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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Divergente
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Divergente
Nombre: Divergente
Autor: YO Autora original: (Veronica Roth)
Adaptación: SI DEL LIBRO DIVERGENTE
Género: Acción Aventura
Advertencias: NO NECESITARE CHICAS!!, Subire capitulos cuando pueda
Otras páginas: NO (si alguien quiere el libro solo debe mandarme un mensaje por MP)
¡Hola!
Soy agustina pero pueden decirme Tina, Agus, o come ustedes quieran
Autor: YO Autora original: (Veronica Roth)
Adaptación: SI DEL LIBRO DIVERGENTE
Género: Acción Aventura
Advertencias: NO NECESITARE CHICAS!!, Subire capitulos cuando pueda
Otras páginas: NO (si alguien quiere el libro solo debe mandarme un mensaje por MP)
¡Hola!
Soy agustina pero pueden decirme Tina, Agus, o come ustedes quieran
sweet-puky
Re: Divergente
YA TE AME.... SOMOS DIVERGENTES Y NO PODEMOS SER CONTROLADOS !!!! <4
TE AME COMO 4 A 6... SOLO IRIA A TU FUNERAL SI HAY PASTEL OKNO....
ESPERO QUE NO MUERAS OK????
EMPIEZA PRONTO !!!! SHI.... Viste que no quieren poner a Uriah en la peli?
TE AME COMO 4 A 6... SOLO IRIA A TU FUNERAL SI HAY PASTEL OKNO....
ESPERO QUE NO MUERAS OK????
EMPIEZA PRONTO !!!! SHI.... Viste que no quieren poner a Uriah en la peli?
TeamCATS
Re: Divergente
PROLOGO
______ “Tris” Pior ha alcanzado la fatídica edad de dieciséis años, la
etapa en que los adolescentes en el distópico Chicago deben seleccionar a cuál de los cinco grupos van a unirse de por vida.
Cada grupo representa una virtud: Sinceridad, Abnegación, Intrepidez,
Concordia y Sabiduría. Para sorpresa de ella misma y su desinteresada familia
Abnegación, ella elige Intrepidez, el camino de la valentía. Su elección la expone
a los exigentes, violentos ritos de Iniciación de este grupo, pero también a la
amenaza de exponer un secreto personal que la puede poner en peligro mortal.
______ “Tris” Pior ha alcanzado la fatídica edad de dieciséis años, la
etapa en que los adolescentes en el distópico Chicago deben seleccionar a cuál de los cinco grupos van a unirse de por vida.
Cada grupo representa una virtud: Sinceridad, Abnegación, Intrepidez,
Concordia y Sabiduría. Para sorpresa de ella misma y su desinteresada familia
Abnegación, ella elige Intrepidez, el camino de la valentía. Su elección la expone
a los exigentes, violentos ritos de Iniciación de este grupo, pero también a la
amenaza de exponer un secreto personal que la puede poner en peligro mortal.
sweet-puky
Re: Divergente
ooooo mi primer lectora y lo mejor de todo SOS DIVERGENTE!!!Cheersei escribió:YA TE AME.... SOMOS DIVERGENTES Y NO PODEMOS SER CONTROLADOS !!!! <4
TE AME COMO 4 A 6... SOLO IRIA A TU FUNERAL SI HAY PASTEL OKNO....
ESPERO QUE NO MUERAS OK????
EMPIEZA PRONTO !!!! SHI.... Viste que no quieren poner a Uriah en la peli?
Si son unos desalmados!!! no tienen corazon!!
Y no no te preocupes!! que no me morire!!
sweet-puky
Re: Divergente
undefined escribió:Cheersei escribió:sweet-pukyooooo mi primer lectora y lo mejor de todo SOS DIVERGENTE!!!Cheersei escribió:YA TE AME.... SOMOS DIVERGENTES Y NO PODEMOS SER CONTROLADOS !!!! <4
TE AME COMO 4 A 6... SOLO IRIA A TU FUNERAL SI HAY PASTEL OKNO....
ESPERO QUE NO MUERAS OK????
EMPIEZA PRONTO !!!! SHI.... Viste que no quieren poner a Uriah en la peli?
Si son unos desalmados!!! no tienen corazon!!
Y no no te preocupes!! que no me morire!!
Desalmados :(Snif... Espero que no te toque la primera prueba con Peter ehh :D
Si soy divergente, pero en vez de elegir Osadia como Tris hubiera elegido Sabiduria como su hermano D: ... Malditos...
¿Que faccion hubieras elegido?
TeamCATS
Re: Divergente
Hay un espejo en mi casa. Está detrás de un panel corredizo en el
pasillo del piso de arriba. Nuestra Facción me permite estar de pie
delante de él en el segundo día del tercer mes, el día en que mi madre
me corta el pelo.
Me siento en el taburete y mi madre se para detrás de mí con las tijeras,
recortando. Las hebras caen al suelo en un opaco, anillo rubio.
Cuando termina, saca el pelo de mi cara y lo retuerce en un rodete. Noto cuan
tranquila se ve y cuan enfocada está. Ella está bien, entrenada en el arte de
perderse a sí misma. No puedo decir lo mismo de mí misma.
Le doy un vistazo a mi reflejo cuando ella no está prestando atención
―no por el bien de la vanidad, sino por curiosidad. Muchas cosas pueden pasarle a la apariencia de una persona en tres meses. En mi reflejo, veo una cara delgada,
grandes, ojos redondos y una delgada nariz larga― todavía me veo como una
niña pequeña, aunque en algún momento en los últimos meses cumplí los
dieciséis años. Las otras Facciones celebran los cumpleaños, pero nosotros no lo
hacemos. Sería auto-indulgente.
―Ahí ―dice ella cuando acomoda el rodete en su lugar. Sus ojos capturan los
míos en el espejo. Es demasiado tarde para mirar hacia otro lado, pero en vez de
regañarme, sonríe a nuestro reflejo. Frunzo el ceño un poco. ¿Por qué no me
regaña por mirarme a mí misma?
―Así que hoy es el día ―dice ella.
―Sí ―respondo.
―¿Estás nerviosa?
Miro a mis propios ojos por un momento. Hoy es el día de la prueba de aptitud
que va a mostrarme a cuál de las cinco Facciones pertenezco. Y mañana, en la
Ceremonia de Elección, me decidiré por una Facción; decidiré el resto de mi
vida; voy a decidir quedarme con mi familia o abandonarlos.
―No ―le digo―. Las pruebas no tienen que cambiar nuestras elecciones.
―Correcto ―sonríe―. Vamos a comer el desayuno.
―Gracias. Por cortarme el pelo.
Ella me besa en la mejilla y desliza el panel sobre el espejo. Creo que mi madre
podría ser hermosa, en un mundo diferente. Su cuerpo es delgado debajo de la
túnica gris. Tiene un altos pómulos y largas pestañas, y cuando se suelta el pelo
por la noche, este cuelga en ondas sobre sus hombros. Pero ella debe ocultar esa
belleza en Abnegación.
Caminamos juntas hasta la cocina. En estas mañanas, cuando mi hermano hace
el desayuno, y la mano de mi padre, roza mi pelo mientras lee el periódico, y mi
madre tararea mientras limpia la mesa, es en estas mañanas que me siento más
culpable de querer dejarlos.
El autobús apesta a gases de escape. Cada vez que choca con un trozo de
pavimento irregular, me hace moverme de lado a lado, a pesar de que estoy
agarrando el asiento para mantenerme quieta.
Mi hermano mayor, Caleb, se encuentra en el pasillo, agarrado de una
barandilla encima de su cabeza para mantenerse firme. No nos parecemos. Él
tiene el pelo oscuro y la nariz aguileña de mi padre y los ojos verdes y los
hoyuelos en las mejillas de mi madre. Cuando él era más joven, esa
características le deban un aspecto extraño, pero ahora le favorecen. Si él no
fuera de Abnegación, estoy segura de que las chicas de la escuela se le
quedarían mirando.
También heredó el talento de mi madre por el desinterés. Él le dio su asiento a
un hosco hombre Sinceridad en el autobús sin pensarlo dos veces.
El hombre Sinceridad lleva un traje negro con una corbata blanca; el uniforme estándar de Sinceridad. Su Facción valora la honestidad y ve la verdad en
blanco y negro, por lo que es lo que llevan puesto.
sweet-puky
Re: Divergente
mmmm yo hubiese elegido mmm Concordia,Cheersei escribió:undefined escribió:Cheersei escribió:sweet-pukyooooo mi primer lectora y lo mejor de todo SOS DIVERGENTE!!!Cheersei escribió:YA TE AME.... SOMOS DIVERGENTES Y NO PODEMOS SER CONTROLADOS !!!! <4
TE AME COMO 4 A 6... SOLO IRIA A TU FUNERAL SI HAY PASTEL OKNO....
ESPERO QUE NO MUERAS OK????
EMPIEZA PRONTO !!!! SHI.... Viste que no quieren poner a Uriah en la peli?
Si son unos desalmados!!! no tienen corazon!!
Y no no te preocupes!! que no me morire!!
Desalmados :(Snif... Espero que no te toque la primera prueba con Peter ehh :D
Si soy divergente, pero en vez de elegir Osadia como Tris hubiera elegido Sabiduria como su hermano D: ... Malditos...
¿Que faccion hubieras elegido?
sweet-puky
Capitulo 2
Las diferencias entre los edificios estrechos y los caminos son más suaves cada
vez que nos acercamos más al corazón de la ciudad. La edificación que una vez
9
fue llamada la Torre Sears ―nosotros lo llamamos el “Cubo”― emerge de la
niebla, un pilar negro en el horizonte. El autobús pasa por debajo de las vías
elevadas. Nunca he estado en un tren, aunque nunca deja de correr y hay
huellas por todas partes. Sólo los Intrepidez pueden usarlo.
Hace cinco años, trabajadores de construcción voluntarios de Abnegación
repavimentaron algunas carreteras. Comenzaron en el centro de la ciudad y se
abrieron camino hacia afuera hasta que se quedaron sin materiales. Los caminos
donde yo vivo todavía están agrietados y desiguales, y no es seguro viajar por
ellos. No tenemos un auto de todos modos.
La expresión de Caleb es plácida mientras el autobús se mueve y sacude en la
carretera. El manto gris cae de su brazo mientras se aferra a una barra por un
poco de equilibrio. Puedo decir por el cambio constante de sus ojos que él está
mirando a la gente que nos rodea; tratando de verlos sólo a ellos para olvidarse
de sí mismo. Sinceridad valora la honestidad, pero nuestra Facción,
Abnegación, valora el desinterés.
El autobús se detiene frente a la escuela y me levanto, yéndome rápidamente
pasando al hombre Sinceridad. Agarro el brazo de Caleb cuando me tropiezo
con los zapatos del hombre. Mis pantalones son demasiado largos, y nunca he
estado más agraciada.
El edificio de los Niveles Superiores es el más antiguo de las tres escuelas de la
ciudad: Niveles Bajos, Niveles Medios, y Niveles Superiores. Al igual que todos
los edificios que lo rodean, está hecho de vidrio y acero. Frente a él está una
gran escultura de metal que los de Intrepidez escalan después de la escuela,
retándose los unos a los otros para ir más y más alto. El año pasado vi a uno
caer y romperse la pierna. Yo fui la que corrió a buscar a la enfermera.
―Las pruebas de aptitud son hoy ―digo. Caleb no es más que un año mayor
que yo, así que estamos en el mismo año en la escuela.
Él asiente con la cabeza mientras pasamos por las puertas delanteras. Mis
músculos se tensan en el segundo que camino dentro. La atmósfera se siente ambrienta, como si todos los de dieciséis años, están tratando de devorar todo
lo que pueden obtener de este último día. Es probable que no volvamos a
caminar por estos pasillos de nuevo después de la Ceremonia de Elección, una
vez que elijamos, nuestras nuevas Facciones serán las responsable de acabar
nuestra educación.
10
Nuestras clases son cortadas a la mitad hoy, así asistiremos a todas ellas antes
de la prueba de aptitud, que tiene lugar después del almuerzo. Mi ritmo
cardíaco ya está elevado.
―¿No estás preocupado en absoluto por lo que te van a decir hoy? ―le
pregunto a Caleb.
Hacemos una pausa en la división del pasillo donde él va a ir en una dirección,
hacia Matemáticas Avanzadas, y yo voy a ir hacia la otra, hacia la Historia de
las Facciones.
Él levanta una ceja hacia mí. ―¿Tú lo estás?
Podría decirle que he estado preocupada durante semanas acerca de lo que la
prueba de aptitud me va a decir: ¿Abnegación, Sinceridad, Sabiduría,
Concordia, o Intrepidez?
En lugar de eso sonrío y le digo: ―No realmente.
Él me devuelve la sonrisa. ― Bueno... ten un buen día.
Camino hacia la Historia de las Facciones, mordiéndome el labio inferior. Él
nunca respondió a mi pregunta.
Los pasillos son estrechos, aunque la luz que entra por las ventanas crea la
ilusión de espacio; es uno de los únicos lugares donde se mezclan las Facciones,
a nuestra edad. Hoy la gente tiene un nuevo tipo de energía, la manía del
último día.
Una chica con el pelo largo y rizado grita: ― ―Al lado de mi oreja,
¡Hey!
saludando a distancia a un amigo. La manga de la chaqueta me golpea en la
mejilla. Después un chico de Sabiduría en un sweater azul me empuja
pasándome. Pierdo el equilibrio y caigo duro en el suelo.
―Fuera de mi camino, Estirada me tira él en la cara, y sigue por el pasillo
Mis mejillas se calientan. Me levanto y me sacudo el polvo. Unas pocas
personas se detuvieron cuando me caí, pero ninguno de ellos se ofreció a
ayudarme. Sus ojos me siguen hasta el borde del pasillo. Este tipo de cosas que
les ha ocurrido a otros en mi Facción desde hace meses; los Sabiduría han
estado haciendo informes antagónicos sobre Abnegación, y eso ha comenzado a
11
afectar la forma en que se relacionan en la escuela. El vestuario gris, el peinado
sencillo, sin pretensiones y la conducta de mi Facción se supone que hacen más
fácil para mí olvidarme de mí misma, y más fácil para todos los demás para que
se olviden también. Pero ahora me hacen un blanco.
Me detengo junto a una ventana en el ala E y espero a que Intrepidez lleguen.
Hago esto todas las mañanas. Exactamente a las 7:25, los Intrepidez demuestran
su valentía al saltar desde un tren en movimiento.
Mi padre llama a Intrepidez “infernales”. Ellos tienen perforaciones, tatuajes, y
ropa negra. Su principal propósito es proteger la valla que rodea la ciudad. De
qué, no sé.
Deberían dejarme perpleja. Me debería preguntar qué coraje―que es la que la
virtud que más valor tiene para ello tiene que ver con un a nillo de meta l
―
atravesado en los orificios nasal. En vez mis ojos se aferran a donde quiera que
vayan.
El silbato del tren suena, el sonido queda resonando en mi pecho. Las luces de
la parte delantera del tren se prenden y apagan mientras el tren se precipita más
allá de la escuela, chillando sobre vías de hierro. Y mientras pasan los últimos
coches, un éxodo masivo de hombres y mujeres jóvenes en ropa oscuras se
lanzan desde los coches en movimiento, algunos cayendo y rodando, los demás
tropezando unos pasos antes de recuperar el equilibrio. Uno de los chicos
envuelve su brazo alrededor de los hombros de una chica, riendo.
Verlos es una práctica tonta. Me aparto de la ventana y presiono pasando a
través de la multitud a la clase de Historia de las Facciones.
vez que nos acercamos más al corazón de la ciudad. La edificación que una vez
9
fue llamada la Torre Sears ―nosotros lo llamamos el “Cubo”― emerge de la
niebla, un pilar negro en el horizonte. El autobús pasa por debajo de las vías
elevadas. Nunca he estado en un tren, aunque nunca deja de correr y hay
huellas por todas partes. Sólo los Intrepidez pueden usarlo.
Hace cinco años, trabajadores de construcción voluntarios de Abnegación
repavimentaron algunas carreteras. Comenzaron en el centro de la ciudad y se
abrieron camino hacia afuera hasta que se quedaron sin materiales. Los caminos
donde yo vivo todavía están agrietados y desiguales, y no es seguro viajar por
ellos. No tenemos un auto de todos modos.
La expresión de Caleb es plácida mientras el autobús se mueve y sacude en la
carretera. El manto gris cae de su brazo mientras se aferra a una barra por un
poco de equilibrio. Puedo decir por el cambio constante de sus ojos que él está
mirando a la gente que nos rodea; tratando de verlos sólo a ellos para olvidarse
de sí mismo. Sinceridad valora la honestidad, pero nuestra Facción,
Abnegación, valora el desinterés.
El autobús se detiene frente a la escuela y me levanto, yéndome rápidamente
pasando al hombre Sinceridad. Agarro el brazo de Caleb cuando me tropiezo
con los zapatos del hombre. Mis pantalones son demasiado largos, y nunca he
estado más agraciada.
El edificio de los Niveles Superiores es el más antiguo de las tres escuelas de la
ciudad: Niveles Bajos, Niveles Medios, y Niveles Superiores. Al igual que todos
los edificios que lo rodean, está hecho de vidrio y acero. Frente a él está una
gran escultura de metal que los de Intrepidez escalan después de la escuela,
retándose los unos a los otros para ir más y más alto. El año pasado vi a uno
caer y romperse la pierna. Yo fui la que corrió a buscar a la enfermera.
―Las pruebas de aptitud son hoy ―digo. Caleb no es más que un año mayor
que yo, así que estamos en el mismo año en la escuela.
Él asiente con la cabeza mientras pasamos por las puertas delanteras. Mis
músculos se tensan en el segundo que camino dentro. La atmósfera se siente ambrienta, como si todos los de dieciséis años, están tratando de devorar todo
lo que pueden obtener de este último día. Es probable que no volvamos a
caminar por estos pasillos de nuevo después de la Ceremonia de Elección, una
vez que elijamos, nuestras nuevas Facciones serán las responsable de acabar
nuestra educación.
10
Nuestras clases son cortadas a la mitad hoy, así asistiremos a todas ellas antes
de la prueba de aptitud, que tiene lugar después del almuerzo. Mi ritmo
cardíaco ya está elevado.
―¿No estás preocupado en absoluto por lo que te van a decir hoy? ―le
pregunto a Caleb.
Hacemos una pausa en la división del pasillo donde él va a ir en una dirección,
hacia Matemáticas Avanzadas, y yo voy a ir hacia la otra, hacia la Historia de
las Facciones.
Él levanta una ceja hacia mí. ―¿Tú lo estás?
Podría decirle que he estado preocupada durante semanas acerca de lo que la
prueba de aptitud me va a decir: ¿Abnegación, Sinceridad, Sabiduría,
Concordia, o Intrepidez?
En lugar de eso sonrío y le digo: ―No realmente.
Él me devuelve la sonrisa. ― Bueno... ten un buen día.
Camino hacia la Historia de las Facciones, mordiéndome el labio inferior. Él
nunca respondió a mi pregunta.
Los pasillos son estrechos, aunque la luz que entra por las ventanas crea la
ilusión de espacio; es uno de los únicos lugares donde se mezclan las Facciones,
a nuestra edad. Hoy la gente tiene un nuevo tipo de energía, la manía del
último día.
Una chica con el pelo largo y rizado grita: ― ―Al lado de mi oreja,
¡Hey!
saludando a distancia a un amigo. La manga de la chaqueta me golpea en la
mejilla. Después un chico de Sabiduría en un sweater azul me empuja
pasándome. Pierdo el equilibrio y caigo duro en el suelo.
―Fuera de mi camino, Estirada me tira él en la cara, y sigue por el pasillo
Mis mejillas se calientan. Me levanto y me sacudo el polvo. Unas pocas
personas se detuvieron cuando me caí, pero ninguno de ellos se ofreció a
ayudarme. Sus ojos me siguen hasta el borde del pasillo. Este tipo de cosas que
les ha ocurrido a otros en mi Facción desde hace meses; los Sabiduría han
estado haciendo informes antagónicos sobre Abnegación, y eso ha comenzado a
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afectar la forma en que se relacionan en la escuela. El vestuario gris, el peinado
sencillo, sin pretensiones y la conducta de mi Facción se supone que hacen más
fácil para mí olvidarme de mí misma, y más fácil para todos los demás para que
se olviden también. Pero ahora me hacen un blanco.
Me detengo junto a una ventana en el ala E y espero a que Intrepidez lleguen.
Hago esto todas las mañanas. Exactamente a las 7:25, los Intrepidez demuestran
su valentía al saltar desde un tren en movimiento.
Mi padre llama a Intrepidez “infernales”. Ellos tienen perforaciones, tatuajes, y
ropa negra. Su principal propósito es proteger la valla que rodea la ciudad. De
qué, no sé.
Deberían dejarme perpleja. Me debería preguntar qué coraje―que es la que la
virtud que más valor tiene para ello tiene que ver con un a nillo de meta l
―
atravesado en los orificios nasal. En vez mis ojos se aferran a donde quiera que
vayan.
El silbato del tren suena, el sonido queda resonando en mi pecho. Las luces de
la parte delantera del tren se prenden y apagan mientras el tren se precipita más
allá de la escuela, chillando sobre vías de hierro. Y mientras pasan los últimos
coches, un éxodo masivo de hombres y mujeres jóvenes en ropa oscuras se
lanzan desde los coches en movimiento, algunos cayendo y rodando, los demás
tropezando unos pasos antes de recuperar el equilibrio. Uno de los chicos
envuelve su brazo alrededor de los hombros de una chica, riendo.
Verlos es una práctica tonta. Me aparto de la ventana y presiono pasando a
través de la multitud a la clase de Historia de las Facciones.
sweet-puky
Re: Divergente
La prueba empieza después del almuerzo. Nos sentamos en largas mesas
en la cafetería, y los administradores de la prueba van llamando a diez
nombres a la vez, uno por cada sala de prueba. Me siento al lado de
Caleb y frente a nuestra vecina Susan.
El padre de Susan viaja por toda la ciudad por su trabajo, así que él tiene un
coche y la trae a la escuela todos los días. Él se ofreció a traernos a nosotros,
también, pero como dice Caleb, “preferimos salir tarde y no queremos
incomodarlo”.
Por supuesto que no.
Los administradores de la prueba son en su mayoría voluntarios de
Abnegación, aunque hay un Sabiduría en una de las salas de prueba y un
Intrepidez en otra para probar a los que venimos de Abnegación, porque las
reglas proclaman que no podemos ser probados por alguien de nuestra Facción.
Las reglas también dicen que no podemos prepararnos para la prueba de
ninguna manera, así que no sé qué esperar.
Mi mirada se desvía de Susan a las mesas de Intrepidez del otro lado de la
habitación. Ellos están riendo, gritando y jugando a las cartas. En otro conjunto
de mesas, los Sabiduría charlan sobre los libros y periódicos, en la búsqueda
constante de conocimiento.
Un grupo de chicas de Concordia en amarillo y rojo se sientan en un círculo en
el piso de la cafetería, jugando a una especie de juego en donde se golpean las manos al ritmo de una canción. Cada pocos minutos escucho un coro de risas
cuando alguien es eliminado y tiene que sentarse en el centro del círculo. En la
mesa de al lado de ellos, los chicos Sinceridad hacen amplios gestos, con sus
manos. Parecen estar discutiendo acerca de algo, pero no debe ser grave, ya que
algunos están sonriendo.
En la mesa de Abnegación, nos sentamos en silencio y esperamos. Las
costumbres de las Facciones dictan hasta inactivo comportamiento y sustituyen
las preferencias individuales. Dudo que todos los Sabiduría quieran estudiar
todo el tiempo, o que cada Sinceridad goce de un animado debate, pero no
pueden desafiar las normas de sus Facciones más que yo.
El nombre de Caleb es llamado en el siguiente grupo. Él se mueve con
seguridad hacia la salida. No necesito desearle suerte o asegurarle que no debe
estar nervioso. Él sabe a dónde pertenece, y hasta donde yo sé, siempre lo ha
hecho. Mi primer recuerdo de él es de cuando teníamos cuatro años. Me regañó
por no darle mi cuerda de saltar a una niña pequeña en el patio que no tenía
nada con que jugar. No me regaña con frecuencia, pero tengo su mirada de
desaprobación grabada en la memoria.
He tratado de explicarle que mis instintos no son los mismos que los suyos―que ni siquiera pasó por mi mente darle mi asiento al hombre Sinceridad del
autobús― pero él no lo entiende.
“Haz lo que se supone que debes” dice siempre. Es tan fácil para él. Debería ser así de fácil para mí.
Mi estómago se tuerce fuertemente. Cierro los ojos y los mantengo cerrados
hasta diez minutos más tarde, cuando Caleb se sienta de nuevo.
Está pálido como el yeso. Empuja sus palmas a lo largo de sus piernas como yo
lo hago cuando me limpio el sudor, y cuando él las trae de vuelta, con los dedos
temblando. Abro la boca para preguntarle algo, pero las palabras no llegan. No
se me permite preguntarle acerca de sus resultados, y no se le permite decirme.
Un voluntario de Abnegación dice la próxima ronda de nombres. Dos de Intrepidez, dos de Sabiduría, dos de Concordia, dos de Sinceridad, y luego:
De Abnegación: Susan Black y ____ Prior.
Me levanto, porque se supone que debo hacerlo, pero si por mí fuera, me
quedaría en mi asiento por el resto del tiempo. Siento que hay una burbuja en
mi pecho que se expande más a cada segundos, amenazando con romperme desde el interior. Sigo a Susan a la salida. Las personas a las que paso, probablemente no nos pueden diferenciar. Usamos la misma ropa y nuestro pelo es del mismo rubio. La única diferencia es que Susan no se sienta como si estuviera a punto de vomitar, y de lo que puedo decir, sus manos no están temblando tanto que tiene que agarrarse del dobladillo de la camisa para mantenerlas firme.
en la cafetería, y los administradores de la prueba van llamando a diez
nombres a la vez, uno por cada sala de prueba. Me siento al lado de
Caleb y frente a nuestra vecina Susan.
El padre de Susan viaja por toda la ciudad por su trabajo, así que él tiene un
coche y la trae a la escuela todos los días. Él se ofreció a traernos a nosotros,
también, pero como dice Caleb, “preferimos salir tarde y no queremos
incomodarlo”.
Por supuesto que no.
Los administradores de la prueba son en su mayoría voluntarios de
Abnegación, aunque hay un Sabiduría en una de las salas de prueba y un
Intrepidez en otra para probar a los que venimos de Abnegación, porque las
reglas proclaman que no podemos ser probados por alguien de nuestra Facción.
Las reglas también dicen que no podemos prepararnos para la prueba de
ninguna manera, así que no sé qué esperar.
Mi mirada se desvía de Susan a las mesas de Intrepidez del otro lado de la
habitación. Ellos están riendo, gritando y jugando a las cartas. En otro conjunto
de mesas, los Sabiduría charlan sobre los libros y periódicos, en la búsqueda
constante de conocimiento.
Un grupo de chicas de Concordia en amarillo y rojo se sientan en un círculo en
el piso de la cafetería, jugando a una especie de juego en donde se golpean las manos al ritmo de una canción. Cada pocos minutos escucho un coro de risas
cuando alguien es eliminado y tiene que sentarse en el centro del círculo. En la
mesa de al lado de ellos, los chicos Sinceridad hacen amplios gestos, con sus
manos. Parecen estar discutiendo acerca de algo, pero no debe ser grave, ya que
algunos están sonriendo.
En la mesa de Abnegación, nos sentamos en silencio y esperamos. Las
costumbres de las Facciones dictan hasta inactivo comportamiento y sustituyen
las preferencias individuales. Dudo que todos los Sabiduría quieran estudiar
todo el tiempo, o que cada Sinceridad goce de un animado debate, pero no
pueden desafiar las normas de sus Facciones más que yo.
El nombre de Caleb es llamado en el siguiente grupo. Él se mueve con
seguridad hacia la salida. No necesito desearle suerte o asegurarle que no debe
estar nervioso. Él sabe a dónde pertenece, y hasta donde yo sé, siempre lo ha
hecho. Mi primer recuerdo de él es de cuando teníamos cuatro años. Me regañó
por no darle mi cuerda de saltar a una niña pequeña en el patio que no tenía
nada con que jugar. No me regaña con frecuencia, pero tengo su mirada de
desaprobación grabada en la memoria.
He tratado de explicarle que mis instintos no son los mismos que los suyos―que ni siquiera pasó por mi mente darle mi asiento al hombre Sinceridad del
autobús― pero él no lo entiende.
“Haz lo que se supone que debes” dice siempre. Es tan fácil para él. Debería ser así de fácil para mí.
Mi estómago se tuerce fuertemente. Cierro los ojos y los mantengo cerrados
hasta diez minutos más tarde, cuando Caleb se sienta de nuevo.
Está pálido como el yeso. Empuja sus palmas a lo largo de sus piernas como yo
lo hago cuando me limpio el sudor, y cuando él las trae de vuelta, con los dedos
temblando. Abro la boca para preguntarle algo, pero las palabras no llegan. No
se me permite preguntarle acerca de sus resultados, y no se le permite decirme.
Un voluntario de Abnegación dice la próxima ronda de nombres. Dos de Intrepidez, dos de Sabiduría, dos de Concordia, dos de Sinceridad, y luego:
De Abnegación: Susan Black y ____ Prior.
Me levanto, porque se supone que debo hacerlo, pero si por mí fuera, me
quedaría en mi asiento por el resto del tiempo. Siento que hay una burbuja en
mi pecho que se expande más a cada segundos, amenazando con romperme desde el interior. Sigo a Susan a la salida. Las personas a las que paso, probablemente no nos pueden diferenciar. Usamos la misma ropa y nuestro pelo es del mismo rubio. La única diferencia es que Susan no se sienta como si estuviera a punto de vomitar, y de lo que puedo decir, sus manos no están temblando tanto que tiene que agarrarse del dobladillo de la camisa para mantenerlas firme.
sweet-puky
Re: Divergente
Esperando por nosotros fuera de la cafetería hay una fila de diez habitaciones.
Que sólo se utilizan para las pruebas de aptitud, así que nunca he estado en una
antes. A diferencia de las otras habitaciones de la escuela, están separadas, no por vidrio, sino por espejos. Me miro, pálida y aterrorizada, caminando hacia una de las puertas. Susan me sonríe nerviosamente mientras ella camina en la habitación 5, y yo entro en la habitación 6, donde una mujer de Intrepidez me espera.
Ella no se ve tan severa como los jóvenes Intrepidez que he visto. Es pequeña,
con oscuros y angulares ojos y lleva una chaqueta negra ―como el traje de un
hombre― y pantalones vaqueros. Es sólo cuando se da la vuelta para cerrar la
puerta que veo un tatuaje en la parte posterior de su cuello, halcón blanco y negro, con ojos rojos. Si no me sintiera como si mi corazón hubiese emigrado a mi garganta, le habría preguntado lo que significa. Debe significar algo.
Espejos cubren las paredes interiores de la habitación. Puedo ver mi reflejo desde todos los ángulos: la tela gris oscurece la forma de mi espalda, mi largo cuello, mis nudosas manos, roja con rubor de sangre. El techo está iluminado con una luz blanca. En el centro de la habitación hay una silla reclinada, como la de un dentista, con una máquina al lado. Se ve como un lugar donde ocurren cosas terribles.
―No te preocupes,―dice la mujer― no hace daño.
Su pelo es negro y lacio, pero en la luz veo que está veteado de gris.
―Toma asiento y ponte cómoda ―dice―. Mi nombre es Tori.
Torpemente me siento en la silla y me reclino, poniendo la cabeza en el
reposa-cabezas. Las luces hieren mis ojos. Tori se entretiene con la máquina a mi
derecha. Trato de concentrarme en ella y no en los cables en sus manos.
―¿Por qué el halcón? ―dejo escapar mientras ella me pone un electrodo en la frente.
―Nunca conocí a un Abnegación curioso antes―dice, arqueando las cejas hacia mí.
Me estremezco y la piel de gallina aparece en mis brazos. Mi curiosidad es un error, una traición a los valores de Abnegación.
Tarareando un poco, ella presiona otro electrodo a mi frente y me explica: ―En
algunas partes del mundo antiguo, el halcón simboliza el sol. Cuando me lo hice, pensaba que si yo siempre tenía el sol en mí, no me daría miedo la oscuridad.
Trato de evitarme hacer otra pregunta, pero no puedo evitarlo. ― ¿Tiene miedo de la oscuridad?
―Tenía miedo de la oscuridad―me corrige. Presiona un electrodo al lado de
su propia frente, y adjunta un cable al mismo. Se encoge de hombros―. Ahora
me recuerda el miedo que he superado.
Está detrás de mí. Aprieto los brazos con tanta fuerza que el color se aleja de mis nudillos. Tira de los cables hacia ella, uniéndolos de mí, a ella, y a la máquina detrás de ella. Luego me pasa un frasco con un líquido claro.
―Bebe esto ―dice ella.
―¿Qué es? ―mi garganta se siente hinchada. Trago saliva―. ¿Qué va a pasar?
―No te puedo decir eso. Sólo confía en mí.
Presiono aire en mis pulmones y coloco la punta del contenido del frasco en mi
boca. Mis ojos cerrados.
Cuando se abren, el instante ha pasado, pero estoy en otro lugar. Estoy en la
cafetería de la escuela de nuevo, pero todas las mesas están vacías, y veo a
través del cristal de las paredes que está nevando. Sobre la mesa delante de mí
hay dos canastas. En una hay un pedazo de queso, y en la otra, un cuchillo de la
longitud de mi antebrazo.
Detrás de mí, la voz de una mujer dice:Elige.
―¿Por qué? ―pregunto.
―Elige ―repite ella.
Miro por encima de mi hombro, pero no hay nadie. Me dirijo de nuevo a las
canastas. ―¿Qué voy a hacer con ellos?
―¡Elige! ―Grita.
Cuando me grita, mi miedo desaparece y la obstinación la sustituye. Frunzo el
ceño y cruzo los brazos.
―Como quieras ―dice ella.
Las cestas de desaparecen. Escucho el chirrido de la puerta y me doy vuelta a
ver quién es. No veo un “quién” sino un “qué”: Es un perro con una nariz
puntiaguda que está a pocos metros. Se agacha y se arrastra hacia mí, sus labios
desplegando sus blancos dientes. Un gruñido gorjea de las profundidades de su
garganta, y veo por qué el queso hubiese venido muy bien.
O el cuchillo. Pero es demasiado tarde.
Pienso en correr, pero el perro es más rápido que yo. No puedo luchar contra el
suelo. Mi cabeza golpea. Tengo que tomar una decisión. Si puedo saltar sobre
uno de esas mesas y usarla como un escudo, no, soy demasiado corta como
para saltar por encima de las mesas, y no lo suficientemente fuerte para
volcar-las.
El perro gruñe, y casi puedo sentir el sonido vibrar en mi cráneo.
Mi libro de texto de biología, dice que los perros pueden oler el miedo a causa de una sustancia química secretada por las glándulas humanas en un estado de
coacción, el mismo químico que segrega la presa de un perro. Oler el miedo los
lleva a atacar. El perro se me acerca a centímetros, sus uñas raspando el piso.
No puedo correr. No puedo luchar. En lugar de eso respiro el olor del mal
aliento del perro e intento no pensar en lo que se acaba de comer. No hay
blanco en sus ojos, sólo un destello negro.
¿Qué más debo saber acerca de los perros? No tendría que mirarlo a los ojos.
Esa es una señal de agresión. Recuerdo que le pregunté a mi padre por un perro
cuando yo era joven, y ahora, mirando al suelo en frente de las patas del perro,
no puedo recordar por qué. Se acerca más, sigue gruñendo. Si mirarlo fijamente
a los ojos es un signo de agresión, ¿cuál es una señal de sumisión?
Mi respiración es fuerte pero constante. Me hundo hasta las rodillas. La última
cosa que quiero hacer es acostarme en el suelo delante del perro, haciendo que
sus dientes estén a la altura de mi cara, pero es la mejor opción que tengo. Estiro
18
las piernas detrás de mí y me apoyo en los codos. El perro se acerca más, y más,
hasta que siento su cálido aliento en mi cara. Mis brazos están temblando.
Me ladra en el oído, y aprieto los dientes para no gritar.
Algo áspero y húmedo toca mi mejilla. Los gruñidos del perro paran, y cuando
levanto la cabeza para mirarlo de nuevo, está jadeando. Lamiéndome la cara.
Frunzo el ceño y me siento en mis talones. El perro apoya las patas sobre mis
rodillas y me lame la barbilla. Me estremezco, limpiando la baba de mi piel, y
me río.
―¿No eres una bestia tan feroz, eh?
Me levanto despacio para no asustarlo, pero parece un animal diferente al que
me enfrenté hace unos segundos. Extiendo la mano, con cuidado, para poder
retroceder si lo necesito. El perro me da un golpe a mi costado con su cabeza.
De repente estoy contenta de no haber elegido el cuchillo.
Parpadeo, y cuando mis ojos se abren, una niña se encuentra del otro lado de la
sala llevando un vestido blanco. Ella estira las dos manos y grita: ―¡Perrito!
Mientras ella corre hacia el perro a mi lado, abro la boca para advertirle, pero
soy demasiado lenta. El perro se da vuelta. En vez de gruñir, ladra y gruñe y
encaja, y sus músculos se tensan como alambre enrollado. A punto de saltar. No
pienso, sólo salto; acabo de saltar, arrojando mi cuerpo sobre el perro, envolviendo mis brazos alrededor de su grueso cuello.
Mi cabeza golpea el suelo. El perro se fue, y también la niña. En lugar de eso
estoy sola en la sala de pruebas, ahora vacía. Me doy vuelta en un círculo lento
y no puedo verme en ninguno de los espejos. Empujo la puerta y salgo al pasillo, pero no es un pasillo; es un autobús, y todos los asientos están ocupados.
Estoy en el pasillo y me aferro a una barra. Sentado cerca de mí, está un hombre
con un periódico.No puedo ver su cara por encima del papel, pero puedo ver sus manos. Tienen cicatrices, como si se hubiese quemado, y ellas se aprietan alrededor del papel, como si él quisiera arrugarlo.
―¿Conoces a este hombre?
―me pregunta. Señala la imagen en la página principal del periódico.
El titular dice:
¡Asesino Brutal Finalmente Aprehendido!
Me quedo en la palabra “asesino”. Ha pasado mucho tiempo
desde la última vez que leí esa palabra, pero incluso su forma me llena de pavor.
En la foto debajo del título está un hombre joven con una cara plana y una
barba. Siento que lo conozco, aunque no recuerdo cómo. Y al mismo tiempo, siento que sería una mala idea decirle al hombre eso.
―¿Y bien? ―escucho la ira en su voz―. ¿Lo haces?
Una mala idea, no, una muy mala idea. Mi corazón late con fuerza y me aferro a
la barra para parar los temblores de mis manos, por entregarme. Si le digo que
conozco a ese hombre del artículo, algo horrible va a pasar conmigo. Pero
puedo convencerlo de que no lo hago. Puedo limpiar mi garganta y encogerme de hombros, pero eso sería una mentira.
Me aclaro la garganta.
―¿Lo haces? ―repite.
Me encojo de hombros.
―¿Y bien?
Un escalofrío me atraviesa. Mi miedo es irracional, esto es sólo una prueba, no es real.
―No ―dije, mi voz casual―. No tengo idea de quién es.
Se pone de pie y, finalmente, veo su cara. Lleva gafas de sol oscuras y la boca
doblada en una mueca. Su mejilla es ondulada con cicatrices, al igual que sus
manos. Se inclina cerca de mi cara. Su aliento huele a cigarrillos. No es real, me
recuerdo a mí misma. No es real.
―Estás mintiendo ―dice él―. ¡Estás mintiendo!
―No lo estoy.
―Puedo verlo en tus ojos.
Me pongo más derecha. ―No puede.
―Sí lo conoces ―dice en voz baja―, podrías salvarme. ¡Podrías salvarme!
Estrecho mis ojos. ―Bien ―le digo. Mi mandíbula rígida―. No lo hago.
Que sólo se utilizan para las pruebas de aptitud, así que nunca he estado en una
antes. A diferencia de las otras habitaciones de la escuela, están separadas, no por vidrio, sino por espejos. Me miro, pálida y aterrorizada, caminando hacia una de las puertas. Susan me sonríe nerviosamente mientras ella camina en la habitación 5, y yo entro en la habitación 6, donde una mujer de Intrepidez me espera.
Ella no se ve tan severa como los jóvenes Intrepidez que he visto. Es pequeña,
con oscuros y angulares ojos y lleva una chaqueta negra ―como el traje de un
hombre― y pantalones vaqueros. Es sólo cuando se da la vuelta para cerrar la
puerta que veo un tatuaje en la parte posterior de su cuello, halcón blanco y negro, con ojos rojos. Si no me sintiera como si mi corazón hubiese emigrado a mi garganta, le habría preguntado lo que significa. Debe significar algo.
Espejos cubren las paredes interiores de la habitación. Puedo ver mi reflejo desde todos los ángulos: la tela gris oscurece la forma de mi espalda, mi largo cuello, mis nudosas manos, roja con rubor de sangre. El techo está iluminado con una luz blanca. En el centro de la habitación hay una silla reclinada, como la de un dentista, con una máquina al lado. Se ve como un lugar donde ocurren cosas terribles.
―No te preocupes,―dice la mujer― no hace daño.
Su pelo es negro y lacio, pero en la luz veo que está veteado de gris.
―Toma asiento y ponte cómoda ―dice―. Mi nombre es Tori.
Torpemente me siento en la silla y me reclino, poniendo la cabeza en el
reposa-cabezas. Las luces hieren mis ojos. Tori se entretiene con la máquina a mi
derecha. Trato de concentrarme en ella y no en los cables en sus manos.
―¿Por qué el halcón? ―dejo escapar mientras ella me pone un electrodo en la frente.
―Nunca conocí a un Abnegación curioso antes―dice, arqueando las cejas hacia mí.
Me estremezco y la piel de gallina aparece en mis brazos. Mi curiosidad es un error, una traición a los valores de Abnegación.
Tarareando un poco, ella presiona otro electrodo a mi frente y me explica: ―En
algunas partes del mundo antiguo, el halcón simboliza el sol. Cuando me lo hice, pensaba que si yo siempre tenía el sol en mí, no me daría miedo la oscuridad.
Trato de evitarme hacer otra pregunta, pero no puedo evitarlo. ― ¿Tiene miedo de la oscuridad?
―Tenía miedo de la oscuridad―me corrige. Presiona un electrodo al lado de
su propia frente, y adjunta un cable al mismo. Se encoge de hombros―. Ahora
me recuerda el miedo que he superado.
Está detrás de mí. Aprieto los brazos con tanta fuerza que el color se aleja de mis nudillos. Tira de los cables hacia ella, uniéndolos de mí, a ella, y a la máquina detrás de ella. Luego me pasa un frasco con un líquido claro.
―Bebe esto ―dice ella.
―¿Qué es? ―mi garganta se siente hinchada. Trago saliva―. ¿Qué va a pasar?
―No te puedo decir eso. Sólo confía en mí.
Presiono aire en mis pulmones y coloco la punta del contenido del frasco en mi
boca. Mis ojos cerrados.
Cuando se abren, el instante ha pasado, pero estoy en otro lugar. Estoy en la
cafetería de la escuela de nuevo, pero todas las mesas están vacías, y veo a
través del cristal de las paredes que está nevando. Sobre la mesa delante de mí
hay dos canastas. En una hay un pedazo de queso, y en la otra, un cuchillo de la
longitud de mi antebrazo.
Detrás de mí, la voz de una mujer dice:Elige.
―¿Por qué? ―pregunto.
―Elige ―repite ella.
Miro por encima de mi hombro, pero no hay nadie. Me dirijo de nuevo a las
canastas. ―¿Qué voy a hacer con ellos?
―¡Elige! ―Grita.
Cuando me grita, mi miedo desaparece y la obstinación la sustituye. Frunzo el
ceño y cruzo los brazos.
―Como quieras ―dice ella.
Las cestas de desaparecen. Escucho el chirrido de la puerta y me doy vuelta a
ver quién es. No veo un “quién” sino un “qué”: Es un perro con una nariz
puntiaguda que está a pocos metros. Se agacha y se arrastra hacia mí, sus labios
desplegando sus blancos dientes. Un gruñido gorjea de las profundidades de su
garganta, y veo por qué el queso hubiese venido muy bien.
O el cuchillo. Pero es demasiado tarde.
Pienso en correr, pero el perro es más rápido que yo. No puedo luchar contra el
suelo. Mi cabeza golpea. Tengo que tomar una decisión. Si puedo saltar sobre
uno de esas mesas y usarla como un escudo, no, soy demasiado corta como
para saltar por encima de las mesas, y no lo suficientemente fuerte para
volcar-las.
El perro gruñe, y casi puedo sentir el sonido vibrar en mi cráneo.
Mi libro de texto de biología, dice que los perros pueden oler el miedo a causa de una sustancia química secretada por las glándulas humanas en un estado de
coacción, el mismo químico que segrega la presa de un perro. Oler el miedo los
lleva a atacar. El perro se me acerca a centímetros, sus uñas raspando el piso.
No puedo correr. No puedo luchar. En lugar de eso respiro el olor del mal
aliento del perro e intento no pensar en lo que se acaba de comer. No hay
blanco en sus ojos, sólo un destello negro.
¿Qué más debo saber acerca de los perros? No tendría que mirarlo a los ojos.
Esa es una señal de agresión. Recuerdo que le pregunté a mi padre por un perro
cuando yo era joven, y ahora, mirando al suelo en frente de las patas del perro,
no puedo recordar por qué. Se acerca más, sigue gruñendo. Si mirarlo fijamente
a los ojos es un signo de agresión, ¿cuál es una señal de sumisión?
Mi respiración es fuerte pero constante. Me hundo hasta las rodillas. La última
cosa que quiero hacer es acostarme en el suelo delante del perro, haciendo que
sus dientes estén a la altura de mi cara, pero es la mejor opción que tengo. Estiro
18
las piernas detrás de mí y me apoyo en los codos. El perro se acerca más, y más,
hasta que siento su cálido aliento en mi cara. Mis brazos están temblando.
Me ladra en el oído, y aprieto los dientes para no gritar.
Algo áspero y húmedo toca mi mejilla. Los gruñidos del perro paran, y cuando
levanto la cabeza para mirarlo de nuevo, está jadeando. Lamiéndome la cara.
Frunzo el ceño y me siento en mis talones. El perro apoya las patas sobre mis
rodillas y me lame la barbilla. Me estremezco, limpiando la baba de mi piel, y
me río.
―¿No eres una bestia tan feroz, eh?
Me levanto despacio para no asustarlo, pero parece un animal diferente al que
me enfrenté hace unos segundos. Extiendo la mano, con cuidado, para poder
retroceder si lo necesito. El perro me da un golpe a mi costado con su cabeza.
De repente estoy contenta de no haber elegido el cuchillo.
Parpadeo, y cuando mis ojos se abren, una niña se encuentra del otro lado de la
sala llevando un vestido blanco. Ella estira las dos manos y grita: ―¡Perrito!
Mientras ella corre hacia el perro a mi lado, abro la boca para advertirle, pero
soy demasiado lenta. El perro se da vuelta. En vez de gruñir, ladra y gruñe y
encaja, y sus músculos se tensan como alambre enrollado. A punto de saltar. No
pienso, sólo salto; acabo de saltar, arrojando mi cuerpo sobre el perro, envolviendo mis brazos alrededor de su grueso cuello.
Mi cabeza golpea el suelo. El perro se fue, y también la niña. En lugar de eso
estoy sola en la sala de pruebas, ahora vacía. Me doy vuelta en un círculo lento
y no puedo verme en ninguno de los espejos. Empujo la puerta y salgo al pasillo, pero no es un pasillo; es un autobús, y todos los asientos están ocupados.
Estoy en el pasillo y me aferro a una barra. Sentado cerca de mí, está un hombre
con un periódico.No puedo ver su cara por encima del papel, pero puedo ver sus manos. Tienen cicatrices, como si se hubiese quemado, y ellas se aprietan alrededor del papel, como si él quisiera arrugarlo.
―¿Conoces a este hombre?
―me pregunta. Señala la imagen en la página principal del periódico.
El titular dice:
¡Asesino Brutal Finalmente Aprehendido!
Me quedo en la palabra “asesino”. Ha pasado mucho tiempo
desde la última vez que leí esa palabra, pero incluso su forma me llena de pavor.
En la foto debajo del título está un hombre joven con una cara plana y una
barba. Siento que lo conozco, aunque no recuerdo cómo. Y al mismo tiempo, siento que sería una mala idea decirle al hombre eso.
―¿Y bien? ―escucho la ira en su voz―. ¿Lo haces?
Una mala idea, no, una muy mala idea. Mi corazón late con fuerza y me aferro a
la barra para parar los temblores de mis manos, por entregarme. Si le digo que
conozco a ese hombre del artículo, algo horrible va a pasar conmigo. Pero
puedo convencerlo de que no lo hago. Puedo limpiar mi garganta y encogerme de hombros, pero eso sería una mentira.
Me aclaro la garganta.
―¿Lo haces? ―repite.
Me encojo de hombros.
―¿Y bien?
Un escalofrío me atraviesa. Mi miedo es irracional, esto es sólo una prueba, no es real.
―No ―dije, mi voz casual―. No tengo idea de quién es.
Se pone de pie y, finalmente, veo su cara. Lleva gafas de sol oscuras y la boca
doblada en una mueca. Su mejilla es ondulada con cicatrices, al igual que sus
manos. Se inclina cerca de mi cara. Su aliento huele a cigarrillos. No es real, me
recuerdo a mí misma. No es real.
―Estás mintiendo ―dice él―. ¡Estás mintiendo!
―No lo estoy.
―Puedo verlo en tus ojos.
Me pongo más derecha. ―No puede.
―Sí lo conoces ―dice en voz baja―, podrías salvarme. ¡Podrías salvarme!
Estrecho mis ojos. ―Bien ―le digo. Mi mandíbula rígida―. No lo hago.
sweet-puky
Re: Divergente
Me desperté con las palmas de las manos sudorosas y una punzada de culpa en el pecho. Estoy tumbada en la silla de la habitación con espejos. Cuando inclino la cabeza hacia atrás, veo a Tori detrás de mí. Ella aprieta los labios y se saca los electrodos de la cabeza. Espero a que diga algo acerca de la prueba, que se ha acabado, o que lo hice bien, pero ¿cómo podría hacerlo bien en una prueba como esta? Pero ella no dice nada, sólo tira los cables de mi frente.
Me siento hacia adelante y limpio las manos en mis pantalones. Tenía que haber
hecho algo mal, aunque sólo haya pasado en mi mente. ¿Esa extraña expresión en la cara de Tori es porque ella no sabe cómo decirme cuán terrible persona soy?
Me gustaría que sólo lo dijera.
―Eso ―dice ella―, fue desconcertante. Perdón, enseguida vuelvo.
¿Desconcertante?
Llevo las rodillas al pecho y entierro la cara en ellas. Me gustaría tener ganas de
llorar, porque las lágrimas me podrían dar un sentido de liberación, pero no lo hago. ¿Cómo podes fallar en una prueba en la que no se te permite prepararte?
Mientras los segundos pasan, me pongo más nerviosa. Tengo que limpiarme las
manos cada pocos segundos, mientras el sudor se acumula; o tal vez sólo lo
hago porque me ayuda a sentirme más tranquila. ¿Qué pasa si me dicen que no
sirvo para ninguna de las Facciones? Tendría que vivir en las calles, con los Sin
Facciones. No puedo hacer eso. Vivir Sin Facciones no es sólo vivir en la pobreza y el malestar, sino que es vivir separada de la sociedad, separada de lo que es más importante en la vida: La Comunidad.
Mi madre me dijo una vez que no podemos sobrevivir solos, incluso si pudiéramos no querríamos. Sin una Facción, no tenemos ningún objetivo o razón para vivir.
Sacudo la cabeza. No puedo pensar así. Tengo que mantener la calma.
Finalmente la puerta se abre, y Tori regresa. Me agarro de los brazos de la silla.
―Lamento haberte preocupado ―dice Tori. Está parada a mis pies con las manos en los bolsillos. Se ve tensa y pálida.
―Beatrice, tus resultados no fueron concluyentes ―dice―. Por lo general, cada
etapa de la simulación elimina una o más de las Facciones, pero en tu caso, sólo
dos han sido descartadas.
La miro fijamente. ―¿Dos? ―pregunto. Mi garganta está tan apretada que es difícil hablar.
―Si hubieses demostrado una aversión automática para el cuchillo y seleccionado el queso, el simulacro se habría llevado a un escenario diferente, el cual confirmaría tu aptitud para Concordia. Eso no sucedió, por lo que estás fuera de Concordia ―Tori se rasca el dorso del cuello―. Normalmente, la simulación avanza de forma lineal, aislar una de las Facciones descartando el resto. Las decisiones que tomaste ni siquiera te permiten en Sinceridad, la siguiente posibilidad, a ser descartada, así que tuve que cambiar la simulación para que estuvieras en el autobús. Y tu insistencia en la falta de honradez descarta Sinceridad―.
No te preocupes por eso. Soló los Sinceridad dirían la verdad en esa.―Medio sonríe
Uno de los nudos en mi pecho se afloja. Quizá no soy una persona horrible.
―Supongo que eso no es del todo cierto. Las personas que dicen la verdad son
de Sinceridad... y Abnegación ―dice―. Lo que nos da un problema.
Mi boca se cae abierta.
―Por un lado, te lanzaste sobre el perro en lugar de dejar que atacara a la niña,
que es una respuesta de Abnegación orientada... pero por el otro, cuando el
hombre te dijo que la verdad lo salvaría, todavía te negaste a decirlo. No es una
respuesta de Abnegación orientada ―suspira―. El no correr del perro sugiere
Intrepidez, pero también lo hace tomar el cuchillo, lo cual no hiciste.
Se aclara la garganta y continúa.―Tu respuesta inteligente al perro indica una fuerte alineación con Sabiduría. No tengo ni idea de qué hacer con tu indecisión
en la primera etapa, pero...
―Espere ―la interrumpo―. ¿Así que no tiene idea de cuál es mi capacidad?
―Sí y no. Mi conclusión―explica―, es que demostraste igual aptitud para
Abnegación, Intrepidez, y Sabiduría. Las personas que reciben este tipo de
resultados son... ―Mira sobre su hombro como si espera que alguien apareciera
detrás de ella―... Se llaman... Divergentes ―dice la última palabra en voz tan
baja que casi no la escucho, y se tensa, la mirada de preocupación vuelve. Ella
camina alrededor de la silla y se acerca a mí.
―_____ ―dice ella―, bajo ninguna circunstancia debes compartir esta información con nadie. Esto es muy importante. No se supone que debamos compartir los resultados.
Asiento. ―Ya lo sé.
―No ―Tori se arrodilla junto a la silla ahora y coloca los brazos sobre los apoya-brazos. Nuestros rostros están a centímetros de distancia―. Esto es diferente. No quiero decir que no debes compartirlos ahora, significa que nunca
debes compartirlos con nadie, nunca, pase lo que pase. La Divergencia es
extremadamente peligrosa. ¿Me entiendes?
No entiendo, ¿cómo podrían los resultados concluyentes de la prueba ser
peligroso? Pero aun así, asiento. No quiero compartir mis resultados de la prueba con nadie de todos modos.
―Está bien. ―Saco las manos de los brazos de la silla y me pongo de pie. Me
siento insegura.
―Yo sugiero ―dice Tori―, que te vayas a casa. Tienes mucho en qué pensar, y
esperar con los demás, puede no beneficiarte.
―Tengo que decirle a mi hermano a dónde voy.
―Voy a dejarle saber.
Me toco la frente y mirando al suelo mientras salgo de la habitación. No puedo
soportar mirarla a los ojos. No puedo soportar pensar en la Ceremonia de Elección de mañana.
sweet-puky
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