Rutine {OS

rutine

" just a poor girl with hide feelings."

Todos los días la misma rutina. Me despierto, desayuno, arreglo la casa, hago la tarea, me ducho, como, voy a clase, ceno y me pierdo en mis pensamientos. No hay día aparentemente distinto para mi.
Tal vez sea por eso por lo que soy cinéfila y seriéfila o me guste tanto leer, busco hacer desaparecer los recuerdos de un pasado y presente angustiado por los daños de la vida misma, busco alejarme de este mundo y encontrarme en otro mucho más justo donde la felicidad puede ser un hecho para mi. No soy alguien de grandes historias divertidas y variadas como las de skins o gossip girl, simplemente soy una chica, aun que tal vez no tan normal. Todos a mi alrededor parecen hacer una cosa que desde hace tiempo no logro hacer; vivir la vida. Se que es una de las cosas más importantes de la vida, si también lo he dado en literatura, el maravilloso carpe diem. Pero yo no lo hago. Es extraño, siento como he pasado de ser la adolescente atontada y enamoradiza que siempre contaba sus amores a la que prefiere guardárselo, es como si hubiera adelantado unos cinco años de mentalidad madura, por que lo siento. No me gusta mirar en mi pasado, intento mantenerlo en esa maleta gradada en el fondo del armario, pero hay veces que es inevitable dejarlo salir. Fue un año de muchas experiencias, el primer amor, nuevas amistades, celos, etc. Sin duda en parte fue de mis mejores años, pero por otra parte fue el que me arruinó completamente la vida. Desde aquél momento perdí el rumbo quedando a la deriva, sin encontrar a alguien que se asemeje, no un compañero sentimental, un grupo de amigos. Uno con el que pueda quedar, salir aun que sea para dar una vuelta por el centro, pasar un buen rato. Pero yo no tengo eso, tengo unos amigos que parecen haber puesto una barrera en mi dejándome de lado –de nuevo- para quedarme encerrada y sentirme más sola. Desde aquél entonces no creo ser la misma chica, me he convertido más en Elinor, no suelo mostrar mis sentimientos guardándolos para mi misma y intentando ayudar a los demás. Esa soy básicamente yo. No es que sea especialmente feliz y sufro como todo el mundo, aun que al mundo no parece importarle.
Y es que hay veces que me siento tan invisible, que hasta he llegado a creer que tengo el don de hacerme visible o no. Mis palabras o comentarios se los lleva el aire, como si fuera un grito ahogado que nadie oye, tan sólo yo. La soledad me rodea convirtiéndome en una persona más reservada, miedosa, tímida y insegura.

Lloro todas las noches, ¿a que no lo sabías?. Es algo que ni mi propia madre parece no notar. También es culpa mía lo se, pero creo que hay veces que con ver que no rio las gracias o que me aguan los ojos cuando estoy en clase me entra un pequeño impacto en el corazón y tengo la necesidad de salir para llorar en el baño maloliente del instituto. Aun así respiro lenta y profundamente, para luego pasar a beber de mi botella de dos litros y olvidarme de lo que iba a ocurrir. Por que no me gusta llamar la atención y si algún día no pudiera reprimirlo, sé perfectamente que algunas a escondidas y no a la cara dirían que soy muy teatrera y que ese es mi único propósito, aun que este sea todo lo contrario. Nadie parece lograr comprenderme, eso es lo que veo más injusto, si todo el mundo puede llegar a tener alguien así por qué yo no.

No es que no intente cambiar, lo hago, lo intento. Aun que en cierto modo tengo un problema, mi mente ha olvidado el simple hecho de tener una conversación normal o entablar una amistad. He intentado ser tantas veces la chica que siento en el fondo que soy... Pero nunca la consigo sacar, mi mente vaga por la vida que desearía vivir, las verdaderas palabras que me gustaría expresar y los momentos que viviría. Pero todo esto se basa en dos cosas que sufro; la baja autoestima y el miedo, que digo miedo, pánico. ¿Por qué no puedo conseguir el valor para enfrentarme a las cosas? El decir lo que pienso, hacer lo que me apetece y vivir una vida. Y aun que puedo parecer muy decidida con estas palabras no lo soy, estoy sentada en el tren de camino a clase de filosofía, clase que seguramente me pasaré dibujando, leyendo o simplemente escribiendo un instante más.

Las clases son tan aburridas como siempre. Los únicos puntos positivos es que he acabado mi dibujo con el título de nightmare y ya he leído el libro voluntario de inglés, mi comentario de texto estaba bien estructurado aún que tenía ciertas faltas de ortografía –malditas- pero por lo general bien. No he merendado, básicamente por que he olvidado mi yogur líquido así que me he bebido ya en total un litro. Ahora me tocaba humillarme, ¿cómo? Solo una respuesta: Educación física.

Una cosa de mí es básica. Las pelotas y yo no nos llevamos bien, pero sin embargo con el suelo soy íntima, por que es donde siempre acabo. No es que odie los deportes, y no todos se me dan mal. El ciclismo, la natación, correr y cosas así pues no están mal, no son para nada desagradables. Pero a mi me das una pelota y soy no solo inútil, si no que también peligrosa. Sin saber darle una patada a una pelota puedo darle en las partes íntimas a un chico y luego cuando intento tirar la bola se desvía, para muy lejos o me hago daño.
Por lo que decía, acabo haciendo como siempre el ridículo. Menos mal que esta vez no ha sido mi cara la que se ha estampado contra el suelo como las mayoría de las veces, aun que lo que me ha pegado ha sido una pelota en esta, dejándome un dolor fuerte en la nariz y consiguiendo que un poco de sangre salga sobre esta. Y para mi suerte no me había dado una de mis compañeras o cualquier otra persona, sino él. El único chico que consigue atraerme de los 37 de clase –aun que el número de personas del sexo masculino sea inferior- ha sido el que me ha dado con la estúpida bola de voleibol.
Me he dado cuenta por que después del fuerte impacto contra mi cara y recuperar una vista no borrosa he visto esos ojos azules que me hipnotizan y ese pelo rubio cobrizo que más de una vez –para que engañarme- he deseado acariciar. Él asustado por el hecho de que mi nariz sangraba acudió al profesor, haciendo que este me diera un algodón hasta que se pasara, para luego volver a jugar. En parte lo agradezco, he podido pasar unos instantes con él pero mi problema es que me consigue poner nerviosa, por lo que cuando lo estoy o rio mucho o no paro de hablar. Él me ha enseñado algunos de los pases, aun que me los sabía, no funcionaban por que como ya he dicho, las pelotas no son para mi. El caso es, que gracias a un desafortunado incidente con mi cara he podido sentirme un poco mejor.

Aún que al llegar a casa consigo recordar quien soy y las mínimas posibilidades que tengo, siendo realista, nadie querría estar con alguien como yo. Creo que conseguiría amargarle la vida con mi infelicidad. Otra noche más, sufriendo insomnio y sollozando con mi cabeza hundida en la almohada.