mother. {one shot.

Una mujer, de 35 años, ha dejado a un niño de sólo 8 años en la casa, sin nadie. Puede que suene divertido, ella volverá de las compras, él podrá divertirse y mirar la televisión hasta que le duelan los ojos, pero no, no es así. Esa mujer a quién se la consideraba responsable, ha dejado a un niño de escasa experiencia social, solo, y ese niño soy yo. ¿Familiares? ¿Cercanos? ¿Amigos o por lo menos ¿un padre? No, nada de eso. Estaba más que completamente solo, y en cierto punto, no me preocupaba. Tiré la carta a un tacho de basura cerca de la cocina, me senté en una silla con una vista a la ventana y ahí mismo perdí mi mirada. Para ser sinceros, había sido criado muy bien, esto era algo inesperado. Tampoco voy a admitir que estaba psicologicamente preparado, pero mis pensamientos podrían ser clasificados como los de algunas persona mayor, no por estupideces, si no por la realidad en uno mismo. ¿Iba quedarme sentado en una silla de madera? Pero no, para nada.
Me levanté, tomé unos mocasines de cordón, una camisa, un sweater, toda la ropa regalada por parte de mi madre. No cabía duda de que no amara a esa mujer, pero no había sentido el dejarme así, y más en una situación así en el país, créanme, Berlín estaba destruido. Un hombre de un carácter fuerte al mando, con un bigote peculiar y una forma extraña de saludar, no esperaba saber más. Por último tomé una mochila de cuero y "empaqué lo necesario". Iría a buscar a mi mamá.

10 para ser las 23:00, sus ojos brillaban entra cada estantería. Había estado en la biblioteca todo el día, y devoraba cada libro que le interesaba. Posiblemente no había tomado camino porque no paraba de llover, pero sus ojos inspiraban atención y dedicación, parecían linternas iluminando el libro, se lo veía interesado. Había llegado solo, con otros libros en su mano y algo tembloroso, se ve que tenía frío. Me preguntaba que hacía con aquellos libros pues no era originales, si no reseñas destacadas e impresas. Tomó unos cuantos y se dirigió hacía mi, era pequeño por lo cual los tobillos de sus pies estaban elevados para poder llegar a la mesada. 
—¿En qué puedo ayudarlo amigo?—respondí, y mi distinto acento destacaba, sí, él iba a notarlo.
—¿Alabama no es cierto?—dijo sin perder la vista de las páginas que había marcado.
—Claro.—
—Bien, yo quería y bueno, deseaba si podría imprimir estas hojas.—colocó los libros del lado escrito para que pueda leer, y grandes obras eran. Impresionaba mucho que un niño podía leer y comprender una escritura de gran nivel.
—Emm, sí claro, tardaría unos 6 minutos y para un niño como tú, será gratis.—sonreí mientras él demostraba felicidad.
—¿En serio?—
—Pues claro, pero con una condición.—logré mi car de picara mientras que él pequeño sonreía y preguntaba con un simple "¿cuál?"—Bien, me dirás que vas a hacer con los libros.—
—Bueno es una larga historia.—movió los ojos en círculos mientras explicaba lo tan largo que era su relato.
—Tengo tiempo.—Y fue así como comenzó  articular palabras, de hecho, se lo veía muy nervioso como para hacerlo con un tema como ese. "Me llamo Josh, mamá me ha dejado solo, siento que voy a morir. ¿Por qué los libros? Simple, ella sabe que tipo de libros leo y pensé pegar cada reseña por donde camine por si ella algún día veros y seguir mi camino, solo quiero volverla a ver." Esas palabras lograron que me impresionara mucho, sin duda este chico tenía valor. Respondí con algo estúpido como "wow" y luego le correspondí mi nombre, Gwyneth Johnson. 
Ya se estaba haciendo de noche y lo veía tan vulnerable, mas sin duda no dejé que durmiera en la calle. Mi casa rustica era perfecta para Josh, mientras que él dormía pacíficamente, tomé la maquina de escribir y posé mis dedos sobre las teclas. No quiero decepcionarte, no quiero dejar esta ciudad, porque después de todo, esta ciudad nunca duerme por la noche. Es momento de empezar, ¿no es así? Me vengo un poco arriba, pero entonces, lo admitiré, simplemente soy el mismo que era, ahora, ¿no entiendes que nunca cambiaré quien soy? y así decidí terminar mi trabajo mañana por la tarde, si es que no perdía el tiempo con Josh, quien parecía una caja de secretos, sorprendía cada vez más.

Mis pies chocaban contra los charcos de agua que había dejado la lluvia. La maleta golpeaba levemente el suelo y el sol, cual recién salía, golpeaba mis ojos. No esperaba compañía, pero Gwyneth daba impresión de una madre, y eso inspiraba paciencia y más calma. En si, necesitaba una figura mayor, pues uno nunca sabía que podría pasarme, de hecho, a esta edad no era buena idea salir a caminar solo. 
Pasamos días caminando, y una amistad se había establecido, debía admitirlo pero no habíamos conseguido respuestas. Metí mis manos dentro de mis bolsillos, comencé a entrar en un estado de nervios, pues ni siquiera sabía dónde me encontraba. Mientras apretaba mis manos en forma de un puño, me choqué con un papel, y ¿qué era? una carta, la carta de mamá hecha una bola. No sé a quién se le ocurriría leer una carta en un estado en el que la hambre y el cansancio de apoderaba del cuerpo, pero sólo tomé el papel y lo desenrollé. Mamá no era torpe, mas había dejado una pista de dónde podría encontrarse, y era algo relacionado conmigo. "Agua, brillante, botes, amor, uno mismo perdido en si" ¿con qué me identificaba eso? ¡¿con qué?!
—Josh, ¿estas bien?—se acercó Gwyneth mientras posaba sus manos en mi espalda.
—S-sí es sólo que mamá dejo una pista en donde se encontraría, ¡quiero verla Gwyne! de hecho.. ¡tengo que!—grité con un nudo en la garganta. Puede que ella me haya dejado y que debería odiarla, no necesitarla, pero se me hacía imposible.
—Humm.. ¿qué dice la pista?—tomó el papel para leerla conmigo y así nuestras voces repetían lo mismo.—Emm.. ¿qué tal Venecia?—
—No lo creo, no es de su agrado.—negué con mi cabeza y noté que una gota cayó en mi ojo, comenzaba a llover. 

Decidimos sentarnos en unos bancos de madera cubiertos por un techo del mismo material. Sí, nos encontrábamos en un puerto, gente corriendo y las maletas en la mano, algo así como en Liverpool. Mientras la lluvia goteaba del techo, nuestros codos sobre la rodilla, y literalmente quemando nuestras cabezas pensando en dónde podría estar aquella mujer. Ni siquiera tenía preparadas mis decisiones, no, no las iba a tener pues tengo 8 años y eso sería algo apresurado. Mis pestañas al igual que mi cabellos lograban tener unas pequeñas gotas, mis ojos tendrían el reflejo del mar en si mismos, quería perder la mirada y poder pensar, pero no podía. ¿Dónde se encontraría? ¿Por qué me dejo? ¿Cómo debería reaccionar? No tenía respuestas a simples preguntas relacionadas con temas complicados. 
—¿Sabes qué dicen de la lluvia?—comentó Gwyne para saciar el silencio.
—No, no lo se. ¿Qué es lo que dicen?—dije y levanté mi mano para que las gotas cayeran en ella.
—Pues la lluvia significa que para el que pueda apreciarla, al terminar de lloviznar, le pasaran cosas buenas.—más orgullosa de un relato que podría ser mentira. El realismo atacaba en momentos como estos.
—¿Sabes que puede ser mentira?—
—Sí, como las mentiras sobre las aguas dulces de Amsterdam.—soltó unas risas, tal vez lo dijo en forma de sarcasmo, pero de algo me había dado cuenta.. ¡Eso! ¡Amsterdam!
—¡Gwyneth! ¡Eres una genia!—grité mientras las zarandeaba para distintos lados.
—¿Qué? ¿Por qué?—reía para sus adentros,  pues ella sólo utilizó sarcasmo.
—Amsterdam ¡ella esta en Amsterdam!—y fue así como salimos de ahí hacía aquel lugar pues no me cabía duda alguna de que no se encontrara ahí. Y ¿costo? sí, pues no teníamos mucho dinero. Le ofrecí a Gwyneth que se quedara, tal vez hoy lo hacia solo, pero no, ella siguió a mi lado, y tenía razón, la lluvia terminó y estábamos en marcha hacía allá.
 
Y por fin estábamos, y sinceramente era impresionante lo calmada que estaba Gwyne pues a comparación mía, yo estaba más nervioso y asustado que nunca. Era raro, aún así no sabía como reaccionar o qué sentir. Caminamos por distintos lugares y si era un linda momento para descansar pero no, no quería eso. Aún seguía pegando reseñas de los libros, sí, seguía y obviamente no iba a parar. Pegué una parte de La Naranja Mecánica en la barandilla del puente, un libro un poco complejo para mi edad pero perfecto para la sociedad. 
Nos estábamos acercando a el punto final, podríamos encontrarla en cualquier lugar. Obviamente preguntamos si alguien la había visto y sólo una respuesta teníamos, "esa mujer se encuentra en el hospital central" y eso me preocupo, demasiado. Puede decirse que corrimos hacía allá, porque la alteración me controlaba y de hecho, sólo quería saber la verdad. Llegamos al hospital y Gwyneth fue a hablar con una mujer que se ve que estaba a cargo. Como simple y típica curiosidad de un niño de 8 años, comencé a recorrer el hospital, cuarto por cuarto, hasta encontrarla, sí, a ella, a mi mamá.
—¿Mamá?—dije con la voz temblorosa, mis ojos celestes aguados y logrando que ella diera la vuelta. Igual que yo, ojos azules, tristes y atrapados en la mentira a causa de ella. Me sentía angustiado, triste, molesto pero más que nada confundido. Ella me miraba con compasión, se ve que no podía creer que pasé de ciudad en ciudad para verla. Y así llegaron por la puerta Gwyen y una enfermera, al mismo cuarto que mi mamá y yo, sí, ella y yo.