Los Marginados {n.c

Seamos honestos, la secundaria es y será la etapa más difícil en nuestra vida, es cuando no somos niños pero tampoco adultos, es cuando comienza a notarse quiénes son los populares y quiénes los marginados, es cuando comienzas a enamorarte. En fin, la secundaría podría considerarse un tipo de comienzo para conocer amistades, hacer enemigos, amar a alguien, es el inicio de todo. Pero no siempre tenemos un buen inicio, en mi caso no estoy teniendo un buen inicio. Me cuesta hablar e interactuar con los demás chicos, me parecen bastante intimidantes, quizá no lo sean, quizá sí, pero ¿cómo saberlo? Jamás he hablado con ninguno de ellos más que para pasarles la tarea.

Digamos que no estoy conforme conmigo misma, odio mi cabello el cual es lacio y con un color de entre rubio y castaño, es bastante largo; tengo los ojos verdes y probablemente es la parte que me parece más atractiva de mí, soy alta, tengo nariz respingada. Soy una chica común sin nada especial. Suelo usar gafas principalmente porque tengo muy mala vista y segundo odio eso de los “lentes de contacto” realmente no me gustaría meter una especie de plástico a mi ojo, así que uso gafas, gafas cuadradas, gruesas y negras.

Supongo que las chicas porristas y populares se burlan de mí por mi aspecto, siempre voy bastante desarreglada y con ropa holgada, no me gusta resaltar mi figura principalmente porque siento que no es suficiente, no tengo el mejor cuerpo del mundo y jamás lo tendré, no soy como mi madre, ella es hermosa y perfecta. Yo no lo soy.

Camino por los pasillos vacíos cargada de libros, odio que los profesores siempre me manden a mí a dejar libros a su despacho, simplemente ellos podrían hacerlo, tienen manos. Además tengo la fuerza de una hormiga ya que no me gusta mucho el deporte, solía hacer ballet pero dejé de practicarlo hace tiempo porque no me gustaba la idea de usar ropas tan apretadas y mostrar el cuerpo.

Cuando casi consigo llegar al despacho del profesor de historia un chico choca conmigo tirándome todos los libros al suelo. Ni siquiera me dedico a mirarlo, sé que no tiene idea de quién soy aunque vaya en su clase y que no me ayudará a recogerlos. Eso ya es algo normal para mí. Pero el chico me ayuda con los libros. Volteo a verlo por mera curiosidad y no tengo idea de quién es, sé que es de los populares pero no sé su
nombre. Me pregunto por qué se paró a ayudarme, fue su culpa pero ningún chico lo había hecho antes.

—Lo siento. —Dijo con una voz ronca y clara, debo aclarar que era un chico extremadamente atractivo, tenía el cabello rubio y siempre estaba alborotado, sus ojos eran verdes y muy brillantes, tenía la tez bronceada, era alto y fornido como todo jugador.
—No hay problema. —respondo mirando al suelo y sigo recogiendo los libros junto con él.
—Soy Sam, ¿cuál es tu nombre?
—Paris.
—Siempre he querido ir a París —confiesa encogiéndose de hombros—. Algún día iré con mi esposa.

No entiendo por qué me cuenta eso, a mí honestamente no me importa que quiera ir ahí con su esposa, le deseo toda la suerte del mundo pero simplemente no me interesa. No somos amigos, ni tampoco enemigos pero ni siquiera lo conozco, no hemos hablado nunca más que hoy.

—Me alegro. —Es una pésima respuesta, lo sé, parece como si estuviera celosa y le tuviera algún tipo de coraje pero no es real. Sólo no sé que contestar.
—Eres muy seria, deberías ser más platicadora.
—No te conozco.
—Para conocer a alguien debes hablar con él —responde obvio y me ayuda a cargar los libros.
—Gracias —digo fría.

Me alejo caminando tranquilamente al despacho del profesor Hastings, sin duda él es el profesor más inteligente y amable que he conocido, siempre habla conmigo como si fuéramos amigos y tal vez lo somos; pero sería deprimente que mi único amigo en este primer día sea el profesor de historia.

Cuando llego al despacho de Hastings él está ahí bebiéndose una taza de café. El profesor Hastings era un hombre de unos treinta y tantos años, así que no era muy viejo, tiene el cabello castaño oscuro y los ojos del mismo color. Siempre es amable conmigo y me trata como una de sus favoritas, a veces es molesto porque a los populares no les gusta que yo sea su favorita, no les gusta que me trate mejor que a ellos, creo que les gustaría que los profesores me odiaran tanto como ellos.

—Hola, Paris. —Me saluda alegremente.
—Hola, profesor.
—Gracias por traerme los libros, espero no te haya causado muchos problemas.
—Para nada.
—Buena suerte en tu primer día.
—Gracias.

Cuando salgo del despacho veo todos los alumnos que hay por los corredores, hay de todo tipo: nerds, porristas, emos, góticos, hippies, jugadores de fútbol, normales, en fin millones de chicos, todos muy diferentes. Yo estoy en el grupo de los “nerds” o eso supongo, no creo ser ninguna otra cosa. Entro al aula donde se dará la clase de matemáticas sin detenerme a hablar con nadie, me siento hasta el fondo como solía hacer en mi colegio anterior.

Los alumnos comienzan a llegar y todos interactúan entre sí y no dejan de hablar hasta que el profesor les dice que se callen, pero si no lo hubiera hecho podrían seguir así por mucho tiempo. Desde el momento en el que el profesor entró supe que sería de los profesores más exigentes y severos del instituto, parecía no tener piedad y ser un hombre bastante correcto.

—Buenos días, alumnos, soy el profesor Ismael Black. Yo les enseñaré matemáticas, pero primero quiero aclarar algunas cosas y espero todos entiendan. —Se aclaró la garganta y prosiguió—. Algunos de ustedes creen que vienen a socializar, pero abramos los ojos, señores, esto es un instituto, uno de los mejores del país y no dejaré que quedemos en ridículo por culpa de unos alumnos imprudentes. Otra cosa que quiero aclararles es que yo no vengo aquí a jugar y a ser un segundo padre para ustedes, soy su profesor y quiero que me traten como tal. Me dirán profesor o profesor Black, nada de apodos o mi nombre —varios rieron con esto y el profesor les lanzó una mirada severa haciéndolos callar, este hombre realmente daba miedo—. Por último quiero decir que yo vengo a enseñar, no a soportar mediocres que no quieren aprender, así que sean responsables y educados y nos llevaremos muy bien, sean maleducados y mediocres y tendremos muy graves problemas.

Cuando terminó su discurso todos permanecíamos en silencio y asentíamos levemente con la cabeza. Él comenzó a hablarnos un poco de la historia de las matemáticas, sin duda mi asignatura favorita era matemáticas, amaba hacer operaciones complicadas era algo que me hacía sentir inteligente ya que era la única que podía resolverlas en el curso. Otra materia que me gustaba era historia, amaba aprender sobre la historia del país y de otros países y continentes.

no, con los libros no :manlycrypls: todo menos eso ahq. sigues tú espero un buen capítulo  deberías de estarlo, ahno, escribes hermoso.