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mujer a la fuga - Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA - Página 2 Empty Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 12 Nov 2011, 5:28 pm

«Esto es mala idea, ___________, —se dijo—. No te basta con estar en Simpson, Idaho, amenazada de muerte... ¡tienes que ponerte a ayudar a un perro que seguramente tenga la rabia!». Se giró.

El perro lanzó un aullido lastimero.

Joder.

___________ dio un paso hacia atrás y se agachó para observar al animal bajo la poca luz que daba la farola de la calle. Al menos el perro respiraba y no tendría que hacerle el boca a boca. No había aprobado el curso de reanimación cardiopulmonar que hizo.

El perro meneó la cola débilmente contra el suelo al ver que ___________ se acercaba con cautela a acariciarle. Sintió algo húmedo y retiró la mano, antes de darse cuenta de que el animal trataba de lamerle la mano. El perro alzó el hocico hacia la mano de ___________, quien habría jurado que le miraba hasta lo más profundo de su ser. El pobre chucho parecía perdido y solo.

—Tú también, ¿eh? —murmuró y, suspirando, chasqueó los dedos para que entrara.

El perro tembló y trató de levantarse, pero volvió a caer y aulló con fuerza.

—¿Qué pasa? ¿Estás herido?

___________ le acarició suavemente, tratando de no pensar en pulgas y garrapatas, y se detuvo al sentir la pata delantera derecha.

—Está rota, ¿eh? —le dijo al perro; éste se limitó a mirarla y a mover la cola—. A lo mejor sólo está torcida. No lo sé. A saber si hay veterinario en Simpson. En fin... —Respiró con fuerza y le miró con gesto severo—. Esta noche te dejo entrar sólo porque hace frío y estás herido. Pero mañana te echo... ¿te ha quedado claro?

Volvió a sacudir la cola y le lamió la mano.

—De acuerdo, dejemos las cosas claras. —___________ cogió al perro, que pesaba más de lo que se esperaba, en los brazos y se sorprendió un poco. Se acordó del criterio que tenía Federico de la cocina—. No te pienso dar comida hecha en casa; con un poco de pan y leche vas que chutas. —El perro volvió a gemir cuando cruzaron el umbral. ___________ suspiró—. Está bien, si te portas muy bien a lo mejor te dejo comer los restos de mi ensalada de atún.

Puso unas cuantas toallas viejas en el suelo, en un rincón del salón, y dio un paso hacia atrás. Era un perro grande, pero estaba famélico. Se le veían claramente las costillas a través de la piel; tanto que podía contarlas si quería.

___________ fue a la cocina, echó un poco de leche en un cuenco de plástico y puso las sobras de su ensalada de atún en un plato de plástico. Sabía que al día siguiente se detendría en el supermercado a comprar comida de perros y a preguntar por un veterinario.

«Estás loca, ___________», se volvió a decir mientras dejaba la comida delante del perro. Pero se alegró al ver que el perro engullía la comida y sorbía la leche con avidez, sin dejar de mirarla con los ojos entrecerrados.

—Lo has pasado mal, ¿eh, compañero? —preguntó ___________ con suavidad.

El perro bostezó con fuerza, mostrando la boca llena de dientes amarillentos, apoyó el morro en las patas delanteras y se apagó como la luz.

___________ le envidió. No había dormido ni una sola noche bien desde hacía cuatro semanas. Haría falta algo más que una manta y un poco de ensalada de atún para arreglar su desastrosa vida.

___________ se estremeció. Hablando de arreglos...

Sin muchas ganas fue hacia la despensa, que no era más que un armarito justo al lado de la cocina, donde algún tipo con un enrevesado sentido del humor había instalado algo que se suponía que calentaba el agua y, en teoría, calentaba la casa. Pero lo único que hacía el armatoste ese era suavizar un poco el frío que hacía en la casa y proporcionar, tras muchos gemidos y quejidos, un hilillo de agua templada.

Al menos eso había hecho, hasta aquella mañana, cuando el agua de la ducha salió heladora y se percató de la gotera que había en la pared. Algo se había roto en algún lugar.

La pared era una metáfora de su vida.

La gotera se había extendido hasta el punto de que había agua en el suelo y se oía un preocupante gorgoteo. ___________ estaba convencida de que los fontaneros hacían algo, aparte de observar y frotarse las manos, ¿pero el qué?

El timbre de la entrada sonó.

Echó un último vistazo a la maraña de tuberías entrecruzadas antes de dirigirse a la puerta y abrirla de par en par.

Una ráfaga de aire frío entró y ___________ se estremeció. La temperatura había bajado diez grados más.

Joseph Jonas estaba en la puerta, alto, oscuro y con una aterradora expresión sombría en el rostro. Le brillaban los ojos. ___________ le miró fijamente unos segundos antes de recopilar el valor suficiente. El hecho de que estuviera allí sólo podía significar una cosa. Y no era nada bueno.

—¿Va a presentar cargos? —preguntó, alzando la barbilla.

Joseph pestañeó y algo, una extraña e indescifrable expresión, le atravesó el rostro.

—No. —Hasta su voz era oscura, baja y profunda.

—Ah. —Consiguió librarse de parte de la tensión—. Está bien.

—He venido porque...

Se oyó un estrépito fuerte y el sonido del agua al caer contra el suelo.

—¡Oh, no! —___________ gruñó y corrió hacia la despensa. El agua caía de la pared desde donde había estado la gotera. Algo reventó y el agua empezó a salir a chorros junto con trozos de escayola de la pared.

—¿Dónde está la válvula principal del agua?

___________ se giró hacia la profunda voz que oyó tras ella y se quedó mirando a Joseph Jonas sin comprenderle. Joseph resopló, palpó por donde estaba el agua hasta que encontró algo y giró la muñeca hacia la derecha.

♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 12 Nov 2011, 5:31 pm

El agua paró como por arte de magia.

Después, se arrodilló y empezó a arrancar trozos de escayola de la pared. Metió las dos manos en las entrañas de su casa hasta acabar de lado y con la cabeza metida dentro de la pared. ___________ le oyó gruñir antes de volver a sacar la cabeza.

—Perno —le dijo.

___________ le miró con cara de póquer. ¿De qué hablaba ese tío?

—¿Cómo ha dicho? —dijo con enfado.

Una ligera sonrisa iluminó sus austeras facciones.

—Necesito un perno. —Sacó las llaves del bolsillo de los vaqueros—. Las llaves de la camioneta. La caja de herramientas está en el asiento delantero.

___________ cogió las llaves que le tendía y, al hacerlo, le rozó la mano. Era mucho más dura que cualquier mano que hubiera tocado nunca. Dura, áspera y cálida.

Vaciló un momento con el manojo de llaves en la mano como si fueran algún tipo de talismán. Le miró fijamente a la cara, inspeccionando sus oscuras facciones y los brillantes ojos negros que la observaban. No podía saber qué estaba pensando. Abrió la boca para decir algo, pero volvió a cerrarla y se dirigió hacia la puerta, donde observó con consternación a través de la ventana del porche el aguanieve que caía. Buscó con la mirada y, efectivamente, encontró la abollada camioneta aparcada fuera.

Era negra.

Cómo no.

Correteó temblando hacia la camioneta. A través de la ventana del copiloto, ___________ divisó la caja de herramientas de acero, de esas que solían llevar los hombres prácticos. Abrió la puerta con la tercera llave que probó y sacó la caja de herramientas. Pesaba un quintal. Resopló y la llevó dentro, donde se sacudió la mezcla de agua y hielo.

—Aquí. —Si iba a ser seco como John Wayne, por su madre que ella también.

Rebuscó entre la caja, perfectamente ordenada, y sacó una herramienta de aspecto espantoso de la que Vlad el Empalador habría estado orgulloso.

—Esto. —Al ver que le observaba con cara desconcertada, suspiró—: Perno.

—Ah —dijo ___________, y sonrió.

* * * * * * * *



Si Jonas no hubiera estado ya en el suelo, aquella sonrisa le habría derribado. Hacía que el rostro de *___________*Anderson pasara de precioso a maravilloso. En el espacio de una hora la había visto aterrorizada, enfadada y confusa, y ahora divertida; cada sentimiento había sido tan visible como si lo llevara escrito en la frente. Una habilidad de la que él carecía. Melissa le había dicho tantas veces que tenía el rostro de piedra que había empezado a creer que no sería capaz de mostrar ningún sentimiento por mucho que lo intentara.

La sonrisa de *___________*Anderson desapareció y Jonas se dio cuenta de que se le había quedado mirando. Trató de sonreír a su vez y sintió crujir sus desacostumbradas mejillas; no logró mantener la sonrisa demasiado tiempo, así que volvió a concentrarse en organizar las tuberías de *___________*Anderson.

Aún le quedaba mucho por hacer, pues nadie había cambiado las tuberías de aquella casa en cuarenta años. Estaban oxidadas y prácticamente todas las arandelas parecían a punto de reventar.

No pasaba nada, pues su caja de herramientas tenía de todo. Así debía ser ya que siempre se rompía algo en Doble C y se había vuelto un experto manitas desde que volvió para hacerse cargo de ello.

Se concentró en las arandelas para no quedarse mirando a la maravillosa señorita *___________*Anderson. Habría dejado a cualquiera fuera de juego, incluso en la gran ciudad; pero allí, en Simpson, era un jodido milagro, como una rosa en invierno. Tuvo que hacer acopio de toda su concentración para no quedarse mirándola.

No era pelirroja, pese a que lo parecía. Nunca había sido capaz de resistirse a las pelirrojas. Si en lugar de tener el pelo marrón lo tuviera rojo, probablemente la habría tomado en volandas, la habría lanzado sobre la cama y habría saltado sobre ella. Pero ya le estaba costando trabajo resistirse a sus encantos como era, ¡como para que además fuera pelirroja!

Era del tipo de mujeres que atrapan la luz y la devuelven con el doble de brillo. Era imposible no mirarla cuando estaba cerca. Al menos, a Jonas le parecía imposible... y por eso estaba tratando de concentrarse en las oxidadas tuberías y las juntas agujereadas. Si le hubieran dejado solo, probablemente habría parado y se habría dedicado a observarla para siempre. Claro que lo más seguro es que la hubiera acojonado, también.

Había otra razón para no querer moverse de donde estaba, en el suelo y contra la pared.

Se había empalmado.

Muy en su línea. Su po.lla había elegido aquel preciso instante, de entre todos, para despertar.

Desde que Melissa se fue, hacía un año, su pene había sido básicamente un trozo de carne muerta colgando entre sus piernas. Y la mayoría del año anterior a ese también, mientras su matrimonio se deshacía lenta y dolorosamente.

No había tenido apetito sexual (nada, cero, rien) desde hacía siglos. Era como si le hubieran fundido los plomos a esa parte de su vida. Casi se había resignado a una existencia sin polvos y ahí estaba su po.lla, de vuelta a la vida y pidiendo a gritos lo que le había sido negado todo este tiempo, justo en el peor momento. Decididamente, aquel no era el mejor momento para empalmarse.

Nunca había pensado que sufriría de inapetencia sexual. Jamás. Siempre le había divertido el sexo y había tenido muchos buenos polvos en sus mejores tiempos. La inapetencia sexual le había pillado completamente desprevenido.

En parte se debía al agotador y matador trabajo de volver a poner Doble C en funcionamiento, tras la negligencia de su padre durante sus últimos años de vida.

♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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mujer a la fuga - Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA - Página 2 Empty Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 12 Nov 2011, 5:36 pm

Jonas trabajaba dieciocho horas al día; un trabajo físico duro y tan intenso como el que había realizado a diario con los SEAL, aunque sin desprender la adrenalina previa de los combates. Además, para cuando llegaba a la cama caía en un sueño tan profundo que bien podría llamarse comatoso.

Otra parte se debía al calvario que había vivido durante su matrimonio con una mujer sin sentimientos. Sólo con pensarlo se ponía enfermo. Su matrimonio había sido como vivir el descarrilamiento de un tren a cámara lenta.

El año anterior había metido la po.lla entre las piernas de Melissa tantas veces como en la boca de una serpiente de cascabel. Claro que seguramente la serpiente le habría dado mejor acogida.

Pero la parte más importante se debía a que las mujeres atractivas y solteras no abundaban en Magnolia. Ni en Rupert ni en Dead Horse, la verdad. Hacía mucho, mucho tiempo que no veía a una mujer tan guapa como aquella. Si es que la había visto nunca.

La verdad era que había deseado a la tal *___________*Anderson desde el momento en que la vio, y ahora ya no sabía qué hacer. Había perdido por completo la costumbre de hablar con féminas. Con las humanas, al menos.

Si aquello le hubiera sucedido mientras estaba con los SEALs, y ella fuera una chica de algún bar cercano a la base, le habría invitado a una copa sin tener que preocuparse de persuadirla, cortejarla o tratar siquiera de entablar conversación. La música en los bares estaba siempre demasiado alta y, de todas formas, nadie iba allí a hablar; iban a buscar alguien con quien echar un polvo. Durante sus años de la Armada, el sexo no había supuesto ningún problema, especialmente en Colorado, donde abundaban las groupies de los SEAL.

Después, Melissa había puesto los ojos en él y prácticamente le había arrastrado al altar sin que Jonas pudiera decir nada al respecto. Muy a su pesar, acabó descubriendo que ser la esposa de un oficial no era tan divertido como pensó en su día. Y ser la esposa de un ranchero no tenía ningún tipo de encanto. A Melissa no le gustaba vivir en el campo y se aseguró de que Jonas se enterara bien de ello, de día y de noche.

En el ejército le habían enseñado todas las técnicas de evasión y escape habidas y por haber, y había hecho uso de ese conocimiento, a menudo, en su matrimonio. Se había limitado a mantener la po.lla dormida y, ahora que volvía a la vida, no había nada en su caja de herramientas que le valiera para llevarse a aquella dama a la cama.

Porque estaba claro que *___________*Anderson era una dama. Una espectacular dama muy bien educada y encantadora. Y los encantos de Jonas no iban a lograr convencerla de que se fuera a la cama con él, sencillamente porque no tenía. No era un hombre de palabras bonitas ni movimientos suaves.

Aunque tal vez lo consiguiera si le arreglaba las tuberías...

* * * * * * *



Mientras Joseph Jonas trabajaba en silencio, ___________ fregaba todo aquel desastre.

En más de una ocasión tuvo que rodear las interminables piernas de él, que estaba tendido en el suelo. «Bonitas piernas, —pensó—. Muy, muy bonitas». Aunque después se sintió avergonzada por comerse con los ojos las piernas del tipo que le estaba ayudando. Claro que eran perfectamente comestibles. (Yeah!!! )

___________ se detuvo un segundo para examinarle bien las piernas.

Eran largas y musculosas, de muslos excepcionalmente fuertes. Los pantalones ajustados que llevaba le marcaban las líneas de los músculos del muslo, duros como el acero y macizos, que se hinchaban y agrandaban con cada uno de sus movimientos de una manera que ___________ encontraba verdaderamente fascinante. No podía apartar los ojos de esos músculos; nunca había visto la fuerza masculina tan de cerca. Tuvo que clavarse las uñas en la palma de la mano para evitar acercarse a tocar toda esa fuerza masculina. Sólo un segundo. Para ver cómo era.

___________ siempre había escogido a sus ligues en base a su conversación y encanto. Y, cómo no, tenían que ser buenos lectores y amantes de las películas antiguas; además de llevarse bien con Federico, algo que no era fácil pues el gato era muy melindroso en cuanto a sus amigos.

La verdad era que los músculos de los muslos nunca habían formado parte de la ecuación.

Nunca se le habría ocurrido que pudiera excitarse sólo con observar la mitad inferior de un hombre de la forma en que a los hombres les ponían las tetas. Ella no era así; normalmente tenía muy en cuenta las conversaciones y el encanto de las personas. Le horrorizaba sentirse atraída por los atributos físicos de un hombre. El estrés y el miedo le habían convertido en ese... ese tío de pueblo.

Estaba completamente segura de que el tipo que le estaba arreglando las tuberías en aquellos momentos no tenía encanto ni era buen conversador pero, al parecer, allí los músculos de los muslos eran mejores que el encanto, a juzgar por las oleadas de intenso placer que le recorrían la piel.

El miedo y el estrés le estaban volviendo loca. Era la única explicación posible.

Jonas se pegó más contra la pared, sin dejar de mover la llave inglesa y, al girarse medio segundo, ___________ vio perfectamente bien que Joseph Jonas tenía otra cosa enorme, aparte de los muslos. (Ana a la vista jajaj ok.no ._.)

O aquel tipo tenía una erección gigantesca, o estaba en el Libro Guiness de los Records. La temperatura interior de ___________ se convirtió en un fuego abrasador que minaba la fuerza de sus músculos.

Oh, Dios. ¿Qué le estaba pasando? Le temblaban las piernas y no podía apartar los ojos de los pantalones de Joseph Jonas, viejos y desgastados por la parte de delante y en la zona de la ingle, donde se estiraban por el contacto con los músculos de sus muslos y la...

«Esto no está bien».

Antes de que las rodillas le flaquearan, ___________ se fue a la cocina a frotarse las muñecas con hielo, puesto que no tenía agua. Empezó a calmarse. Cuando por fin consiguió controlarse, volvió a donde Jonas estaba trabajando.

Por fin salió de la pared y con un gigantesco «¡boom!», el calentón volvió. Al igual que en el colegio, cuando le dio con la calabaza en la cabeza, Jonas se puso en pie con un único y ágil movimiento. Bajó la vista para mirarla. Su rostro, oscuro y duro, era completamente inexpresivo. Alzó las manazas, llenas de grasa, y vio con consternación que se había hecho una herida; dos de los nudillos estaban cubiertos de sangre.

—¿Puedo lavarme las manos? —tenía una voz profunda y ronca, como si no hablara normalmente.

—Claro. Muchísimas gracias. —La casa empezaba a entrar en calor y ___________ se sintió enormemente agradecida. De acuerdo, no hablaba demasiado y no podía dejar de pensar en sus muslos, y en lo que había entre ellos... pero le había arreglado la calefacción y le estaba eternamente agradecida—. El cuarto de baño es la segunda puerta a la derecha. Hay toallas limpias.

Asintió con la cabeza y se giró. En un acto de autocontrol que consideró heroico, ___________ no le miró el culo. Ya tenía suficiente distracción con su parte delantera, así que volvió a la cocina.

Le haría una taza de té... no, a lo mejor los vaqueros preferían el café. Estaba llenando el filtro cuando oyó que llamaban a la puerta.

Aquello empezaba a parecerse a la Estación Central. En el mes que llevaba allí nadie se había acercado a verla. Pero aquella noche parecía un circo: primero el perro, luego Jonas y ahora alguien más.

___________ abrió la puerta y su peor pesadilla apareció de entre la oscuridad

Una pistola. Y le apuntaba directamente a la cabeza.



♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 12 Nov 2011, 5:38 pm

Ahi esta el capi 2
Espero les guste
Comenten!!!!!!!!!
♫ Laura Jonas ♥
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mujer a la fuga - Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA - Página 2 Empty Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA

Mensaje por Nani Jonas Dom 13 Nov 2011, 9:45 pm

ame los caps gracias por subirlos siguela pronto plis
Nani Jonas
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mujer a la fuga - Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA - Página 2 Empty Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA

Mensaje por SandyJonas Miér 16 Nov 2011, 9:02 am

NUEVA Y FIEL LECTORA (ya sabes xD)
SIGUELAAA!!!
PD: MUERO CON LA CARA DE JOE EN LA FOTO... *___*
SandyJonas
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mujer a la fuga - Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA - Página 2 Empty Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA

Mensaje por Lisy Miér 16 Nov 2011, 9:49 am

ya me enganche y apenas leì el prologo jajaja, pero considerame d enueva cuenta una de tus lectoras, ya qe acabo Soy toda tuya aqui estoy CON.... todavi no me aprendo el nombre:B jaja termino de comer y vengo a leer los caps, pero no te adelantes tan rapido :$ porqe soy reperezosa para leer u___ù pero igual, aunqe termine de leer en una semana, sabes qe siempre comnto :)
Lisy
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Mensaje por SandyJonas Vie 18 Nov 2011, 1:05 pm

Sigueee... :3
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mujer a la fuga - Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA - Página 2 Empty Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 19 Nov 2011, 6:44 pm

BIENVENIDAS!!!!
Sandy Jonas
'L i s e t K e y♥️

Me da muchisimo gusto tenrlas otra vez para que lean una nove que subo :D
Que bueno que les haya gustado
♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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mujer a la fuga - Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA - Página 2 Empty Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 19 Nov 2011, 6:54 pm

mujer a la fuga - Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA - Página 2 Sinttulofyi

Capitulo 3

___________ gritó y el corazón casi se le sale por la boca. Movió frenéticamente la mano en un intento por buscar algo que pudiera usar como arma, aunque sabía que ya era demasiado tarde. Locamente, trató de protegerse del disparo.

—Truco o trato. —La tonadilla infantil le llegó de algún punto cerca de las rodillas y se quedó helada. Una bruja, un Harry Potter rubio con falsas gafas redondas de plástico y un vaquero la miraban asustados por el grito que había pegado. El pequeño vaquero soltó la pistola y la brujilla se echó a llorar.

No era asesinos, sino niños en busca de caramelos. La puerta de la entrada se cerró. Sutilmente, como si estuviera a miles de kilómetros de distancia, ___________ oyó una profunda voz masculina y los chillidos excitados de los niños en el porche. Luego, medio minuto después, la puerta de entrada volvió a abrirse y entró una gélida ráfaga de viento. Se tambaleó hacia el salón y clavó con fuerza las uñas en el respaldo del sofá tapizado con flores chillonas. Hizo caso omiso de los fuertes golpes que le daba el corazón en el pecho y trató de controlar el temblor de las manos. Durante unos segundos se le aparecieron unas luces de colores frente a los ojos y vio borroso, como en una fotografía amarillenta. Vio cómo le caía un lagrimón sobre los nudillos blancos.

El terror, la soledad y la desesperación se arremolinaron con fuerza y dolor en el corazón de ___________, como cuchillos que lucharan por salir al exterior y, por el camino, le hicieran trizas el corazón. Sintió aparecer otra lágrima de entre las pestañas y se dejó llevar por otro sollozo. Le sacudió un escalofrío. Justo antes de que las rodillas le fallaran, sintió que le obligaban a darse la vuelta y se encontró abrazada contra un amplio torso.()

Para horror de ___________, se vio sacudida por sollozos cortos y entrecortados. Se balanceó y notó que la sostenían con fuerza; unos brazos fuertes la abrazaban con fuerza y se dejó llevar.

Hacía siglos que nadie la abrazaba y confortaba. De hecho, desde la muerte de sus padres nadie lo había hecho. Y ahora ___________ se encontró llorando sus miedos, la rabia y la soledad con grandes e incontrolables sollozos que no habría conseguido reprimir aunque le hubiera ido la vida en ello. Lloró y lloró y lloró, plenamente consciente de que acabaría arrepintiéndose. Después. Pero ahora no. Ahora necesitaba desahogarse tanto como necesitaba respirar.

Al final, los sollozos dieron paso al hipo y se apoyó, agotada, contra el pecho de Jonas. Su jersey estaba húmedo de las tuberías oxidadas y las lágrimas de ella.

Respiró profundamente, consciente de pronto de sobre quién estaba apoyada, de quién la abrazaba. Una mano enorme le cubría la cabeza, y un brazo fuerte la sujetaba de la cintura firmemente contra él.

Era una erección. Una muy grande y, por sorprendente que pareciera, seguía creciendo, latiendo y alargándose contra su estómago. Podía sentir el calor de su pene a través de los pantalones y de su vestido, y se preguntó si él podría sentir el repentino calor que le embargaba por dentro.

___________ pasó inmediatamente de la fría desesperación a una cálida oleada de deseo. En un instante había pasado de ser una mujer en apuros a la que un perfecto desconocido consolaba, a ser una mujer firmemente abrazada a un hombre empalmado. Era suficiente para volver loca a cualquiera.

Debería apartarse. Aquello era completamente inadecuado. No sabía nada sobre aquel hombre, aparte de que no era demasiado hablador y sabía arreglar tuberías.

Bueno, eso no era del todo cierto.

Sabía lo grande que la tenía.

Enorme.

___________ se apartó inmediatamente y se tambaleó hacia el espantoso sillón, donde cayó cerrando los ojos con fuerza.

«No puedo con esto», pensó. Con nada de todo aquello.

Ser el premio de una cacería, estar exiliada en Simpson, que unos niños la aterrorizaran con su «truco o trato» y deseara a un hombre poco hablador, empalmado y con unos muslos de infarto. Era demasiado.

Se le habían secado las lágrimas, pero aún sentía la punzada de ardiente dolor en el pecho.

Notaba la presencia de Jonas a su lado.

—Tome. —Puso un vaso medio lleno de algún líquido en las manos de ___________ que, agradecida, se lo bebió de un trago y aulló al sentir que le quemaba las entrañas.

—¿Qué era eso? —jadeó, alzando la vista para verle. Los ojos se le volvieron a llenar de lágrimas, pero de mucho mejor tipo.

—Whisky —dijo Jonas, retirándole el vaso de la mano insensible. Todo su cuerpo se había quedado insensible, salvo las partes que estaban calientes.

—¿De dónde ha sacado el whisky? —___________ tosió una vez más y se llevó una mano al estómago, donde se había asentado una bola de calor—. Yo no tengo.

—Pero yo sí.

—¿En la caja de herramientas? —___________ le miró alucinada.

—No. —Jonas torció la boca en lo que interpretó como diversión en lenguaje vaquero—. De la camioneta. Para emergencias.

___________ tuvo la tentación de preguntarle a qué tipo de emergencias se refería, pero una mirada a aquel rostro anguloso y cerrado le bastó para no decir nada.

Ya, claro... en las películas los vaqueros siempre recibían disparos y se echaban whisky en la herida. Justo antes de sacar la bala con una navaja, a la luz de una hoguera.

Se le estaba subiendo el whisky a la cabeza; o eso, o la adrenalina había desaparecido de golpe de su cuerpo. Fuera lo que fuera, ___________ estaba completamente agotada. Jonas se sentó en la butaca a juego que había junto al sillón, apoyó las manos sobre las rodillas y la observó detenidamente.

Quienquiera que hubiera decorado la casa sabía de tapicería lo mismo que de tuberías: nada. Las butacas estaban cubiertas de gigantescas rosas con sombras rojas y rosas muy poco factibles. Cuando Jonas se sentó, con su camisa negra y el pelo oscuro, pareció absorber toda la luz como un eclipse de sol. Su butaca tenía un agujero negro con la forma de un hombre y rodeado de un montón de flores de colores vivos.

Se hizo el silencio en la habitación, roto sólo por el sonido del aguanieve al golpear contra la ventana. ___________ odiaba los silencios y solía parlotear para llenarlos. Siempre había algo de lo que hablar con la otra persona. A menudo había estado en sitios en los que la política y la religión eran temas tabúes, pero el tiempo solía ser un campo neutral perfecto.

Salvo en Arabia Saudí, donde la política y la religión estaban completamente vedados y donde no había tiempo del que hablar. Allí solía acabar hablando de películas americanas. Todo el mundo en Arabia Saudí, desde el conductor de camello hasta el más alto cargo, tenía un reproductor de DVDs y estaba completamente enganchado al cine Hollywoodiense.

Pero ahora no tenía la más remota idea de qué hablar con Joseph Jonas. Ella le había atacado y él le había salvado de morir congelada, le había empapado la camiseta con sus lágrimas, le había provocado una erección y, a su vez, había sentido un intenso deseo por él y, aun así, seguía sin saber de qué hablar con él.

No tenía fuerzas suficientes para mentirle y la verdad era demasiado peligrosa. Había una razón para que estuviera en aquel embrollo y saltara a la mínima de cambio; una razón para tener los nervios destrozados; una razón para estar tan loca como para sentirse atraída por un hombre al que no conocía. Pero no podía contársela. Davis se lo había dejado muy claro: su vida dependía de que nadie supiera que era un testigo protegido.

Silencio. Jonas la miraba con su oscuro rostro inexpresivo. No tenía ni idea de en qué podía estar pensando; aunque no podía ser nada bueno.

—No puedo hablar de ello —soltó cuando el silencio empezó a hacerse incómodo. Alzó la barbilla.

Jonas asintió una vez con la cabeza, como si acabara de oír la cosa más razonable del mundo, y ___________ suspiró aliviada. Pegó un brinco al sentir algo frío y húmedo contra la mano.

—¡Oh! —___________ se inclinó sobre el apoyabrazos y observó los conmovedores ojos castaños. Era una locura, probablemente se debiera al alcohol y al estrés, pero tenía la extraña sensación de que el perro comprendía perfectamente bien por lo que estaba pasando. Le miró con adoración y le lamió la mano. No había un solo ser humano en la faz de la tierra que le mostrara la misma gratitud por los restos de una ensalada de atún y una vieja manta.

—¿Arregla animales con la misma facilidad que las tuberías señor... eehh... Jonas?

—Sólo Jonas, señora.

Se levantó de la butaca con facilidad, algo que no era tan sencillo; ___________ sabía que esa butaca tenía los muelles rotos. Ella misma se las había visto y deseado en más de una ocasión para levantarse. Si no hubiera estado tan desconcertada, le habría advertido a Jonas de que estaba sentándose en una butaca devoradora de hombres. Pero Jonas se levantó con tal facilidad que parecía que la butaca le hubiera expulsado, lo que sólo podía significar una cosa: que tenía unos abdominales fantásticos, a juego con los asombrosos músculos de sus muslos. «De hecho, —pensó ___________ abstraída al ver que Jonas se inclinaba sobre el perro—, todo en él es fantástico».

Se movía con una gracia increíblemente ágil y poderosa. Los músculos bien ejercitados se percibían a través del jersey negro. Las manos, que movía suavemente sobre el perro, eran grandes, de dedos largos y elegantes. Se agachó para murmurarle algo al perro y ___________ se vio de nuevo inmersa en sus muslos. ¿Cómo podía alguien tener unos músculos como aquellos? Hombre, se dedicaba a la cría de caballos, así que probablemente montara a menudo.

___________ tuvo una repentina y mordaz visión de Jonas montándole a ella y esos increíbles muslos flexionados firmemente sobre ella mientras le...

Jonas alzó la vista para mirarla y ___________ se puso colorada de golpe. Oh, Dios mío, confiaba en que no pudiera leerle la mente.

Acariciaba la cabeza del perro callejero con su enorme mano y ___________ aprovechó para centrarse en cualquier cosa que no fueran los muslos de aquel tipo. O lo que era peor... lo que había entre ellos.

—El perro no es mío, ¿sabe? Hace días que merodea por aquí, rebuscando comida en el cubo de la basura, y siempre lo echo. Pero esta tarde, cuando llegué a casa después de... —«...de darte en la cabeza con una calabaza...».

___________ pestañeó y sintió que volvía a enrojecer.

Jonas no pareció darse cuenta. Sus enormes y maravillosas manos masculinas acariciaban el cuerpo entero del perro, deteniéndose junto a la pata delantera derecha.

—También me he dado cuenta de eso, ¿está rota? —___________ se asomó por encima del apoyabrazos.

—Nop.

—¿Entonces?

—Torcida. Y alguien le ha estado tratando muy mal. —Jonas emitió unos sonidos con su voz profunda y ronca para tranquilizar al perro que hicieron que hasta ___________ se calmara, y volvió a alzar la vista—. ¿Tiene nombre?

—No. Ya se lo he dicho; ha aparecido esta tarde.

—Necesita un nombre. —Jonas acarició suavemente el pelo que había entre las orejas del animal.

—Eehh... —Aquel raído y amarillento perro no tenía nada que ver con Federico Fellini, su elegante gato siamés. Y aun así... el chucho tenía cuatro patas, cabeza y cola, como Federico. Con eso le valía—. Fred. Le llamaré Fred.

—De acuerdo pues. Hola, Fred. —Jonas dejó que el perro volviera a olisquearle los dedos—. En unos días estará perfecto si no se apoya sobre esa pata. Lo único que necesita es un par de buenas comidas y un buen sitio en el que dormir. —Jonas hizo un ruido con la boca y se puso de pie de un salto. ___________ estiró el cuello para observarle.

—¿Se va? —Se sintió inexplicablemente invadida por el pánico.

—No. —La miró un segundo, inexpresivo, y ___________ se encontró deseando poder descifrar qué estaría pensando; aunque seguramente no le gustara. Estaba convencida de que sus pensamientos debían de ir en la línea de «cómo salir airoso de la casa de una loca».

Abrió la puerta y desapareció. Ya era de noche y ___________ vislumbró la oscuridad y una ráfaga de agujas de aguanieve que caían en vertical, atravesando el halo de luz de las farolas. Antes de que el frío entrara por la puerta abierta, Joseph estaba de vuelta con un kit de primeros auxilios en la mano.

—¿Eso también ha salido de la camioneta mágica?

Volvió a parecerle ver una sonrisa.

—Sip.

Jonas se arrodilló junto a Fred y empezó a murmurar de nuevo, con ruidos tranquilizadores y sin sentido. ___________ se sorprendió al ver que el perro no protestaba, ni siquiera cuando Jonas se puso a examinar con cuidado la pata delantera, para envolvérsela después firmemente con una venda elástica. Tenía un rasguño profundo en el flanco derecho pero Fred no se movió, aunque gimió cuando Jonas se lo examinaba. Joseph limpió la herida, pero no se la vendó.

___________ se asomó por el apoyabrazos del sillón y observó a Jonas con interés. Trabajaba rápido, en silencio y de manera competente.

—¿Qué cree que le pasó?

Jonas se sentó sobre los talones, estirando con ello los vaqueros. ___________ se concentró en no apartar la mirada de los ojos de él; la repentina fascinación que le provocaba la parte inferior de su cuerpo era abrumadora. Ya había caído demasiado bajo tal y como estaba... le horrorizaba pensar que se estuviera convirtiendo en el tipo de mujeres que se ponían cachondas con nada e iban a los bares en busca de hombres.

—Lo más probable es que haya sido un accidente de coche —dijo—. Una de dos, o le golpeó un coche o lo tiraron de uno en marcha.

___________ inhaló con fuerza, indignada.

—¡Tirarlo! ¿De verdad cree que hay gente capaz de tirar a un pobre animal de un coche en marcha? ¿A propósito?

—Sí; no sería la primera vez que alguien cree que quiere una mascota y, en cuanto se cansa, la abandona. Se ve claramente que Fred es el perro de alguien. O lo era. Tiene buenos músculos; probablemente sea buen cazador. —Jonas acarició la cabeza de Fred y le rascó detrás de las orejas. El perro movió la cola con energía.

—Si usted lo dice. —___________ miró a Fred con dudas. Los buenos músculos, si de verdad estaban ahí, debían de estar escondidos debajo de la mugre del pelo—. No soy muy partidaria de los perros y no tengo ninguna intención de quedármelo. Sólo me daba pena.

Jonas se puso en pie y metió las manos en los bolsillos traseros del pantalón.

—Tal vez quiera quedárselo un tiempo. Puede hacerle compañía cuando... —Se detuvo de golpe.

—¿Cuando me derrumbe? —preguntó ___________ con sequedad—. Le aseguro, señor Jonas, que no suele darme por ponerme a llorar todas las tardes.

—No quería decir eso, señora. —Pasó el peso de una bota a otra con agilidad, pese a que se sentía incómodo—. Y me llamo Jonas.

___________ ladeó la cabeza mientras le examinaba.

—¿Nadie le llama por su nombre de pila? ¿Cómo era? ¿Joseph?

—Sip. Pero casi todo el mundo me llama Joe.

—¿De pequeño también? ¿Cómo le llamaba su madre?

—No lo sé. Murió cuando tenía tres años; apenas la recuerdo.

—¿Cómo le llamaban en el colegio?

—Joe.

—¿Y su mujer?

La mayor parte de las veces me llamaba hijo de puta, señora. —La taladró con sus oscuros ojos—. Sobre todo poco antes de que me abandonara.

Vale, así se daba una conversación por finalizada.

—Ah. Lo... lo siento. No quería entrometerme en su vida, sólo que... —___________ hundió la cabeza y se encogió de hombros, avergonzada, antes de ver con curiosidad la notita que sacaba Jonas del bolsillo de los vaqueros y que le entregaba.

Con sorpresa, la desdobló y se encontró con que era una de las notas que les había escrito a los padres de Rafael y que había metido en la tartera del niño. Poco importaba qué nota era, pues todas decían más o menos lo mismo:

"Rafael está teniendo verdaderos problemas en el colegio y me gustaría poder hablarlo con ustedes."
Miró al alto y silencioso hombre que tenía enfrente, antes de volver a mirar la nota.

—No veo la... —Y entonces, de pronto, la vio.

Obviamente, Joseph Jonas era el padre del pequeño Rafael. ___________ unió la línea de puntos y lo comprendió todo. La mujer de Jonas, la misma que le llamaba hijo de puta casi siempre, debía de haberles abandonado hacía poco y por eso Rafael estaba teniendo tantos problemas.

No, eso no encajaba.

El apellido de Rafael era Martínez, no Jonas, así que no podía ser su mujer... pero había dicho que su mujer le había abandonado, así que tal vez Rafael fuera el hijo de un matrimonio anterior de ella (el hijo de la ex-mujer de Jonas).

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mujer a la fuga - Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA - Página 2 Empty Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 19 Nov 2011, 6:57 pm

Le estaba costando trabajo aclararse con esos penetrantes ojos miel clavados en ella.

Como cada vez que no comprendía algo, ___________ se puso a hablar.

—Mire, siento mucho haberme entrometido; créame, normalmente no lo hago, pero Rafael está teniendo problemas en el colegio. Esta misma mañana se puso a llorar porque...

—Mañana —interrumpió Jonas—. ¿Puede venir?

Estaba empezando a hacerse una experta en descifrar lo que decía. Traducido al lenguaje de los humanos, Jonas le estaba preguntando si podría acercarse al rancho mañana para hablar de los problemas de Rafael.

Fred hundió el hocico en la mano de Jonas, que le acarició el lomo y, al parecer, sabía perfectamente dónde prefería el perro que le acariciaran. Por lo visto Joseph Jonas se comunicaba mil veces mejor con los animales que con los seres humanos.

___________ no tenía gran cosa que hacer al día siguiente, aparte de preocuparse por su situación actual y llorarle a Fred. Cualquier cosa era mejor que eso; incluso hablar de los problemas de un niño pequeño.

—Sí, claro —dijo, y Fred giró la cabeza hacia ella sin apartarse de Jonas—. ¿Dónde está su casa... eehh... rancho?

—Conduzca unos ocho kilómetros hacia el oeste por la vieja carretera McMurphy, hacia la interestatal, gire a la derecha en la intersección y siga unos tres kilómetros hacia el noreste. Tome la bifurcación a la derecha y siga unos trescientos metros...

___________ le escuchaba con pánico; se vio de pronto girando hacia la derecha donde debía haber ido a la izquierda, y conduciendo por las curvas interminables del extenso y desértico terreno hasta que se quedara sin gasolina y se la comieran los lobos.

Su cara debía de ser un auténtico cuadro porque Jonas se detuvo.

—Mañana por la mañana estaré en la ciudad —dijo, y ___________ creyó haberle oído suspirar levemente—. ¿Podemos quedar en Carly's Diner hacia las diez?

—Carly's Diner —dijo ___________ totalmente aliviada y feliz de no tener que adentrarse sola por aquellos parajes salvajes y solitarios, plagados de lobos. Ocho kilómetros al oeste... bifurcación hacia el sur... trescientos metros... ¡Aquello le sonaba a chino!—. A las diez en punto, perfecto.

—Está bien. —Inclinó la cabeza con gesto solemne—. Gracias.

—No hay de qué —dijo ___________ con suavidad—. Es lo menos que puedo hacer después de... —Movió una mano con torpeza, luchando por evitar gesticular el momento en que le había lanzado la calabaza a la cabeza.

Jonas estaba ya junto a la puerta abierta. Seguía cayendo aguanieve y la temperatura había caído. El vaho de su respiración le coronaba la cabeza, lo que le hacía parecer un poco fantasmagórico. Sus fuertes, inatractivas y marcadas facciones parecían esculpidas en piedra, como si en lugar de un ser humano fuera una estatua. Sólo brillaban sus ojos.

Por alguna extraña razón, ___________ se encontró mirando fijamente esos profundos ojos. Ya no le tenía miedo, nada, por muy amenazador que pareciera. Parecía tan reservado, tan intocable... y, sin embargo, se había comportado —con ella y con Fred— con total amabilidad. Esa amabilidad no cuadraba con un hombre que pudiera hacer a su hijo tan infeliz.

Estaban tan cerca, y él era tan alto, que empezaba a dolerle el cuello de tanto mirar hacia arriba. Fred no paraba de mover la cabeza de un lado al otro, mirando a sus dos nuevos amigos.

Era como si la mantuviera en algún tipo de hechizo. Cuando ___________ se dio cuenta de que empezaba a inclinarse hacia delante, como si los ojos de Jonas tiraran de ella, dio un paso hacia atrás y trató de poner en orden las ideas.

—Rafael —dijo sin aliento. No conseguía apartar los ojos de los de él—. Es un niño maravilloso. Estoy segura de que, con un poquito de ayuda, las cosas se solucionarán por sí solas.

Estaba de pie, en medio de la puerta, y el preciado calor empezaba a escaparse en la gélida noche. Jonas se giró y anduvo por el porche desvencijado. El segundo escalón tenía una tabla suelta y crujió. Le observó mientras se alejaba por el jardincillo. A mitad de camino se detuvo y se volvió.

—Señorita Anderson...

—*___________*—dijo.

—*___________*, Rafael... —Jonas vaciló.

—¿Sí, Jonas? —Su voz era suave en la fría noche—. ¿Qué pasa con Rafael?

—No es mi hijo —dijo Jonas. Se giró sobre los talones, se subió a la camioneta y se marchó en la oscura y nevosa noche.

* * * * * * * *

Jonas podría conducir los 43,8 kilómetros que había de Simpson a Doble C con los ojos cerrados, maniatado y usando sólo los dedos de los pies; menos mal, porque lo único que veía era el rostro de *___________*Anderson frente a él, y en lo único que pensaba era en la erección que tenía y que dolía un huevo.

Seguía empalmado. A Jonas le preocupaba que su poll.a se hubiera centrado en *___________*Anderson y sólo la deseara a ella, a ella y a nadie más, pues eso significaría que, teniendo en cuenta cómo se había comportado, probablemente no volviera a echar un polvo en su vida. Había sido incapaz de decir más de diez palabras seguidas, y había frotado su erección contra ella cuando la sostuvo en sus brazos, después del susto que se llevó con los chiquillos del «truco o trato».

Lo más probable es que pensara que era algún tipo raro que no podía hablar con las mujeres pero al que le excitaba restregarse contra ellas.

Aun así, no podía culpar a su poll.a de tener un gusto excelente. Había algo en *___________*Anderson. Algo en la calidad de su piel, pálida y tan luminosa que parecía brillar como si tuviera luz propia. O tal vez fueran esos ojos azul turquesa, del color del mar. Fuera lo que fuera, no había podido apartar los ojos de ella.

Cuando sonreía le salía un hoyuelito en la mejilla izquierda y, de pronto, deseó haberle arrancado otra sonrisa, sólo para verlo. Pero ya no sabía hacer reír a una mujer, si es que alguna vez supo. Podía bajar haciendo rappel de un helicóptero suspendido en el aire, bucear a sesenta metros de profundidad, disparar a una distancia de casi dos mil metros y domar al caballo más salvaje, pero hacer reír a una mujer... era algo completamente distinto.

Jonas sabía todo lo que había que saber acerca del entrenamiento militar y sobre el ganado. Pero no tenía ni puñetera idea de cómo hacer para llevarse a una mujer a la cama.



​ * * * * * * * *



«No es mi hijo», esa misma noche, ___________ repasaba sus palabras en la cama mientras releía por tercera vez consecutiva el mismo párrafo.

¿Qué cojo.nes significaba eso? ¿Que Rafael era el hijo de su mujer? De ser así, «no es mi hijo» le parecía una forma muy cruel y fría de decirlo. Pero Joseph Jonas no le parecía cruel.

Está bien, no era el tipo más hablador del mundo; aunque ___________ presentía que se debía más a que no tenía habilidad para comunicarse, y no a que no fuera lo suficientemente inteligente para hacerlo. Había leído en algún sitio que los comandos, o las fuerzas especiales, o como se llamaran, tenían que tener una inteligencia superior a la media, aunque era muy probable que el encanto y la capacidad de parlotear no estuvieran entre las cualidades requeridas para el trabajo.

Era cierto que Joseph Jonas parecía amenazador pero, por alguna razón, era incapaz de creer que fuera cruel.

Echó un vistazo a Fred, que estaba acurrucado en la vieja manta en una esquina del salón y la miraba con sus ojos castaños. Jonas había sido amable hasta con el chucho sarnoso que le había adoptado como dueña. Un hombre que tratara con amabilidad a perros y mujeres abandonadas no podía ser cruel con un niño pequeño tan encantador, ¿no?

Claro que, ¿ella qué iba a saber? Ya no estaba segura de nada. En el último mes, su mundo entero se había vuelto completamente del revés.

Llevaba una vida perfectamente normal y satisfactoria hasta que, ¡pum!, su vida entera se había vuelto de pronto una de esas canciones de música ranchera; una de esas lastimeras y quejicas. ___________ empezó a inventarse algunas estrofas, marcando el ritmo con el pie debajo de la sábana.

«Perdí mi trabajo y perdí mi casa y perdí mi coche...», Fred alzó la cabeza de pronto y empezó a morderse el hombro con rabia. «…Y mi perro tiene pulgas», concluyó con desánimo.

Para rematar el asunto, por primera vez en la vida era incapaz de ahuyentar la pena con la lectura. No disponía de la mejor panacea del mundo: sumergirse en un buen libro. Lo única que se podía leer en Simpson era el The Rupert Pioneer y un par de hojas de escándalos que informaban de los cotilleos semanales, disponibles en el supermercado de Loren Jensen. Así que ___________ tenía que apañárselas con los pocos libros que se había traído.

No había tenido más que diez escasos minutos en la librería del aeropuerto de una de las muchas escalas que hizo para llegar a Boise, así que había comprado prácticamente la estantería entera. Para su desazón, entre ellos había cuatro libros que ya se había leído, uno sobre la historia del comercio con Japón en el siglo XX y un diccionario español-inglés. El resto eran las novelas que llevaba todo el mes leyéndose una y otra vez.

___________ se concentró por enésima vez en el libro que estaba leyéndose. A lo mejor por eso no lograba concentrarse en el misterio del asesinato. Esta vez estaba leyéndolo con su ojo crítico de editora. Habría sido un buen libro para una buena editora. Habría sido un bueno libro para ella. Era buena editora.

Antes.

¿Quién la habría reemplazado en Turner&Lowe? Cuando se fue, un gigantesco conglomerado editorial alemán acababa de comprar la empresa. Aún no se había enfriado el muerto y ya se hablaba de recorte de personal; no era de extrañar que hubieran acogido con tanto entusiasmo su petición de baja no remunerada por asuntos personales. ¿Le habría sustituido Dora? No, Dora tenía muy buen ojo editorial para las novelas que no son de ficción. Hasta los hombres de negocios sin rostro que había al otro lado del Atlántico preferirían que sus editores trabajaran en las áreas de trabajo que conocían; era económicamente lógico.

A lo mejor Donny se había hecho cargo de los autores. Donny Moro llevaba un tiempo siendo su asistente personal, y ___________ había visto más de una vez un brillo especulativo en sus ojos. Se habría lanzado a la mínima posibilidad de quedarse con su puesto. Casi podía oír a ese mocoso pelota: «Qué pena que ___________ tuviera que marcharse justo ahora, cuando tenemos tanto trabajo. ¿En qué estaría pensando? Da igual, estaré encantado de tomarle el relevo».

¿Quién sabe qué se encontraría cuando volviera?

Si volvía.

Los ojos se le llenaron de lágrimas, aunque era plenamente consciente de que un par de lágrimas no cambiarían la situación. Ni un poquito. Debería saberlo. Aquel último mes había llorado más que en su vida, de miedo y de enfado por lo que le estaba pasando. Pero sus problemas seguían estando ahí.

___________ se frotó los ojos y bostezó. Habían sido suficientes emociones por un día: la llamada de Davis, el lanzamiento de Don Grande a la cabeza de un SEAL, sus tuberías que amenazaban con reventar e inundar su casa, el terror que sintió cuando pensó que uno de los hombres de Santana le había encontrado, la inapropiada oleada de deseo por un soldado-ranchero parco en palabras... el día había sido de lo más completo. Se le cerraban los párpados. Hora de dormir.

Alargó la mano automáticamente hacia la alarma del reloj, pero se detuvo; mañana era sábado, así que no necesitaba poner la alarma.

Y, además, ya había tenido suficientes sobresaltos.

♫ Laura Jonas ♥
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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 19 Nov 2011, 6:59 pm

Listo chicas capi tres COMPLETITO
Perdon por no haberles subido antes es que esta semana he estado ocupada en mi casa ayudando a mi madre a unos arreglos que le estamos haciendo a mi house, y no he tenido tiempo libre, porque tambien tengo que hacer tareas
♫ Laura Jonas ♥
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Mensaje por SandyJonas Dom 20 Nov 2011, 5:11 am

Siguelaaa!!!!!!!
=)
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Mensaje por #Fire Rouge..* Dom 20 Nov 2011, 9:13 pm

Me encanta la nove...
Tanto como los muslos
De joe!! :twisted:
#Fire Rouge..*
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Mensaje por SandyJonas Vie 25 Nov 2011, 2:23 pm

caaaapp!!! :)
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