Goodbye |Larry Stylinson|

Las lágrimas caían al suelo como gotas de lluvia. Y yo ahí viendo el negro ataúd. ¿Cómo pudo ser posible eso? Aún no lo creía, no lo creería nunca.

Toda su familia, todos sus amigos, todos se encontraban allí, mirando ese ataúd negro donde contenía a mi mejor amigo, ese ataúd negro que adentro tenia a ese castaño, pálido, seco, muerto.

-“Es un posible suicidio ocurrido esta noche”- Las palabras que en la mañana del sábado, fueron dichas por un oficial, y se asomaban a mi mente.

-“Su cuerpo fue hallado a la orilla de un Sauce Llorón”- Fue la palabra que repitió, nombrándome un árbol, nuestro árbol favorito.

¿Como puede ser que un chico de tan solo dieciséis años fuera a producir semejante dolor?

-“Lo lamentamos, hicimos lo que pudimos”- Y esas fueron las ultimas palabras que el oficial dijo para retirarse de mi casa y dejarnos a todos pálidos, callados y en shock.

Su familia había viajado desde Holmes Chapel a Londres, con la noticia trágica más horrible que había escuchado. Nosotros, sus mejores amigos, nos encontrábamos ahí, viendo ese maldito ataúd, viendo ese maldito pozo, viendo esos malditos ramos de flores, cartas y recuerdos en este.

— Lou, vamos — Susurró la ronca voz de mi amigo, Niall.

— Está bien — Contesté y me di la vuelta. Todos estaban llorando, yo solo tenía mis manos en los bolsillos y dejaba que las lágrimas cayeran, ya no me importaba, ya nada importaba. Me acerqué a su familia antes de salir. Estaban destrozados, su hermana mayor, su madre y su padre.

— Yo… Si tan solo lo hubiese cuidado, esto no estaría pasando. Creanme, es muy duro pensar el solo hecho de que se suicidó, y no estuve ahí para saber el por qué. — Lamenté con un hilo de voz.

— No pasa nada hijo, tu no tienes la culpa de nada — Escuché, para recibir un abrazo de la madre de Harry. Anne. Miré a su hermana, Gemma, quien tenía sus ojos rojos y estaba con su mirada perdida, aunque las lágrimas no cesaban.

— Gem, lo lamento, soy un mal amigo, ¿Qué mal? Pésimo, maldito, mal nacido amigo, sé que te prometí cuidarlo siempre, cuando decidimos vivir aquí y... mira en lo que te encuentras, yo… — Me interrumpió.

— Tu no tienes la culpa, nunca se predice la muerte, ni menos un suicidio — Me miró. — Supongo que él está en un mejor lugar, lejos de lo malo, de la maldad. — Abracé a su hermana y lloré en su pecho como ella en el mío.

"Prometo que descubriré el por qué de tu muerte y mataré a quien lo hizo".