Reina de Medianoche

Ficha de la serie

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Hola a todas/os soy Yamilet y soy de Venezuela, me gusta escribir novelas, poemas y canciones; ciertamente no me considero buena en ello pero quisiera de igual forma compartir algunos de mis escritos así que aquí les traigo una nove, espero realmente que sea de su agrado, y espero aun mas por favor comenten; estudio en la universidad así que no podre redactar seguido pero lo intentare, sin mas que decirle besos y ahí nos leemos jaja

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Habría sido una chica normal si no me hubiese tocado la familia que me toco, pero mi familia no es común y corriente para mi mala suerte y es que la gran familia Nightingale, un pequeño grupo de personas con grandes dones, de bendecida apariencia y gran estatus social que gozan de tener tal reconocimiento por todas las personas del pequeño pueblo de Rora, no eran simples mortales.
Recuerdo haber entendido eso desde que mi padre había muerto y aun así mi madre hablado seguido con el después de su fallecimiento, a principio le creí loca, bueno realmente aun le creo una loca pero luego recordé que la locura era hereditaria y vaya mala suerte la mía, en serio. Aparte de ella tengo en mi familia, una hermana con encanto de sirena, un tío con serias inclinaciones malvadas, una abuela abeja reina que desempeña de maravilla su papel manipulando nuestras vidas y tres brujas: dos tías y yo.
Rora era en sus principios una enorme hacienda de siembra y cosecha de cacao, su limite territorial era asombroso por la cual era de las mejores haciendas productoras y distribuidoras de cacao cuando en sus tiempos mis antepasados podían mantener a flote toda la producción, comercio y manutención de sus trabajadores, por lo tanto en alguna vida atrás mi familia fue dueña de todo el pueblo pero hoy en el presente es un pequeño pueblo de clima húmedo con lluvia abundante y regular. Que posee solo dos restaurantes y un pequeño café, tres tiendas donde comprar la ropa que acaso llegue de temporada, un pequeño hotel, una gasolinera, dos panaderías y una vieja muy vieja sala de cine. Una plaza central en la que se realizan siempre las ferias y pequeños conciertos de música.
La preparatoria estaba en dirección contraria de mi casa, es decir eran polos opuestos la preparatoria estaba a un costado de la entrada del pueblo y mi casa en la profundidad del bosque que estaba detrás al finalizar el pueblo por lo que debía cruzar todo el pueblo para llegar hasta ella. Esto realmente no era de mi agrado puesto que debía aguantarme las miradas y acusaciones algunas buenas otras no tan buenas de las personas que concurrían siempre a mi familia por cualquier tipo de ayuda.
Siempre se ha sabido que los Nightingale nacen con dones sobrenaturales, diversos dones y maldiciones que la naturaleza les pueda otorgar, mayormente a las mujeres, era por ello que mi familia esta conformada normalmente de mujeres en todas sus ramas del árbol genealógico, a esto se debía la demanda posesiva de poder que sufre mi abuela. También se sabe que en estas mujeres hay cierta maldición con el amor, debido a que ya se nos ha sido otorgado nuestros dones la presencia de amor en nuestras vidas se sobrecarga de bendiciones que se les es quitadas a demás personas y por ende es injusto ,así que el mismo destino se encarga de quitarnos del medio nuestros hilos rojos del amor.
Pero yo que había crecido con una irrefutable idea de negación a esa maldición, tenia todo tipo de idea reprobatorio a ese hecho, ciertamente no había elegido nacer con mis dones y si así fuese hubiese elegido encontrar el amor por encima de mis dotaciones mágicas. No es que fuese una chica cursi de rosas y novelas románticas, de hecho todo lo contrario, pero toda mi vida he estado prácticamente sola, la soledad es una característica de ser bruja, pero detestaba ser tan solitaria y cerrada en la vida, quería salir y conocer cosas nuevas, quería romperle el corazón a algún chico y porque no dejar que me lo rompiesen a mi, quería vivir con plenos errores y grandes aciertos.
...
Camine despacio casi a tropezones entre ramas muertas y légamo mugriento, esta en definitiva había sido una mala noche para concurrir el cementerio y justo ahora me sentía estúpida por haberme dejado convencer de Pria.
-¿Estas segura de que este es el camino correcto? - pregunte dudosa a mi hermana Pria, ante sus indecisos pasos
-En el mapa dice que lo es
-Y ¿Cuando aprendiste a leer un mapa? hazte donde se si acaso sabes sumar- le regañe, pareció no gustarle el comentario
-Pues entonces, ten léelo tu niña cerebro - acto seguido me lanzo el mapa en toda mi cara, era una maldita grosera - espero realmente nos lleves al mausoleo antes de que amanezca o te convertiré en ratón-.
Aparte de todo se atrevía a amenazarme, perra.
-Pero¡como te atreves! eres una zorra Pria a mi no me andes amenazando- y le empuje con poca fuerza haciendo que esta se desestabilizara lo suficiente para que su pie derecho cayera en un gran charco de lodo , pude notar como la rabia comenzó a crecer
-!Que haz hecho¡ estos son mis tacones preferidos- y no pude ver realmente cuando alzo su pulgar y apunto a mi dirección.
Golpee fuertemente contra una vieja lapida, empezaba a enderezarme cuando sentí de nuevo otro golpe y mi cuerpo volvió a golpear la misma lapida haciendo que esta se partiera. Mi enojo había crecido condenadamente fuerte dentro de mi, tanto así que fue sin mi consentimiento cuando mi brazo empujo a dirección de Pria una fuerte ráfaga de viento y luego otra y otra mas haciendo que ella quedara tirada entre escombros de tierra, lapidas y viejos arboles, sin que hubiese sido mi plena intención había destrozado una pequeña parte del cementerio, Pria yacía inmóvil en el suelo con los ojos cerrados y notables heridas por todas partes de su cuerpo, parte de su camisa estaba rasgada y haciendo a a uno de sus ceños salir a flote aun dentro de su sujetador, sabia perfectamente lo que acababa de hacer, había despertado una guerra entre titanes.
Pria abrió sus ojos y pude notar el intenso azul que ahora eran sus iris antes de color marrón, en cuestión de minutos ella se encontraba varios centímetros mas arriba del suelo con los brazos expandidos en el aire junto a varios escombros que también flotaban a su alrededor. Su cabellera dorada estaba despeinada, su cara mugrienta y todo su cuerpo en mal estado, su mirada hacia mi emanaba odio puro y en cuestiones de segundos lanzo hacia mi con un grácil movimiento de mano un gran pedazo de mármol, para esquivarlo tan solo tuve que correr mi mano en una manotada hacia la derecha escuchando así como el pedazo de mármol se estrellaba en algún lugar del cementerio, Pria quería lastimarme así que tampoco dude cuando yo misma comencé a flotar por sobre el suelo, sabia bien que el color de mis ojos al igual que el de mi hermana había cambiado pero no en un azul brillante sino en un violeta. Me preparaba para otro de sus ataques cuando una presencia llamo mi atención, desvié mi mirada un poco mas atrás de donde se encontraba Pria y pude notar una figura situada en una grande rama de un viejo y frondoso árbol, si el cielo fuese mas oscuro no hubiese podido divisar su rostro, tenia una sonrisa que anunciaba problemas y una mirada de felino en asecho a su presa, estaba de brazos cruzados y su cuerpo recostado al tronco del árbol con un pie cruzado sobre el otro, con una posición tan normal como si no estuviese viendo a dos fenómenos sobrenaturales flotando en el aire en medio del cementerio a media noche y lanzándose escombros una a la otra, por su expresión parecía realmente divertido y en cuanto se percato de mi mirada me dedico una sonrisa que juro pudo haberme matado de un infarto, el extraño me indico que mirara a mi frente yo no parecía entender a que se refería, pero cuando mire en dirección de Pria ya era realmente muy tarde al darme cuenta que un gran ataúd venia hacia mi, no tuve tiempo de esquivarlo y todo lo que recuerdo es una pequeña ¨maldición¨ de mi parte y sentir un frió y grande metal estrellarse contra mi mientras todo se volvía oscuro

Desperté con un fuerte dolor de cabeza, y los recuerdos de lo sucedido en el cementerio me invadieron todos de un solo golpe, aún no me había visto en el espejo pero de seguro que tendría una pésima apariencia, peor que eso de seguro parecería un zombie.
Me levanté con suma delicadeza tratando de no empeorar mi dolor de cabeza, llegué hasta el baño y me paré frente al lavamanos y el espejo del baño, el reflejo que se presentaba frente a mi era una completa desconocida, la imagen se me hizo ajena; tenía gran parte izquierdo del rostro entre un asqueroso color verde y morado debido a los hematomas del cuerpo, el labio inferior reventado, inflamado y con un ligero sangrado ya seco, mi mejilla derecha no estaba mejor que la izquierda pero por lo menos sólo estaba del color morado, lo único que parecía haberse salvado era mi ojo derecho porque el izquierdo ni siquiera abierto lo podía mantener.
Me quite la ropa que traía puesta era aún la del cementerio, que lastima me gustaba la camisa, quedé completamente desnuda, mi cuerpo no había corrido mejor suerte que mi rostro, ahora parecia la novia de chuky.
-Cada vez estás más bella Lena- dije en voz alta y para mi misma, con sarcasmo claro está.
Di vuelta a la llave de la ducha y espere un poco para que el agua calentara lo suficiente como para mi gusto y entre en ella, el agua corría libre por todo mi cuerpo, cerré mis ojos y deje que el agua me purificará, nada era más sano para una bruja que los elementos naturales y más aún si es es tu elemento de nacimiento.
Al salir de la ducha volví a mirarme en el espejo y todos los moretones en mi cuerpo apenas se notaban, los de mi rostro con un poco de maquillaje podrían disimularse, ser bruja después de todo tiene su lado bueno, aunque no pueda sanarme por completo con sonar una parte basta.
Camine despacio por los pasillos de la secundaria ya era tarde para entrar a la primera hora de clases pero temprano para entrar a la segunda así que no me quedaba más nada que hacer que sentarme fuera del salón de artística mientras tomaba el coraje de entrar, resulta que la profesora de artística no era de mente abierta a la impuntualidad
Y resulta que yo era exactamente todo lo contrario a la puntualidad.
Sono mi alarma que avisaba que la primera hora había terminado así que era mi turno de entrar.
Abrí la puerta y no tenía que ser adivina para saber qué la profesora pensaba que yo era una molestia, algo así como un bello y senxual grano en el trasero.
Pasé haciendo caso omiso de lo que la profesora me decía, y realmente me sorprendí cuando note que el asiento de mi lado que normalmente esta vacío está vez alguien lo ocupaba y juro que casi caigo de nalgas cuando vi que era el chico del árbol en el cementerio, el estaba allí sentado con una perfecta sonrisa de esas que pueden causar un infarto mirándome como si mi cara de estúpida impresionada le causará risa. Bueno seguro que lo hacia.

- Vas a quedarte ahí parada, admirandome toda la clase? Tan irresistible soy? - pregunto con cierto aire de grandeza que provocó en mi ira y de repente quería golpearlo.
- Que clase de idiota eres? - pregunté lanzándole una mirada asesina
-De la clase que enamora- dijo y sonrió de tal forma que me sonrojo me enojé aún más porque en mi interior algo me decía que era cierto.
- Cerdo arrogante - susurré por lo bajo mientras tomaba asiento en el banco a su lado, el solo amplio su sonrisa un poco más. Bastardo, pensé. Fue una tortura tenerlo al lado, tenía todas las miradas de la clase puesta en el como si de una exótica joya se tratase y cuando termino la clase y el se levantó de su asiento, yo me quedé como todos los demás, observándolo idiotizada.
Era para mí mala suerte el hombre más guapo y endemoniadamente sexy que jamás haya existido. Caminaba con la gracia de un depredador acechando su presa, era alto y musculoso maldita sea tenía un cuerpo de adonis, un Dios griego en huesos y carne. Su cabello negro era rizado y lo mantenía de un corto que le enmarcaba el rostro y tapaba parte de su frente dejándole un toque pícaro y perfecto, sus ojos color gris bajo una maraña espesa de largas pestañas parecían ser un espejo de agua clara, una barbilla pronunciada y varonil, unos cuantos lunares adornaban la pálida piel de su rostro y lo mejor de todo eran sus labios, Santa mierda esos rojos y carnosos labios tan provocativos.
Pero seguía siendo un cerdo arrogante ante mis ojos, no había tal belleza que hiciera cambiarme de idea. Eso creo.