The Stepmom || NC

Ha pasado una semana desde el día en que me encontré con Harry. Una semana y yo no he dormido absolutamente nada. En lo único que he podido pensar es en esos ojos verdes mirándome.

He recordado todos los momentos que viví con él. Buenos y malos. Simplemente no puedo quitarlo de mi mente. Volver a verlo despertó en mí, sentimientos que hace mucho tiempo no sentía. Para ser exactos desde el momento en que nuestra relación terminó y él tuvo que  irse a estudiar a otro continente.

Nunca pensé que volvería a verlo. De verdad. Mi vida era tranquila hasta ese día. ¿Por qué simplemente no me quedé terminando el pastel? Hubiese sido mucho más fácil y no hubiera traído a mí estas ganas de volver a verlo. De volver a besarlo. De  volver a sentirlo.

Y quizás no hubiera tenido que usar a mi amigo con pilas.

--Maya, ¿estás bien?—Nina está sentada frente a mi diseñando un pastel para un loco amante del billar.

--Si, ¿Por qué no tendría que estarlo?—vuelvo a mi trabajo de batir los huevos. Con una mayor intensidad.

--No sé. Has estado como distraída toda esta semana. Como en otro mundo, ¿Segura que estás bien?—no, no lo estoy. No he dejado de pensar en aquel atractivo hombre que volvió para atormentar mi mente.

--Sí, estoy bien Nina—una mentira no le hace daño a nadie. Bueno, en realidad no es un mentira ya que estoy bien, es sólo que mi mente ha estado es otro lugar. En un lugar donde existen los hombres de cabello marrón y ojos verdes.

Mi celular suena en el momento en que Polly, una de las chicas que se encarga de las ventas entra en la sala donde Nina y yo estamos.

--Maya, hay un hombre que quiere ordenar un pastel—miro mi celular y la foto de mi hermano aparece en la pantalla.

--Nina, ¿puedes atenderlo? Tengo a Mitchell en el teléfono—Nina asiente y deslizo el dedo en la pantalla de mi celular—Maya aquí, ¿Quién allá?—sonrío

--Tu hombre preferido—sin duda alguna lo es. Mitchell aparte de mi hermano, ha sido mi mejor amigo desde el día en que pateo los traseros de los niños que me estaban molestando

--¿Qué pasa Mitch?—no es raro que reciba una llamada suya, pero una llamada en viernes a las 10 de la mañana solo puede significar una cosa

---Necesito que me des posada por un tiempo—oh no, no de nuevo

--Mitch, ¿volviste a conocer a una chica por internet?—su risa me llena el corazón. Amo escucharlo feliz.

--Claro que no Maya. Simplemente tengo ganas de ver a mi chica favorita—puedo escuchar su sonrisa. Si claro, su chica favorita mis cojones

--¿La que conociste en internet?—sonrío. Me encanta irritarlo

--No Maya, de verdad no conocí a ninguna chica—lo conozco tan bien, que sé que rodó los ojos—Tengo una entrevista de trabajo la próxima semana y decidí que quiero pasar un tiempo con mi hermana favorita

--Soy tu única hermana idiota—reímos—Sabes que mi casa es tu casa

--Entonces el lunes llegaré

--Está bien, te estaré esperando, te quiero Mitch—siempre se lo digo. Por más que a él le parezca cursi, no puedo dejar de expresarle todo el amor que le tengo.

--Yo también Maya, yo también. Nos vemos hermanita. Ah, por cierto, quiero tu cama—y sin más me cuelga. Niego divertida. Siempre me dice lo mismo pero nunca la obtiene, es mi cama, y por más que sea mi hermano y mi invitado no la obtendrá. Nunca.

--Maya, un señor quiere ordenar varios postres para el cumple años de su hijo, pero quiere que nosotras vayamos a servirlos—Nina entra a la cocina mientras se da aire con un cartón.

--¿Estás bien?—pregunto riendo. La temperatura del local es baja. Nunca tenemos calor

--Es tan atractivo Maya, que si realmente me viera con ojos de deseo me bajaría las bragas en ese mismo momento—Dios, no puedo creer que ella haya dicho eso. Suelto una carcajada y la sigo hacia el “Hombre-baja-bragas”

Realmente nunca he creído en las coincidencias o el destino, o cualquier tipo de esa mierda. Pero definitivamente no creo que él haya investigado acerca de mí. Harry Styles está parado frente a mí, igual de impresionado.

Y yo realmente creo que tuve que haber hecho algo muy malo en el pasado para que el maldito karma me joda de esta manera. Comienzo a tratar de recordar algo que haya hecho, pero nada. Mi expediente está realmente limpio.

Sus ojos se me clavan como dos cuchillas, creo que no está muy contento de verme. De nuevo. Me aclaro la garganta y trato de no hacer notar mi estado de ánimo.

--¿En qué le puedo ayudar?—limpio mis manos en mi delantal y tomo la libreta. No sé para qué pero creo que la necesitaré. Quizás para concentrarme en algo que no sea él. Y lo más importante, mantener mis manos lejos de él.

--Necesito de su servicio para el cumple años de mi hijo—mierda, está casado. ¿Por qué mierda nunca lo supe? Digo, mi padre es un gran amigo del suyo. ¿Por qué no me lo dijo? No es que me importe ni nada por el estilo pero, tenía derecho a saberlo ¿no? Digo, fue mi novio un largo tiempo.

--Claro, Nina lo ayudará—volteo hacia la aludida y me mira. Con un gesto le hago entender que simplemente no lo quiero atender y ella asiente.

--Venga conmigo señor, ¿tiene algunas ideas de lo que desea?—no puedo escuchar su respuesta porque literalmente corro al baño y tiro mi desayuno. 10 dólares tirados a la basura, en este caso al retrete.

Me digo a mi misma que tengo que tranquilizarme, es obvio que él se iba a casar. Es un hombre atractivo. Exitoso. No iba a esperar por mí, y mucho menos después de como terminaron las cosas entre nosotros. Sería una ilusa al pensar que él no dejó de pensar en mí todos estos años.

Él siguió con su vida, así como yo lo hice. Tengo que reconocer que no pensaba tanto en él. Obviamente hubo una época en que su nombre era en lo único en lo que podía pensar. Y lloraba todo el día por él, pero fui creciendo y comprendiendo que nunca más lo iba a tener. Me hice la idea. Pero ahora él regresa y vuelve a poner mi mente patas arriba.

Definitivamente yo no podré asistir a su evento. Al cumple años de su hijo. Tiene el descaro de venir y restregármelo en la cara. Es un cínico. Maldito desgraciado. Simio sin sentimientos. Hombre tenía que ser. Me gustaría hacer el pastel de su hijo con sus…

--Maya—Polly interrumpe mis perversos planes

--¿Qué pasa Polly?—entierro mi cabeza en mis manos y cuento hasta diez. Tengo que tranquilizarme.

--El señor con el que está Nina quiere hablar contigo—levanto mi cabeza rápidamente y frunzo en ceño. ¿Para qué me quiere ver?

--Enseguida voy—se marcha. Me recargo en el refrigerador y bajo hasta que mi cabeza descansa en mis piernas. Vaya jodido día. Otro viernes de mierda. Solía amar los viernes porque era el día en que se quedaba a dormir en mi casa ya que mis padres siempre salían a visitar a mis abuelos. Pero ahora, realmente los aborrezco.

Me pongo de pie. Respiro profundamente. Trueno mis dedos. Mi cuello y mi espalda. Voy al baño y me miro en el espejo. Para ser un día de mierda no me veo tan mal. Sujeto mi largo cabello en una cola de caballo y salgo dispuesta a encontrarme con Harry.

Lo veo sentado con una taza de café frente a él. Camino hacia la mesa donde se encuentra y me siento frente a él. Levanta la vista de su taza y me mira a los ojos. Hago el intento de no cerrarlos. Hago el intento de no desviar la mirada. Él no sabe lo que provoca en mi cuando me mira así. O quizás sí. Por eso lo hace.

--¿Querías hablar conmigo?— tomo un sobre de azúcar y comienzo a jugar con él.

--No sabía que este negocio era tuyo—su grave voz manda un mundo de sensaciones en mi piel.

--Si lo hubieses sabido, nunca hubieras entrado—adelanto sus próximas palabras. Hago una mueca de disgusto. Es realmente asqueroso ver que simplemente me sigue odiando.

--No te odio Maya—y al parecer lee mentes—Es sólo que, nunca pensé encontrarte de nuevo—bienvenido al club amigo

--Yo tampoco—murmuro

--Maya mírame—levanto mi mirada y sostengo la suya—Lo que pasó entre nosotros fue hace mucho tiempo. Te contrataré. No soy un inmaduro como para hacerte perder un trabajo simplemente porque fuiste mi novia

--No me importa Harry. No me importaría perderlo. Realmente no quiero saber nada de ti—su cara es un poema. No esperaba que eso viniera de mí—No quiero incomodar a tu esposa—bajo la mirada y me reprendo a mí misma. No debí de haber dicho eso

--No lo harás—claro que no, ella no sabrá que yo alguna vez estuve entre las sábanas de su marido. Asiento sin levantar la mirada. ¿Cuándo me volví tan débil? Supongo que es otra de las miles cosas que ha provocado con su maldito regreso.

--Bien, entonces si no necesitas nada más, creo que seguiré trabajando—hago en intento de levantarme pero su voz hace que inmediatamente vuelva a sentarme. Diablos.

--¿Cómo has estado?—malditamente mal gracias a ti, ¿y tú?

--Bien, gracias por preguntar—sonrío. Falsamente claro.

--Aun te puedo leer muy bien Maya—niega sonriendo. Y ahí es cuando me doy cuenta que me estoy comportando como una perra. Digo. Él no tiene la culpa de lo que provoca en mí. O sea, han pasado ocho malditos años y yo aún no lo he superado. De verdad yo creía que lo había hecho pero, oh sorpresa. No lo hice. En lo absoluto.

--Lo siento Harry—cubro mi rostro—Es solo que, nunca pensé en volver a verte. Digo, no es que no me dé gusto saber que estas bien y que estas casado y que tienes un hijo y que…--me mira divertido. Soy una estúpida.

--Nos vemos pronto Maya—se pone de pie y mete las manos en sus bolsillos. Me pongo de pie frente a él y nos miramos incómodamente.

--Supongo—me acerco a él. Me pongo de puntillas. Porque de verdad tengo que hacerlo. Es hermosamente alto. Y le doy un beso en la mejilla.

Poco a poco comienza a retroceder hacia la puerta con una mirada que no puedo distinguir. Carajo, creo que realmente la cagué. ¿Por qué siempre tengo que ser tan malditamente impulsiva?

Abre la puerta sin apartar la mirada de mí. Y al segundo desaparece por donde entró. Lo veo caminar hasta un Ranger Rover, donde un hombre con una gorra verdaderamente ridícula lo espera. No puedo creer que todavía sigan usando esas cosas. Le abre la puerta. Harry entra y lo pierdo de vista. Vino. Se fue. Y me dejó como lo he estado esta última semana.

Como una maldita estúpida.

NENAS:

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