Re: Un soldado mas. (larry Stylinson) Terminada

por Invitado Miér 16 Abr 2014, 10:29 pm

Las siguientes dos noches fueron iguales. Eddy parecía adorar el añadido de ansiedad al saber que estábamos en público con sólo la oscuridad de la noche para escondernos. Era divertido. Había pasado mucho tiempo desde que había hecho algo tan arriesgado. Él me hacía sentir más joven que los treinta y cinco años que tenía. Pero a la tercera noche me preguntó nerviosamente si podíamos ir a mi apartamento.

—Por supuesto,— le dije, y me siguió en silencio escaleras arriba hasta mi puerta, y hasta mi habitación, donde ambos nos quitamos los bañadores. Él estaba completamente erecto, pero ahora que volvíamos a tener luz, se veía nervioso. —¿Qué ocurre?— le pregunté.

No respondió. Me cogió con fuerza, empujándome sobre la cama, frotándose contra mí. —Will,— gimió, sonando frenético y desesperado.

— Quiero...— sus palabras murieron en su garganta. Sus ojos contenían una pregunta que no podía expresar con palabras, esperanzado pero reacio a pedir tal cosa en voz alta.

—Sé lo que quieres,— le dije.

Hice que rodáramos de manera que yo estuviese encima, y cogí la

Vaselina de donde descansaba en mi mesita de noche. Cogí una cantidad generosa con los dedos y llevé la mano hacia atrás para prepararme. Él me observó con unos ojos enormes.

—No tienes que hacerlo,— dijo en voz baja.

Reí. —No te preocupes, niño. Lo he hecho antes, ya sabes.— Me miró un poco enfadado, no estuve seguro de si por ser llamado niño o por haberle recordado que no era mi primera vez. No me preocupé. Tenía la sensación de que no estaría enfadado por mucho tiempo.

Me coloqué en posición, usando la mano para sostenerle en su sitio contra mi anillo. Por todo su rostro había una anticipación ansiosa, y su respiración era irregular. —No creerás lo bien que se siente,— le dije, y antes de que pudiera responder bajé lentamente sobre él, observando su cara todo el tiempo. Era un afrodisíaco sorprendente, ver cómo le inundaba el placer.

Los ojos de Eddy se cerraron lentamente y con suavidad. Su respiración se detuvo por un momento, y entonces gimió, arqueando la espalda y empujando más profundamente dentro de mí. —Oh Dios, Will,— dijo en voz baja, y me agarró con fuerza los muslos, hundiendo los dedos en la carne por encima de mi rodilla.

Me alcé, dejando que se deslizara fuera casi por completo antes de volver a bajar de nuevo sobre él. Esta vez sus manos se movieron más arriba, hasta mis caderas. Cuando volví a levantarme tiró de mí hacia abajo, alzando las caderas hacia mí al mismo tiempo.

—¿Quieres estar encima?— pregunté, y sus ojos se abrieron de golpe por la sorpresa. Me miró durante un momento, pareciendo considerarlo, pero después negó muy ligeramente con la cabeza. —¿Quieres ponerte detrás?— El mismo segundo de duda, pero esta vez Eddy asintió.

Rodé para quitarme de encima y me coloqué sobre las manos y las rodillas, y él se puso en posición detrás de mí. No pasó nada. Esperaba que me cogiera, que empujara dentro de mí... Algo. Pero cuando miré hacia atrás, comprendí que todavía estaba inseguro de qué hacer. Era un poco incómodo, pero fui capaz de llevar una mano hacia atrás y ponerlo en su lugar. Empujé contra él y su cabeza se deslizó dentro de mí.

Gimió, cogiéndome finalmente por las caderas y enterrándose profundamente. Y entonces se quedó petrificado. —Tengo miedo de hacerte daño,— siseó, y aunque no podía verle, podía jurar que tenía la mandíbula apretada mientras luchaba contra lo que deseaba pero pensaba que no debía tomar.

—No lo harás,— le tranquilicé. Alcé las manos para poder cogerme del cabecero de la cama. —Adelante, Edward,— dije. —Tan fuerte como quieras.

Hubo otro segundo de duda, pero después comenzó a moverse por fin.

Al principio se movió con lentitud. Fuera y dentro un par de veces mientras encontraba su ritmo. Y entonces gruñó, un sonido ronco y bajo. —Oh dios, Will,— dijo. Y en un parpadeo simplemente se desató, cogiéndome con fuerza por las caderas y empujando en mí una y otra vez. Me afiancé con una mano y usé la otra para acariciar mi propia erección. Nuestras tardes en la piscina habían sido divertidas e íntimas. Esto era algo diferente por completo, algo completamente fundamental, y estaba tan perdido en ello como él, sin pensar en absoluto. Sólo esa sensación urgente de dolor y placer, una encima de la otra, parte de la otra, ninguna suficiente como para eliminar la otra. Ni siquiera sabía cuál era cuál, pero ambas me empujaban más lejos, me llevaban más alto.

—Edward,— grité, y me corrí con fuerza. Cuando me tensé a su alrededor él también se corrió, gritando lo suficiente alto como para que me medio preocupase de que lo oyesen los vecinos. Todavía estaba temblando cuando salió de mí y se dejó caer sobre la espalda a mi lado. Había una capa de sudor sobre su bronceado y respiraba con fuerza. La sonrisa de su rostro era suficiente para iluminar toda la habitación.

—Oh por el jodido Dios, eso ha sido increíble,— dijo asombrado.

Reí. —Y lo dice el chico que no tiene que lavar las sábanas,— bromeé.

Se estiró mientras reía entre dientes, suspirando con felicidad, y entonces me sorprendió preguntando: —¿Puedo dormir aquí esta noche?

—¿No se preguntará tu madre dónde estás?

Se encogió de hombros. —Puede que se lo pregunte pero no se preocupará. Cree que me estoy viendo con alguien.

—Te estás viendo con alguien,— dije a la ligera.

Eddy rió de nuevo. —Cierto. Pero no le diré con quién. No todavía, de cualquier modo.

Miré en su dirección, alarmado. —¿Qué quieres decir con “no todavía”?

—Quiero decir que no todavía.— Se encogió de hombros. —No quiero decírselo ahora. Perdería los papeles, y si no vuelvo a casa...

—¡No digas eso!

—No quiero que su recuerdo de mi se arruine. Pero si vuelvo a casa...

—¿Qué?— le incité.

—No me pasaré la vida escondiéndome Will.— No como tú. No dijo las últimas tres palabras, pero las oí de todos modos.

—¿Qué más puedes hacer?

—Vivir mi vida.

Negué con la cabeza. —No es tan sencillo.

—¿Por qué no? Si puedo afrontar un servicio a esa podrida jungla, entonces puedo afrontar lo que sea que necesite cuando vuelva...

—A la gente no le gusta, Eddy. Dicen que es un pecado...

—Sé lo que dicen. Pero hay lugares a donde podemos ir, Will, donde está más aceptado. Como San Francisco, y Los Ángeles.— Ahora estaba excitado, y podía ver que había estado pensando mucho en ello. —El incidente de la Taberna Gato Negro realmente hizo que la gente hablase. Y después está Stonewall. El Frente de Liberación Gay se ha extendido más allá de Nueva York. Hubo un artículo en Time Magazine el pasado octubre instando a una mayor tolerancia...

—También dijo que la homosexualidad era una “inadpatación incapacitante”,— salté.

Eddy suspiró con frustración. —Trabajé con un chico negro en el rancho.

Siempre estaba hablando sobre una “guerra racial”. Bien, nuestra gente también está librando una guerra, Will. Hay hombres como nosotros viviendo sus vidas al descubierto. Sin esconderse para nada. Para uno de ellos es un soldado en nuestra guerra. Cuando vuelva a casa, tampoco voy a esconderme más. Voy a luchar.

—¿Luchar contra quién?— le pregunté con exasperación, pero pareció desconcertado.

—Contra todos.

—¿Por qué?

—Por la verdad,— dijo, como si fuera la cosa más obvia del mundo.

—Creo que estás chiflado.

—Quizás,— dijo, —pero no me importa. Cuando vuelva a casa de Vietnam, voy a ir a San Francisco. Nuestra gente en California va a tener un soldado más.

* * * * *

Cada mañana cuando me levantaba, el primer sonido que sentía era su respiración al otro lado de la cama, y sonreía. Y un latido más tarde comprendía que no podía durar.

—Siete días más,— dije para mí mismo cuando me desperté el domingo siguiente. Un nudo de terror se formó en mi estómago.

Eddy estaba al otro lado de la cama, todavía dormido. Se veía más joven cuando dormía, y empecé a tener una persistente sensación de culpabilidad. La empujé a un lado con enfado. Tenía dieciocho años. Eso era lo que él quería.

En siete días, el Ejército de EE.UU. se lo llevaría.

Odiaba a todo el jodido mundo por ello.

Estiré el pie en su dirección y le golpeé suavemente. —Eddy, son casi las

nueve.

—Oh mierda,— gimió, girando sobre su espalda y estirándose. —Tengo que ir a casa.

—Lo sé.

La madre de Eddy no hizo muchas preguntas. Después de la primera vez que pasó la noche conmigo, me dijo que ella le había comentado que tenía derecho a “pasarlo bien” mientras pudiese. Aún así, él trataba de pasar tiempo con ella durante el día. Después de todo, también la dejaría a ella.

En siete días.

Finalmente se arrastró fuera de la cama y se vistió. Dudó ante la puerta del dormitorio. —Te veré esta noche, ¿verdad?

—Por supuesto,— dije, y sonrió.

Siete días más.

* * * * *

Esa noche, fuimos a por nuestro baño habitual. Jugamos como niños mientras el sol se ponía, y una vez que estuvo oscuro, me inmovilizó contra el borde de la piscina, con las piernas enlazadas a mí alrededor mientras me besaba. Moví las manos bajando por su espalda, bajo la cintura de su bañador, agarrando el firme culo mientras se frotaba contra mí. Siempre le dejaba a él decidir si terminábamos así, o en mi apartamento. O ambos.

Esa noche, me susurró a la oreja con voz ronca: —Vayamos arriba.

Una vez en mi habitación, se quitó el traje de baño y se tumbó sobre la espalda del modo en que lo había hecho la primera noche, con las rodillas dobladas y los pies planos sobre la cama. Su piel estaba bronceada y los músculos pronunciaban su joven figura. Su polla erecta descansaba en los densos rizos castaños, y bajo ellos, la base de su hombría parecía señalar hacia abajo como una flecha, atrayendo mi mirada más abajo entre sus nalgas, insinuando lo que podía ver a duras penas debajo.

—Jesús, Eddy,— susurré. —Eres increíble.

—¿Qué quieres decir?— preguntó inocentemente, y todo lo que pude hacer fue sacudir la cabeza.

Me subí a la cama, entre sus piernas, y él las abrió más para mí. Hasta esa noche sólo habían sido mamadas y masturbaciones, y él follándome. Pero esa noche esperaba mostrarle más.

Olía a cloro, pero su esencia densa y almizcleña también estaba ahí. Por entonces era muy familiar. Puse la lengua en su perineo y lamí desde ahí hasta la cabeza de su polla. Me cogió la cabeza cuando alcancé el final, tratando de empujar en mi boca, pero me aparté. —No esta noche,— le provoqué.

—Lo haré para ti, si quieres,— dijo. Nunca era directo y decía exactamente lo que quería decir, pero lo entendí. Se estaba ofreciendo a hacerme una mamada en su lugar.

—No esta noche,— repetí, y la mirada de confusión de su rostro no tuvo precio.

Volví a bajar entre sus piernas, lamiendo y succionando el perineo.

Empujé la parte de atrás de sus muslos, levantando su trasero hacia mí sólo un poco. Moviéndome un poco más abajo, pasé la lengua sobre la suave piel sin vello, y después la deslicé más allá, a lo que esperaba debajo.

Le sentí estremecerse cuando mi lengua tocó su anillo. Una respuesta tan instintiva cuando no estás acostumbrado a que te toquen ahí. Sonreí. — Relájate,— dije en voz baja. —Esto te va a gustar.

Puse la lengua de nuevo en su anillo y lo rodeé muy suavemente, una y otra vez. Lentamente, sentí como sus músculos se relajaban y oí como su respiración empezaba a cambiar. Usé las manos para separarle las nalgas e incrementar la presión, empujando un poco contra él, y gimió suavemente. No estaba seguro sobre otros tipos, pero sabía que para mí el borde más cercano a la parte de delante era el punto más sensible, de manera que me concentré en él, pasando la lengua sobre él una y otra vez. Se relajó del todo, empujando hacia mí. Dejé que la lengua le penetrase, sólo a duras penas, y jadeó de sorpresa. Pero no se tensó. Eddy dejó escapar el aire de repente, y entonces sus piernas se abrieron más. Puso las manos bajo sus propias rodillas y las sostuvo, dándome mucho mejor acceso.

Que aprendiz tan rápido.

Empujé la lengua más profundo dentro de él, y gimió de nuevo.

—Oh dios, Will,— susurró, y empujó hacia mí, permitiéndome llegar un poco más profundo. Soltó una de las rodillas para coger su propia polla, pero le aparté la mano.

—Acércame la Vaselina.— Eddy se quedó inmóvil, viéndose asustado, y le golpeé el costado jugando. —Confía en mí,— dije, y empezó a respirar de nuevo. Me tendió el bote, y volví a lamerle, provocándole y empujando la lengua dentro hasta que dejó de preocuparse sobre lo que estaba planeando hacer y empezó a disfrutarlo de nuevo. Estaba jadeando con fuerza, empujando hacia mí, gimiendo suavemente. Trató de volver a coger su polla, pero de nuevo le aparté la mano.

—¡Will!— siseó, frustrado.

Reí. —Pronto,— le dije mientras me ponía algo de Vaselina en los dedos.

Mi saliva podía haber sido suficiente, pero quería estar seguro. Lo último que quería en el mundo era herirlo.

Puse el dedo, resbaladizo, contra su agujero, aplicando sólo el grado mínimo de presión. Arqueó la espalda, gimiendo desde las profundidades del pecho. Esperaba tener que ir muy lentamente, pero parecía que él tenía otra idea en mente. Alcanzó el cabezal de la cama y empujó, y toda la longitud de mi dedo se deslizó dentro de él mucho más pronto de lo que había esperado.

Gimió de nuevo, y sus músculos se tensaron instintivamente alrededor de mi dedo. Esperé con paciencia, acariciándole el muslo con la mano libre. Pasaron sólo uno o dos latidos y entonces se relajó con un suspiro.

Empecé a moverlo lentamente, deslizando el dedo dentro y fuera. Pasé la lengua sobre la cabeza de su polla mientras lo hacía, sin succionarle del todo, sólo probando las gotas saladas que se formaban, provocándole mientras dejaba que la anticipación creciese. Bajé la lengua por su hombría, por encima de su escroto, y después succioné un testículo dentro de mi boca. El timbre de sus gemidos se profundizó mientras lo hacía rodar con cuidado con la lengua.

Me desplacé al otro, lamiendo y succionando como había hecho con el primero, y mi dedo siguió moviéndose lentamente dentro y fuera. Volví a la cabeza de su polla, pasando la lengua sobre la hendidura pero negándome todavía a dejar que empujase en mi boca. Gimoteó un poco y alcé la vista hacia él, el dedo todavía moviéndose dentro.

—¡Oh dios, Will!— gritó con desesperación, y supe que estaba cerca.

Saqué el dedo, y gimió, esta vez de frustración. Cuando volví a empujar dentro de él usé dos dedos, deslizándolos dentro lentamente mientras succionaba su polla profundamente con la boca. Cuando mis labios descendieron por su hombría, sus manos me agarraron la cabeza y los dedos se enredaron en el cabello. Le sentí empezar a tensarse, de manera que alcancé ese último trozo con mis dedos, empujando contra el punto secreto de su interior.

Era imposible que los vecinos no le oyesen aquella vez. Gritó, un grito irregular y desgarrado, en parte sorpresa y en parte alivio mientras se le empujaba más allá del borde, sacudiéndose contra mí, su gruesa hombría teniendo espasmos entre mis dedos mientras tragaba una y otra vez hasta que al final cayó hacia atrás, jadeando.

—Santa madre de Dios, ¿qué ha sido eso?— dijo entre respiraciones entrecortadas.

Tuve que reír. Su sorpresa ante todas las cosas sexuales hacía que cada acto me resultase divertido de un modo que no había experimentado en mucho tiempo. Estaba empezando a pensar que debía buscar a vírgenes más a menudo. —Genial, ¿uh?— pregunté.

—“Genial” ni siquiera empieza a describirlo,— dijo.

Me moví y me tumbé a su lado, y él deslizó la mano a través de la cama hasta dejarla ligeramente sobre mi cadera.

—¿Qué hay de ti, Will?— preguntó.

—Estoy bien,— le dije, y era verdad. Había pasado la mayor parte de mi vida adulta feliz si podía ser afortunado una vez a la semana. Nosotros teníamos una media de dos veces al día. Tenía absolutamente cero quejas.

Suspiró felizmente y se estiró, y después se giró sobre el costado para mirarme. —Está bien si me quedo por la noche, ¿verdad?

—Por supuesto.— Era sorprendente lo rápido que me había acostumbrado a despertarme con él a mi lado en la cama. Deseaba que pudiéramos seguir así para siempre. Deseaba poder mantenerlo allí, esconderlo, mantenerlo a salvo.

—Eddy,— dije, y las palabras salieron de mi boca antes incluso de que me diese cuenta, —podemos ir a Canadá.

—No.

—Nos podemos ir esta noche...

—No.

—Iré contigo si quieres, o puedes coger sólo mi coche...

—No,— dijo esta vez con más énfasis. —No voy a huir.

Suspiré, porque era lo que esperaba. Eddy no era del tipo que se escondía.

—Está bien.

—Podrías venir conmigo a California.

—¿Qué haría allí?— pregunté, y rió.

—Los coches también se estropean en San Francisco, ya sabes.

Realmente no estaba seguro de qué decir. Me ajusté al: —Ya veremos.

Nos dormimos lado a lado. Seis días más.

* * * * *

La madre de Eddy se había tomado la pasada semana libre del trabajo.

Él pasaba los días con ella mientras yo trabajaba, pero una vez que llegaba a casa, me pertenecía. Era viernes por la noche y acabábamos de salir de la piscina, aterrizando en mi cama. Empecé a bajar sobre él, pero me detuvo. — Will,— dijo, dubitativo, —quiero...

Sus palabras se desvanecieron, pero estaba en sus ojos. La anticipación nerviosa que yo había estado esperando. —Sé lo que quieres.

Fui lentamente, sosteniéndole y besándolo, usando los dedos para prepararlo, y finalmente, empujando suavemente contra él. Sus ojos se cerraron con fuerza, y me detuve, sin querer herirle. —Edward,— dije suavemente, —mírame.— Lo hizo. Abrió los ojos y miró los míos. —Me detendré si quieres,— dije, pero sacudió la cabeza.

—¡No!

Mirando dentro de sus ojos verdes, no vi nada excepto confianza férrea.

Tocó algo profundo dentro de mí. —Te quiero,— dije de repente, sorprendiéndome incluso a mí. ¿Era verdad? No lo sabía. Nunca antes había estado enamorado, y no estaba seguro de fuera eso lo que pasaba. Pero sabía que no quería que se marchase. Sabía que el pensamiento de él en alguna jungla al otro lado del mundo era más de lo que podía soportar.

—Yo también te quiero,— dijo. Y entonces me sujetó por la nuca y tiró de mi hacia abajo, besándome con fuerza. Y mientras lo hacía, empujó contra mí, hacia abajo, y me deslicé fácilmente por completo dentro de él. Nos balanceamos juntos, las piernas entrelazadas, nuestras respiraciones mezclándose.

Fue el momento más perfecto de mi vida.

Sólo dos días más.

* * * * *

El domingo por la noche fue lo más duro. Eddy se iría a la mañana siguiente. Su madre le llevaría a la estación de tren. Una parte de mí quería ir con ellos, pero sabía que eso sólo lo haría más duro todavía. Su madre estaría allí, llorando y mirándonos. Tendríamos que pretender que no había nada inusual entre nosotros. No quería que nuestros últimos momentos juntos fueran una mentira. En su lugar él saldría por mi puerta a las siete a.m. y si todo iba bien, le vería dentro de dieciocho meses.

Si iba mal...

Me negué a pensar en eso.

Hicimos el amor, y no hubo duda de que eso es lo que era. Incluso si no lo había sido en las anteriores ocasiones. Fue lento y desesperado y desgarrador, todo al mismo tiempo. Quería decirle de nuevo que le amaba, pero no pude.

Sintiéndole entre mis brazos, su piel resbaladiza contra la mía por el calor de Houston, sus gritos irregulares sonando como un eco en mis oídos, me sentía como si mi misma alma estuviera muriendo. No podía soportar dejarle ir.

Cuando terminamos, se agarró a mí como nunca antes lo había hecho, y le sentí temblar. Sentí las lágrimas en sus mejillas. —Will,— susurró, —estoy tan asustado.

—Lo sé,— dije, luchando contra mis propias lágrimas. Quería ser fuerte por él. —Está bien estar asustado,— le dije. —Pero estarás bien.

—Prométeme que vendrás conmigo,— dijo. —Prométeme que si vuelvo a casa...

—¡Volverás!

—...vendrás conmigo a San Francisco.

—Pasemos sólo esto, Eddy.

—¡Prométemelo!

—Lo prometo,— dije, sin saber si era verdad o no. No era valiente como él, ni fuerte. No estaba seguro de que pudiese hacerlo. Pero eso no importaba, para cuando volviese a casa de todos modos ya no me desearía. Lo que importaba era ayudarle a pasar ese momento. —Lo prometo.— Lloró en mis brazos, temblando por la fuerza de los sollozos.

En ese momento, el hombre al que amaba se convirtió de nuevo en el niño que había sido una vez.

Le sostuve prietamente, lamentando en silencio la pérdida de ambos.

* * * * *

Ocurrió a los seis meses de su servicio.

Nos las arreglamos para seguir en contacto durante su entrenamiento, y incluso después de que fuese desplegado recibí una carta ocasional. Pero entonces llegó el día en que alguien llamó a mi puerta. Y cuando la abrí, su madre. Su rostro estaba húmedo de lágrimas, los ojos llenos de dolor, y todo mi mundo cayó en pedazos a mí alrededor.

El funeral fue lo peor. Odié las armas. Las armas me lo habían arrebatado, ¿por qué tenían que dispararlas en su funeral? También había protestantes.

Detestaban la guerra en la que él nunca quiso luchar, y no sabían nada sobre la que él hacía. Les odie por pensar que sabían nada en absoluto. Edward era mejor que ninguno de ellos. Y se había ido.

Me senté en la parte de atrás durante el servicio de la iglesia, observando a su familia en la parte de delante. Les vi doblar la bandera y tendérsela de manera reverencial a su madre. “Yo debería estar ahí,” pensé con egoísmo para mí mismo. “Yo también le amaba.”

Más tarde, su madre me agradeció el haber ido. —Eras como un hermano para él,— dijo, como si eso fuera una consolación. Y otra vez mi corazón se rompió dentro de mi pecho.

Quería gritarle al mundo que no era su hermano, no era sólo su amigo.

Le había observado y ayudado y enseñado. Le había sostenido y le había amado.

Y le había conocido como nadie más lo había hecho.

Ni lo haría nunca.

¿Por qué debía tener que esconderlo? ¿Por qué tenía que mentir?

Jamás en mi vida había llorado del modo en que lo hice esa noche.

Maldije a Dios, al ejército, a los Viet Cong, y a todo lo demás en lo que pude pensar.

Nada de eso sirvió. Deseé ser valiente como él. Deseé ser fuerte. Deseé que pudiera marcar la diferencia.

Eddy me habría dicho cómo hacerlo. Incluso podría haber hecho que lo creyese.

Pensé en ello toda la noche, y cuando la mañana amaneció brumosa y brillante, con el calor de Houston filtrándose ya en cada grieta y esquina, tenía un plan. Eddy tenía razón. Los coches también se averían en San Francisco.

Ellos deberían tenerle a él, pero me obtendrán a mí en su lugar. Ya no me escondo más. Nuestra gente en Cali está a punto de tener un soldado más.

~ Fin~

................

Espero que les haya gustado:)

por Invitado Miér 16 Abr 2014, 10:32 pm

Rebeca. escribió:A la mierda todo :'C
JAJAJA Lou es tan impaciente xD
Se hablan... creí que iba a durar mas pero no.
El Harry ya se va :C
Siguela pronto.

Rebe se despide.

Oh, es una novela corta, no tiene mucha historia, pero es bonita:)
Espero que te guste!

por Invitado Jue 17 Abr 2014, 3:09 am

"Quería gritarle al mundo que no era su hermano, no era sólo su amigo.

Le había observado y ayudado y enseñado. Le había sostenido y le había amado.

Y le había conocido como nadie más lo había hecho.

Ni lo haría nunca."

Esto fue lo que yo catalogo como desgarrador. Sabia que iba a ser triste, pero no pensé que tanto. No paro de llorar desde que dijo que fue reclutado, pero con la ultima parte se desato el dolor real.
Lo perdió de una forma tan injusta, y se sintió como una perdida doble, perdió al pequeño Eddy que conoció hace 7 años atrás y al que vio crecer; y también perdió a Edward, su amante, ese hombre al que en poco tiempo llego a amar.
Pero aunque la muerte de Edward fue en vano, William se fue a San francisco para cumplir con ese proyecto de vida que Edward no pudo llegar a realizar, y es una forma muy linda de honrar su memoria.
Este fic fue hermoso a la par de triste, gracias por adaptarlo, aunque sufra me encanta leer tan buenas historias como esta.

por **MyKryptonitLarry** Sáb 19 Abr 2014, 12:32 pm

Puedo decir malas palabras?!
A la vg no jodas!!!!!!!!
Aparte usaste los nombres "william y edward" y eso es lo que mas me duele...
Puta madre joder!! Esto fue muy triste tengo un nudo en la garganta!! Su niño le amaba, su niño de la piscina, su niño el que el siempre ayudo y del que se enamoro murió!!! El ejército se lo llevo!! Ay joder puta madre esto es mucho para mi pobre corazón tenía la esperanza de que volviera
y dejame decirte que escuchar "thinking of you" no ayuda mucho en la depresión :'(
Bueno como sea, gracias por subirla fue dolorosamente hermosa...

por **ElectricBlue13** Dom 20 Abr 2014, 12:26 pm

Bueno este fic es una buena definicion para "sufrimiento",fue muy lindo y no me esperaba que terminara asi,pense que Ed iba volver,que se iban a ir a San Francisco.No cai en que habia muerto hasta el final mas o menos,pero me alegro que William vaya hacer su vida donde habia acordado hacerlo :c
Fui increible,las cosas que adaptas son maravillosas! Besos!

por **Inognito** Dom 20 Abr 2014, 12:27 pm

Hola ^^ estoy empezando a leer tu novela y *-* JAJAJAJA me gusta. Bueno... Y si no fuera molestia... ¿Te pasarías por mi novela pls? Es de Larry tambien ^^ http://www.wattpad.com/story/15191604-promesas-en-par%C3%ADs-larry (Esta en Wattpad, pero pronto lo pondré aquí) BUAJAJAJAJAJA Gracias jo y... SÍGUELA YA.

por **Inognito** Dom 20 Abr 2014, 12:27 pm

Hola ^^ estoy empezando a leer tu novela y *-* JAJAJAJA me gusta. Bueno... Y si no fuera molestia... ¿Te pasarías por mi novela pls? Es de Larry tambien ^^ http://www.wattpad.com/story/15191604-promesas-en-par%C3%ADs-larry (Esta en Wattpad, pero pronto lo pondré aquí) BUAJAJAJAJAJA Gracias jo...

por **danielabvb** Jue 24 Abr 2014, 5:23 pm

precioso!:)

por **louislaugh** Lun 17 Nov 2014, 3:04 pm

llore, me mataste a eddy mala persona

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