♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)

—Bueno, no, supongo que no. Sólo que estaba pagando facturas y no pude evitar mirar los libros y… ¡eres tan rico! —añadió casi en un gemido—. ¿Y esperas que yo lleve la contabilidad y todo lo demás?
Joe soltó una risita.

—Una empresa de contabilidad maneja la mayor parte de mis asuntos financieros. Tú sólo tienes que ocuparte de los asuntos cotidianos en general. Seguro que está todo en la lista.
—Claro que está todo en la lista —masculló ________.
—Bien. Entonces no debería costarte tanto entenderlo —concluyó él sin dejar de observarla con curiosidad—. ¿Es que ninguno de tus anteriores jefes ha sido una persona de recursos?
—Hombre, sí —replicó ella—. Sólo que la mayoría de los tipos con dinero son unos estúpidos. En cambio tú… tú te comportas de una forma tan normal para…
—Para ser un genio rico —aclaró él por ella con una amplia sonrisa.
—De acuerdo —gimió _________—. He sido una tonta otra vez. Es que me ha sorprendido, eso es todo.
—No has sido una tonta —le aseguró él.(que lindo)
__________ torció el gesto. Sabía que él estaba intentando ser amable.
—Supongo que sabes dónde está todo —dijo, recorriendo el despacho lentamente—. Tendrás tu propio sistema, ¿no?
—En absoluto —contestó él con una mueca de dolor—. Es un completo caos. Todos los días me dan varios ataques de furia porque he perdido algo de importancia vital en este naufragio. Pero si alguna vez intentases ordenar mi despacho, sería capaz de romperte un brazo.
Sin dejarse impresionar por la amenaza, ______ rió y cogió una fotografía enmarcada en la que aparecían nueve hombres y tres mujeres. Joe posaba con orgullo en el centro del grupo. Se le escapó una risita sofocada.
—¿Qué te hace tanta gracia? —preguntó, mirándola fijamente.
—Nada —le aseguró conteniendo otra risita.
¡Dios mío! Iban a despedirla antes de acabar el primer día de trabajo, si no lograba controlarse.
—_________ —insistió él con dureza, levantándole la barbilla con una mano y frunciendo el ceño—. ¿Por qué te has reído?
Se dio por vencida.
—Es que al ver esta foto he pensado que parecía una convención de locos, excluyéndote a ti, por supuesto. Lo siento. Es que todos parecen tan serios y tan… ausentes. No pretendía burlarme de tus amigos. A veces me pasan cosas así y no puedo evitarlo.
—Deja de excusarte. No voy a despedirte. Es una fotografía de los miembros de la asociación de pensadores de la que te hablé. Son gente muy agradable, pero son de ese tipo de personas que siempre llevan fundas de plástico con lápices en los bolsillos, cinta adhesiva para sujetarse las gafas y un calcetín de cada color. Es un trabajo sucio. Pero alguien tiene que hacerlo.
________ lo miró a los ojos. Sentía de un modo intenso el tacto de su mano en la barbilla. Tragó con dificultad al darse cuenta de la atracción que había sentido por él desde el instante en que lo vio entrar en la agencia de empleo. Nunca saldría bien, se dijo firmemente. Había tenido un romance con uno de sus jefes una vez, y resultó ser un error abismal. Retrocedió unos pasos.
—Me estás haciendo sentirme culpable —dijo finalmente—. Debería aprender a no juzgar a la gente por su apariencia.
—Sé que lo has dicho sin mala intención, así que no te sientas culpable —la consoló Joe amablemente—. Me encanta la sinceridad de tus reacciones. La mayoría de la gente esconde sus verdaderos sentimientos tras educadas evasivas. Tú dices lo que piensas.
—Eso me ha traído aún más problemas —masculló _________ con un suspiro.

Le llamó la atención otra fotografía enmarcada de alguien a quien desde luego no podía aplicársele adjetivo peyorativo alguno. Sencillamente era una mujer bella, de pelo castaño rojizo, ojos oscuros y facciones clásicas.
—Es guapísima —se oyó decir a sí misma con voz cavernosa.
Pensó con cierta tristeza que no le sorprendía que Joe no pareciese particularmente impresionado por sus encantos.
—Ésa es Sybil —comentó él.
El tono de su voz, cálido y profundo, convenció a _________ de que Joe quería mucho a esa mujer.
—Claro, ésta es Sybil —dijo _________, luchando por no sucumbir a una ridícula oleada de depresión—, ¿tú… eh… mujer?
—Mi hermana —la corrigió, sorprendido—. Es la que se ha embarcado en el crucero esta mañana. Ha sido mi secretaría durante los últimos años.
—Y ahora va a casarse —dijo _________.
Se dio cuenta de que estaba sonriendo como una *******, pero no podía evitarlo. ¡Su hermana! Qué bien.
—Bueno, si su novio tiene algo que decir al respecto, se casará —concluyó Joe—. Va a intentar convencerla durante el crucero.
—Ella le tiene miedo al matrimonio, ¿no?
—Aja —murmuró él en señal de asentimiento—. Pero está muy enamorada de George. Creo que se casará con él cuando esté convencida de que no es una equivocación.
—Tu hermana y tú estáis muy unidos, ¿verdad?
—Mucho —confirmó él con una mirada difícil de descifrar—. Es la única persona en el mundo con la que me siento compenetrado.
Hizo una pausa y se encogió de hombros.

—Mucho —confirmó él con una mirada difícil de descifrar—. Es la única persona en el mundo con la que me siento compenetrado.
Hizo una pausa y se encogió de hombros.

—Parece ser que no me relaciono bien con los demás —siguió explicando con calma—. Sybil dice que estoy completamente incapacitado para las relaciones sociales.
—Obviamente Sybil no siempre tiene razón. Te has relacionado muy bien conmigo.
Joe ladeó la cabeza. Parecía intrigado por sus palabras.
—Tienes razón —decidió al fin con una amplia sonrisa—. Sí, es verdad. ¿Cómo es posible?
Sintiéndose repentinamente incómoda, ________ tragó saliva y se apresuró a salir del despacho.
—Bueno, tengo mucho que hacer. Hasta luego —se disculpó.
La despidió muy sonriente. __________ se preguntó preocupada por qué parecería de repente tan complacido consigo mismo.
El primer día de trabajo de ________ fue muy bien. Se despidió de Joe y se marchó con la sensación de que finalmente había encontrado el trabajo ideal, a pesar de la inoportuna atracción que sentía hacia su jefe y que estaba dispuesta a ignorar.
—Parece… diferente —declaró Jean, la madre de _________, cuando su hija, que había ido a cenar con ellos, acabó de contar la historia.
—Parece un loco —afirmó categóricamente Bill, el padre de ________.
Sonrió a su hija con afecto y la expresión de su rostro, curtido y de facciones duras, se suavizó.
—Os vais a entender de maravilla —añadió.
________ hizo una mueca y se rió a regañadientes.
—Eso es exactamente lo que dijo Joe cuando leyó mi solicitud de trabajo.
—Dos almas gemelas —murmuró Bill, cogiendo otro panecillo.
—Difícilmente. Él es un genio declarado, rico como un… bueno rico, y yo una trabajadora corriente.
—¿Corriente?
________ ignoró el tono irónico de su padre y se dirigió a su madre.
—Al menos ahora podré pagaros el dinero que me habéis prestado este mes.
—No hay prisa, hija. Páganos cuando te venga bien.
—Y adminístrate el salario esta vez —le advirtió Bill—. El que tu jefe sea rico no significa que tú vayas a serlo. Tienes que aprender a…
—A vivir según mis posibilidades —acabó la frase ___________.
—Qué poco respeto hacia tu padre —masculló él en tono sombrío.
Pero _________ no lo tomó en serio. Bill y Jean podían no entender siempre a su única hija, pero la adoraban y ella lo sabía muy bien.
Para celebrar la buena suerte que había tenido al encontrar lo que consideraba el trabajo perfecto, __________ se permitió tomar otro trozo de la tarta de chocolate de su madre antes de marcharse al pequeño apartamento en el que vivía. Sabía que esa noche dormiría como un niño satisfecho.
Aunque al día siguiente, mientras se vestía para ir al trabajo, tuvo que admitir que un niño no habría tenido el tipo de sueños que ella había tenido esa noche. Sólo esperaba lograr no ponerse colorada al darle los buenos días a su atractivo jefe.
FIN CAP. 1 :oops:

Capítulo 2
Tras una semana de trabajar para Joe, __________ descubrió que la eficiente Sybil había cometido un error garrafal: consentir a su hermano hasta un punto alarmante. No era de extrañar, reflexionó furiosa al viernes por la tarde a última hora, que Joe no hubiese tenido suerte trabajando con nadie excepto con Sybil. Sólo una hermana llena de adoración podría haberlo soportado.
Había esperado una cierta cantidad de malhumor, incluso excentricidad, de un hombre que se ganaba la vida siendo un genio. Pero Joe debería darse cuenta de que no todo el mundo era capaz de trabajar a su ritmo. Su nuevo jefe empezó recitando listas de cosas que quería que hiciese, largas listas. Invariablemente terminaba sus instrucciones preguntándole por qué no había llevado a cabo ya los primeros encargos que acababa de hacerle. _________ apretaba los dientes y le prometía hacerlo lo más pronto posible, aunque sabía que la estaría interrumpiendo cada quince minutos más o menos para darle otra lista de cosas.
En cuanto a los dictados, en el instituto de secretariado no habían tenido en cuenta a una persona como Joe a la hora de enseñarle. Tendía a divagar mientras dictaba, intercalando frases que no había que incluir, y esperaba que ella supiese lo que era o no era relevante. Después de haberle dedicado un precioso tiempo a asegurarse de que la carta o el informe habían quedado bien, él cogía un bolígrafo y se lo estropeaba todo, a menudo haciendo cambios que no afectaban en nada al resultado final.
Joe no estaba siempre en la oficina. Pasaba varias horas a la semana en la universidad como profesor contratado. Cuando estaba, se encerraba durante horas en su despacho o traía de cabeza a
________ con sus encargos.
Contestar el teléfono, normalmente la parte más fácil de su trabajo, se convirtió en una tarea que ponía a prueba su paciencia y su tacto. Había gente para la que su jefe nunca estaba, a no ser que ese día diera la casualidad de que estuviese de humor para hablar con éste o aquél, de lo que
__________ se enteraba cuando ya se había deshecho hábilmente del sujeto en cuestión. De otros decía que eran amigos íntimos y que siempre estaba para ellos, pero luego le chillaba por interrumpir su último e importante proyecto con la llamada de uno de esos «amigos íntimos».
Acababa de pasar a máquina por cuarta vez un largo y complicado informe cuando Joe entró precipitadamente en el despacho con el cabello revuelto y expresión dramática.
—¿Dónde está el expediente AmStar?
________ respiró hondo.
—¿Qué expediente AmStar? —preguntó.
—El expediente AmStar —repitió él, empezando a ponerse rojo de impaciencia—. ¿Dónde está?
—Joe, es la primera vez que oigo eso de AmStar. Soy relativamente nueva, ¿recuerdas? —contestó con dulzura forzada—. Pero si me das alguna pista, estaré encantada de ayudarte a buscarlo. ¿Has mirado en los archivos de tu despacho?
—¡Claro que sí! Mira en los tuyos.
—Sí, señor —dijo _______, y se levantó obediente a registrar el cajón A de su archivo. Ni rastro de AmStar.
—Lo siento, Joe. Aquí no está. ¿Se te ocurre otro nombre por el que pueda estar archivado?
—¡AmStar! ¡AmStar! —chilló Joe, furioso, agitando los brazos—. ¿En qué otro sitio puedes haberlo puesto?
—Yo no lo he puesto en ningún sitio —protestó ________ a punto de perder los nervios—. Es la primera vez que oigo ese nombre. Vamos a mirar en tu despacho. Puede que esté entre una de esas pilas de papeles que tienes.
—No está en mi despacho. Mira en tu mesa.
_________ contó hasta diez.
—Joe —dijo finalmente—, mira tú en mi mesa.
Se volvieron juntos hacia la mesa, que resultó estar pulcramente despejada de papeles. La jornada laboral tocaba a su fin y lo único que había encima era el informe que ________ acababa de mecanografiar.
—¿Ves algún papel aquí? —le preguntó.
Joe giró sobre sus talones y salió furioso del cuarto.
—Cerdo —masculló _________ por lo bajo, siguiéndolo a regañadientes a su despacho.
Encontró a Joe desordenándolo todo aún más de lo que estaba. Tiraba las cosas de cualquier modo a su alrededor, buscando frenéticamente el expediente perdido. Siguiendo una corazonada, _______ abrió el cajón A del archivo y lo registró. Un momento después cerró los ojos, contó hasta diez por segunda vez, se aclaró la garganta y habló:
—Joe.
—¿Qué?
—¿Qué es esto? —le dijo, blandiendo una carpeta marrón.
Su jefe miró la carpeta con aire de sospecha.
—Es el expediente AmStar. ¿Dónde estaba?
—En tu fichero, archivado en la A. No estaba en su sitio, pero si hubieses pasado tres carpetas más, lo habrías encontrado.
Joe se pasó una mano por el pelo, despeinándoselo aún más, y por un momento pareció avergonzado.
Pero enseguida recobró su arrogancia habitual.
—Deberías tener más cuidado al archivar. Mi tiempo es demasiado valioso para perderlo buscando un expediente mal archivado —la regañó.
Aquello agotó su paciencia. A propósito y con toda su sangre fría, ________ le arrojó la carpeta a la cabeza. Luego, se dio media vuelta con la misma calma y atravesó el vestíbulo a grandes zancadas bajo la mirada atónita de Joe.
—¿Qué demonios pasa? —preguntó, bloqueándole el paso a ________ cuando intentaba salir de su despacho con el bolso firmemente sujeto bajo el brazo—. ¿Por qué has tirado el expediente? Lo has llenado todo de papeles. Insisto en que los recojas y los ordenes como estaban.
—Por mí puedes coger ese expediente y tirarlo a la basura —le informó ella—. Y no te molestes en despedirme. ¡Me largo!
Pareció tan aturdido como si el archivador hubiese explotado ante sus ojos.
—¿Qué tú qué? Pero, ¿por qué?
—Antes trabajaría para Atila el Bárbaro que para ti. Tienes los modales de un gorila y la sutileza de un rinoceronte embistiendo. Careces de consideración hacia los sentimientos de los demás, y eres incapaz de apreciar nada de lo que se hace por ti. Me tratas como a uno de tus ordenadores y esperas que te lea el pensamiento la mayor parte de las veces. Pues bien, ¡ya estoy harta! Puede que Sybil fuese la secretaria perfecta. Mejor para ella. Evidentemente yo no lo soy. Así que adiós, Joe. Puedes mandarme un cheque por correo. (ja ja eso te pasa por gruñon)
Avanzó unos pasos, pero Joe siguió bloqueando la salida con su cuerpo alto y esbelto.
—Déjame pasar, Jonas —le advirtió, apretando los dientes.
—Cena conmigo esta noche. (WTF?)
_________ no daba crédito a sus oídos. Se paró en seco y lo miró atónita.
—¿Qué haga qué?
—Te he pedido que cenes conmigo esta noche. Dame la oportunidad de disculparme y de explicarme.
—¿Explicarte sobre qué?
—Sobre muchas cosas —y al ver que ella no contestaba inmediatamente—. Por favor —añadió.
Era la primera vez en toda la semana que le oía decir esa palabra.
_________ suspiró. Nunca había logrado que le durase mucho un arranque de furia.
—Está bien. Cenaremos. Pero no te prometo que vuelva a trabajar contigo —le advirtió.
Él ignoró la advertencia.
—Te recogeré a las siete, ¿de acuerdo?

Nueva Lectora me encanta tu novela
tienes que seguirla :D
pretando los dientes.
"Cena conmigo esta noche" jajaj que onda con Jonas 8) bien bipolar!
que le va explicar Joe a ___________ quiero saber!
siguela pronto

holaaaaaa
soy nueva lectoraa :study:
me encanto tu nove
esta genialisima :D
ya espero el prox capitulo
byeee

Él ignoró la advertencia.
—Te recogeré a las siete, ¿de acuerdo?
—Vale —dijo _________, avanzando hacia la puerta.
Esta vez él se movió para dejarla salir.
—******* —masculló ________, cerrando el coche de un portazo y poniéndolo en marcha. Pero esa vez se refería a sí misma.

—No puede irse —masculló Joe, arrodillándose para recoger los papeles que hasta hacía un momento habían estado perfectamente ordenados en el expediente AmStar—. Lo estropeará todo si se va.

Le había costado casi una semana convencer a Sybil de que podía arreglárselas de maravilla sin ella. Pero el éxito de su plan dependía de __________. Y si se iba…

Había pensado que ________ duraría más tiempo que las demás. Resultaba, en cambio, que iba a obtener el récord de menor duración. Y ninguna de las otras se había despedido de forma tan dramática. Con la mirada perdida en el vacío, recordó lo espectacular que le había parecido enfadada. Los verdes ojos echando chispas y la barbilla alzada en actitud desafiante. Lo extraño era que su primer impulso había sido el de besarla hasta conseguir que olvidase el motivo de su enfado.
Lo cual no era nada normal en él. Pero tampoco __________ se parecía a nadie que hubiese conocido. Le hacía sentir cosas a las que no estaba acostumbrado. Y tenía que admitir que esos sentimientos le habían hecho reaccionar a la defensiva y convertido el trabajar para él en algo todavía más difícil de lo normal. Hasta el punto que, de hecho, la había forzado a despedirse.

No podía hacerlo.

Esa noche, tenía que manejar la situación con cuidado.

Joe fue a recogerla con diez minutos de retraso. ________ no hizo comentario alguno al respecto.
Aunque se había dicho a sí misma que se estaba comportando como una tonta, había tenido particular cuidado al arreglarse. Llevaba un vestido de seda muy ajustado que, aun no siendo su estilo, la favorecía bastante. Joe iba de traje azul oscuro, camisa blanca con corbata a rayas y zapatos y cinturón negros. ________ no se molestó en señalar que llevaba calcetines marrones.

—Estás muy guapa —le dijo Joe, que a todas luces se sentía incómodo.

Por su parte, a _________ todo aquello empezó a resultarle sospechosamente parecido a una cita sentimental. ¿No se había dicho que no tendría una relación extra–laboral con Joe?

—Gracias. ¿Qué hacemos primero, hablar o cenar? —preguntó con menos tacto del normal debido al estado de nervios en que se hallaba.

—Yo había pensado combinar las dos cosas, o sea hablar mientras cenamos —contestó él algo confuso.

—Ah, vale. Entonces estoy lista.

—Pues vamos. El contador del taxi está corriendo.

________ se paró en seco y lo miró sorprendida.

—¿El taxi?

—Sí. Está esperando fuera.

—¿Siempre coges taxis, Joe?

Masculló una explicación. Pero _________ no le entendió y le pidió que repitiese lo que había dicho. Moviendo los ojos con impaciencia, Joe se encogió de hombros en actitud defensiva.

—No sé conducir, ¿está claro? Creía que ya lo sabías.

—Pues no, no lo sabía —contestó ella con indiferencia, escondiendo su asombro ante tamaña revelación. No habría creído posible que existiese en Dallas un hombre de treinta y dos años que no supiese conducir.

—Despide el taxi, Joe. Iremos en mi coche.

De camino hacia el restaurante donde Joe había reservado mesa, _________ no pudo contenerse más.

—Joe, ¿cómo es que no sabes conducir?
Vio de reojo que se ponía colorado al contestar.
—Yo crecí en Chicago. Nuestros padres murieron cuando Sybil era un bebé y yo tenía tres años. Nos criaron nuestros abuelos, que eran bastante ricos. Mi abuelo iba a todas partes con su chofer, y éste estaba a nuestra disposición siempre que teníamos que ir a algún sitio. Cuando se dieron cuenta de que yo no era un niño corriente, empezaron a tratarme como a un rey. Me animaban a desarrollar mis capacidades hasta el máximo grado posible y a no perder el tiempo en frivolidades como practicar deportes, relacionarme socialmente e incluso conducir. Mi abuelo quería que utilizase el tiempo que pasaba en el coche estudiando en el asiento trasero de la limusina. Cuando me independicé, intenté aprender una vez a conducir, pero se me daba fatal, y odio tener que hacer cosas que no hago bien.

___________ encontró la historia increíblemente triste.

—Es terrible, Joe.

—¿Qué no sepa conducir?

—No. Que te negaran una infancia normal. ¿Cuántos años tenías cuando tus abuelos supieron que eres un superdotado?

—Cinco. Pero tuve una infancia agradable, _________. Mis abuelos nos querían mucho, aunque en mi caso supongo que no siempre estaban seguros de cómo tratarme. Creo que los intimidaba un poco. Tenían miedo de poner trabas a mi desarrollo intelectual.

PERO POR QUE NO BESO A _________!!!!!????? ahora yo quiero beso!
cambiando de tema (creo que tambien soy un poco bipolar) pobre se le murieron sus
papas :(
siguela pronto ;)

sube un cap se que estas aqui jajaja (?)
ja le conte a mi amiga de la nove y de que Joe
es inteligente y no se lo puede imaginar (?) jaja!
siguela por favor siiii!? :jeje: