Sequence -

• Titulo: Sequence.
• Autor: Mica Rodríguez.
• Adaptación: no.
• Género: general.
• Contenido: -
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Me encontré sentada sobre el banco de la escuela, tenía los auriculares puestos y miles de cosas en la cabeza. ¿Por qué las cosas van de ésta manera? ¿Por qué todo es tan difícil?
Chris Brown pide no ser juzgado, en susurros, susurros que solo yo puedo escuchar.
Leí el mismo tuit otra vez, no podía hacerlo entrar en mi cabeza, no había manera.
Alguien me sacó el celular de entre las manos al mismo tiempo que yo mordía mi labio inferior, alcé la mirada.
—¡Ey! —me quejé.
Sus ojos marrones se pegaron a los míos, el color celeste de la camisa del uniforme hacía que estos y su pelo castaño resaltaran, vi cómo guardaba mi teléfono en su bolsillo y apoyaba su mano izquierda en mi cadera.
Tomé aire, arrepintiéndome al instante: su olor llegó a mí rápidamente.
Sin dejar de mirarme a los ojos su mano derecha viajo a mi oído, despojándome del auricular. Brown promete a gritos que él será el único en que ella puede confiar.
Cerré los ojos, intentando volver en sí. Esto no estaba pasando, no realmente. Sentí su respiración sobre mis labios, ¿qué más real que eso?
Quise mirar.
Nuestras narices se rozaban, él aún tenía la vista clavada en mis ojos.
Separó mis piernas, a penas, parándose entre ellas. Fue en ese momento que el aire dejó de llegarme a los pulmones, no podía respirar. Acunó mi cara entre sus manos y sonrió a medias, acercándose.
Ahora Ryan Tedder cantaba sobre perderse a sí mismo en la noche. Yo. Yo me sentía perdida, perdida en él. Sumida en cada acción que hacía. Terminó por estampar sus labios contra los míos, acariciándolos rítmicamente. Separé los labios, dándole acceso y enganché mis piernas detrás de las suyas. Enredé mis manos entre su pelo y presioné, necesitaba más.
Se alejó de mí y sonrió. —Hola —rió, carcajeé. A pesar del estado de cordura nula en el que me encontraba, aún era consciente.
Respiré, hondo. Su perfume me llenó nuevamente y sentí la necesidad de besarlo una segunda vez… fui yo quien tomó la iniciativa. Lo besé.
Su mano izquierda llegó a mi nuca mientras su mano derecha tomaba mi mano para llevarla a su cintura. Pero no soltó mi mano, la sostuvo debajo de la suya.
Me bajó del banco, dejándome de pie frente a él.
Mierda.
Una sonrisa apenada cruzó su rostro y escuché cómo algo dentro de mí se rompía. —Lo siento —murmuró.
Quise correr, llorar, gritar, decirle que yo no lo sentía, que me había encantado, que quería volver a besarle pero las palabras no salieron de mi boca y él ya estaba dándome la espalda.
Más mierda.