~Evil twins~|N.C.|

La luz del sol se colaba por la ventana golpeando el angelical rostro de Samantha. La castaña se sentó en su cama y se talló los ojos. Se escapó de las sábanas que abrazaban su cuerpo y las acomodó en una esquina de la cama. Caminó por la habitación y tomó la ropa que había dejado la noche anterior y se encerró en el baño.

Allí hizo sus necesidades, se cepillo los dientes y tomó una ducha. Se colocó la ropa la cual consistía en unos jeans, una camisa de mangas hasta los codos color azul y unas zapatillas doradas. Se puso un conjunto de joyería juego y su mochila. Bajó las escaleras en busca de algo liviano para desayunar, ya que no le quedaba mucho tiempo. Tomó un plato hondo y un poco de cereal. Le añadió leche y se llevó una cuchara a la boca, sus papilas gustativas gozaban de ese exquisito sabor, algo sencillo pero delicioso. La chica repitió el mismo proceso hasta dejar el plato sin un rastro de comida.

Se le había hecho raro que la única presencia en la enorme casa fuera la suya. No había rastro ni de sus padres ni de Amber, su hermana gemela. Nunca ha tenido una buena relación con ella. Amber es muy envidiosa y siempre la insulta, critica o lastima. No le dice nada a sus padres por que no quiere buscar problemas. Sólo espera que todo con ella mejore.

Salió de sus pensamientos cuando vio la hora, eran las 7:45. Se apresuró y se montó en su auto, ya que sabía que lo más probable llegaría tarde a la primera clase. Aceleró el auto, pero obviamente sin sobrepasar el límite de velocidad.

La castaña caminaba por los enormes y solitarios pasillos del instituto, pues ya todos estaban en su clase correspondiente. Buscaba su casillero y cuando lo encontró colocó la combinación para así abrirlo. Al abrirlo, un pequeño y estrujado pedazo de papel cae de este. Se dobló para recogerlo y al abrirlo quedó sorprendida por lo que decía el papelito.

—Querida Samantha—comenzó a leer, su tono de voz lo suficientemente bajo para que nadie más lo escuchara y lo suficientemente alto para ella escucharlo—Eres una chica muy adorable y carismática, la cual ha logrado robar mi corazón. Me siento un poco raro al hacer esto, ya que usualmente o, mejor dicho, nunca hago esto—ella sonrió y continuó leyendo— No voy a escribir más porque te cansarás—soltó una pequeña sonrisa—Te espero en el comedor en la segunda clase, sólo ve, por favor—finalizó la nota con una enorme sonrisa.

No sabía de quien era la nota ni tenía alguien en mente. No era el tipo de chica que hablara con chicos aunque, si tenía que hacerlo, lo hacía. Cerró su casillero y se dirigió a su clase. Sorpresivamente el señor Parker la había dejado entrar. Supuso que fue porque ella nunca llegaba tarde y tenía muy buenas calificaciones.

—¿Qué es eso?—preguntó Ángela señalando la nota que sobresalía de su bolsillo.

—Una nota de alguien, no sé específicamente de quién—contestó su pregunta—Toma, léelo—le extendió la nota.

—Oh por dios, que emoción—soltó un pequeño grito de emoción, luego de haber leído la nota.

La clase del señor Parker se acabó y los nervios de Samantha aumentaron. Sus manos sudaban y sus piernas flaqueaban. Ángela seguía tratando, pero no lograba descifrar la identidad del chico.

—Tal vez podría ser...—se quedó pensativa—¡Bryan!, si él mismo se le nota a kilómetros, oh, el tiene novia— Ángela soltó un enorme suspiro.

En el camino a la segunda clase ambas amigas se separaron. Ángela iba a clase de inglés y Samantha, bueno, ella al comedor tal y como lo decía la nota. Al llegar no podía creer lo que veía.