Madness | Zayn Malik. |

Primadonna girl, would you do anything for me?

El Café et Marie se encontraba lleno hasta el tope, y Zayn Malik agradecía que su turno hubiese terminado ya. Como todo Lunes, planeaba salir del local e irse directamente hasta su departamento, a tan sólo cuatro calles de distancia. Pero como ese día, Lunes veintidós, del mes dos, quien tomaría su turno había llamado con la expresión decaída, diciendo que debería faltar, que lo cubriese, y que por lo que más quisiera, lo que dijera al jefe. No tuvo más opción que aceptar, y volviendo a ponerse la bata marrón que se había arrancado con desgano minutos antes, regreso detrás del mostrador.

Nunca antes había servido un turno más allá de las cuatro de la tarde, pero había alguien que sí estaba allí siempre a esa hora, y era esa chica que tomó un puesto con toda naturalidad y una sonrisa afable después de pagar su orden a su compañero que permanecía en la caja registradora. Tenía una expresión cansada en sus ojos, cafés y muy bien delineados,  y sin embargo mantenía una sonrisa juguetona en sus labios. Un cabello oscuro como la noche misma, suelto y en mechones despreocupados le caían por la línea del cuello mientras revisaba su móvil y sonreía mínimamente. No se dio cuenta de que la estaba mirando fijamente hasta que Malcolm, quien había tomado el turno tras la caja registradora, acercó a él con ironía.

—¿Cazando, Zayn?  —Rió él. Zayn desvió la mirada para enfrentarlo y reír por lo bajo, no era eso exactamente—.
—Nunca la había visto aquí. ¿La conoces?
—Eso es porque nunca tomas turnos extras, maldito vago.  —Rió, de nuevo—. Viene siempre, cada día, sin falta.  Su nombre es Cassie, pero por alguna razón, le llaman Primadonna.
—¿Primadonna?  —Preguntó. No era un apodo demasiado común. Su compañero tan solo se encogió de hombros con una sonrisa—.

Malcolm le pasó una nota de cuadernillo, con una sonrisa irónica en el rostro, y ojos claramente de venganza. Tiempo antes, Zayn le había jugado una broma bastante cruel entre chicos, haciendo que invitara a salir a una chica mientras tomaba un café con quien claramente era su novio. Él le dijo que ya había tomado su orden, y que quien era su novio, había sido llamado como su hermano. Minutos después de eso, su compañero tenía uno de sus verdes ojos rodeado por una marca morada de un golpe. Había merecido la pena.

Ahora, miraba la nota con la orden de la mesa dos, con un pedido de un café capuccino recargado con espuma y mucha azúcar, además de canela. Y cuando levantó su vista hacia la mesa dos, después de recrear una orden que nunca había hecho en realidad pero que conocía perfectamente, volteó su vista hacia Malcolm quien, después de dar un cambio, regreso la mirada y rió en su cara levemente. No podía estar haciéndolo.

»Después de un largo, pobre y fallido historial amoroso, Zayn había decidido tomar cartas en el asunto y dejar su vida de displicencia así como alejarse de todo lo que, se dio cuenta, estaba destruyéndolo. Pero había un error en todo su plan. Sus amigos, siempre serían sus amigos, sin importar cuánto él quisiese cambiar. Y sus amigos no tenían ni la más mínima intención de dejar ir a quién conocían como Zayn Malik, fiestero y trasnochador, que de un día para otro había decidido volverse en todo lo contrario de sí mismo. Rendido por la arrogancia de los que habían sido los mejores amigos de la infancia, huye. Viaja a lo largo del país desde Bradford hasta el centro de Londres donde, como por arte de magia, su vida parece resolverse desde el mismísimo momento en que llegó. Un empleo, nuevos amigos, nuevas personas.
Pero como si su vida completa lo arrastrara hasta el comienzo, algo lo llevó hasta un Club. Madness. Y ese algo, era Cassie Stewart.

PASA EL MOUSE ABAJITO

Cassie daba pasos vagos y lentos  mientras se hundía en las calles de la ciudad, sabiendo perfectamente a dónde se dirigía. El Café et Marie había sido su fiel compañero durante varios años ya, a tal punto que no pasaba un sólo día sin que no visitara el lugar. El café se encontraba en una zona completamente diferente a la que ella habituaba por lo usual, justo en el centro de la ciudad, en uno de los locales que rodeaban la Plaza Central por lo que, normalmente, permanecía repleto de personas. Excepto por la tarde, a una justa hora en que ella había calculado llegando cada día a diferente hora hasta llegar en una en la que el local estaba relativamente vacío.

Ese día, como todos los otros, había entrado por la puerta haciendo sonar la campanilla a la que ya estaba tan acostumbrada, mientras éste se distorsionaba junto con el sonido de sus zapatillas en la madera del piso. Acompañada de unas medias de color negro de encaje bajo un short de mezclilla y una chaqueta a juego en negro, las pocas personas que se encontraban allí posaron su mirada sobre ella. No estaban acostumbrados a aquella vestimenta por los barrios centrales de Londres.
Paso inhibida por sobre sus miradas hasta la caja registradora, echando un vistazo a la ventanilla de los postres, y encontrarse con la imagen de un chico moreno que juraría jamás haber visto por allí en sus visitas. Volteó la mista de nuevo a la caja, sonriendo al chico unos centímetros más alto que ella, con un cabello chocolate hacía atrás, y se apoyó en el mostrador dejando caer su cartera.

—Dame lo usual, Malcolm. Estoy exhausta.  —Exhaló, riendo por lo bajo—. Y también dame a tu amigo de allá.
—¿Zayn?  —Malcolm rió con sorna, anotando en una libreta el pedido usual de la chica—. Suerte con ello. Te diré qué, yo te lo envío, y tu haces el resto de la entrega.

Cassie dejó una sonrisilla que se fue en una pequeña carcajada antes de pagar, colgar la cartera en su hombro de nuevo y dirigirse hasta la mesa usual en el arrinconado del lugar, donde ambos ventanales se juntaban. Esta vez se quedaría allí más tiempo de lo usual. Jessica, quien podría decirse su mejor amiga y con quien compartía un departamento, llevaría a Vakre, su actual novio, al lugar. Ya una vez había cometido el grave error de llegar desprevenida cuando ellos estaban solos allí, y no había una situación nada cómoda. Bufó por lo bajo, divertida al recordar la ocasión. No cometería ese error de nuevo. Y era Lunes, y no tenía demasiadas ganas de visitar Madness después de apenas haber salido de casi ocho horas seguidas allí.  

Cuando por fin apartó la mirada de su teléfono después de estar revisando diferentes invitaciones para la noche, obligándose a sí misma a negarse, se encontró una vez más con la mirada del moreno dueño de los ojos que tanto le habían llamado la atención. Mordió la parte interior de su mejilla, estaba pasando de nuevo.
Cassie tenía una compulsión por decaer por las caras bonitas, así nada más. Y estando rodeada toda su vida por personas que no tenían problemas en mantener una relación de una noche tan sólo, se había acostumbrado a aquello. Y él tenía una, y ahora él se acercaba a ella con una bandeja cargada únicamente por un café y un panecillo. Él, al ver que ella lo observaba, dio un traspié tratando de recobrar el mando de la bandeja. Ella dejo salir una sonrisilla divertida, y guardo su teléfono.

—¿Eres nuevo por aquí? —Preguntó ella, cruzando sus piernas por sobre la mesa que tenía en el café, mientras él dejaba la bandeja a un lado—.
—¿Cómo? —Preguntó, con un tono de voz que denotaba sorpresa y curiosidad—.
—Bueno, sí. —Respondió, con el mismo tono, después de dar un largo sorbo al café— Nunca te había visto, por aquí, ya sabes.
—Eso es porque es un vago, y nunca toma turnos extras. —Un chico de pelo rubio bufó divertido apareciendo al lado de Zayn, y después de susurrarle algo, le arrebató la bata con el emblema del café y se colocó detrás del mostrador, donde se encontraba él hace unos momentos. Cassie desvió su mirada curiosa hacia Malcolm, quien esbozo una sonrisa y desplomó un "Por nada" en el aire. Se tragó una sonrisa.—

"He venido a cubrir a Mikeila. Malcolm me habló, y me dijo que por fin tenías una chica. Ahora siéntate o juro que te cortaré el cabello mientras duermes." Mierda. Debió haberlo esperado. Debió haberlo visto venir, dejar la bandeja y regresar a su lugar tras el mostrador. Pero debía quedarse allí, escuchando la voz de la chica y admirando su forma de actuar tan tranquila y despreocupada, como si fuese el fin del mundo pero ella sólo quería tomar un café. Era algo que el nunca se había permitido hacer.

Ahora no le quedaba más que suspirar por lo bajo. Sabía que Niall, quien vivía en el mismo complejo de departamentos que él y quien le había informado sobre el empleo en aquél lugar, era total y completamente capaz de hacer algo así. Tomó una de las sillas acolchadas que estaban en una de las mesas vacías del lugar, algo que no todos los turnos podía hacer, y la llevó hasta enfrente de donde estaba sentada ella, se sentó, se colocó de ambos codos sobre las rodillas y se dispuso a responder a su pregunta.

—Pues, es básicamente lo que el dijo. —Musitó—. Sólo que no por vagancia. Sino más bien porque me basta con la paga de los turnos de la mañana, y disfruto de no estar rodeado de personas una vez al día.

Ella resultó levemente sorprendida por su respuesta. Instantáneamente y sin que lo quisiera así, pudo imaginarlo en un departamento leyendo un libro en la terraza, o bien viendo una película, yendo a un parque; el tipo de cosas que hacen las personas que dan esas respuestas. Pero sabía exactamente qué decir.

—¿Y por qué trabajas en el café más visitado de la ciudad, entonces? —Inclinó su cabeza hacia un lado, en duda—.
—La paga, más bien. Es el más visitado, puedo sobrevivir un mes con la paga de una semana, por cada día cuatro horas. No está nada mal. —Se encogió de hombros, con una sonrisa. Ella levantó sus cejas, tomando otro sorbo, y él rió—. ¿Qué?
—Me gusta cómo piensas. —Sonrió, dejando a un lado el vaso de cartoncillo, vacío—.

Los minutos pasaban rápidamente, Cassie mantenía un estado constante entre ella misma y su estado cínico y extremadamente en busca de algo de diversión, y Zayn perdía cada vez más, y más rápido de lo esperado, esa sensación de estar hablando con una persona que había conocido hacía apenas momentos antes. Ella solía causar eso en las personas.
Todos solían decir que transmitía un aire de confianza y estabilidad, algo que te hacía sentir tan cerca con una extraña como con alguien que acababas de conocer. Sin embargo, el único problema era cuando las personas se habían detenido a pensar en cómo lo habían hecho.

Finalmente, cuando ella vio su teléfono una vez más su hora de ida había pasado, y el lugar comenzaría a llenarse de nuevo. Se despidió, y el ofreció acompañarle, a nombre de que Parecía muy tarde para que fuese sola por las calles. Ella intentó no soltar una risa, pero no lo logró. Dejó un beso en su mejilla, y abandonó el lugar con el mismo aire liviano con el que había llegado sin que nadie lo notara. Poco tiempo después, él también dejo el lugar, pensando en la conversación que había tenido. No estaba seguro de si todo había sido una gran coincidencia y el plan de Malcolm por primera vez en mucho tiempo había salido bien, o algo más.

Cassie caminaba con una mínima sonrisa perdiéndose una vez más en las calles de la ciudad, pero ésta vez, hacia el lado más apagado de ella, donde para ésta hora muy pocos lugares mantenían sus luces encendidas. Con toda naturalidad y sabiendo perfectamente que nada pasaría, sacó su teléfono, marcó un número rápidamente, y en la línea atendieron rápidamente y con una carcajada, ella le siguió.

—Niall, necesito que hagas algo por mí.
—Lo he comprendido desde un comienzo. Has cambiado mucho de gustos, Primadonna. Cuéntamelo todo mañana en Madness.