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Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 9 de 12. • 1, 2, 3 ... 8, 9, 10, 11, 12
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Halo.
Bueno,miren,estoy atrasada con esta novela y con todas las demás que subo.
Les seré honesta.Veo feo que suba este fin de semana,porque tengo una presentación el domingo y los ensayos me comen el tiempo [después les cuento más].
Además el colegio,como sabrán,fin de cuatrimestre.Trabajos con nota mensual y repasos para examenes,todo junto,me agobian.
Ustedes tienen sus propios problemas,no las lleno con los mios.
No quiero decir que no vaya a subir en toooodo el fin de semana.
Las noches son los unicos momentos que tengo libres,así que mas o menos a esa hora pueden esperar su capitulo.Voy a hacer todo lo posible.
Lo prometo.
Gracias por sus comentarios,sin ellos no adaptara esta cosa,creanme xd.
un beso y me voy a quedar leyendo un poco porque necesito tomar un respiro de tanto lío.
Ustedes también,relájense :B.
Bueno,miren,estoy atrasada con esta novela y con todas las demás que subo.
Les seré honesta.Veo feo que suba este fin de semana,porque tengo una presentación el domingo y los ensayos me comen el tiempo [después les cuento más].
Además el colegio,como sabrán,fin de cuatrimestre.Trabajos con nota mensual y repasos para examenes,todo junto,me agobian.
Ustedes tienen sus propios problemas,no las lleno con los mios.
No quiero decir que no vaya a subir en toooodo el fin de semana.
Las noches son los unicos momentos que tengo libres,así que mas o menos a esa hora pueden esperar su capitulo.Voy a hacer todo lo posible.
Lo prometo.
Gracias por sus comentarios,sin ellos no adaptara esta cosa,creanme xd.
un beso y me voy a quedar leyendo un poco porque necesito tomar un respiro de tanto lío.
Ustedes también,relájense :B.
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
nueva lectora me encanta
Invitado
Invitado
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Beibi! No worries, ya sabes que sí quieres tacos, tienes que sacar buenas notas?
Usté dedíquese a la escuela y cuando puedas, sube. Posoye, tampoco es manda que subas diario o algo así! No, no, no, esto es un hobbie y no una obligación.
Usté estudie y haga lo que tenga que hacer, que aquí te esperaré con tus tacos Jejejejeje
Ksssss
Usté dedíquese a la escuela y cuando puedas, sube. Posoye, tampoco es manda que subas diario o algo así! No, no, no, esto es un hobbie y no una obligación.
Usté estudie y haga lo que tenga que hacer, que aquí te esperaré con tus tacos Jejejejeje
Ksssss
Karrie58
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Capítulo 14.
Levantándose, Harry apoyó las dos manos sobre el escritorio de _______ y examinó las cinco cartas.
Obviamente, todas habían sido escritas por la misma persona; a juzgar por la caligrafía, una mujer.
Miró al conde y a _______, que estaban sentados frente a él.
—¿Hay alguna más?
—Sólo hemos encontrado éstas —respondió ella, que parecía bastante tranquila dadas las
circunstancias.
—¿Alguna idea de cuándo llegó la primera? ¿O la última?
_______ negó con la cabeza.
Harry tamborileó con los dedos sobre el escritorio.
—Esto lo cambia todo.
—Sí —murmuró ella—, así es.
En cada una de las cinco cartas le decía a Melville que se retirara al campo con su sobrina o ella
pagaría las consecuencias. Eso contradecía la teoría original de _______, que había pensado que alguien
trataba de empujarla al matrimonio.
Harry se volvió hacia el conde.
—¿Cree que podría conseguir una licencia de matrimonio rápidamente?
Ella se sobresaltó.
—¿Cómo dices?
—¿Una licencia de matrimonio? —repitió Melville, frunciendo el ceño y rascándose la cabeza—.
¿Quién se casa?
—Me lo tomaré como una negativa —respondió Harry, pensando que nunca había visto el pelo
del conde tan alborotado como ese día—. Tal vez Westfield pueda ayudarnos con eso.
—Harry. —______ parecía nerviosa—. ¿Qué estás tramando?
Enderezando la espalda, él puso los brazos en jarras.
—Al parecer, hay una mujer por ahí que te ve como una amenaza. Probablemente esté interesada
en uno de tus pretendientes.
—Qué interés tan malsano.
—Ojalá sea Montague quien la haya enamorado hasta el punto de volverla loca y agresiva.
________ lo miró alzando una ceja.
Él sonrió con descaro.
—En cualquier caso, si te casas, dejará de verte como a una competidora y dejarás de correr
peligro.
—Tal vez con que le llegue la noticia de nuestro compromiso sea suficiente.
—Me quedaría más tranquilo si durmiéramos bajo el mismo techo.
Eso no era cierto. De hecho, dudaba que pudiera pegar ojo en toda la noche con ________ en su cama,
pero no era correcto hablar de eso delante de lord Melville.
Éste asintió.
—Tiene razón. Yo he demostrado no estar capacitado para cuidar de ti.
Ella bajó la vista hacia su regazo.
—_______ —dijo Harry, tratando de mantener la calma—. Me gustaría conocer tu opinión sobre
este tema.
Ella respiró hondo.
—No estoy preparada para dejar a mi tío solo ahora mismo.
—¿Es él tu única preocupación?
—Sí. ¿Me olvido de algo importante?
—No —respondió Harry, relajándose—. Yo podría instalarme aquí como tu esposo hasta que
termine la temporada.
La mirada de agradecimiento de ______ valía mucho más que cualquier sacrificio, pero no iba a
decírselo.
—¿Harías algo así?
—Haré cualquier cosa que necesites.
—Gracias. —La sonrisa de ella iluminó la habitación.
Una ola de adrenalina le recorrió el cuerpo. ________ sería suya esa misma semana.
—Haz los preparativos que necesites, pero procura no salir de casa a menos que sea
imprescindible.
Ella asintió.
—Yo me ocuparé de esto —añadió Harry, con un último vistazo hacia las cartas.
Sintió que la furia volvía con fuerza. Encontraría al autor o autora de las amenazas y se
aseguraría de que no volviera a ser un peligro para _______. El matrimonio no sería el último acto de
aquella obra.
Harry sacudió las riendas para alejarse del palacio de Lambeth, la residencia del arzobispo de
Canterbury. Con una última mirada hacia la cerca de ladrillo y la torre de Lollard, se tocó la licencia
especial que acababa de conseguir, para asegurarse de que ésta seguía en su bolsillo interior, y partió.
Colocándose a su lado, Westfield dijo:
—Todavía tienes que contarme qué decían las cartas. Ya que han sido las culpables de que
tengamos que hacer esta visita relámpago al arzobispado, lo menos que puedes hacer es satisfacer mi
curiosidad.
—Eran misivas breves, de pocas líneas, casi como poemas. En todas se aconsejaba que _______ se
fuera al campo. En dos había referencias veladas a sillas de montar y al lago de Hyde Park, ambas
cosas relacionadas con los accidentes sufridos por la señorita Martin.
—¿No había ninguna referencia a la estatua del museo? Tal vez aquello fuera un accidente de
verdad.
—Tal vez. Me falta mucha información. No sé cuándo llegaron las cartas. Si hubiera sido antes
de los accidentes, podrían considerarse amenazas. Pero si son posteriores podrían ser burlas.
—¿Y dices que están escritas por una mujer? —Westfield silbó—. Bueno, tiene sentido. Si se
tratara de un hombre, le resultaría más fácil comprometer a la señorita Martin para impedir que se
casara.—
Dudo que ella se hubiera casado con su atacante, por mucho que la hubiera comprometido.
Odia que la manejen contra su voluntad y su respeto por las normas de la sociedad tiene un límite.
—¿De veras? —El conde se bajó el ala del sombrero para protegerse del sol del crepúsculo—.
Cuantas más cosas descubro de ella, más me gusta. ¿Quién se podía imaginar que una solterona iba a
inspirar tantas intrigas en su sexta temporada?
—Lo que hace que uno se pregunte: ¿por qué ahora? Las cartas de Melville llevaban años
acumulando polvo. El ama de llaves trajo un buen montón más de otras de años anteriores y en
ninguna había amenazas. Las advertencias son todas de esta temporada.
—¿Dejarás la investigación a medias para irte de luna de miel?
La mención de la luna de miel llenó su mente de imágenes lujuriosas.
—Ojalá tuviera tanta suerte.
—Tienes mucha suerte.
—¿Ah, sí? —Harry alzó las cejas.
—Reconociste lo que querías y te aseguraste de conseguirlo.
Mirando al frente, Harry se preguntó a qué se debería el tono sombrío de su amigo, generalmente
tan alegre.
—¿Todo va bien?
—Por supuesto. En mi mundo siempre todo va bien, Styles. No hay sorpresas, no hay desafíos. La
compostura lo domina todo.
—Eso tiene que ser bueno.
—Aburrido es lo que es.
Harry se echó a reír y puso el caballo al trote, dejando el Támesis atrás. Aún tenía un montón de
cosas que hacer antes de que acabara el día.
—Puedes quedarte en mi mundo un rato más, si quieres. No hay tiempo para el aburrimiento.
—Espera a que seas un hombre casado —se burló Westfield.
Al entrar en casa, Harry oyó unas risas estridentes que llegaban desde el salón.
Westfield acababa de entrar en el vestíbulo cuando Herbert Crouch lo vio a él.
Herbert, que estaba apoyado en el quicio de la puerta del salón como si los estuviera esperando,
se sacó las manos de los bolsillos y se enderezó. Era uno de los empleados más veteranos de Harry.
Tanto que sus dos hijos mayores ya trabajaban también para él.
Se acercó a ellos pesadamente, con una amplia sonrisa asomando entre su poblada y descuidada
barba. Los Crouch eran una familia de apariencia física curiosa. Herbert no era tan alto como Harry,
pero sí mucho más corpulento. Sus hijos eran una especie de gigantes. La cabeza de su padre no les
llegaba ni a los hombros.
Herbert se alborotó el pelo rubio con su manaza, deshaciendo la marca que le había dejado el
sombrero.
—Tengo noticias que le pueden interesar, jefe.
Señalando el despacho con la barbilla, Harry le entregó el sombrero y los guantes al mayordomo,
pero se dejó la chaqueta puesta. No tenía intención de separarse de la licencia de matrimonio que
llevaba en el bolsillo.
Mientras se sentaba tras el escritorio, Westfield se acercó a las licoreras y se sirvió un armañac.
Herbert se dejó caer en uno de los sofás.
Con una copa en la mano, Westfield se volvió hacia ellos, pero se quedó a un lado, apoyado en el
aparador, con las piernas cruzadas a la altura de los tobillos.
—¿Qué tal, Crouch? —preguntó.
Harry se volvió hacia su amigo. El conde parecía estar bebiendo más de la cuenta últimamente.
Si seguía así, tendría que sacarle el tema en algún momento. No le apetecía nada, pero empezaba a
preocuparse por su salud.
—Todo lo bien que uno puede esperar, milord —respondió Herbert.
No sonrió, lo que no era normal en él, aunque Harry sabía que se sentía incómodo en presencia
de la nobleza.
—¿Cómo están la señora Crouch y los niños?
—Todos bien. La señora vuelve a estar esperando.
—¿Otra vez? ¡Santo Dios! —Westfield bebió un buen trago—. ¿Cuántos tienes ya?
—Dieciocho. Hasta que llegue el pequeño.
—Eres más hombre que yo, Crouch.
Herbert se tiró de la barba y miró a su jefe, como pidiéndole ayuda.
Harry se apiadó de él.
—Antes de que empieces, tengo que avisarte de que las cosas han cambiado. Ahora estamos
buscando a una mujer.
—¡Lo sabía! —Herbert se palmeó la rodilla.
—Me lo creo. —Harry estaba muy satisfecho con su equipo. Herbert tenía un gran instinto para
notar cuándo algo no encajaba—. ¿Qué has descubierto?
—Todavía me quedan cosas por aclarar sobre alguno de los arrendatarios, pero hay una mujer que
no es trigo limpio.
—¿Quién?
—Vanessa Pennington. Aaron y yo hemos estado haciendo preguntas y nadie conoce al señor
Pennington. No lleva ningún anillo. En su casa no tiene papeles, ni cartas, ni retratos...
—Tal vez guarde esos objetos en un sitio privado —sugirió Westfield.
—Ya lo miré.
—¿Cómo...? —Westfield se interrumpió—. Olvídalo.
Harry sonrió.
—Su casa está encima de la tienda, ¿no?
Herbert asintió.
—Aparte del local que le alquiló la señorita Martin, no he encontrado ningún otro documento a
su nombre. En cambio, encontré algunos recibos a nombre de Vanessa Chilcott.
—Chilcott. —Harry se echó hacia atrás en la silla—. Maldita sea.
—Son una panda de inútiles, ladrones y malhechores. —Apartándose del aparador, Westfield fue
a sentarse frente a Herbert—. Tal vez su éxito con lady Georgina los ha hecho más atrevidos a la hora
de acercarse a la familia Tremaine.
—¿Qué relación tiene Vanessa Chilcott con el padrastro de la señorita Martin?
Herbert se encogió de hombros.
—Aparte de halagos hacia su cara y su figura, los demás comerciantes de la zona no han sabido
decirme nada sobre ella. Al parecer, es muy reservada.
Westfield resopló.
—Por lo visto, todos los Chilcott son muy guapos. No es algo que a mí me impresione, pero es
evidente que no puede decirse lo mismo de todo el mundo, o la familia no tendría tanto éxito con sus
trucos.
Harry desvió la vista. ______ era demasiado inteligente como para no haberse dado cuenta de las
similitudes entre su relación con él y la de su madre con Chilcott. Había tenido que superar prejuicios
importantes para confiar en él, lo que hacía que esa confianza fuera aún más apreciable.
Iba a tener que actuar con cuidado o arriesgarse a perder algo de valor incalculable.
—Quiero que se le haga un seguimiento a la señorita Chilcott las veinticuatro horas del día hasta
nuevo aviso —le dijo a Herbert—. Quiero saber con quién habla, adónde va, qué horarios sigue. Y
necesito conocer su relación con la señorita Martin.
—Me encargaré de todo —respondió Herbert, levantándose con esfuerzo.
Harry lo observó mientras se retiraba y luego se volvió hacia Westfield.
—Visité la tienda de la señora Pennington con la señorita Martin, y ______ no parecía conocerla de
nada. La señorita Chilcott, en cambio, me pareció extrañamente interesada en ella.
—No me extraña. —El conde hizo un gesto despreocupado, como quitándole importancia—.
Vive y trabaja en un local de su propiedad.
—Pero la señorita Chilcott no tendría que haber estado al corriente de esa información. La
señorita Martin se toma muchas molestias para mantener el anonimato. Su hombre de confianza se
ocupa de todas las gestiones. Cree que así es mejor para todos. —Golpeó la mesa con los nudillos—.
Maldita sea, si hubiera guardado el recibo de la compra que le hice, podría comparar la letra de
Vanessa Chilcott con la de las cartas amenazadoras.
—No entiendo por qué a esa señorita puede interesarle impedir que la señorita Martin se case.
¿Por mezquindad?
—La relación comercial entre ambas crea un vínculo que no existiría de otra manera —
reflexionó Harry en voz alta—. Un acuerdo legal entre las dos partes trae consigo ramificaciones y
responsabilidades. Tal vez la señorita Chilcott le eche algo en cara a la señorita Martin como pariente
por vía matrimonial, pero su relación familiar es demasiado lejana para tener validez. Pero como
arrendataria, si se creara una situación en la que la señorita Martin pudiera ser vista como responsable
de pérdidas en el negocio, tal vez pudiese negociar con ella un acuerdo económico a cambio de no
denunciarla.
—Ya veo. En calidad de propietaria pueden sacarle más dinero que por la vía del parentesco. Es
un plan retorcido, pero no puedo decir que me extrañe demasiado, teniendo en cuenta la fama de
ladrones de esa familia.
—Exacto. Y eso también explicaría por qué la señorita Chilcott ha ocultado su auténtica
identidad.
—Pero si su identidad es falsa, ¿no invalidaría eso cualquier demanda ante el juez? —se preguntó
Westfield.
—Suponiendo que mi teoría fuera cierta, dudo que la joven tuviera previsto llegar a los
tribunales. Si obtuviera cualquier tipo de información que pudiera usar contra la señorita Martin, me
imagino que trataría de conseguir un discreto pago, a cambio de guardar silencio. Pero si la señorita
Martin se casa, es dudoso que su esposo fuera a dejarse amenazar o manipular con facilidad.
—La extorsión es un asunto muy feo. Lo mejor es no tener nada que ocultar.
—El pedido que le encargué a la señorita Chilcott ya debe de estar listo. Son productos hechos
por encargo, al gusto del cliente, por eso han tardado un poco —dijo Harry, dando unos golpecitos en
el suelo con el pie, inquieto.
Dejando la copa sobre la mesa con un golpe seco, Westfield se puso en pie ágilmente.
—Te acompaño. No quiero perderme ni un detalle de esta historia.
—Espero que acabe pronto y que la señorita Martin pueda vivir tranquila. —Se sacó el reloj de
bolsillo para consultar la hora y maldijo entre dientes.
—¿Vuelves a llegar tarde? —preguntó su amigo, burlón—. Se está convirtiendo en una
costumbre. Yo que pensaba que ibas a pervertir a la señorita Martin y resulta que es ella la que te está
pervirtiendo a ti...
Harry decidió mirarlo por el lado bueno. Cuanto más rápido pasara el tiempo, antes sería _______ su
esposa.—
Date prisa, Westfield.
Pero apresurarse no les sirvió de nada. Aunque llegaron a una hora en que la tienda debería haber
estado abierta, la señorita Chilcott no estaba allí.
—Pues menuda manera de llevar un negocio —murmuró el conde, levantando la vista hacia la
marquesina a rayas.
—No me extraña. Por lo que me has contado, los Chilcott no tienen tendencia a ganarse la vida
trabajando duro.
Harry esperó a Peter Crouch, que había ido a examinar la entrada trasera, la que daba acceso a la
vivienda, situada en el piso de arriba. El joven apareció poco después, negando con la cabeza.
—¡Maldita sea esa mujer! —murmuró Harry—. Que vuelva de una vez. He quedado con
Montague en el club de Remington dentro de una hora, para hablar de su absurdo proyecto minero.
Westfield se volvió hacia él.
—A pesar de tu inminente boda y de la malvada señorita Chilcott, ¿sigues sin dejar que el destino
se ocupe de Montague a su manera? Sabes tan bien como yo que acabará en la ruina, no hace falta que
lo ayudes.
—Él y su familia me lo deben. Quiero destruirlo con mis propias manos y no descansaré hasta
que esa escritura de propiedad sea mía sin posibilidad de recuperación.
El conde suspiró, alejándose del edificio.
—Te acompaño hasta la puerta del club, pero esta noche ya no me necesitarás. Cuando anuncies
tu boda con la señorita Martin, se te abrirán todas las puertas de Londres. Yo, sin embargo, necesito
una bebida fuerte y una mujer delicada.
—Cuidado con esa bebida —le aconsejó Harry, mientras iban a buscar sus caballos.
—¿Me aconsejas una bebida suave y una mujer fuerte? No es mala idea.
Ninguno de ellos vio a la mujer que los había estado espiando desde el piso de arriba, a través de
la ventana entreabierta, sentada en el suelo. Una sonrisa curvó sus preciosos labios. Con un brillo
codicioso en la mirada, empezó a idear un plan.
A _______ le estaba costando mucho mantener la calma, sabiendo que se casaría al día siguiente. Sin
embargo, el baile de los Cranmore no era un buen sitio para mostrarse inquieta.
Habían pasado varios años desde la última vez que asistió a un evento en casa de los Granmore.
Lady Cranmore era una anfitriona perfeccionista, cuyas ideas para entretener a sus invitados
solían ser muy celebradas y copiadas. Su experiencia era evidente esa noche. Las columnas jónicas
estaban recubiertas de tul y enredaderas y, cuando la orquesta dejaba de tocar, varios intérpretes
distribuidos por las esquinas amenizaban el ambiente con música de arpa, mientras en el jardín trasero
varias antorchas ardían con fuerza.
La intención era dotar a la fiesta de un aire de decadencia al estilo de la Grecia clásica, y todo el
mundo parecía estar pasando un buen rato.
_______, por el contrario, estaba muy tensa, dividida entre una gran euforia y un miedo igual de
grande. Al día siguiente estaría casada. Tras muchos años de luchar por no cometer los mismos errores
que su madre, ya no dejaba que Georgina dominara sus actos desde la tumba. Eso hacía que cada
momento del día fuera especial.
—Estoy tan contenta —dijo lady Collingsworth, mirándola con ojos brillantes—. Tengo que
confesar que, cuando me dijiste que te casabas tan pronto, tuve miedo de no poder estar a la altura de
las circunstancias.
Personalmente, _______ pensaba que una boda con la familia y los amigos más íntimos habría sido
lo deseable, pero no quería disgustar a Regina ni quitarle la ilusión.
—Gracias. Te portas muy bien conmigo.
—Tonterías. —Regina sacudió la mano enguantada despreocupadamente—. Ya había perdido la
esperanza de verte casada. Me alegro muchísimo de que por fin hayas encontrado a alguien especial,
alguien valioso para ti.
—Valioso —repitió _______, volviendo la cabeza hasta localizar a Harry.
Estaba en un extremo de la sala de baile, hablando con Montague. Al parecer, esa noche no estaba
allí Westfield.
—Últimamente estás desconocida —murmuró Regina—. Quién se iba a imaginar que recibirías
proposiciones de dos de los solteros más codiciados. Me parece fascinante. ¿Sabe el señor Styles
quiénes eran sus competidores?
—Sí.
—Lord Montague está siendo muy elegante. Fíjate, está hablando educadamente con tu
prometido. Menudo par de hombres. Desde aquí podrían pasar perfectamente por hermanos.
—Por lo que he oído, las similitudes entre los dos se limitan a la apariencia física.
Regina se inclinó hacia ella.
—Qué intrigante.
________ bajó la voz hasta convertirla en un murmullo.
—¿Has oído algún rumor preocupante sobre lord Montague?
—¿De qué tipo?
—Déjalo. Hay cosas que es mejor no saber.
—¡No puedes empezar a decir algo así y dejarlo a medias!
Cuando se convenció de que _______ no diría nada más sobre el tema, lady Collingsworth abrió el
abanico con decisión.
—Había pensado que al conocerse la noticia de tu compromiso, tal vez la pobre señorita
Rothschild lograría atraer la atención de lord Montague, pero ahora me pregunto si será tan buen
partido como pretende ser.
—¿Jane Rothschild? —______ frunció el ceño.
—Sí, está allí, medio escondida. —Regina señaló hacia una columna, cerca de donde Harry
hablaba con el conde—. ¿Ves cómo lo mira, triste y desolada? Siempre la veo cerca de él, como si
quisiera que se fijara en ella. Su comportamiento deja mucho que desear, pero hay que excusarla. No
viene de buena familia.
Jane era una joven bonita, con los ojos y el cabello de color miel y una figura curvilínea. Sin
embargo, desprendía un aire de melancolía. Tal vez fuese por el mohín de su boca, o por su modo de
moverse constantemente, como si estuviera tan inquieta por dentro que su desasosiego se manifestase
físicamente.
—Montague me comentó que había tratado de cortejarla, pero que ella se había mostrado poco
receptiva.
—Me cuesta creerlo. —Regina frunció el ceño—. Sus padres pagarían lo que fuera por
conseguirle un título de condesa, y ella... bueno, su comportamiento habla por sí solo.
________ no podía discutirle ni una cosa ni la otra. Curiosa, se excusó y se acercó a la joven. ¿Por qué
le habría dicho Montague que ella no respondía a sus atenciones, cuando la realidad sugería todo lo
contrario? Era muy extraño, sobre todo teniendo en cuenta la apurada situación económica del conde y
la magnitud de la fortuna de los Rothschild.
Mientras se acercaba, Montague se apartó de Harry y se dirigió hacia los ventanales que daban al
jardín. Jane parecía dispuesta a seguirlo, pero _______ se lo impidió, saludándola:
—Señorita Rothschild, ¿qué tal? ¿Cómo está?
La joven dirigió una mirada frenética hacia la espalda de Montague, antes de volverse hacia ella
con una débil sonrisa.
—Estoy bien, señorita Martin, gracias por su interés. Y enhorabuena por su compromiso.
Desde cerca, _______ se fijó en que Jane estaba pálida y ojerosa.
—Gracias. ¿Le apetece algo de beber? ¿Una limonada?
—No. —La muchacha volvió a mirar hacia el jardín—. No tengo sed.
—Señorita Martin.
Harry, que la estaba mirando con curiosidad, la llamó.
Jane aprovechó para marcharse.
—Discúlpeme, señorita Martin. Buenas noches.
_______ se quedó mirando cómo salía apresuradamente al jardín.
Colocándose frente a su campo de visión, Harry le preguntó:
—¿Va todo bien?
—Lo dudo.
Él se inclinó. Estaba demasiado cerca para lo que exigían las normas del decoro, pero a ________ no
le importaba. Las sensaciones que le despertaba su proximidad bien valían todas las críticas.
—¿Qué sabes de los parientes de tu padrastro? —le preguntó Harry.
—Muy poco. Sólo hablaba con él cuando no tenía más remedio.
Harry la miró atentamente.
—¿Qué tenía que te disgustaba tanto?
—Habrías tenido que conocer a mi madre para poder entenderlo. Georgina era... errática.
Impulsiva. Necesitaba a su lado a alguien que tirara de sus riendas de vez en cuando, como mi padre,
pero el señor Chilcott era demasiado indulgente. Siempre la animaba, por muy absurdas que fueran
sus ocurrencias o sus cambios de plan. Y eso fue precisamente lo que los llevó a la tumba. Ella decidió
de pronto que tenían que viajar al norte para celebrar sus seis meses de casados. No hizo caso de las
previsiones que advertían del mal estado de las carreteras por causa de lluvias torrenciales, y él no
tuvo el sentido común o la voluntad para imponerse.
—Ya veo.
_______ volvió a mirar hacia fuera, pero no vio ni rastro de Jane Rothschild ni de lord Montague. El
jardín de los Cranmore, bastante heterogéneo, tenía un laberinto, una pagoda, obeliscos de varios
tamaños, la recreación de unas ruinas griegas y un cenador cubierto de rosales. Era muy extenso y no
se podía ver entero desde la sala de baile.
—¿Qué miras? —le preguntó finalmente Harry.
—Acompáñame fuera.
Alzando una ceja en una muda muestra de curiosidad, él le ofreció el brazo y la acompañó al
jardín. Al pisar la grava del final de la terraza, siguieron paseando. Había varios grupos desperdigados,
pero el lugar era lo bastante grande como para garantizar la privacidad de las conversaciones.
—¿Se puede saber qué estamos haciendo exactamente?
Aunque concentrada en encontrar a Jane Rothschild, _______ se dejó seducir por su sugerente tono
de voz.—
Estamos buscando un rincón tranquilo.
—¿Está tratando de ponerme en una situación comprometida, señorita Martin?
—Confieso que la idea es tentadora. Si quisieras llevarme a algún sitio donde nadie nos
encontrara, ¿adónde me llevarías?
Harry miró a su alrededor.
—Al laberinto seguro que no. Ni al cenador. El templo no sería un mal lugar, siempre que
pudieras controlar esos dulces gemidos que me vuelven loco.
—Tú tampoco eres muy silencioso que digamos.
—Sólo contigo, amor mío. Me haces perder el control.
_______ contuvo el aliento al oír el término cariñoso. Avergonzada por la intensidad de su reacción,
apartó la vista... y vio huellas que se apartaban del camino y se adentraban en el césped. Tirando del
brazo de Harry, señaló el suelo.
Él contempló las huellas, pensativo.
Dos huellas eran claramente visibles. El resto quedaban ocultas por los helechos. Un viejo aliso
extendía sus ramas sobre ellos, tapándoles la luz de la luna.
________ le soltó el brazo y, tras mirar a un lado y a otro para asegurarse de que nadie los estaba
mirando, siguió las huellas. Aunque no lo oía, sabía que Harry la estaba siguiendo. Al acercarse al
tronco, oyó unas voces: una femenina, suplicante; otra masculina, seca.
Agarrándola del codo, él la echó a un lado y le indicó con un gesto que se agachara tras un
arbusto de boj. _______ se recogió la falda del vestido color verde pálido para que no se le ensuciara.
La otra pareja seguía oculta tras el tronco del árbol, pero se los oía mucho mejor.
—¡No puedes dejarme así! —exclamó Jane.
—Puedo hacer lo que me venga en gana, ¿aún no te ha quedado claro?
Aunque _______ conocía la identidad de la pareja, Jasper no. Ella vio que reconocía la voz de
Montague, pero no la de Jane Rothschild.
—No me dejas elección —dijo la joven con firmeza—. Les diré a mis padres lo que me hiciste en
la fiesta campestre de los Hammond. Les diré que espero un hijo tuyo.
—¿Ah, sí? ¿Es mío? —replicó Montague sin inmutarse—. Eres una fresca y una promiscua.
Estoy seguro de que encontraré a otros que aseguren que han probado también tus encantos.
Harry dio un brinco y _______ se volvió hacia él, preocupada. Al apoyarle una mano en el brazo, vio
que lo tenía duro como el mármol. Su cara también parecía de piedra. Tenía la mandíbula apretada con
tanta fuerza que se le marcaban los músculos del cuello. Sin embargo, no parecía sorprendido por lo
que estaba oyendo.
—Nadie me había tocado antes que tú —replicó Jane, con más dignidad de la que _______ habría
mostrado en una situación parecida—. Me forzaste, y ahora debes cargar con las consecuencias. No
puedo seguir ocultando lo que hiciste.
—¿Me estás acusando de violación? Es una acusación muy grave, señorita Rothschild. De hecho,
me parece tan indignante que creo que voy a interponer una alegación en tu contra, por scandalum
magnatum. Es un concepto anticuado, pero servirá para proteger mi buen nombre. La pena por difamar
a un par del reino es la cárcel. No creo que sea el lugar más indicado para una mujer en tu estado.
—Eres un monstruo. Un canalla inmoral. Un demonio de lujuria y depravación.
Él se echó a reír.
—Y a pesar de todo quieres casarte conmigo. ¿En qué te convierte eso?
—En una mujer desesperada —susurró Jane.
______ sintió náuseas. Agarrándola del brazo, Harry la ayudó a levantarse y la guió de vuelta al
camino de grava, donde prácticamente chocaron contra sir Richard Tolliver y su hermana.
—Vaya —dijo Tolliver—. ¿Qué estaban haciendo tan escondidos, señor Styles?
—Nos hemos perdido en la oscuridad —respondió Harry, rodeándolos.
—¿Se han perdido? —Tolliver se echó a reír—. Eso es absurdo. ¿No le importa la reputación de
la señorita Martin? Por descontado, mi hermana y yo seremos discretos, pero...
—Agradecemos mucho su discreción. Si nos disculpan... —Con una rápida reverencia, Harry se
alejó en dirección a la casa, obligando a _______ a caminar a una velocidad indecorosa para seguirlo.
Mientras se alejaban, echó la vista atrás y vio que Tolliver charlaba animadamente con su
hermana. Al volverse otra vez hacia la casa, vio una fugaz sombra moverse bajo el aliso y sintió un
escalofrío.
¿Los habría descubierto Jane Rothschild? O, peor aún, ¿los habría descubierto Montague?
Levantándose, Harry apoyó las dos manos sobre el escritorio de _______ y examinó las cinco cartas.
Obviamente, todas habían sido escritas por la misma persona; a juzgar por la caligrafía, una mujer.
Miró al conde y a _______, que estaban sentados frente a él.
—¿Hay alguna más?
—Sólo hemos encontrado éstas —respondió ella, que parecía bastante tranquila dadas las
circunstancias.
—¿Alguna idea de cuándo llegó la primera? ¿O la última?
_______ negó con la cabeza.
Harry tamborileó con los dedos sobre el escritorio.
—Esto lo cambia todo.
—Sí —murmuró ella—, así es.
En cada una de las cinco cartas le decía a Melville que se retirara al campo con su sobrina o ella
pagaría las consecuencias. Eso contradecía la teoría original de _______, que había pensado que alguien
trataba de empujarla al matrimonio.
Harry se volvió hacia el conde.
—¿Cree que podría conseguir una licencia de matrimonio rápidamente?
Ella se sobresaltó.
—¿Cómo dices?
—¿Una licencia de matrimonio? —repitió Melville, frunciendo el ceño y rascándose la cabeza—.
¿Quién se casa?
—Me lo tomaré como una negativa —respondió Harry, pensando que nunca había visto el pelo
del conde tan alborotado como ese día—. Tal vez Westfield pueda ayudarnos con eso.
—Harry. —______ parecía nerviosa—. ¿Qué estás tramando?
Enderezando la espalda, él puso los brazos en jarras.
—Al parecer, hay una mujer por ahí que te ve como una amenaza. Probablemente esté interesada
en uno de tus pretendientes.
—Qué interés tan malsano.
—Ojalá sea Montague quien la haya enamorado hasta el punto de volverla loca y agresiva.
________ lo miró alzando una ceja.
Él sonrió con descaro.
—En cualquier caso, si te casas, dejará de verte como a una competidora y dejarás de correr
peligro.
—Tal vez con que le llegue la noticia de nuestro compromiso sea suficiente.
—Me quedaría más tranquilo si durmiéramos bajo el mismo techo.
Eso no era cierto. De hecho, dudaba que pudiera pegar ojo en toda la noche con ________ en su cama,
pero no era correcto hablar de eso delante de lord Melville.
Éste asintió.
—Tiene razón. Yo he demostrado no estar capacitado para cuidar de ti.
Ella bajó la vista hacia su regazo.
—_______ —dijo Harry, tratando de mantener la calma—. Me gustaría conocer tu opinión sobre
este tema.
Ella respiró hondo.
—No estoy preparada para dejar a mi tío solo ahora mismo.
—¿Es él tu única preocupación?
—Sí. ¿Me olvido de algo importante?
—No —respondió Harry, relajándose—. Yo podría instalarme aquí como tu esposo hasta que
termine la temporada.
La mirada de agradecimiento de ______ valía mucho más que cualquier sacrificio, pero no iba a
decírselo.
—¿Harías algo así?
—Haré cualquier cosa que necesites.
—Gracias. —La sonrisa de ella iluminó la habitación.
Una ola de adrenalina le recorrió el cuerpo. ________ sería suya esa misma semana.
—Haz los preparativos que necesites, pero procura no salir de casa a menos que sea
imprescindible.
Ella asintió.
—Yo me ocuparé de esto —añadió Harry, con un último vistazo hacia las cartas.
Sintió que la furia volvía con fuerza. Encontraría al autor o autora de las amenazas y se
aseguraría de que no volviera a ser un peligro para _______. El matrimonio no sería el último acto de
aquella obra.
Harry sacudió las riendas para alejarse del palacio de Lambeth, la residencia del arzobispo de
Canterbury. Con una última mirada hacia la cerca de ladrillo y la torre de Lollard, se tocó la licencia
especial que acababa de conseguir, para asegurarse de que ésta seguía en su bolsillo interior, y partió.
Colocándose a su lado, Westfield dijo:
—Todavía tienes que contarme qué decían las cartas. Ya que han sido las culpables de que
tengamos que hacer esta visita relámpago al arzobispado, lo menos que puedes hacer es satisfacer mi
curiosidad.
—Eran misivas breves, de pocas líneas, casi como poemas. En todas se aconsejaba que _______ se
fuera al campo. En dos había referencias veladas a sillas de montar y al lago de Hyde Park, ambas
cosas relacionadas con los accidentes sufridos por la señorita Martin.
—¿No había ninguna referencia a la estatua del museo? Tal vez aquello fuera un accidente de
verdad.
—Tal vez. Me falta mucha información. No sé cuándo llegaron las cartas. Si hubiera sido antes
de los accidentes, podrían considerarse amenazas. Pero si son posteriores podrían ser burlas.
—¿Y dices que están escritas por una mujer? —Westfield silbó—. Bueno, tiene sentido. Si se
tratara de un hombre, le resultaría más fácil comprometer a la señorita Martin para impedir que se
casara.—
Dudo que ella se hubiera casado con su atacante, por mucho que la hubiera comprometido.
Odia que la manejen contra su voluntad y su respeto por las normas de la sociedad tiene un límite.
—¿De veras? —El conde se bajó el ala del sombrero para protegerse del sol del crepúsculo—.
Cuantas más cosas descubro de ella, más me gusta. ¿Quién se podía imaginar que una solterona iba a
inspirar tantas intrigas en su sexta temporada?
—Lo que hace que uno se pregunte: ¿por qué ahora? Las cartas de Melville llevaban años
acumulando polvo. El ama de llaves trajo un buen montón más de otras de años anteriores y en
ninguna había amenazas. Las advertencias son todas de esta temporada.
—¿Dejarás la investigación a medias para irte de luna de miel?
La mención de la luna de miel llenó su mente de imágenes lujuriosas.
—Ojalá tuviera tanta suerte.
—Tienes mucha suerte.
—¿Ah, sí? —Harry alzó las cejas.
—Reconociste lo que querías y te aseguraste de conseguirlo.
Mirando al frente, Harry se preguntó a qué se debería el tono sombrío de su amigo, generalmente
tan alegre.
—¿Todo va bien?
—Por supuesto. En mi mundo siempre todo va bien, Styles. No hay sorpresas, no hay desafíos. La
compostura lo domina todo.
—Eso tiene que ser bueno.
—Aburrido es lo que es.
Harry se echó a reír y puso el caballo al trote, dejando el Támesis atrás. Aún tenía un montón de
cosas que hacer antes de que acabara el día.
—Puedes quedarte en mi mundo un rato más, si quieres. No hay tiempo para el aburrimiento.
—Espera a que seas un hombre casado —se burló Westfield.
Al entrar en casa, Harry oyó unas risas estridentes que llegaban desde el salón.
Westfield acababa de entrar en el vestíbulo cuando Herbert Crouch lo vio a él.
Herbert, que estaba apoyado en el quicio de la puerta del salón como si los estuviera esperando,
se sacó las manos de los bolsillos y se enderezó. Era uno de los empleados más veteranos de Harry.
Tanto que sus dos hijos mayores ya trabajaban también para él.
Se acercó a ellos pesadamente, con una amplia sonrisa asomando entre su poblada y descuidada
barba. Los Crouch eran una familia de apariencia física curiosa. Herbert no era tan alto como Harry,
pero sí mucho más corpulento. Sus hijos eran una especie de gigantes. La cabeza de su padre no les
llegaba ni a los hombros.
Herbert se alborotó el pelo rubio con su manaza, deshaciendo la marca que le había dejado el
sombrero.
—Tengo noticias que le pueden interesar, jefe.
Señalando el despacho con la barbilla, Harry le entregó el sombrero y los guantes al mayordomo,
pero se dejó la chaqueta puesta. No tenía intención de separarse de la licencia de matrimonio que
llevaba en el bolsillo.
Mientras se sentaba tras el escritorio, Westfield se acercó a las licoreras y se sirvió un armañac.
Herbert se dejó caer en uno de los sofás.
Con una copa en la mano, Westfield se volvió hacia ellos, pero se quedó a un lado, apoyado en el
aparador, con las piernas cruzadas a la altura de los tobillos.
—¿Qué tal, Crouch? —preguntó.
Harry se volvió hacia su amigo. El conde parecía estar bebiendo más de la cuenta últimamente.
Si seguía así, tendría que sacarle el tema en algún momento. No le apetecía nada, pero empezaba a
preocuparse por su salud.
—Todo lo bien que uno puede esperar, milord —respondió Herbert.
No sonrió, lo que no era normal en él, aunque Harry sabía que se sentía incómodo en presencia
de la nobleza.
—¿Cómo están la señora Crouch y los niños?
—Todos bien. La señora vuelve a estar esperando.
—¿Otra vez? ¡Santo Dios! —Westfield bebió un buen trago—. ¿Cuántos tienes ya?
—Dieciocho. Hasta que llegue el pequeño.
—Eres más hombre que yo, Crouch.
Herbert se tiró de la barba y miró a su jefe, como pidiéndole ayuda.
Harry se apiadó de él.
—Antes de que empieces, tengo que avisarte de que las cosas han cambiado. Ahora estamos
buscando a una mujer.
—¡Lo sabía! —Herbert se palmeó la rodilla.
—Me lo creo. —Harry estaba muy satisfecho con su equipo. Herbert tenía un gran instinto para
notar cuándo algo no encajaba—. ¿Qué has descubierto?
—Todavía me quedan cosas por aclarar sobre alguno de los arrendatarios, pero hay una mujer que
no es trigo limpio.
—¿Quién?
—Vanessa Pennington. Aaron y yo hemos estado haciendo preguntas y nadie conoce al señor
Pennington. No lleva ningún anillo. En su casa no tiene papeles, ni cartas, ni retratos...
—Tal vez guarde esos objetos en un sitio privado —sugirió Westfield.
—Ya lo miré.
—¿Cómo...? —Westfield se interrumpió—. Olvídalo.
Harry sonrió.
—Su casa está encima de la tienda, ¿no?
Herbert asintió.
—Aparte del local que le alquiló la señorita Martin, no he encontrado ningún otro documento a
su nombre. En cambio, encontré algunos recibos a nombre de Vanessa Chilcott.
—Chilcott. —Harry se echó hacia atrás en la silla—. Maldita sea.
—Son una panda de inútiles, ladrones y malhechores. —Apartándose del aparador, Westfield fue
a sentarse frente a Herbert—. Tal vez su éxito con lady Georgina los ha hecho más atrevidos a la hora
de acercarse a la familia Tremaine.
—¿Qué relación tiene Vanessa Chilcott con el padrastro de la señorita Martin?
Herbert se encogió de hombros.
—Aparte de halagos hacia su cara y su figura, los demás comerciantes de la zona no han sabido
decirme nada sobre ella. Al parecer, es muy reservada.
Westfield resopló.
—Por lo visto, todos los Chilcott son muy guapos. No es algo que a mí me impresione, pero es
evidente que no puede decirse lo mismo de todo el mundo, o la familia no tendría tanto éxito con sus
trucos.
Harry desvió la vista. ______ era demasiado inteligente como para no haberse dado cuenta de las
similitudes entre su relación con él y la de su madre con Chilcott. Había tenido que superar prejuicios
importantes para confiar en él, lo que hacía que esa confianza fuera aún más apreciable.
Iba a tener que actuar con cuidado o arriesgarse a perder algo de valor incalculable.
—Quiero que se le haga un seguimiento a la señorita Chilcott las veinticuatro horas del día hasta
nuevo aviso —le dijo a Herbert—. Quiero saber con quién habla, adónde va, qué horarios sigue. Y
necesito conocer su relación con la señorita Martin.
—Me encargaré de todo —respondió Herbert, levantándose con esfuerzo.
Harry lo observó mientras se retiraba y luego se volvió hacia Westfield.
—Visité la tienda de la señora Pennington con la señorita Martin, y ______ no parecía conocerla de
nada. La señorita Chilcott, en cambio, me pareció extrañamente interesada en ella.
—No me extraña. —El conde hizo un gesto despreocupado, como quitándole importancia—.
Vive y trabaja en un local de su propiedad.
—Pero la señorita Chilcott no tendría que haber estado al corriente de esa información. La
señorita Martin se toma muchas molestias para mantener el anonimato. Su hombre de confianza se
ocupa de todas las gestiones. Cree que así es mejor para todos. —Golpeó la mesa con los nudillos—.
Maldita sea, si hubiera guardado el recibo de la compra que le hice, podría comparar la letra de
Vanessa Chilcott con la de las cartas amenazadoras.
—No entiendo por qué a esa señorita puede interesarle impedir que la señorita Martin se case.
¿Por mezquindad?
—La relación comercial entre ambas crea un vínculo que no existiría de otra manera —
reflexionó Harry en voz alta—. Un acuerdo legal entre las dos partes trae consigo ramificaciones y
responsabilidades. Tal vez la señorita Chilcott le eche algo en cara a la señorita Martin como pariente
por vía matrimonial, pero su relación familiar es demasiado lejana para tener validez. Pero como
arrendataria, si se creara una situación en la que la señorita Martin pudiera ser vista como responsable
de pérdidas en el negocio, tal vez pudiese negociar con ella un acuerdo económico a cambio de no
denunciarla.
—Ya veo. En calidad de propietaria pueden sacarle más dinero que por la vía del parentesco. Es
un plan retorcido, pero no puedo decir que me extrañe demasiado, teniendo en cuenta la fama de
ladrones de esa familia.
—Exacto. Y eso también explicaría por qué la señorita Chilcott ha ocultado su auténtica
identidad.
—Pero si su identidad es falsa, ¿no invalidaría eso cualquier demanda ante el juez? —se preguntó
Westfield.
—Suponiendo que mi teoría fuera cierta, dudo que la joven tuviera previsto llegar a los
tribunales. Si obtuviera cualquier tipo de información que pudiera usar contra la señorita Martin, me
imagino que trataría de conseguir un discreto pago, a cambio de guardar silencio. Pero si la señorita
Martin se casa, es dudoso que su esposo fuera a dejarse amenazar o manipular con facilidad.
—La extorsión es un asunto muy feo. Lo mejor es no tener nada que ocultar.
—El pedido que le encargué a la señorita Chilcott ya debe de estar listo. Son productos hechos
por encargo, al gusto del cliente, por eso han tardado un poco —dijo Harry, dando unos golpecitos en
el suelo con el pie, inquieto.
Dejando la copa sobre la mesa con un golpe seco, Westfield se puso en pie ágilmente.
—Te acompaño. No quiero perderme ni un detalle de esta historia.
—Espero que acabe pronto y que la señorita Martin pueda vivir tranquila. —Se sacó el reloj de
bolsillo para consultar la hora y maldijo entre dientes.
—¿Vuelves a llegar tarde? —preguntó su amigo, burlón—. Se está convirtiendo en una
costumbre. Yo que pensaba que ibas a pervertir a la señorita Martin y resulta que es ella la que te está
pervirtiendo a ti...
Harry decidió mirarlo por el lado bueno. Cuanto más rápido pasara el tiempo, antes sería _______ su
esposa.—
Date prisa, Westfield.
Pero apresurarse no les sirvió de nada. Aunque llegaron a una hora en que la tienda debería haber
estado abierta, la señorita Chilcott no estaba allí.
—Pues menuda manera de llevar un negocio —murmuró el conde, levantando la vista hacia la
marquesina a rayas.
—No me extraña. Por lo que me has contado, los Chilcott no tienen tendencia a ganarse la vida
trabajando duro.
Harry esperó a Peter Crouch, que había ido a examinar la entrada trasera, la que daba acceso a la
vivienda, situada en el piso de arriba. El joven apareció poco después, negando con la cabeza.
—¡Maldita sea esa mujer! —murmuró Harry—. Que vuelva de una vez. He quedado con
Montague en el club de Remington dentro de una hora, para hablar de su absurdo proyecto minero.
Westfield se volvió hacia él.
—A pesar de tu inminente boda y de la malvada señorita Chilcott, ¿sigues sin dejar que el destino
se ocupe de Montague a su manera? Sabes tan bien como yo que acabará en la ruina, no hace falta que
lo ayudes.
—Él y su familia me lo deben. Quiero destruirlo con mis propias manos y no descansaré hasta
que esa escritura de propiedad sea mía sin posibilidad de recuperación.
El conde suspiró, alejándose del edificio.
—Te acompaño hasta la puerta del club, pero esta noche ya no me necesitarás. Cuando anuncies
tu boda con la señorita Martin, se te abrirán todas las puertas de Londres. Yo, sin embargo, necesito
una bebida fuerte y una mujer delicada.
—Cuidado con esa bebida —le aconsejó Harry, mientras iban a buscar sus caballos.
—¿Me aconsejas una bebida suave y una mujer fuerte? No es mala idea.
Ninguno de ellos vio a la mujer que los había estado espiando desde el piso de arriba, a través de
la ventana entreabierta, sentada en el suelo. Una sonrisa curvó sus preciosos labios. Con un brillo
codicioso en la mirada, empezó a idear un plan.
A _______ le estaba costando mucho mantener la calma, sabiendo que se casaría al día siguiente. Sin
embargo, el baile de los Cranmore no era un buen sitio para mostrarse inquieta.
Habían pasado varios años desde la última vez que asistió a un evento en casa de los Granmore.
Lady Cranmore era una anfitriona perfeccionista, cuyas ideas para entretener a sus invitados
solían ser muy celebradas y copiadas. Su experiencia era evidente esa noche. Las columnas jónicas
estaban recubiertas de tul y enredaderas y, cuando la orquesta dejaba de tocar, varios intérpretes
distribuidos por las esquinas amenizaban el ambiente con música de arpa, mientras en el jardín trasero
varias antorchas ardían con fuerza.
La intención era dotar a la fiesta de un aire de decadencia al estilo de la Grecia clásica, y todo el
mundo parecía estar pasando un buen rato.
_______, por el contrario, estaba muy tensa, dividida entre una gran euforia y un miedo igual de
grande. Al día siguiente estaría casada. Tras muchos años de luchar por no cometer los mismos errores
que su madre, ya no dejaba que Georgina dominara sus actos desde la tumba. Eso hacía que cada
momento del día fuera especial.
—Estoy tan contenta —dijo lady Collingsworth, mirándola con ojos brillantes—. Tengo que
confesar que, cuando me dijiste que te casabas tan pronto, tuve miedo de no poder estar a la altura de
las circunstancias.
Personalmente, _______ pensaba que una boda con la familia y los amigos más íntimos habría sido
lo deseable, pero no quería disgustar a Regina ni quitarle la ilusión.
—Gracias. Te portas muy bien conmigo.
—Tonterías. —Regina sacudió la mano enguantada despreocupadamente—. Ya había perdido la
esperanza de verte casada. Me alegro muchísimo de que por fin hayas encontrado a alguien especial,
alguien valioso para ti.
—Valioso —repitió _______, volviendo la cabeza hasta localizar a Harry.
Estaba en un extremo de la sala de baile, hablando con Montague. Al parecer, esa noche no estaba
allí Westfield.
—Últimamente estás desconocida —murmuró Regina—. Quién se iba a imaginar que recibirías
proposiciones de dos de los solteros más codiciados. Me parece fascinante. ¿Sabe el señor Styles
quiénes eran sus competidores?
—Sí.
—Lord Montague está siendo muy elegante. Fíjate, está hablando educadamente con tu
prometido. Menudo par de hombres. Desde aquí podrían pasar perfectamente por hermanos.
—Por lo que he oído, las similitudes entre los dos se limitan a la apariencia física.
Regina se inclinó hacia ella.
—Qué intrigante.
________ bajó la voz hasta convertirla en un murmullo.
—¿Has oído algún rumor preocupante sobre lord Montague?
—¿De qué tipo?
—Déjalo. Hay cosas que es mejor no saber.
—¡No puedes empezar a decir algo así y dejarlo a medias!
Cuando se convenció de que _______ no diría nada más sobre el tema, lady Collingsworth abrió el
abanico con decisión.
—Había pensado que al conocerse la noticia de tu compromiso, tal vez la pobre señorita
Rothschild lograría atraer la atención de lord Montague, pero ahora me pregunto si será tan buen
partido como pretende ser.
—¿Jane Rothschild? —______ frunció el ceño.
—Sí, está allí, medio escondida. —Regina señaló hacia una columna, cerca de donde Harry
hablaba con el conde—. ¿Ves cómo lo mira, triste y desolada? Siempre la veo cerca de él, como si
quisiera que se fijara en ella. Su comportamiento deja mucho que desear, pero hay que excusarla. No
viene de buena familia.
Jane era una joven bonita, con los ojos y el cabello de color miel y una figura curvilínea. Sin
embargo, desprendía un aire de melancolía. Tal vez fuese por el mohín de su boca, o por su modo de
moverse constantemente, como si estuviera tan inquieta por dentro que su desasosiego se manifestase
físicamente.
—Montague me comentó que había tratado de cortejarla, pero que ella se había mostrado poco
receptiva.
—Me cuesta creerlo. —Regina frunció el ceño—. Sus padres pagarían lo que fuera por
conseguirle un título de condesa, y ella... bueno, su comportamiento habla por sí solo.
________ no podía discutirle ni una cosa ni la otra. Curiosa, se excusó y se acercó a la joven. ¿Por qué
le habría dicho Montague que ella no respondía a sus atenciones, cuando la realidad sugería todo lo
contrario? Era muy extraño, sobre todo teniendo en cuenta la apurada situación económica del conde y
la magnitud de la fortuna de los Rothschild.
Mientras se acercaba, Montague se apartó de Harry y se dirigió hacia los ventanales que daban al
jardín. Jane parecía dispuesta a seguirlo, pero _______ se lo impidió, saludándola:
—Señorita Rothschild, ¿qué tal? ¿Cómo está?
La joven dirigió una mirada frenética hacia la espalda de Montague, antes de volverse hacia ella
con una débil sonrisa.
—Estoy bien, señorita Martin, gracias por su interés. Y enhorabuena por su compromiso.
Desde cerca, _______ se fijó en que Jane estaba pálida y ojerosa.
—Gracias. ¿Le apetece algo de beber? ¿Una limonada?
—No. —La muchacha volvió a mirar hacia el jardín—. No tengo sed.
—Señorita Martin.
Harry, que la estaba mirando con curiosidad, la llamó.
Jane aprovechó para marcharse.
—Discúlpeme, señorita Martin. Buenas noches.
_______ se quedó mirando cómo salía apresuradamente al jardín.
Colocándose frente a su campo de visión, Harry le preguntó:
—¿Va todo bien?
—Lo dudo.
Él se inclinó. Estaba demasiado cerca para lo que exigían las normas del decoro, pero a ________ no
le importaba. Las sensaciones que le despertaba su proximidad bien valían todas las críticas.
—¿Qué sabes de los parientes de tu padrastro? —le preguntó Harry.
—Muy poco. Sólo hablaba con él cuando no tenía más remedio.
Harry la miró atentamente.
—¿Qué tenía que te disgustaba tanto?
—Habrías tenido que conocer a mi madre para poder entenderlo. Georgina era... errática.
Impulsiva. Necesitaba a su lado a alguien que tirara de sus riendas de vez en cuando, como mi padre,
pero el señor Chilcott era demasiado indulgente. Siempre la animaba, por muy absurdas que fueran
sus ocurrencias o sus cambios de plan. Y eso fue precisamente lo que los llevó a la tumba. Ella decidió
de pronto que tenían que viajar al norte para celebrar sus seis meses de casados. No hizo caso de las
previsiones que advertían del mal estado de las carreteras por causa de lluvias torrenciales, y él no
tuvo el sentido común o la voluntad para imponerse.
—Ya veo.
_______ volvió a mirar hacia fuera, pero no vio ni rastro de Jane Rothschild ni de lord Montague. El
jardín de los Cranmore, bastante heterogéneo, tenía un laberinto, una pagoda, obeliscos de varios
tamaños, la recreación de unas ruinas griegas y un cenador cubierto de rosales. Era muy extenso y no
se podía ver entero desde la sala de baile.
—¿Qué miras? —le preguntó finalmente Harry.
—Acompáñame fuera.
Alzando una ceja en una muda muestra de curiosidad, él le ofreció el brazo y la acompañó al
jardín. Al pisar la grava del final de la terraza, siguieron paseando. Había varios grupos desperdigados,
pero el lugar era lo bastante grande como para garantizar la privacidad de las conversaciones.
—¿Se puede saber qué estamos haciendo exactamente?
Aunque concentrada en encontrar a Jane Rothschild, _______ se dejó seducir por su sugerente tono
de voz.—
Estamos buscando un rincón tranquilo.
—¿Está tratando de ponerme en una situación comprometida, señorita Martin?
—Confieso que la idea es tentadora. Si quisieras llevarme a algún sitio donde nadie nos
encontrara, ¿adónde me llevarías?
Harry miró a su alrededor.
—Al laberinto seguro que no. Ni al cenador. El templo no sería un mal lugar, siempre que
pudieras controlar esos dulces gemidos que me vuelven loco.
—Tú tampoco eres muy silencioso que digamos.
—Sólo contigo, amor mío. Me haces perder el control.
_______ contuvo el aliento al oír el término cariñoso. Avergonzada por la intensidad de su reacción,
apartó la vista... y vio huellas que se apartaban del camino y se adentraban en el césped. Tirando del
brazo de Harry, señaló el suelo.
Él contempló las huellas, pensativo.
Dos huellas eran claramente visibles. El resto quedaban ocultas por los helechos. Un viejo aliso
extendía sus ramas sobre ellos, tapándoles la luz de la luna.
________ le soltó el brazo y, tras mirar a un lado y a otro para asegurarse de que nadie los estaba
mirando, siguió las huellas. Aunque no lo oía, sabía que Harry la estaba siguiendo. Al acercarse al
tronco, oyó unas voces: una femenina, suplicante; otra masculina, seca.
Agarrándola del codo, él la echó a un lado y le indicó con un gesto que se agachara tras un
arbusto de boj. _______ se recogió la falda del vestido color verde pálido para que no se le ensuciara.
La otra pareja seguía oculta tras el tronco del árbol, pero se los oía mucho mejor.
—¡No puedes dejarme así! —exclamó Jane.
—Puedo hacer lo que me venga en gana, ¿aún no te ha quedado claro?
Aunque _______ conocía la identidad de la pareja, Jasper no. Ella vio que reconocía la voz de
Montague, pero no la de Jane Rothschild.
—No me dejas elección —dijo la joven con firmeza—. Les diré a mis padres lo que me hiciste en
la fiesta campestre de los Hammond. Les diré que espero un hijo tuyo.
—¿Ah, sí? ¿Es mío? —replicó Montague sin inmutarse—. Eres una fresca y una promiscua.
Estoy seguro de que encontraré a otros que aseguren que han probado también tus encantos.
Harry dio un brinco y _______ se volvió hacia él, preocupada. Al apoyarle una mano en el brazo, vio
que lo tenía duro como el mármol. Su cara también parecía de piedra. Tenía la mandíbula apretada con
tanta fuerza que se le marcaban los músculos del cuello. Sin embargo, no parecía sorprendido por lo
que estaba oyendo.
—Nadie me había tocado antes que tú —replicó Jane, con más dignidad de la que _______ habría
mostrado en una situación parecida—. Me forzaste, y ahora debes cargar con las consecuencias. No
puedo seguir ocultando lo que hiciste.
—¿Me estás acusando de violación? Es una acusación muy grave, señorita Rothschild. De hecho,
me parece tan indignante que creo que voy a interponer una alegación en tu contra, por scandalum
magnatum. Es un concepto anticuado, pero servirá para proteger mi buen nombre. La pena por difamar
a un par del reino es la cárcel. No creo que sea el lugar más indicado para una mujer en tu estado.
—Eres un monstruo. Un canalla inmoral. Un demonio de lujuria y depravación.
Él se echó a reír.
—Y a pesar de todo quieres casarte conmigo. ¿En qué te convierte eso?
—En una mujer desesperada —susurró Jane.
______ sintió náuseas. Agarrándola del brazo, Harry la ayudó a levantarse y la guió de vuelta al
camino de grava, donde prácticamente chocaron contra sir Richard Tolliver y su hermana.
—Vaya —dijo Tolliver—. ¿Qué estaban haciendo tan escondidos, señor Styles?
—Nos hemos perdido en la oscuridad —respondió Harry, rodeándolos.
—¿Se han perdido? —Tolliver se echó a reír—. Eso es absurdo. ¿No le importa la reputación de
la señorita Martin? Por descontado, mi hermana y yo seremos discretos, pero...
—Agradecemos mucho su discreción. Si nos disculpan... —Con una rápida reverencia, Harry se
alejó en dirección a la casa, obligando a _______ a caminar a una velocidad indecorosa para seguirlo.
Mientras se alejaban, echó la vista atrás y vio que Tolliver charlaba animadamente con su
hermana. Al volverse otra vez hacia la casa, vio una fugaz sombra moverse bajo el aliso y sintió un
escalofrío.
¿Los habría descubierto Jane Rothschild? O, peor aún, ¿los habría descubierto Montague?
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Bienvenida!direction escribió:nueva lectora me encanta
:sersi:
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Si,buenas notas,casi me las entregan,ya te contaré que tal,pero para más decirte,eso comí hoy,TACOS :B. Pero me los debes como quiera!Pulguita58 escribió:Beibi! No worries, ya sabes que sí quieres tacos, tienes que sacar buenas notas?
Usté dedíquese a la escuela y cuando puedas, sube. Posoye, tampoco es manda que subas diario o algo así! No, no, no, esto es un hobbie y no una obligación.
Usté estudie y haga lo que tenga que hacer, que aquí te esperaré con tus tacos Jejejejeje
Ksssss
No es una obligación pero a mi misma me frustra cuando no suben capitulo,imaginate..xd.
Pero ya pude,y ahí hay un capitulo más.
besote.
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
En serio! Yo también comí tacos hoy! De pollo con queso jajajaja
Buueeeeeeeee me quedo tranquila porque Harry no está detrás de las amenaza.
Yaaa muero por saber qué fue lo que escuchó esa mujer a escondidas :observo:
Grrrrrr si ya odiaba a Montague, después de ver cómo trató a Ja e grrrrrrrr lo odio! Ojalá y Harry, el destino y la vida lo lleven a la ruina!!!! :muere: :muere:
Jijijij
Kssssss
Buueeeeeeeee me quedo tranquila porque Harry no está detrás de las amenaza.
Yaaa muero por saber qué fue lo que escuchó esa mujer a escondidas :observo:
Grrrrrr si ya odiaba a Montague, después de ver cómo trató a Ja e grrrrrrrr lo odio! Ojalá y Harry, el destino y la vida lo lleven a la ruina!!!! :muere: :muere:
Jijijij
Kssssss
Karrie58
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
AÑLDHFLSENFLCBWKFNSOUDNDIDNALHDLWUSJA ME ENCANTAAA! QUIERO SABER QUIEN FUE LA QUE MIRABA TODO DESDE ARRIBA Y SABER SI ÑOS ESCUCHARON SLWJCNOWHF AMO ESTA NOVELA! Y PRONTO SE VIENE EL MATRIMONIOOOOO WOOOW! SIGUELA CUANDO PUEDAS LINDA, ESTARE AQUI ESPERANDOTE :)❤
kechu_
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Sylvia Day jamás me decepciona <3
Alex Guillén
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Capítulo 15.
—Disculpe el retraso, señor Reynolds. —________ entró a toda prisa en su despacho—. No lo esperaba
esta mañana.
El hombre se levantó.
—Siento molestarla, señorita Martin, pero tengo información que creo que debería conocer y he
pensado que lo mejor era venir cuanto antes.
—Oh. —Rodeando el escritorio, _______ se sentó por primera vez desde la hora del desayuno. Al
mirar un momento por la ventana, vio que la fina llovizna no había dejado de caer. El cielo gris y
nublado no le parecía muy adecuado para el día de su boda, pero en cambio encajaba perfectamente
con el humor de Harry de la noche anterior.
Tras devolverla a la sala de baile, la había dejado junto a lady Collingsworth advirtiéndole que no
se acercara a Montague y se había marchado a toda prisa.
—Ha despertado mi curiosidad, señor Reynolds. ¿De qué se trata?
Su hombre de confianza permaneció de pie unos instantes más, observando el desfile de lacayos y
otros sirvientes que no dejaban de pasar frente a la puerta abierta del despacho.
—No recuerdo haber visto nunca tanta actividad en la casa.
—El señor Styles y yo nos casamos esta tarde —le explicó ______, sorprendida al darse cuenta de
que prefería volver a su interrumpida cita con la modista para que acabara de ajustarle el vestido de
boda que hablar de negocios.
—¿Se casan? —El señor Reynolds se desplomó en la silla—. ¿Tan pronto?
—¿Por qué esperar?
—Le deseo mucha felicidad, señorita Martin, pero ahora aún me alegro más de no haber
esperado.
—Gracias.
—No la entretendré mucho. No sé si sabe que mi padre trabaja para lord Needham. Por
casualidad, hace poco se enteró de que lord Montague le había propuesto a uno de los socios de lord
Needham invertir en el proyecto que me comentó. Mi padre investigó la viabilidad del proyecto hace
algunos días. Por desgracia, no parece sólido en absoluto y le desaconsejó a lord Needham que él
invirtiera. Yo le aconsejo lo mismo.
—Ya veo.
_______ no sentía ni pizca de lástima por Montague. Desde la noche anterior, estaba horrorizada por
la perfecta fachada que ofrecía al mundo y el monstruo que se escondía tras esa fachada.
—Teniendo en cuenta el estado de las finanzas del conde, me pregunté por qué estaba dispuesto a
invertir lo poco que le quedaba en un proyecto tan arriesgado. De nuevo, mi padre me fue de gran
ayuda. Al parecer, lord Needham participó en una partida de cartas en la que también estaban
presentes lord Westfield y lord Montague. Lord Westfield ganó. Entre lo que lord Montague apostó
estaba una finca en Essex que había pertenecido a la familia de su madre durante generaciones. Al
parecer, el conde se quedó destrozado por la pérdida, una pérdida instigada en buena parte por lord
Westfield. Me imagino que la finca tendrá un valor sentimental para él. Era la única propiedad no
unida al título de la que no se había desprendido. El resto lo vendió hace ya tiempo.
—¿Instigada por Westfield? —_______ frunció el ceño—. ¿A qué se refiere?
—Lord Montague se había mostrado dispuesto a abandonar la partida, pero entonces el conde
añadió un documento de propiedad al bote. Además, empezó a provocar a lord Montague, haciendo
veladas referencias al mal estado de sus finanzas. Tanto insistió que a Montague prácticamente no le
quedó más remedio que seguir jugando o admitir su insolvencia.
—Santo Dios —murmuró _______, horrorizada por la inconsciencia de los jugadores. Ella valoraba
demasiado su seguridad financiera como para dejarla en manos del azar—. Pero sigo sin entender por
qué responsabiliza a Westfield de la estupidez de Montague.
—En realidad, la propiedad que lord Westfield apostó pertenece al señor Styles.
_______ se quedó muy quieta y soltó el aire de golpe.
—Eso cambia un poco las cosas, ¿no?
El conde de Westfield era un hombre muy rico. Poseía tanto propiedades ligadas al título como
otras que podía vender libremente. Si quería hacer apuestas de riesgo, no necesitaba las propiedades
de Harry para ello. Sin embargo, el odio que éste sentía por Montague era enorme. Conociendo la vida
disoluta de Montague, suponía que Harry no había querido que su amigo arriesgara sus posesiones.
Pero eso quería decir que lo habían planeado con antelación.
¿Qué habría hecho Montague para ganarse el odio de Harry? ¿Y hasta dónde estaría dispuesto a
llegar para lograr su objetivo, cualquiera que éste fuera?
Reynolds siguió hablando:
—Lord Westfield se aseguró de que lord Montague apostara, ofreciéndole unas condiciones nada
habituales: si perdía, tendría de plazo hasta el final de la temporada para recuperar la propiedad, eso
sí, a un precio muy superior al del valor real de la finca.
—Montague pensó que, aunque perdiera, aún estaría a tiempo de recuperarla —concluyó _______,
llevándose una mano al estómago, que se notaba contraído.
¿Sería capaz Harry de casarse con ella sólo para impedir que Montague tuviera acceso a los
fondos económicos con los que recuperar su propiedad?
—Creo que la intención de lord Montague es obtener el dinero que necesita mediante la sociedad
de inversión, antes de que termine el plazo. Luego siempre puede decirles a los inversores que el
proyecto fracasó o recuperar el dinero mediante un matrimonio ventajoso o un golpe de suerte a las
cartas, ya sin la presión del límite de tiempo.
—El juego es terriblemente arriesgado —comentó ella, distraída, para llenar el silencio.
En realidad, no podía importarle menos si Montague caía en desgracia. Era lo mínimo que se
merecía. Pero la situación le resultaba cada vez más inquietante.
—El conde parece estar en un callejón sin salida —añadió Reynolds, muy serio—. No puedo
evitar preguntarme qué papel desempeña el señor Styles en todo esto. ¿Está ayudando a su amigo lord
Westfield? ¿O es lord Westfield quien lo ayuda a él? ¿Y por qué?
_______ permaneció impasible y dijo:
—Los Rothschild estarían encantados de tener a Montague como yerno, pero él se resiste. No le
costaría nada recuperar la propiedad si se hiciera con la dote de Jane Rothschild.
—Pero lord Montague nunca se casaría con la señorita Rothschild —replicó Reynolds con
desprecio—. Sus padres no son de buena familia. El conde ha propuesto participar en su fondo de
inversión a comerciantes, aunque si se encuentra a esos mismos comerciantes en una mesa de juego,
se niega a sentarse con ellos.
—Estoy perpleja. Qué poco sabía de una persona a la que veía regularmente.
—¿Y no podría decirse lo mismo del hombre con el que está a punto de casarse?
—No.
_______ no dijo nada más. Se negaba a darle explicaciones a nadie sobre sus asuntos personales.
—Al haber participado en la apuesta de lord Westfield, el señor Styles también hizo una apuesta
arriesgada. Por no hablar de su profesión. ¿Seguirá dedicándose a ella tras la boda? ¿No se da cuenta
del riego que eso implicará para usted? Cada vez que haga enfadar a un delincuente, éste puede tratar
de vengarse en usted.
—¿Ha acabado, señor Reynolds? —lo interrumpió _______ bruscamente.
No podía soportar oírlo hablar con tanta sensatez sobre un tema en el que estaba tan implicada
emocionalmente que no podía contemplarlo de manera imparcial. ¿Adónde había ido a parar su buen
juicio? ¿Su razón? ¿Su instinto de supervivencia?
—La he hecho enfadar. No era mi intención. —Reynolds encorvó un poco la espalda—. Estoy tan
acostumbrado a facilitarle información para que pueda tomar la decisión que más le conviene, que lo
he dado por hecho. Pero no he debido inmiscuirme en sus asuntos personales.
Ella lamentó haberle hablado con dureza.
—Todo esto me resulta tan poco familiar como a usted. Pero no se preocupe, nunca le echaré en
cara que se preocupe por mi seguridad. Al fin y al cabo, si lo tengo contratado es por su lealtad.
—Le prometo que no volveré a sacar el tema. Nunca.
—Por favor, señor Reynolds, relájese —lo tranquilizó _______ en voz baja, ya que la garganta
parecía habérsele cerrado—. No tomé la decisión de casarme con el señor Styles a la ligera.
—Lo entiendo. Es un matrimonio por amor. Debería estar alegrándome por usted, no
cuestionándome su decisión. El cielo sabe que conocer a mi esposa, Anne, ha sido lo mejor que me ha
pasado en la vida. El mundo es un lugar más rico ahora. —Sonrió con timidez—. Amar es arriesgado,
pero si sale bien, merece la pena correr el riesgo.
Ella se planteó qué estaba sintiendo, algo que no tenía costumbre de hacer. Siempre se había
preguntado para qué servían los sentimientos, si para tomar decisiones era mucho más útil guiarse por
la mente. Pero últimamente su corazón se negaba a ser ignorado.
En aquellos momentos, lo que sentía era algo muy parecido a pánico ante la perspectiva de perder
a Harry. A pesar de todo lo que había aprendido gracias al ejemplo de su madre y ocupándose
personalmente de los negocios, no podía ni imaginar alejarse de él.
No sabía qué motivos ocultaba. Y era consciente de que casarse con un hombre que le escondía
tantas cosas era una invitación a que le rompieran el corazón, pero no podía soportar la idea de
abandonarlo.
Ella, una mujer razonable que siempre había sido un modelo de compostura y que si de algo
había pecado había sido de excesiva prudencia, debía admitir que la única alternativa de futuro en la
que soportaba pensar era la más arriesgada e insensata.
Había puesto su confianza en Harry y no iba a retirarla. No podía. Lo amaba demasiado.
—Te he traído esto.
Harry, que estaba eligiendo qué ropa iba a ponerse de entre la que le había dejado su ayuda de
cámara sobre la cama, se volvió hacia la voz y sonrió al ver a Lynd. Su mentor llevaba un pañuelo
blanco doblado en la mano. Al cogerlo, vio que tenía una letra «L» bordada en una esquina.
—Era de mi abuelo —dijo Lynd, metiéndose las manos en los bolsillos de la recargada chaqueta
de lana. Se balanceó sobre los talones, en una muestra de nerviosismo nada habitual en él—. Él se lo
regaló a mi padre y mi padre a mí. Quiero que lo lleves el día de tu boda.
La letra se difuminó cuando los ojos de Harry se llenaron de lágrimas. Lynd era lo más parecido
a un padre que había tenido nunca. Significaba mucho para él que Lynd lo viera como a un hijo.
—Gracias.
El hombre hizo un gesto con la mano, quitándole importancia.
Al ver esa muestra de emoción en su viejo amigo, Harry se acercó y le dio un abrazo. Tras
estrecharse con fuerza, se separaron palmeándose la espalda.
—¿Quién se iba a imaginar que te casarías con una heredera? —comentó su mentor con voz
ronca—. Y sobrina de un conde para más señas.
Él dejó el pañuelo sobre la cama, con cuidado de que no se arrugara.
—No me lo acabaré de creer hasta que el vicario no lo diga.
—Esa jovencita tiene suerte de llevarse a un hombre como tú. Si tiene un dedo de frente se dará
cuenta.—
Esa jovencita es la persona más inteligente que conozco. Con un sentido del humor muy
especial. Sincera como pocos. —Mirando a su alrededor, recordó el día que había estado allí con él—.
Y apasionada como nadie se imaginaría.
—Yo, desde luego, no me lo imaginaba —murmuró Lynd, haciéndolo reír.
Luego lo miró con una sonrisa irónica.
—Esta mujer te ha cambiado. No me había dado cuenta de que era un matrimonio por amor.
Harry respiró hondo. Hasta ese momento no había admitido sus sentimientos por _______. Le daba
un poco de miedo. La deseaba y la necesitaba y había tenido la suerte de que lo aceptara. Se había
conformado con eso.
Volviéndose hacia la cama, señaló un conjunto de pantalón color gris claro, chaleco bordado en
hilo de plata y chaqueta gris marengo.
—¿Qué te parece?
Lynd se acercó a la cama y puso los brazos en jarras.
—¿No tienes nada menos sencillo?
Al recordar el comentario de ______ sobre la necesidad de que Lynd se buscara un buen sastre,
Harry sonrió, negando con la cabeza.
—No, me temo que no. Este traje es para ti. No puedo consentir que vayas más elegante que yo
en mi propia boda.
El hombre lo miró con los ojos muy abiertos.
—¿Me estás invitando a la boda?
—Si no vienes, no me caso. ¿Quién estará a mi lado en este momento si no tú, viejo amigo?
La nariz de Lynd se enrojeció, seguida de sus ojos.
En ese momento, alguien llamó a la puerta abierta y Harry miró por encima del hombro. Patrick
Crouch estaba en el umbral, con la cabeza rozando el dintel.
—Una mujer quiere verle. Le he dicho que hoy no recibía a nadie, pero ha mencionado a lord
Montague y he pensado que debía comentárselo.
—¿Sigue aquí?
—Sí.
Harry se puso la chaqueta que había dejado sobre una silla.
Lynd se aclaró la garganta.
—Te acompaño.
Bajaron al despacho, donde se acomodaron para recibir a la mujer. Harry se sentó tras el
escritorio y se echó hacia delante, mientras Lynd se sentaba en una de las butacas y cruzaba el tobillo
sobre la rodilla.
Poco después, una mujer morena y bajita entró en la habitación. Era preciosa, con el pelo negro
como el azabache y los ojos de un azul intenso. Mantenía la espalda muy recta y la cabeza alta. Se
negó a darle el abrigo y el manguito al mayordomo y examinó el despacho de punta a punta antes de
volverse hacia Harry.
—El señor Styles, supongo.
—Así es.
—Soy la señora Francesca Maybourne. —Pasó la mano enguantada por el inmaculado damasco
del sofá antes de sentarse delicadamente en la punta. Luego se sacudió la falda mojada por la lluvia
sin ninguna consideración por la alfombra de Harry.
Lynd puso los ojos en blanco.
—Y él es mi socio, el señor Lynd —lo presentó Harry, cruzándose de brazos—. ¿Cómo podemos
ayudarla, señora Maybourne?
—Espero contar con su discreción —respondió ella secamente.
—No tendría ningún futuro en esta profesión si no fuera discreto.
La mujer ponderó su respuesta durante unos segundos y finalmente asintió.
—Mi hermana tiene problemas, señor Styles. Ya no sé qué hacer para ayudarla.
—¿Podría ampliar un poco la información?
Ella lo miró fijamente.
—Eloisa es joven e impetuosa y no se niega ningún capricho. Recientemente empezó a coquetear
con el conde de Montague. Me pareció una tontería, pero no le di más importancia. Al fin y al cabo,
mi hermana es una mujer casada.
Harry alzó las cejas.
—Sin embargo, me he enterado de que lord Montague es un canalla de la peor calaña. —La
señora Maybourne arrugó la nariz, lo que la hizo parecer menos severa—. Mi hermana ha venido a
verme esta mañana. No podía parar de llorar. Al parecer, el conde le pidió un objeto de recuerdo,
como prueba de su afecto. ¡Cuando me lo ha contado me he quedado horrorizada! ¿Cómo se le ocurre
dejar pruebas de su indiscreción? No sé en qué estaría pensando.
—¿De qué objeto se trata? ¿Alguna bagatela?
—La bagatela es un collar de diamantes y zafiros de gran valor, señor Styles. Y por si eso fuera
poco, es una herencia familiar por la parte de su marido. Tarde o temprano éste se dará cuenta de su
ausencia.
—¿Le ha pedido que se lo devuelva?
—Muchas veces. Hasta hoy, él siempre le había contestado que se lo daría. Pero esta mañana le
ha dicho que tiene intención de venderlo. Le ha dado el nombre de la joyería y le ha dicho que a partir
de las tres de esta tarde puede ir a recuperarlo. Comprándolo, por supuesto. —La señora Maybourne se
retorció las manos—. El collar vale una fortuna, señor. Es imposible recuperarlo sin que su marido lo
sepa.
Harry frunció los labios y miró a Lynd. Montague había encontrado la manera de recuperar la
escritura de la finca. Pero por un curioso capricho del destino, la información había llegado a sus
oídos. Parecía como si los hados quisieran que le parara los pies.
Miró a su nueva clienta.
—Quiere que recupere el collar antes de que él lo venda.
—Exacto.
—Tal vez ya lo haya vendido.
Ella negó con la cabeza, lo que hizo que sus brillantes rizos se movieran a un lado y otro de su
esbelto cuello.
—Espero que no. He ido a Bow Street a hablar con los agentes, pero no han querido implicarse al
saber que el responsable es un par del reino. El señor Bell me ha recomendado que hablara con usted.
Hasta hace una hora aproximadamente, el collar no había llegado a la tienda. El señor Bell me ha
asegurado que vigilaría los alrededores de la joyería hasta que usted llegara. Tal vez no estemos a
tiempo. Si es así, la única responsable será mi hermana, lo sé, pero si Dios es misericordioso nos dará
oportunidad de impedir esta debacle.
—No será fácil —la advirtió Harry.
—Mi hermana no puede permitirse comprar el collar, señor Styles, pero entre las dos podemos
pagar sus honorarios.
—Styles. —Lynd descruzó las piernas y se echó hacia delante—. ¿Puedo hablar contigo un
momento?
—¡No podemos perder ni un minuto!
Lynd sonrió educadamente.
—Será un momento.
Harry lo siguió al pasillo.
—¿No te parece raro que me llegue este caso justo ahora, precisamente a mí?
—Tony Bell es un buen hombre y ciertamente una buena fuente de negocio. —Al llegar al centro
de la alfombra circular, Lynd se detuvo y se volvió hacia él—. Deja que me ocupe yo de este asunto.
Hoy tienes cosas más importantes que hacer, pero no puedes dejar escapar esta oportunidad.
Gruñendo, Harry se pasó la mano por el pelo y maldijo el mal momento en que había llegado el
caso.
—No puedo enviarte a detener a un par del reino. Si las cosas salen mal, podrían condenarte a
muerte.
—Para eso están los disfraces, amigo mío. —Lynd se echó a reír—. Me pondré el traje que me
has preparado y una peluca. Si el conde trata de identificarme luego, describirá a un hombre que no
tendrá nada que ver conmigo. Con un poco de suerte, hasta llegaré a tiempo a la boda.
—Montague es mi cruz. Debo cargarla yo.
—Maldita sea. —Lynd negó con la cabeza—. Ya sabes lo que pienso de tu vendetta. A tu madre
ya no la ayudas en nada. Sin embargo, estás tan cerca de conseguir tu objetivo que si puedo ayudarte a
que dejes el pasado atrás, lo haré. Y supongo que no podrás olvidarte de él hasta que resuelvas el tema
de la propiedad de Montague.
Harry dejó caer la cabeza hacia delante. Durante toda su vida, su única motivación había sido
vengar a su madre. Tras muchos años de cuidadosos planes, al fin tenía la venganza al alcance de la
mano, pero no podía negar que ya no era su principal objetivo.
Deseaba más a ______. La deseaba tanto que si lo obligaban a elegir entre arruinar a Montague o
casarse con ella, la elección estaba clara. Aunque la idea de dejar que el conde se le escurriera de entre
los dedos hacía que se le encogiese el estómago y que la piel le empezara a sudar, no era nada
comparado con la reacción que tenía al pensar en perder a _______.
—Sé que no descansaré hasta alcanzar mi objetivo —dijo con voz ronca—. Llevo demasiado
tiempo planeando la ruina de Montague. No puedo abandonar ahora que estoy tan cerca de
conseguirlo. No podría mirarme al espejo sabiendo que había abandonado mi objetivo en la vida por...
—Por un nuevo objetivo —lo interrumpió Lynd—, mucho más gratificante. Todavía eres joven.
Tienes mucha vida por delante y el mundo entero por descubrir. Es lo que tu madre habría deseado
para ti.
En ese momento, Harry pensó en algo que nunca antes se le había ocurrido. ¿Sería posible que su
madre se hubiera asegurado de que recibía una buena educación para que tuviera un buen futuro, y no
para que su padre estuviera orgulloso de él?
En cualquier caso, no podía tomar decisiones basándose en los deseos de su madre, fueran éstos
los que fuesen. Tenía que seguir su instinto, que tantas veces le había salvado la vida.
—No puedo perder a ______ —dijo finalmente con convicción. A su lado, su sórdido pasado
desaparecía. Sólo quedaba el futuro. Un futuro brillante, un futuro que deseaba y necesitaba—. Si
puedes ocuparte de Montague, te estaré eternamente agradecido. Yo tengo una boda a la que acudir.
—Muy bien —contestó Lynd, señalando hacia el despacho—. Encárgate de cobrar el anticipo y
de obtener la información necesaria mientras me cambio de ropa.
—Gracias —dijo Harry, apretándole el hombro.
Lynd se ruborizó.
—Considéralo un regalo de bodas. Y ahora, largo. Hay trabajo que hacer y unos votos que
pronunciar.
Harry llegó a Melville House a las tres en punto. _______, que estaba a punto de ponerse el vestido
de boda, lo dejó todo y bajó a recibirlo. A medio camino, se detuvo a contemplarlo. Llevaba la misma
ropa que el día que se conocieron y la sentimentalidad del gesto la emocionó profundamente. Estaba
un poco despeinado por el viento y tenía las mejillas arreboladas por el frío. Era tan guapo. A sus ojos,
era perfecto.
El amor que sentía por él la hizo suspirar. Al oírla, Harry alzó la vista y, al verla, la expresión de
la cara le cambió.
—_______.
Más que oírlo, ella lo sintió en su interior. Bajó corriendo los escalones que los separaban y se
detuvo a escasa distancia.
—¿Cómo estás?
—Mejor, ahora que estoy contigo.
Ella señaló hacia el salón y se dirigió hacia allí. Como siempre, supo que Harry la seguía, a pesar
de no oír sus silenciosos pasos. Se sentó en el sofá y él lo hizo a su lado.
Dentro de una hora estarían casados. _______ notó con sorpresa que la alegría superaba a los
nervios.
—Me alegro de que hayas venido antes —dijo, resistiendo el impulso de cogerle la mano—. He
estado preocupada por ti desde que nos separamos anoche.
Él asintió.
—Montague es igual que su padre. Su manera de hablar es difícil de tolerar.
—¿Su padre?
—He venido pronto porque quería hablar contigo antes de la boda. Hay algo que debes saber
antes de que pronunciemos los votos. Sólo espero que, cuando lo sepas todo, sigas queriendo casarte
conmigo.
Su tono la dejó tan preocupada como la visita de Reynolds.
—Puedes contármelo todo. Te apoyaré, Harry. Ya no tienes por qué cargar con tus
preocupaciones tú solo.
Él la miró con solemnidad.
—Quiero llegar a tu vida libre de cargas. Me estoy esforzando mucho para lograrlo.
Mientras _______ aguardaba, paciente, a que él siguiera hablando, alguien llamó a la puerta de la
calle violentamente. El sonido retumbó por toda la planta baja, haciendo que ambos se pusieran en pie
a la vez.
Robbins, el mayordomo, llegó antes que ellos, aunque no pareció correr en ningún momento.
Abrió y dejó entrar a uno de los hombres de Harry. Era el guapo joven que había acompañado a ______
a casa de Harry la noche que se acostaron. Al verla, se quitó el sombrero. Su mirada asustada la
alarmó.
Harry llegó a su lado antes que ella.
—¿Qué pasa?
—La tienda está en llamas.
—¿La de la señora Pennington?
A ______ se le hizo un nudo en la garganta.
—¿Qué pasa? ¿Qué se está quemando?
—Quédate con ella —le ordenó Harry al joven, mientras bajaba los escalones hasta el caballo de
Aaron, cuyas riendas sujetaba un lacayo. Agarrándose a la silla con las dos manos, montó de un salto y
desapareció calle abajo.
_______ se lo quedó mirando, confusa y asustada. Aaron se le acercó, tratando de recobrar el aliento.
Cogiéndolo del brazo con fuerza, ______ le preguntó:
—¿Adónde va?
—A su finca en Peony Way.
Ella miró a Robbins, que lo puso todo en marcha sin necesidad de más instrucciones. Poco
después, un carruaje estaba preparado a la puerta.
Mientras lo esperaba, ______ habló con Regina y con su tío, explicándoles la causa del retraso de la
boda y asegurándoles que todo iría bien. No hizo caso de los consejos de ambos, que le pidieron que
esperara a Harry en casa.
—Nos casamos dentro de media hora —replicó ella—. No sé dónde ni en qué circunstancias, pero
pienso estar a su lado en ese momento.
Aaron la siguió hasta el carruaje.
—El señor Styles no querría que fuera. Por su seguridad.
—¿Mientras él pone en peligro su vida por mí?
—Está preparado para enfrentarse a ese tipo de situaciones. Estoy seguro de que lo tendrá todo
controlado antes de que lleguemos.
—Entonces no tendrá inconveniente en que me acerque —replicó ______, abrochándose los
botones de la capa.
Se estaba atando las cintas del sombrero cuando oyeron llegar a alguien a caballo.
—No me digan que me he perdido la boda —dijo lord Westfield, tirando del ala de su sombrero
ladeado.
—El señor Styles y yo estaremos de vuelta en seguida, milord —anunció ______, subiendo al
carruaje ayudada por el lacayo—. Por favor, espérenos en casa. Lady Collingsworth estará encantada
de recibirlo.
El conde desmontó y se acercó al carruaje.
—¿Por qué está tan nerviosa? —preguntó muy serio, sujetando el marco de la portezuela con
ambas manos e inclinándose hacia el interior.
—Una de mis propiedades está ardiendo. El señor Styles se ha adelantado.
—Peony Way —dijo Westfield sin dudarlo.
_______ parpadeó. Aquel asunto era un auténtico rompecabezas y, al parecer, todo el mundo tenía
alguna pieza que a ella le faltaba.
—Tal vez podría acompañarme.
El conde asintió y se sentó en el asiento de enfrente. Aaron entró tras él y se sentó a su lado.
Al oír restallar el látigo, los caballos se pusieron en movimiento.
_______ golpeaba el suelo con el pie, nerviosa.
—¿Se puede saber por qué el incendio de Peony Way sólo me ha sorprendido a mí?
—La arrendataria que usted conoce como señora Vanessa Pennington es en realidad la señorita
Vanessa Chilcott. Styles sospechaba que pensaba usar su relación comercial para sacarle dinero.
_______ sintió que la invadía una sensación de extraña calma, como de inevitabilidad, o aceptación.
Siempre había sabido que los Chilcott eran mala gente, pero pensaba que se había librado de ellos con
la muerte de su madre.
—Con un incendio en la tienda, podría acusarme de ser una propietaria negligente —dijo sin
inflexión en la voz.
—Exacto. Styles pensó que probablemente los Chilcott no querrían pisar los tribunales y que le
ofrecerían llegar a un acuerdo económico para evitarlo.
Una sensación de fría furia se apoderó de ella.
—Pero mi matrimonio daba al traste con la posibilidad de una operación discreta. De ahí la
necesidad de actuar hoy.
Al acercarse a Peony Way, vieron que el tráfico estaba cortado por varios carros colocados
perpendicularmente a la vía. El humo, denso y oscuro, se extendía en forma de seta, dificultándoles la
respiración.
_______ se sacó un pañuelo del bolsito de mano y se cubrió con él la boca y la nariz.
Dejando el carruaje al otro lado de la barrera de carros, recorrieron el resto del trayecto a pie,
abriéndose paso entre la multitud de curiosos que luchaban ferozmente por conservar su sitio. Lord
Westfield iba delante, mientras Aaron cubría la retaguardia. Ambos hombres se esforzaban por
protegerla de la muchedumbre, sin demasiado éxito.
Al llegar frente a la fachada carbonizada, la brigada contraincendios que trabajaba para la
compañía de seguros que _______ tenía contratada les impidió el paso. Ella les explicó quién era, con la
vista clavada en la tienda. Cuando les permitieron pasar, buscó entre la gente que llenaba la acera
hasta localizar a Harry.
—Allí está —señaló.
Sujetándola por el codo, lord Westfield la acercó hacia su amigo. Cuando estaban a punto de
llegar, la gente se hizo a un lado, dejando al descubierto a Harry junto a la señora Pennington, es
decir, a la señorita Chilcott. Tenía tanto el vestido como el delantal chamuscados y cubiertos de
ceniza, y el pelo rubio sucio de hollín, igual que la cara, en la que se veía un cardenal en el ojo
izquierdo.
El parecido familiar con su padrastro era tan evidente que era imposible no verlo si uno se fijaba,
cosa que ______ no había hecho el día que la había conocido. Tras pasar la mañana con Harry en el
espacio cerrado del carruaje, la entrada de éste en la tienda la había distraído demasiado como para
prestarle atención a la joven.
Decía mucho de la belleza de Vanessa Chilcott que siguiera resultando atractiva en su estado
actual.
Lord Westfield se tambaleó ligeramente cuando la señorita Chilcott se volvió hacia él y soltó el
aire con tanta fuerza que _______ lo oyó.
—_______ —dijo Harry, que no pareció demasiado sorprendido al verla—. Ya me imaginaba que no
me harías caso.
—Yo voy a donde tú vayas —replicó ella, examinándolo en busca de heridas.
Estaba sucio por el hollín y el humo, como si hubiera estado dentro del edificio, pero no parecía
herido.Más tranquila, se volvió hacia la mujer que estaba a su lado.
—Señorita Chilcott.
Vanessa Chilcott tenía los ojos enrojecidos y ausentes. Con voz ronca por el humo, respondió:
—Señorita Martin.
—¿Qué ha pasado aquí?
Harry se disponía a responder cuando un bombero se acercó.
—El fuego está controlado —dijo—. Hemos encontrado el cuerpo y una lata de parafina, tal
como ha dicho la señora Pennington.
—¿Cuerpo? —_______ sintió un escalofrío—. Santo Dios, ¿alguien ha quedado atrapado por el
fuego?
Harry asintió.
—La señorita Chilcott ha subido a su piso a buscar un encargo y ha descubierto a Terrance
Reynolds provocando el incendio. Han luchado y ella le ha dado un golpe en la cabeza con el atizador
del fuego. Apenas ha tenido tiempo de salir antes de que las llamas lo engulleran todo. He tratado de
rescatarlo, pero era demasiado tarde.
—¿El señor Reynolds? —repitió ______, incrédula.
Su hombre de confianza había sido muy cuidadoso con los arrendatarios que elegía para sus
fincas. Era tan concienzudo en su trabajo que hasta había descubierto que Harry era el auténtico dueño
de la propiedad que Westfield se había apostado contra Montague, y no era algo fácil de descubrir. No
se podía creer que se le hubiera pasado por alto algo tan llamativo como que la señora Pennington era
en realidad la señorita Chilcott. ¿Por qué le habría ocultado esa información? ¿Qué razón lo habría
impulsado a permitir que alquilara una de sus tiendas?
_______ miró a Vanessa fijamente.
—Usted era su seguro. Me ocultó su auténtica identidad por alguna razón que se me escapa. ¿Qué
papel ha desempeñado en este montaje?
—Ninguno. —Vanessa alzó la barbilla—. Sé menos de lo que ha pasado aquí que usted.
—¿Qué relación tenía con mi padrastro?
—Usted y yo somos hermanastras, señorita Martin.
Abrumada por la revelación y por las pruebas cada vez más contundentes de la traición de su
hombre de confianza, _______ se tambaleó. Harry la sujetó con fuerza.
Ella se agarró a él.
—Lo he visto hace escasas horas. Ha venido a traerme información sobre ti —le dijo a Harry—.
Quería que me replanteara la boda.
Él se tensó.
—¿Qué información?
—Tu implicación en la apuesta entre lord Westfield y lord Montague sobre la finca de Essex. Ha
sugerido que me habías pedido matrimonio para que Montague no tuviera acceso a mi fortuna y así no
pudiera reclamar la escritura.
—¿Y enterarte de eso no ha hecho que te replantearas nuestro casamiento?
—No. Lo que no le ha dejado otra opción que tratar de retrasar la ceremonia mediante un
incendio, supongo. —Al alzar la vista, se lo encontró mirándola con pasión—. Aunque tenía que saber
que eso sólo serviría para retrasar la boda, no para anularla. ¿Qué pretendía? No pensaba despedirlo
tras nuestro matrimonio. Sus circunstancias no habrían cambiado.
—Descubriremos qué secretos guardaba, mi amor —dijo él, protegiéndola entre sus brazos y
haciéndola sentir segura como nadie había hecho antes—. Te lo prometo. Hasta el más insignificante.
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Se lo llevan al .... ya tu sabes,se jode.Pulguita58 escribió:En serio! Yo también comí tacos hoy! De pollo con queso jajajaja
Buueeeeeeeee me quedo tranquila porque Harry no está detrás de las amenaza.
Yaaa muero por saber qué fue lo que escuchó esa mujer a escondidas :observo:
Grrrrrr si ya odiaba a Montague, después de ver cómo trató a Ja e grrrrrrrr lo odio! Ojalá y Harry, el destino y la vida lo lleven a la ruina!!!! :muere: :muere:
Jijijij
Kssssss
jajajjaa,así mismo
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
se casan babyy!kechu_ escribió:AÑLDHFLSENFLCBWKFNSOUDNDIDNALHDLWUSJA ME ENCANTAAA! QUIERO SABER QUIEN FUE LA QUE MIRABA TODO DESDE ARRIBA Y SABER SI ÑOS ESCUCHARON SLWJCNOWHF AMO ESTA NOVELA! Y PRONTO SE VIENE EL MATRIMONIOOOOO WOOOW! SIGUELA CUANDO PUEDAS LINDA, ESTARE AQUI ESPERANDOTE :)❤
Ya seguí,soy justa c":
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
PERFECTA.Alex Guillén escribió:Sylvia Day jamás me decepciona <3
Me encanta.
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO WHAT? Reynolds me caía bien ctm.
¿cómo pudo pasar esto? ¿eh?
encima justo media hora antes de la boda, ains.
Bueno pues, ¡Siguela! quiero saber que pasa :B
Bambi. xx.
¿cómo pudo pasar esto? ¿eh?
encima justo media hora antes de la boda, ains.
Bueno pues, ¡Siguela! quiero saber que pasa :B
Bambi. xx.
Coni..
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
QUEEEEEEEE?! Y la boda cuando? tenia que pasar algo justo antes :x
Me encanto el final!!! Se nota que se aman tanto SÑKDLSLSDKLSAÑS
Siguelaaaa prontooo :)
besos linda
kechu_
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