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LOCURA DE AMOR.
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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LLORASTE?
LOCURA DE AMOR.
- ¿Cómo ha sido?
- Parece que ha sido un crimen pasional inspector. La verdad es que nos lo ha puesto fácil, después de asesinar a la chica y antes de suicidarse él, nos dejó escrita una carta.
- Déjame que la lea.
"No crean que soy un asesino, lo he hecho porque en mi cabeza se habían metido unos ruidos que no me dejaban dormir. ¿Esquizofrenia? Tal vez. Eso lo decidirán ustedes que para eso han estudiado.
En realidad no creo que me haya convertido en un esquizo, es más sencillo que todo eso. La quería, la quería tanto que no podía estar sin ella.
Nunca llegamos a nada importante. ¿Qué ridículo, verdad? Ya ven, se puede querer sin haber recibido del ser querido ni tan siquiera una caricia.
Ahora me encuentro tranquilo, los ruidos han dejado de sonar. Pero no piensen que no he sufrido. Han transcurrido exactamente treinta y ocho minutos desde que le clave el cuchillo, he tenido que esperar todo este tiempo para poder escribir ésta mi última carta. Las manos me temblaban tanto que apenas era capaz de sujetar el bolígrafo.
Llamé a la puerta, sabía que ella estaba en casa, lo sabía, lo que no sabía era que estaba sola.
¿Quieren que les cuente como la conocí? Tal vez les resulte positivo para su investigación, siempre es bueno saber los motivos que llevan al asesinato.
El caso es que un día que vagaba por la calle invadido por la soledad y por la tristeza, vi un letrero luminoso que parpadeaba con insistencia. Aquel letrero me llamaba, aquel letrero me decía que debía entrar en ese local, allí estaba esperándome el final de mi melancolía. Después de meditarlo durante algunos segundos, decidí entrar. El ancho pasillo que conducía hasta la pista de baile se encontraba repleto de gente, pero yo sólo vi a una persona, porque mi mirada se posó en el bello rostro de la mujer que acabo de apuñalar. Supongo que ella notó cómo mi mirada quería poseerla. Ahora que me doy cuenta, nunca se lo llegué a preguntar. El hecho es que ella volvió la cabeza y me miró directamente a los ojos. No puedo explicarles lo que sentí. No es que no quiera, es que no sé. Aunque escribiera varios folios, nunca llegaría a describir con exactitud la emoción que me invadió. Me dirigí hacia la barra, pedí una copa, sin moverme de allí seguí observándola. Ella estaba con una amiga, no me di cuenta de ello hasta que un viejo amigo, dándome una palmada en la espalda, me saludó efusivamente. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, mucho tiempo. Me contó que estaba con una tía imponente que acababa de conocer, apuntó con el dedo para señalarla. Mi corazón se llenó de tristeza, apuntaba hacia ella y aquello me rasgó las entrañas. Mi amigo debió de notar algo extraño en mi gesto, pues me preguntó si no me gustaba. Como no me va a gustar, le respondí. Claro que me gustaba, me gustaba con locura, había recibido de ella un flechazo que había atravesado todo mi ser. Con gestos, pues la música impedía que le oyese, le intentó decir que quería presentarle a un amigo. Una bella mujer que se hallaba detrás de ella se acercó hasta nosotros dejándome un tanto perplejo.
Mírala, no me digas que no está buena. Claro que lo está, claro que lo está. No sé si sentí alegría o tristeza, o quizás ambas a la vez. Dos besos tiernos y suaves se posaron en mis mejillas. Hola, ¿eres amigo de Alberto? Es un tío fenomenal. Sí que lo es, le respondí. ¿Me dejas que te presente a mi amiga? Está muy triste porque le ha dejado el novio, la verdad es que ha salido ganando, pues era un estúpido y un machista, así podríamos tomarnos unas copas los cuatro juntos, quién sabe, lo mismo hasta acabáis saliendo juntos. Sonreí, no le dije nada, pero yo sabía que era imposible que su amiga me gustara, toda mi mente y toda mi imaginación estaban centradas en mi nueva ilusión. Se dio la vuelta y llamó a su amiga. Yo, mientras, le di un largo sorbo a mi cubata. Cuando me giré para ver quién era su amiga, mi corazón comenzó a palpitar descontroladamente. No, no puede ser, repetía incesantemente mi interior. Pero sí, sí era, era ella. Recordé una frase que vi escrita en una carpeta cuando era joven: "La he visto y me ha mirado, hoy los cielos me sonríen, hoy creo en Dios". No estoy muy seguro de que la frase sea exactamente así, el caso es que eso fue lo que se instaló en mi mente al verla venir. Dos besos que me erizaron el vello, se posaron en mis mejillas. Hola, encantada de conocerte. Encantado yo de conocerte a ti. Parecía distante. Yo ardía por dentro al tenerla tan cerca, pero a ella no parecía apetecerle mucho mi compañía, no se le veía con ganas de mantener una conversación más o menos extensa y yo no me encontraba con la valentía suficiente como para arrancarle las palabras. Después de tomarnos unas copas acabamos en su casa, sus padres se habían ido a pasar el fin de semana a la costa, era algo que hacían con cierta frecuencia. Nosotros nos quedamos en el salón escuchando música, mientras que mi amigo y su amiga se metieron en la primera habitación que encontraron. A lo largo de toda la noche no habíamos hablado demasiado, pero sin la compañía de nuestros dos amigos, las escasas palabras que salían de nuestras bocas se convirtieron en un silencio casi absoluto. Como soy tan tímido, no me atreví a decirle lo que había despertado en mi interior, además, ella estaba triste, se le notaba que estaba triste, al igual que se le notaba que estaba conmigo por obligación. Se adivinaba en su mirada que no había olvidado a su anterior amor, algo lógico por supuesto. Mi amigo y su amiga se revolcaban en la cama haciendo un ruido, tan molesto, que empecé a sentirme incómodo. Creo que a ella le sucedió lo mismo. Comenzamos a evitar nuestras miradas, nos sentíamos desplazados. Decidí marcharme, a ella no pareció importarle, supongo que hasta se alegró. Bueno, tengo que irme, he de atender unos asuntos. Vale, si vuelves por la disco allí nos veremos. Al verme en la calle maldije mi timidez, debí de haberla abrazado y haberla tomado, o tal vez no. Nunca lo sabré.
Siento extenderme tanto, me da la impresión que lo que estoy haciendo es perder tiempo, o ganarlo, puede que me dé miedo suicidarme y por eso estoy retrasándolo todo lo que puedo. Pero no tengo otra salida, mi final tiene que ser tan dramático como el suyo. Quién sabe, quizá la encuentre en la otra vida y allí, sin esta timidez que me ata, pueda explicarle los motivos que me llevaron a cometer tan macabra acción. Intentaré resumir el resto.
Desde entonces, todos los fines de semana mi cuerpo me dirigía hacia la discoteca donde la conocí. Mi amigo no volvió más por allí, pero la amiga de mi gran amor no pareció echarle de menos. Me situaba siempre en el mismo sitio, lejos de la pista de baile, apoyado en la barra y acompañado por un cubata y por mi soledad. Los primeros días nos saludábamos como por obligación, después, poco a poco, comenzamos a entablar diálogos cada vez más extensos, finalmente llegamos a hacernos buenos amigos, pero nada más, nunca me atreví a dar el último paso. Se lo pasaba bien a mi lado, al menos eso creí siempre, pero hace tres días la vi bailando con un tipo de esos guaperas, ella me miró con indiferencia, haciéndome comprender que debía mantenerme apartado. Desde entonces no he podido dormir, no he podido comer, no podía quitármelos de la cabeza, no pensaba en otra cosa, mirara donde mirara, los veía juntos. Hoy volví a la discoteca, tenía la esperanza de verla sola, le iba a decir lo mucho que la quería, le iba a rogar que se olvidara de ese payaso, que yo conseguiría hacerla más feliz que él, porque yo la quería más, porque iba a tratarla como a una reina, porque iba a desvivirme por ella. Pero cuando la vi no estaba sola, el imbécil que me la había arrebatado antes de tenerla se hallaba a su lado. Parecían mantener una conversación interesante, seguramente mucho más interesante que las conversaciones que mantenía conmigo. Mis ojos se llenaron de lágrimas, ella no me vio, decidí marcharme antes de que la locura se apoderara de mí.
No se preocupen, ya termino, siento que mi letra vaya siendo cada vez más difícil de leer, el pulso me tiembla y no tengo ganas de esperar otros treinta y ocho minutos para finalizar mi último escrito.
Sabía que sus padres estaban en el apartamento de la costa, sabía que el guaperas la conquistaría, sabía que se revolcarían disfrutando como animales. Imaginándolos entrecruzados no sé que es lo que me ocurrió. Los ruidos de mi cabeza me decían que debía matarla, que si yo no iba a poseerla ningún otro debía conseguirlo. Me dirigí hacia mi casa con la única intención de coger un enorme cuchillo, un cuchillo que se iba a clavar en los cuerpos de las dos personas que tanto dolor me habían producido, porque él estaría con ella, eso era algo que ya no dudaba, estaría haciéndola gozar. Después de coger el cuchillo, cegado por los celos y dominado por los ruidos de mi cabeza, fui hasta su casa. Llamé a la puerta. Abrió. Estaba vestida, yo imaginé que saldría a abrirme medio desnuda, me alegré, había llegado a tiempo, todavía no habían comenzado a revolcarse. Ella sonreía, esa sonrisa me pareció irónica, se reía de mí, se reía de mi amor, de mi dolor, de mi ira, se reía de mi sufrimiento y de mis celos, eso me llenó de rabia y, sin llegarla a saludar, le clavé el cuchillo en el estómago. Tiré hacia arriba de él, sabía que si rasgaba la herida moriría antes. No lo hice por sadismo, no crean que soy un sádico, lo hice para que su sufrimiento fuera menor. Sus ojos no dejaron de mirarme hasta que se les escapó la vida, una imagen que tengo grabada y que veo constantemente. ¡Qué triste me encuentro! Después, entré dominado por la ira para descuartizar al guaperas. No lo encontré, descubrí que estaba sola, que no había quedado con él. Eso me llenó de remordimiento, un remordimiento que me mata. Recordé la sonrisa con la que me saludó, comprendí que la ironía que yo vi había sido producto de mi ceguera pasional. Comencé a llorar como un niño".
- Joder, vaya carta, si la coge un buen director hace una película cojonuda. Os habéis fijado que está como manchada de gotas, seguramente lloraba mientras la escribía.
Durante los cinco minutos que el inspector había invertido en leer la carta, las investigaciones fueron concluidas y los cuerpos traslados para el análisis forense.
- Está todo demasiado claro, no creo que esto nos dé demasiado trabajo.
La puerta de la casa se cerró, quedando la vivienda llena de silencio.
En el tercer cajón de una mesilla se encontraba un pequeño cuaderno al que nadie prestó atención, era un diario, un diario en cuya última página escrita se hallaban plasmados los últimos pensamientos de la mujer que acababa de ser asesinada, unos pensamientos que aclaraban la historia pero que la hacían aún más triste.
"Hace varios días que no sé nada de ti y siento que te extraño profundamente. Hoy tenía la esperanza de que fueras por la disco pero eso no ha sucedido. Tu ausencia me está llenando de dolor, me pregunto si te habrá molestado el verme el otro día con Luis. En realidad eso era lo que yo deseaba, ansiaba que sufrieras, quería que te vieras tan herido que te olvidaras de esa timidez que te ata, quería que te vieras tan herido que, sin pensártelo, te dirigieras hacia mí y me bombardearas con palabras, palabras que quizás al principio serían desagradables, palabras que, finalmente, me declararían tu amor. Yo, llena de ilusión y de alegría, te contaría que lo hice para darte celos, para que me dijeras lo que sientes por mí, para romper esa estúpida barrera que se interpone entre nosotros, que quería que nuestra demasiado lejana cercanía diera paso a un abrazo, a un beso y a relación intensa y duradera. Quería forjar contigo un futuro lleno de esperanza, pero me da la impresión de que, lejos de conseguir mis propósitos, te he perdido para siempre.
Luis pensó que me gustaba y me ha estado dando la lata toda la noche, finalmente le he dado esquinazo y me he venido a casa. Estoy triste, muy triste, Dios quiera que te vea pronto, cuando eso suceda, te saludaré con una amplia sonrisa, una sonrisa que te muestre toda la felicidad que contiene mi corazón, después te diré que te quiero, que te quiero más que a mi vida, que no puedo estar lejos de ti. Te explicaré lo de Luis, ya verás como al final todo nos parecerá divertido".
- Parece que ha sido un crimen pasional inspector. La verdad es que nos lo ha puesto fácil, después de asesinar a la chica y antes de suicidarse él, nos dejó escrita una carta.
- Déjame que la lea.
"No crean que soy un asesino, lo he hecho porque en mi cabeza se habían metido unos ruidos que no me dejaban dormir. ¿Esquizofrenia? Tal vez. Eso lo decidirán ustedes que para eso han estudiado.
En realidad no creo que me haya convertido en un esquizo, es más sencillo que todo eso. La quería, la quería tanto que no podía estar sin ella.
Nunca llegamos a nada importante. ¿Qué ridículo, verdad? Ya ven, se puede querer sin haber recibido del ser querido ni tan siquiera una caricia.
Ahora me encuentro tranquilo, los ruidos han dejado de sonar. Pero no piensen que no he sufrido. Han transcurrido exactamente treinta y ocho minutos desde que le clave el cuchillo, he tenido que esperar todo este tiempo para poder escribir ésta mi última carta. Las manos me temblaban tanto que apenas era capaz de sujetar el bolígrafo.
Llamé a la puerta, sabía que ella estaba en casa, lo sabía, lo que no sabía era que estaba sola.
¿Quieren que les cuente como la conocí? Tal vez les resulte positivo para su investigación, siempre es bueno saber los motivos que llevan al asesinato.
El caso es que un día que vagaba por la calle invadido por la soledad y por la tristeza, vi un letrero luminoso que parpadeaba con insistencia. Aquel letrero me llamaba, aquel letrero me decía que debía entrar en ese local, allí estaba esperándome el final de mi melancolía. Después de meditarlo durante algunos segundos, decidí entrar. El ancho pasillo que conducía hasta la pista de baile se encontraba repleto de gente, pero yo sólo vi a una persona, porque mi mirada se posó en el bello rostro de la mujer que acabo de apuñalar. Supongo que ella notó cómo mi mirada quería poseerla. Ahora que me doy cuenta, nunca se lo llegué a preguntar. El hecho es que ella volvió la cabeza y me miró directamente a los ojos. No puedo explicarles lo que sentí. No es que no quiera, es que no sé. Aunque escribiera varios folios, nunca llegaría a describir con exactitud la emoción que me invadió. Me dirigí hacia la barra, pedí una copa, sin moverme de allí seguí observándola. Ella estaba con una amiga, no me di cuenta de ello hasta que un viejo amigo, dándome una palmada en la espalda, me saludó efusivamente. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, mucho tiempo. Me contó que estaba con una tía imponente que acababa de conocer, apuntó con el dedo para señalarla. Mi corazón se llenó de tristeza, apuntaba hacia ella y aquello me rasgó las entrañas. Mi amigo debió de notar algo extraño en mi gesto, pues me preguntó si no me gustaba. Como no me va a gustar, le respondí. Claro que me gustaba, me gustaba con locura, había recibido de ella un flechazo que había atravesado todo mi ser. Con gestos, pues la música impedía que le oyese, le intentó decir que quería presentarle a un amigo. Una bella mujer que se hallaba detrás de ella se acercó hasta nosotros dejándome un tanto perplejo.
Mírala, no me digas que no está buena. Claro que lo está, claro que lo está. No sé si sentí alegría o tristeza, o quizás ambas a la vez. Dos besos tiernos y suaves se posaron en mis mejillas. Hola, ¿eres amigo de Alberto? Es un tío fenomenal. Sí que lo es, le respondí. ¿Me dejas que te presente a mi amiga? Está muy triste porque le ha dejado el novio, la verdad es que ha salido ganando, pues era un estúpido y un machista, así podríamos tomarnos unas copas los cuatro juntos, quién sabe, lo mismo hasta acabáis saliendo juntos. Sonreí, no le dije nada, pero yo sabía que era imposible que su amiga me gustara, toda mi mente y toda mi imaginación estaban centradas en mi nueva ilusión. Se dio la vuelta y llamó a su amiga. Yo, mientras, le di un largo sorbo a mi cubata. Cuando me giré para ver quién era su amiga, mi corazón comenzó a palpitar descontroladamente. No, no puede ser, repetía incesantemente mi interior. Pero sí, sí era, era ella. Recordé una frase que vi escrita en una carpeta cuando era joven: "La he visto y me ha mirado, hoy los cielos me sonríen, hoy creo en Dios". No estoy muy seguro de que la frase sea exactamente así, el caso es que eso fue lo que se instaló en mi mente al verla venir. Dos besos que me erizaron el vello, se posaron en mis mejillas. Hola, encantada de conocerte. Encantado yo de conocerte a ti. Parecía distante. Yo ardía por dentro al tenerla tan cerca, pero a ella no parecía apetecerle mucho mi compañía, no se le veía con ganas de mantener una conversación más o menos extensa y yo no me encontraba con la valentía suficiente como para arrancarle las palabras. Después de tomarnos unas copas acabamos en su casa, sus padres se habían ido a pasar el fin de semana a la costa, era algo que hacían con cierta frecuencia. Nosotros nos quedamos en el salón escuchando música, mientras que mi amigo y su amiga se metieron en la primera habitación que encontraron. A lo largo de toda la noche no habíamos hablado demasiado, pero sin la compañía de nuestros dos amigos, las escasas palabras que salían de nuestras bocas se convirtieron en un silencio casi absoluto. Como soy tan tímido, no me atreví a decirle lo que había despertado en mi interior, además, ella estaba triste, se le notaba que estaba triste, al igual que se le notaba que estaba conmigo por obligación. Se adivinaba en su mirada que no había olvidado a su anterior amor, algo lógico por supuesto. Mi amigo y su amiga se revolcaban en la cama haciendo un ruido, tan molesto, que empecé a sentirme incómodo. Creo que a ella le sucedió lo mismo. Comenzamos a evitar nuestras miradas, nos sentíamos desplazados. Decidí marcharme, a ella no pareció importarle, supongo que hasta se alegró. Bueno, tengo que irme, he de atender unos asuntos. Vale, si vuelves por la disco allí nos veremos. Al verme en la calle maldije mi timidez, debí de haberla abrazado y haberla tomado, o tal vez no. Nunca lo sabré.
Siento extenderme tanto, me da la impresión que lo que estoy haciendo es perder tiempo, o ganarlo, puede que me dé miedo suicidarme y por eso estoy retrasándolo todo lo que puedo. Pero no tengo otra salida, mi final tiene que ser tan dramático como el suyo. Quién sabe, quizá la encuentre en la otra vida y allí, sin esta timidez que me ata, pueda explicarle los motivos que me llevaron a cometer tan macabra acción. Intentaré resumir el resto.
Desde entonces, todos los fines de semana mi cuerpo me dirigía hacia la discoteca donde la conocí. Mi amigo no volvió más por allí, pero la amiga de mi gran amor no pareció echarle de menos. Me situaba siempre en el mismo sitio, lejos de la pista de baile, apoyado en la barra y acompañado por un cubata y por mi soledad. Los primeros días nos saludábamos como por obligación, después, poco a poco, comenzamos a entablar diálogos cada vez más extensos, finalmente llegamos a hacernos buenos amigos, pero nada más, nunca me atreví a dar el último paso. Se lo pasaba bien a mi lado, al menos eso creí siempre, pero hace tres días la vi bailando con un tipo de esos guaperas, ella me miró con indiferencia, haciéndome comprender que debía mantenerme apartado. Desde entonces no he podido dormir, no he podido comer, no podía quitármelos de la cabeza, no pensaba en otra cosa, mirara donde mirara, los veía juntos. Hoy volví a la discoteca, tenía la esperanza de verla sola, le iba a decir lo mucho que la quería, le iba a rogar que se olvidara de ese payaso, que yo conseguiría hacerla más feliz que él, porque yo la quería más, porque iba a tratarla como a una reina, porque iba a desvivirme por ella. Pero cuando la vi no estaba sola, el imbécil que me la había arrebatado antes de tenerla se hallaba a su lado. Parecían mantener una conversación interesante, seguramente mucho más interesante que las conversaciones que mantenía conmigo. Mis ojos se llenaron de lágrimas, ella no me vio, decidí marcharme antes de que la locura se apoderara de mí.
No se preocupen, ya termino, siento que mi letra vaya siendo cada vez más difícil de leer, el pulso me tiembla y no tengo ganas de esperar otros treinta y ocho minutos para finalizar mi último escrito.
Sabía que sus padres estaban en el apartamento de la costa, sabía que el guaperas la conquistaría, sabía que se revolcarían disfrutando como animales. Imaginándolos entrecruzados no sé que es lo que me ocurrió. Los ruidos de mi cabeza me decían que debía matarla, que si yo no iba a poseerla ningún otro debía conseguirlo. Me dirigí hacia mi casa con la única intención de coger un enorme cuchillo, un cuchillo que se iba a clavar en los cuerpos de las dos personas que tanto dolor me habían producido, porque él estaría con ella, eso era algo que ya no dudaba, estaría haciéndola gozar. Después de coger el cuchillo, cegado por los celos y dominado por los ruidos de mi cabeza, fui hasta su casa. Llamé a la puerta. Abrió. Estaba vestida, yo imaginé que saldría a abrirme medio desnuda, me alegré, había llegado a tiempo, todavía no habían comenzado a revolcarse. Ella sonreía, esa sonrisa me pareció irónica, se reía de mí, se reía de mi amor, de mi dolor, de mi ira, se reía de mi sufrimiento y de mis celos, eso me llenó de rabia y, sin llegarla a saludar, le clavé el cuchillo en el estómago. Tiré hacia arriba de él, sabía que si rasgaba la herida moriría antes. No lo hice por sadismo, no crean que soy un sádico, lo hice para que su sufrimiento fuera menor. Sus ojos no dejaron de mirarme hasta que se les escapó la vida, una imagen que tengo grabada y que veo constantemente. ¡Qué triste me encuentro! Después, entré dominado por la ira para descuartizar al guaperas. No lo encontré, descubrí que estaba sola, que no había quedado con él. Eso me llenó de remordimiento, un remordimiento que me mata. Recordé la sonrisa con la que me saludó, comprendí que la ironía que yo vi había sido producto de mi ceguera pasional. Comencé a llorar como un niño".
- Joder, vaya carta, si la coge un buen director hace una película cojonuda. Os habéis fijado que está como manchada de gotas, seguramente lloraba mientras la escribía.
Durante los cinco minutos que el inspector había invertido en leer la carta, las investigaciones fueron concluidas y los cuerpos traslados para el análisis forense.
- Está todo demasiado claro, no creo que esto nos dé demasiado trabajo.
La puerta de la casa se cerró, quedando la vivienda llena de silencio.
En el tercer cajón de una mesilla se encontraba un pequeño cuaderno al que nadie prestó atención, era un diario, un diario en cuya última página escrita se hallaban plasmados los últimos pensamientos de la mujer que acababa de ser asesinada, unos pensamientos que aclaraban la historia pero que la hacían aún más triste.
"Hace varios días que no sé nada de ti y siento que te extraño profundamente. Hoy tenía la esperanza de que fueras por la disco pero eso no ha sucedido. Tu ausencia me está llenando de dolor, me pregunto si te habrá molestado el verme el otro día con Luis. En realidad eso era lo que yo deseaba, ansiaba que sufrieras, quería que te vieras tan herido que te olvidaras de esa timidez que te ata, quería que te vieras tan herido que, sin pensártelo, te dirigieras hacia mí y me bombardearas con palabras, palabras que quizás al principio serían desagradables, palabras que, finalmente, me declararían tu amor. Yo, llena de ilusión y de alegría, te contaría que lo hice para darte celos, para que me dijeras lo que sientes por mí, para romper esa estúpida barrera que se interpone entre nosotros, que quería que nuestra demasiado lejana cercanía diera paso a un abrazo, a un beso y a relación intensa y duradera. Quería forjar contigo un futuro lleno de esperanza, pero me da la impresión de que, lejos de conseguir mis propósitos, te he perdido para siempre.
Luis pensó que me gustaba y me ha estado dando la lata toda la noche, finalmente le he dado esquinazo y me he venido a casa. Estoy triste, muy triste, Dios quiera que te vea pronto, cuando eso suceda, te saludaré con una amplia sonrisa, una sonrisa que te muestre toda la felicidad que contiene mi corazón, después te diré que te quiero, que te quiero más que a mi vida, que no puedo estar lejos de ti. Te explicaré lo de Luis, ya verás como al final todo nos parecerá divertido".
DIRECTIONER!!-FOREVER!!
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