Always {Fred Weasley & tu}

La visita inesperada.

—Fred, no hagas esto, sabes que te irás y que me dejaras aquí — dije cuando el colorín separo sus labios de los míos, tomo mi cara entre sus manos y me quedo observando—  Umbridge los tiene en la mira y en cualquier momento…  — me interrumpió, poniendo su dedo índice sobre mis labios.

—Nos expulsará, lo sé, no te preocupes, no quiero jugar contigo, eres importante para mi y lo sabes, — suspiro entrecortadamente— escúchame, hermosa, no te obligaré a nada, pero si tu me quieres tanto como te quiero a ti, cuando termines tu ultimo año ve y búscame en el callejón diagon.

—Claro —asentí suavemente— te... te quiero, Fred

—Yo también, te quiero ______ y mucho —se acerco a mi y deposito un beso en mi frente—  siempre te voy a querer.

Ese día había conocido el lado romántico de Fred Weasley.


Sacudí mi cabeza, sacándome por completo de los recuerdos, eso había pasado ya hace casi dos años y en esos dos años nunca había ido a buscarlo, no porque no quisiera, en absoluto yo todavía lo quería, pero no podía salir, tenía que esconderme.

Mi padre, Rabastan Lestrange escapó de Azkaban el mismo año, y desde entonces le jure a Dumbledore que me escondería trás terminar ese mismo año, el séptimo en Hogwarts; Y así lo hice, no tenía ninguna intención de que el descriteriado me buscara y tal vez hiciera conmigo lo mismo que hizo años atrás con mi madre.

Había visto a Fred varias veces después de lo que sucedió, pero nunca tuve tiempo de hablar con él directamente y decirle que aún lo quería, la última vez que vi a mi querido colorín fue para el funeral de Dumbledore, hace unos meses atrás. Desde la muerte del director supe que tenía que poner fin a todo, ya no tenía porque escapar de Rabastan, estaba decidida a enfrentarlo, pero aún no lo conseguía del todo.

La habitación se vio irrumpida por unos golpes algo suaves a la puerta, me exalté y di un brinco en el sofá, ¿Quién llamaría a la puerta a las nueve de la noche?, no conocía a nadie de por ahí, ya que nadíe sabía que ocupaba la deshabitada casa de mis abuelos maternos, ecepto los de la orden.

Tomé la varita que tenía en la repisa junto a mi y con pasos suaves como aquellos golpes me encamine hacia la puerta para abrirla, para mi sorpresa ante mi se encontraban nada menos que Lupin y Tonks, pero de todas formas debía asegurarme.

—¿Cuáles fueron las primeras palabras que me dijiste cuando me conociste?  —pregunté con la varita temblando y apuntando al hombre que estaba frente a mi.

—Eres indentica a tu madre, pero sin embargo no tienes nada de parecido con Rabastan —baje la varita y lo abrace para luego hacer lo mismo con Tonks

—¿Cómo has estado? —me preguntó Dora haciendo como si nada de lo anterior hubiese pasado

—Bien, la semana pasada estuve en Francia, tuve suerte y escape de unos mortifagos ¿Les llegó mi carta? —pregunté, Tonks observó a su marido de reojo

—Si —respondió el hombre lobo— , es por eso que estoy aquí. —Aquí vamos pensé.

Avanzamos por la sala y nos sentamos en los sofás mirándonos entre nosotros, sabía que Lupin no estaba para nada de acuerdo con lo que había escrito.

—¿Y? —rompí el silencio

—Absolutamente no —habló con seguridad, mire a Tonks pidiendo ayuda pero ella bajo la mirada.

—Pe...pero —tartamudeé por la rabia

—Es arriesgado, ________, además le prometiste a Dumbledore... —lo interrumpí bruscamente

—Que no dejaría que Rabastan hiciera lo mismo que hizo con mi madre, no que me escondería como una cobarde, estoy cansada de estar de un lado para otro, —subí notablemente mi tono de voz— escondiéndome de él, como me han dicho que debo hacer  —grité poniéndome de pie de un brinco— , pero algún día voy a tener que enfrentarlo ¿No?, después de todo es mi pa... padre — dije con dificultad — aunque no quiera pero lo es y... — esta vez Lupin intervino.

— Lestrange —me llamó Lupin por mi apellido— la sangre me hervía en esos momentos, sentía tanta rabia contenida dentro de mi apunto de estallar.

—¡No me trates como si aun estuviera en la escuela, Lupin! —grité Tonks, levanto la vista y ahora me miraba fijamente,sorprendida— ¿Sabes lo que se siente no poder saber cómo están las personas que quiero?, ya no quiero estar sola, no quiero esconderme como lo tenía que hacer Sirius

—Te entiendo —dijo suavemente e incomodo a la vez— , te entiendo, pero es arriesgado

—No me importa, Remus, escuchame por una vez, no puedo y no quiero estar más aislada preguntandome si Fred, Ginny, Tonks —nombré a algunos de mis amigos y a Fred, creo que nunca lo olvidaré— están con vida ¿Lo entiendes?

—¡Por Merlín! no eres la única a la que esto le afecta, todos estamos así dijo con Rabia poniendose de pie

—¡Entonces, dejáme!, hagas lo que hagas no me harás cambiar de opinión, no quiero escapar más y esa es mi última palabra

—¡Te estoy protegiendo! —elevó más el tono de voz de lo normal cuando una persona grita, sobresaltándome.

—Así no me proteges, no ayudas, tarde o temprano me encontrara y no podré aislarme de nuevo, estando sin o con ustedes me va a querer matar igual —las últimas palabras las dije casi en un susurro.

—Bien, —habló de mala gana— si eso es lo que quieres, empaca —Tonks levanto la vista y sonrió— pero no pienses que te dejaré sola, te llevaré a la madriguera, es el lugar más seguro para ti.

—Gracias —dije sinceramente

Dentro de toda la rabia, una sonrisa se dibujo en mi rostro y corriendo abrí la puerta de mi habitación en un acto completamente de desesperación y necesidad de conectarme al mundo externo y empecé a echar todo a los baúles y a mi bolso de mano.

Nueva lectora
espero contiii 
me ha encantado 
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La madriguera.

—Lo lograste, ________, convenciste a Lupin —dijo Tonks alegremente ayudándome—  ¿Piensas que toda esa ropa te va a caer en dos baúles? —se sentó en la cama.

—No, pero tengo una carta bajo la manga —levante el bolso de mano— , es un hechizo de extensión indetectable, así hecho todo lo que me haga falta en el bolso, lo ensayamos hace tiempo con Hermione.

—Inteligentes —murmuró— tendré que intentarlo, ¡Casi lo olvido! —exclamó— tengo que darte una noticia.

—¿Qué sucede? —pregunté preocupada.

—Tranquila, a Fred no le ha sucedido nada —me alzo una ceja, me ruborice— es a mi — fruncí el ceño.

—¿Es algo malo? —pregunté.

—No, en absoluto... ¡Estoy embarazada! —exclamó sonriente.

—¡Felicidades! —la abracé— ¿Cómo lo tomó Lupin? —recordé lo distante que estaba de ella en la sala.

—Bueno, el ya sabes como es.... —suspiró— pero, bueno, yo estoy feliz.


Nuestra conversación de chicas se terminó cuando Lupin entro a la habitación con el ceño fruncido.

—¿Sucede algo? —pregunté.

—No, es solo que deberían darse prisa, ya son las diez —dijo saliendo nuevamente con aire de enfado.

—Bien, vamos antes de que se enfade más —dije tomando las cosas.

—Déjame ayudarte con eso —dijo Tonks tomando un baúl.

Cuando los tres estuvimos en la sala nos ingeniamos como nos apareceríamos en la madriguera con todo el equipaje, me colgué el bolso de mano, Lupin tomo un baúl con una mano y la otra se la tendió a Tonks, quién sostenía una mano mía y la otra que yo tenía desocupada tenía el segundo baúl. Cerré los ojos y aparecimos a algunos metros de la madriguera.

—Ya llegamos —dijo Lupin quitándome el otro baúl y llevando él ambos.

—Vamos —dije nerviosa al estar tan cerca del lugar dónde seguramente estaría Fred.

—Tranquila, _________, —dijo Tonks, notando mis nervios— respira, Fred no te comerá —dijo lo último en un susurro para que solo ella y yo escucháramos

Caminamos hasta la puerta y la tocamos, a los segundos salió Ojoloco quien al parecer estaba en la madriguera, luego de que Lupin y el se dieran cuenta de que no tenían a ningún impostor en frente pasamos. Mi respiración era agitada y mis piernas amenazaban con caer al suelo.

—¡No lo puedo creer! ¡Pero si eres tu ________! —exclamó cariñosa la señora Weasley avanzando hacia mí y extendiendo los brazos al aire en señal de bienvenida— Ven aquí, cielo —dijo apretándome entre sus brazos.

—La extrañé mucho, señora Weasley —dije cuando me solté de su agarre

—Yo también —me examino con la mirada— , estas muy delgada ¿Segura que has comido bien? —asentí— Bien, han llegado en buena hora, estábamos en una reunión y ahora iba a preparar la cena —se acercó y saludo a Tonks y a Lupin.

—¿Los chicos? —pregunté rápidamente.

—Bueno, Hermione, Alexandra y Ginny estan arriba, les diré que te hagan un espacio en la habitación, cielo —sonrió maternalmente— Ron y George ellos deben estar por ahí, les envié a ordenar sus habitaciones y Fred esta encargándose de algunos gnomos en el patio trasero, estarán encantados de verte.

—Yo también, se lo aseguro —sonreí— ¿Cómo ha estado el señor Weasley?

—Muy bien, querida, se va a entusiasmar mucho cuando te vea aquí, te extrañábamos —apretó mis mejillas— , en tu estadio aquí prometo que te haré subir unos kilos, debes comer bien, te ves algo frágil —me miró nuevamente— , si me disculpas, debo preparar la cena, cielo, puedes ir a ver a los chicos.

—Iré a ver a las chicas —dije aunque en verdad tenía unas ganas tremendas de ir al patio trasero y abalanzarme sobre Fred.

Subí las escaleras y camine por el pasillo de la segunda planta a hasta llegar a la habitación de Ginny, di unos golpes y entré.

—¡No es cierto, estas aquí! —gritó Hermione abrazándome, más atrás venia Ginny y Alexandra les sonreí a ambas y las abrace.

— ___________ Lestrange —gruño Ginny— ni una mísera lechuza, estábamos preocupadas —dijo luego alejándose.

—Bueno, no podía enviar casi nada, las lechuzas están siendo revisadas, casi la mitad del ministerio están de lado de Vo... —no terminé.

—Hay mucho de que hablar —dijo Hermione sentándose en la cama y cambiando el tema.

—Exacto —dijo Ginny.

—¿Dónde has estado? —preguntó Alexandra intrigada.

—En muchos lugares y en ninguno a la vez —le respondí a la rubia.

—¿No te ha pasado nada malo? Hemos estado preocupadas —habló Hermione.

—No, nada malo, un par de mortifagos, pero me libré de ellos, nada serio —explique, relajaron un poco sus rostros al escuchar que no era nada serio.

—¿Algún chico? —preguntó Alexandra sonriente como de costumbre.

—Claro que no, —respondió Hemione por mi— se nota en sus ojos que aún siente algo por Fred, quien por cierto no para de hablar de ti, enserio —me ruborice— llegue ayer y ya me tiene medio mareada.

—Si, es molesto, cuando no esta haciendo bromas y molestando, habla de ti —explicó la pelirroja.

—Que ______ esto, ________ aquello, _______ puede hacer no sé que —la rubia exagero la voz de Fred.

—¿Enserio? —pregunté.

—Si —dijeron las tres al unisono, un impulso se apodero de mi y di un brinco sobre la cama en la cual estaba sentada.

—Si me disculpan chicas, tengo algo que hacer —dije saliendo de la habitación y bajando las escaleras a toda prisa hasta llegar al patio trasero.

El Reencuentro.

Cuando salí de la casa y llegue al patio de atrás pude ver como Fred arrancaba del cabello a un gnomo dándome la espalda, me dieron ganas de reír, aunque eran más los nervios que amenazaban con traicionarme en ese momento.

Cuando por fin logró hacerlo volteo y me quedo mirando quieto, cual petrificado.

—Hola —dije sonriendo tímidamente y sin saber que más decirle.

—Ho...hola —dijo entrecortadamente soltando de golpe al gnomo lo que me causo gracia.

—¿Có...cómo estas? —dije contagiándome un poco, aunque estaba bastante nerviosa.

—Bien y ¿tú? —preguntó pasándose la mano nervioso por los pantalones.

—Bien —respondí.

—Te extrañe —esas dos palabras hicieron que el corazón me diera un vuelco, lo imaginaba desde hace tanto, pero ni en mis imaginaciones se veía tan perfecto como en ese instante.

—Yo también, Fred —no aguante más y avancé unos pasos al notar que el hizo lo mismo me abalancé sobre el uniendo sus labios con los míos, algo que deseaba hace mucho.

El puso sus manos en mi cintura y me levanto para que enrollara mis piernas en sus caderas, movíamos los labios al compás mientras con unos leves movimientos de mis manos desordenaban un poco su cabello, era aquel beso que tanto había esperado, dulce y con cierto temor de abrir los ojos y no estar junto a él. Nos separamos lentamente y apegamos nuestras frentes sonriendo.

—No sabes cuanto espere por este momento —dijo respirando agitado, acaricie su rostro y le sonreí- no fuiste por mi al callejón diagon, pero al menos estas en mi casa.

—Lo siento —me disculpe por no haberlo ido a buscarlo hace mucho— , de verdad he querido hacerlo desde hace mucho tiempo.

—Lo sé, tranquila —dijo dejándome delicadamente en el piso—  , hay que entrar antes de que mamá se preocupe por ti —tomó mi mano y avanzamos hacia la casa entrando por la cocina.

En la cocina estaba Molly, solté levemente la mano de Fred y él sonrió burlescamente.

—¡ Aquí estas! —dijo George entrando a la cocina y caminando hacia mi— Te busque por toda la casa, pero... —se detuvo y miró a Fred alzando ambas cejas— ah, estaban entretenidos —terminó soltando una sonora carcajada— ¿Cómo has estado, _______?

—La verdad, bien —respondí— , si digo que he estado aburrida Lupin quizás me asesine —dije bromeando, los gemelos rieron un poco ante mi comentario— y ¿Tú? ¿Qué tal todo con Ariadna?—dije recordando a una de mis mejores amigas.

—Bueno, seguimos juntos, se ha estado quedando un par de semanas en casa de su hermana —respondió sonriendo y apretándome una mejilla— , bueno al menos parece que no has sufrido ningún daño —dijo examinándome.

—Yo digo que esta muy delgada, —interrumpió Molly— pero ahora que estas aquí, estas en buenas manos, cielo —sonrió dulcemente.

—No le hagas caso, —susurró Fred— de todas maneras sigues siendo perfecta.

—Podrías no decir eso frente a mi, es asqueroso —intervino George

—¡Ronald! —llamó la señora Weasley de pronto— arregla la mesa con ayuda de los gemelos.

—¡Claro que no! —hablaron los gemelos al mismo tiempo

—No les estoy preguntando —dijo severamente Molly.

—George, creo que deberíamos aturdirla y escapar —sugirió Fred.

—Buena idea Fred —respondió George.

—Yo ayudaré a Ron, señora Weasley —anuncié encaminándome a la mesa y saludando a Ron quien venia entrando.

—No te molestes, cariño —habló dulcemente la señora Weasley— y ya te he dicho miles de veces que me digas Molly.

—Yo apoyo a ________ —espetó Fred.

—Yo también, creo que esta bien que ella y Ron trabajen —continuó George.

—No los tomes en cuenta, cielo —sonrió Molly— ¡Ahí vienes! —dijo cuando vio a Ron entrar a la cocina.

—¡Hey, ______! No sabia que habías llegado ya —dijo caminando hacia mi y dándome un abrazo.

—No tanto saludo y ve a hacer lo que te dicen, Ronnie —bramó Fred.

—¿Solo? ¿Ellos no harán nada? —apuntó a los gemelos protestando mientras ambos lo miraban de brazos cruzados.

—Vamos, Ron, yo te ayudo —dije tomándolo por el codo.

—Gracias, _________, al menos alguien que se compadezca de mi —dijo el pelirrojo.

—Oye _____ —voltee al notar que George me hablaba— uno de mis hermanos a la vez —me guiñó un ojo divertido, pero yo lo fulmine con la mirada.

Me encanto el capítulo.
Gracias por elegirme.
Malditos y sensuales Gemelos Weasley
Sigue pronto
Hasta luego!

Una cena incomoda con los Wasley.

La mesa de la casa de los Weasley estaba llena, algunos de la orden se habían quedado a cenar y todos charlaban animosamente. Lupin y el señor Weasley mantenían una interesante conversación sobre las últimas barbaridades que se habían publicado en el diario "El profeta", pero la verdad no escuche mucho de eso ya que mi mirada sin querer se encontraba con la de Fred y me perdía bastante de lo que pasaba a mi alrededor, tanto así que Tonks, reiteradamente cambiaba su nariz para distraerme un poco del colorín mientras Alex, Hermione y Ginny reían a carcajadas pidiendo sus narices favoritas.

—Ariadna me ha enviado una lechuza —me comentó George en voz baja para que solo yo pudiese escuchar— , me ha dicho que le alegra mucho saber que estas aquí y que aún no sabe cuándo podrá venir, pues, ya sabes, tiene que quedarse en casa de su hermana un par de días, pero he quedado de verme con ella mañana en la tienda —sonrió.

—Eso es genial —dije regalándole una sonrisa y volviendo a mirar hacia Fred que en ese mismo instante me guiñaba un ojo.

—¿Más budín, Tonks? —preguntó la señora Weasley.

—No, Molly, muchas gracias, si sigo comiendo engordaré demasiado y ya tengo suficiente con el bebé —Lupin aclaró la garganta retomando el tema rápidamente con el señor Weasley.

—Si, sirvale más, señora Weasley —pedí mientras mordía el pudin.

—Claro —dijo alegre Molly.

—Supe que estuvigstes en Fgancia , _______ ¿Egs vegdad?¬ —me preguntó Fleur en medio de la comida, de pronto sentí como todas las miradas se posaron en mi para que escuchar mi respuesta.

—Si, —aclaré mi garganta— así es, estuve allí un mes en Cannes, me divertí un poco —sonreí nerviosa al tener tantos pares de ojos clavados en mi.

—Que magavilla, ensegio, de segugo gompiste más de un cogazón ¿No? —continuó la rubia— los fganceses soy muy galanes.

—No, no tuve tiempo, Fleur —negué repetidamente con la cabeza— a la única persona que vi fue a ... —me quedé callada al ver que Fred me miraba atento a lo que diría.

—¡Vamos no lo dejes así, ________! —pidió Ron— ¿Viste a algún famoso? ¿Alguno del equipo de Francia? —todos dejaron los cubiertos a un lado y me observaban más atentos que antes, me contuve a decir que había visto a Oliver Wood, mi ex-novio, eso complicaría las cosas tomando en cuenta lo recién sucedido con Fred en el patio.

—A Madame Maxime —mentí, Fleur parecía más sonriente aún.

—Pensé que se trataba de alguien más interesante —habló Ron.

—Es una mujeg encangtadoga —dijo mirándome con dulzura, Ginny comenzó a hacerle muecas a Fleur y Alex casi estalló en carcajadas.

—Si, así es —dije clavando la vista en mi plato ruborizada por la mentira.

—De segugo has podido hablag con ella ¿No?

—Si, solo unas palabras, ya sabes, lo trivial —dije rápidamente.

—Y dime, Arthur ¿Siguen peor las cosas en el ministerio como se cuenta? —interrumpió Lupin retomando su conversación con el señor Weasley.

Todos volvieron a fijar la vista en sus platos y nosotras con Hermione, Ginny y Alexandra volvimos a nuestras conversaciones apartadas de los demás.

—Eso no sonó verdaderamente a que hayas visto a Madame Maxime, ______ ¿Me equivoco? —susurró Hermione, Ginny miró intrigada.

—En realidad no, ni siquiera la vi —dije la verdad, ambas alzaron una ceja con un gesto entre picardía e intriga.

—¿Entonces? —preguntó Alexandra.

—Entonces... ¿Qué? —dije tomando un poco de jugo de calabaza

—Cuéntanos —exigió Hermione

—Se los diré luego, lo prometo —su rostro se calmo un poco y parecieron satisfechas ante mi respuesta.

—¿Es algo sobre un chico? —cuestionó Ginny.

—Si, algo sobre un chico —asentí.

—¿Un chico? —dijeron los gemelos al mismo tiempo acercándose más a nuestro lado, sobresaltándome.

—¿De qué hablan? —inquirió Alex haciéndose la desentendida.

—Escuchamos muy bien —sonrió George, clavé la vista en cualquier otro punto de la sala, aún no sabía como actuar después del beso con Fred.

—No será que... Alex está conquistando de nuevo —dijo burlescamente Fred.

—¿Ya olvidaste al niño que vivió? —preguntó George.

—No la molesten - les pedí al ver que mi amiga se había puesto algo triste y pálida, de seguro pensando en Harry.

—Bueno, bueno, solo porque me lo pides tú —dicho esto me guiño un ojo sin discreción.

—Y ¿Entonces, nos dirán? —preguntó Fred dejando de lado los cubiertos y cruzándose de brazos mientras su miradas se posaba en mi específicamente.

—Eso, es asunto de nosotras —dijo Ginny con seguridad.

—Exacto, Ginny —la apoye—, no tienen porque fisgonear

—No se llama fisgonear, querida _____, solo queremos... —comenzó George.

—Estar al tanto de que a ninguna de nuestras amigas les pase algo —continuó Fred— sería doloroso para nosotros —dijo irónico— , bueno excepto tu Ginny, Ginevra se cuida sola —explicó.