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Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
Capitulo 1, tercera parte.
Al pensar en aquello, la ira se apoderó de él, así como otra emoción mucho más peligrosa: los celos.
Era la primera vez en su vida que Joseph sentía la infidelidad en sus propias carnes. Algo de su pasado, algo oscuro y peligroso, intentó abrirse camino hasta el presente, pero Joseph se apresuró a suprimirlo mientras recordaba su regla de oro: siempre hacia delante, nunca hacia atrás.
Aunque ______ hubiera perdido su inocencia, seguía siendo suya.
—No me toques, no quiero que me toques —le dijo ella apartando la cabeza con un movimiento rápido—. Quiero ir a casa de mis padres —añadió alejándose hasta el extremo opuesto del asiento y retirando la mirada.
Joseph tuvo que hacer un gran esfuerzo para no tumbarla en el asiento y poseerla, permaneció en silencio durante unos segundos y se quedó estudiando el perfil de ______ mientras consideraba su petición.
—Tu padre murió hace dos semanas, así que llegas un poco tarde, ¿no te parece?
Aunque le había hablado con frialdad, no obtuvo reacción alguna por parte de ______. Nada. Aquello no era normal. Las piezas no encajaban.
—¿No te parece que, al ser su única hija, tendrías que haber venido al entierro para presentar tus respetos ante él?
______ se giró hacia él y lo miró de una manera que Joseph no pudo interpretar.
—No —contestó.
—¿Por qué no?
______ permaneció en silencio, mirándolo fijamente.
Al cabo de un rato, volvió a desviar la mirada.
—La relación que tenía con mi padre no es asunto tuyo. No te debo nada y, menos, explicaciones. No he venido a verte a ti. He venido a ver a mi madre.
—Tu madre se ha ido.
—¿Cómo que se ha ido? —se sorprendió ______ mirándolo aterrada—. ¿Adónde?
—No tengo ni idea —contestó Joseph mientras ella se acercaba y lo agarraba del brazo con fuerza.
—¿Fue al entierro? Necesito saber si fue al entierro.
—Sí, fue al entierro. Desapareció a los pocos días —contestó Joseph.
______ se echó hacia atrás, cerró los ojos y suspiró aliviada.
—Menos mal —murmuró—. En ese caso, dile al conductor que pare el coche. Volveré a montarme en el avión, me iré y nunca te volveré a molestar. Podrás seguir adelante con tu vida.
—Eso es precisamente lo que quiero hacer, pero no te voy a volver a llevar al avión porque tenemos muchas cosas de las que hablar. Bienvenida a casa, tesoro —contestó Joseph recordándose que aquella mujer seguía siendo suya.
Todo lo demás pertenecía al pasado y a él se le daba muy bien mirar única y exclusivamente hacia el futuro.
¿Muchas cosas de las que hablar?
______ comprendió que su idea de llegar a Sicilia, estar unos días y volver a irse no iba a poder realizarse. ¿Por qué demonios no había previsto aquello? ¿Por qué no se había dado cuenta de que era imposible pasar desapercibida en Sicilia? Era evidente que Joseph se enteraría de su llegada. ¿Por qué había olvidado que todo el mundo conocía a Joseph, el lobo?
Había hecho su primer millón antes de terminar la adolescencia y, desde entonces, había seguido ganando dinero sin parar. Era un hombre impredecible y brillante, pero también salvaje, temerario y peligrosamente guapo. ______ había escuchado en una ocasión comentar a una mujer que, si se acercara el fin del mundo, le gustaría pasar su última noche con Joseph Jonas.
Era el objeto de las fantasías de cualquier mujer y tenerlo tan cerca hacía que a ______ no le rigiera bien la cabeza. Joseph estaba muy quieto, lo que resultaba más intimidante.
Todo en él era oscuro. Sus ojos, su pelo y su temperamento. ______ se estremeció pues aquel hombre tenía poder y autoridad y más influencia de la que jamás había tenido su padre.
Bajo la fachada de zapatos italianos hechos a mano, traje exquisitamente cortado a medida y un rostro increíblemente bello se escondía un hombre frío y duro como una barracuda.
Daba igual lo que los otros creyeran. Ella sabía la verdad. Joseph Jonas era siciliano. Siciliano de pies a cabeza y ______ entendía perfectamente lo que eso significaba. Por mucho que el lobo se vistiera con piel de cordero, seguía siendo un lobo. Y ______ le tenía miedo.
—Supongo que no te hará mucha gracia seguir casado conmigo —comentó.
Joseph no contestó.
______ lo miró fijamente, presa del pánico.
—¿Por qué lo dices? —comentó por fin.
—Porque nuestro matrimonio está acabado —contestó ______.
Porque lo había abandonado. Era imposible que un siciliano perdonara tamaña ofensa.
—Todavía ni siquiera ha comenzado, tesoro —sonrió Joseph—. Tenemos mucho camino que recorrer. Estoy impaciente.
Monse_Jonas
Re: Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
Chicas, espero y les guste el capitulo!! feliz año nuevo chicas, les deseo lo mejor del mundo, que todos su decretos se hagan realidad, las quiero y ya mañana es 2014 wi!!! feliz año nuevo a todas y gracias por sus comentarios y buenas vibras.
Monse_Jonas
Re: Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
Espero pronto subas capitulo, Feliz año nuevo!!
Pasala muy bien, saludos (:
Pasala muy bien, saludos (:
ItaSosa
Re: Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
Joe es un aaayyy no hay palabras!!!!....
Sigue pooorrrrfiiiissss
FELIZ 2014!!!!
Sigue pooorrrrfiiiissss
FELIZ 2014!!!!
chelis
Re: Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
Ah creo que aquí hay gato encerrado!
Síguela!!
Feliz año nuevo!!
Síguela!!
Feliz año nuevo!!
aranzhitha
Re: Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
Capítulo 1, cuarta parte.
—Todavía ni siquiera ha comenzado, tesoro —sonrió Joseph—. Tenemos mucho camino que recorrer. Estoy impaciente.
______ sentía el corazón latiéndole desbocado, como un martillo contra el pecho, y tenía los músculos tan tensos que temió desmayarse.
—¿Y qué haces aquí? Según la prensa, estabas en Nueva York.
—No te creas nunca lo que cuentan los periódicos —contestó Joseph—. En cualquier caso, me agrada que te hayas interesado por mí durante tus largas vacaciones. Eso demuestra que me echabas de menos. No te avergüences. Es natural que una esposa eche de menos a su marido. Me alegro de que estemos juntos por fin —añadió.
Había hablado en tono civilizado, pero _______ sabía que, tras la aparente calma, aquel hombre estaba furioso y era un oponente mortal.
______ sabía que estaba enfadado. Tenía que estar enfadado. Sin embargo, de momento, ni siquiera había alzado la voz.
—¿Cómo sabías que venía en ese avión? —tartamudeó.
Maldición. Justo en el momento en el que más lo necesitaba, la confianza en sí misma la estaba abandonando. ¿Qué había sido de todo lo que había aprendido durante los últimos seis meses?
—Era obvio que ibas a volver tras la muerte de tu padre. Era sólo cuestión de tiempo. La paciencia no es mi fuerte, pero da sus frutos.
—Yo creía que... no...
—Como no volviste para el entierro, supongo que habrás vuelto ahora porque te has aburrido de tu amante.
—¿Mi amante? —se sorprendió ______ intentando asumir que Joseph siempre había estado convencido de que volvería—. ¿Qué amante? —añadió mirándolo a los ojos.
—Te recuerdo que eres mi mujer. En el mismo instante en el que nos casamos, mi equipo de seguridad recibió órdenes de vigilarte de cerca. No intentes negar que te fuiste de la boda con Carlo Mancini —contestó encogiéndose de hombros como si no tuviera importancia—. Espero que te supiera satisfacer sexualmente —añadió furioso.
Ahora sí que estaba furioso. Aunque seguía disimulándolo muy bien, ______ lo sentía. Estaba realmente enfurecido.
A diferencia de su padre, Joseph había aprendido a controlar su temperamento siciliano impredecible y lo utilizaba en su provecho. En lugar de confrontar a su enemigo, lo estudiaba, dilucidaba cuáles eran sus puntos débiles y elegía el momento oportuno para entrar a matar.
______ había leído una vez en un periódico financiero que era un maestro de la estrategia, un táctico sin precedentes y un adversario sin piedad.
Aquel hombre jugaba a la guerra sin hacer prisioneros.
Excepto con ella.
Tras casarse con ella, Joseph creía que era de su posesión. Aquélla había sido una de las razones por las que había huido, una de las razones por las que se había ido con Carlo, que era el jardinero de su padre y resultó estar en el lugar adecuado en el momento justo.
_______ nunca pensó que a Joseph se le pudiera pasar por la cabeza que fueran amantes. Un ejemplo más de lo diferentes que eran.
Ella era incapaz de acostarse con otro hombre el día de su boda y el hecho de que Joseph la creyera capaz decía más de él que de ella. Aquel hombre no sabía lo que significaba la palabra «amor» porque jamás había amado a ninguna mujer.
—¿Cómo sabías que llegaba en ese avión? —insistió—. Les pagué mucho dinero —añadió bajando la voz.
—Yo les pagué más —contestó Joseph—. Tu ingenuidad me abruma. ¿De verdad crees que iba a dejar que volvieras a Sicilia sin la protección apropiada? Lo que sí te agradezco es que hayas vuelto a casa tú sola, sin tu novio, pues habría sido una situación bastante embarazosa.
¿De verdad creía que Carlo era su amante? Qué típico de la mente masculina siciliana. Aquellos hombres se dejaban cegar por los celos y la posesividad. Era obvio que no estaba enfadado por amor sino por orgullo.
Evidentemente, Joseph creía que le había entregado su virginidad a otro hombre.
_______ se quedó muda, pero recordó que tenía que defenderse, así que tomó aire y se lanzó.
—No es mi intención volver contigo, Joseph. No quiero seguir casada contigo. Quiero divorciarme —le dijo sintiendo un inmenso alivio.
Ya estaba, lo había dicho.
Se terminaron los discursos ensayados delante del espejo. Se acabó el reunir valor para hablar con él.
—¿Cómo es posible que digas que no quieres estar casada conmigo cuando la última vez que nos vimos estabas frente a un cura diciendo que sí a esa misma pregunta? —se extrañó Joseph.
—Eso fue cuando te tenía por una buena persona.
Joseph la miró divertido.
—______, tesoro, soy una buena persona. Siempre me porto bien con las ancianas y con los niños.
—Tú no tienes ningún trato ni con mujeres ancianas ni con niños.
—Pero, si lo tuviera, sería amable con ellos —contestó Joseph encogiéndose de hombros.
—Y, luego, probablemente, los apuñalarías —le espetó ______—, Eres incapaz de pensar en otra persona que no seas tú.
—Te equivocas. Desde que te fuiste al el día de nuestra boda, no he dejado de pensar en ti. Supongo que no hará falta que te recuerde que te morías de ganas por casarte conmigo. Cuando te lo pedí, te pusiste como loca de contenta. Estabas completamente enamorada de mí.
______ sintió que la humillación la enrojecía y abrió la boca para negar aquellas palabras, pero no pudo. No pudo negarlas porque eran ciertas. Había estado perdidamente enamorada de él. Aunque no había formado parte de su plan, se había enamorado de Joseph Jonas.
En un principio, casarse con él le había parecido la oportunidad perfecta para escapar de su padre. Le había parecido la oportunidad perfecta para tener, por fin, la libertad que ansiaba desde hacía tanto tiempo.
Tras pasar algún tiempo con él, se había enamorado de Joseph, pero jamás se lo había dicho. El hecho de que Joseph hubiera sabido lo que había sentido por él se le antojaba terriblemente humillante.
«Cómo se debe de haber reído de mí», pensó mirando por la ventana para ocultar su tristeza.
Tenía modelos y actrices compitiendo por sus atenciones. ¿Cómo iba a ser posible que una chica torpe y extraña a la que nunca le habían permitido salir de su pueblo tuviera alguna posibilidad con él?
—Creí estar enamorada de ti, sí, es cierto, pero eso fue antes de comprender el tipo de hombre que eres. Yo jamás podría amar a alguien como tú —le espetó con angustia—. No dudaste en hacer todo lo que estuvo al alcance de tu mano para que accediera a casarme contigo, pero para ti no era más que un negocio y yo no quería ese tipo de matrimonio. ¡Yo quiero un matrimonio de verdad!
—¿Un matrimonio de verdad? Llevas la alianza que yo te di. ¿Acaso no es eso de verdad?
—No lo entiendes —contestó _______ mirándolo de nuevo—. No se trata de alianzas ni de promesas, Joseph, sino de sentimientos. Se trata de amor, algo de lo que tú no sabes absolutamente nada.
—¿Y Carlo sí?
Aquélla fue la gota que colmó el vaso.
—¡Eres imbécil! —Exclamó _______ —. ¿Te has parado a preguntarte por qué huí? ¿Cómo tienes el cuajo de acusarme de tener un amante cuando tú tuviste el descaro de invitar a tu novia a nuestra boda? —le espetó furiosa—. ¿Qué tipo de hombre hace eso, Joseph? ¿Qué tipo de hombre espera que su novia vea cómo se casa con otra mujer y que su mujer esté tan tranquila con su amante delante? ¿No tienes sentimientos? ¿No tienes vergüenza?
_______ se interrumpió, sorprendida por su propio estallido. Jamás se había atrevido en presencia de su padre a decir lo que pensaba. Aquélla era la primera vez en su vida que había compartido sus pensamientos con alguien. Instintivamente, se echó hacia atrás, pero Joseph no se acercó a ella, sino que enarcó una ceja con ironía.
Monse_Jonas
Re: Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
Capítulo 1, quinta parte.
—Nunca te había oído hablar tanto —observó—. Cuando salíamos juntos antes de casarnos apenas hablabas. Eras increíblemente tímida. Te quedabas mirando al suelo, a las paredes, a la mesa... a cualquier sitio menos a mí. Es fascinante ver que, en realidad, tienes opiniones propias.
______ se sonrojó de pies a cabeza porque lo que acababa de decir Joseph era cierto. Casi todas las ocasiones en las que se habían visto antes de la boda, su padre había estado delante y ______ había aprendido por las malas a no disparar su furia.
—Efectivamente, ahora me atrevo a mirarte y a decirte lo que opino —contestó intentando mantener la calma—. La opinión que tengo de ti, Joseph, es muy baja. Lo mides todo en términos de dinero. No haces nada a no ser que ganes algo y no te importan absolutamente nada los sentimientos de los demás. He tenido seis meses para pensar en lo que me hiciste. ¡Te casaste conmigo porque querías la empresa de mi padre! ¡Y por si eso no fuera suficiente, invitaste a tu amante a nuestra boda! ¡Qué falta de respeto! —añadió con dolor y humillación.
—Te estás comportando como una chiquilla. En aquella boda había doscientos invitados.
—Sí, pero me estoy refiriendo sólo a una de ellas, una alta y rubia, era tu novia.
—Ex novia —la corrigió Joseph—. En cualquier caso, no tienes por qué preocuparte. Ya no salíamos juntos.
—Entonces, ¿qué hacías besándola en la terraza?
—La verdad es que no me acuerdo —contestó Joseph bostezando—. Hay mujeres que son muy cariñosas. Supongo que me estaría dando un beso de despedida.
______ recordó la pasión de aquel beso y recordó también la envidia que se había apoderado de ella pues Joseph jamás la había besado así.
—Si ya no estabas con ella, ¿por qué la invitaste?
—El hecho de que seas mi esposa no te da derecho a cuestionar mi comportamiento. La verdad es que no sé de qué te quejas. Me casé contigo. La afortunada fuiste tú.
Joseph tardó unos segundos en asimilar semejante arrogancia.
—¿Afortunada? ¿Afortunada yo?, —repitió mirándolo con incredulidad.
—Sí, por supuesto, fuiste muy afortunada. Te ofrecí algo que jamás le había ofrecido a ninguna otra mujer.
—¿Y cómo se supone que me tengo que sentir por ello?
—Agradecida.
—¿Agradecida? —Se atragantó _______ —. ¿Agradecida por tener oportunidad de compartir a mi esposo con otras cuantas mujeres?
—Perdona, pero me parece muy interesante que seas tan apasionada. Jamás lo habría dicho. Eso explica muchas cosas —comentó Joseph mirándola intensamente—. Sin embargo, quiero que sepas que no me gustan las mujeres celosas y tus celos son ridículos dado que la mujer que lleva mi alianza eres tú.
—No estoy celosa. Para estar celosa, primero hay que querer a alguien y yo no te quiero en absoluto.
Lo había querido, era cierto, pero las cosas habían cambiado. Cuando había estado enamorada de él, sonreía sin parar ante la idea de que se iban a casar, pero todo había resultado ser una fantasía de niña pequeña. La realidad había sido completamente diferente.
—Para que lo sepas, no me sentí celosa sino humillada en público. ¿Qué querías que hiciera? ¿Querías que me quedara tan tranquila viendo cómo un montón de mujeres babeaban ante ti? ¿Y yo me tenía que sentir bendecida porque me hubieras elegido? ¿Esperabas que te compartiera con las demás con una gran sonrisa porque yo era la elegida?
—Te estás poniendo histérica.
—No, de eso nada. No me estoy poniendo histérica en absoluto. Estoy diciendo las cosas tal y como son por primera vez en muchos años —contestó _______.
Le daban igual las consecuencias de no guardar silencio. ¿De qué le había servido el silencio?
—Contéstame a una pregunta. Si querías estar con esa rubia, ¿por qué no te casaste con ella y punto?
—Lorna es estadounidense, así que no habría sido una esposa apropiada y, además, es empresaria y muy independiente.
—¿Qué tipo de respuesta es ésa? —Se indignó _______—. Lo que quieres decir es que no quiso casarse contigo, así que te buscaste a una chica siciliana tonta e ingenua que resulté ser yo. Pero deberías haber recordado que mi madre es inglesa, lo que quiere decir que mi sangre siciliana está diluida. Cometiste un gran error al casarte conmigo, Joseph.
—Yo nunca cometo errores. Sin embargo, tú cometiste uno enorme al irte en el día de nuestra boda. Menos mal que has vuelto. Esto significa que podrás empezar a pedir perdón. He decidido ignorar que ya no eres virgen. Si juegas bien tus cartas, puede que incluso te perdone.
_______ se quedó mirándolo con frustración. Aquel hombre no creía haber hecho nada malo. Joseph Jonas estaba tan acostumbrado a tratar a las mujeres de mala manera que no se había dado cuenta de que había otra forma de hacerlo. Aquel hombre era exactamente igual que su padre. Para él, una esposa era la mujer que se quedaba en casa mientras él se iba de fiesta con otras.
—Seguro que has encontrado a más de una que te haya consolado en este tiempo —comentó con un nudo en la garganta.
¿Por qué le importaba? ¿Por qué le afectaba tanto que su boda no significara nada para él? Todo había terminado. Su matrimonio había terminado y lo único que sentía por él era desprecio.
—Accediste a casarte conmigo. Era lo que querías.
—Eso fue antes de saber la verdad sobre ti.
—¿A qué te refieres?
_______ dudó, completamente avergonzada de su ingenuidad, pero decidió ser sincera.
—Mi padre y tú me engañasteis, me tratasteis como si fuera un mueble. Negociasteis a mis espaldas. Me hiciste creer que yo te interesaba, pero no era así. Jamás pensaste en mí. Jamás pensaste en lo que yo quería ni en lo que necesitaba.
—Muchos matrimonios surgen así. Nosotros nos conocíamos. No olvides que pasamos mucho tiempo juntos. Pasamos muchas horas conociéndonos mutuamente —contestó Joseph haciendo hincapié en las últimas palabras.
_______ sabía perfectamente a lo que se refería. En una ocasión, le había podido la curiosidad y lo había besado. Había sido una experiencia que la había dejado sin dormir durante muchas noches.
Durante aquellas noches, recordaba sus labios ardientes y su mano fuerte en el muslo, las sensaciones que aquella mano habían producido en ella, el deseo de que la desflorara en aquel mismo instante y saciara su curiosidad femenina.
Pero no lo había hecho.
Y ahora sabía por qué. Jamás la había encontrado atractiva. Se había casado con ella por razones completamente diferentes.
______ nunca había podido olvidar aquel beso e incluso ahora, al recordarlo, notó que los pezones se le endurecían. Sin pensarlo, dejó que sus ojos se deslizaran hasta la boca de Joseph y sintió algo cálido y peligroso en la pelvis.
Horrorizada por la intensidad de su reacción, se apresuró a levantar la mirada y, al ver que Joseph se había dado cuenta de todo, apartó los ojos rápidamente.
—No nos conocemos en absoluto —dijo avergonzada— Tú jamás decías nada de ti mismo. Para ti, nuestros encuentros no eran nada más que entrevistas de trabajo.
—¿Entrevistas de trabajo? —Se rió Joseph—. ¿Y cuál era el trabajo?
—Buscar esposa. Ofrecías sueldo ilimitado, incentivos y premios increíbles y pedías como requisitos que fuera una virgen obediente e ingenua que siguiera viviendo en casa de sus padres, que siempre hiciera lo que le decían y que nunca contestara. Por supuesto, una chica que hiciera oídos sordos a tus aventuras con otras. Bueno, pues te equivocaste al elegirme a mí. La próxima vez que te quieras casar, haz mejor el proceso de selección.
Monse_Jonas
Re: Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
Capítulo 1, sexta parte.
—¿Por qué iba a querer casarme de nuevo cuando tengo una mujer maravillosa?
______ lo miró consternada.
Debía de estar de broma. Era imposible que un hombre tan arrogante y orgulloso como Joseph permitiera que su esposa lo abandonara el mismo día de la boda y luego la dejara volver como si tal cosa. No, finalmente, aunque se lo hiciera pasar mal al principio, la dejaría ir.
Sí, por fin, iba a ser libre.
—Lo dices porque estás dolido en tu ego.
—Mi ego está perfectamente —sonrió Joseph.
—Es imposible que quieras seguir casado conmigo. Los dos sabemos que accediste a la boda porque así lo habías pactado con mi padre. Mi padre necesitaba que alguien se ocupara de su empresa y te eligió a ti. ¿Y por qué? Porque eras igual de implacable que él. Enhorabuena.
—Supongo que cuando dices que soy implacable te refieres a que puedo tomar una decisión sin dejarme llevar por las emociones, algo que a las mujeres os resulta prácticamente imposible.
—Las emociones son muy importantes. Mi padre y tú no os parasteis a pensar en las mías en ningún momento. Lo único que te importaba era el dinero.
Y ella había sido tan estúpida como para enamorarse de él.
—La empresa de tu padre estaba perdiendo dinero, así que ya vez que el negocio no era bueno —contestó Joseph encogiéndose de hombros—. No he ganado dinero en ningún momento desde que me hice con ella. Ha sido un gesto más bien generoso por mi parte.
—¿Cómo dices? ¿La empresa de mi padre perdía dinero? —se sorprendió ______.
—No sé de qué te sorprendes. Los olivares de tu padre funcionaban a nivel local, pero no tenía ni idea de cómo expandir el negocio para ser competitivo.
—La empresa de mi padre iba fenomenal —contestó ______ pensando en la cantidad de gente que había ido a la villa de su padre a presentar sus respetos al enterarse de que su hija se casaba.
—Le empresa de tu padre incurría en varias situaciones ilegales y estaba mal gestionada —aclaró Joseph con dureza—. Sus métodos eran de la Edad Media, pero estoy empezando a rectificarlos.
—¿Me estás diciendo de verdad que la empresa de mi padre iba a la ruina?
—¿No lo sabías?
—Mi padre nunca me hablaba de sus negocios. Yo ayudaba en la recogida de la aceituna y en el trabajo administrativo, pero nunca me contaba los detalles. Si hubiera sido un hombre, habría sido diferente, pero... en cualquier caso, no lo entiendo. Si la empresa de mi padre iba tan mal, ¿por qué la querías?
—Supongo que por capricho —contestó Joseph sonriendo—. Supongo que en el fondo soy un sentimental y quería tener una empresa siciliana.
—Sí, eres tan sentimental como un león.
—Ya veo que no me crees. Muy bien, en ese caso, te diré que no fue por sentimentalismo sino por negocio. Tu padre perdía dinero porque no sabía administrar la empresa, y no porque el producto no fuera bueno. El aceite de sus olivos es de primera calidad. Te lo digo yo, que he comido en los mejores restaurantes del mundo. Jamás he probado un producto así. De hecho, lo voy a exportar como delicatessen.
______ se quedó mirándolo fijamente. Ella se había criado entre aceitunas y lo cierto era que no le decían nada. La recogida era un trabajo muy duro.
—El mercado está inundado de aceite de oliva.
—No del mío —contestó Joseph con énfasis—. Siempre hay un hueco en el mercado para el mejor y éste lo es porque es virgen extra, primera presión en frío y ecológico.
—Qué típico de un siciliano. No sólo las mujeres tienen que ser vírgenes sino el aceite también, y no sólo virgen sino virgen extra.
En un abrir y cerrar de ojos, Joseph se acercó a ella.
—Si estuviera obsesionado por las vírgenes —ronroneó a pocos milímetros de su boca—, no me habría tomado la molestia de esperarte ahora que tú ya no lo eres —añadió acariciándole la mejilla—. Si fuera el típico siciliano, habría matado al adolescente con el que te fugaste. Estoy intentando ser civilizado con todo este tema, pero, a partir de ahora, queda terminantemente prohibido hablar de tu infidelidad.
______ se quedó mirándolo fijamente. No se podía mover. Se sentía hipnotizada por la oscuridad de sus ojos y la largura de sus pestañas.
Sentía que el corazón le latía desbocado y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no besarlo.
—¿Por qué te casaste conmigo? Tal y como me lo cuentas, cualquiera diría que mi padre te pagó para que te quedaras con su empresa.
Joseph se quedó mirándola y ______ se preguntó si estaría sintiendo el mismo deseo inexplicable que ella. Rápidamente, se apresuró a apartarse y volvió al otro extremo del asiento.
—Me apetecía casarme —contestó Joseph—. Si no hubiera sido así, jamás habría accedido a la demanda de tu padre por mucho que me hubiera interesado su aceite de oliva.
—¿Y por qué no te casaste con alguna de las mujeres con las que salías?
—Porque con ellas comparto sexo, tesoro. Una amante es la mujer que incendia tu cama, pero tu esposa es la mujer que tiene responsabilidades completamente diferentes y para ese rol prefiero a una chica siciliana.
—Yo soy medio inglesa.
—Tu padre era siciliano y tú creciste en Sicilia. Con eso me basta.
—¿Lo dices porque se supone que sé lo que se espera de una esposa siciliana? —contestó Joseph echando los hombros hacia atrás y levantando el mentón. Para que te enteres, no tengo absolutamente riada de esposa siciliana. Será mejor que te divorcies de mí cuanto antes, Joseph, antes de que salga a relucir con toda su fuerza mi sangre inglesa.
—Te lo voy a decir una única vez. No tengo ninguna intención de divorciarme de ti. Jamás. No creo en el divorcio. Eres mi esposa y lo seguirás siendo toda la vida. Cuanto antes lo asumas, mejor para los dos.
—¿Por qué iba a querer casarme de nuevo cuando tengo una mujer maravillosa?
______ lo miró consternada.
Debía de estar de broma. Era imposible que un hombre tan arrogante y orgulloso como Joseph permitiera que su esposa lo abandonara el mismo día de la boda y luego la dejara volver como si tal cosa. No, finalmente, aunque se lo hiciera pasar mal al principio, la dejaría ir.
Sí, por fin, iba a ser libre.
—Lo dices porque estás dolido en tu ego.
—Mi ego está perfectamente —sonrió Joseph.
—Es imposible que quieras seguir casado conmigo. Los dos sabemos que accediste a la boda porque así lo habías pactado con mi padre. Mi padre necesitaba que alguien se ocupara de su empresa y te eligió a ti. ¿Y por qué? Porque eras igual de implacable que él. Enhorabuena.
—Supongo que cuando dices que soy implacable te refieres a que puedo tomar una decisión sin dejarme llevar por las emociones, algo que a las mujeres os resulta prácticamente imposible.
—Las emociones son muy importantes. Mi padre y tú no os parasteis a pensar en las mías en ningún momento. Lo único que te importaba era el dinero.
Y ella había sido tan estúpida como para enamorarse de él.
—La empresa de tu padre estaba perdiendo dinero, así que ya vez que el negocio no era bueno —contestó Joseph encogiéndose de hombros—. No he ganado dinero en ningún momento desde que me hice con ella. Ha sido un gesto más bien generoso por mi parte.
—¿Cómo dices? ¿La empresa de mi padre perdía dinero? —se sorprendió ______.
—No sé de qué te sorprendes. Los olivares de tu padre funcionaban a nivel local, pero no tenía ni idea de cómo expandir el negocio para ser competitivo.
—La empresa de mi padre iba fenomenal —contestó ______ pensando en la cantidad de gente que había ido a la villa de su padre a presentar sus respetos al enterarse de que su hija se casaba.
—Le empresa de tu padre incurría en varias situaciones ilegales y estaba mal gestionada —aclaró Joseph con dureza—. Sus métodos eran de la Edad Media, pero estoy empezando a rectificarlos.
—¿Me estás diciendo de verdad que la empresa de mi padre iba a la ruina?
—¿No lo sabías?
—Mi padre nunca me hablaba de sus negocios. Yo ayudaba en la recogida de la aceituna y en el trabajo administrativo, pero nunca me contaba los detalles. Si hubiera sido un hombre, habría sido diferente, pero... en cualquier caso, no lo entiendo. Si la empresa de mi padre iba tan mal, ¿por qué la querías?
—Supongo que por capricho —contestó Joseph sonriendo—. Supongo que en el fondo soy un sentimental y quería tener una empresa siciliana.
—Sí, eres tan sentimental como un león.
—Ya veo que no me crees. Muy bien, en ese caso, te diré que no fue por sentimentalismo sino por negocio. Tu padre perdía dinero porque no sabía administrar la empresa, y no porque el producto no fuera bueno. El aceite de sus olivos es de primera calidad. Te lo digo yo, que he comido en los mejores restaurantes del mundo. Jamás he probado un producto así. De hecho, lo voy a exportar como delicatessen.
______ se quedó mirándolo fijamente. Ella se había criado entre aceitunas y lo cierto era que no le decían nada. La recogida era un trabajo muy duro.
—El mercado está inundado de aceite de oliva.
—No del mío —contestó Joseph con énfasis—. Siempre hay un hueco en el mercado para el mejor y éste lo es porque es virgen extra, primera presión en frío y ecológico.
—Qué típico de un siciliano. No sólo las mujeres tienen que ser vírgenes sino el aceite también, y no sólo virgen sino virgen extra.
En un abrir y cerrar de ojos, Joseph se acercó a ella.
—Si estuviera obsesionado por las vírgenes —ronroneó a pocos milímetros de su boca—, no me habría tomado la molestia de esperarte ahora que tú ya no lo eres —añadió acariciándole la mejilla—. Si fuera el típico siciliano, habría matado al adolescente con el que te fugaste. Estoy intentando ser civilizado con todo este tema, pero, a partir de ahora, queda terminantemente prohibido hablar de tu infidelidad.
______ se quedó mirándolo fijamente. No se podía mover. Se sentía hipnotizada por la oscuridad de sus ojos y la largura de sus pestañas.
Sentía que el corazón le latía desbocado y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no besarlo.
—¿Por qué te casaste conmigo? Tal y como me lo cuentas, cualquiera diría que mi padre te pagó para que te quedaras con su empresa.
Joseph se quedó mirándola y ______ se preguntó si estaría sintiendo el mismo deseo inexplicable que ella. Rápidamente, se apresuró a apartarse y volvió al otro extremo del asiento.
—Me apetecía casarme —contestó Joseph—. Si no hubiera sido así, jamás habría accedido a la demanda de tu padre por mucho que me hubiera interesado su aceite de oliva.
—¿Y por qué no te casaste con alguna de las mujeres con las que salías?
—Porque con ellas comparto sexo, tesoro. Una amante es la mujer que incendia tu cama, pero tu esposa es la mujer que tiene responsabilidades completamente diferentes y para ese rol prefiero a una chica siciliana.
—Yo soy medio inglesa.
—Tu padre era siciliano y tú creciste en Sicilia. Con eso me basta.
—¿Lo dices porque se supone que sé lo que se espera de una esposa siciliana? —contestó Joseph echando los hombros hacia atrás y levantando el mentón. Para que te enteres, no tengo absolutamente riada de esposa siciliana. Será mejor que te divorcies de mí cuanto antes, Joseph, antes de que salga a relucir con toda su fuerza mi sangre inglesa.
—Te lo voy a decir una única vez. No tengo ninguna intención de divorciarme de ti. Jamás. No creo en el divorcio. Eres mi esposa y lo seguirás siendo toda la vida. Cuanto antes lo asumas, mejor para los dos.
Monse_Jonas
Re: Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
Ah Joseph que machista eres!!
La rayiz te pondrá en tu lugar
Gracias por el maratón!!
Síguela!
La rayiz te pondrá en tu lugar
Gracias por el maratón!!
Síguela!
aranzhitha
Re: Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
Pero joe si que es terco como una mula!!!!!.... Y no escucha lo que dice ella!!!!!....
Aaaarrgggf lo golpearía si pudiera!!
Aaaarrgggf lo golpearía si pudiera!!
chelis
Re: Sin noche de bodas (Joe y Tú) ADAPTACIÓN
:muere: pinche JOE...
sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
@ntonella
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