♡Knives and Pens.

hueon rico
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—¿Cómo estás?
—Agobiada
—¿Estudiabas?
—No
—¿Trabajabas?
—No
—¿Y qué hacías?
—Terminé de leer mi saga favorita.
—¿Y?
— ...
— ...
—Insensible.

-¿Dónde está el chico rebelde que se enamora de tu timidez, ama cuando te pones roja y quiere cuidarte? 

-Te digo donde? en los libros.

Recuerdo el día que me dijeron que tras las gafas, los ojos se iban entristeciendo. Me lo tomé a broma. Me explicaron que era verdad; que pasaba con las personas que las llevaban siempre.
Yo, miope novata, desconocía todo aquello.

Ese mismo día, dejé de ponérmelas (tanto). ¿Quién era yo para hacer sufrir a mis ojos?, ¿Sacrificar la felicidad de mis ojos por eso? Ellos llevaban conmigo toda la vida, la miopía apenas un año...

Empecé a ir por el mundo sin ellas. La calle estaba llena de figuras poco nítidas. Si te digo la verdad, tampoco estaba tan mal... Mis ojos y yo éramos un poquito más felices.

Sus ojos recogían emociones que hacían que mi alma temblase...

- Oye, voy a pasarme por ahí el viernes... ¿crees que...?

- Siempre habrá tiempo para un café, aunque sea corto. Te espero. Un beso

Llorar no nos hace débiles.
Llorar no es más que una forma de expresar lo que sentimos y hay que ser muy fuerte para tener el valor de mostrar nuestros sentimientos...
Siempre que los mostramos, nos exponemos a ser heridos...

Cuando hablaba con sus compañeras de facultad, Lerea solía quejarse entre risas de que el barrio en el que estaba su piso de estudiante, era algo así como el Bronx de esa ciudad. La diversidad habitaba en aquellas calles decoradas con pintadas en las paredes; pintadas que no eran arte, a menudo eran amenazas hacia los que eran “diferentes”.
Ella no se consideraba racista, sabía que no lo era, pero era consciente de que el barrio no era precisamente tranquilo; estaba lleno de “joyitas”. No era raro oír de robos con navaja en el portal de al lado, no se cogía al culpable y la culpa, como siempre, se echaba a los más indefensos. Sin embargo, ella sabía que en aquel barrio, a parte de inmigrantes, personas normales y corrientes, y algún que otro estudiante; había también delincuentes made in Spain.
Una tarde (una “casi-noche”) volvía a casa después de unas compras. En lugar de darse prisa, como siempre, porque la noche estaba al caer, Lerea caminó despacio por las calles que la llevaban al piso que compartía con un compañero, también estudiante. Sabía que no era lo correcto, que no era prudente, pero caminaba despacio, eligiendo las calles menos iluminadas hasta llegar a su destino.
Se encontró con todo tipo de personajes, de esos que hacen que sientas la necesidad de echar a correr… Cuando por fin llegó a su portal, aceleró el paso, no sabía el motivo; se había pasado todo el camino buscando el peligro y cuando al fin estaba “a salvo” quería correr.
Tras sacar su llave y abrir el portal, un chico joven le habló justo detrás: “Tranquila”, esa palabra hizo de todo menos tranquilizarla, se le heló el corazón, el pulso se le aceleró e intentó cerrar con todas sus fuerzas. El chico, intuyendo sus intenciones, puso el pie entre el marco y la puerta, ella se lo pisó, cerró y subió corriendo las escaleras, deseando ver de una vez por todas el 4º B, mientras oía los golpes que aquel “elemento” pegaba tras el cristal.
Una vez dentro, cerró con llave y se refugió en los brazos de su compañero, que al verla tan agitada y con el rostro desencajado por el miedo, la abrazó instintivamente. Entonces sí, a salvo…

Cuando te diga: "Ya no te quiero", nunca sabrás si es verdad o es mentira, pero al menos tendrás la certeza de que en algún momento, te amé...

Sigo acurrucándome en una esquina de mi cama. Esperando que en algún momento me abraces por la espalda, beses mi pelo y sienta tu respiración en mi nuca… Pero lo cierto es que tú no estás y cuando lo pienso, me hace daño y me siento idiota por pensar que sigo esperando que vuelvas. Por eso, me convenzo a mí misma pensando que si me acurruco a un lado de la cama, no es porque aún espere tu regreso, sino porque ese otro lado; tu lado, aún huele a ti. Has dejado en mi cama tu fragancia y yo ya no quiero ni olerte…

Siempre había tenido una personalidad adictiva. Disfrutaba permitiéndose a si misma gozar de todo aquello que la obsesionaba; desde el chocolate hasta una canción, pasando por algunas de las denominadas “sustancias prohibidas”.
Era todo lo que necesitaba. Lo compaginaba con pequeñas dosis de adrenalina. Para ello no necesitaba deportes de riesgo; desde sus tacones ya estaba suficientemente lejos del suelo, lo suficiente para sentir vértigo. ¿Y en cuanto a sus pulsaciones? No necesitaba más que tenerlo a ÉL cerca para que su corazón se descontrolase, su respiración se hiciese irregular y complicada y la sensación en su estómago fuese incontrolable… Sin duda, el riesgo era una constante en su vida…

Inglaterra nos ha dado a Shakespeare, a los Beatles y a Robert Pattinson... ¿Qué más necesita para ganarse mi favor?

- ¿Por qué estás sacándonos siempre tantas fotos?

- Quiero acordarme de tí para siempre.

- ¿Y crees que sin fotos no lo harás?

- Sabes que tengo memoria de pez, no me extrañaría que en pocos años perdiera la memoria... jaja

- Mira que eres boba... las cosas realmente buenas no se olvidan nunca, porque no se quedan grabadas en la memoria, sino en el corazón, y ahí no hay alzheimer que valga. Así que haz el favor de apagar ese trasto y venir a fabricar recuerdos maravillosos conmigo.

- Te quiero.

- Y yo. Y te lo recordaré siempre, para que nunca, nunca se te olvide.

- Supongo que con lo feliz que me sentí la primera vez que me lo dijiste... ya se habrá quedado grabado en mi corazón...