No creo en las segundas oportunidades. [Louis Tomlinson]

Nunca creyó que se hallaría en aquella situación, ni en sus peores sueños o mejor dicho pesadillas. ¿Qué había sido lo que ella le causo? ¿Cómo era que en aquel momento él no estaba haciéndola suya o aprovechándose de ella tal cual? No le cabía en la cabeza porque estaba acostado al lado de ella sin manosear su piel, robándole los besos que ella le negaba con frecuencia, hacer con ella como había hecho con muchas ya. Pero no, él estaba ahí, observándola dormir plácidamente, mirando su cabello caer aún de su mejilla, su respiración tranquila y su rostro sin querer ser molestada por nadie, con toda su ropa puesta y el olor a alcohol saliendo por sus labios ligeramente abiertos.

— ¿Qué me has hecho? —se preguntó en un susurro tan suave que parecía confundirse con la brisa que entraba por el balcón de la habitación. Sus ojos no se despegaban de ella, sus labios parecían ya rotos de tanto mordisqueárselos del solo hecho de no poder responderse tantas preguntas que rodeaban su mente. Giró su cuerpo para quedarse observando el techo con las manos tras la cabeza, como si mirar aquel muro pintado de color blanco pudiera transportarlo a lo que sería como llegó a esas instancias, no había pasado tanto como creemos, pero ese tiempo significo un cambio completo en él...

— ¡Estás loco amigo! —gritó entre carcajadas y una sonrisa alocada que poseía en el rostro. Miraba como su compañero se colgaba de una de las ramas más altas del instituto, haciendo llamar la atención de muchos de sus compañeros y sin dudar de las chicas. Muchos esperaban que la rama se rompiera y cayera directo al piso, otros, esperaban a que decidiera subir más arriba y que en medio de eso una de las ramas se trisara, en resumen, solo querían ver su caída épica desde el mejor ángulo.
—¿Yo loco? No me jodas —le respondió entre carcajadas mientras con la fuerza de sus brazos se balanceaba cual mono para tomar el impulso de saltar a la otra rama, se mordía los labios como de costumbre cuando sentía la adrenalina dentro de él, sus ojos verdosos brillaban con cierta lujuria y fue cuando desprendió sus manos de la rama y logró tomar la otra con un poco de dificultad.
—¡Louis baja de ahí! —su mejor amiga que no le fascinaba mucho la idea de que estuviera haciendo tonterías parecía verdaderamente irritada frente a la situación, no le agradaba de que se hiciera el payaso con algo que quizá podría dejarle graves consecuencias.
La voz de ella fue ligeramente opacada por la de sus compañeros animándolo a que siguiera más arriba, aunque muchos de ellos solo quieren ver como este caía de pleno en el piso. Antes de que Louis hiciera algún otro movimiento, llegó el supervisor del campus con su mirada ya predispuesta a que este le entendiera de que: “O te bajas ahora, o te expulso, simple.” Todos los alientos a que siguiera subiendo se convirtieron en risas divertidas para calmar la situación, el alumnado tomo sus cosas y cada uno se fue a su respectiva clase. Louis bajó con el menor de los cuidados tomando su mochila que se hallaba a los pies del árbol que no está más decir que su largo total era de nueve metros, era uno de los arboles más viejos y grandes del campus.
Mientras se retiraban lentamente de la escena el chico de ojos verdosos choco la mano con su amigo de forma victoriosa, ganándose un ligero bufido de Eliene, su mejor amiga que era más que obvio que reprocharía la actitud que tuvo recientemente.
—Jamás me escuchas —repuso cruzándose de brazos con la mirada seria sin querer observarle a ninguno de los dos. Eliene conoce a Louis desde que tiene memoria, debería estar más que acostumbrada a sus formas ridículas de conseguir atención.
—Podrías relajarte Eli —propuso el otro presente, que también conocía a los dos desde temprana edad y ya conocía mucho a la chica para saber que no se enojaría con algo como esto— es nuestro último año, deberíamos aprovecharlo —observó a la chica con una sonrisa, dándole a entender que en cierta parte el tenía razón o al menos algo tenia.
—Lo que dijo Harry —agregó Louis sin mirar a Eliene, no tenía ganas de ver su rostro de reproche, a veces le cansaba más de lo que admite. Miró ligeramente por sobre el hombro de su amigo y se detuvo para girarse y caminar hacia donde quedaba su siguiente clase— nos vemos.

La chica soltó un pequeño gruñido y frunció fuertemente la nariz, pero no dijo nada para detener a Louis, tomó rumbo a su siguiente clase junto con Harry y desaparecieron tras su espalda. En el trayecto al edificio Louis comenzó a pensar que quizá estos últimos años no los ha aprovechado tanto como le hubiera gustado, ciertamente no ha hecho muchas cosas por la histérica de su amiga, aunque he de decir que hay bastantes cosas que le ha ocultado, como la cierta cantidad de chicas con las que se ha acostado, él por así decirlo era un mujeriego que no era mal visto. ¿Ha roto algún corazón? Por supuesto que sí, pero no le afecta realmente es como si la conciencia no le pesara en absolutamente nada. También le había ocultado como el verano pasado había terminado intoxicado después de una de las fiestas masivas en la playa. A veces si le pesaba la conciencia de no contarle aquellas cosas a la que supuestamente era su “mejor amiga”, pero sabía claramente el sermón que esta le daría y el griterío que armaría.
Negó con la cabeza y entró a clases de matemáticas en el salón 12A con el Sr. Simonetti. Ese hombre para Louis era solo un profesor más, no tenían ninguna relación estrecha ni nada parecido, tampoco era de sus favoritos y eso para él estaba más que bien. Tomó asiento en uno de los puestos cerca de la ventana y comenzó a mirar por ella como si intentara distraer su mente de cualquier recuerdo que no le haya contado a Eliene.

—Señor Tommlinson —dijo con voz raspada el profesor de matemáticas extendiéndole una hoja con los resultados de un examen que había hecho hace una semana. Louis tomó el papel y observó como un diez estaba escrito con lápiz color rojo sobre el papel, soltó un suspiro cansino y dejó la hoja sobre su puesto esperando que la hora pasara más rápida de lo posible.

                           

—Te lo juro, fue la clase más aburrida de biología que haya tenido —comentó Harry cuando iban de camino a casa, Louis asentía sin ponerle atención verdaderamente, pero el chico de rulos no era para nada tonto y sabía perfectamente cuando algo le pasaba— ¿Qué te pasó ahora? ¿Dejaste embarazada a alguien?
Louis soltó un ligero bufido y negó ligeramente con la cabeza— se trata de Ellie. Siento que le oculto más cosas de las que debería —Louis movió una de sus manos a su cabello y trató de peinarlo, era algo más un movimiento para calmar las ansias.
—Creo que hay cosas que es mejor no decirlas, ¿no crees? No es por apoyar lo que no le has dicho, si no porque cada uno tiene sus secretos, o eso pienso yo —el chico de rulos sabía perfectamente de lo que hablaba, el no le cuenta absolutamente todo a Louis o a Eliene, si no, que él tenia sus propios demonios y cicatrices del pasado que prefiere no contar a nadie.
—En eso tienes razón, pero… —su habla fue interrumpida junto al momento que una chica cruzaba la calle por el paso de peatón, ambos se quedaron verdaderamente hipnotizados por aquella belleza indescriptibles que incluso pensaron que era algo irreal. Louis sacudió su cabeza — creo que nos quedamos un poco tontos—soltó con una ligera risa mirándola disimuladamente caminar por la otra calle, pensando cómo sería tenerla para él y hacer lo que sea con ella: tocarla, besarla…
—Despierta Louis si esa chica fuera de por aquí ya habríamos ligado con ella, de seguro es una turista que se ira y no volveremos a ver —trató de decirlo con gracia ya que en cierta manera era verdad, paso su brazo a la espalda de Louis y le dio una palmada— ¿Estás listo para mañana? —preguntó con una sonrisa un poco cómplice de lo que se avecinaba.
—Por supuesto —respondió devolviéndole la sonrisa cómplice y siguieron su camino hasta la casa de Louis, que quedaba al lado de la de Eliene, en esta oportunidad no había acompañado a sus amigos, siendo que había salido con que tenía que ir a hacer “algo importante” y cuando ella decía eso, era mejor no preguntar.
Antes de abrir la puerta de la casa Eliene se asomó por una de las ventanas del segundo piso de su casa y gritó un “¡ESPERA!” quizá un poco más fuerte de lo debido, ya que la anciana del frente dio un pequeño vuelco mientras paseaba a su perro por la calle.
—¿Qué ocurre Eliene? —preguntó Louis viendo como el cabello castaño claro de la chica se acomodaba en sus hombros después de haber seguramente bajado las escaleras corriendo.
—¿No has visto en tu recorrido a una chica de cabello castaño, alta, de ojos cafés, labios rojos y figura de modelo? —Louis puso los ojos algo atónicos frente a la descripción que le dio Eliene, miró sus mejillas blancas tomar un ligero rubor rojo por el cansancio de las escaleras, ambas casas o más bien las del sector tenían treinta y cinco escalones, y todas se componían de tres plantas. Louis se perdió un momento en notar que Eli se había delineado las pestañas, algo que jamás ella hacía, pero le quedaba bastante bien a decir verdad, resaltaba mucho sus ojos verdosos parecidos al interior de un kiwi.
—Respira primero Eli —le dijo poniendo sus manos sobre los hombros de la chica, la verdad ni siquiera estaba pensando en la descripción que le había dado su mejor amiga y la miró a los ojos— ¿Y por qué están importante si vi a una chica así? —le preguntó más intrigado por la respuesta que la importancia de saber si la vio o no.
Antes de que Eliene pudiera responder un ligero carraspeo de garganta interrumpió su futura respuesta y ambos miraron hacia su lado observando la misma chica que habían visto con Harry en su trayecto hacia sus casas, Louis cerró de golpe su boca que ya estaba un poco abierta al observar a la chica.
—Tranquila Eli, solo fui a caminar un poco —le dijo la chica con una sonrisa de medio lado, sus labios algo rojos causaban que Louis solo los mirara con cierto deseo que intentó disimular— ¿Quién es él? —preguntó mirando a Louis un tanto curiosa
—Eh… eh —se relamió los labios con dificultad— él…, él es Louis —logró decir soltando un suspiro aliviado de que su prima estuviera viva— un amigo —aclaró antes de que sacara conclusiones apresuradas— ¡Donde te habías metido! ¡No sabes lo preocupada que estaba! —le reprocho como una madre hacia con sus hijos, la expresión del rostro de Eli pasó de estar agitada a enojada de un momento a otro.
—Solo fui a caminar, es un cambio difícil para mí —contesto dándose vuelta para ir dentro de la casa pero no sin antes asomar su mirada por el hombro y soltar un ligero — un gusto en conocerte —le dijo a Louis sin verdaderos ánimos, y se adentró en la casa. El chico no alcanzó a responderle siendo que la histeria de Eliene lo dejo verdaderamente impactado, y más el hecho de que la chica con la cual quedaron boquiabiertos con Harry posiblemente viva en la casa de Eliene.
—¿Quién es? —le preguntó de inmediato cuando vio que la figura de la chica ya estaba en el interior de la casa.
—Danielle, mi prima —respondió poniendo un mechón de pelo tras su oreja y mirando la puerta de su casa abierta— no la veía en años, ella vive en Europa… o al menos antes vivía ahí —le dijo cambiando su mirada al piso y dando un suspiro— su madre murió cuando ella era pequeña y mi tío está hospitalizado con cáncer, entonces… ella está sola —la historia sonaba más que trágica, pero era muy cierta.
Danielle era una chica que vivía en Inglaterra, se había acostumbrado a una vida de modales y a la compañía única de su padre, no tenía más hermanos y su madre había muerto por un trágico accidente por culpa de un motociclista cuando ella tenía no más de ocho años.
Louis reflexionó un momento e intentó ponerse en la situación cosa que no pudo ser muy factible, siendo que este jamás ha sido muy empático.
—Es una pena —le respondió bajando las manos de los hombros de Eliene, lo único que cruzo por su cabeza fue la manera de hacer que la chica cayera a sus pies estando en la situación en la que estaba, en verdad no podía pensar en otra cosa que aquello.
—Lo es, pero estoy segura que lo superará —Eliene sonrió en una media sonrisa y se dio media vuelta para entrar a su casa, sin antes decirle a Louis— te agradecería que no intentaras nada.
— ¿A qué viene eso? —le preguntó de forma confusa.
—Sabes perfectamente a lo que me refiero, de verdad Louis, ni lo intentes.