You will fall for me again {Niall Horan y Alison Tomlinson}

Y es que mi madre me ha hecho decidir entre viajar a Italia con ellos, a casa de mis abuelos (lo cual, por cierto, queda totalmente descartado) o viajar con mi hermano y su séquito de idiotas a Miami.
Y, lo juro, me niego a ambas. 

Pero como soy la hija del medio, no existo y mismo así, no tengo derecho ni poder sobre nada.

Por eso ahora, estoy siendo obligada a empacar para irme con mi hermano por la mañana y, como sí aún fuese poco, los idiotas están en la habitación contigua.

Suspiro, cansada y deshago todo de nuevo. Jamie me observa impertinente, moviendo su tacón de arriba abajo, con una de esas revistas feministas que solemos leer cuando hacemos una pijamada entre las manos.

Se sopla el barniz de uñas recién aplicado y se sonríe con sorna.

–Te ofrecería mi ayuda, pero se nota que puedes sola –me suelta, sin más. Le dirijo una mirada fulminante y le pongo mi mejor cara de “Estás de broma”.

Sonríe nuevamente.

–Vale, cariño, qué estamos de vacaciones. ¡Ya quisiera yo dejar la odiosa Londres e irme con esos cinco! –le miro incrédula, aún sosteniendo mi brasier entre mis manos– ¿Qué, acaso no les has visto? ¡Y suelta esa porquería! Tienes miles de encaje.

–No quiero nada que ocupe el espacio de las cosas que me compraré allá, Jamie –reprendo, desparramándome sobre la cama. Dejo el brasier a un lado y tomo un almohadón que reza “Free” entre mis manos.

Qué irónico, justo lo que no soy: libre.

–Vamos, Ali –usa su tono dulzón de súplica– sabes que te quiero, eres mi mejor amiga y aunque no nos pasemos estas vacaciones juntas sabes cuán importante eres para mí. ¡Quiero que te diviertas! Porque… –deja la revista sobre mi mesita de luz y se sienta a mí lado, abrazándome por un hombro. Sonrío, es tan idiota– ¿qué sería la vida sin riesgos, querida mía?

–Supongo… –suspiro– de todas formas, espero no tener que dormir con ninguno de ellos.

–¡Mira que eres idiota! –se echa a reír y me contagia. – Ahora vamos, cambia esa cara, que he traído helado y un par de películas que te caes de culo.

Le miro mientras toma las películas y comienza a parlotear de un montón de tonterías que no oigo, un suspiro se escapa de entre mis labios. Ay, jamie, espero no extrañarte demasiado.

Cuando me mira y pronuncia el típico “¿Tú que crees?”, asiento y le respondo que “totalmente”.

Se ríe, supongo que se ha dado cuenta de que ni le he escuchado.

Y por eso (y por odiar a los amigos de Louis tanto como yo, por supuesto) es mi mejor amiga.




Me despierto de sopetón al oír un “enana” en mí oído y golpeo, aún sin abrir los ojos, a quién sea que tenga enfrente.

–Mjm… –pronuncio inentendible, aún sin despegar los labios.

–Habla con la boca, Ali, no con la oreja –oigo a mi hermano reír. O, esperen… no es solo la risa de mi hermano, es más que eso… ¡Son ellos!

Abro los ojos de inmediato y me siento de golpe.

–Dime en este instante que hacen todos ellos aquí –le susurro, me mira incrédulo.

–¿Hay algún problema, cariño?

–Yo… 

–¿Qué tienes ahí? –me interrumpe, intentando inspeccionar mi muñeca, pero meto la mano dentro de la frazada y niego con severidad.

–¿Aquí? ¿Dónde? Nada –digo rápido. 

–Espero que eso esa –suspira, y me echa una última mirada de advertencia antes de moverse a mí lado– bueno, pequeña, Jamie te ha dejado una carta, no ha querido despedirse, dijo que lloraría.

–¿Eso te ha dicho? ¡Pero mira qué es zorra! –exclamo indignada, y ellos ríen.

–Eh, ese vocabulario –me dice riendo– no lo has aprendido de mí, por supuesto.

–Oh no, claro que de ti no –contesta Liam, uno de los inútiles. Pero él tiene algo que me inspira confianza, él si me gusta.

De hecho, todos antes lo hacían. Suspiro y dirijo mi mirada hacia el rubio, Niall.

Él no. Supongo que viene desde hace tiempo atrás, supongo que desde que me ha olvidado.

Hace un par de años, todos nosotros éramos amigos, hasta Jamie. Nos criamos prácticamente en la misma cuna, y siempre hemos sido como hermanos, a pesar del año de diferencia.

Pero hace alrededor de tres años, cuando aún era una niña en la plena etapa de la pubertad, me enamoré del rubio. Juro que él también de mí. Lo hacíamos todo juntos: cantábamos, bailábamos, almorzábamos en el parque, y hasta nos prestábamos más atención a nosotros mismos que a los del resto del grupo.

Pero todo eso se ha acabado. Por supuesto que yo no lo he querido.

Verle aquí, ahora, enfrente de mí sonriendo como sí nada hubiese pasado entre nosotros alguna vez, duele. Es como abrir una herida que ya ha cicatrizado.

He aprendido a vivir sin el desde que lo vi en aquel bar, ignorando mi existencia, besándose con esa zorra.

Pero he aprendido por las malas. He cambiado y me odio por eso. He crecido y he dejado de ser feliz, de hecho, he fingido que nada me importa desde entonces, y por casi toda mi adolescencia. Algo se había roto en mí desde entonces, y aunque ahora simule estar bien, nunca volví a estarlo de verdad.

Tampoco pasará, por supuesto.

Luego de eso, me distancié de ellos. Todos saben que algo ha ocurrido entre nosotros, pero nadie entiende qué.

En definitiva, me ha hecho quedar como la caprichosa y la traicionera, la arpía de este pequeño grupo que entonces era el nuestro.

Y ahora, ahora le odio por eso.

Pero le amo.

–He oído que California tiene las mejores olas del mundo, ¿qué tal eso, eh…? ¿…Ali? –la voz de mi hermano me trae de nuevo a la realidad. –¿Estás bien?

Le hecho una última mirada de resentimiento a Niall y asiento.

–Sí –digo simplemente y me levanto de mi cama– iré a cambiarme, nos vemos abajo –y sin más, me meto en la ducha.




Han sido las cinco horas más desesperantes de mi vida y lo peor es que el sufrimiento parece gratuito, porque aún no termina.

Apago la música y corro la mirada de la ventanilla cuando siento una presencia a mi lado. Es Louis.

–¿Qué haces aquí? –le pregunto asombrada– ¿Cómo has hecho para que la anciana…?

–La he sobornado –me corta junto con un leve encogimiento de hombros, del tipo indiferente.

–¡Louis! No puedes sobornar a todo el mundo

–¿Y qué con eso? –ríe.

–¡Era una anciana! –chillo exasperada.

–Sí, una anciana que necesitaba esos veinte dólares desesperadamente –ruedo los ojos mientras un suspiro se escapa de mis labios y me recuesto en el asiento.

–De todas formas, ¿a qué has venido?

–¿Acaso no puedo estar con mi hermana favorita? –me despeina el cabello haciéndome bufar.

–Tonto, soy tu única hermana –ríe.

–En fin, ¿quieres decirme por qué tienes esa cara de aburrida? ¡Nos vamos a California, mujer! –exclama un poco fuerte y le miro autoritariamente– lo siento… ¿por qué no querías venir?

–Es una larga historia, Lou… –me revuelvo incómoda en el asiento y le miro. Está expectante.

–Como sea, nos lo pasaremos bien… además, ya necesitaba un tiempo de caridad con mi hermanita –me río.

–¿Tiempo de caridad?

–Claro. Solo mira tu rostro, se nota que me necesitas, cariño –le dirijo una mirada estuporosa.

–¿Enserio estoy tan mal? –me preocupo después de un rato, mientras acomodo mi cabello con mis manos.

–No, Ali, solo bromeaba –aleja mis manos de mi enmarañado cabello, y le sonríe a mi rostro cansado– ¿Sabes que te amo?

Me trago las lágrimas de golpe. 

Oh, claro que eso me ha pillado por sorpresa.

Sonrío y asiento, incapaz de decir una sola palabra, y me acerco a él, acostándome en su pecho.

–Duerme, se nota que estás cansada –me susurra en el oído y niego simplemente, parpadeando rápido para secar las lágrimas que aún están acumuladas en mis ojos por el impacto que me han causado sus palabras.

Hace mucho tiempo que no oía a alguien decirme eso.

–No puedo.

–Claro que puedes. Te cantaré… –subo la mirada, aún más incrédula. – ¿No recuerdas cuando venías a buscarme a la madrugada, te recostabas a mí lado y me pedías que te cante? –asiento, suspirando.

–A veces extraño esos tiempos.

–También yo… –responde angustiado y me acomoda en su hombro, después se acerca a mí oído y comienza a susurrar una dulce melodía– I know how it goes, I know how it goes from wrong and right. Silence and sound, but did ever hold each other tight like us? But did ever fight like us?




You and I...