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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Fierté des ténèbres{ os.
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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Fierté des ténèbres{ os.
- Spoiler:
- Ficha
• Titulo: Fierté des ténèbres {El orgullo de la oscuridad}
• Autor: Yo, Bloom.
• Adaptación: No.
• Género: Generales.
• Advertencias: No.
• Otras páginas: No.[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Fierté des ténèbres
"the moon gave us birth"La noche era un disfraz ágil en estos días de invierno. El frío solo era la excusa para tanta ropa. La luna susurraba a sus hijos e hijas. La piel caliente derretía los copos de nieve al contacto. El sonido de metal contra cemento estaba haciendo endender luces dentro de las casas frente a este grupo. Dos figuras tomaron el objeto metálico y corrieron con sus últimas fuerzas. Atrás habían tres grandes y fornidas figuras, caminando con lentitud y susurrando a cabeza baja.
En el silencio, el sonido de los cerrojos siendo pasados fue un eco en sus oídos. Un grito agudo y doloroso fue causante del ruido, como si rompiera una barrera. Otro grito. Más silencio luego. Multiples gruñidos y luego el sonido de la suela de los tres pares de botas en la corrida.
―Estúpidos humanos con sueño ligero―refunfuñó el de apariencia más gentil de los tres―. ¿No deberían invernar?
Las risas graves de los otros dos hicieron enflojecer el ambiente que se había creado. Cada uno tomaba con fuerza las mantas que se aferraban a sus cuerpos, cubriendo lo que les condenaron a esconder hace años. El menor bufó con molestia, escuchando a los otros.
―Confundes información, Harik. Algunos animales invernan, pero los humanos no lo hacen.
Harik. Ese suspiró y maldijo los momentos en los que los demás leían cuando se infiltraban en las bibliotecas y él buscaba lo que se hacía llamar incorrecto. Un poco de descuido y el trapo viejo se deslizó de sus finas manos y cayó, deslizándose por su cuerpo y haciendo descubrir las dos grandes y negras protuberancias llenas de plumas que salían de su espalda. Las alas se expandieron y él paró en seco.
― ¡Kraight! ¡Connor! ―llamó gritando, no sabía si devolverse o seguir.
―Corre, vamos, yo te doy esta―alarmado dijo otro de ellos.
Atrás escuchó ladridos de perros y gritos pidiendoles que pararan. Corrió y le arrebató la manta al otro, así cubriendo su espalda y no su rostro. Agradeció que la genetica no le haya regalado nada en sus facciones. Volteó preocupado, como un destello, pudo ver las orejas negras y puntiagudas de su amigo y luego las uñas afiladas que con la luz se hacían notar.
―Connor, te van a ver―el mayor se había dado cuenta.
―Mejor que me vean a mí. Amigo, si te ven a ti, dispararán.
El mayor asintió. Miró a Harik, el pobre estaba asustado. Ciertamente, él también estaba asustado. Sus recuerdos lo invadieron como una ola. Recordaba la primera noche, cuando tenía catorce años y fue mandado a la tierra humana, ni siquiera esa vez casi lo veían.
―Alcancemos a las mujeres.
―Ellas están bien, Kraight, nosotros estamos en riesgo―farfulló Connor con notable nerviosismo y observando para atrás cada tanto.
―No estamos en riesgo. Si lo queremos, mueren―una verdad había salido de la boca del menor―. ¿Por qué no acabar con ellos?
El comentario del otro le dejó pensativo. En ningun lado decía que no podían atacar. Nunca dijeron que en situaciones así, ellos no podrían hacer algo. Nunca dijeron que las reglas del infierno tuvieran que ser empleadas por desterrados. Kraight se detuvo y los otros se detuvieron con él. Maldecería esto cuando regresaran, pero por algo los lanzaron del infierno. Muy poderosos. Poco manejables.
La voz que compartían dijo que solo se dieran la vuelta. Así fue. Él se mantuvo cubierto y con la cabeza baja, escondiendo su rostro en la sombra. El policia se detuvo sin aliento, justo frente a ellos y apuntando con su arma y además con el perro escandaloso sujeta de la correa en su otra mano.
―Levanten las manos―ordenó el patético oficial, un cliché andante― ¡Háganlo ahora!
Connor levantó sus manos y movió las garras sobre su cabeza. Le divirtió la reacción del pobre humano.
―Tranquilo, hombre. No te haremos daño.
La sonrisa salió de su morbidad y las hileras de colmillos se mostraron con naturalidad frente al oficial. Notó lo nervioso que estaba Harik y movió su mano hasta él, empujandolo un poco hacia adelante, cerca del que los apuntaba con mano temblorosa y sudada. Lo incitaba a soltar lo que quisiera con ese humano. Connor murmuró algo extraño para un humano cualquiera.
―Matalo, Harik. Ellos te enviaron al infierno, ¿no, angelito caído?
Harik frunció el ceño. El humano frente a él estaba destilando temor, él podía oler su temor. Dio un paso para adelante y soltó la cobija, ésta cayó al suelo y el oficial se tensó más que antes, presionando el gatillo y el arma hizo un horrible sonido, pero no peor que el gruñido bestial de Harik, sintiendo la bala incrustandose en su abdomen. Pero no se hizo hacia atras ni sintió como un humano.
―Pensaba dejarte vivir. Pensaba.
Sus finas manos entraron al pecho del hombre. Su rostro y el par de quejidos, a Harik le hicieron sonreir y enterrar más su mano, estrujando el corazón luminoso del hombre.
― ¿Lo mandarás? ―inquirió Kraight con su sonrisa oculta.
―Dale un infarto a este hombre, luego lo mandaré.
Harik sabía lo que venía y él mismo quiso ver ambas partes. Desde el rabillo del ojo, miró a su amigo soltar su cubierta. Los ojos eran canicas negras y los cachos de un diablillo se asomaban entre los cabellos rubios manchados de sangre. En su mano sintió el corazón del hombre estrujarse del espanto y sonrió antes de aplastarlo y convertirlo en bruma negra.
Sacó su mano del interior del tipo y volteó su cuerpo hacia los otros dos. Con orgullo, sonrió.
―No está mal, angelito caído.
―Por algo fui al infierno, ¿no?
Los tres comenzaron a correr nuevamente, sin importarles el cuerpo, ni el perro que seguía ladrando. La luna los miraba y la oscuridad se sentía orgullosa de lo que hacía en sus hijos olvidados por la esperanza y la bondad.
―Ikara nos cermoneará―dijo divertido Harik.
Los otros rieron, era muy cierto. Ellos solo asesinaron a alguien. Solo manipularon el curso natural. Ellos se negaron a los ojos de los ángeles y los demás demonios. Ellos dejaron de seguir las reglas del infierno. Los tres desterrados se dieron cuenta de que no debían seguir reglas.
No jugarían el juego de los ángeles y los demonios. Ya no sería la misma historia de esconderse en la noche y esperar que la condena se cumpliera. Luego de todo, ellos no fueron condenados, fueron exiliados por ser mucho para el paraíso y demasiado para el infierno. ¿Cuanto serán para este mundo?
La luna miró al sol y rezó porque no le fuera tan mal como a ella en esto de criar a sus hijos bastardos.
En el silencio, el sonido de los cerrojos siendo pasados fue un eco en sus oídos. Un grito agudo y doloroso fue causante del ruido, como si rompiera una barrera. Otro grito. Más silencio luego. Multiples gruñidos y luego el sonido de la suela de los tres pares de botas en la corrida.
―Estúpidos humanos con sueño ligero―refunfuñó el de apariencia más gentil de los tres―. ¿No deberían invernar?
Las risas graves de los otros dos hicieron enflojecer el ambiente que se había creado. Cada uno tomaba con fuerza las mantas que se aferraban a sus cuerpos, cubriendo lo que les condenaron a esconder hace años. El menor bufó con molestia, escuchando a los otros.
―Confundes información, Harik. Algunos animales invernan, pero los humanos no lo hacen.
Harik. Ese suspiró y maldijo los momentos en los que los demás leían cuando se infiltraban en las bibliotecas y él buscaba lo que se hacía llamar incorrecto. Un poco de descuido y el trapo viejo se deslizó de sus finas manos y cayó, deslizándose por su cuerpo y haciendo descubrir las dos grandes y negras protuberancias llenas de plumas que salían de su espalda. Las alas se expandieron y él paró en seco.
― ¡Kraight! ¡Connor! ―llamó gritando, no sabía si devolverse o seguir.
―Corre, vamos, yo te doy esta―alarmado dijo otro de ellos.
Atrás escuchó ladridos de perros y gritos pidiendoles que pararan. Corrió y le arrebató la manta al otro, así cubriendo su espalda y no su rostro. Agradeció que la genetica no le haya regalado nada en sus facciones. Volteó preocupado, como un destello, pudo ver las orejas negras y puntiagudas de su amigo y luego las uñas afiladas que con la luz se hacían notar.
―Connor, te van a ver―el mayor se había dado cuenta.
―Mejor que me vean a mí. Amigo, si te ven a ti, dispararán.
El mayor asintió. Miró a Harik, el pobre estaba asustado. Ciertamente, él también estaba asustado. Sus recuerdos lo invadieron como una ola. Recordaba la primera noche, cuando tenía catorce años y fue mandado a la tierra humana, ni siquiera esa vez casi lo veían.
―Alcancemos a las mujeres.
―Ellas están bien, Kraight, nosotros estamos en riesgo―farfulló Connor con notable nerviosismo y observando para atrás cada tanto.
―No estamos en riesgo. Si lo queremos, mueren―una verdad había salido de la boca del menor―. ¿Por qué no acabar con ellos?
El comentario del otro le dejó pensativo. En ningun lado decía que no podían atacar. Nunca dijeron que en situaciones así, ellos no podrían hacer algo. Nunca dijeron que las reglas del infierno tuvieran que ser empleadas por desterrados. Kraight se detuvo y los otros se detuvieron con él. Maldecería esto cuando regresaran, pero por algo los lanzaron del infierno. Muy poderosos. Poco manejables.
La voz que compartían dijo que solo se dieran la vuelta. Así fue. Él se mantuvo cubierto y con la cabeza baja, escondiendo su rostro en la sombra. El policia se detuvo sin aliento, justo frente a ellos y apuntando con su arma y además con el perro escandaloso sujeta de la correa en su otra mano.
―Levanten las manos―ordenó el patético oficial, un cliché andante― ¡Háganlo ahora!
Connor levantó sus manos y movió las garras sobre su cabeza. Le divirtió la reacción del pobre humano.
―Tranquilo, hombre. No te haremos daño.
La sonrisa salió de su morbidad y las hileras de colmillos se mostraron con naturalidad frente al oficial. Notó lo nervioso que estaba Harik y movió su mano hasta él, empujandolo un poco hacia adelante, cerca del que los apuntaba con mano temblorosa y sudada. Lo incitaba a soltar lo que quisiera con ese humano. Connor murmuró algo extraño para un humano cualquiera.
―Matalo, Harik. Ellos te enviaron al infierno, ¿no, angelito caído?
Harik frunció el ceño. El humano frente a él estaba destilando temor, él podía oler su temor. Dio un paso para adelante y soltó la cobija, ésta cayó al suelo y el oficial se tensó más que antes, presionando el gatillo y el arma hizo un horrible sonido, pero no peor que el gruñido bestial de Harik, sintiendo la bala incrustandose en su abdomen. Pero no se hizo hacia atras ni sintió como un humano.
―Pensaba dejarte vivir. Pensaba.
Sus finas manos entraron al pecho del hombre. Su rostro y el par de quejidos, a Harik le hicieron sonreir y enterrar más su mano, estrujando el corazón luminoso del hombre.
― ¿Lo mandarás? ―inquirió Kraight con su sonrisa oculta.
―Dale un infarto a este hombre, luego lo mandaré.
Harik sabía lo que venía y él mismo quiso ver ambas partes. Desde el rabillo del ojo, miró a su amigo soltar su cubierta. Los ojos eran canicas negras y los cachos de un diablillo se asomaban entre los cabellos rubios manchados de sangre. En su mano sintió el corazón del hombre estrujarse del espanto y sonrió antes de aplastarlo y convertirlo en bruma negra.
Sacó su mano del interior del tipo y volteó su cuerpo hacia los otros dos. Con orgullo, sonrió.
―No está mal, angelito caído.
―Por algo fui al infierno, ¿no?
Los tres comenzaron a correr nuevamente, sin importarles el cuerpo, ni el perro que seguía ladrando. La luna los miraba y la oscuridad se sentía orgullosa de lo que hacía en sus hijos olvidados por la esperanza y la bondad.
―Ikara nos cermoneará―dijo divertido Harik.
Los otros rieron, era muy cierto. Ellos solo asesinaron a alguien. Solo manipularon el curso natural. Ellos se negaron a los ojos de los ángeles y los demás demonios. Ellos dejaron de seguir las reglas del infierno. Los tres desterrados se dieron cuenta de que no debían seguir reglas.
No jugarían el juego de los ángeles y los demonios. Ya no sería la misma historia de esconderse en la noche y esperar que la condena se cumpliera. Luego de todo, ellos no fueron condenados, fueron exiliados por ser mucho para el paraíso y demasiado para el infierno. ¿Cuanto serán para este mundo?
La luna miró al sol y rezó porque no le fuera tan mal como a ella en esto de criar a sus hijos bastardos.
Bloom.
Re: Fierté des ténèbres{ os.
Esta parte me dejó helada:
"Ellos solo asesinaron a alguien. Solo manipularon el curso natural. Ellos se negaron a los ojos de los ángeles y los demás demonios. Ellos dejaron de seguir las reglas del infierno."
Yo de qué: Oh sí, tan fácil como eso, matemos gente :fuckyou: Jajajaja.
Fue una gran OS, me gustaría que no fuera solo uno, pero pues ya queso.
La Fery te ama<3333
Fery.
Re: Fierté des ténèbres{ os.
Siempre amo tus comenterios, mi querida Feri ;-; ilysm <33 La idea no es fuera de lo común, realmente .-. Y pienso hacer otro shot de estos personajes, but, será luego de terminar el otro y terminar el capítulo de la ene cé :/ y terminar otro shot de IH que comencé hace como un mes :/
Y sí, wn, matarán xdd
La Bloom te ama más (?)
Y sí, wn, matarán xdd
La Bloom te ama más (?)
Bloom.
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