Speed and Love |HARRY STYLES FANFIC| Parte I

-¡Skylar! Hora de levantarse.

Uno, dos, tres firmes golpes en la puerta.

-Despierta cariño.

Me revolví en la cama abrazando los últimos vestigios del sueño antes de sentarme para despertarme definitivamente. Dorothy se estiraba plácidamente en su cama, sus hermosos ojos me miraron por un segundo antes de ponerse en cuatro patas y saltar a mi lado. Se restregó junto a mí maullando un poco y se dejó caer en las cobijas.

Con cuidado de no molestarla salí de las sábanas y me adentré al baño para arreglarme. Era domingo y como todos los domingos tenía que ir a la iglesia a presenciar la misa familiar dirigida por mi padre. Ser la hija del reverendo no era para nada una posición cómoda. Las personas observaban mi comportamiento y me tomaban como ejemplo para sus hijos, lo cual podía tornarse asfixiante y molesto.

Bajé las escaleras cargando a Dorothy. El desayuno ya estaba servido en la mesa del comedor y mi padre me esperaba sentado en una esquina con el periódico en la mano. Dirigió su mirada hacia mí a través de sus gafas y me sonrió con cariño.

-Buenos días princesa-Luego sus ojos cayeron con desaprobación en el animal que traía en brazos-Skylar sabes que no me gusta que traigas a la gata al comedor. Suéltala y lávate las manos antes de sentarte.

Hice lo que me ordenó y me ubiqué a su lado para primero hacer una oración y después proceder a comer.

-¿Qué tal la escuela?-Preguntó unos cuantos minutos después, rompiendo con el mortal silencio.
-Excelente-Contesté con una sonrisa.

En ese momento consideré hablar sobre el próximo fin de semana, pero como no era de extrañar un nudo de nervios se posicionó en mi estómago impidiéndome pensar con claridad sobre qué decir. Desde el jueves había intentado comentarlo pero no podía, no se me daba bien mentir.

Aunque por otro lado estaba Maddie, me había hecho prometerle que saldríamos de fiesta el sábado y una promesa es una promesa.

¿Mentir o faltar a mi palabra? No sabía qué hacer ¡Qué frustrante!

En la iglesia los del coro estaban ensayando, mi padre se encontraba de pie en el atril leyendo el tema que compartiría hoy, algunas personas se acercaban a saludarlo y luego tomaban asiento en las bancas.

-Buenos días Skylar-Saludó cordialmente la señora Denninson. Le regresé el gesto.

Me encontraba sentada en la primera fila esperando por Maddie quien siempre venia los domingos, ni siquiera era devota simplemente lo hacía para acompañarme. Revolví mis manos buscando alguna entretención ya que no se me permitía traer el celular los domingos. Ni los domingos, ni en las comidas, ni cuando habían invitados, ni cuando nos sentábamos en el sillón a ver televisión o leer, ni en la escuela. Había rogado a papá tanto por ese celular que estaba de moda hasta que finalmente me lo obsequió, pero parecía que solo podía utilizarlo en mi alcoba. Luego de hacer las tareas y estudiar, claro.

Todo el que pasaba a mi lado saludaba cálidamente y yo de manera educada les contestaba. Al cabo de unos minutos, más personas empezaron a llegar con sus vestidos y trajes elegantes. Y allí estaba Maddie, vistiendo jeans. En cuanto me vio camino hasta mi lado no sin antes saludar a algunos, la gente de la iglesia la apreciaba, a pesar de su forma de ser tan peculiar. Pero estaba agradecida principalmente porque mi padre también lo hacía ya que mis amistades cercanas debían ser aprobadas por él.

-Hola Sky-Saludó besando mi mejilla-Me encanta tu vestido.

Le sonreí y agradecí por el cumplido. Me gustaban los vestidos aunque usarlos, no tanto. Tenía una enorme cantidad de ellos en mi armario para los domingos y ocasiones especiales.

El coro se acomodó en su posición y una melodía salió del piano avisando el comienzo de la misa dominical. Nos pusimos todos de pie inmediatamente.

-¿Ya le dijiste a tu papá?-Susurró mi mejor amiga en mi oído.
-Ahorita hablamos.

Me miró con reproche y la vi fruncir los labios para luego dirigir su mirada hacia el frente.

********

-No te puedes echar para atrás esta vez-Se quejó mientras me hacía caminar hasta debajo de un árbol tomándome fuerte del brazo-Lo prometiste.

Agitamos las manos a quienes se despedían, ajenos a nuestra charla. Volví mi vista a ella.

-Sé que te lo prometí-Suspiré-Solo no sé cómo decirlo.
-Muy fácil-Me miró con leve molestia-Solo debes decirle que te quedaras el Sábado a dormir en mi casa por un trabajo y ¡Listo! Te has quedado allí antes.

Sabía que papá no vería problema alguno en dormir donde Maddie si teníamos que hacer un trabajo, en mi casa no había computadora así que era razonable que fuéramos donde ella. Pero esta vez en lugar de estudiar, estaríamos de fiesta.

-No es tan fácil. Si me descubre estaré muerta.
-¡Oh no empieces! Vas a ir así tenga que drogarte-Me reí por sus ocurrencias pero paré al notar su expresión de seriedad-Estoy hablando enserio.
-Maddie…
-Maddie nada. Vas a ir y punto. Eres mi mejor amiga y nunca hemos salido a divertirnos juntas ¿Qué no ves lo mal que está eso?

Suspiré derrotada. Era cierto. Y yo quería salir con ella y sus amigos, era solo que temía de las posibles consecuencias si me atrapaban.

-De acuerdo-Ella dio un chillido de felicidad mientras aplaudía levemente-Pero ¿Podría ser el viernes mejor? Sabes que los domingos debo venir sí o sí.
-Tienes razón-Lo pensó un momento y luego una amplia sonrisa se plantó en su rostro-El viernes será.

Le ofrecí una pequeña sonrisa no muy convencida. Nunca había desobedecido a mi padre, nunca había ido de fiesta y el miedo empezaba a hacer su trabajo en mí. Eso no estaba bien, no iba acorde a lo que me habían enseñado durante toda mi vida. Sin embargo algo muy dentro de mí estaba saltando de emoción.

-La pasaremos bien-Dijo Maddie tratándome de tranquilizar.

Rodeó mis hombros mientras caminábamos para entrar nuevamente en la iglesia donde papá terminaba de arreglar las cosas para irnos a almorzar los tres juntos.

-Me agradecerás toda tu vida por esto, te lo prometo.


Estaba a punto de entrar en un ataque de pánico. Terminé de guardar la ropa en la mochila y me senté en la esquina de la cama respirando fuertemente tratando de que los nudos de nervios en mi garganta y estómago se esfumaran. Dorothy se echó a mis pies ronroneando y mirándome.

-Mami se irá por esta noche. Pórtate bien-La levanté estrechándola en mis brazos y besé su cabeza. Se revolvió incómoda, ella odiaba que fuera excesivamente cariñosa.

Miré a mí alrededor pensando si algo me había hecho falta. Llevaba ropa, dinero, mi celular, cepillo de dientes y libros para disimular.

Papá me había dado permiso sin pensarlo dos veces, confiaba plenamente en mí y eso me hacía sentir peor. Se encontraba en la sala charlando con una pareja de prometidos que querían que él celebrara su matrimonio. La mayor parte de su tiempo la pasaba en la iglesia, o asesorando a quienes lo necesitaran, o visitando fundaciones donde trabajaba como voluntario. Por lo que cuando no estaba en la escuela, me encontraba sola en casa leyendo o hablando por celular con Maddie cuando ella no podía visitarme. Pero no podía salir sin autorización.  

-Skylar ya llegó Maddie por ti-Gritó desde la planta baja.

Tomé la mochila y las llaves de la casa, me despedí de Dorothy y bajé corriendo las escaleras. Quería salir cuanto antes de allí o si no temía que la culpa se saliera por mis poros.

-¿Tienes todo lo que necesitas?
-Si papá. Adiós, te quiero-Me despedí dando un beso en su mejilla.

Agité la mano hacia los invitados y me di la vuelta con rumbo hacia la puerta principal pero él me siguió hasta allí. Mi corazón latía como si se fuera a salir de su sitio. Abrí la puerta antes de girarme y sonreírle lo más sinceramente posible que era capaz en esos momentos. Besó mi mejilla para despedirse.

-Adiós princesa, que te rinda mucho con tus trabajos-Algo dentro de mí se estrujó por sus palabras. Posicionó su mirada en el auto donde Maddie estaba esperándome y sonrió ampliamente agitando la mano hacia ella-¡Hola y adiós Maddie!
-Hola y adiós Reverendo-Movió su mano también.

Caminé hacia el auto enfocando todas mis fuerzas en no caer al piso. Sentía mis piernas temblando. En cuanto estuve sentada en el asiento de copiloto un suspiro que ni siquiera sabía que tenía guardado salió expulsado. Maddie rio sonoramente, la emoción la traía a flor de piel.

Compramos pizza en el camino y la llevamos a su casa.

Su madre no estaba, era una buena mujer pero adicta al trabajo por lo que casi nunca estaba en casa. Su padre era ingeniero de petróleos por lo que debía irse de trabajo de campo por periodos largos de tiempo y en estos momentos se encontraba en uno de ellos. Al igual que yo, Maddie era hija única.

Llamé a papá para avisarle que ya habíamos llegado y que después de la comida empezaríamos arduamente con nuestro trabajo, me dio las buenas noches y colgó.

Comimos viendo televisión y hablando de cualquier cosa sin comentar nada acerca de los planes de esa noche. Luego de terminar y recoger todo subimos a su habitación. Descargué mi bolso en la cama y me senté mientras ella se dirigía inmediatamente hacia su gran armario.

-Tenemos que empezar a arreglarnos-Observó algunas prendas un rato hasta que sacó un short negro y una blusa azul y los lanzó hacia mí-Ponte eso.

Alcé una ceja interrogante. No veía nada de malo en mi ropa pero ella me fulminó con la mirada antes de darme oportunidad de quejarme, por lo tanto tomé la ropa y me dirigí hacia el baño para ponérmela. El short era demasiado corto para mi gusto y mis piernas de pollo se veían incluso más delgadas. Hice un mohín a mí misma y me contuve de renegar. Maddie se veía tan feliz que no quería arruinar su estado de ánimo. Por lo menos la blusa era amplia, casi parecía de hombre. Acomodé los puños y los subí para dejarlos a mitad del antebrazo.

-Wow te ves genial-Dijo en cuanto entré nuevamente.

Ella llevaba una falda corta y blusa bastante escotada. Me jaló para sentarme en el tocador y aplicó un poco de maquillaje en mi rostro, intentó colocar labial rojo pero me rehusé totalmente sintiendo que era demasiado. Prefería simple.

Una bocina se escuchó afuera y Maddie saltó feliz. Guardé mi celular en el bolsillo trasero y dinero en el otro.

-Ya es hora-Me tiró de la mano sacándome de la alcoba para bajar.
-Espera, espera. Todavía no me has dicho a dónde vamos.

Ella se giró antes de abrir la puerta y me guiñó el ojo al mismo tiempo que se reía.

*********

-Esto tiene que ser una broma-Me quejé algo enojada con mi amiga.

Marcus el amigo de Maddie y su amigo Dylan se encontraban en los asientos delanteros mientras que nosotras íbamos atrás. Paqueó junto a otros carros antes del tumulto de gente.

Kristin nos esperaba junto a un grupo de personas, ya la había conocido antes, era la prima de Maddie. Nos saludamos y nos presentó a sus amigos antes de entrar.

Maddie enlazó su brazo con el mío a medida que caminábamos. El olor a cigarrillo impregnó mis fosas nasales. Había gente tomando y riendo con sus amigos. Y otros haciendo las apuestas a un lado.

Ni siquiera sabía que este tipo de lugares existieran, pero así era. Todos los edificios alrededor eran viejos y abandonados, era un sector industrial alejado de la civilización.

Alcancé a ver la pista alrededor de un edificio en ruinas, había cinco autos ubicados en la línea de partida y mucha gente alrededor. Eran autos bastante normales, que si los vieras en la calle jamás imaginarias a lo que se dedicaban en la noche. Pero este pensamiento se esfumó cuando fueron encendidos y cinco motores retumbaron fuertemente.

-¿Quieren algo de tomar señoritas?-Preguntó Dylan sacándome de mis pensamientos.

Maddie asintió y dijo que me trajera a mí también,  ignorando totalmente mis intentos de negarme. Luego de unos minutos me acercó un vaso, mi amiga lo hizo brindar con el suyo y me miró expectante esperando que bebiera de él. No quería hacerlo. Pero lo hice.

El alcohol estaba mezclado con otra cosa más dulce que lo cortaba un poco y lo hacía más sencillo de tomar. Era una especie de coctel o qué sé yo.

-¡Acerquémonos que ya va a comenzar!

Una chica con falda excesivamente corta se ubicó a un lado con una bandera, para hacer el conteo. El lugar estaba en silencio esperando por que empezaran. Los apostadores mordiendo sus uñas con anticipación y las otras personas como nosotros, esperando algo de entretenimiento.

La bandera fue bajada y los autos se expulsaron velozmente por la carretera.

La gente gritaba y maldecía. Debían dar tres vueltas y así se decidiría el ganador. Mis ojos no estaban en la carrera sino en las personas a mí alrededor, en sus rostros y sus expresiones. Me distraje viéndolos hasta que el sonido de una especie de bocina me sobresaltó. Un auto negro había sido el ganador.

Gritos de euforia, gritos de derrota. Juntos se mezclaban. Gente se acumulaba alrededor del lugar de las apuestas y otros peleaban. Estábamos de pie en un círculo comentando los detalles de la carrera. Maddie reía y los demás también, pero yo estaba más interesada en observar el lugar.

Hasta que vi a un alto chico con una melena de cabello castaño entrando seguido de dos chicos más. No sé si era mi impresión pero parecía como si las personas se apartaran de su camino, además de que se le quedaban viendo y susurraban cosas a su paso. Se acercó a un grupo cerca al nuestro.

En una milésima de segundo giró el rostro hacia mí, enganchando su mirada verde en mi mirada azul. Reaccioné inmediatamente y aparté mis ojos, enfocándome nuevamente en la conversación que se desarrollaba frente a mí. Por alguna razón mi corazón empezó a palpitar estruendosamente. Volví a girarme hacia él y me sobresalté ya que todavía tenía sus ojos en mí. Me brindó una sonrisa torcida y un guiño. Volteé nuevamente con la respiración atascada en los pulmones y negándome rotundamente a mirarlo de nuevo.

-¡Oh mira quién viene ahí!-Exclamó una de las amigas de Kristin pocos minutos después.

Al segundo sentí la presencia de alguien a mi lado. Kristin y sus amigas tenían una mueca sorprendida y al mismo tiempo sonrojada en sus rostros.  

-¡Vaya! ¡Harry Styles!-Exclamó Marcus

Extendió la mano hacia la persona junto a mí y otra mano se elevó en su encuentro. Tenía un anillo con piedra negra en el dedo índice y otro liso en el dedo medio. Arrastré mi mirada a lo largo del musculoso brazo hasta llegar a su rostro. Por poco y se me escapa un jadeo cuando vi que era él.

-Encantado-Exclamó estrechando la mano de Marcus. Y luego bajo su mirada hacia mí, de nuevo con la misma sonrisa torcida de hace un rato.