Chispas de esperanza |Original

Omaigá, te sigues acordando de la novela  :lloro:    Pues mira, justo ayer pensaba que tenía que colgar capítulo, así que...
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C•A•P•Í•T•U•L•O 3

            Durante el siguiente mes, Alicia y yo empezamos a hablar más. Era bonito estar con la persona que amas, ¿no? Aunque también es cierto que es extraño notar ese aleteo en el estómago, pese a que a veces parezca que haya explotado un explosivo o algo así.
            —Eres bastante pesado, ¿sabes? —me dijo, mordisqueando una galleta. Sólo se oía el sonido de las hojas de los árboles moviéndose por el viento, el cual hacía que el pelo de la chica le cayera en la cara. Ya empezábamos a ir más tapados ya que era mitad de octubre. Dentro de una semana, Halloween. No suelo ser muy fan de ese tipo de fiestas, sin embargo sabía que a Alicia le encantaban, así que, ¿por qué no probarlo?-, estás siempre cerca de mí y es molesto.
            —Bueno —me encogí de hombros-, viene con el pack.
            Se me quedó mirando como si hubiese dicho algo muy, muy, muy estúpido, lo cual era probable. No pensaba con claridad cuando ella estaba cerca, por eso procuraba estar apartado de ella durante los exámenes.
            —A veces me pregunto por qué leche voy contigo —dijo, cerrando los ojos y echándose hacia atrás.
            —Me amas, acéptalo —bromeé. Ella me miró muy seria, provocando una sensación rara en el estómago, y por un momento pensé que me iba a decir que sí. El viento paró de moverse unos instantes para después soplar con más fuerza.
            —No bromees con eso. No me gusta el amor. Desde... eso... decidí no volver a enamorarme nunca jamás, ni de un chico ni de una chica ni siquiera de una piedra.
            Y ahí se fueron todas mis esperanzas e ilusiones. Sabía que estaba exagerando, que el amor surge tan espontáneamente que incluso dudas los primeros días si es verdad. Sin embargo, ese pensamiento te martillea la cabeza hasta que de verdad te das cuenta. Al menos, eso me pasó con Alicia. Asentí, algo molesto por la conversación, dispuesto a cambiar de tema.
            — ¿Y a ti te gusta alguien? —preguntó, buscando algo en sus bolsillos. Entonces sacó los auriculares y los desenredó con cuidado antes de conectarlos al móvil. Por un momento pensé en contarle la verdad, en decirle que era ella quien me gustaba, pero sabía que se iba a reír de mí. Obvio, soy patético.
            —Sí, pero no la conoces —mentí. Ya dije antes que odio mentir, me parece una manera de buscar una excusa penosa porque no soportas la verdad. Sin embargo, no tengo problemas en... Ocultarla.
            —Entiendo... ¿Quieres escuchar? —preguntó, tendiéndome un auricular. Lo tomé y me lo puse.
—You were lying on the carpet like you're sating in a coffin, you said 'Do you believe what you're saying?' 'Yeah right now, but not that often'. Are you dead, are you sleeping? Are you dead, are you sleeping? Are you dead, are you sleeping? God I sure hope you were dead... —empezó a cantar. Tenía una voz bonita, suave y delicada. Sin embargo, emitía un sufrimiento y rabia que te hacía estremecer. Vi su expresión, con los ojos perdidos en el infinito, y supe en qué estaba pensando.
            —Te hace pensar en Jaime, ¿verdad? Desearías que muriera —dije, inocentemente. Ella se levantó de repente, arrancando el auricular de mi oreja.
            —Nunca, NUNCA vuelvas a hablarme de él, ¿vale? —me gritó-. ¡YO YA ESTOY MUERTA POR DENTRO! ¿POR QUÉ ÉL NO PUEDE MORIR?
            Dicho esto dio media vuelta y salió corriendo. No había nadie en el paseo, así que me tomé la libertad de taparme la cara con las manos. Es frustrante. Es frustrante tener cerca lo que quieres pero no poder tenerlo, que no te pertenezca y posiblemente nunca lo haga.
            No tenía ninguna oportunidad. Ella seguía queriendo a Jaime.
            Todo era tan confuso... Me dolía ver así de destrozada a Alicia. Quizá tuviera una segunda oportunidad si conseguía que volviesen a hablar como antaño. Sabía que eso me iba a doler, pero yo solo quiero que ella sea feliz. Quizá al principio no esté de acuerdo conmigo, pero estaba decidido a volver a juntarlos.
            Recordé todo el drama del año pasado.
            Alicia viniendo a hablar con nosotros. Se enfadaba mucho conmigo y siempre le reía las gracias a Jaime. Tenía un aspecto bastante ridículo. Un día parecía muy, muy vergonzosa, nerviosa, gritaba a la mínima que veía a mi amigo y se intentaba esconder. Semanas después me enteré de que había sido porque ella se había declarado de una manera bastante rara y él le había dicho que vale o no se qué tontería. Sin embargo él la empezó a tratar mal y nosequé historias.
            Decidí irme a casa. Al menos allí tenía el apoyo moral e incondicional de mis libros.
            —Hola, cielo —me saludó mi madre cuando me abrió la puerta-. ¿Todo bien con Jaime? ¿Habéis trabajado mucho?
            Está bien, no le había dicho que había quedado con Alicia, pero ¡eh! No pasa nada, cosas como estas las suelen hacer todos los adolescentes, ¿no? Además, tampoco era como si me hubiese ido con gente odiosa o poco fiable. Vale que Alicia era algo odiosa si se lo proponía, pero... ¿poco fiable? No, eso no.
            —Sí, mamá —contesté, cogiendo un bollo de la cesta. Normalmente habían cruasanes o palmeras de chocolate que solíamos comer para merendar, pero yo aún no había comido nada desde la hora de la comida.
            —Por cierto, ha llegado otra carta para ti. ¿Te estás hablando con alguien? —preguntó. Yo abrí la boca y dejé el bollo a la mitad, me levanté súbitamente y me fui al estante de las cartas. En realidad era un mueble donde guardábamos la vajilla, pero encima poníamos las llaves y las cartas, quizá para que aparentara un mueble normal y corriente.
            El sobre era como los otros y subí corriendo a mi habitación, donde cerré la puerta y me dispuse a abrir la carta. Esta vez estaba escrita a mano, con letra bastante mala. Quizá Adara la hubiese hecho con prisas.
            "¡Hola, Rafa!
            Sí, sé que esto no es normal, que suelo hacer las cartas a ordenador y eso, pero no me ha dado tiempo. Así que aquí estoy, escribiendo a mano.
He visto tu conversación con Alicia (La próxima vez que creas que estás solo revisa detrás de los árboles) y he de decir que tienes la culpa. Ya te dije que no le mencionaras al chico. A ella no le gusta, tranquilo, de momento tienes vía libre. Sin embargo está muy afectada aún y no quiere hablar del tema. Piensa que lo dio todo por él: sus amigas, sus estudios, estuvo a punto de sacrificar su futuro y su propia vida.  Ella es así, cuando ama a alguien lo da todo sin pensar en las consecuencias. En esto se   podría decir que es algo tonta.
            Bueno, no significa que sea tonta. Simplemente que le ciega el amor.
            Pero eso es otro punto. En realidad te quería hablar de Paolo y Penny. He oído que mañana va a liarla parda, y tengo el mal presentimiento de que va a hacerte algo.  Algo gordo.
            No estoy muy segura de qué puede ser, así que ten cuidado. Esta vez no te voy a poder salvar.
            Adara."
            Sabía a lo que se refería con "esta vez". Durante el último mes había podido esquivar a Paolo un par de veces gracias a las advertencias de la chica, por lo que había llegado a pensar que la que me escribía era Penny. Pero eso era absurdo, Penny no sabe escribir. Al menos, sin faltas ortográficas.
            Así que posiblemente era de alguien que estuviera cerca de Paolo. Un círculo cercano pero no lo suficiente. Y ahí entran pocas opciones.
Carla, una chica que está enamorada de Paolo y siempre le sigue; Leonor, que es la mejor amiga de Carla; Jezabel, que es muy amiga de Penny... Y Alicia, que se sienta al lado de Paolo.
            Claro que era difícil que Alicia hubiera tenido tiempo suficiente para escribirme. Al menos, no había pasado tanto tiempo desde que ella se había ido hasta que llegué a mi casa...
            Diez minutos, ¿no?

[Siento haber estado tan desaparecida últimamente :c] y OMG ¿te has vuelto a cambiar el nick? Lo adoro *____* antes eras SheThinksSheIsInBarbados o algo así, ¿no? ¿De dónde lo sacaste? Es que estaba escuchando Stay out, de Nina Nesbitt y salió esa frase y yo como WHAT OMG y eso, curiosidad xD (y pink floyd omfg o sea omg)
Y VUELVO A PEDIR DISCULPAS POR LA TARDANZA. EN RECOMPENSA (o castigo, depende de cómo se mire) VOY A COLGAR 2 CAPÍTULOS. PORQUE SÍ, PORQUE SOY HEAVY.
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C•A•P•Í•T•U•L•O 4

Cuando volví al instituto al día siguiente, me di cuenta de que habían muchas miradas puestas en mí. Miradas extrañas, con trazos mezclados de compasión y rabia, algunos como diciendo "no durará mucho". Sabía lo que eso significaba. Paolo iba a atacar.
            No le había comentado nada de eso a mi madre. Sabía que se iba a poner de los nervios y llamaría a los padres del chico. Sin embargo, sabía que eso solo iba a empeorar la situación. Además, mi madre ni siquiera sabía de Adara, y explicarle eso significaba confesarle mi pequeño secreto sobre la chica.
            El hall estaba en silencio, lo único que se oía era los murmullos de la gente que, seguramente, apostaba cuánto tardaba antes de que Paolo me noqueara.
            —Rafa, ¿estás bien? —Alicia se acercó a mí, preocupada. Se veía en los ojos que tenía miedo por mí-. He oído lo de Paolo. ¿Necesitas ayuda?
            Apoyó suavemente y con dificultad su mano derecha en mi hombro, intentando tranquilizarme, sin embargo lo único que consiguió fue que una sonrisa asomara por mi ruborizado rostro.
            —Tranquila, estaré bien. Si estás delante cuando pase, solo te pido una cosa —ella me miró, expectante, durante unos segundos que tardé en contestar-. No intervengas, por favor.
            Alicia abrió los ojos exageradamente y negó con la cabeza.
            — ¡Sé cómo parar a Paolo! ¡Tan solo tienes que...! —sin embargo, antes de escuchar lo que me decía le aparté de mí, y oí que me decía algo así como "imbécil" entre dientes.
            En realidad me dolía dejar así a Alicia. Casi podía oír su alma rompiéndose por dentro, tal y como lo harían mis huesos dentro de unas horas como mucho. Suspiré, cansado. Estaba harto de huir, hoy iba a plantar cara. Por primera vez en trece años y medio no iba a tener miedo.
            —Rafa —dijo Alicia a mis espaldas cuando se empezó a oír la gente que hablaba. Todo volvía a la normalidad-. Déjame estar cerca cuando pase, por favor –suplicó. Yo asentí-. Así si... Hay algo que pueda evitar... Pues eso.
            Volví a asentir, atontado.
            —Gracias —dije, sonriendo tristemente.
            —No hay de qué —me devolvió la sonrisa.
            Eso era una de las cosas que más me gustaba de ella. Pese a que no solía sonreír, cuando lo hacía era porque de verdad lo sentía. Y transmitía su felicidad en esa sonrisa. Además de que pocas veces le había visto sonreír, por no decir ninguna, después del asunto con Jaime. Simplemente pensando en la carta de Adara que me decía que ella se había querido suicidar ya no veía a ninguno de ambos como antes. Y menos a Alicia. Pensaba que ella estaba en contra de esos actos, como yo.
            Alguien llamó a la chica y me dejó solo. Cuando se iba me sentía completamente vacío y no sabía qué hacer. Era como si mi alma la llevara ella, apretada entre esos puños de hierro.
            —Vaya, vaya. A quién tenemos aquí —dijo una voz a mis espaldas. No me sorprendió girarme y ver a Paolo y a Penny.
            —Supongo que no eres tan listo como creíamos si has venido —dijo la chica con una sonrisa malvada en su rostro. Yo no dije nada, simplemente miré a los gemelos, serio.
            —Al menos yo no huyo al ver un profesor —apunté acertadamente. Y eso era verdad. Siempre huían de los profesores si podían porque nunca hacían nada legal.
            —Te crees gracioso, ¿verdad? —inquirió Paolo, acercándose más a mí amenazadoramente. ¡¿Dónde están los profesores cuando los necesitas?!-. A la hora de la salida espérate fuera, delante de los cipreses. Si no estás, te seguiré hasta tu casa y entraré allí por la noche y te zurraré allí, ¿entendido?
            Asentí lentamente mientras se separaba de mí. Entonces sonó el timbre indicando que ya eran las ocho y teníamos que irnos a clase. Para alivio mío.
Muchos pensaréis que "ay, que miedica, le teme a un tío que ni amenaza en serio" pero ¿sabéis qué os digo? Me da igual lo que penséis, ese chaval me daba miedo y sabía que era capaz de cumplir su promesa.
            Casi no presté atención en clase, y cuando Alicia me hablaba ni siquiera sabía lo que me estaba diciendo. Estaba demasiado ocupado pensando un plan para no morir en la pelea.
            —Eh, ¿quieres hacer el favor de escucharme? —Dijo Alicia, chasqueando los dedos delante de mi cara para sacarme de mi ensoñación-. Sé que estás preocupado por lo de Paolo, pero si me escucharas un poco, al menos...
De repente noté como una bombilla se encendía en mi mente.
            — ¡Eso es! –exclamé de pronto-. ¡Escuchar! Tengo que entretener a Paolo hablando para que no me pegue y mientras tú llamas a algún profesor. Así no huiré y no me enfrentaré a los gemelos.
            Por lo visto mi genialísimo plan no le terminaba de convencer a Alicia. Parecía exasperada, pero igualmente asintió a regañadientes.
            —Gracias, Alicia, cielo —dije. El apodo hizo que me hirviera todo por dentro, como un fuego que no se pudiese apagar. Sin embargo, ella hizo como que no lo había escuchado-. De verdad, gracias.
            —De nada —dijo ella, algo molesta. Apartó la mirada durante un segundo para después levantarse de repente-. Oye, esta va a ser la última hora antes de la pelea. ¿Estás seguro de que no quieres que vaya yo allí a darle una buena patada en los...?
            —No hace falta –me apresuré a decir, y antes de que el profesor entrara por la puerta, se fue a su sitio.
            La hora pasó demasiado rápida. Antes de sonar el timbre todos estaban pendientes de mí y de mis movimientos. Paolo, por ejemplo, me miraba con pillería. Elena, con tristeza. Alicia, con preocupación. Jaime ni me miraba tan solo, estaba demasiado ocupado "siendo guay". En realidad él no era guay, lo que a veces se las daba.
            El timbre sonó y todos se apresuraron a llegar a la salida del instituto antes de perder un buen sitio. Vete a saber, quizá querían terminar salpicados de sangre.
Llegué delante de los cipreses. Allí estaba Paolo, esperándome. Alicia me seguía por detrás hablando apresuradamente. Ni siquiera entendía lo que me decía, me pitaban los oídos demasiado fuerte para poder incluso oír mis pensamientos.
            —Y quiero que sepas, Rafa —oí que decía mi amiga- que pase lo que pase, voy a estar a tu lado. Si por algún casual se... Le va la mano —sabía que se refería a que si por casualidad me mataba, pero ninguno lo dijo- avisaré a una ambulancia lo más pronto posible. Todo va a estar bien —dijo, seguramente más para sí misma que para mí.
            Yo suspiré y asentí. "Este es tu momento, Rafa" me dije "Este puede ser el último momento que puedas verla. Tienes que decírselo".
            —Eh, cobarde —dijo Paolo-. Ven a pelear.
            —Suerte —dijo Alicia, y me empujó en contra de su voluntad hacia el centro de la multitud. En ese momento se lo agradecí. Estaba demasiado desorientado para andar.
            No recuerdo mucho lo que sucedió después. Un golpe fuerte en la cabeza, uno en el pecho, una patada en el costado y un fuerte puñetazo en la mandíbula, todo seguido. ¿Y qué hice yo? Bueno, intenté hacer lo más rastrero que se me ocurrió: la Patada en las Partes. Estaba demasiado confuso incluso para llevar a cabo mi plan.
Un fuerte golpe me hizo caer al suelo. Todo me daba vueltas, me mareaba y tenía ganas de dormir. Sin embargo, sabía que eso podría terminar en tragedia, así que intenté centrarme en Alicia, en ese grito angustiado que soltó, en ella arrodillándose a mi lado, zarandeándome para que no perdiera el conocimiento. Supe que si decía algo podrían ser mis últimas palabras, así que aproveché y se las dediqué:
            —Yeah I never thought we were two peas in a pod until you suddenly bloomed then I knew that I'd always love you... –canté. Vi que ella abría la boca, sorprendida, y parpadeaba un par de veces.
            Entonces todo se volvió negro.

Y la siguiente parte c: espero poder colgar el siguiente cap pronto ♥
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Interludio –Alicia

Vi como Rafa caía al suelo después del puñetazo de Paolo y, obviamente, me alarmé. Él era mi único amigo, el único que había estado a mi lado. Era algo molesto, pero he de admitir que yo tampoco soy quién para hablar.
Fui corriendo a ver cómo estaba y me entró el pánico al ver múltiples hilos de sangre cayendo por su cara. Le zarandeé desesperadamente, y fue entonces cuando entonó lo que esperaba que no fueran sus últimas palabras. Esa frase tan bonita de Honey and the Bee… y me las había dedicado.
Cuando cerró los ojos lo primero que hice fue gritar como una rata. Sí, muy heroico todo. Después grité que llamaran a la ambulancia mientras le comprobaba el pulso. Respiraba, pero muy levemente. ¿Qué había sido de los profesores? ¿Es que delante de los cipreses ya no llegaba su poder? ¿O no lo habían visto?
Mientras toda la multitud (incluidos Paolo y Penny, qué sorpresa) se fue, yo fui la única que se quedó al lado del chico.
Poco después vino la ambulancia y se lo llevó.
No había nada que pudiese hacer ya, así que volví a casa con la mirada brillante de Rafa y… eso en la cabeza. ¿Era lo que me pensaba que era? ¿De verdad Rafa… me…? No, no quería creerlo. Es que seguro que había un error. No podía ser yo, era imposible. No tengo nada bueno. Vale, no soy tonta, no lo niego. Pero no soy ni guapa, ni sociable, ni divertida, ni siquiera sé tratar con la gente.
—Alicia, ¿dónde has estado? —preguntó mi madre. Me había retrasado casi una hora. No sabía si contarle la verdad o no, así que directamente me fui a mi habitación, ignorando a mi madre. Ella tampoco dijo nada más ante mi pasividad.
Me tumbé en mi cama y abrí el móvil, buscando cualquier canción. Al final encontré una perfecta, The Light Behind Your Eyes, de My Chemical Romance.
—So long to all my friends, every one of them met tragic ends…
La voz de Gerard me llegó muy al fondo de mi alma, así que me puse a llorar. Fue inevitable.
No podía creer lo que le había pasado a Rafa. «Por mi culpa». Al menos, esa era mi sensación. «Vale, lo acepto, quizá le ayudé un poco cuando le avisé, pero por lo demás… no he sido de gran ayuda, poco más que una columna. Me odio a mí misma».
No podía controlar mis pensamientos, fluían como un río por mi mente, cada uno más deprimente que el anterior.
De repente me di cuenta de lo que estaba pasando. Antes yo era una chica feliz, con mis problemas y mis amigos, mi vida. Era una vida casi perfecta. Después fue cuando llegó el imbécil de Jaime y todo se fue al garete: bajé mi media, perdí amigos, aumentaron los problemas… en ese momento no me había importado. Yo seguía feliz. Sin embargo, después tuvimos esa pelea… y a partir de ahí empecé a deprimirme muy fácilmente. Prácticamente cualquier cosa hacía que mi estabilidad emocional tambaleara, por mísera que fuese.
Sabía que tenía que parar de pensar negativamente. Si no, no iba a llegar a ningún lado, de ninguna manera.
«Además, Rafa así lo querría», me dije. Pensar en el chico hizo que sintiera nauseas. ¿Cómo sería nuestra relación a partir de ahora? Yo siempre pensaba que todo va bien hasta que uno se enamora, y me mantengo firme en eso. Sin embargo, había algo en él que era… raro. No creo que llegara al punto del amor, pero algo había, supuse.
Aparté esos pensamientos de mi cabeza. Seguramente evitaríamos el tema una temporada hasta que lo tuviese todo claro.
Sí, eso sería lo mejor.