Cuando el fuego se enfríe y el viento se esconda, ahí estaré yo. ‹∞›

"Mi vida ha sido de todo, de todo, menos tranquila y fácil. Eso es lo único que puedo decir a ciencia cierta. Empezó desde que mi madre quedó embarazada de mi, "un embarazo de 5 meses" porque los otros cuatro anteriores ella no tenía idea que yo estaba empezando a crecer en su vientre, cosa que hizo mucho más complicado todo. A los dos meses de vida tuve mi primera operación, una al corazón, que luego se repetiría cuando tenía 6, justo el año en el que empezaron los problemas en mi casa. Peleas, gritos, encontrones y más peleas, acompañado de una gran baja económica. Cuando tenía los 7 años, mi madre ya no aguantó y se fue de casa con su ahora actual novio, dos años después, el divorcio entre mis padres ya era un hecho legal, ya no había vuelta atrás. Hasta mis 11 años, tuve como único apoyo a mi padre y a mi hermano mayor, dos hombres a cargo de una niña fue un completo caos al principio, pero salimos adelante. Juntos hacíamos funcionar la vida como podíamos, sin la presencia maternal que nos hacía falta. Unos meses, casi un año, más adelante, mi madre volvió a aparecer por allí, intermitentemente, pero estaba y se lo agradecía. A mis 12 años se mudó de nuevo a mi ciudad, cerca, pero no en la misma casa. Ese mismo año la familia "creció" pero únicamente por culpa de mi padre, él tuvo un hijo con una mujer mucho menor y tienen una relación a distancia. Cuando se acercaban mis 13 mi madre volvió a "huir", esta vez al otro lado de la cordillera, Argentina era su destino, buscando trabajo y atraída por simples embustes de un hombre. A los meses volvió, pero yo no estaba dispuesta a sufrir otra vez su partida, así que me mantuve distante. Una tan anhelada operación a la columna que yo necesitaba con urgencia llegó como una oportunidad al cumplir 14, cosa que volvió a unirme a mi madre, pero me alejó considerablemente de mi padre. Las cosas un año más tarde aún no se nivelaban, me mudé con mi madre a su casa, creando un abismo de distancia con mi padre, cosa que no me gusta nada. Llegaron mis 16 y aquí sigo, quizás contada como lo hice no suene tan mala vida, pero créeme que reconocerías lo difícil que es ser yo. Pero jamás he pensado en rendirme, eso no es una opción. ¿Para qué, si cada día es un reto que superar, una oportunidad de saborear la victoria? No hay que bajar los brazos, nunca dejar de luchar."