»torn. | pvt.

Quiero que sepas, que por más que ha pasado mucho tiempo, yo aún no puedo olvidarte. Te has convertido en algo indispensable para mí. Cada día, cada hora, a cada minuto, aunque sea sólo por un segundo, pienso en ti. Pienso en lo bien que me hiciste, en lo bien que me sentía a tu lado, en lo increíble que eres y en lo estúpida que fui yo. ¿Sabes? De haber querido, de haber luchado un poco más, tú y yo podríamos seguir juntos. De no haber pensado en todos los demás, de haber pensado en nosotros mismos antes que en nuestras amistades y en nuestras fachadas, habríamos podido llegar a algo. Yo, de haber sido más valiente, hubiera soportado cada cosa que se interpusiera ante nosotros, lo nuestro podría haber llegado a ser algo más, algo más grande, algo más fuerte.
Pero, en ese tiempo, los dos sólo éramos amigos que pensábamos en nuestros amigos en común, y lo que dirían los demás. De hecho, ni siquiera éramos amigos. Éramos los mejores amigos.
Y como dicen, enamorarse de un mejor amigo no es, precisamente, lo mejor. Yo estaba contigo porque ella me había llevado hacia ti, ella vivía hablando de lo encantador que eras y yo sólo se lo negaba, cuando, de hecho, me atraías en cierta forma. Te volviste algo necesario, algo adictivo. Amaba verte con tus amigos, riendo. Amaba verte causar problemas, hacer enfadar a los profesores... yo te amaba. Y ahí comenzaron las cosas malas, lo sabes.
Ella te propuso salir, tú aceptaste y me destruiste. Pero luego le dejaste claro que te interesaba otra persona, y eso me devolvió la alegría y la esperanza que, quizás, algún día, alguien como tú podría fijarse en mi. Hay que admitirlo, yo no era de las populares ni de las más bonitas, tenía frenos y el cabello esponjoso, no usaba maquillaje ni salía con vestidos provocativos en las fotos. Además ese año me recetaron los antejos, pero tú fuiste el único que pudo notar lo hermosa que era de esa forma, tú me comprendías y me hacías sentir bien.
Mi madre estaba siendo operada, y la única persona que me ayudó a soportar eso fuiste tú. Estuviste conmigo aún cuando yo tenía muchos amigos, conocía mucha gente... Pero... ¿sabes? sólo tú estuviste conmigo en esos momentos difíciles, y eso demostró que de verdad te importaba, que de verdad me considerabas tu amiga.
Yo tenía un nudo en el estómago cada vez que te veía, sabía que estarías para mí en todo momento, pero no era lo que yo quería. No, yo te quería a ti. Quería que dejases de salir con todas aquellas que se fijasen en ti, quería que sólo tuvieras ojos para mí. Así como yo los tenía para ti. Y luego todo cambió, fue tan repentino.
De un día para el otro, me mirabas de otra forma, me sonreías, me tomabas las manos, me dabas besos, me abrazabas... y lo entendí. Éramos algo, no sabía que, pero lo éramos. Quizás, seguíamos siendo amigos con derechos, pero era algo aún más fuerte que eso. Íbamos al cine, pasábamos toda la película abrazados y diciéndonos cosas, tirando pochoclos a los demás en la sala. Íbamos a comer a Burger King, y evitábamos a la fuerza que algún amigo descubriese eso. Tú y yo no queríamos que ella se enterase. ¿Qué pensaría de mí, entonces? Yo era su amiga, yo había estado siempre con ella, desde los cuatro años. Mis padres se enfadarían conmigo, yo salía contigo y prácticamente, no tenía códigos por estar con el amor de mi mejor amiga. Sin embargo, yo pensé en ella cuando estuvimos juntos, y por eso decidí que sería mejor finalizar con ello. Prefería tener mi corazón roto, porque... tú sabes, ella decía amarte, pero nunca lo había sentido. O al menos, no lo había sentido como yo. ¿Dices que no te amé? Vamos, fuiste mi primer amor, mi primera decepción, y la primera persona por la que he llorado años y años.
Y luego, cuando yo terminé contigo, aparecieron las otras. Eran iguales que yo: mismo color de cabello, rostro similar, misma estatura, tono de voz parecido... ¿Dices que no eres resentido? Pues... entonces búscate otro tipo de chica. Salías con réplicas exactas a mí. Ni yo te había superado, y al parecer, tú tampoco lo habías hecho. Luego, te cambiaste de escuela y yo no te vi más hasta un año después, cuando tú ibas caminando y le dijiste a tu padre: "ella era mi novia". Palabras que nunca me habías dicho, palabras que hubiese rogado escuchar de tu boca mientras estuvimos juntos. Te lloré demasiado, pensaba en ti cada minuto. Y me maldecía por no haber dicho: "mamá, cámbiame de colegio" ella preguntaría porqué, y yo sólo mentiría que no me sentía cómoda en mi institución, cuando tú y yo sabemos la verdad detrás de esas cuatro palabras.
Yo quería estar contigo.
Tú querías olvidarme.
Y sufrí como nunca antes, te lloré, intenté buscarte. La desesperación poco a poco fue apoderándose de mí. ¿Y ella? ¿Qué hacía ella, la que decía estar enamorada de ti hasta el tuétano? Ella se había buscado otro, y yo renuncié a mi felicidad por mi casi hermana. De haber luchado, tú y yo aún seguiríamos juntos. Has sido el único que le ha agradado a mi mamá, y yo he sido la única que le agradó a tu papá. Pero el tiempo pasó, y entonces, llegó nuestra primera promesa sin decírnosla. Tú venías esos tres días a verme a mí, no hablábamos porque estábamos demasiado avergonzados con nosotros mismos para hacerlo. Pero tú estabas ahí, escociéndome con tus ojos avellana. Yo te extrañaba, pero no tenía el valor de decírtelo. Y sabía que tú también lo hacías, y no ibas a decírmelo. Te conocía demasiado bien para saber tus reacciones.
Y así pasó el tiempo, años viéndonos tres veces solamente, pero sin hablar. Sin aclarar aquello que tanto nos duele. ¿Sabes que aún te amo? Quizás ya no esté enamorada de ti, pero el sentimiento de amor sigue latiendo en mí. Tú fuiste mi primer amor, y el único hasta ahora. Además, de haber sabido que nos distanciaríamos tanto, hubiese querido que sigas siendo mi amigo. Porque tú sabes, los amigos siguen siendo amigos. Y lo serán siempre.
Y desearía poder olvidarte, pero no puedo.
Es difícil, y para hacerlo peor. Gracias por verme el domingo, gracias por hacer que todos esos sentimientos que había echado al fondo de mi corazón volviesen a salir. Estás más alto, más musculoso, más apuesto... pero yo, debo decir lo contrario, yo no lo estoy. Yo sigo siendo la misma chica de años atrás, la misma que se ocultaba tras las sombras a leer un buen libro. La misma de antes, y temo que, así seguiré.

Te deseo lo mejor, ojalá encuentres alguien mejor que yo que pueda hacerte feliz.
Ojalá hayas ya podido olvidarme, no puedo decir lo mismo, la verdad.
Te amo.