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Trouble, love&shows {One Direction} NC. 2do tema
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Trouble, love&shows {One Direction} NC. 2do tema
No sé por qué pero algo me dice que eres Abby
Bart Simpson
Re: Trouble, love&shows {One Direction} NC. 2do tema
Sigannnnn osea my feels <3 holu xd hace tiempo no comentaba, eso y bueno siganlaaaa
Mills stalkeando desde tiempos inmemorables.
Mills stalkeando desde tiempos inmemorables.
katara.
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Re: Trouble, love&shows {One Direction} NC. 2do tema
mis feels reclaman a Michelle y Zayn !!
Sweettama
Bart Simpson
Re: Trouble, love&shows {One Direction} NC. 2do tema
Chicas, sé que quieren capitulo, pero entiendan que Cata esta haciendo lo posible por terminarlo y subirlo finalmente. No comenten más en el tema hasta que suba el cap, por favor. Ya sobre pasamos el límite, no provoquemos que se haga más largo con spam.
Jaeger.
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Re: Trouble, love&shows {One Direction} NC. 2do tema
HOLA te pido de rodillas, luna no me dejes (8) ahque (?) askdjasld lo que debo decir, implorar y rogar es ¡PERDÓN! Realmente siento haberme demorado tanto en subir, pero la universidad es una mierda y me siento culpable por hacerlas esperar tanto, pero de todas maneras espero que les guste el capítulo. Son 15.700 y algo palabras salidas directamente de mi corazón hacia ustedes y, de verdad, espero me disculpen.
Por cierto, espero un enorme comentario de su parte solo para decirme que me aman (?) okno, pero espero su opinión del capítulo, sea cual sea ;-;
Gracias a todas por leer <3
cuídense e.é
Por cierto, espero un enorme comentario de su parte solo para decirme que me aman (?) okno, pero espero su opinión del capítulo, sea cual sea ;-;
Gracias a todas por leer <3
cuídense e.é
Capítulo 46
parte I
Michelle Radcliffe
Cruzo mi pierna derecha por sobre la izquierda para evitar removerme incómodamente en el asiento, mantengo mis dedos entrelazados y procuro mirar fijamente a Louise con el fin de no prestar atención a todos los susurros y comentarios que llegan a mis oídos.
Mi hermana aprieta sus dientes y noto que su espalda está rígida, sin embargo cuando abre su boca intenta sonar relajada y burlona, pero falla notablemente.
— Ahora sé que se siente que te vean como un pedazo de carne – bufa mi hermana, rodando sus ojos – y no en el sentido que me gustaría que fuese. Si alguien me mirase como un pedazo de carne, me gustaría que fuese James Franco. Oh Dios mío, creo que me derretiré con solo pensar que él me mire como un pedazo de carne…
Suelto una carcajada mientras niego con la cabeza y creo que un poco de la tensión que se acumulaba en mis hombros se ha disipado.
— Creo que James Franco es mucho mayor que tú, Lou – añado con una pequeña sonrisa aflorando en las comisuras de mis labios.
— Solo son veinte años, no es tanto – se encoge de hombros y se cruza de brazos – nuestro amor lo superará todo. Tendremos once niños y una enorme casa en Los Ángeles – dice esperanzada.
— ¿Once hijos? – Pregunto, con una sonrisa socarrona.
— Sip, quiero un equipo de fútbol – menea sus cejas tentativamente.
— Lo que digas – blanqueo los ojos, girando mi rostro hacia las imágenes promocionales del programa, en donde las imágenes de los chicos se encuentran.
Es inevitable que imágenes de los seis meses que he estado junto a Zayn no se crucen por mi cabeza a estas alturas. Al comienzo del contrato, Zayn me miraba como si yo tuviese la culpa de toda la carga que llevaba encima, sentía que me odiaba, que para él fuera la cosa más horrenda del mundo y que simplemente yo era un estorbo en su vida y, bueno, básicamente ambos éramos un estorbo en la vida del otro pero de un momento a otro eso cambió. Algo pasó con él y comenzó a preocuparse de mí, decía cosas que me confundían y, de pronto, comenzó a buscarme sin una razón adecuada para ello.
Quería entenderme y saber que pasaba por mi cabeza, como si realmente le importase y yo no hice nada más que caer en el juego, sabiendo que lo nuestro tenía fecha de expiración.
Y, ahora, no lo había visto desde que Laymie se había terminado públicamente.
Zayn no había llamado, tampoco enviado mensajes y yo intentaba ignorar el creciente dolor en mi pecho a medida que los días pasaban y no obtenía ninguna señal de Zayn y por los últimos días solo recibí ordenes de Simon, nada más.
— Quince minutos – avisa un hombre calvo, de unos cuarenta años que lleva en su cuello audífonos colgando y le hace señas a todo el equipo de producción del programa.
Las cámaras comienzan a tomar lugar y el nudo en mi estómago parece crecer poco a poco mientras el público – la mayoría adolescentes locas por One Direction– chilla como si el mundo se fuese a acabar, sin contar que nos mandan miradas de desprecio a mí y a mi hermana. Bueno, mayormente a mí.
Hay alrededor de unos cien asientos para el público, ubicados en diez filas hacia arriba y diez columnas hacia el lado, separadas justo en el medio por un pasillo, el que separa los asientos en dos tandas y la mayoría de las personas que se están para ver el show son fanáticas de la banda, quien será entrevistada por alguna periodista famosa que no conoce ni su madre y One Direction se presentará.
— Estoy pensando seriamente en sacar a Sophia Jr y cometer un homicidio múltiple – gruñe Louise. – pero primero, tendré que matar a Simon por habernos obligado a venir y presenciar esta mierda.
— Jamás debí permitir que Emma te regalara una navaja para tu cumpleaños – giro mi rostro hacia ella – y no te preocupes, todo esto terminará pronto – digo y no sé por qué mi voz suena estrangulada.
— Fue el mejor regalo – defiende – ella piensa en las necesidades de una adolescente en crecimiento – murmura con firmeza. –
Un chillido colectivo toma lugar mientras mi mirada se fija en Louise blanqueando los ojos.
— Demonios – suelta Louise, contrayendo su mueca al mirar tras de mí.
Alzo mi ceja en una interrogante cuando siento calor repentino sobre mis hombros, es Zayn.
No tengo idea cómo Zayn logra levantarme del asiento para que quede frente a él, pero de alguna manera sucede en un lapso en el que mi cerebro no puede reaccionar.
Parpadeo y sus ojos ámbar lucen inquietos. Quiero decirle que me suelte, pero mi lengua parece haber perdido la capacidad de hablar.
Zayn tiene una sonrisa tensa en los labios, parece perturbado por algo. Frunzo los labios ante su mueca y el reacciona; estampa su boca con la mía, sin importarle que mi hermana nos esté mirando, sin importarle que un puñado de sus fanáticas estén mirando, sin importarle que el sonido de obturadores de cámaras estén sonando.
Sus labios son suaves al comienzo, se mueven con delicadeza mientras que sus manos toman mi cintura. El cierra sus ojos y suspira, como si lo necesitase con tanta urgencia que me duele no besarlo.
Se aparta cuando comprende que no conseguirá nada, pero me mantiene frente a él, abrazándome, y mi corazón se estruja. Siento algo en mi pecho cuando me observa y veo el dolor en sus ojos.
Con un suspiro frustrado, cierra los ojos y me besa la frente, tardando un par de segundos antes de separarse de mí.
Mi estómago se retuerce.
— Si mato a alguien, siendo menor de edad, no puedo ir a la cárcel, ¿verdad? – susurra Louise por lo bajo, también con sus ojos fijos en el moreno que ahora está junto a mí.
— Hay demasiados testigos – contesta Zayn, fingiendo una sonrisa.
— Eso es lo de menos – masculla, escrutándolo con la mirada de los pies a cabeza.
El solo la observa, sin decir nada. En lugar de reaccionar como pienso que lo hará, Zayn vuelve su atención hacia mí, plantándose frente a mí y una pequeña cajita de color plata – que no había notado antes – aparece delante de mis manos. Sonríe con incomodidad en su mirada mientras posa la caja en mi mano derecha.
— Para ti, espero que alguna vez lo uses. – murmura, y sin decir más, se aleja.
Mantengo una pequeña sonrisa forzada en mi rostro mientras veo a Jeannette Lowe introducir a sus invitados para el programa.
Jugueteo con nerviosismo con la caja que Zayn me ha dado, la que contiene una cadena de plata con una diadema con una M en ella y unos zarcillos a juego. No entiendo como piensa que aceptaré algo como esto.
Mi mente regresa a la rubia los adula y lanza cumplidos antes de que ellos aparezcan, sonriéndole al público y saludando con las manos a todas las fans que se han parado de sus asientos para gritarles cuanto los aman.
Mi hermana tira de mi brazo y me hace una seña con la cabeza para que me pare y aplauda como las demás. Mi mente está en otro lado y mi estómago se encuentra contraído.
— Insisto en salir de aquí como todas unas reinas del drama. Corramos hacia la puerta y mágicamente deja caer tu zapato, al estilo Cenicienta. La prensa amará la historia – Louise me mira, alzando una ceja. – así todos tienen lo que quieren: Tú finalmente te separas del mono ese, Simon tiene su gran y dramática historia y, por último, todo vuelve a ser como antes. ¡Fin!
Suelto una pequeña carcajada y meneo la cabeza.
— Ojala todo fuese tan fácil, Enana – sonrió con pesadez.
— También podrías fingir desmayarte solo para que una ambulancia con un caliente paramédico nos saque de aquí – se encoge de hombros en su asiento – cualquiera de las dos opciones está bien para mí.
La enana, conocida como Louise, estira su mano y entrelaza nuestros dedos antes de que ambas miremos al frente sumidas, de pronto, en nuestros pensamientos.
Lo siguiente, es que la entrevista transcurre sin mayores complicaciones. Jeannette se limita a preguntar y ellos contestan de manera automática, de vez en cuando lanzando un par de bromas entre ellos, sin parecer afectados por la situación que nos envuelve.
— Supongo que debe ser un poco difícil para ustedes, ya que la novia de Zayn, quien nos acompaña esta tarde, por cierto, junto con su hermanita – sonríe, estirando una mano en mi dirección para que la cámara nos enfoque a mí y a mí hermana.
Se forma un nudo en mi estómago y me fuerzo a sonreír, mientras que Lou mueve su mano derecha en forma de saludo y su mano izquierda me aprieta con más fuerza.
Zayn mueve su cuello, incómodo, mientras que los demás se limitan a mantenerse en silencio.
— Quiero decir, ¿Cómo hacen que la relación de Zayn no sea un problema?
Palidezco un poco.
— ¿Un problema? Jamás sería un problema. Ellie y su adorable hermana – habla Harry, enfatizando la palabra adorable al describir a Louise – jamás serían un problema, en todos los sentidos. Michelle es una persona realmente genial, digo ¡puede soportar a un montón de niños y seguir estando cuerda! – me lanza una sonrisa y me obligo a devolvérsela. – y estamos felices de verla con Zayn.
El nudo en mi garganta se hace aún más grande.
Jeannette continúa hablando, preguntándole detalles sobre las rupturas, relaciones y demás, y creo que no puedo respirar. Afortunadamente
Louise me indica cuando debo sonreír, cuando hay una cámara enfocándonos y cuando es momento de aplaudir, porque creo haber perdido los sentidos.
Miro con disimulo mi reloj pulsera, calculando que en aproximadamente diez minutos, el programa se terminará.
— Entonces… - habla Jeannette, con voz calmada – ¿Cómo están llevando la soltería, muchachos? Salvo tú, Zayn, por supuesto – añade, con una sonrisa complacida apareciendo en su rostro.
Parpadeo y veo a Liam apretar los puños, Harry traga, Niall baja la mirada y Louis se aclara la garganta.
— Supongo que la canción que hemos preparado para esta tarde te dará todas las respuestas que quieres saber – contesta Louis, sin ápice de
emoción en su voz.
Jeannette se frota las manos y agranda su sonrisa.
— Entonces ¡¿Qué están esperando?! – los alienta a pasar hacia el otro rincón del estudio, donde un chico con una guitarra, cinco banquillos y cinco micrófonos se encuentran alineados frente a una cámara – ¡Un fuerte aplauso para ellos!
Mis manos tiemblan.
— ¿Qué mierda significó eso? – susurro en voz baja, volteando mi rostro hacia la castaña a mi lado, para verla igual o más consternada que yo.
Ambas nos miramos, como si la respuesta estuviese escrita en el rostro de la otra.
Me quedo quieta cuando los acordes de la guitarra envuelven el estudio, seguido de la voz de Liam.
Louise no deja de sostener mi mano con fuerza.
Mi corazón parece detenerse dentro de mi pecho al escuchar a Zayn. Junto todo el valor que sé que hay en mí y levanto mi mirada del piso, pero él no es capaz de devolverme la mirada.
Poco a poco lo que sea que tengo en mi garganta se acrecienta, pero el enojo que me produce la situación me está consumiendo lentamente.
Mi boca se seca ante la mirada perdida de Louis, parece perdido y dolido ¡como si todo fuese culpa de Jaymie!
Es Harry quien baja su mirada, luciendo vulnerable después de cantar su parte. Me gustaría creer que todo lo que cantan y dicen es real y no una simple estrategia comercial que les traerá millones de euros en su beneficio.
— Creo que voy a vomitar.
— Tranquila, Ellie. Aplaude y sonríe, la cámara te apunta – dice, comenzando a aplaudir – ya vienen por nosotras.
Los días que vinieron luego del show fueron un poco más de lo mismo, convirtiéndose casi en una rutina.
Íbamos a clases, intentábamos no ser insultadas por las fans de los chicos, por las tardes nos juntábamos en el departamento de Jaymie a hablar, solo hablar del día y tratábamos de ignorar toda la mierda que lentamente nos estaba consumiendo.
Los programas de entretenimiento y farándula se habían encargado bien de esparcir el fin de las relaciones de mis amigas y estaban esperando como buitres que Zayn y yo rompiésemos.
La incomodidad de caminar por las calles, sabiendo que había alguien que me seguía para conseguir la noticia de última hora solo me hacía rogar porque el fin del contrato llegase para mí, no obstante, cuando mi teléfono sonó y el nombre de Simon se iluminó en la pantalla no pude evitar sentir ese nudo en el estómago que me advertía de la realidad chocando de frente contra mí.
Con el apoyo incondicional de mis amigas, llegue a la oficina de Simon, con mi estómago hecho mil nudos al momento en el que crucé el umbral de la puerta y Zayn no estaba ahí. No sé con exactitud lo que sentí, no sé si fue alivio o decepción el no verlo ahí para escuchar las instrucciones de Simon.
— Quiero algo digno de recordar, Michelle – me había dicho Simon, levantando su vista de las ultimas revistas de chismes – y Zayn lo tiene bastante claro. Mañana. – sonrió con suficiencia y yo solo asentí, sin decir una sola palabra.
¿Qué más podía agregar? Sus órdenes fueron bastante específicas como para refutar algo, y el hecho de que Zayn no apareciese solo hace las cosas más fáciles para mí. Al menos así lo quiero creer.
Simon quiere que todos vean que al chico malo de One Direction le rompieron el corazón. Que yo rompí su corazón.
Parpadeo cuando algo golpea mi cabeza, sacándome de lo más profundo de mis pensamientos.
— Hey, ¿este hace que mi culo se vea gordo? – parpadeo, enfocando mi vista otra vez en Emma. – hey, hey, hey, tierra llamado a Ellie.
— Mierda, Emma – reprocho, quitándome la bufanda de plumas rosa chillón de encima.
— Gracias, por fin sales del trance – bufa exasperada, blanqueando los ojos, mientras dejo la bufanda a mi lado, donde hay al menos unas cincuenta prendas apiladas – bien, ¿Cómo me queda?
La rubia da un giro mostrando el vestido rojo, que si no me equivoco es el numero mil de todos los que se ha probado. No tiene espalda y la falda es corta, mostrando su trasero en toda su gloria.
— Creo que Carrie debería contestar esa pregunta – contesto, volteando mi vista hacia ella, quien está con la boca abierta roncando sobre otra enorme pila de vestidos rojos.
Muerdo mi labio inferior para evitar reírme.
— Como ya ves, no está en condiciones de contestar esa pregunta – Emm pone sus manos en sus caderas y alza una ceja en mi dirección. – ¿y bien?
— Te ves divina – contesto, batiendo mis pestañas – no dejas nada a la imaginación, querida Emma, lo que podía causar que Jaymie se ponga celosa de quien te mire esta noche – bufo, y ella sonríe enormemente.
— ¡Eso es mentira! – la voz de Jaymie retumba en los probadores.
— ¡Sal de ahí de una maldita vez! – le grita Emma, volteándose en dirección a la voz de Jaymie.
— ¡No!
— Jaymie…
— Dime que es una broma, dime que no tenemos que usar algo así – pide, con urgencia fingida en su voz – ¡Esto apenas me cubre lo primordial!
— ¡Esa es la idea, Jaymie! - contesta Emma, con una media sonrisa en sus labios. – Carrie y Ellie ya lo aceptaron.
— ¡Porque ellas son débiles! – masculla, y creo escuchar una risa de su parte – ¡Jamás me verán con algo así!
Mientras Emma y Jay continúan lanzándose insultos y amenazas de un lado a otro, me dedico a dar una mirada al espacio que hay entre los probadores de la tienda. Es una habitación grande, que se conecta a la tienda a través de una puerta doble que ahora está cerrada a petición de Emma y un par de euros que las vendedoras no pudieron rechazar.
El lugar está lleno de vestidos, faldas, zapatos y demás por cada rincón de él, en otras palabras: es un verdadero desastre.
— Hablo enserio – continúa Woodhouse, hablando de vuelta hacia Jaymie – saca tu culo de ahí o iré por ti.
— Primero Cora – demanda Jay.
— ¡No me metas a mí en eso, Jaymie! – Reprocha Cora, desde otro probador – eso es entre tú y Emma – agrega.
— Vamos, chicas – interrumpo, ahogándome con mis carcajadas – nada es peor que el escote de mi vestido – chillo.
— ¡Si lo hay! – contestan al unísono Jaymie y Coraline.
Las carcajadas escapan de mis labios al escucharlas, pero ni siquiera los argumentos más rebuscados podrán hacer que Emma cambie de parecer en torno a los vestidos que debemos usar esta noche. Según ella, es una noche que no olvidaremos y es en la que deben desatarse de todo lo que las rodea por lo que los requisitos básicos que nos dio para encontrar un vestido fueron: el color rojo, ajustado al cuerpo o con un escote pronunciado (claro, con ambas peticiones aún mejor), y que sea corto, al menos cuatro dedos sobre la rodilla.
Carrie y yo fuimos las primeras víctimas de Emma. Al entrar en la tienda vio un vestido rojo, con un escote pronunciado, de cintura estrecha que caía suelto hacia abajo. Ese vestido me quedó a la perfección y a pesar de todas mis quejas por el escote descarado, ella no me escuchó y me obligó a comprarlo. Por otra parte, para Carrie fue algo similar. Salvo que su vestido es tan ajustado, hasta la mitad del muslo, de un solo hombro y de un tono carmín, resalta su figura y, por supuesto, el escote.
En algún momento, en medio de los gritos, risas y demás, Carrie despierta y se frota los ojos. Por su parte, Emma se acerca a los probadores en silencio mientras Cora y Jaymie siguen protestando y en silencio se agacha frente al probador de Jaymie y la toma por los tobillos, ganándose un grito como respuesta.
Lo que viene luego son los gritos y groserías de Jaymie, Carrie y yo nos partimos de la risa en suelo en medio de las prendas y Cora asoma su cabeza fuera del probador y comienza a reírse tan fuerte como lo hacemos nosotras.
No sé cómo es que Emma logra tirar de Jay fuera del probador sin que su vestido – o intento de este – salga lastimado en el intento.
— Te mataré – chilla Jaymie, tomando uno de los pilares del probador cuando Emma sigue tirando de su pie. – ¡Suéltame, Emma! – rechista, sin embargo, una risa escapa de sus labios.
Luego de los segundos más divertidos de la tarde, Emma logra su cometido y Jaymie está tirada en medio de nosotras. Su cabello está hacia todos lados y Emma se une a nuestras risas.
— Las mataré a todas ustedes – añade Jay, tambaleándose en un intento de ponerse de pie.
Quito una lagrima de mi mejilla y vuelvo a tener un ataque de risa. Mis manos viajan a mi estómago y rio fuertemente, acoplándome a las risas de las demás. No sé cuánto tiempo permanecemos riéndonos, solo sé que Jaymie termina por unírsenos.
Afortunadamente, pudimos llegar a un consenso respecto a los vestidos que usaremos esta noche. Siguen siendo rojos, sin embargo, cada una tuvo total libertad para escogerlo. Creo que las amenazas de Jay y Carrie, además de los lloriqueos de Cora y los míos terminaron por ablandar la testarudez de Emma.
Por otra parte, a palabra desastre se queda corta para describir mi habitación en estos instantes.
Al decir que cinco jóvenes están en ella maquillándose, peinándose y preparándose para salir uno se esperaría cualquier cosa menos el chiquero en el que estamos metidas.
Debo añadir, además, que una batalla campal se desató cuando Coraline sacó sus exclusivos y carísimos zapatos de edición limitada. Quise quitárselos cuando ella no estaba mirando, pero cuando se trata de los Louboutin de Coraline, apartarlos de ella es algo imposible de realizar.
Productos de belleza se encuentran esparcidos por cada rincón de ella, hay zapatos y prendas por cada rincón y, además, cada cinco segundos alguna de nosotras está gritando por encima de la música en busca del rizador o alisador de cabello o alguno que otro producto de maquillaje.
Creo que pasa alrededor de dos horas cuando finalmente estoy lista. Me planto frente al espejo en el que recientemente Carrie se estaba examinando y me observo con detención.
Estoy usando un vestido rojo vino, tiene un escote moderado y una pretina que resalta mi cintura, la parte más delgada de mi cuerpo, cae suelto hacia abajo y es más corto en frente con una especie de cola en la parte de atrás. El maquillaje es un poco más llamativo que de costumbre, puesto que dejé que Emma me maquillase mis ojos con tonos ahumados oscuros y, aunque estoy descalza –porque no tengo idea en donde se encuentran mis zapatos – el resultado me gusta.
— Amo tu nuevo corte de cabello – dice Cora, con una sonrisita, parándose a mi lado.
Le entrego una sonrisa de vuelta e inconscientemente me toco el cabello que, ahora, me llega por encima de los hombros, con ondas formándose en él.
— Yo amo tú vestido – sonrío, analizando la prenda de un color rojo intenso que contrasta con su piel. Es sin tirantes, es ajustado y resalta su figura. Su cabello está suelto por sobre sus hombros y el maquillaje ahumado resalta sus ojos.
— Dejen su teatro romántico, par de maricas – bufa Emma – todas nos vemos jodidamente calientes – habla satisfecha.
— Por supuesto que sí – afirma Carrie – dice, alisando la parte delantera de su vestido. Uno de un solo hombro, con encaje.
— Quisiera decir lo mismo, pero los tubos que traigo en la cabeza me hacen pensar lo contrario – ríe Jay, sentada frente al espejo, aun maquillándose.
Todas reímos antes de continuar con lo nuestro.
Mi atención se centra principalmente en encontrar mis zapatos de tacón negros dentro de todo el desastre que es mi habitación.
Creo poner patas arriba mi cuarto y apenas tengo uno de mis zapatos en mi poder, el que encontré escondido bajo la ropa de mis amigas.
Frunzo el ceño y me rasco la cabeza preguntándome donde mierda se encuentra el tacón. Después de recorrer casi toda el área del lugar (por segunda vez) encuentro el susodicho zapato bajo el trasero de Carrie.
Logro sacar el tacón de ahí sin mucha dificultad y me lo pongo sin pensarlo demasiado.
— Iré a la cocina, ¿alguna quiere algo? – pregunto desde la puerta.
— Vodka.
— Tequila.
— Whisky.
— ¿Una manzana? - murmura Coraline – no me miren así, alcohólicas, tengo hambre – sonríe abiertamente ante las miradas divertidas de las trillizas.
— Veré lo que puedo hacer, no prometo nada – guiño un ojo y salgo de ahí.
Avanzando por el pasillo escucho a mi hermana y a Sheila parlotear en el cuarto de mi hermana.
Llego a las escaleras y las bajo con cuidado, doblo por el pasillo a la izquierda y llego a la cocina en donde mi primo se encuentra sentado en uno de los taburetes, mirando la pantalla de su celular. Se da cuenta de mi presencia y alza la vista, frunciéndome el entrecejo.
— No digas nada – murmuro, sabiendo que comenzará a burlarse de mí por estar usando un vestido. Creo que aún me recuerda en la pubertad, donde no era capaz de ver un vestido sin querer vomitarle encima.
Mi primo levanta las cejas al igual que sus manos en un gesto burlón, su sonrisa está torcida.
— Tienes suerte de que tu padre no esté. Jamás te dejaría salir con eso a un pub – señala el vestido con su dedo índice, riendo entre dientes – de hecho, no te dejaré salir con eso – agrega, con un semblante serio.
Me giro sobre mis talones y lo observo con una media sonrisa en el rostro.
— ¿Complejos de hermano mayor? – pregunto burlándome de él y me siento en el taburete frente a él.
— Creo que sí – su mano sube hasta su nuca, rascándola con nerviosismo – es que no me había dado cuenta de que ya eres toda una mujer – ladeo mi cabeza – uh, bueno, es que… al irme perdí la noción de todo – suelta un par de carcajadas – parece que estoy divagando un poco.
— Lukas… ¿estás ebrio? – bromeo, apoyado mi cadera en el costado del mesón.
— Oye, que diga cosas como esa no significa que lo esté, aunque haya encontrado la despensa de tú padre – pone ambas manos tras su cuello.
— Eso quiere decir que sí – ruedo los ojos.
— Más o menos – se encoje de hombros – por cierto, llamó Zayn preguntando por tú padre. – suelta, con un tono un poco más brusco.
Tardo un par de segundos en procesar lo que ha dicho. Parpadeo, quedándome en blanco y Luke parece captar el cambio de ánimo en el ambiente.
Millones de preguntas al instante llegan a mi cabeza y un centenar de respuestas sin sentido vienen al intentar responder el por qué está llamando ahora a mi padre, sabiendo que él, bueno, que mi padre ya está captando hacia dónde va mi “relación” con Zayn, lo que quiere decir que papá tiene claro que entre Zayn y yo las cosas terminarán pronto.
Abro la boca y la cierro, mientras que Luke solo me observa atentamente a lo que estoy por decir. La verdad es que no sé cómo reaccionar ante lo que Zayn hace, desde un tiempo a la fecha ya no sé cómo interpretar lo que hace o deja de hacer.
— Uh, ¿interrumpo? – escucho el titubeo en la voz de Cora y distingo los ojos de Lukas saliéndose de sus cuencas al fijarse en ella, apareciendo tras de mí.
— Para nada – contesto automáticamente, volteándome hacia ella quien está asomando su cabeza desde la puerta – es solo que Lukas me acaba de decir que Zayn llamó a mi padre, hace un rato – murmuro, encogiéndome de hombros para restarle importancia al asunto, para convencerme a mí más que a nadie que no es nada importante.
Cuando termino de hablar, Cora se encuentra junto a mí con el entrecejo fruncido y Luke todavía no es capaz de cerrar la boca, él aun no es capaz de apartar la mirada de mi amiga. Sonrío para mis adentros a pesar de todo por la situación.
— ¿Lo llamarás para saber que quiere? – inquiere Cora, sentándose a mi lado, cruzando sus dedos por sobre la mesa.
Analizo por un par de segundos su pregunta, aunque la respuesta está clara para mí. No quiero arriesgarme a nada que tenga que ver con Zayn antes de mañana, cuando tenga que enfrentarlo por última vez, pues, para mí, finalmente dejó las cosas claras en cuanto decidió no aparecerse más en mi vida desde el rompimiento de Jay y Louis.
— Nop – intento de que mi tono de voz suene relajado.
Cora entrecierra los ojos, pero no dice nada.
— Cambiando el tema – murmura Cora, acordándose de algo de un segundo a otro. Voltea su cabeza hacia donde Lukas se encuentra, sonrojándose al hacerlo – las chicas me pidieron que te dijera si quieres venir con nosotras – aclara su garganta y baja la mirada – como conductor designado, uh… ¿eso?
— ¿Cómo conductor designado? – mi primo medio sonríe.
— Sí – contesta Cora – es que, uh, bueno, vamos a beber esta noche – el alza las cejas, sonriendo a medias.
— Lo necesitamos, Luke – digo finalmente.
Mi hermana aprieta sus dientes y noto que su espalda está rígida, sin embargo cuando abre su boca intenta sonar relajada y burlona, pero falla notablemente.
— Ahora sé que se siente que te vean como un pedazo de carne – bufa mi hermana, rodando sus ojos – y no en el sentido que me gustaría que fuese. Si alguien me mirase como un pedazo de carne, me gustaría que fuese James Franco. Oh Dios mío, creo que me derretiré con solo pensar que él me mire como un pedazo de carne…
Suelto una carcajada mientras niego con la cabeza y creo que un poco de la tensión que se acumulaba en mis hombros se ha disipado.
— Creo que James Franco es mucho mayor que tú, Lou – añado con una pequeña sonrisa aflorando en las comisuras de mis labios.
— Solo son veinte años, no es tanto – se encoge de hombros y se cruza de brazos – nuestro amor lo superará todo. Tendremos once niños y una enorme casa en Los Ángeles – dice esperanzada.
— ¿Once hijos? – Pregunto, con una sonrisa socarrona.
— Sip, quiero un equipo de fútbol – menea sus cejas tentativamente.
— Lo que digas – blanqueo los ojos, girando mi rostro hacia las imágenes promocionales del programa, en donde las imágenes de los chicos se encuentran.
Es inevitable que imágenes de los seis meses que he estado junto a Zayn no se crucen por mi cabeza a estas alturas. Al comienzo del contrato, Zayn me miraba como si yo tuviese la culpa de toda la carga que llevaba encima, sentía que me odiaba, que para él fuera la cosa más horrenda del mundo y que simplemente yo era un estorbo en su vida y, bueno, básicamente ambos éramos un estorbo en la vida del otro pero de un momento a otro eso cambió. Algo pasó con él y comenzó a preocuparse de mí, decía cosas que me confundían y, de pronto, comenzó a buscarme sin una razón adecuada para ello.
Quería entenderme y saber que pasaba por mi cabeza, como si realmente le importase y yo no hice nada más que caer en el juego, sabiendo que lo nuestro tenía fecha de expiración.
Y, ahora, no lo había visto desde que Laymie se había terminado públicamente.
Zayn no había llamado, tampoco enviado mensajes y yo intentaba ignorar el creciente dolor en mi pecho a medida que los días pasaban y no obtenía ninguna señal de Zayn y por los últimos días solo recibí ordenes de Simon, nada más.
— Quince minutos – avisa un hombre calvo, de unos cuarenta años que lleva en su cuello audífonos colgando y le hace señas a todo el equipo de producción del programa.
Las cámaras comienzan a tomar lugar y el nudo en mi estómago parece crecer poco a poco mientras el público – la mayoría adolescentes locas por One Direction– chilla como si el mundo se fuese a acabar, sin contar que nos mandan miradas de desprecio a mí y a mi hermana. Bueno, mayormente a mí.
Hay alrededor de unos cien asientos para el público, ubicados en diez filas hacia arriba y diez columnas hacia el lado, separadas justo en el medio por un pasillo, el que separa los asientos en dos tandas y la mayoría de las personas que se están para ver el show son fanáticas de la banda, quien será entrevistada por alguna periodista famosa que no conoce ni su madre y One Direction se presentará.
— Estoy pensando seriamente en sacar a Sophia Jr y cometer un homicidio múltiple – gruñe Louise. – pero primero, tendré que matar a Simon por habernos obligado a venir y presenciar esta mierda.
— Jamás debí permitir que Emma te regalara una navaja para tu cumpleaños – giro mi rostro hacia ella – y no te preocupes, todo esto terminará pronto – digo y no sé por qué mi voz suena estrangulada.
— Fue el mejor regalo – defiende – ella piensa en las necesidades de una adolescente en crecimiento – murmura con firmeza. –
Un chillido colectivo toma lugar mientras mi mirada se fija en Louise blanqueando los ojos.
— Demonios – suelta Louise, contrayendo su mueca al mirar tras de mí.
Alzo mi ceja en una interrogante cuando siento calor repentino sobre mis hombros, es Zayn.
No tengo idea cómo Zayn logra levantarme del asiento para que quede frente a él, pero de alguna manera sucede en un lapso en el que mi cerebro no puede reaccionar.
Parpadeo y sus ojos ámbar lucen inquietos. Quiero decirle que me suelte, pero mi lengua parece haber perdido la capacidad de hablar.
Zayn tiene una sonrisa tensa en los labios, parece perturbado por algo. Frunzo los labios ante su mueca y el reacciona; estampa su boca con la mía, sin importarle que mi hermana nos esté mirando, sin importarle que un puñado de sus fanáticas estén mirando, sin importarle que el sonido de obturadores de cámaras estén sonando.
Sus labios son suaves al comienzo, se mueven con delicadeza mientras que sus manos toman mi cintura. El cierra sus ojos y suspira, como si lo necesitase con tanta urgencia que me duele no besarlo.
Se aparta cuando comprende que no conseguirá nada, pero me mantiene frente a él, abrazándome, y mi corazón se estruja. Siento algo en mi pecho cuando me observa y veo el dolor en sus ojos.
Con un suspiro frustrado, cierra los ojos y me besa la frente, tardando un par de segundos antes de separarse de mí.
Mi estómago se retuerce.
— Si mato a alguien, siendo menor de edad, no puedo ir a la cárcel, ¿verdad? – susurra Louise por lo bajo, también con sus ojos fijos en el moreno que ahora está junto a mí.
— Hay demasiados testigos – contesta Zayn, fingiendo una sonrisa.
— Eso es lo de menos – masculla, escrutándolo con la mirada de los pies a cabeza.
El solo la observa, sin decir nada. En lugar de reaccionar como pienso que lo hará, Zayn vuelve su atención hacia mí, plantándose frente a mí y una pequeña cajita de color plata – que no había notado antes – aparece delante de mis manos. Sonríe con incomodidad en su mirada mientras posa la caja en mi mano derecha.
— Para ti, espero que alguna vez lo uses. – murmura, y sin decir más, se aleja.
***
Mantengo una pequeña sonrisa forzada en mi rostro mientras veo a Jeannette Lowe introducir a sus invitados para el programa.
Jugueteo con nerviosismo con la caja que Zayn me ha dado, la que contiene una cadena de plata con una diadema con una M en ella y unos zarcillos a juego. No entiendo como piensa que aceptaré algo como esto.
Mi mente regresa a la rubia los adula y lanza cumplidos antes de que ellos aparezcan, sonriéndole al público y saludando con las manos a todas las fans que se han parado de sus asientos para gritarles cuanto los aman.
Mi hermana tira de mi brazo y me hace una seña con la cabeza para que me pare y aplauda como las demás. Mi mente está en otro lado y mi estómago se encuentra contraído.
— Insisto en salir de aquí como todas unas reinas del drama. Corramos hacia la puerta y mágicamente deja caer tu zapato, al estilo Cenicienta. La prensa amará la historia – Louise me mira, alzando una ceja. – así todos tienen lo que quieren: Tú finalmente te separas del mono ese, Simon tiene su gran y dramática historia y, por último, todo vuelve a ser como antes. ¡Fin!
Suelto una pequeña carcajada y meneo la cabeza.
— Ojala todo fuese tan fácil, Enana – sonrió con pesadez.
— También podrías fingir desmayarte solo para que una ambulancia con un caliente paramédico nos saque de aquí – se encoge de hombros en su asiento – cualquiera de las dos opciones está bien para mí.
La enana, conocida como Louise, estira su mano y entrelaza nuestros dedos antes de que ambas miremos al frente sumidas, de pronto, en nuestros pensamientos.
Lo siguiente, es que la entrevista transcurre sin mayores complicaciones. Jeannette se limita a preguntar y ellos contestan de manera automática, de vez en cuando lanzando un par de bromas entre ellos, sin parecer afectados por la situación que nos envuelve.
— Supongo que debe ser un poco difícil para ustedes, ya que la novia de Zayn, quien nos acompaña esta tarde, por cierto, junto con su hermanita – sonríe, estirando una mano en mi dirección para que la cámara nos enfoque a mí y a mí hermana.
Se forma un nudo en mi estómago y me fuerzo a sonreír, mientras que Lou mueve su mano derecha en forma de saludo y su mano izquierda me aprieta con más fuerza.
Zayn mueve su cuello, incómodo, mientras que los demás se limitan a mantenerse en silencio.
— Quiero decir, ¿Cómo hacen que la relación de Zayn no sea un problema?
Palidezco un poco.
— ¿Un problema? Jamás sería un problema. Ellie y su adorable hermana – habla Harry, enfatizando la palabra adorable al describir a Louise – jamás serían un problema, en todos los sentidos. Michelle es una persona realmente genial, digo ¡puede soportar a un montón de niños y seguir estando cuerda! – me lanza una sonrisa y me obligo a devolvérsela. – y estamos felices de verla con Zayn.
El nudo en mi garganta se hace aún más grande.
Jeannette continúa hablando, preguntándole detalles sobre las rupturas, relaciones y demás, y creo que no puedo respirar. Afortunadamente
Louise me indica cuando debo sonreír, cuando hay una cámara enfocándonos y cuando es momento de aplaudir, porque creo haber perdido los sentidos.
Miro con disimulo mi reloj pulsera, calculando que en aproximadamente diez minutos, el programa se terminará.
— Entonces… - habla Jeannette, con voz calmada – ¿Cómo están llevando la soltería, muchachos? Salvo tú, Zayn, por supuesto – añade, con una sonrisa complacida apareciendo en su rostro.
Parpadeo y veo a Liam apretar los puños, Harry traga, Niall baja la mirada y Louis se aclara la garganta.
— Supongo que la canción que hemos preparado para esta tarde te dará todas las respuestas que quieres saber – contesta Louis, sin ápice de
emoción en su voz.
Jeannette se frota las manos y agranda su sonrisa.
— Entonces ¡¿Qué están esperando?! – los alienta a pasar hacia el otro rincón del estudio, donde un chico con una guitarra, cinco banquillos y cinco micrófonos se encuentran alineados frente a una cámara – ¡Un fuerte aplauso para ellos!
Mis manos tiemblan.
— ¿Qué mierda significó eso? – susurro en voz baja, volteando mi rostro hacia la castaña a mi lado, para verla igual o más consternada que yo.
Ambas nos miramos, como si la respuesta estuviese escrita en el rostro de la otra.
Me quedo quieta cuando los acordes de la guitarra envuelven el estudio, seguido de la voz de Liam.
So your friend's been telling me
You've been sleeping with my sweater
And that you can't stop missing me
Bet my friend's been telling you
I'm not doing much better
'Cause I'm missing half of me.
You've been sleeping with my sweater
And that you can't stop missing me
Bet my friend's been telling you
I'm not doing much better
'Cause I'm missing half of me.
Louise no deja de sostener mi mano con fuerza.
And being here without you is like I'm waking up to.
Mi corazón parece detenerse dentro de mi pecho al escuchar a Zayn. Junto todo el valor que sé que hay en mí y levanto mi mirada del piso, pero él no es capaz de devolverme la mirada.
Poco a poco lo que sea que tengo en mi garganta se acrecienta, pero el enojo que me produce la situación me está consumiendo lentamente.
Only half a blue sky
Kinda there but not quite
I'm walking around with just one shoe
I'm half a heart without you
I'm half a man at best,
With half an arrow in my chest
I miss everything we do,
I'm half a heart without you
Forget all we said that night
No, it doesn't even matter
'Cause we both got split in two.
Kinda there but not quite
I'm walking around with just one shoe
I'm half a heart without you
I'm half a man at best,
With half an arrow in my chest
I miss everything we do,
I'm half a heart without you
Forget all we said that night
No, it doesn't even matter
'Cause we both got split in two.
Mi boca se seca ante la mirada perdida de Louis, parece perdido y dolido ¡como si todo fuese culpa de Jaymie!
If you could spare an hour or so,
We'll go for lunch down by the river
We can really talk it through.
We'll go for lunch down by the river
We can really talk it through.
Es Harry quien baja su mirada, luciendo vulnerable después de cantar su parte. Me gustaría creer que todo lo que cantan y dicen es real y no una simple estrategia comercial que les traerá millones de euros en su beneficio.
Only half a blue sky
Kinda there but not quite
I'm walking around with just one shoe
I'm half a heart without you
I'm half a man at best,
With half an arrow in my chest
I miss everything we do,
I'm half a heart without you.
Without you, without you, half a heart without you
Without you, without you, I'm half a heart without you.
Kinda there but not quite
I'm walking around with just one shoe
I'm half a heart without you
I'm half a man at best,
With half an arrow in my chest
I miss everything we do,
I'm half a heart without you.
Without you, without you, half a heart without you
Without you, without you, I'm half a heart without you.
— Creo que voy a vomitar.
— Tranquila, Ellie. Aplaude y sonríe, la cámara te apunta – dice, comenzando a aplaudir – ya vienen por nosotras.
***
Los días que vinieron luego del show fueron un poco más de lo mismo, convirtiéndose casi en una rutina.
Íbamos a clases, intentábamos no ser insultadas por las fans de los chicos, por las tardes nos juntábamos en el departamento de Jaymie a hablar, solo hablar del día y tratábamos de ignorar toda la mierda que lentamente nos estaba consumiendo.
Los programas de entretenimiento y farándula se habían encargado bien de esparcir el fin de las relaciones de mis amigas y estaban esperando como buitres que Zayn y yo rompiésemos.
La incomodidad de caminar por las calles, sabiendo que había alguien que me seguía para conseguir la noticia de última hora solo me hacía rogar porque el fin del contrato llegase para mí, no obstante, cuando mi teléfono sonó y el nombre de Simon se iluminó en la pantalla no pude evitar sentir ese nudo en el estómago que me advertía de la realidad chocando de frente contra mí.
Con el apoyo incondicional de mis amigas, llegue a la oficina de Simon, con mi estómago hecho mil nudos al momento en el que crucé el umbral de la puerta y Zayn no estaba ahí. No sé con exactitud lo que sentí, no sé si fue alivio o decepción el no verlo ahí para escuchar las instrucciones de Simon.
— Quiero algo digno de recordar, Michelle – me había dicho Simon, levantando su vista de las ultimas revistas de chismes – y Zayn lo tiene bastante claro. Mañana. – sonrió con suficiencia y yo solo asentí, sin decir una sola palabra.
¿Qué más podía agregar? Sus órdenes fueron bastante específicas como para refutar algo, y el hecho de que Zayn no apareciese solo hace las cosas más fáciles para mí. Al menos así lo quiero creer.
Simon quiere que todos vean que al chico malo de One Direction le rompieron el corazón. Que yo rompí su corazón.
Parpadeo cuando algo golpea mi cabeza, sacándome de lo más profundo de mis pensamientos.
— Hey, ¿este hace que mi culo se vea gordo? – parpadeo, enfocando mi vista otra vez en Emma. – hey, hey, hey, tierra llamado a Ellie.
— Mierda, Emma – reprocho, quitándome la bufanda de plumas rosa chillón de encima.
— Gracias, por fin sales del trance – bufa exasperada, blanqueando los ojos, mientras dejo la bufanda a mi lado, donde hay al menos unas cincuenta prendas apiladas – bien, ¿Cómo me queda?
La rubia da un giro mostrando el vestido rojo, que si no me equivoco es el numero mil de todos los que se ha probado. No tiene espalda y la falda es corta, mostrando su trasero en toda su gloria.
— Creo que Carrie debería contestar esa pregunta – contesto, volteando mi vista hacia ella, quien está con la boca abierta roncando sobre otra enorme pila de vestidos rojos.
Muerdo mi labio inferior para evitar reírme.
— Como ya ves, no está en condiciones de contestar esa pregunta – Emm pone sus manos en sus caderas y alza una ceja en mi dirección. – ¿y bien?
— Te ves divina – contesto, batiendo mis pestañas – no dejas nada a la imaginación, querida Emma, lo que podía causar que Jaymie se ponga celosa de quien te mire esta noche – bufo, y ella sonríe enormemente.
— ¡Eso es mentira! – la voz de Jaymie retumba en los probadores.
— ¡Sal de ahí de una maldita vez! – le grita Emma, volteándose en dirección a la voz de Jaymie.
— ¡No!
— Jaymie…
— Dime que es una broma, dime que no tenemos que usar algo así – pide, con urgencia fingida en su voz – ¡Esto apenas me cubre lo primordial!
— ¡Esa es la idea, Jaymie! - contesta Emma, con una media sonrisa en sus labios. – Carrie y Ellie ya lo aceptaron.
— ¡Porque ellas son débiles! – masculla, y creo escuchar una risa de su parte – ¡Jamás me verán con algo así!
Mientras Emma y Jay continúan lanzándose insultos y amenazas de un lado a otro, me dedico a dar una mirada al espacio que hay entre los probadores de la tienda. Es una habitación grande, que se conecta a la tienda a través de una puerta doble que ahora está cerrada a petición de Emma y un par de euros que las vendedoras no pudieron rechazar.
El lugar está lleno de vestidos, faldas, zapatos y demás por cada rincón de él, en otras palabras: es un verdadero desastre.
— Hablo enserio – continúa Woodhouse, hablando de vuelta hacia Jaymie – saca tu culo de ahí o iré por ti.
— Primero Cora – demanda Jay.
— ¡No me metas a mí en eso, Jaymie! – Reprocha Cora, desde otro probador – eso es entre tú y Emma – agrega.
— Vamos, chicas – interrumpo, ahogándome con mis carcajadas – nada es peor que el escote de mi vestido – chillo.
— ¡Si lo hay! – contestan al unísono Jaymie y Coraline.
Las carcajadas escapan de mis labios al escucharlas, pero ni siquiera los argumentos más rebuscados podrán hacer que Emma cambie de parecer en torno a los vestidos que debemos usar esta noche. Según ella, es una noche que no olvidaremos y es en la que deben desatarse de todo lo que las rodea por lo que los requisitos básicos que nos dio para encontrar un vestido fueron: el color rojo, ajustado al cuerpo o con un escote pronunciado (claro, con ambas peticiones aún mejor), y que sea corto, al menos cuatro dedos sobre la rodilla.
Carrie y yo fuimos las primeras víctimas de Emma. Al entrar en la tienda vio un vestido rojo, con un escote pronunciado, de cintura estrecha que caía suelto hacia abajo. Ese vestido me quedó a la perfección y a pesar de todas mis quejas por el escote descarado, ella no me escuchó y me obligó a comprarlo. Por otra parte, para Carrie fue algo similar. Salvo que su vestido es tan ajustado, hasta la mitad del muslo, de un solo hombro y de un tono carmín, resalta su figura y, por supuesto, el escote.
En algún momento, en medio de los gritos, risas y demás, Carrie despierta y se frota los ojos. Por su parte, Emma se acerca a los probadores en silencio mientras Cora y Jaymie siguen protestando y en silencio se agacha frente al probador de Jaymie y la toma por los tobillos, ganándose un grito como respuesta.
Lo que viene luego son los gritos y groserías de Jaymie, Carrie y yo nos partimos de la risa en suelo en medio de las prendas y Cora asoma su cabeza fuera del probador y comienza a reírse tan fuerte como lo hacemos nosotras.
No sé cómo es que Emma logra tirar de Jay fuera del probador sin que su vestido – o intento de este – salga lastimado en el intento.
— Te mataré – chilla Jaymie, tomando uno de los pilares del probador cuando Emma sigue tirando de su pie. – ¡Suéltame, Emma! – rechista, sin embargo, una risa escapa de sus labios.
Luego de los segundos más divertidos de la tarde, Emma logra su cometido y Jaymie está tirada en medio de nosotras. Su cabello está hacia todos lados y Emma se une a nuestras risas.
— Las mataré a todas ustedes – añade Jay, tambaleándose en un intento de ponerse de pie.
Quito una lagrima de mi mejilla y vuelvo a tener un ataque de risa. Mis manos viajan a mi estómago y rio fuertemente, acoplándome a las risas de las demás. No sé cuánto tiempo permanecemos riéndonos, solo sé que Jaymie termina por unírsenos.
***
Afortunadamente, pudimos llegar a un consenso respecto a los vestidos que usaremos esta noche. Siguen siendo rojos, sin embargo, cada una tuvo total libertad para escogerlo. Creo que las amenazas de Jay y Carrie, además de los lloriqueos de Cora y los míos terminaron por ablandar la testarudez de Emma.
Por otra parte, a palabra desastre se queda corta para describir mi habitación en estos instantes.
Al decir que cinco jóvenes están en ella maquillándose, peinándose y preparándose para salir uno se esperaría cualquier cosa menos el chiquero en el que estamos metidas.
Debo añadir, además, que una batalla campal se desató cuando Coraline sacó sus exclusivos y carísimos zapatos de edición limitada. Quise quitárselos cuando ella no estaba mirando, pero cuando se trata de los Louboutin de Coraline, apartarlos de ella es algo imposible de realizar.
Productos de belleza se encuentran esparcidos por cada rincón de ella, hay zapatos y prendas por cada rincón y, además, cada cinco segundos alguna de nosotras está gritando por encima de la música en busca del rizador o alisador de cabello o alguno que otro producto de maquillaje.
Creo que pasa alrededor de dos horas cuando finalmente estoy lista. Me planto frente al espejo en el que recientemente Carrie se estaba examinando y me observo con detención.
Estoy usando un vestido rojo vino, tiene un escote moderado y una pretina que resalta mi cintura, la parte más delgada de mi cuerpo, cae suelto hacia abajo y es más corto en frente con una especie de cola en la parte de atrás. El maquillaje es un poco más llamativo que de costumbre, puesto que dejé que Emma me maquillase mis ojos con tonos ahumados oscuros y, aunque estoy descalza –porque no tengo idea en donde se encuentran mis zapatos – el resultado me gusta.
— Amo tu nuevo corte de cabello – dice Cora, con una sonrisita, parándose a mi lado.
Le entrego una sonrisa de vuelta e inconscientemente me toco el cabello que, ahora, me llega por encima de los hombros, con ondas formándose en él.
— Yo amo tú vestido – sonrío, analizando la prenda de un color rojo intenso que contrasta con su piel. Es sin tirantes, es ajustado y resalta su figura. Su cabello está suelto por sobre sus hombros y el maquillaje ahumado resalta sus ojos.
— Dejen su teatro romántico, par de maricas – bufa Emma – todas nos vemos jodidamente calientes – habla satisfecha.
— Por supuesto que sí – afirma Carrie – dice, alisando la parte delantera de su vestido. Uno de un solo hombro, con encaje.
— Quisiera decir lo mismo, pero los tubos que traigo en la cabeza me hacen pensar lo contrario – ríe Jay, sentada frente al espejo, aun maquillándose.
Todas reímos antes de continuar con lo nuestro.
Mi atención se centra principalmente en encontrar mis zapatos de tacón negros dentro de todo el desastre que es mi habitación.
Creo poner patas arriba mi cuarto y apenas tengo uno de mis zapatos en mi poder, el que encontré escondido bajo la ropa de mis amigas.
Frunzo el ceño y me rasco la cabeza preguntándome donde mierda se encuentra el tacón. Después de recorrer casi toda el área del lugar (por segunda vez) encuentro el susodicho zapato bajo el trasero de Carrie.
Logro sacar el tacón de ahí sin mucha dificultad y me lo pongo sin pensarlo demasiado.
— Iré a la cocina, ¿alguna quiere algo? – pregunto desde la puerta.
— Vodka.
— Tequila.
— Whisky.
— ¿Una manzana? - murmura Coraline – no me miren así, alcohólicas, tengo hambre – sonríe abiertamente ante las miradas divertidas de las trillizas.
— Veré lo que puedo hacer, no prometo nada – guiño un ojo y salgo de ahí.
Avanzando por el pasillo escucho a mi hermana y a Sheila parlotear en el cuarto de mi hermana.
Llego a las escaleras y las bajo con cuidado, doblo por el pasillo a la izquierda y llego a la cocina en donde mi primo se encuentra sentado en uno de los taburetes, mirando la pantalla de su celular. Se da cuenta de mi presencia y alza la vista, frunciéndome el entrecejo.
— No digas nada – murmuro, sabiendo que comenzará a burlarse de mí por estar usando un vestido. Creo que aún me recuerda en la pubertad, donde no era capaz de ver un vestido sin querer vomitarle encima.
Mi primo levanta las cejas al igual que sus manos en un gesto burlón, su sonrisa está torcida.
— Tienes suerte de que tu padre no esté. Jamás te dejaría salir con eso a un pub – señala el vestido con su dedo índice, riendo entre dientes – de hecho, no te dejaré salir con eso – agrega, con un semblante serio.
Me giro sobre mis talones y lo observo con una media sonrisa en el rostro.
— ¿Complejos de hermano mayor? – pregunto burlándome de él y me siento en el taburete frente a él.
— Creo que sí – su mano sube hasta su nuca, rascándola con nerviosismo – es que no me había dado cuenta de que ya eres toda una mujer – ladeo mi cabeza – uh, bueno, es que… al irme perdí la noción de todo – suelta un par de carcajadas – parece que estoy divagando un poco.
— Lukas… ¿estás ebrio? – bromeo, apoyado mi cadera en el costado del mesón.
— Oye, que diga cosas como esa no significa que lo esté, aunque haya encontrado la despensa de tú padre – pone ambas manos tras su cuello.
— Eso quiere decir que sí – ruedo los ojos.
— Más o menos – se encoje de hombros – por cierto, llamó Zayn preguntando por tú padre. – suelta, con un tono un poco más brusco.
Tardo un par de segundos en procesar lo que ha dicho. Parpadeo, quedándome en blanco y Luke parece captar el cambio de ánimo en el ambiente.
Millones de preguntas al instante llegan a mi cabeza y un centenar de respuestas sin sentido vienen al intentar responder el por qué está llamando ahora a mi padre, sabiendo que él, bueno, que mi padre ya está captando hacia dónde va mi “relación” con Zayn, lo que quiere decir que papá tiene claro que entre Zayn y yo las cosas terminarán pronto.
Abro la boca y la cierro, mientras que Luke solo me observa atentamente a lo que estoy por decir. La verdad es que no sé cómo reaccionar ante lo que Zayn hace, desde un tiempo a la fecha ya no sé cómo interpretar lo que hace o deja de hacer.
— Uh, ¿interrumpo? – escucho el titubeo en la voz de Cora y distingo los ojos de Lukas saliéndose de sus cuencas al fijarse en ella, apareciendo tras de mí.
— Para nada – contesto automáticamente, volteándome hacia ella quien está asomando su cabeza desde la puerta – es solo que Lukas me acaba de decir que Zayn llamó a mi padre, hace un rato – murmuro, encogiéndome de hombros para restarle importancia al asunto, para convencerme a mí más que a nadie que no es nada importante.
Cuando termino de hablar, Cora se encuentra junto a mí con el entrecejo fruncido y Luke todavía no es capaz de cerrar la boca, él aun no es capaz de apartar la mirada de mi amiga. Sonrío para mis adentros a pesar de todo por la situación.
— ¿Lo llamarás para saber que quiere? – inquiere Cora, sentándose a mi lado, cruzando sus dedos por sobre la mesa.
Analizo por un par de segundos su pregunta, aunque la respuesta está clara para mí. No quiero arriesgarme a nada que tenga que ver con Zayn antes de mañana, cuando tenga que enfrentarlo por última vez, pues, para mí, finalmente dejó las cosas claras en cuanto decidió no aparecerse más en mi vida desde el rompimiento de Jay y Louis.
— Nop – intento de que mi tono de voz suene relajado.
Cora entrecierra los ojos, pero no dice nada.
— Cambiando el tema – murmura Cora, acordándose de algo de un segundo a otro. Voltea su cabeza hacia donde Lukas se encuentra, sonrojándose al hacerlo – las chicas me pidieron que te dijera si quieres venir con nosotras – aclara su garganta y baja la mirada – como conductor designado, uh… ¿eso?
— ¿Cómo conductor designado? – mi primo medio sonríe.
— Sí – contesta Cora – es que, uh, bueno, vamos a beber esta noche – el alza las cejas, sonriendo a medias.
— Lo necesitamos, Luke – digo finalmente.
Charlie.
Re: Trouble, love&shows {One Direction} NC. 2do tema
Capítulo 44
parte II
Es cercano a media noche y estoy un tanto borracha luego de los tan esperados shot de tequila.
El pub al cual llegamos fue escogido al azar y este está atesado de personas por todos lados, en cada uno de sus ambientes. La pista de baile está casi colapsando, las personas se mueven al ritmo de la música que al DJ se le antoja tocar; una interesante mezcla de música electrónica y música latina.
Y mis pies duelen como el infierno por estar bailando con los enormes tacones que decidí ponerme para salir.
— Necesito sentarme un rato – le grito a Cora, señalando la mesa en la cual mi primo se encuentra con todas nuestras pertenencias, luciendo completamente aburrido.
— ¿Quieres que te acompañe? – interroga Cora, deteniendo sus movimientos y yo niego con la cabeza al instante.
— No te preocupes, solo necesito sentarme por un par de minutos – alzo una sonrisa en su dirección y ella asiente rápidamente, volviéndose a las demás seguramente para decirles que me iré a sentar por un par de minutos.
Como puedo, me muevo entre la gente, evitando los cuerpos sudorosos que bailan al ritmo de la música sonando a niveles altos, quizá demasiado.
Luego de evitar ser aplastada por un chico borracho y de eludir ser pisoteada por una muchacha con dos pies izquierdos (lo que me hizo sentí como una bailarina profesional, debo admitir), logro llegar hasta la mesa en la cual primo está instalado.
Tiro de la silla junto a él y me tumbo pesadamente en ella, soltando un pesado resoplido. No saldré a bailar con tacones nunca más, lo acabo de decidir.
— Bailar no es tan agotador como lo haces parecer – bromea, golpeando suavemente su puño con mi hombro con una expresión divertida en su rostro.
A pesar de la música, logro escucharlo con claridad sin la necesidad de gritar.
— Sí, lo es cuando llevas estas cosas puestas – indico mis adoloridos pies con los enormes tacones de quince centímetros que por alguna razón pensé serían cómodos.
— Nadie te obligo a ponerte esos aparatos de tortura – ríe entre dientes.
Suelto un resoplido y estrecho los ojos hacia él, un tanto ofendida por no valorar mi esfuerzo de seguir con los tacones puestos.
— Es verdad, Mitch – menea su cabeza, todavía sonriendo burlonamente hacia mi – cambiando el tema, ¿algo de beber?
— Luke, si no fueses mi primo, condenadamente educado, te insultaría por menos preciar mi intento de ser digna y no quitarme los zapatos para bailar – mascullo rodando los ojos – y sí, quiero beber algo, muchas gracias.
Antes de incorporarse, pasa una mano por mi cabello, despeinándolo al momento que una carcajada escapa de sus labios. Gruño entre dientes y el vuelve a carcajear al dirigirse hacia la barra.
Acomodo mi cabello como estaba y estiro mi mano hacia la silla continua en la cual están los bolsos de las chicas, incluyendo el mío. Busco mi teléfono esperando encontrarme con algún mensaje de mi mama o papa, sin embargo, no es de ninguno de ellos el mensaje con el cual me encuentro.
Mi corazón comienza a retumbar dentro de mi pecho tal como si me hubiese tomado alguna bebida energética o algo por el estilo, pienso de inmediato en la cadena y zarcillos que por alguna razón de porquería traigo puesto esta noche.
Unos segundos más tarde de lo que debería haber reaccionado, trago el nudo en mi garganta y vuelvo a meter el celular en mi bolso sin siquiera mirar el mensaje de Zayn.
No puedo evitar que mi ceño se frunza al pensar en él, me abruma y me confunde con todo lo que ha hecho las últimas semanas. Primero no se aparta de mí y luego desaparece regresando con un presente para mí y volviendo a desaparecer para dar señales de vida la noche anterior en la que nuestro contrato finaliza. ¿Cómo se supone que debo interpretar sus acciones? Y, ¿por qué mierda no tiene el valor de terminar esto de una vez sin necesidad de evitarme como si fuese una enfermedad contagiosa? Quizá eso no sea lo que más me duele. Lo que más me lastima es que yo, muy estúpidamente, ansiaba estar y hablar con él.
Dejo que un resoplido abandone mis labios justo al momento que una copa con un líquido blanquecino es dejada justo delante de mí.
— No sabía que querías tomar, así que pedí lo primero en la carta – el rubio se encoge de hombros y se deja caer nuevamente en la silla a mi lado.
— Gracias, Luke – sonrió y en su dirección llevo la copa a mis labios, probando el líquido dulce y amargo a la vez.
Una margarita, eso es lo que bebo.
— ¿Sabes, Ellie? – mi primo llama mi atención, vuelvo mi cabeza hacia el con una ceja alzada – Deberías estar bailando, como las chicas – murmura, levantando la mirada del vaso de gaseosa que ha traído para sí mismo – para eso vinieron, ¿verdad? – finaliza, con voz calmada.
Paso la mirada de mi copa de margarita hasta toparme con la mirada intrigada de mi primo. Él se acomoda en la silla, incitando a que le conteste sin ninguna especie de rodeo, tal como siempre.
— Me duelen los pies - hago un ademan con las manos, quitándole importancia pero su severa mirada me da a entender que no está creyéndome. Suspiro con pesadez y niego con la cabeza – Es todo y a la vez es nada... es algo...
— ¿Complicado? – agradezco mentalmente que sepa completar mis inútiles intentos de contestar a sus preguntas. Las cejas del rubio se alzan y sus codos tocan la mesa, acercándose un poco más, seguramente para escucharme mejor.
— Lo es. ¿Soy demasiado obvia? – inquiero, tomando un sorbo de margarita.
— No, pero te conozco bien, tal como Emma, Carrie, Jay y Cora – razona, tomando otro sorbo de gaseosa – por lo que pronto vendrán por ti, Chelle y te obligaran a bailar con ellas para cumplir con el propósito por el que salieron en primer lugar.
Asiento, moviendo la cabeza suavemente y vuelvo a llevar la copa a mis labios, de alguna manera intentando que el alcohol llegue pronto a mi sistema para, como dijo Luke, cumplir con el propósito de la salida.
— ¿Quieres decirme que te molesta? – Lukas está haciendo su mejor esfuerzo. Lo conozco tan bien como me conoce a mí y tengo claro que es difícil para él escuchar los mis problemas, más aun cuando estos incluyen a Cora con otro chico que no sea él.
— ¿Realmente quieres escuchar a tu prima, en un estado de semi-embriaguez, hablar de los problemas en su vida amorosa ficticia? – recalco la última palabra.
La esquina derecha de su boca sube, formando una pequeña mueca despreocupada y yo presiono mis labios en una línea tensa.
— Por algo estoy preguntando, Michelle. Puedo mantenerme al margen, pero siempre supe que tendría que verte pasar por esto.
Mis cejas se alzan y lo veo ponerse incomodo en su asiento.
— Es solo que... todas – a pesar de la música constante y el parloteo del Dj logro percibir el temblor en su voz, lo que me desconcierta un poco – es decir – aclara su garganta, mirando más allá de mí, donde mis amigas bailan y creo saber que el punto específico que observa es Coraline – todas cayeron por ellos, no esperaba que fuese diferente para ti. Algo tienen que tener esos chicos para que tocaran sus corazones, mas allá de la superficie – continua, sonando estrangulado y mis ojos se abren a tope cuando sus palabras toman sentido en mi cabeza – el punto es que, hay personas que aparecen de la nada en tu vida y toman un lugar tan importante que, en su mayoría, se convierten en todo lo que puedes pensar.
Un nudo se forma en la parte posterior de mi garganta al ver a Luke observar a Cora fijamente mientras habla. Nunca se había sincerado conmigo de esta manera, puesto que sus sentimientos son algo que guarda bajo siete llaves.
— Y lo que creo que deberías hacer esta noche, no es quedarte conmigo hablándote de estas cosas – una risa brota del fondo de su garganta, aliviando el ambiente, aunque la tensión permanece – sino que deberías tragarte eso e ir a bailar como estaba presupuestado – me guiña un ojo, alejando toda la nostalgia de su mirada, mientras me alienta a ir a bailar con mis amigas.
Sigo su consejo y me bebo la margarita de un solo trago más. La copa choca con la mesa una y mis ojos regresan hacia él.
— ¿Estás seguro de esto? – no tengo claro si mi pregunta va directamente hacia él y lo que acaba de confesarme implícitamente o está enfocada en el dejarlo solo en la mesa con nuestras cosas.
— Tanto como puedo estarlo, Mitch.
Cierro los ojos y respiro con profundidad. Solo Coraline suele llamarme así, o al menos solo ella solía hacerlo.
Vaso tras vaso de tequila golpea la mesa. La sal y los limones están en el centro mientras que nos bebemos otra ronda rápidamente.
— Es hora de un pequeño juego – declara Carrie chocando con más fuerza de la necesaria el vaso contra la mesa.
Todas las miradas se mueven hacia ella. Dejo mi vaso a un lado y la miro con atención.
— ¿Cuál es la idea? - consulto, un tanto inquieta, puesto que la última vez su idea de entretención tuvo como resultado a un Louis demasiado traumado con todo el tema de la dominación a causa de una misteriosa llamada de parte de una misteriosa dominata.
— La idea es, mi querida Ellie – ella entrelaza sus manos por encima de la mesa, lo que me pone aún más ansiosa. – La que consigue más números masculinos, de quienes están aquí esta noche, se lleva el premio – mueve las cejas sugestivamente.
— No puedo aceptar si no veo el botín – Emma alza una ceja hacia la castaña, mientras que mi primo solo suelta una carcajada entre dientes, aparentemente entretenido con la conversación que se está llevando a cabo.
— Es simple, cada una pone algo en la mesa. Algo de peso y valor. Por ejemplo… – titubea, alcanzando su bolso por sobre la mesa y escarba en él, demasiado concentrada – yo pongo el número personal de Ryan Reynolds – tira un pedazo de papel con un numero garabateado en él.
Mierda. No sé si son los tequilas que llevo en el cuerpo o es que verdaderamente imaginarme a Ryan hace que sienta mariposas en mi estómago.
Abro los ojos a tope, Jaymie finge quitarse la baba de la boca, aun así, mira con el ceño fruncido a Carrie.
— ¿Cómo sabemos que es verdad y por qué mierda no habías abierto el pico antes? - entrecierra los ojos hacia ella.
— Lo es – dice tan seriamente que es casi imposible refutarla – y lo guardaba para algo especial – guiña un ojo hacia nosotras.
Nos miramos por un par de segundos al momento que mi mente comienza a maquinar que es lo que puedo apostar.
— Bien, yo apuesto esto – habla Emma, junto a Carrie, tomando las llaves de su auto. Automáticamente todas jadeamos. Ese auto es una maravilla – no se entusiasmen, solo por una semana. Reynolds lo vale.
— Un mes y valdrá la pena – Ofrece Carrie.
— Dos semanas y es lo máximo – contesta Woodhouse, con confianza en su tono de voz.
— Dos semanas – acordamos todas.
— Estas muy segura de esto, marida – Jay alza la vista – pero digamos que esto se ha puesto serio – le lanza una mirada a Em por sobre sus pestañas cuando comienza a quitarse los aretes que su tía le regaló hace un par de años y los pone en el centro de la mesa – aretes egipcios. Valor personal y monetario – finaliza, cruzándose de brazos y apoyándose en el respaldo de la silla.
Me encantan esos aretes.
Le lanzo una mirada a Cora, quien luce divertida ante todo.
— Me tengo confianza esta noche – murmura, quitándose un tacón con lentitud – no sé si han sido los tequilas o algo más, pero mis zapatos están en juego esta noche, muchachas.
La rubia junto a mi deja sus zapatos de edición limitada sobre la mesa. Mi boca cae hasta el suelo. Esos zapatos le costaron una fortuna, además de las largas horas que pasamos fuera de la tienda y el cariño que jamás pensé que una persona sentiría por un par de zapatos.
Sus hermosos zapatos son colocados en el centro de la mesa, junto al número de Ryan Reynolds, las llaves del auto de Emma y los aretes que Jaymie ha colocado.
— Esos bebes serán míos – babea Carrie – me los pondré aunque tenga que cortarme los dedos para usarlos.
Estoy de acuerdo con eso, afortunadamente, Cora y yo compartimos talla de zapatos.
— ¿Eso no es un poco exagerado? – Luke nos observa a todas mirando los zapatos como si nos hubiese salido una tercera cabeza – son solo un par de zapatos.
Jaymie lo fulmina con la mirada y lo señala con su dedo índice, acusadoramente.
— No son solo un par de zapatos, zopenco. ¡Son edición limitada!
Mi primo alza sus manos en señal de rendición.
— Lo que digas, sea lo que sea, esto será interesante de todas maneras.
— ¿Qué tienes para apostar, Ellie? – Wick regresa a la realidad, escrutándome una mirada jocosa.
En ese momento me doy cuenta que estoy tocando la cadena de plata que Zayn me dio. Sin pensarlo demasiado, me quito la cadena de plata con una M en su diadema y me quito los zarcillos a juego.
— Son de plata, algo deben valer – murmuro, con mi mejor sonrisa.
Las chicas asienten en silencio y Luke cruza los brazos por sobre su pecho, expectante.
— Bien, empecemos con esto. – Wick frota sus manos, ansiosa – No cuenta ningún número en nuestra lista de contactos, así que celulares en la mesa – ordena y todas los dejamos en el centro, junto con el premio – todos los números que consigamos debemos anotarlos en una hoja – continua, sacando la libreta de su bolso – y deben ser de chicos quienes estén aquí, da igual si se repite entre nosotras. – Nos entrega una hoja en blanco y un lápiz con ella. – Luke, estas a cargo del botín. Tenemos hasta las cuatro, una hora. ¿Todo claro?
— Todo claro – contestamos al unísono y las trillizas de la muerte abandonan la mesa antes de que pueda siquiera pestañear.
Parpadeo. Espera… ¿qué acabo de aceptar? Uh, definitivamente creo que el alcohol me hizo actuar antes de pensar, ¿cómo conseguiré más números que Emma, Jay y Carrie si lo mío no es coquetear?
— Creo que no pensé esto demasiado bien - suelto y recibo una sonrisa burlona de parte de Luke.
— Estoy de acuerdo con eso – Cora me entrega una sonrisa reconfortante – no obstante, no renunciaré a mis zapatos sin dar pelea, ¿vienes? – se levanta de la silla, incitándome a ir con ella.
— Claro – al momento que me levanto de la silla, escucho el carraspeo de Luke, lo que hace que ambas lo observemos – ¿no me pedirán mi número? – interroga, con una estúpida mueca socarrona en su rostro.
— Eres mi primo – le saco la legua, por muy infantil que sea.
— Sigo siendo hombre – pasa sus manos por detrás de su cuello – además, necesitaran todos los que puedan para ganarle a las tres ligonas.
Cora y yo compartimos una mirada que dice más que las palabras antes de volvernos hacia Lukas con la pluma en la mano, para anotar su número.
Nos despedimos de Luke y, tras avanzar por la barra, Cora y yo decidimos hacer esto juntas, puesto que tendremos el apoyo de la otra para “coquetear”. Es un poco divertido pensar en nosotras intentando conseguir un número, cuando Cora es tan nerviosa como yo lo soy al hablar con un chico.
Conseguimos unas bebidas en la barra, al igual que el teléfono del cantinero (gracias a un milagro), y nos la bebemos buscando coraje para comenzar con el juego propuesto por Carrie.
— ¿Estás lo suficientemente ebria como para hacer esto? – busco la mirada de Cora y ella me observa sonriendo.
— Lo estoy - mueve su cabeza en señal afirmativa – ¡a conseguir números telefónicos...! pero tomare un trago mas solo por si acaso – se encoge de hombros y recibe la segunda copa, antes de beberla de un solo trago.
Avanzamos caminando juntas hasta que vemos a Jay coquetearle a un chico. Está usando todas sus tácticas para hacerlo. Tiene una mano es sus brazos y ríe bobamente de lo que el chico le dice.
— No podemos ser tan cobardes – espeta la rubia, mirándome con simpatía.
— De hecho, no se coquetear – contesto con sinceridad – no puedo decir más de tres palabras sin tartamudear.
— Solo hay que ser creativas y pedir su teléfono – se encoje de hombros, restándole importancia al asunto.
La miro alzando una ceja. Sorprendida de sus palabras.
— ¿Quién eres y que has hecho con Cora? – pregunto, con los ojos bien abiertos a la espera de su reacción. Ella solo menea la cabeza y me obliga a avanzar con ella.
— Digamos que ese último trago me dio el empujón que necesitaba. Vamos, allí hay chicos.
La sonriente rubia tira de mí hasta llegar al grupo de chicos que está parado junto a la mesa. No puedo decir exactamente cuantos son, pero si se ven bastantes chicos, lo que me intimida un poco más, aun así, tomo una profunda respiración y me preparo para que el show comience.
Recibimos inmediatamente la atención de un rubio, que mira a Coraline de la punta de la cabeza hasta sus pies descalzos.
— ¿Y tus zapatos? – inquiere el muchacho, sin ningún tacto, aparentemente divertido.
Mi mano choca con mi frente y niego. Doy un paso más hacia los chicos y me coloco junto a un chico una cabeza más alto que yo. También debo conseguir algo, debo hacerlo.
— Se los di a un indigente – contesta Coraline, bajando la mirada a sus pies descalzos – deberías darme tu número, así hacemos trabajo comunitario juntos – vuelve a intentar, con una risa queriendo escapar de sus labios.
El chico a su lado me observa presionar mis labios para no reírme. Mierda, cuando Cora dijo que había que ser creativa, jamás creí que lo diría literalmente.
— Esto no es lo suyo, ¿verdad? -me pregunta, con las esquinas de sus labios elevándose en una burlona y patentada sonrisa.
Me debato un par de segundos entre inventar una historia como Coraline o decirle la verdad al muchacho de ojos castaños y cabello negro, pero como realmente soy una mala mentirosa, me quedo con la primera opción.
Uh, soy un desastre.
— Nop – contesto, alzando la mirada hacia él – la verdad es que queremos sus números de teléfono para recuperar los zapatos – suelto, mirando con mi mejor cara de perrito. Quizá lo haga parecer más creíble que la idea de coqueteo que tiene Cora – son sus zapatos favoritos.
El asiente, mientras mi rubia amiga intenta convencer al chico de que el trabajo comunitario juntos seria la cosa más sexy que jamás hubiese pensado. También añade que es algo que atrae muchas chicas con ello.
Mis labios están presionados para evitar reírme, mientras muchacho de cabello negro me escruta con la mirada. Sus brazos están cruzados y luce pensativo.
De algún modo, sus ojos se fijan en la hoja de papel que llevo semi doblada en mi mano derecha y antes de que pueda ofrecérsela, me la quita de las manos, al igual que el lápiz.
— Anotare mí teléfono para ti – guiña un ojo.
Estoy a punto de decirle algo cuando me pide que me gire para usar mi espalda como mesa, lo que me extraña porque detrás de él hay una, aun así, no me quejo y me volteo.
— ¿Podrías anotar el de tus hermanos también - inquiero, sonando lo más inocente que puedo, cerrando los ojos rezando en mi cabeza para acepte – o el de tus primos, tíos, abuelos, amigos...?
— ¿Debería preocuparme? – consulta, en tono jocoso.
— No realmente – contesto con sinceridad y el sigue escribiendo sobre la hoja apoyada en mi espalda.
— Está bien, solo asegúrate de llamarme a mí, o a mis hermanos... primos, tíos, o abuelo o a alguno de mis amigos – me hace girarme una vez que termina de escribir, sonriendo enormemente mientras que yo siento mis mejillas arder y el calor acumularse en mi cara – ¿algo más? - cambia el tema, todavía sonriendo.
— Eh… sip. No les des tú teléfono a las otras chicas de rojo. Ellas quieren los zapatos de mi amiga también – contesto, alzando la mirada hacia él. – ahora, iré a ver su alguien más quiere anotar su número…
— Hecho. Mike, anota tu número aquí – Toca el hombro del muchacho próximo, quien estaba prestando atención a la historia de Cora, junto al rubio que trata de convencer.
— ¿Qué es esto, Scott? – cuestiona, aparentemente todavía divertido por las palabras de Cora.
— Es para un concurso – habla con naturalidad, entregándole el lápiz y papel, los que el muchacho recibe abiertamente. – Para participar, solo debes anotar tu número telefónico, una vez solamente – dice, sonando realmente convincente.
El muchacho amado Scott guiña un ojo en mi dirección y me sonrojo aún más, de ser posible.
En ese momento me volteo para decirle a Cora que ya puede detenerse, que estoy consiguiendo lo que vinimos a buscar, pero ella está tan enfrascada en que su historia sea creíble, que no me mira.
— Entonces, ¿le hiciste respiración boca a boca a un vago llamado Marco? – el chico rubio al cual Cora está tratando de que le dé su número la mira con incredulidad.
La veo vacilar y detener su mirada en mí, a pesar de los cuerpos que se nos interponen, distingo que pidiendo ayuda con su mirada.
— R… C… P – toso, entre cada letra, rogando porque haya captado el mensaje,
— Yo, eh... le hice RCP – contesta, nerviosa – porque yo... eh... hice un curso de primeros auxilios, para ocasiones como esas…
— Por lo tanto, ¿dices lo salvaste de morir ahogado con RCP?
— De morir ahogado con un trago de vino... él... él no podía dejar de beber... en algún momento fue un exitoso abogado…
Quiero golpearme nuevamente la cabeza con la palma de mi mano cuando mis ojos se fijan en la hoja de papel que viaja de mano en mano tras el chico con el que Cora está tratando de mantener su historia. Me giro para observar al muchacho mirar atentamente a Cora, situado justo al lado de mí.
— Debo decir que tienes una amiga muy noble – murmura, sofocando una carcajada. – Darle unos zapatos de tacón a un vago, para que los vendiese para conseguir algo de dinero y, sobre todo, salvarlo de morir ahogado es toda una proeza – bromea, mordiendo su labio inferior.
— Y... y yo... yo solo quería que él tuviese dinero para poder superar a Janice, su difunta esposa – definitivamente la copa de más que había tomado Cora estaba causando el efecto deseado.
Deseo, realmente, que ninguna de mis risas se escape de mi boca ante la historia que Coraline está armando delante de una buena cantidad de receptores. Ella mueve sus manos y explica con detención como fue que conoció a Marco.
No sé cuánto tiempo pasa realmente, solo siento que una mano toca mi hombro un par de minutos luego de que uno de los chicos que escucha a Cora le preguntase algo sobre el tal Marco.
— Mis amigos están muy contentos de participar en tu concurso, es solo que ya se terminó la hoja, por ambos lados – el chico se enoje de hombros, pero su sonrisa es enorme, como la que está tomando lugar en mi boca – sus padres, hermanos, tíos y abuelos están muy felices de participar también – agrega, burlándose de mí.
Mis mejillas están tan rojas como el color del vestido que llevo puesto.
Recibo la hoja y no puedo evitar sonreír bobamente.
— Aunque no lo creas, tengo otra hoja en la que puedes concursar – suelto, impulsada por simpatía que inspira el chico.
— Tienes suerte de que mi equipo de baloncesto y nuestros rivales estén muy emocionados por participar, entonces.
Le entrego una sonrisa sincera al chico, tan sincera como puede serlo al estar borracha.
— Dame un segundo – levanto mi dedo índice en su dirección, dándole a entender que regresaré tan pronto como pueda, antes de girarme nuevamente hacia Cora, quien mueve sus manos exageradamente ante el grupo de muchachos que se ha juntado a escuchar su proeza.
— Marco dice que aun escucha a su esposa hablarle por las noches. Aun no supera la trágica muerte de Janice...
— ¿Cómo murió? – interrumpe uno, lo bastante sumergido en lo que mi amiga dice y hace.
— Ella... – titubea, cuando me percibe acercarme.
Hago señales con mis manos, indicando la hoja de papel, para que me la entregue de una vez. Imito un lápiz escribiendo en mi mano.
— Murió... ¿a causa de un lápiz? – me mira con los ojos abiertos. Y mi mano esta vez, si choca contra mi frente. Señalo el papel en su mano, susurrándole que me lo entregue – quiero decir – carraspea, volviendo su atención a los chicos mientras que yo me acerco a ella sigilosamente y le quito el papel que ha dejado en la palma de su mano, en su espalda para que pueda sacarlo de allí – ella murió en un asalto, querían robarle su lápiz – prosigue y yo solo muerdo mi lengua pata no reír.
No sé cómo es que he aguantado mis risas durante todo este tiempo.
Regreso hacia donde Scott observa la escena, con una mueca divertida en su rostro al ver como Cora sigue con su historia.
— Lo repito, es una chica con un corazón de oro – río, recibiendo la hoja de mi parte.
— Gracias por la ayuda – murmuro, entrelazando mis dedos con nerviosismo.
— No hay de que... eh, no sé tú nombre – su boca se tuerce.
— Michelle – mascullo – Ellie, mejor dicho.
— Ellie – repite – Vamos a conseguir más números para "el concurso" – las esquinas de su boca se alzan, y me hace seguirlo hasta el otro grupo de chicos, ubicados en una mesa a un par de metros de Cora y todos sus receptores.
Scott me guía hasta otra mesa, cercana a Cora. Se detiene frente a un grupo de chicos y los saluda con un movimiento de cabeza, y solo me limito a mirarlos con una pequeña sonrisa en el rostro.
— Chicos, mi amiga está buscando personas interesadas en participar en un concurso que se realizara al final de la noche, consta en un premio sorpresa y en anotar sus números telefónicos con ella y no dárselos a ninguna de las demás chicas de rojo, una de las condiciones.
— ¿Qué clase de premio? – uno alza una ceja, aparentemente interesado.
— Es una sorpresa, hombre, pero mis fuentes me han informado que podría llegar a ser una cita con cualquiera de las chicas de vestidos rojos que intentan conseguir números esta noche – murmura, en un tono burlón que pasa desapercibido para los demás.
— Suena bien – un muchacho de tez oscura mueve sus cejas hacia mí, lo que me hace sonrojar casi por décima vez esta noche. Recibe el papel y anota su número telefónico. Los demás le siguen.
— Soy un genio – Scott comenta solo para mí – supongo que si me invitas un trago dejare por saldado todo esto.
Lo miro, alzando una ceja para evitar hacer alguna otra cosa.
— Cuando vea la segunda hoja completa, te habrás ganado el trago.
— Movámonos, entonces. – vuelve a avanzar, haciendo correr la hoja de mano en mano.
En un periodo más rápido que el anterior, la segunda hoja llega a mis manos. Completamente escrita. Por lo menos unos cuarenta y cinco números deben estar anotados en ella.
Asombrada por la rapidez con la que esto llego a mí, doy una mirada a mi reloj pulsera y noto que aún falta más de veinte minutos para las cuatro de la mañana, el tiempo límite para el juego.
Mis ojos suben hacia él.
— Gracias, enserio, gracias – repito hacia él, con una sonrisa más grande que la del gato de Alicia.
— No hay de qué, Ellie.
Comienzo a buscar en mi bolso un par de billetes para invitarle un trago, cuando el toca mi hombro.
— Realmente estaba bromeando con lo del trago, ha sido un placer ayudar en algo.
Parpadeo sorprendida, frunciéndole el entrecejo.
— Debo pagarte de alguna forma – grazno hacia él.
— En realidad, me gustaría escuchar el final de la proeza de tu amiga – señala con la mirada el lugar en el que ella y unos ocho muchachos la escuchan atentamente.
Asiento con la cabeza y lo sigo hacia allá, intentando escuchar por sobre la música las palabras de Cora.
—... entonces, fue así como Marco no pudo salvar a su esposa de morir de un disparo. Quedo devastado y comenzó a beber, lo perdió todo. Él era exitoso, amaba a su esposa… y lo perdió todo así como así…
— ¿Qué paso luego?
— Ha estado vagando por las calles desde entonces. Fui ahí cuando lo vi y le di mis zapatos – termina de contar su historia, aparentemente orgullosa de que al menos los chicos borrachos que la escuchan le creyesen cada una de las palabras que pronunció.
— Deberían darte un premio nobel – dice uno, evidentemente borracho.
Muerdo mi lengua al verla sonrojarse.
— Lo hicieron – contesta Scott, llegando junto a Cora para pasarle un brazo por sobre los hombros. Ella lo mira con cierta desconfianza, pero su mirada regresa al chico de las preguntas cuando éste habla.
— ¿Y qué hiciste con él? – cuestiona, mirando con expectación a la rubia.
— Se lo di a Marco – contesta seriamente, frunciéndole los labios a Scott cuando el comienza a moverla en mi dirección.
Scott se echa a reír.
— Eres un corazón gentil...
— Coraline - murmura a su pregunta no realizada, girando su cabeza para mirarme con una ceja levantada.
— Llenamos las páginas – informo, sonriendo tan grande que duele.
— ¿es enserio? – sus ojos se abren a tope, sorprendidos.
— Completamente enserio.
Una vez que nos reunimos de regreso a la mesa, junto a Luke, Emma y Carrie están hablando de algún concurso que escucharon hablar a un par de chicos. Cora y yo solo nos miramos antes de comenzar a reír y lograr que las chicas nos observaran como dos locas de remate, aun así, seguimos riendo hasta lograr sentarnos en la mesa.
— A ver – Lukas examina con atención la hoja de Jay, contando exhaustivamente los contactos anotados en ella. – Jaymie tiene veinticinco – anuncia y la morena nos la da a todos una mirada triunfante, está completamente confiada en que ganará – parece que los zapatos serán míos.
— Eso no lo sabes todavía – masculla Luke, concentrado atentamente en la hoja de Emma.
— Pues, estoy bastante segura – espeta, arrastrando sus palabras al hablar.
— Emma tiene veinticinco, también – añade Luke, esperando la reacción de Jaymie.
— Podemos compartir los zapatos, y a Ryan también – ofrece la rubia, mirando el centro de la mesa avariciosamente.
— Falto yo, taradas – Carrie mira Luke, como lo hacemos Cora y yo, solo que nosotras sonreímos enormemente ante nuestros resultados todavía no anunciados.
— Veintidós para ti, Carrie.
— ¿¡qué!? – suena desconcertada, y Jay y Emma estallan en risas burlonas hacia ella.
— Creo que ganamos, Jay – Woodhouse codea a la morena.
— Faltamos nosotras, chicas – susurra Cora, con naturalidad.
— En eso estoy, contesta Luke.
— No creo que nos venzan, muchachas. Nada personal, los zapatos tientan a cualquiera.
— Uff – suelta el rubio, girando la hoja de Cora para seguir contando y la sonrisa burlona en Jay y Emma desaparecen y sus entrecejos fruncidos toman lugar.
— ¿Quién ríe ahora? – Carrie se burla de ellas, soltando risas ante sus caras desconcertadas. Incluso yo me rio de como miran la hoja de Coraline.
— Cuarenta y cinco. Cora consiguió cuarenta y cinco números telefónicos – incluso Luke luce desconcertado ante la cantidad que logró Cora.
Ella se encoje de hombros y le lanza una mirada divertida a las demás a través de sus largas pestañas.
— Definitivamente son mis encantos – alardea, en tono burlón.
— Y tus historias – intervengo y ella se lanza a reír, mientras que las demás nos miran casi con sus mandíbulas en el suelo.
Pasan unos segundos cuando Luke revisa mi hoja, aún más desconcertado que antes, levanta su cabeza hacia mí.
— Ellie, también conseguiste cuarenta y cinco.
— Uh, no está mal – me encojo de hombros y muerdo mis labios para evitar reírme al ver la cara de desconcierto de mis amigas.
Cora me codea y las risas vuelven a brotar en mi pecho. Ni siquiera están parpadeando de la sorpresa, al igual que Luke.
— ¿Te parece si te quedas la primera semana con el auto de Emma y yo la segunda? – bromeo hacia Cora, quien aún ríe.
— Por su puesto. Llamemos a Reynolds por la mañana – carcajadas salen de nuestros labios cuando Emma reacciona.
— ¿Cómo lo hicieron? - estrecha los ojos hacia nosotras y le quita la hoja de las manos a Luke, mientras saca su celular para marcar uno de los tantos números en ella y pone el altavoz.
— Tenemos nuestros métodos – contesta Cora, mordiendo su labio inferior – digamos que somos buenas en eso.
— Inventaron los números – acusa Carrie, estrechando su mirada hacia nosotras.
— Nop. Son reales, solo inventamos una especie de “concurso” – contesto, al momento que una voz masculina, familiar, suena en el alta voz.
— ¿Hola? – contesta y la música del club se escucha de fondo.
— ¿Ustedes empezaron con el concurso? – Wick luce desconcertada.
— En realidad, fui yo – dice Scott a través del parlante del teléfono.
— Levanta tu mano para que pueda verte – espeta Emma, sin tacto alguno.
Automáticamente comenzamos a mirar a nuestro alrededor, para observar muchacho que tiene su mano arriba cerca de la barra y para mi sorpresa, es Scott quien mos observa sonriendo.
— Lindo – suelta Carrie en señal de aprovación.
— Hey, ese es el que no me quiso dar su número por la mierda de concurso – susurra jay, fulminándolo con la mirada.
— Solo seguí las reglas del concurso – masculla, dirigiéndole una sonrisa a Jaymie desde la lejanía. – Cambiando el tema, ¿me darás mi premio, Ellie? – inquiere la voz por el parlante. Mis mejillas se vuelven a tornar rojas y Cora empieza a reír a carcajadas – lo que quiero como premio es escuchar otra de las historias de Coraline – finaliza la voz en el parlante y ella se atraganta con sus propias risas.
El pub al cual llegamos fue escogido al azar y este está atesado de personas por todos lados, en cada uno de sus ambientes. La pista de baile está casi colapsando, las personas se mueven al ritmo de la música que al DJ se le antoja tocar; una interesante mezcla de música electrónica y música latina.
Y mis pies duelen como el infierno por estar bailando con los enormes tacones que decidí ponerme para salir.
— Necesito sentarme un rato – le grito a Cora, señalando la mesa en la cual mi primo se encuentra con todas nuestras pertenencias, luciendo completamente aburrido.
— ¿Quieres que te acompañe? – interroga Cora, deteniendo sus movimientos y yo niego con la cabeza al instante.
— No te preocupes, solo necesito sentarme por un par de minutos – alzo una sonrisa en su dirección y ella asiente rápidamente, volviéndose a las demás seguramente para decirles que me iré a sentar por un par de minutos.
Como puedo, me muevo entre la gente, evitando los cuerpos sudorosos que bailan al ritmo de la música sonando a niveles altos, quizá demasiado.
Luego de evitar ser aplastada por un chico borracho y de eludir ser pisoteada por una muchacha con dos pies izquierdos (lo que me hizo sentí como una bailarina profesional, debo admitir), logro llegar hasta la mesa en la cual primo está instalado.
Tiro de la silla junto a él y me tumbo pesadamente en ella, soltando un pesado resoplido. No saldré a bailar con tacones nunca más, lo acabo de decidir.
— Bailar no es tan agotador como lo haces parecer – bromea, golpeando suavemente su puño con mi hombro con una expresión divertida en su rostro.
A pesar de la música, logro escucharlo con claridad sin la necesidad de gritar.
— Sí, lo es cuando llevas estas cosas puestas – indico mis adoloridos pies con los enormes tacones de quince centímetros que por alguna razón pensé serían cómodos.
— Nadie te obligo a ponerte esos aparatos de tortura – ríe entre dientes.
Suelto un resoplido y estrecho los ojos hacia él, un tanto ofendida por no valorar mi esfuerzo de seguir con los tacones puestos.
— Es verdad, Mitch – menea su cabeza, todavía sonriendo burlonamente hacia mi – cambiando el tema, ¿algo de beber?
— Luke, si no fueses mi primo, condenadamente educado, te insultaría por menos preciar mi intento de ser digna y no quitarme los zapatos para bailar – mascullo rodando los ojos – y sí, quiero beber algo, muchas gracias.
Antes de incorporarse, pasa una mano por mi cabello, despeinándolo al momento que una carcajada escapa de sus labios. Gruño entre dientes y el vuelve a carcajear al dirigirse hacia la barra.
Acomodo mi cabello como estaba y estiro mi mano hacia la silla continua en la cual están los bolsos de las chicas, incluyendo el mío. Busco mi teléfono esperando encontrarme con algún mensaje de mi mama o papa, sin embargo, no es de ninguno de ellos el mensaje con el cual me encuentro.
Mi corazón comienza a retumbar dentro de mi pecho tal como si me hubiese tomado alguna bebida energética o algo por el estilo, pienso de inmediato en la cadena y zarcillos que por alguna razón de porquería traigo puesto esta noche.
Unos segundos más tarde de lo que debería haber reaccionado, trago el nudo en mi garganta y vuelvo a meter el celular en mi bolso sin siquiera mirar el mensaje de Zayn.
No puedo evitar que mi ceño se frunza al pensar en él, me abruma y me confunde con todo lo que ha hecho las últimas semanas. Primero no se aparta de mí y luego desaparece regresando con un presente para mí y volviendo a desaparecer para dar señales de vida la noche anterior en la que nuestro contrato finaliza. ¿Cómo se supone que debo interpretar sus acciones? Y, ¿por qué mierda no tiene el valor de terminar esto de una vez sin necesidad de evitarme como si fuese una enfermedad contagiosa? Quizá eso no sea lo que más me duele. Lo que más me lastima es que yo, muy estúpidamente, ansiaba estar y hablar con él.
Dejo que un resoplido abandone mis labios justo al momento que una copa con un líquido blanquecino es dejada justo delante de mí.
— No sabía que querías tomar, así que pedí lo primero en la carta – el rubio se encoge de hombros y se deja caer nuevamente en la silla a mi lado.
— Gracias, Luke – sonrió y en su dirección llevo la copa a mis labios, probando el líquido dulce y amargo a la vez.
Una margarita, eso es lo que bebo.
— ¿Sabes, Ellie? – mi primo llama mi atención, vuelvo mi cabeza hacia el con una ceja alzada – Deberías estar bailando, como las chicas – murmura, levantando la mirada del vaso de gaseosa que ha traído para sí mismo – para eso vinieron, ¿verdad? – finaliza, con voz calmada.
Paso la mirada de mi copa de margarita hasta toparme con la mirada intrigada de mi primo. Él se acomoda en la silla, incitando a que le conteste sin ninguna especie de rodeo, tal como siempre.
— Me duelen los pies - hago un ademan con las manos, quitándole importancia pero su severa mirada me da a entender que no está creyéndome. Suspiro con pesadez y niego con la cabeza – Es todo y a la vez es nada... es algo...
— ¿Complicado? – agradezco mentalmente que sepa completar mis inútiles intentos de contestar a sus preguntas. Las cejas del rubio se alzan y sus codos tocan la mesa, acercándose un poco más, seguramente para escucharme mejor.
— Lo es. ¿Soy demasiado obvia? – inquiero, tomando un sorbo de margarita.
— No, pero te conozco bien, tal como Emma, Carrie, Jay y Cora – razona, tomando otro sorbo de gaseosa – por lo que pronto vendrán por ti, Chelle y te obligaran a bailar con ellas para cumplir con el propósito por el que salieron en primer lugar.
Asiento, moviendo la cabeza suavemente y vuelvo a llevar la copa a mis labios, de alguna manera intentando que el alcohol llegue pronto a mi sistema para, como dijo Luke, cumplir con el propósito de la salida.
— ¿Quieres decirme que te molesta? – Lukas está haciendo su mejor esfuerzo. Lo conozco tan bien como me conoce a mí y tengo claro que es difícil para él escuchar los mis problemas, más aun cuando estos incluyen a Cora con otro chico que no sea él.
— ¿Realmente quieres escuchar a tu prima, en un estado de semi-embriaguez, hablar de los problemas en su vida amorosa ficticia? – recalco la última palabra.
La esquina derecha de su boca sube, formando una pequeña mueca despreocupada y yo presiono mis labios en una línea tensa.
— Por algo estoy preguntando, Michelle. Puedo mantenerme al margen, pero siempre supe que tendría que verte pasar por esto.
Mis cejas se alzan y lo veo ponerse incomodo en su asiento.
— Es solo que... todas – a pesar de la música constante y el parloteo del Dj logro percibir el temblor en su voz, lo que me desconcierta un poco – es decir – aclara su garganta, mirando más allá de mí, donde mis amigas bailan y creo saber que el punto específico que observa es Coraline – todas cayeron por ellos, no esperaba que fuese diferente para ti. Algo tienen que tener esos chicos para que tocaran sus corazones, mas allá de la superficie – continua, sonando estrangulado y mis ojos se abren a tope cuando sus palabras toman sentido en mi cabeza – el punto es que, hay personas que aparecen de la nada en tu vida y toman un lugar tan importante que, en su mayoría, se convierten en todo lo que puedes pensar.
Un nudo se forma en la parte posterior de mi garganta al ver a Luke observar a Cora fijamente mientras habla. Nunca se había sincerado conmigo de esta manera, puesto que sus sentimientos son algo que guarda bajo siete llaves.
— Y lo que creo que deberías hacer esta noche, no es quedarte conmigo hablándote de estas cosas – una risa brota del fondo de su garganta, aliviando el ambiente, aunque la tensión permanece – sino que deberías tragarte eso e ir a bailar como estaba presupuestado – me guiña un ojo, alejando toda la nostalgia de su mirada, mientras me alienta a ir a bailar con mis amigas.
Sigo su consejo y me bebo la margarita de un solo trago más. La copa choca con la mesa una y mis ojos regresan hacia él.
— ¿Estás seguro de esto? – no tengo claro si mi pregunta va directamente hacia él y lo que acaba de confesarme implícitamente o está enfocada en el dejarlo solo en la mesa con nuestras cosas.
— Tanto como puedo estarlo, Mitch.
Cierro los ojos y respiro con profundidad. Solo Coraline suele llamarme así, o al menos solo ella solía hacerlo.
***
Vaso tras vaso de tequila golpea la mesa. La sal y los limones están en el centro mientras que nos bebemos otra ronda rápidamente.
— Es hora de un pequeño juego – declara Carrie chocando con más fuerza de la necesaria el vaso contra la mesa.
Todas las miradas se mueven hacia ella. Dejo mi vaso a un lado y la miro con atención.
— ¿Cuál es la idea? - consulto, un tanto inquieta, puesto que la última vez su idea de entretención tuvo como resultado a un Louis demasiado traumado con todo el tema de la dominación a causa de una misteriosa llamada de parte de una misteriosa dominata.
— La idea es, mi querida Ellie – ella entrelaza sus manos por encima de la mesa, lo que me pone aún más ansiosa. – La que consigue más números masculinos, de quienes están aquí esta noche, se lleva el premio – mueve las cejas sugestivamente.
— No puedo aceptar si no veo el botín – Emma alza una ceja hacia la castaña, mientras que mi primo solo suelta una carcajada entre dientes, aparentemente entretenido con la conversación que se está llevando a cabo.
— Es simple, cada una pone algo en la mesa. Algo de peso y valor. Por ejemplo… – titubea, alcanzando su bolso por sobre la mesa y escarba en él, demasiado concentrada – yo pongo el número personal de Ryan Reynolds – tira un pedazo de papel con un numero garabateado en él.
Mierda. No sé si son los tequilas que llevo en el cuerpo o es que verdaderamente imaginarme a Ryan hace que sienta mariposas en mi estómago.
Abro los ojos a tope, Jaymie finge quitarse la baba de la boca, aun así, mira con el ceño fruncido a Carrie.
— ¿Cómo sabemos que es verdad y por qué mierda no habías abierto el pico antes? - entrecierra los ojos hacia ella.
— Lo es – dice tan seriamente que es casi imposible refutarla – y lo guardaba para algo especial – guiña un ojo hacia nosotras.
Nos miramos por un par de segundos al momento que mi mente comienza a maquinar que es lo que puedo apostar.
— Bien, yo apuesto esto – habla Emma, junto a Carrie, tomando las llaves de su auto. Automáticamente todas jadeamos. Ese auto es una maravilla – no se entusiasmen, solo por una semana. Reynolds lo vale.
— Un mes y valdrá la pena – Ofrece Carrie.
— Dos semanas y es lo máximo – contesta Woodhouse, con confianza en su tono de voz.
— Dos semanas – acordamos todas.
— Estas muy segura de esto, marida – Jay alza la vista – pero digamos que esto se ha puesto serio – le lanza una mirada a Em por sobre sus pestañas cuando comienza a quitarse los aretes que su tía le regaló hace un par de años y los pone en el centro de la mesa – aretes egipcios. Valor personal y monetario – finaliza, cruzándose de brazos y apoyándose en el respaldo de la silla.
Me encantan esos aretes.
Le lanzo una mirada a Cora, quien luce divertida ante todo.
— Me tengo confianza esta noche – murmura, quitándose un tacón con lentitud – no sé si han sido los tequilas o algo más, pero mis zapatos están en juego esta noche, muchachas.
La rubia junto a mi deja sus zapatos de edición limitada sobre la mesa. Mi boca cae hasta el suelo. Esos zapatos le costaron una fortuna, además de las largas horas que pasamos fuera de la tienda y el cariño que jamás pensé que una persona sentiría por un par de zapatos.
Sus hermosos zapatos son colocados en el centro de la mesa, junto al número de Ryan Reynolds, las llaves del auto de Emma y los aretes que Jaymie ha colocado.
— Esos bebes serán míos – babea Carrie – me los pondré aunque tenga que cortarme los dedos para usarlos.
Estoy de acuerdo con eso, afortunadamente, Cora y yo compartimos talla de zapatos.
— ¿Eso no es un poco exagerado? – Luke nos observa a todas mirando los zapatos como si nos hubiese salido una tercera cabeza – son solo un par de zapatos.
Jaymie lo fulmina con la mirada y lo señala con su dedo índice, acusadoramente.
— No son solo un par de zapatos, zopenco. ¡Son edición limitada!
Mi primo alza sus manos en señal de rendición.
— Lo que digas, sea lo que sea, esto será interesante de todas maneras.
— ¿Qué tienes para apostar, Ellie? – Wick regresa a la realidad, escrutándome una mirada jocosa.
En ese momento me doy cuenta que estoy tocando la cadena de plata que Zayn me dio. Sin pensarlo demasiado, me quito la cadena de plata con una M en su diadema y me quito los zarcillos a juego.
— Son de plata, algo deben valer – murmuro, con mi mejor sonrisa.
Las chicas asienten en silencio y Luke cruza los brazos por sobre su pecho, expectante.
— Bien, empecemos con esto. – Wick frota sus manos, ansiosa – No cuenta ningún número en nuestra lista de contactos, así que celulares en la mesa – ordena y todas los dejamos en el centro, junto con el premio – todos los números que consigamos debemos anotarlos en una hoja – continua, sacando la libreta de su bolso – y deben ser de chicos quienes estén aquí, da igual si se repite entre nosotras. – Nos entrega una hoja en blanco y un lápiz con ella. – Luke, estas a cargo del botín. Tenemos hasta las cuatro, una hora. ¿Todo claro?
— Todo claro – contestamos al unísono y las trillizas de la muerte abandonan la mesa antes de que pueda siquiera pestañear.
Parpadeo. Espera… ¿qué acabo de aceptar? Uh, definitivamente creo que el alcohol me hizo actuar antes de pensar, ¿cómo conseguiré más números que Emma, Jay y Carrie si lo mío no es coquetear?
— Creo que no pensé esto demasiado bien - suelto y recibo una sonrisa burlona de parte de Luke.
— Estoy de acuerdo con eso – Cora me entrega una sonrisa reconfortante – no obstante, no renunciaré a mis zapatos sin dar pelea, ¿vienes? – se levanta de la silla, incitándome a ir con ella.
— Claro – al momento que me levanto de la silla, escucho el carraspeo de Luke, lo que hace que ambas lo observemos – ¿no me pedirán mi número? – interroga, con una estúpida mueca socarrona en su rostro.
— Eres mi primo – le saco la legua, por muy infantil que sea.
— Sigo siendo hombre – pasa sus manos por detrás de su cuello – además, necesitaran todos los que puedan para ganarle a las tres ligonas.
Cora y yo compartimos una mirada que dice más que las palabras antes de volvernos hacia Lukas con la pluma en la mano, para anotar su número.
Nos despedimos de Luke y, tras avanzar por la barra, Cora y yo decidimos hacer esto juntas, puesto que tendremos el apoyo de la otra para “coquetear”. Es un poco divertido pensar en nosotras intentando conseguir un número, cuando Cora es tan nerviosa como yo lo soy al hablar con un chico.
Conseguimos unas bebidas en la barra, al igual que el teléfono del cantinero (gracias a un milagro), y nos la bebemos buscando coraje para comenzar con el juego propuesto por Carrie.
— ¿Estás lo suficientemente ebria como para hacer esto? – busco la mirada de Cora y ella me observa sonriendo.
— Lo estoy - mueve su cabeza en señal afirmativa – ¡a conseguir números telefónicos...! pero tomare un trago mas solo por si acaso – se encoge de hombros y recibe la segunda copa, antes de beberla de un solo trago.
Avanzamos caminando juntas hasta que vemos a Jay coquetearle a un chico. Está usando todas sus tácticas para hacerlo. Tiene una mano es sus brazos y ríe bobamente de lo que el chico le dice.
— No podemos ser tan cobardes – espeta la rubia, mirándome con simpatía.
— De hecho, no se coquetear – contesto con sinceridad – no puedo decir más de tres palabras sin tartamudear.
— Solo hay que ser creativas y pedir su teléfono – se encoje de hombros, restándole importancia al asunto.
La miro alzando una ceja. Sorprendida de sus palabras.
— ¿Quién eres y que has hecho con Cora? – pregunto, con los ojos bien abiertos a la espera de su reacción. Ella solo menea la cabeza y me obliga a avanzar con ella.
— Digamos que ese último trago me dio el empujón que necesitaba. Vamos, allí hay chicos.
La sonriente rubia tira de mí hasta llegar al grupo de chicos que está parado junto a la mesa. No puedo decir exactamente cuantos son, pero si se ven bastantes chicos, lo que me intimida un poco más, aun así, tomo una profunda respiración y me preparo para que el show comience.
Recibimos inmediatamente la atención de un rubio, que mira a Coraline de la punta de la cabeza hasta sus pies descalzos.
— ¿Y tus zapatos? – inquiere el muchacho, sin ningún tacto, aparentemente divertido.
Mi mano choca con mi frente y niego. Doy un paso más hacia los chicos y me coloco junto a un chico una cabeza más alto que yo. También debo conseguir algo, debo hacerlo.
— Se los di a un indigente – contesta Coraline, bajando la mirada a sus pies descalzos – deberías darme tu número, así hacemos trabajo comunitario juntos – vuelve a intentar, con una risa queriendo escapar de sus labios.
El chico a su lado me observa presionar mis labios para no reírme. Mierda, cuando Cora dijo que había que ser creativa, jamás creí que lo diría literalmente.
— Esto no es lo suyo, ¿verdad? -me pregunta, con las esquinas de sus labios elevándose en una burlona y patentada sonrisa.
Me debato un par de segundos entre inventar una historia como Coraline o decirle la verdad al muchacho de ojos castaños y cabello negro, pero como realmente soy una mala mentirosa, me quedo con la primera opción.
Uh, soy un desastre.
— Nop – contesto, alzando la mirada hacia él – la verdad es que queremos sus números de teléfono para recuperar los zapatos – suelto, mirando con mi mejor cara de perrito. Quizá lo haga parecer más creíble que la idea de coqueteo que tiene Cora – son sus zapatos favoritos.
El asiente, mientras mi rubia amiga intenta convencer al chico de que el trabajo comunitario juntos seria la cosa más sexy que jamás hubiese pensado. También añade que es algo que atrae muchas chicas con ello.
Mis labios están presionados para evitar reírme, mientras muchacho de cabello negro me escruta con la mirada. Sus brazos están cruzados y luce pensativo.
De algún modo, sus ojos se fijan en la hoja de papel que llevo semi doblada en mi mano derecha y antes de que pueda ofrecérsela, me la quita de las manos, al igual que el lápiz.
— Anotare mí teléfono para ti – guiña un ojo.
Estoy a punto de decirle algo cuando me pide que me gire para usar mi espalda como mesa, lo que me extraña porque detrás de él hay una, aun así, no me quejo y me volteo.
— ¿Podrías anotar el de tus hermanos también - inquiero, sonando lo más inocente que puedo, cerrando los ojos rezando en mi cabeza para acepte – o el de tus primos, tíos, abuelos, amigos...?
— ¿Debería preocuparme? – consulta, en tono jocoso.
— No realmente – contesto con sinceridad y el sigue escribiendo sobre la hoja apoyada en mi espalda.
— Está bien, solo asegúrate de llamarme a mí, o a mis hermanos... primos, tíos, o abuelo o a alguno de mis amigos – me hace girarme una vez que termina de escribir, sonriendo enormemente mientras que yo siento mis mejillas arder y el calor acumularse en mi cara – ¿algo más? - cambia el tema, todavía sonriendo.
— Eh… sip. No les des tú teléfono a las otras chicas de rojo. Ellas quieren los zapatos de mi amiga también – contesto, alzando la mirada hacia él. – ahora, iré a ver su alguien más quiere anotar su número…
— Hecho. Mike, anota tu número aquí – Toca el hombro del muchacho próximo, quien estaba prestando atención a la historia de Cora, junto al rubio que trata de convencer.
— ¿Qué es esto, Scott? – cuestiona, aparentemente todavía divertido por las palabras de Cora.
— Es para un concurso – habla con naturalidad, entregándole el lápiz y papel, los que el muchacho recibe abiertamente. – Para participar, solo debes anotar tu número telefónico, una vez solamente – dice, sonando realmente convincente.
El muchacho amado Scott guiña un ojo en mi dirección y me sonrojo aún más, de ser posible.
En ese momento me volteo para decirle a Cora que ya puede detenerse, que estoy consiguiendo lo que vinimos a buscar, pero ella está tan enfrascada en que su historia sea creíble, que no me mira.
— Entonces, ¿le hiciste respiración boca a boca a un vago llamado Marco? – el chico rubio al cual Cora está tratando de que le dé su número la mira con incredulidad.
La veo vacilar y detener su mirada en mí, a pesar de los cuerpos que se nos interponen, distingo que pidiendo ayuda con su mirada.
— R… C… P – toso, entre cada letra, rogando porque haya captado el mensaje,
— Yo, eh... le hice RCP – contesta, nerviosa – porque yo... eh... hice un curso de primeros auxilios, para ocasiones como esas…
— Por lo tanto, ¿dices lo salvaste de morir ahogado con RCP?
— De morir ahogado con un trago de vino... él... él no podía dejar de beber... en algún momento fue un exitoso abogado…
Quiero golpearme nuevamente la cabeza con la palma de mi mano cuando mis ojos se fijan en la hoja de papel que viaja de mano en mano tras el chico con el que Cora está tratando de mantener su historia. Me giro para observar al muchacho mirar atentamente a Cora, situado justo al lado de mí.
— Debo decir que tienes una amiga muy noble – murmura, sofocando una carcajada. – Darle unos zapatos de tacón a un vago, para que los vendiese para conseguir algo de dinero y, sobre todo, salvarlo de morir ahogado es toda una proeza – bromea, mordiendo su labio inferior.
— Y... y yo... yo solo quería que él tuviese dinero para poder superar a Janice, su difunta esposa – definitivamente la copa de más que había tomado Cora estaba causando el efecto deseado.
Deseo, realmente, que ninguna de mis risas se escape de mi boca ante la historia que Coraline está armando delante de una buena cantidad de receptores. Ella mueve sus manos y explica con detención como fue que conoció a Marco.
No sé cuánto tiempo pasa realmente, solo siento que una mano toca mi hombro un par de minutos luego de que uno de los chicos que escucha a Cora le preguntase algo sobre el tal Marco.
— Mis amigos están muy contentos de participar en tu concurso, es solo que ya se terminó la hoja, por ambos lados – el chico se enoje de hombros, pero su sonrisa es enorme, como la que está tomando lugar en mi boca – sus padres, hermanos, tíos y abuelos están muy felices de participar también – agrega, burlándose de mí.
Mis mejillas están tan rojas como el color del vestido que llevo puesto.
Recibo la hoja y no puedo evitar sonreír bobamente.
— Aunque no lo creas, tengo otra hoja en la que puedes concursar – suelto, impulsada por simpatía que inspira el chico.
— Tienes suerte de que mi equipo de baloncesto y nuestros rivales estén muy emocionados por participar, entonces.
Le entrego una sonrisa sincera al chico, tan sincera como puede serlo al estar borracha.
— Dame un segundo – levanto mi dedo índice en su dirección, dándole a entender que regresaré tan pronto como pueda, antes de girarme nuevamente hacia Cora, quien mueve sus manos exageradamente ante el grupo de muchachos que se ha juntado a escuchar su proeza.
— Marco dice que aun escucha a su esposa hablarle por las noches. Aun no supera la trágica muerte de Janice...
— ¿Cómo murió? – interrumpe uno, lo bastante sumergido en lo que mi amiga dice y hace.
— Ella... – titubea, cuando me percibe acercarme.
Hago señales con mis manos, indicando la hoja de papel, para que me la entregue de una vez. Imito un lápiz escribiendo en mi mano.
— Murió... ¿a causa de un lápiz? – me mira con los ojos abiertos. Y mi mano esta vez, si choca contra mi frente. Señalo el papel en su mano, susurrándole que me lo entregue – quiero decir – carraspea, volviendo su atención a los chicos mientras que yo me acerco a ella sigilosamente y le quito el papel que ha dejado en la palma de su mano, en su espalda para que pueda sacarlo de allí – ella murió en un asalto, querían robarle su lápiz – prosigue y yo solo muerdo mi lengua pata no reír.
No sé cómo es que he aguantado mis risas durante todo este tiempo.
Regreso hacia donde Scott observa la escena, con una mueca divertida en su rostro al ver como Cora sigue con su historia.
— Lo repito, es una chica con un corazón de oro – río, recibiendo la hoja de mi parte.
— Gracias por la ayuda – murmuro, entrelazando mis dedos con nerviosismo.
— No hay de que... eh, no sé tú nombre – su boca se tuerce.
— Michelle – mascullo – Ellie, mejor dicho.
— Ellie – repite – Vamos a conseguir más números para "el concurso" – las esquinas de su boca se alzan, y me hace seguirlo hasta el otro grupo de chicos, ubicados en una mesa a un par de metros de Cora y todos sus receptores.
Scott me guía hasta otra mesa, cercana a Cora. Se detiene frente a un grupo de chicos y los saluda con un movimiento de cabeza, y solo me limito a mirarlos con una pequeña sonrisa en el rostro.
— Chicos, mi amiga está buscando personas interesadas en participar en un concurso que se realizara al final de la noche, consta en un premio sorpresa y en anotar sus números telefónicos con ella y no dárselos a ninguna de las demás chicas de rojo, una de las condiciones.
— ¿Qué clase de premio? – uno alza una ceja, aparentemente interesado.
— Es una sorpresa, hombre, pero mis fuentes me han informado que podría llegar a ser una cita con cualquiera de las chicas de vestidos rojos que intentan conseguir números esta noche – murmura, en un tono burlón que pasa desapercibido para los demás.
— Suena bien – un muchacho de tez oscura mueve sus cejas hacia mí, lo que me hace sonrojar casi por décima vez esta noche. Recibe el papel y anota su número telefónico. Los demás le siguen.
— Soy un genio – Scott comenta solo para mí – supongo que si me invitas un trago dejare por saldado todo esto.
Lo miro, alzando una ceja para evitar hacer alguna otra cosa.
— Cuando vea la segunda hoja completa, te habrás ganado el trago.
— Movámonos, entonces. – vuelve a avanzar, haciendo correr la hoja de mano en mano.
En un periodo más rápido que el anterior, la segunda hoja llega a mis manos. Completamente escrita. Por lo menos unos cuarenta y cinco números deben estar anotados en ella.
Asombrada por la rapidez con la que esto llego a mí, doy una mirada a mi reloj pulsera y noto que aún falta más de veinte minutos para las cuatro de la mañana, el tiempo límite para el juego.
Mis ojos suben hacia él.
— Gracias, enserio, gracias – repito hacia él, con una sonrisa más grande que la del gato de Alicia.
— No hay de qué, Ellie.
Comienzo a buscar en mi bolso un par de billetes para invitarle un trago, cuando el toca mi hombro.
— Realmente estaba bromeando con lo del trago, ha sido un placer ayudar en algo.
Parpadeo sorprendida, frunciéndole el entrecejo.
— Debo pagarte de alguna forma – grazno hacia él.
— En realidad, me gustaría escuchar el final de la proeza de tu amiga – señala con la mirada el lugar en el que ella y unos ocho muchachos la escuchan atentamente.
Asiento con la cabeza y lo sigo hacia allá, intentando escuchar por sobre la música las palabras de Cora.
—... entonces, fue así como Marco no pudo salvar a su esposa de morir de un disparo. Quedo devastado y comenzó a beber, lo perdió todo. Él era exitoso, amaba a su esposa… y lo perdió todo así como así…
— ¿Qué paso luego?
— Ha estado vagando por las calles desde entonces. Fui ahí cuando lo vi y le di mis zapatos – termina de contar su historia, aparentemente orgullosa de que al menos los chicos borrachos que la escuchan le creyesen cada una de las palabras que pronunció.
— Deberían darte un premio nobel – dice uno, evidentemente borracho.
Muerdo mi lengua al verla sonrojarse.
— Lo hicieron – contesta Scott, llegando junto a Cora para pasarle un brazo por sobre los hombros. Ella lo mira con cierta desconfianza, pero su mirada regresa al chico de las preguntas cuando éste habla.
— ¿Y qué hiciste con él? – cuestiona, mirando con expectación a la rubia.
— Se lo di a Marco – contesta seriamente, frunciéndole los labios a Scott cuando el comienza a moverla en mi dirección.
Scott se echa a reír.
— Eres un corazón gentil...
— Coraline - murmura a su pregunta no realizada, girando su cabeza para mirarme con una ceja levantada.
— Llenamos las páginas – informo, sonriendo tan grande que duele.
— ¿es enserio? – sus ojos se abren a tope, sorprendidos.
— Completamente enserio.
***
Una vez que nos reunimos de regreso a la mesa, junto a Luke, Emma y Carrie están hablando de algún concurso que escucharon hablar a un par de chicos. Cora y yo solo nos miramos antes de comenzar a reír y lograr que las chicas nos observaran como dos locas de remate, aun así, seguimos riendo hasta lograr sentarnos en la mesa.
— A ver – Lukas examina con atención la hoja de Jay, contando exhaustivamente los contactos anotados en ella. – Jaymie tiene veinticinco – anuncia y la morena nos la da a todos una mirada triunfante, está completamente confiada en que ganará – parece que los zapatos serán míos.
— Eso no lo sabes todavía – masculla Luke, concentrado atentamente en la hoja de Emma.
— Pues, estoy bastante segura – espeta, arrastrando sus palabras al hablar.
— Emma tiene veinticinco, también – añade Luke, esperando la reacción de Jaymie.
— Podemos compartir los zapatos, y a Ryan también – ofrece la rubia, mirando el centro de la mesa avariciosamente.
— Falto yo, taradas – Carrie mira Luke, como lo hacemos Cora y yo, solo que nosotras sonreímos enormemente ante nuestros resultados todavía no anunciados.
— Veintidós para ti, Carrie.
— ¿¡qué!? – suena desconcertada, y Jay y Emma estallan en risas burlonas hacia ella.
— Creo que ganamos, Jay – Woodhouse codea a la morena.
— Faltamos nosotras, chicas – susurra Cora, con naturalidad.
— En eso estoy, contesta Luke.
— No creo que nos venzan, muchachas. Nada personal, los zapatos tientan a cualquiera.
— Uff – suelta el rubio, girando la hoja de Cora para seguir contando y la sonrisa burlona en Jay y Emma desaparecen y sus entrecejos fruncidos toman lugar.
— ¿Quién ríe ahora? – Carrie se burla de ellas, soltando risas ante sus caras desconcertadas. Incluso yo me rio de como miran la hoja de Coraline.
— Cuarenta y cinco. Cora consiguió cuarenta y cinco números telefónicos – incluso Luke luce desconcertado ante la cantidad que logró Cora.
Ella se encoje de hombros y le lanza una mirada divertida a las demás a través de sus largas pestañas.
— Definitivamente son mis encantos – alardea, en tono burlón.
— Y tus historias – intervengo y ella se lanza a reír, mientras que las demás nos miran casi con sus mandíbulas en el suelo.
Pasan unos segundos cuando Luke revisa mi hoja, aún más desconcertado que antes, levanta su cabeza hacia mí.
— Ellie, también conseguiste cuarenta y cinco.
— Uh, no está mal – me encojo de hombros y muerdo mis labios para evitar reírme al ver la cara de desconcierto de mis amigas.
Cora me codea y las risas vuelven a brotar en mi pecho. Ni siquiera están parpadeando de la sorpresa, al igual que Luke.
— ¿Te parece si te quedas la primera semana con el auto de Emma y yo la segunda? – bromeo hacia Cora, quien aún ríe.
— Por su puesto. Llamemos a Reynolds por la mañana – carcajadas salen de nuestros labios cuando Emma reacciona.
— ¿Cómo lo hicieron? - estrecha los ojos hacia nosotras y le quita la hoja de las manos a Luke, mientras saca su celular para marcar uno de los tantos números en ella y pone el altavoz.
— Tenemos nuestros métodos – contesta Cora, mordiendo su labio inferior – digamos que somos buenas en eso.
— Inventaron los números – acusa Carrie, estrechando su mirada hacia nosotras.
— Nop. Son reales, solo inventamos una especie de “concurso” – contesto, al momento que una voz masculina, familiar, suena en el alta voz.
— ¿Hola? – contesta y la música del club se escucha de fondo.
— ¿Ustedes empezaron con el concurso? – Wick luce desconcertada.
— En realidad, fui yo – dice Scott a través del parlante del teléfono.
— Levanta tu mano para que pueda verte – espeta Emma, sin tacto alguno.
Automáticamente comenzamos a mirar a nuestro alrededor, para observar muchacho que tiene su mano arriba cerca de la barra y para mi sorpresa, es Scott quien mos observa sonriendo.
— Lindo – suelta Carrie en señal de aprovación.
— Hey, ese es el que no me quiso dar su número por la mierda de concurso – susurra jay, fulminándolo con la mirada.
— Solo seguí las reglas del concurso – masculla, dirigiéndole una sonrisa a Jaymie desde la lejanía. – Cambiando el tema, ¿me darás mi premio, Ellie? – inquiere la voz por el parlante. Mis mejillas se vuelven a tornar rojas y Cora empieza a reír a carcajadas – lo que quiero como premio es escuchar otra de las historias de Coraline – finaliza la voz en el parlante y ella se atraganta con sus propias risas.
Charlie.
Re: Trouble, love&shows {One Direction} NC. 2do tema
Capítulo 46
parte III
En algún momento, cercano a las seis de la mañana, decidimos salir a respirar por un poco de aire fresco. Una botella de vodka nos acompaña por las calles mientras avanzamos por la vereda, sin rumbo alguno.
No sé dónde mierda se ha metido Luke, puesto que el idiota se perdió de nuestras vistas en algún momento después del juego. Lo único bueno fue que alcanzamos a recuperar nuestros abrigos y bolsos antes de que el rubio despareciera sin rastro alguno, como por arte de magia.
Me tambaleo hacia la izquierda y casi me quiebro un tobillo. Empiezo a reír y me quito los zapatos de tacón para luego lograr colgarlo de alguna extraña manera en mi bolso.
Caminar en línea recta para mi es una de las cosas más difícil de hacer cuando se está en un estado de ebriedad inminente, por lo que entrelazo mi brazo derecho con el de Cora y ambas intentamos caminar lo más derecho que se puede por sobre las veredas.
— Las amo, chicas – Jay arrastra sus palabras y entrelaza su brazo derecho con mi brazo izquierdo, uniéndonos a todas en una especie de cadena.
— Yo también – carcajeo, siendo cuidadosa de no enredarme con mis propios pies.
— Oh, oh. ¡Allí hay unos columpios! – Cora suena extasiada, y comienza a tambalearse con mayor rapidez hacia la especie de plazoleta. – vamos, vamos. Sera divertido – ella ríe y nos arrastra a todas consigo.
No sé cómo logramos llegar a ella sin que ninguna haya sufrido alguna caída o torcedura de pies.
Los primeros rayos de sol están apareciendo y el amanecer asoma su presencia.
Cora y Emma se abalanzan sombre los columpios, tropezándose en el camino, y las demás nos tambaleamos lo más dignamente que podemos a la banca frente a ellas, aunque la dignidad que nos queda debe ser bastante poca.
Le quito la botella a Carrie de las manos y me la empino tomando largos tragos. El ardor que debería sentir al beber vodka puro ya no está, desapareció horas atrás.
— Hey, déjame a mí – Jay estira su mano y me arrebata la botella, llevándosela a la boca.
— Así que, Mercedes, cuéntame una cosa – Carrie arrastra las palabras y deja caer un brazo por sobre mis hombros – ¿llamaras al chico del pub? Quiero decir, yo llamaré al caliente cantinero – su expresión cambia radicalmente y su sonrisa lasciva toma lugar en su rostro.
— Uh, no lo creo – digo, respingando la nariz. – quiero decir, es simpático y todo, pero aun no salgo del otro problema – les recuerdo, frunciendo los labios.
— Se acabara en un par de horas – masculla Jaymie, mirándome con las cejas levantadas. – ¿quieres que se acabe?
Sus miradas caen en mí e, incluso, las de Cora y Emma quienes se columpian se han detenido para prestarnos atención.
— La verdad, no tengo idea. – Mi sinceridad es impulsada por el alcohol – ya no sé qué creer… y no debería estar pensando en esto – entrecierro mis ojos hacia Jaymie, quien saco el tema a flote.
Ella alza las manos en el aire y le vuelve a dar un trago a la botella de vodka.
— Dejen de hablar mierda y vengan a empujarnos – se queja Emma, mirándonos con reproche.
Al parecer, no soy la única que quiere dejar de pensar en los chicos.
Me levanto como puedo dejo mi bolso en la banca, junto a Carrie (quien no deja su lugar) e intento caminar detrás de Cora.
— Espero no quebrarme el cuello caminando – bromea Jay, una vez que nos movemos hacia los columpios para impulsar a las chicas.
— O algún pie – rio, colocándome detrás de Cora.
La empujo una vez que llega hacia mí y Jay hace lo mismo. Las rubias comienzan a chillar mientras que Carrie murmura alentándonos a empujarlas aun con más fuerza, cosa que hacemos sin pensarlo realmente.
— Mierda, mierda, mierda – chilla Cora, de pronto a todo lo que dan sus pulmones – ¡voy a vomitar! – vuelve a chillar, pataleando hacia todos lados.
Un ataque de risa se apodera de mí cuando la escucho. Comienzo a reír mientras que la rubia estira sus pies hacia el suelo en un intento de disminuir su velocidad.
Mis risas son fuertes y contagian a Jay. Comienzo a reír y en algún momento caigo al suelo sin percatarme en realidad cuando lo hago.
En algún minuto, Jay se me tira encima y otra ronda de carcajadas sale de nuestras bocas cuando Cora se incorpora y trata de correr hacia algún basurero o algo parecido con una mueca de urgencia que realmente es divertida.
Carrie, desde la banca se ha comenzado a reír, señalando a Cora como un bicho raro mientras que nuestra amiga se mueve de un lado a otro, alarmada.
Jay me codea, incitándome a mirar a Cora tambalearse de aquí para allá al instante que Emma se nos tira encima. Siento una presión en mi estómago cuando Emma comienza a reír nuevamente, contagiándonos otra vez.
— Perras desconsideradas – nos grita Carrie, tambaleándose hasta Cora – ninguna se ofrece a sujetarle el pelo. ¡Bastardas!
Yacemos en el suelo, y los ecos de nuestras risas nos acompañan. Cuando Cora se lanza sobre nosotras y Carrie la sigue, pregunto si se encuentra bien y ella asiente, lo que me hace preocuparme menos.
Tal como estamos parece que nos encontramos en alguna playa o algo así al estar tan cómodas tiradas en el semi césped de una plazoleta.
Desde un tiempo a la fecha, no habíamos estado de esta manera. Es decir, no habíamos salido las cinco juntas sin los chicos, lo que es algo bueno. Supongo, aunque toda la mierda que nos rodea por fin se está alejando.
No pensé verme involucrada emocionalmente en esto. Realmente no. Me consideraba una chica lista que no caería por un puñado de tatuajes y un par de ojos que podrían ser considerados de ensueño, pero al parecer, mi inteligencia no pudo contra mis estúpidos sentimientos. Admito que siento algo por Zayn. No sé qué es y no sé qué tan fuerte sea la cosa extraña, solo sé que sea lo que sea, estará acabado para mañana.
— ¡Oh, demonios! – Suelta Jaymie – lo único que quiero es olvidarme de esos hijos de perra y aparecen hasta en la sopa – se queja, frunciendo el ceño hacia donde está mirando.
Todas miramos hacia allá, automáticamente.
En la esquina cercana a la plazoleta hay un enorme cartel de One direction, promocionando su último concierto.
— Idiotas, perros, babosas ineptas – escupe Carrie, lanzándole dagas con los ojos al cartel.
— Buenos insultos, recuérdame usarlos algún día – me burlo de Carrie por lo que me gano un zarpe en la cabeza.
Me quejo, y mucho. Emma se ríe de mí mientras que Carrie me lanza miradas asesinas y Cora se levanta del suelo, algo inestable, y camina hacia su bolso.
— ¿Qué haces, Coraima? – interroga Jaymie, sentándose en el suelo mirándola como si le hubiese salido un tercer brazo.
— Mmm... Todavía nada – contesta la rubia, encogiéndose de hombros, con una ligera risita escapando de sus labios.
Miro con mucha atención como Coraline saca un lápiz labial de su bolso de mano al llegar hacia la banca en la que están nuestras cosas. Le sonríe al maquillaje como si estuviese planeando algo e inmediatamente mi cerebro hace un clic.
— Yo también quiero – mascullo, sonando como una niña, mientras que pongo mis manos en el suelo para impulsarme hacia arriba.
Definitivamente es una locura intentar caminar en una sola dirección en un estado como este, mentalmente me encojo de hombros y avanzo trastabillando hasta el lugar en el que Cora está parada, junto a los columpios.
— Será divertido – balbucea, con un brillo malévolo que solo aparece cuando estamos borrachas.
Asiento con la cabeza y le devuelvo la mueca de complicidad.
— ¿Qué pasa con ustedes, par de maricas? – la pregunta nos hace sonreír.
— Nada – sonrío enormemente hacia las chicas que nos como si fuésemos una especie de alienígenas con tres cabezas y patas de ganso.
— Nada de nadita – repite Cora y entrelaza su brazo con el mío para comenzar a caminar en dirección hasta el cartel de One Direction.
Las chicas se quedan comentando la extraña manera en la que Coraline Dench y yo, nos estamos comportando.
— Quizá quieran un poco de espacio para ellas solas – masculla Jaymie, al parecer riendo – si entienden a lo que me refiero.
Otra oleada de risas proviene de su parte, me volteo por sobre el hombro y les enseño la lengua acompañado de mi bello dedo corazón. Cora me sostiene por lo que milagrosamente no termino en el suelo con una pierna rota.
Las trillizas de la maldad comienzan a carcajear en un volumen aún más fuerte y Cora solo tira de mí para avanzar hasta el cartel en una esquina de la plazoleta.
— ¿Una barba sería un cliché? – inquiere pensativa una vez que nos situamos justo delante de él.
Finjo pensarlo por un momento, rascando mi barbilla.
— Una barba sería perfecto – hablo, guiñándole un ojo – ¿Qué opina usted, señorita Dench, de un monóculo? – cuestiono, mirándola de reojo.
— Un monóculo sería interesante – contesta en el mismo tono que he utilizado – espera... ¡ya sé! – junta sus manos y comienza a dar pequeños saltitos mientras aplaude y yo solo rio entre dientes al verla trastabillar.
— Tómalo con calma, Dench – murmuro intentando sujetarla para que no termine con el trasero en el suelo.
— Tranquila, Radcliffe. Yo puedo con esto – desenfunda el lápiz labial una vez que ya se ha estabilizado y mira con malicia a la imagen Zayn. – uh, definitivamente Zayn está en los puros huesos – susurra para sí misma, de manera pensativa y comienza a dibujarle un esqueleto sobre su cuerpo.
— ¿Qué son? – un trío de voces llega a mis oídos.
— ¡Hijos de puta! – el grito de Jay, Emma y Carrie me desconcierta. Giro mi cuerpo cuidadosamente y las diviso caminar a todas con la típica imagen de los borrachos que se ve en televisión y en las películas.
Mis tres amigas están apoyadas una sobre la otra manteniéndose en pie al estar con sus brazos sobre la otra y avanzan tambaleándose y riéndose hacia donde Cora y yo nos encontramos.
— Son unos hijos de perra – dice Emma de la nada, con su mirada clavada en el cartel, como si eso de alguna forma u otra fuese a quemarla o a desaparecerla del mapa.
— Unas babosas mal nacidas, ¿verdad, Carrie? – Jaymie la observa con una expresión divertida mientras que Wick solo la mira entrecerrando los ojos.
Niego con la cabeza y me giro de regreso para ver que Cora le ha dibujado encima de Zayn toda la estructura ósea de un esqueleto y en su mano; una hoz.
Carcajeo con ganas y finjo quitarme una lágrima del ojo.
— ¿Y? – Cora mira con orgullo su obra – ¿mejor?
— ¡Mejor! - chillan las otras tres que han llegado junto a nosotras.
— Es la mierda que es - ríe Carrie. – Por fin su exterior es como su interior – balbucea, arrastrando las palabras.
— Mi turno – espeta Jay lanzándose sobre el lápiz labial rojo que Cora todavía tiene en sus manos.
La morena ríe para sí misma cuando logra estabilizarse frente a la imagen de Niall y nosotras vemos lo que empieza a dibujarle al rubio. Un par de alas salen de la espalda del rubio y un suntuoso pompón aparece en su cabeza. Frunzo el ceño cuando por fin caigo en cuenta de que Niall está transformándose en Tinker bell, su verdadero ser interior.
Jay termina por dibujarle un vestido ridículamente corto y unas piernas de ensueño.
— Ahora el exterior de campanita combina a la perfección con su personalidad – la morena suena orgullosa a lo que todas reímos como si no hubiese un mañana.
Woodhouse se acerca como puede al cartel, arrebatándole a Jay el "pincel".
Se detiene frente a Louis y analiza con detención la imagen, posando sus manos en sus caderas y todas estamos completamente concentradas en todo lo que hace. Estamos expectantes de ver que mierda le hace al culón.
Comienza con trazos en encima de los vaqueros de Louis, dibujando un par de piernas femeninas perfectas, trazando sobre estas unas especies de medias de encaje y una cintura estrecha, sube hasta su pecho dibujando un muy bien dotado pecho cubierto por un seductor sujetador.
Ya no puedo contener las risas cuando Emma se estira para dibujar un largo cabello y las curvas restantes a Lucho. Jay ríe a todo lo que dan sus pulmones.
— Ese trío es, mejor que la mierda que conocimos – ríe Carrie, vendo como Emma se gira hacia nosotras – me toca – toma de las manos de la rubia el lápiz labial y casi de inmediato comienza a lanzar líneas por sobre el cuerpo de Liam.
— Es Krilin – masculla Emma, con su entrecejo fruncido reconociendo el dibujo.
— No – contesta Carrie de espaldas a nosotras – es un intento de esa mierda – masculla, dibujando sobre Liam unos colmillos que no combinan con todo lo demás junto con unos cachos de cabra. Su dibujo no tiene demasiado sentido, Sin embargo empiezo a reírme.
— Supongo que es mi turno – digo, cuando Benwick me tiende el lapiz labial como una maligna sonrisa en su rostro – hazme sentir orgullosa de ti cuando dibujes sobre Styles – me dice, guiñándome un ojo.
Me pongo delante de la imagen de Harry y comienzo a trazar un pomposo vestido sobre él, acompañado e unos risos enormes y un gorro de pastora.
Unos segundos después me oigo decir: — ricitos de Oro está listo – murmuro orgullosa al ver el resultado.
— ¡One Erection está aquí! - chillan las cuatro chicas detrás se mí y se largan a reír.
Miramos con una especie de tensión la imagen. Demasiado ha pasado como para que podamos olvidar todas las cosas en la que nos metimos por el contrato y no sé cuantos segundos nos quedamos riendo ante la imagen que acabamos de interceder.
Contemplamos abrazadas nuestra ms reciente creación cuando un grito nos hace a todas saltar del susto.
— ¡¿Qué mierda sucede con ustedes?! – siento un escalofrió bajar por mi espalda al distinguir la voz de Lukas – me piden que sea su chaperón y... ¡y desparecen de la nada! – nos regaña a medida que nos volteamos en cámara lenta hacia él.
Me congelo de inmediato al ver a Zayn situado junto a mi primo, mirándonos sin ninguna expresión en su rostro y sus brazos cruzados sobre su pecho.
Todo el peso de la realidad cae sobre mis hombros en este mismo instante y la sensación de ligereza y diversión que me había dado todo el alcohol que ingerí desaparece rápidamente.
Tomo una profunda respiración cuando el moreno clava su mirada sobre mí.
— Yo... no sé qué decirles, chicas. – Luke luce devastado – las busqué por todos lados, temía por ustedes. ¿Qué mierda hacen? ¿No se dan cuenta de que me asustaron como la mierda? – explica el rubio, pasándose una mano por su cabello con desesperación al avanzar un par de pasos hacia nosotras.
— ¿Qué hace el aquí? – Emma ignora todo el sermoneo y pregunta lo que, en realidad, todas queremos saber.
La dura mirada de Emma sobre Zayn hace que mire el suelo y trague con dificultad. Mi estómago se vuele un manojo de nudos y todo lo que sucedió esta noche pasa a un segundo plano.
— Yo lo llamé. Le pedí que me ayudase a encontrarlas – contesta Luke, regañándonos con la mirada.
Carrie está a punto de decir algo, estoy segura que su boca pica por lanzarle mierda a ambos, pero no lo hace por el simple hecho de que Lukas la mira acusadoramente.
— ¿Qué esperaban que hiciera?, ¿a quién esperaban que acudiera?... ¿A sus padres, a sus hermanos? – inquiere, en tono defensivo, alzando la voz.
Las chicas los observan en silencio y yo... solo siento que no puedo respirar. Cora lo nota y aprieta su mano contra mía.
— Estamos bien, Lukas. No pasó nada malo – dice Jay, frunciendo el ceño.
— Veo lo que bien significa para ustedes – bufa mi primo, regañándonos como si fuésemos niñas pequeñas.
Cora aprieta más su mano contra la mía.
— No es como si no conocieses todo esto, Lukas. ¿o se te olvidaron las noches en las que Ellie iba por ti? – ladra Carrie, callándolo con solo una mirada.
Bajo mi rostro y respiro con dificultad.
— Lo que sea – suelta Luke – vámonos – espeta en tono autoritario, en una especie de desafío.
Emma y Jay están a punto de decir algo o lanzarse sobre él, pero Cora las detiene.
— No tenemos como regresar, de todas maneras – le recuerda en un tono bajo que solo es audible para nosotras, lo que las hace asentir de mala gana.
Carrie niega con la cabeza y sus palabras se las traga amargamente cuando Jay se separa de nosotras, volteándose de vuelta al cartel.
— ¿Jaymie?
— Quiero quemarlo en frente a mi casa una vez que esta mierda termina – habla, para que Zayn la escuche – para mañana tendremos nuestra libertad en nuestras manos y, mierda, necesito celebrar eso quemando toda la basura de One Direction que encuentre.
Sus palabras hacen que sienta un leve tirón el mi corazón, pero no digo nada y me limito a ver como la morena tira de la esquina del cartel para despegarlo con poco cuidado y Emma la ayuda.
Zayn aún no dice nada cuando caminamos -o intentamos caminar- hacia ellos.
Luke ha recuperado nuestros bolsos y pertenecías, llevándolas con él. Mi primo no despega su mirada de mí y se me acerca, apartándome del grupo que avanza hacia los autos.
— Me ahorrare mis palabras sobre lo que pasó – murmura por lo bajo – pero, perdóname, Ellie, por traerlo conmigo. No tenía a nadie más a quien llamar que estuviese en un estado digno de acompañarme. Él fue quien las encontró aquí y me llamó. – su mano cae sobre mi hombro.
— ¿Qué? – La pregunta sale de mis labios antes de que piense mucho en ello - ¿el nos encontró?
— Sí, Ellie.
— Eso significa…
— Sí, vio toda la mierda que hicieron. No le des más vueltas a la asunto y vámonos – mi primo tira suavemente de mi brazo y lo sigo, apoyándome en el para evitar caerme.
Cuando llegamos, las chicas ya están en el auto, Carrie en el asiento del copiloto mientras que Cora, jay y Emma se han sentado en la parte trasera. Estoy por subirme a la parte trasera del auto, en el que Luke ha venido, cuando toman mi mano.
Volteándome lentamente, con mi corazón en la mano veo a Zayn sujetar mi mano.
— Vamos – me dice en tono serio para comenzar a caminar en dirección a su auto, moviéndome con él.
— ¿Qué? – la confusión es palpable en mi rostro mientras me detengo en seco, sintiendo la grava bajo mis pies descalzos.
— Tenemos que vernos en un par de horas, de todas maneras – contesta, con una mirada severa.
Lo miro escrutándolo con la mirada pero no digo nada. Niego con la cabeza porque tiene razón, no vale la pena que me vaya con mis amigas puesto me es más conveniente terminar la mierda con Zayn en cuanto antes.
Me aparto de él y me volteo hacia el auto donde todos nos observan expectantes.
Doy mis pasos hacia el auto y meto mi cabeza por la puerta abierta, manteniendo mi cuerpo fuera, sintiendo la mirada de Zayn fija en mi espalda.
— Voy a terminar esta mierda de una vez – anuncio, recibiendo sonrisas de apoyo de parte de mis amigas.
— Adelante, chica. Estamos contigo – Emma luce orgullosa de mí. – ah, y toma – me entrega un pequeño bolso que se encontraba en el piso, en el que guardé ropa interior y mi cepillo de dientes para llevarlo al departamento de Jay, aunque ahora no es allí hacia donde voy a llegar.
— Recuerda llamarnos cualquier cosa – murmura Cora, estirando su mano para apretar la mía.
— Mándalo a la mierda. Te amamos, Ellie. – suelta Jay.
—Te amamos, idiota – Carrie me guiña un ojo, darse vuelta desde el asiento del copiloto.
— Y yo a ustedes. Llamare más tarde – prometo.
Me aparto del auto y cierro la puerta, cuelgo el bolso cruzado mientras Luke enciende el motor y saca su mano por la ventana para despedirse de mí y lanzándome una mirada cariñosa.
Los veo partir mientras me abrazo a mí misma, intentando no pensar en el cambio de atmosfera que se genera cuando ellos ya están doblando por el camino hacia la avenida principal.
Una especie de calor comienza a invadir mi sistema, lista para lo protegerme de cualquier cosa que pueda suceder. Yo soy fuerte y pase lo que pase saldré delante de todo esto. Me repito eso un par de veces, sin prestarle atención a la mirada de Zayn que todavía sostiene sobre mi espalda.
Suelto un suspiro y cierro los ojos, dispuesta a girarme hacia él cuando percibo calor rodeándome. Es muy tarde cuando me doy cuenta de que sus brazos me rodean la cintura y su cuerpo se pega al mío.
Me sorprendo y mis ojos se abren a tope, alarmada. Él busca mis manos y las entrelaza con las suyas, abrazándome y apretándome aún más contra él. Su cabeza se posa en la curva de mi hombro y, mientras mi respiración se vuele superficial, Zayn aspira con fuerza mi aroma.
No sé cómo reaccionar, de un momento a otro toda el aura de Zayn cambia.
— ¿Por qué? – la débil pregunta sale de mis labios, queriendo saber qué es lo que está pasando por su cabeza.
Unos segundos transcurren, mi corazón aún no se recupera de sentirlo tan cerca de mí. Zayn me voltea cuidadosa y delicadamente, clavando su mirada en mis ojos y toda la inexpresividad que había antes, ha desaparecido.
Su mirada es inquieta y confusa, llena de algo que no puedo distinguir.
Noto por primera vez su rostro casi demacrado, las ojeras bajos sus luciendo terriblemente cansado. Mi estómago se contrae y mi mano sube por inercia, acariciando suavemente su mejilla y él lo acepta, apoyándose en ella.
— Simplemente, porque estoy cansado de luchar contra esto.
Sus labios chocan contra los míos en un beso diferente a todos los demás. Es lento, dulce y un tanto desesperado. Mis manos suben por sus hombros y se enganchan tras su cabeza, mientras que las suyas me sostienen como si en algún minuto me fuese a evaporar.
La falta de aire nos separa, su frente choca contra la mía y nuestras respiraciones son lo único que logro escuchar. Besa mi frente con cuidado, acunándome contra él.
Levanto mi rostro sonrojado hacia él y me lo encuentro esbozando una pequeña sonrisa a lo que su mano viaja hasta mi cuello, tomando con sus largos dedos la cadena de plata que el medio.
— Nunca pensé que te vería usarlo. Creo que mi corazón se salió de mi pecho cuando lo vi en ti.
Parpadeo, sorprendida de sus palabras.
— Vamos, Ellie – susurra contra mi pelo y sus manos todavía rodeándome – necesitamos hablar.
El agua tibia me despeja, me siento despierta y la sensación de ebriedad se evaporó al momento que entré en contacto con el agua.
Dejo que el agua me limpie y se lleve, además, todos mis miedos y temores. Me obligo a ser fuerte y a aceptar lo que sea que Zayn Malik tiene para decirme.
Luego de unos quince minutos en la ducha, salgo de ella, aferrándome a la toalla con más fuerza de la necesaria mientras observo con desconfianza la ropa que Zayn me ha prestado.
Reviso con desconfianza la playera que me ha entregado, mirando con atención la talla un poco temiendo que sea pequeña y no pueda pasar por mi cabeza.
Saco del bolso y ropa interior y me la pongo rápidamente, evitando el espejo de cuerpo completo. La playera con el logo de Guns & Roses es, afortunadamente, enorme. Y sus pantalones de pijama son elasticados, por lo que no tengo demasiados problemas.
Suspiro y recojo el cepillo de dientes, aplico pasta y me lavo los dientes rápidamente. Ignorando el nerviosismo zumbar dentro de mí.
Al momento en el que salgo del baño, secándome el pelo con una toalla, él está ahí, mirándome.
Una pequeña sonrisa aparece en su rostro y algo del orgullo masculino al verme usar sus ropas es lo que distingo. Se levanta de su cama con un vaso de jugo de naranja en un vaso.
— Ten – murmura y me entrega una pastilla en la palma de mi mano junto con el jugo.
— Muchas gracias – contesto, concentrándome en la pastilla.
Zayn me quita la toalla de las manos con cuidado.
Me meto la pastilla en la boca para luego darle un sorbo al jugo. Cuando ya no queda jugo en el vaso, Zayn toma mi mano libre y me hace seguirlo hasta la sala de estar, donde un magnifico desayuno se encuentra sobre su mesa de café, lo que me sorprende y me hace preguntar cuándo me dirá lo que quiere decirme.
Él se sienta en el sofá y me tira con él.
— Desayuno primero – murmura, haciendo su mayor esfuerzo por lucir relajado.
Asiento en silencio, pensativa. Tomo el café de la mesa y me lo llevo a los labios para comenzar a dar pequeños sorbos, con cuidado de no tirarlo por todas partes debido a los temblores generados por mis nervios. Zayn tiende una tostada con mermelada. Sonrió en su dirección y la recibo dándole una mordida mientras él come en silencio.
Minutos más tarde termino de comer y beber mi café y le agradezco a Zayn.
— ¿No quieres nada más? – veo teñir su mirada de nerviosismo.
Niego con la cabeza y enderezo mi espalda en el sofá.
— No, quiero escuchar lo que me quieres decir Zayn. No le des más vueltas al asunto, por favor – digo, y pienso de inmediato en las chicas y en lo orgullosas de verme hablar sin titubear cuando en realidad por dentro soy un desastre – para serte sincera, no sé qué es lo que quieres de mí y por qué estoy aquí. Lo "nuestro" se termina hoy y no hay vuelta atrás – continúo, aunque me duela como el infierno por dentro recordarle la realidad del contrato.
— Ya te lo dije, me cansé de luchar contra esto – me mira atentamente.
— No soy adivina para saber a lo que te refieres, Zayn. – me obligo a decir, tragando con fuerza.
Un suspiro escapa de sus labios y la frustración en su rostro toma lugar. Pasa su mano derecha despeinando su cabello mientras que yo lo observo con mi corazón latiendo a mil por hora.
— Ellie... – suspira con pesadez, regresando su mirada hacia mí. Suelta un último suspiro antes de comenzar a hablar – estos últimos días me he alejado del mundo, buscando aclarar la mierda en mi cabeza y me han servido para aclarar un par de cosas... lo que quiero decir es que me di cuenta que yo estoy enamorado de ti.
Mi corazón se detiene y las palabras se atoran en mi garganta.
No es posible, no lo es.
— Yo... mierda – suelta el aire retenido en sus pulmones – me gustaba simular que no te miraba cuando en realidad no podía apartar los ojos de ti. Pretendía que esto no sucediera, no quería que mis sentimientos se vieran involucrados en esto, pero cuando acepté lo que sentía, la fecha límite se acercaba – maldijo entre dientes – Ellie, debí haberme dado cuenta antes. Tú me robabas las sonrisas que ni yo mismo sabía que tenía entre labios. Fui una mierda, lo sé, pero eres tan real dentro del mundo de mierda que me rodea que siento que somos una maldita casualidad llena de intención.
Su confesión me deja sin palabras. Mi cabeza me dice que este es el momento de correr antes que mi inepto corazón se vaya directamente a los brazos de Zayn. Tengo claro que esto no es para mí, a pesar de la mierda que siento. El precio de aceptar sus palabras es alto, todo lo que traerá consigo aceptarlo será a mí sufriendo.
Me levanto del asiento, alejándome de él.
— Yo… yo no puedo, Zayn – mascullo, atorándome con mis palabras.
— Ellie… - él se levanta de su asiento e intenta tocarme.
— No lo hagas – pido, sintiendo las lágrimas picar en mis ojos – ¿no te das cuenta de todo lo que implica lo que acabas de decirme? – tartamudeo, retrocediendo aun con la mirada fija en su mueca de dolor.
Zayn toma mi brazo antes de que pueda continuar moviéndome, me envuelve con su cuerpo y me sostiene, fuertemente. El latido de su corazón choca contra mi pecho y sus ojos avellana bajan hasta los míos, quedando a unos cuantos centímetros de distancia.
No sé por qué, pero todo parece desaparecer al encontrarme en sus brazos, lo que me hace querer golpearme por estar cayendo por un chico como él.
— Ellie, he puesto mi corazón en la mesa para ti – susurra, con su aliento mentolado chocando contra mí – no importa cuánto tardes en tomarlo, solo asegúrame que lo tomarás.
Un tenso segundo transcurre. Muchas ideas y pensamientos pasan por mi cabeza, siento confusión por la manera en que avispas parecen estar revoloteando dentro de mi estómago.
Sus brazos se estrechan contra mi cuerpo y lo que jamás esperé presenciar, sucede.
La calma en su rostro desaparece y un par de lágrimas comienzan a caer de su rostro y comienza a llorar ante mis ojos, su cuerpo se sacude con su llanto y mi corazón ahora sí se detiene. Me abraza con tanta fuerza que me cuesta respirar, pero aun así, le regreso el abrazo.
— Quiero que me necesites como yo te necesito – masculla, contra mi cabello. – me tomó seis meses darme cuenta que estoy enamorado de ti y solo tomará un par de horas para que esto se termine.
Cuidadosamente, mis manos se acercan a su rostro, apartando sus lágrimas.
¿Por qué me siento tan nerviosa en sus brazos cuando no debería?, quiero decir, ¿qué está mal conmigo? Se de buena fe cual será el final de esto, las experiencias de mis amigas deberían ser una pauta clara de cómo voy a sentirme, pero por alguna razón, siento la patética necesidad de experimentar esto, de saber qué es todo esto.
Subo mi rostro hasta encontrarme con sus labios,, atreviéndome a besarlo lentamente, sintiendo la humedad en su rostro. Zayn se sorprende, pero no tarda demasiado en continuar con lo que he iniciado. Sus manos se aferran a mí al profundizar el beso, su barba me hace cosquillas y percibo su sabor a café y mermelada.
Cierro mis ojos y me permito hacer lo que jamás había hecho antes con él, o con cualquier otro chico: me dejo llevar.
Mis manos suben hasta su cabello, despeinándolo. Él suspira sobre mí llevando su mano hasta mi mejilla, acariciándome lenta y dulcemente, como si fuese la cosa más delicada del mundo.
Su boca no deja la mía mientras, de algún modo, nos mueve de regreso al sofá. Estoy tan concentrada en él que me sorprendo y suelto una pequeña exclamación cuando tira de mí y caímos juntos sobre el sofá.
El suelta una risa ronca, desde el fondo de su pecho antes de regresar a mí labios y en ese momento, me pierdo en él, dejo las inhibiciones de lado y me concentro solamente en él, en sus labios y en todo lo que estoy sintiendo.
Cierro la puerta silenciosamente tras de mí, dejando escapar el aire que he retenido en mis pulmones.
Zayn está dormido en su cama, donde lo dejé. Quizá sea cruel, pero no me arrepiento de lo que hice.
Cierro los ojos subiendo mi mano por inercia a la cadena de plata, tocándola con cuidado y, en ese instante, las palabras que Lukas me dijo, hace un par de años atrás, regresan a mi cabeza: “El hombre enamorado jamás aleja. Las mujeres saben alejarse a pesar de estar enamoradas.”
Y no podría estar más en lo cierto.
No sé dónde mierda se ha metido Luke, puesto que el idiota se perdió de nuestras vistas en algún momento después del juego. Lo único bueno fue que alcanzamos a recuperar nuestros abrigos y bolsos antes de que el rubio despareciera sin rastro alguno, como por arte de magia.
Me tambaleo hacia la izquierda y casi me quiebro un tobillo. Empiezo a reír y me quito los zapatos de tacón para luego lograr colgarlo de alguna extraña manera en mi bolso.
Caminar en línea recta para mi es una de las cosas más difícil de hacer cuando se está en un estado de ebriedad inminente, por lo que entrelazo mi brazo derecho con el de Cora y ambas intentamos caminar lo más derecho que se puede por sobre las veredas.
— Las amo, chicas – Jay arrastra sus palabras y entrelaza su brazo derecho con mi brazo izquierdo, uniéndonos a todas en una especie de cadena.
— Yo también – carcajeo, siendo cuidadosa de no enredarme con mis propios pies.
— Oh, oh. ¡Allí hay unos columpios! – Cora suena extasiada, y comienza a tambalearse con mayor rapidez hacia la especie de plazoleta. – vamos, vamos. Sera divertido – ella ríe y nos arrastra a todas consigo.
No sé cómo logramos llegar a ella sin que ninguna haya sufrido alguna caída o torcedura de pies.
Los primeros rayos de sol están apareciendo y el amanecer asoma su presencia.
Cora y Emma se abalanzan sombre los columpios, tropezándose en el camino, y las demás nos tambaleamos lo más dignamente que podemos a la banca frente a ellas, aunque la dignidad que nos queda debe ser bastante poca.
Le quito la botella a Carrie de las manos y me la empino tomando largos tragos. El ardor que debería sentir al beber vodka puro ya no está, desapareció horas atrás.
— Hey, déjame a mí – Jay estira su mano y me arrebata la botella, llevándosela a la boca.
— Así que, Mercedes, cuéntame una cosa – Carrie arrastra las palabras y deja caer un brazo por sobre mis hombros – ¿llamaras al chico del pub? Quiero decir, yo llamaré al caliente cantinero – su expresión cambia radicalmente y su sonrisa lasciva toma lugar en su rostro.
— Uh, no lo creo – digo, respingando la nariz. – quiero decir, es simpático y todo, pero aun no salgo del otro problema – les recuerdo, frunciendo los labios.
— Se acabara en un par de horas – masculla Jaymie, mirándome con las cejas levantadas. – ¿quieres que se acabe?
Sus miradas caen en mí e, incluso, las de Cora y Emma quienes se columpian se han detenido para prestarnos atención.
— La verdad, no tengo idea. – Mi sinceridad es impulsada por el alcohol – ya no sé qué creer… y no debería estar pensando en esto – entrecierro mis ojos hacia Jaymie, quien saco el tema a flote.
Ella alza las manos en el aire y le vuelve a dar un trago a la botella de vodka.
— Dejen de hablar mierda y vengan a empujarnos – se queja Emma, mirándonos con reproche.
Al parecer, no soy la única que quiere dejar de pensar en los chicos.
Me levanto como puedo dejo mi bolso en la banca, junto a Carrie (quien no deja su lugar) e intento caminar detrás de Cora.
— Espero no quebrarme el cuello caminando – bromea Jay, una vez que nos movemos hacia los columpios para impulsar a las chicas.
— O algún pie – rio, colocándome detrás de Cora.
La empujo una vez que llega hacia mí y Jay hace lo mismo. Las rubias comienzan a chillar mientras que Carrie murmura alentándonos a empujarlas aun con más fuerza, cosa que hacemos sin pensarlo realmente.
— Mierda, mierda, mierda – chilla Cora, de pronto a todo lo que dan sus pulmones – ¡voy a vomitar! – vuelve a chillar, pataleando hacia todos lados.
Un ataque de risa se apodera de mí cuando la escucho. Comienzo a reír mientras que la rubia estira sus pies hacia el suelo en un intento de disminuir su velocidad.
Mis risas son fuertes y contagian a Jay. Comienzo a reír y en algún momento caigo al suelo sin percatarme en realidad cuando lo hago.
En algún minuto, Jay se me tira encima y otra ronda de carcajadas sale de nuestras bocas cuando Cora se incorpora y trata de correr hacia algún basurero o algo parecido con una mueca de urgencia que realmente es divertida.
Carrie, desde la banca se ha comenzado a reír, señalando a Cora como un bicho raro mientras que nuestra amiga se mueve de un lado a otro, alarmada.
Jay me codea, incitándome a mirar a Cora tambalearse de aquí para allá al instante que Emma se nos tira encima. Siento una presión en mi estómago cuando Emma comienza a reír nuevamente, contagiándonos otra vez.
— Perras desconsideradas – nos grita Carrie, tambaleándose hasta Cora – ninguna se ofrece a sujetarle el pelo. ¡Bastardas!
Yacemos en el suelo, y los ecos de nuestras risas nos acompañan. Cuando Cora se lanza sobre nosotras y Carrie la sigue, pregunto si se encuentra bien y ella asiente, lo que me hace preocuparme menos.
Tal como estamos parece que nos encontramos en alguna playa o algo así al estar tan cómodas tiradas en el semi césped de una plazoleta.
Desde un tiempo a la fecha, no habíamos estado de esta manera. Es decir, no habíamos salido las cinco juntas sin los chicos, lo que es algo bueno. Supongo, aunque toda la mierda que nos rodea por fin se está alejando.
No pensé verme involucrada emocionalmente en esto. Realmente no. Me consideraba una chica lista que no caería por un puñado de tatuajes y un par de ojos que podrían ser considerados de ensueño, pero al parecer, mi inteligencia no pudo contra mis estúpidos sentimientos. Admito que siento algo por Zayn. No sé qué es y no sé qué tan fuerte sea la cosa extraña, solo sé que sea lo que sea, estará acabado para mañana.
— ¡Oh, demonios! – Suelta Jaymie – lo único que quiero es olvidarme de esos hijos de perra y aparecen hasta en la sopa – se queja, frunciendo el ceño hacia donde está mirando.
Todas miramos hacia allá, automáticamente.
En la esquina cercana a la plazoleta hay un enorme cartel de One direction, promocionando su último concierto.
— Idiotas, perros, babosas ineptas – escupe Carrie, lanzándole dagas con los ojos al cartel.
— Buenos insultos, recuérdame usarlos algún día – me burlo de Carrie por lo que me gano un zarpe en la cabeza.
Me quejo, y mucho. Emma se ríe de mí mientras que Carrie me lanza miradas asesinas y Cora se levanta del suelo, algo inestable, y camina hacia su bolso.
— ¿Qué haces, Coraima? – interroga Jaymie, sentándose en el suelo mirándola como si le hubiese salido un tercer brazo.
— Mmm... Todavía nada – contesta la rubia, encogiéndose de hombros, con una ligera risita escapando de sus labios.
Miro con mucha atención como Coraline saca un lápiz labial de su bolso de mano al llegar hacia la banca en la que están nuestras cosas. Le sonríe al maquillaje como si estuviese planeando algo e inmediatamente mi cerebro hace un clic.
— Yo también quiero – mascullo, sonando como una niña, mientras que pongo mis manos en el suelo para impulsarme hacia arriba.
Definitivamente es una locura intentar caminar en una sola dirección en un estado como este, mentalmente me encojo de hombros y avanzo trastabillando hasta el lugar en el que Cora está parada, junto a los columpios.
— Será divertido – balbucea, con un brillo malévolo que solo aparece cuando estamos borrachas.
Asiento con la cabeza y le devuelvo la mueca de complicidad.
— ¿Qué pasa con ustedes, par de maricas? – la pregunta nos hace sonreír.
— Nada – sonrío enormemente hacia las chicas que nos como si fuésemos una especie de alienígenas con tres cabezas y patas de ganso.
— Nada de nadita – repite Cora y entrelaza su brazo con el mío para comenzar a caminar en dirección hasta el cartel de One Direction.
Las chicas se quedan comentando la extraña manera en la que Coraline Dench y yo, nos estamos comportando.
— Quizá quieran un poco de espacio para ellas solas – masculla Jaymie, al parecer riendo – si entienden a lo que me refiero.
Otra oleada de risas proviene de su parte, me volteo por sobre el hombro y les enseño la lengua acompañado de mi bello dedo corazón. Cora me sostiene por lo que milagrosamente no termino en el suelo con una pierna rota.
Las trillizas de la maldad comienzan a carcajear en un volumen aún más fuerte y Cora solo tira de mí para avanzar hasta el cartel en una esquina de la plazoleta.
— ¿Una barba sería un cliché? – inquiere pensativa una vez que nos situamos justo delante de él.
Finjo pensarlo por un momento, rascando mi barbilla.
— Una barba sería perfecto – hablo, guiñándole un ojo – ¿Qué opina usted, señorita Dench, de un monóculo? – cuestiono, mirándola de reojo.
— Un monóculo sería interesante – contesta en el mismo tono que he utilizado – espera... ¡ya sé! – junta sus manos y comienza a dar pequeños saltitos mientras aplaude y yo solo rio entre dientes al verla trastabillar.
— Tómalo con calma, Dench – murmuro intentando sujetarla para que no termine con el trasero en el suelo.
— Tranquila, Radcliffe. Yo puedo con esto – desenfunda el lápiz labial una vez que ya se ha estabilizado y mira con malicia a la imagen Zayn. – uh, definitivamente Zayn está en los puros huesos – susurra para sí misma, de manera pensativa y comienza a dibujarle un esqueleto sobre su cuerpo.
— ¿Qué son? – un trío de voces llega a mis oídos.
— ¡Hijos de puta! – el grito de Jay, Emma y Carrie me desconcierta. Giro mi cuerpo cuidadosamente y las diviso caminar a todas con la típica imagen de los borrachos que se ve en televisión y en las películas.
Mis tres amigas están apoyadas una sobre la otra manteniéndose en pie al estar con sus brazos sobre la otra y avanzan tambaleándose y riéndose hacia donde Cora y yo nos encontramos.
— Son unos hijos de perra – dice Emma de la nada, con su mirada clavada en el cartel, como si eso de alguna forma u otra fuese a quemarla o a desaparecerla del mapa.
— Unas babosas mal nacidas, ¿verdad, Carrie? – Jaymie la observa con una expresión divertida mientras que Wick solo la mira entrecerrando los ojos.
Niego con la cabeza y me giro de regreso para ver que Cora le ha dibujado encima de Zayn toda la estructura ósea de un esqueleto y en su mano; una hoz.
Carcajeo con ganas y finjo quitarme una lágrima del ojo.
— ¿Y? – Cora mira con orgullo su obra – ¿mejor?
— ¡Mejor! - chillan las otras tres que han llegado junto a nosotras.
— Es la mierda que es - ríe Carrie. – Por fin su exterior es como su interior – balbucea, arrastrando las palabras.
— Mi turno – espeta Jay lanzándose sobre el lápiz labial rojo que Cora todavía tiene en sus manos.
La morena ríe para sí misma cuando logra estabilizarse frente a la imagen de Niall y nosotras vemos lo que empieza a dibujarle al rubio. Un par de alas salen de la espalda del rubio y un suntuoso pompón aparece en su cabeza. Frunzo el ceño cuando por fin caigo en cuenta de que Niall está transformándose en Tinker bell, su verdadero ser interior.
Jay termina por dibujarle un vestido ridículamente corto y unas piernas de ensueño.
— Ahora el exterior de campanita combina a la perfección con su personalidad – la morena suena orgullosa a lo que todas reímos como si no hubiese un mañana.
Woodhouse se acerca como puede al cartel, arrebatándole a Jay el "pincel".
Se detiene frente a Louis y analiza con detención la imagen, posando sus manos en sus caderas y todas estamos completamente concentradas en todo lo que hace. Estamos expectantes de ver que mierda le hace al culón.
Comienza con trazos en encima de los vaqueros de Louis, dibujando un par de piernas femeninas perfectas, trazando sobre estas unas especies de medias de encaje y una cintura estrecha, sube hasta su pecho dibujando un muy bien dotado pecho cubierto por un seductor sujetador.
Ya no puedo contener las risas cuando Emma se estira para dibujar un largo cabello y las curvas restantes a Lucho. Jay ríe a todo lo que dan sus pulmones.
— Ese trío es, mejor que la mierda que conocimos – ríe Carrie, vendo como Emma se gira hacia nosotras – me toca – toma de las manos de la rubia el lápiz labial y casi de inmediato comienza a lanzar líneas por sobre el cuerpo de Liam.
— Es Krilin – masculla Emma, con su entrecejo fruncido reconociendo el dibujo.
— No – contesta Carrie de espaldas a nosotras – es un intento de esa mierda – masculla, dibujando sobre Liam unos colmillos que no combinan con todo lo demás junto con unos cachos de cabra. Su dibujo no tiene demasiado sentido, Sin embargo empiezo a reírme.
— Supongo que es mi turno – digo, cuando Benwick me tiende el lapiz labial como una maligna sonrisa en su rostro – hazme sentir orgullosa de ti cuando dibujes sobre Styles – me dice, guiñándome un ojo.
Me pongo delante de la imagen de Harry y comienzo a trazar un pomposo vestido sobre él, acompañado e unos risos enormes y un gorro de pastora.
Unos segundos después me oigo decir: — ricitos de Oro está listo – murmuro orgullosa al ver el resultado.
— ¡One Erection está aquí! - chillan las cuatro chicas detrás se mí y se largan a reír.
Miramos con una especie de tensión la imagen. Demasiado ha pasado como para que podamos olvidar todas las cosas en la que nos metimos por el contrato y no sé cuantos segundos nos quedamos riendo ante la imagen que acabamos de interceder.
Contemplamos abrazadas nuestra ms reciente creación cuando un grito nos hace a todas saltar del susto.
— ¡¿Qué mierda sucede con ustedes?! – siento un escalofrió bajar por mi espalda al distinguir la voz de Lukas – me piden que sea su chaperón y... ¡y desparecen de la nada! – nos regaña a medida que nos volteamos en cámara lenta hacia él.
Me congelo de inmediato al ver a Zayn situado junto a mi primo, mirándonos sin ninguna expresión en su rostro y sus brazos cruzados sobre su pecho.
Todo el peso de la realidad cae sobre mis hombros en este mismo instante y la sensación de ligereza y diversión que me había dado todo el alcohol que ingerí desaparece rápidamente.
Tomo una profunda respiración cuando el moreno clava su mirada sobre mí.
— Yo... no sé qué decirles, chicas. – Luke luce devastado – las busqué por todos lados, temía por ustedes. ¿Qué mierda hacen? ¿No se dan cuenta de que me asustaron como la mierda? – explica el rubio, pasándose una mano por su cabello con desesperación al avanzar un par de pasos hacia nosotras.
— ¿Qué hace el aquí? – Emma ignora todo el sermoneo y pregunta lo que, en realidad, todas queremos saber.
La dura mirada de Emma sobre Zayn hace que mire el suelo y trague con dificultad. Mi estómago se vuele un manojo de nudos y todo lo que sucedió esta noche pasa a un segundo plano.
— Yo lo llamé. Le pedí que me ayudase a encontrarlas – contesta Luke, regañándonos con la mirada.
Carrie está a punto de decir algo, estoy segura que su boca pica por lanzarle mierda a ambos, pero no lo hace por el simple hecho de que Lukas la mira acusadoramente.
— ¿Qué esperaban que hiciera?, ¿a quién esperaban que acudiera?... ¿A sus padres, a sus hermanos? – inquiere, en tono defensivo, alzando la voz.
Las chicas los observan en silencio y yo... solo siento que no puedo respirar. Cora lo nota y aprieta su mano contra mía.
— Estamos bien, Lukas. No pasó nada malo – dice Jay, frunciendo el ceño.
— Veo lo que bien significa para ustedes – bufa mi primo, regañándonos como si fuésemos niñas pequeñas.
Cora aprieta más su mano contra la mía.
— No es como si no conocieses todo esto, Lukas. ¿o se te olvidaron las noches en las que Ellie iba por ti? – ladra Carrie, callándolo con solo una mirada.
Bajo mi rostro y respiro con dificultad.
— Lo que sea – suelta Luke – vámonos – espeta en tono autoritario, en una especie de desafío.
Emma y Jay están a punto de decir algo o lanzarse sobre él, pero Cora las detiene.
— No tenemos como regresar, de todas maneras – le recuerda en un tono bajo que solo es audible para nosotras, lo que las hace asentir de mala gana.
Carrie niega con la cabeza y sus palabras se las traga amargamente cuando Jay se separa de nosotras, volteándose de vuelta al cartel.
— ¿Jaymie?
— Quiero quemarlo en frente a mi casa una vez que esta mierda termina – habla, para que Zayn la escuche – para mañana tendremos nuestra libertad en nuestras manos y, mierda, necesito celebrar eso quemando toda la basura de One Direction que encuentre.
Sus palabras hacen que sienta un leve tirón el mi corazón, pero no digo nada y me limito a ver como la morena tira de la esquina del cartel para despegarlo con poco cuidado y Emma la ayuda.
Zayn aún no dice nada cuando caminamos -o intentamos caminar- hacia ellos.
Luke ha recuperado nuestros bolsos y pertenecías, llevándolas con él. Mi primo no despega su mirada de mí y se me acerca, apartándome del grupo que avanza hacia los autos.
— Me ahorrare mis palabras sobre lo que pasó – murmura por lo bajo – pero, perdóname, Ellie, por traerlo conmigo. No tenía a nadie más a quien llamar que estuviese en un estado digno de acompañarme. Él fue quien las encontró aquí y me llamó. – su mano cae sobre mi hombro.
— ¿Qué? – La pregunta sale de mis labios antes de que piense mucho en ello - ¿el nos encontró?
— Sí, Ellie.
— Eso significa…
— Sí, vio toda la mierda que hicieron. No le des más vueltas a la asunto y vámonos – mi primo tira suavemente de mi brazo y lo sigo, apoyándome en el para evitar caerme.
Cuando llegamos, las chicas ya están en el auto, Carrie en el asiento del copiloto mientras que Cora, jay y Emma se han sentado en la parte trasera. Estoy por subirme a la parte trasera del auto, en el que Luke ha venido, cuando toman mi mano.
Volteándome lentamente, con mi corazón en la mano veo a Zayn sujetar mi mano.
— Vamos – me dice en tono serio para comenzar a caminar en dirección a su auto, moviéndome con él.
— ¿Qué? – la confusión es palpable en mi rostro mientras me detengo en seco, sintiendo la grava bajo mis pies descalzos.
— Tenemos que vernos en un par de horas, de todas maneras – contesta, con una mirada severa.
Lo miro escrutándolo con la mirada pero no digo nada. Niego con la cabeza porque tiene razón, no vale la pena que me vaya con mis amigas puesto me es más conveniente terminar la mierda con Zayn en cuanto antes.
Me aparto de él y me volteo hacia el auto donde todos nos observan expectantes.
Doy mis pasos hacia el auto y meto mi cabeza por la puerta abierta, manteniendo mi cuerpo fuera, sintiendo la mirada de Zayn fija en mi espalda.
— Voy a terminar esta mierda de una vez – anuncio, recibiendo sonrisas de apoyo de parte de mis amigas.
— Adelante, chica. Estamos contigo – Emma luce orgullosa de mí. – ah, y toma – me entrega un pequeño bolso que se encontraba en el piso, en el que guardé ropa interior y mi cepillo de dientes para llevarlo al departamento de Jay, aunque ahora no es allí hacia donde voy a llegar.
— Recuerda llamarnos cualquier cosa – murmura Cora, estirando su mano para apretar la mía.
— Mándalo a la mierda. Te amamos, Ellie. – suelta Jay.
—Te amamos, idiota – Carrie me guiña un ojo, darse vuelta desde el asiento del copiloto.
— Y yo a ustedes. Llamare más tarde – prometo.
Me aparto del auto y cierro la puerta, cuelgo el bolso cruzado mientras Luke enciende el motor y saca su mano por la ventana para despedirse de mí y lanzándome una mirada cariñosa.
Los veo partir mientras me abrazo a mí misma, intentando no pensar en el cambio de atmosfera que se genera cuando ellos ya están doblando por el camino hacia la avenida principal.
Una especie de calor comienza a invadir mi sistema, lista para lo protegerme de cualquier cosa que pueda suceder. Yo soy fuerte y pase lo que pase saldré delante de todo esto. Me repito eso un par de veces, sin prestarle atención a la mirada de Zayn que todavía sostiene sobre mi espalda.
Suelto un suspiro y cierro los ojos, dispuesta a girarme hacia él cuando percibo calor rodeándome. Es muy tarde cuando me doy cuenta de que sus brazos me rodean la cintura y su cuerpo se pega al mío.
Me sorprendo y mis ojos se abren a tope, alarmada. Él busca mis manos y las entrelaza con las suyas, abrazándome y apretándome aún más contra él. Su cabeza se posa en la curva de mi hombro y, mientras mi respiración se vuele superficial, Zayn aspira con fuerza mi aroma.
No sé cómo reaccionar, de un momento a otro toda el aura de Zayn cambia.
— ¿Por qué? – la débil pregunta sale de mis labios, queriendo saber qué es lo que está pasando por su cabeza.
Unos segundos transcurren, mi corazón aún no se recupera de sentirlo tan cerca de mí. Zayn me voltea cuidadosa y delicadamente, clavando su mirada en mis ojos y toda la inexpresividad que había antes, ha desaparecido.
Su mirada es inquieta y confusa, llena de algo que no puedo distinguir.
Noto por primera vez su rostro casi demacrado, las ojeras bajos sus luciendo terriblemente cansado. Mi estómago se contrae y mi mano sube por inercia, acariciando suavemente su mejilla y él lo acepta, apoyándose en ella.
— Simplemente, porque estoy cansado de luchar contra esto.
Sus labios chocan contra los míos en un beso diferente a todos los demás. Es lento, dulce y un tanto desesperado. Mis manos suben por sus hombros y se enganchan tras su cabeza, mientras que las suyas me sostienen como si en algún minuto me fuese a evaporar.
La falta de aire nos separa, su frente choca contra la mía y nuestras respiraciones son lo único que logro escuchar. Besa mi frente con cuidado, acunándome contra él.
Levanto mi rostro sonrojado hacia él y me lo encuentro esbozando una pequeña sonrisa a lo que su mano viaja hasta mi cuello, tomando con sus largos dedos la cadena de plata que el medio.
— Nunca pensé que te vería usarlo. Creo que mi corazón se salió de mi pecho cuando lo vi en ti.
Parpadeo, sorprendida de sus palabras.
— Vamos, Ellie – susurra contra mi pelo y sus manos todavía rodeándome – necesitamos hablar.
***
El agua tibia me despeja, me siento despierta y la sensación de ebriedad se evaporó al momento que entré en contacto con el agua.
Dejo que el agua me limpie y se lleve, además, todos mis miedos y temores. Me obligo a ser fuerte y a aceptar lo que sea que Zayn Malik tiene para decirme.
Luego de unos quince minutos en la ducha, salgo de ella, aferrándome a la toalla con más fuerza de la necesaria mientras observo con desconfianza la ropa que Zayn me ha prestado.
Reviso con desconfianza la playera que me ha entregado, mirando con atención la talla un poco temiendo que sea pequeña y no pueda pasar por mi cabeza.
Saco del bolso y ropa interior y me la pongo rápidamente, evitando el espejo de cuerpo completo. La playera con el logo de Guns & Roses es, afortunadamente, enorme. Y sus pantalones de pijama son elasticados, por lo que no tengo demasiados problemas.
Suspiro y recojo el cepillo de dientes, aplico pasta y me lavo los dientes rápidamente. Ignorando el nerviosismo zumbar dentro de mí.
Al momento en el que salgo del baño, secándome el pelo con una toalla, él está ahí, mirándome.
Una pequeña sonrisa aparece en su rostro y algo del orgullo masculino al verme usar sus ropas es lo que distingo. Se levanta de su cama con un vaso de jugo de naranja en un vaso.
— Ten – murmura y me entrega una pastilla en la palma de mi mano junto con el jugo.
— Muchas gracias – contesto, concentrándome en la pastilla.
Zayn me quita la toalla de las manos con cuidado.
Me meto la pastilla en la boca para luego darle un sorbo al jugo. Cuando ya no queda jugo en el vaso, Zayn toma mi mano libre y me hace seguirlo hasta la sala de estar, donde un magnifico desayuno se encuentra sobre su mesa de café, lo que me sorprende y me hace preguntar cuándo me dirá lo que quiere decirme.
Él se sienta en el sofá y me tira con él.
— Desayuno primero – murmura, haciendo su mayor esfuerzo por lucir relajado.
Asiento en silencio, pensativa. Tomo el café de la mesa y me lo llevo a los labios para comenzar a dar pequeños sorbos, con cuidado de no tirarlo por todas partes debido a los temblores generados por mis nervios. Zayn tiende una tostada con mermelada. Sonrió en su dirección y la recibo dándole una mordida mientras él come en silencio.
Minutos más tarde termino de comer y beber mi café y le agradezco a Zayn.
— ¿No quieres nada más? – veo teñir su mirada de nerviosismo.
Niego con la cabeza y enderezo mi espalda en el sofá.
— No, quiero escuchar lo que me quieres decir Zayn. No le des más vueltas al asunto, por favor – digo, y pienso de inmediato en las chicas y en lo orgullosas de verme hablar sin titubear cuando en realidad por dentro soy un desastre – para serte sincera, no sé qué es lo que quieres de mí y por qué estoy aquí. Lo "nuestro" se termina hoy y no hay vuelta atrás – continúo, aunque me duela como el infierno por dentro recordarle la realidad del contrato.
— Ya te lo dije, me cansé de luchar contra esto – me mira atentamente.
— No soy adivina para saber a lo que te refieres, Zayn. – me obligo a decir, tragando con fuerza.
Un suspiro escapa de sus labios y la frustración en su rostro toma lugar. Pasa su mano derecha despeinando su cabello mientras que yo lo observo con mi corazón latiendo a mil por hora.
— Ellie... – suspira con pesadez, regresando su mirada hacia mí. Suelta un último suspiro antes de comenzar a hablar – estos últimos días me he alejado del mundo, buscando aclarar la mierda en mi cabeza y me han servido para aclarar un par de cosas... lo que quiero decir es que me di cuenta que yo estoy enamorado de ti.
Mi corazón se detiene y las palabras se atoran en mi garganta.
No es posible, no lo es.
— Yo... mierda – suelta el aire retenido en sus pulmones – me gustaba simular que no te miraba cuando en realidad no podía apartar los ojos de ti. Pretendía que esto no sucediera, no quería que mis sentimientos se vieran involucrados en esto, pero cuando acepté lo que sentía, la fecha límite se acercaba – maldijo entre dientes – Ellie, debí haberme dado cuenta antes. Tú me robabas las sonrisas que ni yo mismo sabía que tenía entre labios. Fui una mierda, lo sé, pero eres tan real dentro del mundo de mierda que me rodea que siento que somos una maldita casualidad llena de intención.
Su confesión me deja sin palabras. Mi cabeza me dice que este es el momento de correr antes que mi inepto corazón se vaya directamente a los brazos de Zayn. Tengo claro que esto no es para mí, a pesar de la mierda que siento. El precio de aceptar sus palabras es alto, todo lo que traerá consigo aceptarlo será a mí sufriendo.
Me levanto del asiento, alejándome de él.
— Yo… yo no puedo, Zayn – mascullo, atorándome con mis palabras.
— Ellie… - él se levanta de su asiento e intenta tocarme.
— No lo hagas – pido, sintiendo las lágrimas picar en mis ojos – ¿no te das cuenta de todo lo que implica lo que acabas de decirme? – tartamudeo, retrocediendo aun con la mirada fija en su mueca de dolor.
Zayn toma mi brazo antes de que pueda continuar moviéndome, me envuelve con su cuerpo y me sostiene, fuertemente. El latido de su corazón choca contra mi pecho y sus ojos avellana bajan hasta los míos, quedando a unos cuantos centímetros de distancia.
No sé por qué, pero todo parece desaparecer al encontrarme en sus brazos, lo que me hace querer golpearme por estar cayendo por un chico como él.
— Ellie, he puesto mi corazón en la mesa para ti – susurra, con su aliento mentolado chocando contra mí – no importa cuánto tardes en tomarlo, solo asegúrame que lo tomarás.
Un tenso segundo transcurre. Muchas ideas y pensamientos pasan por mi cabeza, siento confusión por la manera en que avispas parecen estar revoloteando dentro de mi estómago.
Sus brazos se estrechan contra mi cuerpo y lo que jamás esperé presenciar, sucede.
La calma en su rostro desaparece y un par de lágrimas comienzan a caer de su rostro y comienza a llorar ante mis ojos, su cuerpo se sacude con su llanto y mi corazón ahora sí se detiene. Me abraza con tanta fuerza que me cuesta respirar, pero aun así, le regreso el abrazo.
— Quiero que me necesites como yo te necesito – masculla, contra mi cabello. – me tomó seis meses darme cuenta que estoy enamorado de ti y solo tomará un par de horas para que esto se termine.
Cuidadosamente, mis manos se acercan a su rostro, apartando sus lágrimas.
¿Por qué me siento tan nerviosa en sus brazos cuando no debería?, quiero decir, ¿qué está mal conmigo? Se de buena fe cual será el final de esto, las experiencias de mis amigas deberían ser una pauta clara de cómo voy a sentirme, pero por alguna razón, siento la patética necesidad de experimentar esto, de saber qué es todo esto.
Subo mi rostro hasta encontrarme con sus labios,, atreviéndome a besarlo lentamente, sintiendo la humedad en su rostro. Zayn se sorprende, pero no tarda demasiado en continuar con lo que he iniciado. Sus manos se aferran a mí al profundizar el beso, su barba me hace cosquillas y percibo su sabor a café y mermelada.
Cierro mis ojos y me permito hacer lo que jamás había hecho antes con él, o con cualquier otro chico: me dejo llevar.
Mis manos suben hasta su cabello, despeinándolo. Él suspira sobre mí llevando su mano hasta mi mejilla, acariciándome lenta y dulcemente, como si fuese la cosa más delicada del mundo.
Su boca no deja la mía mientras, de algún modo, nos mueve de regreso al sofá. Estoy tan concentrada en él que me sorprendo y suelto una pequeña exclamación cuando tira de mí y caímos juntos sobre el sofá.
El suelta una risa ronca, desde el fondo de su pecho antes de regresar a mí labios y en ese momento, me pierdo en él, dejo las inhibiciones de lado y me concentro solamente en él, en sus labios y en todo lo que estoy sintiendo.
***
Cierro la puerta silenciosamente tras de mí, dejando escapar el aire que he retenido en mis pulmones.
Zayn está dormido en su cama, donde lo dejé. Quizá sea cruel, pero no me arrepiento de lo que hice.
Cierro los ojos subiendo mi mano por inercia a la cadena de plata, tocándola con cuidado y, en ese instante, las palabras que Lukas me dijo, hace un par de años atrás, regresan a mi cabeza: “El hombre enamorado jamás aleja. Las mujeres saben alejarse a pesar de estar enamoradas.”
Y no podría estar más en lo cierto.
Charlie.
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