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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
Siguela please :aah:
Agus Directioner
YahairaDirectionerLove
Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
Ya subo , es que me quede leyendo silencie <3
SkyAdwoot
Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
Fall For You 2 <3
Parte 1/2
En los últimos once segundos, había estado acostada bocabajo, abrazando
la almohada sobre mi cabeza, tratando de evadir al informe del tránsito de Chuck
Delaney del centro de Portland, el cual venía alto y claro través de mi reloj
despertador. Asimismo, estaba tratando de obstaculizar la parte lógica de mi
cerebro, aquella que gritaba que ya me vistiera, pues de lo contrario tendría
repercusiones si no lo hacía. Pero la parte hedonista de mi cerebro ganó. Mi
sueño se aferró, o más bien, al tema de mi sueño. Él tenía el pelo negro,
ondulado, y una sonrisa de asesino. En ese momento, él estaba sentado atrás de
su motocicleta y yo estaba sentada mirando hacia adelante, nuestras rodillas se
tocaban. Acurruqué mis dedos en su camisa y tiré de ella para obtener un beso.
En mi sueño, Patch sentía cuando lo besaba. No sólo a nivel emocional,
sino también en el real, ese toque físico. En mi sueño, él llegaba a ser más
humano que ángel. Puesto que los ángeles no pueden sentir la sensación física –
y yo sabía eso–, pero en mi sueño, quería que Patch sintiera la presión suave y
sedosa de nuestros labios en plena conexión. Quería que sintiera mis dedos
entrelazando su cabello, presionándolo. Necesitaba que sintiera el emocional e
innegable campo magnético tirando de cada molécula de su cuerpo hacia el
mío.
Al igual que yo lo hice.
Patch pasó su dedo por la cadena de plata que traía en mi cuello, su toque
envió un escalofrío de ondulante placer a través de mí.
—Te amo —murmuró.
Arrastré las yemas de mis dedos hasta su duro abdomen, me apoyé en él,
deteniéndome justo antes de un beso. Yo te amo más, dije rozando su boca
mientras hablaba.
Sólo que las palabras no salieron. Se quedaron atrapadas en mi garganta.
Patch esperó a que respondiera con su sonrisa vaciante.
—Te amo —lo intenté de nuevo. Una vez más, las palabras se quedaron
fijadas en el interior.
La expresión de Patch se volvió ansiosa.
—Te amo ____—repitió.
Asentí con la cabeza desesperadamente, pero él se había dado la vuelta. Se
fue hacia la moto y se marchó sin mirar atrás.
—¡Te amo! —Grité tras él—¡Te amo, te amo!
Pero era como si arena movediza se hubiera derramado en mi garganta; lo
más difícil era luchar para que las palabras salieran, antes de que se hundieran.
Patch fue escapando entre una multitud. La noche había caído alrededor
de nosotros en un instante, y yo apenas podía distinguir su camiseta negra de
entre cientos de otras camisas oscuras en la gran masa. Corrí en su captura,
pero cuando le tomé su brazo, era otra persona la que se daba la vuelta. Una
niña. Estaba demasiado oscuro para obtener una buena lectura de sus rasgos,
pero me di cuenta que ella era hermosa.
—Yo amo a Patch —me dijo, sonriendo a través de un chocante labial rojo.
—Y yo no tengo miedo a decirlo.
—¡Se lo dije! —argumenté. —¡Anoche se lo dije!
Pasé junto a ella, mis ojos exploraban a la multitud hasta que alcancé a ver
la marca de la gorra azul de Patch. Me empujé de manera frenética hacia él y
extendí mi mano para coger la suya.
Se dio la vuelta, pero él había cambiado… a la misma bella chica.
—Eres muy lenta —dijo. —Amo a Patch ahora.
—Más de Angie con el tiempo —ladró alegremente Chuck Delaney en mi
oído.
Mis ojos se abrieron de golpe a la palabra “tiempo”. Me acosté en la cama
un momento más, tratando de convencerme de que aquello no era más que un
mal sueño, producto de mis remordimientos. El despertador anunció que eran
veinte minutos antes de la hora, y no había posibilidad para eso si yo estaba
escuchando el pronóstico del tiempo, a menos que…
¡La escuela de verano! ¡Me había quedado dormida!
Me quité de encima las sábanas y corrí al armario. Empujando mis pies en
los mismos jeans que había descartado hasta el fondo del closet la noche
anterior, estiré una camiseta blanca sobre mi cabeza y encima me puse una
chaqueta color lavanda. Con velocidad marqué a Patch, y después de tres tonos
me mandó al correo voz.
—Llámame —dije haciendo una pausa de medio segundo para
preguntarme si me estaría evitando después de la confesión de la noche
anterior.
Había hecho que mi mente fingiera que aquello nunca había sucedido, o al
menos hasta que las cosas volvieron a la normalidad, pero después del sueño
de esta mañana, estaba empezando a dudar si podría dejarlo ir tan fácilmente.
Tal vez Patch sólo estaba pasando por un tiempo difícil después de haber sido
un caído. De cualquier manera, no había mucho que pudiera hacer al respecto
en este momento. A pesar de que podría haber jurado que él había prometido
llevarme a la escuela.
Me deslicé una diadema en el cabello en lugar de peinarlo, cogí la mochila
de la encimera de la cocina y me precipité hacia la puerta…
Hice una pausa en el camino, el tiempo suficiente para dar un grito de
exasperación al bloque de cemento, de ocho por diez pies, donde mi Fiat Spider
1979 solía situarse. Mi madre había vendido el Spider para pagar la factura de
los tres meses de retraso de la luz, y atascar nuestra nevera con provisiones
suficientes para mantenernos alimentados hasta el final del mes. Había
despedido incluso a nuestra ama de llaves, Dorothea, alias: mi tutor suplente,
para recortar gastos. Envié de un pensamiento de odio en la dirección de las
circunstancias, me eché la mochila al hombro y empecé a trotar. La mayoría de
la gente podría considerar la granja rural de Maine, donde mi mamá y yo
vivíamos, un lugar pintoresco, pero la verdad era, que no había nada en millas
de este pintoresco sitio, además había que correr mucho para llegar hasta los
vecinos más cercanos. Y al menos que pintoresco fuera un sinónimo del siglo
XVIII, corrientes de aire y un hoyo para el dinero situado en el ojo de una
inversión atmosférica que absorbe toda la niebla de aquí de la costa, me
permitiría disentir.
En la esquina de Hawthorne y Beech, vi señales de vida a partir de los
coches que pasaban de largo en su viaje por la mañana. Utilicé una mano para
pedir aventón y con la otra desenvolví un chicle de menta.
Un Toyota rojo 4Runner frenó en la acera, y la ventana del pasajero se bajó
de manera automática. Marcie Millar se sentaba detrás del volante.
—¿Problemas con el coche? —preguntó.
Si problemas con el automóvil era no tener coche... No es que yo estuviera
a punto de admitir a Marcie.
—¿Necesitas que te lleve? —expresó impaciente cuando no respondí.
No podía creer que fuera, de entre todos los coches que pasaban por este
tramo de carretera, Marcie la que parara. ¿Quería ir con Marcie? No. ¿Aún
estaba trabajando lo que había dicho sobre mi padre? Sí. ¿Estaría a dispuesta a
perdonarla? Por supuesto que no. Me hubiera bastado un gesto para que ella
siguiera conduciendo, pero había un pequeño inconveniente. Se rumoreaba que la única cosa que el Sr. Loucks gustaba más que la tabla periódica de los
elementos era la detención de estudiantes que llegaban tarde.
—Gracias —acepté a regañadientes. —Voy de camino a la escuela.
—¿Debo suponer que tu gorda amiga no podía darte un aventón?
Me quedé inmóvil con la mano en la manija de la puerta. Vee y yo hacía
mucho tiempo que habíamos renunciado a educar a los descerebrados que
pensaban que "gorda" y "curvas" eran la misma cosa, pero eso no quería decir
que toleraría la ignorancia. Y, por otra parte, yo hubiera tenido mucho gusto en
llamar a Vee para que me trajera, pero había sido invitada a asistir a una
reunión de los editores de la publicación electrónica de la escuela y con
seguridad ella ya estaba en la escuela.
—Pensándolo mejor, voy a caminar —cerré la puerta del carro de Marcie
de un empujón.
Marcie puso una cara confundida.
—¿Te ofendió que la llamara gorda? Porque es la verdad. ¿Qué pasa
contigo? Siento que todo lo que digo tiene que ser censurado. Primero tu padre,
ahora esto. ¿Qué pasó con la libertad de expresión?
Por un momento pensé en que esto sería bueno y conveniente si todavía
tuviera el Spider. No sólo no tendría que pedirle un aventón, sino que en algún
momento tendría el placer de atropellar a Marcie. El estacionamiento de la
escuela podía ser caótico después de la escuela. Los accidentes pasan.
Como no podía hacer rebotar a Marcie con mi defensa delantera, hice la
siguiente mejor cosa.
—Si la concesionaria Toyota hubiera sido de mi papá, creo que estaría lo
suficientemente preocupada por el medio ambiente como para pedir un
híbrido.
—Bueno, tu padre no posee el concesionario de Toyota.
—Eso es correcto. Mi padre está muerto.
Alzó un hombro.
—Tú lo has dicho, no yo.
—A partir de ahora, creo que es mejor si nos quedamos fuera del camino
de la otra.
Examinó su manicura.
—Bien.
—Bueno.
—Sólo estaba tratando de ser amable, y mira donde me tienes —dijo en
voz baja.
—¿Amable? Llamaste a Vee gorda.
—También te ofrecí llevarte.
Ella aceleró y sus neumáticos mancharon de polvo el camino que flotaba
en mi dirección.
No me había despertado esta mañana buscando una razón más para odiar
Marcie Millar, pero ahí la tenía.
Coldwater High se había erigido a finales del siglo XIX, y la construcción
era una mezcla ecléctica de estilo gótico victoriano y que parecía más catedral
que académico. Las ventanas eran estrechas y arqueadas, el cristal con
plomo. La piedra era multicolores, pero sobre todo gris. En el verano, la hiedra
se arrastraba hasta el exterior y le daba a la escuela un cierto encanto de Nueva
Inglaterra. En el invierno, la hiedra se parecía mucho a unos dedos esqueléticos
asfixiando el edificio.
Estaba caminando rápido, casi medio corriendo por el pasillo al aula de
química, cuando sonó mi teléfono celular en el bolsillo.
—¿Mamá? —Le contesté, sin frenar mi ritmo. —¿Te puedo llamar…?
—¡A que no adivinas con quién me encontré ayer por la noche! Lynn
Parnell. Recuerdas a la madre de Scott Parnells.
Miré el reloj de mi celular. Había sido suficiente fortuna que un completo
extraño me diera un aventón a la escuela —una mujer, a su manera, pues
entrenaba Kick Boxing en el gimnasio—, pero todavía me quedaba un corto
camino por recorrer. Y a menos de dos minutos de la campana.
—¿Mamá? La escuela está a punto de comenzar. ¿Te puedo llamar en el
almuerzo?
—Tú y Scott fueron tan buenos amigos.
Se había desencadenado un vago recuerdo.
—Cuando teníamos cinco años —dije. —¿Él siempre mojaba los
pantalones, no?
—Tomé unas copas con Lynn anoche. Ella acaba de finalizar su divorcio, y
ella y Scott están regresando a Coldwater.
—Eso es genial. Yo te llamo…
—Los invité a cenar esta noche.
Al pasar por la oficina principal, el minutero del reloj que estaba encima
de la puerta, marcaba casi la siguiente hora. Desde donde yo estaba, se veía atrapado entre 07:59 y el agudo ocho. Lo apunté con un gesto de amenaza y
pensé: No te atrevas a dar el toque temprano.
—Esta noche no es bueno, mamá. Parche y yo…
—¡No seas tonta! —Mi mamá me interrumpió. —Scott es uno de tus
amigos más antiguos del mundo. Tú lo conocías mucho antes de Patch.
—Scott solía forzarme a comer cochinillas —dije. —Mi memoria comienza
a entrar en razón.
—¿Y tú nunca le obligaste a jugar Barbies?
—¡Totalmente diferente!
—Esta noche, siete en punto —dijo mamá con una voz intransigente a
todo argumento.
Me apresuré a entrar a química, con el último segundo avanzando, y me
deslicé sobre una banca de metal detrás de una mesa de granito negro del
laboratorio, justo en la primera fila. Las mesas eran para dos personas, y yo
había cruzado mis dedos para que me tocara alguien cuya comprensión de la
ciencia sobrepasara la mía, que, dado mi nivel, no era difícil de superar. Tendía
a ser más una romántica que una realista, y optaba más por la fe ciega que en la
lógica fría. Por eso, la ciencia y yo estábamos en desacuerdo desde el principio.
Marcie Millar entró en la sala usando tacones, jeans y un top de seda de
Banana Republic que yo tenía en mi lista de deseos de regreso a la escuela. Por
el Día del Trabajo, la blusa estaría en liquidación y por ende en el rango de
compensación de precios. Pero ahora estaba en el proceso de limpiar
mentalmente la blusa de mi lista cuando Marcie se sentó en la banca de mi lado.
—¿Qué pasa con tu cabello? —dijo. —¿Se quedó sin mousse? ¿O sin
paciencia? —Una sonrisa curvó uno de los lados de su boca. —¿O es porque
había que correr cuatro kilómetros para llegar aquí a tiempo?
—¿Qué pasó con mantenerse al margen del camino de la otra? —le lancé
una mirada apuntando a su silla, a continuación, las veinticuatro pulgadas de
diferencia no se estaban quedando en el límite del camino.
—Necesito algo de ti.
Exhalé en silencio y estabilicé mi presión sanguínea. Debí saberlo.
—Ésta es la cosa, Marcie —dije. —Las dos sabemos que esta clase va a ser
increíblemente difícil. Deja que te haga un favor y te advierta que la ciencia es
mi peor asignatura. La única razón por la que estoy haciendo la escuela de
verano se debe a que escuché la química más fácil que ese término. Tú no me
quieres como tu compañera. Esto no será fácil para obtener una A.
—¿Me veo como que estoy sentada a tu lado para recuperar mi promedio?
—Dijo ella con un impaciente tirón de la muñeca. —Te necesito para otra
cosa. La semana pasada conseguí un trabajo.
¿Marcie? ¿Un trabajo?
Ella sonrió, y yo sólo podía imaginar que había sacado mis pensamientos
directamente de mi expresión.
—En la oficina escolar. Uno de los vendedores de mi padre está casado
con la secretaria de la oficina principal. Nunca está de más disponer de
conexiones. No es que tú deberías saber algo al respecto.
Sabía que el padre de Marcie era influyente en Coldwater. De hecho, él era
un gran apoyo para el club de donantes, él tenía incidencia en cada puesto
administrativo de la escuela, pero esto era ridículo.
—De vez en cuando cae un archivo abierto y no puedo dejar de ver las
cosas —dijo Marcie.
Sí, claro.
—Por ejemplo, sé que aún no está nada sobre la muerte de tu papá. Has
estado en la consejería con la psicología de la escuela. De hecho, ya lo sé todo
acerca de todo el mundo. Excepto de Patch. La semana pasada me di cuenta de
que su archivo está vacío. Quiero saber por qué. Quiero saber lo que se esconde.
—¿Por qué te importa?
—Él estuvo en mi casa la última noche, mirando a la ventana de mi
dormitorio.
Parpadeé.
—¿Patch estaba en tu casa?
—A menos que tú conozcas a algún otro tipo que conduzca un Jeep
Commander, vestido de negro, y que esté buenísimo...
Fruncí el ceño.
—¿Dijo algo?
—Él me vio mirando desde la ventana y se fue. ¿Debería estar pensando
en una orden de restricción? ¿Este comportamiento es típico en él? Yo sé que él
está fuera, pero ¿qué tan lejos?
No hice caso de ella, estaba demasiada absorta con toda esta
información. ¿Patch? ¿En casa de Marcie? Tuvo que haber sido después de salir
de mi casa. Después de que le dijera: "Te amo" y él se escabullera.
—No hay problema —dijo Marcie enderezándose. —Hay otras maneras
de obtener información, como la administración. Supongo que ellos pueden
Parte 1/2
En los últimos once segundos, había estado acostada bocabajo, abrazando
la almohada sobre mi cabeza, tratando de evadir al informe del tránsito de Chuck
Delaney del centro de Portland, el cual venía alto y claro través de mi reloj
despertador. Asimismo, estaba tratando de obstaculizar la parte lógica de mi
cerebro, aquella que gritaba que ya me vistiera, pues de lo contrario tendría
repercusiones si no lo hacía. Pero la parte hedonista de mi cerebro ganó. Mi
sueño se aferró, o más bien, al tema de mi sueño. Él tenía el pelo negro,
ondulado, y una sonrisa de asesino. En ese momento, él estaba sentado atrás de
su motocicleta y yo estaba sentada mirando hacia adelante, nuestras rodillas se
tocaban. Acurruqué mis dedos en su camisa y tiré de ella para obtener un beso.
En mi sueño, Patch sentía cuando lo besaba. No sólo a nivel emocional,
sino también en el real, ese toque físico. En mi sueño, él llegaba a ser más
humano que ángel. Puesto que los ángeles no pueden sentir la sensación física –
y yo sabía eso–, pero en mi sueño, quería que Patch sintiera la presión suave y
sedosa de nuestros labios en plena conexión. Quería que sintiera mis dedos
entrelazando su cabello, presionándolo. Necesitaba que sintiera el emocional e
innegable campo magnético tirando de cada molécula de su cuerpo hacia el
mío.
Al igual que yo lo hice.
Patch pasó su dedo por la cadena de plata que traía en mi cuello, su toque
envió un escalofrío de ondulante placer a través de mí.
—Te amo —murmuró.
Arrastré las yemas de mis dedos hasta su duro abdomen, me apoyé en él,
deteniéndome justo antes de un beso. Yo te amo más, dije rozando su boca
mientras hablaba.
Sólo que las palabras no salieron. Se quedaron atrapadas en mi garganta.
Patch esperó a que respondiera con su sonrisa vaciante.
—Te amo —lo intenté de nuevo. Una vez más, las palabras se quedaron
fijadas en el interior.
La expresión de Patch se volvió ansiosa.
—Te amo ____—repitió.
Asentí con la cabeza desesperadamente, pero él se había dado la vuelta. Se
fue hacia la moto y se marchó sin mirar atrás.
—¡Te amo! —Grité tras él—¡Te amo, te amo!
Pero era como si arena movediza se hubiera derramado en mi garganta; lo
más difícil era luchar para que las palabras salieran, antes de que se hundieran.
Patch fue escapando entre una multitud. La noche había caído alrededor
de nosotros en un instante, y yo apenas podía distinguir su camiseta negra de
entre cientos de otras camisas oscuras en la gran masa. Corrí en su captura,
pero cuando le tomé su brazo, era otra persona la que se daba la vuelta. Una
niña. Estaba demasiado oscuro para obtener una buena lectura de sus rasgos,
pero me di cuenta que ella era hermosa.
—Yo amo a Patch —me dijo, sonriendo a través de un chocante labial rojo.
—Y yo no tengo miedo a decirlo.
—¡Se lo dije! —argumenté. —¡Anoche se lo dije!
Pasé junto a ella, mis ojos exploraban a la multitud hasta que alcancé a ver
la marca de la gorra azul de Patch. Me empujé de manera frenética hacia él y
extendí mi mano para coger la suya.
Se dio la vuelta, pero él había cambiado… a la misma bella chica.
—Eres muy lenta —dijo. —Amo a Patch ahora.
—Más de Angie con el tiempo —ladró alegremente Chuck Delaney en mi
oído.
Mis ojos se abrieron de golpe a la palabra “tiempo”. Me acosté en la cama
un momento más, tratando de convencerme de que aquello no era más que un
mal sueño, producto de mis remordimientos. El despertador anunció que eran
veinte minutos antes de la hora, y no había posibilidad para eso si yo estaba
escuchando el pronóstico del tiempo, a menos que…
¡La escuela de verano! ¡Me había quedado dormida!
Me quité de encima las sábanas y corrí al armario. Empujando mis pies en
los mismos jeans que había descartado hasta el fondo del closet la noche
anterior, estiré una camiseta blanca sobre mi cabeza y encima me puse una
chaqueta color lavanda. Con velocidad marqué a Patch, y después de tres tonos
me mandó al correo voz.
—Llámame —dije haciendo una pausa de medio segundo para
preguntarme si me estaría evitando después de la confesión de la noche
anterior.
Había hecho que mi mente fingiera que aquello nunca había sucedido, o al
menos hasta que las cosas volvieron a la normalidad, pero después del sueño
de esta mañana, estaba empezando a dudar si podría dejarlo ir tan fácilmente.
Tal vez Patch sólo estaba pasando por un tiempo difícil después de haber sido
un caído. De cualquier manera, no había mucho que pudiera hacer al respecto
en este momento. A pesar de que podría haber jurado que él había prometido
llevarme a la escuela.
Me deslicé una diadema en el cabello en lugar de peinarlo, cogí la mochila
de la encimera de la cocina y me precipité hacia la puerta…
Hice una pausa en el camino, el tiempo suficiente para dar un grito de
exasperación al bloque de cemento, de ocho por diez pies, donde mi Fiat Spider
1979 solía situarse. Mi madre había vendido el Spider para pagar la factura de
los tres meses de retraso de la luz, y atascar nuestra nevera con provisiones
suficientes para mantenernos alimentados hasta el final del mes. Había
despedido incluso a nuestra ama de llaves, Dorothea, alias: mi tutor suplente,
para recortar gastos. Envié de un pensamiento de odio en la dirección de las
circunstancias, me eché la mochila al hombro y empecé a trotar. La mayoría de
la gente podría considerar la granja rural de Maine, donde mi mamá y yo
vivíamos, un lugar pintoresco, pero la verdad era, que no había nada en millas
de este pintoresco sitio, además había que correr mucho para llegar hasta los
vecinos más cercanos. Y al menos que pintoresco fuera un sinónimo del siglo
XVIII, corrientes de aire y un hoyo para el dinero situado en el ojo de una
inversión atmosférica que absorbe toda la niebla de aquí de la costa, me
permitiría disentir.
En la esquina de Hawthorne y Beech, vi señales de vida a partir de los
coches que pasaban de largo en su viaje por la mañana. Utilicé una mano para
pedir aventón y con la otra desenvolví un chicle de menta.
Un Toyota rojo 4Runner frenó en la acera, y la ventana del pasajero se bajó
de manera automática. Marcie Millar se sentaba detrás del volante.
—¿Problemas con el coche? —preguntó.
Si problemas con el automóvil era no tener coche... No es que yo estuviera
a punto de admitir a Marcie.
—¿Necesitas que te lleve? —expresó impaciente cuando no respondí.
No podía creer que fuera, de entre todos los coches que pasaban por este
tramo de carretera, Marcie la que parara. ¿Quería ir con Marcie? No. ¿Aún
estaba trabajando lo que había dicho sobre mi padre? Sí. ¿Estaría a dispuesta a
perdonarla? Por supuesto que no. Me hubiera bastado un gesto para que ella
siguiera conduciendo, pero había un pequeño inconveniente. Se rumoreaba que la única cosa que el Sr. Loucks gustaba más que la tabla periódica de los
elementos era la detención de estudiantes que llegaban tarde.
—Gracias —acepté a regañadientes. —Voy de camino a la escuela.
—¿Debo suponer que tu gorda amiga no podía darte un aventón?
Me quedé inmóvil con la mano en la manija de la puerta. Vee y yo hacía
mucho tiempo que habíamos renunciado a educar a los descerebrados que
pensaban que "gorda" y "curvas" eran la misma cosa, pero eso no quería decir
que toleraría la ignorancia. Y, por otra parte, yo hubiera tenido mucho gusto en
llamar a Vee para que me trajera, pero había sido invitada a asistir a una
reunión de los editores de la publicación electrónica de la escuela y con
seguridad ella ya estaba en la escuela.
—Pensándolo mejor, voy a caminar —cerré la puerta del carro de Marcie
de un empujón.
Marcie puso una cara confundida.
—¿Te ofendió que la llamara gorda? Porque es la verdad. ¿Qué pasa
contigo? Siento que todo lo que digo tiene que ser censurado. Primero tu padre,
ahora esto. ¿Qué pasó con la libertad de expresión?
Por un momento pensé en que esto sería bueno y conveniente si todavía
tuviera el Spider. No sólo no tendría que pedirle un aventón, sino que en algún
momento tendría el placer de atropellar a Marcie. El estacionamiento de la
escuela podía ser caótico después de la escuela. Los accidentes pasan.
Como no podía hacer rebotar a Marcie con mi defensa delantera, hice la
siguiente mejor cosa.
—Si la concesionaria Toyota hubiera sido de mi papá, creo que estaría lo
suficientemente preocupada por el medio ambiente como para pedir un
híbrido.
—Bueno, tu padre no posee el concesionario de Toyota.
—Eso es correcto. Mi padre está muerto.
Alzó un hombro.
—Tú lo has dicho, no yo.
—A partir de ahora, creo que es mejor si nos quedamos fuera del camino
de la otra.
Examinó su manicura.
—Bien.
—Bueno.
—Sólo estaba tratando de ser amable, y mira donde me tienes —dijo en
voz baja.
—¿Amable? Llamaste a Vee gorda.
—También te ofrecí llevarte.
Ella aceleró y sus neumáticos mancharon de polvo el camino que flotaba
en mi dirección.
No me había despertado esta mañana buscando una razón más para odiar
Marcie Millar, pero ahí la tenía.
Coldwater High se había erigido a finales del siglo XIX, y la construcción
era una mezcla ecléctica de estilo gótico victoriano y que parecía más catedral
que académico. Las ventanas eran estrechas y arqueadas, el cristal con
plomo. La piedra era multicolores, pero sobre todo gris. En el verano, la hiedra
se arrastraba hasta el exterior y le daba a la escuela un cierto encanto de Nueva
Inglaterra. En el invierno, la hiedra se parecía mucho a unos dedos esqueléticos
asfixiando el edificio.
Estaba caminando rápido, casi medio corriendo por el pasillo al aula de
química, cuando sonó mi teléfono celular en el bolsillo.
—¿Mamá? —Le contesté, sin frenar mi ritmo. —¿Te puedo llamar…?
—¡A que no adivinas con quién me encontré ayer por la noche! Lynn
Parnell. Recuerdas a la madre de Scott Parnells.
Miré el reloj de mi celular. Había sido suficiente fortuna que un completo
extraño me diera un aventón a la escuela —una mujer, a su manera, pues
entrenaba Kick Boxing en el gimnasio—, pero todavía me quedaba un corto
camino por recorrer. Y a menos de dos minutos de la campana.
—¿Mamá? La escuela está a punto de comenzar. ¿Te puedo llamar en el
almuerzo?
—Tú y Scott fueron tan buenos amigos.
Se había desencadenado un vago recuerdo.
—Cuando teníamos cinco años —dije. —¿Él siempre mojaba los
pantalones, no?
—Tomé unas copas con Lynn anoche. Ella acaba de finalizar su divorcio, y
ella y Scott están regresando a Coldwater.
—Eso es genial. Yo te llamo…
—Los invité a cenar esta noche.
Al pasar por la oficina principal, el minutero del reloj que estaba encima
de la puerta, marcaba casi la siguiente hora. Desde donde yo estaba, se veía atrapado entre 07:59 y el agudo ocho. Lo apunté con un gesto de amenaza y
pensé: No te atrevas a dar el toque temprano.
—Esta noche no es bueno, mamá. Parche y yo…
—¡No seas tonta! —Mi mamá me interrumpió. —Scott es uno de tus
amigos más antiguos del mundo. Tú lo conocías mucho antes de Patch.
—Scott solía forzarme a comer cochinillas —dije. —Mi memoria comienza
a entrar en razón.
—¿Y tú nunca le obligaste a jugar Barbies?
—¡Totalmente diferente!
—Esta noche, siete en punto —dijo mamá con una voz intransigente a
todo argumento.
Me apresuré a entrar a química, con el último segundo avanzando, y me
deslicé sobre una banca de metal detrás de una mesa de granito negro del
laboratorio, justo en la primera fila. Las mesas eran para dos personas, y yo
había cruzado mis dedos para que me tocara alguien cuya comprensión de la
ciencia sobrepasara la mía, que, dado mi nivel, no era difícil de superar. Tendía
a ser más una romántica que una realista, y optaba más por la fe ciega que en la
lógica fría. Por eso, la ciencia y yo estábamos en desacuerdo desde el principio.
Marcie Millar entró en la sala usando tacones, jeans y un top de seda de
Banana Republic que yo tenía en mi lista de deseos de regreso a la escuela. Por
el Día del Trabajo, la blusa estaría en liquidación y por ende en el rango de
compensación de precios. Pero ahora estaba en el proceso de limpiar
mentalmente la blusa de mi lista cuando Marcie se sentó en la banca de mi lado.
—¿Qué pasa con tu cabello? —dijo. —¿Se quedó sin mousse? ¿O sin
paciencia? —Una sonrisa curvó uno de los lados de su boca. —¿O es porque
había que correr cuatro kilómetros para llegar aquí a tiempo?
—¿Qué pasó con mantenerse al margen del camino de la otra? —le lancé
una mirada apuntando a su silla, a continuación, las veinticuatro pulgadas de
diferencia no se estaban quedando en el límite del camino.
—Necesito algo de ti.
Exhalé en silencio y estabilicé mi presión sanguínea. Debí saberlo.
—Ésta es la cosa, Marcie —dije. —Las dos sabemos que esta clase va a ser
increíblemente difícil. Deja que te haga un favor y te advierta que la ciencia es
mi peor asignatura. La única razón por la que estoy haciendo la escuela de
verano se debe a que escuché la química más fácil que ese término. Tú no me
quieres como tu compañera. Esto no será fácil para obtener una A.
—¿Me veo como que estoy sentada a tu lado para recuperar mi promedio?
—Dijo ella con un impaciente tirón de la muñeca. —Te necesito para otra
cosa. La semana pasada conseguí un trabajo.
¿Marcie? ¿Un trabajo?
Ella sonrió, y yo sólo podía imaginar que había sacado mis pensamientos
directamente de mi expresión.
—En la oficina escolar. Uno de los vendedores de mi padre está casado
con la secretaria de la oficina principal. Nunca está de más disponer de
conexiones. No es que tú deberías saber algo al respecto.
Sabía que el padre de Marcie era influyente en Coldwater. De hecho, él era
un gran apoyo para el club de donantes, él tenía incidencia en cada puesto
administrativo de la escuela, pero esto era ridículo.
—De vez en cuando cae un archivo abierto y no puedo dejar de ver las
cosas —dijo Marcie.
Sí, claro.
—Por ejemplo, sé que aún no está nada sobre la muerte de tu papá. Has
estado en la consejería con la psicología de la escuela. De hecho, ya lo sé todo
acerca de todo el mundo. Excepto de Patch. La semana pasada me di cuenta de
que su archivo está vacío. Quiero saber por qué. Quiero saber lo que se esconde.
—¿Por qué te importa?
—Él estuvo en mi casa la última noche, mirando a la ventana de mi
dormitorio.
Parpadeé.
—¿Patch estaba en tu casa?
—A menos que tú conozcas a algún otro tipo que conduzca un Jeep
Commander, vestido de negro, y que esté buenísimo...
Fruncí el ceño.
—¿Dijo algo?
—Él me vio mirando desde la ventana y se fue. ¿Debería estar pensando
en una orden de restricción? ¿Este comportamiento es típico en él? Yo sé que él
está fuera, pero ¿qué tan lejos?
No hice caso de ella, estaba demasiada absorta con toda esta
información. ¿Patch? ¿En casa de Marcie? Tuvo que haber sido después de salir
de mi casa. Después de que le dijera: "Te amo" y él se escabullera.
—No hay problema —dijo Marcie enderezándose. —Hay otras maneras
de obtener información, como la administración. Supongo que ellos pueden
SkyAdwoot
Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
What the fuck? Patch en la casa de Marcie?.... hmmm
esto me huele feo .... ok en fin siguela si? la amo =) :bye:
esto me huele feo .... ok en fin siguela si? la amo =) :bye:
Agus Directioner
Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
Fall For You 2 <3
2/2
Supongo que ellos pueden terminar viendo un archivo escolar vacío. Yo no iba a decir nada, pero por mi
propia seguridad...
Yo no estaba preocupada porque Marcie fuera a la administración. Patch
podría manejar eso. Más bien me preocupaba lo de anoche. Patch había salido
precipitadamente, diciendo que había algo que tenía que hacer, pero estaba
teniendo un difícil momento creyendo que él estaba esperando afuera de la
casa de Marcie. Era mucho más fácil de aceptar que él me había dejado a causa
de lo que había dicho.
—O la policía —agregó Marcie, tocando con la punta del dedo sus labios.
—Un archivo de la escuela casi vacío suena ilegal. ¿Cómo entró Patch a la
escuela? Te ves molesta, Nora. ¿Estoy adentrándome en algo? —Una sonrisa de
placer sorprendió su rostro. —¿No? Hay más en la historia.
Posé mis fríos ojos de ella.
—Para alguien que ha dejado claro que su vida es superior a la de
cualquier otro estudiante en esta escuela, segura que lo convertiste en un hábito
eso de meter la nariz en nuestras vidas aburridas y sin valor.
La sonrisa de Marcie se desvaneció.
—Yo no tendría que meterme si todos se quedaran fuera de mi camino.
—¿Tu camino? Esto no es tu escuela.
—No me hables de esa manera —dijo Marcie con un incrédulo, tic casi
involuntario de su cabeza.
—De hecho, no me hables en absoluto.
Levanté mis palmas hacia arriba.
—No hay problema.
—Y mientras estás en eso, muévete.
Eché un vistazo a mi banca, pensando sin duda que ella no podría
entender que:
—Yo estaba aquí primero.
Imitándome, Marcie levantó sus palmas hacia arriba.
—No es mi problema.
—Yo no me muevo.
—No estaré sentada junto a ti.
—Estoy feliz de oírlo.
—Muévete —Marcie demandó.
—No.
La campana sonó alrededor de nosotras, y cuando el sonido estridente
murió, tanto Marcie y yo parecíamos habernos dado cuenta de que la habitación
se había vuelto tranquila. Miramos alrededor, y me dolió el estómago al
percatar que todos los asientos en la sala estaban ocupados.
El Sr. Loucks se colocó en el pasillo, a mi derecha, agitando una hoja de
papel.
—Estoy sosteniendo un plano de la sala en blanco —dijo. —Cada uno de
los rectángulos corresponde con un escritorio en la habitación. Escriban su
nombre en el rectángulo y pásenlo —dio una palmada en la tabla por delante de
mí—. Espero que les guste a sus compañeros —nos dijo. —Estarán ocho
semanas con ellos.
Al mediodía, cuando terminó la clase, tomé un paseo con Vee a Enzo’s
Bistro, nuestro lugar favorito para tomar mokas helados o cafés espumosos,
dependiendo de la temporada. Sentí el sol hornear mi rostro al cruzar el
estacionamiento, y fue entonces cuando lo vi. Un blanco Volkswagen Cabriolet
descapotable con un signo de venta grabada en la ventana: $ 1 000 OBO
—Estás babeando —Vee dijo usando la punta de su dedo para cerrar mi
boca.
—¿No tienes mil dólares que te pueda pedir prestado?
—No tengo ni cinco dólares que te pueda prestar. Mi alcancía está
oficialmente anoréxica.
Suspiré de nostalgia en la dirección del Cabriolet.
—Necesito el dinero. Necesito un trabajo.
Cerré los ojos, imaginándome a mí misma al volante del Cabriolet, de
arriba hacia abajo, el viento silbante en mi cabello rizado. Con el Cabriolet
nunca tendría para pedir un aventón de nuevo. Yo sería libre de ir donde
quisiera, cuando me diera la gana.
—Sí, pero conseguir un trabajo significa que tú realmente tienes que
trabajar. Quiero decir, ¿estás segura de que quieres gastar todo el verano
trabajando lejos y por un salario mínimo? Es posible que, no sé, sudes o algo.
Saqué de mi mochila un trozo de papel y garabateé el número que
aparecía en el cartel. Tal vez podría hablar con el propietario de un par de
cientos de dólares. Mientras tanto, mirando otros clasificados, agregué el del empleo de medio tiempo a mi lista de tareas. Un trabajo significaría un tiempo
lejos de Patch, pero también significaría un transporte privado. Por mucho que
me amaba Patch, siempre parecía estar ocupado... para hacer algo. ¿Qué le hizo
ser poco fiable cuando se trataba de llevarme?
Dentro de Enzo, Vee y yo pedidos mokas helados y ensaladas con nuez,
que ya estaban servidas sobre nuestra mesa. Durante las últimas semanas, Enzo
se habían sometido a una amplia remodelación para ponerlo al día con el siglo
XXI y ahora se estrenaba una sala de Internet por primera vez en
Coldwater. Teniendo en cuenta el hecho de que mi ordenador de casa tenía seis
años, yo estaba emocionada.
—No sé tú, pero yo estoy lista para unas vacaciones —dijo Vee, poniendo
sus lentes de sol sobre su cabeza. —Ocho semanas más de español. Esos son
más días de los que quisiera pensar. Lo que necesitamos es una distracción. Lo
que necesitamos es algo que quitará de nuestras mentes este tramo sin fin de la
educación de calidad que se extendió antes que nosotras. Necesitamos ir de
compras. Portland, aquí vamos. Macy tiene una gran venta. Necesito zapatos,
vestidos y una nueva fragancia.
—Acabas de comprar ropa nueva. Costó doscientos dólares. Tu mamá
tendrá una hemorragia cuando llegue el estado de cuenta de su MasterCard.
—Sí, pero necesito un novio. Y para conseguir uno, necesitas verte bien. Y
no hace daño oler bien también.
Llevé a mi boca un pedazo de pera.
—¿Tienes a alguien en mente?
—De hecho, lo tengo.
—Sólo prométeme que no es Scott Parnell.
—Scott, ¿quién?
Sonreí.
—Ves, ahora estoy feliz.
—No sé nada acerca de ningún Scott Parnell, pero el chico que tengo en la
mira sucede que es ardiente. Fuera – de – serie, ardiente. Más – ardiente – que –
Patch, ¡ardiente! —Ella se detuvo, —bien, tal vez no tanto. Nadie es así de
ardiente. En serio, el resto de mi día está planeado. Portland o alcohol, ya dije.
Abrí la boca, pero Vee fue más rápida.
—Uh-oh —ella dijo. —Conozco esa mirada. Vas a decirme que ya tienes
planes.
—Regresando a Scott Parnell… Él solía vivir aquí cuando teníamos cinco
Vee parecía que estaba buscando a su memoria a largo plazo.
—Se orinaba mucho en los pantalones —agregué amablemente.
Los ojos de Vee se iluminaron
—¿Scotty the Potty4?
—Se está mudando de nuevo a Coldwater. Mi mamá lo invitó a cenar esta
noche.
—Ya veo por dónde va esto —Vee dijo, asintiendo con la cabeza
sabiamente. —Esto es lo que se llama un reencuentro lindo. Esto es cuando la
vida de dos personas potencialmente románticas se cruzan. ¿Recuerdas cuando
Desi accidentalmente entró en la habitación de los hombres y cachó a Ernesto
en el urinario?
Detuve con mi tenedor a medio camino entre el plato y la boca.
—¿Qué?
—En Corazón, el jabón español. ¿No?... No importa. Al parecer, mamá
quiere conectarte con Scotty the Potty. Pronto.
—No, no lo quiere. Ella sabe que yo estoy con Patch.
—El hecho de que ella sepa, no quiere decir que esté feliz por eso. Tu
mamá va a gastar mucho tiempo y energía en convertir esta ecuación de Nora
más Patch es igual a amor, en Nora más Scotty the Potty es igual a amor. Y ¿qué
pasa con esto? Tal vez Scott the Potty se convirtió en el Scotty the Hottie. ¿Has
pensado en eso?
Tenía a Patch, y estaba perfectamente feliz de mantenerlo de esa manera.
—¿Podemos hablar de algo ligeramente más urgente? —Pregunté,
pensando que era tiempo de cambiar de tema, antes de que el actual le diera
más locas ideas a Vee. —¿Como el hecho de que mi nueva compañera de
química… Marcie Millar?
—La pu…
—Aparentemente ella está trabajando en la oficina principal y miró el
expediente de Patch.
—¿Sigue vació?
—Eso parece. Y ahora ella quiere que le diga todo lo que sé sobre él. Incluyendo el porqué él estuvo frente a su casa contemplando la ventana
de su recámara. Alguna vez escuché un rumor de que Marcie tenía una raqueta
de tennis tras su ventana cuando ésta estaba abierta a los pagos de ciertos
“servicios”, pero no iba a pensar acerca de eso. De todas formas, ¿no eran los
rumores un 90 por ciento ficción?
Vee se inclinó acercándose.
—¿Qué es lo que sabes?
Nuestra conversación pasó a un silencio incómodo. Yo no creía en los
secretos entre mejores amigas. Pero había secretos... y verdades difíciles.
Verdades atemorizantes. Verdades inimaginables. Tener un novio que es un
ángel caído convertido – en – guardián encaja en todas ellas.
—¿Estás ocultándome algo? —Vee dijo.
—Yo no.
—Sí, y es mucho.
Silencio incómodo.
—Le dije a Patch que lo amaba.
Vee se tapó la boca, pero no sabría decir si estaba ahogando un grito de
asombro o una risa. Sólo me hizo sentir más insegura. ¿Qué era tan gracioso?
¿Había hecho algo incluso más estúpido que lo que ahora pensaba?
—¿Qué dijo? —preguntó Vee.
Tan sólo la miré
—¿Tan malo fue? —cuestionó.
Me aclaré la voz.
—Hábleme de este hombre con el que vas a salir. Es decir, ¿se trata de un
deseo - de - lejos, o que en realidad hablaste con él?
Vee tomó la pista.
—¿Hablé con él? Compré ayer, para el almuerzo, hot - dogs en Skippy con
él. Fue una de esas cosas como de cita a ciegas, y resultó mejor de lo esperado.
Mucho mejor. Para tu información, tú sabrías todas estas cosas si devolvieras
mis llamadas en lugar de hacerlo con tu novio, sin parar.
—Vee, soy tu única amiga, y no fui yo quién te conquistó.
—Lo sé. Tu novio lo hizo.
Me atraganté con una bola de queso Gorgonzola.
—¿Patch estará listo en una cita a ciegas?
—¿Entonces? —dijo Vee, con su defensivo tono dirigiéndose hacia mí.
Sonreí.
—Pensé que no te confiabas en Patch.
—No
—¿Pero?
—Traté de llamar para investigar a mi primera cita, pero repito, nunca
regresas mis llamadas.
—Misión cumplida. Me siento como la peor amiga que haya existido —le
di una sonrisa conspiradora—. Ahora, me dicen lo demás.
Vee dejó su tono resistente, y miró mi sonrisa.
—Su nombre es Rixon, y es irlandés. Su acento o cómo se llame me
mata. Sexy al máximo. Es un poco flaco teniendo en cuenta que soy ancha de
huesos, pero estoy pensando en perder veinte libras este verano, así que todo
debe haberse ido para agosto.
—¿Rixon? ¡No es cierto! ¡Me encanta Rixon!
Como una regla, no confiaba en los ángeles caídos, pero Rixon fue una
excepción. Al igual que Patch, sus límites morales se colocaban en la zona gris
entre el blanco y negro. Él no era perfecto, pero no todo fue malo, tampoco.
Le sonreí, señalando con el tenedor a Vee.
—No puedo creer que te fuiste con él. Quiero decir, él es el mejor amigo
Patch. Odias a Patch.
Vee me dio la impresión de parecer su gato negro, con el pelo erizado
prácticamente.
—El mejor amigo no quiere decir nada. Mira tú y yo. No somos en nada
iguales.
—Esto es genial. Los cuatro podemos pasar el rato juntos durante todo el
verano.
—Uh - uh. De ninguna manera. No estoy interesada en salir con ese novio
idiota que tienes. No me importa lo que me dijiste, sigo pensando que él tenía
algo que ver con la misteriosa muerte de Jules en el gimnasio.
Una nube oscura cayó sobre la conversación. Sólo había tres personas en el
gimnasio la noche en que Julio murió, y yo era uno de ellos. Yo nunca le había
dicho todo lo que sucedió a Vee, sólo lo suficiente para conseguir que dejara de
presionar, y para su propia seguridad, así planeé mantener alejado todo aquello
de su camino.
Vee y yo pasamos el día dando vueltas, recogiendo las solicitudes de
empleo desde el local de comida rápida, y eran casi las seis y media cuando
llegué a casa. Dejé las llaves en el aparador y fui a chequear la contestadora
automática. Había uno de mi mamá. Ella estaba en el supermercado Michaud
comprando el pan de ajo, lasaña, y vino barato, y juró en su tumba que le
ganaría a la Parnells a la casa.
Eliminé el mensaje y me subí a mi dormitorio. Como no había podido
ducharme en la mañana, y mi cabello se había rizado hasta la altura máxima
durante el día, pensé que había que cambiarme de ropa a modo de control de
daños. Cada recuerdo único que yo tenía de Scott Parnell era desagradable,
pero la compañía era la compañía. Ya tenía mi chaqueta desabrochada hasta la
mitad cuando se produjo un golpe en la puerta principal.
Fui a encontrar a Patch al otro lado de la puerta con sus manos metidas en
sus bolsillos.
Normalmente lo habría recibido lanzándome directamente a sus
brazos. Hoy me contuve. Anoche le dije que lo amaba, y él había atornillado y,
supuestamente, se dirigió directamente a la casa de Marcie. Mi estado de ánimo
cayó en algún lugar entre el orgullo herido, la ira y la inseguridad. Tenía la
esperanza de que mi silencio le dijera indirectamente que algo estaba mal, y que
así sería hasta que él hiciera un movimiento para corregirlo, para disculparse o
darme una explicación.
—Hey —dije, aparentando casualidad. —Olvidaste llamar anoche. ¿A
dónde fuiste?
—Por ahí. ¿Ibas a invitarme a venir?
No iba a hacerlo.
—Estoy contenta de escuchar que la casa de Marcie está, tú sabes, por ahí.
Un momentáneo gesto de sorpresa en sus ojos confirmó lo que no quería
creer: Marcie había dicho la verdad.
—¿Te molestaría decirme qué está ocurriendo? —Dije en un tono un poco
más hostil. —¿Quieres decirme que estabas haciendo en su casa anoche?
—Suenas celosa, ángel —tal vez había una nota de burla tras ese
comentario pero a diferencia de lo usual, no había nada cariñoso o juguetón en
él.
—Tal vez no estaría celosa si tú no me dieras razones para estarlo —
respondí. —¿Quieres decirme qué estabas haciendo en su casa anoche?
—Arreglando unos negocios.
Alcé mis cejas.
No me había dado cuenta de que Marcie y tú tienen negocios.
—Los tenemos. Pero son sólo eso... negocios.
—¿Podrías explicarlo? —había una gran dosis de reclamo acumulado
entre mis palabras.
—¿Estás acusándome de algo?
—¿Debería?
Patch generalmente era experto en ocultar sus emociones, pero apretó la
línea de su boca.
—No.
—Si estar en su casa ayer por la noche era tan inocente, ¿por qué tantas
dificultades para explicar lo que estabas haciendo allí?
—No estoy teniendo dificultades —dijo midiendo cada palabra
cuidadosamente. —No te lo estoy diciendo, porque lo que estaba haciendo en
casa de Marcie no tiene nada que ver con nosotros.
¿Cómo podía pensar que esto no tenía nada que ver con nosotros? Marcie
fue la única persona que tuvo todas las oportunidades para atacarme y
menospreciarme. Durante los últimos once años, me había molestado, había
difundido rumores horribles sobre mí, y me humillaba públicamente. ¿Cómo
podía pensar que esto no era personal? ¿Cómo podía pensar que acababa de
aceptar esto, sin hacer preguntas? Pero sobre todo, ¿no podía ver que estaba
aterrado de que Marcie lo usaría para hacerme daño? Si sospechara que él
pudiera estar remotamente interesado, ella haría todo lo que tiene en su poder
para robármelo. No podía soportar la idea de perder a Patch, pero me iba a
matar si lo perdía gracias a ella.
Abrumada por el repentino temor, le dije:
—No vuelvas hasta que estés listo para decirme lo que estabas haciendo
en su casa.
Impaciente, Patch se abrió paso al interior de la casa y cerró la puerta
detrás de él.
—No he venido aquí para discutir. Quiero hacerle saber Marcie que se
topó con algunos problemas esta tarde.
¿Marcie otra vez? ¿Él no creía que ya había cavado un agujero lo bastante
profundo? Traté de mantener la calma el tiempo suficiente para escucharlo,
pero yo quería gritar a través de él.
—¿Oh? —Dije con frialdad.
—Ella quedó atrapada cuando un grupo de ángeles caídos trató de forzar
a un Nefilim a jurar fidelidad dentro del sanitario de los hombres en el Arca de
Bo’s. El Nefilim no tenía dieciséis años por lo que no tenía fuerza, sólo se
divirtieron tratando. Le cortan muy mal, y se rompió algunas costillas. Aquí
entra Marcie. Ella había bebido demasiado e ingresó en el baño equivocado. El
ángel caído que estaba cuidando sacó un cuchillo enfrente de ella. Estuvo en el
hospital, pero la liberaron pronto. Una herida sin gravedad.
Mi pulso se aceleró, y yo sabía que estaba molesta porque habían
apuñalado a Marcie, pero eso fue lo último que quería que supiera Patch. Crucé
los brazos rígidos.
—Gee, ¿es un Nefilim, cierto?
Recordé vagamente cuando Patch me explicó, hace algún tiempo, que los
ángeles caídos no podían obligar a un Nefilim a jurar lealtad hasta los dieciséis.
Del mismo modo, no podía sacrificarme a mí para conseguir un cuerpo humano
hasta que cumplí los dieciséis años. Tener dieciséis era oscuramente mágico,
incluso era la edad crucial en el mundo de los ángeles y los Nefilim.
Patch me dio una mirada que tenía el más pequeño resplandor de
molestia.
—Marcie tal vez estaba borracha, pero hay posibilidad de que recuerde lo
que vio. Obviamente tú sabes que los ángeles y Nefilim tratan de mantenerse
bajo el radar, y alguien como Marcie, con una gran boca, puede amenazar ese
secreto. La última cosa que ellos quieren es que ella le diga al mundo lo que vio.
Nuestro mundo es más fácil cuando los humanos lo desconocen. Conozco a los
ángeles caídos involucrados —su mandíbula se tensó. —Ellos harían cualquier
cosa por mantener a Marcie callada.
Sentí miedo por Marcie, pero lo alejé de mí. ¿Desde cuándo a Patch le
preocupada de alguna manera lo que le pasaba a Marcie? ¿Desde cuándo se
preocupa más por ella que por mí?
—Trato de sentirme mal —, dije. —Pero suena como si estuvieras más
preocupado por ella que por nosotros —tiré de la manilla de la puerta y la
mantuve abierta. —Tal vez deberías ir a ver a Marcie, ver si su herida está
sanando apropiadamente.
Patch obligó que mi mano soltara la manilla y cerró la puerta con su pie.
—Cosas más grandes que tú, Marcie o yo están sucediendo —él dudó,
como si tuviera más que decir, pero cerró la boca en el último momento.
—¿Tú, yo y Marcie? ¿Desde cuándo nos pones a los tres en la misma
oración? ¿Desde cuándo ella significa algo para ti? —espeté.
Puso su mano detrás de su cuello, viéndose como si él supiera que tenía
que haber escogido cuidadosamente sus palabras antes de responde.
—¡Sólo dime qué estás pensando! —Dije. —¡Escúpelo! ¡Si es tan malo
como para que no tenga idea de lo que sientes, sólo deja salir lo que piensas!
Patch miró alrededor, como preguntándose si estaba hablándole a alguien
más.
—¿Escúpelo? —Dijo, su tonó incrédulo y sombrío. Tal vez hasta irritado.
—¿Qué parece que estoy tratando de hacer? Si te calmas, podría. Ahora mismo
te pondrás histérica, sin tomar en cuenta lo que digo.
Entrecerré los ojos.
—Tengo el derecho de estar enfadada. No me dirás qué estabas haciendo
anoche en la casa de Marcie.
Patch echó las manos hacia arriba. ”Aquí vamos otra vez” decía ese gesto.
—Hace dos meses —empecé, tratando de inyectar orgullo a mi voz para
esconder la temblor en ella. —Vee, mi mamá —todos— me advirtieron que tú
eras una clase de chico que ve a las chicas como simples conquistas. Ellas
dijeron que era otra hendidura en tu cinturón, otra estúpida chica que sedujiste
para tu propia satisfacción. Ellas dijeron que el momento en que me enamorara
de ti, tú ibas a irte —tragué con dificultad.—Necesito saber que no estaban en lo
correcto.
Aunque no quisiera recordarlo, el recuerdo de la noche pasada resurgió
con perfecta claridad. Recordé la total humillación con vívido detalle. Le dije
que lo amaba, y él no dijo nada. Había cientos de maneras diferentes de analizar
su silencio, ninguna de ellas era buena.
Patch agitó su cabeza con incredulidad.
—¿Quieres que te diga que estaban equivocadas? Porque tengo el
presentimiento de que tú no me creerás, sin importar lo que diga —me miró.
—¿Estás tan comprometido con esta relación como lo estoy yo?
No pude preguntarlo. No después de ver todo derrumbarse desde anoche.
De repente me di cuenta de que no tenía idea de cómo realmente se sentía Patch
acerca de mí. Pensé que lo era todo para él, pero ¿si sólo hubiera visto lo que
quería? ¿Qué pasaría si exageraba sus sentimientos? Sostuve su mirada, al
punto de hacerle tan fácil a él este gesto, para no darle una segunda
oportunidad a dicha cuestión. Necesitaba saberlo:
—¿Me amas?
No puedo responder a eso, dijo, asustándome porque habló en mis
pensamientos. Era como un regalo que todos los ángeles poseían, pero yo no
entendía por qué estaba eligiendo ahora usarlo.
—Voy a dejar esto para mañana. Duerme bien —agregó secamente,
dirigiéndose hacia la puerta.
—Cuando nos besamos, ¿estás fingiendo?
Se detuvo en seco. Otra sacudida de la cabeza incrédulo.
—¿Fingiendo?
—Cuando te toco, ¿sientes algo? ¿Hasta dónde llega el deseo de
ir? ¿Sientes algo que se acerque a lo que yo siento por ti?
Patch me miraba en silencio.
—Nora… —empezó.
—Quiero una respuesta clara.
Después de un momento, dijo:
—Emocionalmente, sí.
—Pero físicamente no, ¿verdad? ¿Cómo se supone que debo estar en una
relación, cuando no tengo idea de lo mucho que aún significa para ti? ¿Estoy
experimentando cosas a un nivel completamente diferente? Porque eso es lo
que se siente. Y lo odio —añadí. —No quiero que me beses, porque tienes que
hacerlo. Yo no quiero que pretendas darle significado a algo, cuando no deja de
ser sólo un acto.
—¿Sólo un acto? ¿Te estás escuchando?
Inclinó la cabeza hacia atrás contra la pared y dio otra oscura
carcajada. Me dio una mirada de reojo.
—¿Terminaste con las acusaciones?
—¿Crees que esto es divertido? —dije, golpeada por una ola de ira.
—Todo lo contrario.
Antes de que pudiera decir más, se volvió hacia la puerta.
—Llámame cuando estés lista para hablar racionalmente.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Significa que estás loca. Hoy estás imposible.
—¿Yo estoy loca?
Inclinó mi barbilla hacia arriba y me plantó un áspero y rápido beso en la
boca.
—Y yo debo estar más loco para seguirte el juego.
Liberé mi barbilla y la froté con resentimiento.
—Renunciaste convertirte en humano para mí, ¿y es esto es lo que
consigo? Un novio que pasa su tiempo en casa de Marcie, pero no me dice por
qué. Un novio que sale en busca del primer indicio de pelea. Prueba si te queda
esto: Eres un… ¡imbécil!
¿Imbécil? Habló con su voz fría y cortante en mis pensamientos. Estoy
tratando de seguir las reglas. Se supone que no debería estar enamorado de ti. Los dos
sabemos que no se trata de Marcie. Se trata de cómo me siento por ti. Tengo que
frenar. Estoy caminando por una peligrosa línea. Enamorarse es lo que me metió en
problemas en primer lugar. Por eso no puedo estar contigo como yo quiero.
—Entonces, ¿por qué renunciar a convertirte en humano por mí, si sabías
que no ibas a estar conmigo? —Lo cuestioné, mi voz sonaba débil y me sudaban
las palmas de las manos. —¿Qué puedes esperar de una relación conmigo?
¿Cuál es el punto de —mi voz se quebró sin querer, —“nosotros”?
¿Qué había que esperar de una relación con Patch? En algún momento,
debí de haber pensado hacia dónde se dirigía nuestra relación, y lo que
sucedería. De la maldición que tenía. Pero yo había estado tan asustada por lo
que veía venir que pretendí evitarlo de alguna manera. Intenté luchar por la
relación con Patch, porque en el fondo, cualquier momento con Patch parecía
mejor que nada en absoluto.
Ángel
Miré hacia arriba cuando Patch dijo mi nombre dentro de mis
pensamientos.
Estar cerca de ti en cualquier nivel es mejor que nada. No voy a perderte. Hizo
una pausa, y por primera vez desde que lo conozco, vi un destello de
preocupación en sus ojos. Pero ya caí una vez. Si les doy a los arcángeles un solo
motivo para pensar que estoy remotamente enamorada de ti, me van a mandar al
infierno. Para siempre.
Su noticia me llegó como un golpe directo en el estómago.
—¿Qué?
Soy un ángel guardián, o al menos eso me han dicho, pero los arcángeles no
confían en mí. No tengo privilegios ni privacidad. Dos de ellos me siguieron anoche
para hablar, y alejé de mí los sentimientos, porque ellos quieren que caiga otra vez. Por
la razón que fuese, ellos están escogiendo ponerme medidas tan estrictas. Están
buscando cualquier escusa para deshacerse de mí. Estoy a prueba, y si me equivoco en
esto, mi historia no tendrá un final feliz.
Lo escuchaba y pensaba que él estaba exagerando, pensaba en la
posibilidad de que esto fuera tan malo, pero una mirada a su rostro me dijo que
él nunca había hablado tan en serio.
—¿Qué pasará ahora? —pregunté en voz alta.
En vez de responder, Patch puso una cara de frustración. La verdad de
esto es que esto iba a terminar mal. No importaba cuánta marcha atrás
diéramos, nos paralizáramos, o miráramos para otro lado, un día, más tarde
que temprano, nuestras vidas iban a separarse. ¿Qué iba a pasar cuando me
graduara y me fuera a la Universidad? ¿Qué pasaría cuando me fuera siguiendo
mi sueño a otro lado del país? ¿Qué pasaría cuando me llegara el tiempo de
quererme casar y tener hijos? No le estaba haciendo ningún favor a nadie al
estar enamorándome cada día más de Patch. ¿Realmente quería estar en este
largo camino, sabiendo que tendría un final devastador?
Por un momento fugaz, pensé que tenía la respuesta —Daría mis sueños.
Así de simple— Cerré los ojos y así deje ir mis sueños como si fueran globos en
cintas largas y delgadas. Yo no tenía necesidad de esos sueños. Ni siquiera
podía estar segura de que se hubieran hecho realidad. E incluso si lo hicieran,
yo no quería pasar el resto de mi vida sola y torturada por el conocimiento de
que todo lo que había hecho no significaba nada sin Patch.
Y entonces me di cuenta de una manera horrible que ninguno de nosotros
podía renunciar a todo. Mi vida iba a continuar marchando hacia el futuro, y no
tenía el poder para detenerlo. Patch se quedaría siendo un ángel para siempre;
él continuaría en ese camino.
—¿No hay algo que pueda hacer? —pregunté.
—Trabajo en eso.
En otras palabras, no tenía nada. Estábamos atrapados por los dos lados;
los arcángeles aplicando presión por un lado y dos futuros demasiado
diferentes uno del otro.
—Quiero salir —dije tranquilamente.
Sabía que no estaba siendo justa; estaba protegiéndome a mí misma. ¿Qué
otra opción tenía? No podía darle la oportunidad a Patch de hablarme sobre
eso. Tenía que hacer lo mejor para ambos, no podría quedarme aquí, esperando,
cuando cada cosa que yo tenía desaparecía con el paso de los días. No podía
mostrar cuán preocupada estaba cuando eso haría las cosas imposiblemente
difíciles al final.
Sobre todo, yo no quería ser la razón. Si los arcángeles estaban buscando
cualquier excusa para desvanecerlo por siempre, yo sólo lo haría más fácil. Patch me miró fijamente como si no pudiera decir si lo decía en serio.
—¿Eso es todo? ¿Quieres salir? Tuviste tu oportunidad para explicarte, la
cuál no creo, por cierto, pero ahora es mi turno. ¿Se supone que sólo debo
tragarme tu decisión y marcharme?
Abracé mis codos y me di la vuelta.
—No puedes forzarme a que me quede en una relación que no quiero.
—¿Podemos hablar de esto?
—Si quieres hablar, dime por qué fuiste a casa de Marcie anoche.
Pero Patch tenía razón. Esto no era acerca de Marcie. Esto era porque
estaba asustada y enojada con el destino y las circunstancias que nos habían
llevado a cortar a los dos.
Me di la media vuelta para ver a Patch como arrastraba sus manos por su
cara. Él tenía una pequeña y nada amistosa sonrisa.
—Si yo hubiera estado en casa de Rixon ayer por la noche, ¡podrías
preguntar qué hacía ahí!
—No —dijo, su voz sonó lentamente peligrosa — Yo confío en ti.
Tenía miedo de perder mi entereza sino actuaba inmediatamente. Choqué
las palmas de mis manos contra su pecho, haciendo que retrocediera un paso.
—Vete —dije, las lágrimas hacían que mi voz sonara áspera— Tengo otras
cosas que quiero hacer con mi vida, Cosas en las que no estás involucrado tú.
Tengo la escuela y futuros trabajos. No voy a tirar todo por la borda en algo que
no estaba destinado a ser.
Patch se estremeció.
—¿Es esto lo que realmente quieres?
—Cuando bese a mi novio, quiero saber que él ¡lo siente!
Tan pronto como lo dije, me arrepentí. Yo no quería hacerle daño, sólo
quería llegar a ese momento con la mayor brevedad posible antes de que se
viniera abajo mi confianza y rompiera a sollozar. Pero yo había ido demasiado
lejos. Lo vi rígido. Nos quedamos cara - a - cara, ambos respirábamos con
dificultad.
Luego se dirigió hacia fuera, tiró de la puerta y la cerró detrás de él.
Una vez que la puerta estuvo cerrada, me desplomé sobre ésta. Las
lágrimas ardían en el fondo de mis ojos, pero no cayó ni una sola gota. Tenía
demasiada frustración y enojo dentro de mí como para sentir cualquier otra emoción; no obstante, sospechaba de cierta manera que había causado que un
sollozo se atorara en mi garganta, y que después de unos minutos, cuando todo
lo demás se hubiera alejado, me daría cuenta del impacto total de lo que había
hecho y sentiría mi corazón romperse.
2/2
Supongo que ellos pueden terminar viendo un archivo escolar vacío. Yo no iba a decir nada, pero por mi
propia seguridad...
Yo no estaba preocupada porque Marcie fuera a la administración. Patch
podría manejar eso. Más bien me preocupaba lo de anoche. Patch había salido
precipitadamente, diciendo que había algo que tenía que hacer, pero estaba
teniendo un difícil momento creyendo que él estaba esperando afuera de la
casa de Marcie. Era mucho más fácil de aceptar que él me había dejado a causa
de lo que había dicho.
—O la policía —agregó Marcie, tocando con la punta del dedo sus labios.
—Un archivo de la escuela casi vacío suena ilegal. ¿Cómo entró Patch a la
escuela? Te ves molesta, Nora. ¿Estoy adentrándome en algo? —Una sonrisa de
placer sorprendió su rostro. —¿No? Hay más en la historia.
Posé mis fríos ojos de ella.
—Para alguien que ha dejado claro que su vida es superior a la de
cualquier otro estudiante en esta escuela, segura que lo convertiste en un hábito
eso de meter la nariz en nuestras vidas aburridas y sin valor.
La sonrisa de Marcie se desvaneció.
—Yo no tendría que meterme si todos se quedaran fuera de mi camino.
—¿Tu camino? Esto no es tu escuela.
—No me hables de esa manera —dijo Marcie con un incrédulo, tic casi
involuntario de su cabeza.
—De hecho, no me hables en absoluto.
Levanté mis palmas hacia arriba.
—No hay problema.
—Y mientras estás en eso, muévete.
Eché un vistazo a mi banca, pensando sin duda que ella no podría
entender que:
—Yo estaba aquí primero.
Imitándome, Marcie levantó sus palmas hacia arriba.
—No es mi problema.
—Yo no me muevo.
—No estaré sentada junto a ti.
—Estoy feliz de oírlo.
—Muévete —Marcie demandó.
—No.
La campana sonó alrededor de nosotras, y cuando el sonido estridente
murió, tanto Marcie y yo parecíamos habernos dado cuenta de que la habitación
se había vuelto tranquila. Miramos alrededor, y me dolió el estómago al
percatar que todos los asientos en la sala estaban ocupados.
El Sr. Loucks se colocó en el pasillo, a mi derecha, agitando una hoja de
papel.
—Estoy sosteniendo un plano de la sala en blanco —dijo. —Cada uno de
los rectángulos corresponde con un escritorio en la habitación. Escriban su
nombre en el rectángulo y pásenlo —dio una palmada en la tabla por delante de
mí—. Espero que les guste a sus compañeros —nos dijo. —Estarán ocho
semanas con ellos.
Al mediodía, cuando terminó la clase, tomé un paseo con Vee a Enzo’s
Bistro, nuestro lugar favorito para tomar mokas helados o cafés espumosos,
dependiendo de la temporada. Sentí el sol hornear mi rostro al cruzar el
estacionamiento, y fue entonces cuando lo vi. Un blanco Volkswagen Cabriolet
descapotable con un signo de venta grabada en la ventana: $ 1 000 OBO
—Estás babeando —Vee dijo usando la punta de su dedo para cerrar mi
boca.
—¿No tienes mil dólares que te pueda pedir prestado?
—No tengo ni cinco dólares que te pueda prestar. Mi alcancía está
oficialmente anoréxica.
Suspiré de nostalgia en la dirección del Cabriolet.
—Necesito el dinero. Necesito un trabajo.
Cerré los ojos, imaginándome a mí misma al volante del Cabriolet, de
arriba hacia abajo, el viento silbante en mi cabello rizado. Con el Cabriolet
nunca tendría para pedir un aventón de nuevo. Yo sería libre de ir donde
quisiera, cuando me diera la gana.
—Sí, pero conseguir un trabajo significa que tú realmente tienes que
trabajar. Quiero decir, ¿estás segura de que quieres gastar todo el verano
trabajando lejos y por un salario mínimo? Es posible que, no sé, sudes o algo.
Saqué de mi mochila un trozo de papel y garabateé el número que
aparecía en el cartel. Tal vez podría hablar con el propietario de un par de
cientos de dólares. Mientras tanto, mirando otros clasificados, agregué el del empleo de medio tiempo a mi lista de tareas. Un trabajo significaría un tiempo
lejos de Patch, pero también significaría un transporte privado. Por mucho que
me amaba Patch, siempre parecía estar ocupado... para hacer algo. ¿Qué le hizo
ser poco fiable cuando se trataba de llevarme?
Dentro de Enzo, Vee y yo pedidos mokas helados y ensaladas con nuez,
que ya estaban servidas sobre nuestra mesa. Durante las últimas semanas, Enzo
se habían sometido a una amplia remodelación para ponerlo al día con el siglo
XXI y ahora se estrenaba una sala de Internet por primera vez en
Coldwater. Teniendo en cuenta el hecho de que mi ordenador de casa tenía seis
años, yo estaba emocionada.
—No sé tú, pero yo estoy lista para unas vacaciones —dijo Vee, poniendo
sus lentes de sol sobre su cabeza. —Ocho semanas más de español. Esos son
más días de los que quisiera pensar. Lo que necesitamos es una distracción. Lo
que necesitamos es algo que quitará de nuestras mentes este tramo sin fin de la
educación de calidad que se extendió antes que nosotras. Necesitamos ir de
compras. Portland, aquí vamos. Macy tiene una gran venta. Necesito zapatos,
vestidos y una nueva fragancia.
—Acabas de comprar ropa nueva. Costó doscientos dólares. Tu mamá
tendrá una hemorragia cuando llegue el estado de cuenta de su MasterCard.
—Sí, pero necesito un novio. Y para conseguir uno, necesitas verte bien. Y
no hace daño oler bien también.
Llevé a mi boca un pedazo de pera.
—¿Tienes a alguien en mente?
—De hecho, lo tengo.
—Sólo prométeme que no es Scott Parnell.
—Scott, ¿quién?
Sonreí.
—Ves, ahora estoy feliz.
—No sé nada acerca de ningún Scott Parnell, pero el chico que tengo en la
mira sucede que es ardiente. Fuera – de – serie, ardiente. Más – ardiente – que –
Patch, ¡ardiente! —Ella se detuvo, —bien, tal vez no tanto. Nadie es así de
ardiente. En serio, el resto de mi día está planeado. Portland o alcohol, ya dije.
Abrí la boca, pero Vee fue más rápida.
—Uh-oh —ella dijo. —Conozco esa mirada. Vas a decirme que ya tienes
planes.
—Regresando a Scott Parnell… Él solía vivir aquí cuando teníamos cinco
Vee parecía que estaba buscando a su memoria a largo plazo.
—Se orinaba mucho en los pantalones —agregué amablemente.
Los ojos de Vee se iluminaron
—¿Scotty the Potty4?
—Se está mudando de nuevo a Coldwater. Mi mamá lo invitó a cenar esta
noche.
—Ya veo por dónde va esto —Vee dijo, asintiendo con la cabeza
sabiamente. —Esto es lo que se llama un reencuentro lindo. Esto es cuando la
vida de dos personas potencialmente románticas se cruzan. ¿Recuerdas cuando
Desi accidentalmente entró en la habitación de los hombres y cachó a Ernesto
en el urinario?
Detuve con mi tenedor a medio camino entre el plato y la boca.
—¿Qué?
—En Corazón, el jabón español. ¿No?... No importa. Al parecer, mamá
quiere conectarte con Scotty the Potty. Pronto.
—No, no lo quiere. Ella sabe que yo estoy con Patch.
—El hecho de que ella sepa, no quiere decir que esté feliz por eso. Tu
mamá va a gastar mucho tiempo y energía en convertir esta ecuación de Nora
más Patch es igual a amor, en Nora más Scotty the Potty es igual a amor. Y ¿qué
pasa con esto? Tal vez Scott the Potty se convirtió en el Scotty the Hottie. ¿Has
pensado en eso?
Tenía a Patch, y estaba perfectamente feliz de mantenerlo de esa manera.
—¿Podemos hablar de algo ligeramente más urgente? —Pregunté,
pensando que era tiempo de cambiar de tema, antes de que el actual le diera
más locas ideas a Vee. —¿Como el hecho de que mi nueva compañera de
química… Marcie Millar?
—La pu…
—Aparentemente ella está trabajando en la oficina principal y miró el
expediente de Patch.
—¿Sigue vació?
—Eso parece. Y ahora ella quiere que le diga todo lo que sé sobre él. Incluyendo el porqué él estuvo frente a su casa contemplando la ventana
de su recámara. Alguna vez escuché un rumor de que Marcie tenía una raqueta
de tennis tras su ventana cuando ésta estaba abierta a los pagos de ciertos
“servicios”, pero no iba a pensar acerca de eso. De todas formas, ¿no eran los
rumores un 90 por ciento ficción?
Vee se inclinó acercándose.
—¿Qué es lo que sabes?
Nuestra conversación pasó a un silencio incómodo. Yo no creía en los
secretos entre mejores amigas. Pero había secretos... y verdades difíciles.
Verdades atemorizantes. Verdades inimaginables. Tener un novio que es un
ángel caído convertido – en – guardián encaja en todas ellas.
—¿Estás ocultándome algo? —Vee dijo.
—Yo no.
—Sí, y es mucho.
Silencio incómodo.
—Le dije a Patch que lo amaba.
Vee se tapó la boca, pero no sabría decir si estaba ahogando un grito de
asombro o una risa. Sólo me hizo sentir más insegura. ¿Qué era tan gracioso?
¿Había hecho algo incluso más estúpido que lo que ahora pensaba?
—¿Qué dijo? —preguntó Vee.
Tan sólo la miré
—¿Tan malo fue? —cuestionó.
Me aclaré la voz.
—Hábleme de este hombre con el que vas a salir. Es decir, ¿se trata de un
deseo - de - lejos, o que en realidad hablaste con él?
Vee tomó la pista.
—¿Hablé con él? Compré ayer, para el almuerzo, hot - dogs en Skippy con
él. Fue una de esas cosas como de cita a ciegas, y resultó mejor de lo esperado.
Mucho mejor. Para tu información, tú sabrías todas estas cosas si devolvieras
mis llamadas en lugar de hacerlo con tu novio, sin parar.
—Vee, soy tu única amiga, y no fui yo quién te conquistó.
—Lo sé. Tu novio lo hizo.
Me atraganté con una bola de queso Gorgonzola.
—¿Patch estará listo en una cita a ciegas?
—¿Entonces? —dijo Vee, con su defensivo tono dirigiéndose hacia mí.
Sonreí.
—Pensé que no te confiabas en Patch.
—No
—¿Pero?
—Traté de llamar para investigar a mi primera cita, pero repito, nunca
regresas mis llamadas.
—Misión cumplida. Me siento como la peor amiga que haya existido —le
di una sonrisa conspiradora—. Ahora, me dicen lo demás.
Vee dejó su tono resistente, y miró mi sonrisa.
—Su nombre es Rixon, y es irlandés. Su acento o cómo se llame me
mata. Sexy al máximo. Es un poco flaco teniendo en cuenta que soy ancha de
huesos, pero estoy pensando en perder veinte libras este verano, así que todo
debe haberse ido para agosto.
—¿Rixon? ¡No es cierto! ¡Me encanta Rixon!
Como una regla, no confiaba en los ángeles caídos, pero Rixon fue una
excepción. Al igual que Patch, sus límites morales se colocaban en la zona gris
entre el blanco y negro. Él no era perfecto, pero no todo fue malo, tampoco.
Le sonreí, señalando con el tenedor a Vee.
—No puedo creer que te fuiste con él. Quiero decir, él es el mejor amigo
Patch. Odias a Patch.
Vee me dio la impresión de parecer su gato negro, con el pelo erizado
prácticamente.
—El mejor amigo no quiere decir nada. Mira tú y yo. No somos en nada
iguales.
—Esto es genial. Los cuatro podemos pasar el rato juntos durante todo el
verano.
—Uh - uh. De ninguna manera. No estoy interesada en salir con ese novio
idiota que tienes. No me importa lo que me dijiste, sigo pensando que él tenía
algo que ver con la misteriosa muerte de Jules en el gimnasio.
Una nube oscura cayó sobre la conversación. Sólo había tres personas en el
gimnasio la noche en que Julio murió, y yo era uno de ellos. Yo nunca le había
dicho todo lo que sucedió a Vee, sólo lo suficiente para conseguir que dejara de
presionar, y para su propia seguridad, así planeé mantener alejado todo aquello
de su camino.
Vee y yo pasamos el día dando vueltas, recogiendo las solicitudes de
empleo desde el local de comida rápida, y eran casi las seis y media cuando
llegué a casa. Dejé las llaves en el aparador y fui a chequear la contestadora
automática. Había uno de mi mamá. Ella estaba en el supermercado Michaud
comprando el pan de ajo, lasaña, y vino barato, y juró en su tumba que le
ganaría a la Parnells a la casa.
Eliminé el mensaje y me subí a mi dormitorio. Como no había podido
ducharme en la mañana, y mi cabello se había rizado hasta la altura máxima
durante el día, pensé que había que cambiarme de ropa a modo de control de
daños. Cada recuerdo único que yo tenía de Scott Parnell era desagradable,
pero la compañía era la compañía. Ya tenía mi chaqueta desabrochada hasta la
mitad cuando se produjo un golpe en la puerta principal.
Fui a encontrar a Patch al otro lado de la puerta con sus manos metidas en
sus bolsillos.
Normalmente lo habría recibido lanzándome directamente a sus
brazos. Hoy me contuve. Anoche le dije que lo amaba, y él había atornillado y,
supuestamente, se dirigió directamente a la casa de Marcie. Mi estado de ánimo
cayó en algún lugar entre el orgullo herido, la ira y la inseguridad. Tenía la
esperanza de que mi silencio le dijera indirectamente que algo estaba mal, y que
así sería hasta que él hiciera un movimiento para corregirlo, para disculparse o
darme una explicación.
—Hey —dije, aparentando casualidad. —Olvidaste llamar anoche. ¿A
dónde fuiste?
—Por ahí. ¿Ibas a invitarme a venir?
No iba a hacerlo.
—Estoy contenta de escuchar que la casa de Marcie está, tú sabes, por ahí.
Un momentáneo gesto de sorpresa en sus ojos confirmó lo que no quería
creer: Marcie había dicho la verdad.
—¿Te molestaría decirme qué está ocurriendo? —Dije en un tono un poco
más hostil. —¿Quieres decirme que estabas haciendo en su casa anoche?
—Suenas celosa, ángel —tal vez había una nota de burla tras ese
comentario pero a diferencia de lo usual, no había nada cariñoso o juguetón en
él.
—Tal vez no estaría celosa si tú no me dieras razones para estarlo —
respondí. —¿Quieres decirme qué estabas haciendo en su casa anoche?
—Arreglando unos negocios.
Alcé mis cejas.
No me había dado cuenta de que Marcie y tú tienen negocios.
—Los tenemos. Pero son sólo eso... negocios.
—¿Podrías explicarlo? —había una gran dosis de reclamo acumulado
entre mis palabras.
—¿Estás acusándome de algo?
—¿Debería?
Patch generalmente era experto en ocultar sus emociones, pero apretó la
línea de su boca.
—No.
—Si estar en su casa ayer por la noche era tan inocente, ¿por qué tantas
dificultades para explicar lo que estabas haciendo allí?
—No estoy teniendo dificultades —dijo midiendo cada palabra
cuidadosamente. —No te lo estoy diciendo, porque lo que estaba haciendo en
casa de Marcie no tiene nada que ver con nosotros.
¿Cómo podía pensar que esto no tenía nada que ver con nosotros? Marcie
fue la única persona que tuvo todas las oportunidades para atacarme y
menospreciarme. Durante los últimos once años, me había molestado, había
difundido rumores horribles sobre mí, y me humillaba públicamente. ¿Cómo
podía pensar que esto no era personal? ¿Cómo podía pensar que acababa de
aceptar esto, sin hacer preguntas? Pero sobre todo, ¿no podía ver que estaba
aterrado de que Marcie lo usaría para hacerme daño? Si sospechara que él
pudiera estar remotamente interesado, ella haría todo lo que tiene en su poder
para robármelo. No podía soportar la idea de perder a Patch, pero me iba a
matar si lo perdía gracias a ella.
Abrumada por el repentino temor, le dije:
—No vuelvas hasta que estés listo para decirme lo que estabas haciendo
en su casa.
Impaciente, Patch se abrió paso al interior de la casa y cerró la puerta
detrás de él.
—No he venido aquí para discutir. Quiero hacerle saber Marcie que se
topó con algunos problemas esta tarde.
¿Marcie otra vez? ¿Él no creía que ya había cavado un agujero lo bastante
profundo? Traté de mantener la calma el tiempo suficiente para escucharlo,
pero yo quería gritar a través de él.
—¿Oh? —Dije con frialdad.
—Ella quedó atrapada cuando un grupo de ángeles caídos trató de forzar
a un Nefilim a jurar fidelidad dentro del sanitario de los hombres en el Arca de
Bo’s. El Nefilim no tenía dieciséis años por lo que no tenía fuerza, sólo se
divirtieron tratando. Le cortan muy mal, y se rompió algunas costillas. Aquí
entra Marcie. Ella había bebido demasiado e ingresó en el baño equivocado. El
ángel caído que estaba cuidando sacó un cuchillo enfrente de ella. Estuvo en el
hospital, pero la liberaron pronto. Una herida sin gravedad.
Mi pulso se aceleró, y yo sabía que estaba molesta porque habían
apuñalado a Marcie, pero eso fue lo último que quería que supiera Patch. Crucé
los brazos rígidos.
—Gee, ¿es un Nefilim, cierto?
Recordé vagamente cuando Patch me explicó, hace algún tiempo, que los
ángeles caídos no podían obligar a un Nefilim a jurar lealtad hasta los dieciséis.
Del mismo modo, no podía sacrificarme a mí para conseguir un cuerpo humano
hasta que cumplí los dieciséis años. Tener dieciséis era oscuramente mágico,
incluso era la edad crucial en el mundo de los ángeles y los Nefilim.
Patch me dio una mirada que tenía el más pequeño resplandor de
molestia.
—Marcie tal vez estaba borracha, pero hay posibilidad de que recuerde lo
que vio. Obviamente tú sabes que los ángeles y Nefilim tratan de mantenerse
bajo el radar, y alguien como Marcie, con una gran boca, puede amenazar ese
secreto. La última cosa que ellos quieren es que ella le diga al mundo lo que vio.
Nuestro mundo es más fácil cuando los humanos lo desconocen. Conozco a los
ángeles caídos involucrados —su mandíbula se tensó. —Ellos harían cualquier
cosa por mantener a Marcie callada.
Sentí miedo por Marcie, pero lo alejé de mí. ¿Desde cuándo a Patch le
preocupada de alguna manera lo que le pasaba a Marcie? ¿Desde cuándo se
preocupa más por ella que por mí?
—Trato de sentirme mal —, dije. —Pero suena como si estuvieras más
preocupado por ella que por nosotros —tiré de la manilla de la puerta y la
mantuve abierta. —Tal vez deberías ir a ver a Marcie, ver si su herida está
sanando apropiadamente.
Patch obligó que mi mano soltara la manilla y cerró la puerta con su pie.
—Cosas más grandes que tú, Marcie o yo están sucediendo —él dudó,
como si tuviera más que decir, pero cerró la boca en el último momento.
—¿Tú, yo y Marcie? ¿Desde cuándo nos pones a los tres en la misma
oración? ¿Desde cuándo ella significa algo para ti? —espeté.
Puso su mano detrás de su cuello, viéndose como si él supiera que tenía
que haber escogido cuidadosamente sus palabras antes de responde.
—¡Sólo dime qué estás pensando! —Dije. —¡Escúpelo! ¡Si es tan malo
como para que no tenga idea de lo que sientes, sólo deja salir lo que piensas!
Patch miró alrededor, como preguntándose si estaba hablándole a alguien
más.
—¿Escúpelo? —Dijo, su tonó incrédulo y sombrío. Tal vez hasta irritado.
—¿Qué parece que estoy tratando de hacer? Si te calmas, podría. Ahora mismo
te pondrás histérica, sin tomar en cuenta lo que digo.
Entrecerré los ojos.
—Tengo el derecho de estar enfadada. No me dirás qué estabas haciendo
anoche en la casa de Marcie.
Patch echó las manos hacia arriba. ”Aquí vamos otra vez” decía ese gesto.
—Hace dos meses —empecé, tratando de inyectar orgullo a mi voz para
esconder la temblor en ella. —Vee, mi mamá —todos— me advirtieron que tú
eras una clase de chico que ve a las chicas como simples conquistas. Ellas
dijeron que era otra hendidura en tu cinturón, otra estúpida chica que sedujiste
para tu propia satisfacción. Ellas dijeron que el momento en que me enamorara
de ti, tú ibas a irte —tragué con dificultad.—Necesito saber que no estaban en lo
correcto.
Aunque no quisiera recordarlo, el recuerdo de la noche pasada resurgió
con perfecta claridad. Recordé la total humillación con vívido detalle. Le dije
que lo amaba, y él no dijo nada. Había cientos de maneras diferentes de analizar
su silencio, ninguna de ellas era buena.
Patch agitó su cabeza con incredulidad.
—¿Quieres que te diga que estaban equivocadas? Porque tengo el
presentimiento de que tú no me creerás, sin importar lo que diga —me miró.
—¿Estás tan comprometido con esta relación como lo estoy yo?
No pude preguntarlo. No después de ver todo derrumbarse desde anoche.
De repente me di cuenta de que no tenía idea de cómo realmente se sentía Patch
acerca de mí. Pensé que lo era todo para él, pero ¿si sólo hubiera visto lo que
quería? ¿Qué pasaría si exageraba sus sentimientos? Sostuve su mirada, al
punto de hacerle tan fácil a él este gesto, para no darle una segunda
oportunidad a dicha cuestión. Necesitaba saberlo:
—¿Me amas?
No puedo responder a eso, dijo, asustándome porque habló en mis
pensamientos. Era como un regalo que todos los ángeles poseían, pero yo no
entendía por qué estaba eligiendo ahora usarlo.
—Voy a dejar esto para mañana. Duerme bien —agregó secamente,
dirigiéndose hacia la puerta.
—Cuando nos besamos, ¿estás fingiendo?
Se detuvo en seco. Otra sacudida de la cabeza incrédulo.
—¿Fingiendo?
—Cuando te toco, ¿sientes algo? ¿Hasta dónde llega el deseo de
ir? ¿Sientes algo que se acerque a lo que yo siento por ti?
Patch me miraba en silencio.
—Nora… —empezó.
—Quiero una respuesta clara.
Después de un momento, dijo:
—Emocionalmente, sí.
—Pero físicamente no, ¿verdad? ¿Cómo se supone que debo estar en una
relación, cuando no tengo idea de lo mucho que aún significa para ti? ¿Estoy
experimentando cosas a un nivel completamente diferente? Porque eso es lo
que se siente. Y lo odio —añadí. —No quiero que me beses, porque tienes que
hacerlo. Yo no quiero que pretendas darle significado a algo, cuando no deja de
ser sólo un acto.
—¿Sólo un acto? ¿Te estás escuchando?
Inclinó la cabeza hacia atrás contra la pared y dio otra oscura
carcajada. Me dio una mirada de reojo.
—¿Terminaste con las acusaciones?
—¿Crees que esto es divertido? —dije, golpeada por una ola de ira.
—Todo lo contrario.
Antes de que pudiera decir más, se volvió hacia la puerta.
—Llámame cuando estés lista para hablar racionalmente.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Significa que estás loca. Hoy estás imposible.
—¿Yo estoy loca?
Inclinó mi barbilla hacia arriba y me plantó un áspero y rápido beso en la
boca.
—Y yo debo estar más loco para seguirte el juego.
Liberé mi barbilla y la froté con resentimiento.
—Renunciaste convertirte en humano para mí, ¿y es esto es lo que
consigo? Un novio que pasa su tiempo en casa de Marcie, pero no me dice por
qué. Un novio que sale en busca del primer indicio de pelea. Prueba si te queda
esto: Eres un… ¡imbécil!
¿Imbécil? Habló con su voz fría y cortante en mis pensamientos. Estoy
tratando de seguir las reglas. Se supone que no debería estar enamorado de ti. Los dos
sabemos que no se trata de Marcie. Se trata de cómo me siento por ti. Tengo que
frenar. Estoy caminando por una peligrosa línea. Enamorarse es lo que me metió en
problemas en primer lugar. Por eso no puedo estar contigo como yo quiero.
—Entonces, ¿por qué renunciar a convertirte en humano por mí, si sabías
que no ibas a estar conmigo? —Lo cuestioné, mi voz sonaba débil y me sudaban
las palmas de las manos. —¿Qué puedes esperar de una relación conmigo?
¿Cuál es el punto de —mi voz se quebró sin querer, —“nosotros”?
¿Qué había que esperar de una relación con Patch? En algún momento,
debí de haber pensado hacia dónde se dirigía nuestra relación, y lo que
sucedería. De la maldición que tenía. Pero yo había estado tan asustada por lo
que veía venir que pretendí evitarlo de alguna manera. Intenté luchar por la
relación con Patch, porque en el fondo, cualquier momento con Patch parecía
mejor que nada en absoluto.
Ángel
Miré hacia arriba cuando Patch dijo mi nombre dentro de mis
pensamientos.
Estar cerca de ti en cualquier nivel es mejor que nada. No voy a perderte. Hizo
una pausa, y por primera vez desde que lo conozco, vi un destello de
preocupación en sus ojos. Pero ya caí una vez. Si les doy a los arcángeles un solo
motivo para pensar que estoy remotamente enamorada de ti, me van a mandar al
infierno. Para siempre.
Su noticia me llegó como un golpe directo en el estómago.
—¿Qué?
Soy un ángel guardián, o al menos eso me han dicho, pero los arcángeles no
confían en mí. No tengo privilegios ni privacidad. Dos de ellos me siguieron anoche
para hablar, y alejé de mí los sentimientos, porque ellos quieren que caiga otra vez. Por
la razón que fuese, ellos están escogiendo ponerme medidas tan estrictas. Están
buscando cualquier escusa para deshacerse de mí. Estoy a prueba, y si me equivoco en
esto, mi historia no tendrá un final feliz.
Lo escuchaba y pensaba que él estaba exagerando, pensaba en la
posibilidad de que esto fuera tan malo, pero una mirada a su rostro me dijo que
él nunca había hablado tan en serio.
—¿Qué pasará ahora? —pregunté en voz alta.
En vez de responder, Patch puso una cara de frustración. La verdad de
esto es que esto iba a terminar mal. No importaba cuánta marcha atrás
diéramos, nos paralizáramos, o miráramos para otro lado, un día, más tarde
que temprano, nuestras vidas iban a separarse. ¿Qué iba a pasar cuando me
graduara y me fuera a la Universidad? ¿Qué pasaría cuando me fuera siguiendo
mi sueño a otro lado del país? ¿Qué pasaría cuando me llegara el tiempo de
quererme casar y tener hijos? No le estaba haciendo ningún favor a nadie al
estar enamorándome cada día más de Patch. ¿Realmente quería estar en este
largo camino, sabiendo que tendría un final devastador?
Por un momento fugaz, pensé que tenía la respuesta —Daría mis sueños.
Así de simple— Cerré los ojos y así deje ir mis sueños como si fueran globos en
cintas largas y delgadas. Yo no tenía necesidad de esos sueños. Ni siquiera
podía estar segura de que se hubieran hecho realidad. E incluso si lo hicieran,
yo no quería pasar el resto de mi vida sola y torturada por el conocimiento de
que todo lo que había hecho no significaba nada sin Patch.
Y entonces me di cuenta de una manera horrible que ninguno de nosotros
podía renunciar a todo. Mi vida iba a continuar marchando hacia el futuro, y no
tenía el poder para detenerlo. Patch se quedaría siendo un ángel para siempre;
él continuaría en ese camino.
—¿No hay algo que pueda hacer? —pregunté.
—Trabajo en eso.
En otras palabras, no tenía nada. Estábamos atrapados por los dos lados;
los arcángeles aplicando presión por un lado y dos futuros demasiado
diferentes uno del otro.
—Quiero salir —dije tranquilamente.
Sabía que no estaba siendo justa; estaba protegiéndome a mí misma. ¿Qué
otra opción tenía? No podía darle la oportunidad a Patch de hablarme sobre
eso. Tenía que hacer lo mejor para ambos, no podría quedarme aquí, esperando,
cuando cada cosa que yo tenía desaparecía con el paso de los días. No podía
mostrar cuán preocupada estaba cuando eso haría las cosas imposiblemente
difíciles al final.
Sobre todo, yo no quería ser la razón. Si los arcángeles estaban buscando
cualquier excusa para desvanecerlo por siempre, yo sólo lo haría más fácil. Patch me miró fijamente como si no pudiera decir si lo decía en serio.
—¿Eso es todo? ¿Quieres salir? Tuviste tu oportunidad para explicarte, la
cuál no creo, por cierto, pero ahora es mi turno. ¿Se supone que sólo debo
tragarme tu decisión y marcharme?
Abracé mis codos y me di la vuelta.
—No puedes forzarme a que me quede en una relación que no quiero.
—¿Podemos hablar de esto?
—Si quieres hablar, dime por qué fuiste a casa de Marcie anoche.
Pero Patch tenía razón. Esto no era acerca de Marcie. Esto era porque
estaba asustada y enojada con el destino y las circunstancias que nos habían
llevado a cortar a los dos.
Me di la media vuelta para ver a Patch como arrastraba sus manos por su
cara. Él tenía una pequeña y nada amistosa sonrisa.
—Si yo hubiera estado en casa de Rixon ayer por la noche, ¡podrías
preguntar qué hacía ahí!
—No —dijo, su voz sonó lentamente peligrosa — Yo confío en ti.
Tenía miedo de perder mi entereza sino actuaba inmediatamente. Choqué
las palmas de mis manos contra su pecho, haciendo que retrocediera un paso.
—Vete —dije, las lágrimas hacían que mi voz sonara áspera— Tengo otras
cosas que quiero hacer con mi vida, Cosas en las que no estás involucrado tú.
Tengo la escuela y futuros trabajos. No voy a tirar todo por la borda en algo que
no estaba destinado a ser.
Patch se estremeció.
—¿Es esto lo que realmente quieres?
—Cuando bese a mi novio, quiero saber que él ¡lo siente!
Tan pronto como lo dije, me arrepentí. Yo no quería hacerle daño, sólo
quería llegar a ese momento con la mayor brevedad posible antes de que se
viniera abajo mi confianza y rompiera a sollozar. Pero yo había ido demasiado
lejos. Lo vi rígido. Nos quedamos cara - a - cara, ambos respirábamos con
dificultad.
Luego se dirigió hacia fuera, tiró de la puerta y la cerró detrás de él.
Una vez que la puerta estuvo cerrada, me desplomé sobre ésta. Las
lágrimas ardían en el fondo de mis ojos, pero no cayó ni una sola gota. Tenía
demasiada frustración y enojo dentro de mí como para sentir cualquier otra emoción; no obstante, sospechaba de cierta manera que había causado que un
sollozo se atorara en mi garganta, y que después de unos minutos, cuando todo
lo demás se hubiera alejado, me daría cuenta del impacto total de lo que había
hecho y sentiría mi corazón romperse.
SkyAdwoot
Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
¿QUEEE? nonononononononononononononononononononononononono ><" no puede quedarse asi,Patch no se puede ir,no pueden romper!! noooooooooooo!! *se va al rincón y llora*
Síguela u.u
Besos y zanahorias desde México :) xx
Síguela u.u
Besos y zanahorias desde México :) xx
YahairaDirectionerLove
Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
Siguela please, la amoo :3 :-w-:
Agus Directioner
Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
Hola lindas!No e podido subir por que mi abuela me delato :( le dijo a mi papa que estoy leyendo 50 sombras de Grey y bueno me castigo :) pero mañana termina asi que mañana subo capitulo nuevo!!
Besos las quiero
Besos las quiero
SkyAdwoot
Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
jajaja tu abuela es una chismosa! jajaja siguela si? :bye:
Agus Directioner
Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
La amo seguila , soy nueva lectora
MilaEdwrds
Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
siguelaaaaaaaaaaa please!!
Agus Directioner
Re: Fall For You 2 <3(Adaptación del libro Crecendo , saga Hush Hush)
Eyyyy extraño que subas cap antes subias seguido en fin :lloro: tu abuela es mala por acusarte pero cuantos años tienes??? Como para que te castiguen :misery:
Pero como sea justamente aqui en el foro hay adaptaciones del libro con cualquiera de los chicos :happuy: asi que puedes leerla aqui
Saludines :bye: siguela pronto
Pero como sea justamente aqui en el foro hay adaptaciones del libro con cualquiera de los chicos :happuy: asi que puedes leerla aqui
Saludines :bye: siguela pronto
Grisel.
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