Hush, U Have A Secret {Niall Horan}

Prologo

¿Su objetivo? Buscarlo/a
Él no tiene idea de quién, o que, es lo que busca. solo cumple con una orden.
Recorre siglos y siglos en busca de algo. Nunca envejece, ni una sola cana. Nunca conoció el amor. Nunca quiso enamorarse. Nunca quiso ver morir a su amada.
Llegado el siglo XXI, siente algo. Una conexión con algo, mejor dicho, con alguien.
¿Cómo sabe? Sus dones, mejor dicho "poderes"
Luego de que Zeus, Dios del trueno, le dijera su misión, dejó una mochila con muchas cosas en ella, luego de que él desapareciera en la nada.
¿El final? Nadie lo sabe


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Ojala les guste! (Espero que si._.) Comenten si les gusta! Quiero saber su opinión =))

Capitulo Uno

Era un día como alguno otro, solo que había viento. Amo eso; el viento, la lluvia, los días grises. Todo eso me hací sentir.., viva. Si, eso. Viva.
—Te cuidado el primer día—sonó su voz atraves de la línea. ¿Cuidarme? Ella nunca estaba en casa. Mi madre era despistada conmigo, pero eso si, para ella era ocuparse de mi. Ella me quería y bla bla bla.
—Si. Tranquila Monic. —siempre la llamaba por su nombre. Si ella me llamaba por el mío ¿Porqué yo no la podía llamar por el suyo?
Ella bufó. Repitió nuevamente que me quide. Ya esta irritada. Se lo dije.
— ¿Cómo me puedes decir eso? —sonó ofendida. No veo porque.
—No te me hagas la ofendida. Ni siqueira pienso que eres mi madre —por fin se lo decía. Nunca pense que Monic fuera mi madre. —Siempre pense que era adoptada, aparte.., tampoco te ocupas mucho de mi. Siempre me dejas con la casa sola, y muchas otras cosas.
Ella se quedó sin palabras. No veía comentario para argumentar en esta conversación. Podía sentir la tención que había entre nosotras. Yo estaba furiosa, y era capaz de decir cualquier cosa.
—Bueno... —su voz sonó quebrada.
—Adiós... persona cuarentona, de género femenino, que se hace pasar por mi madre, y me miente todo el tiempo.
Corte. Me sentía realmente bien. Marque otro número, mientras me preparaba el desayuno. Luego, tendría que ir al instituto.
—Diga. —sonaba dormida. La acabo de despertar, pensé.
—¿Recién te levantas? —reí bajo. Vertí el jugo de manzana en el vaso.
— ¿Qué hora es?
—Son las 6.40 a.m —me reí. Siempre me gustaba levantarme temprano ¿Qué digo? Es mentira. Siempre me levantaba a la misma hota, aunque no quisiese. Siempre me levantaba a la misma hora que amanecía, y veía como la noche se volvia día. Como la oscuridad hacía paso a la luz. Era una de las cosas que más amaba.
— ¿6.40? ¿A qué hota entramos? ¿Cúando paso por ti? ¿Qué día es hoy? —solté una risa. Mi amiga siempre era así. Jennifer siempre fue una chica despistada. Era una chica morocha, con ojos verdes. Era mediana de estatura, y muy bonita de por sí.
—Si. 7.30. Por favor si. Lunes.
— ¿Qué me estas diciendo? —bufé.
—Pasa por mi a las 7.15. Te espero. —corte. No me quedaría otra vez hablando con ella. Algunas veces podía ser irritante.

Termine mi desayuno. Mi télfono comenzó a vibrar. Tenía un nuevo mensaje. Era de Jennifer.
—Genial. —dije sarcasticamente.
El mensaje decía:

Hoy no iré. Lo siento. Algo se me cruzo. Luego te cuent. Lo siento, de nuevo.
Jennifer.

¿Qué, tan importante, cosa le pudo haber pasado? Me pregunte. Puse los ojos en blanco, y bufé. ¿Porque tendré que ser tan anti-social y no hablar con gente? Bueno, no es que sea anti-social. Hablo con gente. Si.
Tompe mi mochila, y me fui al instituo, sola. Camine y camine.
Estaba a punto de llegar tarde. Fui a secretaría a pedir los horarios, y las salas. Fui a mi taquilla designada, y me emprendí a correr a la primera materia, antes de llegar tarde.
El timbre sonó, en el tiempo que me senté en uno de los bancos junto a la ventana. Miré el papel. En la primera hora tendríamos biología.
—Hola clase. Yo soy el profesor William Pritson, y lo seré por todo este año, a menos que algo me suceda, o que me despinda, o bla bla bla.
Dupongo que quería hacernos reír con eso, pero no lo logro. Se veía de esos profesores cincuentones que trataban de esconder esa cifra debajo de una marcara de alguien joven divertido.
Miré por la ventana, aburrida. Los primeros días siempre decían lo mismo. Por suerte este es mi anteúltimo año. Solo me tengo que aguantar el mismo discursito un año más y ya.
El sonido de la puerta al sonar me sacó de mis pensamientos.
—Llega tarde. —el profesor se cruzo de brazos.
—No sabía cual era la sala. —se justificó que chico.
—Hmm... es priemer día, tendría que creerte. —miró a la clase. —Sientatese junto a la señorita __________.
Miré hacía donde provenía el sonido de la voz del profesor Pritson, él cual dijo mi apellido.
—Pero aquí se sent...
—Sin peros... sientaté allí. —le señalo el asiento adjunto al mío.
Odio sociabilizar, pensé.
—Hola. —fue lo primerp que dije a penas se sentó. Que bien, pensé.
—Emm... hola. —se quitó la mochila. Me miró. Sus ojos eran hermosos. Eran de un celeste, más que el cielo, eran... perfectos.
—Hola. —suspire. Parecía una inútil. Comportate, me dije a mi misma. Aclaré mi voz.
—Hola. —está vez sóno un poco dudoso, asustado podría decir también. Todos los que se acercan a mi se asustan, bien echo ______.
—Señorita. Comportese. —Pritson me llamó la atención, ahí fue que me di cuenta que me lo quedé observando al chico rubio, con ojos celestes.
— ¿Qué? —dije casi en un grito. —Perdón. —me tape la boca. El chico junto a mi negó, parecía divertido.
— ¿Conocen a su compañero de banco? —algunos dijeron que si, otros solo se quedarón callados. —Bueno... les propongo esto. Como empezamos un año nuevo, y no muchos se conocen, les tengo un proyecto para fin de trimestre.
Todos susípiraron. Ahora es cuando me pregunto ¿Porqué rayos Jennifer no asistió a clase?
—Para mañana quiero unas cinco preguntas, como mínimo, respondidas de sus compañero —vi por el rabillo del ojo al rubio escribir.
— ¿Qué escribes? —me acerqué a ver, pero él tapo su hoja.
— ¿Crees en los Dioses, semidioses, Héroes, etc.? —puse la punta del lapiz sobre su labio inferior.
— ¿Y eso? —pregunte confundida.
— ¿Duermes en ropa interior?
—No responderé a eso. —negé, y me alejé.
— ¿Quieres cooperar en el trabajo, o no? —ahora compredía el porque de que escribía.
—Lo siento. yo... Me llamo ______ _______. —perfecta manera de empezar. Bien ______, bien.
—Algo que no sepa... —hizo un gesto con su mano. Era irritante. Él quería que cooperé, pero él era exasperante.
—Me irritas.
—Eso está mejor. Eres una persona fácil de irritar. —escribía en su hoja.
— ¡Oye! —exclamé.
— ¿Hay algún problema señorota _______? —tranquilamente podría haberle dicho que si, que me cambirá de compañero, pero no. Negé.
—Podrías haberle dicho que si, y decirle por favor que te designarán otro compañero. —mientras me hablaba escribía. Sentía algo raro en él.
— ¿Y? ¿Acaso tiene importancía?
—No, solo lo digo.
Nuestras miradas se cruzaron por un instante. Me puse nerviosa y tensa. Era incómodo. Ver unos ojos tan cutivantes observandote.
— ¿Te pones nerviosa y tensa a menudo? —otra vez cóloco el lapiz en esa posición. ¿Acaso me leía el pensamiento?
—No estoy nerviosa, ni tensa. —me moví en mi asiento incómoda.
— ¿Eres taurina o escorpiana? —cada vez me asustaba más con sus preguntas ¿Y si le miento?
—Soy acuarina. —mentí.
—Ooh... y yo soy de la Grecia antigua. —rio para él. Eso fue aún más raro. —Por tu irritación fácil no dudo ni un segundo que eres taurina. No eres díficil de hacer enojar, y perdonas, pero no lo olvidas. —alzó la barbilla en alto, como teniendo la razón, pero ¿Porque la tenía que tener?
—Vale, si. Tienes razón.
—Siempre la tengo. —sonrió.
— ¿Cómo te llamas?
—Nialler, así me dicen. Llamamé así. — ¿Nialler? ¿De encerio? Eso sonaba infantil.
—Si tu lo dices.
—Yo lo digo. —una sonrisa cínica se formo en sus labios.
La campana sóno. Miré bajo mi pupitre, en la hoja que me dieron en secretaría. Eran dos horas de biología. Maldije para mis adentros.
—Quiero que pasen el receso junto a su compañero. Que las cinco preguntas esas sean para cuando el receso termine. —todos bufamos.
¿Porqué Jennnifer? ¿Porqué?
—Tienes 16 años, ¿Qué haces en tu tiempo libre? —escuché que me decían. Aún estabamos sentados en el salón.
—Hmm... me gusta leer.
— Te gusta leer. —anotó. — ¿Eres de leer ficción o realidad?
—Con tal de que tenga conflicto. —me encojí de hombros.
—Conflicto... a lo 50 Sombras, o... conflicto a lo Harry Potter. —señalo con su lapiz la nada.
Me puse de un colo rosa. ¿50 Sombras? ¿Encerio?
— ¿Te lo leíste? —levanté una ceja.
—No, solo vi que era la novela érotica del momento, y ya.
— ¿A ti te gusta leer? —hizo un gesto con su cabeza de un, mas o menos. —Dime algún libro.
—Si yo te digo sería algo de William Shakespeare, algo como... Otelo, Macbeth o Hamlet.
—Ser, o no ser. —hice el gesto ese típico con mi mano. Ambos reímos.
—Si, ese. —ladeó la cabeza, mientras me observaba.
— ¿Qué? ¿Tengo algo en mi cara? —bromeé.
—De echo si. Aquí. Un moco. —se tocó por encima de la boca. Que vergüenza. ¡Un moco! Me limpié rápido.
— ¿Qué? Soy un asco, pero por lo menos soy yo. —bueno justificación, pensé sarcasticamente.
—Me rio porque no tienes nada. Era una broma, Andrómeda.
— ¿Andro cuanto? —su cara se veía sorprendida. —Perdona la ignorancia, pero yo...
—No pasa nada. no tienes porque... Lo siento yo. Ese no es tu nombre y...
— ¿Nombre? Pero si eso es un constelación.
—De echo... Cuando Andrómeda murió, ella era hija del rey de Etiopía, fue catasterizada, ósea... convertida en estrella
—Y... ¿Tú como sabes eso?
—En historia. —parecía ¿Nervios? —En mi otro instituto aprendiamos mucha historia.
—Aah.., —asentí como una inútil.
Algo raro le veía a este tipo, chico, rubio, lo que sea ¿Quién puede saber tanto de mitología romana?
¿De qué te ríes? —de la nada comenzó a reír. Me enderecé en mi silla y miré al frente. Otra campana sóno. Tomé un hoja y un hoja de papel, en la cual escribí:

*Lee Shakespeare.
*Se llama Nialler.
*Es rubio.
*Sabe mucho de historia.
*Se le safó un tornillo.

— ¿Ya tienen todo listo? —el profesor entro. Todos los alumnos ya habían entrado. No me había dado ni la más mínima cuenta.
—Así que se me safó un tornillo, eh. —miré la hoja, luego mire al rubio. Asentí sin pensarlo, luego me encojí de hombro, y largué una risita incredula.
— ¿Qué puedo decir? Tal vez tengas razón.
No tanto como tú la tienes conmigo, pensé
—No. —escuché que susurro muy, pero muy, por lo bajo, para que no lo escuche, pero si lo hice. 'No'. Esto ya me estaba asustando ¿Qué acaso era siquíco? Ya me daba miedo. Agrege otro item en la lista:
*Maniatico