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Canciones para (TN) |One Direction y tú|
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Capítulo 4 (Canciones para (TN) |One Direction y tú|
Aquí os dejo el capítulo 4! Disfrutad! ¿Qué os parece Harry? ¿Y Louis?
Esa misma noche de un día cualquiera de marzo.
(TN) gira la llave de la puerta de su casa. Es tarde. Para ella, muy tarde. Sabe que le espera una buena bronca, pero le da igual. No hay ninguna regañina de sus padres que no valga una noche como aquella. Minutos antes, en el taxi de vuelta a casa, acompañada por él, suena su móvil. La quinta llamada. Esta vez lo coge, haciéndole un gesto a Louis como diciendo “menuda me va a caer”. El chico junta las manos y le pide perdón.
-Ya estoy ahí, mamá. Me he retrasado haciendo los deberes en casa de Miriam.
-¿Sabes la hora que es? ¿Por qué no me has cogido el móvil antes?
-No lo había oído. Perdona.
-¡Llevo una hora llamándote! ¡Estábamos a punto de llamar a la policía! Solo tienes 16 años... No puedes estar a estas horas por ahí. ¡Mañana tienes clase!
-Sois unos exagerados. Y tengo casi 17, ¿recuerdas?
-¿Exagerados?
-Mamá, ahora no puedo hablar; estoy ahí en nada.
-¿Cómo que no puedes hablar? ¿Dónde demonios estás?
-Ya llego. Un beso, mamá.- Y cuelga.
Entra lenta y silenciosamente a casa, pero el oído de unos padres esperando a una hija es tan fino como el de un murciélago. Y ambos salen del salón al mismo tiempo. Al mismo paso. Un, dos, paso ligero. Los dos con la misma cara de enfado.
-¡Castigada un mes!- Es lo primero que sale de la boca de su madre.
-¿Un mes? Creo que eres demasiado buena, Mercedes. ¡Dos meses como mínimo!
-Me parece bien, Paco. Dos meses sin salir de tu habitación.
(TN) refunfuña. Sabe que ahora es mejor no decir nada. Mañana pedirá perdón, prometerá que no lo volverá a hacer más y sus padres se olvidarán del castigo.
-Y ahora sube a tu habitación. Y nada de ordenador ni televisión. ¡Ni una luz encendida en 5 minutos!
La chica no dice nada y sube a su habitación haciendo sonar sus botas a cada paso, en cada escalón.
Sabe que sus padres tienen razón. Al menos esta vez sí la tienen. Pero tiene que fingir que está enfadada. Sin embargo, por dentro, en su interior, su corazón está dando saltos de felicidad. No puede dejar de pensar en los labios de Louis. En su boca. En sus caricias. En como, abrazados, le acariciaba el pelo y se estremecía. ¿Se estaba enamorando?
(TN) entra en su habitación y se lanza de cabeza a su cama. Coge a su pequeño león de peluche y lo abraza.
-¡Tusi!- grita, achuchando a su compañero de almohada, y de sueños, de sueños que ahora empiezan a hacerse realidad.
(TN) acuesta a Tusi a su lado, se da la vuelta, coloca las manos detrás de la nuca y mira al techo de la habitación. Todo está oscuro. Solo una leve luz baña su habitación: la luz de la noche.
Qué sensación tan maravillosa tiene... En ese instante, un leve “toc, toc” suena en la puerta. (TN) se incorpora y se sienta en la cama. ¡Uffff, sus padres otra vez!
-Pasad.
La puerta se abre despacio: una pequeña figura de larga cabellera rubia y un pijamita de Hello Kitty entra y enciende la luz.
-Erica, ¿qué haces despierta?
-Solo quería darte las buenas noches.
Su hermana pequeña se acerca a la cama, la abraza y le da un beso.
-Buenas noches, princesa.
-¿Porqué te gritaban mamá y papá? ¿Has hecho algo malo?
-Pues...- (TN) no sabe que contestar a su hermana pequeña de 5 años- ,sí.
-¿Y te han castigado?
-Sí.
-(TN), ¿por qué tienes esa sonrisa en la boca todo el rato si te han castigado?
(TN) suelta una carcajada.
-Cuando seas mayor, lo comprenderás. Ahora..., ¡a la cama!
Erica le da otro beso y sale corriendo de la habitación.
La niña no entiende muy bien lo que su hermana mayor le acaba de decir, pero piensa que ojalá sus padres, la próxima vez que ella se porte mal, le pongan el mismo castigo que a (TN). ¡Ella también quiere estar tan feliz como su hermana!
En un lugar apartado de la ciudad, esa noche de un día cualquiera de marzo.
Fin.
Fascinante. Precioso. Encantador.
A Harry se le agotan los adjetivos para calificar la novela que acaba de terminar de leer: Perdona si te llamo amor.
Escondido bajo la tímida luz del flexo de su habitación, cierra el libro y regusta el agridulce sabor del final. Por un lado, se siente satisfecho de haber encontrado un historia así. Por otro, le entristece que no haya más páginas. Niki y Alessandro dejan de existir. En ese momento le viene a la cabeza la chica de la cafetería. A decir verdad, la ha tenido en la cabeza desde que la vio buscando algo en aquella graciosa mochila fucsia de las Supernenas. Es preciosa. Especial. Se ríe al recordar el golpe que se dio contra la mesa. Sus ojos se encontraron bajo la mesa cuando ella se agachaba para recoger el libro. El mismo libro que él estaba leyendo. ¿Sería cosa del destino? Una serendipia. Como en aquella película, Serendipity, en la que el destino marca el camino de John Cusak y Kate Beckinsale.
Harry se levanta de la cama y va hacia la mesa donde tiene el ordenador. Lo enciende y rápidamente entra en su MSN, en busca de la dirección de la desconocida del Starbucks. Sin embargo, no hay nadie que le haya añadido a su lista de contactos. Mira entonces su correo electrónico. Publicidad y más publicidad, pero ningún e-mail. ¿Qué esperaba? ¿Qué le iba a agregar? Tal vez a ella hasta le ha molestado el gesto de intercambiar los libros. Quizá esa chica se había reído de él cuando había visto lo que había escrito en la última página del libro. Seguramente piense que es un idiota. Un idiota iluso. Entonces Harry siente vergüenza de sí mismo, de su acto, de su romanticismo... Pero él es así, no puede evitarlo. El deseo de desahogarse recorre su cuerpo. Sabe qué es lo que necesita. Se acerca a una funda donde guarda su tesoro más valioso. Lo toma y sale de su habitación. Camina por un estrecho pasillo que finaliza en una escalera. Arriba, en el techo, hay una pequeña trampilla. La abre y sube. La noche es estrellada, despejada, con una luna brillante. La ciudad está muy bonita desde esa ladera donde vive desde hace unos meses. Alejado, pero al mismo tiempo cerca de todo. Siente una ligera brisa que penetra en él haciéndole temblar, pero no le importa: merece la pena.
El joven apoya su espalda contra la pared y coloca suavemente sus labios sobre la boquilla. Agarra con delicadeza aquel cuerpo plateado y comienza a hacerlo sonar. Y durante unos minutos Harry se entrega a su saxofón y a la música.
En una zona más céntrica de la ciudad, aproximadamente a la misma hora en la que Harry hace sonar su saxo.
Paga al taxista, y con paso firme, entra en su edificio. Sube en ascensor hasta la planta en la que tiene su pequeño apartamento, donde, desde hace unas semanas, vive solo. Llega hasta su puerta, abre y entra. Todo lo hace con una sonrisa en su boca. A veces hasta silba aquella feliz canción... Ilusionas mi corazón.
Louis se quita la chaqueta y la deja en el perchero de la entrada. Está exultante. Todo ha ido perfecto. Demasiado perfecto quizá. Ella es mejor incluso de lo que había imaginado. Si le gustaba antes, ahora... Su corazón late muy deprisa cuando piensa en esa noche mágica.
Mira su reloj. Es muy tarde y mañana tiene que madrugar. La realidad nos hace despertar de los sueños. ¡Pero no ha sido un sueño! Aquello ha sido real... (TN) es real. Ya no es solo la chica invisible que había conquistado un trocito de su corazón: ahora es una persona que pertenece ya a su realidad. Y sabe cómo huele. Sabe cómo siente. Sabe cómo besa.
Esta noche soñará con ella, está seguro.
Antes tiene que dormirse. Debe hacerlo, porque si no, mañana no rendirá en el trabajo. Sí, a las 7 se despertará. Busca el móvil para programar la alarma a esa hora. ¿Dónde está? Sí, en la chaqueta. Regresa hasta el perchero y lo encuentra en uno de los bolsillos. Está apagado. Se debió desconectar durante la velada con (TN). Unos segundos después de encenderlo, un pitido indica que tiene llamadas perdidas. Tres, y las tres de un mismo número. De un número desconocido. Mira de nuevo el reloj y considera que es demasiado tarde para devolver la llamada. Mañana lo hará desde el trabajo.
Lo que no sabe Louis es que la persona que le ha llamado jugará un papel importante en su vida en los próximos días.
harold'scat
Re: Canciones para (TN) |One Direction y tú|
nueva lectora, siguela porfissss, muero, siguee, ssigueee
porfiss
porfiss
porfiss
porfiss
light_winter
Re: Canciones para (TN) |One Direction y tú|
graciaas, guapa! :D ahora mismo subo cap! <3
pandicornio_de_styles escribió:me encanto el cappp
nueva lectora
siguela
siguela
siguela
siguela
siguela
siguela
siguela
siguela
harold'scat
Re: Canciones para (TN) |One Direction y tú|
ajajajajaj me alegro de que te guste! subo cap. ahora mismo! :DD
marigratzi escribió:nueva lectora, siguela porfissss, muero, siguee, ssigueee
porfiss
porfiss
harold'scat
Capítulo 5 (Canciones para (TN) |One Direction y tú|
Pues... nada; aquí traigo el cap 5!
A LEEEER! :3
A la mañana siguiente, un día cualquiera de marzo.
Tres chicas bromean sentadas sobre las mesas de un aula de primero de Bachiller. Ríen sin reparos, gritan y susurran, hablan de mil y un rumores suyos, pero principalmente de otros. Como los cotilleos del chico de la clase de al lado, del que se rumorea que es gay. Parece ser que otros dos se han liado en un baño del instituto. A aquella rubia dicen las malas lenguas que le gusta el de Química. Y la morena de al lado, ¿no tenía antes las tetas más pequeñas? Seguro que son operadas.
La campana suena anunciando que las clases van a comenzar. A primera, Matemáticas.
-¿Y (TN)?- pregunta Lucía al advertir que su amiga todavía no ha llegado.
-Se habrá quedado dormida. No creo que haya pegado ojo anoche. Seguro que no ha parado de...
Rita se calla a tiempo. El profesor de Matemáticas aparece en esos momentos por la puerta. Las tres continúan sentadas sobre las mesas, que ni tan siquiera son sus lugares de clase.
-Buenos días, Sugus. ¿Pueden hacer el favor de sentarse como personas normales? El hombre inventó la silla por algún motivo. Si son tan amables y generosas, cada una a su sitio.
Sugus: ese era el apodo que aquel hombre de cuarenta y muchos años había puesto al cuarteto que ocupaba la esquina izquierda del final de la clase.
-Profe, ¿por qué nos has llamado Sugus?- quiso saber Lucía el primer día que oyó su nuevo mote.
-Porque estoy cansado de nombraros una por una cada vez que os llamo la atención. Así me ahorro trabajo- señaló aquel hombre sin ningún tipo de emoción.
-Ah, pero ¿por qué precisamente Sugus? ¿Es porque estamos tan buenas como esos caramelos, eh, profe?- intervino Rita, guiñándole un ojo a su maestro.
-Eso que lo decidan vuestros novios. Sois Sugus porque cada día vais vestidas de colorines y a veces me cuesta tragaros. Como me pasa a mí con algunos Sugus.
El resto de la clase rompió a carcajadas mientras las cuatro chicas enrojecieron, aunque también terminaron riendo como los demás y aceptando con humor la nueva denominación de origen de su profesor de Matemáticas.
Lucía, Rita y Miriam por fin se bajan de las mesas y ocupan sus asientos. El profesor de Matemáticas está a punto de cerrar la puerta para comenzar la clase cuando a toda velocidad, y por el hueco que aún queda, (TN) entra a clase.
-Señorita (TA), la clase de Educación Física es a cuarta hora- indica inexpresivo el hombre-. Ahora toca Matemáticas, ¿recuerda? Con la participación estelar de sus amigas, las derivadas.
-Perdona, profe. Un atasco con el coche.
-Espero que le hayan hecho el control de alcoholemia. Ocupe su lugar habitual y respire hondo.
(TN) no hace caso a la ironía de su profesor y camina hacia su mesa. La verdad es que se ha quedado dormida y ha perdido el autobús. Su padre la ha tenido que llevar al instituto y en el trayecto apenas han cruzado una palabra. Está reciente la bronca de anoche. “Todo a su tiempo”, piensa la chica. La cuarta Sugus completa el grupo ante la mirada curiosa de sus amigas. Las tres sostienen una sonrisa en sus maquilladas bocas. (TN) no sabe qué pasa.
-¿Qué?- Se mira el pantalón, pero la cremallera de su vaquero está cerrada-. ¿Por qué me miráis así?
Miriam toma la palabra.
-Chicas, ¿vosotras que opináis? ¿Pensáis que lo ha hecho?
-¿Que si he hecho qué?- pregunta (TN) sin entender nada.
-Que si te tiraste a tu amigo invisible- suelta Rita.
El chico que está justo delante de Rita gira la cabeza y la mira con cara de asombro. Luego exhibe una sonrisilla.
-¡Mira para adelante!- le ordena la joven, que acompaña su indicación con un gesto de su dedo corazón.
El muchacho obedece se reanuda la conversación entre las amigas con el ruido de fondo de las explicaciones del profesor.
-Bueno, ¿qué?, ¿te lo tiraste o no?- insiste Rita, hablando ahora mucho más bajito.
-Nooooo- dice (TN) en un tono casi inaudible.
-¿Te tiró él?- vuelve a preguntar las más interesada del grupo en esos asuntos.
Creo que no se dice así, Rita- señala Lucía.
-Ya salió la profesora de Lengua... ¡Qué más da como se diga! ¿Hubo mambo?
-Que noooo...-(TN) ya no sabe como decirlo.
Miriam observa a su amiga, y al verla tan azorada, trata de cambiar el rumbo de la conversación.
-Déjala ya, Rita. Cariño, ¿lo pasaste bien, verdad?
La protagonista de la mañana asiente mientras sonríe. Y en voz baja les cuenta por encima su cita con Louis.
-¡Qué romántico!- dice entusiasmada Lucía tras oír atentamente la historia de (TN).
-Me alegro de que hayas encontrado alguien así, cariño- añade Miriam.
-¡Y encima tiene buen culo! Las hay con suerte...- interviene Rita-. Bueno, y ahora ¿qué? ¿Se puede decir que ya sois novios?- pregunta mientras le quita el envoltorio a un chupa-chups y se lo mete en la boca.
El profesor de Matemáticas llama para que salga a la pizarra a Martín, el chico que está delante de Rita y con el que antes ha tenido la discusión.
-Pues supongo que lo somos, ¿no?- dice dubitativa (TN).
-Da igual la denominación: es tu chico y ya está. ¿Qué más da la palabra que uséis para definiros?- comenta Miriam.
-Claro, lo importante es que os queráis, que salgáis juntos, que disfrutéis juntos...
-... y que tengáis sexo juntos...- interrumpe Rita a Lucía, tras dar una sonora chupada a su caramelo y elevando un poco el tono de voz.
-Shhh.- Es el sonido que las otras tres Sugus hacen a la vez después de oír a su amiga.
-¿Qué he dicho? Está claro que estos dos..., ¿o no, (TN)?
-Déjala ya, mujer. No la atosigues con eso.
-Lo acabo de conocer, Rita. ¿No te parece un poco pronto?
-Llevas dos meses hablando con él. Llegáis, os veis, os coméis a besos... Y el tío tiene buen culo. ¿Qué más quieres?
-Pues querrá más cosas, Rita. No todo es sexo, sexo, sexo.
-Claro que no, Mir. Pero somos jóvenes y tenemos que disfrutar. Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo lo vamos a hacer?
-Déjala que lo haga cuando ella quiera y esté preparada- dice Lucía muy bajito.
(TN) respira hondo. A veces, se siente un poco agobiada por la cuestión de su virginidad: es la única virgen del grupo. No es que no le apetezca hacerlo, es que aún no ha encontrado el chico adecuado para su primera vez. Muchas dudas absorben su mente, ¿es demasiado exigente? ¿está preparada? ¿podría ser Louis el primero?
-Chicas, dejadlo, ya se verá... - concluye (TN) con una mueca divertida, aunque sin dejar a un lado sus pensamientos más íntimos.
-Claro, cariño, tú no tengas prisa...- señala Miriam mirándola a los ojos con una sonrisa.
Y las cuatro Sugus se quedan en silencio por primera vez en lo que va de clase.
Martín no ha conseguido resolver bien el problema que el profesor de Matemáticas le ha ñuesto en la pizarra y vuelve cabizbajo a su sitio. Cuando llega a su asiento se encuentra la mirada de Rita, que está encantada con su chupa-chups. Ella se da cuenta de que el joven la mira y le guiña un ojo. Luego se saca el caramelo de la boca y le lanza un beso imaginario. El muchacho sonríe, pero vuelve a ponerse serio cuando Rita repite el gesto con el dedo corazón que le hizo anteriormente. Martín se sienta y mira hacia delante.
-Bueno, ya que el virtuoso señor Martín no nos ha conseguido resolver este ejercicio, propio de mi sobrino que tiene siete años y medio, probaremos fortuna y le daremos la alternativa al señor Payne. Así que, Liam Payne, suba al escenario e ilústrenos.
Liam no se entera del aviso del profesor. Desde el otro extremo de la clase tiene los ojos puestos en ella. Cuando cree que le mira, rápidamente los aparta y huye de aquellos ojos color (color de tus ojos). Está desesperado. Siente tanto por dentro cuando la ve reír, hablar, caminar, que no sabe ni cómo expresar sus emociones. Nota una punzada en su interior y un nudo en la garganta que a veces no le deja ni respirar.
-Señor Payne, puede dejar de estar en la ídem y venir al encerado...
El chico ve que su hermana, desde la otra punta del aula, le está haciendo gestos para que espabile y salga a resolver la derivada. Por fin se da cuenta y, como quien despierta de un largo sueño, vuelve a la realidad. Con torpeza, dando algún que otro bandazo, se dirige a la pizarra.
En el camino sigue pensando que no puede continuar así, que tiene que hacer algo. Lleva mucho tiempo tratando de decidirse a romper su silencio y cree que es el momento. Sí, decidido: tiene que decirle a (TN) que la quiere, que la ama por encima de todo en este mundo. Tiene que hablar. Su corazón así se lo indica.
Pero el corazón de Liam, ese corazón adolescente enamorado, se hará añicos en cuestión de horas.
Esa misma mañana de ese día de marzo, en la redacción de una revista de música.
Louis ha llegado temprano, como tenía pensado. Quería cuanto antes ponerse a redactar la entrevista que el día anterior había hecho a Katia. Desde las nueve de la mañana lleva oyendo en su grabadora la conversación con la cantante. Incluso grabada, su voz suena bonita. Sí, sin duda, Katia tiene algo especial. Puede o no gustar su música, pero es indudable que transmite. Y en persona, mucho más.
-¿Cómo llevas el precio de la fama? ¿Ha cambiado tu vida desde que eres popular?
Louis recuerda que en ese momento Katia hizo una pausa pensando bien la respuesta que le iba a dar.
-Sí, ha cambiado- responde rotunda-. He oído personas que cuando explican algo parecido a lo que a mí me ha ocurrido, cuentan que hacen las mismas cosas, van con las mismas personas que antes, tienen los mismos gustos..., solo que ahora son conocidos. Yo no puedo decir lo mismo. Mi vida ha cambiado completamente. Mis amigos de toda la vida me miran de otra forma. Piensan que porque salgo en la tele o vendo discos soy distinta. Me tratan con un respeto, que no deberían tener. Soy igual que ellos- guarda silencio, pero no como una invitación a la otra persona para hablar sino para reflexionar sobre lo que está diciendo; finalmente continúa-: y ligo menos que antes- suelta de repente con una gran sonrisa.
-¿Ligas menos?
-Sí, mucho menos. La popularidad infunde respeto. Y no me gusta, porque no soy ningún referente para nadie, no lo merezco. Fumo, de vez en cuando bebo, no escribo mis canciones... Sin embargo, me he convertido en una especie de icono pop. Creen que no he roto un plato en mi vida. Y lo cierto es que llevo unas cuantas vajillas destrozadas...
Louis admira la sinceridad de su acompañante. En su corta experiencia como periodista está acostumbrado a que la gente acuda a los tópicas de siempre para solventar una entrevista: la típica promoción para vender discos. Katia no es así, no huye de la verdad ni dice lo políticamente correcto. Tampoco la ve como una de esas personas que dicen ser sinceras porque dicen lo que piensan. Lo que uno piensa no tiene por qué ser la realidad ni tiene por qué ser sincero. Definitivamente, ella es distinta a las demás.
-Y a ti, ¿te ha cambiado la vida?- pregunta Katia. Recuerda bien esa parte de la conversación. Se sorprendió mucho tras ser él mismo el preguntado. Pese a que Louis llevaba las entrevistas al terreno del diálogo, no entraba en el guión que Katia quisiera saber sobre él.
-Pues sí, me ha cambiado.
-¿Desde que eres periodista?
-Sí- afirma el joven-. Me he mudado hace poco, dependo de mí mismo y tengo algo de dinero en mi bolsillo, aunque ahora soy yo el que lo gana. Pero sobre todo he cambiado personalmente. Ser periodista es mi vocación, y me siento realizado al haber llegado a la meta. Me siento bien.
Recuerda en ese instante que sus ojos azules se encontraron con los ojos celestes de Katia y por un momento sintió rubor, pero al mismo tiempo confianza. La burbuja imaginaria de la que tanto se habla se había roto: la separación entre ambos no era la suficiente. Pero no le importaba demasiado, y tampoco a ella parecía importarle.
En la grabadora no se oye nada. Es un instante de silencio mutuo. Dice que si se puede estar en silencio con una persona sin sentirse incómodo es que realmente existe química entre ambos. Eso es lo que parecía pasarles a Louis y a Katia.
Louis pulsa el stop de la grabadora. Piensa ahora en (TN). ¿Existía también esa química entre ellos? Eso parecía. La noche anterior había sido como un sueño. Todo como en una película de Julia Roberts o Hugh Grant. Seguramente, si hicieran una película sobre su cita de anoche, de los últimos dos meses, el resultado sería una comedia romántica. El tropiezo, la rosa por el suelo, la fuente, el desfile..., el beso. El primer beso. Posiblemente, ahí el director gritaría “corten”. Posiblemente, la película de (TN) y Louis terminaría con el primer roce de sus labios y una música romántica de fondo con cierto toque pop, como Ilusionas mi corazón. De pronto, siente unas ganas enormes de verla.
-Baja de tu nube, Louis. El joven periodista no se ha percatado de la entrada de su jefe.
-Estoy en plena tierra firme, con los pies siempre en el suelo- señala el chico, dando un par de golpes en el suelo, zapateando con ambos pies.
-¿Qué desea?
-Pues hay novedades. Tengo dos noticias para ti: una buena y una mala.
“Un poco peliculero” piensa Louis.
-Empecemos por la buena, entonces.
-Te doy la tarde libre.
-¡Vaya, sí que está generoso...! ¡Gracia! ¿Y la mala?
-Te necesito esta noche.-Louis frunce el ceño, extrañado.
-¿Para?
-Ha llamado el representante de Katia. Ayer al final no hicimos las fotos para la revista. No sé dónde fuisteis ni quiero saberlo, pero dejamos el trabajo por la mitad.
-¿Y qué tengo que ver yo con las fotos? Ya se encarga de eso Héctor.
-Sí, él, como siempre, hará las fotos. Pero quieren que tú estés presente.
-¿Héctor quiere que yo esté presente?
-Héctor ha aceptado, aunque no de muy buena gana. La que quiere que estés presente es Katia.
Una noticia inesperada. Ella quería que estuviera en la sesión de fotos: ¿para qué?
-Bueno. Pero ¿tiene que ser de noche?
-Sí. Héctor ya tenía la idea pensada así y no le voy a hacer cambiar sus planes de trabajo. Ellos han aceptado, así que os veréis esta noche.
En ese momento el móvil de Louis suena. Ve el número de la pantalla, que es el mismo del que tenía ayer tres llamadas perdidas. Pide permiso para cogerlo a su jefe, que asiente y se retitra a su despacho. A continuación, descuelga.
-¿Sí...?- contesta el joven.
-Hola, Louis. Soy yo.- Louis en seguida reconoce esa voz.
-¿Katia?
-Sí, veo que me recuerdas.
“Es complicado olvidarte cuando llevo toda la mañana escuchándote en la grabadora” piensa.
-Claro, no hace ni 24 horas que nos vimos. Mi memoria ya empieza a flojear, pero no llega a tanto. ¿Cómo tienes mi móvil?
-Llamé ayer a la redacción de tu revista y me lo dieron.
-Veo que es sencillo conseguir mi teléfono particular.
-No te creas, tuve que usar todas mis dotes. Hasta le canté a la chica que me atendió para que me creyera cuando le dije que era Katia...
-Y te creyó.
-Sí- afirmó sin mucho entusiasmo, para luego hacer una de esas pausas a las que Louis se estaba empezando a acostumbrar-. Te llamé ayer...- dijo unos segundos más tarde.
-Discúlpame. Cuando vi tus perdidas era ya muy tarde y no quise molestar.
-No me habrías molestado.
-No sabía que eras tú...
-Es natural, no tenías mi número. Tenía que habértelo dado ayer, antes de despedirnos...- otro silencio, más breve que el anterior-. Te llamé para preguntarte si habías tenido suerte con tu chica.
La razón era esa. ¿Simple curiosidad? ¿Cortesía?
-Pues sí. Al final no hizo falta ni una justificación. Pero muchas gracias por llevarme: sin ti no hubiera llegado a tiempo.
-En realidad, si llegaste tarde fue por mi culpa. Me alegro de que todo saliese bien.
-Gracias.
-No solo te llamé para eso- continuó-. Te quería pedir también que vinieras a la sesión de fotos, aunque imagino que tu jefe ya te habrá informado.
-Sí, me lo acaba de comunicar. No entiendo muy bien que puedo pintar yo ahí, pero iré.
-Ahora la que te da las gracias soy yo. Es muy sencillo: posiblemente, la de ayer haya sido la mejor entrevista que me hayan hecho en meses. Fue muy agradable. Quisiera que dieras tu punto de vista en las fotos.
¿”La mejor entrevista en meses”? Sí que era indudable que había cierta química entre los dos. La conversación fue más una charla de amigos que una entrevista. Louis sigue sin entender muy bien qué pintaría él en una sesión fotográfica y qué podría aportar, pero no dice nada en contra de la ide a de Katia.
-Si tú crees que puedo ayudar, allí estaré.
-Gracias, Louis. Estoy convencida de que contigo todo será más sencillo. No me gustan mucho este tipo de cosas porque me veo ridícula posando. Así me sentiré más cómoda.
-Nos vemos entonces esta noche, Katia.
-Perfecto. Un beso, Louis. Hasta esta noche.
La cantante es la primera en colgar. Mientras, Louis continúa con el móvil en la mano. Está pensativo. Aquella chica es realmente agradable y se siente muy cómodo con ella. Sin embargo, él ya tiene chica. Y le entusiasma. Le apetece mucho estar con (TN). Le encantaría besarla ahora mismo. Suspira. No puede parar de pensar en ella. Y de repente, algo le viene a la mente. Llama a Información y solicita un número. Lo anota en un post-it amarillo y da las gracias a la operadora. Cuelga y en seguida marca el número que le acaban de facilitar. Tras dos bips, una mujer responde. La conversación dura cinco minutos escasos.
Satisfecho, pero necesita algo más. Entra en el despacho de Jaime Suárez.
-Jefe, ¿puedo pedirle un favor?
-Sí, claro. Dime, Louis.
-Como tengo la sesión de fotos esta noche y no tengo jornada de tarde, ¿le importa que me vaya a la una? No hay demasiado trabajo.
-Claro, sin ningún problema.
-Gracias, jefe.
El joven periodista cierra la puerta del despacho de su jefe y, sonriente, se dirige a su mesa para continuar el reportaje de la cantante del pelo de color rosa.
harold'scat
Re: Canciones para (TN) |One Direction y tú|
hay por diossssss
me encantoooooo
siguelaaaaaaaaaa
me encantoooooo
siguelaaaaaaaaaa
alice_de_jonas_cullen
Capítulo 6 (Canciones para (TN) |One Direction y tú|
¡Hola! Este es el capítulo 6, aquí veréis cómo se desenvuelve la historia respecto a Liam :DD
Comentad que os parece :)
Unas horas más tarde, ese mismo día de marzo.
"(TN), tú y yo nos conocemos desde hace tiempo. Siempre te he visto como una amiga, pero realmente siento algo más por ti. Me gustas mucho. Te quiero, (TN)".
¿Qué diría ella? ¿Tendría él alguna posibilidad? Quizá también estuviera enamorada en secreto de Liam. Quizá necesitaba que él diera el primer paso. Quizá.
Liam vuelve a leer la notita que ha escrito. La recita delante del espejo del baño y la memoriza. Algo breve pero intenso: palabras sobre un sentimiento, sobre un amor oculto que no puede seguir en las profundidades de su corazón.
Le sudan las manos. Sus mejillas están un poco más sonrosadas que de costumbre. Respira con dificultad y las piernas hace rato que no cesan de temblar. Por fin va a decirle todo lo que siente. Por fin. Liam inspira todo el aire que sus pulmones le permiten, luego lo suelta con un soplido y sale con paso firme del cuarto de baño. Se ha mojado la frente con agua fría. Camina decidido. Tiene que ser decidido. En algo así no puede dudar. Es el momento más importante de su vida. Sí, sí que lo es.
El joven enfila el pasillo que conduce, al fondo, a su clase. Allí a lo lejos, al final, en un horizonte de carpetas y mochilas, ve a (TN). Qué guapa es. Hoy lleva el pelo liso que le queda tan bien como su rizado natural. Es preciosa. Cada paso que Liam da es un mundo de sensaciones. Vive segundos de éxtasis, en los que los nervios están a flor de piel. A cada paso, (TN) está más cerca. Ya distingue la el color de sus ojos, el rojo moderado de sus labios, el pequeño hoyuelo en la barbilla y el lunarcito que tiene en la carita. Sí, ahora está más seguro que nunca. Va a confesar todo su amor por ella. Pero un ruido ensordecedor se anticipa a su declaración. Suena la campana anunciando que va a comenzar la última clase del día. Liam ve interrumpido su plan por ese dichoso timbre. Sin embargo, (TN) aún no ha entrado en clase. Todavía tiene posibilidades de decírselo. Ahora es el momento. Se lo tiene que decir.
-(TN), ¿puedo hablar contigo un segundo? —le dice cuando la tiene delante. Le tiembla todo el cuerpo. Va a saltar al vacío. Sus manos son agua.
La chica lo mira. Le saluda con la mano y una gran sonrisa.
-(TN), yo te quiero. El tiempo se para: un instante que es un siglo. Casi no puede mirarla a los ojos. Las rodillas se le doblan solas. ¿Y ahora qué? Calor y frío descorchados. Silencio. Miedo.
Pero (TN) no responde. Le sigue mirando sonriendo. Un desfile de alumnos pasa junto a ellos para entrar en clase.
-(TN), yo...
La chica no deja de sonreír y se lleva las manos a las orejas. Auriculares.
-Perdona, Liam, ¿qué me estabas diciendo? ¿Has oído esta canción?
(TN) le coloca un auricular a Liam mientras el otro queda colgando. Suena una voz dulce. Es la voz de Katia, esa cantante que tanto sale ahora en la tele. Ilusionas mi corazón. Una mano, que aparece de ninguna parte, coge el otro auricular y se lo coloca en su oído. El profesor de Matemáticas escucha también la canción de Katia.
-No está mal, señorita (TA). Pero prefiero los aullidos nocturnos de mi perro.
El profesor de Matemáticas se quita el auricular y se lo entrega a (TN).
-Para dentro los dos. El profesor de Física no viene a última hora. Un hombre sabio. Así que disfrutarán de mí presencia una hora más. ¡Qué afortunados!: ración doble de derivadas hoy. No se quejarán, ¿eh?
(TN) suspira y entra en clase refunfuñando. Atrás se queda Liam con sus intenciones, con su amor en espera, con sus palabras colgadas. El joven respira hondo, se seca las manos en el pantalón y también entra en clase.
Todos se sientan. Liam en su sitio y (TN) en el suyo, junto a las Sugus, que ya ocupan su esquina. Una nueva clase de Matemáticas les espera para concluir la jornada, la última de la semana.
-No puedo más —protesta Rita en voz baja—. Tengo ganas de irme ya. ¡Quiero fin de semana!
-Yo también estoy agotada ya. Quiero... —comenta (TN).
-Tú quieres a tu angelito —bromea Lucía.
(TN) suspira. Pues sí. Durante toda la mañana no ha podido parar de pensar en él. Tiene muchas ganas de verlo. Pero no han quedado en nada concreto, que ya hablarían. No habían hecho planes para el fin de semana. Ayer por fin se dieron el móvil, las piezas del puzle, ese complicado rompecabezas que comenzó hace dos meses, empezaban a colocarse cada una en su sitio.
La clase de Matemáticas transcurre entre la desidia y la intensa espera de la campana final. El tenue soniquete de las explicaciones del profesor adormece a todos. Incluso las Sugus parecen desganadas: una juguetea con su pelo; la otra mordisquea un bolígrafo... Ni tan siquiera hablan. Todos los alumnos comparten una meta: que esto termine cuanto antes.
Sentado en el otro extremo, Liam la sigue mirando de reojo, con disimulo. Un continuado y asfixiante veo-veo. (TN) se ha quedado sin saber que la quiere.
Malditos auriculares. Maldita música. ¿Cosas del destino? No. Una simple casualidad. Cuando termine esa insoportable clase, hablará con ella. Su valentía está algo disminuida, pero aún es suficiente para afrontar la situación. Sí. En pocos minutos le volverá a decir que la quiere.
-Como saben, la semana que viene tienen un importante examen. Sé que entre cerveza y cerveza, ustedes se acordarán de mí y estudiarán concienzudamente. Les aconsejo que hagan los ejercicios de la página 54 y que...
En ese momento alguien llama a la puerta. El profesor de Matemáticas detiene la clase y se dirige lentamente a abrir, con sosiego, sin prisas, algo fastidiado. Alguien osa a interrumpir su clase. Al abrir, se sorprende ante lo que ve. Y eso que no es sencillo ver cambiar la expresión en el rostro de aquel hombre que no gesticula ni se inmuta casi nunca.
La clase murmulla mientras el profesor de Matemáticas dialoga fuera con la persona que ha venido.
-Está bien, pase, pero rapidito — le apremia a quien quiera que sea el que se ha atrevido a parar su clase.
Un chico no muy alto, más bien feúcho y con una gorrita puesta hacia atrás entra en la clase ante la sorpresa generalizada de todos y cada uno de los alumnos. En sus manos lleva un imponente ramo de flores. Rosas rojas.
—Es aquella —le indica el profesor señalando a (TN) —. Señorita (TA), vamos, no se haga de rogar y acuda a recoger las flores. Ya podía usted haber avisado de que era su cumpleaños y hubiéramos organizado aquí un fiestón.
"Pero si no es mi cumpleaños...", piensa la joven del pelo alisado mientras palidece. En pocos segundos el color de su cara evoluciona a morado para terminar con una visible rojez. Finalmente se levanta animada por las Sugus y el resto de la clase, que jalea a la chica. Toda la clase, menos una persona que tiene los ojos como platos y el corazón más pequeño y encogido que nunca.
El chico de la gorra para detrás le entrega a (TN) el ramo. Las flores son preciosas, rojísimas, y no vienen solas: una pequeña tarjetita está anudada en uno de los tallos con un lacito azulado.
El profesor de Matemáticas despide al repartidor, disculpándose por no darle propina.
-Señorita (TA), puede volver a su sitio y procure que, a partir de ahora, los regalos se los hagan llevar a casa. (TN) sonríe forzada. No se lo puede creer. Camina lentamente hacia su mesa ante la mirada de todos, que la siguen sin perderla de vista, mientras el profesor reinicia sus advertencias y explicaciones respecto al examen de la semana siguiente.
Llega a su asiento. Miriam ha colocado a su lado la silla de una mesa vacía para que su amiga deje allí las rosas.
-Lee la tarjetita, rápido. ¡Qué nervios!
La joven coge aquel papelito ante las prisas de sus amigas y lo lee primero para sí, luego en voz baja.
”Las once rosas que te faltaban para completar la docena. Gracias por una noche mágica”
Un "oh" al unísono sale de las bocas muy abiertas de sus amigas.
-¡Qué monada de chico...! —dice en voz bajita Lucía, tal vez más romántica de las Sugus.
-¡Qué vergüenza más grande estoy pasando! —señala (TN), llevándose las manos a la cara—. Lo mato.
Pero no es cierto que lo quiera matar. Se siente afortunada, impresionada, querida. Ese detalle de las rosas muestra como es Louis: un clásico con la imaginación de un ilusionista; una persona que regala rosas rojas de toda la vida, pero que lo hace de la manera más particular del mundo. (TN) se siente especial.
En el otro extremo de la clase, alguien no es tan feliz. Liam está desconcertado. ¿Tiene novio? ¿Desde cuándo? ¿Por qué nadie le había dicho nada? Quizá se las han mandado sus padres. O un tío que vive lejos. O tal vez una amiga...
El chico no se quiere creer que exista una persona que ocupa el corazón de su amada. “Su (TN)”. Los minutos que dura la clase son eternos para (TN) y Liam. Ella quiere escapar cuanto antes de las miradas de sus compañeros. Incluso el profesor de Matemáticas ha hecho un par de bromas referentes a su ramo de rosas rojas. Quiere llegar a casa y...
Pero, ¿qué le va a contar a sus padres? Ayer llegó tarde y hoy vuelve a casa con flores. Demasiado evidente. No está dispuesta a que sus padres se enteren de su relación con Louis, al menos por el momento. No le quedará más remedio que mentir u ocultarlas.
El chico también desea huir. No está seguro de si quiere saber la verdad de aquellas rosas. Para él son espinas que se le han clavado en el corazón. Tiene los ojos llorosos, aunque trata de conservar la calma. Nada es seguro todavía. La idea de declararse ha desaparecido por completo de su cabeza. Todo es tan confuso. Sus ganas de llorar aumentan. Casi no puede soportarlo. La campana de la libertad suena puntual.
(TN) sale la primera, disparada, embellecida con su ramo de rosas rojas. Liam, inmóvil en su asiento, ve cómo el amor de su vida se aleja. No puede más y una lágrima se le derrama. Apresuradamente, se coloca un libro delante de la cara para ocultar su mejilla mojada. Tiene los labios secos y los ojos enrojecidos.
Varios compañeros pasan por su lado y se despiden de él hasta la semana que viene; Liam no contesta, sigue escondido y ni tan siquiera sabe si para él habrá próxima semana porque se quiere morir. Pero nada es seguro. Respira profundamente e intenta tranquilizarse. En su cabeza solo hay un ramo de rosas rojas. Vuelve a respirar. Cierra los ojos, suelta la última lágrima y sonríe. Está solo, ya no queda nadie en clase. Despacio, camina hacia la puerta.
(TN) debe de ser la alumna más envidiada por todas las chicas con las que se cruza en los pasillos del instituto. Los que pasan a su lado la observan curiosos y terminan esbozando una sonrisilla y soltando algún comentario. Qué vergüenza. Por fin, llega a la salida. Aún no sabe qué va a hacer con las rosas, todavía le queda el trago del autobús. ¡Uff!
Baja las escaleras hasta la calle sin mirar a nada ni a nadie, con la cabeza agachada. El olor de las rosas le invade y le provoca alegría y recuerdos de la noche anterior, cuando aquel chico alto y guapo apareció corriendo, subiendo las escaleras de aquella cafetería y los dos acabaron por los suelos. Recuerda el paseo cogidos de la mano, la fuente, el desfile,... El primer beso. Y ahora las rosas, ¡Dios, está en un sueño! Alguien, en cualquier momento, la pellizcará y se despertará. Esto no puede ser verdad. La gente la mira: a ella, a las flores. Una chica tan bonita con ramo de rosas así es una imagen encantadora. Se siente observada, cada vez más. Aún más. Y sí, es cierto: alguien la observa atentamente; alguien que tiene una sonrisa que le cubre toda la cara; alguien que tiene sus ojos azules clavados en ella; alguien que le ha regalado a (TN) aquel ramo de rosas. Por fin, alza la mirada y lo ve.
¡Louis!
La emoción es irresistible dentro de (TN). Cree que jamás se ha alegrado tanto de ver a alguien. Cuando se da cuenta, está corriendo desesperadamente para lanzarse a los brazos de su chico. Sí: Louis, definitivamente, es su chico. El ramo cae al suelo y sus labios se unen con pasión. Ella colgada de él, rozando el cielo, rodeando con sus piernas su cintura, con sus manos su cuello, sigue besando, como tan solo le ha besado a él.
-Te quiero —le dice al oído.
-Yo también te quiero, (TN).
El nuevo beso es largo, intenso, apasionado.
La chica, por fin, pone los pies en el suelo y se abrazan. Su cara en su pecho, sus manos en su espalda.
Las Sugus miran la escena desde la escalera del instituto. Las tres sonríen.
-¡Qué bonito es el amor! —dice Miriam, emocionada.
-Sí, es cierto que el chico tiene buen culo —añade Rita, a la que Lucía golpea con el codo.
Cuando ven que la pareja pone fin al abrazo se acercan, llenas de curiosidad por conocer al chico de su amiga.
-¿No nos presentas? —dice Rita, que es la más lanzada del grupo.
(TN) mira a Louis y luego a sus amigas. El joven se toca nervioso el pelo. Ahí delante tiene a las temibles Sugus, de las que tanto ha oído hablar. Ríe para sí al recordar todo lo que le ha contado (TN) sobre ellas.
-Chicas, este es Louis. Louis, estas son...
-Espera, deja que lo adivine —interrumpe el joven periodista—: tú eres Miriam —dice señalando correctamente a la mayor de las Sugus—. Tú, Lucía. —También acierta—. Y claro, tú no puedes ser otra que Rita. ¿He acertado?
Rita silba, Lucía aplaude y Miriam asiente con la cabeza. Y (TN) le da un nuevo beso en los labios como premio.
-¡Pleno! ¿Podemos nosotras premiarte también? —pregunta Rita levantando las cejas.
-Tú, ahí quieta, que nos conocemos —dice (TN) en plan cómico, colocándose delante de Louis como si le protegiese de las garras de su amiga.
-Lo de las rosas ha sido precioso... —comenta Miriam.
-¿Precioso? ¡Menuda vergüenza me ha hecho pasar! ¡Mira que mandarme flores a clase! —grita (TN), fingiendo estar enfadada.
-Tienes razón, la próxima vez, directamente, te las mando a casa y que sean tus padres los que las vean primero.
-¡Noooooo!
Las Sugus ríen mientras (TN) vuelve a abrazarse a Louis.
-He venido además para invitarte a comer, ¿te apetece? Tengo la tarde libre.
-Claro que me apetece..., pero no creo que mis padres me dejen. Además, ¿qué hacemos con las rosas?
-Yo me encargo de las rosas —dice Rita recogiendo el ramo del suelo—. Llama a tus padres y diles que te quedas a comer en mi casa y que luego vamos a estudiar.
-Si les digo que me quedo en tu casa a estudiar, entonces sí que no se creerán nada.
-Tienes razón —señala la chica sacando la lengua—, mejor di que te quedas en casa de Lu a estudiar.
Lucía sonríe y acepta con la cabeza.
(TN) llama a sus padres. Su madre es la que coge el teléfono y, en principio, se niega a dar permiso a su hija, pero esta insiste una, dos, tres veces, hasta que finalmente consigue convencerla. La conversación termina con un "prometo que estudiaré mucho, llegaré temprano".
-¡Prueba superada! Ya podemos irnos... ¿Adonde me llevas a comer?
Las chicas se despiden de la pareja y se marchan. (TN) y Louis también desaparecen cogidos de la mano.
Es viernes por la tarde. El sol tibio de marzo acaricia las ramas los árboles que dibujan sombras sobre la ciudad. Un sol que ilumina a todos por igual, un sol que posa sus rayos en Liam, quien, sentado en la escalera, ha visto parte de la escena entre los dos enamorados. Está quieto, con los brazos cruzados sobre el vientre. Apenas puede pensar. Ni tan siquiera llorar. Es una estatua de hielo, con el corazón congelado. No puede ser verdad. Se niega a creer lo que ha visto. ¿Pero a quien engaña? Lo natural es que una chica como (TN) tenga novio. Se pone en pie y baja los escalones despacio, con las manos las en los bolsillos. Una piedra se cruza en su camino. Liam la ve y la golpea con el pie derecho contra una pared con todas sus fuerzas. La piedra rebota y él pierde de vista su trayector. Del hielo a la rabia; de la rabia a las lágrimas; de las lágrimas llanto. Y bajo el tibio sol de marzo, Liam también se aleja maldiciendo y llorando su desgraciada existencia.
harold'scat
Re: Canciones para (TN) |One Direction y tú|
hay que emocionnnnnn
no me dejes asiiiii
contiiiiiii
no me dejes asiiiii
contiiiiiii
alice_de_jonas_cullen
Re: Canciones para (TN) |One Direction y tú|
Ajaaja muchas gracias, guapa! :*alice_de_jonas_cullen escribió:hay que emocionnnnnn
no me dejes asiiiii
contiiiiiii
Ahora subo cap :(L):
harold'scat
Capítulo 7 (Canciones para (TN) |One Direction y tú|
Aquí os dejo el capítulo 7 :DD
Sobre la hora en la que (TN) y Louis se van a comer juntos, ese mismo día de marzo, en otro sitio de la ciudad.
”...En la vida aparecen personas de alguna parte que te marcan la existencia. Es un juego del destino que coloca en tu camino a gente que, por arte de magia, o sin ella, influyen en tu comportamiento y hasta te hacen cambiar tu forma de ser. Despliegan tal red sobre ti que quedas atrapado por su esencia, sea cual sea esta...”
Un joven guapo, de sonrisa perfecta, está sentado en un banco de madera de una calle casi desierta, escoltada a ambos lados por acacias y ailantos. Pero su gesto es serio, no sonríe.
Harry vuelve a leer el primer párrafo de aquel fino cuadernillo que sostiene en las manos mientras come sin demasiadas ganas un sándwich de pollo y lechuga. Lo ha corregido ya unas doscientas veces, pero nunca queda satisfecho. Ahora, sin embargo, no hay marcha atrás. Esos folios son su carta de presentación: el principio de un sueño.
Si el saxo es su desahogo, escribir es su pasión, la vocación de un joven de veintidós años que se intenta abrir camino en un mundo tan difícil como el literario.
¿Realmente sirve para aquello? ¿Tiene el talento suficiente?
De momento no lo sabe, esa es la verdad. Poca gente ha leído las decenas de páginas que tiene escondidas en su ordenador portátil: poesías, cuentos, ensayos, reflexiones...
Pero la empresa ahora es mayor. Tiene ante él el reto de escribir una novela. Tiene a los personajes ya perfilados. Julián, un periodista que quiere ganarse la vida como escritor, es el protagonista. Él es un poco como Julián, aunque deja que la ficción juegue en su relación con los personajes. Y luego está la chica de catorce años, para la que aún no ha decidido el nombre. Debe elegirlo pronto porque su aparición en la novela es inminente, podría llamarla...
Entonces Harry piensa en la chica que conoció en la cafetería ayer. Tampoco tiene nombre, como su personaje de catorce años. Quizá sea mejor no recordarla más.
Seguro que se rio de él. Ni tan siquiera apareció por su ordenador... ¿Pero por qué no puede apartarla de su cabeza?
Acompaña el último mordisco al sándwich con un trago de agua. Saca de su bolsillo un pañuelo de papel y de nuevo regresa mente la chica de ayer, su imagen bajo la mesa cuando él le ofreció un clínex. ¿Cómo se puede echar de menos a una persona la que no conoces?
Mira su reloj. Aún tiene un poco de tiempo antes de las clases. Hoy son antes que de costumbre. El señor Mendizábal le iba a hacer un gran favor.
Así que de nuevo se recrea en aquellos primeros trazos de “Tras la pared”: las primeras catorce páginas de lo que debería de ser su primera novela.
Ese mismo día, sobre esa misma hora, en otro lado de la ciudad.
Paco besa en la mejilla a su esposa. Acaba de llegar de otro día agotador de trabajo y aún le queda jornada de despacho por la tarde. Pero ahora no quiere pensar en ello, sólo le apetece una tranquila comida familiar y echar la siesta.
La pequeña Erica llega corriendo de alguna parte y se lanza a los brazos de su padre.
-Vamos a poner la mesa, princesa.
Padre e hija colocan cuatro cubiertos en la mesa, cuatro vasos y cuatro trozos de pan a cada lado de otras cuatro servilletas.
-No, poned solo para nosotros tres. (TN)no viene a comer.
Paco mira a Mercedes extrañado.
-¿Cómo que no viene a comer? ¿No está castigada? ¿Dónde se ha ido?
-Ha llamado y ha dicho que se queda en casa de Lucía. Van a estudiar luego juntas. Le he dicho que no, pero me ha insistido tanto que al final me he dado por vencida.
-¿Que van a estudiar? ¿Un viernes por la tarde?
-Ya lo sé, pero ¿qué querías que hiciera?
-Pues decirle que no, que está castigada y que, por lo tanto, tiene que estar en casa.
-Me ha conseguido convencer. Lo siento.
Paco suspira y se sienta en la mesa. La pequeña Erica imita a su padre y se coloca junto a él. La última en ocupar su lugar es Mercedes. Apenas hablan durante la comida, una de esas comidas donde sobran las palabras o quizá precisamente sean necesarias para zanjar temas pendientes. Sin embargo, la que rompe el silencio es la pequeña de la casa.
-Papi, ¿qué es tener “secso?
Su padre no puede creerse lo que ha oído y mira a su mujer con los ojos como platos.
-¿Cómo?
-Eso, que qué significa tener“ secso”.
-¿Tener sexo?
-Sí, eso, tener “sekso”
Los padres vuelven a mirarse entre sí, sin saber muy bien qué explicación darle a Erica. ¿No es un poco pronto para tener ese tipo de conversaciones con ella?
-Princesa, ¿dónde has oído tú eso? -interviene Mercedes, tratando de mostrar calma.
-Pues... -la niña juguetea con el tenedor y una croqueta que no le apetece nada comer—, el otro día oí que (TN) lo decía por teléfono. ¿Qué es?
Paco y Mercedes sienten al mismo tiempo una especie de escalofrío interior. ¿A estudiar a casa de Lucía? ¿Un viernes por la tarde? ¿La tardanza de anoche?
Ambos suspiran. ¿Y ahora qué?
-Por la cara que tenéis no debe de ser algo muy bueno -termina diciendo Erica ante el silencio de sus padres.
La niña se levanta de la mesa y corre a buscar el postre dejándose la croqueta en el plato.
harold'scat
Capítulo 8 (Canciones para (TN) |One Direction y tú|
Y... como el capítulo 7 es más o menos corto y estoy de buen humor... Aquí se presenta el capítulo 8! ¿Qué pasará con Louis y (TN)?
Ese mismo día de marzo.
La tarde continúa avanzando en la ciudad.
Louis y (TN) caminan lentamente por sus calles. Cogidos de la mano, con miradas y sonrisas cómplices. Solo hace unas horas que se conocen personalmente, casi un día, pero tienen la sensación de llevar juntos toda la vida.
Antes han compartido una pizza en un bonito restaurante italiano. Entran en una cafetería, donde ella pide un helado de vainilla y chocolate, y él un capuchino. Están sentados uno enfrente del otro. De vez en cuando unen sus manos.
Ella le invita a que pruebe su helado y, cuando tiene la cuchara cerca de su boca, la sube y le mancha la nariz. Resulta muy gracioso ver a alguien como Louis con la nariz cubierta de helado de vainilla y chocolate. Pero es la propia (TN) la que se levanta y, con una servilleta, arregla su travesura. Luego, un beso en los labios. Cariñoso. Dulce.
-¿Quién iba a pensar esto hace dos meses...? -comenta Louis observando cómo la chica se sienta de nuevo al otro lado de la mesa.
Hace dos meses el usuario "Lennon" y la usuaria "Minnie16" discutían acaloradamente en un foro de música sobre un tema que ni ellos mismos recordaban. La discusión terminó en una tregua, y la tregua terminó en risas. Y al cabo de dos días, las risas continuaron en el Messenger.
Enseguida se entendieron y comenzaron una extraña relación. Sí, se gustaban. Hablaban cada día. Horas. Sin embargo, por deseo de Louis, no intercambiaron ni fotos, ni teléfonos. A (TN) no le importaron tales condiciones. En algún momento tuvo sus dudas, pero lo que verdaderamente deseaba era hablar con él. Aquel periodista le gustaba cada vez más. Sentía como un cosquilleo siempre que aparecía conectado en su ordenador y aquella lucecita naranja se iluminaba.
¿Cómo es posible que te atraiga alguien que ni siquiera sabes cómo es?
-Me encantas, lo sabes, ¿verdad?
La chica se sonroja. Está acostumbrada a leer esa frase en su MSN, pero no a escucharla. Todo es sumamente extraño, pero al mismo tiempo embaucador.
Le brillan los ojos.
-Aún no me puedo creer todo esto -comenta (TN).
-Pues está pasando de verdad.
-Eso parece. O puede que estemos soñando y en algún momento uno de los dos despierte. Entonces el otro desaparecerá.
-El helado en mi nariz parecía real -bromea Louis.
Ella ríe. Le encanta su ingenio, su capacidad para decir lo apropiado en el momento justo. Maneja perfectamente los tiempos. Antes, cuando eran invisibles, pero también ahora, cuando lo tiene delante. Louis es sencillamente... encantador.
-Estoy muy feliz. ¡Tengo ganas de gritar!
El chico la mira. Es perfecta: lista, divertida, cariñosa... Ni siquiera se han planteado la diferencia de edad. Para muchos podría ser inapropiada la relación entre una estudiante de primero de Bachiller y un periodista de veintidós años. Sin embargo, a ellos jamás les ha preocupado eso. También a él le apetece gritar.
-¡Vayámonos! Quiero llevarte a un sitio...
-¿Está muy lejos?
-No, aquí cerca.
Pagan y salen de la cafetería tras darse un nuevo beso cariñoso en los labios.
Caminan durante quince minutos hasta llegar a la puerta de Cristal de un edificio de gran fachada. (TN) lee en un cartel "La Casa del Relax".
-Esto no será...
Louis la observa divertido y se ríe al entender por dónde van los pensamientos de (TN).
-No, amor. No es ese tipo de relax...
(TN) suspira y de la mano entran en La Casa del Relax.
Una alfombra blanca conduce a la pareja hasta una especie de recepción, como si se tratase de un hotel. Allí, una chica morena con una bata blanca anota algo en unas fichas.
(TN) mira a su alrededor y se da cuenta de que prácticamente todo lo que compone aquel lugar es blanco, negro o de los dos colores mezclados entre sí. A ambos lados de la sala, dos pequeñas fuentes ponen el sonido ambiente. Solo se oyen los chorros de agua. Nada más.
Un personaje bajito, vestido con un uniforme blanco, aparece de improviso y se acerca a ellos. Tiene el pelo blanquecino despeinado y un bigote cano cubre parte de su rostro.
-Hola, Louis, ¡qué sorpresa! Cuánto tiempo sin vernos... —saluda amigable y efusivamente aquel hombrecillo.
-Buenas tardes, profesor Cornelio. Me alegro de volver a verle. Está usted tan joven como siempre -responde con una sonrisa el muchacho mientras aprietan sus manos-. Le presento a (TN), una buena amiga mía.
La chica estrecha también la mano de aquel particular hombre que la mira de arriba abajo sonriendo.
¿"Buena amiga"? Sí, quizá de momento solo puedan definirse así.
Louis y el profesor Cornelio intercambian unas palabras de cortesía, preguntan por sus respectivas familias y se cuentan alguna que otra anécdota del pasado. Hace bastante que se conocen, desde que Louis estaba en el instituto y eran maestro y alumno. Charlan durante tres o cuatro minutos.
-Bueno, Louis, imagino que habréis venido a algo más que a hacerle una visita a este viejo profesor.
-Claro. Nos gustaría entrar en una sala acorchada y que nos diera dos pases para la climatizada B.
(TN) no puede evitar poner cara de extrañeza ante las palabras de Louis. ¿"Sala acorchada"? ¿"Climatizada B"? Pero ¿dónde la había metido?
-Perfecto. Enseguida Manuela os toma nota -dice señalando la chica morena de recepción-. Bueno, me alegro de verte amigo. Y a ti de conocerte. Espero que disfrutéis de todo.
El profesor Cornelio guiña un ojo a su ex alumno y vuelve a darles la mano. A continuación, se introduce por un estrecho pasillo hasta desaparecer unos metros más adelante por otro. Louis se acerca hasta Manuela y le indica lo que quiere. La joven morena le entrega una llave con un número y dos tarjetas de plástico.
-Vamos. Está al final de ese pasillo -señala el joven poniendo su mano sobre el hombro de (TN).
-Me tienes intrigada. No sé de qué va todo esto.
-No te preocupes, ahora mismo lo sabrás.
La pareja camina hasta llegar a una puerta negra. Louis pulsa un botón y, segundos más tarde, aparece un hombre de mediana edad con una bata blanca, semejante a la que lleva la chica de la recepción. El periodista le muestra la llave y les deja pasar.
(TN) y Louis entran en un salón de forma circular, inmenso, en el que todo es blanco y negro. La chica contempla hasta diez puertas cerradas de diez habitaciones, con sus respectivos números, que dan a aquella sala. Nunca había visto nada así.
-La suya es aquella, la número siete -indica el hombre de la bata blanca.
Louis le da las gracias y conduce de la mano a (TN) hasta puerta de la habitación número siete. Pero la joven duda por un momento. ¿En qué sitio se encuentra? ¿Para qué van a entrar en aquella habitación? ¿Cuáles son las intenciones de Louis? Por su cabeza pasa en dos segundos toda clase de pensamientos. ¿Pretendía acostarse con ella en aquel extraño hotel? Habían hablado de sexo en sus largas conversaciones en el ordenador, pero nunca se lo habían planteado. Bueno, ella sí se lo había planteado, pero no de manera "oficial". Le gustaría que él fuese el primero, pero ¿ahora?
La chica empieza a ponerse nerviosa y, cuando Louis abre la puerta, se queda inmóvil, como petrificada, sin poder dar un paso más.
-¿Estás bien?-pregunta el chico, que se ha dado cuenta de que algo pasa.
-Bueno, yo...
-¿Qué te pasa, amor? ¿Te ha sentado mal la comida?
-No, no es eso -dice (TN), agachando la cabeza. ¿Cómo le cuenta que quiere hacerlo con él, pero que no es el momento adecuado?—. Verás..., quizá no esté preparada... No estoy segura de que..., aquí...
Louis la mira y empieza a comprender lo que le pasa. Está nerviosa. Tartamudea.
-No te preocupes, amor, he traído condones -termina diciendo con una gran sonrisa en la boca.
(TN) entonces siente como si le diera una corriente eléctrica por todo el cuerpo.
¡Preservativos!
-Pero yo... No es que no quiera hacerlo contigo..., pero es que...
(TN) no sabe qué decir. Inseguridad. Normalmente no duda. Temor. Normalmente no tiene miedo a nada. Presión. Normalmente controla todo lo que pasa a su alrededor. Es una chica de dieciséis años, casi diecisiete, pero sobradamente preparada. Como en aquel anuncio: una JASP. Sin embargo, ahora se siente la persona más pequeñita del mundo. Le sobrepasa la situación.
-Confía en mí. Todo irá bien.
A la joven le tiemblan las piernas; de la mano de Louis, entra en la habitación número siete.
Sin embargo, el interior de aquel cuarto no es lo que esperaba. Está vacío casi por completo ¿Y la cama? No pretenderá que lo hagan en el suelo... O en ese sillón negro. Parece cómodo, pero para una primera vez...
Lo que más llama la atención de (TN) es el silencio que hay en aquel sitio. Un silencio fuera de lo normal. Casi puede oír sus propios pensamientos.
-Es muy... romántico -eso es todo lo que consigue decir. Louis entonces empieza a reír sin poder contenerse.
-Amor, no te he traído a este sitio para que hagamos nada de lo que estás pensando. Hace un rato me has dicho que te apetecía gritar, ¿verdad?
-Sí.
-Pues eso es lo que vas a hacer: ¡gritar!
-¿Cómo? No te entiendo...
-Esta es una "habitación del grito". O también llamada "sala acorchada". Está recubierta de una serie de paneles para que el sonido ni entre ni salga de este recinto.
Ahora entiende aquel silencio tan sepulcral.
-¿Quieres decir que estas habitaciones están construidas solo para que la gente se desahogue gritando?
-Así es. Es una idea del profesor Cornelio. Hay días en el que el estrés nos supera y nos apetece gritar como locos, pero no podemos. En plena ciudad, no se puede gritar así como así.
Es cierto. (TN) piensa en lo que Louis le dice. Si gritas en plena ciudad, te pueden tachar de loco o puedes alarmar a alguien.
Y sí, tiene ganas de gritar. Antes de felicidad. Ahora de alivio. Quiere soltar la tensión acumulada en esos minutos en los que sentía que perdía el control de la situación.
Por otra parte se siente ridícula. ¿Cómo ha podido pensar que Louis la llevaría allí para acostarse con ella, sabiendo él que iba a ser su primera vez? Sí, definitivamente tiene muchas ganas de gritar.
-Entonces... ¿puedo gritar?
-Sí. Espera.
Louis la besa en la frente. Luego se aleja hasta el otro extremo de la habitación.
-¿Preparado?
-Sí, ¡grita! -le dice el joven, mientras se pone las manos en los oídos.
(TN) respira hondo, cierra los ojos, aprieta los puños y grita lo más fuerte que puede. No piensa en nada mientras lo hace, solo se libera. Es un grito de alegría, de felicidad, de pasión, de nervios, de ilusiones.
Louis la observa. Sabe exactamente lo que está sintiendo. Él lo ha experimentado en varias ocasiones. Está soltando todo lo que lleva en su interior: adrenalina pura.
Quince segundos más tarde vuelve el silencio a la habitación del grito número siete. La joven jadea. Respira con dificultad tras el esfuerzo. Ha sido solo un momento, pero le ha parecido toda una vida. Aún cree oír su propia voz dentro de la cabeza. Se encuentra bien, incluso más ligera, como si hubiese perdido algún kilo.
-¡Ha sido bestial! ¡Qué sensación!
Louis se acerca y la abraza rodeándola por detrás. Luego se besan.
-Vamos, aún nos queda la segunda parte de la terapia.
-¿Tú no gritas?
-Yo, con verte a ti hacerlo, ya me he liberado.
Salen de la sala acorchada y se despiden del hombre de la bata blanca, entregándole la llave de la habitación.
-Imagino que debajo de la ropa no traerás un bikini o un bañador, ¿verdad?-dice Louis mientras caminan.
-Claro, es lo más normal para ir al instituto. -ironiza la chica-. ¿Para qué quieres saberlo? ¿Es que tienes curiosidad por mi ropa interior o es que nos vamos a dar un baño?
-Las dos cosas -responde riéndose.
-Pues de la primera..., ¡te vas a quedar con las ganas!
-Seguro que no pensabas lo mismo hace un rato cuando tartamudeabas.
(TN) le suelta la mano y le golpea en un hombro con el puño cerrado, pero sin fuerza.
-Capullo...
Y entre bromas llegan a un lugar al que Louis antes había nominado como "Climatizada B". Una puerta de cristal separa a la pareja de una enorme piscina. No hay nadie en ella. Una mujer regordeta con bata blanca y que examina con atención una revista de crucigramas se encuentra sentada en la entrada.
Al verlos llegar deja a un lado su pasatiempo y esboza la mejor de sus sonrisas.
-Bienvenidos. ¿Me pueden dar sus tarjetas, por favor?
Louis le entrega las dos tarjetas de plástico que antes le habían dado en recepción. La mujer las pasa por una máquina lectora y las coloca en un fichero
.
-¿Han traído ropa de baño?
-No. Ni toallas -señala apresuradamente el joven.
La mujer no abandona en ningún momento su agradable expresión. Anota algo en una libreta y se incorpora de su asiento. A continuación, abre la puerta de cristal.
-Síganme, por favor.
(TN) y Louis caminan detrás de la señora de los crucigramas. Los tres entran en aquella sala que prácticamente ocupa en su totalidad la enorme piscina. (TN) entonces puede observar que no es una piscina cualquiera. A un lado y a otro llegan suavemente pequeñas olas que se forman desde el centro. Su simple visión ya transmite tranquilidad.
Una chica rubia de pelo rizado y con bata blanca acude a la llegada del trío.
-Silvia, facilita al señor ropa de baño y toallas para los dos -ordena la mujer en cuanto la chica rubia llega hasta ellos-. Usted acompáñeme, por favor -dice dirigiéndose a (TN).
La chica le hace caso y ambas entran por una puerta al final de la estancia. Louis las ve alejarse y se queda solo con el leve ruido de las olitas como única compañía.
Silvia llega con un bañador de color azul marino y dos toallas blancas.
-Creo que este le estará bien. Allí está el vestuario para hombres donde puede cambiarse —explica la joven rubia de pelo rizado señalando la puerta de al lado por la que (TN) y la mujer regordeta han entrado.
El joven periodista da las gracias a Silvia y se introduce en el vestuario masculino. Primero se quita la chaqueta y la camiseta, dejando libre su torso pulido y suave, y su vientre plano. Luego, el resto. Se desnuda completamente. Está bastante moreno pese a que hace tiempo que no toma el sol. Se pone el bañador azul y se mira en un espejo. Le llega hasta casi las rodillas. Hace un par de estiramientos a un lado y a otro para comprobar la elasticidad de la prenda. Sí, se siente cómodo con él. Guarda su ropa en una taquilla y sale de nuevo.
(TN) aún no está y él no quiere entrar en la piscina sin ella. Mientras llega piensa en todo lo que le está pasando, en estas maravillosas horas junto a ella. Ni un día y, sin embargo, esa sensación de que llevan juntos toda la vida... Cree que existe esa química entre ellos por todas las horas que se han pasado hablando en el ordenador. No se veían, no se escuchaban, y sin embargo estaban conectados por algo inexplicable. Él le había contado cosas a ella que jamás había contado a nadie. Ella, igual. ¿Podía ser (TN) la chica de su vida?
Pero Louis enseguida se olvida de todo lo que está pensando. Ahí está ella.
Camina hacia él descalza. Se ha cogido una coleta alta. Viene sonriendo. Su cuerpo solo está cubierto por un bikini negro. La parte de arriba esconde la juventud perfecta de una chica de dieciséis años. La parte de abajo deja sin respiración al más sereno de los mortales. Louis traga saliva e intenta recobrar la compostura.
—Me han dado un gorro para que no se me moje el pelo, pero prefiero no ponérmelo. Odio tener la cabeza enlatada... —dice al llegar. (TN) se da cuenta entonces de que Louis la observa como quizá no lo había hecho hasta ahora. Incluso se pone algo colorada—. ¿¿Qué miras??
-A ti. ¡Estás increíble!
La joven suelta una sonrisilla nerviosa y se pone aún más roja.
-Gracias. Tú también lo estás.
El juego de miradas continúa un instante. Ya ha habido besos, caricias, roces. Pero es la primera vez que ambos notan que una llama distinta se ha encendido.
-¿Entramos? -pregunta por fin Louis.
-Claro.
Cogidos de la mano, la pareja entra en la piscina. El agua está tibia. Ambos sienten cómo las pequeñas olas chocan dulcemente contra sus piernas produciéndoles cierto cosquilleo. El agua, las olas, la compañía.
Avanzan hacia uno de los extremos y se sientan en un escalón, uno al lado del otro. Estiran las piernas, rozándose. Están más cerca que nunca, en ese mar templado de tranquilidad, con el leve ruido de las olitas.
-Esto es perfecto -dice (TN), que ha puesto su cabeza sobre el hombro de Louis.
-Sí, es por las sales que le ponen al agua. Cada ola que tropieza con tu piel te abre los poros y penetra haciendo que tu cuerpo entre en un estado de relax.
-Lo decía por la compañía...
-Ah, yo no me puedo quejar tampoco -responde mientras la abraza sintiendo la desnudez de parte de su cuerpo.
-¿Vienes aquí a menudo? Te veo muy puesto.
-Cuando estaba en la Facultad venía de vez en cuando para relajarme. El profesor es un viejo amigo.
-¿Y has traído aquí a todas tus novias?
-¿"Mis novias"...? Así que somos novios... —deduce Louis acariciándole el pelo.
(TN) se da entonces cuenta de lo que ha dicho instintivamente. Sin querer. ¿Son novios?
-Sí, lo somos.
Sin más, deja caer todo su cuerpo debajo del agua. Louis la imita y se encuentra con ella. Al igual que las olas desaparecen al llegar a cada lado de la piscina, así desaparecen también Louis y (TN) de la superficie unos segundos para unir sus labios bajo aquel mar de paz y tranquilidad.
Pero en el amor, por motivos que se escapan a la razón, no todo es paz y tranquilidad.
harold'scat
Re: Canciones para (TN) |One Direction y tú|
hay dios
me emocione
jaja
contiiiiii
me emocione
jaja
contiiiiii
alice_de_jonas_cullen
Re: Canciones para (TN) |One Direction y tú|
Te informo que tu novela carece de la ficha reglamentaria. Pasa por las reglas y edita el primer mensaje o correrás el riesgo de que borremos tu historia sin aviso previo. Posees un plazo de 48 horas para cambiar lo requerido.
Only WN's Staff.
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Invitado
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Capítulo 9 (Canciones para (TN) |One Direction y tú|
Y aquí tenéis el capítulo 9! ¿Cómo se sentirá Liam? ;)
Ese mismo día de marzo.
El amor no correspondido es el mejor amigo de la soledad.
Liam quiere estar solo. Lleva encerrado en su habitación desde que llegó del instituto. No ha comido fingiendo que le dolía el estómago, aunque lo que realmente le duele es el alma.
Está tumbado sobre la cama. No sabe ya en qué postura ponerse porque en todas está incómodo. También intenta dormir. Imposible. ¿Cuánto le durará esto? ¿Es proporcional el tiempo que llevas enamorado de alguien al tiempo que dura el dolor del desamor? Si es así, lo suyo va para largo.
¡Qué cruel es el destino a veces...! Justo el día en el que pensaba contarle a (TN) lo que sentía por ella, se entera de que tiene novio.
Primero, esas rosas rojas. Luego, el beso a aquel desconocido, un tipo alto, guapo, con cuerpazo. Perfecto para (TN).
Pero es lógico que una chica como ella tenga pareja. Lo extraño sería que no fuera así o qué estuviera con alguien como él. Sí, ahora más que nunca se siente inferior, muy inferior. No tiene a nadie a su lado. Quizá porque, a la única persona que quiere a su lado, jamás la conseguirá.
Ese sentimiento le hace derramar nuevas lágrimas. Hace ya un rato que no llora, pero, de nuevo, no puede evitarlo. Y en un momento los ojos se le encharcan.
-Eres gilipollas -dice en voz alta mientras se levanta en busca de un pañuelo de papel.
El paquete de clínex está junto al ordenador. ¿Música? Sí. Quiere oír algo que le ayude. Antes lo ha intentado con Maná, pero ha sido peor el remedio que la enfermedad. Todas sus canciones le recuerdan a ella: cada letra, cada acorde. Finalmente, se da por vencido y deja de escuchar a su banda preferida. Esperaba que esto fuera un mal transitorio. Compartir grupo favorito con la chica que te acaba de romper el corazón implica que, además de perderla a ella, pierdes las canciones que te la recuerdan.
Busca en el archivo de música. Canciones en inglés. Christina Aguilera. Beautiful. Play.
Every day is so wonderful
and suddenly, it's hard to breathe.
Now and then, I get insecure...
"Cada día es tan maravilloso. Y de repente, es duro respirar. Ahora y entonces, me siento inseguro...".
El chico vuelve a la cama. Se acuesta de lado con las manos juntas pegadas a la cabeza. Un nuevo pinchazo le atraviesa, el pinchazo de la angustia.
Suena la puerta y Liam rápidamente se seca las lágrimas que le quedan en la manga de la camiseta. Con desgana se sienta en la cama.
-Pasa.
Su hermana, vestida de viernes por la tarde, entra en la habitación. Lleva una minifalda cortísima, unas botas que le llegan casi a las rodillas y demasiado escote.
-Me voy a dar una vuelta...-Miriam se da cuenta de que su hermano tiene los ojos enrojecidos. Además, esa canción...-. ¿Estás bien? Tienes los ojos rojos, ¿has llorado?
-No, será que me acabo de despertar.
-Será eso -dice la chica no muy convencida-. Si te pasa algo, puedes contármelo, ¿eh?
-No me pasa nada, no te preocupes.
Se observan en silencio hasta que ella vuelve a hablar.
-Bueno, no insisto. Me voy con mis amigas... -Miriam se queda por un momento pensativa. Quiere decir algo para animarlo-. ¿Sabes que una de ellas dice que estás muy bueno?
¿Una de sus amigas? ¿(TN)?
-¿Quién dice eso? -pregunta tratando de mostrar calma, pero ansioso de saber la respuesta.
-Rita. Dice que no estás nada mal.
Decepción.
-A Rita, hasta Bugs Bunny le parece que está bueno.
Miriam ríe ante el comentario de su hermano aunque, en realidad, lleva razón.
-Bueno, pequeño, me voy. Por cierto, ¿cómo llevas Matemáticas? Creo que eres de los pocos de la clase que se entera de algo...
-Porque el resto pasáis de todo.
La chica vuelve a reír.
-Puede ser. Ya me echarás una mano... Bueno, ahora sí que me voy con estas. ¡Y escucha algo más alegre, hombre, que es viernes por la tarde! Seguro que cuando me vaya te dedicas a resolver derivadas. Las Matemáticas parecen tu novia...
Miriam se despide con un besito imaginario y cierra la puerta.
¡Qué hermana tan divertida! ¿Derivadas? ¿Matemáticas? ¿A quién le importa todo eso cuando acaba de sufrir el mayor palo de su vida?
-Las Matemáticas son una mierda. Todo es una mierda.
Pero pronto Liam se iba a arrepentir de haber insultado a sus "queridas" Matemáticas
harold'scat
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