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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Ficha de la serie
• Titulo: Orgullo y Placer
• Autor: Sylvia Day
• Adaptación: Sí
• Género: Romance
• Contenido: erótico
• Advertencias: No.
• Otras páginas: Nop
Última edición por iohmyzayn el Sáb 21 Dic 2013, 6:56 am, editado 5 veces
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Capitulo 1.
Londres, Inglaterra, 1818
En su calidad de detective, Harry Styles se había entrevistado con gente en sitios de lo más curiosos,
pero ésa era la primera vez que había concertado una cita en una iglesia. Algunos de sus clientes se
sentían más cómodos quedando en locales de mala muerte. Otros preferían el lujo. Aquél en concreto
parecía una persona de profundas convicciones religiosas, ya que había elegido la iglesia de Saint
George como lugar de encuentro. Harry suponía que le habría parecido un lugar seguro, lo que lo
llevaba a pensar que la persona que lo había citado se sentía incómoda o insegura. Sin duda le habían
llegado noticias de su dudosa moral. Mucho mejor. Así le pagaría bien y se mantendría a distancia.
Eran los casos que más le gustaban. Al bajar del carruaje, Harry se detuvo a contemplar el
impresionante atrio y las columnas corintias de la fachada principal de la iglesia. Un murmullo de
cánticos llegaba desde el interior, en abierto contraste con los gritos de los frustrados cocheros y con
el ruido de cascos de caballos a su espalda. Golpeó el suelo del carruaje con el bastón que sujetaba por
la empuñadura con forma de cabeza de águila y despidió al conductor con un leve toque en el
sombrero.
La cita de ese día había sido concertada por el señor Thomas Lynd, un hombre que contaba con su
confianza por muchas razones. La más importante era que Lynd había sido su mentor y maestro en el
oficio. Harry no se consideraba moralista, pero le gustaba ceñirse al código ético que Lynd le había
enseñado: ayudar a los que realmente lo necesitan.
Nunca exigía dinero a cambio de protección, como hacían otros sabuesos. Ni robaba cosas con
una mano para devolverlas con la otra a cambio de una recompensa. Se limitaba a buscar objetos
perdidos y a proteger a los que lo necesitaban. Y eso lo llevaba a preguntarse por qué Lynd le habría
pasado este caso, ya que él se movía por los mismos principios.
Harry era muy aficionado a resolver misterios, así que estaba dispuesto a averiguar los motivos
de la decisión de Lynd. Lo que no le gustaba era tener que ir a la entrevista personalmente. Por norma
general, prefería enviar a un empleado que hiciera las preguntas. Eso le permitía conservar el
anonimato, tan necesario para sus planes personales.
Al entrar en la iglesia, se detuvo un momento para absorber la ola de música que lo envolvía. En
la parte delantera de la nave, a mano derecha, se alzaba el púlpito cubierto. A la izquierda había una
sillería de dos niveles. Los numerosos bancos estaban vacíos. Sólo los miembros del coro ocupaban la
iglesia, llenando el aire con sus voces que se elevaban en oración.
Harry miró su reloj de bolsillo. Era la hora exacta que habían acordado. En su profesión era
importante ser estrictamente puntual. Se dirigió hacia la escalera que subía a la galería.
Al llegar al descansillo, se detuvo. Su mirada fue atraída sin remedio por una masa de pelo
blanco que desafiaba la ley de la gravedad. Una cinta negra trataba de domarlo, pero parecía agotada,
como si hubiera perdido la esperanza de lograrlo y se hubiera conformado con recoger sólo una parte
en una coleta torcida y despeinada. Mientras observaba esa coleta, el desafortunado dueño de aquella
horrible pelambrera levantó la mano y se rascó la cabeza, despeinándose aún más.
Harry estaba tan fascinado que no se había fijado en la mujer menuda sentada al lado del dueño
del espantoso pelo. Pero en cuanto lo hizo, el foco de su atención cambió por completo. Ella era el
polo opuesto de su acompañante en lo que a cabellera se refería: tenía una brillante melena de un tono
cobrizo tan poco habitual que llamaba la atención.
Eran los únicos ocupantes de la galería, pero ninguno de ellos tenía el aire del que está esperando
a alguien. Al contrario, parecían absortos en la actuación del coro.
¿Dónde estaba su cliente?
La mujer pareció notar que la estaba observando, porque se volvió hacia Harry y lo miró a los
ojos. Era atractiva. No de un modo tan excepcional como su cabello, pero tenía unos rasgos
agradables. Los ojos, de un azul intenso, lo miraban entre unas espesas pestañas. Tenía pómulos altos
y una nariz que indicaba firmeza de carácter. Al morderse el labio inferior, dejó al descubierto unos
dientes blancos y bonitos, y cuando frunció los labios se le formó un hoyuelo en la mejilla. Era una
cara más bonita que hermosa, aunque lo que más le llamó la atención fue el disgusto que mostró al
verlo.—
Señor Styles —dijo, tras un breve silencio—, no lo he oído llegar.
Podría haberlo atribuido al coro, pero lo cierto era que siempre caminaba de forma silenciosa.
Hacía tiempo que había aprendido a hacerlo. Le había salvado la vida en el pasado y esperaba que le
siguiera resultando una habilidad útil durante mucho tiempo.
La joven se levantó y avanzó hacia él con decisión, ofreciéndole la mano. Como si lo hubieran
ensayado, el coro dejó de cantar en ese preciso instante. En el silencio que siguió, ella se presentó:
—Soy _______ Martin.
Su voz lo sorprendió. Era suave como una brisa de verano, pero con un fondo de acero. El sonido
quedó suspendido en el aire gracias a la resonancia del recinto, despertando la imaginación de Harry y
llevándolo en direcciones poco recomendables.
Cambiándose el bastón de mano, se inclinó sobre la que ella le ofrecía.
—Señorita Martin.
—Le agradezco que haya sido tan amable de venir hasta aquí. Sin embargo, es usted exactamente
como me temía que fuera.
—Oh. —Aunque sorprendido por sus palabras, Harry estaba cada vez más intrigado—. ¿En qué
sentido?
—En todos los sentidos, señor. Me puse en contacto con el señor Lynd porque necesito a un tipo
de hombre muy concreto. Y usted, señor, no se parece en nada a mi petición.
—¿Le importaría ser un poco más concreta?
—Sería demasiado largo de explicar.
—En mi profesión, uno espera que los demás sean predecibles, pero odia serlo. Ya que, al
parecer, soy todo lo que no desea encontrar en un hombre, le agradecería que me explicase los
criterios que la han llevado a esa conclusión.
La señorita Martin meditó su respuesta. Mientras lo hacía, Harry confirmó lo que su instinto le
había dicho en el primer momento: _______ Martin no le resultaba indiferente. Antes de que su cerebro
racional se hubiera puesto en acción, el instinto de la joven había reaccionado del mismo modo que el
de él: las ventanas de la nariz se le habían abierto, su respiración se había agitado, todo su cuerpo se
había tensado... los signos clásicos de una cierva que nota que un depredador está cerca.
—Ya veo —respondió ella con un hilo de voz—. Supongo que no le falta razón.
—Claro que no. Nunca miento a un cliente. —Tampoco se acostaba con ellos, pero eso podría
estar a punto de cambiar.
—No lo he contratado, así que no soy su clienta.
El hombre de la rebelde pelambrera los interrumpió:
—________, cásate con Montague y acaba con esta farsa.
Al oír ese nombre, Harry entendió al momento por qué Lynd le había pasado el caso. Tuvo claro
también que _______ Martin no tenía ninguna posibilidad de librarse de él.
—No permitiré que nadie me obligue a hacer nada contra mi voluntad, milord —replicó ella, con
firmeza.
—En ese caso, invita al señor Styles a sentarse.
—No será necesario —se resistió la joven.
Sorteándola, Harry se sentó detrás de ellos.
—Señor Styles... —empezó a protestar la señorita Martin, pero, suspirando, se resignó—. Milord,
permíteme que te presente al señor Harry Styles. Señor Styles, le presento a mi tío, el conde de
Melville.
—Lord Melville. —Harry lo saludó con una inclinación de cabeza. Sabía que Melville era el
cabeza de familia de los Tremaine, un linaje famoso por sus excentricidades—. Creo que averiguarán
que soy capaz de llevar a cabo cualquier tarea para la que se precise a un detective.
La señorita Martin lo miró con los ojos entornados. Al parecer, no le gustaba que la ignoraran.
—Señor, no dudo de que sea usted un hombre muy capaz en cualquier circunstancia. Sin
embargo...
—¿Los criterios para rechazarme serían...? —la interrumpió él, volviéndose en redondo para
mirarla. No le gustaba proseguir la conversación dejando temas pendientes.
—Es usted muy tenaz. —La señorita Martin permanecía de pie, dispuesta a despedirlo en
cualquier momento.
—Una característica muy valorada en mi profesión.
—Sí, pero que no altera las demás.
—¿Y las demás son...?
El conde seguía la conversación mirando ahora al uno, ahora al otro.
Ella negó con la cabeza.
—¿No podemos dejarlo así, señor Bond?
—Preferiría que no —respondió él, dejando el sombrero en el banco—. Me enorgullezco de mi
capacidad para enfrentarme a cualquier situación. Es una cuestión de orgullo personal. ¿Cómo voy a
poder seguir afirmándolo si hay algo que no puedo hacer y ni siquiera sé de qué se trata?
—No digo que sea usted un mal profesional —protestó la señorita Martin—. Sólo que no es la
persona que necesito para mi situación.
—¿Y cuál es esa situación?
—Es un tema delicado.
—En el que no puedo ayudar si desconozco los detalles.
—No le he pedido ayuda, señor Bond. Parece que le cuesta entenderlo.
—Porque usted se niega a explicarse. Al señor Lynd le pareció que yo podría ayudarla y usted
confió en su criterio, por eso concertó esta cita.
Y Harry se aseguraría de agradecérselo como se merecía. Hacía demasiado tiempo que nada
había logrado interesarlo, aparte del deseo de venganza.
—El señor Lynd no ha tenido en cuenta las mismas cosas que yo.
—¿Y cuáles son esas cosas?
—Señor, es usted exasperante.
Y ella fascinante. Le brillaban los ojos mientras golpeaba el suelo con el pie y apoyaba los puños
apretados en las caderas. Pero siguió resistiéndose a las provocaciones de Harry. A éste su resistencia
le parecía de lo más atractiva. ¿Hasta dónde tendría que llegar para romper sus defensas y verla perder
el control? Estaba deseando descubrirlo.
—Le compensaré por haberle hecho perder el tiempo —dijo ella—. Ya ve. No habrá sido un viaje
en balde. Ahora, no hace falta seguir con esta conversación.
—No ha tenido en cuenta, señorita Martin, que podría asignarle el caso a alguno de mis
empleados. Sin embargo, no puedo hacerlo si no conozco la situación y no sé qué tipo de servicio
necesita. —Tenía intención de ocuparse de sus necesidades de manera muy personal, pero si debía
usar algún subterfugio para lograr el delicioso premio, que así fuera.
—¡Oh! —exclamó ella y se mordió el labio inferior antes de añadir—: No había pensado en ello.
—Eso me parecía.
Entonces, la joven se sentó en el banco con mucha clase.
—Que quede claro de entrada que usted no da el perfil.
—No queda nada claro —replicó él, colocándose el bastón entre las piernas y apoyando las
manos en la empuñadura—. Al menos, de momento.
Ella miró a su tío antes de volverse otra vez hacia Harry, claramente irritada.
—Me obliga a decir algo que preferiría omitir, señor Bond: francamente, es usted demasiado
guapo para el puesto.
Por unos instantes, él se quedó demasiado asombrado para responder. Luego sonrió satisfecho
para sus adentros. Era deliciosa hasta cuando se enfadaba.
—El señor Lynd llama menos la atención que usted —siguió diciendo ella—. Usted es demasiado
corpulento y, como ya he dicho, demasiado atractivo.
Lynd era veinte años mayor que él y de altura y complexión medias. Al mirar al conde, Harry
notó que el hombre miraba confuso a su sobrina.
—No entiendo qué tiene que ver mi cara con mi capacidad como investigador —protestó.
—Además —siguió diciendo la chica, más decidida—, sería imposible esconder ese aire que
tiene usted y que lo distingue de los demás.
—¿De qué aire está hablando? Le ruego que me lo aclare. —Cada vez le costaba más disimular lo
mucho que estaba disfrutando con la conversación.
—Usted es un depredador, señor Styles. No sólo tiene aspecto de serlo, sino que se comporta
como tal. Para que me entienda, tiene usted aspecto de hombre peligroso.
—Ya veo.
La fascinación dejó paso al embrujo. Tal vez su futura clienta no fuera tan inocente como
aparentaba. Al fin y al cabo, él se gastaba grandes cantidades de dinero en su aspecto, precisamente
para conseguir una apariencia de respetabilidad que, por lo visto, a ella no la había engañado ni por un
segundo.
—Dudo que tuviera éxito en su trabajo si no tuviera usted las cualidades de un peligroso
depredador —aclaró la señorita Martin, como si quisiera compensarlo.
—Entre otras.
Ella asintió.
—Sí, me imagino que su profesión requiere que sea usted una persona con numerosas
habilidades.
—Eso es útil, desde luego.
—Sin embargo, su belleza masculina invalida todo lo anterior.
—¿Podría ser más concreta, por favor, señorita Martin? ¿Puedo saber para qué quería
contratarme?
—Para varias cosas, de hecho. Protección, investigación y... para hacerse pasar por mi prometido.
—¿Cómo? —La voz de Styles retumbó en la galería de la iglesia.
________ estaba sofocada y nerviosa y la culpa era de aquel hombre. No se había imaginado que fuera
a ser tan curioso ni tan insistente. Y, ciertamente, tampoco tan atractivo. No sólo era el hombre más
guapo que había visto nunca, sino que iba vestido con prendas dignas de un lord del reino y se movía
con la gracia y la elegancia de un gran felino.
¿Y la manera que tenía de mirarla? Sólo podía traer problemas.
Que alguien así la contemplara de esa forma era desconcertante. Los hombres como él solían
ignorar a las mujeres normales como ella. Por eso siempre se esforzaba en ir vestida de manera que no
llamara la atención. ¿Para qué atraer la atención de nadie si luego no iban a saber qué hacer con ella?
Tal vez fuese el color de su pelo lo que le había interesado. Su madre le había contado que
algunos hombres sentían una gran debilidad por ciertas partes del cuerpo de una mujer o por un tono
especial de cabello.
—¿Podría... repetirlo, por favor, señorita Martin? —le pidió Styles, mirándola con sus ojos
negros, tan intensos.
En ese momento, _______ maldijo su costumbre de mirar a los ojos de su interlocutor, porque le
resultaba muy difícil pensar ante la belleza de Harry Styles. Era asombroso de hombros para abajo,
pero más todavía de hombros para arriba. Tenía el pelo espeso y oscuro como su color de tinta
favorito, e igual de brillante. Aunque lo llevaba un poco demasiado largo, la longitud era perfecta para
enmarcar los rasgos de su cara: la nariz distinguida, los ojos profundos, la boca severa pero sensual.
Era muy significativo que, con aquel rostro tan atractivo, siguiera teniendo un aspecto tan
amenazador. Era un hombre al que claramente era mejor no hacer enfadar.
—Necesito protección —repitió ella.
—Sí.
—Investigación.
—Eso lo he oído bien.
—Y un pretendiente —añadió, alzando la barbilla.
Él asintió como si fuera la petición más normal del mundo, pero no pudo ocultar el brillo de sus
ojos.
—Eso me había parecido.
—________... —El conde se miró las manos, que tenía enlazadas en el regazo, y negó con la cabeza.
—Milord —dijo Styles, al ver que se interrumpía—. ¿Conoce usted la naturaleza del servicio que
precisa la señorita Martin?
— Tiempos difíciles los que nos ha tocado vivir —murmuró lord Melville—. Tiempos difíciles...
Bond volvió la mirada hacia _______, que alzó las cejas.
—¿Está bien?
—Su cerebro es tan privilegiado que se bloquea ante la mediocridad —respondió ella.
—O tal vez sea su petición lo que lo ha colapsado.
________ enderezó la espalda.
—Mi petición es muy sensata. Y el sarcasmo es innecesario, señor Styles. Haga el favor de
prescindir de él.
—Claro. —La voz de Harry bajó de tono y se convirtió en un susurro casi amenazador—. ¿Y qué
espera que le ofrezca ese pretendiente?
—No estoy buscando un semental, si es eso lo que está pensando, señor Styles. Sólo una mente
depravada llegaría a esa conclusión.
—¿Un semental?
—¿No era eso lo que estaba pensando?
Harry Styles sonrió y el corazón de ella dejó de latir por un momento.
—No, no lo era.
Queriendo acabar lo antes posible, _______ preguntó:
—Entonces, ¿tiene a alguien que pueda ocupar el puesto o no?
Él resopló suavemente, pero aquel sonido burlón parecía dirigido hacia sí mismo.
—Señorita Martin, le ruego que empecemos por el principio. ¿Por qué necesita protección?
—Recientemente he sido víctima de una serie de desafortunados... y sospechosos accidentes.
_________ esperaba que Harry se echara a reír o, al menos, que la mirara con escepticismo, pero no
hizo ninguna de las dos cosas. Al contrario, su actitud se transformó por completo. Aunque se había
mostrado atento desde su llegada, ahora estaba mucho más concentrado en el problema. Por primera
vez,________ lo valoró por algo más que por su aspecto.
Él se echó hacia delante en el banco.
—¿Qué tipo de accidentes?
—Alguien me empujó para que me cayera al lago en Hyde Park. Me cortaron las cintas de la silla
de montar. Alguien soltó una serpiente en mi habitación...
—Tengo entendido que fue un agente de la ley quien la puso en contacto con el señor Lynd.
—Sí, investigó el caso durante un mes, pero no consiguió nada. Nadie me atacó durante el tiempo
que él estuvo vigilando.
—¿Quién querría hacerle daño? ¿Y por qué?
Ella sonrió levemente, agradecida por el interés que estaba mostrando. Anthony Bell, el agente,
nunca se había tomado el caso en serio. No había podido disimular la risa cada vez que le contaba
algún percance. A ________ nunca le había parecido que se estuviera esforzando por descubrir quién
estaba detrás.
—Francamente, no estoy segura. Sospecho que tal vez no quieran hacerme daño, sino sólo
animarme a casarme. Si lo hiciera, mi marido me protegería de manera permanente. No veo otra
explicación.
—¿Es usted rica, señorita Martin? ¿O espera serlo en el futuro?
—Sí. Por eso dudo de que quieran hacerme daño de verdad. Valgo más viva que muerta. Pero hay
quien considera que no estoy a salvo viviendo bajo el techo de mi tío. Creen que no es un buen tutor.
Que está un poco tocado de la cabeza y que habría que encerrarlo. Como si alguien con un mínimo de
compasión pudiera encerrar en un manicomio a nadie. Yo no podría encerrar ni a un perro, mucho
menos a un ser querido.
—Menuda tontería —refunfuñó el conde—. Estoy en plena forma. De cuerpo y de mente. ¡Fuerte
como una roca!
—Así es, milord. —_______ le sonrió con afecto—. Siempre digo que lord Melville llegará a los
cien años.
—¿Y qué espera conseguir añadiéndome a la lista de sus pretendientes? —preguntó Styles—.
¿Detener al culpable?
—Espero que, al añadir a uno de sus empleados —lo corrigió ella— a mi lista de pretendientes,
no vuelva a sufrir ningún accidente durante las seis semanas que quedan de temporada social. Además,
si el nuevo pretendiente le parece una competencia peligrosa al atacante, tal vez dirija sus ataques
hacia él y así sea más fácil detenerlo.
—Sinceramente, me gustaría poderle preguntar qué la llevó a idear un plan tan absurdo y qué
pretendía conseguir con él.
Styles se echó hacia atrás en el asiento, aparentemente sumido en sus pensamientos.
—Nunca se me habría ocurrido sugerirle a una persona inexperta que se pusiera en una situación
tan peligrosa —prosiguió ella—, pero pensé que para un investigador acostumbrado a relacionarse con
ladrones y criminales... un cazafortunas no sería rival.
—Ya veo.
Lord Melville, situado junto a _______, murmuró algo para sí mismo, resolviendo acertijos y
ecuaciones en su mente. Al igual que ella, su tío se sentía mucho más cómodo enfrentándose a
situaciones predecibles, que pudieran ser cuantificadas de alguna manera. Tratar con asuntos que se
escapaban a la razón les resultaba a ambos agotador.
—¿Qué tipo de persona le parecería adecuada para hacerse pasar por su pretendiente, protector o
investigador? —preguntó Styles finalmente.
—Debería ser alguien tranquilo, poco hablador y buen bailarín.
Él frunció el ceño.
—¿Qué tiene que ver ser aburrido o bailar bien con la habilidad para capturar a un posible
asesino?
—No he dicho que tenga que ser aburrido, señor Bond. Haga el favor de no poner en mi boca
cosas que no he dicho. Si quiero que se lo considere un rival al que tener en cuenta, debe ser alguien
hacia quien pudiera sentirme atraída.
—¿No se siente atraída por los hombres guapos?
—Señor, odio ser maleducada, pero no me deja alternativa. Me temo que su carácter es
incompatible con el matrimonio.
—No sabe cómo me alegra oír eso en labios de una mujer.
—¿Alguna lo duda? —Con un gesto de la mano, ________ siguió hablando—: No me cuesta nada
imaginármelo en medio de una pelea o en un duelo a espada, pero soy incapaz de verlo disfrutando de
una partida de cróquet después de comer, jugando al ajedrez tras la cena o charlando con amigos en
una tranquila sobremesa. Soy una persona intelectual, señor Styles, y aunque estoy segura de que su
mente es muy aguda, lo veo más capacitado para actividades físicamente agotadoras.
—Ah.
—Con sólo una mirada, cualquiera se daría cuenta de que no se parece en nada a los hombres que
suelen acompañarme. Nadie se creería que me tomaba en serio a alguien como usted. Es obvio que
somos incompatibles, y todo el mundo que me conoce sabe que no se me escapan ese tipo de detalles.
Francamente, señor, no es usted mi tipo de hombre.
Él la miró con ironía, pero sin la petulancia que lo habría hecho resultar irritante. Se notaba que
estaba seguro de sí mismo, pero no era engreído. ________ comprobó, disgustada, que esa combinación de
cualidades resultaba muy atractiva.
Aquel hombre era sin duda una fuente de problemas, y a ella no le gustaban los problemas.
Harry Styles se volvió entonces hacia el conde.
—Le ruego que me disculpe, milord, pero creo que debo ser muy claro en este asunto. Sobre todo
porque afecta a la integridad física de la señorita Martin.
—Me parece bien —contestó Melville—. Directo al grano, siempre lo digo. La vida es
demasiado corta para gastarla en tonterías.
—Estamos de acuerdo. —Volviéndose hacia ______,Styles sonrió—. Señorita Martin, le ruego que
me disculpe, pero tengo que señalar que su falta de experiencia en estos temas no le permite abordar el
asunto como debería.
—¿Qué asunto?
—El de los hombres. Para ser más exactos, el de los cazafortunas.
—Déjeme que le diga que, durante los seis años que han pasado desde mi presentación en
sociedad, he adquirido bastante experiencia sobre hombres en busca de financiación.
—Y, sin embargo, se le escapa el detalle de que el éxito de esos hombres no suele deberse a sus
capacidades sociales.
—¿A qué se refiere? —preguntó ella, parpadeando.
—Las mujeres que se casan con cazadotes no los eligen porque bailen bien, ni porque sepan estar
sentados en silencio. Lo hacen por su apariencia y por su fuerza física, dos atributos que ya hemos
establecido que yo poseo.
—No veo por qué...
—No, es evidente que no, pero se lo explicaré. —La sonrisa de Styles era cada vez más amplia—.
Los cazafortunas que triunfan no se dedican a satisfacer las necesidades intelectuales de las mujeres.
Para eso están los amigos o conocidos. Tampoco lo logran gracias a su presencia en una mesa después
de comer. Para eso están las reuniones sociales.
—Señor Styles...
—No. Su triunfo se debe a que se centran en el único campo donde amigos o conocidos no tienen
nada que hacer. Y muchos de ellos son tan hábiles en esa tarea que las mujeres se olvidan de todo lo
demás.—
Por favor, no siga...
—El fornicio —murmuró el conde, antes de volver a su conversación interior.
—¡Milord! —exclamó _______, poniéndose de pie.
Siguiendo los dictados de la cortesía, tanto su tío como el señor Styles la imitaron.
—Yo prefiero llamarlo seducción —dijo este último, con los ojos brillantes.
—Pues yo lo llamo absurdo —lo reprendió ella, con los brazos en jarras—. En el gran esquema
de las cosas, el tiempo que pasa una persona en la cama, comparado con el que dedica a otras
actividades, es muy pequeño.
Styles bajó la vista hacia las caderas de ella, sin dejar de sonreír.
—Eso depende de quién sea el otro ocupante de la cama.
—¡Santo cielo!
________ se estremeció ante su mirada. Era una mirada expectante. No sabía qué había hecho para
poner en marcha el dichoso orgullo masculino de aquel hombre, pero el caso era que lo había hecho.
—Una semana —sugirió Harry entonces—. Deme una semana para demostrarle mi punto de
vista y mi capacidad. Si al final de la misma no la he convencido, no aceptaré ningún pago por mis
servicios.
—Excelente propuesta —opinó el conde—. No tienes nada que perder.
—No estoy de acuerdo —lo contradijo ________—. ¿Cómo explicaré la súbita desaparición del señor Styles?—
Pues alarguémoslo a quince días —propuso él.
—No lo entiende, señor. No soy actriz. Nadie creerá que me siento seducida por usted.
La sonrisa de Harry Styles pasó de divertida a depredadora.
—Deje eso en mis manos. Al fin y al cabo, para eso me pagará, ¿no?
—¿Y si fracasa? Si abandona, no sólo tendré que inventar una excusa para su desaparición, sino
buscar a otro detective que lo sustituya. Eso levantará sospechas.
—¿Lleva seis años con los mismos pretendientes, señorita Martin?
—Ése no es el tema...
—Acaba de hacer una lista de razones por las que no le parezco un candidato adecuado. ¿No
puede limitarse a repetirlas cuando le pregunten por mi ausencia?
—Es usted extremadamente persistente, señor Bond.
—Bastante, sí —admitió él—. Por eso descubriré quién es el responsable de esos lamentables
accidentes y qué pretendía conseguir con ellos.
________ se cruzó de brazos.
—No estoy convencida.
—Confíe en mí. Ha sido una suerte que el señor Lynd me propusiera para el caso. Si no logro
apresar al culpable, me atrevo a decir que será porque no habrá un culpable. —Cogió el bastón con
fuerza—. Dejar al cliente satisfecho es una cuestión de orgullo para mí, señorita Martin. Cuando dé
por cerrado este asunto, le garantizo que se sentirá totalmente complacida con mi trabajo.
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
¡Holaa!
Esta es como mi 5ta o 6ta adaptación,soy Priscilla,y todo lo demas sobre la marcha xd.Aqui es super tarde y me pudro del sueño.No he terminado de leer el libro,pero lo que va,me gusta kdjsnndsb.
Espero sea de su agrado,y que comenten muchote c:
Ya mañana con mas calma,hago lo que sea...
bye bye.
No fantasmas babys:c
Esta es como mi 5ta o 6ta adaptación,soy Priscilla,y todo lo demas sobre la marcha xd.Aqui es super tarde y me pudro del sueño.No he terminado de leer el libro,pero lo que va,me gusta kdjsnndsb.
Espero sea de su agrado,y que comenten muchote c:
Ya mañana con mas calma,hago lo que sea...
bye bye.
No fantasmas babys:c
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Wooooooow
Me encantó el primer capítulo. Además de que está genial la historia de rayita, el misterio y todas esas cosas, está adaptada en el Siglo XIX. Me encantan las historias de época, más cuando son hots, porque skjaskas. La mayoría de las veces la protagonista es súper inexperta y el protagonista es un Adonis y BUAJAJAJAJA. Mi mente pervertida está calentando, dispuesta a leerte.
Nueva y Fiel lectora.Me encantó el primer capítulo. Además de que está genial la historia de rayita, el misterio y todas esas cosas, está adaptada en el Siglo XIX. Me encantan las historias de época, más cuando son hots, porque skjaskas. La mayoría de las veces la protagonista es súper inexperta y el protagonista es un Adonis y BUAJAJAJAJA. Mi mente pervertida está calentando, dispuesta a leerte.
Ya es costumbre, el día que alguien me gane en ser la primer lectora, me voy a poner a llorar xdé. No soy tan nueva porque he estado contigo en tus proyectos, pero buano. Te juré que lo estaría. Espero ansiosamente a que la comiences bella.
Te quiero y síguela prontooo
Te quiero y síguela prontooo
Invitado
Invitado
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Hollo,rápidamente me paso para decir que la novela no esta cancelada para siempre ni nada lo que pasa es que me acabo de mudar y no tengo internet,esto es wifi robado,que por cierto,es muy lento xd.
Así que pronto vengo y subo otro CAP.
Mar,leí tu mensaje,no te puedo responder ahora,pero cuando vaya a seguir la novela si terespondo.
Espérenme un poquito please:( :3
Así que pronto vengo y subo otro CAP.
Mar,leí tu mensaje,no te puedo responder ahora,pero cuando vaya a seguir la novela si terespondo.
Espérenme un poquito please:( :3
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
capitulo 2.
—A veces me impresiono a mí mismo con mi brillantez —graznó Thomas Lynd al entrar en el
despacho de Harry, con el sombrero en la mano.
A Lynd no le gustaba que los mayordomos lo anunciaran. Podía tolerar a los lacayos, pero no a
los mayordomos, que, a pesar de formar parte del servicio, eran mucho más expertos en protocolo que
él.
Harry se echó hacia atrás en la silla con una sonrisa de bienvenida.
—Esta vez te has superado a ti mismo.
Como de costumbre, la ropa de Lynd era excesiva y el resultado poco satisfactorio. Es lo que pasa
cuando se lleva una tela de calidad a un sastre que no sabe cómo utilizarla. A pesar de todo, Lynd tenía
un aspecto más elegante que muchos de sus colegas de profesión. Su objetivo era provocar respeto
entre las clases bajas y, al mismo tiempo, que su apariencia no resultara amenazadora para la buena
sociedad.
Se sentó en una de las dos sillas situadas frente al escritorio de Harry.
—En cuanto mencionó a Montague, no lo dudé ni un segundo.
Aunque Lynd visitaba a Harry con regularidad, miró a su alrededor como si estuviera viendo la
habitación por primera vez. Clavó la mirada en la estantería de caoba que cubría una de las paredes y
en las cortinas azules que colgaban en los ventanales de la pared opuesta.
—Además —siguió diciendo—, quería un maldito perro faldero, y ninguno de nuestros conocidos
tiene un pedigrí como el tuyo.
—Ser un bastardo nunca es una ventaja.
Lynd no tenía ninguna dificultad en cruzar la barrera de clases. Harry en cambio no lo tenía tan
fácil, pero, curiosamente, esa incapacidad solía ayudarlo en su trabajo, ya que muchas veces la clase
alta lo contrataba precisamente porque en su mundo nadie lo conocía. En el caso de _______ Martin,
podría hacerse pasar por su pretendiente, ya que nadie en su entorno sabía quién era.
—En este caso lo será. —Lynd se pasó una mano por su pelo castaño, que aún no se veía afectado
por el paso del tiempo—. Te hará falta toda la paciencia del mundo para aguantar a esa pandilla de
idiotas pomposos que rodean a la sobrina de Melville. Y tampoco te irá nada mal tu capacidad de
pasar inadvertido, crea ella lo que crea.
Harry se acercó a las licoreras que tenía sobre la consola, junto a las ventanas. Lynd era una de
las pocas personas del mundo que conocían sus orígenes. Harry confiaba en él, ya que en el pasado
había mostrado una gran amabilidad hacia su madre que ésta había necesitado desesperadamente.
Mientras servía dos copas de armañac, levantó la cortina con un dedo y vio a los dos lacayos de
aspecto no muy respetable que esperaban junto a la puerta principal. Eran los hombres de Lynd.
A Harry no le había sido fácil encontrar casa en una zona respetable que tolerara sus actividades.
Sus vecinos aceptaban las incomodidades de sus continuas idas y venidas a cambio de la seguridad
que les daba tenerlo en el barrio. Gracias a su presencia, se había reducido la delincuencia en los
alrededores. Le parecía un precio tolerable para no tener que vivir en Fleet Street o en The Strand, o en
cualquiera de las calles donde vivían Lynd y la mayor parte de sus colegas. Odiaba aquella zona. Allí
era imposible librarse del hedor que subía de las cloacas que desembocaban en el río, pues ese olor
impregnaba los muros mismos de los edificios.
Volvió a su asiento y dejó uno de los vasos frente a Lynd.
—He quedado con la señorita Martin esta tarde. Me informaré sobre el interés real de Montague
en conseguir su mano. Tal vez esté ya tan desesperado que haya empezado a hacer tonterías.
—El asunto es absurdo de principio a fin —refunfuñó Lynd—. Si alguien quiere casarse con ella,
que se lo pida directamente. Aunque me imagino que los candidatos son tontos o están desesperados
por mezclar su sangre con la de los Tremaine. La muchacha debe sentirse agradecida de que su padre
dejara la herencia a su nombre. De otro modo, le habría resultado imposible atraer a un hombre.
Harry alzó las cejas. Él se había sentido atraído por ella desde que la había oído hablar.
—Francamente —siguió diciendo Lynd—, debería decidirse por uno de ellos y olvidarse del
tema. Es lo que haría cualquier mujer. A esa chica la han dejado muy suelta. Lo de contratar a un
detective fue idea suya. El conde está demasiado ocupado recorriendo su laberinto mental como para
controlarla. Cuando me reuní con ellos, las únicas veces que Melville abrió la boca fue para hablar
solo.
—¿Quieres llegar a alguna parte con tus críticas o sólo estás pasando el rato?
—Seis semanas se te harán eternas, estoy seguro. No hay compensación económica capaz de
devolverle a nadie la cordura. Y la señorita Martin es testaruda como pocas. No es una mujer normal.
Tuvo el descaro de mirarme de arriba abajo, lo que tiene mérito, porque soy bastante más alto que
ella, y decirme que debería buscarme un buen sastre. No tiene modales. No sé cómo la aguanté tanto
rato. Me sacó de mis casillas.
—En ese caso, hiciste bien en no aceptar su oferta —bromeó Harry—. No habrías sido un
pretendiente nada convincente.
—Si tú lo consigues, te diré que has errado la vocación y que tu lugar estaba en los escenarios.
—Haré todo lo necesario para evitar que Montague consiga el dinero que le hace falta para
recuperar el documento de propiedad.
Y si la manera de impedir que conquistara a ______ Martin era seducirla él personalmente, todo
eso que saldría ganando.
—La venganza es peligrosa, muchacho. Se vuelve contra el que la practica, no lo olvides.
Él sonrió con ironía.
Lynd se encogió de hombros.
—Haz lo que quieras. Siempre lo haces.
El documento de propiedad al que se refería Harry correspondía a una parcela de terreno en
Essex donde se levantaba una modesta casa. Era, con diferencia, la propiedad más pequeña de Harry,
pero tenía un valor incalculable para él. Representaba años y años de tenaz trabajo para conseguir
vengarse. Si Montague no conseguía el dinero para recuperarla en seis semanas, sería suya
definitivamente, para destruirla o para hacer con ella lo que quisiera.
Harry abrió el cajón del escritorio y sacó un saquito de monedas.
Lynd dudó un poco antes de cogerlo.
—Ojalá pudiera permitirme no aceptarlo.
—Bobadas. Nunca podré pagarte todo lo que te debo.
Harry acompañó a Lynd a la puerta y, cuando éste se hubo marchado, echó un vistazo al reloj
situado sobre la repisa de la chimenea.
Faltaban pocas horas para que volviera a ver a la señorita ______ Martin y estaba más impaciente
de lo razonable. No debería estar pensando en una mujer que le había dicho que era un saco de
músculos sin cerebro.
Pero en su trabajo era importante resolver los problemas de uno en uno, a medida que se iban
presentando. Aún faltaban horas para su cita con ______ y de momento había otros asuntos que
requerían su atención.
Sin embargo, permaneció apoyado en el quicio de la puerta de su oficina, preguntándose cómo
debería vestirse para la entrevista. ¿Debería tratar de impresionarla con su aspecto u optar por un
estilo sobrio, parecido al suyo propio?
Se sorprendió al darse cuenta de que la opinión de ella le importaba. No era una mujer fácil de
impresionar, por eso su aprobación tenía más valor.
—Me haré un nudo trône d’amour —murmuró, tocándose el pañuelo que llevaba al cuello. Una
vez decidido eso, se sentó, dispuesto a centrarse en el trabajo al menos durante una hora.
Harry cruzó el umbral de casa de los Melville a las once en punto. Tras cerrar la tapa de su reloj
de bolsillo, esperó unos instantes mientras el mayordomo se ocupaba del sombrero y el bastón. Sólo
fueron unos instantes, pero se le hicieron eternos. Se preguntó cuál sería la causa de su impaciencia y
llegó a la conclusión de que la capacidad de ______ para sorprenderlo era lo que más le gustaba de ella.
Al darse cuenta de esto, también llegó a otra conclusión: hacía mucho tiempo que nada lo
sorprendía. Siempre sabía lo que los demás iban a decir antes de que lo dijeran. Sabía cómo iban a
responder antes de que abrieran la boca. Todo el mundo seguía las normas de etiqueta, las normas de
comportamiento. Asistir a un acto social era como ir al teatro. Todos conocían el fragmento de texto
que les tocaba recitar y sabían cuándo debían hacerlo.
En cambio, _______ no había dicho ni una palabra previsible.
—Por aquí, señor.
Harry siguió al mayordomo hasta un despacho y se detuvo en el umbral mientras aquél lo
anunciaba. Con las manos detrás de la espalda, echó un vistazo a la habitación. Se fijó en que los
muebles eran eminentemente masculinos, pero el efecto quedaba suavizado por las cortinas floreadas
y los cuadros de paisajes campestres. Daba la sensación de que la estancia hubiese pertenecido a un
hombre en el pasado y que hubiera cambiado de dueño.
—Ah, buenos días, señor Styles.
Con una reverencia, el mayordomo se apartó, dejando al descubierto a la esbelta mujer que hasta
entonces había quedado oculta tras él. _______ estaba sentada ante un escritorio de nogal tan grande que
se veía muy pequeña en comparación. No levantó los ojos de su trabajo, lo que permitió a Harry
contemplar sus rizos, que llevaba recogidos en la coronilla, y los hombros, parcialmente cubiertos por
un vestido de fino encaje.
Se acercó a una de las dos sillas que había frente al escritorio y, antes de sentarse, se fijó en lo
que _______ estaba haciendo. Eran libros de contabilidad. Estaba revisándolos a gran velocidad,
escribiendo en la última columna números pequeños pero muy claros.
—Una vez más es usted muy puntual —murmuró ella.
—¿Un defecto más para añadir a mi lista?
_________ alzó la vista y lo miró entre sus espesas pestañas.
—¿Le apetece una taza de té?
—No, gracias.
Dejando la pluma a un lado, despidió al mayordomo con un gesto.
—Su puntualidad me indica que valora su tiempo. Quiero creer que también indica que valorará
el mío, cosa que agradezco.
—¿Qué más cosas valora, señorita Martin?
—¿Qué importancia tiene eso?
Él sonrió.
—Ya sea como pretendiente enamorado o como cazafortunas, se supone que tengo que saber
cosas sobre usted.
—Claro. —_______ frunció el ceño antes de decir—: Valoro la intimidad, la soledad, los libros de
mi biblioteca, mi caballo y mi dinero.
Harry observó cómo tamborileaba con los dedos sobre el libro de contabilidad.
—¿Lleva los libros personalmente?
—Como mi padre antes que yo.
—¿Por qué no se ha casado?
_________ se retrepó en la silla y se cruzó de brazos.
—¿Está usted casado, señor Styles?
—Harry —la corrigió él, esperando oírla pronunciar su nombre con aquella voz suave e
implacable a un tiempo—. Y no, no estoy casado.
—Entonces, le hago la misma pregunta: ¿por qué no se ha casado usted?
—Mi modo de vida no es compatible con el matrimonio. Tengo horarios raros y compañías aún
más raras.
—Hum, pues yo no me he casado porque todavía no he encontrado a nadie que merezca la pena,
el esfuerzo y el gasto. —_______ se encogió de hombros—. Francamente, el matrimonio me parece algo
exageradamente caro. Aparte de que con él perdería el control de mis finanzas, debería invertir una
gran cantidad de tiempo en otra persona. Sé que soy rara, o tal vez sólo soy Tremaine hasta la médula,
pero las relaciones sociales me agotan. Tengo que pensar cada cosa antes de decirla y pasarla por
varios filtros para que mi interlocutor no se ofenda.
Ya había encontrado la clave para meterse en su cama: animarla a ser ella misma. Era una
solución perfecta, ya que a Harry nada le gustaba más que escuchar sus ideas tal como salían de su
mente, sin filtrar. Iba a disfrutar muchísimo descubriendo qué clase de mujer se escondía tras ese
cerebro.
—______ —dijo Harry observando con atención cómo reaccionaba ante su inesperada
familiaridad: la ligera dilatación de las pupilas, el batir de las pestañas y la aceleración del pulso en el
cuello—, debo confesar que estaba ansioso por que llegara nuestra cita, precisamente para poder oír
las cosas que salen de su boca.
Lo que lo llevó a pensar en qué otras cosas le gustaban de ella. Como por ejemplo, la curva del
carnoso labio inferior y cómo lo adelantaba un poco cuando la provocaba. Incluso el modo en que
movía la boca cuando hablaba.
Las cosas que quería hacerle a esa boca lo escandalizaban incluso a él. Quería sentirla sobre la
piel, susurrándole palabras atrevidas, cubriéndolo de suaves besos, provocándolo, succionando...
Inspiró hondo, disgustado por primera vez en su vida con su instinto, en el que tanto confiaba y
que tantas veces le había salvado la vida. Pero una cosa era que una mujer lo atrajera sexualmente,
algo que le parecía agradablemente estimulante, y otra cosa muy distinta que dicha atracción le
causara ese efecto.
—No es nada habitual que un cliente sea tan directo. Pero lo agradezco mucho. El resultado de la
investigación es mucho más útil.
_______ ladeó la cabeza y un mechón de pelo le cayó cerca de su delicada oreja. Parecía estar a
punto de hablar, pero no lo hizo. En vez de eso, sacó una hoja de papel de debajo del libro de
contabilidad y se la entregó.
Harry se echó hacia delante para coger el papel y le dio la vuelta para leerlo. Al igual que en los
libros de contabilidad, las columnas eran precisas y ordenadas, pero el modo de formar las letras era
algo distinto al que usaba para los números. Éstas le quedaban un poco inclinadas, no como los
números, que escribía muy rectos. Alargaba las letras por arriba y por abajo y a veces les sobraba un
poco de tinta, como si no tuviera paciencia para sacudir el exceso antes de ponerse a escribir. Harry se
fijaba en estos detalles mientras leía.
Decía mucho de ella el mimo con que escribía los números y la poca atención que le merecía un
listado de nombres. En éste había catalogado a sus pretendientes por rango. Especificaba el título
nobiliario —si lo había—, el tiempo que llevaban cortejándola, la edad, una concisa descripción física
y algún rasgo característico, como una tendencia a aclararse la garganta o un tic en la nariz. Con la
información que le había suministrado, a Harry no le costaría demasiado asignarle un nombre a cada
cara.
—Estoy impresionado con su capacidad de observación —dijo Harry, alzando los ojos de la lista.
Cuando ella hizo amago de sonreír, Harry se dio cuenta de que todavía no la había visto hacerlo
de verdad.
—Gracias. Anoche llegué a la conclusión de que ésta iba a ser mi última temporada en sociedad.
Cuando hice mi presentación, llegué a un acuerdo con mi tío. Seis temporadas como máximo. Pero
últimamente me lo había estado replanteando. Lo hago por él, que me pide tan pocas cosas.
—Ya veo.
Mejor que mejor. No tendría que lidiar con cargos de conciencia por disfrutar de ella si no había
querido casarse.
—Así que he decidido utilizar sus servicios durante las seis semanas restantes, señor Styles. Si me
dice usted a cuánto ascienden sus honorarios, me aseguraré de que le paguen mañana mismo.
Harry se echó hacia atrás en la silla, reflexivo. Había algo en el modo que tenía _______ de mirarlo
que lo ponía en guardia. Le gustaba cobrar por los servicios prestados, como a cualquiera, pero se
preguntó si habría algo detrás de su oferta, aparte del deseo de cuadrar los libros de contabilidad y de
saldar sus deudas.
Para algunos miembros de la nobleza, abonar sus servicios era una manera de ponerlo en su sitio.
Una vez que había cogido el dinero, dejaban de verlo como a un hombre de negocios y se convertía en
alguien a quien habían pagado y al que podían usar a su antojo.
Normalmente, a Harry no le importaba qué sistema usaran sus clientes para quedarse a gusto con
su conciencia, pero no iba a permitir que _______ creyera que podía controlarlo a base de dinero.
—Habíamos llegado a un acuerdo —replicó, sonriendo levemente para compensar la rigidez de
su opinión sobre el asunto—. Dos semanas a prueba. Si al cabo de ese tiempo está satisfecha con el
resultado, puede pagarme entonces.
Ella lo miró con recelo durante un instante.
—Pero yo no tengo intención de reemplazarlo...
—Excelente. No tenía intención de dejarme reemplazar. —Harry levantó la lista—. ¿Por
casualidad los ha colocado por orden de más a menos sospechoso?
—Sí, por supuesto —respondió ella, poniéndose en pie y rodeando la mesa.
Harry también se levantó y vio sorprendido que la joven ocupaba la silla que había a su lado,
haciéndole un gesto para que volviera a sentarse.
—Si tiene alguna duda, trataré de aclarárselas lo mejor que sepa.
Mientras se sentaba, le llegó el aroma de su perfume, mucho más exótico de lo que su
conservador modo de vestir haría sospechar. Aquella mujer era una contradicción andante. Su aspecto
físico, su voz, su caligrafía... nada en ella era lo que uno esperaba.
—¿Por qué está el conde de Montague tan cerca del final?
_______ ladeó la cabeza para ver mejor la línea que le indicaba. Nunca la había tenido tan cerca. A
esa distancia pudo ver las pecas que le salpicaban la nariz.
—¿Por qué no debería estarlo? El conde es guapo, encantador y...
—Cargado de deudas.
Harry tuvo que hacer un gran esfuerzo para no arrugar la lista en el puño. La atracción natural
que sentía hacia ella había aumentado al oírla hablar bien de su rival. Era un hombre muy posesivo y
no iba a permitir que Montague pusiera las manos encima de _______ ni de su dinero.
—Lo sé. Como la mayoría de los demás que aparecen en la lista. O están cargados de deudas o
tienen escasos recursos económicos. —Al ver que él alzaba las cejas, volvió a dirigirle una media
sonrisa—. Me he informado de las circunstancias de todos mis pretendientes, incluso de los que no
parecen tener motivos ocultos.
—¿Cómo lo ha hecho?
—Tal vez no haya contratado los servicios de un detective, señor Styles, pero...
—_______ —volvió a corregirla él.
Ella echó los hombros hacia atrás.
—No me gustan estas familiaridades en asuntos de negocios.
—Lo comprendo, pero en este caso es necesario. Entiendo que le cueste mostrarse cariñosa
conmigo, ya que no soy su tipo de hombre, pero creo que llamarnos por el nombre de pila y pasar
tiempo juntos es imprescindible si queremos que la gente se crea que mi interés por usted es personal.
—Dijo que usted se encargaría de eso.
—Cierto. Yo le diré lo que hay que hacer, pero debe seguirme la corriente —replicó Harry,
usando un tono de voz que nunca fallaba cuando quería que siguieran sus instrucciones. Sabía que si le
daba la menor oportunidad, _______ lo apabullaría—. Y bien. ¿Cómo consiguió la información?
Ella frunció los labios. No estaba acostumbrada a que nadie le marcara el camino. «A esa chica la
han dejado muy suelta», había dicho Lynd.
Harry no quería cambiarla, pero tampoco podía consentir que lo llevara atado de una correa.
—Tengo a un hombre de confianza para cuando debo hacer alguna indagación discreta —explicó
ella—. Hay que tener cuidado.
Él se echó hacia atrás para disfrutar más de la conversación.
—¿Y qué ha averiguado su hombre de confianza? ¿Sabe hasta qué punto está endeudado lord
Montague?
—Sé lo suficiente como para andarme con cuidado.
—Entonces, ¿por qué lo ha colocado en una posición tan poco sospechosa?
—Como le he dicho, es encantador y podría aspirar a alguien mejor que yo. Creo que me utiliza
para poner celosas a otras mujeres. Mi madre solía decir que no hay nada más atractivo que un hombre
que pertenece a otra mujer. Montague tiene problemas económicos, pero poca gente lo sabe. Ha
logrado que no se corra la voz. Y es lo bastante atractivo como para que muchas mujeres pasen por
alto otros defectos. —Entornando los ojos, lo examinó de arriba abajo—. De hecho, se parece bastante
a usted, tanto en altura como en el color de pelo. En constitución también, aunque él no es tan... ancho.
Harry trató de no tensarse bajo su escrutinio. Aquella mujer era demasiado perspicaz.
—Y, sin embargo, dijo que la gente se daría cuenta en seguida de que yo no soy su tipo de
hombre.
—Tiene muy buena memoria, señor Styles.
—Harry.
_______ respiró hondo.
—Su memoria es admirable... Harry.
—Gracias, _______. —Reprimió una sonrisa de triunfo ante el pequeño avance—. Sí, es una
cualidad útil en mi profesión. Aunque confieso que estoy sorprendido por sus contradicciones.
—He dicho que hay similitudes, no que sean iguales. —Seguro que la mirada de ella no pretendía
ser excitante, pero lo estaba siendo—. Él también es guapo, pero usted lo es de un modo... muy
llamativo. Es francamente sorprendente el efecto que tiene sobre el cerebro. Cuando lo vi por primera
vez, tardé unos momentos en poder pensar con claridad.
—Me alegra que me encuentre atractivo.
Y sobre todo, se sentía aliviado. Al parecer, ya se había olvidado de buscar parecidos entre él y
Montague.
—Tonterías. Estoy segura de que está acostumbrado a ser el centro de atención allá donde vaya.
¿Qué se siente cuando todo el mundo te mira al entrar en un salón o al cruzarse contigo por la calle?
—No me fijo.
—¿De veras?
—Cuando entro en un sitio, estoy pensando en la razón que me ha llevado hasta allí.
—Claro. —_______ asintió—. Es usted un hombre muy centrado, de los que no se distraen con
facilidad. Sí, es una de las cosas que más destacan en su manera de ser.
Harry aprovechó la ocasión que le ofrecía su curiosidad.
—Mañana la llevaré a la Royal Academy of Arts. Así podrá ver por sí misma cómo me miran los
demás.—
¿Una visita al museo? —______ frunció el ceño. Curiosamente, a Harry el gesto le gustó tanto
como su media sonrisa. Tenía una cara tan expresiva que resultaba fácil saber qué estaba pensando—.
Supongo que una salida es la mejor manera de provocar al culpable para que actúe.
—No pretendo usarla como cebo. Lo que quiero es que nos vean juntos, para así convertirme en
el objetivo de los ataques. —Dobló la lista con cuidado—. Durante las próximas semanas pasaremos
mucho tiempo juntos. Cuantas más veces nos vean, mejor. El culpable se convencerá de que soy una
auténtica amenaza.
Ella lo miró guardarse la lista en el bolsillo del chaleco.
—Además, también tendré que reunirme con su hombre de confianza.
—¿Por qué?
—A algunas personas no les gusta que se metan en sus asuntos, por muy discretamente que se
haga. Y también necesitaré conocer sus inversiones y las actividades de lord Melville.
La cara de _______ mostró un gran interés.
—¿Se está planteando que pueda haber otras motivaciones tras los ataques?
—No podemos descartar esa posibilidad. Las agresiones pueden deberse a muchas cosas: el amor,
el dinero y la venganza ocupan siempre los primeros puestos. Es usted una mujer rica y hay mucha
gente que no lo es. Si alguien se ha sentido perjudicado por alguna de sus inversiones o intereses,
tenemos a un culpable en potencia. Y si alguien odia a Melville, dañar a su pariente más cercano es
causa suficiente. —Harry la miró fijamente—. Entiendo bien que alguien se tome muchas molestias
para obtener su mano, pero llegar al punto de hacerle daño... no me entra en la cabeza. Tengo muchas
ganas de descubrir al asaltante. Espero con impaciencia el momento en que me lo presenten.
Ella no pareció alarmada por su agresividad.
—Le agradezco su fervor y dedicación al caso.
—Usted no se conformaría con menos.
_______ se levantó. Cuando él la imitó, la joven alzó la cara para mirarlo.
—Tanto el señor Lynd como el agente que se ocupó del caso al principio parecían pensar que yo
era tonta. No es agradable que te traten como si fueras retrasada. Fue una demostración, breve pero
muy desagradable, de lo que debe sufrir mi tío cada día.
—¿Es ésa otra de las razones por las que se resiste a casarse? ¿Por su tío?
—No. Mi tío es perfectamente capaz de cuidar de sí mismo. El servicio que lo atiende es leal y
eficiente y se ocupa de todas las cosas para las que él no tiene paciencia. —Se volvió hacia el reloj que
había sobre la repisa de la chimenea para mirar la hora—. Hoy recibo visitas en casa. ¿Se quedará?
—¿Estará más tranquila si lo hago?
Ella negó con la cabeza.
—En casa me siento segura.
—En ese caso, no. Creo que será mejor que no me perciban como uno más. Mañana será nuestra
primera aparición en público y contaré con su total atención. Eso hará que nuestro trato llame más la
atención. Necesitaremos una carabina a la que le guste mucho hablar. Cuanto más chismosa, mejor.
¿Tiene alguna que se ajuste al papel?
—Ya me encargaré de conseguirla. ¿Qué debo decir a los que me pregunten por usted, por su
familia o su ocupación?
Harry aspiró hondo, disfrutando de su perfume. Fue su último instante de anonimato antes de
revelar una verdad que muy pocos conocían.
—Puede decirles que soy el sobrino del difunto lord Gresham del condado de Wexford, y que
nuestras familias eran viejas conocidas.
—Oh.
Harry apenas conocía a la familia de su madre. Diana Gresham había sido desheredada cuando su
embarazo se hizo evidente, una circunstancia que le había impedido salir del infierno en el que acabó
muriendo. Cuando él fue a pedirle cuentas a lord Gresham años más tarde, lo único que lamentó al
enterarse de la muerte de su tío fue haber perdido la oportunidad de hacerle pagar el calvario de su
madre.—
Es usted un auténtico enigma —dijo _______ en voz baja—. Me encantaría resolverlo.
—Si tiene dudas, pregúnteme.
—¿Me responderá?
Harry sonrió. Cuando ella contuvo el aliento, su depredador interior se relamió los labios y
ronroneó. A pesar de todas sus protestas sobre su aspecto, no podía negar que se sentía atraída por él.
—Mi pasado y mi futuro no tienen importancia. Pero mi presente es suyo. Pregunte lo que quiera.
Le responderé.
—Sabía que me iba a traer problemas, señor Styles.
—Harry.
—Pero también creo que resolverá el caso y eso me consuela. —Volvió a su sitio al otro lado de
la mesa. Su actitud se tornó más distante. Abrió un cajón y sacó un pequeño cuaderno—. Ésta es una
copia de mi calendario social para lo que queda de temporada. Lo mantendré actualizado con las
futuras invitaciones que acepte.
—Su meticulosidad es admirable.
—Creo que trabajaremos bien juntos. ¿Me olvido de algo o ya estaríamos listos por hoy?
Harry habría deseado quedarse más tiempo. Al fin y al cabo, aún era pronto. Cuando saliera de
allí, la parte más interesante del día quedaría atrás.
—De momento, trabajaré con lo que me ha dado. Otro día seguiremos hablando de los temas que
le he comentado: las inversiones, su hombre de confianza y todos los acontecimientos del pasado de
Melville que pudieran poner a un ser querido en peligro.
—Tengo un fondo de inversiones, del que se ocupa lord Collingsworth, y varias propiedades
alquiladas —explicó _______ con la cabeza baja y la pluma en la mano—. Se trata de locales comerciales
y de viviendas. Puedo enseñárselos si quiere.
—Sí, me gustaría visitarlos.
—¿Le parece bien pasado mañana? Podemos ir a ver las fincas y luego podría presentarle a mi
hombre de confianza, el señor Reynolds.
—Me parece bien. También necesitaré una lista de los inquilinos.
Ella alzó la vista.
—Es usted muy minucioso.
Él hizo una reverencia.
—Lo intento. Vendré a buscarla mañana a la una.
—Estaré lista.
Harry se dispuso a marcharse, pero al alcanzar la puerta se detuvo y la miró por encima del
hombro, sonriendo al ver que ella lo estaba observando, aunque fuera con el ceño fruncido. Al verse
sorprendida, bajó la vista en seguida.
Al llegar al vestíbulo, se sacó el reloj del bolsillo y se sorprendió al ver la hora que era. Iba a
llegar tarde a su próxima cita.
Maldición. Se le había pasado el tiempo volando.
—A veces me impresiono a mí mismo con mi brillantez —graznó Thomas Lynd al entrar en el
despacho de Harry, con el sombrero en la mano.
A Lynd no le gustaba que los mayordomos lo anunciaran. Podía tolerar a los lacayos, pero no a
los mayordomos, que, a pesar de formar parte del servicio, eran mucho más expertos en protocolo que
él.
Harry se echó hacia atrás en la silla con una sonrisa de bienvenida.
—Esta vez te has superado a ti mismo.
Como de costumbre, la ropa de Lynd era excesiva y el resultado poco satisfactorio. Es lo que pasa
cuando se lleva una tela de calidad a un sastre que no sabe cómo utilizarla. A pesar de todo, Lynd tenía
un aspecto más elegante que muchos de sus colegas de profesión. Su objetivo era provocar respeto
entre las clases bajas y, al mismo tiempo, que su apariencia no resultara amenazadora para la buena
sociedad.
Se sentó en una de las dos sillas situadas frente al escritorio de Harry.
—En cuanto mencionó a Montague, no lo dudé ni un segundo.
Aunque Lynd visitaba a Harry con regularidad, miró a su alrededor como si estuviera viendo la
habitación por primera vez. Clavó la mirada en la estantería de caoba que cubría una de las paredes y
en las cortinas azules que colgaban en los ventanales de la pared opuesta.
—Además —siguió diciendo—, quería un maldito perro faldero, y ninguno de nuestros conocidos
tiene un pedigrí como el tuyo.
—Ser un bastardo nunca es una ventaja.
Lynd no tenía ninguna dificultad en cruzar la barrera de clases. Harry en cambio no lo tenía tan
fácil, pero, curiosamente, esa incapacidad solía ayudarlo en su trabajo, ya que muchas veces la clase
alta lo contrataba precisamente porque en su mundo nadie lo conocía. En el caso de _______ Martin,
podría hacerse pasar por su pretendiente, ya que nadie en su entorno sabía quién era.
—En este caso lo será. —Lynd se pasó una mano por su pelo castaño, que aún no se veía afectado
por el paso del tiempo—. Te hará falta toda la paciencia del mundo para aguantar a esa pandilla de
idiotas pomposos que rodean a la sobrina de Melville. Y tampoco te irá nada mal tu capacidad de
pasar inadvertido, crea ella lo que crea.
Harry se acercó a las licoreras que tenía sobre la consola, junto a las ventanas. Lynd era una de
las pocas personas del mundo que conocían sus orígenes. Harry confiaba en él, ya que en el pasado
había mostrado una gran amabilidad hacia su madre que ésta había necesitado desesperadamente.
Mientras servía dos copas de armañac, levantó la cortina con un dedo y vio a los dos lacayos de
aspecto no muy respetable que esperaban junto a la puerta principal. Eran los hombres de Lynd.
A Harry no le había sido fácil encontrar casa en una zona respetable que tolerara sus actividades.
Sus vecinos aceptaban las incomodidades de sus continuas idas y venidas a cambio de la seguridad
que les daba tenerlo en el barrio. Gracias a su presencia, se había reducido la delincuencia en los
alrededores. Le parecía un precio tolerable para no tener que vivir en Fleet Street o en The Strand, o en
cualquiera de las calles donde vivían Lynd y la mayor parte de sus colegas. Odiaba aquella zona. Allí
era imposible librarse del hedor que subía de las cloacas que desembocaban en el río, pues ese olor
impregnaba los muros mismos de los edificios.
Volvió a su asiento y dejó uno de los vasos frente a Lynd.
—He quedado con la señorita Martin esta tarde. Me informaré sobre el interés real de Montague
en conseguir su mano. Tal vez esté ya tan desesperado que haya empezado a hacer tonterías.
—El asunto es absurdo de principio a fin —refunfuñó Lynd—. Si alguien quiere casarse con ella,
que se lo pida directamente. Aunque me imagino que los candidatos son tontos o están desesperados
por mezclar su sangre con la de los Tremaine. La muchacha debe sentirse agradecida de que su padre
dejara la herencia a su nombre. De otro modo, le habría resultado imposible atraer a un hombre.
Harry alzó las cejas. Él se había sentido atraído por ella desde que la había oído hablar.
—Francamente —siguió diciendo Lynd—, debería decidirse por uno de ellos y olvidarse del
tema. Es lo que haría cualquier mujer. A esa chica la han dejado muy suelta. Lo de contratar a un
detective fue idea suya. El conde está demasiado ocupado recorriendo su laberinto mental como para
controlarla. Cuando me reuní con ellos, las únicas veces que Melville abrió la boca fue para hablar
solo.
—¿Quieres llegar a alguna parte con tus críticas o sólo estás pasando el rato?
—Seis semanas se te harán eternas, estoy seguro. No hay compensación económica capaz de
devolverle a nadie la cordura. Y la señorita Martin es testaruda como pocas. No es una mujer normal.
Tuvo el descaro de mirarme de arriba abajo, lo que tiene mérito, porque soy bastante más alto que
ella, y decirme que debería buscarme un buen sastre. No tiene modales. No sé cómo la aguanté tanto
rato. Me sacó de mis casillas.
—En ese caso, hiciste bien en no aceptar su oferta —bromeó Harry—. No habrías sido un
pretendiente nada convincente.
—Si tú lo consigues, te diré que has errado la vocación y que tu lugar estaba en los escenarios.
—Haré todo lo necesario para evitar que Montague consiga el dinero que le hace falta para
recuperar el documento de propiedad.
Y si la manera de impedir que conquistara a ______ Martin era seducirla él personalmente, todo
eso que saldría ganando.
—La venganza es peligrosa, muchacho. Se vuelve contra el que la practica, no lo olvides.
Él sonrió con ironía.
Lynd se encogió de hombros.
—Haz lo que quieras. Siempre lo haces.
El documento de propiedad al que se refería Harry correspondía a una parcela de terreno en
Essex donde se levantaba una modesta casa. Era, con diferencia, la propiedad más pequeña de Harry,
pero tenía un valor incalculable para él. Representaba años y años de tenaz trabajo para conseguir
vengarse. Si Montague no conseguía el dinero para recuperarla en seis semanas, sería suya
definitivamente, para destruirla o para hacer con ella lo que quisiera.
Harry abrió el cajón del escritorio y sacó un saquito de monedas.
Lynd dudó un poco antes de cogerlo.
—Ojalá pudiera permitirme no aceptarlo.
—Bobadas. Nunca podré pagarte todo lo que te debo.
Harry acompañó a Lynd a la puerta y, cuando éste se hubo marchado, echó un vistazo al reloj
situado sobre la repisa de la chimenea.
Faltaban pocas horas para que volviera a ver a la señorita ______ Martin y estaba más impaciente
de lo razonable. No debería estar pensando en una mujer que le había dicho que era un saco de
músculos sin cerebro.
Pero en su trabajo era importante resolver los problemas de uno en uno, a medida que se iban
presentando. Aún faltaban horas para su cita con ______ y de momento había otros asuntos que
requerían su atención.
Sin embargo, permaneció apoyado en el quicio de la puerta de su oficina, preguntándose cómo
debería vestirse para la entrevista. ¿Debería tratar de impresionarla con su aspecto u optar por un
estilo sobrio, parecido al suyo propio?
Se sorprendió al darse cuenta de que la opinión de ella le importaba. No era una mujer fácil de
impresionar, por eso su aprobación tenía más valor.
—Me haré un nudo trône d’amour —murmuró, tocándose el pañuelo que llevaba al cuello. Una
vez decidido eso, se sentó, dispuesto a centrarse en el trabajo al menos durante una hora.
Harry cruzó el umbral de casa de los Melville a las once en punto. Tras cerrar la tapa de su reloj
de bolsillo, esperó unos instantes mientras el mayordomo se ocupaba del sombrero y el bastón. Sólo
fueron unos instantes, pero se le hicieron eternos. Se preguntó cuál sería la causa de su impaciencia y
llegó a la conclusión de que la capacidad de ______ para sorprenderlo era lo que más le gustaba de ella.
Al darse cuenta de esto, también llegó a otra conclusión: hacía mucho tiempo que nada lo
sorprendía. Siempre sabía lo que los demás iban a decir antes de que lo dijeran. Sabía cómo iban a
responder antes de que abrieran la boca. Todo el mundo seguía las normas de etiqueta, las normas de
comportamiento. Asistir a un acto social era como ir al teatro. Todos conocían el fragmento de texto
que les tocaba recitar y sabían cuándo debían hacerlo.
En cambio, _______ no había dicho ni una palabra previsible.
—Por aquí, señor.
Harry siguió al mayordomo hasta un despacho y se detuvo en el umbral mientras aquél lo
anunciaba. Con las manos detrás de la espalda, echó un vistazo a la habitación. Se fijó en que los
muebles eran eminentemente masculinos, pero el efecto quedaba suavizado por las cortinas floreadas
y los cuadros de paisajes campestres. Daba la sensación de que la estancia hubiese pertenecido a un
hombre en el pasado y que hubiera cambiado de dueño.
—Ah, buenos días, señor Styles.
Con una reverencia, el mayordomo se apartó, dejando al descubierto a la esbelta mujer que hasta
entonces había quedado oculta tras él. _______ estaba sentada ante un escritorio de nogal tan grande que
se veía muy pequeña en comparación. No levantó los ojos de su trabajo, lo que permitió a Harry
contemplar sus rizos, que llevaba recogidos en la coronilla, y los hombros, parcialmente cubiertos por
un vestido de fino encaje.
Se acercó a una de las dos sillas que había frente al escritorio y, antes de sentarse, se fijó en lo
que _______ estaba haciendo. Eran libros de contabilidad. Estaba revisándolos a gran velocidad,
escribiendo en la última columna números pequeños pero muy claros.
—Una vez más es usted muy puntual —murmuró ella.
—¿Un defecto más para añadir a mi lista?
_________ alzó la vista y lo miró entre sus espesas pestañas.
—¿Le apetece una taza de té?
—No, gracias.
Dejando la pluma a un lado, despidió al mayordomo con un gesto.
—Su puntualidad me indica que valora su tiempo. Quiero creer que también indica que valorará
el mío, cosa que agradezco.
—¿Qué más cosas valora, señorita Martin?
—¿Qué importancia tiene eso?
Él sonrió.
—Ya sea como pretendiente enamorado o como cazafortunas, se supone que tengo que saber
cosas sobre usted.
—Claro. —_______ frunció el ceño antes de decir—: Valoro la intimidad, la soledad, los libros de
mi biblioteca, mi caballo y mi dinero.
Harry observó cómo tamborileaba con los dedos sobre el libro de contabilidad.
—¿Lleva los libros personalmente?
—Como mi padre antes que yo.
—¿Por qué no se ha casado?
_________ se retrepó en la silla y se cruzó de brazos.
—¿Está usted casado, señor Styles?
—Harry —la corrigió él, esperando oírla pronunciar su nombre con aquella voz suave e
implacable a un tiempo—. Y no, no estoy casado.
—Entonces, le hago la misma pregunta: ¿por qué no se ha casado usted?
—Mi modo de vida no es compatible con el matrimonio. Tengo horarios raros y compañías aún
más raras.
—Hum, pues yo no me he casado porque todavía no he encontrado a nadie que merezca la pena,
el esfuerzo y el gasto. —_______ se encogió de hombros—. Francamente, el matrimonio me parece algo
exageradamente caro. Aparte de que con él perdería el control de mis finanzas, debería invertir una
gran cantidad de tiempo en otra persona. Sé que soy rara, o tal vez sólo soy Tremaine hasta la médula,
pero las relaciones sociales me agotan. Tengo que pensar cada cosa antes de decirla y pasarla por
varios filtros para que mi interlocutor no se ofenda.
Ya había encontrado la clave para meterse en su cama: animarla a ser ella misma. Era una
solución perfecta, ya que a Harry nada le gustaba más que escuchar sus ideas tal como salían de su
mente, sin filtrar. Iba a disfrutar muchísimo descubriendo qué clase de mujer se escondía tras ese
cerebro.
—______ —dijo Harry observando con atención cómo reaccionaba ante su inesperada
familiaridad: la ligera dilatación de las pupilas, el batir de las pestañas y la aceleración del pulso en el
cuello—, debo confesar que estaba ansioso por que llegara nuestra cita, precisamente para poder oír
las cosas que salen de su boca.
Lo que lo llevó a pensar en qué otras cosas le gustaban de ella. Como por ejemplo, la curva del
carnoso labio inferior y cómo lo adelantaba un poco cuando la provocaba. Incluso el modo en que
movía la boca cuando hablaba.
Las cosas que quería hacerle a esa boca lo escandalizaban incluso a él. Quería sentirla sobre la
piel, susurrándole palabras atrevidas, cubriéndolo de suaves besos, provocándolo, succionando...
Inspiró hondo, disgustado por primera vez en su vida con su instinto, en el que tanto confiaba y
que tantas veces le había salvado la vida. Pero una cosa era que una mujer lo atrajera sexualmente,
algo que le parecía agradablemente estimulante, y otra cosa muy distinta que dicha atracción le
causara ese efecto.
—No es nada habitual que un cliente sea tan directo. Pero lo agradezco mucho. El resultado de la
investigación es mucho más útil.
_______ ladeó la cabeza y un mechón de pelo le cayó cerca de su delicada oreja. Parecía estar a
punto de hablar, pero no lo hizo. En vez de eso, sacó una hoja de papel de debajo del libro de
contabilidad y se la entregó.
Harry se echó hacia delante para coger el papel y le dio la vuelta para leerlo. Al igual que en los
libros de contabilidad, las columnas eran precisas y ordenadas, pero el modo de formar las letras era
algo distinto al que usaba para los números. Éstas le quedaban un poco inclinadas, no como los
números, que escribía muy rectos. Alargaba las letras por arriba y por abajo y a veces les sobraba un
poco de tinta, como si no tuviera paciencia para sacudir el exceso antes de ponerse a escribir. Harry se
fijaba en estos detalles mientras leía.
Decía mucho de ella el mimo con que escribía los números y la poca atención que le merecía un
listado de nombres. En éste había catalogado a sus pretendientes por rango. Especificaba el título
nobiliario —si lo había—, el tiempo que llevaban cortejándola, la edad, una concisa descripción física
y algún rasgo característico, como una tendencia a aclararse la garganta o un tic en la nariz. Con la
información que le había suministrado, a Harry no le costaría demasiado asignarle un nombre a cada
cara.
—Estoy impresionado con su capacidad de observación —dijo Harry, alzando los ojos de la lista.
Cuando ella hizo amago de sonreír, Harry se dio cuenta de que todavía no la había visto hacerlo
de verdad.
—Gracias. Anoche llegué a la conclusión de que ésta iba a ser mi última temporada en sociedad.
Cuando hice mi presentación, llegué a un acuerdo con mi tío. Seis temporadas como máximo. Pero
últimamente me lo había estado replanteando. Lo hago por él, que me pide tan pocas cosas.
—Ya veo.
Mejor que mejor. No tendría que lidiar con cargos de conciencia por disfrutar de ella si no había
querido casarse.
—Así que he decidido utilizar sus servicios durante las seis semanas restantes, señor Styles. Si me
dice usted a cuánto ascienden sus honorarios, me aseguraré de que le paguen mañana mismo.
Harry se echó hacia atrás en la silla, reflexivo. Había algo en el modo que tenía _______ de mirarlo
que lo ponía en guardia. Le gustaba cobrar por los servicios prestados, como a cualquiera, pero se
preguntó si habría algo detrás de su oferta, aparte del deseo de cuadrar los libros de contabilidad y de
saldar sus deudas.
Para algunos miembros de la nobleza, abonar sus servicios era una manera de ponerlo en su sitio.
Una vez que había cogido el dinero, dejaban de verlo como a un hombre de negocios y se convertía en
alguien a quien habían pagado y al que podían usar a su antojo.
Normalmente, a Harry no le importaba qué sistema usaran sus clientes para quedarse a gusto con
su conciencia, pero no iba a permitir que _______ creyera que podía controlarlo a base de dinero.
—Habíamos llegado a un acuerdo —replicó, sonriendo levemente para compensar la rigidez de
su opinión sobre el asunto—. Dos semanas a prueba. Si al cabo de ese tiempo está satisfecha con el
resultado, puede pagarme entonces.
Ella lo miró con recelo durante un instante.
—Pero yo no tengo intención de reemplazarlo...
—Excelente. No tenía intención de dejarme reemplazar. —Harry levantó la lista—. ¿Por
casualidad los ha colocado por orden de más a menos sospechoso?
—Sí, por supuesto —respondió ella, poniéndose en pie y rodeando la mesa.
Harry también se levantó y vio sorprendido que la joven ocupaba la silla que había a su lado,
haciéndole un gesto para que volviera a sentarse.
—Si tiene alguna duda, trataré de aclarárselas lo mejor que sepa.
Mientras se sentaba, le llegó el aroma de su perfume, mucho más exótico de lo que su
conservador modo de vestir haría sospechar. Aquella mujer era una contradicción andante. Su aspecto
físico, su voz, su caligrafía... nada en ella era lo que uno esperaba.
—¿Por qué está el conde de Montague tan cerca del final?
_______ ladeó la cabeza para ver mejor la línea que le indicaba. Nunca la había tenido tan cerca. A
esa distancia pudo ver las pecas que le salpicaban la nariz.
—¿Por qué no debería estarlo? El conde es guapo, encantador y...
—Cargado de deudas.
Harry tuvo que hacer un gran esfuerzo para no arrugar la lista en el puño. La atracción natural
que sentía hacia ella había aumentado al oírla hablar bien de su rival. Era un hombre muy posesivo y
no iba a permitir que Montague pusiera las manos encima de _______ ni de su dinero.
—Lo sé. Como la mayoría de los demás que aparecen en la lista. O están cargados de deudas o
tienen escasos recursos económicos. —Al ver que él alzaba las cejas, volvió a dirigirle una media
sonrisa—. Me he informado de las circunstancias de todos mis pretendientes, incluso de los que no
parecen tener motivos ocultos.
—¿Cómo lo ha hecho?
—Tal vez no haya contratado los servicios de un detective, señor Styles, pero...
—_______ —volvió a corregirla él.
Ella echó los hombros hacia atrás.
—No me gustan estas familiaridades en asuntos de negocios.
—Lo comprendo, pero en este caso es necesario. Entiendo que le cueste mostrarse cariñosa
conmigo, ya que no soy su tipo de hombre, pero creo que llamarnos por el nombre de pila y pasar
tiempo juntos es imprescindible si queremos que la gente se crea que mi interés por usted es personal.
—Dijo que usted se encargaría de eso.
—Cierto. Yo le diré lo que hay que hacer, pero debe seguirme la corriente —replicó Harry,
usando un tono de voz que nunca fallaba cuando quería que siguieran sus instrucciones. Sabía que si le
daba la menor oportunidad, _______ lo apabullaría—. Y bien. ¿Cómo consiguió la información?
Ella frunció los labios. No estaba acostumbrada a que nadie le marcara el camino. «A esa chica la
han dejado muy suelta», había dicho Lynd.
Harry no quería cambiarla, pero tampoco podía consentir que lo llevara atado de una correa.
—Tengo a un hombre de confianza para cuando debo hacer alguna indagación discreta —explicó
ella—. Hay que tener cuidado.
Él se echó hacia atrás para disfrutar más de la conversación.
—¿Y qué ha averiguado su hombre de confianza? ¿Sabe hasta qué punto está endeudado lord
Montague?
—Sé lo suficiente como para andarme con cuidado.
—Entonces, ¿por qué lo ha colocado en una posición tan poco sospechosa?
—Como le he dicho, es encantador y podría aspirar a alguien mejor que yo. Creo que me utiliza
para poner celosas a otras mujeres. Mi madre solía decir que no hay nada más atractivo que un hombre
que pertenece a otra mujer. Montague tiene problemas económicos, pero poca gente lo sabe. Ha
logrado que no se corra la voz. Y es lo bastante atractivo como para que muchas mujeres pasen por
alto otros defectos. —Entornando los ojos, lo examinó de arriba abajo—. De hecho, se parece bastante
a usted, tanto en altura como en el color de pelo. En constitución también, aunque él no es tan... ancho.
Harry trató de no tensarse bajo su escrutinio. Aquella mujer era demasiado perspicaz.
—Y, sin embargo, dijo que la gente se daría cuenta en seguida de que yo no soy su tipo de
hombre.
—Tiene muy buena memoria, señor Styles.
—Harry.
_______ respiró hondo.
—Su memoria es admirable... Harry.
—Gracias, _______. —Reprimió una sonrisa de triunfo ante el pequeño avance—. Sí, es una
cualidad útil en mi profesión. Aunque confieso que estoy sorprendido por sus contradicciones.
—He dicho que hay similitudes, no que sean iguales. —Seguro que la mirada de ella no pretendía
ser excitante, pero lo estaba siendo—. Él también es guapo, pero usted lo es de un modo... muy
llamativo. Es francamente sorprendente el efecto que tiene sobre el cerebro. Cuando lo vi por primera
vez, tardé unos momentos en poder pensar con claridad.
—Me alegra que me encuentre atractivo.
Y sobre todo, se sentía aliviado. Al parecer, ya se había olvidado de buscar parecidos entre él y
Montague.
—Tonterías. Estoy segura de que está acostumbrado a ser el centro de atención allá donde vaya.
¿Qué se siente cuando todo el mundo te mira al entrar en un salón o al cruzarse contigo por la calle?
—No me fijo.
—¿De veras?
—Cuando entro en un sitio, estoy pensando en la razón que me ha llevado hasta allí.
—Claro. —_______ asintió—. Es usted un hombre muy centrado, de los que no se distraen con
facilidad. Sí, es una de las cosas que más destacan en su manera de ser.
Harry aprovechó la ocasión que le ofrecía su curiosidad.
—Mañana la llevaré a la Royal Academy of Arts. Así podrá ver por sí misma cómo me miran los
demás.—
¿Una visita al museo? —______ frunció el ceño. Curiosamente, a Harry el gesto le gustó tanto
como su media sonrisa. Tenía una cara tan expresiva que resultaba fácil saber qué estaba pensando—.
Supongo que una salida es la mejor manera de provocar al culpable para que actúe.
—No pretendo usarla como cebo. Lo que quiero es que nos vean juntos, para así convertirme en
el objetivo de los ataques. —Dobló la lista con cuidado—. Durante las próximas semanas pasaremos
mucho tiempo juntos. Cuantas más veces nos vean, mejor. El culpable se convencerá de que soy una
auténtica amenaza.
Ella lo miró guardarse la lista en el bolsillo del chaleco.
—Además, también tendré que reunirme con su hombre de confianza.
—¿Por qué?
—A algunas personas no les gusta que se metan en sus asuntos, por muy discretamente que se
haga. Y también necesitaré conocer sus inversiones y las actividades de lord Melville.
La cara de _______ mostró un gran interés.
—¿Se está planteando que pueda haber otras motivaciones tras los ataques?
—No podemos descartar esa posibilidad. Las agresiones pueden deberse a muchas cosas: el amor,
el dinero y la venganza ocupan siempre los primeros puestos. Es usted una mujer rica y hay mucha
gente que no lo es. Si alguien se ha sentido perjudicado por alguna de sus inversiones o intereses,
tenemos a un culpable en potencia. Y si alguien odia a Melville, dañar a su pariente más cercano es
causa suficiente. —Harry la miró fijamente—. Entiendo bien que alguien se tome muchas molestias
para obtener su mano, pero llegar al punto de hacerle daño... no me entra en la cabeza. Tengo muchas
ganas de descubrir al asaltante. Espero con impaciencia el momento en que me lo presenten.
Ella no pareció alarmada por su agresividad.
—Le agradezco su fervor y dedicación al caso.
—Usted no se conformaría con menos.
_______ se levantó. Cuando él la imitó, la joven alzó la cara para mirarlo.
—Tanto el señor Lynd como el agente que se ocupó del caso al principio parecían pensar que yo
era tonta. No es agradable que te traten como si fueras retrasada. Fue una demostración, breve pero
muy desagradable, de lo que debe sufrir mi tío cada día.
—¿Es ésa otra de las razones por las que se resiste a casarse? ¿Por su tío?
—No. Mi tío es perfectamente capaz de cuidar de sí mismo. El servicio que lo atiende es leal y
eficiente y se ocupa de todas las cosas para las que él no tiene paciencia. —Se volvió hacia el reloj que
había sobre la repisa de la chimenea para mirar la hora—. Hoy recibo visitas en casa. ¿Se quedará?
—¿Estará más tranquila si lo hago?
Ella negó con la cabeza.
—En casa me siento segura.
—En ese caso, no. Creo que será mejor que no me perciban como uno más. Mañana será nuestra
primera aparición en público y contaré con su total atención. Eso hará que nuestro trato llame más la
atención. Necesitaremos una carabina a la que le guste mucho hablar. Cuanto más chismosa, mejor.
¿Tiene alguna que se ajuste al papel?
—Ya me encargaré de conseguirla. ¿Qué debo decir a los que me pregunten por usted, por su
familia o su ocupación?
Harry aspiró hondo, disfrutando de su perfume. Fue su último instante de anonimato antes de
revelar una verdad que muy pocos conocían.
—Puede decirles que soy el sobrino del difunto lord Gresham del condado de Wexford, y que
nuestras familias eran viejas conocidas.
—Oh.
Harry apenas conocía a la familia de su madre. Diana Gresham había sido desheredada cuando su
embarazo se hizo evidente, una circunstancia que le había impedido salir del infierno en el que acabó
muriendo. Cuando él fue a pedirle cuentas a lord Gresham años más tarde, lo único que lamentó al
enterarse de la muerte de su tío fue haber perdido la oportunidad de hacerle pagar el calvario de su
madre.—
Es usted un auténtico enigma —dijo _______ en voz baja—. Me encantaría resolverlo.
—Si tiene dudas, pregúnteme.
—¿Me responderá?
Harry sonrió. Cuando ella contuvo el aliento, su depredador interior se relamió los labios y
ronroneó. A pesar de todas sus protestas sobre su aspecto, no podía negar que se sentía atraída por él.
—Mi pasado y mi futuro no tienen importancia. Pero mi presente es suyo. Pregunte lo que quiera.
Le responderé.
—Sabía que me iba a traer problemas, señor Styles.
—Harry.
—Pero también creo que resolverá el caso y eso me consuela. —Volvió a su sitio al otro lado de
la mesa. Su actitud se tornó más distante. Abrió un cajón y sacó un pequeño cuaderno—. Ésta es una
copia de mi calendario social para lo que queda de temporada. Lo mantendré actualizado con las
futuras invitaciones que acepte.
—Su meticulosidad es admirable.
—Creo que trabajaremos bien juntos. ¿Me olvido de algo o ya estaríamos listos por hoy?
Harry habría deseado quedarse más tiempo. Al fin y al cabo, aún era pronto. Cuando saliera de
allí, la parte más interesante del día quedaría atrás.
—De momento, trabajaré con lo que me ha dado. Otro día seguiremos hablando de los temas que
le he comentado: las inversiones, su hombre de confianza y todos los acontecimientos del pasado de
Melville que pudieran poner a un ser querido en peligro.
—Tengo un fondo de inversiones, del que se ocupa lord Collingsworth, y varias propiedades
alquiladas —explicó _______ con la cabeza baja y la pluma en la mano—. Se trata de locales comerciales
y de viviendas. Puedo enseñárselos si quiere.
—Sí, me gustaría visitarlos.
—¿Le parece bien pasado mañana? Podemos ir a ver las fincas y luego podría presentarle a mi
hombre de confianza, el señor Reynolds.
—Me parece bien. También necesitaré una lista de los inquilinos.
Ella alzó la vista.
—Es usted muy minucioso.
Él hizo una reverencia.
—Lo intento. Vendré a buscarla mañana a la una.
—Estaré lista.
Harry se dispuso a marcharse, pero al alcanzar la puerta se detuvo y la miró por encima del
hombro, sonriendo al ver que ella lo estaba observando, aunque fuera con el ceño fruncido. Al verse
sorprendida, bajó la vista en seguida.
Al llegar al vestíbulo, se sacó el reloj del bolsillo y se sorprendió al ver la hora que era. Iba a
llegar tarde a su próxima cita.
Maldición. Se le había pasado el tiempo volando.
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
eooo! encontre wifi!
subi capitulo,pronto me ponen el internet,CALMAA xd
subi capitulo,pronto me ponen el internet,CALMAA xd
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
genial el cap, lo ame, seguila cuando puedas
JMLS
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
hello there!JMLS escribió:genial el cap, lo ame, seguila cuando puedas
i know you :o
pronto subire otro,cuando me pongan internet,ahora mismo estoy donde una amiga,asi que aproveché,esperame un poquito :$
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Estoy anhelando con que subas más capítulos
Me alegro muchísimo de que te hayas podido robar internet para que nos subieras a tu hermosa adaptación, la historia está muy interesante y muero por continuar leyendo qué es lo que trama la intrépida de la rayita y ouf, leer todas las cosas que piensan ambos, jariosos, se quieren dar duro contra el muro. No la culpo, si yo fuera ella de hace mucho lo hubiera desvestido, ah xd jajajaja.
Espero puedas subir pronto Pris :)
Te adoro un montón, ya sabes que aquí esperaré
Me alegro muchísimo de que te hayas podido robar internet para que nos subieras a tu hermosa adaptación, la historia está muy interesante y muero por continuar leyendo qué es lo que trama la intrépida de la rayita y ouf, leer todas las cosas que piensan ambos, jariosos, se quieren dar duro contra el muro. No la culpo, si yo fuera ella de hace mucho lo hubiera desvestido, ah xd jajajaja.
Espero puedas subir pronto Pris :)
Te adoro un montón, ya sabes que aquí esperaré
Invitado
Invitado
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
HOLA!!
Nueva lectora
Ame los capitulos enserio los ame
Me encanta ya quiero ver el siguiente cap
Bueno
Sube el siguiente cap cuando puedas
Yo estare esperando por el proximo cap
Saludos
Tu nueva lectora
Byee
;)
Nueva lectora
Ame los capitulos enserio los ame
Me encanta ya quiero ver el siguiente cap
Bueno
Sube el siguiente cap cuando puedas
Yo estare esperando por el proximo cap
Saludos
Tu nueva lectora
Byee
;)
gumball123
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
ESTA MUY BUENA!!!
SEGUILA PRONTO!!
BESITOS :) x
Leils
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
jajajaj,a la pared,a la pared,yeah yeah.HoranNovelsMS escribió:Estoy anhelando con que subas más capítulos
Me alegro muchísimo de que te hayas podido robar internet para que nos subieras a tu hermosa adaptación, la historia está muy interesante y muero por continuar leyendo qué es lo que trama la intrépida de la rayita y ouf, leer todas las cosas que piensan ambos, jariosos, se quieren dar duro contra el muro. No la culpo, si yo fuera ella de hace mucho lo hubiera desvestido, ah xd jajajaja.
Espero puedas subir pronto Pris :)
Te adoro un montón, ya sabes que aquí esperaré
Me lo robé pero ya me lo pusieron,asi que espera capitulo para dentro de unas horas
wooooooooooooooooooooooooooo
hasta yo me emocionooo!
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
jijijiji,ya dentro de un ratito subo!gumball123 escribió:HOLA!!
Nueva lectora
Ame los capitulos enserio los ame
Me encanta ya quiero ver el siguiente cap
Bueno
Sube el siguiente cap cuando puedas
Yo estare esperando por el proximo cap
Saludos
Tu nueva lectora
Byee
;)
Perdon por la tardanza <3
Good Vibes.
Re: Orgullo y placer-Harry Styles y tu-HOT-ADAPTADA-TERMINADA.
Pronto sigo,promise x3Leils escribió:
ESTA MUY BUENA!!!
SEGUILA PRONTO!!
BESITOS :) x
Good Vibes.
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