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Lady of Sorrows [Harry Styles]

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Mensaje por Derphantasie Dom 18 Ago 2013, 6:33 pm

Lady of Sorrows [Harry Styles] Tumblr_mrbvttyjZl1s2vmd7o5_500
Ficha.




  • Nombre: Lady of Sorrows.
  • Autor: Derphantasie.
  • Adaptación: No.
  • Género: Drama, suspenso, romance, etc, etc.
  • Advertencias: Las mismas de siempre, algunas muertes, sangre por aquí, sangre por allá. Tampoco pido chicas, ya que el fanfic está pensando de principio a fin.
  • Otras páginas: De momento, nope.



__________________________________

Para las personas que me conozcan... Hiiiiiiiiii. Para los que no me conozcan... Hiiiiiii. He decidido comenzar a publicar este fanfic aquí antes que en mi tumblr por la sencilla razón de que estoy muy alejada del foro y quiero volver a sentirme parte de esto (parte del mar... okno, es que me pongo a escuchar las canciones de La Sirenita). A estas alturas ya olvidé cómo usar los códigos en el foro (estoy acostumbrada a los de tumblr), así que no habrá mucha producción por ese lado. Pero sí he hecho una portada para el fanfic (que he amado incluso más que al fanfic en sí mismo lol). También, este fanfic pertenece a una serie (que me acabo de inventar al darme cuenta de que escribo muchas cosas sobre fantasmas), llamado: Love is dead. I love you y Dark Dreams pertenecerán a esta serie, por el contenido, así que si alguien leyó alguno de esos fanfics, se hará una idea por dónde va la historia de Lady of Sorrows (que tiene de rostro a mi hermosa Lily Collins). 
Y sin más preámbulos, la portada y la sinopsis:

Lady of Sorrows [Harry Styles] Tumblr_mreh5uz4rk1r5ll1qo1_r2_500 

Lady of Sorrows [Harry Styles] Tumblr_mreh5uz4rk1r5ll1qo2_r3_500


Última edición por Derphantasie el Miér 28 Ago 2013, 2:30 pm, editado 1 vez
Derphantasie
Derphantasie


http://1dland.tumblr.com

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Mensaje por AbruDirectioner Dom 18 Ago 2013, 6:45 pm

Me encantaaa!!!!!! Bueno, me presento, soy Abril, pero puedes decirme Abru. Soy PRIMER y fiel lectora. Bueno, espero que la sigas!!!!
-Abrü ;)
AbruDirectioner
AbruDirectioner


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Mensaje por Derphantasie Dom 18 Ago 2013, 6:48 pm

AbruDirectioner escribió:Me encantaaa!!!!!! Bueno, me presento, soy Abril, pero puedes decirme Abru. Soy PRIMER y fiel lectora. Bueno, espero que la sigas!!!!
-Abrü ;)
Hola, Abril-Abru /o/ Lindo nombre, srsly. Ahora estoy terminando el primer capítulo, así que lo tendría listo esta noche o a más tardar mañana c:
Derphantasie
Derphantasie


http://1dland.tumblr.com

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Lady of Sorrows [Harry Styles] Empty Re: Lady of Sorrows [Harry Styles]

Mensaje por Brownie Dom 18 Ago 2013, 6:54 pm

Jeeeeeeeelou! Amé la sinopsis <3 y también amo a Lily así que es perfecto (? ah. Bueno, me llamo Daniela(? y yo he leído tus novelas antes por tumblr :3 me gusta mucho la forma en la que escribes! y esperaré el primer capítulo!
Saludos c:
Brownie
Brownie


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Mensaje por Derphantasie Dom 18 Ago 2013, 7:06 pm

.Wanderer. escribió:Jeeeeeeeelou! Amé la sinopsis <3 y también amo a Lily así que es perfecto (? ah. Bueno, me llamo Daniela(? y yo he leído tus novelas antes por tumblr :3 me gusta mucho la forma en la que escribes! y esperaré el primer capítulo!
Saludos c:
Hiiiiiiiiiiii, Daniela c: (¿por qué todas tienen lindos nombres?) Omg, amé tu firma dslkjaldsa Haella es la perfección dskajdsldla
Derphantasie
Derphantasie


http://1dland.tumblr.com

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Lady of Sorrows [Harry Styles] Empty Re: Lady of Sorrows [Harry Styles]

Mensaje por Brownie Dom 18 Ago 2013, 7:12 pm

Derphantasie escribió:
.Wanderer. escribió:Jeeeeeeeelou! Amé la sinopsis <3 y también amo a Lily así que es perfecto (? ah. Bueno, me llamo Daniela(? y yo he leído tus novelas antes por tumblr :3 me gusta mucho la forma en la que escribes! y esperaré el primer capítulo!
Saludos c:
Hiiiiiiiiiiii, Daniela c: (¿por qué todas tienen lindos nombres?) Omg, amé tu firma dslkjaldsa Haella es la perfección dskajdsldla
es un nombre común y corriente(? kdsfhaskjfdsk ALGUIEN MÁS QUE AMA HAELLA *convulsiona*  casi nadie los shippea :c kfdsjfldfjd 
Brownie
Brownie


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Mensaje por Derphantasie Dom 18 Ago 2013, 7:16 pm

.Wanderer. escribió:es un nombre común y corriente(? kdsfhaskjfdsk ALGUIEN MÁS QUE AMA HAELLA *convulsiona*  casi nadie los shippea :c kfdsjfldfjd 
Pero me gusta :c Yo tengo manips y crackships de Haella, pls, son tan bellos dslkajdlsajdla y que Zoe fangirlee por Harry lo hace mejor todavía.
Derphantasie
Derphantasie


http://1dland.tumblr.com

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Lady of Sorrows [Harry Styles] Empty Re: Lady of Sorrows [Harry Styles]

Mensaje por AbruDirectioner Miér 21 Ago 2013, 4:09 pm

Hiii!! Cuando la sigues??
AbruDirectioner
AbruDirectioner


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Lady of Sorrows [Harry Styles] Empty Capítulo 1: Albtraum

Mensaje por Derphantasie Miér 28 Ago 2013, 2:58 pm

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Capítulo 1: Albtraum




—Steve, silencio –susurró Harry, tratando de pasar inadvertido por el maestro. Y aunque no lo logró, el hombre canoso no le dijo nada ni le llamó la atención, sino que siguió hablando sobre las catedrales góticas de hace siglos atrás, ignorando el hecho de que, en cuanto Harry coenzaba a susurrar, la clase completa se ponía tensa.
—Pero es que los hubieses visto, lo hicieron en el baño sin importarles nada, ¿qué hubiese pasado si alguien entraba y los descubría? –siguió comentando Steve de todas formas. Harry cerró los ojos, frustrado, y suspiró con cansancio. Steve le había estado hablando desde hace una hora sobre Cindy y Luke, una chica colorina y un chico rubio de su clase de Literatura. Los conocía, aparte, porque estaban nominados como Rey y Reina para el baile de graduación que celebrarían en unas semanas, por lo que nadie dejaba de hablar de ellos. Y Steve no era la excepción, solo que por motivos distintos.
—No me importa –le espetó Harry en voz baja, pero notoriamente crispada y exasperada. Steve rodó los ojos y puso un dedo en la frente de Harry, para que no apartara su mirada de él.
—Hace un año estabas completamente enamorado de ella y ahora no te importa con quién lo hace en lugares públicos, no te entiendo, Harry –Steve soltó un gruñido prolongado y sobreactuado que casi hizo reír a Harry. Steve estaba sentado sobre la mesa al estilo indio, dándole la espalda al pizarrón y al maestro con su aburrida cátedra.
Harry no le respondió esta vez, se limitó a negar con la cabeza y a tomar algunos apuntes que consideró relevantes. Además, esta vez algunos chicos a su alrededor comenzaron a dedicarles esas miradas de miedo otra vez y le ponía nervioso pensar que tenía un millón de ojos puestos en él. A veces le gustaría ser como Steve, poder hacer, ir y decir lo que quisiera sin importarle nada ni nadie, pero Harry sabía que para eso, en primer lugar, debía estar muerto y haber dejado asuntos pendientes. Era gracioso cómo las películas no estaban tan alejadas de la realidad, era verdad que los muertos regresaban cuando su vida había sido interrumpida por un accidente o un asesinato, pero también podían volver por un suicidio o por haber olvidado ordenar su cuarto en la mañana antes de morir atropellados por un auto en la tarde. La muerte era curiosa, sarcástica e irónica al mismo tiempo y, aunque a Harry se le hacía tan familiar como las paredes de su habitación, no le agradaba. En especial porque podía sentirla de vez en cuando y le agobiaba el pensamiento de tener que soportar a otro fantasma más merodeando a su alrededor pronto. Al menos a los vivos los podía dejar de ver y escuchar encerrándose en su habitación. Sus compañeros jamás comprenderían lo agobiador que era ducharse con tres fantasmas mirándolo frente a él, sin vergüenza ni arrepentimientos. En definitiva, Harry jamás había conocido la privacidad, así que tampoco podía extrañarla, aunque eso no significaba que tenía cierta curiosidad por saber qué se sentía estar solo por al menos una hora de su vida. Completamente solo.
—Harry, parezco loco hablándote sin que me respondas –se quejó Steve y Harry le dedicó una mirada severa. ¿Con qué derecho le decía eso? Por su culpa incomodaba al resto de sus compañeros y nunca nadie quería sentarse con él en clases, ignorarlo cinco minutos no le dejaría grandes secuelas ni le haría caer en una profunda depresión. Harry resopló fastidiado y eso no pasó desapercibido por Steve—. Oh, vamos, últimamente estás muy sensible y tienes la cabeza por las nubes.
En parte, eso no era mentira. Si Harry tenía la cabeza por cualquier lado, era porque hace algunos días la presencia de la muerte le estaba rondando más de lo normal. No era ni un anciano ni un esqueleto con una capa negra y un gran bastón afilado caminando por los pasillos de la escuela, solo era la presencia de que algo frío, siniestro y permanente que pasaba a su lado, le susurraba sonidos seductores y escalofriantes a la vez en el oído cuando alguien estaba a punto de morir. Aunque claro, si hiciera eso cada vez que moría una persona en el mundo, Harry hubiese terminado por volverse loco hace tiempo, así que, en cambio, solo sucedía con personas cercanas a él o que vivían no muy lejos. De todas formas, no sabía cómo sentirse al respecto; por un lado le gustaba la sensación de control, pero por otro le incomodaba saber cuándo alguien estaba llegando a su final. Se sentía impotente ante la situación, en especial cuando era con alguien que conocía, pero no podía hacer nada más que darles una calurosa bienvenida al club exclusivo de fantasmas parlanchines.
—Siempre he sido así –murmuró con desdén y Steve enarcó las cejas—. ¿Qué? Sabes que es verdad.
—Siempre, pero no “así”.
—¿Así cómo? –inquirió más irritado que intrigado Harry. Steve suspiró y se bajó de la mesa, sentándose en la silla vacía al lado de Harry.
—“Así” –señaló el fantasma y esta vez, colocó toda su mano sobre la cabeza de Harry. Cerró los ojos unos segundos y cuando Harry soltó el aire que había estado conteniendo en los pulmones, se vio a sí mismo en los pasillos. Estaba apoyado contra su casillero con un poco de pintura verde en el rostro, lucía furioso y con una mirada asesina, pero más que nada cansado. La siguiente imagen que pasó frente a sus ojos fue la de él empujando a una chica para poder pasar mientras subía el autobús. La que vino, fue la de él gritándole a su madre para que lo dejara en paz, cerrando la puerta de su habitación con fuerza. Después, todo quedó en blanco y de a poco el salón de clases comenzó a hacerse más nítido, solo que esta vez todos los ojos estaban puestos sobre él, incluidos los del maestro.
—Harry, ¿quieres salir un momento? –le sugirió el hombre y Harry le dedicó una mirada suspicaz a Steve para que lo siguiera. Guardó sus cosas en su mochila y se la colgó al hombro, saliendo a paso apresurado de la sala, bajo la atención de todos.
Al llegar al pasillo, sintió que le faltaba el aire y que quería gritar hasta quedarse mudo y desgarrar su garganta. Se apoyó contra un casillero y, deslizándose con suavidad, se sentó en el suelo y escondió su rostro contra sus rodillas, sudando frío y con el pulso agitado.
—¿Qué sucede, Harry? –le preguntó Steve, con más suavidad de la normal. Se sentó frente a él, tratando de quitar sus manos de su rostro, pero después de haber hecho que Harry viera a través de sus ojos, había quedado agotado y ya no tenía fuerzas para materializarse ni un poco.
—No lo sé, todo me molesta, es como si algo estuviera apretando contra mi pecho y me asfixiara… —murmuró sin levantar el rostro.
—¿Qué crees que sea ese algo?
—Ceo que es La Muerte, pero normalmente no me irrita tanto. Esto es algo más agotador, y pareciera que se concentra solo en mí –las últimas palabras, a Harry le sonaron como a una sentencia. Tenía razón, algo más insistente lo había estado merodeando esos días, aunque no era tan fuerte como La Muerte.
Steve guardó silencio y Harry, finalmente, apartó sus manos. Miró con atención las expresiones de su mejor amigo y supo que le estaba ocultando algo.
—¿Steve? –el fantasma profirió un jadeo de incomodidad y fingió toser para aclararse la garganta.
—Bueno… No eres el único que ha estado sintiendo eso… —le respondió apartando la mirada. La boca de Harry se abrió y un sonido extraño salió de ella—. No, no hablo sobre más personas como tú, aún no conozco a nadie más. Me refiero al resto.
—¿Q-qué? –Harry escudriñó con la mirada a Steve y supo que no estaba mintiendo—. ¿La señora McKnee? ¿Sarah?
—Incluso Bobby –añadió el rubio y Harry hizo una mueca de desconcierto. Bobby era su perro muerto, si su perro había sentido algo extraño como él, debía ser serio.
—¡¿Y por qué no me lo dijiste antes?! –exclamó de pronto, entre asustado y enojado.
—¡No creí que fuera importante! Hasta a mí me ha estado molestando algo y…
—¡¿Qué no era importante?
—¡¿Podríamos dejar de gritar?!
Harry le lanzó una mirada furiosa a Steve, pero pasó desapercibida por este. Steve estuvo a punto de decirle que lo estaba haciendo otra vez, que se estaba enojando por cosas que antes eran insignificantes, pero guardó silencio hasta que el rostro de Harry se suavizó de a poco hasta formar una expresión de desosiego.
—Creo que necesitas unas vacaciones –añadió Steve, cruzándose de brazos mientras mechones de cabellos rubios cubrían su frente y la mitad de su ojo derecho. Harry se había reído de él cuando intentó cambiarse el peinado de cuerpo espín aplanado el año pasado, cuando se dio cuenta de que los flequillos estaban de moda. Harry discrepaba mucho sobre ese estilo, pero no le dijo nada y dejó que agotara todas sus energías en peinarse. Al final, Steve lucía como un chico de 15 años al cual solo le faltaba un skate para salir con sus amigos por las tardes. Pero no podía, a pesar de que muchos de los mejores amigos de Steve en vida seguían estudiando en la escuela. Así que se tenía que conformar con Harry, aunque nunca se había quejado de su compañía y, si era sincero, para Harry se le hacía cómodo ir con Steve a todos lados, podría considerarlo como su mejor amigo. Aunque Steve seguía teniendo la mala costumbre de hablarle en público.
—Faltan unos dos meses para eso –le recordó Harry.
—Sí, ya sé, pero me refería a unas vacaciones de La Muerte y todos estos fantasmas cascarrabias –Steve levantó una ceja en sugerencia. La idea no sonaba tan mal, pero Harry no sabía cómo hacerlo en realidad. Cuando era niño, se iba a de vacaciones al campo con su madre, y una vez había viajado a una playa en España con su padre. Sin embargo, su madre decidió nunca más sacarlo de Cheshire y su padre le juró que jamás pasaría unas vacaciones con él. No había sido su culpa, pero tampoco pudo evitar conversar con los ancianos que habían vivido antes en la cabaña que arrendaba su madre y con las personas que habían muerto ahogadas en el mar. Era algo de lo cual no podía escapar.
—No lo sé, Steve…
—Oh, vamos, Harry. Ya vas a salir de la escuela y en casi dieciocho años no han dejado de tratarte como un bicho raro, creo que te lo mereces.
—Para eso tendría que irme a una isla abandonada.
—Entonces te buscas una isla abandonada, no puede ser tan difícil –bromeó Steve y Harry río con él.
Conversaron sobre la posibilidad de una tregua con La Muerte. Harry nunca había hablado con ella, tampoco sabía cómo hacerlo, pero tenía claro que si la llamaba, ella aparecía a su lado, como si fuera su sombra. Tal vez su capacidad para hablar con los muertos era un don otorgado por Ella, que era la teoría más probable.
Con que le diera un solo día de libertad, no le importaría tener que aguantar a todos los fantasmas del mundo, así que con esa idea esperanzadora, Harry se levantó del suelo, respiró profundo y le sonrió a su amigo.
—¿Preparado para una divertida clase de matemáticas? –le preguntó Harry, pero Steve hizo una mueca apenas lo escuchó.
—Uhmm… Sabes, Harry, una de las ventajas de estar muerto es que ya no tengo que asistir las clases que no me gustaban cuando vivo, así que creo que podrás descansar de mí durante dos horas.
—P-pero… —balbuceó, atónito ante lo que escuchaba.
-Nada de peros. Como soy un buen amigo, comenzaré dándote un descanso yo, así que puedes ir a divertirte con los números tú solo –sentenció Steve y Harry refunfuño mientras el fantasma reía de su situación—. Vamos, no será tan terrible, al menos puede que aparezca Emily –le guiñó un ojo y Harry lo fulminó con la mirada. Emily era una chica que había muerto hace diez años atrás, la habían atropellado a dos calles de la escuela, pero al día siguiente su espíritu regresó a las ocho en punto a clases. Era lista, sí, pero nunca ayudaba a Harry cuando la necesitaba ni tampoco lo dejaba en paz cuando se la encontraba por los pasillos. Si los pasillos normales ya eran tediosos, unos con fantasmas de distintas épocas eran exasperantes.
~°~
—Sabes que te odio, ¿cierto? –le espetó Harry a Steve después de la clase de matemáticas. Había sido un desastre, como siempre, pero al menos no se había encontrado con Emily para que lo molestara.
—Solo quería darte un poco de tiempo libre –bromeó Steve y Harry le dedicó una mirada glacial. Suspiró frustrado y se adentró a la cafetería de la escuela.
Tomó una bandeja y se puso en la fila del almuerzo, mientras oía las conversaciones a su alrededor. Las chicas que iban antes que él hablaban sobre un programa de televisión, y los chicos que venían después reían por lo bajo mientras apuntaban algo en una esquina de la cafetería. Harry se sintió nervioso, frente a él veía a una antigua cocinera que había muerto quemada hace unos cincuenta años en la escuela, la cual reía al mismo tiempo que tosía. Nunca le había preguntado su nombre ni se había acercado a ella, en parte porque su aspecto le aterrorizaba. Tenía toda la piel negra y chamuscada y el cráneo seguía teniendo el aspecto de carne podrida que cuando encontraron su cadáver, por no decir que no tenía cabello y los labios los tenía rojos y despellejados, como si hubiese metido toda la piel en aceite. Sin embargo, no era la mujer lo que le ponía nervioso, sino esa extraña y vaga sensación que había estado irritándolo desde hace un tiempo. Steve también pareció percibirlo, porque a pesar de no tener un cuerpo de carne y hueso, pudo sentir que se ponía rígido a su lado.
—Harry… —murmuró, pero antes de que él pudiera asentir para confirmarle que había sentido lo mismo, de pronto, todo se tornó negro. Completamente negro.
Harry inhaló profundo, sin saber qué hacer. No tenía idea de lo que había ocurrido, pero estaba seguro que alguien lo había provocado, igual que cuando Steve le traspasaba recuerdos y pensamientos cuando lo tocaba. Solo que esta vez, nadie lo había tocado.
No gritó ni se movió, si esto era parecido, todo lo que hiciera en este limbo espectral sería mostrado en el mundo normal, y Harry no quería quedar como un loco en medio de la cafetería, o más loco de lo que le consideraban.
Miró hacia todos lados con paciencia, cerró los ojos, a pesar de que todo estaba oscuro, para concentrarse y escuchar algo, pero solo le llegó a los oídos el sonido abrumador del silencio… Y una respiración.
Se le puso la piel de gallina cuando al fin la pudo percibir con nitidez, era una respiración asfixiante que le provocaba más miedo del que pudiera recordar. Se asustó. Comenzó a gritar por ayuda. Sintió ganas de llorar.
Eso no era a lo que estaba acostumbrado, de la nada se sentía sumergido en un vacío negro. La piel comenzó a arderle, sintió que algo chorreaba por sus manos, algo viscoso y tibio, y siguió gritando. Se colocó las manos sobre los oídos para dejar de escuchar esa escalofriante respiración, pero parecía que cada vez se hacía más fuerte y le penetraba los tímpanos.
—¡Harry! –oyó de pronto y abrió los ojos, una luz cegadora lo molestó unos segundos y, cuando al fin pudo distinguir aparte de negro y blanco, vio que estaba tirado en medio de la cafetería. Lo cubrían pedazos de zanahoria y lechuga encima, observó todo desconcertado hasta que dio con la bandeja de su almuerzo en el suelo.
Todos guardaban silencio, pero era mejor que el silencio del lugar en el que había estado hace unos segundos. Lo escudriñaban con sus miradas, con pánico y terror y Harry se compadeció de sí mismo. Levantó la mirada y vio a Steve claramente preocupado, mirándolo desde arriba, de pie,  con una mueca de sorpresa y desconcierto. Las chicas de hace un rato estaban más alejadas, casi en un rincón temblando, y los otros chicos lo habían rodeado y, curiosamente, le sujetaban los pies.
—¿Quién? –fue lo único que atinó a preguntar, aún confundido. El grito, la persona que había gritado su nombre en medio de la oscuridad había sido la voz de una chica, sonaba dulce, aguda y desgarradora al mismo tiempo, y había sonado más como una orden que como una llamada.
—Por Dios… ¡Llévenlo a la enfermería, está sangrando! –gritó alguien de repente y Harry dio un leve salto de la sorpresa. Todos se arremolinaron alrededor suyo y clavó la vista solo en Steve, quien aún no salía de su estupor.
—Harry, tus manos… —susurró Steve después de unos segundos de confusión y señaló las manos de este. Harry, asustado, bajó la mirada y trató de concentrarse en vez de prestarle atención a las personas que trataban de levantarlo. Observó sus manos, las cuales sangraban.
Se sorprendió de ver que todavía tenía los puños cerrados, clavando sus uñas sobre las palmas desesperadamente. Estaba seguro de que el dolor no tardaría en azotarlo y hacerle ahogar un sollozo, pero frunció el ceño y, de a poco, fue liberando la tensión de sus manos para aflojarlas y dejar de dañarse a sí mismo.
—Con cuidado, sus oídos también sangran –ordenó alguien con la voz ahogada. Harry no sabía qué había ocurrido ni de qué habían sido testigos los chicos de la cafetería, pero por la palidez de sus rostros podía adivinar que nada bueno.
Lo llevaron a la enfermería a rastras, pero con delicadeza. Harry no recordaba que lo hubiesen tratando tan bien antes, por lo que el trato se le hizo desconocido. Cuando la enfermera pegó el grito en el cielo al verlo ensangrentado -según ella, estaba hecho un desastre-, lo acostaron en la única camilla de la escuela y se quedó quieto por unos minutos. La mujer había echado a todos de la pequeña habitación, diciéndoles que ahora ella se encargaría de todo.
Harry nunca iba a la enfermería, de toda la escuela, era el lugar que le ponía más nervioso. Tenía algo extraño, turbio y sofocante en el aire, aunque siempre se decía que era por el olor a fármacos que siempre inundaba las habitaciones con un propósito médico.
La señorita Patil, la enfermera, humedeció un paño blanco con agua para limpiarle el rostro a Harry, y luego otro con alcohol y yodo para sus manos. Harry no pudo evitar soltar un grito agudo de dolor.
—¿Cómo te pudiste hacer esto, niño? –le preguntó, aunque más que réplica, había curiosidad en su voz. Harry hizo una mueca antes de responder y la mujer le dedicó una mirada suspicaz, demasiado para el gusto de Harry—. ¿Cosas del otro mundo?
Esa pregunta sí lo tomó por sorpresa. Lo normal era que todo el mundo evitaba el tema y hacían como que nada sucedía, hasta su madre trataba de ignorar la naturaleza de su hijo. Pero era inútil cuando de vez en cuando llegaba algún turista al pueblo a visitar a Harry para contactar con su esposa muerta o una abuela. Pero nunca se lo  habían preguntado con tanta seguridad como la enfermera.
—S-sí –balbuceó Harry con vergüenza. Cerró los ojos e intentó relajarse acostado en la camilla, pero el dolor latente en sus manos lo estaba torturando más de lo que se podía imaginar. ¿Cómo le podía doler tanto? Sentía que la piel se le quemaba y pulverizaba con cada toque que la señorita Patil hacía. Cuando no pudo resistir más el ardor, abrió los ojos con lágrimas y dificultad, reprimiendo un grito.
Hasta que lo notó. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Steve no estaba allí. Lo había visto acompañarlo con el resto, pero no recordaba que hubiese entrado con él. De pronto la habitación se tornó más vacía y tuvo la vaga sensación de cuando fue encerrado en la oscuridad hace unos minutos. Se sentó sin apoyar sus manos en la camilla para darse impulso, por lo que le costó más. La enfermera tampoco parecía muy feliz de que lo hubiese hecho.
—Voy a vendarte las manos, cierra los ojos y relájate, ¿sí? –le sugirió la mujer. Cada vez que hablaba, Harry sentía una sacudida en su estómago, como si su instinto le quisiera decir algo difícil de comprender. Algo no andaba bien, tal vez se sentía desprotegido sin Steve.
A pesar de aquello, hizo lo que la señorita Patil le ordenó. No volvió a abrir los ojos de nuevo hasta que sintió cómo le vendaban las manos. Se removió como pude para alzar la cabeza y ver qué es lo que esa mujer estaba haciendo. No lo estaba vendando, le estaba amarrando las manos con las telas y la fuerza con que lo hacía provocaba que le doliera más.
—¿Qué está haciendo? –preguntó sin entender del todo qué sucedía. No alcanzó a resistirse porque para cuando comprendió, era demasiado tarde. La enfermera le había sujetado ambas manos con las vendas y lucían muy resistentes y apretadas. Antes de poder gritar por ayuda o para pedir alguna explicación, la enfermera hizo lo mismo con sus pies. Esta vez, Harry sí dio pelea, lanzó patadas frustradas para liberarse de las manos de esa mujer, pero ella era más fuerte. Mucho más fuerte. Lo sujetó de las rodillas con una mano, una simple mano, mientras que pasaba la venda por debajo de sus tobillos. No pudo hacer nada para evitar lo inevitable.
—Si no gritas, no tendré que matarte, ¿de acuerdo? Ahora sé un buen niño y guarda silencio –le espetó la mujer, con el veneno deslizándose por sus labios. Harry sintió el sudor frío por su frente y el miedo corriendo por cada vena de su cuerpo, pero no dijo nada, porque cuando estuvo a punto de hacerlo la enfermera sacó del bolsillo de su delantal una daga de filo encorvada y con la punta más fina y brillante que Harry pudiese haber visto.
Y la tenía a unos centímetros de él.
Oyó la sangre agolpándose en sus oídos, tamborileando al ritmo de su respiración.
—¿Por qué hace esto? –inquirió sin poderse controlar. Como respuesta, recibió una sonrisa maquiavélica y el desliz letal y preciso de la daga sobre su mejilla.
Si creía que sus manos dolían, ese simple corte le hizo gritar con fuerza. No era un arma común y corriente, tenía algo frío y sepulcral en su hoja. Mordió su lengua tan fuerte como pudo para evitar soltar otro grito al ver que la daga se volvía a acercar a él.
—No preguntes tanto –vociferó la señorita Patil, y al momento que decía esas palabras, Harry pudo notar el cambio. Sus ojos se volvieron totalmente negros, no había ni un rastro de otro color en ellos, su boca se tornó púrpura y su piel blanca. Su cabello comenzó a crisparse y ya no parecía la mujer adulta de siempre, ahora lucía como una joven mortífera y… muerta.
Cuando ella sonrió, mostrando unos dientes triangulares y amarillos, alzó la daga otra vez. Con suavidad, el filo encorvado descendió hasta el pecho de Harry y se detuvo a unos milímetros de su camiseta. La rasgó con cuidado y Harry se movió tratando de zafarse, pero solo consiguió un grito enojado del monstruo que tenía delante él.
Una mano pálida le sujetó el rostro y lo obligó a mirarla.
—Si te vuelves a mover, te arrancaré el corazón con los dedos antes de que puedas llorar por tu mamá –la amenaza sonó atronadora y decisiva.
Era su fin y moriría como un gusano atado de manos y pies.
Respiró profundo y aceptó su muerte en manos de ese monstruo, y justo cuando la punta de la daga tocó la piel de su pecho y un ardor ácido se impregnó en ella, extendiéndose, un fuerte golpe contra la puerta le hizo girar la cabeza. Y la de la enfermera también.
Hubo unos segundos de silencio después de eso, pero cuando desvió la mirada, un golpe aún más fuerte destrozó la puerta por completo, lanzando pedazos de madera por todos lados y astillas por el aire.
—¡Arrrggghhh! –chilló la enfermera, como si fuera una arpía muy, muy enojada. Su rostro reflejaba su odio profundo hacia quien fuera que haya destruido la puerta y Harry sabía que ahora estaba dispuesta a matar sin más advertencias. Se lanzó contra una sombra bajo el umbral, que Harry no alcanzó a distinguir, mientras sus chillidos se hacían más agudos e insoportables.
—¡Harry! –gritó alguien y reaccionó. Se tiró de la camilla al suelo y cayó contra su hombro, en golpe seco y duro contra las baldosas que le quitó la respiración. Reconoció la voz, era la voz de la chica que había exclamado su nombre en la oscuridad. Solo que ahora era más nítida y potente, más demandante.
Harry levantó la mirada y vio a Steve en el pasillo. Lucía descompuesto y preocupado, pero no entraba a la habitación.
—¡Harry, no te muevas! –quiso hacer lo contrario a lo que le ordenaban después de recibir las amenazas de la enfermera, pero esta vez era la chica la que se lo ordenaba. ¿Cómo era posible que ella hubiese destrozado una puerta?
Lo único que alcanzó a distinguir de ella era un impermeable amarillo brillante, una larga cabellera castaña y… ¿un sable? Parpadeó y sí, era un sable lo que colgaba de su espalda, un sable samuari.
Sin embargo, no tuvo tiempo de pensar en lo extraño que se había vuelto todo, porque ella en un movimiento rápido y delicado desvainó el sable y lo acercó a las manos de Harry. Por una milésima de segundo creyó que lo mataría o que le cortaría las manos, pero antes de poder siquiera botar el aire que tenía acumulado en los pulmones, la presión de las vendas contra sus muñecas despareció. Ella le dedicó una mirada que fue de sus manos a sus pies y, a una velocidad increíble y con unos reflejos impresionantes, ella se giró y detuvo una estocada segura de la daga de la enfermera con su sable.
Los siguientes minutos fueron confusos, Harry solo vio a la señorita Patil en su versión monstruosa arremetiendo contra la chica del impermeable amarillo, mientras que ella se mantenía frente a Harry e intentaba alejar a su contrincante de él. Harry se desató la venda de los pies con dificultad, estaba apretada y quemaba al igual que la daga.
—¡Harry, sal de aquí! –gritó la chica y él no lo pensó dos veces. Ni siquiera se preocupó de si era una trampa y de si ella lo quería matar cuando estuviera afuera, en lo único que podía pensar era en salir de allí, ir junto a Steve y correr lo más lejos que pudiera.
Se colocó de pie y tomó impulsó, lanzándose hacia donde antes había una puerta. Pero antes de poder llegar, un manotazo lo empujó contra la pared y se golpeó la cabeza. El aturdimiento no le duró mucho, cuando ya se estaba levantando otra vez, con el dolor de sus palmas contra el suelo para dar un brinco, la chica se colocó frente a él con el sable en la mano, de la punta se deslizaban gotas de sangre que chocaban contra las baldosas, y la postura segura de ella le dio un poco de seguridad a Harry.
—Será un gusto matarte… Otra vez –murmuró ella, pero algo en Harry le dijo que esas palabras no estaban dirigidas hacia él. Su salvadora se puso en posición de ataque, apretó el mango del sable samurái con más fuerza y cuando ya lo estaba levantando, la señorita Patil –o lo que quedaba de ella bajo esa piel putrefacta- se lanzó contra ella con un chillido insoportable.
Todo pasó en un parpadeo. El sable dio en el cuello del monstruo y se deslizó a través de la carne con tanta facilidad como el aire entre sus dedos. La cabeza de la que antes había sido su enfermera cayó al suelo, y su cuerpo decapitado se quedó de pie moviéndose hasta desplomarse.
Harry pensó que la chica caería al suelo también, agotada, pero guardó su sable en la coraza a sus espaldas y caminó con determinación hasta un estante lleno de vendas y fármacos.
—Harry, ahora sí que tienes que salir de aquí –le ordenó, pero su voz sonó más suave que en medio de la pelea.
Trastabillando, Harry salió a duras penas de la enfermería. El aire fresco le golpeó el rostro y nunca se sintió tan feliz de estar en un pasillo de la escuela.
—¡Creí que morirías! –exclamó Steve de pronto, y su mirada demostraba que la había pasado tan mal como él. En ese momento llegó a la conclusión de que sí, que Steve era su mejor amigo.
Harry le dedicó una sonrisa cansada y adolorida y se apoyó contra la pared frente a la enfermería, dejándose caer al suelo como en la mañana, cuando tuvo aquella charla con Steve. Ahora le parecía lejana e inalcanzable, pero la presencia de su amigo lo reconfortaba y le daba ánimos.
—Ya ves que no –se burló él, aunque lo último que se hubiese imaginado haciendo era eso. Steve soltó una carcajada sin humor, que sonó más a un sollozo que a una risa, y se acercó a él, sin apoyarse del todo en la pared.
—Casi me das un susto de muerte.
—Es irónico, ¿no?
—Vaya, de todos los encuentros con la muerte que has tenido, este ha sido el único que te ha regalado un poco de humor –esta vez, sí río y con ganas. Harry lo acompañó y disfrutó de esa calma antes de ponerse a pensar en serio en lo que había ocurrido.
—¿Quién es ella? –Steve no respondió de inmediato, lo cual le permitió a Harry mirar al interior de la enfermería. Ella tiraba todas las cosas del estante y derramaba cualquier líquido que se encontrara en un frasco. Le parecía increíble que ella le hubiese cortado la cabeza a la enfermera Patil y luciera tan menuda.
—Es una amiga –respondió finalmente Steve. Harry entrecerró los ojos, pensando, pero su cabeza le taladraba cada fibra de su cráneo, así que lo dejó.
—¿Amiga tuya? –Steve sonrió de medio lado y negó.
—En realidad, es amiga tuya, una muy buena amiga por lo que pude observar –aclaró el rubio y cuando terminó de decir eso, ella salió de la enfermería sonriendo.
—Hey, chicos, miren esto –les dijo. Sacó un una caja de fósforos de un bolsillo de su impermeable y encendió uno, tirándolo dentro de la enfermería, que comenzó a arder a una velocidad abrumadora—. Tenía mucho alcohol para desinfectar allá adentro, esto será divertido.
Harry se quedó inmóvil viendo arder la enfermería. En unos minutos alguien más sentiría el olor y evacuarían todo, si es que él mismo no activaba la alarma contra incendios antes de que toda la escuela muriera quemada.
Entonces, mientras se ponía de pie para acercarse a la alarma más cercana, se detuvo medio camino y miró con los ojos tan abiertos a la chica que ella le dedicó una expresión de confusión.
—¿Qué? –preguntó ella.
—Hablaste en plural –susurró sin saber exactamente cómo reaccionar. Siempre buscó a más personas como él, que lo comprendieran y que se sintieran tan agobiadas como él por ver tantos fantasmas a su alrededor, y allí estaba ella, manchada de sangre, con un sable a espalda y quemando la enfermería de su escuela.
—Creo que sería una falta de respeto no haber mencionado a Steve, ¿cierto?
—¿Cómo sabes mi nombre? –fue Steve quién preguntó, y Harry se dio cuenta que tenía la misma pregunta atorada en su garganta. Ella lo había llamado siempre Harry, como si lo conociera. Y Steve le había dicho que parecía amiga suya, lo cual era estúpido porque él no tenía amigos vivos.
Ella intercaló su mirada entre ellos, tratando de descubrir si es que era una broma o no, pero al percatarse de que hablaban en serio, suspiró.
—Porque me sé todos los nombres de cada persona viva y muerta que ha existido, incluidas las almas perdidas de ambos mundos. Ya que, verán, soy una Albtraum.
Derphantasie
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