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Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
:interesting: :BAM: :gochamp: :flash: :shimi: :chkt:
QUE JODIDA EMOCIÓN.apenas me entero de que tenemos estos smiles.
Los voy a usar como loca :sersi:
ok.Bueno,fin de semana largo para mi,el lunes no tengo clases,asi que pienso hacer maratones estos dias.Minimo 4-5 comentarios por favor lindas.
Espero recibirlos pronto para empezar esta noche,sii?si?si? o no? no? no?
ok ya.Disfruten el capitulo.De ustedes depende que suba muchotes más.
Bye,beso.
-priscilla
QUE JODIDA EMOCIÓN.apenas me entero de que tenemos estos smiles.
Los voy a usar como loca :sersi:
ok.Bueno,fin de semana largo para mi,el lunes no tengo clases,asi que pienso hacer maratones estos dias.Minimo 4-5 comentarios por favor lindas.
Espero recibirlos pronto para empezar esta noche,sii?si?si? o no? no? no?
ok ya.Disfruten el capitulo.De ustedes depende que suba muchotes más.
Bye,beso.
-priscilla
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Genial el cap, me re gusto, seguila
JMLS
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
eo,nadie más quiere maraton entonces?
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
si yo (*-*)/
jajaja! nueva y fiel lectora
siguela
espero con ansias el maraton
jajaja! nueva y fiel lectora
siguela
espero con ansias el maraton
Vas happenin?
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Bienvenida!Vas happenin? escribió:si yo (*-*)/
jajaja! nueva y fiel lectora
siguela
espero con ansias el maraton
Esperemos a llegar a los 4 comentarios!
Cuando lleguemos maratón seguro!!!!!
Besito :aah:
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Y O Q U I E R O M A R A T O N ! ! !
Leils
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Holaaa! dale!Leils escribió:Y O Q U I E R O M A R A T O N ! ! !
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Un último comentario,y lo prometido es deuda!
Maratónnnnnnnnn!
Maratónnnnnnnnn!
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
CHICAS RÁPIDO TODAS PÓNGANSE A REPRODUCIR EL VÍDEO DE STORY OF MY LIFE .... ACTUALICEN LA PAGINA DEBEMOS ROMPER EL RECORT GO GO GO
https://www.youtube.com/watch?v=W-TE_Ys4iwM&feature=c4-overview&list=UUbW18JZRgko_mOGm5er8Yzg
https://www.youtube.com/watch?v=W-TE_Ys4iwM&feature=c4-overview&list=UUbW18JZRgko_mOGm5er8Yzg
ItzelGaleana
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
HOLA!!!!
me ENCANTO el capitulo
cada vez se pone mucho mejor
siguela cuando puedas
yo estare esperando con muchas ansias el siguiente cap
saludos tu lectora
byee
;) ;) ;) ;) ;) ;)
me ENCANTO el capitulo
cada vez se pone mucho mejor
siguela cuando puedas
yo estare esperando con muchas ansias el siguiente cap
saludos tu lectora
byee
;) ;) ;) ;) ;) ;)
gumball123
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
HOLAAAA!gumball123 escribió:HOLA!!!!
me ENCANTO el capitulo
cada vez se pone mucho mejor
siguela cuando puedas
yo estare esperando con muchas ansias el siguiente cap
saludos tu lectora
byee
;);););););)
Está muy buena,a mi me encanta esta historia *-*.
Ya estoy por subir.
beso x3
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Estoy por leer Pris, perdona la tardanza pero la escuela asfixia u.u
Apenas voy para el capítulo 3 pero cuando termine te comento:)
Te amito ♥
Apenas voy para el capítulo 3 pero cuando termine te comento:)
Te amito ♥
Invitado
Invitado
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
No te preocupes :3.HoranNovelsMS escribió:Estoy por leer Pris, perdona la tardanza pero la escuela asfixia u.u
Apenas voy para el capítulo 3 pero cuando termine te comento:)
Te amito ♥
Lee ahí,no importa xd.
Te amotee.
pd:Tu firma,Harold,yo,muerta,ay,Dios,mio,mi,corazon.
AMO A HAROOLDDDDDD
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Capítulo 5.Maratón 1/3
Harry observó a ______ mientras ésta miraba a su alrededor buscando pruebas de lo que él había dicho.
Verla le provocó una ternura tan grande que incluso le impidió hablar durante unos momentos.
_______ volvió a mirarlo con atención.
—Pues no parece que lady Collingsworth se haya dado cuenta tampoco.
—Ah, ________ —murmuró él con afecto—. Lynd me advirtió que me volverías loco. Tenía razón,
como siempre.
Ella frunció los labios con fuerza.
—Empiezo a pensar que soy tonta —se quejó—. Llevo todo el día sin entender nada.
A Harry su confusión le resultó adorable. Ojalá pudiera comportarse con más delicadeza, pero no
era un hombre delicado. Aunque al oírla hablar de apareamiento le había chocado el término, ahora le
parecía muy adecuado. Su deseo por ella se había desatado; le ardía la sangre y no sabía cómo iba a
poder aguantar. Si hubieran estado solos, se la estaría follando allí mismo. Se estaría apareando con
ella. Le clavaría la polla hasta el fondo para que no le quedara ninguna duda de que su interés era
sincero, no una actuación.
Echó los hombros hacia atrás, tratando de librarse de la tensión. No podía hablarle de sexo en ese
momento, ni siquiera para aclarar sus dudas. Estaba demasiado excitado. El discurso le saldría
demasiado grosero y la asustaría con su vehemencia. Y no estaba seguro de que ella quisiera lo mismo
que él. Sabía que el cuerpo de _______ lo deseaba. Ver su reacción en el carruaje había sido la
experiencia más excitante de su vida. Pero, al mismo tiempo, estaba abrumada. No pensaba con
claridad. Y ella necesitaba tomar una decisión racional antes de meterlo en su cama.
Lo estaba mirando con desconfianza.
Harry la invitó a seguir andando. Necesitaba ponerse en movimiento. No se le escapaba el hecho
de que _______ lograba ponerlo en ese estado sólo hablando. No necesitaba ni mirarlo ni tocarlo, sólo
decir unas palabras inocentes y sinceras.
—Quiero que me enseñes a bailar.
—¿De verdad? —El entusiasmo de ________ fue la mejor de las recompensas.
—Sí, como compensación por darle mi baile a otro hombre. —Y, de paso, conseguiría que
pasaran más rato juntos.
La sonrisa de _______ era un espectáculo delicioso.
—Debo advertirte que no soy buena enseñando. Ni a bailar ni a nada. Me falta paciencia. Me
canso en seguida.
—Bueno, yo aprendo rápido —le aseguró él para convencerla.
Pensaba compensarla de otras maneras, pero era pronto para decírselo.
—De acuerdo. Valdrá la pena intentarlo.
Al volver a mirar los retratos colgados en la pared, Harry reconoció que estaba disfrutando de la
exposición. No solía ir a éstas porque no le gustaban las aglomeraciones. En ese momento la sala
estaba casi llena, pero la gente hablaba en voz baja, por lo que el ruido no era molesto.
No debería sentirse cómodo. Era un chucho entre perros de raza, pero ______ lo hacía sentir como
si tuviera derecho a estar entre ellos. A él eso le daba igual, siempre y cuando pudiera estar a su lado.
—¿Cuál es tu cuadro favorito hasta el momento?
—Creo que ése —respondió Harry, señalando la imagen de un caballo al galope—. Casi se puede
sentir el viento al mirarlo.
—El mío es ése. —______ tiró de Harry hasta llegar frente al retrato de una ninfa que bailaba con
el pelo al viento—. Hace falta mucho talento para transformar unos tubos de pintura en una imagen
que parece estar a punto de salir de la tela. Merece toda mi admiración.
—Me alegro de que hayas venido conmigo y no con Tolliver.
—Yo también —respondió ella, apretándole el brazo.
Siguieron visitando la exposición con calma, deteniéndose cada pocos pasos para admirar las
numerosas obras que llenaban las paredes.
Tras una hora, ______ se excusó:
—¿Te importa si te dejo solo un momento?
El primer impulso de Harry fue decirle que no.
—Sólo un momento —respondió al fin.
Ella se marchó. Él pensaba que iría a hablar con algún conocido o a comentar alguna cosa con
lady Collingsworth, pero lo que hizo fue salir de la sala. La siguió para asegurarse de que estaba a
salvo. Sin embargo, lady Collingsworth lo interceptó hábilmente.
Harry la saludó con una inclinación de cabeza.
—Me gustaría que nos conociéramos mejor, señor Styles —dijo la mujer, agarrándose de su brazo
con una mano e indicándole que siguieran caminando con el abanico que llevaba en la otra.
—¿Ah, sí? —Harry se volvió hacia la salida, a tiempo de ver que los hermanos Tolliver se
marchaban.
—La madre de _______ era una buena amiga mía. Tras la muerte de la querida lady Georgina, la
tomé bajo mi protección. La quiero como si fuera mi propia hija.
—Es una joven excepcional.
—No tan joven —replicó ella, con una mirada cargada de intención—. Lleva seis temporadas sin
obtener resultados.
—Porque _______ así lo ha querido. Pero es joven y no sólo en años. Por lo que respecta a las
emociones se comporta como una niña.
—Cualquiera diría que la conoce bien, pero yo no había oído hablar de usted hasta ayer. ¿Por qué
está aquí, señor Styles? ¿Y cuándo piensa volver al lugar del que vino?
Mientras doblaban una esquina, Harry consideró qué respuesta debería dar. Una mentira
apresurada podría traerle problemas a ______.
—Estoy aquí por negocios.
—¿Es usted un hombre de negocios? —Lady Collingsworth se apartó lo suficiente para
examinarlo de arriba abajo—. Parece que no le van nada mal.
Él sonrió.
—¿No perseguir a la señorita Martin por su fortuna me da puntos ante usted?
—Depende de cuál sea la auténtica razón por la que la persigue. No estoy ciega. He visto cómo la
mira.
—Yo tampoco estoy ciego.
—¡Qué descarado! —lo reprendió la dama, con los ojos brillantes—. ¿Cuáles son sus
intenciones?
Harry se quedó mirando un cuadro del tamaño de medio carruaje, mientras pensaba la respuesta.
Finalmente, se decidió por una explicación neutra:
—Quiero que esté a salvo y feliz.
Pero a pesar de lo que afirmaba, sus intenciones podían poner en peligro tanto la felicidad de
_______ como su seguridad. Sin duda, ella estaba más tranquila ignorando las pasiones que nublan la
razón. Su simple trato ya la había hecho sentirse desorientada y con dificultad para razonar.
—Unas intenciones excelentes —sentenció lady Collingsworth—. No podría estar más de
acuerdo con usted. ¿Puedo sugerirle que haga su proposición cuanto antes? Sería fantástico que
pudiera disfrutar de unas cuantas semanas en sociedad como mujer prometida.
Él sintió que los hombros se le volvían a tensar, pero por otro motivo. Con cautela, respondió:
—No sé si sería el candidato más adecuado para ella.
—Ya veo. —Durante unos momentos, lady Collingsworth se limitó a tamborilear con los dedos
en su brazo—. ¿Sabe, señor Styles, que puedo contar con los dedos de una mano las veces que he visto
sonreír a _______ en público?
—Es cierto. No sonríe mucho —respondió Harry, con una gran sensación de triunfo por la
radiante sonrisa que ella le había dedicado ese mismo día.
—Le sugeriría que deje a _______ elegir con quién quiere estar segura y feliz. En los negocios es
necesario especular, pero en los asuntos del corazón, eso a menudo lleva a equivocarse.
—Lo tendré en cuenta.
La mujer lo miró con una media sonrisa.
—Ya veo qué le gusta de usted, señor Styles. Sabe escuchar. Sospecho que no se fía de lo que le
cuentan; que prefiere oír las cosas de primera mano.
Habían dado la vuelta. Al volver al lugar de partida, lady Collingsworth lo soltó. Tras una
apresurada reverencia, Harry salió de la sala a toda prisa, sólo para volver a ser interceptado, esta vez
por lord Westfield, que estaba a punto de entrar en la exposición del brazo de una rubia de aspecto
delicado.
—Caramba, Styles —exclamó su amigo, a modo de saludo—, ¿adónde vas tan de prisa?
El conde se inclinó hacia su compañera y le susurró algo al oído. Cuando alzó la cabeza, ella
sonrió y lo miró con una expresión que prometía todo tipo de cosas deliciosas. La joven entró en la
sala dejándolos a solas.
—La señorita Martin ha salido hace unos minutos —comentó Harry.
—Y tú la estás siguiendo con notable impaciencia.
—Es la segunda vez que me interrumpen. —La mirada que le dirigió le dejó claro quién era el
culpable de la segunda interrupción.
—Bien, en ese caso, lo mínimo que puedo hacer es indicarte el camino al tocador de señoras.
Supongo que es allí a donde te dirigías. A menos que la hayas asustado y se haya marchado del
edificio. Reconozco que cuando frunces el ceño de esa manera, me asusto hasta yo.
Harry gruñó.
Westfield se echó a reír y le dio unas breves indicaciones. Él agradeció la información, pero no
tanto la diversión que su amigo estaba obteniendo a su costa.
Llevándose los dedos al sombrero, fue en busca de ______. Llevaba varios minutos sin verla. En
algunas mujeres eso no llamaría la atención, pero era demasiado tiempo para una mujer que no
prestaba atención a su aspecto. Al volver una esquina, le llegó el sonido de su voz, aunque no la veía,
pues una estatua se interponía entre ellos.
La estatua, una figura masculina, estaba en el centro de un pasillo, sobre una plataforma movida
por rodillos. ________ les estaba explicando a los trabajadores con calma y eficiencia que una de las
ruedas se había encallado en la guía.
Harry se dirigió hacia allá negando con la cabeza. Qué típico de ella estar ofreciendo consejo
sobre temas de ingeniería, aunque fuera a una escala tan modesta. Sonrió con afecto.
_______ lo había acusado de ser un hombre inclinado a las actividades físicas, y no le faltaba razón.
Pero, al parecer, una mente rápida le resultaba tan atractiva en una mujer como su cuerpo desnudo.
—Señorita Martin —la llamó.
—Señor Styles —dijo ella, asomándose por detrás del muslo de la estatua—. Llevo viéndole el
trasero a esta estatua varios minutos. Al parecer, se ha trabado una rueda.
—¿Cree que podría rodearla, apretándose un poco contra la pared? —preguntó Harry
examinando el espacio.
Lo cierto era que no había demasiado. El pasillo era amplio, pero la estatua era enorme.
—¿Hay otro modo de salir de ahí? —les preguntó a los dos sudorosos trabajadores que trataban
de meter la escultura en una salita adyacente.
—Sí —respondió el más alto de los dos, aprovechando para sacarse un pañuelo del bolsillo y
secarse la frente.
El otro hombre, que aparentemente no quería detenerse ni siquiera en deferencia a una dama, dio
un fuerte empujón a la plataforma. La rueda se desencalló y la estatua se tambaleó hacia delante. La
madera crujió amenazadoramente y una de las gruesas cuerdas que aseguraban la escultura se rompió.
El sonido que hizo al romperse recordó un latigazo.
Horrorizado, Harry vio que la estatua caía hacia ella.
—¡_______! —gritó, tratando de acercarse, aunque era imposible.
La plataforma volvió a crujir y la rueda problemática salió rodando por el pasillo.
Los acontecimientos se precipitaron. El estruendo de la escultura al romperse fue ensordecedor
en aquel espacio cerrado. Los restos rotos de la obra de arte levantaron una espesa nube de polvo.
Harry no veía a _______ en medio de la polvareda.
Pasando por encima de la plataforma, llegó hasta donde la había visto por última vez. El torso de
la estatua estaba a un lado, de una pieza.
Harry estaba tan angustiado que no podía respirar y mucho menos pensar. Se tambaleó.
Le llegaron gritos desde distintas zonas del edificio, que competían con los fuertes latidos que lo
ensordecían.
—Cielo santo —oyó decir a _______—, qué desastre.
Se volvió hacia la voz. Ella estaba bajo el marco de una puerta cercana, contemplando la
destrucción.
«Dios mío, gracias.»
Pisando los trozos rotos de la estatua, Harry llegó hasta ella y la abrazó con fuerza.
—Parecía como si la cuerda hubiera sido parcialmente cortada. —Con la tercera copa de brandy
en la mano, Harry paseaba frente a la chimenea apagada de su despacho. Se había quitado la chaqueta
y el chaleco y los había tirado sobre una silla, pero seguía sofocado, como si le faltara el aire—. Pero
no hay manera de estar seguro. Sólo me dejaron echarle un vistazo rápido.
—Pero tú no crees que fuera un accidente —dijo Westfield desde el sofá—, a pesar de que se
encontraba en un sitio público y que le hubiera podido pasar a cualquiera.
—La señorita Martin dice que la estatua estaba en un pasillo lateral cuando entró en los servicios.
Fue al salir cuando se la encontró en medio del paso.
—A aquellos dos hombres les estaba costando mucho manipularla. Parece tarea imposible para
una persona sola.
—Pero una rueda estaba en mal estado. Mucha casualidad. —Harry se acabó la copa de un trago,
buscando calentarse las entrañas, que se le habían quedado heladas con el accidente—. ¿Es posible que
una persona sufra tantos accidentes de manera natural?
Dejó la copa sobre el escritorio ruidosamente y miró la hora en el reloj de sobremesa. Faltaban
horas para que volviera a ver a _______ en casa de los Lansing. Sabía que no iba a poder relajarse hasta
ese momento. Haber asignado más vigilantes para que no perdieran de vista la casa de los Melville no
lo tranquilizaba demasiado.
Westfield hizo un sonido muy parecido a un ronquido.
—Estás muy nervioso con todo este asunto. Toma ejemplo de la señorita Martin. Ella parece
tomárselo muy bien.
—Porque confía en que yo me ocuparé de todo y la mantendré a salvo —replicó Harry
secamente.
—Como yo. Tú eres el único que no pareces convencido de tu capacidad para protegerla.
—Su tranquilidad se debe en parte a la gravedad del accidente. Es irónico, pero ha sido tan
peligroso que está convencida de que no tiene nada que ver con los anteriores.
—¿Me estás diciendo que está más tranquila porque ha estado a punto de morir?
Al mirar a su amigo, Harry vio un brillo divertido en su mirada. Por un momento se sintió
furioso. Le molestaba que Westfield se divirtiera a costa de sus inquietudes. Pero suponía que el tipo
de vida libre de preocupaciones que llevaba lo aburría tanto que hasta los accidentes ajenos le servían
para romper la monotonía.
Controlándose, se dio la vuelta, masajeándose la nuca con firmeza.
—Estoy haciendo todo lo que está en mi mano, pero no puedo quitarme de encima la sensación
de que no es suficiente.
Al día siguiente se reuniría con el hombre de confianza de _______. Juntos visitarían sus
propiedades. Tenía gente investigando ya a los arrendatarios actuales y a los del pasado reciente.
Tenía pensado hablar esa misma noche con lord Collingsworth sobre el fondo de inversiones que tenía
contratado _______ y esperaba que lord Melville lo citara un día para hablar con él. Todavía le quedaba
investigar a sus dos padres —el señor Martin y el señor Chilcott—, pero quería encargarse
personalmente de ello, así que lo haría más adelante. A pesar de que tenía plena confianza en su
plantilla de ayudantes, no pensaba encargarle a nadie que investigara los secretos de la familia directa
de _______.
—Por si te sirve de consuelo —dijo Westfield, levantándose—, estás llevando a cabo una
investigación compleja que te obliga a jugar un papel al que no estás acostumbrado. Es normal que
temas que algo se te escape, pero quiero que sepas que puedes contar conmigo. Tengo más experiencia
que tú en algunas cosas. De hecho, si quisieras, podría encargarme de cortejar a la señorita Martin
mientras tú te centras en la investigación.
Harry le enseñó los dientes.
—No hará falta, gracias.
Su amigo se echó a reír.
—La oferta sigue en pie si cambias de idea. Mientras tanto, voy a comer algo y a cambiarme para
la velada. Tú también deberías comer algo y dejar de beber, o esta noche no servirás para nada.
Despidiéndolo con un impaciente movimiento de muñeca, Harry se dejó caer pesadamente en la
silla. Repasó toda la información de la que disponía, buscando alguna pista que pudiera haber pasado
por alto.
No podía fallar. No era una cuestión de orgullo profesional ni de dejar satisfecho al cliente. Se
había convertido en una cuestión personal. Recordó el momento en que había creído que ______ estaba
herida... o algo peor... No quería volver a pasar por algo así.
—Maldita sea —gruñó Westfield, cogiendo dos copas de champán de la bandeja de un camarero
que pasaba por delante. Le alargó una a Harry con tanto ímpetu que casi se derramó su contenido—.
Me había olvidado de lo irracional que se pone lady Lansing cuando se entusiasma. No he entendido ni
una palabra de lo que ha dicho. ¿Cuánto tiempo nos ha tenido prisioneros? ¿Veinte minutos? ¿Media
hora?
—Diez minutos como máximo —respondió Harry, examinando el salón de baile de punta a
punta. Era una estancia estrecha y alargada, con suelos de mármol y tres grandes lámparas. Unas
delgadas columnas rodeaban el perímetro, así como macetas con helechos. En la pared del fondo había
unos grandes ventanales, que en ese momento estaban abiertos para que entrara el aire de la noche.
—Se me ha hecho eterno. —Westfield se bebió la copa de un trago—. Las cosas que hago por ti,
Styles.—
Deberías sentirte halagado. Tu ilustre presencia ha hecho que el baile de lady Lansing sea un
éxito.—
No me compensa.
—De acuerdo, te debo una —murmuró Harry, más pendiente de localizar a ______ que de la
conversación con su amigo—. ¿Te consuela eso?
El salón de baile de los Lansing no era demasiado grande ni estaba demasiado lleno. Había un
nutrido grupo de invitados, pero no podía considerarse una aglomeración. ¿Por qué entonces no podía
localizar su glorioso cabello cobrizo?
«¿Es usted de esos hombres que sienten fascinación por las pelirrojas?», recordó que le había
preguntado ella.
No lo era. Nunca hasta entonces se había fijado en el color de pelo de las mujeres con las que se
relacionaba. Pero ahora era el único color que le interesaba.
Westfield lo agarró del brazo para que se pusiera en movimiento.
—Salgamos de aquí —le pidió, tirando de él—. Se acerca alguien con quien preferiría no hablar.
Harry se dejó arrastrar a regañadientes. Dieron la vuelta al salón a paso de tortuga por culpa de
todos los invitados que querían saludar al conde. Harry estaba a punto de dejarlo solo cuando por fin
vio a _______.
Tropezó y Westfield chocó contra él.
—Pero ¿qué demonio estás...? —Su amigo se interrumpió en seco.
Harry apenas pudo reprimir un silbido de admiración. Sabía que era un gesto grosero que dejaba
al descubierto sus orígenes humildes, pero se había quedado sin palabras.
—Vaya, vaya —comentó Westfield—. Es evidente que no le he prestado a la señorita Martin la
atención que merece.
______ estaba en medio de un círculo de conocidos, casi todos ellos caballeros. Llevaba el pelo
recogido formando una cascada de rizos que le rodeaban la cara y le acariciaban la nuca. El vestido, de
raso color azul zafiro, contrastaba con los tonos pálidos de los de las demás asistentes. Habría sido
imposible no verla, de no ser por el círculo de hombres que babeaban a su alrededor.
¿Por qué demonios se había vestido así?
Harry la observaba sin poder apartar la vista. Estaba fascinado. Aquel color oscuro resaltaba la
palidez de su piel y el peinado la favorecía especialmente. El corte del vestido era muy sencillo y casi
no llevaba adornos. Su auténtica belleza consistía en cómo se ceñía a las formas de su dueña. El
corpiño abrazaba unos pechos firmes, dejando al descubierto una buena parte del escote. La falda, que
arrastraba por el suelo, la hacía parecer más alta. Las mangas, cortas y abombadas, no llegaban hasta
el extremo de los guantes blancos, permitiendo ver unas cuantas pecas en los brazos que a Harry le
parecieron deliciosas.
Sintió un gran deseo, como un hombre que lleva demasiado tiempo sin comer pero no se da
cuenta del hambre que tiene hasta que le ponen delante un plato de comida.
Una voz masculina interrumpió sus pensamientos.
—Me alegro de ver que no soy el único que ha perdido todo el sentido del decoro.
Jasper apartó la vista de ______ para ver quién se había dirigido a él.
—Lord Brimley —saludó Westfield—. Me alegro de verle.
Mientras su amigo hacía las presentaciones, Harry estudió al barón Brimley con su
meticulosidad habitual. Éste era bastante más bajo que ellos dos, y también menos musculoso. Aunque
el hombre estaba perdiendo el pelo a una velocidad lamentable, supuso que era más joven de lo que
aparentaba.
—Qué sorpresa verlo por aquí, Westfield —dijo Brimley, tras saludar a Harry—. ¿Le había
llegado noticia de la transformación de la señorita Martin?
—De hecho —respondió el conde con aristocrática desgana—, eché las invitaciones para esta
noche en un sombrero y saqué una. La transformación, como usted la llama, ha sido una sorpresa
inesperada pero muy agradable.
—El señor Tomlinson opina que la señorita Martin ha decidido quitarse de encima la etiqueta de
solterona —comentó Brimley.
—Tal vez —sugirió Harry con un fuerte sentimiento de propiedad— se haya fijado en algún
hombre y espere animarlo a actuar.
—¿Usted cree? —El barón abrió mucho los ojos—. ¿No sabrá por casualidad en quién?
—No, me temo que no. Todavía no conozco a todas las polillas que revolotean a su alrededor.
—Qué poético, aunque admito que la imagen es adecuada. Bien, me encargaré de descubrirlo
personalmente.
Westfield le dio una palmada en la espalda.
—Espero que comparta sus descubrimientos.
Brimley se hinchó.
—Por supuesto, Westfield.
Harry no aguantó más. Con una leve reverencia, se excusó:
—Si me disculpan, caballeros.
—No tan de prisa, Styles —dijo Westfield—. Te acompañaré a agasajar a la encantadora señorita
Martin. Discúlpenos, Brimley. Y, sobre todo, manténganos al día de las novedades.
Los hombros de Harry se tensaron todavía más. No sabía por qué lo inquietaba tanto que
Westfield se fijara en _______, o que ella se fijara en su amigo, pero no podía evitarlo. Recordó las
palabras de ella, al admitir la súbita hostilidad que había sentido hacia la señorita Tolliver al verla con
él en el museo y admiró aún más su honestidad.
_______ lo vio mientras se le acercaba. Gracias a su generoso escote, Harry pudo ver cómo contenía
el aliento y un delicado rubor cubría su piel luminosa. Se lo quedó mirando sin parpadear y él se sintió
inundado por una sensación de triunfo muy masculina. Era obvio que le gustaba lo que estaba viendo y
Harry no había hecho ningún esfuerzo consciente para provocarle esa reacción.
Al llegar a la parte exterior del círculo que la rodeaba, se detuvo. Sus admiradores le abrieron
paso a regañadientes.
—Señorita Martin.
Ella bajó la vista y lo saludó con una reverencia.
—Buenas noches, señor Styles.
Harry le presentó a Westfield y luego se echó hacia atrás. Durante un rato, se limitó a observarla
en ese nuevo entorno, sonriendo cada vez que una de sus respuestas directas hacía que alguien a su
alrededor perdiera el hilo de la conversación. Aunque su aspecto había cambiado drásticamente,
seguía siendo ________.
Mientras los demás comentaban animadamente su accidente en la Royal Academy, ella fruncía el
ceño, como si le costara relacionar las historias que estaba oyendo con lo que había sucedido
realmente. Lo buscaba a menudo con la vista, como si saber que estaba cerca le diera fuerzas y ánimo.
Harry recordó que, poco antes, había estado pensando en lo cómodo que ella lo hacía sentir en
circunstancias en las que habría debido sentirse fuera de lugar.
No eran tan diferentes, a fin de cuentas. Lo que más lo atraía de ella era la afinidad que sentían en
temas muy íntimos.
La madre de Harry había querido que recibiera una buena educación, y lo había pagado con su
orgullo y con su vida. Él había protestado, sabiendo que no se lo podían permitir, pero ella había
permanecido firme en su decisión. Finalmente, Harry había aceptado, aunque no compartía los
motivos de su madre. El objetivo de él había sido poder mantenerla al acabar los estudios. Lo que ella
quería era que impresionara a su padre, un hombre que destacaba por su habilidad a la hora de ignorar
a sus numerosos hijos bastardos.
Harry culpaba al opio de la incapacidad de su madre para ver lo inútil de su empeño. Porque
nadie en plenas facultades mentales habría soñado siquiera que un hijo atractivo y bien educado
pudiera despertar el menor orgullo paterno en un canalla libertino como el difunto conde de
Montague.
Sí, Harry hablaba bien y tenía modales refinados. Sabía leer y escribir y no se le daban mal los
números, aunque no sentía por ellos el mismo amor que sentía _______. En resumen, podría haber
encajado en la buena sociedad, pero no lo hacía. Y sabía que a ella le pasaba algo parecido.
Un violín empezó a ensayar, señalando que la pausa de la orquesta había llegado a su fin. Los
invitados se situaron en fila a lo largo de la sala de baile. ______ le dirigió una mirada intensa y él supo
que estaba a punto de bailar su vals.
Mientras iba hacia el centro de la sala junto a sir Richard Tolliver, Harry no podía dejar de
mirarla. _______ caminaba con gracia y elegancia. La falda de su vestido era más larga y voluminosa que
las de las demás invitadas. A Harry le pareció adecuado. La personalidad de ella tenía más peso que la
de cualquiera de las presentes.
La orquesta empezó a tocar las primeras notas del vals y _______ posó su mano sobre la de Tolliver.
Con gesto elegante, éste se puso en movimiento, guiándola por la sala.
Harry frunció el ceño, pensativo. En la exposición había habido dos Tolliver. Se habían
marchado poco después que ______ y en su misma dirección. En la lista de pretendientes que ella le
había proporcionado, Richard Tolliver estaba colocado más arriba que Montague, ya que tenía una
hermana que necesitaba dinero para su dote.
Volviéndose, Harry buscó con la mirada a esa hermana. No podía estar muy lejos.
Harry observó a ______ mientras ésta miraba a su alrededor buscando pruebas de lo que él había dicho.
Verla le provocó una ternura tan grande que incluso le impidió hablar durante unos momentos.
_______ volvió a mirarlo con atención.
—Pues no parece que lady Collingsworth se haya dado cuenta tampoco.
—Ah, ________ —murmuró él con afecto—. Lynd me advirtió que me volverías loco. Tenía razón,
como siempre.
Ella frunció los labios con fuerza.
—Empiezo a pensar que soy tonta —se quejó—. Llevo todo el día sin entender nada.
A Harry su confusión le resultó adorable. Ojalá pudiera comportarse con más delicadeza, pero no
era un hombre delicado. Aunque al oírla hablar de apareamiento le había chocado el término, ahora le
parecía muy adecuado. Su deseo por ella se había desatado; le ardía la sangre y no sabía cómo iba a
poder aguantar. Si hubieran estado solos, se la estaría follando allí mismo. Se estaría apareando con
ella. Le clavaría la polla hasta el fondo para que no le quedara ninguna duda de que su interés era
sincero, no una actuación.
Echó los hombros hacia atrás, tratando de librarse de la tensión. No podía hablarle de sexo en ese
momento, ni siquiera para aclarar sus dudas. Estaba demasiado excitado. El discurso le saldría
demasiado grosero y la asustaría con su vehemencia. Y no estaba seguro de que ella quisiera lo mismo
que él. Sabía que el cuerpo de _______ lo deseaba. Ver su reacción en el carruaje había sido la
experiencia más excitante de su vida. Pero, al mismo tiempo, estaba abrumada. No pensaba con
claridad. Y ella necesitaba tomar una decisión racional antes de meterlo en su cama.
Lo estaba mirando con desconfianza.
Harry la invitó a seguir andando. Necesitaba ponerse en movimiento. No se le escapaba el hecho
de que _______ lograba ponerlo en ese estado sólo hablando. No necesitaba ni mirarlo ni tocarlo, sólo
decir unas palabras inocentes y sinceras.
—Quiero que me enseñes a bailar.
—¿De verdad? —El entusiasmo de ________ fue la mejor de las recompensas.
—Sí, como compensación por darle mi baile a otro hombre. —Y, de paso, conseguiría que
pasaran más rato juntos.
La sonrisa de _______ era un espectáculo delicioso.
—Debo advertirte que no soy buena enseñando. Ni a bailar ni a nada. Me falta paciencia. Me
canso en seguida.
—Bueno, yo aprendo rápido —le aseguró él para convencerla.
Pensaba compensarla de otras maneras, pero era pronto para decírselo.
—De acuerdo. Valdrá la pena intentarlo.
Al volver a mirar los retratos colgados en la pared, Harry reconoció que estaba disfrutando de la
exposición. No solía ir a éstas porque no le gustaban las aglomeraciones. En ese momento la sala
estaba casi llena, pero la gente hablaba en voz baja, por lo que el ruido no era molesto.
No debería sentirse cómodo. Era un chucho entre perros de raza, pero ______ lo hacía sentir como
si tuviera derecho a estar entre ellos. A él eso le daba igual, siempre y cuando pudiera estar a su lado.
—¿Cuál es tu cuadro favorito hasta el momento?
—Creo que ése —respondió Harry, señalando la imagen de un caballo al galope—. Casi se puede
sentir el viento al mirarlo.
—El mío es ése. —______ tiró de Harry hasta llegar frente al retrato de una ninfa que bailaba con
el pelo al viento—. Hace falta mucho talento para transformar unos tubos de pintura en una imagen
que parece estar a punto de salir de la tela. Merece toda mi admiración.
—Me alegro de que hayas venido conmigo y no con Tolliver.
—Yo también —respondió ella, apretándole el brazo.
Siguieron visitando la exposición con calma, deteniéndose cada pocos pasos para admirar las
numerosas obras que llenaban las paredes.
Tras una hora, ______ se excusó:
—¿Te importa si te dejo solo un momento?
El primer impulso de Harry fue decirle que no.
—Sólo un momento —respondió al fin.
Ella se marchó. Él pensaba que iría a hablar con algún conocido o a comentar alguna cosa con
lady Collingsworth, pero lo que hizo fue salir de la sala. La siguió para asegurarse de que estaba a
salvo. Sin embargo, lady Collingsworth lo interceptó hábilmente.
Harry la saludó con una inclinación de cabeza.
—Me gustaría que nos conociéramos mejor, señor Styles —dijo la mujer, agarrándose de su brazo
con una mano e indicándole que siguieran caminando con el abanico que llevaba en la otra.
—¿Ah, sí? —Harry se volvió hacia la salida, a tiempo de ver que los hermanos Tolliver se
marchaban.
—La madre de _______ era una buena amiga mía. Tras la muerte de la querida lady Georgina, la
tomé bajo mi protección. La quiero como si fuera mi propia hija.
—Es una joven excepcional.
—No tan joven —replicó ella, con una mirada cargada de intención—. Lleva seis temporadas sin
obtener resultados.
—Porque _______ así lo ha querido. Pero es joven y no sólo en años. Por lo que respecta a las
emociones se comporta como una niña.
—Cualquiera diría que la conoce bien, pero yo no había oído hablar de usted hasta ayer. ¿Por qué
está aquí, señor Styles? ¿Y cuándo piensa volver al lugar del que vino?
Mientras doblaban una esquina, Harry consideró qué respuesta debería dar. Una mentira
apresurada podría traerle problemas a ______.
—Estoy aquí por negocios.
—¿Es usted un hombre de negocios? —Lady Collingsworth se apartó lo suficiente para
examinarlo de arriba abajo—. Parece que no le van nada mal.
Él sonrió.
—¿No perseguir a la señorita Martin por su fortuna me da puntos ante usted?
—Depende de cuál sea la auténtica razón por la que la persigue. No estoy ciega. He visto cómo la
mira.
—Yo tampoco estoy ciego.
—¡Qué descarado! —lo reprendió la dama, con los ojos brillantes—. ¿Cuáles son sus
intenciones?
Harry se quedó mirando un cuadro del tamaño de medio carruaje, mientras pensaba la respuesta.
Finalmente, se decidió por una explicación neutra:
—Quiero que esté a salvo y feliz.
Pero a pesar de lo que afirmaba, sus intenciones podían poner en peligro tanto la felicidad de
_______ como su seguridad. Sin duda, ella estaba más tranquila ignorando las pasiones que nublan la
razón. Su simple trato ya la había hecho sentirse desorientada y con dificultad para razonar.
—Unas intenciones excelentes —sentenció lady Collingsworth—. No podría estar más de
acuerdo con usted. ¿Puedo sugerirle que haga su proposición cuanto antes? Sería fantástico que
pudiera disfrutar de unas cuantas semanas en sociedad como mujer prometida.
Él sintió que los hombros se le volvían a tensar, pero por otro motivo. Con cautela, respondió:
—No sé si sería el candidato más adecuado para ella.
—Ya veo. —Durante unos momentos, lady Collingsworth se limitó a tamborilear con los dedos
en su brazo—. ¿Sabe, señor Styles, que puedo contar con los dedos de una mano las veces que he visto
sonreír a _______ en público?
—Es cierto. No sonríe mucho —respondió Harry, con una gran sensación de triunfo por la
radiante sonrisa que ella le había dedicado ese mismo día.
—Le sugeriría que deje a _______ elegir con quién quiere estar segura y feliz. En los negocios es
necesario especular, pero en los asuntos del corazón, eso a menudo lleva a equivocarse.
—Lo tendré en cuenta.
La mujer lo miró con una media sonrisa.
—Ya veo qué le gusta de usted, señor Styles. Sabe escuchar. Sospecho que no se fía de lo que le
cuentan; que prefiere oír las cosas de primera mano.
Habían dado la vuelta. Al volver al lugar de partida, lady Collingsworth lo soltó. Tras una
apresurada reverencia, Harry salió de la sala a toda prisa, sólo para volver a ser interceptado, esta vez
por lord Westfield, que estaba a punto de entrar en la exposición del brazo de una rubia de aspecto
delicado.
—Caramba, Styles —exclamó su amigo, a modo de saludo—, ¿adónde vas tan de prisa?
El conde se inclinó hacia su compañera y le susurró algo al oído. Cuando alzó la cabeza, ella
sonrió y lo miró con una expresión que prometía todo tipo de cosas deliciosas. La joven entró en la
sala dejándolos a solas.
—La señorita Martin ha salido hace unos minutos —comentó Harry.
—Y tú la estás siguiendo con notable impaciencia.
—Es la segunda vez que me interrumpen. —La mirada que le dirigió le dejó claro quién era el
culpable de la segunda interrupción.
—Bien, en ese caso, lo mínimo que puedo hacer es indicarte el camino al tocador de señoras.
Supongo que es allí a donde te dirigías. A menos que la hayas asustado y se haya marchado del
edificio. Reconozco que cuando frunces el ceño de esa manera, me asusto hasta yo.
Harry gruñó.
Westfield se echó a reír y le dio unas breves indicaciones. Él agradeció la información, pero no
tanto la diversión que su amigo estaba obteniendo a su costa.
Llevándose los dedos al sombrero, fue en busca de ______. Llevaba varios minutos sin verla. En
algunas mujeres eso no llamaría la atención, pero era demasiado tiempo para una mujer que no
prestaba atención a su aspecto. Al volver una esquina, le llegó el sonido de su voz, aunque no la veía,
pues una estatua se interponía entre ellos.
La estatua, una figura masculina, estaba en el centro de un pasillo, sobre una plataforma movida
por rodillos. ________ les estaba explicando a los trabajadores con calma y eficiencia que una de las
ruedas se había encallado en la guía.
Harry se dirigió hacia allá negando con la cabeza. Qué típico de ella estar ofreciendo consejo
sobre temas de ingeniería, aunque fuera a una escala tan modesta. Sonrió con afecto.
_______ lo había acusado de ser un hombre inclinado a las actividades físicas, y no le faltaba razón.
Pero, al parecer, una mente rápida le resultaba tan atractiva en una mujer como su cuerpo desnudo.
—Señorita Martin —la llamó.
—Señor Styles —dijo ella, asomándose por detrás del muslo de la estatua—. Llevo viéndole el
trasero a esta estatua varios minutos. Al parecer, se ha trabado una rueda.
—¿Cree que podría rodearla, apretándose un poco contra la pared? —preguntó Harry
examinando el espacio.
Lo cierto era que no había demasiado. El pasillo era amplio, pero la estatua era enorme.
—¿Hay otro modo de salir de ahí? —les preguntó a los dos sudorosos trabajadores que trataban
de meter la escultura en una salita adyacente.
—Sí —respondió el más alto de los dos, aprovechando para sacarse un pañuelo del bolsillo y
secarse la frente.
El otro hombre, que aparentemente no quería detenerse ni siquiera en deferencia a una dama, dio
un fuerte empujón a la plataforma. La rueda se desencalló y la estatua se tambaleó hacia delante. La
madera crujió amenazadoramente y una de las gruesas cuerdas que aseguraban la escultura se rompió.
El sonido que hizo al romperse recordó un latigazo.
Horrorizado, Harry vio que la estatua caía hacia ella.
—¡_______! —gritó, tratando de acercarse, aunque era imposible.
La plataforma volvió a crujir y la rueda problemática salió rodando por el pasillo.
Los acontecimientos se precipitaron. El estruendo de la escultura al romperse fue ensordecedor
en aquel espacio cerrado. Los restos rotos de la obra de arte levantaron una espesa nube de polvo.
Harry no veía a _______ en medio de la polvareda.
Pasando por encima de la plataforma, llegó hasta donde la había visto por última vez. El torso de
la estatua estaba a un lado, de una pieza.
Harry estaba tan angustiado que no podía respirar y mucho menos pensar. Se tambaleó.
Le llegaron gritos desde distintas zonas del edificio, que competían con los fuertes latidos que lo
ensordecían.
—Cielo santo —oyó decir a _______—, qué desastre.
Se volvió hacia la voz. Ella estaba bajo el marco de una puerta cercana, contemplando la
destrucción.
«Dios mío, gracias.»
Pisando los trozos rotos de la estatua, Harry llegó hasta ella y la abrazó con fuerza.
—Parecía como si la cuerda hubiera sido parcialmente cortada. —Con la tercera copa de brandy
en la mano, Harry paseaba frente a la chimenea apagada de su despacho. Se había quitado la chaqueta
y el chaleco y los había tirado sobre una silla, pero seguía sofocado, como si le faltara el aire—. Pero
no hay manera de estar seguro. Sólo me dejaron echarle un vistazo rápido.
—Pero tú no crees que fuera un accidente —dijo Westfield desde el sofá—, a pesar de que se
encontraba en un sitio público y que le hubiera podido pasar a cualquiera.
—La señorita Martin dice que la estatua estaba en un pasillo lateral cuando entró en los servicios.
Fue al salir cuando se la encontró en medio del paso.
—A aquellos dos hombres les estaba costando mucho manipularla. Parece tarea imposible para
una persona sola.
—Pero una rueda estaba en mal estado. Mucha casualidad. —Harry se acabó la copa de un trago,
buscando calentarse las entrañas, que se le habían quedado heladas con el accidente—. ¿Es posible que
una persona sufra tantos accidentes de manera natural?
Dejó la copa sobre el escritorio ruidosamente y miró la hora en el reloj de sobremesa. Faltaban
horas para que volviera a ver a _______ en casa de los Lansing. Sabía que no iba a poder relajarse hasta
ese momento. Haber asignado más vigilantes para que no perdieran de vista la casa de los Melville no
lo tranquilizaba demasiado.
Westfield hizo un sonido muy parecido a un ronquido.
—Estás muy nervioso con todo este asunto. Toma ejemplo de la señorita Martin. Ella parece
tomárselo muy bien.
—Porque confía en que yo me ocuparé de todo y la mantendré a salvo —replicó Harry
secamente.
—Como yo. Tú eres el único que no pareces convencido de tu capacidad para protegerla.
—Su tranquilidad se debe en parte a la gravedad del accidente. Es irónico, pero ha sido tan
peligroso que está convencida de que no tiene nada que ver con los anteriores.
—¿Me estás diciendo que está más tranquila porque ha estado a punto de morir?
Al mirar a su amigo, Harry vio un brillo divertido en su mirada. Por un momento se sintió
furioso. Le molestaba que Westfield se divirtiera a costa de sus inquietudes. Pero suponía que el tipo
de vida libre de preocupaciones que llevaba lo aburría tanto que hasta los accidentes ajenos le servían
para romper la monotonía.
Controlándose, se dio la vuelta, masajeándose la nuca con firmeza.
—Estoy haciendo todo lo que está en mi mano, pero no puedo quitarme de encima la sensación
de que no es suficiente.
Al día siguiente se reuniría con el hombre de confianza de _______. Juntos visitarían sus
propiedades. Tenía gente investigando ya a los arrendatarios actuales y a los del pasado reciente.
Tenía pensado hablar esa misma noche con lord Collingsworth sobre el fondo de inversiones que tenía
contratado _______ y esperaba que lord Melville lo citara un día para hablar con él. Todavía le quedaba
investigar a sus dos padres —el señor Martin y el señor Chilcott—, pero quería encargarse
personalmente de ello, así que lo haría más adelante. A pesar de que tenía plena confianza en su
plantilla de ayudantes, no pensaba encargarle a nadie que investigara los secretos de la familia directa
de _______.
—Por si te sirve de consuelo —dijo Westfield, levantándose—, estás llevando a cabo una
investigación compleja que te obliga a jugar un papel al que no estás acostumbrado. Es normal que
temas que algo se te escape, pero quiero que sepas que puedes contar conmigo. Tengo más experiencia
que tú en algunas cosas. De hecho, si quisieras, podría encargarme de cortejar a la señorita Martin
mientras tú te centras en la investigación.
Harry le enseñó los dientes.
—No hará falta, gracias.
Su amigo se echó a reír.
—La oferta sigue en pie si cambias de idea. Mientras tanto, voy a comer algo y a cambiarme para
la velada. Tú también deberías comer algo y dejar de beber, o esta noche no servirás para nada.
Despidiéndolo con un impaciente movimiento de muñeca, Harry se dejó caer pesadamente en la
silla. Repasó toda la información de la que disponía, buscando alguna pista que pudiera haber pasado
por alto.
No podía fallar. No era una cuestión de orgullo profesional ni de dejar satisfecho al cliente. Se
había convertido en una cuestión personal. Recordó el momento en que había creído que ______ estaba
herida... o algo peor... No quería volver a pasar por algo así.
—Maldita sea —gruñó Westfield, cogiendo dos copas de champán de la bandeja de un camarero
que pasaba por delante. Le alargó una a Harry con tanto ímpetu que casi se derramó su contenido—.
Me había olvidado de lo irracional que se pone lady Lansing cuando se entusiasma. No he entendido ni
una palabra de lo que ha dicho. ¿Cuánto tiempo nos ha tenido prisioneros? ¿Veinte minutos? ¿Media
hora?
—Diez minutos como máximo —respondió Harry, examinando el salón de baile de punta a
punta. Era una estancia estrecha y alargada, con suelos de mármol y tres grandes lámparas. Unas
delgadas columnas rodeaban el perímetro, así como macetas con helechos. En la pared del fondo había
unos grandes ventanales, que en ese momento estaban abiertos para que entrara el aire de la noche.
—Se me ha hecho eterno. —Westfield se bebió la copa de un trago—. Las cosas que hago por ti,
Styles.—
Deberías sentirte halagado. Tu ilustre presencia ha hecho que el baile de lady Lansing sea un
éxito.—
No me compensa.
—De acuerdo, te debo una —murmuró Harry, más pendiente de localizar a ______ que de la
conversación con su amigo—. ¿Te consuela eso?
El salón de baile de los Lansing no era demasiado grande ni estaba demasiado lleno. Había un
nutrido grupo de invitados, pero no podía considerarse una aglomeración. ¿Por qué entonces no podía
localizar su glorioso cabello cobrizo?
«¿Es usted de esos hombres que sienten fascinación por las pelirrojas?», recordó que le había
preguntado ella.
No lo era. Nunca hasta entonces se había fijado en el color de pelo de las mujeres con las que se
relacionaba. Pero ahora era el único color que le interesaba.
Westfield lo agarró del brazo para que se pusiera en movimiento.
—Salgamos de aquí —le pidió, tirando de él—. Se acerca alguien con quien preferiría no hablar.
Harry se dejó arrastrar a regañadientes. Dieron la vuelta al salón a paso de tortuga por culpa de
todos los invitados que querían saludar al conde. Harry estaba a punto de dejarlo solo cuando por fin
vio a _______.
Tropezó y Westfield chocó contra él.
—Pero ¿qué demonio estás...? —Su amigo se interrumpió en seco.
Harry apenas pudo reprimir un silbido de admiración. Sabía que era un gesto grosero que dejaba
al descubierto sus orígenes humildes, pero se había quedado sin palabras.
—Vaya, vaya —comentó Westfield—. Es evidente que no le he prestado a la señorita Martin la
atención que merece.
______ estaba en medio de un círculo de conocidos, casi todos ellos caballeros. Llevaba el pelo
recogido formando una cascada de rizos que le rodeaban la cara y le acariciaban la nuca. El vestido, de
raso color azul zafiro, contrastaba con los tonos pálidos de los de las demás asistentes. Habría sido
imposible no verla, de no ser por el círculo de hombres que babeaban a su alrededor.
¿Por qué demonios se había vestido así?
Harry la observaba sin poder apartar la vista. Estaba fascinado. Aquel color oscuro resaltaba la
palidez de su piel y el peinado la favorecía especialmente. El corte del vestido era muy sencillo y casi
no llevaba adornos. Su auténtica belleza consistía en cómo se ceñía a las formas de su dueña. El
corpiño abrazaba unos pechos firmes, dejando al descubierto una buena parte del escote. La falda, que
arrastraba por el suelo, la hacía parecer más alta. Las mangas, cortas y abombadas, no llegaban hasta
el extremo de los guantes blancos, permitiendo ver unas cuantas pecas en los brazos que a Harry le
parecieron deliciosas.
Sintió un gran deseo, como un hombre que lleva demasiado tiempo sin comer pero no se da
cuenta del hambre que tiene hasta que le ponen delante un plato de comida.
Una voz masculina interrumpió sus pensamientos.
—Me alegro de ver que no soy el único que ha perdido todo el sentido del decoro.
Jasper apartó la vista de ______ para ver quién se había dirigido a él.
—Lord Brimley —saludó Westfield—. Me alegro de verle.
Mientras su amigo hacía las presentaciones, Harry estudió al barón Brimley con su
meticulosidad habitual. Éste era bastante más bajo que ellos dos, y también menos musculoso. Aunque
el hombre estaba perdiendo el pelo a una velocidad lamentable, supuso que era más joven de lo que
aparentaba.
—Qué sorpresa verlo por aquí, Westfield —dijo Brimley, tras saludar a Harry—. ¿Le había
llegado noticia de la transformación de la señorita Martin?
—De hecho —respondió el conde con aristocrática desgana—, eché las invitaciones para esta
noche en un sombrero y saqué una. La transformación, como usted la llama, ha sido una sorpresa
inesperada pero muy agradable.
—El señor Tomlinson opina que la señorita Martin ha decidido quitarse de encima la etiqueta de
solterona —comentó Brimley.
—Tal vez —sugirió Harry con un fuerte sentimiento de propiedad— se haya fijado en algún
hombre y espere animarlo a actuar.
—¿Usted cree? —El barón abrió mucho los ojos—. ¿No sabrá por casualidad en quién?
—No, me temo que no. Todavía no conozco a todas las polillas que revolotean a su alrededor.
—Qué poético, aunque admito que la imagen es adecuada. Bien, me encargaré de descubrirlo
personalmente.
Westfield le dio una palmada en la espalda.
—Espero que comparta sus descubrimientos.
Brimley se hinchó.
—Por supuesto, Westfield.
Harry no aguantó más. Con una leve reverencia, se excusó:
—Si me disculpan, caballeros.
—No tan de prisa, Styles —dijo Westfield—. Te acompañaré a agasajar a la encantadora señorita
Martin. Discúlpenos, Brimley. Y, sobre todo, manténganos al día de las novedades.
Los hombros de Harry se tensaron todavía más. No sabía por qué lo inquietaba tanto que
Westfield se fijara en _______, o que ella se fijara en su amigo, pero no podía evitarlo. Recordó las
palabras de ella, al admitir la súbita hostilidad que había sentido hacia la señorita Tolliver al verla con
él en el museo y admiró aún más su honestidad.
_______ lo vio mientras se le acercaba. Gracias a su generoso escote, Harry pudo ver cómo contenía
el aliento y un delicado rubor cubría su piel luminosa. Se lo quedó mirando sin parpadear y él se sintió
inundado por una sensación de triunfo muy masculina. Era obvio que le gustaba lo que estaba viendo y
Harry no había hecho ningún esfuerzo consciente para provocarle esa reacción.
Al llegar a la parte exterior del círculo que la rodeaba, se detuvo. Sus admiradores le abrieron
paso a regañadientes.
—Señorita Martin.
Ella bajó la vista y lo saludó con una reverencia.
—Buenas noches, señor Styles.
Harry le presentó a Westfield y luego se echó hacia atrás. Durante un rato, se limitó a observarla
en ese nuevo entorno, sonriendo cada vez que una de sus respuestas directas hacía que alguien a su
alrededor perdiera el hilo de la conversación. Aunque su aspecto había cambiado drásticamente,
seguía siendo ________.
Mientras los demás comentaban animadamente su accidente en la Royal Academy, ella fruncía el
ceño, como si le costara relacionar las historias que estaba oyendo con lo que había sucedido
realmente. Lo buscaba a menudo con la vista, como si saber que estaba cerca le diera fuerzas y ánimo.
Harry recordó que, poco antes, había estado pensando en lo cómodo que ella lo hacía sentir en
circunstancias en las que habría debido sentirse fuera de lugar.
No eran tan diferentes, a fin de cuentas. Lo que más lo atraía de ella era la afinidad que sentían en
temas muy íntimos.
La madre de Harry había querido que recibiera una buena educación, y lo había pagado con su
orgullo y con su vida. Él había protestado, sabiendo que no se lo podían permitir, pero ella había
permanecido firme en su decisión. Finalmente, Harry había aceptado, aunque no compartía los
motivos de su madre. El objetivo de él había sido poder mantenerla al acabar los estudios. Lo que ella
quería era que impresionara a su padre, un hombre que destacaba por su habilidad a la hora de ignorar
a sus numerosos hijos bastardos.
Harry culpaba al opio de la incapacidad de su madre para ver lo inútil de su empeño. Porque
nadie en plenas facultades mentales habría soñado siquiera que un hijo atractivo y bien educado
pudiera despertar el menor orgullo paterno en un canalla libertino como el difunto conde de
Montague.
Sí, Harry hablaba bien y tenía modales refinados. Sabía leer y escribir y no se le daban mal los
números, aunque no sentía por ellos el mismo amor que sentía _______. En resumen, podría haber
encajado en la buena sociedad, pero no lo hacía. Y sabía que a ella le pasaba algo parecido.
Un violín empezó a ensayar, señalando que la pausa de la orquesta había llegado a su fin. Los
invitados se situaron en fila a lo largo de la sala de baile. ______ le dirigió una mirada intensa y él supo
que estaba a punto de bailar su vals.
Mientras iba hacia el centro de la sala junto a sir Richard Tolliver, Harry no podía dejar de
mirarla. _______ caminaba con gracia y elegancia. La falda de su vestido era más larga y voluminosa que
las de las demás invitadas. A Harry le pareció adecuado. La personalidad de ella tenía más peso que la
de cualquiera de las presentes.
La orquesta empezó a tocar las primeras notas del vals y _______ posó su mano sobre la de Tolliver.
Con gesto elegante, éste se puso en movimiento, guiándola por la sala.
Harry frunció el ceño, pensativo. En la exposición había habido dos Tolliver. Se habían
marchado poco después que ______ y en su misma dirección. En la lista de pretendientes que ella le
había proporcionado, Richard Tolliver estaba colocado más arriba que Montague, ya que tenía una
hermana que necesitaba dinero para su dote.
Volviéndose, Harry buscó con la mirada a esa hermana. No podía estar muy lejos.
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Capítulo 6.Maratón 2/3
—Está usted deslumbrante esta noche, señorita Martin —dijo sir Richard mientras giraban por la sala
junto a las demás parejas.
—Gracias.
________ se preguntó si debería decir algo más. Pero ¿qué podía decir que no sonara falso?
Los halagos siempre le habían parecido tópicos poco sinceros. Era consciente de que no era una
belleza en el sentido clásico. Sin embargo, tenía que admitir que esa noche se había esforzado en
resultar más atractiva, por lo que tal vez los elogios fueran sinceros. Sobre todo teniendo en cuenta
que se había puesto un vestido de su madre.
Seguía sorprendida de su decisión. Nunca había querido parecerse a su madre. Lady Georgina
había sido una mujer irresponsable e impetuosa, que no se había preocupado por las consecuencias que
sus actos pudiesen acarrear, ni para ella ni para los demás.
Durante años, _______ se había preguntado «¿Qué habría hecho mi madre?», sólo para poder hacer
justo lo contrario. Pero tras lo sucedido en el museo, había querido hacer algo agradable por Harry.
Él se había disgustado mucho por el accidente y para ella era importante que alguien se
preocupara por su bienestar. Y, para ser sincera del todo, esperaba que su atuendo lo impulsara a darle
una respuesta con relación a su anterior pregunta sobre el apareamiento.
Pero por si él le preguntaba, tenía preparada una respuesta lógica y racional: aquel cambio de
imagen era su manera de anunciar públicamente que había tenido lugar una importante transformación
en su vida.
El día que su madre se había enamorado del señor Chilcott, los ojos le habían vuelto a brillar y se
le habían encendido los labios y las mejillas. Canturreaba por los pasillos y se ponía a cantar en voz
alta en los momentos más inesperados. Durante una semana no había podido dejar de sonreír. Pero lo
más significativo habían sido los cambios en su vestuario. Había empezado a ponerse vestidos de
colores más intensos, con pocos complementos, como si supiera que el rubor de su piel era su mejor
adorno. Y _______ había tomado buena nota. Si quería que los demás creyeran que se había enamorado,
no podía seguir vistiendo como hasta ese momento.
Sir Richard se aclaró la garganta.
—Le ruego que disculpe mi atrevimiento, señorita Martin, pero estoy preocupado por usted.
—¿Preocupado?
—Odio meterme en asuntos que no son de mi incumbencia —dijo, aunque su tono de voz hacía
creer justo lo contrario—, pero me temo que su hasta ahora loable criterio a la hora de elegir
pretendientes se ha vuelto un tanto negligente.
—¿Negligente? —______ alzó las cejas—. ¿A qué se refiere?
—Me refiero al señor Styles, por supuesto.
—Entiendo.
Aunque Tolliver llevaba dos temporadas cortejándola, aquélla era la primera ocasión en que se
mostraba condescendiente. No le gustaba su tono de voz en absoluto. Le estaba hablando como si
fuera su padre o su maestro y ella una niña testaruda.
—Hay algo en el señor Styles —insistió Tolliver— que no me acaba de gustar. No sabría decirle
de qué se trata todavía, pero hay algo en él que no me encaja.
_______ volvió la cabeza hacia el objeto de las críticas. Harry estaba junto a una estrecha columna,
mirándola a ella con los brazos cruzados y los ojos entornados. Una vez más, se fijó en que su mirada
ya no era como la del primer día. Ahora era más intensa, más ardiente, y despertaba un calor parecido
en su interior. Un calor que le nacía en el vientre y se le extendía por todo el cuerpo.
Se conocían desde hacía pocos días, pero haberlo conocido la había cambiado mucho. Ahora se
fijaba en cosas que antes le pasaban desapercibidas.
En cuanto a las afirmaciones de Tolliver, aunque no le gustaba su manera de expresarlo, sabía
que no le faltaba razón. La ropa era lo único civilizado de Harry. Aunque por fuera parecía inofensivo,
los que se fijaran un poco en él se darían cuenta de que su lugar no estaba entre la manada. Había algo
amenazador en sus elegantes movimientos que lo señalaba como un depredador solitario.
—No sé qué le hace decir eso —mintió _______—. De hecho, me parece un pretendiente totalmente
aceptable.
—Pues debo decir que eso me alarma. ¿Qué sabe de su familia, señorita Martin?
—Lord Melville conocía a su padre —respondió ella, mientras su compañero de baile la guiaba
en un giro demasiado brusco.
Sir Richard siempre había destacado por ser un bailarín excepcional. Su falta de atención era
reveladora.
—Supongo que va detrás de su fortuna.
—Eso podría aplicarse a más de uno de mis pretendientes. ¿Qué le hace pensar que el señor Styles
es un cazafortunas? ¿Y qué le hace creer que sea más peligroso que los demás? Su apariencia no
permite llegar a esa conclusión.
Harry estaba impecable esa noche. Llevaba una chaqueta de terciopelo gris oscuro y un chaleco
azul pálido, que le daban un aspecto de hombre elegante y respetable. El traje estaba hecho a medida y
mostraba sus poderosos músculos.
________ apreciaba mucho que fuera un hombre fuerte y hábil. Se sentía segura sabiendo que estaba
cerca. La única persona que podía hacerle daño cuando Harry estaba cerca era el propio Harry.
—Señorita Martin. —Tolliver parecía estar pasando un mal rato—. Tengo que decirle que resulta
desconcertante para su pareja bailar el vals con usted mientras no deja de admirar a otro caballero.
—No lo estoy admirando, sir Richard. —Al menos, no en voz alta—. Sólo estaba esperando a que
usted me dijera qué métodos de deducción ha utilizado para llegar a sus conclusiones. Afirma que es
un cazafortunas, pero yo no veo nada que así lo indique. Me gustaría saber qué ve usted que a mí se
me escapa.
—Que sea usted una dama con un razonamiento tan fino es una desventaja en este caso. —Los
ojos castaños de Tolliver estaban apagados—. Me explicaré. La está mirando de un modo inapropiado,
señorita Martin.
—¿Me está diciendo —preguntó ella, con cautela— que el señor Styles tiene que estar interesado
en mi fortuna porque no puede quitarme los ojos de encima? No estoy segura de estar entendiéndolo
bien. ¿No le parece posible que vea algo atractivo en mi persona? Tal vez mi figura haya llamado su
atención.
—Su figura es ciertamente atractiva —admitió él a regañadientes.
—¿O quizá mi cabello? Me han dicho que hay hombres que se obsesionan con ciertos tonos de
pelo.
Sir Richard se ruborizó desde el cuello hasta las mejillas.
—Su pelo es realmente bonito.
—Y, sin embargo, ni mi figura ni mi pelo le parecen suficiente explicación para la admiración
del señor Styles. Supongo que se debe a que es un hombre extremadamente guapo, como puede ver
cualquier persona con ojos en la cara. Corríjame si me equivoco. Lo que quiere decir es que mis
limitados encantos no están a la altura de los de un hombre como el señor Styles, que podría conseguir
a una mujer mucho más atractiva que yo. —_______ arrugó la nariz como si estuviera muy concentrada
—. En ese caso, tal vez esté interesado en mi cerebro.
—Estoy de acuerdo en que es usted extremadamente lista, señorita Martin —corroboró sir
Richard, aferrándose al cambio de tema como a un salvavidas en un naufragio—. Es lo que más me
gusta de usted y lo que me convence de que podríamos disfrutar de nuestra mutua compañía durante
mucho tiempo. Sin embargo, el señor Styles parece prestar más atención al exterior que al interior.
Esos músculos no se obtienen mediante trabajo intelectual. Dudo que sea capaz de valorar su valía en
ese campo. De hecho, yo en su lugar me plantearía si es posible tener una conversación inteligente con
él.
________ asintió.
—Ya veo lo que quiere decir. Si descartamos mis atributos físicos e intelectuales, sólo queda mi
fortuna como posible reclamo para un hombre guapo como el señor Styles. Le estoy muy agradecida
por hacérmelo notar, sir Richard.
El vals llegó a su fin. En cuanto hubieron sonado las últimas notas, ella se apartó.
—Gracias. Ha sido una conversación muy instructiva. Sin embargo, me gustaría que me aclarara
una cosa: si los hombres atractivos sólo pueden sentirse atraídos por mi fortuna y usted me encuentra
atractiva por mi mente, ¿quiere eso decir que es usted poco atractivo?
Tolliver abrió la boca y volvió a cerrarla. Y, aunque la abrió una vez más, nada salió de ella.
Con una rápida reverencia, _______ se volvió para ir junto a Harry, pero él no estaba donde lo había
visto por última vez.
Harry localizó a la señorita Tolliver en la pista de baile. Poco después, Westfield se le acercó.
—Me estoy planteando casarme cuanto antes —comentó— para así evitarme toda esta tortura
prematrimonial.
—Claro, porque la tortura posmatrimonial es mucho más tolerable, ¿no? —ironizó Harry.
—No espero cosas fuera de lo razonable en una esposa —respondió su amigo como si tuviera que
justificarse—, sólo que no me moleste demasiado. Y no me opongo a acostarme con ella. Estoy
abierto a cualquier candidata con los orígenes adecuados.
—Qué progresista por tu parte.
Westfield alzó una ceja.
—Tu tono deja bastante que desear. ¿Qué vamos a hacer ahora? Me aburro.
—Cuando la señorita Tolliver acabe de bailar, quiero comentarle mi teoría sobre los
acontecimientos de esta tarde.
—Ah, quieres ver cómo reacciona. Personalmente, no creo que una mujer pueda haber movido
esa estatua. Por no hablar de sir Richard, que no podría levantar ni a su hermana.
—No se puede descartar nada de antemano.
Cuando el vals acabó, ambos se aseguraron de ponerse en el camino de la señorita Tolliver. Ésta
saludó al conde con una reverencia muy ensayada.
—Señorita Tolliver. —Westfield se inclinó hacia ella con elegancia—. Es un placer verla.
—Gracias, milord. —Luego se volvió hacia Harry con una sonrisa compasiva—. ¿Qué tal su pie,
señor Styles?
—Mucho mejor, señorita Tolliver. Gracias.
La bonita morena le sonrió coqueta. Llevaba un vestido color amarillo pastel, mucho más
recargado que el que se había puesto _______. No era habitual en él fijarse en cosas como la elección del
vestido o el peinado de una mujer, pero el aspecto de ______ era tan distinto del que le había visto antes
de esa noche, que sospechó que había estado descuidando su apariencia expresamente para disimular
su belleza.
Fijarse en ella hacía que, por comparación, se fijara también en las demás mujeres. Sólo hacía
unos días que se conocían, pero ya podía afirmar que le iba a costar separarse de ella en un futuro
cercano. También tenía claro que estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para conseguirla.
—Me han contado el desafortunado incidente en la Royal Academy —comentó la señorita
Tolliver, negando con la cabeza—. Tiene que haber sido espantoso para la señorita Martin. Si me
hubiera sucedido a mí, me habría pasado una semana en cama.
—Lo está llevando muy bien, tiene razón.
—Sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias —intervino Westfield en tono confidencial.
Ella frunció el ceño.
—¿Qué circunstancias?
El conde se acercó para responderle al oído.
—He oído que la cuerda que sujetaba la estatua podría haber sido cortada deliberadamente.
—¡No! —exclamó la joven, llevándose una mano al cuello—. ¿Quién podría hacer algo tan
horrible? Especialmente a la señorita Martin.
—No he dicho que ella fuera la víctima elegida —especificó lord Westfield, enderezando la
espalda—. Tal vez simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento más inoportuno.
—Bueno, eso sería un consuelo. —Soltó el aire con fuerza—. ¿Cortada expresamente, dice? ¿Me
pregunto con qué finalidad...?
La señorita Tolliver apartó la vista, mordiéndose el labio inferior.
—No me atrevo a aventurar una explicación —dijo el conde—. No me gustaría que luego mi
nombre se viera ligado a una historia tan truculenta.
—Lo comprendo. Nos pasa a todos —replicó ella, despidiéndose con otra reverencia.
Mientras se alejaba, Harry la siguió con la vista. Se dirigió directamente a un grupo de mujeres.
—Va a contarlo —murmuró Westfield, dándole la espalda.
—Eso no prueba su inocencia. De hecho, una persona inteligente actuaría justamente así para no
despertar sospechas. Al fin y al cabo, ¿qué culpable airearía sus delitos a los cuatro vientos?
Harry se dijo que haría seguir a los dos hermanos una temporada. No pensaba correr ningún
riesgo.—
Bien visto —comentó Westfield.
—¿Qué sabes del fondo de inversión de lord Collingsworth?
—Participé en él durante un tiempo —respondió su amigo—, pero Collingsworth es demasiado
conservador para mi gusto. Creo que también lo sería para el tuyo.
Qué propio de ______ ser prudente en sus inversiones. El dinero era muy importante para ella, no
por lo que podía comprar con él, sino por la libertad que le proporcionaba.
—¿Conoces a los demás inversores?
—A unos cuantos. No a todos. ¿Por qué?
—La señorita Martin es uno de ellos.
—¿De veras? —Westfield alzó las cejas—. No tenía ni idea. ¿Me convierte eso en sospechoso?
Sonriendo, Harry respondió:
—Es posible.
El conde se hizo con una copa de champán de una bandeja que le pasó por delante.
—Qué divertido.
—No si eres culpable. —Harry se puso de nuevo en movimiento.
—¿Es una amenaza, Styles?
—No si eres culpable —repitió—. En ese caso, sería una promesa.
—¿Adónde vas?
—A la sala de juego. Tal vez el aroma de la desesperación me aporte nuevas pistas.
—No respondiste a mi pregunta sobre la propiedad de Montague. ¿Qué piensas hacer con ella
cuando sea tuya? —Aunque había sido él quien había hecho la apuesta en su nombre, Harry nunca le
había explicado para qué la quería.
Ahora le respondió con voz firme:
—Derribaré la casa. No dejaré ni piedra sobre piedra de ella. Y luego me iré de Inglaterra.
—¿Sin rumbo fijo?
—¿No te lo he dicho? —Harry se volvió hacia él—. He comprado una plantación en los Mares
del Sur.
—¡Santo Dios! —Su amigo se atragantó con el champán—. Sólo tú buscarías la paz entre
salvajes.
—Es lo mismo que pienso yo cuando miro a tu alrededor.
Un destello color azul zafiro atrajo su atención. Volvió la cabeza y vio que _______ se dirigía a uno
de los tres ventanales que daban a la terraza.
Ella lo miró un momento por encima del hombro. No era la mirada calculada de una coqueta
experimentada, sino una mirada sencilla y sincera que le comunicaba que se alegraba de verlo y que
esperaba que la siguiera.
Él sonrió, inclinando la cabeza.
—Seguiré sin ti —murmuró Westfield.
—Sólo será un momento.
—Me decepcionas, Styles. Cuando una mujer hermosa te mira así, tienes que dedicarle un poco
más de tiempo.
________ salió a la terraza por el ventanal más cercano, esperando que su vestido oscuro se
confundiera con la noche, dándole así algo de privacidad. Sintió la mirada de Harry clavada en su
espalda y reprimió el impulso de salir corriendo. No porque quisiera huir de él, sino porque era la
reacción que le provocaba siempre la mirada de un depredador.
Comprobó que los instantes previos a la captura eran muy excitantes. El vello de la nuca se le
erizó, así como la piel que no quedaba cubierta por los guantes. Cuando una mano grande le sujetó el
codo, sintió un escalofrío.
—Señorita Martin. —La grave voz de Harry le encogió el estómago. Con naturalidad, la guió por
la terraza, donde varias parejas conversaban en voz baja—. Podías haberme avisado de que planeabas
robarme el aliento.
—Gracias.
A diferencia de los halagos de Tolliver, él no la hizo sentir incómoda. Al contrario. Le hizo sentir
una especie de vértigo y un agradable calor en las entrañas.
—Cambiar de imagen para provocar reacciones ha sido una estrategia excelente —prosiguió
Harry, mirándola con admiración—. Por si se me ha olvidado mencionarlo hasta el momento, me
encanta tu manera de pensar.
_______ se ruborizó.
—¿Te gustaría menos si te dijera que lo he hecho para impresionarte con mi aspecto tanto como
con mi intelecto?
—No, me sentiría muy halagado.
—Pues yo me siento muy estúpida —reconoció ______—. No me gusta tener que admitir que
provocas en mí reacciones que nunca habría esperado tener.
Harry sonrió y a ella le pareció tan guapo que sintió una opresión en el pecho.
—¿Te sentirías mejor si te confieso que he estado mirando y remirando cada pieza de mi
vestuario cada vez que tenía que verte? Creo que forma parte del ritual de apareamiento.
Harry se detuvo al llegar al límite de la zona iluminada por las grandes lámparas de la sala de
baile. Había unas cuantas antorchas en la terraza, pero sólo las suficientes para ver por dónde se
bajaba al jardín.
—Dime, ¿forma parte de la estrategia?
—Nunca he fingido cuando estoy contigo, _______.
No sabiendo cómo coquetear con comodidad, ella decidió cambiar de tema.
—¿De qué conoces a lord Westfield?
—Lucian Remington nos presentó una noche.
_______ se sorprendió al saber que Harry formaba parte de un club tan exclusivo como el de
Remington, pero en seguida recordó que éste era el hijo bastardo del duque de Glasser. Era de todos
sabido que en su club no importaban los orígenes familiares, sólo ser capaz de pagar la elevada cuota.
Los miembros de la aristocracia toleraban esta decisión sólo porque Remington era un hombre muy
distinguido al que le gustaba rodearse de lo mejor, y no querían privarse de ciertos lujos.
—¿Hace mucho que os conocéis?
—No, no demasiado.
Aunque no se movió, _______ percibió su cambio de actitud. De repente se puso en alerta. Fue como
si le hubieran echado encima un jarro de agua fría. A ratos se olvidaba de que apenas conocía a Harry Styles y que la abrumadora atracción física que sentía por él le daba una engañosa sensación de
intimidad.
—Perdona que me haya metido en temas personales —se disculpó, tratando de sonar
despreocupada—. No es de mi incumbencia.
Tenía que aprender a mantener la conversación en terrenos poco comprometidos. Harry trabajaba
para ella. Lo único que era y sería en el futuro era su empleado. No podía permitirse el lujo de olvidar
eso.
Al fin y al cabo, era más difícil ahogarse en una balsa poco profunda.
—Está usted deslumbrante esta noche, señorita Martin —dijo sir Richard mientras giraban por la sala
junto a las demás parejas.
—Gracias.
________ se preguntó si debería decir algo más. Pero ¿qué podía decir que no sonara falso?
Los halagos siempre le habían parecido tópicos poco sinceros. Era consciente de que no era una
belleza en el sentido clásico. Sin embargo, tenía que admitir que esa noche se había esforzado en
resultar más atractiva, por lo que tal vez los elogios fueran sinceros. Sobre todo teniendo en cuenta
que se había puesto un vestido de su madre.
Seguía sorprendida de su decisión. Nunca había querido parecerse a su madre. Lady Georgina
había sido una mujer irresponsable e impetuosa, que no se había preocupado por las consecuencias que
sus actos pudiesen acarrear, ni para ella ni para los demás.
Durante años, _______ se había preguntado «¿Qué habría hecho mi madre?», sólo para poder hacer
justo lo contrario. Pero tras lo sucedido en el museo, había querido hacer algo agradable por Harry.
Él se había disgustado mucho por el accidente y para ella era importante que alguien se
preocupara por su bienestar. Y, para ser sincera del todo, esperaba que su atuendo lo impulsara a darle
una respuesta con relación a su anterior pregunta sobre el apareamiento.
Pero por si él le preguntaba, tenía preparada una respuesta lógica y racional: aquel cambio de
imagen era su manera de anunciar públicamente que había tenido lugar una importante transformación
en su vida.
El día que su madre se había enamorado del señor Chilcott, los ojos le habían vuelto a brillar y se
le habían encendido los labios y las mejillas. Canturreaba por los pasillos y se ponía a cantar en voz
alta en los momentos más inesperados. Durante una semana no había podido dejar de sonreír. Pero lo
más significativo habían sido los cambios en su vestuario. Había empezado a ponerse vestidos de
colores más intensos, con pocos complementos, como si supiera que el rubor de su piel era su mejor
adorno. Y _______ había tomado buena nota. Si quería que los demás creyeran que se había enamorado,
no podía seguir vistiendo como hasta ese momento.
Sir Richard se aclaró la garganta.
—Le ruego que disculpe mi atrevimiento, señorita Martin, pero estoy preocupado por usted.
—¿Preocupado?
—Odio meterme en asuntos que no son de mi incumbencia —dijo, aunque su tono de voz hacía
creer justo lo contrario—, pero me temo que su hasta ahora loable criterio a la hora de elegir
pretendientes se ha vuelto un tanto negligente.
—¿Negligente? —______ alzó las cejas—. ¿A qué se refiere?
—Me refiero al señor Styles, por supuesto.
—Entiendo.
Aunque Tolliver llevaba dos temporadas cortejándola, aquélla era la primera ocasión en que se
mostraba condescendiente. No le gustaba su tono de voz en absoluto. Le estaba hablando como si
fuera su padre o su maestro y ella una niña testaruda.
—Hay algo en el señor Styles —insistió Tolliver— que no me acaba de gustar. No sabría decirle
de qué se trata todavía, pero hay algo en él que no me encaja.
_______ volvió la cabeza hacia el objeto de las críticas. Harry estaba junto a una estrecha columna,
mirándola a ella con los brazos cruzados y los ojos entornados. Una vez más, se fijó en que su mirada
ya no era como la del primer día. Ahora era más intensa, más ardiente, y despertaba un calor parecido
en su interior. Un calor que le nacía en el vientre y se le extendía por todo el cuerpo.
Se conocían desde hacía pocos días, pero haberlo conocido la había cambiado mucho. Ahora se
fijaba en cosas que antes le pasaban desapercibidas.
En cuanto a las afirmaciones de Tolliver, aunque no le gustaba su manera de expresarlo, sabía
que no le faltaba razón. La ropa era lo único civilizado de Harry. Aunque por fuera parecía inofensivo,
los que se fijaran un poco en él se darían cuenta de que su lugar no estaba entre la manada. Había algo
amenazador en sus elegantes movimientos que lo señalaba como un depredador solitario.
—No sé qué le hace decir eso —mintió _______—. De hecho, me parece un pretendiente totalmente
aceptable.
—Pues debo decir que eso me alarma. ¿Qué sabe de su familia, señorita Martin?
—Lord Melville conocía a su padre —respondió ella, mientras su compañero de baile la guiaba
en un giro demasiado brusco.
Sir Richard siempre había destacado por ser un bailarín excepcional. Su falta de atención era
reveladora.
—Supongo que va detrás de su fortuna.
—Eso podría aplicarse a más de uno de mis pretendientes. ¿Qué le hace pensar que el señor Styles
es un cazafortunas? ¿Y qué le hace creer que sea más peligroso que los demás? Su apariencia no
permite llegar a esa conclusión.
Harry estaba impecable esa noche. Llevaba una chaqueta de terciopelo gris oscuro y un chaleco
azul pálido, que le daban un aspecto de hombre elegante y respetable. El traje estaba hecho a medida y
mostraba sus poderosos músculos.
________ apreciaba mucho que fuera un hombre fuerte y hábil. Se sentía segura sabiendo que estaba
cerca. La única persona que podía hacerle daño cuando Harry estaba cerca era el propio Harry.
—Señorita Martin. —Tolliver parecía estar pasando un mal rato—. Tengo que decirle que resulta
desconcertante para su pareja bailar el vals con usted mientras no deja de admirar a otro caballero.
—No lo estoy admirando, sir Richard. —Al menos, no en voz alta—. Sólo estaba esperando a que
usted me dijera qué métodos de deducción ha utilizado para llegar a sus conclusiones. Afirma que es
un cazafortunas, pero yo no veo nada que así lo indique. Me gustaría saber qué ve usted que a mí se
me escapa.
—Que sea usted una dama con un razonamiento tan fino es una desventaja en este caso. —Los
ojos castaños de Tolliver estaban apagados—. Me explicaré. La está mirando de un modo inapropiado,
señorita Martin.
—¿Me está diciendo —preguntó ella, con cautela— que el señor Styles tiene que estar interesado
en mi fortuna porque no puede quitarme los ojos de encima? No estoy segura de estar entendiéndolo
bien. ¿No le parece posible que vea algo atractivo en mi persona? Tal vez mi figura haya llamado su
atención.
—Su figura es ciertamente atractiva —admitió él a regañadientes.
—¿O quizá mi cabello? Me han dicho que hay hombres que se obsesionan con ciertos tonos de
pelo.
Sir Richard se ruborizó desde el cuello hasta las mejillas.
—Su pelo es realmente bonito.
—Y, sin embargo, ni mi figura ni mi pelo le parecen suficiente explicación para la admiración
del señor Styles. Supongo que se debe a que es un hombre extremadamente guapo, como puede ver
cualquier persona con ojos en la cara. Corríjame si me equivoco. Lo que quiere decir es que mis
limitados encantos no están a la altura de los de un hombre como el señor Styles, que podría conseguir
a una mujer mucho más atractiva que yo. —_______ arrugó la nariz como si estuviera muy concentrada
—. En ese caso, tal vez esté interesado en mi cerebro.
—Estoy de acuerdo en que es usted extremadamente lista, señorita Martin —corroboró sir
Richard, aferrándose al cambio de tema como a un salvavidas en un naufragio—. Es lo que más me
gusta de usted y lo que me convence de que podríamos disfrutar de nuestra mutua compañía durante
mucho tiempo. Sin embargo, el señor Styles parece prestar más atención al exterior que al interior.
Esos músculos no se obtienen mediante trabajo intelectual. Dudo que sea capaz de valorar su valía en
ese campo. De hecho, yo en su lugar me plantearía si es posible tener una conversación inteligente con
él.
________ asintió.
—Ya veo lo que quiere decir. Si descartamos mis atributos físicos e intelectuales, sólo queda mi
fortuna como posible reclamo para un hombre guapo como el señor Styles. Le estoy muy agradecida
por hacérmelo notar, sir Richard.
El vals llegó a su fin. En cuanto hubieron sonado las últimas notas, ella se apartó.
—Gracias. Ha sido una conversación muy instructiva. Sin embargo, me gustaría que me aclarara
una cosa: si los hombres atractivos sólo pueden sentirse atraídos por mi fortuna y usted me encuentra
atractiva por mi mente, ¿quiere eso decir que es usted poco atractivo?
Tolliver abrió la boca y volvió a cerrarla. Y, aunque la abrió una vez más, nada salió de ella.
Con una rápida reverencia, _______ se volvió para ir junto a Harry, pero él no estaba donde lo había
visto por última vez.
Harry localizó a la señorita Tolliver en la pista de baile. Poco después, Westfield se le acercó.
—Me estoy planteando casarme cuanto antes —comentó— para así evitarme toda esta tortura
prematrimonial.
—Claro, porque la tortura posmatrimonial es mucho más tolerable, ¿no? —ironizó Harry.
—No espero cosas fuera de lo razonable en una esposa —respondió su amigo como si tuviera que
justificarse—, sólo que no me moleste demasiado. Y no me opongo a acostarme con ella. Estoy
abierto a cualquier candidata con los orígenes adecuados.
—Qué progresista por tu parte.
Westfield alzó una ceja.
—Tu tono deja bastante que desear. ¿Qué vamos a hacer ahora? Me aburro.
—Cuando la señorita Tolliver acabe de bailar, quiero comentarle mi teoría sobre los
acontecimientos de esta tarde.
—Ah, quieres ver cómo reacciona. Personalmente, no creo que una mujer pueda haber movido
esa estatua. Por no hablar de sir Richard, que no podría levantar ni a su hermana.
—No se puede descartar nada de antemano.
Cuando el vals acabó, ambos se aseguraron de ponerse en el camino de la señorita Tolliver. Ésta
saludó al conde con una reverencia muy ensayada.
—Señorita Tolliver. —Westfield se inclinó hacia ella con elegancia—. Es un placer verla.
—Gracias, milord. —Luego se volvió hacia Harry con una sonrisa compasiva—. ¿Qué tal su pie,
señor Styles?
—Mucho mejor, señorita Tolliver. Gracias.
La bonita morena le sonrió coqueta. Llevaba un vestido color amarillo pastel, mucho más
recargado que el que se había puesto _______. No era habitual en él fijarse en cosas como la elección del
vestido o el peinado de una mujer, pero el aspecto de ______ era tan distinto del que le había visto antes
de esa noche, que sospechó que había estado descuidando su apariencia expresamente para disimular
su belleza.
Fijarse en ella hacía que, por comparación, se fijara también en las demás mujeres. Sólo hacía
unos días que se conocían, pero ya podía afirmar que le iba a costar separarse de ella en un futuro
cercano. También tenía claro que estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para conseguirla.
—Me han contado el desafortunado incidente en la Royal Academy —comentó la señorita
Tolliver, negando con la cabeza—. Tiene que haber sido espantoso para la señorita Martin. Si me
hubiera sucedido a mí, me habría pasado una semana en cama.
—Lo está llevando muy bien, tiene razón.
—Sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias —intervino Westfield en tono confidencial.
Ella frunció el ceño.
—¿Qué circunstancias?
El conde se acercó para responderle al oído.
—He oído que la cuerda que sujetaba la estatua podría haber sido cortada deliberadamente.
—¡No! —exclamó la joven, llevándose una mano al cuello—. ¿Quién podría hacer algo tan
horrible? Especialmente a la señorita Martin.
—No he dicho que ella fuera la víctima elegida —especificó lord Westfield, enderezando la
espalda—. Tal vez simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento más inoportuno.
—Bueno, eso sería un consuelo. —Soltó el aire con fuerza—. ¿Cortada expresamente, dice? ¿Me
pregunto con qué finalidad...?
La señorita Tolliver apartó la vista, mordiéndose el labio inferior.
—No me atrevo a aventurar una explicación —dijo el conde—. No me gustaría que luego mi
nombre se viera ligado a una historia tan truculenta.
—Lo comprendo. Nos pasa a todos —replicó ella, despidiéndose con otra reverencia.
Mientras se alejaba, Harry la siguió con la vista. Se dirigió directamente a un grupo de mujeres.
—Va a contarlo —murmuró Westfield, dándole la espalda.
—Eso no prueba su inocencia. De hecho, una persona inteligente actuaría justamente así para no
despertar sospechas. Al fin y al cabo, ¿qué culpable airearía sus delitos a los cuatro vientos?
Harry se dijo que haría seguir a los dos hermanos una temporada. No pensaba correr ningún
riesgo.—
Bien visto —comentó Westfield.
—¿Qué sabes del fondo de inversión de lord Collingsworth?
—Participé en él durante un tiempo —respondió su amigo—, pero Collingsworth es demasiado
conservador para mi gusto. Creo que también lo sería para el tuyo.
Qué propio de ______ ser prudente en sus inversiones. El dinero era muy importante para ella, no
por lo que podía comprar con él, sino por la libertad que le proporcionaba.
—¿Conoces a los demás inversores?
—A unos cuantos. No a todos. ¿Por qué?
—La señorita Martin es uno de ellos.
—¿De veras? —Westfield alzó las cejas—. No tenía ni idea. ¿Me convierte eso en sospechoso?
Sonriendo, Harry respondió:
—Es posible.
El conde se hizo con una copa de champán de una bandeja que le pasó por delante.
—Qué divertido.
—No si eres culpable. —Harry se puso de nuevo en movimiento.
—¿Es una amenaza, Styles?
—No si eres culpable —repitió—. En ese caso, sería una promesa.
—¿Adónde vas?
—A la sala de juego. Tal vez el aroma de la desesperación me aporte nuevas pistas.
—No respondiste a mi pregunta sobre la propiedad de Montague. ¿Qué piensas hacer con ella
cuando sea tuya? —Aunque había sido él quien había hecho la apuesta en su nombre, Harry nunca le
había explicado para qué la quería.
Ahora le respondió con voz firme:
—Derribaré la casa. No dejaré ni piedra sobre piedra de ella. Y luego me iré de Inglaterra.
—¿Sin rumbo fijo?
—¿No te lo he dicho? —Harry se volvió hacia él—. He comprado una plantación en los Mares
del Sur.
—¡Santo Dios! —Su amigo se atragantó con el champán—. Sólo tú buscarías la paz entre
salvajes.
—Es lo mismo que pienso yo cuando miro a tu alrededor.
Un destello color azul zafiro atrajo su atención. Volvió la cabeza y vio que _______ se dirigía a uno
de los tres ventanales que daban a la terraza.
Ella lo miró un momento por encima del hombro. No era la mirada calculada de una coqueta
experimentada, sino una mirada sencilla y sincera que le comunicaba que se alegraba de verlo y que
esperaba que la siguiera.
Él sonrió, inclinando la cabeza.
—Seguiré sin ti —murmuró Westfield.
—Sólo será un momento.
—Me decepcionas, Styles. Cuando una mujer hermosa te mira así, tienes que dedicarle un poco
más de tiempo.
________ salió a la terraza por el ventanal más cercano, esperando que su vestido oscuro se
confundiera con la noche, dándole así algo de privacidad. Sintió la mirada de Harry clavada en su
espalda y reprimió el impulso de salir corriendo. No porque quisiera huir de él, sino porque era la
reacción que le provocaba siempre la mirada de un depredador.
Comprobó que los instantes previos a la captura eran muy excitantes. El vello de la nuca se le
erizó, así como la piel que no quedaba cubierta por los guantes. Cuando una mano grande le sujetó el
codo, sintió un escalofrío.
—Señorita Martin. —La grave voz de Harry le encogió el estómago. Con naturalidad, la guió por
la terraza, donde varias parejas conversaban en voz baja—. Podías haberme avisado de que planeabas
robarme el aliento.
—Gracias.
A diferencia de los halagos de Tolliver, él no la hizo sentir incómoda. Al contrario. Le hizo sentir
una especie de vértigo y un agradable calor en las entrañas.
—Cambiar de imagen para provocar reacciones ha sido una estrategia excelente —prosiguió
Harry, mirándola con admiración—. Por si se me ha olvidado mencionarlo hasta el momento, me
encanta tu manera de pensar.
_______ se ruborizó.
—¿Te gustaría menos si te dijera que lo he hecho para impresionarte con mi aspecto tanto como
con mi intelecto?
—No, me sentiría muy halagado.
—Pues yo me siento muy estúpida —reconoció ______—. No me gusta tener que admitir que
provocas en mí reacciones que nunca habría esperado tener.
Harry sonrió y a ella le pareció tan guapo que sintió una opresión en el pecho.
—¿Te sentirías mejor si te confieso que he estado mirando y remirando cada pieza de mi
vestuario cada vez que tenía que verte? Creo que forma parte del ritual de apareamiento.
Harry se detuvo al llegar al límite de la zona iluminada por las grandes lámparas de la sala de
baile. Había unas cuantas antorchas en la terraza, pero sólo las suficientes para ver por dónde se
bajaba al jardín.
—Dime, ¿forma parte de la estrategia?
—Nunca he fingido cuando estoy contigo, _______.
No sabiendo cómo coquetear con comodidad, ella decidió cambiar de tema.
—¿De qué conoces a lord Westfield?
—Lucian Remington nos presentó una noche.
_______ se sorprendió al saber que Harry formaba parte de un club tan exclusivo como el de
Remington, pero en seguida recordó que éste era el hijo bastardo del duque de Glasser. Era de todos
sabido que en su club no importaban los orígenes familiares, sólo ser capaz de pagar la elevada cuota.
Los miembros de la aristocracia toleraban esta decisión sólo porque Remington era un hombre muy
distinguido al que le gustaba rodearse de lo mejor, y no querían privarse de ciertos lujos.
—¿Hace mucho que os conocéis?
—No, no demasiado.
Aunque no se movió, _______ percibió su cambio de actitud. De repente se puso en alerta. Fue como
si le hubieran echado encima un jarro de agua fría. A ratos se olvidaba de que apenas conocía a Harry Styles y que la abrumadora atracción física que sentía por él le daba una engañosa sensación de
intimidad.
—Perdona que me haya metido en temas personales —se disculpó, tratando de sonar
despreocupada—. No es de mi incumbencia.
Tenía que aprender a mantener la conversación en terrenos poco comprometidos. Harry trabajaba
para ella. Lo único que era y sería en el futuro era su empleado. No podía permitirse el lujo de olvidar
eso.
Al fin y al cabo, era más difícil ahogarse en una balsa poco profunda.
Good Vibes.
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