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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
don't run, don't hide {one-shot.
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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don't run, don't hide {one-shot.
Ficha de la serie
Nombre del one-shot: don't run, don't hide.
Autor: Celeste, yo.
Adaptación: no.
Género: idk, romance, angustia, misterio, policial.
Advertencias: ninguna, creo, sólo un secuestro.
Otras páginas: sólo en onlywn.
Autor: Celeste, yo.
Adaptación: no.
Género: idk, romance, angustia, misterio, policial.
Advertencias: ninguna, creo, sólo un secuestro.
Otras páginas: sólo en onlywn.
don't run, don't hide.
El día era jueves, y el sol brillaba como nunca. Las calles se veían alegres y cálidas, y no había señales de nada sospechoso por allí. El comienzo de la primavera brindaba alegría y armonía, paz y tranquilidad a los habitantes de la pequeña ciudad de Canterville.
El día diez, Bella habló por primera vez.
—¿Por qué yo, por qué me elegiste a mí? —Preguntó en un murmullo, asustada de levantar la voz, y petrificada por la mano que se posaba en su espalda. El tacto era dulce y cálido, pero a ella sólo le causaba repulsión.
El desconocido sonrió.
—Eres perfecta, Bella. Perfecta para mí. —Dijo en su oído dulcemente, su aliento rozando el cuello de la joven y su perfume mezclándose con el aire cargado de tensión y tristeza.
El día doce, pasó lo que ella más temía.
—Eres especial, Bella. Lo sé —susurró él a centímetros de los labios que ansió probar por dos años enteros— y por eso te quiero sólo para mí.
Ella gimoteó por lo bajo, intentado no sollozar demasiado fuerte. No podía seguir así, aterrada de la única persona que la mantenía viva.
—Podrías sólo… haberme hablado, invitarme a salir. ¡Como alguien normal! —un doloroso sonido salió de su garganta, y la magnitud de este se amplificó debido al intentar esconderlo.
Él sonrío débil y malvadamente.
—Pero no te tendría sólo para mí. De esta forma, si lo hago.
Sus labios se unieron por primera vez, y la sensación que la embargó fue… horrible.
El día diecinueve, él soltó las cuerdas que impedían el movimiento de sus manos. Sus muñecas poseían unas horrendas marcas rojas, pero no le importaba a ella. Estaba rota, y eso sólo lo probaba más.
El día veintidós, Bella alzó su voz por primera vez. Él lo tomó por un acto de confianza, de que, por fin, comenzaría a quererlo, a amarlo como él la amaba a ella.
—¿Qué quieres de mí? ¡Dímelo! —Gritó ella desesperada, mientras levantaba los brazos y sus lágrimas caían sin control alguno.
—Quiero que me ames, —respondió él, intentado tocarla, abrazarla, sentirla— sólo eso quiero.
Bella se juró a sí misma que, antes de querer a este hombre, moriría.
El día veinticinco, él la besó de nuevo. Sus labios eran suaves y deliciosos, pero se negaban a moverse contra los de él. No importa, se decía, algún día me corresponderá. No perdía las esperanzas. ¿Por qué hacerlo? Ella era su alma gemela, ellos se pertenecían.
Bella estaba hecha un desastre; no físicamente, pues él se preocupaba por mantener su imagen hermosa y viva, pero si emocionalmente. No podía pensar, no podía moverse, no podía respirar. No aguantaba, no aguanta más en ese lugar. ¡Debía irse, y debía hacerlo ya!
Pero sabía que escapar era imposible, la entrada estaba sellada con una piedra enorme, haciendo imposible la entrada y salida a cualquiera; sólo él podía moverla, sabía cómo hacerlo. Y eso sólo pasaba cuando la llevaba hacia el sucio y asqueroso baño que se encontraba en frente.
El día veintiocho, él sacó una pistola de su bolsillo. Bella había comenzado a gritar sobre cuánto lo odiaba, y no tuvo más remedio que amenazarla. Nunca le haría nada, por supuesto, ¡hasta se había disculpado con ella por golpearla aquella lejana vez! Pero debía controlarla.
Bella observó cómo, luego, guardó el arma en su bolsillo trasero, y sólo pensó una cosa: debo quitársela.
El día treinta, Bella lo abrazó con putrefacción. Pero él no lo notó, sólo estaba consciente de que ella, por fin, se daba cuenta de que pertenecían juntos. Las pequeñas manos se deslizaban por su espalda y una llegó más allá de todo. Él no podría haber sido más feliz.
Bella, al notar que él dormía, se permitió llorar en silencio como cada noche, pero, esta vez, también lo hacía porque lo había tocado, y el asco se apoderaba de ella.
Pero había valido la pena, se repetía. Porque tenía el arma.
El día treinta y uno, se cumplía un mes desde la llegada de Bella, desde su secuestro. Pero eso no fue lo más especial del día.
Él se despertó feliz, estaba alegre y deseoso de poder hablar con su ángel, cuando la vio con una pistola en la mano, apuntando hacia su boca. Sin pensarlo, comenzó a gritar.
—¡Por favor, no lo hagas! —Imploró él, sus lágrimas mojando su rostro entero.
Ella no podía irse, simplemente no podía. Era su ángel, su musa, su todo.
—No tengo otra opción. No me dejas otra opción. —Su voz era dura y fría, al igual que su corazón luego de un mes entero de cautiverio.
Intentaba idear un plan, distraerla, o incluso golpearla, sólo con tal de que suelte ese arma que acabaría con la vida de la joven que lo ayudó a conocer el verdadero significado del amor.
—Bella, no lo hagas, prometo que te haré la mujer más feliz del mundo, si tan sólo alejas ese arma de tu cabeza—pidió una vez más él, juntando las manos en plegaria.
Ella, luego de titubear, obedeció. Él sonrió, pensando que todo acabaría allí, que podría ser feliz con su alma gemela por el resto de sus días en esa estructura pequeña. Pero se equivocó. Oh, estaba tan equivocado.
Bella apuntó a la cabeza de su captor, sus ojos llenos de furia y rabia, tristeza y odio.
—Sólo dime una cosa. —Habló con voz firme, totalmente distinta a la que había usado en los meses anteriores— ¿Cuál es tu nombre?
Él frunció el ceño, no sólo por la amenaza de muerte que la chica ejercía.
—Tú sabes quién soy Bella.—Pausó por un momento, bajando la cabeza. Los siguientes segundos silenciosos parecieron mil años, y, cuando por fin él se digno a hablar, sólo dijo:— Soy Reid. Tu alma gemela.
Un sollozo salió de la garganta de la chica, y Reid la siguió. Lloraron por horas, hasta que sucedió.
Ella disparó, sin arrepentimientos y a sangre fría. Un solo tiro, una sola bala, en perfecta posición en su cabeza.
Reid gritó, y se tiró de rodillas al lado de la mujer que, aunque estuviera muerta, seguía amando. Sus sollozos no callaban, y el perdido perfume de Bella, el mismo que traía puesto los primeros días de cautiverio, llegaron a su nariz como una fresca brisa.
Sonrió débilmente, y aspiró ese perfume hasta que se colgó de la viga oxidada y dañada del techo, obligando al cielo y a Dios llevarlo con Bella, dónde pertenecía. Dónde ellos pertenecían juntos, como almas gemelas.
‘No importa dónde vallas, cariño, él te encontrará’.
La gente caminaba de un lado para otro, dedicándose a comprar artículos para sus enamorados o, simplemente, disfrutando de un buen paseo bajo los rayos del sol calientes.
Una mujer, entre toda la multitud, se encontraba haciendo otras cosas, más que suspirar y relajarse. En realidad, ella no podía darse el gran lujo de reparar en la tranquilidad del hermoso parque o el viento suave revolviendo las hojas verdes de los árboles.
Pero, ¿por qué no?
Pero, ¿por qué no?
La sensación de sentirse observada nunca la abandonaba, y Bella estaba cansada de sentir temor en cada lugar al que se presentaba. No importaba donde se encontraba o que estaba haciendo, un escalofrío siempre recorrería su espalda y las ganas de mirar hacia atrás la comían viva. Ya sea en su casa, al aire libre, lugares públicos o bien en la casa de sus padres, no podía sentarse más de cinco minutos y estarse quieta, temerosa de que alguien la encontrara si no se movía de alguna manera.
Todo había empezado dos años atrás, y no entendía el porqué. Había consultado millones de psiquiatras y psicólogos, tomado miles de recetas y pastillas diferentes para controlar la ansiedad y el temor que estaba sintiendo, pero nada. Era todo en vano, pues nunca desaparecía el sentimiento de ser observada y examinada cada minuto del día.
Todo había empezado dos años atrás, y no entendía el porqué. Había consultado millones de psiquiatras y psicólogos, tomado miles de recetas y pastillas diferentes para controlar la ansiedad y el temor que estaba sintiendo, pero nada. Era todo en vano, pues nunca desaparecía el sentimiento de ser observada y examinada cada minuto del día.
Luego de un tiempo, intentó aprender a vivir con ello, con terror y miedo. No lo logró, pero el sufrimiento se soporta gracias a horas de relajación e intentos de controlar la respiración. La ayudan, pero no la salvan. Ella se está hundiendo, y no sabe la causa.
‘No importa dónde vallas, cariño, él te encontrará’.
…
El día era viernes, y las nubes no dejaban escapar a los rayos del sol. Él se encontraba sentado en una banca, sus brazos apoyados en sus rodillas, en una posición desesperada. Estaba asustado. Por supuesto, la emoción y el éxtasis pasaban por sus venas, mezclándose con las emociones nerviosas y malas. Era el día. Al fin lo era.
Había esperado unos tortuosos dos años para hacerlo, y no podía dejarse llevar por el miedo de que nada funcionara. Esos dos años donde la observó a lo lejos, siempre a una prudente distancia para que ella no lo vea, pero no demasiado lejos para apreciar mejor los rasgos de su cara. Estaba loco, loco por ella, desde la primera vez que la vio caminar por el gigante parque de Canterville, cargando un par de bolsas color marrón. Su vestido era de algodón blanco con zapatos rosas, y su cabello rubio, lleno de pequeñas ondas, caía en cascada por su espalda.
Él no estaba loco por recordar cada detalle de ella, sólo lo recordaba porque era alguien especial. Era su alma gemela. ¿Cómo no serlo? Esa chica estaba hecha para él, y, cuando chocaron al día siguiente por casualidad, él lo tenía todo decidido.
Él no estaba loco por recordar cada detalle de ella, sólo lo recordaba porque era alguien especial. Era su alma gemela. ¿Cómo no serlo? Esa chica estaba hecha para él, y, cuando chocaron al día siguiente por casualidad, él lo tenía todo decidido.
Desde ese momento, Bella Jones sería suya. Pero debía planearlo muy bien, no podía arriesgarse a que ella se enterara antes de tiempo. Entonces, comenzó a seguirla.
Y él la observaba, también; cada paso que ella daba, cada error y fracaso, cada celebración. Y pronto se convirtió en obsesión, tan grande que no pudo pararla a tiempo.
Y él la observaba, también; cada paso que ella daba, cada error y fracaso, cada celebración. Y pronto se convirtió en obsesión, tan grande que no pudo pararla a tiempo.
‘No importa dónde vallas, cariño, yo te encontraré’.
…
El día era viernes, y Bella estaba más que estresada: entre el cumpleaños de su madre, comprar los materiales para la fiesta, y la horrible sensación que subía por su espalda, no podía concentrarse para nada.
En medio del caótico ruido y las frenéticas personas, decidió que debía distraerse, ¿y qué mejor distracción que llamar a su madre en el día de su mismo cumpleaños para que hable sobre las chismosas de sus vecinas?
En medio del caótico ruido y las frenéticas personas, decidió que debía distraerse, ¿y qué mejor distracción que llamar a su madre en el día de su mismo cumpleaños para que hable sobre las chismosas de sus vecinas?
—¡Feliz cumpleaños, mamá! —Dijo al sacar su teléfono y llamar al número indicado.
La mujer del otro lado de la línea rió, y Bella imaginaba que tenía una sonrisa en su rostro.
—Gracias, Bella —responde con un tono maternal que sólo guarda para sus dos hijos—. Y hablando de zapatos, ¿has sabido que Rita compró las botas de la temporada pasada?
Esa era su madre, inventando e imaginando temas inexistentes para cotillear sobre todo el vecindario. A Bella le molestaba eso, pero, al querer una buena distracción, se sintió feliz de poder escuchar que Martha LaPunne había perdido la alianza de casamiento y se rumoreaba que su amante la había robado.
Bella reía cada tanto, pero siempre quedándose callada. Todo su paseo lo pasó de esa forma, pegada a su celular para no despertar a la fierecilla que le decía que debía estar aterrada, que alguien la vigilaba.
Tranquila, se dijo, no hay nadie. Tan sólo mira para los lados y sabrás que eres paranoica.
Bella reía cada tanto, pero siempre quedándose callada. Todo su paseo lo pasó de esa forma, pegada a su celular para no despertar a la fierecilla que le decía que debía estar aterrada, que alguien la vigilaba.
Tranquila, se dijo, no hay nadie. Tan sólo mira para los lados y sabrás que eres paranoica.
Suspiró lentamente, y, todavía escuchando sobre las aventuras de los vecinos, volteó hacia la derecha. Nada, sólo una mata de personas concentradas en sus mismos pensamientos, que seguramente consistían en recordar si habían llevado paraguas ese día.
Esperó diez segundos, mirando siempre hacia esa dirección. Todo era normal.
Esperó diez segundos, mirando siempre hacia esa dirección. Todo era normal.
Luego, giró hacia la izquierda. Todo estaba bien, nada malo… hasta que lo vio. Un hombre de su misma edad, o quizás un año más, mirándola fijamente. Sólo a ella, como si fuera la única en el mundo. Ahogó un grito y rápidamente le dijo a su madre:
—Debo irme, mamá, te veo esta noche. —No esperó respuesta, simplemente terminó la llamada y comenzó a correr.
No le importaban sus tacones nuevos, que crujían y hacían un ademán de romperse con cada paso que ella daba, o lo rara que se veía en ese momento. Sólo quería escapar. Escapar de ese hombre y nunca volver a verlo. Estaba aterrorizada, y sus lágrimas comenzaban a asaltar sus ojos.
Miró hacia atrás, esperando ver al desconocido siguiéndola, pero se sorprendió cuando no había nadie corriendo detrás de ella. Suspiró. La paranoia se le había salido de las manos.
Miró hacia atrás, esperando ver al desconocido siguiéndola, pero se sorprendió cuando no había nadie corriendo detrás de ella. Suspiró. La paranoia se le había salido de las manos.
Decidió irse a su casa, comenzaría a prepararse para el cumpleaños de su madre y, luego, tomaría unas vacaciones en algún paraíso caribeño, para quitar el estrés de su vida.
‘No importa dónde vallas, cariño, él te encontrará’.
…
La ducha la relajaba, y la ayudaba a no pensar. Es por eso que siempre tardaba tanto tiempo allí adentro, y por lo que recibía burlas de todos lo que sabían que esos cuarenta y cinco minutos se la pasaba encerrada luchando contra sus pensamientos.
Como sea, les decía Bella, pueden irse a la mierda.
Como sea, les decía Bella, pueden irse a la mierda.
Rebuscó en su armario, luego de salir, ropa apropiada para usar esa noche. Debía de estar ‘hermosa como una princesa’, cómo a su madre le gustaba decirle. Rió por su pensamiento, alegre de saber que podía contar con ella para todo.
En el momento en que estaba vistiéndose y pasando su vestido rosa por su cuerpo, un ruido fuerte llamó su atención. Venía de la puerta de entrada, no había dudas, y ella se asustó. Se aterrorizó. Terminó de poner su vestido lentamente y caminó sin hacer sonido alguno hacia su cama, para esconderse debajo de esta. Su corazón latía desaforadamente, con sonidos rápidos y entrecortados, y su respiración estaba atascada en su garganta. Quería llorar, pero sabía que no era la mejor idea en una situación así.
En el momento en que estaba vistiéndose y pasando su vestido rosa por su cuerpo, un ruido fuerte llamó su atención. Venía de la puerta de entrada, no había dudas, y ella se asustó. Se aterrorizó. Terminó de poner su vestido lentamente y caminó sin hacer sonido alguno hacia su cama, para esconderse debajo de esta. Su corazón latía desaforadamente, con sonidos rápidos y entrecortados, y su respiración estaba atascada en su garganta. Quería llorar, pero sabía que no era la mejor idea en una situación así.
Escuchó pasos, cada vez más fuertes, acercándose, y, de pronto, la puerta se abrió. Ahogó un grito y los sollozos que prometían traicionarla, y esperó. El hombre, por lo que podía ver, se movía lentamente, como si estuviera jugando a las escondidas con Bella. Por favor, que no me encuentre, por favor, rogaba ella.
Pero fue en vano, porque, al terminar de rezar y pedir, una cara apareció delante de ella, sonriente y juguetona.
Pero fue en vano, porque, al terminar de rezar y pedir, una cara apareció delante de ella, sonriente y juguetona.
—Es el día, Bella —dijo con voz suave, y Bella gritó justo antes de que el hombre, el mismo que había visto aquella tarde, tapara su boca y su mundo se volviera negro.
‘No importa dónde vallas, cariño, él te encontrará’.
…
El primer día, el cuerpo de Bella estaba tenso y dolorido, por la posición incómoda en la que se encontraba. El aire de allí era seco y lleno de mugre, al igual que el lugar. Un cubículo poco más grande que un baño portátil, sucio y negro. El olor que emanaba era asqueroso, y a Bella le daban arcadas.
Pero eso no era lo peor de todo. Lo más temible, lo que le causaba repulsión, era el joven de cabellos negros sentado a su lado, tomando sus manos atadas y sobándolas como si fueran lo más preciado del mundo.
Ella estaba petrificada, no podía moverse. Y así pasaron las veinticuatro horas, sin dormir o comer, sólo con ella entrando en un shock permanente, y él, haciéndole saber que estaba allí.
Pero eso no era lo peor de todo. Lo más temible, lo que le causaba repulsión, era el joven de cabellos negros sentado a su lado, tomando sus manos atadas y sobándolas como si fueran lo más preciado del mundo.
Ella estaba petrificada, no podía moverse. Y así pasaron las veinticuatro horas, sin dormir o comer, sólo con ella entrando en un shock permanente, y él, haciéndole saber que estaba allí.
El día cinco, Bella, por fin, salió de su trance y gritó. Con todas sus fuerzas. Luchó con él, intentó derribarlo, quitarse las sogas y escapar. No lo logró, sólo hizo que él se enfadara, causando un golpe e su mejilla derecha.
Habría un moretón allí.
Habría un moretón allí.
El día diez, Bella habló por primera vez.
—¿Por qué yo, por qué me elegiste a mí? —Preguntó en un murmullo, asustada de levantar la voz, y petrificada por la mano que se posaba en su espalda. El tacto era dulce y cálido, pero a ella sólo le causaba repulsión.
El desconocido sonrió.
—Eres perfecta, Bella. Perfecta para mí. —Dijo en su oído dulcemente, su aliento rozando el cuello de la joven y su perfume mezclándose con el aire cargado de tensión y tristeza.
El día doce, pasó lo que ella más temía.
—Eres especial, Bella. Lo sé —susurró él a centímetros de los labios que ansió probar por dos años enteros— y por eso te quiero sólo para mí.
Ella gimoteó por lo bajo, intentado no sollozar demasiado fuerte. No podía seguir así, aterrada de la única persona que la mantenía viva.
—Podrías sólo… haberme hablado, invitarme a salir. ¡Como alguien normal! —un doloroso sonido salió de su garganta, y la magnitud de este se amplificó debido al intentar esconderlo.
Él sonrío débil y malvadamente.
—Pero no te tendría sólo para mí. De esta forma, si lo hago.
Sus labios se unieron por primera vez, y la sensación que la embargó fue… horrible.
El día diecinueve, él soltó las cuerdas que impedían el movimiento de sus manos. Sus muñecas poseían unas horrendas marcas rojas, pero no le importaba a ella. Estaba rota, y eso sólo lo probaba más.
El día veintidós, Bella alzó su voz por primera vez. Él lo tomó por un acto de confianza, de que, por fin, comenzaría a quererlo, a amarlo como él la amaba a ella.
—¿Qué quieres de mí? ¡Dímelo! —Gritó ella desesperada, mientras levantaba los brazos y sus lágrimas caían sin control alguno.
—Quiero que me ames, —respondió él, intentado tocarla, abrazarla, sentirla— sólo eso quiero.
Bella se juró a sí misma que, antes de querer a este hombre, moriría.
El día veinticinco, él la besó de nuevo. Sus labios eran suaves y deliciosos, pero se negaban a moverse contra los de él. No importa, se decía, algún día me corresponderá. No perdía las esperanzas. ¿Por qué hacerlo? Ella era su alma gemela, ellos se pertenecían.
Bella estaba hecha un desastre; no físicamente, pues él se preocupaba por mantener su imagen hermosa y viva, pero si emocionalmente. No podía pensar, no podía moverse, no podía respirar. No aguantaba, no aguanta más en ese lugar. ¡Debía irse, y debía hacerlo ya!
Pero sabía que escapar era imposible, la entrada estaba sellada con una piedra enorme, haciendo imposible la entrada y salida a cualquiera; sólo él podía moverla, sabía cómo hacerlo. Y eso sólo pasaba cuando la llevaba hacia el sucio y asqueroso baño que se encontraba en frente.
El día veintiocho, él sacó una pistola de su bolsillo. Bella había comenzado a gritar sobre cuánto lo odiaba, y no tuvo más remedio que amenazarla. Nunca le haría nada, por supuesto, ¡hasta se había disculpado con ella por golpearla aquella lejana vez! Pero debía controlarla.
Bella observó cómo, luego, guardó el arma en su bolsillo trasero, y sólo pensó una cosa: debo quitársela.
El día treinta, Bella lo abrazó con putrefacción. Pero él no lo notó, sólo estaba consciente de que ella, por fin, se daba cuenta de que pertenecían juntos. Las pequeñas manos se deslizaban por su espalda y una llegó más allá de todo. Él no podría haber sido más feliz.
Bella, al notar que él dormía, se permitió llorar en silencio como cada noche, pero, esta vez, también lo hacía porque lo había tocado, y el asco se apoderaba de ella.
Pero había valido la pena, se repetía. Porque tenía el arma.
El día treinta y uno, se cumplía un mes desde la llegada de Bella, desde su secuestro. Pero eso no fue lo más especial del día.
Él se despertó feliz, estaba alegre y deseoso de poder hablar con su ángel, cuando la vio con una pistola en la mano, apuntando hacia su boca. Sin pensarlo, comenzó a gritar.
—¡Por favor, no lo hagas! —Imploró él, sus lágrimas mojando su rostro entero.
Ella no podía irse, simplemente no podía. Era su ángel, su musa, su todo.
—No tengo otra opción. No me dejas otra opción. —Su voz era dura y fría, al igual que su corazón luego de un mes entero de cautiverio.
Intentaba idear un plan, distraerla, o incluso golpearla, sólo con tal de que suelte ese arma que acabaría con la vida de la joven que lo ayudó a conocer el verdadero significado del amor.
—Bella, no lo hagas, prometo que te haré la mujer más feliz del mundo, si tan sólo alejas ese arma de tu cabeza—pidió una vez más él, juntando las manos en plegaria.
Ella, luego de titubear, obedeció. Él sonrió, pensando que todo acabaría allí, que podría ser feliz con su alma gemela por el resto de sus días en esa estructura pequeña. Pero se equivocó. Oh, estaba tan equivocado.
Bella apuntó a la cabeza de su captor, sus ojos llenos de furia y rabia, tristeza y odio.
—Sólo dime una cosa. —Habló con voz firme, totalmente distinta a la que había usado en los meses anteriores— ¿Cuál es tu nombre?
Él frunció el ceño, no sólo por la amenaza de muerte que la chica ejercía.
—Tú sabes quién soy Bella.—Pausó por un momento, bajando la cabeza. Los siguientes segundos silenciosos parecieron mil años, y, cuando por fin él se digno a hablar, sólo dijo:— Soy Reid. Tu alma gemela.
Un sollozo salió de la garganta de la chica, y Reid la siguió. Lloraron por horas, hasta que sucedió.
Ella disparó, sin arrepentimientos y a sangre fría. Un solo tiro, una sola bala, en perfecta posición en su cabeza.
Reid gritó, y se tiró de rodillas al lado de la mujer que, aunque estuviera muerta, seguía amando. Sus sollozos no callaban, y el perdido perfume de Bella, el mismo que traía puesto los primeros días de cautiverio, llegaron a su nariz como una fresca brisa.
Sonrió débilmente, y aspiró ese perfume hasta que se colgó de la viga oxidada y dañada del techo, obligando al cielo y a Dios llevarlo con Bella, dónde pertenecía. Dónde ellos pertenecían juntos, como almas gemelas.
‘No importa dónde vallas, cariño, él te encontrará’.
- open me:
- hola, capaz que alguien me conoce, capaz que no, idk. soy de argentina y tengo 14 años, y creo que nada más djksfnsdog.
bueno... no sé de donde salió esto. juro que no sé, mi mente es algo retorcido y, eh... no sé que decir más que ojalá les haya gustado y, si quieren, comenten. es un os, como bien dice el título, pero lo aclaro para que quede especificado que no va a haber una segunda parte.
Invitado
Invitado
Re: don't run, don't hide {one-shot.
Holi (?
Tu mente desquiciada me encanta, ah.
Abecés es bueno leer algo así siempre leo cosas cursis y esto realmente no es muy cursi aunque Reid se haya enamorado hasta quedar enfermo y obsesionado; yo me asimilo a Reid somos igual de enfermos, yo tengo en mi sótano a Louis y Harry ._.
Debo confesar que me encanto tu forma de escribir, tengo que leer todo lo que has escrito en este maldito y hermoso foro ¡ya!
Bye! xx amor y paz
Tu mente desquiciada me encanta, ah.
Abecés es bueno leer algo así siempre leo cosas cursis y esto realmente no es muy cursi aunque Reid se haya enamorado hasta quedar enfermo y obsesionado; yo me asimilo a Reid somos igual de enfermos, yo tengo en mi sótano a Louis y Harry ._.
Debo confesar que me encanto tu forma de escribir, tengo que leer todo lo que has escrito en este maldito y hermoso foro ¡ya!
Bye! xx amor y paz
Invitado
Invitado
Re: don't run, don't hide {one-shot.
aaaaaaaaay. pobre bella :cc ¿por qué, por qué? cele mala, eres una cele mala :c deja de escribir tan bien :c te juro que bella me caía muy bien y reid como el culo. ¿la verdad es que no podía invitarla a salir? y bella :c weón, se suicido :c deja, deja de escribir así, cele, por favor, me quieres matar :c
pinkfloyd.
Re: don't run, don't hide {one-shot.
holi(?).Demons escribió:Holi (?
Tu mente desquiciada me encanta, ah.
Abecés es bueno leer algo así siempre leo cosas cursis y esto realmente no es muy cursi aunque Reid se haya enamorado hasta quedar enfermo y obsesionado; yo me asimilo a Reid somos igual de enfermos, yo tengo en mi sótano a Louis y Harry ._.
Debo confesar que me encanto tu forma de escribir, tengo que leer todo lo que has escrito en este maldito y hermoso foro ¡ya!
Bye! xx amor y paz
me alegra que te guste, aunque sea un poco... rara.
lol, me recordó a eso cuanod escribía(?), a que tengo a chris acá en mi sótano y bueno.
dsfjsdbgois gracias<3.
besos, love&peace.
Invitado
Invitado
Re: don't run, don't hide {one-shot.
a mi también me caiga bien, era buena:c.28. escribió:aaaaaaaaay. pobre bella :cc ¿por qué, por qué? cele mala, eres una cele mala :c deja de escribir tan bien :c te juro que bella me caía muy bien y reid como el culo. ¿la verdad es que no podía invitarla a salir? y bella :c weón, se suicido :c deja, deja de escribir así, cele, por favor, me quieres matar :c
no sé, estaba loco, MUY loco.
no mueras, quiero leer tu novela y si morís no puedo:c.
Invitado
Invitado
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