Cada Flor de Primavera [Zayn Malik]

por **hannahunt** Dom 15 Sep 2013, 7:39 pm

Ficha de la serie

• Titulo: Cada Flor de Primavera.

• Autor: Pamo aka hannahunt (Yo lol).

• Adaptación: Todo viene de mi cabeza.

• Género: Drama, Romance.

• Contenido: Lenguaje obsceno en algunos capítulos, humor negro.

• Advertencias: No soy tan buena escribiendo, así que apreciaría sus críticas :-). Subiré un capítulo cada semana, si puedo (o si tengo escrito) subo dos, pero normalmente sólo será uno por semana. O si no tengo bloqueo de escritor o algún examen.

• Otras páginas: No.

I

Amanda

Las gotas de lluvia caían y chocaban contra el cristal de la ventana del auto y resbalaban hasta perderse en la orilla de ésta. Amanda había pasado tanto tiempo contemplando la lluvia resbalar por las ventanas que ya sabía en cuantos segundos aproximadamente llegarían al final. Se había vuelto una costumbre.

El celular de su madre sonó y se giró para verla contestar mientras maniobraba el auto. Odiaba que la gente apartara su concentración de la carretera. Fulminó a su madre con la mirada pero ella la ignoró rodando los ojos. Quiso reír, su madre a veces era demasiado infantil. Le rodó los ojos de vuelta y volvió su atención a la ventana.

Estaban cerca, lo sabía. La gran mansión apenas se asomaba, pero lo sabía gracias a los grandes jardines bien cuidados rodeados por una reja alta y elegante. Si la gente que pasara por ahí supiera que la tenían para que los locos no escaparan no pensarían que fuera bonita. Quiso reír de nuevo, esta vez por la superficialidad de la clínica.

Su madre dejó el teléfono sobre el tablero y la miró de reojo. Amanda la ignoró esta vez, no apartó su mirada de la ventana cuando sintió la mirada penetrante de su mamá.

—No puedo creer que cayeras tan bajo, Amanda— le dijo su madre. No sonaba decepcionada, ni triste, sonaba molesta. Claro, había arruinado la reputación de la familia.

—Nadie te pidió tu opinión, Irene— respondió de la misma manera hostil.

—Te pido por favor que no me hables así— dijo mientras conducía el auto hacia la entrada del estacionamiento de la clínica—, y tampoco me hables así enfrente de la doctora.

Amanda decidió ignorar su comentario en su lugar le preguntó:

—¿Por lo menos preguntaste si tenían una biblioteca?

—Sí, la tienen— respondió su madre, sonando exasperada.

—Excelso— una sonrisa genuina se instaló en su bello rostro y regresó su atención hacia la ventana. Había parado de lloviznar y un arcoíris apenas se asomaba a los lejos.

El auto se detuvo en uno de los tantos lugares vacíos y antes de que el auto estuviera apagado por completo Amanda ya caminando hacia la entrada.

Se detuvo enfrente del hombre de seguridad que la miró fríamente, Amanda le devolvió la mirada fría y esperó por su madre. Ella, cuando llegó, dio sus nombres y cuando entraron al vestíbulo pidió hablar con la doctora Bower.

Pensó que en esos momentos Julie habría hecho algún comentario sarcástico sobre las instalaciones de la clínica. Pero no habría sonado sarcástico, en eso Julie era malísima; todo lo que decía sonaba como si lo dijera con el corazón en la mano.

Julie.

Cuanto la extrañaba. Extrañaba su pelo rojizo, sus millones de pecas, sus dedos esqueléticos tomándole la mano para llevarla a algún lugar. Extrañaba cuando chillaba emocionada por algo irrelevante. Pero más extrañaba tener a alguien con quien quejarse sobre sus padres, o sobre el mundo en sí.

Pero todo lo que le estaba pasando ahora era por culpa de ella. La culpa era de Julie, no suya. Fue ella la que se fue y la dejó sola contra el mundo. Fue ella la que rompió su promesa de no dejarse solas.

Si alguna dejaba este mundo sería porque la otra ya no estaba. Pero Amanda no pudo hacerlo. Ni siquiera por Julie. Era por eso por lo que estaba en esa maldita clínica.

~*~

El día estaba soleado y el calor era casi abrumante. Por lo menos para Amanda. Era extraño que el sol calentara tanto en Bristol, no cuando apenas era marzo. Subió el volumen de la música para no escuchar a las mujeres que estaban sentadas detrás de ella. Odiaba tomar el autobús solo por esa razón: la gente solía ser muy molesta e intentaba mantener una conversación contigo.

El autobús se detuvo y una chica pelirroja subió, pagó y se sentó a su lado, todo de una manera silenciosa. Amanda tuvo ganas de rodar los ojos, pero no lo hizo. En lugar de eso, observó a la chica, poniendo en práctica su nueva técnica de intimidación para alejar a otros. Pero la pelirroja sacó un libro de su mochila y se volvió hacia Amanda, lanzándole una mirada que decía “Si ya dejaste de mirarme, ¿puedo comenzar con mi libro?”. Amanda sin decir nada se giró de nuevo hacia la ventana, preguntándose qué estuvo mal con tu táctica para que la chica no se fuera. Las mujeres seguían hablando sobre alguna celebridad-no-importante y no pudo evitar soltar un pequeño bufido y rodar los ojos.

—¿Es Vampire Weekend? — escuchó a la pelirroja decir, pero, como le pasaba con todo el mundo, no quería crear una conversación trivial— De acuerdo, sé que escuchas porque has rodado los ojos cuando esas mujeres estaban hablando.

Se quitó un audífono y la miró fríamente.

—Sí, es Vampire Weekend.

—A mi hermano le encantan, aunque solo tiene 12 años.

—Qué bien— respondió regresando su atención a la ventana.

—Soy Julie, no Juliet o Juliette o Julianne, sólo Julie.

—Amanda.

Por lo visto la chica había entendido su indirecta porque se calló. Amanda quiso agradecer en voz alta a Dios, pero sería de muy mal gusto, además de maleducado.

Cuando llegó su parada, Julie también se levantó y se paró enfrente de la salida. Amanda frunció el ceño y se quedó sentada hasta que al autobús paró.

Cuando bajó se aseguró en caminar lento porque al parecer ella y Julie caminarían hacia la misma dirección. Se arriesgaría a llegar tarde a clase si eso significaba perder de vista a esa extraña chica.

Miró el cielo y sintió la infinidad de éste. El cielo era realmente azul y las nubes eran enormes y blancas –sólo una mínima parte, la mayoría era gris, pero a Amanda no le importó-.

—Puedes caminar conmigo— escuchó la voz de la rara y la miró. Estaba volteando hacia ella, parada sólo a unos cuantos metros de distancia.

—Me gusta caminar sola— respondió secamente y siguió caminando, pasando de Julie.

—¿Te han dicho que eres demasiado fría? — preguntó Julie cuando estuvo a su lado. Amanda intentó caminar más rápido, pero Julie también aceleró el paso, así que no pudo deshacerse de ella. Soltó una mezcla de suspiro cansado y bufido.

—No por nada me llaman La Reina de Hielo— y era cierto.

Desde la secundaria, las chicas de su colegio comenzaron a llamarla Icegirl. En realidad nunca le molestó, porque era cierto. Lo que le molestaba era lo inmaduras y patéticas que se veían llamándole Icegirl sólo para molestarla.

En la preparatoria dejaron de llamarla así, porque ya no era una niña, y eso se notaba mucho. Fue la primera a la que le crecieron los pechos, y como ahora estaba en una escuela mixta, los chicos sólo se fijaban en ella. Pero Amanda siempre los miraba como si no merecieran su tiempo. Desde ahí comenzaron a llamarla La Reina de Hielo.

Y para su mala suerte, la mayoría de su generación terminó en la Universidad de Bristol, al igual que ella. Así que incluso ahí la llamaban así. Se terminó acostumbrando.

—Así que eres tú— una sonrisa cómplice apareció en el rostro de Julie y sus ojos brillaron.

—¿Tan popular soy?

—Lo eres, y es difícil serlo cuando hay 16,000 estudiantes en nuestra generación— Amanda no pudo evitar reír. Era una total ironía porque no hablaba con nadie, no tenía amigos y aun así era popular entre tanta gente— Wow, hubiera grabado eso, nunca volveremos a ver a La Reina de Hielo reír.

Amanda rió más. Y Julie comenzó a reír. Hacía mucho tiempo –años- desde que no se reía por algo de verdad gracioso.

—Puedes caminar conmigo, Sólo Julie.

Julie sonrió, asintió varias veces y guardó silencio en todo el camino a la escuela. Amanda sintió que a pesar de que solo se conocían de pocos minutos, Julie ya sabía todo acerca de ella.

~*~

La oficina de la doctora Bower era muy minimalista. No le gustaba ese estilo, así que tal vez la doctora tampoco le gustaría.

—Bienvenidas— dijo, poniéndose de pie de su silla negra y tendiéndoles la mano. Primero a Irene, después a Amanda—. Pónganse cómodas, por favor.

Las dos tomaron asiento en las sillas que se encontraban enfrente del escritorio de plástico. Amanda observó con más atención la habitación; había tres libreros, éstos con muchos libros, la mayoría de psicología, las paredes solo estaban decoradas con un cuadro en blanco y negro de un hombre con barba blanca y poco cabello, debajo de la imagen se leía sólo su apellido: Freud.

—Es Sigmund Freud— escuchó la voz de la doctora y volteó hacia ella.

—Sé quién es— le respondió.

La doctora asintió y sonrió. Su madre llevaba mirándola todo el rato, así que dirigió su mirada hacia ella, retándola.

—Muy bien, es hora de enseñarte tu habitación— espetó la mujer y se puso de pie. Se dirigió a la salida y Amanda y su madre la siguieron.

Incluso por dentro la clínica no parecía una clínica. Sentía que de repente una persona vestida de la época victoriana se aparecería por el pasillo y le daría los buenos días. Se sintió en el castillo de Downton esa serie que a su abuela le encantaba llamada Downton Abbey.

—Se te asignará un enfermero, el cual se encargará de que tomes tus pastillas a tus horas, asistas a las actividades que escojas y que no hagas nada malo— la doctora Bower hablaba, obviamente dirigiéndose a Amanda, pero ella no le prestó atención.

—¿Escuchaste, Amanda? — susurró su madre y solo gruñó para afirmar.

—Muy bien, aquí estamos— la doctora Bowers abrió la puerta de caoba de una habitación que tenía un número ‘289’ de metal falso.

La habitación tenía dos camas y una mesita de noche en medio de las dos. Una ventana abarcaba casi toda la pared enfrente de la puerta, el seguro estaba puesto. Por supuesto, pensó Amanda, no querrán que los locos se escapen. El edredón de las camas era el mismo: un patrón de flores rosas y azules. Era obvio que era una habitación para chicas.

La doctora se giró hacia Amanda y enarcó las cejas, esperando que le comunicara su opinión.

—¿Voy a compartir habitación? — preguntó Amanda.

—No, por ahora no— la voz de la doctora sonó algo decepcionada.

Amanda asintió, reprimiendo una sonrisa. Tal vez, si me hubieran acomodado con alguien más, me las hubiera arreglado para que me dejaran la habitación a mí, pensó. Recordó a Julie de nuevo; ella siempre decía que a veces Amanda tenía una mente demasiado retorcida, casi una psicópata. Era un poco cierto, lo comprobaría en este tiempo, encerrada en esa cárcel parecida a un castillo.

~*~

por **Minion_Girl** Dom 15 Sep 2013, 7:59 pm

Primera y fiel lectora!... Hola mi nombre es mhelannie pero dime Mhelu:) tengo 13 años y soy de Chile... ame el cap!! esta de lo mejor:)... si necesitas una chica para Harry te dejo mi ficha:

Mi ficha...

Nombre: Mhelannie Riedemann

Apodo: Mhely o Mhelu (prefiero Mhelu xD)

Edad: 13 (si quieres me pones de 16)

Chico: Harry

Como soy: Cabello castaño, ojos grandes color cafes chocolate, mido 1.60, no soy rellenita pero tampoco soy muy delgada.

Me gusta ir a fiestas con mis amigas y salir de compras, amo los camarones y la nutella, amo cantar y bailo un poco aunque no me gusta mucho, soy una chica tímida al principio de conocer a las personas pero después que las conozco mejor me pongo loca xD...

Soy muy risueña casi siempre me rio por todo y por cosas sin sentido:D

Odio a las personas que se creen mejores que yo, y a las que me ignoran cuando les hablo.

Fobias: Las Arañas, Serpientes y Tiburones.

Miedos: A la oscuridad.

Kisses<3

por **hannahunt** Lun 16 Sep 2013, 7:23 pm

¡Gracias por leer, Mhelu!
[Ay, me alegraste la semana, en serio.]

No creo poner a los chicos en ésta novela, pero tengo otras que subiré después y prometo que te pondré; gracias por ofrecerte, por cierto :-).

por **hannahunt** Dom 22 Sep 2013, 9:24 am

II

Zayn

A la hora a la que llegó a la clínica, su turno ya había comenzado. No pudo evitar quedarse dormido media hora más de lo normal. Colgó su chamarra húmeda en el armario de la entrada, saludó a Rita, la recepcionista, y corrió hasta la oficina de su madre.

Llamó a la puerta dos veces y entró después de escuchar el “Adelante” de su madre.

Tricia Malik lo miró de reojo antes de volver a apuntar en su libreta. Zayn seguía sin saber qué era lo que los psicólogos apuntaban en sus libretas.

—Primer día y llegas tarde, no debería de sorprenderme— dijo su madre.

—Lo siento, mi despertador no sonó.

—Las excusas no valen, Zayn— su madre paró de escribir y lo miró a través de las gafas—, no puedes seguir llegando tarde a cualquier lugar que vayas.

—Ya dije que lo siento.

—Y yo lo siento más— suspiró y le indicó que se sentara enfrente de ella. Zayn lo hizo y miró a su madre mientras ella continuaba con sus apuntes.

—¿Qué haré? — preguntó, yendo al grano, como siempre.

—Te vas a encargar de darle las pastillas correctas a cada interno— respondió ella, esta vez escribiendo en la computadora.

—Es la tarea más emocionante, ¿cierto? — preguntó con ironía.

—No, pero es la que más responsabilidad requiere, y yo necesito que aprendas a ser responsable.

—Soy responsable, mamá— le dijo, sonando como si dijera algo que era obvio.

—No lo estás demostrando llegando tarde— Tricia suspiró y se levantó de su silla, tomó un libro de un estante y regreso a su asiento. A pesar de que lo hizo lento, Zayn todavía no sabía que contestar.

—Te lo demostraré de una mejor manera, lo prometo.

—No hagas promesas vacías, Zayn.

Zayn suspiró exasperadamente. Decidió no responderle ni pelear con ella. Su madre sabía sus puntos débiles y podía hacerle sentir como si no valiera nada con un solo comentario.

—De acuerdo, sólo ponme a hacer algo que no sea colocar pastillas en vasos— respondió por fin, escogiendo con cuidado sus palabras. Tricia suspiró y lo miró fijamente.

—Serás el enfermero de uno de los nuevos internos— se quitó las gafas y frotó el puente de su nariz—. Es una niña pequeña llamada Charlotte.

¿Una niña pequeña?, se preguntó. Ningún “niño pequeño” debería de estar encerrado en una clínica mental.

—¿Qué tiene? — preguntó casi sin pensar.

—Depresión— dijo como si no tuviera tanta importancia. Le molestaba eso de su madre, que fuera tan indiferente con cosas “importantes”.

—Dime en que habitación está— suspiró y estuvo tentado a imitar a su madre y frotar el puente de su nariz.

Su madre le tendió una carpeta y él la tomó nervioso. Cuando la tuvo entre sus dos manos la abrió lentamente y se topó con la imagen de una niña de piel morena y cabello castaño. A pesar de su tez medio oscura su piel era pálida y tenía ojeras debajo de los ojos. La carpeta decía que Charlotte sólo tenía diez años

Algo en su pecho se oprimió y retuvo las ganas de llorar. Su madre la había dicho un día antes que no se podía permitir sentir lástima por los internos porque era anti-ético. Pero no sentir lástima es anti-humano, había pensado en ese momento.

Dentro de la carpeta venía una tarjeta con el logotipo de la clínica y su nombre; al parecer su madre ya había previsto que él se quejaría. Fijó su atención en su madre de nuevo, pero ella parecía no estar atenta a él, su mirada permanecía en la computadora. Suspiró y murmuró un simple “adiós” antes de salir silenciosamente por la puerta.

Fue directo a la oficina de la doctora Bower, pero Rita lo detuvo diciéndole que la doctora estaba atendiendo a un nuevo paciente. Zayn agradeció y se dirigió a la habitación de Charlotte.

Cuando llegó, la doctora salía de la habitación contigua. Lo miró y sonrió, señaló la puerta de al lado y negó la cabeza. Lo entendió al instante. Charlotte todavía no llegaba. Le asintió de vuelta, dirigiéndole una sonrisa.

Antes de girarse sus ojos se posaron en una chica y una mujer. Las dos eran bastante parecidas, no había duda de que eran madre e hija. Pero la chica era definitivamente más hermosa de lo que su madre pudo haber sido.

Su cabello era castaño oscuro y un poco rizado. Su tez era blanca, pero no era exageradamente pálida.

La mirada de ella se fijó en él y casi olvidó respirar al ver sus ojos. No podía deducir si eran azules, verdes o grises. Eran extraños y hermosos a la vez. Le sonrió pero ella no le devolvió la sonrisa, en su lugar rodó los ojos y dirigió su mirada de nuevo a la doctora.

No pudo evitar soltar una pequeña risa. Arqueó una ceja cuando ella volvió a mirarlo, esta vez con una sonrisa coqueta en sus labios. Su sonrisa se ensanchó más hasta que se encontró con la mirada de la madre de la chica. Sintió su cara calentarse y se giró rápidamente para escapar de ahí lo antes posible.

Hablando de responsabilidades y él coqueteando con una paciente.

por **ainara tomlinson** Dom 22 Sep 2013, 9:26 am

Hola cielo. estoy haciendo una novela colectiva llamada El club de las locas, y como escribes taan bien e pensado que te podrías pasar a audicionar si quieres ;)
Va de 5 chicas depres, anorexicas... que se conocen en uncentro de rehabilitación y luchan juntas por salir de allí cada día .

este es el link: https://onlywn.activoforo.com/t61412-el-club-de-las-locas-novela-colectiva-audiciones-abiertas?highlight=el+club+de+las+locas

También está en mi firma.

Un BESAZO Y CHAIITOO.

por **hannahunt** Dom 29 Sep 2013, 10:43 am

III

Amanda

—¿Puedo quedarme mi reproductor, entonces? — preguntó Amanda arqueando una ceja y mirando directamente a la doctora Bower.

—Sí, puedes— la doctora Bower sonrió—. No quiero que me odies por prohibirte cosas simples.

Amanda asintió, sin nada más que decirle. Después de instalarse en su nueva habitación, su madre se marchó en cuanto la doctora le dijo que no era necesario que se quedara más tiempo. Lo único que le dirigió cuando se preparó para salir fue un frío “Adiós”. No le afectaba, aunque su madre pensara que sí. En realidad, era justo como pensó que actuaría.

La doctora la acompañó a su habitación de nuevo y ya que estuvo sentada en la cama se preparó para estar más sola que nunca. Pensó que no tener a Julie lo había sentido desde que se enteró. Pero en ese momento, en esa habitación fría y aburrida, lo sintió mucho más desde el funeral.

~*~

Al momento en que despertó supo que algo andaba mal.

Julie no le había llamado temprano como siempre hacía y tampoco le había mandado ningún mensaje de texto. Frunció el ceño aun en la cama y tomó su celular de la mesita de noche. No tuvo que marcar el número de Julie, lo tenía en marcación rápida, así que fue rápido, sin perder tiempo.

Nadie contestó.

Y justo cuando dejó su celular de nuevo en la mesita de noche, su hermano entró sin tocar en su habitación.

—Tienes que bajar ahora mismo— sus ojos estaban más abiertos y se veía desaliñado. Su hermano nunca se veía desaliñado.

—Tengo que ir a donde Julie— dijo saliendo de la cama—. No me llamó hoy temprano, ni tampoco cuando le marqué. Acabo de mandarle un mensaje por…

—Baja ahora mismo, Amanda. Es sobre Julie— la voz de su hermano fue dura.

Se puso unas zapatillas cualquieras y siguió a su hermano escaleras abajo.

Lo supo en el momento en que vio a su madre llorar a lado de Irene. Ese fue el único momento en el que su madre la miró como si la entendiera, no como si la apenara. Veía empatía en sus ojos, pero no le importó.

—¿Dónde está Julie? — le preguntó a la madre de Julie aterrorizada de que dijera lo que ya sabía.

Quería que le dijeran que ella se había escapado de casa, o que tuvo un accidente pero que ahora estaba estable.

Pero ninguna de esas respuestas vino, en su lugar escuchó:

—Está muerta— apenas entendió entre los sollozos de la madre de Julie. Amanda negó con la cabeza.

Julie no podía estar muerta.

Nunca se había enojado con Julie, pero en ese momento, si la hubiera tenido enfrente, la dejaba inconsciente.

—No, yo… ella me llamó ayer en la tarde…— su propia voz sonaba lejana, débil y baja.

—Lo hizo en la noche— dijo su hermano en un susurro. La madre de Julie seguía llorando entre los brazos de Irene—. Ingirió un bote completo de pastillas para dormir con algún alcohol barato.

—Dijo que nunca me dejaría, lo prometió— sintió las lágrimas agruparse en sus ojos y parpadeó para alejarlas.

—Lo siento, Mando— escuchó decir a su hermano, pero eso ya fue cuando Amanda se dirigía de nuevo a su habitación.

Julie era la única que la llamaba “Mando”.

~*~

por **hannahunt** Vie 25 Oct 2013, 7:00 pm

IV

Zayn

Recorrió casi toda la clínica hasta que Donna, otra enfermera, llegó a avisarle que Charlotte ya estaba ahí. Esperaba que Charlotte no fuera intimidante o antipática, así sería más fácil mostrarle a su madre lo que podía lograr.

Sus manos sudaban demasiado y sentía comezón en el cuello, gracias a los nervios. Si todo salía como en su mente, Charlotte se recuperaría pronto y él podría irse a vivir a Londres cuando su madre confiara en él. Sabía que sería difícil, pero estaba decidido a lograrlo. Y cuando se proponía lograr algo, lo cumplía, no importaba cómo.

Llego a la oficina de la doctora Bower y ahí estaba Charlotte. Lucia más radiante que en la fotografía y era alta a pesar de su edad. Pensó que Charlotte sería hermosa cuando creciera.

—Hola, — se asomó por la puerta y entró— ¿estoy a tiempo?

—Sí, Zayn, gracias— dijo la doctora con una sonrisa. La doctora Bower era la persona más amable que conocía.

Zayn dirigió de nuevo su mirada a Charlotte y la atrapó mirándolo fijamente con una gran sonrisa en su cara.

—¿Serás mi cuidador? — preguntó. Su voz aun sonaba de niña pequeña y no pudo evitar sonreírle de vuelta.

—Sí, seré tu cuidador— le tendió la mano y sonrió más ampliamente—. Soy Zayn.

—Charlotte— ella le estrechó la mano suavemente, como si tuviera miedo de apretarla demasiado.

No sabía si tenía que presentarse, ni si quiera tenía ni la menor idea de a qué iba a ayudar a Charlotte. Tenía que preguntarle a la doctora Bower, sabía que su madre no le iba a responder nada.

—Bueno, ya que se conocen, ¿qué tal si te enseñamos tu habitación, Charlotte? — dijo la doctora Bower con un entusiasmo notable.

—Pueden llamarme Lottie, o Charlie, como sea— también Charlotte parecía entusiasmada. En realidad, ahora no pensaba que Charlotte tuviera alguna enfermedad mental. Para él parecía completamente normal.

—De acuerdo, Lottie— dijo la doctora Bower con una enorme sonrisa.

En el corto camino hacia la habitación de Charlotte, Zayn se enteró de todo lo que pasó por la cabeza de Lottie en esos momentos. La niña no tenía ningún filtro y decía cualquier cosa. Era extraño. A su alrededor todo el mundo pensaba demasiado las cosas para no decir algo malo, o algo por lo cual los juzgarían. En ese momento decidió que Lottie sería su persona favorita en el tiempo que trabajaría allí.

La doctora Bower se fue después de unos minutos y Zayn se quedo con Lottie ayudándole a desempacar su ropa.

—Ya que eres mi enfermero, ¿te puedo contar todo? — dijo Lottie mientras Zayn le tendía una blusa.

—Por supuesto.

—Ayer me llegó la regla, y me siento feliz por eso.

No supo que decir. Pensó en decir lo primero que le vino a la mente, pero no era muy apropiado y tal vez haría sentir mal a Lottie y perdería la confianza que fácilmente se ganó. Finalmente dijo:

—¿Eso es bueno? Nunca he entendido porque las chicas se alegran de que les llegue la regla por primera vez— a su suerte, Lottie rió.

—Es porque nos estamos haciendo mujeres, supongo. O por lo menos es así en mi caso, eso significa que soy normal, que soy como las otras niñas de mi edad.

—Creo que después vas a odiar que te llegue, eso le pasaba a todas mis ex novias.

—Supongo, pero por el momento estoy feliz— la sonrisa que el rostro de Lottie proyectaba era genuina.

—Eso es muy bueno, Lottie— la miró y sonrió—. Ahora vamos a seguir acomodando y después platicaremos más, ¿de acuerdo?

—Está bien.

Amanda

Cuando estaba a punto de poner otra canción de su iPod, alguien llamó a la puerta. Estaba tentada a ignorar a la persona que estuviera del otro lado, pero si quería salir pronto de ahí tenía que comportarse bien.

—¿Quién es? — preguntó aun acostada en la cama.

—Soy la doctora Bower, ¿puedo entrar? — la voz suave de la doctora le recordaba un poco a Julie y sintió ese vacío en su ser de nuevo.

—Sí.

La puerta se abrió y la cabeza de la doctora se asomó con una sonrisa.

—Veo que ya te has instalado— dijo mientras cruzaba el umbral y cerraba la puerta.

—No, sólo he acomodado mis cosas— Amanda se quitó los audífonos lentamente, dejándolos a un lado del reproductor—. Nunca he llegado a instalarme bien en un lugar.

—Tu madre dijo que te instalaste rápidamente en tu habitación de la universidad…

—Mi madre dice muchas cosas— interrumpió a la doctora antes de escuchar lo de siempre—, no muchas de ellas son verdad.

—No creo que tu madre sea una mentirosa.

Amanda la miró fijamente, tratando de evaluar lo que decía su rostro, pero no pudo descifrar nada, no sabía en lo que la doctora pudiera estar pensando.

—¿A qué vino? — trató de no sonar enfadada, pero no tuvo éxito.

—Vine a entregarte tus horarios de tus citas y la lista de medicamentos que te administraremos, y a qué ayudan cada uno— le tendió un papel y Amanda lo tomó con duda.

—Pensé que eso vendría en el sobre que me dio hace rato.

—Lo hacíamos antes, pero los familiares comenzaron a inmiscuirse en el tratamiento de los pacientes y decidimos entregarlo a los pacientes primero, por si no quieren que su familia se meta en sus asuntos.

—Bueno, gracias, creo.

Leyó atentamente la información que venía en el papel y miró a la doctora.

—¿Tendré citas con usted y con otra doctora? — preguntó.

—Sí, la doctora Malik y yo tratamos asuntos diferentes, y, por supuesto, nuestros métodos también son diferentes. Pero yo seguiré tu tratamiento. Digamos que seré tu doctora titular.

Sintió que tal vez estaría ahí más tiempo de lo que había planeado. No creía poder portarse bien con la doctora Bower cuando ella todo lo que le recordaba a Julie, pero en una versión madura y más vieja.

por **hannahunt** Jue 02 Ene 2014, 5:59 pm

Perdón por no subir en MUCHO tiempo :B.

V

Zayn

Saliendo de la habitación de Charlotte, Zayn se topó con la chica más hermosa que hubo visto en su vida. Era la chica con la que coqueteó en la mañana, y sintió su cuerpo arder de vergüenza.

—Hola— dijo la chica sin inmutarse por el hecho de que habían coqueteado. Como si nunca lo hubiera visto. Por alguna extraña razón, Zayn sintió su cuerpo caer en una ligera decepción—, ¿sabes dónde está la biblioteca?

—Uh… Sí… Yo iba para allá, así que… um… podría acompañarte.

Casi quiso golpearse contra la pared y llorar. ¿Por qué se comportaba así con esa chica? Dios, tenía que calmarse.

—Gracias.

Ella empezó a caminar por el lado equivocado y él tomó su brazo para girarla. Cuando su mano tocó su piel blanca sintió algo eléctrico, como si hubiera tocado una corriente eléctrica. La chica miró hacia el contacto que compartían, y después volvió la mirada a él. Por lo que sus facciones mostraban, ella igual lo había sentido.

—Es por este lado— dijo él casi sin aliento.

Ella asintió y caminaron por el pasillo a paso lento. Sus pisadas resonaban en el silencio que siempre reinaba el lugar.

—Y, ¿cómo te llamas? — preguntó él cuando llegaron al final del pasillo y al comienzo de unas escaleras.

—Amanda— trató de sonar indiferente, pero no pudo.

Ese nombre le quedaba. Sonaba refinado y especial como ella. Su nombre no era tan rudo, lo que le gustó. Eso demostraba que ella podría ser tierna y linda en el fondo.

—Eres nueva aquí, supongo.

—Sí, llegué hoy.

El silencio se volvió más incómodo y ninguno de los dos supo que decir. Lo que normalmente era un recorrido corto, se estaba volviendo eterno, hasta que escuchó la voz de Amanda.

—¿Cómo te llamas tú?

—Zayn.

—¿Trabajas aquí?

—Algo así— la miró por el rabillo del ojo y se dio cuenta que lo miraba atentamente—. Estoy de vacaciones en la universidad, así que por lo mientras estoy trabajando aquí.

—¿Qué estudias?

—Medicina— soltó el aire lentamente antes de añadir: — Me voy a especializar en pediatría.

—No suenas muy convencido de estudiar eso— su voz sonaba burlona, así que se giró hacia ella y sintió que había cometido un error.

Sus hermosos ojos brillaban y tenía los brazos cruzados debajo del pecho. Hasta ese momento no se había fijado en otra cosa a parte de lo únicos que eran sus ojos. Tenía todo en los sitios correctos, pensó, recordando las palabras de uno de sus amigos de la carrera.

—No lo estoy.

Antes de soltar una palabra más recordó que Amanda era una paciente. Podría estar verdaderamente loca y él se había dejado llevar y le estaba contando cosas de más. Como una señal del cielo, notó las puertas dobles de caoba de la biblioteca y señaló hacia ellas.

—Ahí es.

—¿No venías tu también? — preguntó ella mirándolo confundida.

—No, yo solo iba a pasar por aquí, voy hacia otro lado.

—Está bien. Supongo que nos veremos por aquí o por alguna otra parte de este lugar.

—Tal vez, es demasiado grande. Así que, fue un placer, Amanda, por si no nos volvemos a ver.

—También fue un placer conocerte, y gracias.

—No fue nada.

Y dejándola sola en el pasillo, se fue lo más rápido que pudo. No sabía por qué, pero sentía que tenía que escapar de estar a solas con ella. Sentía que con ella no podría controlarse y hablaría y haría cosas de más.

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