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El vestuario (Larry Stylinson)

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larry - El vestuario (Larry Stylinson) Empty El vestuario (Larry Stylinson)

Mensaje por Invitado Miér 09 Abr 2014, 10:59 pm

Nombre: El vestuario.
Autor: Amy Lane
Adaptación: Si.
Género: Romance/ Drama
Advertencias: Smut, contenido homoerótico.
Sinopsis:
Louis Tomlinson había querido sólo dos cosas en su vida: Harry Styles y el baloncesto —el hombre que amaba y el juego que le había permitido escapar de una infancia que prefería olvidar. Sus dos obsesiones le habían venido bien. Él y Harry habían vencido las dificultades y habían permanecido juntos durante el instituto, la universidad y lo máximo, en la NBA. 

Pero la vida bajo el microscopio de la fama no era fácil, en especial cuando dos hombres pretendían ser compañeros de alojamiento, para que el mundo no supiera que eran lo más parecido al matrimonio. Su relación había sobrevivido a los sacrificios que debieron hacer y a las mentiras que debieron contar para permanecer juntos, pero cuando su secreto es expuesto a la luz, la caída podría destruirlos donde nadie había podido.
 

Harry y el baloncesto son las dos cosas que mantienen entero a Louis. Ahora el mundo le está pidiendo que elija. ¿Existe alguna opción que incluya un futuro con el hombre que ama?
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larry - El vestuario (Larry Stylinson) Empty Re: El vestuario (Larry Stylinson)

Mensaje por Rebeca. Miér 09 Abr 2014, 11:04 pm

No puede ser!
Esto tiene pinta de ser doloroso...
Pero como toda masoquista que soy te digo que me encanta y debes subir pronto.
No se pero presiento que esta sera una de mis adaptaciones favoritas.
Sube cuando puedas.

Rebe te quiere.
Rebeca.
Rebeca.


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Mensaje por Invitado Miér 09 Abr 2014, 11:09 pm

Es el que citabas hoy, dios mio, estaba por rogarte que lo adaptaras pero no fue necesario, ah JAJAJAJ. 
Tambien la trama suena un poco parecida a Descubriendo al quarterback pero por lo que vi en las citas no es exactamente de esa forma. 
Dios, gracias por subirlo! JAJ :)
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Mensaje por Smile♡. Jue 10 Abr 2014, 12:07 pm

Se me hizo muy a "Descubriendo al Quarterback", ay. Y sí, como que lo leí y no comenté nunca :| 
Lo peor, es que en la vida real es así, ellos tienen que decir mentiras, ocultarse y eso :| bueno, esperemos que al final todo salga bien.
Sube el primer capítulo cuando cuando puedas  larry - El vestuario (Larry Stylinson) 2532378823 .
Smile♡.
Smile♡.


https://www.facebook.com/OopsLarry

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Mensaje por Vanesa21 Jue 10 Abr 2014, 4:42 pm

Este es el que citabas ayer, de los tatuajes? El que te pregunté ayer si era una fic de Larry.... Gracias por adaptarlo, tengo MUCHAS GANAS de leerlo!♡
Vanesa21
Vanesa21


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Mensaje por Invitado Lun 14 Abr 2014, 12:57 am

Rebeca. escribió:No puede ser!
Esto tiene pinta de ser doloroso...
Pero como toda masoquista que soy te digo que me encanta y debes subir pronto.
No se pero presiento que esta sera una de mis adaptaciones favoritas.
Sube cuando puedas.

Rebe te quiere.
Oh, espera a leerla:)
yo quede enamorada de la historia, y de los personajes:)))
espero que te guste mucho
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larry - El vestuario (Larry Stylinson) Empty Re: El vestuario (Larry Stylinson)

Mensaje por Invitado Lun 14 Abr 2014, 12:59 am

Debby escribió:Es el que citabas hoy, dios mio, estaba por rogarte que lo adaptaras pero no fue necesario, ah JAJAJAJ. 
Tambien la trama suena un poco parecida a Descubriendo al quarterback pero por lo que vi en las citas no es exactamente de esa forma. 
Dios, gracias por subirlo! JAJ :)
Las citas, ah, esta historia estuvo dos meses en mi celular y me digne a leerla y dios la ame!:)
Ah, espero que te guste, y no, tiene un aire pero no va por ahí:)
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larry - El vestuario (Larry Stylinson) Empty Re: El vestuario (Larry Stylinson)

Mensaje por Invitado Lun 14 Abr 2014, 12:59 am

Smile♡. escribió:Se me hizo muy a "Descubriendo al Quarterback", ay. Y sí, como que lo leí y no comenté nunca :| 
Lo peor, es que en la vida real es así, ellos tienen que decir mentiras, ocultarse y eso :| bueno, esperemos que al final todo salga bien.
Sube el primer capítulo cuando cuando puedas  larry - El vestuario (Larry Stylinson) 2532378823 .
Tienen un aire, pero no.
ahahaha espero que te guste:)
La empiezo:)
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Mensaje por Invitado Lun 14 Abr 2014, 1:00 am

Vanesa21 escribió:Este es el que citabas ayer, de los tatuajes? El que te pregunté ayer si era una fic de Larry.... Gracias por adaptarlo, tengo MUCHAS GANAS de leerlo!♡
Hola,
Ah, si esta es la de los tatuajes, hey espero que te guste:))))
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larry - El vestuario (Larry Stylinson) Empty Prologo.

Mensaje por Invitado Lun 14 Abr 2014, 1:01 am

JUGANDO
 
Arco Arena, Sacramento, California. Sede de los Kings.
 
Louis Tomlinson golpeaba la madera brillante de la cancha con los músculos de los muslos tensos, los enormes bíceps hinchados y el sudor del pelo castaño cayéndole por los ojos. La pelota cantó contra las tablas que tenía frente a él y regresó a la palma de una mano de dedos grandes mientras él driblaba frenéticamente, yendo a grandes zancadas directo hacia el enemigo, en posición perfecta para marcar.
 
No lo hizo.
 
En cambio, con el siguiente bote, pasó el balón por detrás y Harry Styles lo agarró con una mano y continuó driblando hacia el centro de la cancha. No tenía que mirar atrás para saber que Harry estaba justo detrás de sus talones; nunca había tenido que mirar atrás. Harry estaría allí. No sabía cómo fallar. Y así, cuando los oponentes vinieran hasta él con los brazos extendidos, las piernas abiertas, listos para bloquear el tiro, ahí estaría esperándolos con unos hombros sorprendentemente anchos para un hombre que medía un metro y noventa centímetros descalzo.
 
Y Harry, el central, saltó por el aire, giró la parte superior del cuerpo y metió un mate. Las quince mil voces fieras que hacían eco alrededor de ellos, hasta convertirse en un sonido tan denso que se podía cortar con una mano sudorosa, explotaron en gritos furibundos, en una alegría virulenta que entonaba alabanzas a Harr .
 
Justo como tenía que ser. El mundo entero debería cantar alabanzas a Harry.
Louis y Harry pasaron uno junto al otro a medida que éste recobraba su zancada tras el mate y mientras se ponían en posición de interceptar al otro equipo, miraron en dirección contraria, bajaron los brazos desde los codos, entrechocaron los dedos y gruñeron triunfantes.
Dios, Louis amaba ese jodido juego. Podía vivir para él, Harry morir por él y juntos, nunca dejarían de crear espectaculares hazañas mágicas dentro de la cancha. Así eran y no había nadie en el planeta que pudiera quitarles eso.
 
Oh, Dios, por favor. No dejes que nadie nos quite esto. Por favor.
 
La mano de Harry palmeó con suavidad la cadera de Louis y éste bajó los ojos, un momento de suavidad en medio de la lupa atenta de ese mundo duro, de brillante y cálida cubierta.
 


Louis había aprendido hacía mucho tiempo que el mundo solía quitar cosas. Harry había sido su única razón para creer que Dios, a veces, las devolvía.
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Mensaje por Invitado Lun 14 Abr 2014, 1:04 am

COCINANDO EN CASA
Quince años atrás
 
Hacía frío y la luz se desvanecía, pero Louis no quería volver a casa. Su madre estaría allí, con su novio de turno fumando crack, inhalando, luchando, exhalando y follando. El apartamento apestaría, no habría comida y si alguno de ellos oyera que estaba allí, intentaría darle una paliza.
 
Louis era alto (ya a los catorce años medía un metro y ochenta y dos centímetros), pero a veces podría decir que los huesos de la muñeca eran más anchos que sus bíceps, a lo que no ayudaba el hecho de que nunca hubiera comida en la casa y él no creía que tuviera que fumar crack para parar el hambre, como no dejaba de decirle su madre.
 
Así que, era tarde y hacía frío, pero allí, en la cancha de baloncesto del parque comunitario, solo estaban él, una farola y el vapor de su aliento. No tenía importancia que no tuviera sudadera, ni que no hubiera comido desde el día anterior por la mañana. Lo único que importaba era que el balón (su única posesión, robado en Walmart en un momento de desesperación), se sentía bien en la palma de su mano, que podía botar de forma rítmica a través de la ajada pista y oír el regular silbido del asfalto mientras golpeaba a través de la red de la canasta.
 
Pero era difícil centrarse cuando se tenía tanta hambre y cuando una voz intentó llamar su atención, Louis tuvo que entrecerrar los ojos y concentrarse para ver de dónde procedía.
 
—¡Oh, venga ya! ¿No me la vas a tirar?
 
Louis estaba tan sorprendido que lo hizo.
 
El chico medía unos quince centímetros menos que él, pero era de la misma edad. Tenía el pelo castaño oscuro y rizado, vestía unos vaqueros modernos y una sudadera azul con un grabado en la parte delantera. Tenía los ojos tan verdes que desde el otro lado de la cancha parecían esmeraldas, boca carnosa y una sonrisa tan alegre y distendida que Louis casi sintió que le debía el balón. ¿Quién podría resistir ese humor tan lleno de vida, o esa increíble felicidad que no variaba aunque el cielo oscureciera hacia el crepúsculo?
 
El chico alcanzó el balón con facilidad y dribló con gracia natural hacia la canasta. Tiró y falló, volvió a tirar y esta vez el balón entró; luego alzó la vista con una sonrisa ancha.
 
—Bueno. ¿No íbamos a jugar?
 
¿Por qué no?
 
Louis olvidó el hambre y empezó a defender la canasta.
 
El chico era bueno. No tanto como él, quizá porque no se había visto obligado a utilizar un aro en un parque vacío como refugio de demasiadas cosas como para contarlas, pero era rápido y ágil y mantenía un flujo constante de bromas eludiendo a Louis mientras jugaban.
—¿Qué, crees que no he visto eso? Era una trampa, lo pillé. ¡No! ¡Has pasado a mi lado como si nada! ¡Eso está bien, la atraparé…no, no, no, no, él tira, él gira y él anota!
 
Louis ganaba por cinco tiros de veinte y estaba pasando el mejor momento de su vida, cuando llegó un repentino olor a comida y se oyó una voz a través de la cancha.
 
—¿Harry? ¡Harry, querido, lamento mucho llegar tarde!
 
Harry (aparentemente) ralentizó mientras se aproximaba a la canasta, giraba hacia la voz y Louis aprovechó el momento para robar el balón y anotar.
 
—Oh, tío, eso no es justo —Harry se giró hacia él con una sonrisa tímida y Louis se ruborizó.
 
—Lo siento —dijo en voz baja. El olor a comida lo golpeó de nuevo y la vista se le puso un poco negra. Falló al agarrar la bola después de un bote e intentó mantener las rodillas firmes mientras se daba la vuelta para decir adiós al chico que, durante una hora al menos, había sido su amigo, su familia y su entretenimiento, todo a la vez.
 
Pero el otro no se iba
 
 
—Eh, mamá. ¿Puede venir el chico a casa y comer con nosotros? ¡Es un jugador increíble, mamá, tienes que verlo lanzar!
 
Louis se ruborizó hasta la raíz de su pelo liso y castaño y miró a su compañero con un poco de sobrecogimiento. Sonaba como…como…como un niño pequeño, la clase de niño que esperaba que alguien le contestara cuando hablaba y, en el vecindario de Louis, nunca se había hablado de ese modo a ninguno de los padres, porque eso nunca pasaba. Jamás.
 
—No lo sé, Harry. Es tarde. ¿Es posible alguien lo espere en casa? —la mujer había formulado la pregunta como si esperara que Louis le contestara y este rebuscó durante un momento. Nunca había sido bueno con las palabras, más que nada porque nunca esperaba tener que usarlas.
 
—No le importo a nadie —dijo y se sintió estúpido. Tenía que haber un modo mejor de decirlo, pero no podía pensar. Luego, en medio de un silencio casi estupefacto, su estómago hizo ruido. Fuerte.
 
La mujer lo miró con una media sonrisa, como si entendiera lo que era ser joven y estar creciendo, pero algo en su expresión cambió la de ella.
 
—Es bienvenido, Harry. Pero antes necesitamos un nombre. ¿De acuerdo?
 
—Louis —murmuró, tan desesperado por lo que fuera que olía que podría haber hecho cualquier tipo de cosas terribles, ilegales y desagradables, con tal de probar un bocado.
 
El sudor, la adrenalina y la alegría del juego se había apagado y lo único que quedaba era la náusea metalizada y lo puntos que le bailaban en los ojos, cosa de ser joven, estar creciendo y literalmente estar muriéndose de hambre.
 
—Louis—repitió la mujer con suavidad—. Soy Anne, la mamá de Harry. Ven con nosotros y te daremos de comer. ¿Sí?
 
Harry asintió, atraído por el olor de pollo y la sonrisa triunfante de Harry; colocó la pelota debajo del brazo y los siguió hasta la casa.
 
El barrio donde vivía Louis era una mezcla curiosa de casas antiguas y edificios de apartamentos, a los que uno podía mudarse sin tener que pagar una fianza por el primer y último mes de contrato.
 
vivía en una casa de apartamentos a una calle del Instituto, razón principal por la que iba al colegio; estaba cerca y tenía almuerzo gratis, porque había rellenado los papeles y falsificado la firma de su madre al comienzo del curso.
 
Harry vivía en una de las casas más antiguas, de dos plantas, gran jardín y, por el sonido proveniente de la parte trasera, un perro. Mientras los seguía al interior de la casa (incluso a esa edad ya tenía que agachar la cabeza para entrar), pudo ver que por dentro era aún mejor que por fuera.
 
Estaba abarrotada (había libros encima de la mesa de café y en las estanterías llenas del salón), los sillones estaban gastados y un poco raídos en los apoyabrazos. Una chica que se parecía mucho a Harry estaba tirada sobre su estómago en uno de ellos, con los pies en el aire, enfrascada en un libro de historia y en la cocina, abierta por la parte opuesta a la entrada hacia el salón, un hombre lavaba los platos.
 
—¡Cielos, Anne, pensé que íbamos a traer comida de fuera porque era más rápido que cocinar! —dijo el hombre y la madre de Harry fue hacia él. Tenía casi la misma estatura que Louis, pelo marrón, gafas, cara pequeña y “bonita”. Lo besó en la mejilla. A la luz, ella tenía el pelo castaño y rizado, caderas un poco amplias, pecho normal y vestía vaqueros y una sudadera con capucha. Se rió de su marido (supuso Louis) y puso la comida sobre la abarrotada mesa de la cocina para poder abrazarlo.
 
—No podrías creer la cola que había en el KFC, de verdad. Era horrorosa. Y mientras estaba allí, Harry fue al parque y nos trajimos a casa a un chico extraviado.
 
Louis se sintió el centro de una inspección alegre.
 
—Dios santo. Darte de comer debe ser un trabajo a jornada completa.
 
Louis sonrió ingenuamente y se preguntó si la luz era verdaderamente tan tenue o todo era producto de “no haber comido”.
 
—Sí. Me gustaría que fuera así —contestó en voz baja.
 
Se ganó unas risas y su siguiente sonrisa fue un poco más segura.
 
—Venga, vamos a limpiar la mesa, Louis, así podemos comer —dijo Harry.
 
 
—No te preocupes por eso —dijo el ¿padrastro? ¿El novio de la madre? ¿Qué era el hombre? —. Comeremos en el salón. Se está haciendo tarde y tenemos que terminar para hacer los deberes.
 
—¡Vaya! —dijo Harry con una mueca sarcástica—. Qué forma de quitarle la alegría a la comida, papá.
 
—Solo hacía mi parte —contestó el “padre” de Harry y Louis trató de no alucinar. Había pensado que esas situaciones eran una leyenda urbana.
 
No pasó mucho tiempo antes de que Louis se sentara en silencio, con un plato de pollo y acompañamientos balanceándose sobre su regazo y escuchara en silencio las bromas familiares. Cuando terminó la cena, ya sabía que Gemma, la hermana de Harry, iba a clases avanzadas, que Harry luchaba con el álgebra, que Anne era abogada del Sindicato de profesores, que no podía hablar de su trabajo, pero ponía los ojos en blanco cuando ciertos temas del colegio salían a colación y Des era el padre de Harry y daba clases de matemáticas en el primer ciclo de secundaria, en otro distrito.
 
Podía sentarse ahí y escucharlos hablar durante horas.
 
Por supuesto, él no contó nada de sí mismo, pero miró a Anne con gratitud cuando, después de terminar los primeros, ésta le puso dos trozos más de pollo en el plato. Cuando terminó, vio que Des le había dado lo último que quedaba de patatas y salsa y también lo miró agradecido.
 
Luego, como siempre, se dio cuenta de que las cosas tenían un precio, porque se convirtió en el centro de atención cuando Des le preguntó qué tal le iba en el colegio.
 
Empezó a sentir que el sudor le corría por debajo de la camiseta holgada.
 
—Duermo mucho —farfulló. Bueno, el colegio era limpio, seguro, no había ruidos, nadie que practicara sexo o se colocara. ¿Cómo se suponía que no durmiera allí?
 
—¡No te puedes dormir durante las clases! —Harry habló con pasión tan contenida que Louis se ruborizó aún más y deseó una muerte rápida debajo del gastado y confortable sillón—. Si te duermes, ¿cómo vas a pasar las pruebas para el equipo?
 
—¿El equipo? –preguntó Louis sin comprender.
—¡Sí, el equipo de baloncesto! Empiezan a jugar dentro de un mes. ¡Aún puedes intentarlo, pero tienes que subir las notas!
 
Louis lo miró, indefenso.
 
—¿Crees que podría entrar en el equipo? –Oh, Dios. Él amaba el baloncesto. De verdad. Solía colarse en algún sport-bar o restaurante1, solo para ver los partidos por televisión. Cuando había partido, era capaz de caminar los cinco kilómetros que había hasta el Arco Arena y esconderse entre las sombras, solo para ver a Vlade Divac y a Peja Stojakovic caminar hacia la zona de entrenamiento. ¿Pero permanecer despierto en clase? Jesús…
 
Miró la cara expectante y excitada de Harry.
 
No, no Harry. Harry. Lo haría por Harry.
 
—Hablaré con mis profesores —dijo con la boca seca, aunque no estaba seguro de recordar los nombres—. Mañana hablaré con ellos. A lo mejor lo puedo arreglar —quizá pueda mover montañas, cambiar el color del cielo y ladear el centro del mundo, solo por jugar al baloncesto, solo por verte mirarme como si yo pudiera lograr cualquier cosa, solo para no fallarte.
 
Cuando por fin la cena terminó, ayudó a limpiar e incluso pudo comprobar que esa familia agradable lo envolvía todo. Al final contó su primera mentira, al decir que se iba a casa a dormir y se marchó. Antes de hacerlo con el balón bien metido debajo del brazo, le comentó a Harry que lo vería al día siguiente, al otro lado de la calle, y así podrían ir caminando juntos al colegio.
 
Fue a casa. Su madre y quienquiera que estuviera con ella ese día, estaban desparramados en el sillón, completamente colgados e inconscientes. Tuvo tiempo de mirarla a través de unos ojos que acababan de contemplar a una pequeña familia funcional y sintió un poco de ira. Maldita sea, lo único que siempre había pedido era algo de comida y un poco de atención, pero ya desde antes de las drogas, eso no había estado en el programa, ¿o sí? Pero esta vez no se quedó mucho tiempo. En cambio, se dio una ducha rápida, se cambió de ropa, agarró una manta y una almohada y se escabulló por las escaleras hasta el cuatro de lavado.  
 
La secadora solía funcionar toda la noche y podría mantenerse un poco caliente.
 
Más tarde, comprobaría que sus profesores habían estado apoyándolo todo el tiempo. Lo habían dejado dormir porque lo necesitaba y cuando preguntó por su trabajo, se lo dieron. Su profesor de inglés le regaló los cuadernos y los bolígrafos. El de matemáticas le permitió limpiar los escritorios durante la hora del almuerzo para darle créditos extra. El de francés le dijo que podía comer en las reuniones del club Asiático, donde solía quedar comida y se aseguró de que siempre le quedara algo envuelto en papel de aluminio después que terminara con su almuerzo gratuito del quiosco. Su entrenador de baloncesto le dio clases particulares de historia, porque esa era la materia que enseñaba antes de entrenar.
 
Harry le regaló una “vieja” mochila. –La misma “vieja” mochila que Louis recordaba haberle visto el primer día que fueron caminando juntos al colegio, tras la cena del pollo y el puré del KFC.
 
Ese día había marcado el comienzo de la tradición de ir andando juntos hasta el colegio. Les daba tiempo para hablar de las clases, de las pruebas de baloncesto (ambos fueron considerados candidatos perfectos desde el principio), de casi todo aquello de lo que quisieran hablar y dicha tradición continuó hasta que empezaron el segundo curso, al año siguiente.
 
Pasaron el verano practicando, porque les encantaba, buscaron un trabajo para Louis, porque lo necesitaba y porque estaba cansado de no comer. Su plan era hacer ver que tenía dieciséis años y descargar cajas en Walmart a última hora de la tarde, dedicar las mañanas a los deberes, mientras esperaba a Harry sentado en la parada del autobús, los días en el colegio y las tardes practicando baloncesto, donde sentía que pertenecía.
 
Le dijo a Harry que necesitaba el trabajo, pero no le explicó la causa y hasta ese día, a finales del mes de septiembre, Harry no supo lo verdaderamente necesario que era.
 
—¿Qué te pasa con las gafas? –Harry había crecido unos diez centímetros a lo largo de su primer año de instituto, pero Louis también. Seguían arreglándose para caminar confortablemente y Louis nunca
 
 
sentía que sobrepasaba a su amigo, lo que era agradable, ya que era mucho más alto que el resto.
 
—Hay mucho brillo —murmuró y Harry se paró y lo miró, recto e irritado.
 
—Es el mismo brillo de cualquier otro día y esos parecen…Jesús, Lou, siguen teniendo la etiqueta en el frente y son endemoniadamente caras…—Harry entrecerró los ojos y ladeó la cabeza peligrosamente, furioso y traicionado al mismo tiempo.
 
—Louis, ¿las robaste?
 
Tras los cristales de las gafas, uno de los ojos de Louis se abrió desmesuradamente. El otro estaba cerrado a causa de la hinchazón.
 
—Tuve que hacerlo —dijo en tono áspero—. Lo…lo siento, Harry, yo…¡De acuerdo, las necesitaba! –trató que su voz sonara enfadada, pero Harry parecía tan herido. Terminó hablando con voz rota y giró la cara para poder escapar, pero antes de dar el primer paso, Harry alargó la mano y le arrancó las gafas.
 
—Joder.
 
—¿Sabe tu madre que hablas así? —dijo Louis con brusquedad, recuperando las gafas y colocándoselas de nuevo. Tenía el ojo y la nariz hinchados y ahora que Harry podía verle toda la cara, probablemente pudiera ver que lo que parecía un labio agrietado, en realidad era un labio roto.
 
—¡Lou…Louis, espera! ¡Maldita sea, espera! –Harry corrió cerca de él y la fría mañana de otoño estaba enturbiada por las manchas de sus pies en la acera sombreada de verde. La mano de Harry se posó sobre su hombro y lo giró. Louis, que podía enfrentarse a un oponente en la cancha sin inmutarse, se encogió ante ese contacto en su brazo como un niño lo haría por una palmada en el trasero.
 
Se sintió encogido y empezó a retroceder hacia los setos que separaban las residencias de la carretera; y tratar de escapar de su mejor amigo era como si una araña asustadiza escapara de una niña que gritara.
 
Pero Harry no gritaba.
 
—¿Qué ha pasado? –preguntó en voz baja.
 
Louis se alzó de hombros.
 
—No quiero hablar de ello —murmuró.
 
—Me importa un bledo. Me lo cuentas, y lo haces ahora o me doy la vuelta, voy a casa a telefonear a mi padre y él tendrá que denunciar abusos, es la maldita ley y sería un jodido lío. Habla conmigo, Louis —Harry tenía la piel clara, bonita, una piel pálida como las estrellas, que resaltaba sus ojos verdes como esmeraldas, y ahora la tenía llena de manchas y roja, le temblaba la barbilla y los ojos estaban muy brillantes y húmedos. Louis luchó contra la urgencia de sostener esa barbilla, acariciar con el dedo el carnoso labio inferior y pedirle que no llorara.
 
No llores, Harry. Estoy bien. Estoy aquí, contigo.
 
—El novio de mi madre —ni siquiera conocía su nombre—. Quería el dinero que tenía para el uniforme de baloncesto. Le dije que no.
 
Harry abrió mucho los ojos y miró espantado a su alrededor.
 
—¿Dónde está? Jesús, ¿te ha quitado el dinero? Louis, este año vamos a jugar con el equipo de la universidad. No puedes dejar de inscribirte –Los estudiantes de segundo curso jugando con la universidad. Había sido el año anterior y no se vislumbraba menos glorioso ahora. Partidos más duros, jugadores más duros –una oportunidad para Louis de correr, correr, correr y quitarse el dolor diario en la pista, con más dureza que nunca. Jugar con el equipo universitario. Hasta sonaba sexy.
 
En eso Harry se dio cuenta. Louis notó el momento exacto y casi se sintió mal por su amigo.
 
—¡Oh, Dios mío! –Hablaba como un niño pequeño—. ¡Louis, ni siquiera sé dónde vives!
 
Louis curvó el labio lastimado hacia arriba y todo ese lado le dolió con intensidad.
 
—¿No crees que tiene que haber una razón para ello? –preguntó y Harry se tapó la boca con la mano.
 
—Nunca dijiste nada. Todo estaba muy mal y nunca dijiste nada; solo aparecías en mi puerta –murmuró devastado.
 
Louis tiró del hombro de forma protectora y se volvió a poner las gafas.
—Harry, tú tienes una buena vida, una buena familia. No quería que pensarais que yo representaba un problema, ¿de acuerdo?  
 
—¡No! –Harry estaba dolido de verdad y Louis no sabía qué hacer. De hecho, sus manos revolotearon y se posaron sobre los hombros de su amigo; miró alrededor ansioso. El y Harry siempre salían temprano, pero existía la posibilidad de que alguien los pillara actuando como maricones en una esquina y eso significaría…bueno, el baloncesto. No podía imaginarse jugando al baloncesto y con algo así danzando a su alrededor. Perdería el respeto de sus profesores y toda la mierda por la que había trabajado tan duro el año anterior. No. No. Tan solo calmaría a Harry y así podrían volver a caminar, uno al lado del otro, hasta el colegio.
 
—Mira, tío –Susurró furioso—. ¡Cálmate! ¡Cálmate! Normalmente soy más inteligente, ¿entendido? Pero llegué a casa tarde y el vio el dinero en mi mochila, porque me pagaron anoche y, bueno, ¡no sé qué diablos decir! ¡Fui estúpido! ¡Me pillaron! ¡No volverá a pasar!
 
De alguna manera, eso hizo llorar aún más a Harry.
 
—No fuiste estúpido –Murmuró, con voz ahogada y Louis miró alrededor, frenético.
 
—¿Qué? –preguntó, distraído. Joder, Harry y su familia. Si algún día tuviera que ocultar algo de sí mismo, se cuidaría mucho de no derrumbarse en una esquina, donde cualquiera pudiera verlo.
 
—¡He dicho que no fuiste estúpido! –gritó Harry y Louis podía haberse pegado en la frente, pero le dolía toda la cara.
 
—¡Bueno, ahora mismo estamos siendo estúpidos! –siseó y Harry, el abierto, fácil y confiado Harry, le contestó con brusquedad.
 
—¡Bueno, alguien tiene que apoyarte! –Louis vio que otros estudiantes venían caminando, bastante lejos aún como para verlos, pero se dirigían hacia donde estaban ellos.
 
¡Maldita sea! Sabía que no los podían ver, pero eso no lo detuvo de dar la vuelta, agarrar a Harry de la mano, tirar de él alrededor del seto y arrastrarlo hasta un pequeño hueco entre el seto y la puerta trasera de la casa de algún pobre gandul. Lo más probable era que estuvieran invadiendo la propiedad, pero a Louis le importaba un bledo. Estaban ocultos, detrás de la marquesina de la parada del autobús y de un seto. Estaban a salvo.
 
Se quedaron parados un momento, mirándose ferozmente el uno al otro mientras Harry se secaba la cara con la manga e intentaba recomponerse.
 
—No te mereces esto —dijo después de un momento. Miraba el suelo y, de forma perversa, Louis echó de menos cuando se miraban con ferocidad.
 
—No es cuestión de merecerlo —le dijo de forma fatalista—se trata de encontrarlo. Harry, mi madre es una drogadicta. Mi apartamento es un horror. Tengo que dormir debajo de las escaleras, al lado de la secadora, si quiero tener un poco de paz. Mis mejores comidas son las del colegio y —se le entrecortó la voz, porque ya no podía ser desafiante ni defensivo cuando hablaba de la familia de Harry—, y en tu casa, ¿qué quieres que te diga? Aún tengo que ir al colegio. Aún tengo que jugar. –Terminó, avergonzado.
 
Harry lo miró, con la indignación brillando en sus ojos verdes.
 
—¿Jugar? ¿Jugar? ¡Maldita sea, Louis! ¿No deberías estar preocupado por alguna otra cosa? ¿Un lugar para dormir? ¿Una familia de acogida? Jesús, ¿cómo me dejaste llevarte por ahí el año pasado, arrastrarte al maldito equipo y regañarte por los malditos deberes? ¡Que le den por culo al juego!
 
—¡No digas eso! –Louis estaba horrorizado.
 
—¡Lo digo en serio!
 
—¡No lo digas!
 
—¡Que le den por culo al maldito juego!
 
—¡Cállate! ¡Cállate! CÁLLATE DE UNA PUTA VEZ! –Louis se dio cuenta de que estaba gritando, pero no lo podía remediar. Louis nunca gritaba. Él nunca gritaba, nunca se enfadaba y nunca dejaba que nada le molestara. Hacía lo que los profesores pedían, lo que el entrenador le decía y seguía Harry a ciegas al comedor, a la cancha y al infierno si él se lo pedía, porque Harry y el baloncesto eran las dos cosas que Louis había grabado con láser en la zona de su cerebro y que nunca cambiaría por ningún otro objetivo. Jamás. Y Harry iba a empañar esas imágenes, tirarlas, quitarle las únicas dos cosas que le habían importado, y todo porque no se había colado más despacio o largado más rápido y eso no era justo.
 
 
—¡Shhh! —dijo Harry, desesperadamente, mirando hacia la pequeña ventana que tenían encima de la cabeza. Con un poco de suerte, los señores Patio-lateral ya se habrían ido a trabajar, pero uno nunca sabía.
 
—¡No me lo puedes quitar! –Louis medio farfulló—. ¡Joder, Harry…tú…el baloncesto…es todo lo que tengo! –Lo que había querido decir era “tú y el juego”, pero no estaba seguro de si Harry había oído esa parte.
 
—¡Pero…tu cara, Louis! ¡Joder, tú cara, tío! ¿Es que la has visto?
 
Louis se alzó de hombros, tratando de ignorar las lágrimas que le caían en los cristales.
 
—De todos modos, tampoco era bonita. –Musitó.
 
—Cállate —dijo Harry con brusquedad y su cara se puso aún más roja. Louis vio maravillado cómo, en medio de todo lo que estaban haciendo en el patio lateral de ese desconocido, Harry Styles se ruborizaba.
 
Entre ellos se produjo un silencio violento, ruboroso y confuso y Louis apartó la vista. Se sorprendió cuando Harry extendió la mano y con dos dedos volvió a girarle la cara, forzándole a mirarlo.
 
—Ahora quítate las gafas –le ordenó. Louis suspiró y lo hizo, porque él podría seguir a Harry hasta el infierno.
 
 Le rozó con el pulgar la mejilla destrozada y Louis a punto de soltarle “¡Quítate!” o algo igual de macho, levantó la mano para alejar a Harry.
 
Sin embargo, no fue eso lo que pasó. Lo que hizo fue atrapar la mano de Harry, su mano empezó a temblar y luego…luego…miró a Harry fijamente y los dos se quedaron helados, la mano de Harry apoyada en su cara lastimada y la suya ahí, quieta.
 
—No soy guapo –susurró, incapaz de dejarlo. Sabía que no lo era. Tenía los pómulos altos, eslavos, una mandíbula demasiado larga y la frente amplia. A los quince años, se tenía que afeitar todas las mañanas o por la tarde ya tendría asomo de barba; tenía una mata de pelo en el centro, entre los pezones y una línea que iba desde el ombligo hacia abajo, por dentro de los vaqueros. En más de una ocasión, pensó que podía quedar bien en una de esas historietas de hombres de las cavernas;
todo lo que tenía que hacer era doblar la espalda y llevar un garrote. Pero Harry no lo estaba mirando de esa forma. En absoluto.
 
—Tú eres mi amigo –le susurró y levantó la otra mano para frotarle el labio inferior con el pulgar—, y eso te hace bello.
 
Se quedaron allí, transfigurados, hasta que escucharon voces provenientes de la calle. Los chicos responsables de que Louis corriera a buscar un sitio privado por fin habían llegado, caminando desganados y pasando por donde estaban ellos, hablando en voz alta.
 
Louis y Harry se quedaron helados, mirándose con miedo a ser descubiertos y preguntándose qué era lo que estaban haciendo para ser descubiertos. Harry hizo el primer movimiento, quizá porque sabía que Louis no pelearía con personas tan cerca. Quizá era por la forma que Louis lo miraba a los ojos, con asombro, esperanza y terror, todo a la vez. A lo largo de los años que siguieron, Louis nunca le había preguntado por qué había hecho eso, por miedo a que la respuesta fuera que había sido por un capricho, o un juego, o porque sí. Hubiera sido demasiado cruel si el momento más mágico de su vida hubiera pasado porque sí.
 
Despacio, Harry se puso de puntillas y bajó la cabeza de Louis para darle un beso.
Al principio, no fue nada. Apenas un roce de labios. Louis nunca había besado a una chica y que supiera, Harry tampoco, así que al principio solo fue probar el aliento del otro mientras era suficiente frotar los labios. Luego, Harry apretó un poco más y Louis abrió los labios para dejar que le metiera la lengua con suavidad, lamiéndole el interior de la boca hasta que no le quedó otra opción. Abrió la boca por completo y dejó entrar a Harry.
 
Y Harry, quince centímetros más bajo, gruñó y lo empujó contra el estuco dorado de la casa (estaría quitando el polvo de ese estuco amarillo pálido de la sudadera todo el día). Louis tenía el interior de la boca tierno y dolorido y Harry era inexperto. Fue una incursión patosa con una lengua entusiasta la que le hizo dar un quejido y Harry se retiró, con aspecto jubiloso y temeroso.
 
—Tú…¿no quieres?
 
El pecho de Louis subía y bajaba, tenía las manos temblorosas y, sin querer, las apretó aún más sobre la de Harry.
 
—Quiero –murmuró, asombrado. Su vida había sido un constante correr. Correr, encontrar un cobijo y comida. Lavarse los dientes había sido un desafío. Lavar la ropa una prioridad difícil.
 
Ducharse era una cuestión de sigilo y estrategia.
 
En medio de todo eso, no había escuchado las otras prioridades de su cuerpo. Seguía a Harry porque tenía que hacerlo, porque Harry representaba luz y amabilidad y Louis lo ansiaba. Nunca había pensado que el cuerpo de Harry –su cuerpo de hombre— sería otra cosa más para ansiar.
 
La sonrisa de Harry fue cegadora.
 
—¿Quieres? ¿Me quieres a mí? Es –se ruborizó—quiero decir, ya sabes, eso quiere decir que somos… ya sabes…
 
Sí, Louis lo sabía. Conocía la palabra normal y las de la calle. Conocía la palabra que utilizarían los profesores y la que podrían usar los estudiantes. Pero ninguna de esas palabras importaba, ni la de los políticos, tampoco el hecho de provocar que los etiquetaran, si alguien se enteraba. Lo único que importaba era Harry.
 
—Harry—dijo, ordenando sus pensamientos, sus latidos desenfrenados, la dolorosa hinchazón de su entrepierna—, ¿lo entiendes, verdad? Una casa de acogida significaría tener que irme.
 
Harry se llevó la mano temblorosa a la boca, la misma mano que había estado sosteniendo la barbilla de Louis y sacudió la cabeza.
 
—Ayy…Louis, Jesús. Tú… no puedes ir…no si —los ojos se le empezaron a llenar de lágrimas y Louis, al fin, dejó caer su mano apretada a un costado y secó las lágrimas de Harry con el pulgar de la otra.
 
—Puedo hacer cualquier cosa que signifique no tener que dejarte —dijo con sinceridad—. Si puedo jugar al baloncesto, todo irá bien.
 
Harry le dirigió una mirada rebelde y furiosa y Louis la reconoció. Era la que dedicaba a sus padres cuando le decían que si no subía las notas de matemáticas, debería dejar el equipo. Se la mostró a la idiota de la profesora de Historia Universal (muuucho menos enrollada que el entrenador el año anterior) cuando comentó que los vaqueros de Louis
 
estaban rotos y gastados. Se la había mostrado a los chicos en el almuerzo, cuando le habían sugerido (sin mucha sutileza) que quizá querría dejar de acompañar al chico pobre, cuando ellos tenían fiestas mejores a las que ir.
 
—Pero tampoco puedes vivir allí —dijo con determinación y Louis lo miró, indefenso. Era posible que los padres de Harry pudieran dejarle dormir en su sofá para siempre, pero él no quería eso. Harry…Harry, en cierto modo, lo respetaba. Louis no quería ser una especie de cosa inservible, una sanguijuela que chupaba de la familia de Harry. El sentido que tenía de ese tipo de cosas era confuso —solo tenía dos puntos de referencia. Estaba la suciedad y la escasez de su casa y la dulzura y el confort de la de Harry. Los adultos de esa casa trabajaban en equipo. Allí, los adultos proveían. Louis no se daba cuenta de que apenas tenía quince años. Solo sabía que si alguna vez iba a…estar con Harry, entonces no quería ser un parásito, un estorbo ni un caso de caridad.
 
Quería ser un compañero.
 
—Un apartamento —dijo resplandeciente—. Bueno…podemos falsificar un carnet de identidad o algo por el estilo. Puedo conseguir un apartamento. Ella…ella no sabrá dónde estoy. No le importará. Yo…yo solo –Harry lo miraba con ojos grandes y brillantes, como si pensara que lo que decía tuviera sentido, como si pensara que podía cambiar el eje de la tierra con algunos deseos.
 
—Solo necesito poder jugar —dijo indefenso y la mirada de Harry pareció… un poco turbia, se volvió cariñosa y Louis supo que acababa de decir la cosa equivocada, pero no podía encontrar la correcta.
 
—Podemos hacer eso —dijo Harry asintiendo y Louis se volvió muy consciente de que estaban apoyados contra la casa de un extraño, con los cuerpos pegados y las manos entrelazadas como amantes.
 
—Podemos –Oh, Dios, odiaba pedir—. Tenemos que irnos, pero podemos –lo necesitaba. Los labios de Harry estaban hinchados y sabían tan…tan bien. Tan cálidos y brillantes. Quería probarlos otra vez, asegurarse de que no había sido un sueño febril, un espejismo urdido en la desesperación mientras se acurrucaba debajo de las escaleras, al lado de la secadora.
 
La boca de Harry estaba de nuevo en la suya y él le soltó la mano, envolvió el cuerpo más pequeño y delgado y atrajo a su amigo, su salvador, hondo hacia cualquier refugio que le pudiera ofrecer. No me dejes, Harry. No permitas que te deje. Necesito esto. Te necesito. Haré lo que sea, tiraré del mundo, dejaré la casa de mi madre, buscaré un apartamento, aprobaré todas las asignaturas, cualquier cosa, solo quédate aquí, justo aquí, para siempre.
 
Dios…oh Dios…oh Dios…su sabor era tan dulce.
 
Retrocedieron jadeantes y de repente, las manos de Harry le alisaron la camisa y le secaron las comisuras de la boca y Louis se encontró haciendo lo mismo. Necesitaban enderezarse, pensó aturdido. Los estudiantes no podían saber que sus dos estrellas de baloncesto estaban intercambiando saliva, ¿verdad que no? Oh, Dios. No podía enterarse nadie.
 
Harry lo miraba mientras retrocedía: parecía un poco avergonzado, pero pícaro y maravilloso y Louis quería decírselo a todo el mundo.
 
—¿No me dejes, de acuerdo? –dijo, sin poder evitarlo.
 
—Muy bien, grandullón –Harry parecía perplejo—. Pensaba que el tema era que tú no podrías dejarme, ¿no?
 
Louis se alzó de hombros y rozó los labios de Harry con el pulgar.
 
—De cualquiera de las maneras, sería malo.
 
Harry asintió, agarró su mano y lo soltó.
 
—Entendido. Estamos juntos. Está bien. Aunque vamos a llegar tarde, ¿sabes? Esta mañana tenemos que pasar esa prueba de álgebra.
 
Louis afirmó con la cabeza y ambos escucharon con cuidado antes de dirigirse hasta el borde que separaba el seto de la calle. Louis salió primero, miró alrededor y dijo:
 
—Vamos, no hay nadie.
 

Harry también dio la vuelta a la esquina, los dos se colgaron las mochilas al hombro y salieron corriendo, tratando de llegar al colegio antes que los demás.
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Mensaje por Rebeca. Lun 14 Abr 2014, 1:52 am

¡Ay mierda!
Apenas empezó y ya sentía unas inmensas ganas de chillar :C
Mi pobre Lou, me dio tanta cólera todo lo que sufrió por esos malditos hijos de puta D:
No se que decirte, tan solo que el beso fue hermoso, ay¡
Bueno, siguela cuando puedas.


Rebe se despide.
Rebeca.
Rebeca.


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Mensaje por Invitado Vie 18 Abr 2014, 12:51 am

Yo no debería llorar desde el principio, pero obvio que lo hago.
La vida de Louis era una absoluta porquería, pero llego Harry y se convirtió en algo tan importante. 
Y eran tan jóvenes cuando todo empezó, fue muy lindo.
Seguila pronto por favor, bye!
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Mensaje por ElectricBlue13 Lun 21 Abr 2014, 8:03 pm

OH GODDAMN! DFHJKFHSKKH EL FLASHBACK DE LOUIS QUE TERNURA,ME QUIERO MORIR,ya me calme,Louis pobre bby,la madre es una hdp y peor el noviecito.Ya se quieren ir a vivir juntos y tienen 15 años dios,que lindos!
seguila,Liz!
ElectricBlue13
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Mensaje por Invitado Miér 23 Abr 2014, 10:01 pm

Rebeca. escribió:¡Ay mierda!
Apenas empezó y ya sentía unas inmensas ganas de chillar :C
Mi pobre Lou, me dio tanta cólera todo lo que sufrió por esos malditos hijos de puta D:
No se que decirte, tan solo que el beso fue hermoso, ay¡
Bueno, siguela cuando puedas.


Rebe se despide.
Esta bien linda esta fic!
Lou tuvo una vida de mierda.
Si, el beso es bien lindo y tierno!:)
Muchas gracias por leerlo!
Saludos!
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