*Me and My Girlfriend (Nick Jonas y Tu)*

El segundo piso del Dark-Side era la casa de todos los compinches de la pandilla. El bar constaba con una estructura de tres pisos. El primero estaba destinado para el bar, el segundo era un complejo habitacional que consistía en más de ocho habitaciones acomodadas al estilo lata de sardina y el tercer piso estaba designado para la mercadería. Era la bodega de la banda y el hogar del jefe. Blake era una putada como líder, con su culo arrogante se creía inalcanzable y Nick se alegraba de que la mayoría también lo creyera así, de lo contario, estaba jodido de los pies a la cabeza, las otras bandas le tenían un precio a su cabeza.
Mientras recorría el pasillo hasta la habitación que compartía con _________, algunos muchachos salieron en dirección al bar.
— ¿Qué hay en la bolsa, chico? —Jake, el hermano de Blake era un tipo con cara de actor, que adoraba ponerse tacones y llamarse Jakie. Así que, si. La madre de ambos chicos no solo la había cagado con los nombres si no que también con la educación de ambos. — ¿Causando problemas, de nuevo?
—Sigue tu camino, Jakie.
Los ojos verdes del tipo resplandecieron.
—Acompáñame y veremos.
Cualquier otro hubiera puesto en su lugar a la mariquita con un buen golpe de derecha, pero el chico no molestaba a nadie, rara vez se portaba ofensivo con los muchachos y seguro como el infierno que no se le insinuaba a ninguno. Bueno, excepto a él, pero simplemente porque _________ era su amiga.
—Deja de joder. —Nick le dio una palmada en la espalda. — ¿Has visto a _________?
—Acabo de dejarla en vuestra habitación.
—Bien.―El rostro de Jake adquirió un tono preocupado y por consiguiente lo preocupó a él.― ¿Fiebre?
—Toda la tarde.
Nick se tragó una maldición mientras sentía que un frio le recorría la columna.
—Escucha, acaba de tomar un baño, le ha bajado la temperatura pero seguramente está dormida. Trata de no despertarla. ¿Ok?
Nick asintió.
— ¿Ha comido algo?
—No como me gustaría.
—Bien, gracias por cuidarla. Voy con ella.
Nick retomó su caminata con mayor aprensión. Cuando llegó a la puerta de la habitación que compartía con _________ se detuvo un momento. Diablos, de pronto comenzaron a temblarle las manos.
Tranquilízate. Se reprendió. Histérico no le servirás de nada.
Giró el pomo de la puerta y entró silenciosamente. El aroma a lilas del perfume de _________ y el impecable orden de la habitación eran un contraste difícil de asimilar cuando en el exterior de esas paredes el bar era un caos de moteros y los otros inquilinos dejaban sus habitaciones exclusivamente para dormir. _________ se había encargado de convertir la destartalada habitación que les había sido asignada en un rincón acogedor, lo había convertido en el hogar de ambos. La habitación constaba de dormitorio y un baño privado, _________ le había agregado el toque femenino en pequeños detalles como las cortinas, el closet bien organizado y una bonita fotografía de ambos sobre la mesa de noche.
De alguna manera había logrado equilibrar su toque femenino sin volverlo todo rosa. Su colección de DVD estaba impecable en una repisa de la esquina y su teatro en casa, del que se sentía muy orgulloso, estaba acomodado a ambos lados de la cama, listo para hacer juego con la espectacular pantalla plana que estaba colgada en la pared  de enfrente.
El corazón de Nick se detuvo por un instante cuando encontró la cama vacía. Las sábanas estaban revueltas… ¿Dónde estaba _________? El primer pensamiento que cruzó por su cabeza fue que estaba inclinada sobre el lavamanos, devolviendo lo poco que había comido. Nick corrió hacia el cuarto de baño pero en el momento en el que estiró su mano para abrir la puerta, esta se abrió y _________ salió acomodándose la ropa de dormir.
— ¡Has vuelto!
No fue consiente de que la había abrazado hasta que sintió los dedos de ella recorriendo el cabello de la nuca.
— ¿Estás bien?
_________ se apartó un poco para darle un beso en los labios.
—Yo estoy perfectamente. En cambio tú, pareces haber sido arrollado por un camión.
Que curioso, era así como se estaba sintiendo.
La cosa era que la conocía desde hace mucho tiempo, diablos desde niños, y ninguno había tenido un hogar afortunado. Vaya novedad. Por eso, pronto se convirtieron en los compinches perfectos y cuando creyó que nada malo podría pasar, _________ enfermó. Los médicos le habían diagnosticado leucemia. Y desde entonces la idea de perderla ya no era solo una suposición, considerando que no tenían el presupuesto para realizar el tratamiento, la idea de que le esperaba toda una vida sin Rebecca era una verdad que no quería afrontar. Sabía que algún día ella no estaría, pero en su corazón rezaba para que ese algún día no llegara nunca.
—Jake me ha dicho que tienes fiebre. ¿Has tomado tus medicamentos?
—Nick, no es como si una aspirina fuera a hacer la diferencia. —Suspiró al ver el semblante obstinado de su rostro. —De acuerdo, me la he tomado. ¿Eso te hace sentir mejor?
—Si. Lamento ser un dolor en el culo para ti en cuanto a medicina se refiere pero...
—Tranquilo, lo sé.
Si, seguro. La tenía aburrida con su rutina de enfermera de quinta, pero ella era inteligente y seguía sus indicaciones al pie de la letra. _________ dirigió su mirada hacia la bolsa plástica que llevaba en las manos, sus ojos brillaban de curiosidad.
— ¿Que hay en la bolsa?
—Chucherías, ya sabes. Las conseguí de camino a casa.
El rostro de ella se ensombreció un poco.
—Oh.
No había necesidad de fingir con ella, sabía como obtenía las cosas, y existía solo una manera de hacerlo sin pagar.
— ¿Donde?
—No tiene importancia.
Decía eso cada vez que deseaba que ella no hiciera preguntas. _________ odiaba que fuera un delincuente y, seguramente, existían un millón de maneras de ganar dinero, o cosas, más honrosas que esta. Pero el asunto era así, la banda era la única forma de vida que conocía y con la cual sabía vivir. A pesar de sus objeciones, _________ comprendía que ese era el estilo de vida que tenían.
— ¿Esa revista es para mí?
— ¿La playboy? Nah, esa es mía.
— Tonto, sabes a lo que me refiero.
—Sip. También traje algunos chocolates, por si te interesa.
_________ le rodeo el cuello con los brazos y lo beso apasionadamente, el no puso objeción alguna. Al contrario, la cargo y la llevó directamente a la cama. Ambos cayeron en el colchón, riéndose.
Nick dejó un rastro de besos que iban desde su boca a la base de sus senos, y de regreso. Las manos de Re_________ nunca abandonaron su cabello.
— ¿Vas a tocar esta noche?
— ¿Por que preguntas?
—Quiero que me cantes otra vez.
Algunas veces, el se presentaba con la banda en el escenario del bar y desde que cometió el error de dedicarle una canción en publico, se había jodido, y muy bien.
—Cariño...
—Solo esta noche.
—Tengo una entrega. No tengo tiempo para eso hoy.
Re_________ se tensó.
— ¿Donde será esta vez?
—Todo es seguro, no te preocupes.
—Es el peor consuelo que puedes darme. —Imitó su voz con un deje burlón. —No te preocupes, cariño. Nosotros sabemos que hacer, todo saldrá bien. —Lo miró con el ceño fruncido. — ¿Tienes la menor idea de lo siento cuando te vas a quien sabe donde, armado de los pies a la cabeza y con un cargamento de solo Dios sabe que cosa, por el que pueden encerrarte o peor…?
Cuando ella fue incapaz de terminar, Nick soltó un suspiro exasperado.
— ¿Qué tengo que hacer para que te sientas segura? ¿Faltar a mi compromiso con la banda? Sabes que no puedo hacerlo, son mi familia. Nuestra familia. Sin lo que hacemos todos aquí terminaríamos en las calles. Como estábamos antes y perdóname pero no quiero regresar a esa vida.
Ella tampoco, Dios sabía que lo único que deseaba para ellos era una vida normal. Amaba a los chicos de la banda, eran sus hermanos y comprendía que esa era la única manera de ganarse la vida que Nick conocía, pero en lo que se refería a la seguridad de su chico era igual de neurótica que él con el tema de las medicinas.
—Ese no es un compromiso, Nick. Hay muchas otras maneras...—Decidió interrumpirla cuando se dio cuenta de que se estaba poniendo incomprensiva y así ninguno llegaría a nada.
—Nena, ya basta. Tienes que descansar, por que no quiero pelear contigo. —La miró directamente a los ojos. — No esta noche. ¿De acuerdo?
Las emociones de Re_________ habían llegado al punto de ebullición en el que explotaban o explotaban, por lo que durante los siguientes veinte minutos, ninguno dijo nada. Sus ánimos estaban caldeados y antes de soltar alguna idiotez de la que se arrepentirían luego, se tomaron un descanso.
Cuando Re_________ se calmó y Nick se relajó, le dio la revista que había escogido para ella en el estante. Verla sonreír como lo hizo y acomodarse en la cama, dispuesta a devorar la revista, era su mejor recompensa.
— ¿No vienes?—Le pregunto ella cuando él no salto directamente sobre ella, como siempre hacia, si no que se quedó observándola fijamente.
Con sus ojos marrones y cabello negro, _________ no era una gran belleza, pero para él era la chica más hermosa que existía en el mundo. Quizás se debía al hecho de que se sentía tan ligado a ella que pensar en no tenerla cerca, ni siquiera para discutir, era un golpe bajo. Pero supuso que cuando se amaba a alguien de la misma forma en la que él amaba a Rebecca era normal sentir aquel sentimiento de ahogo y al mismo tiempo sentir aquella libertad de ser tu mismo sin temor.
—Voy a darme una ducha y me uno a ti.
Fue rápido con el jabón y en menos de diez minutos ya estaba acurrucado a su lado en la cama.
—Ven aquí. —Murmuró Rebecca, dejando a un lado la revista. Tenía aquella mirada especial en sus ojos que lo derretía por completo. —Quiero abrazarte.
Jodidamente de acuerdo.
Al sentirla contra el, el tiempo que habían estado separados durante el día les pasó factura y buscó sus labios con un ansia salvaje. Pronto ella estaba dado pequeños suspiros de placer y él se estaba frotando contra ella.
—Quiero estar dentro de ti. —Le susurró en el oído. Era una petición egoísta, ella estaba enferma, podía sentir el aumento de temperatura en su piel, aún estaba molesta por el asunto de sus obligaciones con la banda, y aún así le respondió con el mismo fuego y anhelo que el estaba sintiendo.
— ¿Me amas?—Se sintió estúpido por preguntárselo, pero necesitaba oír su respuesta, ya que era muy probable que no regresara esa noche.
—Más que a nada.
Y ese fue todo el impulso que necesitó.