención.
El centro. De mí. Mundo.
Desde que deje de competir, he ganado mi grasa corporal y ahora estoy un dieciocho por ciento saludable. Tengo más cuerpo del que solía tener, con un poco más de carne en mi trasero y un buen relleno en mis brazos. Pero nunca he sido más consciente de mi cuerpo y sus miembros internos y externos que cuando me relacioné con ese hombre. Yo no sé si alguna vez me voy a acostumbrar a él. Jamás podré lograr que deje de provocarme esto. Quizás podré hacerlo cuando me haga suyo. Sí, este hombre pone mi cuerpo fuera de control.
—¡Y ahora, el famoso y aclamado Owen Wilkes, el Saltamontes Irlandés!
Mientras su rival pelirrojo llega al ring, la mirada verde de Harry barre la multitud hasta que me encuentra. Nuestros ojos se encuentran, al instante estoy sin aliento. Sus hoyuelos forman una sonrisa tan perfecta que se desliza por todo mi cuerpo, electrizando mis terminaciones nerviosas.
Todavía estoy sonriendo como un tonto cuando la campana suena, y no quiero contener mi aliento cuando estoy observando, pero lo hago.
Harry se ve casi como un Rottweiler aburrido mientras su ponente, el “Saltamontes” parece saltar por todo el ring y a su alrededor como un canguro bebé.
Él lo golpea rápidamente, y como sigue ganando pelea contra una fila de oponentes, uno tras otro. Por lo que Pete me ha dicho, solo los últimos ocho finalistas en cada ciudad competirán en la próxima ciudad designada y todo se reducirá a una gran pelea al final de la gira, en Nueva York, en donde solo los mejores dos hombres participaran en una larga lucha de dieciséis rondas, en lugar de un puñado de peleas de tres rondas.
Ahora, Harry pelea contra un hombre que luce más como un luchador que un boxeador. Sus abdominales son flácidos y voluminosos, es casi el doble de ancho que Harry. Algo feroz y primitivo se retuerce en mi interior y estoy de pie con un silencioso: —¡No! —Justo en el instante que el hombre al que llaman El Carnicero asesta un golpe en la caja torácica de Harry. Golpea a Harry tan duro que puedo escuchar cómo le ha sacado el aliento.
Mis entrañas se bañan en terror, incluso cuando se recupera fácilmente, mi corazón no deja de golpear contra mi pecho. Me muerdo el labio mientras lo veo aterrizar una serie de perfectos golpes en el núcleo del Carnicero. Se mueve con tanta fluidez, cada parte de su cuerpo flexible y fuerte, a veces me olvido de que está peleando con otra persona solo por el hecho de que me hipnotiza con sus movimientos.
Me encanta ver esas poderosas piernas, como se balancea y se mueve con fuerza y agilidad. Me encanta cada flexión de sus cuádriceps, sus hombros, sus bíceps, la forma en que el tatuaje se envuelve en su brazo.
—¡Boo! ¡Boo-hoo! —La multitud empieza a gritar después de que Harry recibiera otro golpe en la parte superior de su torso. Me estremezco cuando El Carnicero sigue con un golpe directo a los labios de Harry. Su cabeza se tambalea, veo gotas de sangre salpicando sus pies y me oigo decir en voz baja otra vez—: ¡No! —Él se endereza nuevamente y recupera su posición, lamiendo la sangre de un corte en su labio. Sin embargo, no entiendo porque está bajando la guardia.
Parece como si no se estuviera cubriendo a propósito, incluso el Entrenador y Riley están frunciendo el ceño con perplejidad en la esquina del ring mientras ven la lucha continuar, Harry aterriza sus golpes tan perfectamente como siempre, pero lo extraño es que El Carnicero tiene demasiado acceso a su región en la caja torácica. Estoy confundido y ansioso de que termine, y lo único que sé es que cada golpe que ese horrible hombre asesta en él, yo lo siento como un cuchillo siendo clavado en mi estómago.
Cuando El Carnicero golpea su cara una vez más y Harry cae sobre una rodilla, me quiero morir.
—¡NO! —El grito sale sin mi permiso.
Y cuando la mujer a mi lado me oye, ahueca los dos lados de su boca y grita:
—¡Levántate, Harry! ¡Levántate! ¡Acaba con él!
Una respiración entrecortada de alivio me inunda cuando salta hacia arriba y quita la sangre de su labio, pero sus ojos fijos en mi dirección, y luego vuelve a recibir otro golpe que lo hace rebotar contra la cuerda.
Mis nervios están hechos jirones, de tal manera que tengo que agachar la cabeza y dejar de ver por un momento. Hay, literalmente, una bola de fuego en mi garganta, y ni siquiera puedo tragarla. Hay algo en verlo ser golpeado que me hace sentirme indefenso como lo hice cuando me rompí la rodilla y no pude hacer algo al respecto. Esta pasividad simplemente no soy yo. Estoy siendo comido por la necesidad, por la necesidad de levantarme e ir a golpear a ese jodido hombre gordo o simplemente huir de aquí. Luchar o huir. Pero en cambio, me siento aquí, y es horrible.
De repente, comienza su coro habitual:
—¡HARRY!¡ HARRY !¡HARRY!
Y algo sucede cuando no estoy mirando, pero el caos se desata en el Underground, la gente empieza a gritar:
—¡Sí!¡HARRY !HARRY!
La voz del locutor irrumpe a través del altavoz.
—¡Nuestro vencedor, señoras y señores es RIPTIDE! ¡Rippppptiiiiide! ¡Sí, señoras y señores hambrientos, griten por el chico malo más malo que este ring ha visto! ¡Rippppppptiiiiiiide!
Me levanto, y mi cabeza mis ojos se abren de sorpresa cuando se posan de regreso al ring. El hombre gordo está siendo levantado en una camilla por los médicos y me sorprende el hecho de que Harry parece haberle roto las costillas.
Pero mi chico ya no está en el ring.
Y él podría tener una costilla rota también.
Dios mío, ¿Qué demonios paso?
Tan rápido como puedo pasar a través de la multitud, me dirijo a los vestidores, mi corazón desbocado y mi cuerpo aún sufriendo por el nerviosismo. Encuentro a Lupe discutiendo con Riley sobre como “el bastardo está jugando con fuego” y cuando ambos se fijan en mí, el Entrenador se aleja y Riley me señala con un dedo para que me acerque, luego saca la llave de la suite de Harry de sus bolsillos y me la extiende. La tomo y me dirijo al hotel, que por suerte está a la vuelta de la esquina.
Encuentro a Harry sentado en el banco a los pies de su cama, con el pelo oscuro desordenado como siempre, su respiración todavía un poco irregular, y una ola de alivio relaja mi cuerpo cuando levanta la cabeza y me lanza su sonrisa perezosa, la cual muestra solo un hoyuelo.
—¿Te gustó la lucha? —pregunta, con una voz áspera, deshidratada.
No puedo decir que no, pero tampoco puedo decir que sí, no lo sé porque es una experiencia demasiada complicada para mí. Por eso digo:
—Le rompiste las costillas al último.
Una ceja negra se alza elegantemente, luego drena lo último de su bebida energética y la tira al suelo.
—¿Estás preocupado por él o por mi?
—Él, porque es el único que no podrá levantarse mañana —Lo digo en broma, pero aunque gruñe no sonríe.
Estamos solos.
Y de repente todos los poros de mi cuerpo lo notan.
Mis manos se sienten un poco inestables y agarro un ungüento y me arrodillo entre sus piernas para ponerlo en el corte de su labio. No está sangrando, pero está roto justo en el medio de su carnoso labio inferior. El tiempo se desvanece cuando mi dedo presiona ahí, con los ojos entornados mientras me mira.
—Tú —susurro—. Me preocupo por ti.
La conciencia repentina del ritmo exacto de su aliento me supera.
Estoy tan cerca que inhalo el aire que él exhala, y sin previo aviso su esencia está dentro de mí. Huele tan bien, salado y limpio, como el océano, y soy incapaz de detener mis reacciones ante él. Mi cabeza da vueltas dentro mi cráneo. Me imagina girar la cabeza sobre su cuello húmedo y deslizar mi lengua por todas y cada una de las gotas de sudor que veo en su piel
Con el ceño fruncido por mis propios pensamientos, tapo el botecito, pero sigo de rodillas, debatiéndome si debo apartarme.
—Eché a perder mi hombro derecho, Louis.
Mi nombre casi pronunciado se mueve sobre mi coronilla y la forma en que lo dice me afecta, pero lo cubro con un suspiro de tristeza fingida.
—Con alguien como tú, yo sabía que era demasiado esperar que sobrevivieras la noche solo con un corte en el labio.
—¿Vas a arreglarlo?
—Claro Alguien tiene que hacerlo —Sobre mis pies, me dirijo a arrodillarme en el borde de su cama para agarrar sus hombros. Ya no estoy sorprendido por la forma en que cada célula de mi cuerpo se enciende ante la sensación del cuerpo de este hombre, su piel contra mis manos, contra mí. Cierro mis ojos y me permito disfrutar de la sensación por un momento mientras intento relajarlo, pero la tensión de su cuerpo es más implacable que nunca. Presiono más en su hombro derecho y susurro—: Ese bastardo te dejó bastante dañado aquí. Tienes un montón de nudos. ¿Te duele?
—No.
Creo que escuche un poco de diversión en su voz, pero no estoy seguro. Mi atención se desplaza hacia el musculo, me quejo y hago retorcer mis dedos, y sé que es un hecho que duele. Debe dolerle.
—Te masajearé con árnica y luego haré una terapia de frío.
Se sienta inmóvil mientras me permite deslizar un poco de aceite por su piel y cuando me asomo a su perfil oscuro, veo sus ojos fuertemente cerrados.
—¿Te duele? —murmuro.
—No.
—Siempre dices que no, pero te puedo asegurar que esta vez sí.
—Hay otras partes de mí que están sufriendo más.
—¿Qué demonios? —La puerta de la habitación se abre de golpe y Pete entra en la habitación como una tormenta, tan enojado como nunca he visto a este gentil hombre. Sus facciones características se ven más nítidas y no tan angelicales hoy, y hasta sus rizos se ven más pronunciados—, ¿Qué diablos te pasó? —repite.
El cuerpo de Harry se convierte en un muro de ladrillo bajo mi tacto.
—El entrenador está furioso —añade Riley mientras entra en el cuarto, incluso Riley esta frunciendo el ceño hoy—. Todos queremos saber ¿Por qué mierda dejaste que patearan tu trasero?
Una extraña sensación recorre el lugar y mis manos al instante dejan de moverse en sus hombros.
—¿Sí o no, lo dejaste golpearlo a propósito? —Riley le lanza una mirada siniestra.
Harry no responde. Pero su torso está completamente tenso ahora, y cada músculo parece comprometido.
—¿Necesitas ir a la cama? —Demanda Pete, señalándole—. ¿Eso necesitas?
Mis entrañas se aprietan y sé que no quiero estar aquí y escuchar a los planes de encuentros sexuales para Harry, así que entre dientes, ya que nadie me está prestando atención de todos modos, digo que voy a ayudar a Diane en la cocina, luego salgo de la habitación.
A medida que avanzo por el pasillo, escucho a Pete de nuevo.
—Amigo, no puedes dejar que te hagan esto solo para que te toque. Mira, podemos contratar a algunas personas. Lo que sea que haces, no puedes seguir con estos malditos juegos como una persona normal. No haces más que torturarte, Harry, esto lo pone en peligro a el.
Disminuyo mi paso hasta casi detenerme, y creo que mis pulmones acabar de hacerse rocas. ¿Hablan de mí?
—Vas a apostar todo tu dinero a tu favor, ¿lo recuerdas? —añade
Pete—.Lo único que necesitas es derrotar a Scorpion en la final, no importa que. Y eso lo incluye a el, amigo.
El timbre de Harry es más bajo, pero de alguna manera ese gruñido suave es más amenazante
—Scorpion es hombre muerto, así que retráctate.
—Nos pagas para prevenir todo esto, Harry —replica Pete, pero eso solo hace que Harry baje su voz más.
—Esta. Bajo. Control.
El silencio que sigue al mortal susurro me hace moverme, y me dirijo a la cocina para encontrar a Diane sacando un pequeño pavo orgánico del horno. El aroma de romero y limón hace mi boca agua, pero no logra detener mi corazón latiendo desbocado.
—¿Por qué gritan los chicos? —pregunta Diane mientras arregla su presentación con el ceño fruncido, mirando al pequeño pavo que se niega a quedar en la posición que ella quiere.
—Golpearon a Harry hoy —digo, porque eso era de lo que hablaban, ¿no?
Diane niega con la cabeza y chasquea la lengua.
—Te juro que ese hombre tiene el botón de auto-destrucción más rojo que he visto en mi vida…
Deja de hablar cuando se abre la puerta detrás de mí y una gran mano toma mi codo y me gira.
—¿Quieres correr conmigo?
Los ojos verdes de Harry arden ferozmente sobre mí, puedo sentir su frustración llegar hasta donde estoy. Camina en círculos como un torbellino negro, pero de repente se sitúa en el borde pareciendo un poco atemorizante.
—Necesitas comer, Harry —dice Diane desde la esquina.
Sonriendo, agarra un galón de leche orgánica del mostrador y lo comienza a beber hasta que está casi todo en su estómago, luego se limpia los labios con su brazo, diciendo:
—Gracias por la cena —Luego alza una ceja, esperando mi respuesta—. ¿Louis? —presiona.
Un escalofrío me recorre.
No me gusta que mi nombre suene tan bien en sus labios.
Como en una película romántica.
Frunciendo el ceño por mi reacción, miro su pecho, preguntándome si sería buena idea recomendarle quedarse, pero de alguna manera siento que probar sus límites hoy no es buena opción.
—¿Cómo te sientes? —pregunto y lo estudio detenidamente.
—Me siento listo para correr —Sus ojos se fijan directamente en mí—. ¿Quieres ir?
La invitación me hace titubear, los buenos corredores saben que salir a correr con alguien puede llegar a ser un gran problema.
Un problema muy grande.
Especialmente cuando estás acostumbrado a ejercitarte solo.
Además de Harry y Melanie, nunca corro con nadie. Cuando corro es tiempo para mí, tiempo para reflexionar, tiempo para concentrarme, pero asiento. Creo que él lo necesita seriamente y yo lo he estado necesitando por horas.
—Deja tomo mis deportivas y me las pongo.
Diez minutos después estábamos corriendo por la ruta más cercana a nuestro hotel, un camino de tierra sinuoso con un par de árboles y por suerte bien iluminado por la noche. Harry lleva su sudadera con capucha, corriendo al más puro estilo boxeador, mientras que yo solo disfruto la fresca brisa en mi piel e intento mantener su ritmo. Me he puesto pantalones cortos y una polera deportiva con mi par favorito de Asics,Harry trae un par de Reeboks bastante cómodos, diferentes a las deportivas que usa para boxear.
—Entonces ¿Qué pasó con Pete y Riley?
—Fueron a buscar prostitutas.
—¿Para ti?
Lanza un puño al aire, luego el otro.
—Tal vez ¿A quién le importa?
Estoy decepcionado, ya he perdido resistencia desde hace media hora debido al ritmo que nos propusimos, mis pulmones trabajan con esfuerzo y estoy sudando a pesar la fresca brisa nocturna, me detengo y pongo las manos sobre mis rodillas, señalándole que continúe.
—Continua, solo recuperaré el aliento, me está dando un calambre.
Se detiene conmigo y brinca en su lugar para que su cuerpo no se enfríe, luego saca un paquete de gel electrolito del bolsillo de su sudadera y lo extiende para mí, se acerca tanto que puedo probar una bocana de él: jabón, sudor y Harry Styles. Mi cabeza tiene un poco de vértigo, quizás el calambre que pensé que me estaba dando en mi polla no era un calambre después de todo, sino convulsiones debido a cada vez que su hombro me roza accidentalmente.
Relajo la espalda y sigo buscando más aire mientras él me observa abrir el paquete de gel por la esquina y lo deslizo por mi lengua.
La sangre bombea violentamente en mis venas y hay algo increíblemente íntimo en la forma en que sus ojos verdes me miran lamer el jugo del electrolito que me dio.
Deja de balancearse, respirando con dificultad.
—¿Todavía queda?
Inmediatamente me la saco de la boca y se la ofrezco, cuando envuelve sus labios alrededor de la misma manera que yo lo hice, mis bolas se endurecen como diamantes y no puedo recordar nada excepto el hecho de que está lamiendo la misma cosa que yo acabo de lamer. Me estremezco por la peligrosa compulsión de recorrer mi lengua al pensar en sus labios, tomar ese paquete de gel de su boca y presionar mis labios con los suyos de modo que lo único que él saboree sea yo.
—¿Tenía razón? ¿Lo qué dijo Pete? ¿Lo hiciste a propósito?
Cuando no responde, recuerdo sobre el “botón” que Diane mencionó y mis preocupaciones.
—Harry , algunas veces rompes algo y nunca vuelve a ser igual, nunca lo tendrás de regreso —Enfatizo, luego miro la calle y a los vehículos que pasan por miedo a que capte la emoción en mi voz, me siento al borde y necesito obtener el control de mí misma.
—Lamento lo de tu rodilla —dice en voz baja, luego encesta el paquete vacío en el bote de basura más cercano a nosotros y comenzamos a correr de nuevo.
—No se trata de mi rodilla, se trata de no arriesgar tu cuerpo, nunca dejes que nadie te haga daño, ni siquiera lo permitas, Harry.
Sacude la cabeza, sus cejas formando una línea baja sobre sus ojos mientras lanza una mirada rápida en mi dirección.
—No lo hago, Lou, solo les permito acercarse lo suficiente para acabar con ellos más fácil, son pequeños sacrificios para asegurar la victoria. Les da un poco de confianza acertar golpes, en su cabeza comienzan a creer que soy fácil, yo no soy lo que han escuchado y cuando creen por completo que es fácil golpear a Harry Styles, es mi momento de entrar en acción.
—Muy bien, eso me gusta mucho más.
Corremos durante media hora más, a los tres kilómetros estoy jadeando como un perro que acaba de tener doce cachorros o algo así. Mi orgullo está dolorido tanto como mi rodilla mala. —Creo que me rindo, estaré acabado mañana, prefiero parar ya antes de que me lleves arrastrando hasta el hotel.
—No importa —contesta con una deliciosa y pequeña carcajada, luego gira su cuello a la izquierda y derecha, regresando trotando el camino de vuelta al hotel.
En el elevador del hotel varias personas entran con nosotros.
Harry saca su capucha y la pone sobre su cabello y oculta su rostro con el perfil ensombrecido. Comprendo que lo hace para no ser reconocido y sonrío.
Una joven pareja nos grita desde el vestíbulo.
—Mantengan abierto el elevador —Aprieto el botón de “abrir” hasta que ellos entran. Mi corazón salta cuando Harry me agarra de la cadera y me acerca a él cuando los demás suben y luego muero, porque baja su cabeza hacia mí y puedo escuchar la profunda inhalación que toma. ¡Oh, Dios! Me está oliendo. Mi miembro se aprieta, la necesidad de girarme y enterrar mi nariz en su cuello y lamer la humedad en su piel me quema.
—¿Te sientes mejor? —pregunto, girándome ligeramente hacia él.
—Sí —dice, agachando la cabeza más cerca y mi sien está bañada de su cálido aliento—. ¿Y tú?
Sus feromonas son como una droga para mí y mi garganta se siente muy sedienta, solo asiento con la cabeza, sus manos aprietan mis costados, mi miembro se contrae tanto que es casi doloroso y casi gimo ahí mismo.
Me doy una ducha tan pronto llego a mi cuarto y lo hago con agua tan fría como puedo soportar, logrando que mis dientes castañeen, pero el resto de mi cuerpo aún sigue sensible por él, él, él…
Cuando llego a la cama, Diane murmura un—: Hola —y luego continúa leyendo su libro de recetas, mientras solo yo solo respondo un simple—: Buenas noches —Cierro los ojos tratando de fingir que no me estoy asando por dentro.
Pero lo deseo tanto que sólo me estoy retorciendo, obsesionado por lo que escuché que Pete le dijo a Harry. Encantado por su total y completamente sexy boca con la reciente cortada en su labio inferior envuelta en el paquete de electrolitos. Pienso como se sentiría ser el paquete de gel y sentir sus labios deslizándose sobre mi lengua, succionándola suavemente y mi cabeza da vueltas.
Estoy desesperado por darme algo de alivio del continuo y agotador alboroto hormonal de estar expuesto a él. Como la radioterapia, debe existir algo capaz de calmarme, pero no puedo imaginármelo. Su rostro, su esencia, me vuelve loco. Es mi cliente, pero también… es como mi amigo. Y necesito tocarlo, sé que no puedo besar esa boca tan sexy pero al menos puedo masajearlo.
Él debe estar caliente por nuestra carrera y fatigado después de su lucha y anhelo el contacto de su piel como un drogadicto. Antes de saber que estoy haciendo, me pongo unos pantalones de pijama y toco su puerta.
No sé lo que le voy a decir, no sé nada excepto que no voy a dormir hasta que lo vea y al menos le ofrezca hielo para sus heridas o simplemente frotarle con un antiinflamatorio, o no lo sé.
¿Por qué me pidió que corriera con él?
¿Por qué Pete cree que él deliberadamente bajó la guardia para que yo pueda tocarlo?
¿Quiere que lo toque?
Riley abre vacilantemente la puerta más allá de sus hombros. Veo a una mujer bailando con lencería sexy en el centro de la sala y otra voz masculina se escucha en el fondo…
—Un pajarito nos dijo que quieres jugar con nosotros, Harry.
—¿Si? —pregunta Riley, y yo solo me quedo mirando como un idiota, por supuesto que mi estómago se hunde, por supuesto, son los prostitutos que… bajo la mirada y frenéticamente pienso algo que decir.
—¿Deje mi tele…? Oh, mierda, lo tengo.
Miro el celular en mi mano y ruedo mis ojos, como si fuera estúpido.
Lo cual soy.
En serio, de verdad lo soy.
—No importa, gracias, Riley.
Oigo la voz profunda de Harry.
—¿Quién es?
Corro a mi habitación y cierro la puerta sintiendo mi interior adormecido. Esta vez cuando regreso a la cama, cada centímetro de mi excitación ha huido de mi sistema, pero sigo sin poder dormir. Porque ahora la persona que Harry besa en mi mente con avidez, la persona que besa la cicatriz de su labio, desafortunadamente no soy yo.
¡Harry! ¡Llamemos a Harry! ¡HARRYYYYYYYYYYY!
Un grupo de personas en los asientos detrás de mí están gritando con toda su garganta.
¿Puedes entender cuan real, realmente difícil es olvidar al hombre cuando todos a tu alrededor lo están aclamando? Sobre todo cuando mi cuerpo está lleno de adrenalina por la pelea a punto de comenzar.
Es una sensación deliciosamente familiar, en realidad, esta hirviendo a fuego lento en mí mientras me siento en el Underground de Atlanta, esperando a que Harry salga al ring. Siento que soy el contrincante y mi cuerpo está preparado perfectamente. Mi sangre corre caliente y fluida dentro de mí, mis glándulas de adrenalina llenan mis hormonas y mi mente esta tan clara como un cristal recién lavado. Mis piernas están inmóviles debajo de mi asiento y también mis manos, pero no es más que un engaño. Es la quietud de la preparación. A pesar de que en el exterior todo está en calma, en el interior hay un fuego rugiendo.
Llega el momento que todo cae en silencio y se contiene la respiración, hasta que llega el momento de explotar, será concentradamente preciso que des rienda suelta a tu energía en un perfectamente planeado estallido.
Incluso ahora, recuerdo mi perfecta posición en cuclillas en la parrilla de salida, la forma en que todos mis sentidos parecían estar afinados con el sonido del disparo de salida, donde todo —y me refiero a todo— despierta con ese sonido y tu corazón deja de latir una fracción de segundo.
Ahora parece que estoy a la espera de escuchar su nombre anunciado, y cuando por fin oigo: “HARRY STYLES, RIIIIIPTIDE” hay una fiebre atravesándome, y sin embargo no hay lugar al que yo pueda correr, no hay alivio para lo que le sucede a mi cuerpo, solo está ese increíblemente poderoso dolor siendo alimentado por las mismas hormonas que mi cuerpo intenta mantener en control, que yo no tengo manera de detener.
Me levanto de mi asiento al igual que toda la gente en la habitación, pero es todo lo que puedo hacer mientras lo veo salir al escenario de la manera en que solo él sabe. El público lo recibe al instante con más gritos, y estoy mareado también. Ahí está, mi fantasía viva y andando, haciendo su camino lento, arrogante, con su cabello negro despeinado, su pecho bronceado, una sonrisa asesina con hoyuelos, todo el paquete Harry Styles. Es la mismísima perfección; una nueva ola de hormonas me recorre mientras en el resto de las personas se lo come con la mirada, tan descaradamente exhibicionista en sus pantalones cortos de boxeo y tan sorprendentemente atractivo, se convierte en el centro de mi atención.
El centro. De mí. Mundo.
Desde que deje de competir, he ganado mi grasa corporal y ahora estoy un dieciocho por ciento saludable. Tengo más cuerpo del que solía tener, con un poco más de carne en mi trasero y un buen relleno en mis brazos. Pero nunca he sido más consciente de mi cuerpo y sus miembros internos y externos que cuando me relacioné con ese hombre. Yo no sé si alguna vez me voy a acostumbrar a él. Jamás podré lograr que deje de provocarme esto. Quizás podré hacerlo cuando me haga suyo. Sí, este hombre pone mi cuerpo fuera de control.
—¡Y ahora, el famoso y aclamado Owen Wilkes, el Saltamontes Irlandés!
Mientras su rival pelirrojo llega al ring, la mirada verde de Harry barre la multitud hasta que me encuentra. Nuestros ojos se encuentran, al instante estoy sin aliento. Sus hoyuelos forman una sonrisa tan perfecta que se desliza por todo mi cuerpo, electrizando mis terminaciones nerviosas.
Todavía estoy sonriendo como un tonto cuando la campana suena, y no quiero contener mi aliento cuando estoy observando, pero lo hago.
Harry se ve casi como un Rottweiler aburrido mientras su ponente, el “Saltamontes” parece saltar por todo el ring y a su alrededor como un canguro bebé.
Él lo golpea rápidamente, y como sigue ganando pelea contra una fila de oponentes, uno tras otro. Por lo que Pete me ha dicho, solo los últimos ocho finalistas en cada ciudad competirán en la próxima ciudad designada y todo se reducirá a una gran pelea al final de la gira, en Nueva York, en donde solo los mejores dos hombres participaran en una larga lucha de dieciséis rondas, en lugar de un puñado de peleas de tres rondas.
Ahora, Harry pelea contra un hombre que luce más como un luchador que un boxeador. Sus abdominales son flácidos y voluminosos, es casi el doble de ancho que Harry. Algo feroz y primitivo se retuerce en mi interior y estoy de pie con un silencioso: —¡No! —Justo en el instante que el hombre al que llaman El Carnicero asesta un golpe en la caja torácica de Harry. Golpea a Harry tan duro que puedo escuchar cómo le ha sacado el aliento.
Mis entrañas se bañan en terror, incluso cuando se recupera fácilmente, mi corazón no deja de golpear contra mi pecho. Me muerdo el labio mientras lo veo aterrizar una serie de perfectos golpes en el núcleo del Carnicero. Se mueve con tanta fluidez, cada parte de su cuerpo flexible y fuerte, a veces me olvido de que está peleando con otra persona solo por el hecho de que me hipnotiza con sus movimientos.
Me encanta ver esas poderosas piernas, como se balancea y se mueve con fuerza y agilidad. Me encanta cada flexión de sus cuádriceps, sus hombros, sus bíceps, la forma en que el tatuaje se envuelve en su brazo.
—¡Boo! ¡Boo-hoo! —La multitud empieza a gritar después de que Harry recibiera otro golpe en la parte superior de su torso. Me estremezco cuando El Carnicero sigue con un golpe directo a los labios de Harry. Su cabeza se tambalea, veo gotas de sangre salpicando sus pies y me oigo decir en voz baja otra vez—: ¡No! —Él se endereza nuevamente y recupera su posición, lamiendo la sangre de un corte en su labio. Sin embargo, no entiendo porque está bajando la guardia.
Parece como si no se estuviera cubriendo a propósito, incluso el Entrenador y Riley están frunciendo el ceño con perplejidad en la esquina del ring mientras ven la lucha continuar, Harry aterriza sus golpes tan perfectamente como siempre, pero lo extraño es que El Carnicero tiene demasiado acceso a su región en la caja torácica. Estoy confundido y ansioso de que termine, y lo único que sé es que cada golpe que ese horrible hombre asesta en él, yo lo siento como un cuchillo siendo clavado en mi estómago.
Cuando El Carnicero golpea su cara una vez más y Harry cae sobre una rodilla, me quiero morir.
—¡NO! —El grito sale sin mi permiso.
Y cuando la mujer a mi lado me oye, ahueca los dos lados de su boca y grita:
—¡Levántate, Harry! ¡Levántate! ¡Acaba con él!
Una respiración entrecortada de alivio me inunda cuando salta hacia arriba y quita la sangre de su labio, pero sus ojos fijos en mi dirección, y luego vuelve a recibir otro golpe que lo hace rebotar contra la cuerda.
Mis nervios están hechos jirones, de tal manera que tengo que agachar la cabeza y dejar de ver por un momento. Hay, literalmente, una bola de fuego en mi garganta, y ni siquiera puedo tragarla. Hay algo en verlo ser golpeado que me hace sentirme indefenso como lo hice cuando me rompí la rodilla y no pude hacer algo al respecto. Esta pasividad simplemente no soy yo. Estoy siendo comido por la necesidad, por la necesidad de levantarme e ir a golpear a ese jodido hombre gordo o simplemente huir de aquí. Luchar o huir. Pero en cambio, me siento aquí, y es horrible.
De repente, comienza su coro habitual:
—¡HARRY!¡ HARRY !¡HARRY!
Y algo sucede cuando no estoy mirando, pero el caos se desata en el Underground, la gente empieza a gritar:
—¡Sí!¡HARRY !HARRY!
La voz del locutor irrumpe a través del altavoz.
—¡Nuestro vencedor, señoras y señores es RIPTIDE! ¡Rippppptiiiiide! ¡Sí, señoras y señores hambrientos, griten por el chico malo más malo que este ring ha visto! ¡Rippppppptiiiiiiide!
Me levanto, y mi cabeza mis ojos se abren de sorpresa cuando se posan de regreso al ring. El hombre gordo está siendo levantado en una camilla por los médicos y me sorprende el hecho de que Harry parece haberle roto las costillas.
Pero mi chico ya no está en el ring.
Y él podría tener una costilla rota también.
Dios mío, ¿Qué demonios paso?
Tan rápido como puedo pasar a través de la multitud, me dirijo a los vestidores, mi corazón desbocado y mi cuerpo aún sufriendo por el nerviosismo. Encuentro a Lupe discutiendo con Riley sobre como “el bastardo está jugando con fuego” y cuando ambos se fijan en mí, el Entrenador se aleja y Riley me señala con un dedo para que me acerque, luego saca la llave de la suite de Harry de sus bolsillos y me la extiende. La tomo y me dirijo al hotel, que por suerte está a la vuelta de la esquina.
Encuentro a Harry sentado en el banco a los pies de su cama, con el pelo oscuro desordenado como siempre, su respiración todavía un poco irregular, y una ola de alivio relaja mi cuerpo cuando levanta la cabeza y me lanza su sonrisa perezosa, la cual muestra solo un hoyuelo.
—¿Te gustó la lucha? —pregunta, con una voz áspera, deshidratada.
No puedo decir que no, pero tampoco puedo decir que sí, no lo sé porque es una experiencia demasiada complicada para mí. Por eso digo:
—Le rompiste las costillas al último.
Una ceja negra se alza elegantemente, luego drena lo último de su bebida energética y la tira al suelo.
—¿Estás preocupado por él o por mi?
—Él, porque es el único que no podrá levantarse mañana —Lo digo en broma, pero aunque gruñe no sonríe.
Estamos solos.
Y de repente todos los poros de mi cuerpo lo notan.
Mis manos se sienten un poco inestables y agarro un ungüento y me arrodillo entre sus piernas para ponerlo en el corte de su labio. No está sangrando, pero está roto justo en el medio de su carnoso labio inferior. El tiempo se desvanece cuando mi dedo presiona ahí, con los ojos entornados mientras me mira.
—Tú —susurro—. Me preocupo por ti.
La conciencia repentina del ritmo exacto de su aliento me supera.
Estoy tan cerca que inhalo el aire que él exhala, y sin previo aviso su esencia está dentro de mí. Huele tan bien, salado y limpio, como el océano, y soy incapaz de detener mis reacciones ante él. Mi cabeza da vueltas dentro mi cráneo. Me imagina girar la cabeza sobre su cuello húmedo y deslizar mi lengua por todas y cada una de las gotas de sudor que veo en su piel
Con el ceño fruncido por mis propios pensamientos, tapo el botecito, pero sigo de rodillas, debatiéndome si debo apartarme.
—Eché a perder mi hombro derecho, Louis.
Mi nombre casi pronunciado se mueve sobre mi coronilla y la forma en que lo dice me afecta, pero lo cubro con un suspiro de tristeza fingida.
—Con alguien como tú, yo sabía que era demasiado esperar que sobrevivieras la noche solo con un corte en el labio.
—¿Vas a arreglarlo?
—Claro Alguien tiene que hacerlo —Sobre mis pies, me dirijo a arrodillarme en el borde de su cama para agarrar sus hombros. Ya no estoy sorprendido por la forma en que cada célula de mi cuerpo se enciende ante la sensación del cuerpo de este hombre, su piel contra mis manos, contra mí. Cierro mis ojos y me permito disfrutar de la sensación por un momento mientras intento relajarlo, pero la tensión de su cuerpo es más implacable que nunca. Presiono más en su hombro derecho y susurro—: Ese bastardo te dejó bastante dañado aquí. Tienes un montón de nudos. ¿Te duele?
—No.
Creo que escuche un poco de diversión en su voz, pero no estoy seguro. Mi atención se desplaza hacia el musculo, me quejo y hago retorcer mis dedos, y sé que es un hecho que duele. Debe dolerle.
—Te masajearé con árnica y luego haré una terapia de frío.
Se sienta inmóvil mientras me permite deslizar un poco de aceite por su piel y cuando me asomo a su perfil oscuro, veo sus ojos fuertemente cerrados.
—¿Te duele? —murmuro.
—No.
—Siempre dices que no, pero te puedo asegurar que esta vez sí.
—Hay otras partes de mí que están sufriendo más.
—¿Qué demonios? —La puerta de la habitación se abre de golpe y Pete entra en la habitación como una tormenta, tan enojado como nunca he visto a este gentil hombre. Sus facciones características se ven más nítidas y no tan angelicales hoy, y hasta sus rizos se ven más pronunciados—, ¿Qué diablos te pasó? —repite.
El cuerpo de Harry se convierte en un muro de ladrillo bajo mi tacto.
—El entrenador está furioso —añade Riley mientras entra en el cuarto, incluso Riley esta frunciendo el ceño hoy—. Todos queremos saber ¿Por qué mierda dejaste que patearan tu trasero?
Una extraña sensación recorre el lugar y mis manos al instante dejan de moverse en sus hombros.
—¿Sí o no, lo dejaste golpearlo a propósito? —Riley le lanza una mirada siniestra.
Harry no responde. Pero su torso está completamente tenso ahora, y cada músculo parece comprometido.
—¿Necesitas ir a la cama? —Demanda Pete, señalándole—. ¿Eso necesitas?
Mis entrañas se aprietan y sé que no quiero estar aquí y escuchar a los planes de encuentros sexuales para Harry, así que entre dientes, ya que nadie me está prestando atención de todos modos, digo que voy a ayudar a Diane en la cocina, luego salgo de la habitación.
A medida que avanzo por el pasillo, escucho a Pete de nuevo.
—Amigo, no puedes dejar que te hagan esto solo para que te toque. Mira, podemos contratar a algunas personas. Lo que sea que haces, no puedes seguir con estos malditos juegos como una persona normal. No haces más que torturarte, Harry, esto lo pone en peligro a el.
Disminuyo mi paso hasta casi detenerme, y creo que mis pulmones acabar de hacerse rocas. ¿Hablan de mí?
—Vas a apostar todo tu dinero a tu favor, ¿lo recuerdas? —añade
Pete—.Lo único que necesitas es derrotar a Scorpion en la final, no importa que. Y eso lo incluye a el, amigo.
El timbre de Harry es más bajo, pero de alguna manera ese gruñido suave es más amenazante
—Scorpion es hombre muerto, así que retráctate.
—Nos pagas para prevenir todo esto, Harry —replica Pete, pero eso solo hace que Harry baje su voz más.
—Esta. Bajo. Control.
El silencio que sigue al mortal susurro me hace moverme, y me dirijo a la cocina para encontrar a Diane sacando un pequeño pavo orgánico del horno. El aroma de romero y limón hace mi boca agua, pero no logra detener mi corazón latiendo desbocado.
—¿Por qué gritan los chicos? —pregunta Diane mientras arregla su presentación con el ceño fruncido, mirando al pequeño pavo que se niega a quedar en la posición que ella quiere.
—Golpearon a Harry hoy —digo, porque eso era de lo que hablaban, ¿no?
Diane niega con la cabeza y chasquea la lengua.
—Te juro que ese hombre tiene el botón de auto-destrucción más rojo que he visto en mi vida…
Deja de hablar cuando se abre la puerta detrás de mí y una gran mano toma mi codo y me gira.
—¿Quieres correr conmigo?
Los ojos verdes de Harry arden ferozmente sobre mí, puedo sentir su frustración llegar hasta donde estoy. Camina en círculos como un torbellino negro, pero de repente se sitúa en el borde pareciendo un poco atemorizante.
—Necesitas comer, Harry —dice Diane desde la esquina.
Sonriendo, agarra un galón de leche orgánica del mostrador y lo comienza a beber hasta que está casi todo en su estómago, luego se limpia los labios con su brazo, diciendo:
—Gracias por la cena —Luego alza una ceja, esperando mi respuesta—. ¿Louis? —presiona.
Un escalofrío me recorre.
No me gusta que mi nombre suene tan bien en sus labios.
Como en una película romántica.
Frunciendo el ceño por mi reacción, miro su pecho, preguntándome si sería buena idea recomendarle quedarse, pero de alguna manera siento que probar sus límites hoy no es buena opción.
—¿Cómo te sientes? —pregunto y lo estudio detenidamente.
—Me siento listo para correr —Sus ojos se fijan directamente en mí—. ¿Quieres ir?
La invitación me hace titubear, los buenos corredores saben que salir a correr con alguien puede llegar a ser un gran problema.
Un problema muy grande.
Especialmente cuando estás acostumbrado a ejercitarte solo.
Además de Harry y Melanie, nunca corro con nadie. Cuando corro es tiempo para mí, tiempo para reflexionar, tiempo para concentrarme, pero asiento. Creo que él lo necesita seriamente y yo lo he estado necesitando por horas.
—Deja tomo mis deportivas y me las pongo.
Diez minutos después estábamos corriendo por la ruta más cercana a nuestro hotel, un camino de tierra sinuoso con un par de árboles y por suerte bien iluminado por la noche. Harry lleva su sudadera con capucha, corriendo al más puro estilo boxeador, mientras que yo solo disfruto la fresca brisa en mi piel e intento mantener su ritmo. Me he puesto pantalones cortos y una polera deportiva con mi par favorito de Asics,Harry trae un par de Reeboks bastante cómodos, diferentes a las deportivas que usa para boxear.
—Entonces ¿Qué pasó con Pete y Riley?
—Fueron a buscar prostitutas.
—¿Para ti?
Lanza un puño al aire, luego el otro.
—Tal vez ¿A quién le importa?
Estoy decepcionado, ya he perdido resistencia desde hace media hora debido al ritmo que nos propusimos, mis pulmones trabajan con esfuerzo y estoy sudando a pesar la fresca brisa nocturna, me detengo y pongo las manos sobre mis rodillas, señalándole que continúe.
—Continua, solo recuperaré el aliento, me está dando un calambre.
Se detiene conmigo y brinca en su lugar para que su cuerpo no se enfríe, luego saca un paquete de gel electrolito del bolsillo de su sudadera y lo extiende para mí, se acerca tanto que puedo probar una bocana de él: jabón, sudor y Harry Styles. Mi cabeza tiene un poco de vértigo, quizás el calambre que pensé que me estaba dando en mi polla no era un calambre después de todo, sino convulsiones debido a cada vez que su hombro me roza accidentalmente.
Relajo la espalda y sigo buscando más aire mientras él me observa abrir el paquete de gel por la esquina y lo deslizo por mi lengua.
La sangre bombea violentamente en mis venas y hay algo increíblemente íntimo en la forma en que sus ojos verdes me miran lamer el jugo del electrolito que me dio.
Deja de balancearse, respirando con dificultad.
—¿Todavía queda?
Inmediatamente me la saco de la boca y se la ofrezco, cuando envuelve sus labios alrededor de la misma manera que yo lo hice, mis bolas se endurecen como diamantes y no puedo recordar nada excepto el hecho de que está lamiendo la misma cosa que yo acabo de lamer. Me estremezco por la peligrosa compulsión de recorrer mi lengua al pensar en sus labios, tomar ese paquete de gel de su boca y presionar mis labios con los suyos de modo que lo único que él saboree sea yo.
—¿Tenía razón? ¿Lo qué dijo Pete? ¿Lo hiciste a propósito?
Cuando no responde, recuerdo sobre el “botón” que Diane mencionó y mis preocupaciones.
—Harry , algunas veces rompes algo y nunca vuelve a ser igual, nunca lo tendrás de regreso —Enfatizo, luego miro la calle y a los vehículos que pasan por miedo a que capte la emoción en mi voz, me siento al borde y necesito obtener el control de mí misma.
—Lamento lo de tu rodilla —dice en voz baja, luego encesta el paquete vacío en el bote de basura más cercano a nosotros y comenzamos a correr de nuevo.
—No se trata de mi rodilla, se trata de no arriesgar tu cuerpo, nunca dejes que nadie te haga daño, ni siquiera lo permitas, Harry.
Sacude la cabeza, sus cejas formando una línea baja sobre sus ojos mientras lanza una mirada rápida en mi dirección.
—No lo hago, Lou, solo les permito acercarse lo suficiente para acabar con ellos más fácil, son pequeños sacrificios para asegurar la victoria. Les da un poco de confianza acertar golpes, en su cabeza comienzan a creer que soy fácil, yo no soy lo que han escuchado y cuando creen por completo que es fácil golpear a Harry Styles, es mi momento de entrar en acción.
—Muy bien, eso me gusta mucho más.
Corremos durante media hora más, a los tres kilómetros estoy jadeando como un perro que acaba de tener doce cachorros o algo así. Mi orgullo está dolorido tanto como mi rodilla mala. —Creo que me rindo, estaré acabado mañana, prefiero parar ya antes de que me lleves arrastrando hasta el hotel.
—No importa —contesta con una deliciosa y pequeña carcajada, luego gira su cuello a la izquierda y derecha, regresando trotando el camino de vuelta al hotel.
En el elevador del hotel varias personas entran con nosotros.
Harry saca su capucha y la pone sobre su cabello y oculta su rostro con el perfil ensombrecido. Comprendo que lo hace para no ser reconocido y sonrío.
Una joven pareja nos grita desde el vestíbulo.
—Mantengan abierto el elevador —Aprieto el botón de “abrir” hasta que ellos entran. Mi corazón salta cuando Harry me agarra de la cadera y me acerca a él cuando los demás suben y luego muero, porque baja su cabeza hacia mí y puedo escuchar la profunda inhalación que toma. ¡Oh, Dios! Me está oliendo. Mi miembro se aprieta, la necesidad de girarme y enterrar mi nariz en su cuello y lamer la humedad en su piel me quema.
—¿Te sientes mejor? —pregunto, girándome ligeramente hacia él.
—Sí —dice, agachando la cabeza más cerca y mi sien está bañada de su cálido aliento—. ¿Y tú?
Sus feromonas son como una droga para mí y mi garganta se siente muy sedienta, solo asiento con la cabeza, sus manos aprietan mis costados, mi miembro se contrae tanto que es casi doloroso y casi gimo ahí mismo.
Me doy una ducha tan pronto llego a mi cuarto y lo hago con agua tan fría como puedo soportar, logrando que mis dientes castañeen, pero el resto de mi cuerpo aún sigue sensible por él, él, él…
Cuando llego a la cama, Diane murmura un—: Hola —y luego continúa leyendo su libro de recetas, mientras solo yo solo respondo un simple—: Buenas noches —Cierro los ojos tratando de fingir que no me estoy asando por dentro.
Pero lo deseo tanto que sólo me estoy retorciendo, obsesionado por lo que escuché que Pete le dijo a Harry. Encantado por su total y completamente sexy boca con la reciente cortada en su labio inferior envuelta en el paquete de electrolitos. Pienso como se sentiría ser el paquete de gel y sentir sus labios deslizándose sobre mi lengua, succionándola suavemente y mi cabeza da vueltas.
Estoy desesperado por darme algo de alivio del continuo y agotador alboroto hormonal de estar expuesto a él. Como la radioterapia, debe existir algo capaz de calmarme, pero no puedo imaginármelo. Su rostro, su esencia, me vuelve loco. Es mi cliente, pero también… es como mi amigo. Y necesito tocarlo, sé que no puedo besar esa boca tan sexy pero al menos puedo masajearlo.
Él debe estar caliente por nuestra carrera y fatigado después de su lucha y anhelo el contacto de su piel como un drogadicto. Antes de saber que estoy haciendo, me pongo unos pantalones de pijama y toco su puerta.
No sé lo que le voy a decir, no sé nada excepto que no voy a dormir hasta que lo vea y al menos le ofrezca hielo para sus heridas o simplemente frotarle con un antiinflamatorio, o no lo sé.
¿Por qué me pidió que corriera con él?
¿Por qué Pete cree que él deliberadamente bajó la guardia para que yo pueda tocarlo?
¿Quiere que lo toque?
Riley abre vacilantemente la puerta más allá de sus hombros. Veo a una mujer bailando con lencería sexy en el centro de la sala y otra voz masculina se escucha en el fondo…
—Un pajarito nos dijo que quieres jugar con nosotros, Harry.
—¿Si? —pregunta Riley, y yo solo me quedo mirando como un idiota, por supuesto que mi estómago se hunde, por supuesto, son los prostitutos que… bajo la mirada y frenéticamente pienso algo que decir.
—¿Deje mi tele…? Oh, mierda, lo tengo.
Miro el celular en mi mano y ruedo mis ojos, como si fuera estúpido.
Lo cual soy.
En serio, de verdad lo soy.
—No importa, gracias, Riley.
Oigo la voz profunda de Harry.
—¿Quién es?
Corro a mi habitación y cierro la puerta sintiendo mi interior adormecido. Esta vez cuando regreso a la cama, cada centímetro de mi excitación ha huido de mi sistema, pero sigo sin poder dormir. Porque ahora la persona que Harry besa en mi mente con avidez, la persona que besa la cicatriz de su labio, desafortunadamente no soy yo.
PerfLarry
Re: Real (Larry Stylinson) Capitulo 5 parte 2.
¿¡Para que Harry quiere prostitutas si el pobre Louis está más que dispuesto a colaborar!? :maloso: :maloso: :maloso:
Siguelaa
Siguelaa
AnneleStyles
Re: Real (Larry Stylinson) Capitulo 5 parte 2.
AnneleStyles escribió:¿¡Para que Harry quiere prostitutas si el pobre Louis está más que dispuesto a colaborar!? :maloso: :maloso: :maloso:
Siguelaa
Bueno en realidad son pete y riley los que le buscan mujerzuelas.
Ahora sigo!(:
PerfLarry
Re: Real (Larry Stylinson) Capitulo 5 parte 2.
larrrybravery escribió:SÍGUELA SÍGUELA ME ENCANTAAAAAAAA
AHORA LA SIGO
PerfLarry
Capitulo 4 parte 2.
Corriendo
Harry está peleando hoy, según el Entrador, es como debió haber peleado ayer.
Ha noqueado a dos de sus oponentes, sin embargo, el Entrenador sigue molesto.
—Es entrenamiento, Harry. Deja de noquearlos y diviértete mientras trabajas tus movimientos, aún tienes que entrenar con alguien más hoy… ahora, haz lo que te dije y o ya no tendrás que entrenar con nadie.
—Entonces, no me envié debiluchos, Entrenador —dice saliendo del ring—. Envía a Riley aquí.
—Ja, ni aunque fuera suicida, lo necesito consiente mañana.
—Oye, yo sé cómo entrenar —Le digo a Riley desde la esquina dónde los observamos.
Su cabeza rubia se gira hacia mí y de repente parece impresionado.
—¿Te ofreces a subir con éste chico?
—Claro, puedo enseñarle movimientos que nunca antes ha visto — Presumo, pero francamente solo quiero golpear a Harry por ser un imbécil que me hace fantasear día y noche y por beber del paquete de electrolitos después de que yo lo hice, que tonto coqueteo.
—Muy bien, Harry, tengo algo para ti —dice Riley, aplaudiendo para llamar su atención—. Sé a ciencia cierta que no lo noquearás a el —dice desde la esquina opuesta, señalándome y riéndose de mí.
Harry me mira y sacude la cabeza mientras me observaba subirme al ring, en mi ajustada y oscura ropa deportiva. Sus ojos me barren como siempre lo hace, no ayuda que me observe así cada vez que me acerco a él. A medida que se acerca a mí, sus ojos brillan con diversión y poco a poco aparece una sonrisa. Eso solo me irrita más.
Ha estado de mal humor hoy, sus oponentes y yo lo hemos notado, pero también estoy tan cabreado que no le temo. Ni siquiera el café me levanto el ánimo esta mañana. Sin embargo, sé que esto lo hará. Incluso si pierdo, solo quiero entrenar con alguien.
—No sonrías así, puedo darte una paliza usando solo un pie —Advierto.
—No es kickboxing, ¿o piensas morderme también?
Muevo mi pierna arriba en el aire, precisamente en un movimiento de kickboxing, que él esquiva despacio y arquea una ceja.
Intento otra patada y la desvía, entonces comprendo que él está de pie en el centro del ring mientras que yo básicamente doy vueltas en círculo alrededor de él. Sé que no tengo oportunidad si comparamos fuerza, pero mi plan es intentar marearlo y después tratar de noquearlo y bajarle el ego. Riley le dice que estoy intentando “marearlo.”Así que giro y me balanceo a su alrededor para burlarme. Me muevo un poco y él claramente está entretenido conmigo, así que intento darle un puñetazo de prueba. Toma fácilmente mi mano con su puño, luego baja mi brazo.
—No —Me corrige suavemente y pone su mano sobre la mía para enseñarme como cerrar mis dedos correctamente—. Cuando golpeas es necesario mantener alineados los brazos, el cúbito y el radio a la par que tu muñeca y esta no debe estar floja, así que mantenla recta. Ahora comienza con el brazo doblado hacia tu cara, aprieta los nudillos mientras sueltas el puñetazo, tuerce el brazo para que el cúbito, radio y muñeca se sientan como una pieza de hueso cuando golpees.
Lo intento y asiente.
—Ahora usa tu otro brazo para protegerte.
Mantengo un brazo doblado cerca de mi cara para protegerme y lo ataco de nuevo, una y otra vez, notando que él solo se cubre pero no intenta contraatacar. La adrenalina corre fuerte por mi cuerpo y no sé si es por la lucha simulada o por tener esos ojos verdes tan fijos en mí, pero me siento eléctricamente cargado de pronto.
—Enséñame un movimiento que no conozca —digo sin aliento, disfrutando del momento más de lo que esperaba.
Toma mis brazos y los coloca arriba para proteger mi cara con los puños.
—Bien, haremos uno-dos puñetazos. Debes cubrir siempre tu rostro con las manos y el torso con tus brazos aun cuando estés dando golpes, gira primero a la izquierda —Tiro de mi brazo hacia su mandíbula—, luego cambias el balance de tu pierna para así poder lanzar un fuerte puñetazo con tu derecha, necesitas un buen juego de pies, extrae la fuerza del golpe de aquí —Pone un dedo en mi centro, a continuación recorre su mano por mi brazo hasta mi puño—, y envía ese poder hasta tus nudillos.
Él hizo un simulacro de un golpe doble fluido y perfecto que causo que pequeñas gotas de sudor recorrieran mi espalda y luego fue mi turno de intentarlo. Lanzo la izquierda, giro débilmente, cambio de peso y golpeo más fuerte con la derecha.
Sus ojos brillaron con deleite.
—Inténtalo de nuevo, golpéame—Se puso en posición con las manos abiertas para detener mis golpes.
Siguiendo órdenes, utilizo el primer brazo para lanzar un golpe rápido a su mano izquierda, el cual fácilmente atrapa, entonces golpeo con energía del otro lado. Mis golpes son deliciosamente precisos, pero creo que tengo que poner más fuerza en ellos.
—Doble golpe en la mano izquierda —dice y levanta su mano para atrapar mis golpes.
—A tu derecha —Y cuando detiene mi golpe con su puño, decido sorprenderlo y darle en sus abdominales, las cuales se contraen automáticamente con el golpe y un extraño dolor se extiende por mis nudillos, pero incluso él parece sorprendido.
—Soy muy bueno —digo con burla, rebotando como él lo hace y en broma le saco la lengua.
Él ni lo nota por mirar a mis nalgas.
─Realmente bueno ─dice, poniéndose de nuevo en posición. Sus ojos se oscurecen de una manera que me hace calentarme, y decido que ahora que está distraído con mis trasero es el mejor momento.
Me abro hacia afuera como aprendí en la clase de defensa personal. Las piernas son las partes más fuertes de mi cuerpo, sin duda las de un ex corredor. Mi objetivo es lograr darle a su tendón de Aquiles con talón y tirar su gran cuerpo y ego al suelo.
Pero él se mueve en el instante en que yo me acerco, y golpeo su deportiva en su lugar. El dolor se extiende fuertemente en mi tobillo.
Rápidamente me coge del brazo y me endereza, las cejas formando un ceño fruncido.
─¿Qué se supone que fue eso?
Gruño.
─Se suponía que tenías que caerte.
Me mira, su cara en blanco por un momento.
─¿Estás bromeando, cierto?
─¡He hecho caer hombres mucho más pesados que tú!
─Un maldito árbol cae más pronto que Harry, Louis ─grita Riley.
─Bueno, ahora lo sé ─me quejo, y pongo mis manos alrededor de mi boca para gritar─: ¡Gracias por el aviso, Riley!
Maldiciendo entre dientes, Harry toma mi brazo mientras me conduce saltando hasta la esquina, donde se sienta en una silla y ya que solo hay una, me coloca encima de él para poder revisar mi tobillo.
─Jodiste tu tobillo ¿Cierto? ─pregunta, y es la primera vez que lo escucho sonar tan… molesto conmigo.
─Parece que erróneamente envié todo mi peso al tobillo ─admito a regañadientes.
─¿Por qué me pegaste? ¿Estás enojado conmigo?
Ceñí.
─¿Por qué lo estaría?
Sus ojos se asoman intrusivamente en los míos, se ve aterradoramente solemne y definitivamente molesto.
─Tú dime.
Agachando mi cabeza, miro hacia mi tobillo y me niego a derramar mis sentimientos sobre nadie que no sea Melanie.
─Oigan, ¿pueden darnos un poco de agua? ─grita con clara frustración en sus palabras. Riley trae un Gatorade y una botella de agua y las coloca en el suelo junto a mis pies.
─El entrenamiento acabó ─Nos dice, luego en tono preocupado me pregunta─: ¿Estás bien, Lou?
─Perfecto. Pero pregúntamelo mañana. No puedo esperar para volver al ring contra este tipo.
Riley se ríe, pero a Harry no le causa gracia.
Su pecho está empapado en sudor y su oscura cabeza se agacha mientras me inspecciona el tobillo, sus pulgares haciendo presión alrededor del hueso.
─¿Te duele, Louis?
Creo que está preocupado. La repentina suavidad con la que habla hace que me duela la garganta, y no sé por qué. Como cuando caes, pero no te duele, sin embargo lloras porque te sientes humillado. Pero yo ya me he caído mucho peor en frente del mundo y aún deseo no haber llorado así. Deseo no haberme caído en frente del hombre más fuerte del mundo.
Frunciendo el ceño en su lugar, trato de inspeccionar mi tobillo, pero él no mueve su mano, y de pronto nuestros dedos rodean mi tobillo, y todo lo que yo puedo sentir son sus pulgares en mi piel.
─Pesas una tonelada ─Me quejo, como si fuera su culpa de que yo sea una idiota─. Si pesaras un poco menos te habría tumbado. Incluso he tumbado a mi instructor.
Levanta la vista, frunciendo el ceño.
─¿Qué puedo decir?
─¿Qué lo sientes? ¿Para no herir mi orgullo?
Sacude su cabeza, aun evidentemente molesto, sonrío con ironía y me agacho para tomar el Gatorade, desenroscando la tapa.
Sus ojos caen en mis labios mientras tomo un sorbo, y de repente puedo sentir algo inconfundible entre sus piernas, debajo de mi trasero.
Mientras el líquido frío corre por mi garganta, el resto de mi cuerpo se pone febrilmente cálido y cada vez más caliente.
─¿Me das un poco? ─Su voz extrañamente ronca mientras señala mi bebida.
Cuando asiento, agarra la botella en su gran mano y la inclina hacia su boca, y mis hormonas se descargan de una sola vez a la vista de sus labios en contra del pico de la botella.
Exactamente en el lugar en donde yo bebí.
Su garganta trabaja mientras bebe, luego baja la botella, sus labios ahora húmedos, y cuando sus manos me dan el Gatorade de vuelta, nuestros dedos se rozan. Mis venas se disparan como un rayo. Y estoy fascinado en la forma en que sus pupilas se oscurecen, la forma en que me mira sin burla en sus ojos. Cuando intento esconder mi nerviosismo automáticamente tomando otro trago, me mira más intensamente, sus labios sin sonreír. Perfectamente rosados. El corte de su labio aún sigue sanando. Quiero lamerlo. El anhelo se despliega en lo más profundo de mí.
Y duele. Estoy en su regazo, y me doy cuenta de que su poderoso brazo está alrededor de mi estómago, nunca he estado tan cerca. Lo suficientemente cerca para tocarlo, besarlo, envolver mi cuerpo alrededor del suyo. De repente me estoy muriendo y me siento drogado. No puedo fingir que esto no es la gran cosa. Lo deseo. Lo deseo tanto que no puedo pensar correctamente. Es un problema. Un gran problema.
Nunca me he sentido así.
Sé que es una locura y no va a funcionar, no puede pasar nunca, pero no puedo evitarlo. Él es como mis Olimpiadas, algo que nunca voy a tener, sin embargo no puedo evitar anhelarlo con todo mi ser. Y detesto absolutamente el pensamiento de que sus brazos hayan estado alrededor de uno, tal vez dos, putos hace menos de veinticuatro horas, cuando deseaba ser yo.
Agitado de nuevo por el recuerdo, trato de ponerme de pie con cuidado. Él toma mi Gatorade y lo deja a un lado mientras agarra dos toallas de una cesta y envuelve una alrededor de su cuello, para después envolver otra alrededor del mío, todo el tiempo sosteniéndome por el costado.
─Te ayudaré para que puedas ir a ponerle hielo a eso.
Me baja del ring como si yo no pesara más que una nube, y luego tengo que apoyarme en él, mi brazo alrededor de su estrecha cintura mientras salimos.
─Estoy bien ─Sigo diciéndole.
─Deja de discutir ─dice.
En el ascensor, me mantiene cerca de su lado y la cabeza agachada hacia mí, puedo sentir su respiración. Estoy dolorosamente consciente de lo grande que es, en comparación a mí, y de sus cinco dedos extendidos alrededor de mi cadera, y del momento exacto en el que baja su nariz hasta mi oreja. Me hace cosquillas cuando exhala, y se encuentra tan cerca que sus labios rozan mi oído como si murmurara. Oigo su profunda inhalación, y de repente mi órgano sexual palpita con fuerza, duele tanto que quiero girarme hacia él y enterrar mi nariz en su piel, inhalando todo el aire que pueda dentro de mis pulmones. Pero por supuesto que no lo hago.
Me acompaña a mi habitación, y mi cuerpo está en tan mal estado que mi cerebro no puede ni siquiera encontrar a un tema de conversación para eliminar el tenso silencio que nos acompaña.
─Oye, hombre, ¿Listo para la pelea?
Un uniformado miembro del personal del hotel, que parece ser un fan, le pregunta desde el otro lado del pasillo.
Harry pone sus pulgares hacia arriba con una sonrisa con hoyuelos, antes de girarse y enterrar su nariz en mi cabello.
─Llave ─dice en un susurro gutural que me pone la piel de gallina.
Desliza la llave y me lleva adentro.
Diane no está aquí, sé que probablemente está haciendo la súper lujosa cena de él. Me deja en el borde de la segunda cama matrimonial, supongo que se da cuenta de que es la mía, ya que Diane tiene una foto de sus dos hijos frente a la primera cama. Busca la hielera.
─Te conseguiré hielo.
─Estoy bien, Harry, yo lo haré más tarde…
La puerta se cierra antes de que pueda terminar la frase. Exhalo mientras me agacho para palpar mi tobillo evaluando el daño que he causado.
Él deja la cerradura abierta por lo que no tiene que tocar, me tenso cuando regresa y cierra la puerta. Abre la llave del baño y luego está de vuelta, luciendo enorme e impotente dentro de mi habitación mientras deja caer la hielera en la alfombra.
Se arrodilla a mis pies; la vista de su poderoso cuerpo y su oscura cabeza inclinándose hacia abajo mientras me atiende trae una oleada de deseo que me recorre con ímpetu, miró hacia el hielo y quiero meter mi cabeza en la cubeta.
Quita mi deportiva y después el calcetín, luego toma mi pierna con delicadeza y mete mi pie dentro.
─Cuando solucionemos esto te enseñaré como derribarme ─susurra. Cuando no respondo por estar completamente deshecho por su toque, levanta la vista y sus ojos son a la vez tiernos e íntimos─. ¿Frío?
Aunque el resto de mí está todo excepto frío, mis pies comienzan a congelarse mientras el agua los envuelve.
─Sí.
Mientras hunde mi pie más profundo, mi cuerpo entero se tensa con la frigidez. Él se detiene a mitad de camino.
─¿Más agua?
Sacudo mi cabeza y meto mi pie más rápido el resto del camino, pensando, sin dolor no hay ganancia. Mis pulmones se ponen rígidos cuando mi cuerpo absorbe el frío.
─Oh, mierda.
Nota mi mueca y saca mi pie, luego me sorprende aplastando mis pies helados contra su estómago para calentarme. Sus abdominales se aprietan bajo mis pies y sus ojos retienen los míos con una fuerza tan fuerte que me ahoga.
Una corriente eléctrica me sacude. Su cálida y callosa mano se curva alrededor de mi empeine, sujetando mis pies contra su estómago con tanta fuerza que se siente como si él quisiera que estuvieran ahí. Deseo que mis manos fueran mis pies, sentir esos abdominales parecidos a una tabla de lavar bajo mis dedos. Cada abolladura perfectamente presionada contra el arco y dedos de mi pie, el entumecimiento me ha abandonado por completo.
─No sabía que dieras pedicuras, Harry ─digo, y no entiendo por qué sueno sin aliento.
─Es un fetiche que tengo.
Me lanza una sonrisa perezosa que claramente me dice que está bromeando, luego mete su mano libre en la cubeta y saca un solo cubito de hielo. Lo pone ligeramente en mi tobillo y lo arrastra sobre la carne tierna, con cuidado. Mi reacción es rápida y violenta, mi cuerpo sabe que él me está tocando.
Mi ritmo cardíaco ruge en mi cabeza. Dios, este hombre es más táctil que yo. Luego, como si quisiera confirmar mis pensamientos, la mano que sostiene mi pie en su estómago se desplaza ligeramente rozando su pulgar a lo largo del arco de mi pie, mientras que el hielo fresco sigue frotándose contra mi piel. Un hormigueo comienza en el centro de mi estómago, pero me temo que en cuestión de minutos se hará cargo de mi cuerpo.
Mi voz tiembla igual que el resto de mi cuerpo.
─¿Haces manicuras también?
Levanta la vista hacia mí, y mi corazón da un vuelco por el efecto que tienen sus ojos verdes sobre mí.
─Déjame terminar con tu pie primero, luego me encargaré del resto de ti.
Mi polla se aprieta cuando termina la frase con otra sonrisa, esta es bastante lenta. Cada musculo de mi miembro empieza ondear mientras el hielo continúa avivando un suave fuego dentro de mis entrañas.
Me siento fascinado mientras él observa el hielo sobre mi cremosa piel, el silencio cargado con electricidad. Sin tener más remedio, arrastro mis pies un poco sobre su estómago, sintiendo la sensación de sus músculos debajo de mí. Él levanta la mirada, la intensidad penetrante de sus ojos me deja sin aliento y me ahoga.
─¿Te sientes mejor? ─murmura, alzando sus oscuras cejas, y no puedo creer como su voz me afecta, como su toque me afecta, su olor, como otro ser humano puede tener tanto poder sobre mí. No puedo permitirlo.
No.
Puedo.
Permitirlo.
Me recuerdo a mi mismo que cuando se quiere a un hombre, debes controlar lo que le das. Estás en control de lo que le dejas tomar. Pero no puedo bloquear las imágenes de él y yo juntos. De mi rasgando su ropa y apretándome contra él. Imágenes de sus labios en los míos, de nosotros cayendo imprudentemente en la cama, latiendo a través de mí. Me hace sentir de dieciocho. Virginal y sin sentido. Solo pensando en chicos… excepto que solo me hace pensar en uno. Y él es muy masculino. Muy hombre. Pero un poco juguetón como un niño.
Un gran, gran chico malo que se divertía con sus putitas la noche anterior…
El repentino y brutal recordatorio me enfría como un chapuzón en las aguas frías de Alaska.
─Me siento perfecto ahora. Gracias ─digo, mi voz fría como el hielo que se derrite mientras trato librar mi pie de su agarre.
Estoy a punto de liberarme con éxito cuando la puerta se abre con un ruido de desbloqueo. Diane entra.
─Aquí estás. Debo alimentarte para que tengas energías suficientes para mañana.
Mirándome confundido sobre el cambio en mí, Harry frunce el ceño mientras lanza el hielo descongelándose a la cubeta y pone mi pie de vuelta en la alfombra mientras se levanta.
─Lamento lo de tu tobillo ─dice suavemente mientras se endereza con su expresión confusa y casi vulnerable─. No te preocupes si no puedes asistir a la pelea.
─No. No fue tu culpa. Estaré bien ─Me apresuro a decir.
─Le pediré a Pete que te de unas muletas.
─Estaré bien. Eso me pasa por estar metiéndome con árboles.
Se detiene en la entrada y luego echa un vistazo en mi dirección, su rostro ilegible.
─Buena suerte, Harry ─digo.
Me mira fijamente, luego a Diane, y luego rastrilla una mano por su pelo, y se va, luciendo de alguna manera… agitado.
Diane me mira con completo desconcierto.
─¿Llegué en un mal momento?
─No ─Sacudo mi cabeza─. Llegaste justo a tiempo, antes de que hiciera el ridículo.
No es que tratar de derrumbar a un hombre de su altura hubiese sido un movimiento muy inteligente para comenzar.
Harry está peleando hoy, según el Entrador, es como debió haber peleado ayer.
Ha noqueado a dos de sus oponentes, sin embargo, el Entrenador sigue molesto.
—Es entrenamiento, Harry. Deja de noquearlos y diviértete mientras trabajas tus movimientos, aún tienes que entrenar con alguien más hoy… ahora, haz lo que te dije y o ya no tendrás que entrenar con nadie.
—Entonces, no me envié debiluchos, Entrenador —dice saliendo del ring—. Envía a Riley aquí.
—Ja, ni aunque fuera suicida, lo necesito consiente mañana.
—Oye, yo sé cómo entrenar —Le digo a Riley desde la esquina dónde los observamos.
Su cabeza rubia se gira hacia mí y de repente parece impresionado.
—¿Te ofreces a subir con éste chico?
—Claro, puedo enseñarle movimientos que nunca antes ha visto — Presumo, pero francamente solo quiero golpear a Harry por ser un imbécil que me hace fantasear día y noche y por beber del paquete de electrolitos después de que yo lo hice, que tonto coqueteo.
—Muy bien, Harry, tengo algo para ti —dice Riley, aplaudiendo para llamar su atención—. Sé a ciencia cierta que no lo noquearás a el —dice desde la esquina opuesta, señalándome y riéndose de mí.
Harry me mira y sacude la cabeza mientras me observaba subirme al ring, en mi ajustada y oscura ropa deportiva. Sus ojos me barren como siempre lo hace, no ayuda que me observe así cada vez que me acerco a él. A medida que se acerca a mí, sus ojos brillan con diversión y poco a poco aparece una sonrisa. Eso solo me irrita más.
Ha estado de mal humor hoy, sus oponentes y yo lo hemos notado, pero también estoy tan cabreado que no le temo. Ni siquiera el café me levanto el ánimo esta mañana. Sin embargo, sé que esto lo hará. Incluso si pierdo, solo quiero entrenar con alguien.
—No sonrías así, puedo darte una paliza usando solo un pie —Advierto.
—No es kickboxing, ¿o piensas morderme también?
Muevo mi pierna arriba en el aire, precisamente en un movimiento de kickboxing, que él esquiva despacio y arquea una ceja.
Intento otra patada y la desvía, entonces comprendo que él está de pie en el centro del ring mientras que yo básicamente doy vueltas en círculo alrededor de él. Sé que no tengo oportunidad si comparamos fuerza, pero mi plan es intentar marearlo y después tratar de noquearlo y bajarle el ego. Riley le dice que estoy intentando “marearlo.”Así que giro y me balanceo a su alrededor para burlarme. Me muevo un poco y él claramente está entretenido conmigo, así que intento darle un puñetazo de prueba. Toma fácilmente mi mano con su puño, luego baja mi brazo.
—No —Me corrige suavemente y pone su mano sobre la mía para enseñarme como cerrar mis dedos correctamente—. Cuando golpeas es necesario mantener alineados los brazos, el cúbito y el radio a la par que tu muñeca y esta no debe estar floja, así que mantenla recta. Ahora comienza con el brazo doblado hacia tu cara, aprieta los nudillos mientras sueltas el puñetazo, tuerce el brazo para que el cúbito, radio y muñeca se sientan como una pieza de hueso cuando golpees.
Lo intento y asiente.
—Ahora usa tu otro brazo para protegerte.
Mantengo un brazo doblado cerca de mi cara para protegerme y lo ataco de nuevo, una y otra vez, notando que él solo se cubre pero no intenta contraatacar. La adrenalina corre fuerte por mi cuerpo y no sé si es por la lucha simulada o por tener esos ojos verdes tan fijos en mí, pero me siento eléctricamente cargado de pronto.
—Enséñame un movimiento que no conozca —digo sin aliento, disfrutando del momento más de lo que esperaba.
Toma mis brazos y los coloca arriba para proteger mi cara con los puños.
—Bien, haremos uno-dos puñetazos. Debes cubrir siempre tu rostro con las manos y el torso con tus brazos aun cuando estés dando golpes, gira primero a la izquierda —Tiro de mi brazo hacia su mandíbula—, luego cambias el balance de tu pierna para así poder lanzar un fuerte puñetazo con tu derecha, necesitas un buen juego de pies, extrae la fuerza del golpe de aquí —Pone un dedo en mi centro, a continuación recorre su mano por mi brazo hasta mi puño—, y envía ese poder hasta tus nudillos.
Él hizo un simulacro de un golpe doble fluido y perfecto que causo que pequeñas gotas de sudor recorrieran mi espalda y luego fue mi turno de intentarlo. Lanzo la izquierda, giro débilmente, cambio de peso y golpeo más fuerte con la derecha.
Sus ojos brillaron con deleite.
—Inténtalo de nuevo, golpéame—Se puso en posición con las manos abiertas para detener mis golpes.
Siguiendo órdenes, utilizo el primer brazo para lanzar un golpe rápido a su mano izquierda, el cual fácilmente atrapa, entonces golpeo con energía del otro lado. Mis golpes son deliciosamente precisos, pero creo que tengo que poner más fuerza en ellos.
—Doble golpe en la mano izquierda —dice y levanta su mano para atrapar mis golpes.
—A tu derecha —Y cuando detiene mi golpe con su puño, decido sorprenderlo y darle en sus abdominales, las cuales se contraen automáticamente con el golpe y un extraño dolor se extiende por mis nudillos, pero incluso él parece sorprendido.
—Soy muy bueno —digo con burla, rebotando como él lo hace y en broma le saco la lengua.
Él ni lo nota por mirar a mis nalgas.
─Realmente bueno ─dice, poniéndose de nuevo en posición. Sus ojos se oscurecen de una manera que me hace calentarme, y decido que ahora que está distraído con mis trasero es el mejor momento.
Me abro hacia afuera como aprendí en la clase de defensa personal. Las piernas son las partes más fuertes de mi cuerpo, sin duda las de un ex corredor. Mi objetivo es lograr darle a su tendón de Aquiles con talón y tirar su gran cuerpo y ego al suelo.
Pero él se mueve en el instante en que yo me acerco, y golpeo su deportiva en su lugar. El dolor se extiende fuertemente en mi tobillo.
Rápidamente me coge del brazo y me endereza, las cejas formando un ceño fruncido.
─¿Qué se supone que fue eso?
Gruño.
─Se suponía que tenías que caerte.
Me mira, su cara en blanco por un momento.
─¿Estás bromeando, cierto?
─¡He hecho caer hombres mucho más pesados que tú!
─Un maldito árbol cae más pronto que Harry, Louis ─grita Riley.
─Bueno, ahora lo sé ─me quejo, y pongo mis manos alrededor de mi boca para gritar─: ¡Gracias por el aviso, Riley!
Maldiciendo entre dientes, Harry toma mi brazo mientras me conduce saltando hasta la esquina, donde se sienta en una silla y ya que solo hay una, me coloca encima de él para poder revisar mi tobillo.
─Jodiste tu tobillo ¿Cierto? ─pregunta, y es la primera vez que lo escucho sonar tan… molesto conmigo.
─Parece que erróneamente envié todo mi peso al tobillo ─admito a regañadientes.
─¿Por qué me pegaste? ¿Estás enojado conmigo?
Ceñí.
─¿Por qué lo estaría?
Sus ojos se asoman intrusivamente en los míos, se ve aterradoramente solemne y definitivamente molesto.
─Tú dime.
Agachando mi cabeza, miro hacia mi tobillo y me niego a derramar mis sentimientos sobre nadie que no sea Melanie.
─Oigan, ¿pueden darnos un poco de agua? ─grita con clara frustración en sus palabras. Riley trae un Gatorade y una botella de agua y las coloca en el suelo junto a mis pies.
─El entrenamiento acabó ─Nos dice, luego en tono preocupado me pregunta─: ¿Estás bien, Lou?
─Perfecto. Pero pregúntamelo mañana. No puedo esperar para volver al ring contra este tipo.
Riley se ríe, pero a Harry no le causa gracia.
Su pecho está empapado en sudor y su oscura cabeza se agacha mientras me inspecciona el tobillo, sus pulgares haciendo presión alrededor del hueso.
─¿Te duele, Louis?
Creo que está preocupado. La repentina suavidad con la que habla hace que me duela la garganta, y no sé por qué. Como cuando caes, pero no te duele, sin embargo lloras porque te sientes humillado. Pero yo ya me he caído mucho peor en frente del mundo y aún deseo no haber llorado así. Deseo no haberme caído en frente del hombre más fuerte del mundo.
Frunciendo el ceño en su lugar, trato de inspeccionar mi tobillo, pero él no mueve su mano, y de pronto nuestros dedos rodean mi tobillo, y todo lo que yo puedo sentir son sus pulgares en mi piel.
─Pesas una tonelada ─Me quejo, como si fuera su culpa de que yo sea una idiota─. Si pesaras un poco menos te habría tumbado. Incluso he tumbado a mi instructor.
Levanta la vista, frunciendo el ceño.
─¿Qué puedo decir?
─¿Qué lo sientes? ¿Para no herir mi orgullo?
Sacude su cabeza, aun evidentemente molesto, sonrío con ironía y me agacho para tomar el Gatorade, desenroscando la tapa.
Sus ojos caen en mis labios mientras tomo un sorbo, y de repente puedo sentir algo inconfundible entre sus piernas, debajo de mi trasero.
Mientras el líquido frío corre por mi garganta, el resto de mi cuerpo se pone febrilmente cálido y cada vez más caliente.
─¿Me das un poco? ─Su voz extrañamente ronca mientras señala mi bebida.
Cuando asiento, agarra la botella en su gran mano y la inclina hacia su boca, y mis hormonas se descargan de una sola vez a la vista de sus labios en contra del pico de la botella.
Exactamente en el lugar en donde yo bebí.
Su garganta trabaja mientras bebe, luego baja la botella, sus labios ahora húmedos, y cuando sus manos me dan el Gatorade de vuelta, nuestros dedos se rozan. Mis venas se disparan como un rayo. Y estoy fascinado en la forma en que sus pupilas se oscurecen, la forma en que me mira sin burla en sus ojos. Cuando intento esconder mi nerviosismo automáticamente tomando otro trago, me mira más intensamente, sus labios sin sonreír. Perfectamente rosados. El corte de su labio aún sigue sanando. Quiero lamerlo. El anhelo se despliega en lo más profundo de mí.
Y duele. Estoy en su regazo, y me doy cuenta de que su poderoso brazo está alrededor de mi estómago, nunca he estado tan cerca. Lo suficientemente cerca para tocarlo, besarlo, envolver mi cuerpo alrededor del suyo. De repente me estoy muriendo y me siento drogado. No puedo fingir que esto no es la gran cosa. Lo deseo. Lo deseo tanto que no puedo pensar correctamente. Es un problema. Un gran problema.
Nunca me he sentido así.
Sé que es una locura y no va a funcionar, no puede pasar nunca, pero no puedo evitarlo. Él es como mis Olimpiadas, algo que nunca voy a tener, sin embargo no puedo evitar anhelarlo con todo mi ser. Y detesto absolutamente el pensamiento de que sus brazos hayan estado alrededor de uno, tal vez dos, putos hace menos de veinticuatro horas, cuando deseaba ser yo.
Agitado de nuevo por el recuerdo, trato de ponerme de pie con cuidado. Él toma mi Gatorade y lo deja a un lado mientras agarra dos toallas de una cesta y envuelve una alrededor de su cuello, para después envolver otra alrededor del mío, todo el tiempo sosteniéndome por el costado.
─Te ayudaré para que puedas ir a ponerle hielo a eso.
Me baja del ring como si yo no pesara más que una nube, y luego tengo que apoyarme en él, mi brazo alrededor de su estrecha cintura mientras salimos.
─Estoy bien ─Sigo diciéndole.
─Deja de discutir ─dice.
En el ascensor, me mantiene cerca de su lado y la cabeza agachada hacia mí, puedo sentir su respiración. Estoy dolorosamente consciente de lo grande que es, en comparación a mí, y de sus cinco dedos extendidos alrededor de mi cadera, y del momento exacto en el que baja su nariz hasta mi oreja. Me hace cosquillas cuando exhala, y se encuentra tan cerca que sus labios rozan mi oído como si murmurara. Oigo su profunda inhalación, y de repente mi órgano sexual palpita con fuerza, duele tanto que quiero girarme hacia él y enterrar mi nariz en su piel, inhalando todo el aire que pueda dentro de mis pulmones. Pero por supuesto que no lo hago.
Me acompaña a mi habitación, y mi cuerpo está en tan mal estado que mi cerebro no puede ni siquiera encontrar a un tema de conversación para eliminar el tenso silencio que nos acompaña.
─Oye, hombre, ¿Listo para la pelea?
Un uniformado miembro del personal del hotel, que parece ser un fan, le pregunta desde el otro lado del pasillo.
Harry pone sus pulgares hacia arriba con una sonrisa con hoyuelos, antes de girarse y enterrar su nariz en mi cabello.
─Llave ─dice en un susurro gutural que me pone la piel de gallina.
Desliza la llave y me lleva adentro.
Diane no está aquí, sé que probablemente está haciendo la súper lujosa cena de él. Me deja en el borde de la segunda cama matrimonial, supongo que se da cuenta de que es la mía, ya que Diane tiene una foto de sus dos hijos frente a la primera cama. Busca la hielera.
─Te conseguiré hielo.
─Estoy bien, Harry, yo lo haré más tarde…
La puerta se cierra antes de que pueda terminar la frase. Exhalo mientras me agacho para palpar mi tobillo evaluando el daño que he causado.
Él deja la cerradura abierta por lo que no tiene que tocar, me tenso cuando regresa y cierra la puerta. Abre la llave del baño y luego está de vuelta, luciendo enorme e impotente dentro de mi habitación mientras deja caer la hielera en la alfombra.
Se arrodilla a mis pies; la vista de su poderoso cuerpo y su oscura cabeza inclinándose hacia abajo mientras me atiende trae una oleada de deseo que me recorre con ímpetu, miró hacia el hielo y quiero meter mi cabeza en la cubeta.
Quita mi deportiva y después el calcetín, luego toma mi pierna con delicadeza y mete mi pie dentro.
─Cuando solucionemos esto te enseñaré como derribarme ─susurra. Cuando no respondo por estar completamente deshecho por su toque, levanta la vista y sus ojos son a la vez tiernos e íntimos─. ¿Frío?
Aunque el resto de mí está todo excepto frío, mis pies comienzan a congelarse mientras el agua los envuelve.
─Sí.
Mientras hunde mi pie más profundo, mi cuerpo entero se tensa con la frigidez. Él se detiene a mitad de camino.
─¿Más agua?
Sacudo mi cabeza y meto mi pie más rápido el resto del camino, pensando, sin dolor no hay ganancia. Mis pulmones se ponen rígidos cuando mi cuerpo absorbe el frío.
─Oh, mierda.
Nota mi mueca y saca mi pie, luego me sorprende aplastando mis pies helados contra su estómago para calentarme. Sus abdominales se aprietan bajo mis pies y sus ojos retienen los míos con una fuerza tan fuerte que me ahoga.
Una corriente eléctrica me sacude. Su cálida y callosa mano se curva alrededor de mi empeine, sujetando mis pies contra su estómago con tanta fuerza que se siente como si él quisiera que estuvieran ahí. Deseo que mis manos fueran mis pies, sentir esos abdominales parecidos a una tabla de lavar bajo mis dedos. Cada abolladura perfectamente presionada contra el arco y dedos de mi pie, el entumecimiento me ha abandonado por completo.
─No sabía que dieras pedicuras, Harry ─digo, y no entiendo por qué sueno sin aliento.
─Es un fetiche que tengo.
Me lanza una sonrisa perezosa que claramente me dice que está bromeando, luego mete su mano libre en la cubeta y saca un solo cubito de hielo. Lo pone ligeramente en mi tobillo y lo arrastra sobre la carne tierna, con cuidado. Mi reacción es rápida y violenta, mi cuerpo sabe que él me está tocando.
Mi ritmo cardíaco ruge en mi cabeza. Dios, este hombre es más táctil que yo. Luego, como si quisiera confirmar mis pensamientos, la mano que sostiene mi pie en su estómago se desplaza ligeramente rozando su pulgar a lo largo del arco de mi pie, mientras que el hielo fresco sigue frotándose contra mi piel. Un hormigueo comienza en el centro de mi estómago, pero me temo que en cuestión de minutos se hará cargo de mi cuerpo.
Mi voz tiembla igual que el resto de mi cuerpo.
─¿Haces manicuras también?
Levanta la vista hacia mí, y mi corazón da un vuelco por el efecto que tienen sus ojos verdes sobre mí.
─Déjame terminar con tu pie primero, luego me encargaré del resto de ti.
Mi polla se aprieta cuando termina la frase con otra sonrisa, esta es bastante lenta. Cada musculo de mi miembro empieza ondear mientras el hielo continúa avivando un suave fuego dentro de mis entrañas.
Me siento fascinado mientras él observa el hielo sobre mi cremosa piel, el silencio cargado con electricidad. Sin tener más remedio, arrastro mis pies un poco sobre su estómago, sintiendo la sensación de sus músculos debajo de mí. Él levanta la mirada, la intensidad penetrante de sus ojos me deja sin aliento y me ahoga.
─¿Te sientes mejor? ─murmura, alzando sus oscuras cejas, y no puedo creer como su voz me afecta, como su toque me afecta, su olor, como otro ser humano puede tener tanto poder sobre mí. No puedo permitirlo.
No.
Puedo.
Permitirlo.
Me recuerdo a mi mismo que cuando se quiere a un hombre, debes controlar lo que le das. Estás en control de lo que le dejas tomar. Pero no puedo bloquear las imágenes de él y yo juntos. De mi rasgando su ropa y apretándome contra él. Imágenes de sus labios en los míos, de nosotros cayendo imprudentemente en la cama, latiendo a través de mí. Me hace sentir de dieciocho. Virginal y sin sentido. Solo pensando en chicos… excepto que solo me hace pensar en uno. Y él es muy masculino. Muy hombre. Pero un poco juguetón como un niño.
Un gran, gran chico malo que se divertía con sus putitas la noche anterior…
El repentino y brutal recordatorio me enfría como un chapuzón en las aguas frías de Alaska.
─Me siento perfecto ahora. Gracias ─digo, mi voz fría como el hielo que se derrite mientras trato librar mi pie de su agarre.
Estoy a punto de liberarme con éxito cuando la puerta se abre con un ruido de desbloqueo. Diane entra.
─Aquí estás. Debo alimentarte para que tengas energías suficientes para mañana.
Mirándome confundido sobre el cambio en mí, Harry frunce el ceño mientras lanza el hielo descongelándose a la cubeta y pone mi pie de vuelta en la alfombra mientras se levanta.
─Lamento lo de tu tobillo ─dice suavemente mientras se endereza con su expresión confusa y casi vulnerable─. No te preocupes si no puedes asistir a la pelea.
─No. No fue tu culpa. Estaré bien ─Me apresuro a decir.
─Le pediré a Pete que te de unas muletas.
─Estaré bien. Eso me pasa por estar metiéndome con árboles.
Se detiene en la entrada y luego echa un vistazo en mi dirección, su rostro ilegible.
─Buena suerte, Harry ─digo.
Me mira fijamente, luego a Diane, y luego rastrilla una mano por su pelo, y se va, luciendo de alguna manera… agitado.
Diane me mira con completo desconcierto.
─¿Llegué en un mal momento?
─No ─Sacudo mi cabeza─. Llegaste justo a tiempo, antes de que hiciera el ridículo.
No es que tratar de derrumbar a un hombre de su altura hubiese sido un movimiento muy inteligente para comenzar.
PerfLarry
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