Torn |One Direction|

Nada tenía sentido.

Debería de estar feliz, pero era todo lo contrario. Los chicos se esmeraron por hacerme una gran fiesta por mi cumpleaños, pero simplemente no podía sacarla de mi cabeza. ¿Cómo es que una chica puede causar esto en mí? ¿Una chica que no pude ver por más de dos minutos? ¿Una chica que seguramente no sabe ni mi nombre? Estoy destrozado.

Logré escabullirme del gran revuelo que era mi casa en estos momentos. Una fina capa blanca cubría las calles de Londres, y había empezado a nevar. Empecé a caminar sin rumbo. Debían ser alrededor de las 9.15.

Lo único que quería era pasar un rato con mi familia, con mis hermanas y mi madre; un tiempo de calidad en familia. Lástima que mi madre enfermó y ahora no puedo estar con ella.

Mi vida es una basura.

Llegué a un parque apenas iluminado por la tenue luz de la luna. Decidí pasar el resto de la noche allí. Me senté en una banca, quitando parte de la nieve que quedó en la madera; sentía que moriría en cualquier momento.

Reposé mi cabeza entre mis manos con guantes y empecé a sollozar en silencio. Las lágrimas caían por mis mejillas y se desasían en mi boca. Eran lágrimas saladas, perfectas para este momento.

Era navidad. Todas las personas estaban felices por la llegada de ese señor gordo que trae obsequios. Niños felices y padres enternecidos. Pequeños disfrutando de los juguetes y parejas besándose bajo el muérdago.

Todos eran felices. Todos excepto yo.

¿Por qué nada me salía bien? Salía con una chica por fama, mi mejor amigo se estaba separando lentamente de mí y mi madre cayó enferma. Pero, no estaba triste por eso. Para nada.

Estaba triste por ella, la chica de mis sueños, la persona más bonita ante mis ojos, quien podía detener el mundo con una mirada y saciar el hambre mundial con una sonrisa. Solo la vi una vez en mi vida, hace exactamente dos años, y sigo pensando en ella.

No sé su nombre, ni donde vive, si quiera su edad. ¿Cómo podía enamorarme de una completa desconocida? Pero, aunque intente evitarlo, sigo pensando en esas gemas azules que me miraron, aunque sea, un microsegundo. Y me bastaba con eso.

Yo la amo. La amo perdidamente, y solo la vi unos segundos. Si hubiera tenido la valentía de acercarme y preguntarle su nombre, podría morir en paz.

Porque eso era lo que quería. Morir.

¿Por qué no puede caer un meteorito y aplastarme? ¿O que un camión se desbordara y me arrollase? Solo quería caer en el piso con una copa con veneno en la mano, o un revolver en la boca. No me importaba como, quería morir.

Miré los cortes en mis brazos. Nadie sabía de ellos, y estaba bien así. Todo empezó días después de mi encuentro con la desconocida. Aún nos sabía cómo es que llegué a ese punto. Simplemente sucedió.

Ahora mismo deseaba la cuchilla, para clavármela en la muñeca y morirme desangrado allí mismo. ¿Por qué Dios me trajo al mundo? ¿Acaso quería verme sufrir, como me torturo y me auto mutilo? ¿Se le hacía divertido? Para mí no lo era.

Noté un pedazo de vidrio tirado en la nieve a unos metros de mí. Eso serviría.

Pero, ¿vale la pena? No quería dejar a mis hermanas solas, ni a mis amigos, a mi madre en este estado. ¿Tan egoísta era? Sí.

Me agaché y la tomé. Noté mi reflejo en esta y una lágrima se deslizó hasta caer en la misma. ¿En serio acabaría con mi vida? Levanté la cabeza y me encontré con una chica.

Era ella.

Negó con una sonrisa en el rostro. No quería que lo hiciera.

—Debo hacerlo —susurré.

Ella estiró su mano, dejando a la vista muchos cortes, similares a los míos. Había uno que sobresalía del resto. La miré sin expresión alguna.

—Por favor, déjame.

Su sonrisa se borró. Volvió a negar.

—Lo siento.

Volvió a sonreír.

Miró su mano, incitándome a tomarla. Lo hice. Su mano era cálida, suave, perfecta. Se acercó a mi oído, susurrando.

—Nos vemos.

Se separó, mirándome con una cálida sonrisa. Sonreí verdaderamente, como no hacía hace mucho tiempo. Me dio un beso en la mejilla y desapareció.

Miré nuevamente el pedazo de vidrio en mi mano. Lo tiré a la basura.

Salí del parque, dirigiéndome hacia la fiesta. Esa sensación de querer morir se desvaneció junto con ella. Todo recuerdo malo, tristeza o temor, desapareció como mis deseos de verla.

Sabía que la vería. Algún día, la vería.

A una calle de la casa, miré la calle. Pasaban pocos autos a una gran velocidad, seguramente adultos volviendo ansiosos del trabajo para saludar a sus hijos y besar a sus esposas.

Una lágrima se deslizó por mi mejilla. Volví a mirar mi brazo. Todas esas cicatrices tenían un significado para mí. Volví a tener la necesidad de la cuchilla.

Volví mi vista al basurero donde tiré el pedazo de vidrio. ¿Y si…?

Pensé en todos. Mis hermanas, los chicos, absolutamente todos. ¿Los dejaría? ¿Después de todo lo que pasamos? Entonces pensé, ¿que pasaría si sucedía? ¿Me extrañarían? ¿Me olvidarían? Más lágrimas empezaron a bajar por mi rostro.

El solo pensar que su vida sería mejor sin mí hacía que quisiera clavar cualquier cosa con filo en mi brazo.

Recordé mi presentación en The X Factor. Cuando conocí a Harry en aquel baño. Cuando nos dijeron que formaríamos una banda. El día que le pusimos nombre.

¿Dejaría One Direction?

Empecé a tararear una canción.

I thought I saw a girl brought to life
She was warm, she came around, she was dignified
Showed me what it was to cry

You couldn't be that girl i adored
You don't seem to know or seem to care what your heart is for
But I don't know her anymore

Canté más fuerte.

There's nothing left, I used to cry
My conversation has run dry
That's what's going on
Nothing's fine I'm torn

Caminé hasta el medio de la calle.

Nos vemos.