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Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
Ficha de la serie
• Titulo: Los Inmortales: Eternidad
• Autor: Alyson Noel
• Adaptación: Si, son varios libros {este es el primero}
• Género: Ciencia Ficción
• Contenido: Apto para todo lector, no importa la edad.
• Advertencias: Ninguna por el momento.
• Otras páginas: No.
• Autor: Alyson Noel
• Adaptación: Si, son varios libros {este es el primero}
• Género: Ciencia Ficción
• Contenido: Apto para todo lector, no importa la edad.
• Advertencias: Ninguna por el momento.
• Otras páginas: No.
Los Inmortales
๑ Zayn Malik ๑ & Tú ๑ Adaptación ๑ Primera Temporada ๑ 38 Capítulos ๑
Irresistible
Adictivo
Arrollador
Así es el amor.
Adictivo
Arrollador
Así es el amor.
_____ guarda un secreto: puede oír los pensamientos de todos los que están a su alrededor, ver su aura y descubrir su pasado con solo tocarles la piel. Abrumada por la fuerza de este extraño don, vive encerrada en sí misma y solo tiene dos amigos, los excéntricos Haven y Miles.
Todo cambia, sin embargo, cuando Zayn se incorpora a su clase; atractivo y enigmático, despierta rápidamente el interés de todas las chicas del instituto. _____, como siempre, intenta mantenerse al margen, pero muy pronto descubre con una mezcla de temor y fascinación que Zayn no tiene aura y que altera de forma misteriosa todos sus poderes…
-El único secreto que guardan las personas es la inmortalidad
EMILY DICKINSON
EMILY DICKINSON
BY —JAYBIRD. PARA SOURCECODE
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
Primera lectora djdvldkdobdkfnkr
Me parece excelente la idea :D
Me ha fascinado! Espero primer capítulo
Besos (:
~Alejandra~
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
~Alejandra~ escribió:
Primera lectora djdvldkdobdkfnkr
Me parece excelente la idea :D
Me ha fascinado! Espero primer capítulo
Besos (:
Hola Alejandra :) bienvenida.
Qué gusto que te haya gustado, el capítulo tal vez lo suba más alrato o mañana.
Besos xX.
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
Harriet escribió:~Alejandra~ escribió:
Primera lectora djdvldkdobdkfnkr
Me parece excelente la idea :D
Me ha fascinado! Espero primer capítulo
Besos (:
Hola Alejandra :) bienvenida.
Qué gusto que te haya gustado, el capítulo tal vez lo suba más alrato o mañana.
Besos xX.
Buno yo espero linda (:
~Alejandra~
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
hola Ely ya me tienes aquí de nuevo síguela cuando puedas lindura
Chloe
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
YA LLEGUE .... YO TAMBIÉN JAJAJAJA NO SE POR QUE HICE ESO PERO ME GUSTA MAS NOVELAS DE MISTERIO GUAJAJAJ
Aislinn
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!
Dios woow que cosas bueno aquí me tienes ese Zayn siempre tan misterioso y kahskjhfwkjbfakjbd
Bien espero primer capítulo wiii !,
Dios woow que cosas bueno aquí me tienes ese Zayn siempre tan misterioso y kahskjhfwkjbfakjbd
Bien espero primer capítulo wiii !,
Vikilita
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
Colores de las Auras.
♣
Rojo: Energía, fuerza, ira, sexualidad, pasión, peligro, arrogancia.
Naranja: autocontrol, ambición, coraje, consideración, falta de voluntad, apatía.
Amarillo: optimismo, felicidad, intelectualidad, amistad, indecisión, fácil manipulación.
Verde: paz, sanación, compasión, falta de honestidad, celos.
Azul: espiritualidad, lealtad, creatividad, comprensión, sensibilidad, melancolía.
Violeta: elevada espiritualidad, sabiduría, intuición.
Índigo: benevolencia, intuición elevada, búsqueda.
Rosa: amor, sinceridad, amistad.
Gris: depresión, tristeza, agotamiento, baja energía, escepticismo.
Marrón: avaricia, egoísmo, testarudez.
Negro: falta de energía, enfermedad, muerte inminente.
Blanco: equilibrio perfecto.
Naranja: autocontrol, ambición, coraje, consideración, falta de voluntad, apatía.
Amarillo: optimismo, felicidad, intelectualidad, amistad, indecisión, fácil manipulación.
Verde: paz, sanación, compasión, falta de honestidad, celos.
Azul: espiritualidad, lealtad, creatividad, comprensión, sensibilidad, melancolía.
Violeta: elevada espiritualidad, sabiduría, intuición.
Índigo: benevolencia, intuición elevada, búsqueda.
Rosa: amor, sinceridad, amistad.
Gris: depresión, tristeza, agotamiento, baja energía, escepticismo.
Marrón: avaricia, egoísmo, testarudez.
Negro: falta de energía, enfermedad, muerte inminente.
Blanco: equilibrio perfecto.
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
Harriet escribió:
Colores de las Auras.♣Rojo: Energía, fuerza, ira, sexualidad, pasión, peligro, arrogancia.
Naranja: autocontrol, ambición, coraje, consideración, falta de voluntad, apatía.
Amarillo: optimismo, felicidad, intelectualidad, amistad, indecisión, fácil manipulación.
Verde: paz, sanación, compasión, falta de honestidad, celos.
Azul: espiritualidad, lealtad, creatividad, comprensión, sensibilidad, melancolía.
Violeta: elevada espiritualidad, sabiduría, intuición.
Índigo: benevolencia, intuición elevada, búsqueda.
Rosa: amor, sinceridad, amistad.
Gris: depresión, tristeza, agotamiento, baja energía, escepticismo.
Marrón: avaricia, egoísmo, testarudez.
Negro: falta de energía, enfermedad, muerte inminente.
Blanco: equilibrio perfecto.
ENTONCES TODO ESO LO PUEDE VER RAYIS UUU NADA MAL JAJAJA
Aislinn
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
Capítulo 01
♣
— ¿Quién soy? —Haven aprieta con fuerza sus palmas cálidas y húmedas contra mis mejillas mientras el deslustrado borde de su anillo plateado de calavera deja una marca negra en mi piel. Y, aunque tengo los ojos cerrados y tapados, sé que lleva el cabello teñido de negro peinado con la raya en medio, que se ha puesto su corsé de vinilo negro encima de un jersey de cuello vuelto (según normas del instituto), que su nueva falda negra de satén, que llega hasta el suelo, tiene ya un agujero en el bajo porque se la ha pisado con sus botas Doc Martens y que sus ojos parecen dorados porque lleva lentillas amarillas.
También sé que su padre no se ha marchado por « asuntos de negocios », como dice; que el entrenador personal de su madre es algo más que un « entrenador personal », y que su hermano pequeño le ha roto el CD de Evanescence, aunque tiene demasiado miedo para decírselo.
Sin embargo, no he averiguado nada de todo esto espiándola ni vigilándola, ni tampoco me lo han dicho. Lo sé porque tengo poderes psíquicos.
— ¡Venga, adivínalo! ¡El timbre está a punto de sonar! —exclama. Su voz suena ronca e irritada, como si fumara un paquete de cigarrillos al día, aunque lo cierto es que solo ha fumado una vez. Yo sigo callada mientras intento pensar en la persona con quien menos le gustaría que la confundieran.
— ¿Eres Hilary Duff?
— ¡Uf! Prueba otra vez. —Me aprieta con más fuerza, sin tener ni idea de que a mí no me hace falta ver para saberlo. — ¿Eres Marilyn Manson?
Haven ríe con ganas antes de soltarme. Se aparta y se lame el pulgar para borrarme el tatuaje que su anillo me ha dejado en la mejilla, pero yo le aparto la mano de un manotazo. No es que me dé asco su saliva (quiero decir que sé que está sana), lo que pasa es que no quiero que me toque de nuevo. El contacto es demasiado revelador, demasiado agotador, así que intento evitarlo a toda costa.
Mi amiga me agarra la capucha de la sudadera y me la aparta de la cabeza. Entorna los párpados al ver que llevo puestos los auriculares y pregunta:
— ¿Qué estás escuchando?
Busco en el interior del bolsillo que he cosido para el iPod en todas mis capuchas y que sirve para ocultar los inevitables cables blancos a los ojos de los profesores; luego le ofrezco el reproductor y observo cómo abre los ojos de par en par.
— ¿Qué demonios…? ¿Por qué narices tienes el volumen tan alto? ¿Y quién es ese? —pregunta.
Deja los auriculares del iPod colgando entre las dos para que ambas podamos escuchar a Sid Vicious gritando algo sobre la anarquía en el Reino Unido. La verdad es que no sé muy bien si Sid está a favor o en contra de la anarquía. Lo único que sé es que el volumen está lo bastante alto para embotar mis agudizadísimos sentidos.
—Son los Sex Pistols —le digo al tiempo que apago el reproductor y vuelvo a guardarlo en su compartimento secreto.
—Me sorprende que me hayas oído siquiera… —Haven sonríe en el preciso instante en que suena el timbre.
Yo me limito a encogerme de hombros. No me hace falta « escuchar » para « oír ». Aunque no pienso admitir eso delante de ella. Solo le digo que la veré a la hora del almuerzo y me dispongo a cruzar el campus para dirigirme a clase. Noto un sobresalto cuando percibo a esos dos chicos que se colocan a hurtadillas detrás de ella, le pisan el bajo de la falda y están a punto de hacerla caer. Sin embargo, cuando ella se da la vuelta para fulminarlos con sus ojos amarillos y hacerles la señal del diablo (bueno, en realidad no es la señal del diablo; no es más que algo que ella se ha inventado), los chicos retroceden a toda prisa y la dejan en paz. Dejo escapar un suspiro de alivio mientras abro la puerta de la clase, a sabiendas de que la energía remanente del contacto de Haven no tardará en desvanecerse.
Me dirijo hacia mi asiento, al fondo del aula, y trato de esquivar la mochila que Stacia Miller ha colocado de forma deliberada en medio de mi camino; mientras paso, hago caso omiso de la serenata diaria de « ¡FRACASADAAA! » que ella canturrea entre dientes. Después me siento en mi silla, saco de la mochila el libro, el cuaderno y el bolígrafo, me pongo los auriculares, me subo la capucha de la sudadera, dejo la mochila en el sitio vacío que hay a mi lado y espero a que aparezca el señor Robins.
El señor Robins siempre llega tarde. La mayoría de las veces su retraso se debe a que le gusta dar unos cuantos tragos de su pequeña petaca plateada entre clase y clase, algo que es consecuencia de que su mujer no deje de gritarle, de que su hija lo considere un inútil y de que deteste la vida que lleva.
Descubrí todo esto el primer día en este instituto, cuando toqué su mano de forma accidental mientras le entregaba el formulario del traslado. Desde ese día, siempre que necesito entregarle algo lo dejo en el borde de su mesa.
Cierro los ojos y espero; mis dedos se cuelan bajo la sudadera para cambiar la canción del estridente Sid Vicious por algo más suave y tranquilo. Todo ese estrépito ya no es necesario ahora que estoy en clase. Supongo que la relación alumno-profesor de algún modo consigue mantener a raya la energía psíquica.
No siempre he sido un bicho raro. Solía ser una adolescente de lo más normal. El tipo de chica que asiste a los bailes del instituto y adora a los famosos; estaba tan orgullosa de mi larga melena rubia que jamás se me habría ocurrido recogérmela en una cola de caballo y ocultarla bajo la enorme capucha de una sudadera. Tenía una madre, un padre, una hermana pequeña llamada Riley y un labrador dorado encantador llamado Buttercup. Vivía en una bonita casa de un buen barrio en Eugene, Oregón. Era popular, feliz, y me moría de ganas de que empezara el nuevo año, ya que acababa de superar las pruebas para entrar en el grupo de animadoras. Tenía una vida plena y mi único límite era el cielo. Y aunque esta última parte suena a tópico, era real, por irónico que parezca.
No obstante, todo eso ya no son más que recuerdos vagos para mí. Porque, desde que tuve el accidente, lo único que puedo recordar con claridad es mi muerte.
Los médicos creyeron que sufrí eso que llaman una ECM, una « experiencia cercana a la muerte ».
Pero se equivocaron de lleno. Porque lo que experimenté no era nada « cercano » a la muerte, puedes creerme. Mi hermana Riley y yo estábamos sentadas en el asiento trasero del todoterreno de mi padre; Buttercup tenía apoyada la cabeza sobre el regazo de Riley y sacudía la cola contra mis piernas. En un instante, todos los airbags habían saltado, el coche estaba hecho pedazos y yo lo observaba todo desde fuera.
Contemplé los escombros (los cristales hechos trizas, las puertas aplastadas, el parachoques delantero empotrado contra el tronco de un pino en un abrazo letal) y me pregunté qué había pasado, esperando y rogando que todos los demás estuvieran también ilesos. Después oí un ladrido familiar y cuando me di la vuelta los vi a todos paseando por un sendero; Buttercup encabezaba la comitiva sacudiendo la cola.
Fui tras ellos. Al principio traté de correr para alcanzarlos, pero después aminoré el paso y decidí quedarme atrás. Me apetecía pasear por aquel enorme y fragante prado salpicado de árboles y flores palpitantes que no dejaban de vibrar, así que cerré los ojos para protegerme de la bruma que hacía que todo resplandeciera.
Me prometí que solo sería un momento, que no tardaría en seguirlos de nuevo. Pero cuando por fin volví la vista hacia ellos, apenas tuve tiempo de ver cómo me sonreían y se despedían con un gesto de la mano antes de cruzar el puente y desvanecerse.
Me asaltó el pánico. Miré por todas partes. Corrí de un sitio a otro, pero todo tenía el mismo aspecto, envuelto en esa bruma cálida, blanca, destellante, brillante, hermosa, absurda y eterna. Caí al suelo. Sentí el frío contra mi piel y mi cuerpo comenzó a retorcerse.
Lloré, grité, maldije, supliqué e hice promesas que sabía que jamás podría cumplir.
Y entonces oí que alguien decía:
—¿_____? ¿Te llamas así? Abre los ojos y mírame.
Volví con gran dificultad a la superficie. Volví al lugar donde todo era dolor y miseria, donde sentía una herida palpitante y húmeda en la frente. Observé al chico que estaba inclinado sobre mí, contemplé sus ojos color miel y susurré:
—Sí, soy _____.
Después volví a desmayarme.
También sé que su padre no se ha marchado por « asuntos de negocios », como dice; que el entrenador personal de su madre es algo más que un « entrenador personal », y que su hermano pequeño le ha roto el CD de Evanescence, aunque tiene demasiado miedo para decírselo.
Sin embargo, no he averiguado nada de todo esto espiándola ni vigilándola, ni tampoco me lo han dicho. Lo sé porque tengo poderes psíquicos.
— ¡Venga, adivínalo! ¡El timbre está a punto de sonar! —exclama. Su voz suena ronca e irritada, como si fumara un paquete de cigarrillos al día, aunque lo cierto es que solo ha fumado una vez. Yo sigo callada mientras intento pensar en la persona con quien menos le gustaría que la confundieran.
— ¿Eres Hilary Duff?
— ¡Uf! Prueba otra vez. —Me aprieta con más fuerza, sin tener ni idea de que a mí no me hace falta ver para saberlo. — ¿Eres Marilyn Manson?
Haven ríe con ganas antes de soltarme. Se aparta y se lame el pulgar para borrarme el tatuaje que su anillo me ha dejado en la mejilla, pero yo le aparto la mano de un manotazo. No es que me dé asco su saliva (quiero decir que sé que está sana), lo que pasa es que no quiero que me toque de nuevo. El contacto es demasiado revelador, demasiado agotador, así que intento evitarlo a toda costa.
Mi amiga me agarra la capucha de la sudadera y me la aparta de la cabeza. Entorna los párpados al ver que llevo puestos los auriculares y pregunta:
— ¿Qué estás escuchando?
Busco en el interior del bolsillo que he cosido para el iPod en todas mis capuchas y que sirve para ocultar los inevitables cables blancos a los ojos de los profesores; luego le ofrezco el reproductor y observo cómo abre los ojos de par en par.
— ¿Qué demonios…? ¿Por qué narices tienes el volumen tan alto? ¿Y quién es ese? —pregunta.
Deja los auriculares del iPod colgando entre las dos para que ambas podamos escuchar a Sid Vicious gritando algo sobre la anarquía en el Reino Unido. La verdad es que no sé muy bien si Sid está a favor o en contra de la anarquía. Lo único que sé es que el volumen está lo bastante alto para embotar mis agudizadísimos sentidos.
—Son los Sex Pistols —le digo al tiempo que apago el reproductor y vuelvo a guardarlo en su compartimento secreto.
—Me sorprende que me hayas oído siquiera… —Haven sonríe en el preciso instante en que suena el timbre.
Yo me limito a encogerme de hombros. No me hace falta « escuchar » para « oír ». Aunque no pienso admitir eso delante de ella. Solo le digo que la veré a la hora del almuerzo y me dispongo a cruzar el campus para dirigirme a clase. Noto un sobresalto cuando percibo a esos dos chicos que se colocan a hurtadillas detrás de ella, le pisan el bajo de la falda y están a punto de hacerla caer. Sin embargo, cuando ella se da la vuelta para fulminarlos con sus ojos amarillos y hacerles la señal del diablo (bueno, en realidad no es la señal del diablo; no es más que algo que ella se ha inventado), los chicos retroceden a toda prisa y la dejan en paz. Dejo escapar un suspiro de alivio mientras abro la puerta de la clase, a sabiendas de que la energía remanente del contacto de Haven no tardará en desvanecerse.
Me dirijo hacia mi asiento, al fondo del aula, y trato de esquivar la mochila que Stacia Miller ha colocado de forma deliberada en medio de mi camino; mientras paso, hago caso omiso de la serenata diaria de « ¡FRACASADAAA! » que ella canturrea entre dientes. Después me siento en mi silla, saco de la mochila el libro, el cuaderno y el bolígrafo, me pongo los auriculares, me subo la capucha de la sudadera, dejo la mochila en el sitio vacío que hay a mi lado y espero a que aparezca el señor Robins.
El señor Robins siempre llega tarde. La mayoría de las veces su retraso se debe a que le gusta dar unos cuantos tragos de su pequeña petaca plateada entre clase y clase, algo que es consecuencia de que su mujer no deje de gritarle, de que su hija lo considere un inútil y de que deteste la vida que lleva.
Descubrí todo esto el primer día en este instituto, cuando toqué su mano de forma accidental mientras le entregaba el formulario del traslado. Desde ese día, siempre que necesito entregarle algo lo dejo en el borde de su mesa.
Cierro los ojos y espero; mis dedos se cuelan bajo la sudadera para cambiar la canción del estridente Sid Vicious por algo más suave y tranquilo. Todo ese estrépito ya no es necesario ahora que estoy en clase. Supongo que la relación alumno-profesor de algún modo consigue mantener a raya la energía psíquica.
No siempre he sido un bicho raro. Solía ser una adolescente de lo más normal. El tipo de chica que asiste a los bailes del instituto y adora a los famosos; estaba tan orgullosa de mi larga melena rubia que jamás se me habría ocurrido recogérmela en una cola de caballo y ocultarla bajo la enorme capucha de una sudadera. Tenía una madre, un padre, una hermana pequeña llamada Riley y un labrador dorado encantador llamado Buttercup. Vivía en una bonita casa de un buen barrio en Eugene, Oregón. Era popular, feliz, y me moría de ganas de que empezara el nuevo año, ya que acababa de superar las pruebas para entrar en el grupo de animadoras. Tenía una vida plena y mi único límite era el cielo. Y aunque esta última parte suena a tópico, era real, por irónico que parezca.
No obstante, todo eso ya no son más que recuerdos vagos para mí. Porque, desde que tuve el accidente, lo único que puedo recordar con claridad es mi muerte.
Los médicos creyeron que sufrí eso que llaman una ECM, una « experiencia cercana a la muerte ».
Pero se equivocaron de lleno. Porque lo que experimenté no era nada « cercano » a la muerte, puedes creerme. Mi hermana Riley y yo estábamos sentadas en el asiento trasero del todoterreno de mi padre; Buttercup tenía apoyada la cabeza sobre el regazo de Riley y sacudía la cola contra mis piernas. En un instante, todos los airbags habían saltado, el coche estaba hecho pedazos y yo lo observaba todo desde fuera.
Contemplé los escombros (los cristales hechos trizas, las puertas aplastadas, el parachoques delantero empotrado contra el tronco de un pino en un abrazo letal) y me pregunté qué había pasado, esperando y rogando que todos los demás estuvieran también ilesos. Después oí un ladrido familiar y cuando me di la vuelta los vi a todos paseando por un sendero; Buttercup encabezaba la comitiva sacudiendo la cola.
Fui tras ellos. Al principio traté de correr para alcanzarlos, pero después aminoré el paso y decidí quedarme atrás. Me apetecía pasear por aquel enorme y fragante prado salpicado de árboles y flores palpitantes que no dejaban de vibrar, así que cerré los ojos para protegerme de la bruma que hacía que todo resplandeciera.
Me prometí que solo sería un momento, que no tardaría en seguirlos de nuevo. Pero cuando por fin volví la vista hacia ellos, apenas tuve tiempo de ver cómo me sonreían y se despedían con un gesto de la mano antes de cruzar el puente y desvanecerse.
Me asaltó el pánico. Miré por todas partes. Corrí de un sitio a otro, pero todo tenía el mismo aspecto, envuelto en esa bruma cálida, blanca, destellante, brillante, hermosa, absurda y eterna. Caí al suelo. Sentí el frío contra mi piel y mi cuerpo comenzó a retorcerse.
Lloré, grité, maldije, supliqué e hice promesas que sabía que jamás podría cumplir.
Y entonces oí que alguien decía:
—¿_____? ¿Te llamas así? Abre los ojos y mírame.
Volví con gran dificultad a la superficie. Volví al lugar donde todo era dolor y miseria, donde sentía una herida palpitante y húmeda en la frente. Observé al chico que estaba inclinado sobre mí, contemplé sus ojos color miel y susurré:
—Sí, soy _____.
Después volví a desmayarme.
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
Chloe escribió:hola Ely ya me tienes aquí de nuevo síguela cuando puedas lindura
Hola Chloe bienvenida, gracias por pasarte por aca, ya la seguí. besos xX
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
~Alejandra~ escribió:Harriet escribió:~Alejandra~ escribió:
Primera lectora djdvldkdobdkfnkr
Me parece excelente la idea :D
Me ha fascinado! Espero primer capítulo
Besos (:
Hola Alejandra :) bienvenida.
Qué gusto que te haya gustado, el capítulo tal vez lo suba más alrato o mañana.
Besos xX.
Bueno yo espero linda (:
Gracias, ya subí el cap:D
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
Aislinn escribió:YA LLEGUE .... YO TAMBIÉN JAJAJAJA NO SE POR QUE HICE ESO PERO ME GUSTA MAS NOVELAS DE MISTERIO GUAJAJAJ
Me sono a cuando uno entra al cine jajaja, Hola aislinn gracias por pasarte por aca, sjdkskdks si.
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
Vikilita escribió:AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!
Dios woow que cosas bueno aquí me tienes ese Zayn siempre tan misterioso y kahskjhfwkjbfakjbd
Bien espero primer capítulo wiii !,
Sí Zayn es bien misterioso*-* ya subí el cap, besos <3
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú]
Aislinn escribió:ENTONCES TODO ESO LO PUEDE VER RAYIS UUU NADA MAL JAJAJA
Jaja sí, estaría genial ser como ella, así te darias cuenta de las personas sinceras, las malas, las que se enfermaron, y asi. besos
Harriet
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