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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
all i see is gold {harry styles} one shot.
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
Página 1 de 1. • Comparte
all i see is gold {harry styles} one shot.
• Titulo: All I See Is Gold.
• Autor: Worldwide with you♡. Es decir, yo.
• Adaptación: No, originalmente mía.
• Género: Drama y Romance.
• Contenido: Drama y Romance.
• Advertencias: Ninguna, de todas maneras se avisará con antelación.
• Otras páginas: No, solo aquí.
• Autor: Worldwide with you♡. Es decir, yo.
• Adaptación: No, originalmente mía.
• Género: Drama y Romance.
• Contenido: Drama y Romance.
• Advertencias: Ninguna, de todas maneras se avisará con antelación.
• Otras páginas: No, solo aquí.
Dejándose llevar por la humillación, con el corazón en un puño, destrozada y humillada, corrió tanto como sus inútiles piernas le permitían por los amplios pasillos de la preparatoria Rosewilde. Las risas ofensivas de los estudiantes de ese instituto resonaban con potencia en su cabeza, la réplica exacta de lo que estaba presenciando. Su pecho se consumía por el fuego de la vergüenza lentamente, destruyendo todo rastro de fuerza que hasta a ese entonces conservaba. Ya todas sus fortalezas se desvanecieron en cuanto comprendió la verdad oculta detrás de las palabras hirientes que le había escupido aquella rubia, sin piedad, sin percatarse de que ella podía sentir, de que ella era un ser humano inmunizado por la pena.
“—Eres una sucia puta. Después de todo es verdad lo que comentan... Te violó tu propio novio, ¿no es cierto? —lanzó una mirada envenenada a la chica que tenía la vista clavada en el suelo, gimoteando en silencio, sin atreverse a articular palabra alguna—. Según Luke, lo disfrutaste mucho, al fin y al cabo, ya todos sabíamos que te vendías fácilmente por un par de centavos.”
Cada palabra que pronunció Tess, las recordaba con tal exactitud y eso era lo que le atemorizaba más. La verdad escrita en una oración de desprecio, rompiendo cada fibra de su ser, acabando poco a poco con su uso de la razón.
El rostro angelical de su ex novio se mostraba petulante y al evidenciar, orgulloso de la desgracia que ahora se recargaba con presión en Deby. Su expresión se había grabado en su cabeza, atormentándola al recordar de inmediato como la noche anterior la había tomado como una mártir sexual, sin remordimientos, ni rastros de culpa.
Se golpeó la cabeza con la mano tratando de despejar los recuerdos que se aproximaban a ella. No era un suceso digno se recordar.
¿Es que nunca se acabaría?
Consideró rápidamente en las posibilidades de suicidarse sin más, pero su cerebro no permitía encajar con dicho anhelo. ¿De cuántas maneras se puede romper un corazón y aun así esperar que siga latiendo? Daños irreversibles tatuados a flor de piel, abrumándola al instante. Sus ojos picaban por la ansiedad que la carcomía y su respiración se hizo regular, como si estuviese sumida en algún tipo de sueño, solo que eso no era un sueño, era la más vivida y terrible de sus pesadillas.
De pronto, su frágil cuerpo chocó con lo que pareció una pared por su solidez, pero al levantar se topó con unos ojos color esmeralda intenso, apagados y sin un atisbo de alegría, pero aun así no dejaron de ser dulces, incluso para la vista dañada por las lágrimas de Deby. El verdor de sus ojos parecía haberse derretido en sus pupilas, dejando un gran vacío imposible de no notar.
Aquel chico de ojos bonitos pareció despegar los labios para decir algo, pero la cerró de golpe al contemplar como lagrimas se deslizaban por su mejilla y caían sin rumbo al comienzo de su vestido.
Sin una sola palabra, ni un gesto o tal vez alguna señal de perplejidad bastó para contener un impulso que se abrió paso en el chico, reacomodando sus prioridades en una sola dirección: verla sonreír. Los fuertes brazos de Harry se cerraron con suavidad entorno al cuerpo de la chica, quien sollozaba, manchando su chaqueta de cuero con lágrimas; mas ese pequeño detalle no lo importo en lo más mínimo.
Se preguntó cuál sería la razón de su tristeza, mas optó por no abrir la boca.
Tras largos minutos, bajo la salpicadura de las gotas chocar contra sus cuerpos de una noche lluviosa en Londres, Deby se zafó torpemente de los brazos del chico cuya identidad desconocía. El rizado, observando como el dolor de Deby no cesaba en lo absoluto, decidió tomar su mano con suavidad para evitar que diera un paso más.
—Ven conmigo, estarás a salvo —su voz sublimaba seguridad; como si no tuviese ánimos de ver como la destruían más.
Los ojos que la habían cautivado en el silencio, emitían suplica.
No la conocía, no sabía su nombre, no estaba al tanto de su situación en forma completa, pero de lo que si estaba consciente era del dolor que abría una brecha en el pecho de ella, a tal punto de que jadeaba sutilmente en busca de aire. No, por ninguna razón la dejaría ir; se negaba a hacerse la idea de no observar nunca más sus bellos ojos cafés.
Sin tomar en cuenta las posibles consecuencias de irse con un completo extraño a altas horas de lo que ya era la noche, se adentró junto a él por las frías calles de Londres mientras era sostenida por la cintura a fin de evitar que resbalara.
Los ojos de Deby se encontraban perdidos, con la vista concentrada en el perfil de Harry bajo la tenue luz de la noche, pero sin ver nada, aparentemente. No sabía con exactitud lo que se desataría después de ese minuto, pero tampoco despertaba su curiosidad.
Para Harry no le fue de mucho esfuerzo levantarla con sus brazos, colocarla en el asiento de copiloto del auto y amarrar el cinturón de seguridad a su pecho.
Condujo con casi toda su atención centrada en ella, pero también en la carretera. Un accidente no sería oportuno.
Deby permanecía inmóvil en su asiento, observando el limpiaparabrisas con inexpresión y vacío.
Con pasos lentos y aminorados, por fin llegaron a la recepción del apartamento de Harry. Era extravagante y elegante al mismo tiempo, y de hecho, no era de su gusto en particular. La empresa con la que se encontraba trabajando le había asignado ese edificio, era parte del paquete de bonificación.
En una oración que Deby no logró descifrar del todo, el chico lanzó palabras rápidas que le parecieron precisas a la recepcionista canosa y de sonrisa amable.
El ascensor funcionaba de maravilla y para su mala suerte, la rapidez venia incluida en el paquete, atributo que solo sirvió para que el estómago de Deby se revolviera y las náuseas se incrementaran.
En un vaivén de emociones de las que no fue consciente, a las que todas catalogo como “irracionales e innecesarias”, se adentraron en el apartamento de Harry y un fuerte olor a vainilla y canela inundo su olfato con frescura.
Harry la dirigió con la mano puesta en su cintura aún hacia el sofá de la estancia principal.
Deby, en un reflejo involuntario se sentó y abrazo sus piernas a sí misma.
Él la examinó por unos segundos que le parecieron injustos para describir cuan belleza se encontraba en frente de sus ojos. Sus facciones de ángel lo dejaron estupefacto, tenía los labios entreabiertos y sonrosados, sus mejillas ligeramente teñidas de un color rosa, la nariz pequeña y roja, y por ultimo sus ojos hinchados, pero no menos maravillosos.
Deby arrugo la nariz al sentirse prisionera de la perspicaz mirada de Harry, gesto que le pareció adorable y confirmo que, Dios, era perfecta.
Seguidamente, recordó que debía preparar la cena, aunque sea solo para ofrecer algo de comer a la chica cuya identidad omitía. Debía comer algo, estaba pálida y por la sucesión de color de su piel, era extraño en su tez. Crecieron sus expectativas y su preocupación se fue en aumento, consideró la certeza de un posible estado trance.
Sacudió la cabeza y se dio la media vuelta. ¿Cómo es que había llegado a esto? Llevándose por el lado coherente, eso era algo absurdo. Una desconocida –muy hermosa, por cierto–, se encontraba sentada en el sofá de su casa por una petición que debido a su estado de agobio no pudo rechazar. No era amor a primera vista, y las razones de esa persuasión eran más que evidentes, era más bien un sentimiento de proteger a una damisela en apuros, como se le determinaría a la situación en otra circunstancia diferente. Estaba como que bloqueado, sin capacidad para pensar con el lado más fiable y el que utilizaba la mayor parte del tiempo; estaba casi seguro de que si hubiese sido Evelyn, la rubia coqueta con la que compartía «visitas casuales» con la que se hubiese topado, la habría dejado ahí, evidenciando lo patán y ególatra que era, pero por alguna razón en específico, este caso fue diferente y apremiante.
Depositó su chaqueta en el perchero y se dispuso a cocinar su lasaña especial, su tiempo de cocción era corto y quizás le gustaría.
Deby, por su parte, estaba aturdida y confundida, tratando de asimilar lo sucedido. Los recuerdos que se incrementaron en su subconsciente pasaron como flashes que la cegaban.
En primera, estaba en el hogar de un extraño –al menos para ella–, sentada en su estancia mientras el desapareció de su vista antes de un parpadeo. Segundo, la pregunta más importante de la cual ignoraba la respuesta era: ¿Por qué él había hecho todo eso por ella? Tomarse la cortesía de llevarla a su casa, estar ahí cuando necesitó saber que le interesaba a alguien, ofrecer una de las sonrisas más maravillosa que haya visto, pero sobre todo y lo que más le extrañó, fue que en ningún momento fue despectivo con ella o trató de humillarla cuando tuvo la oportunidad, en vez de eso, relleno los silencios sepulcrales con miradas de atención y ternura, razón por la cual la incomodidad no formo parte de su conversación silenciosa. Todavía podía recordar sus intensos ojos verdes clavados en cualquier intento de movimiento, su olor a menta combinado con una fragancia amarga, pero tan exquisita al mismo tiempo. Casi saboreo la comodidad y seguridad que la invadía en cuanto su abrazo sirvió para que solo llorara más y no por los recuerdos de su día, sino porque era un sueño maravilloso, del que no quería despertar nunca. De pronto, su pesadilla se tornó mágica, un sueño.
Es decir, a parte de todo el sueño experimentado, la habían degradado a tal punto de hacerla sentir una basura y, ¿Qué tiene de especial una basura?
Mordió su labio inferior y este empezó a sangrar por la presión de sus dientes.
Seguía en blanco, sin obtener respuesta racional a sus interrogantes.
Concluyó que fuera cual fuera la razón de este chico, estaba más que contenta por ello y estaría dispuesta a disfrutar de su sueño. Después de todo, toparse de frente con la realidad sería el paso más difícil.
Se levantó del sofá con pasos tímidos y lentos, como si esperase lo peor. Una fragancia a carne guisada y algún tipo de salsa especial, inundó sus fosas nasales, deleitándola al instante.
Asomó su cabeza por la ranura de la puerta y observó con admiración como el chico de los ojos bonitos se movía de un lado a otro, secaba su frente y se limpiaba las manos con el delantal.
Harry se percató de su presencia y le hizo señas con la mano para que entrara.
Deby obedeció y miró con peculiaridad la cocina del joven.
—¿Te gusta? La verdad es que la moda no se me da bien y pues, tuve algo de ayuda —sonrió amable y alzó los hombros.
—¿Cuál es su nombre? —preguntó de repente Deby, mirándolo con curiosidad.
Paredes de linóleo blanquecinas y lustradas, mesón de granito negro metálico, cuadros que a juzgar por su pinta, sobrepasaban los veinte y pico millones de dólares, también un jarrón de vidrio con rosas blancas y alguna que otra roja, añadiéndole un toque diferente, masculino y moderno.
—Mi nombre es Harry Styles y tutéame, por favor —vertió la salsa roja y brillante arriba de la pasta que contenía la carne y finalmente, roció con parmesano, listo para gratinar.
Al ver como Deby se quedaba sin habla, Harry dispuso proseguir:
—Eres una joven muy hermosa, debes saberlo —carcajeó con nerviosismo apenas notorio—. ¿Cuál es el tuyo?
¿Revelar información a un extraño? Ah, que más da.
—Me llamo Déborah Rossel y… ya me voy —musitó intimidada ante la belleza de un ser tan estupendo.
Tanteó su móvil en el bolsillo delantero de su vestido para llamar a una línea de taxi.
—¿No te quedarás para la cena? —inquirió en un hilo de voz angustiado.
—De ninguna manera, ¿Y si eres un pedófilo violador buscado por todo el país?
Harry soltó una carcajada frustrante pero divertida, no culpaba a la chica por predecir tal situación.
—Deberías dejar de ver películas en Investigacion Discovery, Deby. No soy pedófilo, ni nada por el estilo solo soy un chico de diecinueve años con un trabajo en un bufete de abogados, una vida de locuras y una casa muy elegante para mi gusto, ¿A caso no lo ves?
—¿Deby? —preguntó extrañada.
Nadie la había llamado así durante años.
Sus pies se plantaron como macetas en la cerámica blanca del piso, y por alguna razón, estar en presencia de Styles era sobrecogedoramente cómodo.
—Nuevo sobrenombre inventado, además te queda muy bien —guiñó un ojo en dirección a Deby.
—¿Así que vives la vida loca? —inquirió levantando una ceja.
Su ánimo iba en ascenso, considerando la gran herida que debía enfrentar cuando despertara de su mágico sueño.
Un sueño para ella y la realidad más fascinante para Harry.
—Prácticamente. Mis padres no son de la ciudad y puedo hacer lo que me dé la gana sin que nadie me llame la atención, después de todo, se vive una sola vez, ¿No? —tomó la bandeja con la lasaña y la metió en el horno eléctrico.
Deby frunció el ceño.
—Todo tiene un límite, ¿A que sí? Algún día te toparás de frente con la realidad y el golpe que te darás no será muy reconfortante.
—Tentador, pero me temo que pensamos totalmente diferente. ¿Cuántas veces eres joven? —alzó las cejas, excusando sus errores de adolescente.
—Al demonio con ser joven, eso implica muchas caídas fuertes y levantadas débiles —el giro de la conversación se tornó inesperado e hiriente.
—Todas esas caídas se superan y por alguna razón, te hacen más fuerte.
—¿Para qué ser fuerte si siempre existirá un límite? Todos poseemos ese punto débil que tarde o temprano, se quiebra —replicó con dureza.
Harry se quitó el delantal de cocina blanco y lo dejó sobre el mesón. Se acercó a Deby y tomó sus mejillas entre sus manos con delicadeza.
Deby se estremeció y trató de alejarse del contacto, pero sus fuertes manos se lo impidieron.
—No sé quién te hizo daño, ni la razón de tu agobio, pero debes creerme cuando te digo que mataré con mis propias manos si es necesario al que te lastimó. Una joven tan hermosa y valiente como tú, Deby, nunca debería ser lastimada. Recuerda que no tienes porqué conceder el poder a los demás para destruirte. Confío en ti, sé que puedes soportar esto y mucho más, con mi ayuda, siempre. Ten por seguro que nunca te dejaré, por nada del mundo.
Soltó sus mejillas y presionó sus labios sobre la frente de ella.
Lagrimas se deslizaron por la mejilla de Deby, dando paso a un sentimiento del que no fue del todo sensata en cuanto contempló a Harry por primera vez, un sentimiento que sobrepasaba los términos establecidos por la lógica que ella ejercía, un sentimiento del que estaba segura que era el pase seguro a su felicidad, pero también a su destrucción futura.
—¿Por qué haces todo esto? —farfullo con lágrimas incesantes, las cuales fueron casi imposibles de detener.
—No sé la razón en concreto, pero, ¿Sabes algo, Deby? Jamás en toda mi vida he sentido algo parecido a esto, es como si la razón de mi universo fuera transformada en algo muy diferente, algo especial, algo autentico y fascinante, y ese algo, eres tú —sonrió con tristeza ante la declaración sorpresiva que salió de sus labios y tomo la mano de Deby para colocarla en su pecho, justo en su corazón, que palpitaba desenfrenadamente—. ¿Puedes oírlo? Es increíble, la verdad, como una persona puede cambiar tu orbita cotidiana en sólo una tarde, pero me pasa y la certeza de esto es cien por ciento segura.
—No-no puedes hacerme esto, ¡Mírame, Harry! ¡Mírame de una maldita vez!
A pesar del tono brusco de su tono voz, Harry la abrazo con más fuerza de la necesaria. Sus cuerpos encajaron a la perfección, como si estuviesen destinados a articularse entre sí.
—Todo lo que veo es oro, cielo —murmuró en una nota dulce y silenciosa.
—¡A que no me alcanzas, Harry! —gritó Deby emprendiendo una carrera en medio del césped de la espaciosa casa Styles.
Cuatro años fueron más que suficientes para dar por real y duradero el amor que mantenían Harry y Deby. Deby ya se había graduado de la Universidad de Harvard en Arquitectura general, enorgulleciendo tanto a Harry, como a su familia por el mérito que obtuvo la castaña. Harry había alcanzado culminar su carrera de Abogacía, todavía siendo el mismo arrogante y egoísta de siempre pero con sentimientos intensos hacia su amada. Después de muchas pretendientes, luego de tantas caídas y levantadas, de tantos obstáculos, finalmente, pudieron ser felices, amándose el uno al otro.
Harry corría revelando carcajadas armoniosas mientras perseguía a Deby por el jardín de su actual casa.
—¡Prepárate, Rossel!
Deby se adentró a la casa sofocando una carcajada y pensó rápidamente las opciones para su escondite. Cuarto, no; baño, no; living, no; estudio, no… ¡Cocina, sí! Con pasos sigilosos pasó hacia la cocina; se subió en el mesón que daba con las hornillas y el horno, y se escondió en un lugar muy pequeño, donde solo ella por su contextura delgada pudo introducirse.
—Deby, vamos, no puedes esconderte todo el día… —siseó Harry adentrándose en la casa y cerrando la puerta en un clic silencioso.
Harry revisó por encima todos los lugares de la casa, hasta el más recóndito y no había señal de la chica escurridiza.
En un bufido casi inaudible para despistar a Deby, entró a la cocina y simuló servirse un vaso de agua al mismo tiempo que ladeaba su vista a la izquierda y después a la derecha para asesorarse de que no estuviera por esos lados. Él estaba seguro de que cerca se debía encontrar, pues había percibido su perfume de rosas y canela.
Deby respiró profundo y miró el cuerpo alerta de Harry, preparándose para dar un salto y caerle encima. La idea provocaba excitación en ella.
Se impulsó agitadamente y en un golpe seco y sordo, pero a la vez cargado de risitas reprimidas cayeron los dos al piso.
—Eres una idiota, Deby —dijo Harry soportando todo el peso de la chica sobre sí.
Deby frunció los labios y le saco la lengua, enfurruñada.
Harry se compadeció de su acto y besó con diversión la punta de su nariz.
—Tienes que levantarte ya antes de que mi autocontrol se vea afectado violentamente —cerró los ojos y sus labios se abrían y cerraban, contando los números silenciosamente.
Luego de que su corazón palpitara arrítmicamente contra su pecho, Deby disipó levantarse de un salto. Seguidamente, Harry también lo hizo, suspirando y mirando el reloj de su muñeca con una mueca.
—Tengo que ir al trabajo —avisó, depositando un beso prolongado en la frente de la castaña, que ahora se encontraba algo desanimada.
—¿Volverás temprano? —preguntó esperanzada.
Deby entrelazó sus manos y besó sus nudillos con dulzura.
—Por supuesto —prometió con una sonrisa.
—No olvides mi helado de chocolate de regreso —dijo Deby dirigiéndole una mirada suplicante e inocente.
Deby contempló con la vista ausente como el auto de su novio desaparecía por la carretera del vecindario.
Aprovechó el momento para emplear su tiempo en algo que la traía realmente preocupada: no le había llegado el período menstrual en tres semanas y las posibilidades de un hijo eran del todo posibles.
Ella ya se había graduado de la Universidad y había realizado estudios adicionales de inglés y literatura, no trabajaba porque Harry no se lo permitía debido a que su sueldo mensual sirve para todo un año de lujos y sobraría dinero. Deby salía con sus amigas de vez en cuando, o ir de compras, entre otras cosas que la mantenían ocupada en el día. Un bebé sin duda haría el mismo efecto, pero la idea para ella era atemorizante. No sabía si estaba preparada para traer un hijo al mundo y le preocupaba cual sería la reacción de Harry al enterarse. ¿Y si él no quería un hijo?
Desvió su vista de la ventana de su habitación, acudiría a una persona que la ayudaría y le aconsejaría que hacer. Todavía no había estimado el hacerse un examen para comprobar que sus teorías fueran ciertas y pensó que ya era tiempo de hacerlo y no con Harry, si no con su mejor amiga.
Tomó su bolsa rosa y el móvil de su mesita de noche, cerró la puerta detrás de ella y bajo a trompicones la escalera principal.
Tocó la puerta de cristal unas dos veces antes de que Melanie saliera a su encuentro. Su mejor amiga de años vestía unos shorts tipo jeans y un sweater verde aqua bajo un delantal rosa viejo ya manchado con crema para pasteles y mezcla de galletas.
—¡Melanie! ¿Te quedaste encerrada en una fábrica de repostería? —preguntó Deby largando una risotada burlona al mismo tiempo que plantaba un beso en su mejilla y se adentraba en la casa de su amiga.
—Ja, ja, ja —separó las sílabas de una risa común para hacer que su tono fuese sarcástico.
—¿Cómo estás? ¿Liam? —Deby colocó su bolso en el tope de la elegante cocina y espero a su respuesta, cortés.
—Por aquí todo marcha de maravilla, Liam está alistándose para ir al trabajo —contestó inspeccionando la mirada nerviosa de la chica—. ¿Pasa algo?
—Que no pasa más bien —masculló Deby, al momento de que Liam traspasó el umbral de la cocina.
—¡Que grata visita! —se acercó a la castaña y le di un abrazo amistoso.
Ella correspondió.
—Disculpen la hora, de veras. Es solo que necesito hablar con Melanie —se disculpó tímida, como siempre.
Liam le regaló una sonrisa y negó con la cabeza levemente. Besó la coronilla de la cabeza de su novia y le susurró algo que Deby no pudo oír muy bien. Melanie asintió y le dirigió una mirada rápida al rubio.
—Pasaré por el bufete de Harry, me ha llamado esta mañana para que charlemos un rato. Le mandaré tus saludos, Deby.
Ella se apresuró a negar con la cabeza.
—De ninguna manera, Liam. Él no está al tanto de mi sorpresiva visita.
Liam asintió confuso y alzó una ceja conforme movía la cabeza.
Un sonido proveniente del escandaloso móvil de Liam interrumpió la escena de silencio en un dos por tres. Este tanteó sus bolsillos traseros para tomar el teléfono y contestar en menos de un parpadeo.
—¿Diga? Oh, sí sé que voy tarde. Sí, te llevo los documentos —hizo una pausa y cerró los ojos de golpe—. Claro que sí, Harry, ¿cómo olvidarme? Claro —cortó la llamada después de una larga prolongación de silencio.
Melanie entornó los ojos y ofreció a Deby una taza de cappuccino de vainilla y coco.
—¿Gustas, cielo? —preguntó Melanie al ver la palidez del rostro de Deby.
Se asustó un poco, pero atestó para sus adentros que quizás no había desayunado… o eso creía ella.
—No, gracias. La verdad es que no quiero comer nada por los momentos —aseguró Deby con una mueca de disgusto.
—Ya me voy, guapas. Nos vemos a la cena, Melanie —interrumpió el intercambio corto de miradas entre las dos comadres.
Besó sus labios fugazmente y una sonrisa torcida fue dirigida hacia Deby.
Deby sacudió la cabeza y de pronto, sintió unas terribles ganas de expulsar toda la cena del día anterior. Era un cosquilleo fuertísimo en su estómago lo que impedía que saliera corriendo al baño, por lo que guardó silencio y trató de no vomitar en la mesa, enfrente de Liam.
Expectativas crecieron en el fuero interno de Melanie, alertándola sobre una situación incontrolable.
Liam abandonó la estancia mientras daba un portazo al cristal apenas inaudible.
Pasaron diez largos segundos antes de que se oyera a lo lejos como el motor del auto de Liam se encendía y los cauchos chocaban contra el asfalto.
—Bien. ¿Ahora me vas a decir porqué demoni…? —Melanie se obligó a dejar la pregunta en aire debido a que cuando se percató de que Deby había salido corriendo ya era demasiado tarde para un interrogatorio.
Con un trote forzado Melanie siguió el perfume de Deby, tratando de averiguar donde se había metido.
Unos gemidos de disgusto fueron los que llamaron su atención en cuanto se adentró por el pasillo principal que daba a la habitación de huéspedes y a uno de los baños de la casa.
Se adentró y se quedó pasmada ante la escena que se encontraba frente a sus ojos.
Los ojos de Deby estaban desorbitados, sus mejillas y su frente estaba perladas de sudor, su nariz estaba roja, su pelo recogido a un lado y unos ojos excitados y nerviosos esperaban que Melanie pudiera articular palabra alguna.
—¿Desde cuándo no estás en período menstrual, Deby? —inquirió Melanie acercándose a Deby, quien estaba de cuclillas en el piso oscuro del baño.
Tomo su rostro entre sus manos y frunció los labios en una sonrisa que parecía una mueca, claramente.
—De eso era justo lo que venía hablar. Estoy muy preocupada y no sé a qué se deba todo esto… —murmuró Deby más para sí misma.
Melanie asintió lentamente y examino las posibles razones de su comportamiento, de su palidez, de sus náuseas y… solo quedaba una sola opción a reconsiderar.
—¿Te hiciste el examen de embarazo? —sonsacó Melanie con autoridad.
—No seas ridícula, Melanie —bufó Deby.
—¿Qué esperas? ¿Tener a tu bebé en el inodoro? Vámonos ya al Doctor. Lávate la cara y toma tus cosas, estaré encendiendo el auto —ordenó Melanie levantándose del piso rápido y torpemente.
Salió del baño con una sonrisa y dando saltitos en el transcurso que implicaba llegar al estacionamiento.
En cambio, Deby se quedó confundida y un poco de temor se vio reflejado en sus ojos color almendra. ¿Un bebé? La planificación de un bebé no estaba en sus planes y ni siquiera había meditado la idea.
¿Qué diría Harry? ¿Su madre y su padre…?
Harry, no lo sabía. Pero sus padres no iban a poder estar más felices; han añorado por años un nieto a quien mimar, consentir y amar.
Deby les concedería ese deseo en tan solo nueve meses, ¿Pero a qué precio?
Se paró del piso débilmente. La falta de ingesta de alimentos en su estómago estaba haciendo efecto. Más no comería nada.
—¿Cómo que se le olvidó su aniversario? —preguntó estupefacto, sentándose el amplio sillón de la oficina de Harry.
—Así es, Liam. Tampoco armaré líos, pero aun no me lo creo. ¡Es Deby, hermano! La chica detallista que yo conozco no tiene memoria de pez, en lo absoluto —Harry frunció los labios en un línea delgada y azotó sus rulos al aire.
—¿Sabes algo, Harry? No le digas que yo te dije porque si no Melanie me matará…
Harry asintió rápidamente y se inclinó hacia delante en su escritorio con mirla ansiedad grabada en su semblante.
—Confío en ti, si hablas no me hundiré solo, Harry —el rizado negó—. Bueno, Deby se encontraba hoy en la casa platicando con Melanie y si me permites decirlo, estaban más que extrañas —musitó Liam alzando las cejas y asintió.
La mente de Harry estaba en blanco.
—¿Qué podría ser..?
—No lo sé, Harry. Pero algo se traen entre manos —Liam frunció el ceño y estiró sus pies en la alfombra azul.
—¿Sabes? No importa que lo haya olvidado, sólo sé que este día sí que será inolvidable para ella —remarcó la palabra ‘si’ y sonrío para sus adentros.
—¿Qué harás, Styles? —carcajeó Liam.
—Ya verás, ya verás.
Harry sonrío abiertamente y juntó sus manos.
Deby había pasado todo el día comiendo helado de chocolate y conversando sobre su futuro con Melanie, mientras Liam y Harry ideaban la salida más fenomenal por la que hayan pasado alguna vez.
Una salida en la que muchas cosas saldrían a flote.
Deby había recibido una llamada de Harry a eso de las cinco de la tarde; tan solo escuchar su voz provocó que su estómago se revolviera y no precisamente por las náuseas.
¿Qué pasaba si el la dejaba abandonada, como pasaban en los programas de televisión? Su vida sucumbiría ante la soledad y la depresión que una partida significaba para ella. Harry era su vida entera, su alma gemela, su hermano, su mejor amigo, era absolutamente todo para ella.
Descartó las ideas de su cabeza y se concentró en la salida de esa noche, una de las mejores noches de su vida si todo jugaba a su favor y eso esperaba.
Melanie se comprometió a llevarla a su cita, no la pensaba dejar sola por nada del mundo, ¿y si sus nervios fallaban? No se lo permitiría.
—Muchísima suerte, Deby. Si pasa algo, cualquier cosa, llámame, estaré al pendiente de ti, ¿Vale? —Melanie le sonrío mostrando sus blancos y alineados dientes, infundiéndole valor.
Melanie confiaba en Harry, pero no en lo que pudiera hacer.
—Estaré bien —o eso esperaba—, gracias por todo, Melanie —la abrazó con fuerza desde el asiento copiloto del flamante auto de su mejor amiga.
Con sus pequeñas manos tomó el bolso miniatura que hacía juego con su vestido. Respiró profundo y en la acera contigua al restaurant, se quedó helada viendo como su amiga emprendía marcha hacia su casa. El suave viento que soplaba en la noche causó que su cabello se moviera al son del viento y el frío que hacía la congeló desde la punta de su cabeza hasta el tuétano de sus huesos.
La buena idea es que las náuseas habían pasado y ahora solo se oía su respiración profunda y nerviosa al mismo tiempo.
Un escalofrío le recorrió la nunca en cuánto escucho una voz ronca hablarle con seducción al oído:
—Cielo, entra ya o te congelarás de frío —Harry tomó su mano con sutileza mientras la guiaba con la mano en su cintura hacia la entrada del elegante restaurant.
—Gracias —se limitó a susurrar cerca de su cuello.
El calor que le brindaba la mano del rizado era suficiente para sosegar sus nervios.
Cerró los ojos con fuerza y por un segundo creyó que lloraría a mares en el hombro de Harry.
¿Por qué ahora hacia tanto drama?
Abrió los ojos de golpe al sentir el murmullo incesante de la gente que se encontraba allí. Ya se encontraban adentro y el lugar era sobrecogedor.
—Debo decir que hoy estás más hermosa que nunca —sujetó su cintura con más presión.
Harry le dio la media vuelta y entre sus manos, el rostro sonriente de Deby le brindó la mejor de las sensaciones. Besó sus labios con ternura, acompasando su ritmo lento al de ella. Deby acercó su rostro al suyo y acaricio sus rulos con cuidado.
—¿Qué me dices tú? Luces guapísimo —contestó.
—Para eso estoy, preciosa —bromeó al respecto mientras retiraba la mano de su cintura para jalar la silla de la mesa.
La vista era magnifica, les había tocado una mesa cerca de un ventanal que daba a ver la hermosa y oscura noche de Londres al otro lado del vidrio.
Una vez que los dos estuvieron en sus asientos, Harry aferró su mano a la de ella; para mantener contacto.
—Háblame de tú día, Harry —pidió Deby con simpatía.
—La verdad estuve ocupándome de unos asuntos de suma importancia. Me extraño que no me llamaras, ¿sabes?
La voz aterciopelada de Harry causó un revoloteó de emociones en su estómago.
—Estuve todo el día con Melanie, hacía ya tiempo que no compartíamos mucho, como en los viejos tiempos —osciló Deby con una sonrisa poco convincente.
—¿Estás segura? —persuadió Harry con suspicacia.
—Del todo… amor —dudó un poco de sus poderes de solidez y se venció ante la penetrante mirada del chico.
Era ahora o nunca.
Entonces su mente recordó las páginas de un viejo libro que había leído hace tiempo.
Si no te arriesgas no disfrutas de las maravillas que tiene la vida, no disfrutas el poder estar en tu propio mundo, donde todo es completamente como lo quieres, donde los problemas pasan a segundo plano.
Sonrío con resplandor y sus ojos se enfocaron en los de Harry con timidez y dulzura.
—Harry, tengo que decirte algo muy importante… —comenzó a decir la chica.
—Yo también, Deby —interrumpió con una sonrisa con gracia.
—Tú primero.
—No, tú primero —la miro, esperando una respuesta.
—¿Los dos al mismo tiempo, vale? —sentenció Deby.
—Está bien —aceptó.
El conteo mental se apoderó de sus mentes y por causalidad, iban en perfecta armonía numérica. Por lo que, los dos soltaron lo que tanto se guardaban cerrando los ojos y al unísono.
—Estoy embarazada.
—Quiero que seas mi esposa.
Harry y Deby abrieron los ojos como platos, inspeccionando la mirada del otro.
Lágrimas de alegría se acumularon en los ojos de la castaña al ver como el semblante Harry cambiaba de expresión en menos de segundos, para recaer en la más importante de todas: Alegría absoluta.
Una lágrima salina se deslizó por la mejilla de Harry pero no se molestó en apartarla de su rumbo. Sería padre y esa era la noticia más esplendida que alguien haya pronunciado en toda su existencia.
Se levantó de su asiento y se arrodilló ante su amada, luego comprometida aún con lágrimas brotando de sus verdosos ojos.
—Deby, eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Significas todo para mí y estaría dispuesto a entregarte mi vida entera y más. Con tu sonrisa y tu personalidad lograste cautivarme desde el primer segundo en que te vi, cuando todo lo que vi fue oro bajo dolor, pero siempre oro. No tienes ni idea de lo feliz que me siento ahora, ¡Me darás un hijo, por Dios! Nuestro hijo, nuestro pequeño o pequeña, al que con tan solo ver, me recordará su hermosa madre, tan realista, sencilla y dulce como ninguna. Por esta, y muchísimas razones más, quiero que te conviertas en mi esposa y sólo mi amada, mi frágil pero valiente Deby.
Ecos de lo que hasta ahora había sido lo más maravilloso que había escuchado, resonaban en su cabeza como una perfecta melodía armoniosa.
No aguantó por mucho y sus brazos se vieron entrelazados con fuerza en el fornido cuerpo de Harry, apretándolo contra su pecho, demostrándole con el tacto de sus labios contra los suyos, todo lo que sentía y lo que estaba por venir.
—Te amo. Te amo tanto, Harry —hizo una pausa al tiempo que pronunciaba esas palabras con intensidad y amor, para después plantar pequeños besos en su rostro, deshaciendo las lágrimas del angelical rostro de Harry.
—Déborah Rossel, ¿Me harías el extraordinario honor de ser mi esposa, ahora y siempre? —Harry tendió una cajita pequeña roja y de textura suave enfrente de sus susceptibles ojos, ahora llenos de amor.
La abrió con cautela y dejó al descubierto un hermoso anillo de oro con diamantes diminutos.
—¡Acepto! ¡Me encantaría casarme contigo, Harry! —expresó Deby en un murmuro penetrante, que daba a entender, de una vez por todas, el gran afecto que sentía hacia el rizado.
Después de todo, su sueño tendría un final feliz, dejando atrás las preocupaciones y de las agonías, cediéndole el puesto a un sentimiento que marcaría el rumbo de su vida sentimental: El único y verdadero amor.
“—Eres una sucia puta. Después de todo es verdad lo que comentan... Te violó tu propio novio, ¿no es cierto? —lanzó una mirada envenenada a la chica que tenía la vista clavada en el suelo, gimoteando en silencio, sin atreverse a articular palabra alguna—. Según Luke, lo disfrutaste mucho, al fin y al cabo, ya todos sabíamos que te vendías fácilmente por un par de centavos.”
Cada palabra que pronunció Tess, las recordaba con tal exactitud y eso era lo que le atemorizaba más. La verdad escrita en una oración de desprecio, rompiendo cada fibra de su ser, acabando poco a poco con su uso de la razón.
El rostro angelical de su ex novio se mostraba petulante y al evidenciar, orgulloso de la desgracia que ahora se recargaba con presión en Deby. Su expresión se había grabado en su cabeza, atormentándola al recordar de inmediato como la noche anterior la había tomado como una mártir sexual, sin remordimientos, ni rastros de culpa.
Se golpeó la cabeza con la mano tratando de despejar los recuerdos que se aproximaban a ella. No era un suceso digno se recordar.
¿Es que nunca se acabaría?
Consideró rápidamente en las posibilidades de suicidarse sin más, pero su cerebro no permitía encajar con dicho anhelo. ¿De cuántas maneras se puede romper un corazón y aun así esperar que siga latiendo? Daños irreversibles tatuados a flor de piel, abrumándola al instante. Sus ojos picaban por la ansiedad que la carcomía y su respiración se hizo regular, como si estuviese sumida en algún tipo de sueño, solo que eso no era un sueño, era la más vivida y terrible de sus pesadillas.
De pronto, su frágil cuerpo chocó con lo que pareció una pared por su solidez, pero al levantar se topó con unos ojos color esmeralda intenso, apagados y sin un atisbo de alegría, pero aun así no dejaron de ser dulces, incluso para la vista dañada por las lágrimas de Deby. El verdor de sus ojos parecía haberse derretido en sus pupilas, dejando un gran vacío imposible de no notar.
Aquel chico de ojos bonitos pareció despegar los labios para decir algo, pero la cerró de golpe al contemplar como lagrimas se deslizaban por su mejilla y caían sin rumbo al comienzo de su vestido.
Sin una sola palabra, ni un gesto o tal vez alguna señal de perplejidad bastó para contener un impulso que se abrió paso en el chico, reacomodando sus prioridades en una sola dirección: verla sonreír. Los fuertes brazos de Harry se cerraron con suavidad entorno al cuerpo de la chica, quien sollozaba, manchando su chaqueta de cuero con lágrimas; mas ese pequeño detalle no lo importo en lo más mínimo.
Se preguntó cuál sería la razón de su tristeza, mas optó por no abrir la boca.
Tras largos minutos, bajo la salpicadura de las gotas chocar contra sus cuerpos de una noche lluviosa en Londres, Deby se zafó torpemente de los brazos del chico cuya identidad desconocía. El rizado, observando como el dolor de Deby no cesaba en lo absoluto, decidió tomar su mano con suavidad para evitar que diera un paso más.
—Ven conmigo, estarás a salvo —su voz sublimaba seguridad; como si no tuviese ánimos de ver como la destruían más.
Los ojos que la habían cautivado en el silencio, emitían suplica.
No la conocía, no sabía su nombre, no estaba al tanto de su situación en forma completa, pero de lo que si estaba consciente era del dolor que abría una brecha en el pecho de ella, a tal punto de que jadeaba sutilmente en busca de aire. No, por ninguna razón la dejaría ir; se negaba a hacerse la idea de no observar nunca más sus bellos ojos cafés.
Sin tomar en cuenta las posibles consecuencias de irse con un completo extraño a altas horas de lo que ya era la noche, se adentró junto a él por las frías calles de Londres mientras era sostenida por la cintura a fin de evitar que resbalara.
Los ojos de Deby se encontraban perdidos, con la vista concentrada en el perfil de Harry bajo la tenue luz de la noche, pero sin ver nada, aparentemente. No sabía con exactitud lo que se desataría después de ese minuto, pero tampoco despertaba su curiosidad.
Para Harry no le fue de mucho esfuerzo levantarla con sus brazos, colocarla en el asiento de copiloto del auto y amarrar el cinturón de seguridad a su pecho.
Condujo con casi toda su atención centrada en ella, pero también en la carretera. Un accidente no sería oportuno.
Deby permanecía inmóvil en su asiento, observando el limpiaparabrisas con inexpresión y vacío.
Con pasos lentos y aminorados, por fin llegaron a la recepción del apartamento de Harry. Era extravagante y elegante al mismo tiempo, y de hecho, no era de su gusto en particular. La empresa con la que se encontraba trabajando le había asignado ese edificio, era parte del paquete de bonificación.
En una oración que Deby no logró descifrar del todo, el chico lanzó palabras rápidas que le parecieron precisas a la recepcionista canosa y de sonrisa amable.
El ascensor funcionaba de maravilla y para su mala suerte, la rapidez venia incluida en el paquete, atributo que solo sirvió para que el estómago de Deby se revolviera y las náuseas se incrementaran.
En un vaivén de emociones de las que no fue consciente, a las que todas catalogo como “irracionales e innecesarias”, se adentraron en el apartamento de Harry y un fuerte olor a vainilla y canela inundo su olfato con frescura.
Harry la dirigió con la mano puesta en su cintura aún hacia el sofá de la estancia principal.
Deby, en un reflejo involuntario se sentó y abrazo sus piernas a sí misma.
Él la examinó por unos segundos que le parecieron injustos para describir cuan belleza se encontraba en frente de sus ojos. Sus facciones de ángel lo dejaron estupefacto, tenía los labios entreabiertos y sonrosados, sus mejillas ligeramente teñidas de un color rosa, la nariz pequeña y roja, y por ultimo sus ojos hinchados, pero no menos maravillosos.
Deby arrugo la nariz al sentirse prisionera de la perspicaz mirada de Harry, gesto que le pareció adorable y confirmo que, Dios, era perfecta.
Seguidamente, recordó que debía preparar la cena, aunque sea solo para ofrecer algo de comer a la chica cuya identidad omitía. Debía comer algo, estaba pálida y por la sucesión de color de su piel, era extraño en su tez. Crecieron sus expectativas y su preocupación se fue en aumento, consideró la certeza de un posible estado trance.
Sacudió la cabeza y se dio la media vuelta. ¿Cómo es que había llegado a esto? Llevándose por el lado coherente, eso era algo absurdo. Una desconocida –muy hermosa, por cierto–, se encontraba sentada en el sofá de su casa por una petición que debido a su estado de agobio no pudo rechazar. No era amor a primera vista, y las razones de esa persuasión eran más que evidentes, era más bien un sentimiento de proteger a una damisela en apuros, como se le determinaría a la situación en otra circunstancia diferente. Estaba como que bloqueado, sin capacidad para pensar con el lado más fiable y el que utilizaba la mayor parte del tiempo; estaba casi seguro de que si hubiese sido Evelyn, la rubia coqueta con la que compartía «visitas casuales» con la que se hubiese topado, la habría dejado ahí, evidenciando lo patán y ególatra que era, pero por alguna razón en específico, este caso fue diferente y apremiante.
Depositó su chaqueta en el perchero y se dispuso a cocinar su lasaña especial, su tiempo de cocción era corto y quizás le gustaría.
Deby, por su parte, estaba aturdida y confundida, tratando de asimilar lo sucedido. Los recuerdos que se incrementaron en su subconsciente pasaron como flashes que la cegaban.
En primera, estaba en el hogar de un extraño –al menos para ella–, sentada en su estancia mientras el desapareció de su vista antes de un parpadeo. Segundo, la pregunta más importante de la cual ignoraba la respuesta era: ¿Por qué él había hecho todo eso por ella? Tomarse la cortesía de llevarla a su casa, estar ahí cuando necesitó saber que le interesaba a alguien, ofrecer una de las sonrisas más maravillosa que haya visto, pero sobre todo y lo que más le extrañó, fue que en ningún momento fue despectivo con ella o trató de humillarla cuando tuvo la oportunidad, en vez de eso, relleno los silencios sepulcrales con miradas de atención y ternura, razón por la cual la incomodidad no formo parte de su conversación silenciosa. Todavía podía recordar sus intensos ojos verdes clavados en cualquier intento de movimiento, su olor a menta combinado con una fragancia amarga, pero tan exquisita al mismo tiempo. Casi saboreo la comodidad y seguridad que la invadía en cuanto su abrazo sirvió para que solo llorara más y no por los recuerdos de su día, sino porque era un sueño maravilloso, del que no quería despertar nunca. De pronto, su pesadilla se tornó mágica, un sueño.
Es decir, a parte de todo el sueño experimentado, la habían degradado a tal punto de hacerla sentir una basura y, ¿Qué tiene de especial una basura?
Mordió su labio inferior y este empezó a sangrar por la presión de sus dientes.
Seguía en blanco, sin obtener respuesta racional a sus interrogantes.
Concluyó que fuera cual fuera la razón de este chico, estaba más que contenta por ello y estaría dispuesta a disfrutar de su sueño. Después de todo, toparse de frente con la realidad sería el paso más difícil.
Se levantó del sofá con pasos tímidos y lentos, como si esperase lo peor. Una fragancia a carne guisada y algún tipo de salsa especial, inundó sus fosas nasales, deleitándola al instante.
Asomó su cabeza por la ranura de la puerta y observó con admiración como el chico de los ojos bonitos se movía de un lado a otro, secaba su frente y se limpiaba las manos con el delantal.
Harry se percató de su presencia y le hizo señas con la mano para que entrara.
Deby obedeció y miró con peculiaridad la cocina del joven.
—¿Te gusta? La verdad es que la moda no se me da bien y pues, tuve algo de ayuda —sonrió amable y alzó los hombros.
—¿Cuál es su nombre? —preguntó de repente Deby, mirándolo con curiosidad.
Paredes de linóleo blanquecinas y lustradas, mesón de granito negro metálico, cuadros que a juzgar por su pinta, sobrepasaban los veinte y pico millones de dólares, también un jarrón de vidrio con rosas blancas y alguna que otra roja, añadiéndole un toque diferente, masculino y moderno.
—Mi nombre es Harry Styles y tutéame, por favor —vertió la salsa roja y brillante arriba de la pasta que contenía la carne y finalmente, roció con parmesano, listo para gratinar.
Al ver como Deby se quedaba sin habla, Harry dispuso proseguir:
—Eres una joven muy hermosa, debes saberlo —carcajeó con nerviosismo apenas notorio—. ¿Cuál es el tuyo?
¿Revelar información a un extraño? Ah, que más da.
—Me llamo Déborah Rossel y… ya me voy —musitó intimidada ante la belleza de un ser tan estupendo.
Tanteó su móvil en el bolsillo delantero de su vestido para llamar a una línea de taxi.
—¿No te quedarás para la cena? —inquirió en un hilo de voz angustiado.
—De ninguna manera, ¿Y si eres un pedófilo violador buscado por todo el país?
Harry soltó una carcajada frustrante pero divertida, no culpaba a la chica por predecir tal situación.
—Deberías dejar de ver películas en Investigacion Discovery, Deby. No soy pedófilo, ni nada por el estilo solo soy un chico de diecinueve años con un trabajo en un bufete de abogados, una vida de locuras y una casa muy elegante para mi gusto, ¿A caso no lo ves?
—¿Deby? —preguntó extrañada.
Nadie la había llamado así durante años.
Sus pies se plantaron como macetas en la cerámica blanca del piso, y por alguna razón, estar en presencia de Styles era sobrecogedoramente cómodo.
—Nuevo sobrenombre inventado, además te queda muy bien —guiñó un ojo en dirección a Deby.
—¿Así que vives la vida loca? —inquirió levantando una ceja.
Su ánimo iba en ascenso, considerando la gran herida que debía enfrentar cuando despertara de su mágico sueño.
Un sueño para ella y la realidad más fascinante para Harry.
—Prácticamente. Mis padres no son de la ciudad y puedo hacer lo que me dé la gana sin que nadie me llame la atención, después de todo, se vive una sola vez, ¿No? —tomó la bandeja con la lasaña y la metió en el horno eléctrico.
Deby frunció el ceño.
—Todo tiene un límite, ¿A que sí? Algún día te toparás de frente con la realidad y el golpe que te darás no será muy reconfortante.
—Tentador, pero me temo que pensamos totalmente diferente. ¿Cuántas veces eres joven? —alzó las cejas, excusando sus errores de adolescente.
—Al demonio con ser joven, eso implica muchas caídas fuertes y levantadas débiles —el giro de la conversación se tornó inesperado e hiriente.
—Todas esas caídas se superan y por alguna razón, te hacen más fuerte.
—¿Para qué ser fuerte si siempre existirá un límite? Todos poseemos ese punto débil que tarde o temprano, se quiebra —replicó con dureza.
Harry se quitó el delantal de cocina blanco y lo dejó sobre el mesón. Se acercó a Deby y tomó sus mejillas entre sus manos con delicadeza.
Deby se estremeció y trató de alejarse del contacto, pero sus fuertes manos se lo impidieron.
—No sé quién te hizo daño, ni la razón de tu agobio, pero debes creerme cuando te digo que mataré con mis propias manos si es necesario al que te lastimó. Una joven tan hermosa y valiente como tú, Deby, nunca debería ser lastimada. Recuerda que no tienes porqué conceder el poder a los demás para destruirte. Confío en ti, sé que puedes soportar esto y mucho más, con mi ayuda, siempre. Ten por seguro que nunca te dejaré, por nada del mundo.
Soltó sus mejillas y presionó sus labios sobre la frente de ella.
Lagrimas se deslizaron por la mejilla de Deby, dando paso a un sentimiento del que no fue del todo sensata en cuanto contempló a Harry por primera vez, un sentimiento que sobrepasaba los términos establecidos por la lógica que ella ejercía, un sentimiento del que estaba segura que era el pase seguro a su felicidad, pero también a su destrucción futura.
—¿Por qué haces todo esto? —farfullo con lágrimas incesantes, las cuales fueron casi imposibles de detener.
—No sé la razón en concreto, pero, ¿Sabes algo, Deby? Jamás en toda mi vida he sentido algo parecido a esto, es como si la razón de mi universo fuera transformada en algo muy diferente, algo especial, algo autentico y fascinante, y ese algo, eres tú —sonrió con tristeza ante la declaración sorpresiva que salió de sus labios y tomo la mano de Deby para colocarla en su pecho, justo en su corazón, que palpitaba desenfrenadamente—. ¿Puedes oírlo? Es increíble, la verdad, como una persona puede cambiar tu orbita cotidiana en sólo una tarde, pero me pasa y la certeza de esto es cien por ciento segura.
—No-no puedes hacerme esto, ¡Mírame, Harry! ¡Mírame de una maldita vez!
A pesar del tono brusco de su tono voz, Harry la abrazo con más fuerza de la necesaria. Sus cuerpos encajaron a la perfección, como si estuviesen destinados a articularse entre sí.
—Todo lo que veo es oro, cielo —murmuró en una nota dulce y silenciosa.
4 años después.
—¡A que no me alcanzas, Harry! —gritó Deby emprendiendo una carrera en medio del césped de la espaciosa casa Styles.
Cuatro años fueron más que suficientes para dar por real y duradero el amor que mantenían Harry y Deby. Deby ya se había graduado de la Universidad de Harvard en Arquitectura general, enorgulleciendo tanto a Harry, como a su familia por el mérito que obtuvo la castaña. Harry había alcanzado culminar su carrera de Abogacía, todavía siendo el mismo arrogante y egoísta de siempre pero con sentimientos intensos hacia su amada. Después de muchas pretendientes, luego de tantas caídas y levantadas, de tantos obstáculos, finalmente, pudieron ser felices, amándose el uno al otro.
Harry corría revelando carcajadas armoniosas mientras perseguía a Deby por el jardín de su actual casa.
—¡Prepárate, Rossel!
Deby se adentró a la casa sofocando una carcajada y pensó rápidamente las opciones para su escondite. Cuarto, no; baño, no; living, no; estudio, no… ¡Cocina, sí! Con pasos sigilosos pasó hacia la cocina; se subió en el mesón que daba con las hornillas y el horno, y se escondió en un lugar muy pequeño, donde solo ella por su contextura delgada pudo introducirse.
—Deby, vamos, no puedes esconderte todo el día… —siseó Harry adentrándose en la casa y cerrando la puerta en un clic silencioso.
Harry revisó por encima todos los lugares de la casa, hasta el más recóndito y no había señal de la chica escurridiza.
En un bufido casi inaudible para despistar a Deby, entró a la cocina y simuló servirse un vaso de agua al mismo tiempo que ladeaba su vista a la izquierda y después a la derecha para asesorarse de que no estuviera por esos lados. Él estaba seguro de que cerca se debía encontrar, pues había percibido su perfume de rosas y canela.
Deby respiró profundo y miró el cuerpo alerta de Harry, preparándose para dar un salto y caerle encima. La idea provocaba excitación en ella.
Se impulsó agitadamente y en un golpe seco y sordo, pero a la vez cargado de risitas reprimidas cayeron los dos al piso.
—Eres una idiota, Deby —dijo Harry soportando todo el peso de la chica sobre sí.
Deby frunció los labios y le saco la lengua, enfurruñada.
Harry se compadeció de su acto y besó con diversión la punta de su nariz.
—Tienes que levantarte ya antes de que mi autocontrol se vea afectado violentamente —cerró los ojos y sus labios se abrían y cerraban, contando los números silenciosamente.
Luego de que su corazón palpitara arrítmicamente contra su pecho, Deby disipó levantarse de un salto. Seguidamente, Harry también lo hizo, suspirando y mirando el reloj de su muñeca con una mueca.
—Tengo que ir al trabajo —avisó, depositando un beso prolongado en la frente de la castaña, que ahora se encontraba algo desanimada.
—¿Volverás temprano? —preguntó esperanzada.
Deby entrelazó sus manos y besó sus nudillos con dulzura.
—Por supuesto —prometió con una sonrisa.
—No olvides mi helado de chocolate de regreso —dijo Deby dirigiéndole una mirada suplicante e inocente.
Deby contempló con la vista ausente como el auto de su novio desaparecía por la carretera del vecindario.
Aprovechó el momento para emplear su tiempo en algo que la traía realmente preocupada: no le había llegado el período menstrual en tres semanas y las posibilidades de un hijo eran del todo posibles.
Ella ya se había graduado de la Universidad y había realizado estudios adicionales de inglés y literatura, no trabajaba porque Harry no se lo permitía debido a que su sueldo mensual sirve para todo un año de lujos y sobraría dinero. Deby salía con sus amigas de vez en cuando, o ir de compras, entre otras cosas que la mantenían ocupada en el día. Un bebé sin duda haría el mismo efecto, pero la idea para ella era atemorizante. No sabía si estaba preparada para traer un hijo al mundo y le preocupaba cual sería la reacción de Harry al enterarse. ¿Y si él no quería un hijo?
Desvió su vista de la ventana de su habitación, acudiría a una persona que la ayudaría y le aconsejaría que hacer. Todavía no había estimado el hacerse un examen para comprobar que sus teorías fueran ciertas y pensó que ya era tiempo de hacerlo y no con Harry, si no con su mejor amiga.
Tomó su bolsa rosa y el móvil de su mesita de noche, cerró la puerta detrás de ella y bajo a trompicones la escalera principal.
Tocó la puerta de cristal unas dos veces antes de que Melanie saliera a su encuentro. Su mejor amiga de años vestía unos shorts tipo jeans y un sweater verde aqua bajo un delantal rosa viejo ya manchado con crema para pasteles y mezcla de galletas.
—¡Melanie! ¿Te quedaste encerrada en una fábrica de repostería? —preguntó Deby largando una risotada burlona al mismo tiempo que plantaba un beso en su mejilla y se adentraba en la casa de su amiga.
—Ja, ja, ja —separó las sílabas de una risa común para hacer que su tono fuese sarcástico.
—¿Cómo estás? ¿Liam? —Deby colocó su bolso en el tope de la elegante cocina y espero a su respuesta, cortés.
—Por aquí todo marcha de maravilla, Liam está alistándose para ir al trabajo —contestó inspeccionando la mirada nerviosa de la chica—. ¿Pasa algo?
—Que no pasa más bien —masculló Deby, al momento de que Liam traspasó el umbral de la cocina.
—¡Que grata visita! —se acercó a la castaña y le di un abrazo amistoso.
Ella correspondió.
—Disculpen la hora, de veras. Es solo que necesito hablar con Melanie —se disculpó tímida, como siempre.
Liam le regaló una sonrisa y negó con la cabeza levemente. Besó la coronilla de la cabeza de su novia y le susurró algo que Deby no pudo oír muy bien. Melanie asintió y le dirigió una mirada rápida al rubio.
—Pasaré por el bufete de Harry, me ha llamado esta mañana para que charlemos un rato. Le mandaré tus saludos, Deby.
Ella se apresuró a negar con la cabeza.
—De ninguna manera, Liam. Él no está al tanto de mi sorpresiva visita.
Liam asintió confuso y alzó una ceja conforme movía la cabeza.
Un sonido proveniente del escandaloso móvil de Liam interrumpió la escena de silencio en un dos por tres. Este tanteó sus bolsillos traseros para tomar el teléfono y contestar en menos de un parpadeo.
—¿Diga? Oh, sí sé que voy tarde. Sí, te llevo los documentos —hizo una pausa y cerró los ojos de golpe—. Claro que sí, Harry, ¿cómo olvidarme? Claro —cortó la llamada después de una larga prolongación de silencio.
Melanie entornó los ojos y ofreció a Deby una taza de cappuccino de vainilla y coco.
—¿Gustas, cielo? —preguntó Melanie al ver la palidez del rostro de Deby.
Se asustó un poco, pero atestó para sus adentros que quizás no había desayunado… o eso creía ella.
—No, gracias. La verdad es que no quiero comer nada por los momentos —aseguró Deby con una mueca de disgusto.
—Ya me voy, guapas. Nos vemos a la cena, Melanie —interrumpió el intercambio corto de miradas entre las dos comadres.
Besó sus labios fugazmente y una sonrisa torcida fue dirigida hacia Deby.
Deby sacudió la cabeza y de pronto, sintió unas terribles ganas de expulsar toda la cena del día anterior. Era un cosquilleo fuertísimo en su estómago lo que impedía que saliera corriendo al baño, por lo que guardó silencio y trató de no vomitar en la mesa, enfrente de Liam.
Expectativas crecieron en el fuero interno de Melanie, alertándola sobre una situación incontrolable.
Liam abandonó la estancia mientras daba un portazo al cristal apenas inaudible.
Pasaron diez largos segundos antes de que se oyera a lo lejos como el motor del auto de Liam se encendía y los cauchos chocaban contra el asfalto.
—Bien. ¿Ahora me vas a decir porqué demoni…? —Melanie se obligó a dejar la pregunta en aire debido a que cuando se percató de que Deby había salido corriendo ya era demasiado tarde para un interrogatorio.
Con un trote forzado Melanie siguió el perfume de Deby, tratando de averiguar donde se había metido.
Unos gemidos de disgusto fueron los que llamaron su atención en cuanto se adentró por el pasillo principal que daba a la habitación de huéspedes y a uno de los baños de la casa.
Se adentró y se quedó pasmada ante la escena que se encontraba frente a sus ojos.
Los ojos de Deby estaban desorbitados, sus mejillas y su frente estaba perladas de sudor, su nariz estaba roja, su pelo recogido a un lado y unos ojos excitados y nerviosos esperaban que Melanie pudiera articular palabra alguna.
—¿Desde cuándo no estás en período menstrual, Deby? —inquirió Melanie acercándose a Deby, quien estaba de cuclillas en el piso oscuro del baño.
Tomo su rostro entre sus manos y frunció los labios en una sonrisa que parecía una mueca, claramente.
—De eso era justo lo que venía hablar. Estoy muy preocupada y no sé a qué se deba todo esto… —murmuró Deby más para sí misma.
Melanie asintió lentamente y examino las posibles razones de su comportamiento, de su palidez, de sus náuseas y… solo quedaba una sola opción a reconsiderar.
—¿Te hiciste el examen de embarazo? —sonsacó Melanie con autoridad.
—No seas ridícula, Melanie —bufó Deby.
—¿Qué esperas? ¿Tener a tu bebé en el inodoro? Vámonos ya al Doctor. Lávate la cara y toma tus cosas, estaré encendiendo el auto —ordenó Melanie levantándose del piso rápido y torpemente.
Salió del baño con una sonrisa y dando saltitos en el transcurso que implicaba llegar al estacionamiento.
En cambio, Deby se quedó confundida y un poco de temor se vio reflejado en sus ojos color almendra. ¿Un bebé? La planificación de un bebé no estaba en sus planes y ni siquiera había meditado la idea.
¿Qué diría Harry? ¿Su madre y su padre…?
Harry, no lo sabía. Pero sus padres no iban a poder estar más felices; han añorado por años un nieto a quien mimar, consentir y amar.
Deby les concedería ese deseo en tan solo nueve meses, ¿Pero a qué precio?
Se paró del piso débilmente. La falta de ingesta de alimentos en su estómago estaba haciendo efecto. Más no comería nada.
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—¿Cómo que se le olvidó su aniversario? —preguntó estupefacto, sentándose el amplio sillón de la oficina de Harry.
—Así es, Liam. Tampoco armaré líos, pero aun no me lo creo. ¡Es Deby, hermano! La chica detallista que yo conozco no tiene memoria de pez, en lo absoluto —Harry frunció los labios en un línea delgada y azotó sus rulos al aire.
—¿Sabes algo, Harry? No le digas que yo te dije porque si no Melanie me matará…
Harry asintió rápidamente y se inclinó hacia delante en su escritorio con mirla ansiedad grabada en su semblante.
—Confío en ti, si hablas no me hundiré solo, Harry —el rizado negó—. Bueno, Deby se encontraba hoy en la casa platicando con Melanie y si me permites decirlo, estaban más que extrañas —musitó Liam alzando las cejas y asintió.
La mente de Harry estaba en blanco.
—¿Qué podría ser..?
—No lo sé, Harry. Pero algo se traen entre manos —Liam frunció el ceño y estiró sus pies en la alfombra azul.
—¿Sabes? No importa que lo haya olvidado, sólo sé que este día sí que será inolvidable para ella —remarcó la palabra ‘si’ y sonrío para sus adentros.
—¿Qué harás, Styles? —carcajeó Liam.
—Ya verás, ya verás.
Harry sonrío abiertamente y juntó sus manos.
{…}
Pasado un día entero entre emociones, lágrimas de felicidad, ansiedad y mucho nerviosismo, finalmente, el sol cedió su puesto a una luna nueva deslumbrante.Deby había pasado todo el día comiendo helado de chocolate y conversando sobre su futuro con Melanie, mientras Liam y Harry ideaban la salida más fenomenal por la que hayan pasado alguna vez.
Una salida en la que muchas cosas saldrían a flote.
Deby había recibido una llamada de Harry a eso de las cinco de la tarde; tan solo escuchar su voz provocó que su estómago se revolviera y no precisamente por las náuseas.
¿Qué pasaba si el la dejaba abandonada, como pasaban en los programas de televisión? Su vida sucumbiría ante la soledad y la depresión que una partida significaba para ella. Harry era su vida entera, su alma gemela, su hermano, su mejor amigo, era absolutamente todo para ella.
Descartó las ideas de su cabeza y se concentró en la salida de esa noche, una de las mejores noches de su vida si todo jugaba a su favor y eso esperaba.
Melanie se comprometió a llevarla a su cita, no la pensaba dejar sola por nada del mundo, ¿y si sus nervios fallaban? No se lo permitiría.
—Muchísima suerte, Deby. Si pasa algo, cualquier cosa, llámame, estaré al pendiente de ti, ¿Vale? —Melanie le sonrío mostrando sus blancos y alineados dientes, infundiéndole valor.
Melanie confiaba en Harry, pero no en lo que pudiera hacer.
—Estaré bien —o eso esperaba—, gracias por todo, Melanie —la abrazó con fuerza desde el asiento copiloto del flamante auto de su mejor amiga.
Con sus pequeñas manos tomó el bolso miniatura que hacía juego con su vestido. Respiró profundo y en la acera contigua al restaurant, se quedó helada viendo como su amiga emprendía marcha hacia su casa. El suave viento que soplaba en la noche causó que su cabello se moviera al son del viento y el frío que hacía la congeló desde la punta de su cabeza hasta el tuétano de sus huesos.
La buena idea es que las náuseas habían pasado y ahora solo se oía su respiración profunda y nerviosa al mismo tiempo.
Un escalofrío le recorrió la nunca en cuánto escucho una voz ronca hablarle con seducción al oído:
—Cielo, entra ya o te congelarás de frío —Harry tomó su mano con sutileza mientras la guiaba con la mano en su cintura hacia la entrada del elegante restaurant.
—Gracias —se limitó a susurrar cerca de su cuello.
El calor que le brindaba la mano del rizado era suficiente para sosegar sus nervios.
Cerró los ojos con fuerza y por un segundo creyó que lloraría a mares en el hombro de Harry.
¿Por qué ahora hacia tanto drama?
Abrió los ojos de golpe al sentir el murmullo incesante de la gente que se encontraba allí. Ya se encontraban adentro y el lugar era sobrecogedor.
—Debo decir que hoy estás más hermosa que nunca —sujetó su cintura con más presión.
Harry le dio la media vuelta y entre sus manos, el rostro sonriente de Deby le brindó la mejor de las sensaciones. Besó sus labios con ternura, acompasando su ritmo lento al de ella. Deby acercó su rostro al suyo y acaricio sus rulos con cuidado.
—¿Qué me dices tú? Luces guapísimo —contestó.
—Para eso estoy, preciosa —bromeó al respecto mientras retiraba la mano de su cintura para jalar la silla de la mesa.
La vista era magnifica, les había tocado una mesa cerca de un ventanal que daba a ver la hermosa y oscura noche de Londres al otro lado del vidrio.
Una vez que los dos estuvieron en sus asientos, Harry aferró su mano a la de ella; para mantener contacto.
—Háblame de tú día, Harry —pidió Deby con simpatía.
—La verdad estuve ocupándome de unos asuntos de suma importancia. Me extraño que no me llamaras, ¿sabes?
La voz aterciopelada de Harry causó un revoloteó de emociones en su estómago.
—Estuve todo el día con Melanie, hacía ya tiempo que no compartíamos mucho, como en los viejos tiempos —osciló Deby con una sonrisa poco convincente.
—¿Estás segura? —persuadió Harry con suspicacia.
—Del todo… amor —dudó un poco de sus poderes de solidez y se venció ante la penetrante mirada del chico.
Era ahora o nunca.
Entonces su mente recordó las páginas de un viejo libro que había leído hace tiempo.
Si no te arriesgas no disfrutas de las maravillas que tiene la vida, no disfrutas el poder estar en tu propio mundo, donde todo es completamente como lo quieres, donde los problemas pasan a segundo plano.
Sonrío con resplandor y sus ojos se enfocaron en los de Harry con timidez y dulzura.
—Harry, tengo que decirte algo muy importante… —comenzó a decir la chica.
—Yo también, Deby —interrumpió con una sonrisa con gracia.
—Tú primero.
—No, tú primero —la miro, esperando una respuesta.
—¿Los dos al mismo tiempo, vale? —sentenció Deby.
—Está bien —aceptó.
El conteo mental se apoderó de sus mentes y por causalidad, iban en perfecta armonía numérica. Por lo que, los dos soltaron lo que tanto se guardaban cerrando los ojos y al unísono.
—Estoy embarazada.
—Quiero que seas mi esposa.
Harry y Deby abrieron los ojos como platos, inspeccionando la mirada del otro.
Lágrimas de alegría se acumularon en los ojos de la castaña al ver como el semblante Harry cambiaba de expresión en menos de segundos, para recaer en la más importante de todas: Alegría absoluta.
Una lágrima salina se deslizó por la mejilla de Harry pero no se molestó en apartarla de su rumbo. Sería padre y esa era la noticia más esplendida que alguien haya pronunciado en toda su existencia.
Se levantó de su asiento y se arrodilló ante su amada, luego comprometida aún con lágrimas brotando de sus verdosos ojos.
—Deby, eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Significas todo para mí y estaría dispuesto a entregarte mi vida entera y más. Con tu sonrisa y tu personalidad lograste cautivarme desde el primer segundo en que te vi, cuando todo lo que vi fue oro bajo dolor, pero siempre oro. No tienes ni idea de lo feliz que me siento ahora, ¡Me darás un hijo, por Dios! Nuestro hijo, nuestro pequeño o pequeña, al que con tan solo ver, me recordará su hermosa madre, tan realista, sencilla y dulce como ninguna. Por esta, y muchísimas razones más, quiero que te conviertas en mi esposa y sólo mi amada, mi frágil pero valiente Deby.
Ecos de lo que hasta ahora había sido lo más maravilloso que había escuchado, resonaban en su cabeza como una perfecta melodía armoniosa.
No aguantó por mucho y sus brazos se vieron entrelazados con fuerza en el fornido cuerpo de Harry, apretándolo contra su pecho, demostrándole con el tacto de sus labios contra los suyos, todo lo que sentía y lo que estaba por venir.
—Te amo. Te amo tanto, Harry —hizo una pausa al tiempo que pronunciaba esas palabras con intensidad y amor, para después plantar pequeños besos en su rostro, deshaciendo las lágrimas del angelical rostro de Harry.
—Déborah Rossel, ¿Me harías el extraordinario honor de ser mi esposa, ahora y siempre? —Harry tendió una cajita pequeña roja y de textura suave enfrente de sus susceptibles ojos, ahora llenos de amor.
La abrió con cautela y dejó al descubierto un hermoso anillo de oro con diamantes diminutos.
—¡Acepto! ¡Me encantaría casarme contigo, Harry! —expresó Deby en un murmuro penetrante, que daba a entender, de una vez por todas, el gran afecto que sentía hacia el rizado.
Después de todo, su sueño tendría un final feliz, dejando atrás las preocupaciones y de las agonías, cediéndole el puesto a un sentimiento que marcaría el rumbo de su vida sentimental: El único y verdadero amor.
__________________________
Hola, soy Mey y este es el primer shot que subo al foro -en concreto, más bien-, esto es lo más especial que he redacto y todo mis sentimientos expresados van dirgindos hacia una persona en especial, mi mejor amiga. Te lo he dicho más de mil veces y te lo vuelvo a repetir, preciosa: Te amo con todo mi corazón, Deby. Eres una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida; alumbrando mis días con tú luz, así como entristeciendolos con tu ausencia. Te has convertido en una de las personas más hermosas e importantes de mi vida, preocupándote por mí y siempre ahí para mí. Como desearía que la distancia fuera solo un numero, pero no es así. Eres especial, te admiro demasiado, recuerda lo mucho que te quiero y te querré, a pesar de todo y cuando lo digo, es más que cierto, cielo. Lo hice con Harry porque sé que lo amas muchísimo, y te conozco lo suficientemente bien como para idear un personaje en ti, en este caso, la protagonista. Eres mi hermana, mi sueño, mi gemela, mi esposa, mi amante, mi hermanita menor y mi mejor amiga ante todas las personas. No olvides lo mucho que te quiero, princesa, gracias por cambiar mi vida. Oh, y créditos a Ana 'smileformejai' por sus hermosas creaciones,ily.
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<center><link href='http://fonts.googleapis.com/css?family=Lobster+Two' rel='stylesheet' type='text/css'><font style="font-family: 'Lobster Two', cursive; font-size: 50px; color: #EB6A82;">all i see is gold.</font><font style="font-family: verdana; font-size: 10px; color: white;"></font><table cellspacing="5"><table><tr><td><div style="background-image: url(http://i.imgur.com/dcmZGsy.gif); width: 240px; height: 240px; margin: 0 auto;"></div></td><td><div style="background-image: url(http://i.imgur.com/2LeP2jM.gif); width: 240px; height: 240px; margin: 0 auto;"></div></td></tr></table>
bigtimerush.
Re: all i see is gold {harry styles} one shot.
HOO MAAI GOSH! QUE SHOT MAS HERMOSO!! TE JURO QUE ME ENAMORE, ME ENAMORE!!! ES TAN IUFVHNMACWFOSALC
HARRY ES MUY LINDOOO Y DEBBY ESTA EMBARAZADA!! Y...Y...Y..Y SE VAN A CASAR Y VAN A TENER UN MINI HAZZ Y--YY HAAAA LO AMOOO!!
HARRY ES MUY LINDOOO Y DEBBY ESTA EMBARAZADA!! Y...Y...Y..Y SE VAN A CASAR Y VAN A TENER UN MINI HAZZ Y--YY HAAAA LO AMOOO!!
check my flow
Re: all i see is gold {harry styles} one shot.
Mey, no creo que existan palabras para describir lo que sentí al momento de leerlo. Ni siquiera creo que se pueda expresar en un simple y mísero comentario.
Gracias. Es lo único que te digo siempre, pero es lo más sincero que puedo decir, gracias.
Nunca antes nadie había hecho algo así por mí. Nunca, jamás. Agradezco a Dios todos los días por haberme regalado una amiga como vos. Al fin, mi mejor amiga. Reí, lloré, salté, grité e interrumpí mis clases de Inglés y Latín para leerlo. Mis otras amigas me miraban rarísimo cuando yo solo podía decir, "Es cosa de Mey y yo, no lo entenderían" Y preguntaron "¿Quién es Mey?" y yo respondí "Mi mejor amiga, mejor que todas ustedes" y bueno, fue como si le hubiera hablado a la pared misma, pero es la verdad.
Fue una de las historias más tiernas que he leído. Hermosa, romántica y demasiado dulce, como a mí me gusta. Sabes tanto de mí, "Universidad de Harvard en Arguitectura General" Simplemente lagrimeé de emoción al saber cuánto me conoces. La historia... todo, es demasiado hermoso. Que escribas simplemente perfecto solo hace de este regalo el mejor. El mejor que me han hecho. Ni siquiera aquel perrito que me regalaron para los reyes magos cuando tenía 7 años. Ni siquiera eso, esto es muchísimo mejor que un perrito.(? Cada vez que leía Harry y luego "Deby" me emocionaba a tal punto que sonreía como idiota en medio de la clase más aburrida. Los demás no entendían mi gran felicidad.
Te amo muchísimo, aunque te lo viva diciendo, aunque creo que lo sabes, te lo repito, te amo con todo mi corazón. Sos la persona más importante para mí y daría cualquier cosa por esta amistad. Estaré allí siempre, para aconsejarte -aunque quizá mis consejos no sean los mejores(?- para animarte, para que te descargues, para reír contigo, para festejar tus felicidades, para lo que necesites, estaré allí.
Tú me das tanto, y yo nunca hago nada para agradecértelo... Algún día encontraré la manera de agradecerte por todo lo que haz hecho y haces por mí. Un millón de gracias no alcanzan para demostrarte cuan feliz estoy por lo que que hiciste. Te quiero muchísimo Mey, nunca lo olvides. Es todo lo que te puedo dar, mi amistad y cariño más sincero, no tengo mucho pero te puedo decir con honestidad: Estaré aquí para ti, mejor amiga. Te amo<3
-Deby.
pd: Gracias Ana por su hermoso regalo, también. Las quiero a ambas, son irremediablemente dulces<3
Gracias. Es lo único que te digo siempre, pero es lo más sincero que puedo decir, gracias.
Nunca antes nadie había hecho algo así por mí. Nunca, jamás. Agradezco a Dios todos los días por haberme regalado una amiga como vos. Al fin, mi mejor amiga. Reí, lloré, salté, grité e interrumpí mis clases de Inglés y Latín para leerlo. Mis otras amigas me miraban rarísimo cuando yo solo podía decir, "Es cosa de Mey y yo, no lo entenderían" Y preguntaron "¿Quién es Mey?" y yo respondí "Mi mejor amiga, mejor que todas ustedes" y bueno, fue como si le hubiera hablado a la pared misma, pero es la verdad.
Fue una de las historias más tiernas que he leído. Hermosa, romántica y demasiado dulce, como a mí me gusta. Sabes tanto de mí, "Universidad de Harvard en Arguitectura General" Simplemente lagrimeé de emoción al saber cuánto me conoces. La historia... todo, es demasiado hermoso. Que escribas simplemente perfecto solo hace de este regalo el mejor. El mejor que me han hecho. Ni siquiera aquel perrito que me regalaron para los reyes magos cuando tenía 7 años. Ni siquiera eso, esto es muchísimo mejor que un perrito.(? Cada vez que leía Harry y luego "Deby" me emocionaba a tal punto que sonreía como idiota en medio de la clase más aburrida. Los demás no entendían mi gran felicidad.
Te amo muchísimo, aunque te lo viva diciendo, aunque creo que lo sabes, te lo repito, te amo con todo mi corazón. Sos la persona más importante para mí y daría cualquier cosa por esta amistad. Estaré allí siempre, para aconsejarte -aunque quizá mis consejos no sean los mejores(?- para animarte, para que te descargues, para reír contigo, para festejar tus felicidades, para lo que necesites, estaré allí.
Tú me das tanto, y yo nunca hago nada para agradecértelo... Algún día encontraré la manera de agradecerte por todo lo que haz hecho y haces por mí. Un millón de gracias no alcanzan para demostrarte cuan feliz estoy por lo que que hiciste. Te quiero muchísimo Mey, nunca lo olvides. Es todo lo que te puedo dar, mi amistad y cariño más sincero, no tengo mucho pero te puedo decir con honestidad: Estaré aquí para ti, mejor amiga. Te amo<3
-Deby.
pd: Gracias Ana por su hermoso regalo, también. Las quiero a ambas, son irremediablemente dulces<3
Invitado
Invitado
Re: all i see is gold {harry styles} one shot.
¿Lo puedo adaptar? obvio que te daré créditos. es demasiado hermosooo <3333 me encantaa la dedicatoria a tu bff ;)
Destinylove123
Re: all i see is gold {harry styles} one shot.
¡Claro que sí! confío en que así sea y muchas gracias por pasarte<3, me alegra de que te haya gustado. En verdad pensé que nadie iba a comentar, pero aquí estás skakslas. Me pasaré luego por tu fic, un beso preciosa.Destinylove123 escribió:¿Lo puedo adaptar? obvio que te daré créditos. es demasiado hermosooo <3333 me encantaa la dedicatoria a tu bff ;)
bigtimerush.
Re: all i see is gold {harry styles} one shot.
Deby. escribió:Mey, no creo que existan palabras para describir lo que sentí al momento de leerlo. Ni siquiera creo que se pueda expresar en un simple y mísero comentario.
Gracias. Es lo único que te digo siempre, pero es lo más sincero que puedo decir, gracias.
Nunca antes nadie había hecho algo así por mí. Nunca, jamás. Agradezco a Dios todos los días por haberme regalado una amiga como vos. Al fin, mi mejor amiga. Reí, lloré, salté, grité e interrumpí mis clases de Inglés y Latín para leerlo. Mis otras amigas me miraban rarísimo cuando yo solo podía decir, "Es cosa de Mey y yo, no lo entenderían" Y preguntaron "¿Quién es Mey?" y yo respondí "Mi mejor amiga, mejor que todas ustedes" y bueno, fue como si le hubiera hablado a la pared misma, pero es la verdad.
Fue una de las historias más tiernas que he leído. Hermosa, romántica y demasiado dulce, como a mí me gusta. Sabes tanto de mí, "Universidad de Harvard en Arguitectura General" Simplemente lagrimeé de emoción al saber cuánto me conoces. La historia... todo, es demasiado hermoso. Que escribas simplemente perfecto solo hace de este regalo el mejor. El mejor que me han hecho. Ni siquiera aquel perrito que me regalaron para los reyes magos cuando tenía 7 años. Ni siquiera eso, esto es muchísimo mejor que un perrito.(? Cada vez que leía Harry y luego "Deby" me emocionaba a tal punto que sonreía como idiota en medio de la clase más aburrida. Los demás no entendían mi gran felicidad.
Te amo muchísimo, aunque te lo viva diciendo, aunque creo que lo sabes, te lo repito, te amo con todo mi corazón. Sos la persona más importante para mí y daría cualquier cosa por esta amistad. Estaré allí siempre, para aconsejarte -aunque quizá mis consejos no sean los mejores(?- para animarte, para que te descargues, para reír contigo, para festejar tus felicidades, para lo que necesites, estaré allí.
Tú me das tanto, y yo nunca hago nada para agradecértelo... Algún día encontraré la manera de agradecerte por todo lo que haz hecho y haces por mí. Un millón de gracias no alcanzan para demostrarte cuan feliz estoy por lo que que hiciste. Te quiero muchísimo Mey, nunca lo olvides. Es todo lo que te puedo dar, mi amistad y cariño más sincero, no tengo mucho pero te puedo decir con honestidad: Estaré aquí para ti, mejor amiga. Te amo<3
-Deby.
pd: Gracias Ana por su hermoso regalo, también. Las quiero a ambas, son irremediablemente dulces<3
¡No tienes nada que agradecerme, Deby! Al contrario, yo tengo que agradecerte a ti y también sé que unas cuántas palabras bonitas nunca bastarían para decirte cuánto me importas y cuánto te quiero, ¡Nunca! simplemente por que eres una de las mejores bendiciones que pude haber recibido y no puedo estar más feliz.
Me quede sin palabras. Todo lo que escribiste fue realmente demasiado hermoso para mí, por un momento creí que iba a llorar pero no sé si era por tu comentario o porque me acabo de quemar la mano con aceite.
Yo también te quiero muchísimo Deby, mucho más de lo que he querido a cualquiera de mis amigas. Nunca, pero nunca lo olvides, te amo.
Muchos besotes y que tengas un lindo día<3
pd.;omg, creaste otro tema de 'ily' aslaslsls cuánto spam ;-;
Me quede sin palabras. Todo lo que escribiste fue realmente demasiado hermoso para mí, por un momento creí que iba a llorar pero no sé si era por tu comentario o porque me acabo de quemar la mano con aceite.
Yo también te quiero muchísimo Deby, mucho más de lo que he querido a cualquiera de mis amigas. Nunca, pero nunca lo olvides, te amo.
Muchos besotes y que tengas un lindo día<3
pd.;omg, creaste otro tema de 'ily' aslaslsls cuánto spam ;-;
bigtimerush.
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