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White Eyes | Louis Tomlinson | O N E S H O T
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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White Eyes | Louis Tomlinson | O N E S H O T
Nombre: White Eyes (Ojos blancos)
Autor: Pamela Medina.
Adaptacion: Ninguna.
Genero: Romance.
Advertencias: Ninguna.
White eyes.
(One shot)
Me senté como de costumbre sobre aquella vieja banca frente a la cancha de futbol de la Universidad pública de Londres. Los universitarios corrían alrededor de ésta una y otra vez, excepto uno que se encontraba parado junto al entrenador, una sonrisa se formó en mi rostro instantáneamente al verlo. Saque mi cuaderno de dibujo junto a un lápiz y lo puse sobre mis piernas. Mi mirada se volvió al chico parado junto al entrenador, discutían sobre algo, su rostro era serio, su mirada denotaba molestia. Obteniendo en mi mente una fotografía de aquello comencé a delinear su rostro sobre una hoja de papel en blanco, volteando de vez en cuando para refrescar mi memoria.
Saque los gises de mi mochila una vez terminado el dibujo comencé a darle color, tratando de rellenar todo a la perfección, con toda la delicadeza posible. Lo mire una vez más antes de continuar pintando, estando segura de que todos los colores fueran correctos; su cabello castaño claro se veía casi rubio ante la luz del sol, y su piel era lo suficientemente pálida, aún después de pasar tanto tiempo bajo este mismo, y aún más pálida bajo aquellos colores oscuros que llevaba en su uniforme, negro y azul marino. El negro le sentaba de maravilla, siempre lo he pensado. Sus manos eran grandes, y sus piernas estaban muy bien torneadas, todo de él era fascinante, al menos físicamente lo era. Recorrí con mi mirada el dibujo terminando de pintar el contorno de su piel, como siempre deje sus ojos en blanco, nunca había visto el color de sus ojos, nunca había estado lo suficientemente cerca como para notarlo, así que lo deje de esa manera, como en el resto de mis dibujos. Ojos blancos. Suspire echándome hacia atrás, un dibujo más sin terminar en su totalidad.
Escuche el silbato del entrenador y entonces todos los demás se reunieron junto a ellos. Una oleada de chicas se postro alrededor mío, gritando eufóricas al ver a los universitarios comenzar a jugar.
Una chica rubia de flamantes ojos azules se situó a mi lado, su figura era delicada, sobre su vestido de flores llevaba una chamarra con los colores de la escuela, particular en los deportistas, le quedaba demasiado grande, por lo que supuse que debía ser la novia de alguno de los jugadores.
Mire a mi alrededor y observe algunas chicas de mi instituto, no las había visto antes, pero según la forma en que su uniforme estaba acomodado seguro eran de primer año. Voltee de nuevo hacia en frente y al notar la mirada de la chica rubia sobre mí me tense, mire a mis piernas y note que mi libreta aún estaba abierta, la cerré de golpe y la metí a mi mochila.
Mire una vez más hacia la cancha llena de jugadores, y luego me marche a casa.
Cada día de la semana desde hace dos años, cuando recién entre al instituto, he estado yendo a ese lugar; Era un lunes, la escuela había terminado y yo iba de regreso a casa, cruzando la primera cuadra saliendo de la escuela se encontraba la cancha de futbol de la universidad, no era muy grande, pero tampoco muy pequeña, yo iba caminando del otro lado de la calle, entonces escuche unas risas, por mínima curiosidad me acerque, y ahí estaba él, sonriendo ampliamente mientras el entrenador les contaba alguna anécdota graciosa, busque a mi alrededor algún lugar donde sentarme, y no me quedo más que el piso, para ese entonces no estaba esa banca en la que hoy en día suelo sentarme. Y ahí me quede, observándolo tras aquella verja metálica hasta que el entrenamiento acabó. Al día siguiente lleve conmigo mi libreta de dibujo, y fue así como comenzó todo, ahora tengo centenares de dibujos de él –y algunas estructuras del lugar- aunque había días en los que solo iba a observar. Nunca me he atrevido a acercarme, lo único que sé es su apellido, y eso gracias que lo llevaba en la parte trasera de su uniforme.
Llegue a mi casa y me tire sobre el sofá para una vez más caer rendida en un profundo sueño deseando como de costumbre que al fin pasara algo, que al fin me viera, que al fin supiera que existo.
Era martes, me encontraba sentada al fondo del aula en la clase de física observando por la ventana como caían las gotas de lluvia, el profesor había dejado resolver algunas fórmulas de conversión, las cuales había terminado hace aproximadamente una hora. La campana para el descanso sonó y todos salieron disparados a la cafetería, el profesor ni siquiera pareció haber notado la ausencia de todos una vez que salieron.
Me forme detrás de la inmensa fila para comprar el almuerzo, y tras unos 10 minutos esperando por fin llegué; tome la última pizza que quedaba de las veinte o treinta cajas que habían encargado, un jugo de durazno, un plato de papas fritas, y espere a poder pagar.
Por accidente, una chica golpeo ligeramente su codo contra mi abdomen y me hizo retroceder golpeando a la otra chica detrás de mí.
—Lo siento –nos dijo apenada.
Su compañera se rio por lo bajo y luego me miró fijamente.
—¡Hey! tu eres la chica de ayer –dijo alegremente.
La mire confundida por un momento, y luego caí en cuenta que eran dos de las chicas que había mirado ayer afuera de la cancha; una de ellas era alta y rubia, muy delgada, con ojos marrones, por otra parte la otra chica era baja de estatura, delgada, cabello castaño y ojos verdes. Les sonreí amigablemente y ellas hicieron lo mismo.
—¿Qué hacías ahí? ¿También te gusta ir a observar a los guapos chicos universitarios? –dijo la castaña sin una pisca de vergüenza.
—Reí y negué con la cabeza – No, no es eso.
—¿Entonces? –pregunto ahora la rubia- Observe que estabas dibujando algo ¿Qué era?
Observaba la estructura de la universidad–mentí-, me gustaría estudiar arquitectura y quiero irme perfeccionando en el dibujo y todo eso desde antes.
—¡Vaya! –exclamo eufórica la castaña- Eso es grandioso –añadió llegando al fin con la cajera.
—¿Cuál es tu nombre? –pregunto la rubia mientras su amiga pagaba ambos almuerzos.
—Eloise –sonreí.
—Mucho gusto Eloise, ella es Ciara –dijo señalando a su amiga-, y yo soy Mila.
—Mucho gusto –dije igualmente, ahora era mi turno de pagar, Ciara y Mila se hicieron a un lado, aguardando a que lo hiciera y luego se volvieron a acercar a mí.
—Entonces ¿te quieres sentar con nosotras? –pregunto Ciara.
Asentí eufórica y en seguida nos dirigimos a la primera mesa que vimos vacía.
De camino a casa hice una parada en la cancha, aun sabiendo que en los días de lluvia no había entrenamiento. Me senté sobre la banca de siempre sin importarme que estuviera mojada y baje el paraguas dejando que el agua cayera sobre mí empapándome por completo. Tire mi cabeza hacia atrás y disfrute de la sensación del agua cayendo sobre mi rostro. Amaba la lluvia.
Escuche unos pasos detrás de mí y luego de ello unos gritos, voltee y observe a la chica rubia del otro día que se había sentado junto a mí, detrás de ella venia el castaño que yacía en mis sueños desde hace dos años. Ella lucia muy molesta.
—¡Te dije que no me siguieras! –exclamo ella- Ya estoy cansada de todo esto, estoy cansada de ti –el chico la miro dolido-, creí poder soportarlo, pero ya no más.
Sus ojos estaban rojos, llenos de rabia, él trato de tomar su mano pero ella la aparto rápidamente, después de segundos de silencio se acercó a él y lo beso. Sentí una fuerte punzada en el corazón. Se alejó lentamente, y susurro algo casi contra sus labios para luego dar media vuelta y alejarse lo más rápido posible de ahí.
El volteo hacia donde yo estaba y lo más rápido que pude voltee frente a mí de nuevo. Escuche un auto pasar y después de eso unos pasos detrás de mí. Segundos después alguien se dejó caer a mi lado. Voltee sigilosamente y lo vi recargado sobre sus codos tapando su cara, estaba completamente empapado. Mi corazón comenzó a palpitar rápidamente y mi respiración se entrecorto, jamás había logrado tenerlo tan cerca de mí. Respiro profundamente, sacudió su cabello desesperado y luego me miro –como de alguna manera, sorprendido-. Directamente a los ojos. Azules. Sus ojos eran azules, tan azules como el mismo cielo. Sentía que en cualquier momento mi corazón se saldría de su lugar. Me estaba mirando, me noto, por primera vez en la vida supo de mi existencia. Después de segundos que parecieron horas me sonrió amablemente, mis músculos estaban completamente paralizados, fui incapaz de devolverle la sonrisa. Se voltio hacia otro lado, dio un ligero suspiro, en seguida se paró y se fue por donde había llegado. Me sentí completamente estúpida, por primera vez en la vida me había mirado, incluso me sonrió, y lo único que hice fue quedarme ahí sentada mirándolo seguramente con cara de boba. Me hundí sobre mi asiento queriendo que la tierra me tragara.
Exámenes finales. Los odiaba. El año estaba a punto de acabar, tan solo dos semanas para ello, no tenía tiempo de absolutamente nada, pasaba todo el día estudiando, tenía días sin ir a ver a los universitarios jugar, o más bien, tenía días sin ir a verlo a él jugar.
Saque la vista de mi libro de literatura inglesa para echar un vistazo a mi cuaderno de dibujo, tenía días sin tocarlo.
—Eloise –escuche la voz de Mila hablarme, asentí para hacerle saber que la escuchaba- ¿Qué haces?
—Estudiando.
—No lo parece ¿Qué es eso que tienes ahí?
—Nada –dije rápidamente para meter mi cuaderno de dibujo de nuevo a mi mochila.
—¿Segura? –asentí regresando a mi lectura- Has estado todo el día metida aquí en la biblioteca ¿no exageras con eso de estudiar?
—Lo necesito para la universidad, no soy muy inteligente ni soy de rápido aprendizaje, así que debo poner todo de mí para sacar buenas calificaciones.
—¿A qué universidad entraras?
—La universidad pública de Londres.
—Uy –fingió un escalofrío-, dicen que es difícil entrar ahí.
—También eso escuche.
Después de eso ambas callamos, Mila no dejaba de ver mi mochila cada cinco segundos, sabía que tenía curiosidad por ver mi libreta de dibujo, yo ni siquiera estaba prestando atención a lo que leía.
—Puedes ver –dije de repente.
Me miro sonriente y sin pensarlo dos veces tomo la libreta de mi mochila. Deje mi libro a un lado y con nerviosismo la mire observar mis dibujos con una gran sonrisa plasmada en su rostro. ¿Qué pensaría ella? Tal vez piense que estoy obsesionada con el chico, corra a contarle a Ciara y ambas se alejen de mi por miedo, son las únicas personas a quienes les hablo en toda la escuela y aún me queda un año para terminar, no quiero volver a estar sola de nuevo, no quiero pasar el resto de mis días en el instituto sola.
—Vaya –dijo ella dejando la libreta a un lado. Espere a que dijera algo más, pero no fue así.
Me miro cautelosa y yo movía desenfrenadamente mis manos por debajo de la mesa. Voltio su vista de nuevo a la libreta y se hecho uno de sus cabellos rubios detrás de la oreja.
—Hoy es el último partido de futbol de la universidad ¿quieres ir? –me dijo devolviéndome el cuaderno.
La mire confundida. - Él estará ahí –soltó reteniendo su cabeza sobre sus manos. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y sentí mis mejillas arder.
—¿De qué hablas? –pregunte escondiendo mi cara detrás del libro una vez más.
—El chico de tus dibujos, es el capitán del equipo de futbol –contesto quitando el libro de mi cara-. El que te gusta.
Mire hacia mis manos temblorosas.
—Tú no vas allí para observar la estructura de la escuela, vas para verlo a él -añadió.
—No me gusta, solo… me gusta dibujarlo.
—Claro –rio sin gracia-, Eloise, somos amigas ahora, puedes confiar en mí.
—Igual tiene novia –solté después de unos segundos, haciéndola saltar de satisfacción por haber conseguido lo que quería.
—¿Y eso que importa? –se paró de su asiento- Escucha, iré con Ciara hoy a ver el partido, pasaremos por ti a las 7 a tu casa ¿Si?
No se detuvo a esperar mi respuesta, se acercó para darme un fuerte abrazo, despedirse y sin más, irse de la biblioteca.
Eran las 6 de la tarde, me encontraba sentada en mi cama frente al armario, nerviosa. Me envolví un poco más en mi toalla y me deje caer sobre la cama, comenzando a crear toda una historia en mi cabeza sobre lo que pasaría en tan solo una hora, pero ¿a quién engaño? En dos años no he tenido el valor de acercarme a él, no creo tener el valor ahora.
Dieron la 7:05 pm, y el timbre de mi casa sonó, me vi por última vez en el espejo y enseguida fui a abrir.
Las gradas estaban llenas. Cuanto espíritu escolar, pensé. Subimos las escaleras esperando encontrar lugar, hasta que dos chicas a lo lejos le gritaron a Mila para que nos fuéramos a sentar junto a ellas, un suspiro de alivio salió de la boca de Ciara. Mila nos presentó a sus dos amigas, al novio de una de ellas y nos quedamos platicando mientras esperábamos a que el partido comenzara.
Alrededor de 15 o 20 minutos después, los jugadores salieron y pude observar al chico de hermosos ojos azules correr eufórico mientras saludaba de lejos a las personas de las gradas, todos gritaron entusiasmados, la mayoría vestía los colores del equipo, y algunos habían pintado su cara con ellos. Mientras los jugadores se preparaban, algunas chicas les gritaban y coqueteaban con ellos, pero ellos no les prestaban realmente atención.
El partido comenzó y una emoción inexplicable llegó a mí, los había visto jugar antes en el entrenamiento, pero jamás había venido a uno de sus juegos. Mila estaba realmente emocionada, gritaba y saltaba como si su vida dependiera de ello, poco a poco ese entusiasmo se nos fue pegando a cada uno y comenzamos a gritar y a saltar apoyando al equipo como lo hacia ella.
El partido acabo, ellos perdieron por un gol, pero sin embargo lucían felices. Todos comenzaron a desalojar el lugar y estando casi vacío Mila salió corriendo, Ciara me miro sonriente y me indico que la siguiéramos. Bajamos hasta donde se encontraban los jugadores y en seguida pude observar a Mila saltar sobre uno de ellos plantando un enorme beso sobre sus labios. Una sonrisa se formó en mi rostro inconscientemente, ahora entendía mucho.
Mila se separó de su chico y luego abrazo al chico a su lado con el número 17 bordado en la parte trasera de su camisa y el apellido Tomlinson encima de este mismo.
La rubia le dijo algo al oído y entonces él volteo a verme, sentí el color subir a mis mejillas al instante, mire hacia mis lados dándome cuenta que Ciara ni los demás estaban a mis lados y luego voltee al suelo.
—Eloise –me llamo Mila.
Voltee frente a mí y la divise ya paraba frente a mí junto al castaño de rulos.
—Eloise, él es Louis, Louis, ella es Eloise.
Grite de emoción para mis adentros. Louis sacudió su mano sobre el aire en forma de saludo y yo hice lo mismo, ambos sonreímos y en menos de lo que pensé Mila se había ido de vuelta con su novio.
—Hola –dijo metiendo sus manos en los bolsillos de su short.
—Hola –dije igualmente con una sonrisa de oreja a oreja.
Entre un silencio incomodo baje mi mirada, no sabía que decir, mi mente estaba en blanco.
—Espera –susurro él de repente-, yo te he visto antes.
—Lo voltee a ver instantáneamente. – Ah ¿sí?
—Sí, todos los días durante la práctica, sentada en la banca afuera de la cancha –asentí apenada.-. Y también… el otro día, lo siento que hayas tenido que ver eso –se disculpó bajando la mirada-, la discusión con mi novia –aclaro su garganta- ex novia –dijo haciendo énfasis en la palabra “ex”.
—No hay problema –dije sin más, estaba corta de palabras, aún más que antes.
—No te he visto por aquí últimamente.
—Estuve… ocupada, con lo de la universidad y todo eso.
—¿Y a cuál piensas ingresar?
—Justamente aquí.
—Oh, suerte, es algo difícil –reí tontamente.
—Gracias.
El silencio volvió una vez más y sin tener nada más por decir nos quedamos ahí parados, uno frente a otro, estaba incrédula de lo que pasaba, tenía que ser un sueño o algo. Todo lo que había imaginado era completamente diferente a esto, jamás imagine que Mila lo conociera, o que fuera novia de alguno de ellos, debía ser el destino. Seguro.
—Esto sonara raro y un poco atrevido –hablo de nuevo- , pero desde hace tiempo que he querido hablarte, me daba bastante pena hacerlo, no sabía cómo, lo cual era algo frustrante, me sentía un cobarde.
Me miro a los ojos por unos segundos esperando que dijera algo o que tal vez saliera huyendo por aquella confesión, pero no pude hacer más que reírme. Me miro confundido y por un segundo el también rio. Mire a Mila un momento y note que ella también me miraba, me guiño un ojo y me sonrió ampliamente, ella lo sabía todo.
—Bueno –hable por fin-, esto sonara raro e increíble, pero yo también desde hace tiempo he querido hablarte…
Sentí mis mejillas arder al decir aquello, él sonrió ampliamente y dio un paso hacia adelante.
—Bien, al fin pasa…
—Al fin pasa –dije igual.
—Hola –sonrió.
—Hola –sonreí.
Autor: Pamela Medina.
Adaptacion: Ninguna.
Genero: Romance.
Advertencias: Ninguna.
White eyes.
(One shot)
Me senté como de costumbre sobre aquella vieja banca frente a la cancha de futbol de la Universidad pública de Londres. Los universitarios corrían alrededor de ésta una y otra vez, excepto uno que se encontraba parado junto al entrenador, una sonrisa se formó en mi rostro instantáneamente al verlo. Saque mi cuaderno de dibujo junto a un lápiz y lo puse sobre mis piernas. Mi mirada se volvió al chico parado junto al entrenador, discutían sobre algo, su rostro era serio, su mirada denotaba molestia. Obteniendo en mi mente una fotografía de aquello comencé a delinear su rostro sobre una hoja de papel en blanco, volteando de vez en cuando para refrescar mi memoria.
Saque los gises de mi mochila una vez terminado el dibujo comencé a darle color, tratando de rellenar todo a la perfección, con toda la delicadeza posible. Lo mire una vez más antes de continuar pintando, estando segura de que todos los colores fueran correctos; su cabello castaño claro se veía casi rubio ante la luz del sol, y su piel era lo suficientemente pálida, aún después de pasar tanto tiempo bajo este mismo, y aún más pálida bajo aquellos colores oscuros que llevaba en su uniforme, negro y azul marino. El negro le sentaba de maravilla, siempre lo he pensado. Sus manos eran grandes, y sus piernas estaban muy bien torneadas, todo de él era fascinante, al menos físicamente lo era. Recorrí con mi mirada el dibujo terminando de pintar el contorno de su piel, como siempre deje sus ojos en blanco, nunca había visto el color de sus ojos, nunca había estado lo suficientemente cerca como para notarlo, así que lo deje de esa manera, como en el resto de mis dibujos. Ojos blancos. Suspire echándome hacia atrás, un dibujo más sin terminar en su totalidad.
Escuche el silbato del entrenador y entonces todos los demás se reunieron junto a ellos. Una oleada de chicas se postro alrededor mío, gritando eufóricas al ver a los universitarios comenzar a jugar.
Una chica rubia de flamantes ojos azules se situó a mi lado, su figura era delicada, sobre su vestido de flores llevaba una chamarra con los colores de la escuela, particular en los deportistas, le quedaba demasiado grande, por lo que supuse que debía ser la novia de alguno de los jugadores.
Mire a mi alrededor y observe algunas chicas de mi instituto, no las había visto antes, pero según la forma en que su uniforme estaba acomodado seguro eran de primer año. Voltee de nuevo hacia en frente y al notar la mirada de la chica rubia sobre mí me tense, mire a mis piernas y note que mi libreta aún estaba abierta, la cerré de golpe y la metí a mi mochila.
Mire una vez más hacia la cancha llena de jugadores, y luego me marche a casa.
Cada día de la semana desde hace dos años, cuando recién entre al instituto, he estado yendo a ese lugar; Era un lunes, la escuela había terminado y yo iba de regreso a casa, cruzando la primera cuadra saliendo de la escuela se encontraba la cancha de futbol de la universidad, no era muy grande, pero tampoco muy pequeña, yo iba caminando del otro lado de la calle, entonces escuche unas risas, por mínima curiosidad me acerque, y ahí estaba él, sonriendo ampliamente mientras el entrenador les contaba alguna anécdota graciosa, busque a mi alrededor algún lugar donde sentarme, y no me quedo más que el piso, para ese entonces no estaba esa banca en la que hoy en día suelo sentarme. Y ahí me quede, observándolo tras aquella verja metálica hasta que el entrenamiento acabó. Al día siguiente lleve conmigo mi libreta de dibujo, y fue así como comenzó todo, ahora tengo centenares de dibujos de él –y algunas estructuras del lugar- aunque había días en los que solo iba a observar. Nunca me he atrevido a acercarme, lo único que sé es su apellido, y eso gracias que lo llevaba en la parte trasera de su uniforme.
Llegue a mi casa y me tire sobre el sofá para una vez más caer rendida en un profundo sueño deseando como de costumbre que al fin pasara algo, que al fin me viera, que al fin supiera que existo.
Era martes, me encontraba sentada al fondo del aula en la clase de física observando por la ventana como caían las gotas de lluvia, el profesor había dejado resolver algunas fórmulas de conversión, las cuales había terminado hace aproximadamente una hora. La campana para el descanso sonó y todos salieron disparados a la cafetería, el profesor ni siquiera pareció haber notado la ausencia de todos una vez que salieron.
Me forme detrás de la inmensa fila para comprar el almuerzo, y tras unos 10 minutos esperando por fin llegué; tome la última pizza que quedaba de las veinte o treinta cajas que habían encargado, un jugo de durazno, un plato de papas fritas, y espere a poder pagar.
Por accidente, una chica golpeo ligeramente su codo contra mi abdomen y me hizo retroceder golpeando a la otra chica detrás de mí.
—Lo siento –nos dijo apenada.
Su compañera se rio por lo bajo y luego me miró fijamente.
—¡Hey! tu eres la chica de ayer –dijo alegremente.
La mire confundida por un momento, y luego caí en cuenta que eran dos de las chicas que había mirado ayer afuera de la cancha; una de ellas era alta y rubia, muy delgada, con ojos marrones, por otra parte la otra chica era baja de estatura, delgada, cabello castaño y ojos verdes. Les sonreí amigablemente y ellas hicieron lo mismo.
—¿Qué hacías ahí? ¿También te gusta ir a observar a los guapos chicos universitarios? –dijo la castaña sin una pisca de vergüenza.
—Reí y negué con la cabeza – No, no es eso.
—¿Entonces? –pregunto ahora la rubia- Observe que estabas dibujando algo ¿Qué era?
Observaba la estructura de la universidad–mentí-, me gustaría estudiar arquitectura y quiero irme perfeccionando en el dibujo y todo eso desde antes.
—¡Vaya! –exclamo eufórica la castaña- Eso es grandioso –añadió llegando al fin con la cajera.
—¿Cuál es tu nombre? –pregunto la rubia mientras su amiga pagaba ambos almuerzos.
—Eloise –sonreí.
—Mucho gusto Eloise, ella es Ciara –dijo señalando a su amiga-, y yo soy Mila.
—Mucho gusto –dije igualmente, ahora era mi turno de pagar, Ciara y Mila se hicieron a un lado, aguardando a que lo hiciera y luego se volvieron a acercar a mí.
—Entonces ¿te quieres sentar con nosotras? –pregunto Ciara.
Asentí eufórica y en seguida nos dirigimos a la primera mesa que vimos vacía.
De camino a casa hice una parada en la cancha, aun sabiendo que en los días de lluvia no había entrenamiento. Me senté sobre la banca de siempre sin importarme que estuviera mojada y baje el paraguas dejando que el agua cayera sobre mí empapándome por completo. Tire mi cabeza hacia atrás y disfrute de la sensación del agua cayendo sobre mi rostro. Amaba la lluvia.
Escuche unos pasos detrás de mí y luego de ello unos gritos, voltee y observe a la chica rubia del otro día que se había sentado junto a mí, detrás de ella venia el castaño que yacía en mis sueños desde hace dos años. Ella lucia muy molesta.
—¡Te dije que no me siguieras! –exclamo ella- Ya estoy cansada de todo esto, estoy cansada de ti –el chico la miro dolido-, creí poder soportarlo, pero ya no más.
Sus ojos estaban rojos, llenos de rabia, él trato de tomar su mano pero ella la aparto rápidamente, después de segundos de silencio se acercó a él y lo beso. Sentí una fuerte punzada en el corazón. Se alejó lentamente, y susurro algo casi contra sus labios para luego dar media vuelta y alejarse lo más rápido posible de ahí.
El volteo hacia donde yo estaba y lo más rápido que pude voltee frente a mí de nuevo. Escuche un auto pasar y después de eso unos pasos detrás de mí. Segundos después alguien se dejó caer a mi lado. Voltee sigilosamente y lo vi recargado sobre sus codos tapando su cara, estaba completamente empapado. Mi corazón comenzó a palpitar rápidamente y mi respiración se entrecorto, jamás había logrado tenerlo tan cerca de mí. Respiro profundamente, sacudió su cabello desesperado y luego me miro –como de alguna manera, sorprendido-. Directamente a los ojos. Azules. Sus ojos eran azules, tan azules como el mismo cielo. Sentía que en cualquier momento mi corazón se saldría de su lugar. Me estaba mirando, me noto, por primera vez en la vida supo de mi existencia. Después de segundos que parecieron horas me sonrió amablemente, mis músculos estaban completamente paralizados, fui incapaz de devolverle la sonrisa. Se voltio hacia otro lado, dio un ligero suspiro, en seguida se paró y se fue por donde había llegado. Me sentí completamente estúpida, por primera vez en la vida me había mirado, incluso me sonrió, y lo único que hice fue quedarme ahí sentada mirándolo seguramente con cara de boba. Me hundí sobre mi asiento queriendo que la tierra me tragara.
Exámenes finales. Los odiaba. El año estaba a punto de acabar, tan solo dos semanas para ello, no tenía tiempo de absolutamente nada, pasaba todo el día estudiando, tenía días sin ir a ver a los universitarios jugar, o más bien, tenía días sin ir a verlo a él jugar.
Saque la vista de mi libro de literatura inglesa para echar un vistazo a mi cuaderno de dibujo, tenía días sin tocarlo.
—Eloise –escuche la voz de Mila hablarme, asentí para hacerle saber que la escuchaba- ¿Qué haces?
—Estudiando.
—No lo parece ¿Qué es eso que tienes ahí?
—Nada –dije rápidamente para meter mi cuaderno de dibujo de nuevo a mi mochila.
—¿Segura? –asentí regresando a mi lectura- Has estado todo el día metida aquí en la biblioteca ¿no exageras con eso de estudiar?
—Lo necesito para la universidad, no soy muy inteligente ni soy de rápido aprendizaje, así que debo poner todo de mí para sacar buenas calificaciones.
—¿A qué universidad entraras?
—La universidad pública de Londres.
—Uy –fingió un escalofrío-, dicen que es difícil entrar ahí.
—También eso escuche.
Después de eso ambas callamos, Mila no dejaba de ver mi mochila cada cinco segundos, sabía que tenía curiosidad por ver mi libreta de dibujo, yo ni siquiera estaba prestando atención a lo que leía.
—Puedes ver –dije de repente.
Me miro sonriente y sin pensarlo dos veces tomo la libreta de mi mochila. Deje mi libro a un lado y con nerviosismo la mire observar mis dibujos con una gran sonrisa plasmada en su rostro. ¿Qué pensaría ella? Tal vez piense que estoy obsesionada con el chico, corra a contarle a Ciara y ambas se alejen de mi por miedo, son las únicas personas a quienes les hablo en toda la escuela y aún me queda un año para terminar, no quiero volver a estar sola de nuevo, no quiero pasar el resto de mis días en el instituto sola.
—Vaya –dijo ella dejando la libreta a un lado. Espere a que dijera algo más, pero no fue así.
Me miro cautelosa y yo movía desenfrenadamente mis manos por debajo de la mesa. Voltio su vista de nuevo a la libreta y se hecho uno de sus cabellos rubios detrás de la oreja.
—Hoy es el último partido de futbol de la universidad ¿quieres ir? –me dijo devolviéndome el cuaderno.
La mire confundida. - Él estará ahí –soltó reteniendo su cabeza sobre sus manos. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y sentí mis mejillas arder.
—¿De qué hablas? –pregunte escondiendo mi cara detrás del libro una vez más.
—El chico de tus dibujos, es el capitán del equipo de futbol –contesto quitando el libro de mi cara-. El que te gusta.
Mire hacia mis manos temblorosas.
—Tú no vas allí para observar la estructura de la escuela, vas para verlo a él -añadió.
—No me gusta, solo… me gusta dibujarlo.
—Claro –rio sin gracia-, Eloise, somos amigas ahora, puedes confiar en mí.
—Igual tiene novia –solté después de unos segundos, haciéndola saltar de satisfacción por haber conseguido lo que quería.
—¿Y eso que importa? –se paró de su asiento- Escucha, iré con Ciara hoy a ver el partido, pasaremos por ti a las 7 a tu casa ¿Si?
No se detuvo a esperar mi respuesta, se acercó para darme un fuerte abrazo, despedirse y sin más, irse de la biblioteca.
Eran las 6 de la tarde, me encontraba sentada en mi cama frente al armario, nerviosa. Me envolví un poco más en mi toalla y me deje caer sobre la cama, comenzando a crear toda una historia en mi cabeza sobre lo que pasaría en tan solo una hora, pero ¿a quién engaño? En dos años no he tenido el valor de acercarme a él, no creo tener el valor ahora.
Dieron la 7:05 pm, y el timbre de mi casa sonó, me vi por última vez en el espejo y enseguida fui a abrir.
Las gradas estaban llenas. Cuanto espíritu escolar, pensé. Subimos las escaleras esperando encontrar lugar, hasta que dos chicas a lo lejos le gritaron a Mila para que nos fuéramos a sentar junto a ellas, un suspiro de alivio salió de la boca de Ciara. Mila nos presentó a sus dos amigas, al novio de una de ellas y nos quedamos platicando mientras esperábamos a que el partido comenzara.
Alrededor de 15 o 20 minutos después, los jugadores salieron y pude observar al chico de hermosos ojos azules correr eufórico mientras saludaba de lejos a las personas de las gradas, todos gritaron entusiasmados, la mayoría vestía los colores del equipo, y algunos habían pintado su cara con ellos. Mientras los jugadores se preparaban, algunas chicas les gritaban y coqueteaban con ellos, pero ellos no les prestaban realmente atención.
El partido comenzó y una emoción inexplicable llegó a mí, los había visto jugar antes en el entrenamiento, pero jamás había venido a uno de sus juegos. Mila estaba realmente emocionada, gritaba y saltaba como si su vida dependiera de ello, poco a poco ese entusiasmo se nos fue pegando a cada uno y comenzamos a gritar y a saltar apoyando al equipo como lo hacia ella.
El partido acabo, ellos perdieron por un gol, pero sin embargo lucían felices. Todos comenzaron a desalojar el lugar y estando casi vacío Mila salió corriendo, Ciara me miro sonriente y me indico que la siguiéramos. Bajamos hasta donde se encontraban los jugadores y en seguida pude observar a Mila saltar sobre uno de ellos plantando un enorme beso sobre sus labios. Una sonrisa se formó en mi rostro inconscientemente, ahora entendía mucho.
Mila se separó de su chico y luego abrazo al chico a su lado con el número 17 bordado en la parte trasera de su camisa y el apellido Tomlinson encima de este mismo.
La rubia le dijo algo al oído y entonces él volteo a verme, sentí el color subir a mis mejillas al instante, mire hacia mis lados dándome cuenta que Ciara ni los demás estaban a mis lados y luego voltee al suelo.
—Eloise –me llamo Mila.
Voltee frente a mí y la divise ya paraba frente a mí junto al castaño de rulos.
—Eloise, él es Louis, Louis, ella es Eloise.
Grite de emoción para mis adentros. Louis sacudió su mano sobre el aire en forma de saludo y yo hice lo mismo, ambos sonreímos y en menos de lo que pensé Mila se había ido de vuelta con su novio.
—Hola –dijo metiendo sus manos en los bolsillos de su short.
—Hola –dije igualmente con una sonrisa de oreja a oreja.
Entre un silencio incomodo baje mi mirada, no sabía que decir, mi mente estaba en blanco.
—Espera –susurro él de repente-, yo te he visto antes.
—Lo voltee a ver instantáneamente. – Ah ¿sí?
—Sí, todos los días durante la práctica, sentada en la banca afuera de la cancha –asentí apenada.-. Y también… el otro día, lo siento que hayas tenido que ver eso –se disculpó bajando la mirada-, la discusión con mi novia –aclaro su garganta- ex novia –dijo haciendo énfasis en la palabra “ex”.
—No hay problema –dije sin más, estaba corta de palabras, aún más que antes.
—No te he visto por aquí últimamente.
—Estuve… ocupada, con lo de la universidad y todo eso.
—¿Y a cuál piensas ingresar?
—Justamente aquí.
—Oh, suerte, es algo difícil –reí tontamente.
—Gracias.
El silencio volvió una vez más y sin tener nada más por decir nos quedamos ahí parados, uno frente a otro, estaba incrédula de lo que pasaba, tenía que ser un sueño o algo. Todo lo que había imaginado era completamente diferente a esto, jamás imagine que Mila lo conociera, o que fuera novia de alguno de ellos, debía ser el destino. Seguro.
—Esto sonara raro y un poco atrevido –hablo de nuevo- , pero desde hace tiempo que he querido hablarte, me daba bastante pena hacerlo, no sabía cómo, lo cual era algo frustrante, me sentía un cobarde.
Me miro a los ojos por unos segundos esperando que dijera algo o que tal vez saliera huyendo por aquella confesión, pero no pude hacer más que reírme. Me miro confundido y por un segundo el también rio. Mire a Mila un momento y note que ella también me miraba, me guiño un ojo y me sonrió ampliamente, ella lo sabía todo.
—Bueno –hable por fin-, esto sonara raro e increíble, pero yo también desde hace tiempo he querido hablarte…
Sentí mis mejillas arder al decir aquello, él sonrió ampliamente y dio un paso hacia adelante.
—Bien, al fin pasa…
—Al fin pasa –dije igual.
—Hola –sonrió.
—Hola –sonreí.
CupcakeMe
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